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EL DIARIO DE LA VICTORIA 2025
03/2/2025
¿QUÉ ES
LA VERDAD?
El
Conocimiento es la fuente del comportamiento del ser animado, dotado de vida
inteligente a la imagen y semejanza de Dios. Hubo Redención porque
hubo Ignorancia. No puede haber redención del delito cuanto la Transgresión de
la Ley se comete en el uso de la plenitud de las facultades intelectuales y
mentales, excepto si la Justicia es cómplice del Delincuente.
En el Caso
Adán contra Satán hubo redención para el primero en respuesta a su Ignorancia
sobre el Conocimiento de la Causa por la que el segundo le declaró la Guerra a
Dios. Para este segundo no hubo redención porque su Homicidio fue ejecutado en
el pleno uso de sus facultades mentales e intelectuales; el Homicida tuvo
Conocimiento pleno de las consecuencias del Delito que cometió. Satán conocía
que el Homicidio de Adán, fuese quien fuese el que lo cometiese, significaba
firmar con su sangre la declaración de Guerra contra el espíritu Santo de la
Sabiduría.
La
Jurisprudencia Divina, fuente de toda Justicia en los Cielos, desde aquel mismo
momento diluvió sobre Satán su Sentencia de Destierro Eterno de la Creación,
marcando la diferencia entre Ignorancia y Conocimiento. Quien engaña, quien
miente, quien traiciona su palabra, quien hace de la Mentira su escalera al
Poder, cae desde la altura ascendida al Infierno. Quien es engañado, quien es
movido por la Mentira y conducido a su propia ruina por un discípulo
de Satán, responde ante la Justicia acorde al mal producido a sus
semejantes, mas su condena queda abierta a redención en razón de su Ignorancia
sobre la verdadera diana contra la que su enemigo, hasta entonces
hermano de armas, disparó la Flecha de su ambición de Poder sin límites, a
cuyos pies debe ponerse el Estado en su plenitud.
En el Caso
Satán vemos reproducida la demencia absoluta en el cuadro de las Tentaciones de
Jesús. El Homicida quiso poner de rodillas a Dios. Poniendo a Dios
de rodillas la consecuencia directa seria disponer de su Reino a su
antojo.
En el caso
moderno, trasladado el Cuadro a la Política Socialista Internacional,
copartícipe en la Autoría Intelectual de la Alianza de las Civilizaciones con
Sede en la ONU, desde donde se pontifica la Agenda 2030, cuyo fin
es quitarle al ser humano su Libertad, es decir, su Alma, el Poder
Socialista, puesto que en el Mundo Islámico el fin ya viene dado en su Agenda
Religiosa, busca poner el Cuerpo del Estado de rodillas delante del Gobierno en
funciones : paso necesario para poner sus botas sobre el cuello de la Nación y
coronar la Dictadura, haciendo de la Democracia la palanca de asalto
al Poder.
La ONU
ofrece compartir el Poder sobre todo el mundo, a los hermanos de armas de la
Agenda 2030, a cambio de poner de rodillas a sus respectivas naciones. Ahora es
el Pueblo el que debe arrodillarse o levantarse; acobardarse
o seguir el ejemplo de Cristo: “Vade Retro Satanás”.
La Verdad
está en la Vida, viene con la Vida, es la Fuerza Universal que levanta el Ser
desde el polvo a la Inteligencia.
La Misión de
la Justicia es descubrir la Verdad. Un Estado que vive de rodillas ante un
Gobierno es una Organización Criminal; ha despreciado, ha negado la existencia
de la Ley como la garantía de la Convivencia entre los pueblos; y es (una
Organización Criminal) por en cuanto su Esclavitud al Gobierno es
una Necesidad Fundamental para quien concibe el Poder de la Democracia como
palanca de acceso a la Dictadura.
Alguien lo
dijo, no recuerdo su nombre: “Dadme una palanca y moveré el universo”. La ONU
ha puesto la Palanca de la Agenda 2030 para garantizar la
transformación de la Democracia en Dictadura: democráticamente. Ahora es cada
Nación la que debe decidir ponerse de rodillas o levantarse, como Cristo, para
expulsar de su trono al Diablo.
Regresando a
la Cuestión Cristiana por excelencia, la Caída, la Prohibición de transgredir
la Ley bajo pena de Destierro de la Vida la vemos escrita en el Cántico de
Moisés, donde leemos que Dios colonizó la Tierra distribuyendo entre sus hijos
las distintas Primeras Familias de las que vino a crearse el Género Humano.
“Pero la porción propia de Dios es Israel”, hijo de Abraham, hijo de Noé, hijo
de Adán, hijo de Dios.
La formación
y crecimiento del Primer Reino de la Mesopotamia del Edén, se la reservó Dios
para sí mismo; exclusivamente al Dios de los dioses le correspondía elegir al
Primer Rey de la Tierra. La Crónica Sumeria es indiscutible en su autoridad
cuando informa: “La corona bajó del Cielo”. Intervenir en la
formación del Rey y su reino era firmar contra la propia cabeza una
sentencia de pena de muerte.
De manera
que quien tiene conocimiento de la naturaleza de su Delito y lo ejecuta en la
plenitud de sus facultades mentales e intelectuales firma sobre sí mismo y su
cuerpo político la Sentencia debida contra una Organización Criminal. Todo el
que se halle al servicio de esa cabeza, formando parte de ese cuerpo, queda
sujeto a condena. Caso de no proceder el Estado y el
Pueblo a seguir el ejemplo de Cristo, sobre sus cabezas y la de sus hijos el
peso de la Dictadura Criminal de quien usó la Democracia como palanca para
mover el universo de la Constitución Madre.
La Verdad es
el camino por el que la Ciencia y la Justicia se mueven en el
Tiempo. Pero si no existiese la Inteligencia en el Hombre ni la Justicia ni la
Ciencia hubiesen sido concebidas como parte fundamental de nuestra
Civilización. Ambas, Justicia y Ciencia, reconocieron desde su nacimiento que
la Verdad es el horizonte hacia el que se mueven. Cuando ambas,
Justicia y Ciencia, no responden a este Criterio Objetivo Universal,
y quedan definidas por el Poder, ambas abren su marcha hacia su
participación en la Organización Criminal de un Estado arrodillado ante un
Dictador en potencia, cuya meta, la propia naturaleza la señala, es usar el
Poder para que la potencia se haga acto.
Dios no
dobló las rodillas delante de la Muerte. Cristo, el Hombre, tampoco se puso de
rodillas delante del demente que se atrevió a querer poner de rodillas al Hijo
de Dios. “De tal Padre, tal Hijo”.
Discípulos y
familiares de Cristo abrirnos el alma para mostrar en nuestro Ser nuestra
Respuesta. Cual viene de por sí que todo enloquecido a muerte por su ambición
sin límites de Poder y Riquezas, busque su victoria conduciendo
todos los poderes públicos a su servicio contra los enemigos de su
transformación en dictador vitalicio. “A dictador muerto, dictador puesto”.
Quien ignora esta ecuación, se hace parte del Delito una vez consumado.
Hablando
sobre la Verdad y la Historia, nosotros podemos comparar la Caída del Mundo de
Adán con una hipotética caída apocalíptica del nuestro mundo actual en un
colapso total y absoluto de las energías que lo mueven
: electricidad, petróleo… Nos vamos a la cama una noche, y nos
levantamos en un amanecer de oscuridad comunicativa absoluta. Caen todos los
satélites, se hunden en el abismo todas las tecnologías existentes. Amanecemos
en un mundo de regreso a las cavernas. Guerra civil entre Caín y Abel. Desaparecen
todos los que conocían cómo funcionaban las cosas, quedan exclusivamente los
que las usaban sin conocimiento de cómo lo hacían; el único orden mundial
posible es el fundado sobre el Poder Militar.
Realidad que
vemos descrita en la Historia Antigua de Mesopotamia, donde el renacimiento de
la civilización comenzó a abrir su carrera sobre las espaldas de imperios
fundados sobre una clase militar exclusivamente dedicada a la Guerra como medio
de mantener el Poder.
La Historia
es una de las ramas del Árbol de la Ciencia de la Vida. Negar la búsqueda de la
Verdad Objetiva Universal en pro del interés personal del Poder es traicionar
su naturaleza; es trasladar a la Memoria del Hombre el mal causado a la
Sociedad por una Justicia entregada a la Corrupción.
La Memoria
es la Placa Madre desde la que la Inteligencia analiza, edifica, y crea
el Reflejo en su Mente de la Verdadera Imagen del
Universo en el que vive y existe en el Espacio y el Tiempo. Desde el momento en
que la Placa Madre es tocada para borrar funciones y redirigir su trabajo en
una dirección establecida, no predeterminada por su creador, las
consecuencias de esta manipulación se verán, a corto plazo, en el espacio y el
tiempo.
Borrar la
Historia Viva con el fin de reescribirla para generaciones futuras que no
existieron ni vivieron los tiempos de los que se habla es producir a
nivel nacional y universal el efecto maligno que en el individuo produce la
amnesia patológica, pérdida de memoria, temporal o absoluta.
