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LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS

 

 

OCTAVA PARTE

EL ÁRBOL DE LA VIDA DE LAS ESPECIES

DIA SEXTO

EL ENIGMA DEL PRIMER HOMBRE

 

I

 

El Día Sexto fue un gran día. Un misterio envuelto en un enigma estaba a punto de encontrar la clave que permitiría ver de qué rama y qué línea filogenética sería la que llevaba en su seno la vida inteligente.

La expectación era inmensa, maravillosa, sublime. La Creación es un milagro en vivo, un acontecimiento Divino abierto a seres para quienes por nuestro origen en la Materia es en realidad un vestido demasiado grande, pero que nos hace sentir de maravilla en razón de quien habiendo creados a sus hijos a su Imagen y Semejanza comprendió que mantenerlos lejos de este Escenario sería una negación de su propio Origen Divino.

¿Se puede ser hijo de Dios y tener cerrada la Puerta a la Contemplación de la Creación de Universos? ¿Por muy maravilloso que un Mundo sea de verdad no se convierte en una cárcel infernal si sus fronteras cierran sus muros a la libertad de quienes han sido creados para ser hijos de Dios?

¿Somos hijos del Dios Creador de todas las cosas y en cuanto tales hemos nacido para disfrutar viendo a Nuestro Padre levantando Universos con sus Mundos, o no somos sino un animal más de un Paraíso que en realidad no es sino una especie de Zoológico Cósmico creado por ese mismo Dios que nos llama hijos para que nos quedemos tranquilos en nuestra jaula divina?

La respuesta a esta cuestión ha sido ya respondida. La Presencia de los hijos de Dios durante los Días de la Semana de nuestra Creación lo dice todo. Nunca estuvo en el Corazón de Dios crear un Zoológico de proporciones cósmicas en el que sus hijos vivirían en jaulas maravillosas, anchas como Mundos, pero jaulas al fin y al cabo para quienes teniendo sus Almas en el Espíritu de Dios necesitan vivir la Libertad en el marco de esa Razón.

Ninguna retórica, discurso, sabiduría, dialéctica o ciencia puede dar mayor cuenta de la Veracidad y Pureza del Corazón de Dios que el Argumento de la Presencia de sus hijos a su Alrededor cuando abriendo su Hijo su Boca, dijo : “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”.

¿Invitados a contemplar a Dios en su salsa? ¿Únicamente eso, “invitados”?

¡Más! Mucho más. Invitados a contemplar y a participar. Pero vayamos por partes.

Aquéllos que estuvieron presentes, y son testigos de la Creación de nuestro Universo y de nuestro Mundo, después de haber visto todo lo que vieron en los Días anteriores, y comprendiendo que lo mejor estaba por venir, aguardaron el Alba de este Nuevo Acto con el corazón en un puño como quien no puede dormir porque se le hace imposible la espera del día que ha de nacer.

Alegría al despertar; la Noche del Día Quinto fue larga, y también fue sencillamente Divina. Las cuestiones volaban por las arterias desde el corazón a la cabeza, se hacían pensamientos : ¿Qué grandiosos despliegue de nuevas especies sin número activaría el Árbol de la Vida en la faz de la Tierra? La experiencia con sus Mundos propios, cada uno una Rama del Árbol de la Vida de la Creación, les descubría a todos que la Vida Inteligente es el Fruto final de la Creación de cada Nuevo Universo, y que cada Rama, aunque saliendo del mismo Tronco Cósmico de la Vida en el Cosmos y siendo todas regadas por la misma Savia Universal, cada Rama despliega un Nuevo número infinito de nuevas especies. El Amor a la Creación es Amor a la Vida. Y la Vida y Dios comparten la Eternidad desde la Increación. Si pues las Ramas del Árbol de la Vida son infinitas ¡cómo entonces atreverse a predecir el curso que estaba siguiendo la Línea Filogenética portadora de la Inteligencia! Era un misterio que descubrirían en este Nuevo Día.

Y sin embargo la experiencia que Dios le había invitado a vivir ¿a qué podría compararse?

¡Cuál de aquellos hijos de Dios que siguieron a su Padre al otro lado de las Murallas del Cosmos no recordaba, aun Hoy, aquella Tierra abandonada en las Tinieblas, al otro lado de las Costas del Océano de las Galaxias! Señor, una imagen en la penumbra, un recuerdo vagando en la oscuridad, hundiéndose en el pozo sin fondo de la memoria donde acaban desapareciendo esos cosas que no queremos recordar o no merecen la pena ser tenidas en cuenta.

