VIDA E HISTORIA DEL SEÑOR DIOS YAVÉ---------------------- LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS. Una Introducción a la Cosmología del Siglo XXI (CSXXI)------------------- EL CORAZÓN DE MARÍA. VIDA Y TIEMPOS DE LA SAGRADA FAMILIA----------------------- CONCILIO VATICANO SIGLO XXI. CONCILIO UNIVERSAL DE ADORACIÓN DEL HIJO DE DIOS----------------------- CARTA MAGNA DE LOS DERECHOS DIVINOS DEL HOMBRE------------------------EL
ESPÍRITU DE YAVÉ
“Espíritu
de Sabiduría e Inteligencia,
de
Entendimiento y Fortaleza,
de
Consejo y Temor de Dios”
ORACIÓN
DE JUSTICIA
La Creación entera proclama la
Justicia de Dios y a sus pies, por la eternidad de las eternidades, pone su
alma y su ser en adoración de Amor a su Creador. ¡Cómo no arder en cólera
destructiva infinita contra quien vino a arrebatarte a Tus hijos¡ ¡Qué muerte
no se merece quien se acerca como serpiente a la casa de tus hijos la intención
puesta en inyectarles veneno letal! ¡Qué padre no se encenderá en cólera y alzando su brazo deja caer el hacha contra
la cabeza de su enemigo! ¡Dicen los jueces, amigos de delincuentes, corruptos, que hay perdón para el crimen premeditado y
regeneración para quien hace de su ser un templo de Muerte!
Así promueven el crimen por
toda la faz de la Tierra, porque la Venganza se levanta para hacer la justicia
que esos jueces malvados se negaron a hacer. Y quieren acusar a Dios de haber sido cruel por haberse
levantado en Cólera Eterna y haber jurado por su cabeza que aquella Serpiente
sería aplastada sin redención ni misericordia.
El Hombre se levanta para
proclamar la Justicia de Dios y bendecir Su Juicio contra quien no sólo quiso
robarle a sus cinco hijos sino también al hijo de sus entrañas, a su Unigénito
y Primogénito : Jesús. ¿Qué Padre hubiera sido Dios si en lugar de levantar su
Voz a la Eternidad y al Infinito volviendo la cabeza y haciendo uso de su Todopoder hubiese
sanado al enfermo de Muerte y perdonado el Crimen de ese hermano en quien el
Infierno ha encontrado su reino?
Porque el fuego se levantó hasta abrir en la Creación una
puerta por la que saliendo su Enemigo y el Enemigo de sus hijos, sentenciados a
Destierro Eterno, el Infinito y la Eternidad por guardianes de su Condena, el Hombre alza su Voz y delante de
la Creación entera bendice a Dios, su Padre.
Su Venganza contra el enemigo
del Hombre, su Justicia para quien no habiendo conocido el Mal fue acorneado
por la Bestia en la que la Muerte transformó al príncipe de su Infierno, es
nuestra gloria.
Como Caín no quiso escuchar al
Dios de su padre, Satán no quiso escuchar la palabra de la Sabiduría, que le advirtió
de la naturaleza del camino por el que se había lanzado contra la Voluntad de
Dios.
El Infierno y la Muerte se
estrellaron contra la Roca del Espíritu de YAVÉ.
Aun viendo a su hijo pequeño
enfermo de Muerte, desde el fuego de su Cólera mantuvo su Justicia frente a quienes creyeron que habían puesto a
Dios de rodillas.
La locura del Enemigo de la
Creación de Dios era infinita y eterna; únicamente desterrado a la Muerte y su
Infierno de su Creación podrían sus hijos vivir sin miedo a la Vida Eterna. Y
aunque con el corazón traspasado el Juez se levantó en medio del fuego de la cólera de aquel Padre
Divino para salvar para siempre su Casa
del ataque de la Muerte, su Verdadero Enemigo.
¿Qué futuro le hubiese dado
Dios a sus hijos si en lugar de hacer
que la Ley se cumpliera hubiese simplemente cerrado los ojos y sirviendo de su
infinito Poder hacer como que aquello fue todo un juego entre dioses? ¿Sanar al
Hombre y perdonar el Delito de Satán? ¿Qué futuro le esperaría a todos los
hijos de Dios si su Padre se limitase a aceptar como un juego la Transgresión
de su Ley? ¿Un juego el Crimen y la Guerra entre sus hijos?
Yo bendigo a Dios y adoro su
Espíritu porque eligió la Sabiduría del Amor, y aun viendo venir la lanza que
habría de entrarle por el pecho y traspasarle el corazón, no dudó en alzar su
Voz a la Eternidad, jurando por su Gloria que el Traidor, cabeza y cuerpo,
sería aplastado bajo el Brazo del Vengador : el hijo del Hombre.
Era esto o dejar que su Creación
fuese se arrastrada al Abismo de la destrucción.
¿Es la Justicia el Pilar y la
Columna del Estado y su Civilización?
¿Debe la Justicia absolver al delincuente y acusar al inocente
en razón de quienes gobiernan ese Estado?
¿El efecto de esta Abominación
no es la destrucción de ese Estado y de su Civilización?
¿No conocía Dios este efecto?
¿No lo conoce el Hombre después de miles
de años viendo caer Estados y Civilizaciones por razón de esta misma causa?
Ningún Estado, ninguna
civilización puede subsistir en el Tiempo cuando los motores de su existencia
se entregan a la Burla de la Ley haciendo de la Justicia la ramera del Poder.
YAVÉ Dios, Padre del Hombre, lo sabía. Volver la cabeza y hacer como si nada
hubiera pasado, pues que EL tiene el Poder de sanar las heridas y levantar a
los muertos, algo tan sencillo y natural
para el Creador del Cosmos, le supondría a todos los hijos de Dios el principio
de su apocalipsis universal. Ergo, la Sabiduría, madre de la Justicia, por la
que Dios devino Juez de la Creación entera, pedía la Palabra:
Hay Redención para el Hombre y
Salvación para nuestro Mundo; y hay Condenación de Destierro Eterno de la
Creación para la Muerte, el Infierno y su príncipe. ¡Ese toro no volverá a
acornear!
