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BIBLIOTECA DE HISTORIA UNIVERSAL DEL CRISTIANISMOY DE LA IGLESIA |
INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA UNIVERSAL DEL CRISTIANISMO
INTRODUCCIÓN
A LA HISTORIA UNIVERSAL DEL CRISTIANISMO
Entender el
desarrollo de Historia de las Naciones sin la presencia de la Iglesia Católica es
suponer que la Tierra puede existir sin su núcleo, los animales sin el instinto
y el hombre sin la inteligencia. ¡Mucho suponer!
Verdad es, la
Ciencia grabó la “omnipotencia de su Razón” en la que podemos calificar la “placa
madre” de la conducta del Pensamiento Moderno del Siglo XX; de manera que de
acuerdo a aquel modelo de razonamiento todopoderoso, lo que implica y conlleva a
la omnisciencia del Ateísmo, su programa ideológico vino a resumirse en estas
sencillas declaraciones existencialistas: “no existe lo que es, sino lo que la
Ciencia dice que existe; y a pesar de no existir lo que dice la Ciencia que exista:
no tiene ninguna importancia lo que pueda decir, diga o quiera decir, quien no
es de profesión un científico-ateo”
Pasó en el
mundo del Ateísmo Científico lo que pasó en el Globo de la Política Progresista
de principios del Siglo XXI, cuando el Político secuestró la voluntad democrática
del pueblo, y el NO-Político tuvo derecho a la Crítica, pero no a la
Palabra.
Hablando de
la Inteligencia, núcleo duro del cerebro humano, que es al hombre lo que el
instinto a los animales; sin la cual, la inteligencia, su existencia en la
Tierra se hubiese colapsado durante la Naturaleza Salvaje de las Eras
Prehistóricas, por ausencia de garras, colmillos y la fuerza natural a las
bestias; inteligencia cuyo norte, horizonte y sentido de ser es la Palabra,
todo hay que decirlo: ni al científico ni al político les interesó la Verdad de
la Inteligencia más allá de su relación con la Gloria y el Poder.
Hubo un
tiempo, durante la Infancia de la Ciencia y de la Política, cuando la Ciencia
tuvo la Verdad por emblema, y la Política la Revolución por bandera, cuando el Político
y el Científico buscaron la Verdad por la Verdad… En fin, hoy por hoy, esto es un
cuento de viejas. El hecho es que con la muerte de Sócrates la Verdad fue
enterrada en los calabozos de los intereses de la Política. Y ahí ha estado
desde entonces.
La Historia
del Imperio Romano lo confirma, la Inteligencia pasó a ser la esclava de lux
del Poder. La Ciencia humana se hundió en los abismos de su esclavitud a la
Política, y su libertad vino a depender de la calidad de su servicio al Amo,
sin importarle valor moral o ético alguno, excepto el que el Poder tuvo por
natural al Imperio de su voluntad.
La Historia
del Mundo antes del Nacimiento del Cristianismo está escrita. Antes de Cristo las
imágenes del hombre, que los sabios se formaron, y la Imagen del Hombre creado
por Dios chocaron a muerte. La exposición en la Cruz de la Imagen Divina del Hombre
trajo a luz el verdadero rostro del “hombre Antiguo”: bestia depredadora que
alimentó a sus animales domésticos con carne humana.
Desde el
Oriente Lejano al África Salvaje, desde Alaska a la Patagonia “el sacrificio
humano a la salud de los dioses” levantó en el lecho de un mar de
sangre una tumba a la Verdad Universal de la Inteligencia de los Siglos, de
cuyo fondo nadie creía que fuese posible rescatar la Verdadera Imagen del Hombre
creado por Dios, y menos que fuese a extender su Luz sobre las naciones de la
Tierra.
A la altura
del Nacimiento del Cristianismo no había hombre que buscase el Bien Universal;
todos tuvieron por verdad un único propósito: sobrevivir
a costa de la sangre de las naciones vecinas. La ley del más fuerte por gloria desplazó
a la Verdad el mismo día en que un hermano dejó caer sobre el cráneo de su
hermano la fuerza de su brazo criminal. Todos los hombres devinieron criminales;
quienes no seguían el camino de la sangre pagaban el precio con el
derramamiento de la propia.
La mentira,
la traición y el odio devinieron el pan de cada día. La herencia de un siglo al
siguiente, de un Milenio al otro, fue un cráneo de guerra cada vez más sofisticado.
Todos y cada uno de los pueblos se entregaron a la búsqueda de ese arma
definitiva que habría de darle el Imperio del Mundo a quien la descubriese. La
nación, pueblo o tribu que no se sentase alrededor de la mesa que Satán levantó
a la salud de la Muerte del Género Humano, para que demonios y hombres se
emborrachasen con sangre … ésa … perecería.
Los
historiadores modernos rompieron una lanza a la salud de aquel Mundo Antiguo, y
sin honor ni vergüenza glorificaron la Civilización de aquel infernal Imperio
Romano cuya ley devino el Modelo a cuya imagen y semejanza levantó su
civilización el Imperio Británico.
Terror y
Miseria fueron los dos brazos de aquel Mundo Antiguo perdido en las tinieblas
de una inteligencia que vendió la Verdad al Poder. Y si hablamos del Imperio
Romano, en tanto en cuanto la degradación que mejor explica lo que
el hombre devino a la altura del Nacimiento del Cristianismo, no es
porque las demás civilizaciones hubiesen sido mejores, simplemente es lo que
más cerca tenemos y cuya Historia, por mejor documentada, mejor conocemos.
Ya sabemos
que lo lógico en un criminal es ocultar las huellas de sus crímenes; lo
contrario, creer que el delincuente va a confesar su crimen significa renunciar
a la Inteligencia; siguiendo esta norma los imperios anteriores al Romano se
preocuparon de borrar el horror de sus Memorias. De hecho, a día de hoy tenemos
quienes en su pasión sin límites por el Poder glorifican la
civilización sangrienta de la que fueron liberados los pueblos aborígenes mesoamericanos
por el Imperio Español.
Sí, es
cierto, los naciones cristianas cometieron muchos errores durante el Crecimiento
y Formación de su Historia Universal. Pero comparando sus aciertos y sus
errores con los de las civilizaciones del mundo antiguo podemos afirmar que el
peor de sus errores fue infinitamente más positivo para el crecimiento del
mundo actual que el mejor de los aciertos de aquellos pueblos
sumidos en las tinieblas de imperios y reinos cuya ley fue el Terror sobre el propio
pueblo y el Odio contra los pueblos vecinos.
El Hombre se
había metido en la piel de una bestia, la más depredadora, salvaje y sangrienta
jamás nacida de las entrañas de la Tierra. ¿Qué lugar podía tener aquella
Esperanza de Noé, Abraham, Jacob y David, abandonada a buscarse la vida en
aquella selva de monstruos devorándose los unos a los otros por el Poder
Imperial? Jerusalén había renunciado a mantener vivo en su Templo y su pueblo
aquel sueño de redención mundial de unos patriarcas y héroes nacionales cuya
naturaleza ya nadie podía discernir.
Los
historiadores modernos, liderados por las escuelas anglosajonas, enemigos a
muerte de la Iglesia Católica, maquillaron el rostro de aquel Mundo Antiguo
fundado sobre hierro y fuego; no teniendo otro Modelo para edificar su Imperio
prefirieron glorificar el Romano acusando al Cristianismo de haber sido la
causa directa de su Destrucción.
La
barbaridad que esta acusación supone da cuenta de la barbarie que sellaron con
sus guerras religiosas las naciones nacidas del Protestantismo. Pero el juicio
sobre esos Imperios es asunto exclusivo del Juez Divino.
Volviendo al
Principio, el Cristianismo existe porque un Hombre resucitó aquella Esperanza
que Jerusalén arrojó de su alma; ese Hombre, cuyo Nombre Nuevo todos conocemos,
CRISTO, la recogió del suelo, y la legó en Testamento a su Casa en el
Espíritu. Todos conocemos Su Nombre, quién fue, quién es, y lo más importante :
“de dónde vino”.
Porque, en
efecto, la Primera Corona que posó su gloria sobre una cabeza humana “bajó del
Cielo”. No lo dice un hombre del Tercer
Milenio de la Era de Cristo; está escrito en documentos ajenos al Antiguo
Testamento, documentos sumerios hasta ayer mismo desconocidos, desde lo que
debe afirmarse lo que antes se negara:
“las piedras hablan”,
todo lo que
necesitan es un traductor.
La
restauración de aquel Reino Perdido, el Primero que existió entre las familias humanas, nos relata un “descenso del Cielo” de
la Corona de Adán, padre de Israel. Tres Milenios más tarde nadie en la Tierra podía
imaginar que el propio Rey en Persona “descendiese del Cielo”.
A nadie le
cupo en la cabeza la posibilidad de semejante “descenso del Cielo” del Rey en
Persona. Pero es lo que vino a suceder: El Rey del Cielo descendió en Persona a
la Tierra para hacer de los pueblos de la Tierra Ciudadanos de su Imperio.
Este
acontecimiento para la eternidad, que transformó la misma estructura del Reino
de Dios, fue sellado con la sangre de los Primeros Cristianos, siendo el
Primero de todos el propio Cristo, hijo de David, cuyo Nacimiento fue Encarnado
por el Hijo de Dios, según todos sabemos y la Iglesia Católica Romana ha venido
defendiendo durante los dos mil años que han pasado desde entonces hasta
nuestros días.