Una Planeta sin apariencia, un pedrusco más en el Abismo, el planeta Tierra, perdido en la inmensidad de una escombrera, golpeado por inmensas moles a la deriva, resistiendo los golpes de restos de estrellas muertas, ruinas de galaxias flotando en la niebla del infinito, una vez orgullo del Espacio ahora fantasmas rocosos sin hermosura privados del menor átomo de energía. ¿Cuánto tiempo tardarían los muros de aquel Planeta en venirse abajo? ¿Qué futuro era el suyo?

A su lado un soldado grande como un gigante mitológico levanta su escudo protegiendo a su señora. Era la Luna. Contra su escudo se estrellan las grandes moles en su camino al Océano de las Galaxias, a su paso cubriendo su piel de esas cicatrices heroicas de miles de cráteres, como viruela en el rostro del coloso.

¿Cuál de los hijos de Dios se acordaba ya, al alba de este Día Sexto, de aquella reina y de su escudero, abandonadas por Dios en aquel cementerio sobre el que los dioses les habían contado su existencia, pero que hasta entonces nunca conocieron? Sólo eso, la palabra de los dioses.

En eso, al Alba del Día Cero de la Semana de nuestra Creación, Dios conduce a sus hijos a aquel Cementerio “del Abismo que estaba cubierto por las Tinieblas”, restos de un Cosmos contra el que Dios desplegó su Infinita Fuerza hasta convertir la Materia a polvo y piedra vagando por el Espacio Vacío, privado por la Eternidad de Energía.

La Obscuridad absoluta, el Silencio de los muertos. El Pozo del Abismo, ¿quién quiere caer en su fondo, al fondo del infinito? Mal sitio para ser condenado a Destierro Eterno, una Caída sin fin en el Abismo. La temperatura es cero absoluto. No hay luz. No hay Vida.

Allí, flotando en aquel Abismo cubierto por las Tinieblas, en la mente el terror ante la idea de ser desterrados de la Creación y arrojados a ese Abismo, estaban todos, antes del Principio de nuestro Universo, arropados todos por el Calor del Corazón de Padre del Creador de la Luz y de las Tinieblas, YAVÉ Dios, el Brazo cuya Fuerza desplegara los rayos de energía antimateria que redujo a polvo galaxias sin número.

En la distancia un Océano luminoso, el Nuevo Cosmos, rugiendo con la alegría de una tsunami creadora extendiendo las aguas de la Creación del Nuevo Cosmos hasta el horizonte que nunca se acaba; una fuente de luz, sólo eso, ¡pero qué luz!

La idea del Destierro perdiéndose en sus venas, Dios hizo una Maravilla y desde la Nada, si visto con los ojos de la cara, creó Dios un Sol y Nueve Planetas, con sus Lunas. En la medida que cada inteligencia capta las leyes de la Ciencia

de la Creación y las adapta a su naturaleza, todos los hijos de Dios presentes en el Acto de la Creación del Sistema Solar se maravillaron conforme en sus inteligencias iba Dios haciendo vivibles a sus ojos los procesos del Salto de la Energía generada por el Cosmos desde la Materia Microfísica a la Astrofísica.

La transformación de la energía dinámica en materia dentro de un campo dividido en unidades de vuelo tal que las multiplicación de la masa al fin de la unidad recorrida dobla su velocidad original por sí misma, siendo el número de unidades de vuelo un infinito pone en ejecución una producción hasta el infinito de masa tras un tiempo de viaje controlado cuyo término es la implosión astrofísica en el origen de las estrellas. Este proceso elevado al infinito es la raíz de las galaxias.

En bruto parece siempre más sencillo esta creación general. Reducimos una galaxia a energía cósmica mediante la aceleración hasta el infinito de su tiempo de existencia; rodeamos esta cañón de energía cósmica de un campo gravitatorio o de espacio-tiempo donde la velocidad se multiplica y con ella la masa de los haces. En campo abierto esto supondría una producción de materia hasta el infinito; pero este proceso de crecimiento hasta el infinito de masa tiene por límite la Implosión Astrofísica. De aquí la geometría original de las galaxias.

