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| BIBLIOTECA DE HISTORIA UNIVERSAL DEL CRISTIANISMOY DE LA IGLESIA | 
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 INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA UNIVERSAL DEL CRISTIANISMO
           INTRODUCCIÓN
              A LA HISTORIA UNIVERSAL DEL CRISTIANISMO
                     
               
               Entender el
              desarrollo de Historia de las Naciones sin la presencia de la Iglesia Católica es
              suponer que la Tierra puede existir sin su núcleo, los animales sin el instinto
              y el hombre sin la inteligencia. ¡Mucho suponer!
               Verdad es, la
              Ciencia grabó la “omnipotencia de su Razón” en la que podemos calificar la “placa
              madre” de la conducta del Pensamiento Moderno del Siglo XX; de manera que de
              acuerdo a aquel modelo de razonamiento todopoderoso, lo que implica y conlleva a
              la omnisciencia del Ateísmo, su programa ideológico vino a resumirse en estas
              sencillas declaraciones existencialistas: “no existe lo que es, sino lo que la
              Ciencia dice que existe; y a pesar de no existir lo que dice la Ciencia que exista:
              no tiene ninguna importancia lo que pueda decir, diga o quiera decir, quien no
              es de profesión un científico-ateo”
               Pasó en el
              mundo del Ateísmo Científico lo que pasó en el Globo de la Política Progresista
              de principios del Siglo XXI, cuando el Político secuestró la voluntad democrática
              del pueblo, y  el NO-Político tuvo derecho a la Crítica, pero no a la
              Palabra.
               Hablando de
              la Inteligencia, núcleo duro del cerebro humano, que es al hombre lo que el
              instinto a los animales; sin la cual, la inteligencia, su existencia en la
              Tierra se hubiese colapsado durante la Naturaleza Salvaje de las Eras
              Prehistóricas, por ausencia de garras, colmillos y la fuerza natural a las
              bestias; inteligencia cuyo norte, horizonte y sentido de ser es la Palabra,
              todo hay que decirlo: ni al científico ni al político les interesó la Verdad de
              la Inteligencia más allá de su  relación con la Gloria y el Poder.
               Hubo un
              tiempo, durante la Infancia de la Ciencia y de la Política, cuando la Ciencia
              tuvo la Verdad por emblema, y la Política la Revolución por bandera, cuando el Político
              y el Científico buscaron la Verdad por la Verdad… En fin, hoy por hoy, esto es un
              cuento de viejas. El hecho es que con la muerte de Sócrates la Verdad fue
              enterrada en los calabozos de los intereses de la Política. Y ahí ha estado
              desde entonces.
               La Historia
              del Imperio Romano lo confirma, la Inteligencia pasó a ser la esclava de lux
              del Poder. La Ciencia humana se hundió en los abismos de su esclavitud a la
              Política, y su libertad vino a depender de la calidad de su servicio al Amo,
              sin importarle valor moral o ético alguno, excepto el que el Poder tuvo por
              natural al Imperio de su voluntad.
                   La Historia
              del Mundo antes del Nacimiento del Cristianismo está escrita. Antes de Cristo las
              imágenes del hombre, que los sabios se formaron, y la Imagen del Hombre creado
              por Dios chocaron a muerte. La exposición en la Cruz de la Imagen Divina del Hombre
              trajo a luz el verdadero rostro del “hombre Antiguo”: bestia depredadora que
              alimentó a sus animales domésticos con carne humana.
               Desde el
              Oriente Lejano al África Salvaje, desde Alaska a la Patagonia “el sacrificio
              humano a la salud de los dioses”  levantó en el lecho de un mar de
              sangre una tumba a la Verdad Universal de la Inteligencia de los Siglos, de
              cuyo fondo nadie creía que fuese posible rescatar la Verdadera Imagen del Hombre
              creado por Dios, y menos que fuese a extender su Luz sobre las naciones de la
              Tierra.
               A la altura
              del Nacimiento del Cristianismo no había hombre que buscase el Bien Universal;
              todos  tuvieron por  verdad un único propósito: sobrevivir
              a costa de la sangre de las naciones vecinas. La ley del más fuerte por gloria desplazó
              a la Verdad el mismo día en que un hermano dejó caer sobre el cráneo de su
              hermano la fuerza de su brazo criminal. Todos los hombres devinieron criminales;
              quienes no seguían el camino de la sangre pagaban el precio con el
              derramamiento de la propia.
               La mentira,
              la traición y el odio devinieron el pan de cada día. La herencia de un siglo al
              siguiente, de un Milenio al otro, fue un cráneo de guerra cada vez más sofisticado.
              Todos y cada uno de los pueblos se entregaron a la búsqueda de ese arma
              definitiva que habría de darle el Imperio del Mundo a quien la descubriese. La
              nación, pueblo o tribu que no se sentase alrededor de la mesa que Satán levantó
              a la salud de la Muerte del Género Humano, para que demonios y hombres se
              emborrachasen con sangre … ésa … perecería.
                   Los
              historiadores modernos rompieron una lanza a la salud de aquel Mundo Antiguo, y
              sin honor ni vergüenza glorificaron la Civilización de aquel infernal Imperio
              Romano cuya ley devino el Modelo a cuya imagen y semejanza levantó su
              civilización el Imperio Británico.
               Terror y
              Miseria fueron los dos brazos de aquel Mundo Antiguo perdido en las tinieblas
              de una inteligencia que vendió la Verdad al Poder. Y si hablamos del Imperio
              Romano, en tanto en cuanto la degradación  que mejor explica lo que
              el hombre devino  a la altura del Nacimiento del Cristianismo, no es
              porque las demás civilizaciones hubiesen sido mejores, simplemente es lo que
              más cerca tenemos y cuya Historia, por mejor documentada, mejor conocemos.
               Ya sabemos
              que lo lógico en un criminal es ocultar las huellas de sus crímenes; lo
              contrario, creer que el delincuente va a confesar su crimen significa renunciar
              a la Inteligencia; siguiendo esta norma los imperios anteriores al Romano se
              preocuparon de borrar el horror de sus Memorias. De hecho, a día de hoy tenemos
              quienes en su pasión sin límites por el Poder  glorifican la
              civilización sangrienta de la que fueron liberados los pueblos aborígenes mesoamericanos
              por el Imperio Español.
               Sí, es
              cierto, los naciones cristianas cometieron muchos errores durante el Crecimiento
              y Formación de su Historia Universal. Pero comparando sus aciertos y sus
              errores con los de las civilizaciones del mundo antiguo podemos afirmar que el
              peor de sus errores fue infinitamente más positivo para el crecimiento del
              mundo actual que el mejor de los aciertos de aquellos  pueblos
              sumidos en las tinieblas de imperios y reinos cuya ley fue el Terror sobre el propio
              pueblo y el Odio contra los pueblos vecinos.
               El Hombre se
              había metido en la piel de una bestia, la más depredadora, salvaje y sangrienta
              jamás nacida de las entrañas de la Tierra. ¿Qué lugar podía tener aquella
              Esperanza de Noé, Abraham, Jacob y David, abandonada a buscarse la vida en
              aquella selva de monstruos devorándose los unos a los otros por el Poder
              Imperial? Jerusalén había renunciado a mantener vivo en su Templo y su pueblo
              aquel sueño de redención mundial de unos patriarcas y héroes nacionales cuya
              naturaleza ya nadie podía discernir.
               Los
              historiadores modernos, liderados por las escuelas anglosajonas, enemigos a
              muerte de la Iglesia Católica, maquillaron el rostro de aquel Mundo Antiguo
              fundado sobre hierro y fuego; no teniendo otro Modelo para edificar su Imperio
              prefirieron glorificar el Romano acusando al Cristianismo de haber sido la
              causa directa de su Destrucción.
               La
              barbaridad que esta acusación supone da cuenta de la barbarie que sellaron con
              sus guerras religiosas las naciones nacidas del Protestantismo. Pero el juicio
              sobre esos Imperios es asunto exclusivo del Juez Divino.
                   Volviendo al
              Principio, el Cristianismo existe porque un Hombre resucitó aquella Esperanza
              que Jerusalén arrojó de su alma; ese Hombre, cuyo Nombre Nuevo todos conocemos,
              CRISTO, la recogió del suelo, y la legó en Testamento a su Casa en el
              Espíritu. Todos conocemos Su Nombre, quién fue, quién es, y lo más importante :
              “de dónde vino”.
               Porque, en
              efecto, la Primera Corona que posó su gloria sobre una cabeza humana “bajó del
              Cielo”. No lo dice un hombre  del Tercer
              Milenio de la Era de Cristo; está escrito en documentos ajenos al Antiguo
              Testamento, documentos sumerios hasta ayer mismo desconocidos, desde lo que
              debe afirmarse lo que antes se negara:
                            “las piedras hablan”,
                                               todo lo que
              necesitan es un traductor.   
               La
              restauración de aquel Reino Perdido, el Primero que existió entre las familias  humanas, nos relata un “descenso del Cielo” de
              la Corona de Adán, padre de Israel. Tres Milenios más tarde nadie en la Tierra podía
              imaginar que el propio Rey en Persona “descendiese del Cielo”.
               A nadie le
              cupo en la cabeza la posibilidad de semejante “descenso del Cielo” del Rey en
              Persona. Pero es lo que vino a suceder: El Rey del Cielo descendió en Persona a
              la Tierra para  hacer de los pueblos de la Tierra Ciudadanos de su Imperio.
               Este
              acontecimiento para la eternidad, que transformó la misma estructura del Reino
              de Dios, fue sellado con la sangre de los Primeros Cristianos, siendo el
              Primero de todos el propio Cristo, hijo de David, cuyo Nacimiento fue Encarnado
              por el Hijo de Dios, según todos sabemos y la Iglesia Católica Romana ha venido
              defendiendo durante los dos mil años que han pasado desde entonces hasta
              nuestros días.