La Historia
de la Iglesia Católica es la Historia de estos dos mil años
de Defensa de ese Acontecimiento contra todas las fuerzas que la
Muerte y su hijo Satán levantaron, en guerra de destrucción absoluta contra la
Iglesia Católica, edificada por los Apóstoles sobre la Piedra que Dios fundó
delante de sus Hermanos en el Espíritu.
No hay
historia perfecta de la Iglesia y del Cristianismo. El Mundo Antiguo fue
borrado y un Mundo Nuevo tuvo su Comienzo. Y aunque un hombre espiritual había
sido engendrado, su carne procedía de aquella bestia bárbara que
sacrificó sus hijos a los árboles del bosque y se emborrachó con la
sangre de sus enemigos servida en cráneos pulidos. Olvidar este
detalle y creer que de la roca bruta se puede crear una
estatua de belleza perfecta, sin el trabajo y la paciencia de un genio único,
es creer que los burros vuelan y que Enrique VIII fue un santo. Esta creencia
para mentes sin inteligencia es la que los historiadores modernos,
hijos de las Rebelión Anglicano-Protestante, vinieron a imponer en sus
escuelas.
I
De hecho si
Dios soporta una oposición a Su Iglesia es por darle a todos los hombres una
oportunidad final de deponer las armas y abrazar la Verdad como Origen y Fuente
de la Justicia y de la Paz. La verdad es que su Hijo es el Dios que dijo “Haya
Luz; y la Luz se hizo”. Conociendo esta Verdad el Apóstol escribió:
“El Verbo,
la Palabra, el Hijo de Dios, se hizo Hombre, y hemos visto su Gloria, la Gloria
del Hijo Unigénito de Dios”.
Basta ya,
pues, de medias tintas y de timideces. Dios no quiere que nadie muera. La
Creación está basada en el Principio de la Vida Eterna a imagen y semejanza de
su Hijo, y nada le es más grato al Creador que toda su Creación corra a
adquirir la Ciudadanía de su Reino. Pero el que elija no querer vivir
eternamente a la luz de la Verdad, y prefiera declararse el enemigo de Su
Reino, que así sea, nos limpiaremos el polvo de nuestros pies y seguiremos
nuestro Camino hacia la Adhesión de la plenitud de las naciones de la Tierra al
Reino del Hijo de Dios. Este es el Fin Divino para el que hemos sido
engendrados, e investidos de la Invencibilidad del Espíritu de la Palabra,
aquel Mañana anunciado desde el Principio: “La Creación entera aguarda
expectante la manifestación de la gloria de la Libertad de los hijos de Dios”, es
Día ha llegado. Es Hoy.
El Día de la
Libertad ha amanecido, Dios lo ha anunciado dando a conocer su Voluntad
Unificadora.
Así pues, y
tal cual hemos recibido de los labios de la Esposa del Señor Jesús, Nuestro
Padre que está en los Cielos, el Creador no se relaciona con Su Creación desde
el Poder. Su relación con la Vida se funda en el Amor, y Amor de Padre a hijo.
El mero
hecho de medirse con su Criatura en el terreno del Poder de su Creador es un
insulto a Dios. Y desde la Criatura, una locura.
Nadie crea
que por el Poder o por la Ciencia puede ganar el Corazón de Dios. Mas, como
todos sabemos, y lo sabemos porque el Libro de la Historia está para que lo
recordemos, en tiempos de grandes acontecimientos como los que vamos a vivir en
este Siglo, en la tierra de la ignorancia brotan fanatismos que, en su
patología, en lugar de acercar a Dios conducen a las gentes a las filas de su
Enemigo. Es por esto que la Memoria Histórica del Cristianismo es Vital para no
caer en los errores del Pasado.
Un hombre
sin Memoria, digámoslo todo, es un enfermo. Un hombre con una Memoria mutilada
o manipulada es un discapacitado intelectual. Ambos son carne de cañón para
quienes buscan la transformación del ser humano en una bestia a su servicio. A donde
conduce esta transformación lo sabemos todos; quienes la buscan, niegan
que la conversión del hombre en un esclavo al servicio de
sus intereses y ambiciones sea una abominación; quienes la abominamos,
preferimos la muerte a devenir esclavos de quienes eligen ser reyes en el
infierno a simples ciudadanos en el Reino del Hijo de Dios. En definitiva es de
esto de lo que se trata, renunciar o aceptar la Ley Universal.
Así pues, la
Inteligencia Divina no puede permitir que la Materia prime sobre el Espíritu,
ni la Muerte sobre la Vida. Discutir alrededor de la mesa de la Historia la
naturaleza de esta Guerra “entre lo que estamos llamado a ser y somos”, y lo
que quiere el mundo que seamos y nos negamos a ser”, supera los trámites de una
visión general sobre nuestros orígenes.
Las Edades
del Cristianismo están escritas. La riqueza de las victorias del Cristianismo
han enriquecido el progreso de la civilización. Desde los Orígenes Bárbaros de
las grandes naciones cristianas creadoras de la Edad Moderna, a nuestros días,
una Biblioteca sin par, ni igual entre las bibliotecas de las civilizaciones no
cristianas, ha sido escrita. Bajo el Signo de Cristo han
crecido todas las joyas de las que al presente nos gloriamos de haber conocido
y amar: Ciencias, Artes, Derecho, Organizaciones Internacionales…
Todo lo que consideramos bueno y digno de ser cultivado encontró en la
Civilización Cristiana primero su refugio, luego su casa, y finalmente un
terreno en el que construirse un futuro libre.
Lamentablemente
la razón humana valora más un error que mil aciertos, perdona un genocidio pero
no absuelve un homicidio; tolera la corrupción y no soporta la honestidad de
quien ama la verdad sobre todas las cosas. Así que, en cuanto ese futuro se
hizo, las Ciencias, las Artes, el Derecho y las Organizaciones Internacionales
mediante el subterfugio de Guerra entre la Razón y la Fe, se declararon en
Rebelión Abierta contra el Espíritu Cristiano que las rescató del sepulcro. La
Historia del Cristianismo es también la Historia de aquella Guerra de la Fe por
sobrevivir a las fuerzas que la Razón, creyéndose todopoderosa, levantó contra
la Iglesia.
II
Más allá de
esta realidad visible los hijos de Dios nos enfrentamos a un Acontecimiento Maravilloso:
el Fin de los Tiempos durante los cuales la Historia de nuestro Mundo estaría encadenada
a la Ley de la Ciencia del Bien y del Mal. La Victoria del Hijo de Dios sobre
el Enemigo de su Reino cambió el Fin al que su Enemigo quiso conducirnos a
todos los pueblos, término al que aún no ha renunciado y tal cual vemos al
presente sigue buscando desesperadamente.
Es decir, la
Historia del Mundo es Historia del Cristianismo, porque, como dije
antes, sin la Existencia del Cristianismo no existiría Mundo sobre el que
escribir Historia alguna; y, evidentemente, sin la Vida de la Iglesia Católica
no existiría el Cristianismo. De tal forma que si la Iglesia Católica pereciera
el Cristianismo se hundiría en el polvo, y una vez el Cristianismo se
extinguiese cesaría la Vida del hombre en la Tierra. No hablo en vano. Basta
abrir la Memoria de Europa para ver cómo la Iglesia Católica ha sido esa Ciudad
de Dios continuamente asediada por enemigos externos e internos, Historia que
demuestra la veracidad de la conclusión unos segundos antes expuesta. Si
alguien quiere destruir el Cristianismo primero debe echar abajo la Iglesia
Católica; una vez ésta reducida a escombros, el Cristianismo se
hundiría en la memoria de los siglos, siendo el resultado final
buscado por el Enemigo de Dios la extinción de vida inteligente en la Tierra,
horizonte que los conjurados en la actual Alianza de
Civilizaciones no ven, porque no ven que quien los ha reunido
alrededor de una misma mesa es el mismo sujeto a quien el Hijo de Dios le dijo: “Vade retro
Satanás”.
Sobran las
palabras cuando el Libro de las Victorias de la Iglesia Católica, sobre todas
las fuerzas que la Muerte y su Príncipe Maligno le suscitaron a
través de los siglos, está escrito, y su lectura es libre.
III
Pero
regresando al Principio, el Fin Natural al que es conducido todo Mundo
encadenado al Muro de la Ley de la Ciencia del Bien y del Mal es su regreso al
polvo: extinción y desaparición de la faz del Universo. Buscándonos un Camino a
la Vida, Jesucristo conquistó el Corazón de Dios abriendo la Puerta de la que
nadie excepto Él posee la Llave: el Amor a Dios, en tanto que Padre, y al Dios
que dice de Sí mismo: “YO SOY EL QUE SOY”.
Llega
siempre para todo hijo ese momento de ver a su padre como hombre, y sin dejar
de ser su hijo ver al hombre. Esta visión puede ser dramática, y en muchos
casos crear una muralla contra la personalidad humana del hombre que lo trajo
al mundo. Este es el encuentro al que el Hijo de Dios se enfrentó al venir
al Mundo; desde la Tierra, mirando a Dios desde el Ser, contempló su
Personalidad. Personalidad ante la que cayó rendido.
No menos
rendido que cayó Dios ante este Hijo por Amor al cual el Fin Natural a la
Condena de la Transgresión del Hombre fue revolucionada de tal manera que el
Epílogo de la Tragedia del Género Humano vendría a ser el Prólogo de una
Historia Feliz. ¡Contra natura la Tragedia del Genero Humano tendría un Final
Feliz!
Esta es la
Victoria de Jesucristo, celebrada en el Cielo por toda la Casa de Dios, según
leemos en el Epílogo de Su Libro; celebrada por siglos de generaciones
cristianas, y a ser ensalzada por los hijos de Dios en la Tierra durante los
siglos que vienen, y por la Eternidad será la Memoria de la Iglesia Universal,
que en este Siglo destruirá la Obra de la Muerte y su Príncipe.
