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VIDA E HISTORIA DEL SEÑOR DIOS YAVÉ

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LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS. Una Introducción a la Cosmología del Siglo XXI (CSXXI)

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EL CORAZÓN DE MARÍA. VIDA Y TIEMPOS DE LA SAGRADA FAMILIA

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CONCILIO VATICANO SIGLO XXI. CONCILIO UNIVERSAL DE ADORACIÓN DEL HIJO DE DIOS

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CARTA MAGNA DE LOS DERECHOS DIVINOS DEL HOMBRE

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EL ESPÍRITU DE YAVÉ

 

“Espíritu de Sabiduría e Inteligencia,

de Entendimiento y Fortaleza,

 de Consejo y Temor de Dios”

 

ORACIÓN DE JUSTICIA

 

La Creación entera proclama la Justicia de Dios y a sus pies, por la eternidad de las eternidades, pone su alma y su ser en adoración de Amor a su Creador. ¡Cómo no arder en cólera destructiva infinita contra quien vino a arrebatarte a Tus hijos¡ ¡Qué muerte no se merece quien se acerca como serpiente a la casa de tus hijos la intención puesta en inyectarles veneno letal! ¡Qué padre  no se encenderá en cólera y alzando su brazo deja caer el hacha contra la cabeza de su enemigo! ¡Dicen los jueces, amigos de delincuentes,   corruptos, que  hay perdón para el crimen premeditado y regeneración para quien hace de su ser un templo de Muerte!

Así promueven el crimen por toda la faz de la Tierra, porque la Venganza se levanta para hacer la justicia que esos jueces malvados se negaron a hacer. Y quieren  acusar a Dios de haber sido cruel por haberse levantado en Cólera Eterna y haber jurado por su cabeza que aquella Serpiente sería aplastada sin redención ni misericordia.

El Hombre se levanta para proclamar la Justicia de Dios y bendecir Su Juicio contra quien no sólo quiso robarle a sus cinco hijos sino también al hijo de sus entrañas, a su Unigénito y Primogénito : Jesús. ¿Qué Padre hubiera sido Dios si en lugar de levantar su Voz a la Eternidad y al Infinito volviendo la cabeza y haciendo uso de su Todopoder  hubiese sanado al enfermo de Muerte y perdonado el Crimen de ese hermano en quien el Infierno ha encontrado su reino?

Porque el fuego  se levantó hasta abrir en la Creación una puerta por la que saliendo su Enemigo y el Enemigo de sus hijos, sentenciados a Destierro Eterno, el Infinito y la Eternidad por guardianes de su  Condena, el Hombre alza su Voz y delante de la Creación entera bendice a Dios, su Padre.

Su Venganza contra el enemigo del Hombre, su Justicia para quien no habiendo conocido el Mal fue acorneado por la Bestia en la que la Muerte transformó al príncipe de su Infierno, es nuestra gloria.

Como Caín no quiso escuchar al Dios de su padre, Satán no quiso escuchar la palabra de la Sabiduría, que le advirtió de la naturaleza del camino por el que se había lanzado contra la Voluntad de Dios.

El Infierno y la Muerte se estrellaron contra la Roca del Espíritu de YAVÉ.

Aun viendo a su hijo pequeño enfermo de Muerte, desde el fuego de su Cólera mantuvo su Justicia  frente a quienes creyeron que habían puesto a Dios de rodillas.

La locura del Enemigo de la Creación de Dios era infinita y eterna; únicamente desterrado a la Muerte y su Infierno de su Creación podrían sus hijos vivir sin miedo a la Vida Eterna. Y aunque con el corazón traspasado el Juez se levantó en  medio del fuego de la cólera de aquel Padre Divino para salvar para siempre  su Casa del ataque de la Muerte, su Verdadero Enemigo.

¿Qué futuro le hubiese dado Dios a sus hijos si en lugar de  hacer que la Ley se cumpliera hubiese simplemente cerrado los ojos y sirviendo de su infinito Poder hacer como que aquello fue todo un juego entre dioses? ¿Sanar al Hombre y perdonar el Delito de Satán? ¿Qué futuro le esperaría a todos los hijos de Dios si su Padre se limitase a aceptar como un juego la Transgresión de su Ley? ¿Un juego el Crimen y la Guerra entre sus hijos?

Yo bendigo a Dios y adoro su Espíritu porque eligió la Sabiduría del Amor, y aun viendo venir la lanza que habría de entrarle por el pecho y traspasarle el corazón, no dudó en alzar su Voz a la Eternidad, jurando por su Gloria que el Traidor, cabeza y cuerpo, sería aplastado bajo el Brazo del Vengador : el hijo del Hombre.

Era esto o dejar que su Creación fuese se arrastrada al Abismo de la destrucción.

¿Es la Justicia el Pilar y la Columna del Estado y su Civilización?

¿Debe la Justicia  absolver al  delincuente y  acusar al inocente en razón de quienes  gobiernan  ese Estado?

¿El efecto de esta Abominación no es la destrucción de ese Estado y de su Civilización?

¿No conocía Dios este efecto? ¿No lo conoce el Hombre después de  miles de años viendo caer Estados y Civilizaciones por razón de esta misma causa?

Ningún Estado, ninguna civilización puede subsistir en el Tiempo cuando los motores de su existencia se entregan a la Burla de la Ley haciendo de la Justicia la ramera del Poder. YAVÉ Dios, Padre del Hombre, lo sabía. Volver la cabeza y hacer como si nada hubiera pasado, pues que EL tiene el Poder de sanar las heridas y levantar a los muertos,  algo tan sencillo y natural para el Creador del Cosmos, le supondría a todos los hijos de Dios el principio de su apocalipsis universal. Ergo, la Sabiduría, madre de la Justicia, por la que Dios devino Juez de la Creación entera, pedía la Palabra:

Hay Redención para el Hombre y Salvación para nuestro Mundo; y hay Condenación de Destierro Eterno de la Creación para la Muerte, el Infierno y su príncipe. ¡Ese toro no volverá a acornear!