               La Historia
              de la Iglesia Católica es la Historia de estos dos mil años
              de  Defensa de ese Acontecimiento contra todas las fuerzas que la
              Muerte y su hijo Satán levantaron, en guerra de destrucción absoluta contra la
              Iglesia Católica, edificada por los Apóstoles sobre la Piedra que Dios fundó
              delante de sus Hermanos en el Espíritu.
               No hay
              historia perfecta de la Iglesia y del Cristianismo. El Mundo Antiguo fue
              borrado y un Mundo Nuevo tuvo su Comienzo. Y aunque un hombre espiritual había
              sido engendrado, su carne  procedía de aquella bestia bárbara que
              sacrificó  sus hijos a los árboles del bosque y se emborrachó con la
              sangre de sus  enemigos servida en cráneos pulidos. Olvidar este
              detalle y creer que de la roca  bruta se puede  crear una
              estatua de belleza perfecta, sin el trabajo y la paciencia de un genio único,
              es creer que los burros vuelan y que Enrique VIII fue un santo. Esta creencia
              para mentes  sin inteligencia es la que los historiadores modernos,
              hijos de las Rebelión Anglicano-Protestante, vinieron a imponer en sus
              escuelas.
               I
                   De hecho si
              Dios soporta una oposición a Su Iglesia es por darle a todos los hombres una
              oportunidad final de deponer las armas y abrazar la Verdad como Origen y Fuente
              de la Justicia y de la Paz. La verdad es que su Hijo es el Dios que dijo “Haya
              Luz; y la Luz se hizo”.  Conociendo esta Verdad el Apóstol escribió:
               “El Verbo,
              la Palabra, el Hijo de Dios, se hizo Hombre, y hemos visto su Gloria, la Gloria
              del Hijo Unigénito de Dios”.
                   Basta ya,
              pues, de medias tintas y de timideces. Dios no quiere que nadie muera. La
              Creación está basada en el Principio de la Vida Eterna a imagen y semejanza de
              su Hijo, y nada le es más grato al Creador que toda su Creación corra a
              adquirir la Ciudadanía de su Reino. Pero el que elija no querer vivir
              eternamente a la luz de la Verdad, y prefiera declararse el enemigo de Su
              Reino, que así sea, nos limpiaremos el polvo de nuestros pies y seguiremos
              nuestro Camino hacia la Adhesión de la plenitud de las naciones de la Tierra al
              Reino del Hijo de Dios. Este es el Fin Divino para el que hemos sido
              engendrados, e investidos de la Invencibilidad del Espíritu de la Palabra,
              aquel Mañana anunciado desde el Principio: “La Creación entera aguarda
              expectante la manifestación de la gloria de la Libertad de los hijos de Dios”, es
              Día ha llegado. Es Hoy.
                   El Día de la
              Libertad ha amanecido, Dios lo ha anunciado dando a conocer su Voluntad
              Unificadora.
                   Así pues, y
              tal cual hemos recibido de los labios de la Esposa del Señor Jesús, Nuestro
              Padre que está en los Cielos, el Creador no se relaciona con Su Creación desde
              el Poder. Su relación con la Vida se funda en el Amor, y Amor de Padre a hijo.
                   El mero
              hecho de medirse con su Criatura en el terreno del Poder de su Creador es un
              insulto a Dios. Y desde la Criatura, una locura.
               Nadie crea
              que por el Poder o por la Ciencia puede ganar el Corazón de Dios. Mas, como
              todos sabemos, y lo sabemos porque el Libro de la Historia está para que lo
              recordemos, en tiempos de grandes acontecimientos como los que vamos a vivir en
              este Siglo, en la tierra de la ignorancia brotan fanatismos que, en su
              patología, en lugar de acercar a Dios conducen a las gentes a las filas de su
              Enemigo. Es por esto que la Memoria Histórica del Cristianismo es Vital para no
              caer en los errores del Pasado.
                   Un hombre
              sin Memoria, digámoslo todo, es un enfermo. Un hombre con una Memoria mutilada
              o manipulada es un discapacitado intelectual. Ambos son carne de cañón para
              quienes buscan la transformación del ser humano en una bestia a su servicio. A donde
              conduce esta transformación lo sabemos todos; quienes la buscan, niegan
              que  la conversión del  hombre en un esclavo al servicio de
              sus intereses y ambiciones sea una abominación; quienes la abominamos,
              preferimos la muerte a devenir esclavos de quienes eligen ser reyes en el
              infierno a simples ciudadanos en el Reino del Hijo de Dios. En definitiva es de
              esto de lo que se trata, renunciar o aceptar la Ley Universal.  
               Así pues, la
              Inteligencia Divina no puede permitir que la Materia prime sobre el Espíritu,
              ni la Muerte sobre la Vida. Discutir alrededor de la mesa de la Historia la
              naturaleza de esta Guerra “entre lo que estamos llamado a ser y somos”, y lo
              que quiere el mundo que seamos y nos negamos a ser”, supera los trámites de una
              visión general sobre nuestros orígenes.
               Las Edades
              del Cristianismo están escritas. La riqueza de las victorias del Cristianismo
              han enriquecido el progreso de la civilización. Desde los Orígenes Bárbaros de
              las grandes naciones cristianas creadoras de la Edad Moderna, a nuestros días,
              una Biblioteca sin par, ni igual entre las bibliotecas de las civilizaciones no
              cristianas, ha sido escrita.  Bajo el Signo de Cristo  han
              crecido todas las joyas de las que al presente nos gloriamos de haber conocido
              y amar:  Ciencias, Artes, Derecho, Organizaciones Internacionales…
              Todo lo que consideramos bueno y digno de ser cultivado encontró en la
              Civilización Cristiana primero su refugio, luego su casa, y finalmente un
              terreno en el que construirse un futuro libre.
               Lamentablemente
              la razón humana valora más un error que mil aciertos, perdona un genocidio pero
              no absuelve un homicidio; tolera la corrupción y no soporta la honestidad de
              quien ama la verdad sobre todas las cosas. Así que, en cuanto ese futuro se
              hizo, las Ciencias, las Artes, el Derecho y las Organizaciones Internacionales
              mediante el subterfugio de Guerra entre la Razón y la Fe, se declararon en
              Rebelión Abierta contra el Espíritu Cristiano que las rescató del sepulcro. La
              Historia del Cristianismo es también la Historia de aquella Guerra de la Fe por
              sobrevivir a las fuerzas que la Razón, creyéndose todopoderosa, levantó contra
              la Iglesia.
                   II
                   Más allá de
              esta realidad visible los hijos de Dios nos enfrentamos a un Acontecimiento Maravilloso:
              el Fin de los Tiempos durante los cuales la Historia de nuestro Mundo estaría encadenada
              a la Ley de la Ciencia del Bien y del Mal. La Victoria del Hijo de Dios sobre
              el Enemigo de su Reino cambió el Fin al que su Enemigo quiso conducirnos a
              todos los pueblos, término al que aún no ha renunciado y tal cual vemos al
              presente sigue buscando desesperadamente.
               Es decir, la
              Historia del Mundo es Historia  del Cristianismo, porque, como dije
              antes, sin la Existencia del Cristianismo no existiría Mundo sobre el que
              escribir Historia alguna; y, evidentemente, sin la Vida de la Iglesia Católica
              no existiría el Cristianismo. De tal forma que si la Iglesia Católica pereciera
              el Cristianismo se hundiría en el polvo, y una vez el Cristianismo se
              extinguiese cesaría la Vida del hombre en la Tierra. No hablo en vano. Basta
              abrir la Memoria de Europa para ver cómo la Iglesia Católica ha sido esa Ciudad
              de Dios continuamente asediada por enemigos externos e internos, Historia que
              demuestra la veracidad de la conclusión unos segundos antes expuesta. Si
              alguien quiere destruir el Cristianismo primero debe echar abajo la Iglesia
              Católica; una vez ésta  reducida a escombros, el Cristianismo se
              hundiría en  la memoria de los siglos, siendo el resultado final
              buscado por el Enemigo de Dios la extinción de vida inteligente en la Tierra,
              horizonte que los conjurados en la actual Alianza de
              Civilizaciones  no ven, porque no ven que quien los ha reunido
              alrededor de una misma mesa es el mismo sujeto  a quien el Hijo de Dios le dijo: “Vade retro
              Satanás”.
               Sobran las
              palabras cuando el Libro de las Victorias de la Iglesia Católica, sobre todas
              las fuerzas que la Muerte y  su Príncipe Maligno le suscitaron a
              través de los siglos, está escrito, y su lectura es libre.
               III
                   Pero
              regresando al Principio, el Fin Natural al que es conducido todo Mundo
              encadenado al Muro de la Ley de la Ciencia del Bien y del Mal es su regreso al
              polvo: extinción y desaparición de la faz del Universo. Buscándonos un Camino a
              la Vida, Jesucristo conquistó el Corazón de Dios abriendo la Puerta de la que
              nadie excepto Él posee la Llave: el Amor a Dios, en tanto que Padre, y al Dios
              que dice de Sí mismo: “YO SOY EL QUE SOY”.
                   Llega
              siempre para todo hijo ese momento de ver a su padre como hombre, y sin dejar
              de ser su hijo ver al hombre. Esta visión puede ser dramática, y en muchos
              casos crear una muralla contra la personalidad humana del hombre que lo trajo
              al mundo. Este es el encuentro al que el Hijo de Dios se enfrentó al venir
              al Mundo; desde la Tierra, mirando a Dios desde el Ser, contempló su
              Personalidad. Personalidad ante la que cayó rendido.