El Cerebro
sin la Memoria pone en acto un cadáver sobre dos piernas animadas de
existencia, pero no de vida. La Inteligencia sin la Verdad Histórica reproduce
en las naciones este efecto maligno. De aquí que cualquier asalto a la Verdad
en el terreno de la Historia agudice más y descubra mejor la naturaleza de la
Organización Criminal que mintiendo y engañando conquistó el Poder con la
intención original de poner de rodillas al Estado, necesidad incondicional e
indiscutible para poner sus botas sobre el cuello de la Nación.
Los
historiadores del Siglo XIX pecaron de anticristianismo porque en sus genes
nacionales vivió el Protestantismo. Aun con las pruebas sobre la mesa que la
Revolución Arqueológica de la segunda parte del siglo XIX puso al servicio de
las universidades europeas y americanas, mantuvieron sus ojos cerrados a
cualquier conexión entre Historia y Biblia. A pesar de su
predeterminada negación a admitir la existencia del Diluvio Bíblico, a pesar de
la laguna histórica descubierta entre los siglos a los dos lados del 3.000
antes de Cristo y las últimas ciudades del Neolítico, allá entre el 4.000 y el
5.000 a.C., los Cirujanos de la Memoria Histórica del Género Humano prefirieron
saltarse esa laguna, olvidarse de la Revolución del Neolítico
y volar directos al Paleolítico, más romántico, más abierto a la
ciencia ficción que a la Verdad. El Daño causado al Siglo XX por la conjunción
fulgurante determinada por la fusión de la Cosmología y la Antropología en una
Ideología Científica Mundial, desde la que volver a empezar a situar el
lugar del mundo en el universo; ese Daño ni es necesario nombrarlo, bastan
pocas letras para decirlo todo: GMI, GMII.
El Daño
persiste. La puerta que da acceso a las orillas de esa laguna entre finales del
Milenio Tercero y principios del Cuarto Milenio a.C. se halla en la Historia de
José, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham; pero no en esa
que desde su ignorancia, los unos, y desde su rechazo a la Biblia, los
otros, han hecho vagar como fantasma a la deriva al otro lado de las aguas de
ese mar del olvido. La Historia de José es la puerta a la verdadera cronología
de la estancia de Abraham en la Tercera Dinastía de la Ciudad de Ur.
Ningún
historiador hasta el presente quiso pringarse en la búsqueda del omnipotente y
todopoderoso Ministro Hebreo del Faraón.
¿La excusa
para inteligencias sin un dedo de frente? La más estúpida concebible: No se han
hallado en los registros egipcios ningún Ministro con el nombre de José.
Yo ignoro si
son necios por capricho o les viene de los genes ser unos inútiles.
Pretender hallar un José en los registros egipcios sería como negar la
existencia del profetas Daniel por la ausencia de un todopoderoso jefe de los
magos de Babilonia llamado Daniel. La integración de un extranjero en la
estructura de Poder de un reino antiguo iba con el cambio de nombre por orden
real, acomodando el nuevo a la sociedad reinante. Buscar al todopoderoso y
omnipotente Ministro del Faraón de Egipto que transformó su reino en imperio, y
hacerlo buscando al hijo de Jacob con su nombre de cuna no es únicamente una
demostración de necedad integral, es además descubrir en una cátedra
universitaria de tal envergadura y trascendencia para Memoria de la Humanidad:
a un verdadero imbécil.
Es imposible
admitir que entre el primero de los reyes históricos de
las ciudades después del Diluvio, Megabarasi,
(2631-2601 a. C.), y el último de los reyes antes del
Diluvio, Ziusudra, nuestro Noé Bíblico, (3100
a.C.) pueda negarse este vacío histórico legal necesario después del
Acontecimiento que hundió, como quien dice, la Atlántida del momento en las
aguas del Mediterráneo.
Un mundo no
se rehace de la noche a la mañana. Ni es de sabios leer la Biblia sin mirar a
Dios, su Autor, negando que la “letra sola mate”. Quiero decir, la Biblia tiene
un único horizonte y camino: La Casa de Adán, desterrada de su trono, y el
seguimiento de su Herencia Profética a través de los Milenios. El Autor no
entra en ningún momento en la condición social de los héroes de sus
libros. Pero la inteligencia nos ha sido dada para abrir su Palabra, entrar y
ver en su exposición lo que Dios, en cuanto Dios, no cuenta.
Aquel Noé no
fue un pastor cualquiera, ni un agricultor más. ¡Cómo construir el
Arca de las proporciones escritas y salvar a todas las
especies animales de su tiempo y región sin ver a un Patriarca de
la especie de aquel Abraham que se enfrentó solo a cinco
reyes, cabeza de muchas familias, entre las cuales los príncipes fueron sus
hijos! El Autor Bíblico centra toda su Obra en el seguimiento de la Línea
Profética de la que nacerá el hijo de Eva: el Vengador de la sangre de Adán, y
Redentor del Mundo. Todo lo demás no cuenta a sus ojos; cuenta a los nuestros.
Perseguida
la Casa de Cristo por el Homicida que le robó el trono a su padre
patriarcal primero, creer que en aquellos tiempos de salvajismo y barbarie,
cual se ve en la causa por la que Dios decidió acabar con aquella
civilización perversa, para la que la Ley de la Naturaleza Reproductora de la
Creación había sido desterrada del Código Civil, y la Ley del Hombre a la
imagen y semejanza de su Creador pisada como uva en un lagar de sangre; creer
que la Casa de la que habría de nacernos “un niño, un hijo que tiene sobre los
hombros la soberanía, y que se llamará maravilloso consejero, Dios fuerte,
Padre sempiterno, Príncipe de la paz”, sería abandonada por Dios a sus fuerzas
solas: es creer mucho.
En
unos tiempos en los que matar es un juego abierto a la fuerza bruta de los más
malvados, creer que un hombre sin poder real hubiese podido edificar aquel Arca
sin ser Príncipe entre los Patriarcas de su tiempo, en compañía de quien se
salvaron del Diluvio todas las familias de su Casa, no es de sabios. “Entra en
el arca tú y toda tu casa”, lo dice todo. Esta “casa” comprende las
casas de sus tres hijos, y las casas de las casas de sus hijos. Hizo falta un
ejército para construir aquel Arca, otro ejército para reunir todas las
especies de las que renacería la vida animal en la Nueva Mesopotamia.
En aquel
mundo ser guerrero y pastor, guerrero y agricultor, fue la ley. Desterrados por
la Caída de la Civilización entre los pueblos de la Mesopotamia del Edén, el
hombre devino una bestia asesina para el hombre. La ley de la supervivencia
devino la orden del día. Pero puesto que no existen
registros documentales que resuciten
los siglos entre la Caída y el Diluvio, debiendo todos
remitirnos a las Mitologías Sumerias, Babilónicas, Acadias y Asirias… la
Cronología de Abraham únicamente puede reescribirse desde el Descubrimiento de
José, hijo de Jacob, el todopoderoso ministro del Faraón.
Las
evidencias hablan a las claras sobre la relación entre la Tercera Dinastía
de Ur y el destierro de Abraham. Tras la
derrota de los Gutis por las casas
patriarcales de Mesopotamia dirigidas por Utukhegal,
sentado en el trono Ur-Nammu (c. 2112-2095
a. C.), la divinización del hijo de éste causó la salida de un
Abraham que no estuvo dispuesto a dirigir la coalición de los
Patriarcas que le dieran a Utukhegal el
trono, ni a permanecer en una ciudad en la que un simple mortal se
había autoproclamado divino. Costumbre insana que viajaría por el
Oriente Antiguo hasta el Occidente del imperio Romano. Abraham tuvo a Isaac,
Isaac tuvo a Jacob, Jacob tuvo a José.
Recordemos
los hechos:
Las pruebas
del carbono dicen que la fecha del Diluvio debemos situarla hacia el principio
del tercero y finales del cuarto milenio antes de Cristo. La reconstrucción de
la historia desde la arqueología se suma al testimonio. Se salvaron muchos del
desastre y volvieron a empezar de cero. Durante aquel proceso de reconstrucción
internacional los hijos de Noé tuvieron la parte del guerrero que baja de las
montañas al anfiteatro de las vanidades babilonias.
La
estructura del Mito Akadio una copia de la
estructura del Mito Hebreo, no en vano muchos historiadores han creído
descubrir en el Gilgamesh del Mito sumerio una Conexión Judía.
Noé y sus
hijos bajaron de las Montañas del Este en formación de ejército. (No olvidemos
que en los textos cuneiformes al guerrero de los guerreros, Gilgamesh, se le
adjudica su origen en las montañas de Armenia). Los hijos de Noé vivieron
crecieron y se multiplicaron. El clan original se expandió por las ciudades de
Nippur, Uruk, Ebla, Kish, Lagash, Umma, Ur. En
esta Ur de la III dinastía vivían los
padres de Abraham cuando la locura ególatra arrastró al rey de Ur a otorgarse la inmunidad constitucional que se les
suponía a los dioses. Pero reconfiguremos en líneas maestras la sucesión de
aquellos acontecimientos.
Reciclemos.