Su Origen es una Explosión en cadena una vez alcanzado este Límite de Crecimiento. Mas en el caso de la Creación del Sistema Solar, Dios ejecuta este proceso general sobre un haz especifico, es decir, para que sus hijos entiendan el Proceso General Autónomo en el Origen de la Expansión del Nuevo Cosmos, Dios reproduce el proceso de Creación de las Galaxias a nivel Local.

Sin El no existe Expansión. Él es la Fuente de Energía de la que se alimentan las Murallas de la Creación. A este Nivel las galaxias son cañones disparando gigantescos rayos de haces, todopoderosamente cargados de energía potencial, que al ser absorbidos por este Campo Transformador de Materia Microfísica en Materia Astrofísica hace de Ciclotrón con paredes que no se agrietan y en cuyo Anillo Espiral la materia es conducida al Punto de Implosión Astrofísica. He ahí el Gran Big Bang. Y he aquí el Sistema Solar.

Este Pequeño Big Bang genera el Sol y Nueve Planetas, con sus Lunas. La Implosión Astrofísica expande el Campo de energía creadora, lo hace suyo y la luz Solar viste de color el espacio que le es propio.

La Física de este Proceso es tan infinitamente compleja que únicamente reduciendo a la expresión más sencilla puede dibujarse en la inteligencia. El origen de los Planetas y sus Lunas está en este Campo Creador de Materia Astrofísica. La transformación de la energía cósmica en materia astrofísica ejecuta una traducción de los distintos valores naturales de los miembros componentes del rayo inducido al Salto de una dimensión a la otra. Esto de un sitio.

Del otro lado, el Campo Creador del Sistema Solar fue extendido en un espacio donde la materia flotante a la deriva era atraída por su naturaleza Gravitatoria hacia su interior de la forma que es absorbida el agua por un agujero abierto en el lecho que la sostiene. Esta materia flotante acompaña en el viaje a la energía cósmica derivada y se hace un cuerpo con los distintos núcleos que se van produciendo en el Viaje de una dimensión a la otra. Este Viaje acaba cuando el núcleo mayor alcanza su Implosión Astrofísica, se libera de toda la materia, la expulsa de su cuerpo y hace suyo el campo gravitatorio. Los demás núcleos se relacionarán en adelante con este Astro.

Durante el Viaje de la materia fundamental a la materia astrofísica unos planetas han adquirido un Núcleo más caliente, otros más fríos, unos más densos, otros menos sólidos, dependiendo de la densidad de su Núcleo, densidad que define la reacción particular de su cuerpo con la Densidad Gravitatoria del Campo creado, reacción que determina la potencia de Transformación de esa Energía en Materia Astrofísica. Y por tanto determina el tamaño de todos los cuerpos resultantes.

Este Salto es Invisible, y sólo detectable a nuestros ojos por el remolino que forma en el campo el descenso en espiral de la materia cósmica atraída hasta su Puerta Interdimensional. Aquí en este Puerta se produce la Implosión Astrofísica. Un Pequeño Big Bang en el caso de nuestro Sistema Solar, un Big Bang de dimensiones cósmicas cuando son cientos de millones de estrellas las que cruzan esta Puerta de Implosión Astrofísica.

¡Maravilla para los ojos! ¡Gozo para la Inteligencia! Admiración. Este es el principio de la Vida de todos los hijos de Dios: la Aplicación controlada desde su Principio hasta su Fin por Dios de las Leyes del Universo .

Hasta aquí lo que nos concierne sobre el Origen del Sistema Solar. Así fue creada la Tierra.

 

II

 

No hay palabras en el diccionario ni la lengua puede articular frases que puedan definir la grandeza de este Espectáculo, su belleza, su magnificencia. Es necesario vivirlo para entenderlo. Invitación que el Hijo de Dios nos ha dado y mantiene abierta para todo hombre de toda raza y condición.

Nosotros, volvamos al misterio envuelto en un enigma cuya llave nos ha sido dada por su Creador.

¡Cosa curiosa, pues! Dios recoge en su Mano su creación, el Sol y su Familia, y deja a la Tierra y su Luna en las Tinieblas. ¿Es el desecho que no cuadra en la ecuación? ¿Se ha equivocado Dios en sus números? ¿Le ha salido una hija nacida para ser abandonada a su suerte en las tinieblas al otro lado de las Costas de la Creación?