               No menos
              rendido que cayó Dios ante este Hijo por Amor al cual el Fin Natural a la
              Condena de la Transgresión del Hombre fue revolucionada de tal manera que el
              Epílogo de la Tragedia del Género Humano vendría a ser el Prólogo de una
              Historia Feliz. ¡Contra natura la Tragedia del Genero Humano tendría un Final
              Feliz!
                   Esta es la
              Victoria de Jesucristo, celebrada en el Cielo por toda la Casa de Dios, según
              leemos en el Epílogo de Su Libro; celebrada por siglos de generaciones
              cristianas, y a ser ensalzada por los hijos de Dios en la Tierra durante los
              siglos que vienen, y por la Eternidad será la Memoria de la Iglesia Universal,
              que en este Siglo destruirá la Obra de la Muerte y su Príncipe.
                   El Decreto
              de Dios contra la Muerte y Satanás proclama su Destierro de la Tierra. La
              Llamada a todos los hijos de Dios, de los Cielos y de la Tierra, a Unidad y
              Obediencia al Rey Todopoderoso, para juntos destruir la Obra que el Enemigo del
              Reino de Jesucristo ha levantado en nuestro Mundo durante estos siglos pasados,
              es una Llamada viva. Aquel que no obedezca la Voluntad Unificadora de Dios y
              permanezca de rodillas ante las tradiciones y las iglesias nacionales será como
              el polvo que el Viento del Espíritu levanta y arrastra lejos del Camino.
                   El enemigo
              del Dios y del Hombre hará lo que le es natural, intentar conducir a la
              Extinción a todo el Género Humano antes de ser desterrado de la Tierra. La
              ignorancia sobre sus métodos y sus mentiras es su arma para agarrarse a la
              Tierra y permanecer en el Mundo, pues a él le fue dada la corona del Mundo el
              día en que se la arrebató a Adán.
                   El Hijo de
              Dios rechazó la corona sobre todos los reinos de la Tierra que el Maligno le
              ofreció, con su Rechazo manifestando, delante de la Creación entera, cuyos ojos
              estaban fijos en Él, que su Reino no está basado en el terror a la Omnipotencia
              de un Ser Divino al sonido de cuya Voz el Espacio y el Tiempo se pliegan como
              si fuesen sus más fieles esclavos.
                   El Reino del
              Creador del Universo, en orden al cual el Infinito y la Eternidad se hicieron
              una sola cosa con el Ser Divino, está basado en el Amor de Dios a la Vida.
                   Dios no
              quiere esclavos, Dios no busca gloria en sus criaturas, Dios no crea para ser
              aplaudido.
                   Dios crea
              por Amor, y sólo ante el Amor abre su Ser.
                   “Vade retro
              Satanás” es el rechazo Absoluto y Eterno del Cristiano a una Relación del
              Creador con su Creación en base al terror del Infinito Poder de Dios. “Hagamos
              al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza”, ergo: un hijo de Dios, es
              una Declaración de Amor Verdadero sin límites del Creador hacia su Creación.
              Contra esta Verdad sempiterna levantó el Diablo la Tormenta de aquella Rebelión
              Protestante, que proclamó ser Dios el Señor del Terror ante cuyo Poder todo el
              mundo debe plegar sus rodillas, o morir.
                   El
              Anticristianismo del Manifiesto Protestante no podía ser más satánico.
                   Teniendo
              pues delante el Decreto de Dios por el que se consuma “el Tiempo de la
              Expectación angustiosa de la creación”, y concluyen los tiempos durante los
              cuales “el Rey debía permanecer sentado a la Diestra de su Padre hasta que sus
              enemigos estuviesen en el escabel de sus pies”, siendo aquel Mañana nuestro
              Hoy, y conociendo el Odio del Enemigo del Hombre, es bueno que la Memoria
              Histórica del Cristianismo, en la que el Infierno ha estado operando para
              destruir a la Iglesia y al Género Humano, sea abierta a todos los cristianos:
              para no dejarse arrastrar hacia los errores en los que una vez cayeron nuestros
              pueblos. Pues la Muerte reaggiorna sus
              Mentiras, para que vestidas con una máscara diferente conduzcan al abismo a los
              ignorantes que, engañados por ella, se dejan arrastrar al bando contrario de
              Cristo en la creencia de estar luchando por la causa de Dios.
               La Necesidad
              de destruir a la Iglesia Católica fue de primer orden para el Diablo y la
              Muerte, a fin de que siendo destruida no diera a luz a los hijos de su Señor,
              cuya Herencia no es otra que la Gloria de la Libertad de los hijos de Dios a la
              Imagen y Semejanza del Primogénito de todos, y Padre Nuestro. El Espíritu de
              Inteligencia Divina es nuestra Herencia, y por Él somos conducidos a la Batalla
              Final, abierta contra el Enemigo de Nuestro Dios y Rey, en la consciencia de
              nuestra Invencibilidad llamando a todos los hombres a abandonar sus posiciones
              y venir todos al Reino de la Verdad.
                   Dos líneas
              de acción son las nuestras: Combatir el Mal y Hacer el Bien, y ambas a Imagen y
              Semejanza de quien llamándonos a Su Vida y, habiendo perdido nuestro Mundo el
              norte del sentido de su existencia, se hizo Hombre para decirnos “HE AQUI EL
              HOMBRE”.
                   IV
                   Ya en el
              terreno de la Lectura de la Historia Universal del Cristianismo en Lengua
              Española y una vez introducidos en la Herencia Intelectual que debiera ser
              Libre, y obligatoria esta Libertad para todos los pueblos, observo dos
              detalles. El primero es que la Lengua Inglesa ha vertido en su Biblioteca
              Historias del Cristianismo mucho más amplias que las que la Lengua Española ha
              vertido a la suya.
               El segundo
              detalle que observo en las Historias en Lengua Española es su carácter
              apologético de la Curia. La Odisea de las Naciones cristianas es
              casi invisibilizada. La amplitud del tema excusa este apocamiento,
              reducido al status quo de historiadores de reyes contratados para ensalzar a
              sus amos y borrar todos sus defectos. Y no digo esto para criticar a la Iglesia
              Católica; siendo mi Madre queda muy lejos de mi espíritu una actitud de
              deshonra. Pero haciéndolo así, reduciendo la Historia Universal del Cristianismo
              a las peripecias de la Curia y de los reyes, los historiadores del Cristianismo
              cometen el error de dejar fuera de esta Odisea a quien sin él, el Pueblo
              cristiano, no hubiese habido ni Curia ni reyes cristianos. En fin, esperemos
              que en este Siglo se escriba la Historia Universal del Cristianismo para ser
              Asignatura Oficial en el Edificio de la Formación del Ser Humano a la Imagen y
              Semejanza de los hijos de Dios.
               V
                   De la otra
              parte y ya centrados en la Vida Eterna en la que caminamos, la Historia del
              Cristianismo es un encuentro en vida con quienes vamos a convivir por la
              Eternidad. Los hombres y mujeres que han escrito sus nombres en el Libro de la
              Historia del Cristianismo son hombres y mujeres con los que compartiremos
              Ciudadanía Eterna. Todos hemos sido creados para ser herederos de esa
              Ciudadanía. Todos hemos sido creados para participar en la Vida del Dios de la
              Eternidad y del Infinito como Ciudadanos de su Mundo. El conocimiento de
              quienes han portado la Llama de la Fe a través de los Siglos y nos la han
              pasado a nosotros para que la Carrera no se detenga, pues sólo Dios sabe cuándo
              la Historia del Género Humano empezará a escribirse desde el Mundo Eterno que
              nos aguarda; ésos hombres y mujeres nos quitan el Miedo, el Temor a dar un paso
              adelante y cruzar la Puerta de la Vida Eterna.
                   Insisto: La
              Creación no es un Acto de Terror concebido por un Dios Maligno ocultando su
              designio infernal a sus Criaturas, quienes engañadas para vivir en el Paraíso
              se encuentran de pronto arrojadas al abismo. El Hijo de Dios en persona vino
              para quitarnos de la cabeza este Miedo, esta Duda. Él no fue un fantasma,
              un dios oculto luterano-calvinista seduciendo a una generación
              para enseguida entregarla al matadero de la Guerra de los Treinta Años. Todo lo
              contrario. Y ningún Discurso puede ser más convincente, definitivo y
              maravilloso que la Vida de sus Discípulos. Lo cual nos da fuerza para volver a
              levantarnos cuando caemos y seguir corriendo a pesar de los malos momentos.
              Ellos nos enseñan que la Vida Eterna comienza aquí.
               Hemos sido
              creados para ser eternos. Hacemos esta elección libremente. Nuestros padres nos
              condujeron a la Puerta, pero cruzarla es un ejercicio de Poder sujeto
              exclusivamente a la Libertad de cada hombre y mujer. Quienes la cruzamos
              vivimos en la Eternidad, y en esta Razón nuestro comportamiento se rige por una
              Ley infinitamente superior a las leyes nacidas de la Ciencia del Bien y del
              Mal. Todas las leyes creadas para justificar el Crimen Fratricida van a pasar;
              han gobernado el mundo temporalmente hasta Nuestra Llegada.
                   Somos
              Ciudadanos de un Reino cuyo Rey es Dios. La Gloria de nuestra Libertad nace en
              su Libertad Todopoderosa. Por este Poder resurgimos de las cenizas y creamos un
              Mundo en el que las Ciencias, el Derecho y las Artes pusieron los Fundamentos
              de nuestra Civilización, que proyectamos a las Cinco Regiones del Mundo, y sin
              Nosotros, el Pueblo Cristiano, las naciones que hoy levantan orgullosas sus
              brazos para acometer nuestro Genocidio se habrían hundido en el mundo de las
              bestias.
