LA HISTORIA UNIVERSAL DIVINA DE JESUCRISTO:LA BIBLIA DEL SIGLO XXI.CRISTO RAÚL DE YAVÉ Y SIÓN |
LIBRO TERCEROGÉNESISLA CREACIÓN DEL UNIVERSOCRISTO RAÚL DE YAVÉ Y SIÓN
PRÓLOGO
UNA
INTRODUCCIÓN A LA COSMOLOGÍA DEL SIGLO XXI
He aquí el
secreto mejor guardado del mundo. Durante los 3.500 años que han pasado desde
Moisés a Cristo Raúl a ningún ser humano se le permitió abrir el Sello con el
que YAVÉ Dios dispuso que la Historia de la Creación de los Cielos y de la
Tierra permaneciese fuera del alcance de la inteligencia de los milenios; hasta
el Día en su Presciencia fijado, se entiende.
Abierto este
Sello, expuesto el Jeroglífico escrito por Moisés a la lectura de todas las
naciones, la Sabiduría de YAVÉ Dios, su Forjador, queda magnificada hasta el
infinito, tanto más cuanto que los sabios y genios de todos los siglos
intentaron abrir este Sello, leer su Contenido, y no pudieron.
La
Inteligencia de YAVÉ Dios, Creador del Universo, queda tanto más alta e
inaccesible cuando se ve que el hombre al que le ha dado la gloria de abrir
este Sello y leer su Contenido a todas las naciones no es sino un varón sin más
estudios que los elementales naturales a su época y pueblo.
Obviamente
la fuerza a vencer por este Libro se multiplica por ese número de hombres que,
frustrados por su incapacidad para abrir el Sello del Génesis, convinieron
consigo mismos en proceder dicha imposibilidad del hecho de no ser otra cosa el
Relato bíblico del Génesis más que “una metáfora sin ningún contenido
científico”.
Creada la
inteligencia humana para elevarse a la imagen de la inteligencia divina, según
se lee, “hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza”, esa
frustración no podía sino traer a luz una visión sobre el origen del Universo
nacida para ahogar la ignorancia humana y mantener a flote “el todopoder de la Razón científica”. El fruto de esta
dualidad emocional trajo al mundo una cosmología sin Dios, defensiva en primera
instancia, y ofensiva, es decir, anticreacionista,
más tarde, con el objeto de salvar la grandeza humana sobre “la muerte de
Dios”.
Ahora bien,
Dios no miente; no en vano dijo de Sí mismo: “Yo soy la Verdad”. Así que
habiendo Él escrito en forma de Jeroglífico la Memoria de la Creación de
nuestro Universo, en la misma razón de Imposibilidad de penetrar en su Texto,
sin entrar de la Mano de su Autor, y porque la Imposibilidad se manifiesta en
la Caída de la Ciencia del Siglo XX en los abismos del Nazismo, por esta
Imposibilidad vino a convertirse la existencia del Texto en Promesa de
Apertura, a cumplirse, gracias a Cristo, en fecha conocida exclusivamente por
Él.
En suma, que
el Sello había de abrirse y el Misterio de su Contenido venir a luz.
Ahora bien,
habiendo el Ateísmo Científico del Siglo XIX evolucionado hacia la Cosmología
del Siglo XX, y habiéndole construido el Siglo XX una estructura artificial al
edificio irreal de su imagen ficticia del Universo en el Tiempo y en el
Espacio, por lógica el choque entre tal visión artificial y ficticia y la
verdadera imagen del Universo, aquí abierta, ha de hacer saltar chispas.
Digamos que
la necesidad de fundar sobre principios seudocientíficos una imagen cosmológica
sin ningún apoyo en la estructura de la Realidad levantó, alrededor de ese
castillo en el aire que fue la CSXX, toda una religión neopagana, las
universidades por templos y la Academia de las Ciencias por Vaticano, con esto
demostrando, aun en su ateísmo, que cualquier estructura humana que aspire a
ser invencible debe seguir el modelo que Cristo puso en vida: La Iglesia
Católica.
En sus
aspiraciones a la inmortalidad tanto el Tercer Reich cuanto el Partido
Marxista-Leninista-Estalinista no dudaron en adaptar la estructura católica a
sus partidos. El ateísmo anticreacionista de la
CSXX no iba a ser menos, ni dejar de llevar a su perfección esa copia, tanto
más cuanto que entre sus albañiles se contaron los genios que parieron la Edad
Atómica.