El llamado
Periodo Protodinástico sitúa su origen en el 2.900 a.C. Esta ubicación obliga a
situar entre la catástrofe diluvial y el renacimiento de las poblaciones un par
de siglos, al menos. La ciudad de Kish fue la primera en salir de las aguas y
darse un rey. Al poco la ciudad de Uruk entró en la dinámica, aportando a la
historia las aventuras de su héroe y rey, Gilgamesh. Tras la muerte de
Gilgamesh la ciudad de Kish volvió a recoger la Vara del Imperio, actuando su
rey entre las ciudades vecinas como árbitro y juez de sus disputas. Poder que
pasó a Ur, y después a la ciudad de Lagash,
situándonos así en el siglo XXV a.C. Para finalmente caer en manos de la ciudad
de Umma, cuyo rey héroe reclamó para sí el imperio del Edén. Imperio que le
duraría a Umma poco tiempo. Se lo arrancó de las manos el joven Sargón, copero
del rey de Kish. Sargón se rebeló contra su rey, se fundó su propia ciudad
imperial, Akkad, y desde Akkad salió a conquistar el mundo. Lo conquistó. Sus
hijos reinaron desde el 2278 hasta el 2193 aproximadamente; entonces los
Primeros Bárbaros, los Gutis, cayeron sobre el
imperio del Edén y extendieron su anarquía desde un extremo al otro de las
Cuatro Regiones de la Nueva Mesopotamia.
La caída del
imperio de Akkad le devolvió el
protagonismo a las ciudades clásicas, entre las que Lagash volvió a saltar a
primer plano bajo la jefatura del famoso y legendario Gudea. Pero no fue este
Gudea quien liberó al País del imperio de los Bárbaros sino la coalición de las
ciudades del Sur lideradas por el rey de Uruk, bajo cuya bandera debemos situar
a los abuelos de Abraham.
Pasó, pues,
que tras la derrota de los Bárbaros, el jefe Utukhegal quiso
proclamarse emperador, lo que al jefe Nammu y
su consejo de príncipes de Ur no les gustó
nada, y le declararon la lógica guerra de independencia. Bajo esta bandera, en
efecto, podemos situar a los padres de Abraham.
Nos hallamos
en la frontera entre los dos milenios, Tercero y Segundo a.C.
Observemos
que antes del descubrimiento de las Ciudades Perdidas Sumerias, en la segunda
parte del siglo XIX, hablando de Nínive, Ur,
Kish, Akkad, Lagash, etcétera, estas Ciudades y
su Mundo, que forman parte del Mundo Profético-veterotestamentario, esas
ciudades y su mundo, en opinión de la Ciencia del XVIII y principios del XIX,
jamás existieron, siendo el Génesis de Moisés, tratando desde Nabucodonosor
hacia atrás, pura invención literaria, un cuento de viejas mitológicas que los
Israelitas se habían sacado de la manga y los Cristianos habían rescatado a fin
de mantener en las tinieblas a las naciones, de las cuales la Ciencia nos iban
a sacar a todas, especialmente a la altura del siglo XX, fecha que los
científicos firmaron como fecha de la muerte del Cristianismo.
Pero por uno
de esos acontecimientos que jamás debieran producirse, pero que se producen,
una generación de científicos, como investidos del poder de Jesucristo para
resucitar muertos, se pusieron a resucitar las Ciudades Perdidas de Sumeria
que, hasta entonces, fueron sólo cuentos de viejas. Los Sayce, Maspero, Rawlingson, etc, reventaron
la dialéctica del materialismo histórico del siglo XIX con la Nueva Ciencia de
la Interpretación de las Lenguas rescatadas de la Tumba: El Sumerio, el
Hitita... donde descansaron Nínive, Ur, Kish,
Lagash, Akkad, etc,
las ciudades protagonistas de la Lista Real Sumeria. La relación entre los años
de vida de las Genealogías Bíblicas y los años de vida de los reyes de esta
Lista fue y sigue siendo uno de esos fenómenos que dejan con la boca abierta.
Regresando a
la línea divina: La estructura de los hechos nos permite creer que Najor, abuelo de Abraham, fue uno de los jefes
de Ur que bajo la jefatura de Utukhegal de Uruk liberaron al País de la anarquía en
la que lo sumieron los Bárbaros Gutis.
Derrotados los Gutis por la coalición
dirigida por Utukhegal, Teraj,
padre de Abrám, siguiendo esta línea, participó
en la coalición de los príncipes de Ur que
bajo la jefatura de Nammu se alzó contra la
tiranía a la que después Utukhegal se
abandonó. La victoria de la coalición de Ur les
permitió a los hijos de Nammu alzarse con
la corona. Una corona que no tardó en sucumbir al paroxismo de la perversidad
cuando su sucesor, Shulgi, declaró ser dios en
la tierra. Digamos que se regresó de repente a los días anteriores al Diluvio,
cuando los héroes de muy antiguo proclamaron ser auténticos y genuinos hijos de
los dioses y reclamaron para sí todos los derechos de la divinidad. ¿No fueron
sus religiones y sus hazañas las que condujeron a las naciones a la ruina? Bajo
el reinado de los hijos de Nammu, reinando Shulgi en Ur, nuestro
Abraham abandonó su ciudad natal. No pudiendo soportar por más tiempo aquella
egolatría Abraham abandonó Ur. Curiosamente sin
encontrar resistencia. Poco espacio para la duda dejan los hechos. Por la
fuerza que posteriormente demostró el ejército de soldados ganaderos al mando
de Abraham, todo indica que el hijo de Teraj estuvo
en el ojo del huracán de la guerra civil que la divinización de Shulgi puso sobre la mesa. De no haber mediado su Dios,
el hijo de Teraj seguramente hubiera
liderado el golpe de Estado contra el hijo de Nammu.
Otro gallo habría contado entonces en Ur. El
ejército del hijo de Teraj habría decidido
la suerte de la ciudad
Cuando por
tanto Abraham abandonó Ur el hijo de Nammu vio partir a su enemigo más peligroso. El
destierro voluntario del hijo de Teraj redujo
la oposición a su dinastía a la mínima expresión posible. Y así fue cómo al
frente de un poderoso ejército de guerreros-pastores Abraham subió por las
orillas del río Occidental sin nadie que le osara hacerle frente. Entró en
Siria por el Norte, tierra de nadie abierta al pastoreo y al bandidaje. Dice la
Biblia que guerreó Abraham hasta contra cinco reyes juntos. Y siempre triunfó.
Y siguió triunfando. Tampoco el Faraón se atrevió a consumar su audacia. ¿En
qué se quedó su anunciada boda con la mujer del Hijo de Noé? Un ejército de
hombres curtidos en el campo de batalla que se mueve al sonido de la palabra de
un solo hombre ¿de cuándo fue lo que se dice un enemigo fácil.
En cuanto a
la fecha aproximada del peregrinaje de Abraham y su hijo Isaac por las tierras
del Oriente Medio, las hambrunas de las que habla la Biblia y las hambrunas que
asolaron el reinado de los hijos de Nammu,
especialmente durante el reinado de Ibbi Sin,
entre el 2028 y el 2004, nos sirven de punto de su localización en la línea del
tiempo. La presencia de Abraham y su hijo entre los Amorreos, pueblo enemigo
de Ur, con los que las relaciones de Abraham
fueron las típicas del enemigo de mi enemigo es mi amigo, nos abre los ojos a
la situación geopolítica en la que se movió el padre de Isaac. Amén de
confirmarnos en los límites cronológicos entre los cuales hemos situado a
Abraham y a su hijo. Incomprensible una decisión que pudo haberle manchado su
reputación con la fama de los cobardes, Abraham prefirió la sabiduría de su
Dios a la de los hombres. Su posición teológica no admitía mutilaciones ni
revisiones. El tiempo del hijo de Eva no había llegado.
En efecto,
la impaciencia fue la madre del pecado del Caín. La ignorancia, no la
sabiduría, fue el motor de su delito. Quien juró venganza se conservó el
derecho de ponerle número al día del combate a muerte entre el hijo de Eva y
Satanás. A Dios le tocaba decir el cuándo y el cómo. Él dice, y así se hace.
“Cuenta las
estrellas del cielo si puedes, así de numerosa haré que sea tu descendencia”.
¿Dónde están
los descendientes de la Casa de Nammu?
Después
de la muerte de Isaac, en vida de Jacob, padre de José, la hambruna volvió a
golpear las tierras del Oriente Próximo Antiguo. Durante aquellas hambrunas que
asolaron el universo conocido nos ha sido descubierto en los papiros el
asentamiento de un poderoso Clan Hebreo en el Nilo. La Conexión Judía introduce
a José en los movimientos sociales que las hambrunas causaron en la Corte del
Faraón.
Con José
entró en Egipto la Providencia. Se entiende que en agradecimiento el Faraón y
su Corte les permitiesen a los hermanos de la Providencia instalarse en la
orilla del Nilo que más les gustase. Con la Providencia en casa adiós a los
malos tiempo.
Hemos
localizado el periodo abrahámico durante la III Dinastía de Ur, entre los dos puntos extremos del siglo XXI. Y hemos
visto cómo en los registros faraónicos del Imperio Medio, en el reinado de
Amenemhat II, entre el 1929 y el 1895, las tribus asiáticas empezaron a
internarse en el Egipto, desplazándose cada vez más hacia el sur. Fue en las
crónicas de Sesostris II, sucesor del anterior, que ya queda constancia firme
de esta inmigración de tribus asiáticas en el imperio. Pero el punto de interés
que atrae nuestra atención son las hambrunas que asolaron el Egipto durante el
reinado de Mentuhotep III (c.