¡Cómo no levantarse para alzar
la Voz y delante del Cielo y de la Tierra proclamar la Justicia de aquel Padre
Divino que desde el fuego de su Alma, traicionado por uno de sus hijos, a sus
pies el cadáver de su hijo pequeño, el Hombre, Adán, se sentó en el Trono de
Juez para impartir Justicia acorde a la Sabiduría que vive en Dios: su Casa, su
Templo, su Castillo, en cuya Cámara bendita engendraron un Hijo, Luz de Luz,
Dios Verdadero de Dios verdadero, nuestro Padre que está en los Cielos, por
cuyo nombre Nuevo le conocemos, ÉL, JESUCRISTO.
Pero si el mundo del Hombre fue
abandonado por un tiempo a ser pasto de los cascos de los caballos del
Infierno, en aquel Fuego fueron engendrados unos Nuevos Cielos y una Nueva
Tierra, en los que aquel hijo arrojado a los pies de la Muerte el hijo del
Hombre se levantaría de la Tumba para desde su Resurrección elevarse hasta el
Trono del Hijo de Dios, a cuyo alrededor se sentaría como Ministros
Omnipotentes sus hermanos, los hijos de YAVÉ DIOS de la Casa de Abraham.
“He aquí que hago una Obra
Maravillosa que si os la contara no os la creeríais.”
¡Obra Maravillosa, porque le
eligió al Hombre un hijo, en cuyo brazo descargaría Aquel Padre Divino la
Cólera que por Amor a la Sabiduría contuvo en su Corazón, aquel Día de Dolor y
Duelo por un hijo pequeño asesinado sin haber cometido ni bien ni mal, como quien es arrancado de la Vida en las
entrañas de su madre por un enemigo maligno infernal!
¡Obra Maravillosa porque el
Brazo que había de contener en sus músculos y nervios el peso de aquel Dolor y
Cólera no fue el brazo de un hijo cualquiera de Dios, de esta o de otra creación, ¡sí!, Dios llamó a ese Hijo nacido
de las entrañas Todopoderosas del Creador, y poniendo en su Mano el Hacha con
la que habría de cortarle la cabeza a la Serpiente, procedió a la Venganza contra
el Crimen Inmundo perpetrado contra la Ley, el Estado y la Civilización por
aquella “generación de hijos rebeldes” cuyo líder soñó con sentarse en el Trono
del Todopoderoso Rey de reyes y Señor de Señores! Ese mismo rey de reyes y
Señor de señores del Imperio Divino fue el Elegido para el Día de YAVÉ: “Día de
Venganza y Cólera, Dia de Justicia y Redención” .
Bendecid pueblos a vuestro Dios
y proclamad la Santidad de su Sabiduría. El hijo del Hombre, desde el fuego de
la Caída, llamado a aplastarle la cabeza a aquella generación de hijos
rebeldes, no de esta nuestra creación; el hijo del Hombre nacido para ser el
Brazo de la Venganza de YAVÉ DIOS PADRE, ¡Sí!, fue ese “Dios” que dijo “Haya
LUZ”, y habiendo Luz, y Firmamento, y estrellas que separan luz y tinieblas, y
toda vida que ha parido la Tierra, y naciendo de una VIRGEN se hizo hombre para
traernos Redención, Salvación, y vida eterna, ¡Si!, al precio de mostrarnos en su pecho abierto, atravesado
por la lanza de la traición, el Corazón de su Dios y Padre el día en que halló
muerto a su hijo pequeño Adán, y sobre su tumba vio bailando a su asesino,
Satán, el Maligno, contra cuya cabeza vino a descargar el hijo del Hombre el
peso del Dolor de nuestro Creador!
¡Obra Maravillosa, porque abole
Dios el Imperio del Rey de reyes y Señor de señores que gobernaba su Creación,
y funda el Reino Universal Sempiterno de JESUCRISTO, en cuya Corona hace
brillar DIOS, su Padre, toda la Gloria y el Poder del Hijo del Creador de los
Nuevos Cielos y la Nueva Tierra!
¡Obra Maravillosa porque le da
una Esposa, la Iglesia Católica, en la que Dios engendra una Descendencia
nacida de su Espíritu: “Espíritu de Sabiduría e Inteligencia, de Fortaleza y de
Entendimiento, de Consejo y Temor de YAVÉ”. Descendencia para la que está
predestinada la Victoria sobre todos los enemigos del Reino de su Padre,
Descendencia nacida para conducir a la plenitud de las naciones fuera del Reino
de la Muerte y dentro del Reino del Hijo de Dios, nuestro Padre que está en los Cielos,
JESUCRISTO!
¡Obra Maravillosa porque el
mundo que vive en tinieblas corriendo a su destrucción, de pronto, cuando nadie
se lo espera, encuentra la luz de la Verdad, abre los ojos a la Sabiduría de
Dios, quien enciende en su ser la inteligencia sin límites natural a todos sus
hijos, para convertir a todos los naciones a la Corona Universal Sempiterna del
Hijo de Dios, de esta manera devolviéndonos el Fin del que fuimos privado por
la Traición de quienes recibieron la Gracia de participar en la Creación del
Hombre!
Nosotros lo viviremos, nuestros
hijos lo gozarán. Porque no hay Victoria sin batalla, ni gozo sin Victoria,
hablamos la Verdad.
LA
HISTORIA DIVINA DEL HOMBRE
Dice Dios en su Libro que al
Principio ÉL engendró al Hombre a la imagen y semejanza de sus Hijos. Y al
igual que su Hijo es el Señor entre todas las criaturas que le rodean, asimismo
creó al Hombre para dominar sobre todas las criaturas de su mundo.
Y sigue diciendo Dios en su
Libro que la gloria del Hijo de Dios fue objeto de la envidia de otro miembro
de la Casa de los hijos de Dios, quien, siendo malvado, deseó Su Corona para
regir todas las almas mirando a moverlas a su antojo criminal en el tablero de
su concepción infernal de la Creación.
Habiendo hecho el Camino
estrecho y largo, a que el Pueblo Cristiano fue llamado a superar en
los dos milenios futuros, Hoy nuestro
Pasado, la Mirada de Dios siempre puesta en la Batalla Final apocalíptica por
la Salvación Universal de la Plenitud de las Naciones de la Tierra, y
encontrándonos todos delante del hijo de Satán, armado con una quijada de asno
nuclear, jurando por su gloria que o nos arrodillamos ante él o seremos todos
destruidos, la Casa de Cristo sólo tiene una palabra :
“VADE RETRO SATANÁS; el
Infierno es la Morada de tu padre y allí serás desterrado de no bajar el
brazo”.