Dios es Dios, quién se atreverá a preguntarle ¿no la quieres? Dios calla. Dios se va. La Tierra y su escudero se quedan atrás, ¿Dios no vuelve?

Pasa el tiempo. Un cuerpo astrofísico se nutre de su propio campo gravitatorio, en este caso compartido por ambos, Tierra y Luna. Es la fuente de energía que mantiene sus núcleos activos, la fuente de su calor, de su pulso. Como toda energía, su transformación constante reduce su nivel en el tiempo y debilita su escudo en el espacio. Si Dios no vuelve este escudo se y ambas, Tierra y Luna, serán arrastradas a la deriva hasta finalmente ser reducidas a escombros. No es por tanto un término arbitrario ni metafórico el que Dios emplea cuando escribe, hablando de ella:

Al Principio la Tierra estaba “confusa y vacía”.

Respecto a esta VACUIDAD ya lo he dicho todo en la Creación del Universo según el Génesis. En esta Sección toca hablar de la CONFUSIÓN, que ya he hecho.

Las razones que Dios tuvo para dejar a la Tierra en las Tinieblas se relacionan con la necesidad de multiplicar el peso de su Corteza y de acelerar la Sublimación de su Atmósfera, al máximo natural a la temperatura del Cero Absoluto a que estaba expuesta la Tierra.

La Omnipotencia de Dios es referida a su Poder para producir un efecto en el mínimo tiempo natural admisible. Esto implica, científicamente hablando, un conocimiento hasta el infinito de todas las propiedades y parámetros tanto del cuerpo sobre el que se produce la acción cuanto del medio en el que se realiza dicha acción. Y evidentemente esta acción relacionada con el fin que se quiere crear. En este caso una Masa de Hielos dispuesta para subsistir durante las eras geológicas que el Árbol de la Vida en la Tierra pediría para dar su Fruto: Vida a Imagen y Semejanza del hijo de Dios.

Los resultados están a la vista.

Dios se fue. Introdujo el Sistema Solar en los Cielos, unos Cielos en reposo tras su Creación tal cual se vierta en la Sección Anterior, y Dios regresó al Abismo cubierto por las Tinieblas.

Aquí es el Hijo de Dios quien toma el Testigo de la Acción, deviene la Estrella del Espectáculo y abriendo su Boca dice : “Hágase la Luz”. Sobre lo cual ya he dicho todo lo que tenía que decir en la Introducción a la Cosmología del Siglo XXI.

 

III

 

Creada la Luz, el Hijo de Dios conduce a sus hermanos a través del Campo de las Galaxias e introduce Tierra y Luna en el Sistema Solar. Ya conocemos lo que sucedió. Su Núcleos fueron reactivados y fue creado el Firmamento que separa la Biosfera del Espacio Exterior. Fueron creados los mares y los océanos y el reino de las Plantas emergió de las aguas para colonizar las tierras bajo el Sol.

El Árbol de la Vida pone sus pies sobre los continentes, extiende sus raíces y pare el Árbol Prehistórico, ese Transformador de la Atmósfera Primaria que hará posible el Salto de la Vida Animal de las Aguas a la vida bajo el Sol.

Cuando ya parecía todo enfilado hacia la secuencia de este Salto, el Hijo de Dios maravilla a todos sus hermanos y mostrando su Brazo Todopoderoso, el Brazo de Dios, causa la Expansión de los Cielos, configura su Estructura y crea el Árbol de las Constelaciones. Rodea el Hijo de Dios a los Cielos de un ejército de Cúmulos Estelares Masivos, cuyos campos gravitatorios se entrelazan formando una red de hornos Estelógicos en los que la Materia Nebular Intergaláctica es atrapada y reducida a partículas. La materia flotante que escape a esta Barrera devendrá madre de Nebulosas.

Llega la Noche del Cuarto Día. Viene el Día Quinto. Es el Día del Mundo de los Dinosaurios. Toda la acción se produce en este Día entre los Trópicos, franja que será devorada y en la que en su subsuelo descansa el Bosque Prehistórico y todos los organismos que regresaron a la tierra de la que salieron. Al presente es la fuente del combustible basado en sus restos.

El Fin del Mundo de los Dinosaurios es el Principio del Mundo de los Mamíferos. El Oxígeno condujo al Mundo de los Dinosaurios a las páginas de la Historia.