¡Cómo no levantarse para alzar la Voz y delante del Cielo y de la Tierra proclamar la Justicia de aquel Padre Divino que desde el fuego de su Alma, traicionado por uno de sus hijos, a sus pies el cadáver de su hijo pequeño, el Hombre, Adán, se sentó en el Trono de Juez para impartir Justicia acorde a la Sabiduría que vive en Dios: su Casa, su Templo, su Castillo, en cuya Cámara bendita engendraron un Hijo, Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios verdadero, nuestro Padre que está en los Cielos, por cuyo nombre Nuevo le conocemos, ÉL, JESUCRISTO.

Pero si el mundo del Hombre fue abandonado por un tiempo a ser pasto de los cascos de los caballos del Infierno, en aquel Fuego fueron engendrados unos Nuevos Cielos y una Nueva Tierra, en los que aquel hijo arrojado a los pies de la Muerte el hijo del Hombre se levantaría de la Tumba para desde su Resurrección elevarse hasta el Trono del Hijo de Dios, a cuyo alrededor se sentaría como Ministros Omnipotentes sus hermanos, los hijos de YAVÉ DIOS de la Casa de Abraham.

“He aquí que hago una Obra Maravillosa que si os la contara no os la creeríais.” 

¡Obra Maravillosa, porque le eligió al Hombre un hijo, en cuyo brazo descargaría Aquel Padre Divino la Cólera que por Amor a la Sabiduría contuvo en su Corazón, aquel Día de Dolor y Duelo por un hijo pequeño asesinado sin  haber cometido ni bien ni mal, como quien es arrancado de la Vida en las entrañas de su madre por un enemigo maligno infernal!

¡Obra Maravillosa porque el Brazo que había de contener en sus músculos y nervios el peso de aquel Dolor y Cólera no fue el brazo de un hijo cualquiera  de Dios, de esta o de otra creación, ¡sí!, Dios llamó a ese Hijo nacido de las entrañas Todopoderosas del Creador, y poniendo en su Mano el Hacha con la que habría de cortarle la cabeza a la Serpiente, procedió a la Venganza contra el Crimen Inmundo perpetrado contra la Ley, el Estado y la Civilización por aquella “generación de hijos rebeldes” cuyo líder soñó con sentarse en el Trono del Todopoderoso Rey de reyes y Señor de Señores! Ese mismo rey de reyes y Señor de señores del Imperio Divino fue el Elegido para el Día de YAVÉ: “Día de Venganza y Cólera, Dia de Justicia y  Redención” .

Bendecid pueblos a vuestro Dios y proclamad la Santidad de su Sabiduría. El hijo del Hombre, desde el fuego de la Caída, llamado a aplastarle la cabeza a aquella generación de hijos rebeldes, no de esta nuestra creación; el hijo del Hombre nacido para ser el Brazo de la Venganza de YAVÉ DIOS PADRE, ¡Sí!, fue ese “Dios” que dijo “Haya LUZ”, y habiendo Luz, y Firmamento, y estrellas que separan luz y tinieblas, y toda vida que ha parido la Tierra, y naciendo de una VIRGEN se hizo hombre para traernos Redención, Salvación, y vida eterna, ¡Si!, al precio de  mostrarnos en su pecho abierto, atravesado por la lanza de la traición, el Corazón de su Dios y Padre el día en que halló muerto a su hijo pequeño Adán, y sobre su tumba vio bailando a su asesino, Satán, el Maligno, contra cuya cabeza vino a descargar el hijo del Hombre el peso del Dolor de nuestro Creador!

¡Obra Maravillosa, porque abole Dios el Imperio del Rey de reyes y Señor de señores que gobernaba su Creación, y funda el Reino Universal Sempiterno de JESUCRISTO, en cuya Corona hace brillar DIOS, su Padre, toda la Gloria y el Poder del Hijo del Creador de los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra!

¡Obra Maravillosa porque le da una Esposa, la Iglesia Católica, en la que Dios engendra una Descendencia nacida de su Espíritu: “Espíritu de Sabiduría e Inteligencia, de Fortaleza y de Entendimiento, de Consejo y Temor de YAVÉ”. Descendencia para la que está predestinada la Victoria sobre todos los enemigos del Reino de su Padre, Descendencia nacida para conducir a la plenitud de las naciones fuera del Reino de la Muerte y dentro del Reino del Hijo de Dios,  nuestro Padre que está en los Cielos, JESUCRISTO!

¡Obra Maravillosa porque el mundo que vive en tinieblas corriendo a su destrucción, de pronto, cuando nadie se lo espera, encuentra la luz de la Verdad, abre los ojos a la Sabiduría de Dios, quien enciende en su ser la inteligencia sin límites natural a todos sus hijos, para convertir a todos los naciones a la Corona Universal Sempiterna del Hijo de Dios, de esta manera devolviéndonos el Fin del que fuimos privado por la Traición de quienes recibieron la Gracia de participar en la Creación del Hombre!

Nosotros lo viviremos, nuestros hijos lo gozarán. Porque no hay Victoria sin batalla, ni gozo sin Victoria, hablamos la Verdad.

 

LA HISTORIA DIVINA DEL HOMBRE

 

Dice Dios en su Libro que al Principio ÉL engendró al Hombre a la imagen y semejanza de sus Hijos. Y al igual que su Hijo es el Señor entre todas las criaturas que le rodean, asimismo creó al Hombre para dominar sobre todas las criaturas de su mundo.

Y sigue diciendo Dios en su Libro que la gloria del Hijo de Dios fue objeto de la envidia de otro miembro de la Casa de los hijos de Dios, quien, siendo malvado, deseó Su Corona para regir todas las almas mirando a moverlas a su antojo criminal en el tablero de su concepción infernal de la Creación.

Habiendo hecho el Camino estrecho y largo, a  que el Pueblo Cristiano fue llamado a superar en los dos milenios futuros, Hoy  nuestro Pasado, la Mirada de Dios siempre puesta en la Batalla Final apocalíptica por la Salvación Universal de la Plenitud de las Naciones de la Tierra, y encontrándonos todos delante del hijo de Satán, armado con una quijada de asno nuclear, jurando por su gloria que o nos arrodillamos ante él o seremos todos destruidos, la Casa de Cristo sólo tiene una palabra :

“VADE RETRO SATANÁS; el Infierno es la Morada de tu padre y allí serás desterrado de no bajar el brazo”.   