Más allá de la Duda y de
la Confusión, establecidos en la Fe Divina sobre la Victoria del Rey de los
Cielos, debemos mirar al Día después del Apocalipsis que ya estamos viviendo.
El Fin de un Periodo es el
Principio de uno nuevo. Una Edad se sucede a la Otra, pero la Era de Cristo
continuará viva por la Eternidad entre Nosotros.
En efecto, la Edad de nuestro
Mundo en la Eternidad tiene su Principio en el Nacimiento de quien
nos rescató de las brazos de la Muerte y nos ha conducido de la mano a la
Puerta del Paraíso de Dios. En nosotros no cabe el Miedo de los Cobardes: ¡Quien
quiera morir que muera! Quien no tenga valor para abrazar la Vida Eterna como
Hecho Existencial Invencible que siga retando a Dios, al Rey, y a su
Casa a vida o muerte.
Como se limpia el polvo del
camino cuando el viento desciende y barre los tierras, así los enemigos de la
Casa del Rey serán borrados del Libro de la vida; quien ataca la
Casa del Rey ataca la Casa de Dios, Su Padre. ¡Cómo puede nadie soñar con
mantenerse de pie delante de quien con su Brazo Todopoderoso destruyó un
Cosmos, y levantó Uno Nuevo en el que el árbol de la Vida de los
Mundos da frutos de vida eterna!
Quien no baje las armas,
perecerá.
Así pues, el Evangelio dice que
como Jesús no empujó a Judas a traicionarle, aunque sabía que la traición
rondaba su corazón, Dios también conoció la posibilidad de la traición de
Satán, y para mantener lejos el pensamiento de la acción puso entre el Hombre y
todos sus hijos una Ley por la cual : sea quien sea el que interviniese en la
Historia del Futuro del Hombre lo pagaría con el Destierro de su Creación.
En cuanto Padre, Dios creyó que
ninguno de sus hijos se atrevería a convertir en sabiduría la locura de
declararle la guerra a su Voluntad, y olvidándose de todo lo pasado comenzarían
una nueva Era, en la que, efectivamente, siendo el Hombre la criatura más
frágil del universo tendría la Gloria de quien con su Pensamiento mantiene en
la Unidad a todas las criaturas de Su Reino. Porque si la Gloria de cada hijo
de Dios tiene su propia herencia, la del Hombre fue la Sabiduría Eterna, ésa
que se mostró inalcanzable para los Antiguos y en cambio abrazó a los hijos de
Dios de la Casa de Abraham, según lo escrito:
“Hablamos entre los perfectos
una sabiduría que no han conocido los príncipes de este siglo, predestinada
para nosotros desde el principio de los tiempos...si la hubieran conocido no
hubiesen crucificado al Señor de la Gloria”.
Ninguna palabra que podamos
lanzar a las olas puede describirnos las propiedades de esta Herencia mejor que
las escritas por Salomón, hijo de Adán:
“En ella hay un espíritu
inteligente, santo, único y múltiple, ágil, penetrante, inmaculado, claro,
inofensivo, benévolo, agudo, libre, bienhechor. Amante de los hombres, estable,
seguro, tranquilo, todopoderoso, omnisciente, que penetra en todos los espíritus
inteligentes, puros, sutiles. Porque la Sabiduría es más ágil que todo cuanto
se mueve, se difunde su pureza y lo penetra todo; porque es un hálito del poder
divino y una emanación pura de la gloria del Dios Omnipotente, por lo cual nada
manchado hay en ella. Es el resplandor de la luz eterna, el espejo sin mancha
del actuar de Dios, imagen de su Bondad. Y siendo una todo lo puede, y
permaneciendo la misma todo lo renueva, y a través de las edades se derrama en
las almas santas, haciendo amigos de Dios y profetas; que Dios a nadie ama sino
al que mora con la Sabiduría. Es más hermosa que el sol; supera a todo el
conjunto de las estrellas, y comparada con la luz queda en primer lugar. Porque
a la luz sucede la noche, pero la maldad no triunfará de la Sabiduría”.
Dios forjó la mente de su hijo
Adán entre lirios y azucenas cultivados en los jardines del Conocimiento de la
Ciencia de la Creación; pero a la hora de hablar de la mentira, del engaño, del
falso testimonio, de la traición, de la envidia, de la ambición, de la
crueldad, de la violencia, de la guerra, de la injusticia, de la corrupción, en
definitiva, de la Ciencia del Bien y del Mal : el Primer Hombre era un niño,
tenía el alma de un niño, de ese Niño que con sólo doce años irrumpió en el
Templo de Jerusalén e hizo callar a todos los sabios de Israel.
Adán era puro amor por Dios;
vivía de la Palabra de su Padre Divino, su Palabra era su alimento, su pan, su
vino, su aire, el Aliento que engendró en él un hijo de Dios a la imagen y
semejanza de los hijos de Dios. La sola Idea de apartarse de la Sabiduría, del
Camino que para el Género Humano había dibujado Su Dios en su Alma,
esa idea le era mental y materialmente inconcebible; y lo era con la naturaleza
del niño que adora a su padre y se siente amadísimo por su padre.
Aquel Primer Hombre conoció la
Ciencia del Bien y del Mal como el niño conoce que la electricidad mata, pero
nunca mete los dedos en el enchufe, ni necesita meterlos para saber que una
descarga eléctrica mata, su padre se lo ha dicho, la palabra de su padre es
amor de ley, y no necesita vivir la naturaleza de la experiencia para descubrir
en el valor de la palabra del padre al que adora. No en vano
dice Dios de su hijo Adán: “Tanto lo amó que envió su Hijo a la Cruz
para rescatarle de la Muerte”.
Lo escrito, escrito está: “Toda
gloria, todo poder, toda sabiduría, todo señorío es del Hijo de Dios, JESÚS :
Tú-Dios con Nosotros ”.
¿Dónde pues el Miedo al hijo de
Satán? ¿A qué no presentarle cara y decirle “vas a morir”? Es Dios
quien despliega su Reino, el Rey a la cabeza, para conducir la
Plenitud de las Naciones de la Tierra a su Reino.
Si limitado en su Poder el Rey
ha mantenido su Casa de pie ¿quién podrá mantenerse Hoy de pie cuando Él se
levanta?
Este es Día de Gloria y Futuro
sin límites; la Puerta fue abierta, el horizonte al otro lado es la Eternidad.