                   No conocer
              Nuestra Historia es un delito contra la inteligencia. Si hay un hombre que en
              la Tierra puede lucir la bendición de Dios, ése Hombre somos nosotros: el
              Hombre Cristiano.
                   Pero “… el
              que esté limpio de pecado que tire la primera piedra”.
               Ésos que
              apartaron a los pueblos de su Historia Universal y les pusieron Orejeras
              Nacionalistas a ambos lados de los ojos para que sólo vieran la Biblia, como si
              antes de ellos no hubiesen nacido San Ambrosios y Agustines por
              cientos, y héroes de la Fe por miles, ésos padres sembraron un odio contra los
              pueblos cristianos que de guerra en guerra los condujo a las Guerras Mundiales.
              Siendo Dios Amor, ellos sabrán de dónde les vino aquel Odio.
               Ciertamente
              en la Historia del Cristianismo hay luces y sombras, como la hay en la vida de
              todo hombre. Hemos nacido en un campo de batalla. Todos, sin excepción, lo
              mismo los Papas que los carpinteros, lo mismo los reyes que los albañiles,
              todos hemos nacido en un mundo sujeto a una Ley Infernal que bendice el
              Genocidio, el Crimen, la Guerra, la Transgresión de las Leyes de la Creación, y
              premia al Corrupto y al Psicópata como amo que alimenta a su siervo, ignorando
              éste que cuando cumpla su trabajo hallará su recompensa en ser devorado el
              último.
                   VI
                   Hablando
              sobre el Origen diré que la Historia Universal del Cristianismo tiene su
              Principio en Jesucristo. Nuestra Prehistoria es la Historia del Pueblo Hebreo.
              Como el alfarero que al volver a su taller se lo encuentra destrozado, recoge
              todos los tiestos, y una vez todo organizado recomienza su trabajo, la Historia
              de la Formación del Hombre a la Imagen y Semejanza de los hijos de Dios comenzó
              de nuevo, pero esta vez el Modelo Original se hizo Hombre, y no fue un hijo de
              Dios cualquiera quien vino a Encarnar este Original, fue el Propio Primogénito
              de los Hijos de Dios quien vino a mostrarnos al Hombre que llevamos en el Ser
              desde el origen de la creación del Universo.
                   Por lógica
              este Hombre cuya Ley Natural tiene su Fuente en la Ley Sobrenatural del Amor de
              Dios a la Vida tenía que chocar con la ley del mundo, escrita a sangre y fuego.
              Consciente de este shock Jesucristo formó a sus Discípulos mostrándoles la
              respuesta que deben darle a esa ley. “La Verdad es eterna, no se compra ni se
              vende”. La Vida que viene de la Verdad es Invencible, no puede ser destruida
              por la Muerte ni vencida por el Diablo. Frente al mundo edificado sobre el
              Fratricidio sólo cabe una respuesta: Victoria o Muerte.
                   En el caso
              de la Primera Generación de Cristianos la Victoria estaba en la Muerte. Así
              comenzó a ser escrito el Libro de la Historia Universal del Cristianismo.
                   El Primero
              fue el Siglo de Cristo. Todos los Apóstoles y su generación dieron su
              Testimonio de lo que vieron y oyeron, tocaron y amaron. Con su Sangre firmaron
              ese Testimonio. Y nadie más fue llamado a ser Testigo de lo que Ellos vieron y
              oyeron, tocaron y amaron. Y quien se declara Testigo de Dios lo hace en nombre
              de su propia ignorancia, no en el nombre del Dios que engendró a sus Testigos y
              los invistió de la Fuerza de su Predestinación para no vacilar ni temblar en la
              Hora de las tinieblas que sobre Ellos caería con la fuerza del Infierno.
                   VII
                   Es extraño
              observar cómo los historiadores del Siglo de Cristo pasaron por esta Odisea
              única en la Historia de la Tierra como quien camina pisando huevos,
              justificando al perseguidor mediante la reducción de la gloria de los
              perseguidos a simples escaramuzas, que tampoco fueron para tanto – dicen-, y
              debiera adjudicársele más a un efecto cuasi psicópata enfermizo por el
              martirio, que al acto histórico fundacional de la Civilización.
                   La
              degeneración absoluta del ser humano que el imperio romano representó, y aun
              siendo el más alto estado de sociedad existente para la fecha, nos descubre el
              bestialismo que precede a la ruina final, ruina que estaba en el aire, y el
              Cristianismo retardó; esta degeneración de un ser humano que come carne y bebe
              sangre, asentado en la superioridad que procede de la ciencia de la guerra, que
              no reconoce más ley que la del hierro y del fuego, y no acepta más moral que la
              del depredador salvaje imponiendo su ley sobre cientos de miles de cadáveres,
              arrasando pueblos, devastando territorios; esta degeneración masiva del género
              humano, que venía siendo cultivada desde que un hermano quiso poner de rodillas
              a su hermano y éste prefiriera morir de pie, degeneración que fue llevada por
              el imperio romano a su grado más alto de justificación, por aquella
              degeneración del comportamiento humano los historiadores, tanto cristianos como
              anticristianos, pasan de puntillas. Los primeros porque no quieren reabrir las
              heridas, los segundos porque la bestia que llevaban dentro les hacía añorar
              aquellos viejos días de gloria. Convertir a aquel hombre, antes de que llegase
              su ruina y el viento infernal de la Muerte transformase el Barro en polvo, fue
              el Horizonte que abrió el Hijo de Dios al precio de su Sangre y de la Sangre de
              sus Hermanos de la Casa de Abraham.
                   VIII
                   El Camino
              estaba abierto. Desde el Inicio a la Victoria la Conversión de Europa al
              Cristianismo habían de pasar tres siglos más. Siglos difíciles.
                   El Genocidio
              Anticristiano fue firmado. El Imperio Romano se había sumido en una espiral de
              suicidio glorioso que le impedía ver su ruina en razón de los siglos de su
              existencia. ¡Roma era Eterna! En este terreno los historiadores vuelven a
              dividirse. Los unos quieren ignorar la existencia y la influencia trascendental
              del Cristianismo en la Historia de los siglos II y III. Los otros quieren
              reducir al mínimo la Batalla del Imperio contra la Religión Divina a la salud
              de Italia, como si aquel pueblo romano muerto y el pueblo italiano vivo
              tuviesen conexión moral o espiritual de naturaleza alguna. Y sin embargo
              aquellos siglos fueron el semillero de santos y sabios de cuyas manos y obras
              la Inteligencia Humana fue regenerada y el pensamiento humano reedificado sobre
              los fundamentos nuevos de la Verdad Eterna. Gracias a esta regeneración del
              Pensamiento por el Espíritu Cristiano la transformación revolucionaria de la
              Moral se hizo. El Derecho evolucionó a la luz de la bandera del Espíritu de los
              Obispos. Muerta la Filosofía Pagana, el Filósofo Cristiano alcanzó lo que sin
              la Fe le fuera imposible al hombre, abrazarse y ser abrazado por la Sabiduría.
                   En aquellos
              primeros siglos la regeneración de la Inteligencia no vino de las escuelas
              oficiales subvencionadas por el Estado. Fueron los Obispos, todos Católicos,
              quienes en Defensa de la Fe y buscando el Fin del Genocidio Anticristiano,
              recogieron el pensamiento Humano del barro y liberándolo de la esclavitud al
              Estado le dio, sin límites de crecimiento, Libertad y Horizonte. Imposible por
              tanto pasar por la Historia Universal del Cristianismo sin plantar la tienda al
              lado de los llamados Padres de la Iglesia, encender el fuego y dejarse llevar
              por sus palabras ante la Presencia de Aquel Señor Suyo desde el que se
              irradiaba el Amor a la Sabiduría que chispeante animaban todos sus discursos.
                   IX
                   En el Siglo
              IV asistimos a la Victoria Final de la Conversión de Europa. Trascendental para
              el Futuro porque fue por esa Victoria que Europa devino Invencible.
                   Y deviniendo
              Cristiana, por lógica, tendría que convertirse en la Vanguardia de la
              Civilización contra la que la Muerte habría de lanzar durante los siglos
              siguientes todas sus fuerzas. Es también en este Siglo IV donde el problema de
              las divisiones doctrinales internas, que llevaban sacudiendo a las iglesias
              desde Simón el Mago hasta Arrio, alcanzó su punto más anticristiano.
              El Arrianismo, negación de la Naturaleza Increada del Hijo de Dios, que más
              tarde tendría en Mahoma su revival, se declaró en estado de guerra fratricida.
              La Iglesia Católica devino su Abel, contra el que era de santos alzar la espada
              y acabar con su vida. Pero Dios, que es quien dirige la Historia de su Reino,
              antes de que se consumara el Crimen dio luz a su Campeón, Constantino, luego
              llamado el Grande.
               En este
              Capítulo de la Biografía del Campeón Divino los historiadores oficiales siguen
              siendo unos incompetentes, tanto los que describen su Imperio como
              los que narran la Victoria del Cristianismo. Ambas escuelas ignoran a
              Dios. Ambas escuelas separan a Dios de la Historia Universal del Cristianismo,
              y reflejan en sus posiciones intelectuales una timidez y una inconsistencia
              para con los Hechos tales que los lleva a descalificar al Campeón y crear entre
              él y Dios un abismo, como si este Campeón hubiese salido de la nada.
               En el
              terreno Católico se mantuvo esta Conexión Divina ... hasta que la hegemonía de
              las escuelas históricas nacidas del protestantismo se encargaron de desconectar
              a Dios de la Historia Universal y reducir los Acontecimientos Históricas a
              simples causas y efectos circunstanciales. Andando por este camino era
              igualmente natural que terminasen desconectando sus naciones del Reino de Dios,
              poniendo sus pueblos al servicio de dinastías forjadas a base de hierro y
              fuego, un lenguaje que parecían entender a la perfección quienes habiendo
              venido a la Civilización seguían añorando aquel estado de bestias depredadoras
              en las que once upon a time en
              las profundidades de sus bosques de hielo “vivieron felices y comieron perdices”.