2010-1998 a. C.) Hambrunas que nos conectan con la Historia de José,
permitiéndonos situar la entrada de los hebreos en el País del Nilo al
principio del Segundo Milenio. La importancia de esta conexión radica en la
respuesta que exige el acontecimiento del asentamiento de tribus ganaderas en
el reino de los faraones, agricultores. El hecho de la ruptura con la cultura
tradicional faraónica, de rechazo hacia los pueblos nómadas, ganaderos, nos
abre los ojos a un cambio que sólo se explica por la revolución que supuso la
presencia de José en la Corte del Faraón. Sin ir más lejos será durante este
periodo cuando el Faraón adquirirá todas las notas clásicas, tan típicas a las
estructuras imperialistas asiáticas. Es de comprender, pues, que hasta que no
llegó aquel faraón que no conoció a José, los Hebreos disfrutaron de una
política de amistad privilegiada, disfrutando de la cual al crecer extendieron
sus asentamientos más al sur, al precio, claro está, de abandonar la tradición
ganadera de sus padres.
¡Qué pronto,
pues, se olvidan los malos tiempos!
Ahora faltan
las pruebas. La recreación cronológica desde el conocimiento de las condiciones
sociales e históricas de aquellos siglos le basta a quien tiene inteligencia. A
los sabios les corresponde buscar las pruebas.
La
integración de José en el siglo XX antes de Cristo y la penetración
de los Hicsos, faraones que no conocieron a José, nos da el siglo
XVI para el Éxodo, y mediados de ese mismo siglo para la Destrucción de Jericó.
Falta la
ultima pieza del puzle, el ejército del Faraón. Conociendo a Dios es de creer
que su Mano rescatará de las profundidades del Mar Rojo la prueba que
determinará la Cronología de la Salida de Egipto, la Destrucción de
Jericó y la Reconquista del Egipto por sus verdaderos habitantes,
refugiados en el Sur desde la conquista de su reino por los Hicsos.
La Verdad es
la Madre de la Civilización. Durante estos últimos 50 años nuestra
Civilización, basada en el Conocimiento, ha avanzado más que en los últimos
cinco mil años de existencia. Todo indica que en los próximos 50 años la
revolución de todas las ramas del Árbol de las Ciencias atravesará el mar rojo
de las tinieblas que la Agenda 2030 ha levantado sobre el futuro de la plenitud
de las naciones. Nuestra parte no es la del que ve, es la del que participa.
Nuestro Deber es legarles a nuestros hijos todas las herramientas que les
permitirán seguir avanzando sin romper jamás la Ley de la Paz y de la Salud del
Rey de los Cielos.
No hemos
tenido Paz y Salud porque le estuvimos buscando como quien cultiva una tierra
enferma regada con sangre. Al Principio la Corona bajó del Cielo; y regresó al
Cielo en la Cabeza del Rey, Jesucristo; desde quien veremos con nuestros ojos
bajar su Ley de Paz y Salud sobre todas las naciones de la Tierra.
La Batalla
Final entre la Muerte y la Vida es vieja; la Victoria será nuestra.
01 / 02 /
2025
EVANGELIO
DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
“Si
hablándoos de cosas terrenas no creéis, ¿cómo creeréis si os hablase de cosas
celestiales?”
Nadie debe
sentirse avergonzado por ser un ignorante delante de Dios. Todo aquel que se
cree que puede quitarle o añadirle una coma o una tilde al Libro de Dios,
arrancarle libros a la Biblia del Espíritu Santo, cerrada y sellada con la
sangre de los Santos Apóstoles y sus Discípulos en el Concilio Constantiniano
de Nicea, juzgar a su Autor por efectos de causas que Dios ha mantenido en el
Silencio mirando a nuestra Salvación Universal hasta nuestro Día, creer a
quienes niegan la Existencia de Nuestro Creador para alzar la Ignorancia de su
Negación a la categoría de Ciencia Creadora, ésos sí deben avergonzarse de
hacerse pasar por sabios delante de Dios, pues aunque ellos estén ciegos y se
hayan arrancado los ojos a fin de estarlo de verdad y no parecerlo, el Día en
que mi Padre, el Rey y Señor de la Tierra que está en los Cielos,
los lleve ante la presencia de su Dios: ese Día será demasiado tarde para pedir
perdón.
Cada persona
es responsable de sus palabras. El hombre que ignora las consecuencias de sus
palabras, conociendo el Poder de la Palabra en la Historia, origen de todas las
revoluciones que hemos vivido, y aun pretende hacerse el loco desentendiéndose
de la naturaleza de los efectos que con sus palabras pone en movimiento, ese
hombre ¿cómo podrá abogar por su inocencia sobre un cementerio de cadáveres
hundidos en el polvo por sus palabras, escritas y manifiestas? ¿No fueron las
palabras el origen de todas las guerras? ¿No es la Palabra la diferencia
universal divina que marca la distancia entre la vida del Hombre y la
existencia de las bestias? ¿Y pretenden hacer los hombres de la Lengua un arma
de Odio y Guerra? ¿Qué le responderán ésos a Nuestro Padre que está en los
Cielos cuando les pida cuentas delante de su Dios por cada una de sus palabras
de Odio hacia su prójimo, hermano de Historia y de Sangre? ¿Acaso el Dios de mi
Padre no juzgó al Mundo Antiguo mostrándole a su Hijo Naturaleza de la
verdadera Justicia? ¿No fueron hijos de Dios quienes oyeron contra ellos la
Sentencia de Destierro Eterno de la Vida?
¿Acaso puede
permitir un padre que un hijo mate a sus hermanos y transforme su casa en un
mausoleo de almas en las tinieblas? Por esto también serán juzgados por crimen
de terror quienes no se levantaron contra esos demonios en carne humana, les
dieron refugio desde donde regresar a aterrorizar al mundo, deviniendo ellos
los padres del Terror. ¿No ha sido hecho el Hombre a la imagen y semejanza de
Dios? ¿Acaso se creen esos padres ser mejores padres que quien se alzó contra
un hijo criminal sin remisión y lo ha estrelló por la eternidad
arrojándolo al Abismo cubierto por las Tinieblas?
Yo adoro al
Dios de mi Padre por su Justicia Incorruptible, Roca Indestructible sobre la
que Él le ha levantado a la Justicia Universal un Palacio Inviolable, en el que
no entra ningún asesino, y del que sale el homicida, el terrorista, el ladrón y
el corrupto, enemigos de la Ley de la Vida, para ser ejecutada sobre
su cabeza la Sentencia del Juez Sempiterno Divino, Rey y Señor Jesucristo. Es
Este Rey y Señor Jesucristo la Fuente del Cuarto Evangelio, fuera de cuyos
Cuatro no fue escrito ningún otro por la mano del Espíritu Santo. Ay de
aquéllos que llaman “verdaderos” a los cuentos para analfabetos escritos por
los enemigos de la Iglesia, y despreciando la Palabra
Divina edifican sobre la Historia Divina de Jesucristo novelas sin
ningún valor científico, excepto el del beneficio que aporta el escándalo.
Escrito está: “escándalos los ha habido siempre, pero ay de aquel por el que
viene el escándalo”.
El Siglo XX
tomó la deriva del escándalo; su moral fue simple, todo lo que da dinero es
bueno, el escándalo aporta mucho dinero, hagamos del escándalo nuestra
sabiduría. Verdad es, a nadie le deseamos el Infierno del Destierro de la Vida
por la eternidad; el Hijo de Dios en persona bajó del Cielo para que no
únicamente cerrásemos nuestra inteligencia a la Mentira y al Escándalo de
quienes se creen superiores a Dios y lo suficientemente poderosos para
desterrarlo de su Creación, sino también los combatamos con todas las armas de
la Sabiduría, como escribe el Espíritu Santo: revestida nuestra mente de la
Armadura de Cristo Jesús, cuya Imagen se refleja en el espejo de nuestra Alma,
vivificándola y edificando en nosotros hijos para su Padre.
Naturalmente
nadie ignora que la Libertad que hereda de Dios el Hombre por ser creado a la
Imagen y Semejanza de su Hijo pone a los pies de todos un Camino, y aquel que
quiera no seguirlo es libre para irse al Infierno, pero el Camino que conduce
al Paraíso lo conocemos: “YO SOY el Camino”. Cada cual elige libremente qué
camino escoger, el que lleva al Árbol de la Vida o el que conduce directamente
al Árbol de la ciencia de bien y del mal, cuyo fruto es el Odio y la Guerra.
Toda la casa
de los hijos de Dios quisiéramos que todo el Género Humano fuese absuelto por
las guerras sin número cometidas en la Ignorancia de la Causa
que hizo que el Infierno cayera sobre la Tierra en lugar de la
Tierra subir al Cielo. Mas sobre los labios del Juez Divino reposa la Paz y la
Salud de todos los Pueblos de su Reino. Y en su Sabiduría y
Misericordia, el hijo del Hombre hará lo que deba hacer y considere
Bueno para la Creación de su Dios. Este Espíritu es la Fuente de la que manaron
las aguas de los Evangelios.