Bella es la Aurora que se alza
sobre este Milenio, a cuyo horizonte cayendo en el abismo se agarran
los fantasmas del Pasado, los enemigos de la Verdad, de Dios y del Rey; pero el
que quiera vivir, vivirá para siempre; pues que todas las naciones fueron
encerradas en la Violencia del Bien y del Mal, ante todas ha abierto Dios una
Puerta: la Corona de su Hijo, quien pega en la Puerta se arrodilla
ante el Rey, entra y vive días que no se acaban nunca, días que cruzan el
horizonte de la eternidad. Pues Dios no quiere que su Creación sea destruida ni
sus criaturas sean desterradas de su Creación, sino que todas vivan y
encuentren su Morada en el Reino de su Hijo.
¿Por qué pues hombres os miráis
la barriga?, alzad los ojos a los Cielos y dad gloria al Rey que Dios le ha
dado a todos los pueblos de su Creación.
Recordemos pues el Origen del
Mal en nuestro Mundo.
ESPERANZA
La mente del ser humano fue
forjada en el espíritu del Verbo: a imagen y semejanza de la de su Creador la
Palabra del Hombre era ley para sí mismo. Imagen su palabra de la de su
Creador, Padre y Dios, la palabra del Primer Hombre era ley para sí mismo. El
Hombre no hablaba en vano, su Palabra era verdadera. Creado a la Imagen y
semejanza de Dios la palabra del Hombre era oro de ley.
El uso de la Palabra como arma
de engaño y destrucción del prójimo es una abominación a los ojos de Dios.
Aquel hijo de Dios, el
primogénito de los hijos de Dios, que estuvo entre nosotros, el hijo del
Hombre, es el Alma de la Verdad Divina viva. La sola Idea de poner
en Duda el Pensamiento Divino del que su ser se nutre es para él una dimensión
desconocida. Tal cual, el Primer Hombre.
Aquella Primera Generación
humana no concebía la existencia de una dimensión en la que la Naturaleza
Divina no se correspondiese a la Realidad inscrita en su ser. El
Pensamiento de la Criatura nace y se alimenta de la Fuente Divina: “Dios es Padre,
Dios es Amor de Padre”, esta fue la confesión del Primer Hombre y su
Generación.
¿Puede imaginar un hijo,
amadísimo de su padre, un futuro en el que ese “padre divino” de la noche a la
mañana se transforme en un monstruo devorando a su niño amado?
Y sin embargo esto es
precisamente lo que vino a vivir en primera instancia aquel hijo de Dios que
conocemos como padre de Cristo, el lamado Adán, padre
de la nación de Israel. Coronado sobre todas las ciudades del Primer Reino de
Mesopotamia, en un abrir y cerrar de ojos la tierra se abrió bajo sus pies y el
fuego del infierno de la guerra civil devoró los cimientos de su trono.
¿Qué había pasado? ¿Qué estaba
pasando?
¿Por qué el movimiento de
expansión hasta las cuatro regiones del mundo, para el que había sido
engendrado por Dios, de pronto se había hundido en Guerra Civil? La Fuerza que
había sido invitado a usar para expandir su Reino a todos los pueblos de la
Tierra se había vuelto contra su propia corona. ¿Qué había pasado?
Ya conocemos la HISTORIA DIVINA
DE JESUCRISTO; por ella sabemos la verdad: todo lo que hacía falta para engañar
a Adán era hacerse pasar “por quien viene en nombre de Dios”. Esta simple
trampa significaba, para quien utilizase la Ignorancia de su prójimo, en este
caso Adán, hijo de Dios, declararle la guerra al mismísimo Dios, exponerse al
Destierro ad eternum de su
Reino, pero ¿qué era preferible -se dijeron los conjurados en la Traición de la
Serpiente- vivir en un mundo donde la Verdad, la Justicia y la Paz gobiernan el
universo, o morir luchando por la transformación del Universo en un Olimpo
gobernado por dioses todos más allá de la Justicia?
Esta estructura perversa y
maligna de pensamiento dio lugar a la Caída de Adán.
Pero no a la destrucción del
Hombre. Un guerrero demoníaco, un asesino curtido en crímenes se había alzado
contra un niño y había utilizado su muerte como hacha para declararle la guerra
al padre de ese niño.
La Biblia dice que traspasado
su corazón por la lanza de la traición, Dios se vistió de guerra y alzando su
Brazo al Cielo juró delante de toda su Casa, por su gloria y nombre, que
acabaría con todos sus enemigos, no dejaría cabeza sobre cuello:
“Ciertamente yo alzo mi mano al
Cielo
y juro por mi eterna vida;
cuando yo afile el rayo de mi
espada
y tome en mis manos el juicio,
yo retribuiré con venganza a
mis enemigos
y daré su merecido a los que me
aborrecen,
emborracharé de sangre mis
saetas
y mi espada se hartará de
carne,
de la sangre de los muertos y
los cautivos,
de las cabezas de los jefes
enemigos”.
Dice también la Biblia que los
asesinos de Adán se rieron de la amenaza de Dios. Pero lo que no dice la Biblia
es que las consecuencias de la Traición de la Serpiente le abrieron los ojos a
Dios y descubrió a su verdadero enemigo, la Muerte. Una Muerte de la que en su
inocencia Él se declaró su enemigo el día en que revolucionó la Realidad con su
deseo de creación de vida inteligente a su imagen y semejanza, sobre lo cual ya
estaréis al corriente después de haber leído la Historia Divina.
La Vida y la Muerte formaron
parte de la estructura de la Realidad desde el principio sin principio de la
Increación. Sin destruirse a sí misma la Increación no podía extirpar de su
cuerpo una Fuerza Ontológica que le era natural desde el Principio sin principio
de la Eternidad. Pero esta era la Revolución que Dios desató en el Infinito al
concebir una Nueva Creación.
Inconsciente sobre las
consecuencias cósmicas de su Revolución y, ante la imposibilidad de hacer que
Dios renunciase, la Muerte buscó la forma de coexistir en la Creación de Dios.
Primero tentó a Dios con el fruto de la Ciencia del Bien y del Mal, y cuando
Dios lo rechazó levantó su Infierno contra la obra de sus manos. Como no pudo
hacerle desistir de su Deseo atacó directo al Corazón, buscando ahogarle en el
pozo de una Soledad sin fondo.