El Decreto
de Dios contra la Muerte y Satanás proclama su Destierro de la Tierra. La
Llamada a todos los hijos de Dios, de los Cielos y de la Tierra, a Unidad y
Obediencia al Rey Todopoderoso, para juntos destruir la Obra que el Enemigo del
Reino de Jesucristo ha levantado en nuestro Mundo durante estos siglos pasados,
es una Llamada viva. Aquel que no obedezca la Voluntad Unificadora de Dios y
permanezca de rodillas ante las tradiciones y las iglesias nacionales será como
el polvo que el Viento del Espíritu levanta y arrastra lejos del Camino.
El enemigo
del Dios y del Hombre hará lo que le es natural, intentar conducir a la
Extinción a todo el Género Humano antes de ser desterrado de la Tierra. La
ignorancia sobre sus métodos y sus mentiras es su arma para agarrarse a la
Tierra y permanecer en el Mundo, pues a él le fue dada la corona del Mundo el
día en que se la arrebató a Adán.
El Hijo de
Dios rechazó la corona sobre todos los reinos de la Tierra que el Maligno le
ofreció, con su Rechazo manifestando, delante de la Creación entera, cuyos ojos
estaban fijos en Él, que su Reino no está basado en el terror a la Omnipotencia
de un Ser Divino al sonido de cuya Voz el Espacio y el Tiempo se pliegan como
si fuesen sus más fieles esclavos.
El Reino del
Creador del Universo, en orden al cual el Infinito y la Eternidad se hicieron
una sola cosa con el Ser Divino, está basado en el Amor de Dios a la Vida.
Dios no
quiere esclavos, Dios no busca gloria en sus criaturas, Dios no crea para ser
aplaudido.
Dios crea
por Amor, y sólo ante el Amor abre su Ser.
“Vade retro
Satanás” es el rechazo Absoluto y Eterno del Cristiano a una Relación del
Creador con su Creación en base al terror del Infinito Poder de Dios. “Hagamos
al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza”, ergo: un hijo de Dios, es
una Declaración de Amor Verdadero sin límites del Creador hacia su Creación.
Contra esta Verdad sempiterna levantó el Diablo la Tormenta de aquella Rebelión
Protestante, que proclamó ser Dios el Señor del Terror ante cuyo Poder todo el
mundo debe plegar sus rodillas, o morir.
El
Anticristianismo del Manifiesto Protestante no podía ser más satánico.
Teniendo
pues delante el Decreto de Dios por el que se consuma “el Tiempo de la
Expectación angustiosa de la creación”, y concluyen los tiempos durante los
cuales “el Rey debía permanecer sentado a la Diestra de su Padre hasta que sus
enemigos estuviesen en el escabel de sus pies”, siendo aquel Mañana nuestro
Hoy, y conociendo el Odio del Enemigo del Hombre, es bueno que la Memoria
Histórica del Cristianismo, en la que el Infierno ha estado operando para
destruir a la Iglesia y al Género Humano, sea abierta a todos los cristianos:
para no dejarse arrastrar hacia los errores en los que una vez cayeron nuestros
pueblos. Pues la Muerte reaggiorna sus
Mentiras, para que vestidas con una máscara diferente conduzcan al abismo a los
ignorantes que, engañados por ella, se dejan arrastrar al bando contrario de
Cristo en la creencia de estar luchando por la causa de Dios.
La Necesidad
de destruir a la Iglesia Católica fue de primer orden para el Diablo y la
Muerte, a fin de que siendo destruida no diera a luz a los hijos de su Señor,
cuya Herencia no es otra que la Gloria de la Libertad de los hijos de Dios a la
Imagen y Semejanza del Primogénito de todos, y Padre Nuestro. El Espíritu de
Inteligencia Divina es nuestra Herencia, y por Él somos conducidos a la Batalla
Final, abierta contra el Enemigo de Nuestro Dios y Rey, en la consciencia de
nuestra Invencibilidad llamando a todos los hombres a abandonar sus posiciones
y venir todos al Reino de la Verdad.
Dos líneas
de acción son las nuestras: Combatir el Mal y Hacer el Bien, y ambas a Imagen y
Semejanza de quien llamándonos a Su Vida y, habiendo perdido nuestro Mundo el
norte del sentido de su existencia, se hizo Hombre para decirnos “HE AQUI EL
HOMBRE”.
IV
Ya en el
terreno de la Lectura de la Historia Universal del Cristianismo en Lengua
Española y una vez introducidos en la Herencia Intelectual que debiera ser
Libre, y obligatoria esta Libertad para todos los pueblos, observo dos
detalles. El primero es que la Lengua Inglesa ha vertido en su Biblioteca
Historias del Cristianismo mucho más amplias que las que la Lengua Española ha
vertido a la suya.
El segundo
detalle que observo en las Historias en Lengua Española es su carácter
apologético de la Curia. La Odisea de las Naciones cristianas es
casi invisibilizada. La amplitud del tema excusa este apocamiento,
reducido al status quo de historiadores de reyes contratados para ensalzar a
sus amos y borrar todos sus defectos. Y no digo esto para criticar a la Iglesia
Católica; siendo mi Madre queda muy lejos de mi espíritu una actitud de
deshonra. Pero haciéndolo así, reduciendo la Historia Universal del Cristianismo
a las peripecias de la Curia y de los reyes, los historiadores del Cristianismo
cometen el error de dejar fuera de esta Odisea a quien sin él, el Pueblo
cristiano, no hubiese habido ni Curia ni reyes cristianos. En fin, esperemos
que en este Siglo se escriba la Historia Universal del Cristianismo para ser
Asignatura Oficial en el Edificio de la Formación del Ser Humano a la Imagen y
Semejanza de los hijos de Dios.
V
De la otra
parte y ya centrados en la Vida Eterna en la que caminamos, la Historia del
Cristianismo es un encuentro en vida con quienes vamos a convivir por la
Eternidad. Los hombres y mujeres que han escrito sus nombres en el Libro de la
Historia del Cristianismo son hombres y mujeres con los que compartiremos
Ciudadanía Eterna. Todos hemos sido creados para ser herederos de esa
Ciudadanía. Todos hemos sido creados para participar en la Vida del Dios de la
Eternidad y del Infinito como Ciudadanos de su Mundo. El conocimiento de
quienes han portado la Llama de la Fe a través de los Siglos y nos la han
pasado a nosotros para que la Carrera no se detenga, pues sólo Dios sabe cuándo
la Historia del Género Humano empezará a escribirse desde el Mundo Eterno que
nos aguarda; ésos hombres y mujeres nos quitan el Miedo, el Temor a dar un paso
adelante y cruzar la Puerta de la Vida Eterna.
Insisto: La
Creación no es un Acto de Terror concebido por un Dios Maligno ocultando su
designio infernal a sus Criaturas, quienes engañadas para vivir en el Paraíso
se encuentran de pronto arrojadas al abismo. El Hijo de Dios en persona vino
para quitarnos de la cabeza este Miedo, esta Duda. Él no fue un fantasma,
un dios oculto luterano-calvinista seduciendo a una generación
para enseguida entregarla al matadero de la Guerra de los Treinta Años. Todo lo
contrario. Y ningún Discurso puede ser más convincente, definitivo y
maravilloso que la Vida de sus Discípulos. Lo cual nos da fuerza para volver a
levantarnos cuando caemos y seguir corriendo a pesar de los malos momentos.
Ellos nos enseñan que la Vida Eterna comienza aquí.
Hemos sido
creados para ser eternos. Hacemos esta elección libremente. Nuestros padres nos
condujeron a la Puerta, pero cruzarla es un ejercicio de Poder sujeto
exclusivamente a la Libertad de cada hombre y mujer. Quienes la cruzamos
vivimos en la Eternidad, y en esta Razón nuestro comportamiento se rige por una
Ley infinitamente superior a las leyes nacidas de la Ciencia del Bien y del
Mal. Todas las leyes creadas para justificar el Crimen Fratricida van a pasar;
han gobernado el mundo temporalmente hasta Nuestra Llegada.
Somos
Ciudadanos de un Reino cuyo Rey es Dios. La Gloria de nuestra Libertad nace en
su Libertad Todopoderosa. Por este Poder resurgimos de las cenizas y creamos un
Mundo en el que las Ciencias, el Derecho y las Artes pusieron los Fundamentos
de nuestra Civilización, que proyectamos a las Cinco Regiones del Mundo, y sin
Nosotros, el Pueblo Cristiano, las naciones que hoy levantan orgullosas sus
brazos para acometer nuestro Genocidio se habrían hundido en el mundo de las
bestias.
No conocer
Nuestra Historia es un delito contra la inteligencia. Si hay un hombre que en
la Tierra puede lucir la bendición de Dios, ése Hombre somos nosotros: el
Hombre Cristiano.
Pero “… el
que esté limpio de pecado que tire la primera piedra”.
Ésos que
apartaron a los pueblos de su Historia Universal y les pusieron Orejeras
Nacionalistas a ambos lados de los ojos para que sólo vieran la Biblia, como si
antes de ellos no hubiesen nacido San Ambrosios y Agustines por
cientos, y héroes de la Fe por miles, ésos padres sembraron un odio contra los
pueblos cristianos que de guerra en guerra los condujo a las Guerras Mundiales.
Siendo Dios Amor, ellos sabrán de dónde les vino aquel Odio.