               Pero no sólo
              se hizo la Victoria del Cristianismo. Como no podía ser de otro modo en el
              Siglo IV, por primera vez en la Historia del Universo, se proclamó a Voz Viva y
              en Alto la Verdad que el Infinito y la Eternidad recogieron en sus Brazos de
              las manos de su Hija, la Sabiduría, Esposa del Señor Dios YAVÉ.
                   Con la
              emoción del Vencedor Sobrenatural que superó Cuatro siglos de Persecuciones
              Genocidas, y poniendo Fin a toda discusión futura sobre la Verdad de la
              Naturaleza Divina de Jesucristo, el Género Humano, representado delante de Dios
              por la Iglesia Católica, Esposa de su Hijo, proclamó Dogma esta Verdad. De tal
              forma que quien niega su Enunciado niega a Dios, y quien niega a Dios no vivirá
              para siempre.
                   A la
              Victoria sobre el Mundo le sumó Dios a su Iglesia la Victoria sobre la Muerte.
              Al grito de Arrio: Jesús es un profeta, hijo de mujer y hombre como
              cualquiera, respondió Dios con su Palabra Eterna:
               “Hijo mío,
              Tú Dios, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado de mi Naturaleza
              Increada, quien no incline su cabeza ante Tu Corona no entrará en Mi Paraíso”.
                   De la mano
              de su siervo Teodosio, conocido como el Grande, esta Declaración Divina
              articuló la relación del Estado con la Iglesia. Desde entonces y a partir de
              entonces Europa Cristiana estuvo lista para vivir la Caída del Imperio Romano,
              la Invasión de los Bárbaros y su Crecimiento como la Civilización Cristiana de
              la Plenitud de las Naciones .
                   X
                   En el Siglo
              V comenzó la Gran Aventura. Hasta entonces la Batalla del Cristianismo había
              sido una preparación para este Acontecimiento Final: la Muerte del Imperio y la
              Resurrección de Europa a una Nueva Civilización fundada sobre el espíritu de
              Inteligencia, que en los Padres de la Iglesia desarrolló su primera potencia
              ontológica. La fuerza en la Invencibilidad de la Fe quedó fuera de toda duda.
              Dios mismo había estado preparando este momento mediante la adhesión de
              Visigodos y Francos a la Defensa de la Civilización Católica. De hecho estos
              dos pueblos fueron los pilares sobre los que la Europa de las Naciones fue
              fundada.
                   Nacida para
              ser Invencible en razón de la Naturaleza Invencible de la Fe, la Primera Gran
              Batalla entre la Muerte y Dios por el Género Humano Cristiano se escribió en
              los Campos Catalaúnicos. Visigodos y Francos se
              repartieron las tierras de las que andando el tiempo surgirían las dos grandes
              potencias de primer orden del mundo: España y Francia, sin las cuales
              comprender la Historia del Mundo Moderno sería imposible.
               Los siglos
              VI y VII serían de consolidación del Papado de la mano de Gregorio I Magno,
              gloria de una línea de obispos romanos que con León I el Grande elevó el
              Pontificado Católico a la Primacía que le confiriera JESUCRISTO a Pedro.
              También de la Conversión de las Islas Británicas, la Tercera de las Grandes
              Potencias Europeas nacidas del Cristianismo sin la cual entender la Historia
              del Segundo Milenio de nuestra Era sería imposible.
                   XI
                   La Segunda
              Gran Batalla entre la Muerte y Dios por el Futuro de la Europa Cristiana no se
              hizo esperar. El Siglo VIII fue un siglo de consolidación de las estructuras
              levantadas sobre la Victoria. Mas ya nada podía ser lo mismo. El Estado
              Imperial Antiguo había pasado. Había que reconstruir el Modelo de Estado desde
              las bases del Derecho Cristiano; y sin embargo sujetos los pueblos a códigos
              nacionales bárbaros por lógica ese trabajo habría de ser un trabajo arduo.
                   Las raíces
              nacionales mantuvieron separados racialmente a Invasores e Invadidos. Derribar
              ese muro de consanguinidad nacionalista y hermanarlos mediante la
              Libertad de Matrimonio, y por el Amor llevarlos a abandonar los códigos
              bárbaros nacionalistas por el Código del Derecho Romano-Cristiano no sería una
              perita en dulce. Los Francos, (Francia en definitiva), llegaron pronto a este
              nuevo status social galorromano. Con Clodoveo la fusión entre los dos pueblos
              se hizo.
               En el caso
              de los Visigodos, (España en suma), el arrianismo visceral que profesaron los
              Invasores impidió una fusión temprana entre españoles e inmigrantes, de manera
              que al declararse la Segunda Gran Batalla entre la Muerte y Dios por el Género
              Humano la corona de los Visigodos aún fue encontrada en guerra civil entre
              arrianos y católicos. Siendo la mayoría Visigoda de origen arriano, la
              conquista de Hispania por los ejércitos del segundo Arrio, Mahoma, fue
              aceptada por el pueblo porque, a fin de cuentas, ambas religiones, la arriana y
              la musulmana, representaban la misma Negación de la Divinidad de Jesucristo.
              Aspecto éste que los historiadores dejaron de lado. Asumiendo la teoría bárbara
              de que la religión del rey es la religión del pueblo, los historiadores, tanto
              nacionales como extranjeros, gustaron pasar de largo por este hecho en base a
              la confluencia en la visión sobre Jesucristo que musulmanes y arrianos
              tuvieron.
               Desbordada
              pues la Península Hispano-Visigótica los ejércitos de la Muerte avanzaron
              contra el Reino Cristiano de los Franceses. El Futuro de Europa, y en
              consecuencia del Género Humano, se libró a vida o muerte en la Batalla de
              Poitiers. De nuevo la Invencibilidad del Cristianismo se hizo hombre en Carlos
              Martel. Y finalmente quedó establecida para siempre en el reinado de Carlo
              Magno. El establecimiento de la Marca Hispánica, la conquista de la Alemania
              Salvaje Pagana y la extinción del reino de los Lombardos, sus tres grandes
              líneas políticas ante Dios y los hombres, determinó que llamase  a Carlo Magno el Fundador Político de Europa.
              De hecho los cimientos sobre los que el Reino Carolingio edificó el futuro
              europeo han permanecido estables a pesar de las tormentas que ha sufrido.
               XII
                   La Historia
              Universal del Cristianismo devino Historia del Papado durante los siglos IX y
              X. La elevación de la Curia Romana a la Política Imperial, rompiendo la ley de
              “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, implicó al obispado
              romano, en especial, y al europeo, en general, en la corrupción. Ser Papa,
              obispo, arzobispo, dejó de ser visto como un Servicio a Dios acorde al Modelo
              que Cristo expuso en vivo, y pasó a ser vivido como una puerta a los
              privilegios que los reyes y sus cortes disfrutaban.
                   El efecto
              perverso fue la sujeción de las iglesias a las familias de la aristocracia.
              Perversión que en el caso del obispado romano concluyó escribiendo en la
              Historia del Papado un Capítulo de Pornocracia por
              cuyas páginas los historiadores oficiales solían pasar de puntillas, en
              silencio, no fuera que se rompiera algún huevo; y lo más rápido posible. Siglos
              manchados con el descrédito de un Capítulo vergonzoso que lejos de ser
              comprendido levantó en la Iglesia Ortodoxa Bizantina un desprecio abierto hacia
              la Curia Romana, base psicológica desde la que se debe entender el Cisma de
              Oriente, firmado por aquel magnicida frustrado llamado Miguel Cerulario.
              De cualquier forma la Historia de ambas iglesias llevaba ya recorriendo caminos
              diferentes desde que se introdujo el FILOQUE en la Teología. No que los roces
              no hubiesen sido constantes. La política imperial de Justiniano en Italia no le
              hizo ningún favor a la amistad entre ambas confesiones. El Cesaropapismo bizantino
              encontró en el Papa Gregorio I y sus sucesores un firme enemigo. El Bizantino
              fue el primero en romper la línea de “a Dios lo que es de Dios y al César lo
              que es del César”.
               La
              Separación Iglesia-Estado mantenida en Occidente, incluso por Teodosio el
              Grande, se vino abajo en Constantinopla, donde unas veces era el Patriarca
              Ortodoxo quien se metía en el terreno del César y otras era el emperador
              bizantino quien se metía en el terreno de Dios. En el emperador León III y el
              Movimiento Iconoclasta esta tensión rompió muros y arrastró a Bizancio a la
              guerra civil entre Emperador y Patriarca. Ambos Siervos de Dios, Papado y
              Patriarcado, se miraron con recelo, a la caza de la Supremacía, desde los
              inicios de la Fundación de Constantinopla. El hecho de la Caída del Imperio de
              Occidente dejó, en opinión de la Iglesia Católica Bizantina, sin punto de apoyo
              a la Iglesia Católica Romana. Opinión insana que acabó convirtiéndose en su
              desgracia, pues al apoyar su existencia en un hombre, aunque emperador,
              despreció a su Señor, en quien siguió apoyándose el Obispado Romano. Y uniendo
              su futuro al futuro del Imperio era natural que al caer el Imperio la Iglesia
              Ortodoxa Bizantina pereciera en sus escombros. Una Caída que le anunciara el
              Señor de ambas iglesias profetizándoles la Caída de Babilonia la Grande, es
              decir del Imperio Romano, antes de que Constantino el Grande naciese y antes de
              que Teodosio dividiese el Imperio entre sus hijos.