La Noche extiende sobre el Quinto Día su manto de Tiempo. La Naturaleza gobierna los acontecimientos. Sus leyes son perfectas. Mantienen todos los cambios que tienen lugar en la Biosfera sobre la Autopista de la creación de Vida Inteligente, y Vida a Imagen y semejanza de la vida del Hijo de Dios, vida creada para gozar de la Existencia eterna natural a Dios.

El Alba del Día Sexto anuncia el Traspaso del Gobierno de las Leyes de la Naturaleza a las manos del Hijo de Dios, quien abriendo su Boca dice:

 “Brote la tierra seres animados según su especie, ganados, reptiles, bestias de la tierra según su especie.” Y así fue. Hizo Dios todas las bestias de la tierra según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios ser bueno.

IV

 

Un Nuevo Día ha comenzado. Y como cada Día, este Día trae nuevas maravillas. El Espectáculo de la Creación pasó de lo macrocósmico a lo microcósmico: De las estrellas a las células.

En este Día se va a pasar de la Razón Animal a la Inteligencia Universal a la Imagen y Semejanza de la Divina.

El Mundo de los Dinosaurios pasó. Una Nueva Atmósfera ha sucedido a la Protohistórica. El color del cielo es azul. La Fibra Vegetal se ha adaptado a esta Nueva Atmósfera que ella misma transformara. En el Firmamento lucen las estrellas. Y la Luna, hasta entonces oculta por las condiciones meteorológicas naturales al Mundo de los Dinosaurios, luce alegre en la Noche. El Mundo de los Mamíferos ha nacido.

Los hijos de Dios se asoman a esta Nueva Era el pensamiento puesto en sus propios orígenes. Seres con origen en otras estrellas, en otros planetas, tal vez en otros universos vecinos, contemplan admirados el despliegue de Vida que el Árbol de las Especies extiende sobre la Tierra. Nuevas aves, nuevos, animales y bestias. Son sin número. La Tierra es un paraíso de Fauna y Flora, no inferior ni superior al que lo fueron sus Mundos, pero sí distinto. La Rama de la que procederá la Vida Inteligente marca la naturaleza de las especies que acompañará su Línea Filogenética durante el Viaje de los millones de años que transcurren desde la Razón Animal a la Inteligencia a imagen y semejanza de la del Creador.

Innecesario por su situación más allá de mi imaginación, el despliegue de especies que llenaron la Mañana de este Sexto Día, me centro exclusivamente en la Línea Filogenética de la que surgiría la Inteligencia.

Durante todo el tiempo que los Dinosaurios reinaron las líneas mamíferas existieron y compartieron un hábitat común, el Bosque Prehistórico. El peligro para todas esas especies no se basaba en la dieta carnívora de los gigantes leñadores, sino en su voracidad vegetariana. Su incursión en el Bosque suponía, como no podía ser de otra forma, una exposición constante a ser aplastados y devorados por mandíbulas cuyos paladar no tenían ojos para aquellos habitantes. Todo lo que caía en sus bocas o se encontraba bajo sus patas desaparecía. Era la ley del Bosque Prehistórico. No había ni bien ni mal. Sólo había que salir corriendo. El Dinosaurio no era un depredador, era un leñador.

Fue en aquel ambiente que la rama de los Simios, adaptada a la vida arborícola por evolución de las alas en brazos y piernas, comenzó su andadura entre los primeros mamíferos con origen en el Salto del Agua al Aire. Y entre ellos surgió una familia que se alzó con un lenguaje de comunicación universal anunciando el peligro. Era el Ántropos, el más viejo de todos los Mamíferos, cuya línea filogenética se remontaba a la primera ola que diera el Gran Salto. Los Simios fue la especie de acompañamiento entre cuyas familias el Ántropos encontró su pueblo. Éste creó un Lenguaje de Comunicación Racional anunciando el peligro; reconocido por todos los alejaba de las lindes del Bosque.

Una vez pasados los Dinosaurios los Mamíferos de todos los géneros salieron a campo abierto y llenaron los valles y montes. También emergieron los reptiles. El tamaño físico de todas las criaturas tenía ahora un nuevo patrón universal.

La Tierra seguía siendo un Paraíso. Los hijos de Dios bajaban y se llevaban al Mundo del que venían ejemplares de todas las familias, géneros y especies, pues la Puerta entre el Cielo y la Tierra estaba abierta.