Ciertamente
en la Historia del Cristianismo hay luces y sombras, como la hay en la vida de
todo hombre. Hemos nacido en un campo de batalla. Todos, sin excepción, lo
mismo los Papas que los carpinteros, lo mismo los reyes que los albañiles,
todos hemos nacido en un mundo sujeto a una Ley Infernal que bendice el
Genocidio, el Crimen, la Guerra, la Transgresión de las Leyes de la Creación, y
premia al Corrupto y al Psicópata como amo que alimenta a su siervo, ignorando
éste que cuando cumpla su trabajo hallará su recompensa en ser devorado el
último.
VI
Hablando
sobre el Origen diré que la Historia Universal del Cristianismo tiene su
Principio en Jesucristo. Nuestra Prehistoria es la Historia del Pueblo Hebreo.
Como el alfarero que al volver a su taller se lo encuentra destrozado, recoge
todos los tiestos, y una vez todo organizado recomienza su trabajo, la Historia
de la Formación del Hombre a la Imagen y Semejanza de los hijos de Dios comenzó
de nuevo, pero esta vez el Modelo Original se hizo Hombre, y no fue un hijo de
Dios cualquiera quien vino a Encarnar este Original, fue el Propio Primogénito
de los Hijos de Dios quien vino a mostrarnos al Hombre que llevamos en el Ser
desde el origen de la creación del Universo.
Por lógica
este Hombre cuya Ley Natural tiene su Fuente en la Ley Sobrenatural del Amor de
Dios a la Vida tenía que chocar con la ley del mundo, escrita a sangre y fuego.
Consciente de este shock Jesucristo formó a sus Discípulos mostrándoles la
respuesta que deben darle a esa ley. “La Verdad es eterna, no se compra ni se
vende”. La Vida que viene de la Verdad es Invencible, no puede ser destruida
por la Muerte ni vencida por el Diablo. Frente al mundo edificado sobre el
Fratricidio sólo cabe una respuesta: Victoria o Muerte.
En el caso
de la Primera Generación de Cristianos la Victoria estaba en la Muerte. Así
comenzó a ser escrito el Libro de la Historia Universal del Cristianismo.
El Primero
fue el Siglo de Cristo. Todos los Apóstoles y su generación dieron su
Testimonio de lo que vieron y oyeron, tocaron y amaron. Con su Sangre firmaron
ese Testimonio. Y nadie más fue llamado a ser Testigo de lo que Ellos vieron y
oyeron, tocaron y amaron. Y quien se declara Testigo de Dios lo hace en nombre
de su propia ignorancia, no en el nombre del Dios que engendró a sus Testigos y
los invistió de la Fuerza de su Predestinación para no vacilar ni temblar en la
Hora de las tinieblas que sobre Ellos caería con la fuerza del Infierno.
VII
Es extraño
observar cómo los historiadores del Siglo de Cristo pasaron por esta Odisea
única en la Historia de la Tierra como quien camina pisando huevos,
justificando al perseguidor mediante la reducción de la gloria de los
perseguidos a simples escaramuzas, que tampoco fueron para tanto – dicen-, y
debiera adjudicársele más a un efecto cuasi psicópata enfermizo por el
martirio, que al acto histórico fundacional de la Civilización.
La
degeneración absoluta del ser humano que el imperio romano representó, y aun
siendo el más alto estado de sociedad existente para la fecha, nos descubre el
bestialismo que precede a la ruina final, ruina que estaba en el aire, y el
Cristianismo retardó; esta degeneración de un ser humano que come carne y bebe
sangre, asentado en la superioridad que procede de la ciencia de la guerra, que
no reconoce más ley que la del hierro y del fuego, y no acepta más moral que la
del depredador salvaje imponiendo su ley sobre cientos de miles de cadáveres,
arrasando pueblos, devastando territorios; esta degeneración masiva del género
humano, que venía siendo cultivada desde que un hermano quiso poner de rodillas
a su hermano y éste prefiriera morir de pie, degeneración que fue llevada por
el imperio romano a su grado más alto de justificación, por aquella
degeneración del comportamiento humano los historiadores, tanto cristianos como
anticristianos, pasan de puntillas. Los primeros porque no quieren reabrir las
heridas, los segundos porque la bestia que llevaban dentro les hacía añorar
aquellos viejos días de gloria. Convertir a aquel hombre, antes de que llegase
su ruina y el viento infernal de la Muerte transformase el Barro en polvo, fue
el Horizonte que abrió el Hijo de Dios al precio de su Sangre y de la Sangre de
sus Hermanos de la Casa de Abraham.
VIII
El Camino
estaba abierto. Desde el Inicio a la Victoria la Conversión de Europa al
Cristianismo habían de pasar tres siglos más. Siglos difíciles.
El Genocidio
Anticristiano fue firmado. El Imperio Romano se había sumido en una espiral de
suicidio glorioso que le impedía ver su ruina en razón de los siglos de su
existencia. ¡Roma era Eterna! En este terreno los historiadores vuelven a
dividirse. Los unos quieren ignorar la existencia y la influencia trascendental
del Cristianismo en la Historia de los siglos II y III. Los otros quieren
reducir al mínimo la Batalla del Imperio contra la Religión Divina a la salud
de Italia, como si aquel pueblo romano muerto y el pueblo italiano vivo
tuviesen conexión moral o espiritual de naturaleza alguna. Y sin embargo
aquellos siglos fueron el semillero de santos y sabios de cuyas manos y obras
la Inteligencia Humana fue regenerada y el pensamiento humano reedificado sobre
los fundamentos nuevos de la Verdad Eterna. Gracias a esta regeneración del
Pensamiento por el Espíritu Cristiano la transformación revolucionaria de la
Moral se hizo. El Derecho evolucionó a la luz de la bandera del Espíritu de los
Obispos. Muerta la Filosofía Pagana, el Filósofo Cristiano alcanzó lo que sin
la Fe le fuera imposible al hombre, abrazarse y ser abrazado por la Sabiduría.
En aquellos
primeros siglos la regeneración de la Inteligencia no vino de las escuelas
oficiales subvencionadas por el Estado. Fueron los Obispos, todos Católicos,
quienes en Defensa de la Fe y buscando el Fin del Genocidio Anticristiano,
recogieron el pensamiento Humano del barro y liberándolo de la esclavitud al
Estado le dio, sin límites de crecimiento, Libertad y Horizonte. Imposible por
tanto pasar por la Historia Universal del Cristianismo sin plantar la tienda al
lado de los llamados Padres de la Iglesia, encender el fuego y dejarse llevar
por sus palabras ante la Presencia de Aquel Señor Suyo desde el que se
irradiaba el Amor a la Sabiduría que chispeante animaban todos sus discursos.
IX
En el Siglo
IV asistimos a la Victoria Final de la Conversión de Europa. Trascendental para
el Futuro porque fue por esa Victoria que Europa devino Invencible.
Y deviniendo
Cristiana, por lógica, tendría que convertirse en la Vanguardia de la
Civilización contra la que la Muerte habría de lanzar durante los siglos
siguientes todas sus fuerzas. Es también en este Siglo IV donde el problema de
las divisiones doctrinales internas, que llevaban sacudiendo a las iglesias
desde Simón el Mago hasta Arrio, alcanzó su punto más anticristiano.
El Arrianismo, negación de la Naturaleza Increada del Hijo de Dios, que más
tarde tendría en Mahoma su revival, se declaró en estado de guerra fratricida.
La Iglesia Católica devino su Abel, contra el que era de santos alzar la espada
y acabar con su vida. Pero Dios, que es quien dirige la Historia de su Reino,
antes de que se consumara el Crimen dio luz a su Campeón, Constantino, luego
llamado el Grande.
En este
Capítulo de la Biografía del Campeón Divino los historiadores oficiales siguen
siendo unos incompetentes, tanto los que describen su Imperio como
los que narran la Victoria del Cristianismo. Ambas escuelas ignoran a
Dios. Ambas escuelas separan a Dios de la Historia Universal del Cristianismo,
y reflejan en sus posiciones intelectuales una timidez y una inconsistencia
para con los Hechos tales que los lleva a descalificar al Campeón y crear entre
él y Dios un abismo, como si este Campeón hubiese salido de la nada.
En el
terreno Católico se mantuvo esta Conexión Divina ... hasta que la hegemonía de
las escuelas históricas nacidas del protestantismo se encargaron de desconectar
a Dios de la Historia Universal y reducir los Acontecimientos Históricas a
simples causas y efectos circunstanciales. Andando por este camino era
igualmente natural que terminasen desconectando sus naciones del Reino de Dios,
poniendo sus pueblos al servicio de dinastías forjadas a base de hierro y
fuego, un lenguaje que parecían entender a la perfección quienes habiendo
venido a la Civilización seguían añorando aquel estado de bestias depredadoras
en las que once upon a time en
las profundidades de sus bosques de hielo “vivieron felices y comieron perdices”.
Pero no sólo
se hizo la Victoria del Cristianismo. Como no podía ser de otro modo en el
Siglo IV, por primera vez en la Historia del Universo, se proclamó a Voz Viva y
en Alto la Verdad que el Infinito y la Eternidad recogieron en sus Brazos de
las manos de su Hija, la Sabiduría, Esposa del Señor Dios YAVÉ.
Con la
emoción del Vencedor Sobrenatural que superó Cuatro siglos de Persecuciones
Genocidas, y poniendo Fin a toda discusión futura sobre la Verdad de la
Naturaleza Divina de Jesucristo, el Género Humano, representado delante de Dios
por la Iglesia Católica, Esposa de su Hijo, proclamó Dogma esta Verdad. De tal
forma que quien niega su Enunciado niega a Dios, y quien niega a Dios no vivirá
para siempre.