 Más allá de la Duda y de la Confusión, establecidos en la Fe Divina sobre la Victoria del Rey de los Cielos, debemos mirar al Día después del Apocalipsis que ya estamos viviendo.

El Fin de un Periodo es el Principio de uno nuevo. Una Edad se sucede a la Otra, pero la Era de Cristo continuará viva por la Eternidad entre Nosotros.

En efecto, la Edad de nuestro Mundo en la Eternidad  tiene su Principio en el Nacimiento de quien nos rescató de las brazos de la Muerte y nos ha conducido de la mano a la Puerta del Paraíso de Dios. En nosotros no cabe el Miedo de los Cobardes: ¡Quien quiera morir que muera! Quien no tenga valor para abrazar la Vida Eterna como Hecho Existencial Invencible que siga  retando a Dios, al Rey, y a su Casa a vida o muerte.

Como se limpia el polvo del camino cuando el viento desciende y barre los tierras, así los enemigos de la Casa del Rey serán  borrados del Libro de la vida; quien ataca la Casa del Rey ataca la Casa de Dios, Su Padre. ¡Cómo puede nadie soñar con mantenerse de pie delante de quien con su Brazo Todopoderoso destruyó un Cosmos, y levantó Uno Nuevo en el que el árbol de la Vida  de los Mundos da frutos de vida eterna!

Quien no baje las armas, perecerá.

Así pues, el Evangelio dice que como Jesús no empujó a Judas a traicionarle, aunque sabía que la traición rondaba su corazón, Dios también conoció la posibilidad de la traición de Satán, y para mantener lejos el pensamiento de la acción puso entre el Hombre y todos sus hijos una Ley por la cual : sea quien sea el que interviniese en la Historia del Futuro del Hombre lo pagaría con el Destierro de su Creación.

En cuanto Padre, Dios creyó que ninguno de sus hijos se atrevería a convertir en sabiduría la locura de declararle la guerra a su Voluntad, y olvidándose de todo lo pasado comenzarían una nueva Era, en la que, efectivamente, siendo el Hombre la criatura más frágil del universo tendría la Gloria de quien con su Pensamiento mantiene en la Unidad a todas las criaturas de Su Reino. Porque si la Gloria de cada hijo de Dios tiene su propia herencia, la del Hombre fue la Sabiduría Eterna, ésa que se mostró inalcanzable para los Antiguos y en cambio abrazó a los hijos de Dios de la Casa de Abraham, según lo escrito:

“Hablamos entre los perfectos una sabiduría que no han conocido los príncipes de este siglo, predestinada para nosotros desde el principio de los tiempos...si la hubieran conocido no hubiesen crucificado al Señor de la Gloria”.

Ninguna palabra que podamos lanzar a las olas puede describirnos las propiedades de esta Herencia mejor que las escritas por Salomón, hijo de Adán:

“En ella hay un espíritu inteligente, santo, único y múltiple, ágil, penetrante, inmaculado, claro, inofensivo, benévolo, agudo, libre, bienhechor. Amante de los hombres, estable, seguro, tranquilo, todopoderoso, omnisciente, que penetra en todos los espíritus inteligentes, puros, sutiles. Porque la Sabiduría es más ágil que todo cuanto se mueve, se difunde su pureza y lo penetra todo; porque es un hálito del poder divino y una emanación pura de la gloria del Dios Omnipotente, por lo cual nada manchado hay en ella. Es el resplandor de la luz eterna, el espejo sin mancha del actuar de Dios, imagen de su Bondad. Y siendo una todo lo puede, y permaneciendo la misma todo lo renueva, y a través de las edades se derrama en las almas santas, haciendo amigos de Dios y profetas; que Dios a nadie ama sino al que mora con la Sabiduría. Es más hermosa que el sol; supera a todo el conjunto de las estrellas, y comparada con la luz queda en primer lugar. Porque a la luz sucede la noche, pero la maldad no triunfará de la Sabiduría”.

Dios forjó la mente de su hijo Adán entre lirios y azucenas cultivados en los jardines del Conocimiento de la Ciencia de la Creación; pero a la hora de hablar de la mentira, del engaño, del falso testimonio, de la traición, de la envidia, de la ambición, de la crueldad, de la violencia, de la guerra, de la injusticia, de la corrupción, en definitiva, de la Ciencia del Bien y del Mal : el Primer Hombre era un niño, tenía el alma de un niño, de ese Niño que con sólo doce años irrumpió en el Templo de Jerusalén e hizo callar a todos los sabios de Israel.  

Adán era puro amor por Dios; vivía de la Palabra de su Padre Divino, su Palabra era su alimento, su pan, su vino, su aire, el Aliento que engendró en él un hijo de Dios a la imagen y semejanza de los hijos de Dios. La sola Idea de apartarse de la Sabiduría, del Camino que para el Género Humano había  dibujado Su Dios en su Alma, esa idea le era mental y materialmente inconcebible; y lo era con la naturaleza del niño que adora a su padre y se siente amadísimo por su padre.

Aquel Primer Hombre conoció la Ciencia del Bien y del Mal como el niño conoce que la electricidad mata, pero nunca mete los dedos en el enchufe, ni necesita meterlos para saber que una descarga eléctrica mata, su padre se lo ha dicho, la palabra de su padre es amor de ley, y no necesita vivir la naturaleza de la experiencia para descubrir en el valor de la palabra del padre al que adora. No en vano dice  Dios de su hijo Adán: “Tanto lo amó que envió su Hijo a la Cruz para rescatarle de la Muerte”.

Lo escrito, escrito está: “Toda gloria, todo poder, toda sabiduría, todo señorío es del Hijo de Dios, JESÚS : Tú-Dios con Nosotros ”.

¿Dónde pues el Miedo al hijo de Satán? ¿A qué  no presentarle cara y decirle “vas a morir”? Es Dios quien  despliega su Reino, el Rey a la cabeza, para conducir la Plenitud de las Naciones de la Tierra a su Reino.

Si limitado en su Poder el Rey ha mantenido su Casa de pie ¿quién podrá mantenerse Hoy de pie cuando Él se levanta?