Desde el Bosque, en el que el hijo del Ántropos, el Homo Sapiens, vivía aún como Jefe natural de la especie de acompañamiento con la que vivía desde los orígenes, el Homo Sapiens contemplaba a estos seres que aparecían y desaparecían en los valles bajando y subiendo del cielo. Estos seres tenían una particularidad que los hacía únicos en la Tierra. Caminaban a dos piernas. La Imitación, principio de la Inteligencia, se hizo en el Homo Sapiens. Y bajando el Homo Sapiens a tierra firme comenzó la adaptación de su cuerpo a la vida a dos piernas. Terminado este proceso de transformación de sus pies aerodinámicos antropoides a los pies humanos, dijo el Hijo de Dios:

“Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre las bestias de la tierra, y sobre cuantos animales se mueven sobre ella.”

V

 

Como en todas las cosas y vengo diciendo desde el principio, la cantidad de tiempo que un proceso de transformación natural a la Evolución implica “tiempo”. De vivir en el Bosque a ser el señor de las bestias había un camino muy largo por delante, que escribió en la Historia el Periodo que llamamos el Paleolítico.

En cuanto a la confusión de familias Sapiens tenemos que entender que las especies de acompañamiento antropoides siguieron a su Jefe Natural en su odisea fuera del Bosque, y que en el camino del Tiempo unas llegaron lejos y otras más aún, pero sólo la Línea del Homo Sapiens, hijo del Ántropos, siguió su curso hasta el Hombre.

La Aventura de este Homo Sapiens durante la Edad que llamamos del Paleolítico fue un movimiento in crescendo que lo condujo a la autoconsciencia de su propio Género, y cuya última etapa la vemos en los Museos de Pintura que nos han dejado en la Europa del Sur, en cuyas pinturas observamos cómo la Imitación de los hijos de Dios que una vez le sacara del Bosque ahora vuelve a sacarle de las Cuevas y de sus Montes, y le conduce al Valle, a campo abierto, donde comienza a imponer su Maravillosa Adaptación al Movimiento Bípedo natural a los dioses.

Este Homo Sapiens es consciente de ser una Línea única en sí misma, separada ya de los Simios, e igual sólo a sí misma.

Entre aquel Homo Sapiens entre Simios que abandona el Bosque y este Nuevo Homo Sapiens que baja de los montes, abandona sus Cuevas y se introduce en los valles y ríos a reclamar el mundo, existe un Mundo de aventuras y gozo. Protegido por la Impresión en el Instinto Animal de las Bestias que causa el Andar de aquel Homo Sapiens  propio de los dioses, el Homo Sapiens reina. Es el Animal más evolucionado del Planeta. Tanto por su Cerebro como por su Constitución Dinámica, el Homo Sapiens de esta época es el Animal con el potencial más poderoso del planeta.

Cuando el Hijo de Dios, en Obediencia a su Padre, les dice a sus hermanos, “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y semejanza”, el contacto entre dioses y hombres comienza.

 

VI

 

Aquí tendríamos que llamar a estrado la Historia de las religiones, poner sobre la mesa el testimonio de todas las mitologías al respecto del origen del Neolítico como el efecto sobrenatural del acercamiento de los dioses a los hombres.

El Neolítico es el Capítulo de la Historia Universal que abre el Verbo del Hijo de Dios, el Verbo que después vino a hacerse Hombre por las razones que la Santa Madre Iglesia Católica nos ha revelado y todos, con independencia de que unos crean y otros no, y otros duden, conocemos. El Origen del Neolítico, punto de inflexión hacia la Civilización, se genera en el acercamiento de los hijos de Dios a las distintas familias humanas.

El Homo Sapiens era el Animal más evolucionado del Planeta, pero seguía siendo un Animal. Su existencia en estado salvaje entre las bestias y animales del Mundo de los Mamíferos de todas las especies de la Era del Paleolítico, cual se deduce de las Pinturas en sus Hogares de Piedra y se infiere de sus construcciones megalíticas, fue una existencia maravillosa en un Planeta exultante de vida que había dejado atrás edades de Hielo y se había encaminado a una Edad Templada, ya presente, como se ve en el retrato que se hacen ellos mismos, siempre desnudos.