A la
Victoria sobre el Mundo le sumó Dios a su Iglesia la Victoria sobre la Muerte.
Al grito de Arrio: Jesús es un profeta, hijo de mujer y hombre como
cualquiera, respondió Dios con su Palabra Eterna:
“Hijo mío,
Tú Dios, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado de mi Naturaleza
Increada, quien no incline su cabeza ante Tu Corona no entrará en Mi Paraíso”.
De la mano
de su siervo Teodosio, conocido como el Grande, esta Declaración Divina
articuló la relación del Estado con la Iglesia. Desde entonces y a partir de
entonces Europa Cristiana estuvo lista para vivir la Caída del Imperio Romano,
la Invasión de los Bárbaros y su Crecimiento como la Civilización Cristiana de
la Plenitud de las Naciones .
X
En el Siglo
V comenzó la Gran Aventura. Hasta entonces la Batalla del Cristianismo había
sido una preparación para este Acontecimiento Final: la Muerte del Imperio y la
Resurrección de Europa a una Nueva Civilización fundada sobre el espíritu de
Inteligencia, que en los Padres de la Iglesia desarrolló su primera potencia
ontológica. La fuerza en la Invencibilidad de la Fe quedó fuera de toda duda.
Dios mismo había estado preparando este momento mediante la adhesión de
Visigodos y Francos a la Defensa de la Civilización Católica. De hecho estos
dos pueblos fueron los pilares sobre los que la Europa de las Naciones fue
fundada.
Nacida para
ser Invencible en razón de la Naturaleza Invencible de la Fe, la Primera Gran
Batalla entre la Muerte y Dios por el Género Humano Cristiano se escribió en
los Campos Catalaúnicos. Visigodos y Francos se
repartieron las tierras de las que andando el tiempo surgirían las dos grandes
potencias de primer orden del mundo: España y Francia, sin las cuales
comprender la Historia del Mundo Moderno sería imposible.
Los siglos
VI y VII serían de consolidación del Papado de la mano de Gregorio I Magno,
gloria de una línea de obispos romanos que con León I el Grande elevó el
Pontificado Católico a la Primacía que le confiriera JESUCRISTO a Pedro.
También de la Conversión de las Islas Británicas, la Tercera de las Grandes
Potencias Europeas nacidas del Cristianismo sin la cual entender la Historia
del Segundo Milenio de nuestra Era sería imposible.
XI
La Segunda
Gran Batalla entre la Muerte y Dios por el Futuro de la Europa Cristiana no se
hizo esperar. El Siglo VIII fue un siglo de consolidación de las estructuras
levantadas sobre la Victoria. Mas ya nada podía ser lo mismo. El Estado
Imperial Antiguo había pasado. Había que reconstruir el Modelo de Estado desde
las bases del Derecho Cristiano; y sin embargo sujetos los pueblos a códigos
nacionales bárbaros por lógica ese trabajo habría de ser un trabajo arduo.
Las raíces
nacionales mantuvieron separados racialmente a Invasores e Invadidos. Derribar
ese muro de consanguinidad nacionalista y hermanarlos mediante la
Libertad de Matrimonio, y por el Amor llevarlos a abandonar los códigos
bárbaros nacionalistas por el Código del Derecho Romano-Cristiano no sería una
perita en dulce. Los Francos, (Francia en definitiva), llegaron pronto a este
nuevo status social galorromano. Con Clodoveo la fusión entre los dos pueblos
se hizo.
En el caso
de los Visigodos, (España en suma), el arrianismo visceral que profesaron los
Invasores impidió una fusión temprana entre españoles e inmigrantes, de manera
que al declararse la Segunda Gran Batalla entre la Muerte y Dios por el Género
Humano la corona de los Visigodos aún fue encontrada en guerra civil entre
arrianos y católicos. Siendo la mayoría Visigoda de origen arriano, la
conquista de Hispania por los ejércitos del segundo Arrio, Mahoma, fue
aceptada por el pueblo porque, a fin de cuentas, ambas religiones, la arriana y
la musulmana, representaban la misma Negación de la Divinidad de Jesucristo.
Aspecto éste que los historiadores dejaron de lado. Asumiendo la teoría bárbara
de que la religión del rey es la religión del pueblo, los historiadores, tanto
nacionales como extranjeros, gustaron pasar de largo por este hecho en base a
la confluencia en la visión sobre Jesucristo que musulmanes y arrianos
tuvieron.
Desbordada
pues la Península Hispano-Visigótica los ejércitos de la Muerte avanzaron
contra el Reino Cristiano de los Franceses. El Futuro de Europa, y en
consecuencia del Género Humano, se libró a vida o muerte en la Batalla de
Poitiers. De nuevo la Invencibilidad del Cristianismo se hizo hombre en Carlos
Martel. Y finalmente quedó establecida para siempre en el reinado de Carlo
Magno. El establecimiento de la Marca Hispánica, la conquista de la Alemania
Salvaje Pagana y la extinción del reino de los Lombardos, sus tres grandes
líneas políticas ante Dios y los hombres, determinó que llamase a Carlo Magno el Fundador Político de Europa.
De hecho los cimientos sobre los que el Reino Carolingio edificó el futuro
europeo han permanecido estables a pesar de las tormentas que ha sufrido.
XII
La Historia
Universal del Cristianismo devino Historia del Papado durante los siglos IX y
X. La elevación de la Curia Romana a la Política Imperial, rompiendo la ley de
“al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, implicó al obispado
romano, en especial, y al europeo, en general, en la corrupción. Ser Papa,
obispo, arzobispo, dejó de ser visto como un Servicio a Dios acorde al Modelo
que Cristo expuso en vivo, y pasó a ser vivido como una puerta a los
privilegios que los reyes y sus cortes disfrutaban.
El efecto
perverso fue la sujeción de las iglesias a las familias de la aristocracia.
Perversión que en el caso del obispado romano concluyó escribiendo en la
Historia del Papado un Capítulo de Pornocracia por
cuyas páginas los historiadores oficiales solían pasar de puntillas, en
silencio, no fuera que se rompiera algún huevo; y lo más rápido posible. Siglos
manchados con el descrédito de un Capítulo vergonzoso que lejos de ser
comprendido levantó en la Iglesia Ortodoxa Bizantina un desprecio abierto hacia
la Curia Romana, base psicológica desde la que se debe entender el Cisma de
Oriente, firmado por aquel magnicida frustrado llamado Miguel Cerulario.
De cualquier forma la Historia de ambas iglesias llevaba ya recorriendo caminos
diferentes desde que se introdujo el FILOQUE en la Teología. No que los roces
no hubiesen sido constantes. La política imperial de Justiniano en Italia no le
hizo ningún favor a la amistad entre ambas confesiones. El Cesaropapismo bizantino
encontró en el Papa Gregorio I y sus sucesores un firme enemigo. El Bizantino
fue el primero en romper la línea de “a Dios lo que es de Dios y al César lo
que es del César”.
La
Separación Iglesia-Estado mantenida en Occidente, incluso por Teodosio el
Grande, se vino abajo en Constantinopla, donde unas veces era el Patriarca
Ortodoxo quien se metía en el terreno del César y otras era el emperador
bizantino quien se metía en el terreno de Dios. En el emperador León III y el
Movimiento Iconoclasta esta tensión rompió muros y arrastró a Bizancio a la
guerra civil entre Emperador y Patriarca. Ambos Siervos de Dios, Papado y
Patriarcado, se miraron con recelo, a la caza de la Supremacía, desde los
inicios de la Fundación de Constantinopla. El hecho de la Caída del Imperio de
Occidente dejó, en opinión de la Iglesia Católica Bizantina, sin punto de apoyo
a la Iglesia Católica Romana. Opinión insana que acabó convirtiéndose en su
desgracia, pues al apoyar su existencia en un hombre, aunque emperador,
despreció a su Señor, en quien siguió apoyándose el Obispado Romano. Y uniendo
su futuro al futuro del Imperio era natural que al caer el Imperio la Iglesia
Ortodoxa Bizantina pereciera en sus escombros. Una Caída que le anunciara el
Señor de ambas iglesias profetizándoles la Caída de Babilonia la Grande, es
decir del Imperio Romano, antes de que Constantino el Grande naciese y antes de
que Teodosio dividiese el Imperio entre sus hijos.
La Iglesia
Católica Bizantina creyó que, uniendo el Imperio a su Futuro, por amor a
Bizancio Dios retiraría su Decreto de Destrucción contra el Imperio. Y
viceversa, Constantinopla creyó que uniendo su Futuro al de la Iglesia Imperial
Bizantina salvaría su Caída por amor a su Sierva. Lo que demuestra que la forma
que tienen de engañarse los hombres son muchas, y de aquí la Necesidad de
mantener fresca y viva la Memoria de nuestra Historia, en la que se reflejan
las políticas de la Muerte y nos enseña a prevenir sus movimientos en el campo
de la Batalla Final que se nos abre en este siglo.
XIII
La
revolución cultural carolingia fue fundamental para sacar de los conventos el
legado de la Civilización Clásica y Patrística. En su Siglo quedó fijado el
Programa de Educación que seguiría la Edad Medieval hasta la Edad Moderna. Con
el paso de los siglos y bajo el patrocinio de la Iglesia, de aquí la sujeción
de las Ciencias a la Teología, las primeras universidades comenzaron su
andadura. Mas el Capítulo que marcó una Nueva Leyenda entre Iglesia e Imperio,
antes de las Cruzadas, fue la Guerra de las Investiduras. Ésta Cuestión fue el
proceso lógico natural derivado de la corrupción antes referida.