               La Iglesia
              Católica Bizantina creyó que, uniendo el Imperio a su Futuro, por amor a
              Bizancio Dios retiraría su Decreto de Destrucción contra el Imperio. Y
              viceversa, Constantinopla creyó que uniendo su Futuro al de la Iglesia Imperial
              Bizantina salvaría su Caída por amor a su Sierva. Lo que demuestra que la forma
              que tienen de engañarse los hombres son muchas, y de aquí la Necesidad de
              mantener fresca y viva la Memoria de nuestra Historia, en la que se reflejan
              las políticas de la Muerte y nos enseña a prevenir sus movimientos en el campo
              de la Batalla Final que se nos abre en este siglo.
                   XIII
                   La
              revolución cultural carolingia fue fundamental para sacar de los conventos el
              legado de la Civilización Clásica y Patrística. En su Siglo quedó fijado el
              Programa de Educación que seguiría la Edad Medieval hasta la Edad Moderna. Con
              el paso de los siglos y bajo el patrocinio de la Iglesia, de aquí la sujeción
              de las Ciencias a la Teología, las primeras universidades comenzaron su
              andadura. Mas el Capítulo que marcó una Nueva Leyenda entre Iglesia e Imperio,
              antes de las Cruzadas, fue la Guerra de las Investiduras. Ésta Cuestión fue el
              proceso lógico natural derivado de la corrupción antes referida.
                   El traspaso
              de la corona imperial de Francia a Alemania implicó a la nueva
              aristocracia semibárbara germana a superar
              o a copiar la relación bizantina entre Iglesia y Estado. Se trataba de hacer de
              la Iglesia la Sierva del Emperador. De hecho los Obispados y las grandes Sedes
              estuvieron en las manos de la aristocracia germana. Romper la sujeción de éstas
              al Papado y hacerlas dependientes del Emperador fue el sueño imperial, que de
              haberse conseguido hubiese arrastrado a Alemania a una posición de
              anticristianismo abierto, y la Ley de Separación de Iglesia y Estado
              establecida por Dios hubiese sido deliberadamente abolida. No quiso Dios que
              este Mal se consumase. Su consumación, junto al Cisma de Oriente, hubiese
              dejado a la Europa Cristiana a merced de las fuerzas que ya se preparaban para
              la Nueva Batalla.
               A la altura
              del Siglo XI, en el que la Liberación del Diablo estaba prescrita, la
              Reconquista de España para el Catolicismo había entrado ya en su fase de
              expansión, sin límites hasta la Victoria Final del 1492. Las fuerzas musulmanas
              se habían contraído por el Oeste y se concentraban en el Medio Oriente en
              dirección hacia Bizancio. Hasta entonces Dios había mantenido vivo el Imperio
              Romano de Oriente con el fin de edificar la Europea Cristiana y prepararla para
              la Gran Batalla que se celebraría en el Siglo XVI entre su Reino en la Tierra y
              el Imperio de la Muerte. Éste, recuperado de la pérdida del Occidente Hispano
              se reafirmaba en el Oriente Próximo alimentando su espíritu yihadista con
              gritos de genocidio contra el mundo cristiano. Cerrada la puerta de la Europa
              Cristiana por España, había que echar abajo la Bizantina.
               El
              movimiento del Diablo en el tablero de las naciones era predecible a los ojos
              de Dios. El Cisma Ortodoxo debilitó la Alianza entre el Occidente y Oriente
              cristiano, pero la victoria del Siervo de Cristo, Gregorio VII el Grande, sobre
              el Imperio relanzó a su altura original la gloria del Papado, de la que había
              descendido durante el Siglo X de la mano de la “Divina Papisa Marozia”.
               Consciente
              del peligro que la Caída de la Puerta Bizantina le significaría a una Europa,
              de proporciones reducidas y aquejada de problemas internos, el Papado supo y
              pudo ponerse a la altura de las circunstancias y a pesar de la ruptura
              teológica hizo causa común con el Imperio. Dios tenía decidida la Caída del
              Imperio Romano de Oriente pero ningún hombre puede ponerle fecha a las
              decisiones que Dios toma en el Tiempo. Lo que le corresponde a los hombres es
              actuar acorde a sus tiempos y dejar en las manos de Dios la ejecución de sus
              todopoderosos designios.
                   Tocando este
              Capítulo de la Historia Universal del Cristianismo los historiadores han solido
              seguir métodos de descripción de las causas, sin pies ni cabeza, hasta el punto
              de llegar a considerar las Cruzadas una agresión de Occidente. En su
              profesionalidad incompetente llegan los nuevos historiadores al servicio de
              causas improcedentes a abolir la Legitimidad de una Causa de Defensa y Socorro
              Procedente a favor de un Pueblo Hermano como fue el Bizantino.
              Se automutilan el cerebro los dichos profesionales de la Historia
              Esclava oficial moderna al olvidar que Bizancio existió antes de que el Islam
              existiese. Que fue Mahoma quien se declaró en Yihad Genocida Mundial y atacó a
              Bizancio sin causa belis que se
              registre. Se olvidan que la Victoria de Heraclio salvó a Bizancio por un tiempo
              pero jamás se firmó una paz definitiva, sino sólo treguas, que el Islam rompió
              cuantas veces creyó encontrarse fuerte. Los siglos de guerra continua
              debilitaron a Bizancio, así que cuando a la altura de la Primera Cruzada,
              cerrada ya la división entre las dos iglesias, Bizancio lanza un mensaje de
              socorro a Roma este mensaje no fue una bicoca. El peligro era real. Y si
              hubiese caído Bizancio en aquel siglo XI la Invasión Musulmana de la Europa
              Balcánica hubiese tenido consecuencias devastadoras, poniendo en peligro lo
              creado durante el Milenio pasado. Dios no podía permitir semejante delito.
              Tampoco podía olvidarse de su Decreto contra el Imperio Romano. Pero cada cosa
              a su tiempo.
               XIV
                   En aquellos
              tiempos que corrían, al fuego había que oponerle fuego, al hierro había que
              responderle con hierro. De esta manera mientras en la Europa Cristiana,
              estabilizada la Puerta Bizantina, en el Siglo XII comenzaban a surgir las
              primeras Universidades, que serían la gloria de su Historia Moderna y el
              semillero donde el árbol de las ciencias, bajo el patrocinio de la Iglesia
              Católica, echaría sus raíces formales, para crecer fuerte y más tarde
              convertirse en un monstruo devorando a su propia Madrina, un monstruo surgió
              del lejano Oriente, Gengis Khan, quien, a pesar de los pesares,
              debilitó las fuerzas musulmanas de las que se nutría el Islam, lo que permitió
              que Bizancio respirase hasta su caída en el 1453.
               Dios está en
              guerra. Dios avisa. Dios anuncia. Dios previene. Dios ofrece quitarse de en
              medio del campo de batalla si no se está en sus filas. Pero cuando Dios avanza,
              Él no se detiene. El que permanece entre los dos bandos, como si la Guerra
              entre Dios y la Muerte no fuese con él, acaba bajo las ruedas del Destino que
              cada cual elige para sí mismo. Si lo elige uno, bien está. Si son otros quienes
              te lo escriben tu final no es necesario describirlo: ser usado como un
              soldadito de plomo en una batalla cuyas causas y fines no entiendes.
                   XV
                   El siglo
              XIII fue al Segundo Milenio lo que el Cuarto al Primero. El Cristianismo había
              vencido a todos sus enemigos externos. Inglaterra se había afianzado como
              reino. España estaba ya a las puertas de su victoria final. Francia se había
              hecho grande. Alemania, incapaz de vivir en sociedad de Estado con sus vecinos,
              se había instalado en una división de pequeños salvajes señores de la guerra
              bajo la autoridad de un jefe militar imperial sin más realidad que la del
              título. Polonia había nacido. Los Balcanes seguían siendo parte de Europa
              todavía. Rusia Cristiana había comenzado su andadura desde Ucrania. Suiza
              vivía. Italia era. Y sobre todas las naciones la Iglesia Católica Romana
              dirigía la Civilización hacia un Renacimiento Internacional que haría de las
              naciones europeas, más allá de sus particularidades nacionales, una Entidad
              Política. Esta Unidad fue la que combatió la Reforma. Pero antes de que ésta se
              produjese dramáticos acontecimientos habrían de confundir a la cristiandad.
                   El Cisma de
              Occidente, la Huida de los Papas a Aviñón, fue el efecto de la voracidad de un
              obispado italiano que rechazando el Poder de Dios quiso fundar el suyo sobre el
              Oro que le cobraba a las naciones por el Oficio de los Sacramentos. Por su
              Poderío territorial se comparaba al Obispo Romano a los grandes señores
              feudales, con los que se enfrentaba en guerras constantes; sus guerras con las
              repúblicas italianas o Ciudades-Estados Peninsulares acabaron por expulsarlo de
              la Península.
                   Las
              sucesiones de Papas y Antipapas fueron devastadoras para la gloria de la
              Sucesión de Pedro.
                   El Dicho
              “por vuestra causa es difamado mi Nombre entre los paganos” pareció no haberse
              dado para los siervos, quienes despreciando a su Señor no dudaron en manchar su
              rostro con toda clase de males.
                   Quisieron
              cerrar aquella Ignominia elevando el Obispado Romano a la condición del Señor,
              a quien despreció una vez más el Papado al declararse Infalible delante de Dios
              en el Concilio de Constanza.
               De aquella
              manera cerrada aquel Capítulo de la Verguenza,
              llamado para parecer gracioso: La Cautividad Babilónica de la Iglesia, la
              tragedia de la Segunda Pornocracia Romana
              vino servida. Quienes recibieron el Poder de perdonar los pecados se entregaron
              al Crimen, y por el Poder de su Señor se absolvían de sus crímenes, haciendo de
              Dios un ídolo pagano.