Pero lo mismo esta vez que
durante la anterior la Sabiduría se adelantó a sus planes transformando el Mal
buscado en un Bien no imaginado: el Nacimiento en el Ser del Único Dios
Verdadero de Su Hijo: Dios Verdadero de Dios Verdadero, Victoria del Amor a la
Santidad de la Sabiduría, Su Esposa.
Esta explosión de alegría de
quien se creyó condenado a la Soledad por la Eternidad, alegría, sobre la que a
partir del Nacimiento del Hijo quedaron establecidos los nuevos fundamentos del
Nuevo Universo, le sirvió a la Muerte de pantalla tras de la que esconderse y
esperar su momento.
La Vida le ofreció a Dios su
fruto, el Cielo, y Dios la amó. La Muerte le ofreció el suyo, el Infierno, pero
el Espíritu de YAVÉ, que vive en Dios, lo rechazó. Agazapada, al acecho,
encontró su momento durante la primera Semana de la Creación.
Aprovechando las Eras de
Regencia de su Imperio por la Casa de Yavé y Sión la
Muerte contraatacó, conquistó con el fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y
del Mal: la Guerra, que una parte de los hijos de Dios comió, y sumieron el
Imperio de Dios bajo las olas de su Infierno.
Por dos veces la Guerra se
hizo.
A raíz de las Dos Guerras del Imperio
del Hijo de Dios, y a consecuencia de ellas, fue abriendo Dios los ojos a la
existencia de una Fuerza que estaba actuando en su Creación y la estaba
conduciendo a su destrucción. Atribuyendo las causas a la soledad y al
aislamiento de sus hijos durante los Periodos Creacionales, el Señor Dios YAVÉ
revolucionó la estructura de su Mundo de la forma que habéis leído en la Historia
Divina de Jesús. La primera de ellas consistió en la transformación de la
Creación en un Espectáculo abierto a todos los Pueblos del Universo, y la
segunda medida fue darle a su Hijo Primogénito el papel de la Estrella de ese
Espectáculo. De donde se entiende que se escribiera:
“Hagamos al hombre a nuestra
imagen y semejanza”, es decir, hijo de Dios, y no un dios, según el Diablo se
lo dijera a Adán: “Seréis iguales que los dioses”.
Entonces, tomadas las
decisiones pertinentes, la Historia del Universo siguió su curso.
Como dije en la Historia Divina
de Jesús, de entre las medidas que Dios adoptó contra el estallido de una
Tercera Guerra Universal figuró -como colofón especial- la creación del Hombre:
Alma Viviente, expresión carnal de su Pensamiento, reflejo de la Realidad
Divina, Espejo de su Bondad, que extendiéndose a toda la Creación uniría a
todos los Pueblos del Universo en una sola y única Sabiduría.
Y así fue; así se hizo.
Mas a la hora de alcanzar la
meta, cuando Dios creyó que con la Formación del Hombre podía darse por cerrada
la era de las grandes guerras, estalló la temida y temible Tercera Guerra
Universal. Traspasado su Corazón, pero maravillada su Inteligencia por la
locura de sus hijos rebeldes, locura de la que Él ya no podía seguir echándose
las culpas, viendo a su hijo Adán convertido en el hacha de guerra desenterrada
contra su Reino, Dios abrió los ojos y vio a su Enemigo cara a cara.
Una Nueva Revolución Cósmica se
imponía. Únicamente Dios puede desterrar del cuerpo de la Creación lo que de
siempre formó parte del cuerpo de la Increación. La Caída de Adán, la Traición
de la Serpiente, serían recordados por el futuro como se recuerdan malos
momentos, mas si Él quería que esos malos momentos no volviesen ni se
hiciesen crónicos, y que con el tiempo se complicasen hasta arrastrar a todos
al Infierno, Dios debía desterrar a la Muerte de su Creación y reconfigurar su
Reino para que el Conocimiento de la Ciencia del Bien y del Mal se quedase en
eso, en Historia.
Más que al Hombre y a su
salvación, pues, Dios debía mirar el Futuro de su Creación. Si a ésta no se le
garantiza un futuro ¿de qué le vale a nadie salvación para hoy y condenación
para mañana?
Era el Edificio de su Reino el
que tenía que volver a ser fundado sobre una Roca Indestructible. Fundación que
le tocaba a Él y sólo a Él porque era contra Él que la Muerte había alzado su
Infierno.
La primera parte de su Libro,
el Antiguo Testamento, trata del Anuncio de esta nueva Reconfiguración de su
Mundo. Y como se ve de lo que se lee, sobre la naturaleza específica de las
medidas revolucionarias que se juró por su Gloria y Nombre consumar. Pero a
nadie le dijo Dios palabra, ni siquiera a su Primogénito.
En la Historia Divina de
Jesús comenté que la transformación del Imperio en un Reino sempiterno y
universal fue la primera medida con la que se abrió esta Revolución de la Vida
contra la Muerte. La primera medida pero no la única.
La segunda parte de su Libro,
el Nuevo Testamento, trata de la Batalla entre la Vida y la Muerte, del Cielo
contra el Infierno, y glorifica la Victoria del Espíritu Santo contra el
espíritu del Maligno, de Cristo sobre el Diablo.
Dice el Libro de Dios en su
tercera parte que llegado el Día Anunciado le ordenó Dios a todos sus hijos
presentarse ante su Trono y deponer sus coronas a sus pies. De lo que se lee se
ve que unos lo hicieron y otros se negaron, y que en consecuencia los Rebeldes
que no lo hicieron fueron perseguidos, destronados y arrojados del Cielo.
De la lectura del Nuevo
Testamento se desprende también que mientras los príncipes Fieles persiguieron
a los Rebeldes, Dios llamó a su Primogénito, le dio a conocer la Doctrina del
Reino de los Cielos, e inmediatamente lo envió a nuestro mundo, donde se encarnó
en la Virgen María y nació bajo el reinado de los Herodes, en Belén de Judá,
durante los días del censo universal decretado por Octavio César Augusto.
Ignorante y desconocedor de las
medidas revolucionarias que su Padre había proyectado y empezaban a
materializarse a raíz de su Encarnación, el Hijo de Dios descubrió a Cristo
durante el episodio que Él mismo protagonizó en el Templo, “a la edad de los
doce años aproximadamente”.