La tarea de
Dios en este siglo no es pequeña, ni poca.
Pero es en
la imposibilidad donde la Omnisciencia y la Omnipotencia Divinas se manifiestan
en su verdadera naturaleza infinita y eterna.
En cuanto al
aspecto literario, a mí se debe achacar todos los defectos que tuviere este
librito. Siendo una Introducción no implica infalibilidad ni dogma. Sin
embargo, habiendo sus fundamentos sido puestos por el propio Creador de los
Cielos y de la Tierra cualquier ruptura con esos fundamentos es volver a abrir
la puerta de las Guerras Mundiales.
Con el paso
de los años mi pensamiento ha ido creciendo. El sustrato original permanece.
La lectura
de este Librito no es fácil, ni yo pretendo acomodar mi estilo a las leyes del
comercio. Tanto menos fácil lo tengo, cuanto compleja ha sido la estructura
artificial que la Cosmología del Siglo XX le edificó al Ateísmo de la Clase
Científica.
Fueron
muchos los genios que usaron las espaldas de Newton como palanca hacia las de
Einstein. Pasando por alto las revoluciones tecnológicas y científicas vividas
por los dos siglos pasados, los herederos de aquel Sistema Cosmológico, fundado
en una Hipótesis cuya grandeza consistió en haber reinventado un Universo
existente únicamente en sus cabezas, los Astrónomos de nuestros días prefieren
seguir trabajando con los ojos cerrados a la Data a comprometer ese Maravilloso
Edificio Cosmológico creado por el hombre y, bajo el peso de las evidencias,
tener que firmar la Demolición de la Religión del Ateísmo del Siglo XX. La
Verdad Divina, sin embargo, es Invencible. La Data almacenada en la Memoria
Astronómica del Siglo XXI se levanta para de un manotazo echar abajo ese
castillo en el aire que fue la CSXX.
La
Estructura Dinámica de nuestros Cielos, este Firmamento de los Cielos que todas
las noches nos abre los ojos a las inmensidades de su Creación, y que por
razones de Barbarismo Social Histórico los hombres han sido alienados de su
libre contemplación, esclavos como son de un Sistema Social Animal fundado
precisamente sobre aquel Sistema Cosmológico de cuyo seno nacieron todos los
Males del Siglo XX; cuando estudiada la Data Física que la Astronomía Natural
nos sirve, se nos descubre un Edificio de Belleza infinita cuyos Fundamentos
nos abren los ojos del Pensamiento a la Existencia de una Sabiduría Creadora
establecida sobre la Inteligencia sin límites de un Ser Todopoderoso cuya
Fuerza ha sido puesta al Servicio del Árbol de las Ciencias de la Creación de
Universos, en cuya Actividad su Ser adquiere las Propiedades Sobrenaturales que
les son propias al Creador del Cosmos:
Omnisciencia
y Omnipotencia.
Es lógico,
pues, que delante del ser o no ser de la CSXX, en tanto en cuanto Religión de
la Ciencia, los astrónomos de nuestros días sigan con los ojos cerrados a la
evidencia que la Data Astrofísica Universal les pone sobre la mesa.
Mi trabajo
en este Contexto consiste en hacer sencillo lo difícil y hacer ver que la Luz
que ciega los ojos es la Luz que abre la Inteligencia de la criatura humana a
la Imagen de la Inteligencia Divina de su Creador. Pues se sigue prefiriendo
trabajar bajo la condición animal única y exclusivamente por el miedo a vivir
una Libertad que, a Imagen y Semejanza de la Divina, lo vence todo y se
enfrenta a los problemas del Espacio y del Tiempo con la consciencia victoriosa
del que ha aprendido que Vivir es una Aventura, una Epopeya en avance
constante y continuo hacia un Horizonte que descubre su naturaleza según uno se
acerca a su Marca. En palabras de nuestro Creador, Dios Hijo Unigénito, nuestro
Rey y Señor, nuestra Padre y Maestro: “Cada día traerá su afán”.