               Si el Siglo
              XIV puso las bases para la tragedia, el Siglo XV le abrió la puerta con la
              sucesión de Papas Pornócratas que tiró a
              Pedro a los pies de Alejandro VI. Se entiende que ante estos hechos los
              historiadores se hallasen divididos entre quienes se pasaron a las filas del
              Protestantismo y quienes siguieron en las filas del Catolicismo. Los
              primeros justificaron la División de las iglesias en esa conducta del sucesor
              de Pedro, y olvidando que ni el mismo Dios Hijo Unigénito se atrevió a
              retirarle la Jefatura de los Obispos a quien su Padre se la diera, sin quererlo,
              pero haciéndolo, se declararon enemigos de Dios.
               Los segundos
              quisieron pasar por alto semejante delito de desprecio a su Señor, y, sin darle
              más importancia de la debida a crimen tan horrible, renegaron de la posición
              del Espíritu Santo por la que el sacerdocio aaronita fuera abolido, que como
              todos sabemos lo fue por plantarse en una teología maligna de hoy mato y mañana
              me absuelvo, o mejor me absuelvo hoy que mañana me voy a llenar de sangre hasta
              las orejas. Acto inmundo a los ojos del Juez Divino que le valió a la casa de
              Aarón la ruptura de su Contrato y la destrucción de su Templo.
                   Lutero y
              Calvino actuando como un dios de dos cabezas, sentenciaron a destrucción el
              Templo que Cristo levantó, y declararon rota la Alianza por la que su Esposa
              recibió el Nuevo Sacerdocio Divino. Engañados por el Diablo, quien se puso la
              sotana para mejor ocultar su rostro a las naciones, la Guerra Civil Cristiana
              se hizo.
                   Pero lo que
              se movía en el Tablero de la Guerra entre Dios y la Muerte era una Nueva
              Batalla de proporciones finales. O al menos eso pensó el príncipe del Infierno.
              La Guerra Civil religiosa sacudiendo los cimientos de la Unidad Europea, y una
              vez volada la Puerta Bizantina por la mano del Nuevo Imperio Islámico, la
              Muerte le ofrecería al Turco-Otomano realizar el sueño que jamás pudo consumar
              ningún emperador del Oriente: la Conquista de Europa.
                   Mientras el
              monstruo de doble cabeza protestante hundía a Europa en la Guerra Civil, los
              ejércitos de la Muerte se preparaban para el asalto final a la Europa
              Cristiana. En la Constantinopla de los Turcos habían estado rezando por una
              Guerra Civil Europea que les sirviese romper la Línea de los Balcanes y meterse
              en el corazón del Continente. Enloquecido por su demencia el monstruo de la
              doble cabeza luterano-calvinista bendijo la invasión Otomana de Europa.
                   XVI
                   El Siglo XVI
              vio una maravilla. La última de las naciones que salía de su postración,
              ¡España!, fue colocada de repente a la cabeza de las naciones europeas. Antes
              de que las naciones centrales luchasen por una Reforma, los reyes Católicos la
              realizaron por su cuenta. Antes de que siquiera nadie se diese cuenta, España
              tuvo acceso al tesoro con el que se debía financiar una guerra de las
              proporciones que se avecinaba. Antes de que nadie pudiera impedirlo, aquel
              emperador alemán que era menos que un títere fue elevado por España a la cabeza
              de un Imperio tan real como el Turco-Otomano. Antes que nadie lo viera venir
              dispuso Dios al ejército invencible católico español a la vanguardia de los
              ejércitos de ese Imperio. Y antes que al otro lado de los Balcanes lo
              comprendiesen, la Batalla ya la habían perdido. Escenificarla era todo lo que
              quedaba. Carlos puso las banderillas, Felipe II clavó el estoque.
                   Perdida la
              Gran Batalla en la que el Diablo esperó aplastar a la Europa cristiana, sólo le
              quedaba sumir a Europa, su gran enemigo, en una Guerra Mundial Civil. La Guerra
              de los Treinta Años se hizo. A sus forjadores divinos los juzgará Dios a su
              tiempo.
                   XVII
                   El Mal ya
              estaba hecho. Donde se esperó recoger Unidad y Fraternidad se recogió Odio y
              Guerra. Al Monstruo le salió una nueva cabeza, se coronó y se declaró Dios en
              la Tierra. La demencia se vio elevada a su grado más alto cuando una prostituta
              real le sucedió a su padre divino como Divinidad del Imperio. And God save the Queen. Mas como todo en este mundo el vómito acaba haciendo devolver a
              quien lo venera, los mismos que levantaron al ídolo británico huyeron de la
              crueldad de sus dioses y, cruzando un Océano cubierto de rutas plantaron sus
              pies en el Nuevo Mundo, de cuyo suelo nació la que sería una Vara de Hierro con
              la que destruir las naciones como Vasijas de Alfarero en las manos del Rey de
              los Cielos. Tal es el Origen en Dios de los Estados Unidos ¡God bless America!
               XVIII
                   Desde
              Europa, pues, se extendió el Evangelio al Nuevo Continente. El Centro y el Sur
              fue ganado para la Iglesia Católica, y el Norte para las iglesias protestantes.
              El Diablo había perdido una Nueva Batalla. Con el tiempo las iglesias
              aprenderían a convivir pacíficamente.
                   Aunque
              debilitado el Imperio Español frente al auge del Imperio Británico, ambos
              Imperios extendieron sus brazos a todo el planeta, llevando a todos el Nombre
              del Rey de los Cielos y Señor del Universo, Jesucristo.
                   En Europa
              sin embargo el Absolutismo inició su andadura. Junto a Luis XIV de Francia
              vemos a Isaac Newton. El Siglo XVII fue el siglo del Renacimiento de las
              Ciencias. La independencia de las Universidades abrió las puertas al
              pensamiento, y la Nueva Configuración de las Naciones a establecer la antigua
              separación Iglesia-Estado sobre bases perennes. Su legado al Siglo XVIII fue,
              de entrada, la Guerra de Sucesión Española y, de salida ,la Revolución
              Francesa.
                   XIX
                   El Siglo XIX
              comenzó con la Guerra de Napoleón contra los reyes del Viejo Mundo, vivió la
              Revolución Industrial, la Guerra Civil Americana, la Caída del Imperio Otomano
              y del Imperio Español, el levantamiento del Imperio Ruso de Pedro I el Grande.
              Grandes acontecimientos que en nada hicieron más felices a los pueblos. Al
              contrario, la deriva de las ciencias y la filosofía hacia el Ateísmo no hizo
              sino alejar de la Moral Social los Valores de la Civilización cristiana.
                   La Moral
              religiosa del Capitalismo anclada en el protestantismo Calvinista más riguroso,
              según la cual el pobre es pobre porque no goza del favor de Dios, y el favor de
              Dios se traduce en oro, determinó que la crueldad moral del mundo antiguo
              regresase de la tumba y los lazos de fraternidad que se forjaron durante los
              siglos de la edad de oro del cristianismo fuesen cortados de forma salvaje.
                   Superadas la
              esclavitud imperial romana y la servidumbre feudal los pueblos se vieron
              vendidos a la fuerza del capital que los reducía a la condición de las bestias
              domesticadas para el trabajo, y una vez consumidas sus fuerzas a ser
              exterminadas por la propia dureza de sus vidas. La angustia de los pueblos
              traicionados por “la nueva religión” fue capitalizada por Marx y Engels. El
              Fantasma del Comunismo había nacido.
                   XX
                   La última
              Gran Batalla del Diablo iba a comenzar. Su tiempo se acababa. Mil años le
              fueron dados para destruir al Género Humano y proclamarse vencedor sobre y
              contra el mismísimo Dios. Tal como estaban las cosas, a principios del Siglo XX
              declarar una Guerra Civil Europea que se hiciera Mundial sería coser y cantar.
              Y sin embargo las armas de destrucción masivas no habían sido inventadas.
              Confiar en una destrucción absoluta del Género Humano en una guerra hecha a
              garrotazos sería de ignorantes. Habría que confiarse a una Guerra dotada de
              dichas armas de destrucción masiva.
                   Y como los
              Estados Unidos fue creada por Dios para ser una Vara de Hierro en su Mano,
              Alemania siempre fue un arma letal en la mano del Diablo. Enemiga de la
              Civilización desde los tiempos más oscuros de su existencia, el pueblo germano
              no aceptó jamás unirse a Europa como un miembro más de la Gran Familia
              Cristiana. La Reforma no fue más que la ocasión perfecta para hacer valer la
              monstruosidad de un alma que se negaba a ser una más entre las demás. Parir a
              Hitler de esas entrañas sería un trabajo muy doloroso, pero lo que no puede el
              hombre lo puede el Diablo: parió a Lutero, pariría a Hitler. Pondría en sus
              manos el Arma Atómica y dándole el Poder extendería su Odio a todos los
              Cristianos de Europa, comenzando así el principio del fin del Cristianismo en
              la Tierra. La Ciencia, enemiga de la Fe por principios filosóficos, pondría al
              servicio de su Campeón la Bomba Atómica.
                   No en vano
              fue en Alemania donde se gestó la Edad Atómica, Werner von Braun, Eisenberg, Plank, todos los
              genios de las ciencias de la Edad Atómica estuvieron bajo el paraguas de la
              protección del Tercer Reich. La Victoria del Diablo estuvo a un paso de
              conseguirse.