El traspaso
de la corona imperial de Francia a Alemania implicó a la nueva
aristocracia semibárbara germana a superar
o a copiar la relación bizantina entre Iglesia y Estado. Se trataba de hacer de
la Iglesia la Sierva del Emperador. De hecho los Obispados y las grandes Sedes
estuvieron en las manos de la aristocracia germana. Romper la sujeción de éstas
al Papado y hacerlas dependientes del Emperador fue el sueño imperial, que de
haberse conseguido hubiese arrastrado a Alemania a una posición de
anticristianismo abierto, y la Ley de Separación de Iglesia y Estado
establecida por Dios hubiese sido deliberadamente abolida. No quiso Dios que
este Mal se consumase. Su consumación, junto al Cisma de Oriente, hubiese
dejado a la Europa Cristiana a merced de las fuerzas que ya se preparaban para
la Nueva Batalla.
A la altura
del Siglo XI, en el que la Liberación del Diablo estaba prescrita, la
Reconquista de España para el Catolicismo había entrado ya en su fase de
expansión, sin límites hasta la Victoria Final del 1492. Las fuerzas musulmanas
se habían contraído por el Oeste y se concentraban en el Medio Oriente en
dirección hacia Bizancio. Hasta entonces Dios había mantenido vivo el Imperio
Romano de Oriente con el fin de edificar la Europea Cristiana y prepararla para
la Gran Batalla que se celebraría en el Siglo XVI entre su Reino en la Tierra y
el Imperio de la Muerte. Éste, recuperado de la pérdida del Occidente Hispano
se reafirmaba en el Oriente Próximo alimentando su espíritu yihadista con
gritos de genocidio contra el mundo cristiano. Cerrada la puerta de la Europa
Cristiana por España, había que echar abajo la Bizantina.
El
movimiento del Diablo en el tablero de las naciones era predecible a los ojos
de Dios. El Cisma Ortodoxo debilitó la Alianza entre el Occidente y Oriente
cristiano, pero la victoria del Siervo de Cristo, Gregorio VII el Grande, sobre
el Imperio relanzó a su altura original la gloria del Papado, de la que había
descendido durante el Siglo X de la mano de la “Divina Papisa Marozia”.
Consciente
del peligro que la Caída de la Puerta Bizantina le significaría a una Europa,
de proporciones reducidas y aquejada de problemas internos, el Papado supo y
pudo ponerse a la altura de las circunstancias y a pesar de la ruptura
teológica hizo causa común con el Imperio. Dios tenía decidida la Caída del
Imperio Romano de Oriente pero ningún hombre puede ponerle fecha a las
decisiones que Dios toma en el Tiempo. Lo que le corresponde a los hombres es
actuar acorde a sus tiempos y dejar en las manos de Dios la ejecución de sus
todopoderosos designios.
Tocando este
Capítulo de la Historia Universal del Cristianismo los historiadores han solido
seguir métodos de descripción de las causas, sin pies ni cabeza, hasta el punto
de llegar a considerar las Cruzadas una agresión de Occidente. En su
profesionalidad incompetente llegan los nuevos historiadores al servicio de
causas improcedentes a abolir la Legitimidad de una Causa de Defensa y Socorro
Procedente a favor de un Pueblo Hermano como fue el Bizantino.
Se automutilan el cerebro los dichos profesionales de la Historia
Esclava oficial moderna al olvidar que Bizancio existió antes de que el Islam
existiese. Que fue Mahoma quien se declaró en Yihad Genocida Mundial y atacó a
Bizancio sin causa belis que se
registre. Se olvidan que la Victoria de Heraclio salvó a Bizancio por un tiempo
pero jamás se firmó una paz definitiva, sino sólo treguas, que el Islam rompió
cuantas veces creyó encontrarse fuerte. Los siglos de guerra continua
debilitaron a Bizancio, así que cuando a la altura de la Primera Cruzada,
cerrada ya la división entre las dos iglesias, Bizancio lanza un mensaje de
socorro a Roma este mensaje no fue una bicoca. El peligro era real. Y si
hubiese caído Bizancio en aquel siglo XI la Invasión Musulmana de la Europa
Balcánica hubiese tenido consecuencias devastadoras, poniendo en peligro lo
creado durante el Milenio pasado. Dios no podía permitir semejante delito.
Tampoco podía olvidarse de su Decreto contra el Imperio Romano. Pero cada cosa
a su tiempo.
XIV
En aquellos
tiempos que corrían, al fuego había que oponerle fuego, al hierro había que
responderle con hierro. De esta manera mientras en la Europa Cristiana,
estabilizada la Puerta Bizantina, en el Siglo XII comenzaban a surgir las
primeras Universidades, que serían la gloria de su Historia Moderna y el
semillero donde el árbol de las ciencias, bajo el patrocinio de la Iglesia
Católica, echaría sus raíces formales, para crecer fuerte y más tarde
convertirse en un monstruo devorando a su propia Madrina, un monstruo surgió
del lejano Oriente, Gengis Khan, quien, a pesar de los pesares,
debilitó las fuerzas musulmanas de las que se nutría el Islam, lo que permitió
que Bizancio respirase hasta su caída en el 1453.
Dios está en
guerra. Dios avisa. Dios anuncia. Dios previene. Dios ofrece quitarse de en
medio del campo de batalla si no se está en sus filas. Pero cuando Dios avanza,
Él no se detiene. El que permanece entre los dos bandos, como si la Guerra
entre Dios y la Muerte no fuese con él, acaba bajo las ruedas del Destino que
cada cual elige para sí mismo. Si lo elige uno, bien está. Si son otros quienes
te lo escriben tu final no es necesario describirlo: ser usado como un
soldadito de plomo en una batalla cuyas causas y fines no entiendes.
XV
El siglo
XIII fue al Segundo Milenio lo que el Cuarto al Primero. El Cristianismo había
vencido a todos sus enemigos externos. Inglaterra se había afianzado como
reino. España estaba ya a las puertas de su victoria final. Francia se había
hecho grande. Alemania, incapaz de vivir en sociedad de Estado con sus vecinos,
se había instalado en una división de pequeños salvajes señores de la guerra
bajo la autoridad de un jefe militar imperial sin más realidad que la del
título. Polonia había nacido. Los Balcanes seguían siendo parte de Europa
todavía. Rusia Cristiana había comenzado su andadura desde Ucrania. Suiza
vivía. Italia era. Y sobre todas las naciones la Iglesia Católica Romana
dirigía la Civilización hacia un Renacimiento Internacional que haría de las
naciones europeas, más allá de sus particularidades nacionales, una Entidad
Política. Esta Unidad fue la que combatió la Reforma. Pero antes de que ésta se
produjese dramáticos acontecimientos habrían de confundir a la cristiandad.
El Cisma de
Occidente, la Huida de los Papas a Aviñón, fue el efecto de la voracidad de un
obispado italiano que rechazando el Poder de Dios quiso fundar el suyo sobre el
Oro que le cobraba a las naciones por el Oficio de los Sacramentos. Por su
Poderío territorial se comparaba al Obispo Romano a los grandes señores
feudales, con los que se enfrentaba en guerras constantes; sus guerras con las
repúblicas italianas o Ciudades-Estados Peninsulares acabaron por expulsarlo de
la Península.
Las
sucesiones de Papas y Antipapas fueron devastadoras para la gloria de la
Sucesión de Pedro.
El Dicho
“por vuestra causa es difamado mi Nombre entre los paganos” pareció no haberse
dado para los siervos, quienes despreciando a su Señor no dudaron en manchar su
rostro con toda clase de males.
Quisieron
cerrar aquella Ignominia elevando el Obispado Romano a la condición del Señor,
a quien despreció una vez más el Papado al declararse Infalible delante de Dios
en el Concilio de Constanza.
De aquella
manera cerrada aquel Capítulo de la Verguenza,
llamado para parecer gracioso: La Cautividad Babilónica de la Iglesia, la
tragedia de la Segunda Pornocracia Romana
vino servida. Quienes recibieron el Poder de perdonar los pecados se entregaron
al Crimen, y por el Poder de su Señor se absolvían de sus crímenes, haciendo de
Dios un ídolo pagano.
Si el Siglo
XIV puso las bases para la tragedia, el Siglo XV le abrió la puerta con la
sucesión de Papas Pornócratas que tiró a
Pedro a los pies de Alejandro VI. Se entiende que ante estos hechos los
historiadores se hallasen divididos entre quienes se pasaron a las filas del
Protestantismo y quienes siguieron en las filas del Catolicismo. Los
primeros justificaron la División de las iglesias en esa conducta del sucesor
de Pedro, y olvidando que ni el mismo Dios Hijo Unigénito se atrevió a
retirarle la Jefatura de los Obispos a quien su Padre se la diera, sin quererlo,
pero haciéndolo, se declararon enemigos de Dios.
Los segundos
quisieron pasar por alto semejante delito de desprecio a su Señor, y, sin darle
más importancia de la debida a crimen tan horrible, renegaron de la posición
del Espíritu Santo por la que el sacerdocio aaronita fuera abolido, que como
todos sabemos lo fue por plantarse en una teología maligna de hoy mato y mañana
me absuelvo, o mejor me absuelvo hoy que mañana me voy a llenar de sangre hasta
las orejas. Acto inmundo a los ojos del Juez Divino que le valió a la casa de
Aarón la ruptura de su Contrato y la destrucción de su Templo.
Lutero y
Calvino actuando como un dios de dos cabezas, sentenciaron a destrucción el
Templo que Cristo levantó, y declararon rota la Alianza por la que su Esposa
recibió el Nuevo Sacerdocio Divino. Engañados por el Diablo, quien se puso la
sotana para mejor ocultar su rostro a las naciones, la Guerra Civil Cristiana
se hizo.