Queremos el
Bien para todos, pero no todos aman más la Vida de su prójimo que los frutos
del Árbol del Infierno: sentirse un dios, inmunidad e inviolabilidad ante la
Ley, más allá del brazo de la Justicia, conducir a las naciones a la miseria y
a la ruina, levantarse como un dios de la guerra y amenazar al mundo entero con
destrucción de no hincar las rodillas delante de su presencia. Ésos hombres
eligieron, a la imagen de Jesús, reflejar en el espejo de sus almas la imagen
de Satán. Es lo que sabemos, y lo sabemos porque lo vemos; la pasión
por las riquezas y el poder derrumba los muros de la Moral, de la Ética, de la
humanidad, y admirados por gentes sin conciencia conquistan el mundo
que quieren para ellos: La dictadura, la tiranía, la teocracia, la autocracia.
De donde se ve que la Ignorancia conduce a la demencia, contra la que Dios
envió a su Hijo a la Tierra para proteger a los pueblos de quienes tienen en el
derrumbe del Derecho y la Ley su universo, su paraíso; quien no tiene Fe está
desnudo frente a tales hombres-bestias; por esto quienes le robaron
la Fe a los pueblos que la Iglesia, Nuestra Madre, le conquistó a su
Señor, Nuestro Padre, serán juzgados acorde a los efectos de
quien cerró el Camino que conduce al Árbol de la Vidas y los puso en
la dirección del Árbol de la Muerte.
La
Ignorancia no es excusa ni argumento para quienes habiendo conocido el Espíritu
de la Justicia en el Dios de Jesucristo se rebelaron contra la Sabiduría de la
Fe. Es del todo evidente que quienes no conocieron a Cristo pudieron
acogerse a esta Ignorancia. Verdad es, la Ignorancia fue la Causa de la
Redención, de manera que no de no haber existido y haberse dado Conocimiento
pleno sobre las causas de la Caída no habría habido lugar para el Sacrificio
Expiatorio del Cordero de Dios, en cuya Sangre se descubrió la
Ignorancia de todos los pueblos anteriores al Nacimiento de Cristo
“sobre las cosas celestiales”, es decir, la Historia del Mundo del que bajó al
nuestro el Hijo de Dios. De aquí que creemos firmemente que Su Padre
juzgó el Mundo Antiguo acorde a la Misericordia debida a quienes, sin conocer
la verdadera causa de su Destierro de la Vida de Dios, fueron arrojados del
Paraíso de la Paz y la Salud al infierno de las Enfermedades y la Guerra, por
el Delito de un hijo de Dios.
Dios se
encerró en sí mismo; ante el hecho consumado de la Rebelión de su hijo Satán y
la muerte de su hijo Adán, YAVÉ DIOS blindó su Pensamiento. Miles de años
habrían de pasar hasta que su Espíritu de Inteligencia volviese a llenar la
Tierra. Hasta este Día le dio Dios a nuestros pueblos la Fe en su Hijo JESÚS,
el Testador que con su Sangre selló el Testamento de Dios a la Casa de Cristo,
Testamento que no ha sido abierto sino hasta el nacimiento del
Vencedor: hijo de Cristo, hijo de Dios. Descendencia heredera del Espíritu de
Inteligencia a la Imagen y Semejanza de su Padre, Dios, Rey y Señor, sobre cuya
Herencia dispuso el Dios de Nuestro Padre un Regalo Divino: La Invencibilidad
sobre todos nuestros enemigos.
No fue un
héroe mitológico el Héroe del Evangelio; era necesario que todos los pueblos de
la Creación viesen con sus ojos el Espíritu que vive en el Padre y en el Hijo:
Dos Personas Eternas, un Único Espíritu. Por Obra y Gracia de este Espíritu se
hizo Hombre el Verbo, Aquel que abriendo su boca dijo: “HAYA LUZ”.
Aquél es de quien dice Dios Padre: DIJO DIOS, Y ASÍ SE HIZO. Sobre este Hijo
escribió el Espíritu Santo:
“Al
principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. El
estaba al principio en Dios. Todas las cosas fueron hechas por El, y sin El no
se hizo nada de cuanto ha sido hecho”.
Palabras que engtendemos una vez abierto el Testamento de Cristo,
abierta la Puerta de la Creación de Universo, Luz del Génesis. Creador de
Creador, Dios y su Hijo obran juntos, pues el Padre le muestra al
Hijo todo lo que hace, y todo lo que hace Dios lo hace por su Hijo, de manera
que sin Él no existiría nada de lo que existe.
“En Él
estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Verdad
incuestionable, criminal la Duda, pues el Hombre fue creado a la Imagen y
Semejanza del Hijo de Dios, en quien tenemos la Vida. Como el Padre vive en el
Hijo, el Hijo vive en el Hombre, y esta Vida es la que nos hace ser hijos de
Dios, nacidos para disfrutar de la Paz, la Justicia, la gloria de la Libertad
de quien es hijo del Señor y vive en la Casa de su Padre por Derecho de
Nacimiento. El Espíritu que vive en el Padre y en el Hijo vive en el Hombre, y
por Él todos somos hijos de Dios. Y no hay en la Creación quien siendo hijo de
Dios no viva en el Espíritu Santo de su Creador.
“La luz
luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la acogieron”.
Es lo que
sucedió en el Cielo. El espíritu del Creador fue rechazado por una parte de su
Creación. Una parte de la casa de los hijos de Dios, ésos mismos que viendo
hermosas a las hijas de los hombres se acostaron con ellas y tuvieron una
descendencia atormentada por su mortalidad, los héroes de las mitologías
antiguas, ésos mismos entre quienes distribuyó Dios las familias humanas para
formarlas en la Civilización, quedando en la Historia su presencia en
registros firmes, ésos mismos se conjuraron contra la Ley del
Creador y queriendo vivir en un mundo sin ley, únicamente regido por la Ley de
la Absoluta Inmunidad de los reyes y sus ministros, levantaron una idea del
Imperio acorde a la cual Dios se había hecho Viejo y debía dejar paso a la Ley
de la Voluntad de sus hijos. ¡La Demencia se hizo! Quisieron transformar un
Reino edificado sobre el Derecho y la Paz en un olimpo de dioses sin ley
absueltos de los crímenes de guerra entre cuyas tinieblas desearon vivir, al
precio incluso de declararle la Guerra al mismísimo Creador del Cosmos, Señor
del Infinito y la Eternidad, YAVÉ DIOS.
No es de
extrañar que atrapados en una Guerra entre hijos de Dios, no de nuestro Mundo,
abierta la puerta de nuestro Mundo a la Muerte, la Tierra comenzase a
convertirse en un Cementerio de naturaleza Apocalíptica cuyo Poder había de
enterrar a todas las naciones en el polvo del olvido. Tal es la
Naturaleza de la Muerte; donde entra lo reduce todo a cenizas. Únicamente una
Fuerza la detiene: la Ley de Dios, Creador del Universo y de todo lo que existe
en el Cosmos; “y sin Él no existiría nada de lo que existe” dice el Espíritu
Santo en Juan, de donde se ve que el Espíritu que en forma de lenguas de fuego
descendió en Pentecostés sobre los Apóstoles les abrió los ojos a la HISTORIA
DE YAVÉ DIOS narrada en la Tercera Parte del Libro Primero de la Historia Divina
de Jesucristo: EL CORAZÓN DE MARÍA. Este “ÉL” es Aquel de quien se
afirma: “y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido
hecho”, descubriéndonos así la Revolución Ontológica que
el Señor Dios YAVÉ vivió al hacerse PADRE; revolución que en nuestro
ser conocemos cuando devenimos padres. Como en nosotros el nacimiento de
nuestro hijo se trasforma en la fuerza que nos hace vivir en plenitud, la
creación entera renació en la Vida del Hijo de YAVÉ, en quien la Vida de Dios
se hizo plena.
Extrañó
mucho a los hombres que en únicamente Treinta Años una Doctrina Religiosa que
hubiera debido morir enterrada en la Cueva donde arrojaron el cuerpo del Mesías
Rey, únicamente en Treinta Años esa Doctrina hubiese conquistado el Imperio
Romano, hasta el punto de ordenarse por Decreto Ley la muerte de todos los
Cristianos, para la fecha esparcidos por todo el orbe romano. Extrañó, pero no
maravilló.
Crucificaron
al Cristo, de la noche a la mañana nacieron Doce “Cristos”
en el que el Espíritu del Maestro se hizo carne y sangre. ¿Qué valen las
palabras sin las obras? Si por las Palabras solas el Caso de Jesús de Nazaret
no hubiese pasado de un secta nueva que con la muerte del fundador habría
desaparecido, como desaparecieron tantas y tantas sectas y religiones en la
nada antes de su NACIMIENTO, ¡cómo creer que donde, con las palabras solas,
habría fracasado el Hijo de Dios en Persona: hubiesen podido triunfar por las
palabras solas sus Discípulos!
Doce Hombres
engendrados por Acto Divino a la Imagen y Semejanza de Cristo se repartieron el
mundo romano. En esto volvemos a recordar las palabras de Moisés sobre el
principio de la civilización en el mundo:
“Distribuyó
Dios las familias de la Tierra entre sus hijos”.