               Pero de
              nuevo las Naciones se unieron para vencer al Diablo y sus ejércitos. El Rey de
              los Cielos tomó en su Mano la Vara de Hierro que para la ocasión su Padre le
              había creado para romper las naciones como vasijas de alfarero, y se presentó
              en el Campo de Batalla. La Gran Batalla
              entre Gog y Magog había acabado. Cierto es que entre Hitler
              y Stalin los USA se encontraron confundidos. Mas no es al hombre a quien le
              corresponde la decisión, sino a Dios. El Cristianismo había vuelto a vencer. Al
              Diablo sólo le quedaba ya oír el Decreto de su Expulsión de la Tierra. A partir
              de ese momento el Género Humano se enfrentaría a la Muerte, el Último Enemigo,
              verdadero autor intelectual de la Caída.
               XXI
                   Y aquí
              estamos. La Muerte ya ha comenzado su obra de extinción de la Vida. Fue su
              trabajo durante la Eternidad. Antes de que Dios iniciase su Odisea por la
              Inmortalidad de todos los seres, extinguir, devolver al polvo lo que del polvo
              vino fue su trabajo, es su naturaleza.
                   Y está en la
              nuestra ser hijos de Dios.
                   CRYS
                    
                    
                   
               
 
 
             
 
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| BIBLIOTECA DE HISTORIA UNIVERSAL DEL CRISTIANISMOY DE LA IGLESIA /Sala española | 
| HISTORY OF THE POPES FROM THE CLOSE OF THE MIDDLE AGESFROM MARTIN V TO CLEMENT VII,A.D. 1417 TO 1534 | 
|  | A HISTORY OF THE POPES FROM THE GREAT SCHISM TO THE SACK OF ROMEBOOK I THE GREAT SCHISM. 1378-1414 BOOK II THE COUNCIL OF CONSTANCE.1414-1418. BOOK III THE COUNCIL OF BASEL.1419-1447. BOOK IV. THE PAPAL RESTORATION.1444—1464.BOOK V. THE ITALIAN PRINCES. 1464—1518. BOOK VI. THE GERMAN REVOLT. 1517—1527 | 
| THE RENAISSANCE
 | THE REFORMATION
 |  THE  REFORMATION  | 
|  | THE MEDICI POPESLEO X AND CLEMENT VII
 Julius II Improved position of the House of Medici—Leo Decimus Pontifex Maximus : Leo X—Adrian VI— Clement VII—The Sack of Rome— The Later Medici Popes: Gian-Angelo Medici of Milan, Pius IV— Alessandro de' Medici of Florence, Leo XI | 
|  | LUDWIG VON PASTOR'S
      HISTORY OF THE POPES FROM THE CLOSE OF THE MIDDLE AGES
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| A.D. | |
| THE CHURCHES SEPARATED FROM ROMECONTENTS I. The Church of England II. The Eastern Schisms - 1. The National Churches East of the Roman Empire 2. The Monophysite Schisms III. The Encyclical of the Patriarch Anthimius IV. The Roman Church before the Time of Constantine V. The Greek Church and the Greek Schism VI. Ecclesiastical Illyria VII. The Christian Missions South of the Roman Empire - 1. The Sahara 2. Nubia 3. Axoum and Himyar 4. The Arabs | |
| NEOPLATONISM | |
| 150-215 | CLEMENT OF ALEXANDRIA | 
| 200-250 | HYPPOLITUS AND CALLISTUS | 
| 200-258 | SAINT CYPRIAN | 
| 272-337 | CONSTANTINE THE GREAT | 
| 300-400 | HILARY OF POITIERS & SAINT MARTIN OF TOURS | 
| 329-379 | SAINT BASIL THE GREAT | 
| 331-363 | JULIAN THE APOSTATE Philosopher And Emperor | 
| 340-397 | SAINT AMBROSE | 
| 347-407 | SAINT JOHN CHRYSOSTOM | 
| 347-420 | SAINT JEROME | 
| 354-430 | SAINT AGUSTINE | 
| 373-463 | SAINT PATRICK | 
| 389-477 | GENSERIC, KING OF THE VANDALS | 
| 395-453 | ATTILA KING OF THE HUNS AND HIS PREDECESSORS | 
| 450-528 | JUSTIN THE FIRST | 
| 454-726 | THEODORIC THE GOTH | 
| d. 477 | GENSERIC, KING OF THE VANDALS | 
| 521-597 | SAINT COLUMBA | 
| 540-604 | POPE GREGORY I THE GREAT | 
| 560-636 | ISIDORE OF SEVILLE | 
| 700-781 | LIFE OF ST. WALBURGE. | 
| 748-814 | CHARLEMAGNE. THE HISTORY OF THE FRANKS | 
| 801-865 | ANSKAR, THE APOSTLE OF THE NORTH | 
| 806-882 | HINCMAR | 
| 841-870 | SAINT EDMUND King And Martyr | 
| d. 877? | The life of Saint Neot | 
| 1015 –1085 | THE LIFE AND TIMES OF HILDEBRAND , POPE GREGORY VII | 
| 1046-1115 | MATILDA OF TUSCANY | 
| 1080–1134 | SAINT NORBERT | 
| 1094-1148 | SAINT MALACHY O'MORGAIR | 
| 1118-1170 | THOMAS A BECKET | 
| 1135–1140 | SAINT HUGH OF LINCOLN | 
| 1160-1216 | POPE INNOCENT III THE GREAT | 
| 1170-1221 | St. DOMINIC Founder Of The Friars Preachers | 
| 1182-1226 | St FRANCIS OF ASSISI | 
| 1191-1231 | SAINT ANTHONY OF PADUA | 
| 1192-1280 | ALBERT THE GREAT | 
| 1194-1253 | SAINT CLARE OF ASSISI | 
| 1207-1231 | SAINT ELIZABETH OF HUNGARY, DUCHESS OF THURINGIA | 
| 1216-1227 | POPE HONORIUS III | 
| 1347-1380 | Catherine of Siena and her companions-v1 //// St Catherine of Siena and her companions-v2 | 
| 1369-1415 | JOHN HUS | 
| 1375–1447 | Cardinal Beaufort | 
| 1380-1444 | ST BERNARDINE OF SIENA | 
| 1384-1440 | ST. FRANCES OF ROME | 
| 1386-1456 | Saint John Capistran | 
| 1412-1431 | JOAN OF ARC_ THE MAID | 
| 1420-1498 | TOMAS DE TORQUEMADA | 
| 1436-1517 | Cardinal XIMENEZ | 
| 1504-1572 | PIUS V | 
| 1519-1605 | THEODORE BEZA | 
| 1443-1513 | POPE JULIUS II | 
| 1452-1498 | GIROLAMO SAVONAROLA | 
| 1467-1519 | JOHN COLET | 
| 1471-1530 | CARDINAL WOLSEY | 
| 1474-1566 | Bartolome de LAS CASAS | 
| 1475-1564 | Michelangelo Buonarroti-1 // Michelangelo Buonarroti-2 | 
| 1478-1535 | SAINT THOMAS MORE | 
| 1480-1530 | PRINCESS MARGUERITE OF AUSTRIA | 
| 1480-1547 | Saint Gaetan Founder Of The Order Of Théatins | 
| 1483-1546 | MARTIN LUTHER | 
| 1490-1555 | HUGH LATIMER | 
| 1491-1545 | HENRY VIII | 
| 1491-1556 | SAINT IGNATIUS OF LOYOLA | 
| 1495-1507 | LIFE AND TIMES OF CARDINAL XIMENEZ | 
| 1500-1558 | CHARLES V | 
| 1514-1572 | JOHN KNOX | 
| 1515-1582 | SAINT TERESA | 
| 1517-1572 | PETER RAMUS and the educational reformation of the sixteenth century | 
| 1522-1534 | ADRIAN VI AND CLEMENT VII | 
| 1526-1581 | SAINT LOUIS BERTRAND | 
| 1527-1598 | PHILIP II OF SPAIN | 
| 1550-1568 | SAINT STANISLAS KOSTKA | 
| 1550-1614 | SAINT CAMILLUS OF LELLIS | 
| 1580-1654 | ST PETER CLAVER | 
| 1585-1642 | CARDINAL RICHELIEU | 
| 1602-1661 | MAZARIN | 
| 1651-1719 | JOHN BAPTISTE DE LA SALLE : founder of the Brothers of the Christian Schools | 
| 1721-1808 | DAVID ZEISBERGER, Western pioner and apostle of the Indians | 
| 1774-1849 | Life Of Cardinal Mezzofanti | 
| 1796-1859 | HORACE MANN | 
| 1801-1890 | John Henry Cardinal-Newman-1 // John Henry CardinalNewman-2 | 
| 1808-1892 | Cardinal Manning archbishop of Westminster -1 // CardinalManning 2 / | 
| 1810-1903 | Pope LEO XIII | 
| The Complete Ante Nicene Nicene And Post Nicene Church Fathers | 
| Hilaire de Poitiers avant l'exil : recherches sur la naissance, l'enseignement et l'épreuve d'une foi épiscopale en Gaule au milieu du IVe siècle | 
| THE EARLY CHRISTIANS IN ROME | 
| EARLY CHRISTIAN DOCTRINES | 
| CHRISTIAN WORSHIP: ITS ORIGIN AND EVOLUTION, A STUDY OF THE LATIN LITURGY UP TO THE TIME OF CHARLEMAGNE, | 
| THE CONFLICT OF RELIGIONS IN THE EARLY ROMAN EMPIRE | 
| MANUAL OF UNIVERSAL CHURCH HISTORY (PDF) | 
| Patrology : the lives and works of the fathers of the church | 
| THE CAMBRIDGE HISTORY OF CHRISTIANITYV 1 / V 2 / V 3 /V 4 / V 5 / V 6 / V 7 / V8 / V 9---------------------- | 
| HISTOIRE DU CHRISTIANISME,DES PAPESETDES ÉGLISES
           
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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