Comprendo
que habiendo trabajado en este Terreno de la Creación de nuestro Universo con
la constancia de quien le ha dedicado su vida a recrear la Verdadera Imagen de
nuestros Cielos y su Relación en el Espacio y el Tiempo con el Cosmos en el que
ha sido creado, formada mi inteligencia para trabajar con imágenes sencillas
sustentadas por la Data Astronómica Natural, me sea necesario partir de un
Principio Universal claro que no deje lugar a dudas y sirva de Puente entre la
CSXX y esta Introducción a la CSXXI. Para satisfacer esta necesidad diré desde
ahora mismo que esta Introducción es lo que su título indica “Una
Introducción”. Quien abre la Puerta cumple su trabajo; le corresponde a quienes
entran seguir trabajando y Actualizar el Pensamiento Cosmológico y Astrofísico
para que las Nuevas Generaciones se muevan en los próximos siglos por un
terreno alimentado por un Árbol de Ciencias Creadoras cuyo Fruto viva bajo la
Ley de la Vida y no bajo la Ley de la Muerte, que fue el Fruto que el árbol del
ateísmo científico vino a servirle al Siglo XX.
En lo
tocante al Origen del Cosmos, estableciendo aquí el Principio de Nuestro
Universo como una Obra posterior a la Creación del Cosmos, y un Cosmos que fue
creado para ser el Campo de Materia Prima del que su Creador habría de servirse
para la Creación de Nuevos Universos, este Origen Cosmológico tuvo lugar en una
Transformación Masiva de materia astrofísica en energía cósmica; energía global
que, siendo redirigida hacia campos de energía espacio-tiempo, comenzó su Viaje
de regreso a la materia astrofísica.
Básicamente
este Big-Bang Original sigue produciéndose en las
Fronteras del Cosmos, donde la energía cósmica creada por las Galaxias es
recogida por campos de energía espacio-tiempo transformadores de energía en
materia. Así hasta el infinito, por la eternidad, y de aquí la Expansión ad
infinitum natural al Cosmos. La Creación de Galaxias es un acontecimiento sin
fin que el Creador del Big-Bang Original alimenta
extendiendo el Espacio de las Fronteras de su Creación a medida que el Tiempo
se materializa en galaxias y cúmulos de galaxias.
No es, pues,
casualidad que la Revolución Radioastronómica que estamos viviendo sume y sume
nuevas galaxias a las ya detectadas, y expanda las fronteras del Cosmos a
medida que esta nueva suma nos abre los ojos a una Expansión ajena a toda
Contracción Cosmológica Final.
Al igual que
la Eternidad, el Infinito y Dios no tienen Principio ni Fin: la Creación ha
venido para permanecer para siempre por jamás. Lo contrario, negar la Expansión
hasta el Infinito del Cosmos en la afirmación de una Contracción a comenzar en
algún punto de la línea de la Eternidad, es entregarse a la ciencia-ficción, es
decir, es regresar a la Edad de la Falacia de la CSXX, cuando una Hipótesis fue
Ley mientras no se demostrase su Maldad. Habiendo la Maldad de la CSXX regado
los campos de la Tierra con dos guerras mundiales la persistencia en semejante
Falacia es declararse en Guerra Abierta contra el Género Humano, contra la Vida
y contra Dios.
Y
concluyendo este Prólogo, la observación en vivo de la evolución que las
ciencias astronómicas, y físicas en general han experimentado, en estos últimos
40 años, es una fuente de estudio de recursos intelectuales favorables a la
edificación de un Pensamiento nítido y sin fisuras sobre la Imagen Natural que
le corresponden a nuestros Cielos y a nuestra Tierra. No se puede dudar a estas
alturas que la imagen que las ciencias geológicas y astronómicas proyecten al
Género Humano le afectan a su posición frente a su Civilización y su actitud
ante el Universo. Querer arrojar balones fuera y culpar de los males propios a
una fuerza exterior al propio sistema es un recurso patológico que, según se
desprende de la realidad histórica en que nos encontramos actualmente, no
conduce a ningún sitio, o mejor dicho, sí que conduce a un sitio muy preciso:
la destrucción.
La parte que las ciencias naturales tuvieron
en la eclosión de la 2ª Guerra Mundial es un mea culpa que pesa en el aire como
losa sobre tumba.
La relación entre Conocimiento y
Comportamiento una ley perfectamente asumida por las ciencias desde los días
más preclaros de la Etología, por no extendernos demasiado en el tiempo, cuál
fuera la parte que el Ateísmo Científico, sustentado por la CSXX, tuvo en la
tragedia del Siglo XX está lejos de toda discusión. A no ser, claro está, que
ahora además de ciegos nos quieran a todos descerebrados.