Este es Día de Gloria y Futuro sin límites; la Puerta fue abierta, el horizonte al otro lado es la Eternidad.

Bella es la Aurora que se alza sobre este Milenio, a cuyo horizonte  cayendo en el abismo se agarran los fantasmas del Pasado, los enemigos de la Verdad, de Dios y del Rey; pero el que quiera vivir, vivirá para siempre; pues que todas las naciones fueron encerradas en la Violencia del Bien y del Mal, ante todas ha abierto Dios una Puerta: la Corona de su Hijo, quien  pega en la Puerta se arrodilla ante el Rey, entra y vive días que no se acaban nunca, días que cruzan el horizonte de la eternidad. Pues Dios no quiere que su Creación sea destruida ni sus criaturas sean desterradas de su Creación, sino que todas vivan y encuentren su Morada en el Reino de su Hijo.

¿Por qué pues hombres os miráis la barriga?, alzad los ojos a los Cielos y dad gloria al Rey que Dios le ha dado a todos los pueblos de su Creación.  

Recordemos pues el Origen del Mal en nuestro Mundo.

ESPERANZA

La mente del ser humano fue forjada en el espíritu del Verbo: a imagen y semejanza de la de su Creador la Palabra del Hombre era ley para sí mismo. Imagen su palabra de la de su Creador, Padre y Dios, la palabra del Primer Hombre era ley para sí mismo. El Hombre no hablaba en vano, su Palabra era verdadera. Creado a la Imagen y semejanza de Dios la palabra del Hombre era oro de ley.

El uso de la Palabra como arma de engaño y destrucción del prójimo es una abominación a los ojos de Dios.

Aquel hijo de Dios, el primogénito de los hijos de Dios, que estuvo entre nosotros, el hijo del Hombre, es el Alma de la Verdad Divina viva. La sola Idea de  poner en Duda el Pensamiento Divino del que su ser se nutre es para él una dimensión desconocida. Tal cual, el Primer Hombre.

Aquella Primera Generación humana no concebía la existencia de una dimensión en la que la Naturaleza Divina  no se correspondiese a la Realidad inscrita en su ser. El Pensamiento de la Criatura nace y se alimenta de la Fuente Divina: “Dios es Padre, Dios es Amor de Padre”, esta fue la confesión del Primer Hombre y su Generación.

¿Puede imaginar un hijo, amadísimo de su padre, un futuro en el que ese “padre divino” de la noche a la mañana se transforme en un monstruo devorando a su niño amado?

Y sin embargo esto es precisamente lo que vino a vivir en primera instancia aquel hijo de Dios que conocemos como padre de Cristo, el lamado Adán, padre de la nación de Israel. Coronado sobre todas las ciudades del Primer Reino de Mesopotamia, en un abrir y cerrar de ojos la tierra se abrió bajo sus pies y el fuego del infierno de la guerra civil devoró los cimientos de su trono.

¿Qué había pasado? ¿Qué estaba pasando?

¿Por qué el movimiento de expansión hasta las cuatro regiones del mundo, para el que había sido engendrado por Dios, de pronto se había hundido en Guerra Civil? La Fuerza que había sido invitado a usar para expandir su Reino a todos los pueblos de la Tierra se había vuelto contra su propia corona. ¿Qué había pasado?

Ya conocemos la HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO; por ella sabemos la verdad: todo lo que hacía falta para engañar a Adán era hacerse pasar “por quien viene en nombre de Dios”. Esta simple trampa significaba, para quien utilizase la Ignorancia de su prójimo, en este caso Adán, hijo de Dios, declararle la guerra al mismísimo Dios, exponerse al Destierro ad eternum de su Reino, pero ¿qué era preferible -se dijeron los conjurados en la Traición de la Serpiente- vivir en un mundo donde la Verdad, la Justicia y la Paz gobiernan el universo, o morir luchando por la transformación del Universo en un Olimpo gobernado por dioses todos más allá de la Justicia?

Esta estructura perversa y maligna de pensamiento dio lugar a la Caída de Adán.

Pero no a la destrucción del Hombre. Un guerrero demoníaco, un asesino curtido en crímenes se había alzado contra un niño y había utilizado su muerte como hacha para declararle la guerra al padre de ese niño.

La Biblia dice que traspasado su corazón por la lanza de la traición, Dios se vistió de guerra y alzando su Brazo al Cielo juró delante de toda su Casa, por su gloria y nombre, que acabaría con todos sus enemigos, no dejaría cabeza sobre cuello:

“Ciertamente yo alzo mi mano al Cielo

y juro por mi eterna vida;

cuando yo afile el rayo de mi espada

y tome en mis manos el juicio,

yo retribuiré con venganza a mis enemigos

y daré su merecido a los que me aborrecen,

emborracharé de sangre mis saetas

y mi espada se hartará de carne,

de la sangre de los muertos y los cautivos,

de las cabezas de los jefes enemigos”.

Dice también la Biblia que los asesinos de Adán se rieron de la amenaza de Dios. Pero lo que no dice la Biblia es que las consecuencias de la Traición de la Serpiente le abrieron los ojos a Dios y descubrió a su verdadero enemigo, la Muerte. Una Muerte de la que en su inocencia Él se declaró su enemigo el día en que revolucionó la Realidad con su deseo de creación de vida inteligente a su imagen y semejanza, sobre lo cual ya estaréis al corriente después de haber leído la Historia Divina.

La Vida y la Muerte formaron parte de la estructura de la Realidad desde el principio sin principio de la Increación. Sin destruirse a sí misma la Increación no podía extirpar de su cuerpo una Fuerza Ontológica que le era natural desde el Principio sin principio de la Eternidad. Pero esta era la Revolución que Dios desató en el Infinito al concebir una Nueva Creación.

Inconsciente sobre las consecuencias cósmicas de su Revolución y, ante la imposibilidad de hacer que Dios renunciase, la Muerte buscó la forma de coexistir en la Creación de Dios. Primero tentó a Dios con el fruto de la Ciencia del Bien y del Mal, y cuando Dios lo rechazó levantó su Infierno contra la obra de sus manos. Como no pudo hacerle desistir de su Deseo atacó directo al Corazón, buscando ahogarle en el pozo de una Soledad sin fondo.