En Cristo descubrió Jesús el
Pensamiento de Dios, y lo que es más importante, descubrió la Sabiduría, Su
Madre, que vive en su Padre, Único Dios Verdadero Increado que conocieron el
Infinito y la Eternidad; Imagen Viva de cuya Santidad y Amor por Él, Jesús,
quiso Dios que se hiciese Mujer, su Madre, María de Nazaret.
Se entiende de la lectura del
Nuevo Testamento que Dios le descubrió a su Hijo tanto la identidad del
verdadero Enemigo de su Reino cuanto la Naturaleza de la Revolución Universal
que Él y nadie más que Él podía y debía abrir: Cristo Jesús, el Rey Mesías, el
heredero de todas las promesas escritas en el Antiguo Testamento, nacido del
espíritu de Yavé: “espíritu de inteligencia y sabiduría, de entendimiento y
fortaleza, de consejo y temor de Dios”.
Estando sin embargo sujeto por
su Origen a la estructura del Mundo Antiguo, y porque de entre todos los
príncipes del Cielo Él fue era el Rey de reyes, también a Él le tocaba obedecer
y sujetarse al decreto de Abolición del Imperio que su Padre dictara y estuvo
en la causa de la Batalla en el Cielo, de la que habla en su Libro,
Apocalipsis.
Al igual que lo hicieron los
Príncipes del Cielo también el Rey de reyes y Señor de señores debía deponer su
Corona a los pies de Dios.
Y así JESÚCRISTO lo hizo.
De manera que sujeto a la
condición de los particulares que bajo riesgo y cuenta propia emprenden una
revolución sin contar con más fuerza que el amor a la Verdad, también JESÚS fue
atrapado por los poderes reaccionarios de este mundo, y, consecuentemente,
entregado a los jueces de CRISTO para que fuera contado entre los malhechores
por enemigo de Dios y de la Humanidad.
Pero lo que no sabía nadie,
porque nadie podía saberlo, era que al regresar a su Mundo Jesucristo lo hizo
como Rey Todopoderoso y Omnisciente a imagen y semejanza de su Padre, y que
Glorificado de esta manera llevaba a su Casa una Nueva familia, su propia
Familia: Una Esposa, engendrada para unir a todo el Universo en una misma
Iglesia; unos Hermanos, cuyo Poder es el de Dios, que está en su Palabra; y
unos Hijos, nacidos para unir todo su Reino en una misma Inteligencia.
He aquí el Misterio del
Espíritu Santo. La Cabeza es Cristo Jesús, el Tronco es la Iglesia Católica, y
los dos Brazos son: el uno, sus Hermanos del Cielo, y el otro los Hermanos de
Cristo, de la Casa de Abraham. Aquí está el espíritu de Inteligencia:
“Pedid y se os dará”.
No lo dudéis, pedid
Inteligencia sin medida a la imagen y semejanza de la de nuestro Creador.
Pedid y recibiréis Inteligencia
sin medida para alcanzar todos los secretos del universo y de la naturaleza
humana.
Este es el Día de los hijos de
Dios de la descendencia de Cristo, fruto de su Matrimonio con la Iglesia. Este
es el Día sobre el que San Pablo escribiera:
“Tengo por cierto que los
padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que
ha de manifestarse en nosotros; porque la expectación ansiosa de la creación
está esperando la manifestación de los hijos de Dios, pues las criaturas están
sujetas a la vanidad, no de grado, sino por razón de quien las sujeta, con la
esperanza de que también ellas serán libertadas de la servidumbre de la
corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios”.
Efectivamente, en el Rey están
los tesoros de todas las Ciencias, presentes y futuras.
En Él están todas las
respuestas a todas las Enfermedades y a todos los problemas referentes a la
Organización de la Plenitud de las Naciones.
En Él están todos los secretos
del Universo y de la Naturaleza.
Él es el Hijo, y pone a
disposición de su Descendencia la Omnisciencia de Dios, porque como muy bien lo
dijera en persona:
“Todo lo del Padre es mío”.
En efecto, privada la
Inteligencia de los hombres del Espíritu de Yavé, sus pensamientos y sus
acciones derivaron desde el principio de la Caída hacia la destrucción, derivación
que Dios señaló diciendo:
“Cuando la cultives te dará
espinas y abrojos”.
Palabra que, habiendo sido los
hombres arrojados lejos de la Sabiduría, las generaciones interpretaron
carnalmente, como si Dios fuese de carne y la Imagen y Semejanza a la que
fuimos llamados se refiriese a la vida de las cabras y de las ovejas. Método de
Interpretación carnal de la Palabra de quien es el Omnisciente Creador del
Universo que las naciones europeas heredaron de los Antiguos, y como Caín se
encontró con la quijada, que Satán le sirvió para a cometer su fratricidio,
Lutero, su semejante, alzó el hacha de guerra contra su hermano Católico
creyendo que servía a Dios.
La sola idea de interpretar la
Palabra de Dios sin tener el Espíritu de YAVÉ, creer que Dios hablaba de “la
tierra” que pisan nuestros pies al decir : “Cuando la cultives te dará espinas
y abrojos”, es inevitablemente seguir los pasos de Caín, pasos que siguieron
Lutero y Calvino y arrastraron a las naciones cristianas al Odio preliminar
anterior a la Guerra Fratricida, que la Reforma consumó en la Guerra de los 30
Años.
Ese Método de orgullo que
desprecia lo que viene del Espíritu y se agarra exclusivamente a la carne fue
el legado de la Rebelión Fratricida Protestante a los hombres de ciencia,
quienes cultivando esa “tierra” se entregaron a crear armas de destrucción
global, acorde a la Palabra Divina :
“Cuando la cultives te dará
espinas y abrojos”.
Y lo hicieron con el mismo
escrúpulo con el que Caín mató a su hermano Abel, creyendo que le hacía un bien
al Futuro de la Humanidad.
Con todo y a pesar de los
acontecimientos la Palabra de Dios es Dios. Nada ni nadie puede impedir que su
Palabra se cumpla. No fuimos creados para ser sacrificados a la salud de la
Muerte. El Honor y la Gloria del Señor Dios YAVÉ vive en su Palabra. El Género
Humano fuimos sentenciados a prisión en las tinieblas de la Muerte, pero no
para siempre.
El Delito se sujeta a
Sentencia, pues si el Delito fuese bendecido por el Juez en razón de su
parentela con el Delincuente : al cabo del tiempo la Corrupción de una Justicia
que administra la Ley acorde a la relación entre el Acusado y el Juez le
abriría a la Guerra la puerta. De manera que siendo Incorruptible, el Padre en
Dios no podía interponerse entre el Juez en Dios y unos hijos delincuentes.