El Homo Sapiens lleva en sus genes la fuerza de la Vida. Él es el fruto del Árbol de la Vida que echó sus raíces en la Tierra, despegó su tronco de las Aguas y extendió sus ramas por todos los Continentes. La Evolución Natural había llegado a su Fin.

Pero la Meta de la Creación, no. Es el Creador quien recoge en sus manos el Movimiento, y desde este momento comienza la Historia Sobrenatural del Hombre.

 

VII

 

Dios reparte las primeras familias humanas entre sus hijos, los dioses de las primeras mitologías y religiones, estableciendo en la Tierra zonas de influencia con el fin de proceder a levantar en nosotros el concepto de Civilización, a la vez que proyecta las civilizaciones de origen de cada uno de sus hijos en los Pueblos Originales del Género Humano. Este fue el Proyecto que Dios puso en manos de sus hijos. Este fue el Principio del Neolítico.

El término de aquel Proyecto era unir a todos los pueblos de la Tierra en un Reino, cuya Corona se le daría Dios al Primer hombre a quien Él llamaría “hijo”. De aquí que los pueblos de aquellos tiempos dijeran que “la corona bajó del Cielo”, queriendo decir con esto que la elección del primer rey que conoció el mundo recibió la corona por elección Divina. Y el mismo Dios en el Cántico de Moisés dice “Distribuyo Dios las familias de los hombres entre sus hijos, pero Jacob es la porción de YAVÉ”. Siendo Jacob hijo de Adán se entiende que por el que estaba se refiriera Dios al que no estaba, su Elegido, para ser el rey de los hombres, el Primer Hombre: hijo de Dios, nuestro Adán, padre de Jacob, padre de David, padre de Jesús, hijo de María, hijo de Sara, hijo de Eva.

Observamos también que la proyección de las distintas Civilizaciones naturales a los hijos de Dios sobre nuestro Mundo es la causa de las particularidades que, después de la Caída, marcaron diferencias en las respuestas mentales y los comportamientos de los pueblos nacidos de aquella fase civilizadora, hasta el punto de levantar barreras de encuentro que conforme pasó el tiempo se hicieron verdaderos muros contra el entendimiento entre Miembros de una Misma Familia Biológica.

Como siempre, los milenios que se emplearon en la Edad del Neolítico se comprende desde la Naturaleza Sobrenatural de quien abriera nuestra Historia a su Mundo.

El éxito del Proyecto de Formación del Hombre a Imagen y Semejanza de los hijos de Dios contó con la bendición del Creador de la Tierra. De haber fracasado o de no haberle gustado el resultado no hubiese bendecido la multiplicación de los seres humanos en ella. La Ley de la reproducción es firme: creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios le creó, y los creó macho y hembra; y los bendijo Dios, diciéndoles: “Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados, y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra”. De donde se ve y se entiende que el ataque actual de los poderes contra el Macho de la especie Humano es un delito contra Dios y el Género Humano. Esto de un sitio, del otro que la reproducción procede de la unión del Macho y la Hembra y todo lo que traspase este límite y anule la Necesidad del Macho y de la Hembra en el Acto de Reproducción del ser humano es Delito contra el Hombre y contra su Creador.

E igualmente en el orden de la Reproducción, y en este orden, Macho y Hembra devienen Padre y Madre. Mas en el contexto de la Sobrenaturaleza Humana, es decir, en el orden de los hijos de Dios, el Hombre y la Mujer son dos seres personalizados, individualizados, que tienen su existencia consciente en cuanto Creación. De manera que tan delito es negar la existencia del Macho y de la Hembra como Dos seres que devienen una sola Realidad en el Acto de la Procreación, en el que se complementan y existen como si fueran una sola Vida, cuanto es delito negarle a ambos esa Personalidad Consciente, Autosuficiente e Individual a imagen de la Vida de nuestro Creador.

Como ya he dicho y se entiende del conocimiento de la vida en la Tierra, la llamada extinción de las especies procede de diferentes focos naturales, y uno de ellos es la pérdida de fuerza reproductora que todas las especies experimentan conforme el Tiempo pasa. Ninguna célula tiene por sí capacidad para reproducirse hasta el infinito.

Independientemente de las medidas, incluso los virus pierden fuerza de multiplicación hasta extinguirse por ellos mismos una vez alcanzado el número de multiplicación que le es natural a su cepa.