Pero lo que
se movía en el Tablero de la Guerra entre Dios y la Muerte era una Nueva
Batalla de proporciones finales. O al menos eso pensó el príncipe del Infierno.
La Guerra Civil religiosa sacudiendo los cimientos de la Unidad Europea, y una
vez volada la Puerta Bizantina por la mano del Nuevo Imperio Islámico, la
Muerte le ofrecería al Turco-Otomano realizar el sueño que jamás pudo consumar
ningún emperador del Oriente: la Conquista de Europa.
Mientras el
monstruo de doble cabeza protestante hundía a Europa en la Guerra Civil, los
ejércitos de la Muerte se preparaban para el asalto final a la Europa
Cristiana. En la Constantinopla de los Turcos habían estado rezando por una
Guerra Civil Europea que les sirviese romper la Línea de los Balcanes y meterse
en el corazón del Continente. Enloquecido por su demencia el monstruo de la
doble cabeza luterano-calvinista bendijo la invasión Otomana de Europa.
XVI
El Siglo XVI
vio una maravilla. La última de las naciones que salía de su postración,
¡España!, fue colocada de repente a la cabeza de las naciones europeas. Antes
de que las naciones centrales luchasen por una Reforma, los reyes Católicos la
realizaron por su cuenta. Antes de que siquiera nadie se diese cuenta, España
tuvo acceso al tesoro con el que se debía financiar una guerra de las
proporciones que se avecinaba. Antes de que nadie pudiera impedirlo, aquel
emperador alemán que era menos que un títere fue elevado por España a la cabeza
de un Imperio tan real como el Turco-Otomano. Antes que nadie lo viera venir
dispuso Dios al ejército invencible católico español a la vanguardia de los
ejércitos de ese Imperio. Y antes que al otro lado de los Balcanes lo
comprendiesen, la Batalla ya la habían perdido. Escenificarla era todo lo que
quedaba. Carlos puso las banderillas, Felipe II clavó el estoque.
Perdida la
Gran Batalla en la que el Diablo esperó aplastar a la Europa cristiana, sólo le
quedaba sumir a Europa, su gran enemigo, en una Guerra Mundial Civil. La Guerra
de los Treinta Años se hizo. A sus forjadores divinos los juzgará Dios a su
tiempo.
XVII
El Mal ya
estaba hecho. Donde se esperó recoger Unidad y Fraternidad se recogió Odio y
Guerra. Al Monstruo le salió una nueva cabeza, se coronó y se declaró Dios en
la Tierra. La demencia se vio elevada a su grado más alto cuando una prostituta
real le sucedió a su padre divino como Divinidad del Imperio. And God save the Queen. Mas como todo en este mundo el vómito acaba haciendo devolver a
quien lo venera, los mismos que levantaron al ídolo británico huyeron de la
crueldad de sus dioses y, cruzando un Océano cubierto de rutas plantaron sus
pies en el Nuevo Mundo, de cuyo suelo nació la que sería una Vara de Hierro con
la que destruir las naciones como Vasijas de Alfarero en las manos del Rey de
los Cielos. Tal es el Origen en Dios de los Estados Unidos ¡God bless America!
XVIII
Desde
Europa, pues, se extendió el Evangelio al Nuevo Continente. El Centro y el Sur
fue ganado para la Iglesia Católica, y el Norte para las iglesias protestantes.
El Diablo había perdido una Nueva Batalla. Con el tiempo las iglesias
aprenderían a convivir pacíficamente.
Aunque
debilitado el Imperio Español frente al auge del Imperio Británico, ambos
Imperios extendieron sus brazos a todo el planeta, llevando a todos el Nombre
del Rey de los Cielos y Señor del Universo, Jesucristo.
En Europa
sin embargo el Absolutismo inició su andadura. Junto a Luis XIV de Francia
vemos a Isaac Newton. El Siglo XVII fue el siglo del Renacimiento de las
Ciencias. La independencia de las Universidades abrió las puertas al
pensamiento, y la Nueva Configuración de las Naciones a establecer la antigua
separación Iglesia-Estado sobre bases perennes. Su legado al Siglo XVIII fue,
de entrada, la Guerra de Sucesión Española y, de salida ,la Revolución
Francesa.
XIX
El Siglo XIX
comenzó con la Guerra de Napoleón contra los reyes del Viejo Mundo, vivió la
Revolución Industrial, la Guerra Civil Americana, la Caída del Imperio Otomano
y del Imperio Español, el levantamiento del Imperio Ruso de Pedro I el Grande.
Grandes acontecimientos que en nada hicieron más felices a los pueblos. Al
contrario, la deriva de las ciencias y la filosofía hacia el Ateísmo no hizo
sino alejar de la Moral Social los Valores de la Civilización cristiana.
La Moral
religiosa del Capitalismo anclada en el protestantismo Calvinista más riguroso,
según la cual el pobre es pobre porque no goza del favor de Dios, y el favor de
Dios se traduce en oro, determinó que la crueldad moral del mundo antiguo
regresase de la tumba y los lazos de fraternidad que se forjaron durante los
siglos de la edad de oro del cristianismo fuesen cortados de forma salvaje.
Superadas la
esclavitud imperial romana y la servidumbre feudal los pueblos se vieron
vendidos a la fuerza del capital que los reducía a la condición de las bestias
domesticadas para el trabajo, y una vez consumidas sus fuerzas a ser
exterminadas por la propia dureza de sus vidas. La angustia de los pueblos
traicionados por “la nueva religión” fue capitalizada por Marx y Engels. El
Fantasma del Comunismo había nacido.
XX
La última
Gran Batalla del Diablo iba a comenzar. Su tiempo se acababa. Mil años le
fueron dados para destruir al Género Humano y proclamarse vencedor sobre y
contra el mismísimo Dios. Tal como estaban las cosas, a principios del Siglo XX
declarar una Guerra Civil Europea que se hiciera Mundial sería coser y cantar.
Y sin embargo las armas de destrucción masivas no habían sido inventadas.
Confiar en una destrucción absoluta del Género Humano en una guerra hecha a
garrotazos sería de ignorantes. Habría que confiarse a una Guerra dotada de
dichas armas de destrucción masiva.
Y como los
Estados Unidos fue creada por Dios para ser una Vara de Hierro en su Mano,
Alemania siempre fue un arma letal en la mano del Diablo. Enemiga de la
Civilización desde los tiempos más oscuros de su existencia, el pueblo germano
no aceptó jamás unirse a Europa como un miembro más de la Gran Familia
Cristiana. La Reforma no fue más que la ocasión perfecta para hacer valer la
monstruosidad de un alma que se negaba a ser una más entre las demás. Parir a
Hitler de esas entrañas sería un trabajo muy doloroso, pero lo que no puede el
hombre lo puede el Diablo: parió a Lutero, pariría a Hitler. Pondría en sus
manos el Arma Atómica y dándole el Poder extendería su Odio a todos los
Cristianos de Europa, comenzando así el principio del fin del Cristianismo en
la Tierra. La Ciencia, enemiga de la Fe por principios filosóficos, pondría al
servicio de su Campeón la Bomba Atómica.
No en vano
fue en Alemania donde se gestó la Edad Atómica, Werner von Braun, Eisenberg, Plank, todos los
genios de las ciencias de la Edad Atómica estuvieron bajo el paraguas de la
protección del Tercer Reich. La Victoria del Diablo estuvo a un paso de
conseguirse.
Pero de
nuevo las Naciones se unieron para vencer al Diablo y sus ejércitos. El Rey de
los Cielos tomó en su Mano la Vara de Hierro que para la ocasión su Padre le
había creado para romper las naciones como vasijas de alfarero, y se presentó
en el Campo de Batalla. La Gran Batalla
entre Gog y Magog había acabado. Cierto es que entre Hitler
y Stalin los USA se encontraron confundidos. Mas no es al hombre a quien le
corresponde la decisión, sino a Dios. El Cristianismo había vuelto a vencer. Al
Diablo sólo le quedaba ya oír el Decreto de su Expulsión de la Tierra. A partir
de ese momento el Género Humano se enfrentaría a la Muerte, el Último Enemigo,
verdadero autor intelectual de la Caída.
XXI
Y aquí
estamos. La Muerte ya ha comenzado su obra de extinción de la Vida. Fue su
trabajo durante la Eternidad. Antes de que Dios iniciase su Odisea por la
Inmortalidad de todos los seres, extinguir, devolver al polvo lo que del polvo
vino fue su trabajo, es su naturaleza.
Y está en la
nuestra ser hijos de Dios.