El Hombre, hijo de Dios,
habiendo transgredido la Ley quedó sujeto a la Sentencia debida a su Delito.
Creado para crecer en la
Inteligencia Creadora, la Omnisciencia Divina el Agua del que se alimenta el
Árbol de las ciencias, por el Delito cometido las raíces del Pensamiento
Científico Moderno fueron privadas de esa Agua, viniendo “esa tierra” a
producir las espinas y los abrojos de quien centra toda su gloria en
transformar la quijada de asno en el Arma Definitiva gracias a la cual la
Semilla del Diablo realizaría el suelo de Caín : recibir del Diablo el gobierno
de todos los reinos y naciones del mundo.
Todo Delito se sujeta a un
tiempo de prisión cuando no ha sido sentenciado a pena de Destierro de la Vida.
Vemos que el Hombre, creado para ser hijo de Dios, no quedó expuesto a esta
Pena Final, y sí a un tiempo de prisión, verdad que vemos en la Esperanza de
Redención Universal.
Porque de no haber habido
Ignorancia en el Hombre no hubiese habido Redención, es decir un tiempo de
prisión, cumplido el cual el Hombre sería liberado y su inteligencia, libre de
la Sentencia, volvería a dar fruto para la Vida eterna.
Cumplida la Redención, supimos
que el tiempo de prisión se consumaría, y el ser humano vería la puerta de la Omnisciencia
abierta a su inteligencia.
Glorificado el Redentor, y
sentado en el Trono del Rey Universal, Príncipe Sempiterno sentado a la Diestra
del Señor Dios YAVÉ, su Padre, la Libertad anunciada vino con Fecha, que habría
de cumplirse: Dos Mil años, al término de los cuales el Espíritu de Yavé
: “Espíritu de Sabiduría e Inteligencia, de Entendimiento y
Fortaleza, de Consejo y Temor de Dios”, se extendería por toda
la Tierra.
¿Pero quién recibirá si no
pide?
Pero quien pide lo hace con la
Confianza que viene de la Fe en la Invencible Existencia del Hijo de Dios,
porque nadie recibe si no es antes engendrada en él esa Fe que traspasa la
eternidad y nos hace a todos hijos de Dios en el Seno de su Esposa y Madre: La
Iglesia Católica.
De aquí que el Espíritu Santo
hablase de una Generación de hijos de Dios, nacidos de Cristo, su Padre,
engendrados para disfrutar de la Gloria de la Libertad de quienes siendo hijos
del Señor Jesús y su Esposa son por Derecho de nacimiento hijos legítimos y
verdaderos de Dios.
Consumada la Expectación que
durante estos Dos Mil años ha tenido a la Creación entera con el corazón en un
puño, pero confiada en la Veracidad de la Palabra de Dios, entramos en la Edad
de los hijos de Dios de la Casa del Rey y Señor, Dios Hijo Jesucristo, quien
engendra en su Pueblo hijos para la Sabiduría, de la mano de quienes las
naciones abandonaremos un mundo fundado en los pilares de la Guerra Fratricida
Mundial y conduciremos a las naciones a una Civilización Universal establecida
sobre la Roca de la Verdad, la Justicia y la Paz, de la cual surgen las aguas
de la Fraternidad, la Libertad y la Igualdad.
Así pues, todas las ciencias
actuales estando al servicio de la destrucción de toda vida en la Tierra,
habiendo cumplido en su cuerpo la Maldición escrita, han sido una Introducción
a la Ciencia de la Creación, que Hoy va a dar su fruto en el Espíritu de Yavé a
un Crecimiento sin límites de Tecnologías al servicio de la Paz y la Salud del
Género Humano.
La Libertad alcanzada, el
Hombre una vez de regreso a los brazos de su Creador como Ciudadano del Reino
de su Hijo, Dios continúa su Creación para conducirla al Fin desde el Principio
buscado : el Hombre es el Género Humano, todos somos un único Pueblo, una única
Nación Viva, el Hombre vive en cada uno de nosotros, células individuales de un
Cuerpo Universal cuya Cabeza es el Rey, JESUCRISTO, de quien este Árbol recibe
el Agua de la Vida Eterna.
Dios no miente, nos ha
alimentado y guardado durante los días de Prisión para esperarnos a la salida,
en el Día de la Libertad, con el Vestido de su Espíritu:
“Espíritu
de Sabiduría e Inteligencia,
de
Entendimiento y Fortaleza,
de
Consejo y Temor de Dios”
CONCLUSIÓN
Nada ni nadie puede detener el curso de la Historia escrita por
Dios. Aunque sentenciadas las naciones a vivir en sus carnes la Ciencia del
Bien y del Mal, el tiempo de prisión, no siendo la Sentencia de Pena de Muerte,
es decir, de Destierro de la Vida, una vez acabado el tiempo de ruptura entre el Creador y su Criatura, la
Libertad vendría con la Gloria Natural de quien vino para poner la Historia en
el Camino a Nosotros, su Descendencia, en orden a lo cual firmó un Testamento,
sellado con su Sangre, dejando en Herencia a su Esposa su Alma, que es su
Cuerpo, y a sus hijos, nacidos de Ella, su Espíritu de Inteligencia.
En efecto, ha querido Dios, habiendo
refundado su Creación en la Corona de su Hijo, y habiendo sido formado, aunque contra
su Voluntad, nuestro Mundo en las Artes de la Guerra; ha querido Dios que nuestro
Mundo entre en su Creación como un Cuerpo de Naciones formadas en su Espíritu,
para quienes la Guerra es una Abominación, la Paz la Luz que llena con su
Belleza todos los pueblos de su Reino, por Amor al Rey poniendo a sus pies
todos sus ejércitos, que no conocen más Ley que la Suya ni reconocen más Voz
que la de su Corona. De esta manera, la Salvación de la Creación entera queda
establecida por la Eternidad. Pues su Reino en el Hombre vivirá en la Tierra
como en el Cielo, por la Eternidad enemigo sin fisuras de la Ciencia del Bien y
del Mal, Columna todopoderosa en Defensa
de la Paz Universal Sempiterna.
Esta es la Nueva Creación que
Dios dispuso, la Herencia de los hijos de los hijos de Dios sobre la que escribió:
“Tu Descendencia se apoderará de las puertas de sus enemigos”.