Este sentido de la extinción ha nublado la razón animal del ateísmo científico por en cuanto al querer proyectar la sobrenaturaleza reproductora de la especie humana a las demás especies sus genios tenían que concluir que la extinción procede de mecanismos violentos inscritos en la naturaleza. ¡Para nada! La extinción de las especies es un mecanismo natural en el orden de la Vida. La fuerza reproductora de las cepas de las especies no tiene el Infinito por fuerza. El Tiempo las consume y las especies comienzan de forma natural su cuesta hacia la extinción.

En el caso humano la Bendición Divina sobre la base de la Reproducción del Macho y de la Hembra elevó este número al Infinito. Ciertamente observamos que la multiplicación de los seres humanos a partir del Neolítico es exponencial. Las familias que viven aisladas y se mueven aisladas, comienzan a crecer, se hacen tribus, sus desplazamientos se amplían; su fuerza se hace mayor y su dominio de las tierras crece. Se atreven a dejar las cuevas y los montes, se construyen poblados y finalmente dan lugar a la creación de las primeras ciudades.

El ritmo de crecimiento de las familias humanas de las que descenderán Adán y Eva y su Pueblo fue imparable. Y con este crecimiento se hizo mayor el poder de movimiento.

Este Movimiento se consumó en Mesopotamia, la región en la que familias venidas de todas las regiones conocidas, África, Europa y Asia, se unieron en un solo pueblo, con sus ciudades. Sus dioses les inspiraron este movimiento hacia el Paraíso. Dios les dio un rey. Las Civilizaciones en las que han sido formadas las mentes de las distintas familias humanas se fundieron en una sola y única. El Hombre alzó su mirada a los siglos.

Hombres y mujeres de todas las familias se unen en el acto de reproducción en plena libertad, siempre bajo la ley de la Unión Sagrada del Macho y la Hembra en una sola realidad, la Familia, en cuyo seno ambos devienen Padre y Madre.

Es una Sociedad creada desde la bendición de Dios y alimentada por la Fuerza Divina. El Hombre, él y ella, es Alma Viviente. Su ser se rige por la ley natural en tanto que Creación, y por la ley divina en cuanto Persona a la Imagen y Semejanza de su Creador.

Elegido el Rey, el Primer Hombre, el nuevo hijo de Dios, Dios comienza a cerrar este Día, diciendo : “Ahí os doy cuantas hierbas de semilla hay sobre la haz de la tierra, y cuantos árboles producen fruto de simiente, para que todos os sirvan de alimento”.

La revolución Agrícola del Neolítico se cierra. La Dieta del Homo Sapiens, viviendo de las semillas y frutos del Bosque desde el Principio de los tiempos, amplía su Dieta al Cultivo de la tierra. La Agricultura deviene el pan de cada día.

El Rey cultiva la tierra, es un labrador. No hay Ocupación Social más general y elevada que ésta. El Cultivo de la tierra es la base de la existencia de la vida del Hombre, ¿qué otra ciencia o arte puede ser más digna y trascendente para la vida de la Humanidad que la del labrador, la del agricultor?

La tierra es bendecida con la Fuerza creadora con la que Dios invistiera el acto reproductor del Hombre. La tierra ve elevada su fuerza al infinito; le es dada fuerza para mantener seres vivos en esa misma proporción. La lucha por el sustento queda resuelta.

El Árbol de la Vida ha llegado a su Plenitud. La Revolución Agrícola del Neolítico no sólo le abre horizontes a la civilización del Hombre sino que la implica en las Alimentación de todas las especies. Con ella comienza la Domesticación de los Mamíferos.

El Reino del Hombre ha sido formado. Su reino extiende su cetro por las Primeras Ciudades de Mesopotamia y desde sus puertas Adán contempla los Milenios.

El Ser humano es consciente del Tiempo, de su Vida en el Tiempo, de su Acción en el Tiempo. El reino de los hombres, con su rey, Adán, formado a Imagen y Semejanza de los hijos de Dios, recibe la Misión Sagrada de Extender el Reino de Dios, al que su Corona sirve, a los confines de la Tierra.

Esto consumado, cae la Tarde, viene la Noche del Día Sexto. Dios deja las leyes de su Creación seguir su Curso.

 

DIA SÉPTIMO

EL DESCANSO DE DIOS CREADOR

 

 

 

LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS

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