CRYS
|
BIBLIOTECA DE HISTORIA UNIVERSAL DEL CRISTIANISMOY DE LA IGLESIA /Sala española |
HISTORY OF THE POPES FROM THE CLOSE OF THE MIDDLE AGESFROM MARTIN V TO CLEMENT VII,A.D. 1417 TO 1534 |
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A HISTORY OF THE POPES FROM THE GREAT SCHISM TO THE SACK OF ROMEBOOK I THE GREAT SCHISM. 1378-1414 BOOK II THE COUNCIL OF CONSTANCE.1414-1418. BOOK III THE COUNCIL OF BASEL.1419-1447. BOOK IV. THE PAPAL RESTORATION.1444—1464.BOOK V. THE ITALIAN PRINCES. 1464—1518. BOOK VI. THE GERMAN REVOLT. 1517—1527 |
THE RENAISSANCE
|
THE REFORMATION
|
THE REFORMATION
|
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THE MEDICI POPESLEO X AND CLEMENT VII
Julius II Improved position of the House of Medici—Leo Decimus Pontifex Maximus : Leo X—Adrian VI— Clement VII—The Sack of Rome— The Later Medici Popes: Gian-Angelo Medici of Milan, Pius IV— Alessandro de' Medici of Florence, Leo XI |
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LUDWIG VON PASTOR'S
HISTORY OF THE POPES FROM THE CLOSE OF THE MIDDLE AGES
|
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MUCH has been written of the sufferings of foreigners in the recent Boxer uprising and correspondingly little of the conduct of the Chinese Christians. At a recent meeting of the North China Conference of the Methodist Episcopal Church it was decided to inquire minutely into the persecutions from the standpoint of the natives, in the belief that a more adequate understanding of their heroism would be a stimulant to the faith of the Church. A committee was therefore appointed, and the native pastors were requested to gather up and forward reports of such cases as might be considered representative of the persecutions as a whole. To these reports were added such incidents in the lives of certain of the members as would contribute to a proper estimate of their character, and thus enable the reader to see the persecutions in their proper settings. Some of these accounts were put in story form, others were strung together in the order in which they happened, and nearly all are given in the words of those who suffered. We need not add that all were not equally faithful; but as the world is not interested in human failure, but only in success, we felt safe in recording only the experiences of those who were true to the faith they professed, and assuring the reader that but a small proportion of the persecuted played the part of the coward— most of these under circumstances which would have tested the courage of either the reader or the writer. I. T. H. Peking, July, 1902 |
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A.D. |
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THE CHURCHES SEPARATED FROM ROMECONTENTS I. The Church of England II. The Eastern Schisms - 1. The National Churches East of the Roman Empire 2. The Monophysite Schisms III. The Encyclical of the Patriarch Anthimius IV. The Roman Church before the Time of Constantine V. The Greek Church and the Greek Schism VI. Ecclesiastical Illyria VII. The Christian Missions South of the Roman Empire - 1. The Sahara 2. Nubia 3. Axoum and Himyar 4. The Arabs |
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A Select library of Nicene and post-Nicene fathers of the Christian churchVOL 1 / VOL 2 / VOL 3 / VOL 4 / VOL 5 / VOL 6 / VOL 7 / VOL 8 / VOL 9 / VOL 10 / VOL 11 / VOL 12 / VOL 13 / VOL 14v. 1. Eusebius: Church history, Life of Constantine the Great, and Oration in praise of Constantine //// v. 2. Socrates, Sozomenus: Church histories. ////.--v. 3. Theodoret, Jerome Gennadius, Rufinus: Historical writings, etc. ////.--v. 4. St. Athanasius: Select works and letters. ////.--v. 5. Gregory of Nyssa: Dogmatic treatises, etc. ////.--v. 6. St. Jerome: Letters and select works, ////.--v. 7. S. Cyril of Jerusalem. S. Gregory Nazianzen. ////.--v. 8. St. Basil: Letters and select works. ////.--v. 9. St. Hilary of Poitiers, John of Damascus, ////.--v. 10. St. Ambrose: Select works and letters. ////.--v. 11. Sulpitius Severus. Vincent of Lerins. John Cassian, ////.--v. 12. Leo the Great. Gregory the Great. ////.--v. 13. Part II. Gregory the Great. Ephraim Syrus. Aphrahat. ////.--v. 14. The seven ecumenical councils. ////
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NEOPLATONISM |
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150-215 |
CLEMENT OF ALEXANDRIA |
200-250 |
HYPPOLITUS AND CALLISTUS |
200-258 |
SAINT CYPRIAN |
272-337 |
CONSTANTINE THE GREAT |
300-400 |
HILARY OF POITIERS & SAINT MARTIN OF TOURS |
329-379 |
SAINT BASIL THE GREAT |
331-363 |
JULIAN THE APOSTATE Philosopher And Emperor |
340-397 |
SAINT AMBROSE |
347-407 |
SAINT JOHN CHRYSOSTOM |
347-420 |
SAINT JEROME |
354-430 |
SAINT AGUSTINE |
373-463 |
SAINT PATRICK |
389-477 |
GENSERIC, KING OF THE VANDALS |
395-453 |
ATTILA KING OF THE HUNS AND HIS PREDECESSORS |
450-528 |
JUSTIN THE FIRST |
454-726 |
THEODORIC THE GOTH |
d. 477 |
GENSERIC, KING OF THE VANDALS |
521-597 |
SAINT COLUMBA |
540-604 |
POPE GREGORY I THE GREAT |
560-636 |
ISIDORE OF SEVILLE |
700-781 |
LIFE OF ST. WALBURGE. |
748-814 |
CHARLEMAGNE. THE HISTORY OF THE FRANKS |
801-865 |
ANSKAR, THE APOSTLE OF THE NORTH |
806-882 |
HINCMAR |
841-870 |
SAINT EDMUND King And Martyr |
d. 877? |
The life of Saint Neot |
1015 –1085 |
THE LIFE AND TIMES OF HILDEBRAND , POPE GREGORY VII |
1046-1115 |
MATILDA OF TUSCANY |
1080–1134 |
SAINT NORBERT |
1094-1148 |
SAINT MALACHY O'MORGAIR |
1118-1170 |
THOMAS A BECKET |
1135–1140 |
SAINT HUGH OF LINCOLN |
1160-1216 |
POPE INNOCENT III THE GREAT |
1170-1221 |
St. DOMINIC Founder Of The Friars Preachers |
1182-1226 |
St FRANCIS OF ASSISI |
1191-1231 |
SAINT ANTHONY OF PADUA |
1192-1280 |
ALBERT THE GREAT |
1194-1253 |
SAINT CLARE OF ASSISI |
1207-1231 |
SAINT ELIZABETH OF HUNGARY, DUCHESS OF THURINGIA |
1216-1227 |
POPE HONORIUS III |
1347-1380 |
Catherine of Siena and her companions-v1 //// St Catherine of Siena and her companions-v2 |
1369-1415 |
JOHN HUS |
1375–1447 |
Cardinal Beaufort |
1380-1444 |
ST BERNARDINE OF SIENA |
1384-1440 |
ST. FRANCES OF ROME |
1386-1456 |
Saint John Capistran |
1412-1431 |
JOAN OF ARC_ THE MAID |
1420-1498 |
TOMAS DE TORQUEMADA |
1436-1517 |
Cardinal XIMENEZ |
1504-1572 |
PIUS V |
1519-1605 |
THEODORE BEZA |
1443-1513 |
POPE JULIUS II |
1452-1498 |
GIROLAMO SAVONAROLA |
1467-1519 |
JOHN COLET |
1471-1530 |
CARDINAL WOLSEY |
1474-1566 |
Bartolome de LAS CASAS |
1475-1564 |
Michelangelo Buonarroti-1 // Michelangelo Buonarroti-2 |
1478-1535 |
SAINT THOMAS MORE |
1480-1530 |
PRINCESS MARGUERITE OF AUSTRIA |
1480-1547 |
Saint Gaetan Founder Of The Order Of Théatins |
1483-1546 |
MARTIN LUTHER |
1490-1555 |
HUGH LATIMER |
1491-1545 |
HENRY VIII |
1491-1556 |
SAINT IGNATIUS OF LOYOLA |
1495-1507 |
LIFE AND TIMES OF CARDINAL XIMENEZ |
1500-1558 |
CHARLES V |
1514-1572 |
JOHN KNOX |
1515-1582 |
SAINT TERESA |
1517-1572 |
PETER RAMUS and the educational reformation of the sixteenth century |
1522-1534 |
ADRIAN VI AND CLEMENT VII |
1526-1581 |
SAINT LOUIS BERTRAND |
1527-1598 |
PHILIP II OF SPAIN |
1550-1568 |
SAINT STANISLAS KOSTKA |
1550-1614 |
SAINT CAMILLUS OF LELLIS |
1580-1654 |
ST PETER CLAVER |
1585-1642 |
CARDINAL RICHELIEU |
1602-1661 |
MAZARIN |
1651-1719 |
JOHN BAPTISTE DE LA SALLE : founder of the Brothers of the Christian Schools |
1721-1808 |
DAVID ZEISBERGER, Western pioner and apostle of the Indians |
1774-1849 |
Life Of Cardinal Mezzofanti |
1796-1859 |
HORACE MANN |
1801-1890 |
John Henry Cardinal-Newman-1 // John Henry CardinalNewman-2 |
1808-1892 |
Cardinal Manning archbishop of Westminster -1 // CardinalManning 2 / |
1810-1903 |
Pope LEO XIII |
The Complete Ante Nicene Nicene And Post Nicene Church Fathers |
Hilaire de Poitiers avant l'exil : recherches sur la naissance, l'enseignement et l'épreuve d'une foi épiscopale en Gaule au milieu du IVe siècle |
THE EARLY CHRISTIANS IN ROME |
EARLY CHRISTIAN DOCTRINES |
CHRISTIAN WORSHIP: ITS ORIGIN AND EVOLUTION, A STUDY OF THE LATIN LITURGY UP TO THE TIME OF CHARLEMAGNE, |
THE CONFLICT OF RELIGIONS IN THE EARLY ROMAN EMPIRE |
MANUAL OF UNIVERSAL CHURCH HISTORY (PDF) |
Patrology : the lives and works of the fathers of the church |
THE CAMBRIDGE HISTORY OF CHRISTIANITYV 1 / V 2 / V 3 /V 4 / V 5 / V 6 / V 7 / V8 / V 9---------------------- |
HISTOIRE DU CHRISTIANISME,DES PAPESETDES ÉGLISES
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