Pero lo mismo esta vez que durante la anterior la Sabiduría se adelantó a sus planes transformando el Mal buscado en un Bien no imaginado: el Nacimiento en el Ser del Único Dios Verdadero de Su Hijo: Dios Verdadero de Dios Verdadero, Victoria del Amor a la Santidad de la Sabiduría, Su Esposa.

Esta explosión de alegría de quien se creyó condenado a la Soledad por la Eternidad, alegría, sobre la que a partir del Nacimiento del Hijo quedaron establecidos los nuevos fundamentos del Nuevo Universo, le sirvió a la Muerte de pantalla tras de la que esconderse y esperar su momento.

La Vida le ofreció a Dios su fruto, el Cielo, y Dios la amó. La Muerte le ofreció el suyo, el Infierno, pero el Espíritu de YAVÉ, que vive en Dios, lo rechazó. Agazapada, al acecho, encontró su momento durante la primera Semana de la Creación.

Aprovechando las Eras de Regencia de su Imperio por la Casa de Yavé y Sión la Muerte contraatacó, conquistó con el fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal: la Guerra, que una parte de los hijos de Dios comió, y sumieron el Imperio de Dios bajo las olas de su Infierno.

Por dos veces la Guerra se hizo.

A raíz de las Dos Guerras del Imperio del Hijo de Dios, y a consecuencia de ellas, fue abriendo Dios los ojos a la existencia de una Fuerza que estaba actuando en su Creación y la estaba conduciendo a su destrucción. Atribuyendo las causas a la soledad y al aislamiento de sus hijos durante los Periodos Creacionales, el Señor Dios YAVÉ revolucionó la estructura de su Mundo de la forma que habéis leído en la Historia Divina de Jesús. La primera de ellas consistió en la transformación de la Creación en un Espectáculo abierto a todos los Pueblos del Universo, y la segunda medida fue darle a su Hijo Primogénito el papel de la Estrella de ese Espectáculo. De donde se entiende que se escribiera:

“Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, es decir, hijo de Dios, y no un dios, según el Diablo se lo dijera a Adán: “Seréis iguales que los dioses”.

Entonces, tomadas las decisiones pertinentes, la Historia del Universo siguió su curso.

Como dije en la Historia Divina de Jesús, de entre las medidas que Dios adoptó contra el estallido de una Tercera Guerra Universal figuró -como colofón especial- la creación del Hombre: Alma Viviente, expresión carnal de su Pensamiento, reflejo de la Realidad Divina, Espejo de su Bondad, que extendiéndose a toda la Creación uniría a todos los Pueblos del Universo en una sola y única Sabiduría.

Y así fue; así se hizo.

Mas a la hora de alcanzar la meta, cuando Dios creyó que con la Formación del Hombre podía darse por cerrada la era de las grandes guerras, estalló la temida y temible Tercera Guerra Universal. Traspasado su Corazón, pero maravillada su Inteligencia por la locura de sus hijos rebeldes, locura de la que Él ya no podía seguir echándose las culpas, viendo a su hijo Adán convertido en el hacha de guerra desenterrada contra su Reino, Dios abrió los ojos y vio a su Enemigo cara a cara.

Una Nueva Revolución Cósmica se imponía. Únicamente Dios puede desterrar del cuerpo de la Creación lo que de siempre formó parte del cuerpo de la Increación. La Caída de Adán, la Traición de la Serpiente, serían recordados por el futuro como se recuerdan malos momentos, mas si Él quería que esos malos momentos no volviesen ni se hiciesen crónicos, y que con el tiempo se complicasen hasta arrastrar a todos al Infierno, Dios debía desterrar a la Muerte de su Creación y reconfigurar su Reino para que el Conocimiento de la Ciencia del Bien y del Mal se quedase en eso, en Historia.

Más que al Hombre y a su salvación, pues, Dios debía mirar el Futuro de su Creación. Si a ésta no se le garantiza un futuro ¿de qué le vale a nadie salvación para hoy y condenación para mañana?

Era el Edificio de su Reino el que tenía que volver a ser fundado sobre una Roca Indestructible. Fundación que le tocaba a Él y sólo a Él porque era contra Él que la Muerte había alzado su Infierno.

La primera parte de su Libro, el Antiguo Testamento, trata del Anuncio de esta nueva Reconfiguración de su Mundo. Y como se ve de lo que se lee, sobre la naturaleza específica de las medidas revolucionarias que se juró por su Gloria y Nombre consumar. Pero a nadie le dijo Dios palabra, ni siquiera a su Primogénito.

En la Historia Divina de Jesús comenté que la transformación del Imperio en un Reino sempiterno y universal fue la primera medida con la que se abrió esta Revolución de la Vida contra la Muerte. La primera medida pero no la única.

La segunda parte de su Libro, el Nuevo Testamento, trata de la Batalla entre la Vida y la Muerte, del Cielo contra el Infierno, y glorifica la Victoria del Espíritu Santo contra el espíritu del Maligno, de Cristo sobre el Diablo.

Dice el Libro de Dios en su tercera parte que llegado el Día Anunciado le ordenó Dios a todos sus hijos presentarse ante su Trono y deponer sus coronas a sus pies. De lo que se lee se ve que unos lo hicieron y otros se negaron, y que en consecuencia los Rebeldes que no lo hicieron fueron perseguidos, destronados y arrojados del Cielo.

De la lectura del Nuevo Testamento se desprende también que mientras los príncipes Fieles persiguieron a los Rebeldes, Dios llamó a su Primogénito, le dio a conocer la Doctrina del Reino de los Cielos, e inmediatamente lo envió a nuestro mundo, donde se encarnó en la Virgen María y nació bajo el reinado de los Herodes, en Belén de Judá, durante los días del censo universal decretado por Octavio César Augusto.

Ignorante y desconocedor de las medidas revolucionarias que su Padre había proyectado y empezaban a materializarse a raíz de su Encarnación, el Hijo de Dios descubrió a Cristo durante el episodio que Él mismo protagonizó en el Templo, “a la edad de los doce años aproximadamente”.