Los
Discípulos recibieron de su Maestro, en vida, el Poder propio que le vieron
ejercer, que ellos ejercieron limitadamente. En Pentecostés recibieron el Poder
sin límites que su Maestro ejerció, y lo más importante: heredaron la Plenitud
del Pensamiento del Hijo de Dios. De aquí que inmediatamente Pedro se dirija a
todas las naciones con el Poder sin límites de quien lo ejerce para la Gloria
de Dios en la Salvación de todos los hombres.
Doce Hombres
con el Poder de sanar todas las enfermedades se dirigen a las
distintas partes del Imperio que su Señor Dios les abrió. Es el
Poder de la Salud la llave que les abre las puertas de las familias, primero
judías, después gentiles, semilla que habiendo sido enterrada en la tierra,
siendo sus raíces divinas, comienza a hacerse un Árbol, el Árbol de la Vida,
cuyo Fruto es la Fe, del que quien come no muere para siempre sino que
resucitará para vivir eternamente.
La vivencia
de esta Obra Creadora de nuestra Civilización fue tan poderosa que incluso los
niños preferían morir antes que perder la vida eterna. Esos niños habían visto
sanar a sus padres, condenados a muerte por enfermedades incurables; habían
visto a familias enteras comer de una sola torta de pan. ¡JESÚS VIVE.
Crucificaron
al Primero, y nacieron Doce. Y de estos Doce nacieron aquellas Ramas que dieron
fruto al mil por uno, todos santos, todos puros, todos inocentes, todos el
reflejo en sus almas de la Imagen del Jesús que sus Discípulos alumbraron.
Esta Obra
Divina los historiadores modernos la pasaron por alto. Unos porque no quisieron
verla, otros porque se levantaron en enemistad perpetua contra la Iglesia
Católica Romana, es decir, contra Dios; los unos y los otros acabaron
describiendo el Nacimiento del Cristianismo como un fenómeno incomprensible,
fruto de una neurosis antisocial contra la que el Imperio hizo bien
en levantarse. La cuestión es: ¿Cómo una Neurosis Antisocial pudo ser el caldo
de cultivo donde vino a renacer el Derecho y la Ley?
Así pues, El
Evangelio de San Juan marcó, marca y marcará por la Eternidad la Visión
que el Ser Humano y la Creación entera tiene del Hijo de Dios. San Juan se
ciñe a los Hechos de Jesús en cuanto el hijo del Hombre, de los que él fue
Testigo Personal Vivo. Pero inmediatamente, desde el mismo Prólogo de su
Evangelio deja en claro que va a hablar del Hijo de Dios, del Verbo hecho
carne.
San Mateo y
San Lucas centraron sus Evangelios en el Hijo de David e hijo del Hombre. San
Juan delimita desde el Principio el campo revolucionario sobre el que el
Pensamiento Cristiano se elevaría al Misterio y Dogma de la Santísima Trinidad.
Tanto en San Mateo como en San Lucas Jesús permanece en la órbita del Mesías,
hijo de David. Desde ellos se ve al Hijo de Dios pero no al Dios Hijo
Unigénito, “Increado, no creado, engendrado de la misma Naturaleza Increada del
Padre, Dios Verdadero de Dios Verdadero”.
No que los
Apóstoles no lo conocieran, o que San Juan se inventase este Misterio. En
absoluto. San Pablo fue muy claro en este terreno cuando dijo que entre ellos
se hablaba una sabiduría apta sólo para los Perfectos, aquéllos Testigos que
Dios se había elegido para dar Testimonio de la Encarnación y Resurrección de
su Hijo.
En el seno
de esa Sabiduría para los perfectos habiendo sido llamados por Dios para dar
Testimonio de lo que habían visto, tocado y oído, de cara al exterior los
Apóstoles se ciñeron a ser Testigos Fieles del Cumplimiento de las Profecías
que habían tenido en Jesucristo su Consumación. Entre Ellos y en Ellos
vivió el Conocimiento Verdadero y perfecto del Hijo de Dios, que sólo más
tarde en el Concilio de Nicea, se haría Universal en el Dogma de la Santísima
Trinidad.
Los
Discursos de este Dios Hijo que descubre San Juan una vez que todos sus
Hermanos en Dios se habían ido revolucionaron toda la Imagen que hasta
entonces la Iglesia había recibido.
La Roca de
los Primeros Cristianos tuvo en la Resurrección de Jesús su Templo, su
Castillo, su Fortaleza Imbatible. Ninguna Persecución, ningún horror fue
suficiente para robarles ese Testimonio que los Apóstoles les transmitieron:
“Al que cree en Jesús le nace en el Alma una fuente de vida eterna”.
El Deseo de
ser Inmortal fue superado por la Fuerza de esta Vida Eterna, Vida
Indestructible, que no conoce la Muerte de los que duermen, sino que cerrando
los ojos a este Mundo lo abren al Mundo de nuestro Rey y Dios.
“Locura”
decían los Romanos. Pero una locura establecida sobre unos Hechos Invencibles,
en Confirmación de cuya Veracidad los Apóstoles y todos los que vivieron el
Acontecimiento de la Vida del Hijo de Dios en la Tierra rindieron sus vidas.
Esto nos
llega a decir que de no haber escrito San Juan su Evangelio los fundamentos de
la Santísima Trinidad no hubiesen podido ser alzados y, a falta de estos
Discurso, con toda garantía el Arrianismo hubiese triunfado y la Historia del
Jesús de los Evangelios de San Mateo y San Lucas hubiese quedado reducido a la
de un Hombre que, amado como ninguno por Dios, fue alzado hasta la gloria más
alta a que criatura alguna podía llegar, sentarse a Su Diestra como Rey y Señor
de su Creación.
Los
Evangelistas y los Apóstoles ya habían pasado cuando San Juan se sienta y
escribe su Evangelio. Juan ya no es el muchacho adolescente al que desde la
Cruz le dice el Hijo de Dios, “hijo, he ahí a tu Madre”. El Juan que se sienta
a escribir el Evangelio es ya un Hombre criado y formado a la imagen y
semejanza de Aquel quien dijera: “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a
nuestra Semejanza”. Pasado lo que pasó, Él mismo se hizo hombre para decirnos a
todos : “He aquí al Hombre que yo creé”.
Y este
Hombre, Juan, Imagen y Semejanza del Hijo de Dios, es quien se sienta, y siendo
profeta y Hermano de este Jesús, el Primogénito de Dios, expone al Público de
los Siglos el Dogma de aquella Sabiduría hablada entre los perfectos, que
ninguno de los príncipes de aquel siglo conoció, porque de haberla conocido no
hubiesen tocado jamás al Hijo de Dios.
Hasta
entonces la Voluntad de Dios había sido que sus hijos, de la Casa de Abraham,
se ciñesen a los Hechos determinados por los Profetas de Israel. Cuando el
tiempo llegase en su Sabiduría Él mismo cogería la pluma y escribiría los
Discursos que puso en palabras de su Hijo para ser escritos y sellados en
Testamento. Ese tiempo había llegado.
Este Juan
había visto morir a todos sus Hermanos en Dios. Él era el Último. A él le
tocaba revelar el Dogma de la Santísima Trinidad contenido en los Discursos de
Jesucristo.
En lo que se
refiere a los Hechos de Juan ya los he tocado en el Misterio del Rostro de la
Madre de Jesús.
Resumiendo:
Desde el momento en que Juan fue designado por Jesús como Querubín con espada
de fuego con la misión de impedir que nadie se acercase a su Madre, Juan
desaparece de la escena pública. Esa es su Misión Sagrada. Dios ya había
elegido a Juan para ser ese Querubín todopoderoso protector de la Madre
cuando Jesús le dijo a Pedro: “Si yo quiero que éste permanezca, ¿a ti, qué?”
Ya conocemos
todos la Persecución que contra la Casa de la Madre tuvo lugar al poco. No
menos conocido es el Celo que Jesús sentía por la Madre. Bien sabía Él que los
Judíos buscarían a la Madre para matarla. Lapidándola por adúltera mancharían
su Virginidad y probarían ser el Mesías un Bastardo, por esa adúltera tenido de
alguien que no fue el José que estuvo a punto de despedirla pero acabó
casándose con su prometida María de Nazaret.
Dios no
podía permitir ni permitió que un solo cabello de esa Mujer fuese tocado por
los enemigos de su Hijo.
Para
protegerla de todo Mal, Dios le eligió a la Madre por Protector alguien a
quien Ella quería como a un hijo, y quien la amaba a Ella como a una madre. Ése
era Juan.
Juan, cual
se ve en la Primera Misa, la Divina, es un adolescente cruzando la línea de los
Adultos. Es un hombre en flor. Tanto más fogoso por su juventud, ese regalo del
Cielo que en su Inocencia alberga la Fuerza más colosal del Universo.
Juan es el
Menor de los dos hijos del Trueno. Para acceder a la Madre había que pegar
en la Puerta, y esa Puerta era él. Para tocarla había que pasar antes
sobre su cadáver. Desde su nacimiento estaba predestinado, creación de Dios
personal, para la protección de la Madre, ahora su propia Madre.