Forjados en los fuegos de la
Guerra la Plenitud de las naciones del Genero Humano se arrodilla en Adoración a
su Rey, para servirle su Corona como Ejército Unificado Universal que no
reconoce más fronteras que las de su Señor y Rey, y nace con Jurisdicción Universal
para defender la Paz y la Justicia de su
Corona desde un rincón al otro del Paraíso de Dios. Esta es Obra de Dios Padre
Omnisciente, Creador del Universo, quien ha querido que el Pueblo que ha
sufrido en sus carnes el infinito Mal de la Ley de la Guerra, suba a su Reino
para levantarse como Columna Invencible contra cuyo Cuerpo, teniendo su
Fundamento en Roca Divina, heredando su Fuerza, se estrellen las olas de la
Muerte.
En el Hijo de Dios, por tanto,
tenemos la Puerta abierta a la Omnisciencia de quien con su Inteligencia
Creadora armó un Nuevo Cosmos, se ha creado un Universo para sí en el que la creación,
libre de la Muerte, se ha sido levantado a la Vida Eterna natural a su Creador.
Todos los males que le afectan a la Humanidad proceden del Orgullo Maligno que
le hace creer a los hombres que su Razón es Todopoderosa, y en su
enfermedad patológica se niegan a
levantar su cabeza al Hijo de Dios para pedirle Inteligencia sin límites a su
imagen y semejanza. Demenciados por su creencia maligna en el todopoder de la razón científica hunden el mundo en el abismo
de su autodestrucción a la vez que le prometen la salvación que aniquilan con
el fruto de sus pensamiento, palabras y obras. Ciertamente la Sentencia debía
cumplirse, “te producirá espinas y abrojos”, efecto de cuya cosecha sería la autodestrucción,
pues “polvo era y al polvo volverás”.
Mas no quiso Dios que su
Palabra fuese vencida por la traición de un demente, y dispuso que la Puerta de
su Omnisciencia se abriese antes de
producirse la Caída Final del Hombre en el Abismo de su suerte. Creado para
crecer en su Omnisciencia, el Hombre regresa a su Casa Divina para gozar del a
Inteligencia sin límites natural a todos los hijos de Dios. Porque cuando el
Hijo de Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza” declaró
en Dios la participación de todos en el Espíritu de YAVÉ, Padre de todos, de
quien Él era hijo , y por quien todos heredan su Espíritu.
Alegría en la gloria de la
libertad de los hijos de Dios, porque el Pensamiento del Hijo de Dios es el
Pensamiento de todos los hijos de Dios, del Cielo como de la Tierra. El
Principio de todos es Dios. El Origen de
cada uno puede ser este universo o el otro, pero el Principio de todos vive en
el Espíritu del Creador, en quien viviendo la Sabiduría se aplica a su Ser las
palabras de Salomón:
“En ÉL hay un espíritu
inteligente, santo, único y múltiple, ágil, penetrante, inmaculado, claro,
inofensivo, benévolo, agudo, libre, bienhechor. Amante de los hombres, estable,
seguro, tranquilo, todopoderoso, omnisciente, que penetra en todos los
espíritus inteligentes, puros, sutiles. Porque SU Sabiduría es más ágil que
todo cuanto se mueve, se difunde su pureza y lo penetra todo; porque es un
hálito del poder divino y una emanación pura de la gloria del Dios Omnipotente,
por lo cual nada manchado hay en ÉL. Es el resplandor de la luz eterna, el
espejo sin mancha del actuar de Dios, imagen de su Bondad. Y siendo uno todo lo
puede, y permaneciendo el misma todo lo renueva, y a través de las edades se
derrama en las almas santas, haciendo amigos de Dios y profetas; que Dios a
nadie ama sino al que mora con la ÉL. Es más hermoso que el sol; supera a todo
el conjunto de las estrellas, y comparada con la luz queda en primer lugar.
Porque a la luz sucede la noche, pero la maldad no triunfará de DIOS”.
También decir lo que el Espíritu
Santo: A quien le falte ciencia, entendimiento, inteligencia, pídala a Dios, pero
pida sin Dudar, que se le dará, “porque quien pide recibe”. La Palabra de Dios
es Dios, así que pedid sin desconfianza, con la Fe de quien sabe que la Gloria de Dios está en su Palabra y por su
Gloria y Amor al Hombre le dará lo que pide a quien le busque, abriéndole la
Puerta a su Omnisciencia, en la que reside la Respuesta a todas las Enfermedades
y Males de nuestro Mundo.
Lo que el Hijo hizo por su
Poder, el Hombre lo hará por la Ciencia que viene de su Gloria. El tamaño y la
profundidad de lo que conocemos es una fina membrana sobre el océano de las
ciencias sobre cuyo cuerpo Dios ha creado el Cosmos y forma el Árbol de los
Universos que arman su Creación. La Imaginación Científica Moderna es la de una
criatura racional de inteligencia limitada sujeta a la ilusión de un
pensamiento abierta al conocimiento infinito del Origen y Estructura del
Cosmos; y mientras desarrolla esta ilusión
hunde en el precipicio de su extinción a toda vida sobre la Tierra, cumpliéndose
en la Ciencia lo que el Espíritu Santo escribiera: “Deseo hacer el bien, pero
es el mal todo lo que obtengo”.
El Deseo de hacer el Bien
y dar Fruto de Bien, para bien de todos, se cumple únicamente viviendo en el
Espíritu de YAVÉ: “Espíritu de Sabiduría e Inteligencia, de Entendimiento y Fortaleza,
Consejo y Temor de Dios”. Porque siendo Verdad Absoluta Eterna que Dios es Amor,
y Amor de Padre, olvidar que en Dios vive un Amor infinito y eterno por la
Verdad, la Justicia y la Paz es, simplemente, autosentenciarse a pena de Destierro de la Vida. Dios no condenó a Satán, simplemente se limitó
a firmar la sentencia que aquella generación de hijos rebeldes firmó contra sus
propias cabezas. Dios es Amor, pero a su Espíritu es debido el Temor de quien
ve en ÉL, no únicamente un Padre, sino también a Aquel Ser Increado, UNICO DIOS
que la Increación conoció, cuya Personalidad ha sido formada por la Sabiduría
en las fuegos de la Eternidad, y amando quien es, dice de Si Mismo : “YO SOY EL
QUE SOY”.
Amén.
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