En Cristo descubrió Jesús el Pensamiento de Dios, y lo que es más importante, descubrió la Sabiduría, Su Madre, que vive en su Padre, Único Dios Verdadero Increado que conocieron el Infinito y la Eternidad; Imagen Viva de cuya Santidad y Amor por Él, Jesús, quiso Dios que se hiciese Mujer, su Madre, María de Nazaret.

Se entiende de la lectura del Nuevo Testamento que Dios le descubrió a su Hijo tanto la identidad del verdadero Enemigo de su Reino cuanto la Naturaleza de la Revolución Universal que Él y nadie más que Él podía y debía abrir: Cristo Jesús, el Rey Mesías, el heredero de todas las promesas escritas en el Antiguo Testamento, nacido del espíritu de Yavé: “espíritu de inteligencia y sabiduría, de entendimiento y fortaleza, de consejo y temor de Dios”.

Estando sin embargo sujeto por su Origen a la estructura del Mundo Antiguo, y porque de entre todos los príncipes del Cielo Él fue era el Rey de reyes, también a Él le tocaba obedecer y sujetarse al decreto de Abolición del Imperio que su Padre dictara y estuvo en la causa de la Batalla en el Cielo, de la que habla en su Libro, Apocalipsis.

Al igual que lo hicieron los Príncipes del Cielo también el Rey de reyes y Señor de señores debía deponer su Corona a los pies de Dios.

Y así JESÚCRISTO lo hizo.

De manera que sujeto a la condición de los particulares que bajo riesgo y cuenta propia emprenden una revolución sin contar con más fuerza que el amor a la Verdad, también JESÚS fue atrapado por los poderes reaccionarios de este mundo, y, consecuentemente, entregado a los jueces de CRISTO para que fuera contado entre los malhechores por enemigo de Dios y de la Humanidad.

Pero lo que no sabía nadie, porque nadie podía saberlo, era que al regresar a su Mundo Jesucristo lo hizo como Rey Todopoderoso y Omnisciente a imagen y semejanza de su Padre, y que Glorificado de esta manera llevaba a su Casa una Nueva familia, su propia Familia: Una Esposa, engendrada para unir a todo el Universo en una misma Iglesia; unos Hermanos, cuyo Poder es el de Dios, que está en su Palabra; y unos Hijos, nacidos para unir todo su Reino en una misma Inteligencia.

He aquí el Misterio del Espíritu Santo. La Cabeza es Cristo Jesús, el Tronco es la Iglesia Católica, y los dos Brazos son: el uno, sus Hermanos del Cielo, y el otro los Hermanos de Cristo, de la Casa de Abraham. Aquí está el espíritu de Inteligencia:

“Pedid y se os dará”.

No lo dudéis, pedid Inteligencia sin medida a la imagen y semejanza de la de nuestro Creador.

Pedid y recibiréis Inteligencia sin medida para alcanzar todos los secretos del universo y de la naturaleza humana.

Este es el Día de los hijos de Dios de la descendencia de Cristo, fruto de su Matrimonio con la Iglesia. Este es el Día sobre el que San Pablo escribiera:

“Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros; porque la expectación ansiosa de la creación está esperando la manifestación de los hijos de Dios, pues las criaturas están sujetas a la vanidad, no de grado, sino por razón de quien las sujeta, con la esperanza de que también ellas serán libertadas de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios”.

Efectivamente, en el Rey están los tesoros de todas las Ciencias, presentes y futuras.

En Él están todas las respuestas a todas las Enfermedades y a todos los problemas referentes a la Organización de la Plenitud de las Naciones.

En Él están todos los secretos del Universo y de la Naturaleza.

Él es el Hijo, y pone a disposición de su Descendencia la Omnisciencia de Dios, porque como muy bien lo dijera en persona:

“Todo lo del Padre es mío”.

En efecto, privada la Inteligencia de los hombres del Espíritu de Yavé, sus pensamientos y sus acciones derivaron desde el principio de la Caída hacia la destrucción, derivación que Dios señaló diciendo:

“Cuando la cultives te dará espinas y abrojos”.

Palabra que, habiendo sido los hombres arrojados lejos de la Sabiduría, las generaciones interpretaron carnalmente, como si Dios fuese de carne y la Imagen y Semejanza a la que fuimos llamados se refiriese a la vida de las cabras y de las ovejas. Método de Interpretación carnal de la Palabra de quien es el Omnisciente Creador del Universo que las naciones europeas heredaron de los Antiguos, y como Caín se encontró con la quijada, que Satán le sirvió para a cometer su fratricidio, Lutero, su semejante, alzó el hacha de guerra contra su hermano Católico creyendo que servía a Dios.

La sola idea de interpretar la Palabra de Dios sin tener el Espíritu de YAVÉ, creer que Dios hablaba de “la tierra” que pisan nuestros pies al decir : “Cuando la cultives te dará espinas y abrojos”, es inevitablemente seguir los pasos de Caín, pasos que siguieron Lutero y Calvino y arrastraron a las naciones cristianas al Odio preliminar anterior a la Guerra Fratricida, que la Reforma consumó en la Guerra de los 30 Años.

Ese Método de orgullo que desprecia lo que viene del Espíritu y se agarra exclusivamente a la carne fue el legado de la Rebelión Fratricida Protestante a los hombres de ciencia, quienes cultivando esa “tierra” se entregaron a crear armas de destrucción global, acorde a la Palabra Divina :

“Cuando la cultives te dará espinas y abrojos”.

Y lo hicieron con el mismo escrúpulo con el que Caín mató a su hermano Abel, creyendo que le hacía un bien al Futuro de la Humanidad.

Con todo y a pesar de los acontecimientos la Palabra de Dios es Dios. Nada ni nadie puede impedir que su Palabra se cumpla. No fuimos creados para ser sacrificados a la salud de la Muerte. El Honor y la Gloria del Señor Dios YAVÉ vive en su Palabra. El Género Humano fuimos sentenciados a prisión en las tinieblas de la Muerte, pero no para siempre.

El Delito se sujeta a Sentencia, pues si el Delito fuese bendecido por el Juez en razón de su parentela con el Delincuente : al cabo del tiempo la Corrupción de una Justicia que administra la Ley acorde a la relación entre el Acusado y el Juez le abriría a la Guerra la puerta. De manera que siendo Incorruptible, el Padre en Dios no podía interponerse entre el Juez en Dios y unos hijos delincuentes.