En la
Última Cena, la Primera Misa, la Divina, vemos a un chaval dejando atrás
la línea de la adolescencia, queridísimo por su primo Jesús, que lo ama como se
ama a un hermano pequeño, a quien conocía desde su nacimiento. La diferencia
entre ambos no es tan enorme por la Edad cuanto por el Espíritu de este Jesús
quien siendo aquel Dios que con su Palabra creó la Luz y todo lo que existe en
la Tierra, recibía como Creador un Amor de la parte de su Creación que supera a
la Muerte y tan puro como la Pureza de su Verbo.
Juan era
joven, pero amadísimo. La Madre se quedaba sola en el mundo. ¿En quién si no en
alguien a quien ella amaba como a un hijo, de su sangre, podría esa Mujer
encontrar Consuelo y sentir su Corazón vivir como si su Hijo no se hubiese ido
nunca? ¿En quién dejaría Dios la Protección de esa Mujer sino en la Mano de
alguien que la amaba como a una Madre y por Ella sería capaz de ordenarle a la
tierra que abriese su boca y se tragase a cualquiera que se acercase a Ella?
El Hecho de
poner bajo la protección de este Joven, hijo del trueno, a una Mujer que siendo
su Hijo de 33 años, Ella debería estar en sus 60s, nos revela firmemente el
Misterio de su Rostro. Viéndola junto a Jesús nadie, excepto quien conoció a la
Virgen de Nazaret, la relacionó nunca con la Madre del Nazareno. Viendo a
aquella Mujer caminando junto a aquel muchacho nadie podía poner en duda, por
el Rostro de Ella y el de él, que eran madre e hijo.
Así pues,
desde Pentecostés, ambos, la Madre y el Discípulo Amado, desaparecen de la
Escena. Juan se hace llamar Marcos. Su Misión en este mundo era proteger a la
Madre. Los Judíos podían buscar a Juan, pero ¿quién lo relacionaría con este
Marcos?
En los
Hechos vemos incluso a Marcos como secretario de Pedro. Pedro camina con la
Madre y Juan durante algún tiempo, pero la atención sobre Ella no debe jamás
superar un límite crítico, y Juan se va a Alejandría, donde la Madre crió a su hijo Jesús y a los hijos de su hermano
Cleofás. Hechos que ya he relatado en la el Primer libro de la Historia Divina
de Jesús. Santiago el Justo, el Primer Obispo de Jerusalén, fue el mayor de
esos hermanos de Jesús, hijos de María la de Cleofás, siendo este Cleofás el hermano
pequeño de la Madre.
Publicado el
Evangelio de Mateo, Juan escribe, bajo el nombre de Marcos, el suyo, a fin de
que se cumpliera la Escritura, “sobre dos Testigos harás juicio”. En su primer
evangelio Juan, “Marcos”, se limita a afirmar como verdadero todo lo que Mateo
escribe. El hijo del Trueno mantiene un perfil invisible. No quiere ni debe
sobresalir. Tampoco puede ni quiere mantenerse al margen. Lucas aún no había
escrito el suyo. La necesidad de alzarse como Testigo Ocular de todo lo que
escribe San Mateo impulsa al Joven Juan a escribir su Evangelio, posiblemente
durante su estancia con Pedro.
Tengamos en
cuenta que los enemigos de los Apóstoles hubiesen estados encantados con un
Judas que les delatase el paradero de la Madre del “Resucitado”. La muerte del
hermano de Juan, Santiago, y las persecuciones judías pusieron en movimiento
tanto a Pedro como a Juan. La Adoración de los Apóstoles por la Madre era
compartida al mil por ciento por todos Ellos. La protegen rodeando su
Existencia del más absoluto de los silencios. Tener acceso a la Madre
significaba para Ellos tanto como tener acceso al Altar de los altares donde se
adora al mismísimo Dios. Ya conocían Ellos el odio de aquéllos judíos contra la
Casa de Jesús, y siendo profetas sabían que tarde o temprano se lanzarían, como
Herodes lo hiciera al principio contra la casa de David en Belén, contra la
casa de David en Nazaret.
No se
equivocaron. Dios nunca se equivoca. La matanza de los hijos de David de
Nazaret se hizo.
El Amor y el
Deber quiso que el mejor lugar para ser mantenida la Madre al margen de los
acontecimientos fuese Alejandría del Nilo.
La Leyenda
dice que protegiendo a la Madre la gravedad de las circunstancias impulsó a
Juan a traerse con él a la Madre a España. El deseo de San Pablo de conectar
sus viajes con una Venida a España y su no hacerlo puede situarse en este
contexto. No era conveniente que el Paradero de la Madre, tal como estaban las
cosas en la Galilea, fuese descubierto por un Apóstol que perseguido a muerte,
y cuyos pasos estaban seguidos muy de cerca por sus enemigos, condujese a éstos
a la Presa más codiciada por el Diablo. No olvidemos que si para
Nosotros los Cristianos Pablo es un Santo, para los judíos Saulo era un
traidor.
La Leyenda
de la Ascensión de la Madre tienen su Origen en la Palabra Divina. “No
permitiré que tu carne vea la corrupción”, le dijo Dios a su Hijo. No la
conoció el Hijo, no la conocería la Madre.
Independientemente
de Hechos que derivamos del Amor, tenemos que decir que Aquel Siglo Primero, el
Siglo de Cristo, ha sido historiado muy pobremente por los historiadores del
Cristianismo. Como quien no quiere recordar un trauma sufrido, cuyas heridas las
tienen delante de los ojos, los historiadores cristianos parecen haber buscado
más excusar a los Romanos de Genocidio contra los Cristianos que glorificar a
aquella Generación de Héroes que no vacilaron en prestar Testimonio cuando el
precio fue el de los tormentos más horribles. Ciencia de las Torturas en la que
el Pueblo Romano fue experto. Nosotros podemos imaginar cómo aquel Genocidio
hubo de Afectarle a Juan, el HOMBRE en quien el Discurso de la Santísima
Trinidad estuvo vivo.
No es menos
curioso que sus Discípulos no escribiesen su Vida, la de este Juan. Desde el
Conocimiento del Espíritu de Cristo lo entendemos sin embargo. Quién era
Importante y en quién se debía centrar todo era en JESÚS, DIOS HIJO UNIGÉNITO.
No era en el Nombre de Ellos que la Salvación había sido Fundada. Todo el
sentido de la Existencia de los Apóstoles tenía por norte la Estrella del Hijo
de Dios. Jesús es el Héroe de los Evangelios, la estrella de su Historia, el
Rey de la Salvación, el Verbo hecho carne, Dios con Nosotros. ¿Ante esta Obra
Divina qué importancia tiene el hombre, sea Pablo, Pedro, o Juan? Toda Gloria,
todo Honor, todo Poder y todo Amor es debido al Hijo de Dios.
Y desde este
Espíritu, Juan, ya hecho Hombre, Testigo Vivo de la Ascensión de la Madre, en
la que la Encarnación se le manifiesta en toda su Divinidad, abre su Evangelio
diciendo:
Al Principio
era Jesús,
y Jesús era
Dios,
y Dios se
hizo Hombre.
Todas las
cosas fueron hechas por Jesús
Y sin Jesús
no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.
En Jesús
está la Vida, en Jesús tiene la Vida el Hombre.
A Dios Padre
nadie le ha visto jamás. Dios Hijo Unigénito nos lo ha dado a conocer, porque
en Jesús vive el Padre.
Esta es la
Semilla que creció contra vientos y terremotos, persecuciones y diluvios
,y haciéndose un árbol que en Promesa Divina ya extendía sus ramas hasta los
confines del mundo, entregó su Fruto Maravilloso en el Concilio de Nicea, el 20
de Mayo del Año 325 de nuestra Era.
Como se
recoge del Árbol de la Vida eterna el Divino Fruto y se reparte gratuitamente a
todas los hombres que quieren vivir eternamente, porque creen que Dios es Amor,
según hemos visto en su Hijo, la Fe Cristiana se ha expandido por las Cinco
Regiones de la Tierra.
Contra la
Caída de la Estrella del Evangelio en la fosa natural a la que Arrio la
descendió escribió Juan su Evangelio de la Santísima Trinidad.
Difícil de
lectura, y por difícil su interpretación abierto al error de los ignorantes y
brutos que queriendo corregir al Espíritu de Jesús que en Nicea reunió a su
Cuerpo en la Tierra, cual Moisés recibió en Piedra el Decálogo, le dio a su
Iglesia esta Ley Divina de la Unidad en Dios escrita en una Piedra que jamás se
rompe, porque ha sido extraída de la Cantera del Ser del propio Dios.
Pues sabemos
que la Piedra en la que se escribió el Diálogo siendo rota por el propio
Moisés, anunciaba en esa ruptura el fin de aquella Alianza Temporal, a la vez
que anunciaba una Nueva firmada por el propio Dios Hijo Unigénito para ser
eterna e Inviolable, que en el Concilio de Nicea fue hablada en voz alta
para que los siglos repitan por la Eternidad el Dogma de la Unidad en Dios.
Ignorantes
como aquel Arrio que quiso corregir a Dios, y que saldrían del propio
cristianismo, no habrían de faltarle a la Santa Madre Iglesia. Con el paso de
los siglos se levantarían a resucitar de la tumba a Arrio, su maestro.