Personalmente
no creo que la Maldad haya sido consciente. Mas una vez que la Consciencia es
adquirida las consecuencias de la Libertad no pueden ser adjudicadas a la
Imposibilidad de abrir un Sello que Dios mantuvo cerrado con su Puño y Letra.
No hay, pues, Condena; ni mi trabajo consiste en juzgar a los Pensadores de los
últimos siglos. La Verdad está más allá del juicio sobre los otros; en su
Naturaleza está hacer libres a quienes se vieron encerrados en las tinieblas de
un Silencio con Origen en una Necesidad Cosmológica, Hoy superada.
Así pues,
abramos la Puerta que durante 3.500 años ha permanecido cerrada para Gloria de
nuestro Creador Divino y Liberación de la Plenitud de las Naciones del Género
Humano de las fuerzas que la Ignorancia nacida de la Caída del Primer Hombre
desatara sobre todos los pueblos de la Tierra.
GÉNESIS
Al Principio
creó Dios los Cielos y la Tierra.
Dijo Dios: “Haya Luz”, y hubo Luz, y vio Dios ser buena la luz, y la separó de las Tinieblas;y a la Luz llamó día y a las Tinieblas noche, y hubo tarde y mañana, día primero. Dijo luego Dios: “Haya Firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras”; y así fue. E hizo Dios el Firmamento, separando aguas de aguas, las aguas que estaban debajo del Firmamento de las que estaban sobre el firmamento. Y vio Dios ser bueno. Llamó Dios al Firmamento cielo, y hubo tarde y mañana, día segundo. Dijo luego: “Júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos y aparezca lo seco.” Así se hizo, y se juntaron las aguas de debajo de los cielos en sus lugares y apareció lo seco; y a lo seco llamó Dios tierra, y a la reunión de las aguas, mares. Y vio Dios ser bueno. Dijo luego: “Haga brotar la tierra hierba verde, hierba con semilla y árboles frutales, cada uno con su fruto según su especie y con su simiente, sobre la tierra.” Y así fue. Y produjo la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles frutales, con su semilla cada uno. Vio Dios ser bueno; y hubo tarde y mañana, día tercero. Dijo luego Dios: “Haya en el Firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche y servir de señales a estaciones, días y años; y luzcan en el Firmamento de los cielos, para alumbrar la Tierra.” Y así fue. Hizo Dios los dos grandes luminares, el mayor para presidir el día, y el menor para presidir la noche, y las estrellas; y los puso en el Firmamento de los cielos para alumbrar la Tierra, y presidir el día y la noche, y separar la Luz de las Tinieblas. Y vio Dios ser bueno, y hubo tarde y mañana, día cuarto. Dijo luego Dios: “Hiervan de animales las aguas y vuelen sobre la tierra las aves bajo el Firmamento de los Cielos.” Y así fue. Y creó Dios los grandes monstruos del agua y todos los animales que bullen en ella, según su especie, y todas las aves aladas, según su especie. Y vio Dios ser bueno, y los bendijo diciendo: “Procread y multiplicaos, y henchid las aguas del mar, y multiplíquense sobre la tierra las aves.” Y hubo tarde y mañana, día quinto. Dijo luego Dios: “Brote la tierra seres animados según su especie, ganados, reptiles, bestias de la tierra según su especie.” Y así fue. Hizo Dios todas las bestias de la tierra según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios ser bueno. Díjose entonces Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre las bestias de la tierra, y sobre cuantos animales se mueven sobre ella.” Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios le creó, y los creó macho y hembra; y los bendijo Dios, diciéndoles: “Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados, y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra.” Dijo también Dios: “Ahí os doy cuantas hierbas de semilla hay sobre la haz de la tierra, y cuantos árboles producen fruto de simiente, para que todos os sirvan de alimento. También a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todos los vivientes que sobre la tierra están y se mueven, les doy por comida cuanto de verde hierba la tierra produce.” Y así fue. Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho, y hubo tarde y mañana, día sexto. Así fueron acabados los Cielos, y la Tierra, y todo su cortejo.
Y, rematada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios el día séptimo de cuanto hiciera;
y bendijo el día séptimo y lo santificó, porque en él descansó Dios de cuanto había creado y hecho.
Este es el origen de los Cielos y la Tierra cuando fueron creados.
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