El Hombre, hijo de Dios, habiendo transgredido la Ley quedó sujeto a la Sentencia debida a su Delito.

Creado para crecer en la Inteligencia Creadora, la Omnisciencia Divina el Agua del que se alimenta el Árbol de las ciencias, por el Delito cometido las raíces del Pensamiento Científico Moderno fueron privadas de esa Agua, viniendo “esa tierra” a producir las espinas y los abrojos de quien centra toda su gloria en transformar la quijada de asno en el Arma Definitiva gracias a la cual la Semilla del Diablo realizaría el suelo de Caín : recibir del Diablo el gobierno de todos los reinos y naciones del mundo.

Todo Delito se sujeta a un tiempo de prisión cuando no ha sido sentenciado a pena de Destierro de la Vida. Vemos que el Hombre, creado para ser hijo de Dios, no quedó expuesto a esta Pena Final, y sí a un tiempo de prisión, verdad que vemos en la Esperanza de Redención Universal.

Porque de no haber habido Ignorancia en el Hombre no hubiese habido Redención, es decir un tiempo de prisión, cumplido el cual el Hombre sería liberado y su inteligencia, libre de la Sentencia, volvería a dar fruto para la Vida eterna.

Cumplida la Redención, supimos que el tiempo de prisión se consumaría, y el ser humano vería la puerta de la Omnisciencia abierta a su inteligencia.

Glorificado el Redentor, y sentado en el Trono del Rey Universal, Príncipe Sempiterno sentado a la Diestra del Señor Dios YAVÉ, su Padre, la Libertad anunciada vino con Fecha, que habría de cumplirse: Dos Mil años, al término de los cuales el Espíritu de Yavé : “Espíritu de Sabiduría e Inteligencia, de Entendimiento y Fortaleza,  de Consejo y Temor de Dios”, se extendería por toda la Tierra.

¿Pero quién recibirá si no pide?

Pero quien pide lo hace con la Confianza que viene de la Fe en la Invencible Existencia del Hijo de Dios, porque nadie recibe si no es antes engendrada en él esa Fe que traspasa la eternidad y nos hace a todos hijos de Dios en el Seno de su Esposa y Madre: La Iglesia Católica.

De aquí que el Espíritu Santo hablase de una Generación de hijos de Dios, nacidos de Cristo, su Padre, engendrados para disfrutar de la Gloria de la Libertad de quienes siendo hijos del Señor Jesús y su Esposa son por Derecho de nacimiento hijos legítimos y verdaderos de Dios.

Consumada la Expectación que durante estos Dos Mil años ha tenido a la Creación entera con el corazón en un puño, pero confiada en la Veracidad de la Palabra de Dios, entramos en la Edad de los hijos de Dios de la Casa del Rey y Señor, Dios Hijo Jesucristo, quien engendra en su Pueblo hijos para la Sabiduría, de la mano de quienes las naciones abandonaremos un mundo fundado en los pilares de la Guerra Fratricida Mundial y conduciremos a las naciones a una Civilización Universal establecida sobre la Roca de la Verdad, la Justicia y la Paz, de la cual surgen las aguas de la Fraternidad, la Libertad y la Igualdad.

Así pues, todas las ciencias actuales estando al servicio de la destrucción de toda vida en la Tierra, habiendo cumplido en su cuerpo la Maldición escrita, han sido una Introducción a la Ciencia de la Creación, que Hoy va a dar su fruto en el Espíritu de Yavé a un Crecimiento sin límites de Tecnologías al servicio de la Paz y la Salud del Género Humano.

La Libertad alcanzada, el Hombre una vez de regreso a los brazos de su Creador como Ciudadano del Reino de su Hijo, Dios continúa su Creación para conducirla al Fin desde el Principio buscado : el Hombre es el Género Humano, todos somos un único Pueblo, una única Nación Viva, el Hombre vive en cada uno de nosotros, células individuales de un Cuerpo Universal cuya Cabeza es el Rey, JESUCRISTO, de quien este Árbol recibe el Agua de la Vida Eterna.

Dios no miente, nos ha alimentado y guardado durante los días de Prisión para esperarnos a la salida, en el Día de la Libertad, con el Vestido de su Espíritu:

“Espíritu de Sabiduría e Inteligencia,

de Entendimiento y Fortaleza,

 de Consejo y Temor de Dios”

 

CONCLUSIÓN

Nada ni nadie puede  detener el curso de la Historia escrita por Dios. Aunque sentenciadas las naciones a vivir en sus carnes la Ciencia del Bien y del Mal, el tiempo de prisión, no siendo la Sentencia de Pena de Muerte, es decir, de Destierro de la Vida, una vez acabado el tiempo de  ruptura entre el Creador y su Criatura, la Libertad vendría con la Gloria Natural de quien vino para poner la Historia en el Camino a Nosotros, su Descendencia, en orden a lo cual firmó un Testamento, sellado con su Sangre, dejando en Herencia a su Esposa su Alma, que es su Cuerpo, y a sus hijos, nacidos de Ella, su Espíritu de Inteligencia.

En efecto, ha querido Dios, habiendo refundado su Creación en la Corona de su Hijo, y habiendo sido formado, aunque contra su Voluntad, nuestro Mundo en las Artes de la Guerra; ha querido Dios que nuestro Mundo entre en su Creación como un Cuerpo de Naciones formadas en su Espíritu, para quienes la Guerra es una Abominación, la Paz la Luz que llena con su Belleza todos los pueblos de su Reino, por Amor al Rey poniendo a sus pies todos sus ejércitos, que no conocen más Ley que la Suya ni reconocen más Voz que la de su Corona. De esta manera, la Salvación de la Creación entera queda establecida por la Eternidad. Pues su Reino en el Hombre vivirá en la Tierra como en el Cielo, por la Eternidad enemigo sin fisuras de la Ciencia del Bien y del Mal, Columna  todopoderosa en Defensa de la Paz Universal Sempiterna.

Esta es la Nueva Creación que Dios dispuso, la Herencia de los hijos de los hijos de Dios sobre la que escribió: “Tu Descendencia se apoderará de las puertas de sus enemigos”.