Atreverse a
corregir a Dios, poniendo en Duda la Palabra del Evangelio de la Santísima
Trinidad recibido por la Iglesia Católica Romana en Nicea, Unidad Divina
reflejada para la Salvación de la Plenitud las naciones en la Unidad de las
iglesias cristianas esparcidas por todo el mundo, fue el Delito de Rebelión
cometido por la Reforma del Protestantismo Europeo. El Muro que levantaron
entre los Cristianos es Enemigo de la Salvación de la Plenitud de las naciones
del Género Humano. El enemigo de esta Salvación en la Unidad de las iglesias,
reflejo vivo de la Unidad en Dios, es enemigo de Jesús.
Habiendo
recibido de Dios su espíritu de inteligencia para responderle a los
discípulos de aquellos ignorantes y brutos que se atrevieron a corregir a Dios
y se alzaron contra sus sacerdotes en Concilio Universal, me es grato abrir los
ojos a este Evangelio de la santísima Trinidad para que rebatáis por vosotros
mismos los argumentos que por su Interpretación Irracional se han transformado
en un mal para la Salvación del Género Humano, y levantando muros entre
cristianos y cristianos han neutralizado por su división el Poder Salvador del
Señor, Rey y Dios de todos los hombres, Jesucristo.
Pues todo lo
que existe, existe por Él, y sin Él no se existiría nada de cuanto existe, de
manera que siendo su Padre Dios, ha querido este Padre que su Hijo lo sea todo
para todos los hombres: “nuestro Padre que está en los Cielos, Rey y Señor de
la Plenitud de las naciones, ante quien toda rodilla debe doblarse y reconocer
por Cabeza Suprema Universal de todo Poder Humano, quien con su Espíritu de
Sabiduría gobierna todas las cosas para el Bien de todos los hombres”.
Cegados por
quienes emborrachados de la sangre de sus hermanos, y enloquecidos
por los privilegios del Poder, interpretaron la Palabra de este Evangelio para
hacer, como aquellos judíos que mediante sus palabras anulaban la Palabra de
Moisés, anular la Palabra de Jesús, “Dios con Nosotros”, abrid este Evangelio
desde el Pensamiento de Cristo, que en Juan vive.
Engañados
por los Arrios de la Edad Moderna, sin
quererlo pero haciéndolo, se atrevieron a negar la Presencia de Dios en el
Concilio Constantiniano de Nicea. Volved a leer este Evangelio poniendo Jesús
donde está escrito el Verbo.
Juan está
hablando de Jesús, el Dios que dijo “Haya Luz”, “Haya Firmamento en medio de
las aguas que separen unas de otras”, “Brillen en los Cielos estrellas para
separar la luz de las tinieblas”, y “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a
nuestra Semejanza”, y por esto dice Juan : “El verbo se ha hecho carne, Dios se
ha hecho hombre”, y “en Jesús está la Vida del Hombre”, porque el Hombre vive
en Dios y su Ser estuvo en su Corazón y Mente antes de ser creado.
Por eso Dios
se hizo Hombre para decirnos “no sois el hombre que llamé a la Vida. He aquí al
Hombre”. Pero los hombres atrapados en las leyes de la Ciencia del bien y del
Mal han aprendido a sobrevivir en el infierno. Han sido cuatro largos
milenios arrastrándose por los campos de la Guerra, sujetos al imperio de la
Muerte, entregados como corderos para engordar el banquete de los reyes y sus
dioses, cuyas imágenes monstruosas y demoníacas habían desplazado del corazón
de las naciones el Dios que su Hijo vino a mostrarnos.
No fue
fenómeno extraño que aquel Pueblo Europeo Latino en cuyo corazón la imagen de
un Dios era la de un hombre Divino, encontrase abierta la puerta, y aunque hizo
falta forzarla mediante el Martirio, una vez abierta la Imagen de Dios en Jesús
encontró en el Pueblo Latino un Alma rendida a su Adoración.
No es
tampoco un fenómeno extraño que en los pueblos en los que la imagen de Dios es
la de un monstruo de muchas cabezas, piernas, incluso la de dragones inmundos,
serpientes horrorosas, el Dios de Jesús, Ser en el que el Hombre tiene su Seno
Eterno, no encontrase, sino muy limitadamente la entrada.
En el caso
del pueblo de Israel la Historia de su relación con ese Dios, Padre de Jesús,
aunque no tuviese imagen predefinida, sí que estaba psicológicamente
establecida. El Dios de Jerusalén era un Juez que no perdonaba sino
después de masacrar al transgresor. En ese Juez el Dios Amor que Jesús lleva
dentro es el producto de un loco.
¡Cómo creer
que ese Dios es Padre y es Amor cuando por una manzana, teniendo el Poder de
sanar cuerpo y alma, condenó a todo el mundo a vivir en el infierno!
Después de
cuatro mil años en este infierno ¡qué más natural que tener el corazón duro
como una piedra! Si él era el Hijo de David, el llamado desde el seno de
Abraham para aplastarle la cabeza al Diablo y recoger la corona universal de su
padre Adán, ¿a qué vino tanto “todo lo que necesitamos es Amor”? “Pues si
Dios es Amor y tú eres el Hijo de Adán, declárate Rey y en lugar de ser
salvador de mendigos y prostitutas vístete de Tal y danos el Imperio del
Mundo”.
La Verdad
estaba lejos de todos los hombres. De Judíos y Gentiles. La Creación entera
estaba en pie de Guerra. La Tierra es el campo de batalla. Fuerzas que vinieron
de la Eternidad libran su Batalla Final; el Hombre ha sido atrapado en el campo
de batalla. Pero hasta que no fuese proclamado un Vencedor, Cristo o el Diablo,
el mundo seguiría siendo ese cero a la izquierda que cae bajo las ruedas. Ya lo
dijo el propio Jesucristo: “Si hablándoos de las cosas terrenas no entendéis
¡cómo comprenderéis las cosas de los cielos!”.
Muchos
siglos habrían de pasar hasta que los hombres pudiésemos comprender las cosas
de esta Batalla Final cuya Guerra remonta su Origen a la Eternidad.
Sin Este
Evangelio de la Santísima Trinidad la Luz que nos conduce a esta
Comprensión no sería posible. Y esta Luz es la declaración del Nicea en la
que Dios declaró a su Hijo de su Misma Naturaleza, Dios Verdadero de Dios
Verdadero, su Igual, su Familia: Tú-Dios, Jesús, su Hijo Amado. Quien ama a
este Hijo, ama a Dios; quien no lo ama, no ama a Dios. Quien no dobla sus
rodillas ante la Corona del Hijo de Dios, no entrará en el Reino de Dios. Quien
cree, tiene la Puertas de la Vida Eterna abierta. Al que no cree, le espera el
Juicio.
Tal es el
espíritu del Evangelio de la Santísima Trinidad de Juan. En este simple resumen
está contenida toda la esencia de las Palabras de Dios que recoge Juan en su
Evangelio. “Sed niños, amad como los niños. ¿Acaso se preguntan los niños por
qué aman a sus padres, o en lugar de amar y vivir se dedican a radiografiar qué
es ese amor, de donde viene, qué sentido tiene?”
Ni las
grandes obras, ni las grandes razones, el Amor es la Llave. Ni feo ni pequeño,
el amor de un padre es incondicional, natural, no necesita detenerse qué amor
es ese, o por qué ama.
“Dios no se
piensa, Dios se ama”. Es el Grito de Victoria de Juan. Ese Amor se ha
encarnado. Lo vemos, lo tocamos, lo sentimos. Los sabios se pierden
persiguiendo una sabiduría que les da la espalda; los genios se hunden en la
destrucción buscando la creación. La criatura corre a los brazos de su padre, y
su padre es Dios.
Dios es
Amor, pero es también Ley. “No tendrás más Rey que Dios, mi Hijo. No le
declararás la Guerra a tus hermanos. Cuidarás de tus padres y los
protegerás en su ancianidad como ellos te cuidaron y te protegieron durante tu
niñez. La Verdad será la ley de tu alma y la amarás con todas las fuerzas de tu
ser. La Libertad es sagrada, no se la robarás a ningún Ciudadano del Reino de
Dios. Todo el oro y toda la plata, todos los recursos de la Creación le
pertenecen al Señor, tu Rey, y los distribuiréis entre vosotros acorde a las
necesidades de todos. No levantarás falso testimonio ni corromperás a la
Justicia levantándote contra la Ley. En la Palabra está el Hombre, el que ama
la Mentira se declara enemigo del Hombre. No busques el Poder por el Poder, porque
la corrupción será tu aliado y la Muerte tu recompensa. Sed santos, porque
Dios, vuestro Creador, es Santo. Ama a tu prójimo como a ti mismo, porque aquí
vive la Santidad de Dios, a cuya Imagen y semejanza habéis sido creados”.
Difícil
lenguaje de entender para quien tiene un corazón de piedra y un alma corrompida
por el Poder que viene de la espada y del Oro. Pero este es Dios y este es su
Evangelio
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AMAZON EDICIONESEste Libro contiene el Conocimiento de todas las cosas, las del Cielo y las de la Tierra. El Rey y Señor del Universo es quien da, y viendo buena su Obra, es Él quien envía a su hijo, como Él fue enviado por su Padre. Pasado, Presente y Futuro, he aquí las líneas sobre las que el espíritu de Inteligencia se mueve a través de los Libros que componen esta Obra
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