Forjados en los fuegos de la Guerra la Plenitud de las naciones del Genero Humano se arrodilla en Adoración a su Rey, para servirle su Corona como Ejército Unificado Universal que no reconoce más fronteras que las de su Señor y Rey, y nace con Jurisdicción Universal para  defender la Paz y la Justicia de su Corona desde un rincón al otro del Paraíso de Dios. Esta es Obra de Dios Padre Omnisciente, Creador del Universo, quien ha querido que el Pueblo que ha sufrido en sus carnes el infinito Mal de la Ley de la Guerra, suba a su Reino para levantarse como Columna Invencible contra cuyo Cuerpo, teniendo su Fundamento en Roca Divina, heredando su Fuerza, se estrellen las olas de la Muerte.

En el Hijo de Dios, por tanto, tenemos la Puerta abierta a la Omnisciencia de quien con su Inteligencia Creadora armó un Nuevo Cosmos, se ha creado un Universo para sí en el que la creación, libre de la Muerte, se ha sido levantado a la Vida Eterna natural a su Creador. Todos los males que le afectan a la Humanidad proceden del Orgullo Maligno que le hace creer a los hombres que su Razón es Todopoderosa, y en su enfermedad  patológica se niegan a levantar su cabeza al Hijo de Dios para pedirle Inteligencia sin límites a su imagen y semejanza. Demenciados por su creencia maligna en el todopoder de la razón científica hunden el mundo en el abismo de su autodestrucción a la vez que le prometen la salvación que aniquilan con el fruto de sus pensamiento, palabras y obras. Ciertamente la Sentencia debía cumplirse, “te producirá espinas y abrojos”, efecto de cuya cosecha sería la autodestrucción, pues “polvo era y al polvo volverás”.

Mas no quiso Dios que su Palabra fuese vencida por la traición de un demente, y dispuso que la Puerta de su Omnisciencia se abriese  antes de producirse la Caída Final del Hombre en el Abismo de su suerte. Creado para crecer en su Omnisciencia, el Hombre regresa a su Casa Divina para gozar del a Inteligencia sin límites natural a todos los hijos de Dios. Porque cuando el Hijo de Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza” declaró en Dios la participación de todos en el Espíritu de YAVÉ, Padre de todos, de quien Él era hijo , y por quien todos heredan su Espíritu.

Alegría en la gloria de la libertad de los hijos de Dios, porque el Pensamiento del Hijo de Dios es el Pensamiento de todos los hijos de Dios, del Cielo como de la Tierra. El Principio de todos es Dios.  El Origen de cada uno puede ser este universo o el otro, pero el Principio de todos vive en el Espíritu del Creador, en quien viviendo la Sabiduría se aplica a su Ser las palabras de Salomón:

“En ÉL hay un espíritu inteligente, santo, único y múltiple, ágil, penetrante, inmaculado, claro, inofensivo, benévolo, agudo, libre, bienhechor. Amante de los hombres, estable, seguro, tranquilo, todopoderoso, omnisciente, que penetra en todos los espíritus inteligentes, puros, sutiles. Porque SU Sabiduría es más ágil que todo cuanto se mueve, se difunde su pureza y lo penetra todo; porque es un hálito del poder divino y una emanación pura de la gloria del Dios Omnipotente, por lo cual nada manchado hay en ÉL. Es el resplandor de la luz eterna, el espejo sin mancha del actuar de Dios, imagen de su Bondad. Y siendo uno todo lo puede, y permaneciendo el misma todo lo renueva, y a través de las edades se derrama en las almas santas, haciendo amigos de Dios y profetas; que Dios a nadie ama sino al que mora con la ÉL. Es más hermoso que el sol; supera a todo el conjunto de las estrellas, y comparada con la luz queda en primer lugar. Porque a la luz sucede la noche, pero la maldad no triunfará de DIOS”.

También decir lo que el Espíritu Santo: A quien le falte ciencia, entendimiento, inteligencia, pídala a Dios, pero pida sin Dudar, que se le dará, “porque quien pide recibe”. La Palabra de Dios es Dios, así que pedid sin desconfianza, con la Fe de quien sabe que  la Gloria de Dios está en su Palabra y por su Gloria y Amor al Hombre le dará lo que pide a quien le busque, abriéndole la Puerta a su Omnisciencia, en la que reside la Respuesta a todas las Enfermedades y Males de nuestro Mundo.

Lo que el Hijo hizo por su Poder, el Hombre lo hará por la Ciencia que viene de su Gloria. El tamaño y la profundidad de lo que conocemos es una fina membrana sobre el océano de las ciencias sobre cuyo cuerpo Dios ha creado el Cosmos y forma el Árbol de los Universos que arman su Creación. La Imaginación Científica Moderna es la de una criatura racional de inteligencia limitada sujeta a la ilusión de un pensamiento abierta al conocimiento infinito del Origen y Estructura del Cosmos; y mientras  desarrolla esta ilusión hunde en el precipicio de su extinción a toda vida sobre la Tierra, cumpliéndose en la Ciencia lo que el Espíritu Santo escribiera: “Deseo hacer el bien, pero es el mal todo lo que obtengo”.  

El Deseo de hacer el Bien y dar Fruto de Bien, para bien de todos, se cumple únicamente viviendo en el Espíritu de YAVÉ: “Espíritu de Sabiduría e Inteligencia, de Entendimiento y Fortaleza, Consejo y Temor de Dios”. Porque siendo Verdad Absoluta Eterna que Dios es Amor, y Amor de Padre, olvidar que en Dios vive un Amor infinito y eterno por la Verdad, la Justicia y la Paz es, simplemente, autosentenciarse a pena de Destierro de la Vida. Dios no condenó a Satán, simplemente se limitó a firmar la sentencia que aquella generación de hijos rebeldes firmó contra sus propias cabezas. Dios es Amor, pero a su Espíritu es debido el Temor de quien ve en ÉL, no únicamente un Padre, sino también a Aquel Ser Increado, UNICO DIOS que la Increación conoció, cuya Personalidad ha sido formada por la Sabiduría en las fuegos de la Eternidad, y amando quien es, dice de Si Mismo : “YO SOY EL QUE SOY”.

Amén.