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LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS

 

 

SEPTIMA PARTE

CREACION DE LOS CIELOS

 

CAPÍTULO 25

ORIGEN Y CONSTITUCIÓN DE LOS CIELOS

 

234. Entramos en una de las grandes preguntas, el origen de las estrellas del Firmamento. La respuesta creo que ha sido ya dibujada en las secciones precedentes. La producción de estrellas en tanto en cuanto meta de la existencia de las galaxias, todo conduce a la transformación del Cosmos en el campo de materia prima del que Dios extrae la materia con la que hacer sus Obras. Constante la creación de galaxias la masa total de materia prima que el campo cósmico pone al servicio de Dios para llevar adelante cualquier Obra no tiene límites. Otra cosa será cómo Dios extrae esa materia estelar y la transporta de sus regiones de origen al Universo. Nosotros, conociendo que la manera de hacer las cosas depende siempre del Poder de quien las hace, y que la imaginación para hacer las cosas está en relación directa con la Inteligencia del que se plantea hacerlas, podemos hablar de grandes ríos recorriendo las llanuras intergalácticas, según lo considere mejor y acorde a sus necesidades de trabajo el Señor de las Galaxias. ¿Qué otro Nombre podremos darle a quien las crea y las gobierna? ¿O cómo someteremos nosotros a nuestro criterio las leyes que las rigen y las formas de comportamiento de las galaxias y sus mares de estrellas ante la acción de su Creador sobre sus cuerpos? ¿Le pondremos por límite a la imaginación Divina los límites naturales a la imaginación nuestra? ¿Cómo podríamos atrevernos a comparar nuestra forma de vivir, sentir, respirar, pensar, andar, trabajar, proyectar, tocar, amar, tratar, ordenar, reír, calcular…con las de ese Ser en el Origen del Cosmos? ¿Desde los límites naturales a su realidad cómo podría juzgar la criatura a su Creador sin demostrar estar haciendo ejercicio de un acto de locura? El principio y el fin de la inteligencia humana es la admiración; nace de la admiración de la Creación para terminar en la admiración de su Creador. Todo lo que se diga de más viene de esa semilla que no estaba en el Hombre y fue sembrada en su ser por una fuerza extraña a la Creación de Dios, lo cual es asunto de la Teología. De cualquier forma, la gran cuestión del Origen nos lleva directamente a la otra gran cuestión: la Constitución del Universo.

 

235. De lo leído hasta aquí se deduce que el Universo y el Cosmos son dos cosas diferentes. Estas dos cosas unidas forman la Creación de Dios, y dentro de ésta una cosa es el Cosmos y otra cosa es el Universo. El Cosmos es el campo de materia prima del que Dios se sirve y, con la libertad del que es el Señor, coge todos los materiales necesarios para llevar adelante sus Obras. En cuanto al Universo, el Universo es el campo estelar donde Dios lleva adelante estas Obras. Cuando, pues, Moisés nos habla de la Creación del Universo se estaba refiriendo a este campo estelar. Cuyo Origen, como hemos visto, está en ese campo cosmológico del que Dios hace derivar ríos de estrellas que recorren las llanuras intergalácticas y vienen a desembocar en este océano universal en cuyas aguas el Árbol de la vida echó sus raíces. Árbol de la vida sobre el cual hay mucho que decir, especialmente a estas alturas de su Historia. Sobre la Constitución del Universo sin embargo no todo está dicho.

 

236. Obviamente Moisés habla en su Relato de la Creación de nuestros Cielos. Y al hacerlo nos pone delante de una Realidad: Dios es su Creador. Realidad que nos conduce a otra realidad: Eternidad, esa Eternidad que implica Infinito. Realidades de cuyo conjunto el Género Humano es el fruto, pero no el único de ese Árbol de la vida al que el Dios del Infinito y la Eternidad le dieran el Universo por campo de Origen y Crecimiento. Conclusión final esta que nos lleva de vuelta a la revelación del Hijo de este Creador y Señor del Cosmos y del Universo: “El Padre le muestra al Hijo todo lo que hace y le mostrará Obras mayores que éstas de suerte que vosotros quedéis maravillados”. Empleando el plural al hablar del Pasado como reflejo del Futuro nos descubre el Hijo de Dios que nuestros Cielos y nuestra Tierra, en definitiva, que el Género Humano no es la primera Cosecha que el Árbol de la Vida ha dado. Afirmación que cierra el dilema sobre la vida en el Universo. Y es que el Hombre no es el primero ni será el último Fruto de este Árbol. Antes del Hombre ya fueron creados otros mundos y después del Hombre nuevos mundos nacerán de las ramas del Árbol de la vida. “Los hijos de Dios” de los que habla la Biblia son el fruto de esas Obras sobre las que el Hijo nos declaró que el Padre hace. Sobre las regiones de origen en el Universo de tales “hijos de Dios” no es cuestión de divagar. El hecho es que el conocimiento de su existencia nos lleva a una nueva forma de plantearnos la Constitución de los Cielos y del Universo en general.

 

237. Y esta forma tiene que ver con la Concepción del Universo. Esto es, ¿cuándo Dios lo concibió en su Mente cuál era la Idea que le dio Origen? ¿Lo creó para ser un campo en el que se levanta una casa y cuando se cae por vieja se echa abajo y se levanta otra? ¿O lo creó para ir edificando con el tiempo a la manera que quien tiene una tierra la va cultivando y transformando según el tiempo va pasando? ¿Creó los Cielos que rodean a la Tierra y son la cuna del Género Humano para ser por el tiempo barridos del Universo o creó los Cielos para permanecer eternamente?

 

238. Y considerando esta última alternativa y sabiendo que la creación de un Mundo introduce en el Universo un conjunto de problemas constitucionales de envergadura astronómica, como hemos visto en las secciones anteriores, ¿no es el Universo un campo continuamente sujeto a una definición creadora de sus regiones en razón de la transformación de esas regiones en zonas de Origen de Mundos? Volvamos al Principio del Universo para mejor definir esta creación constante de la geografía universal.

 

239. Creado el Cosmos como región productora de Galaxias y siendo estas fábricas de estrellas, Dios piensa en la Vida y concibe un océano estelar que crecerá continuamente, y bajo cuyas Aguas la Vida echará sus raíces, desplegará su Árbol y dará su Fruto. Así que Dios abre el Principio de los orígenes de los Mundos dirigiendo ríos de estrellas de todas las partes del campo cósmico, que cruzan desde sus fuentes en las cordilleras galácticas las llanuras cosmológicas y desembocan en un espacio concreto, donde crean un Océano de estrellas, el Universo. Universo en principio amorfo y de alguna forma salvaje en el que los cúmulos y los supercúmulos se asocian y se disocian y las corrientes estelares se mueven sujetas a las fuerzas desplegadas en el interior de este Océano de estrellas que en tromba han desembocado en las costas del Universo. Pero el fin de este movimiento es sembrar la Vida y recoger su Fruto; el horizonte que Dios le tiende al Universo es el Infinito; y la edad es la Eternidad. Así que durante cada Acto Creador extiende su Mano sobre una Zona del Universo y le da forma, la esculpe, la identifica, le da unas propiedades, dándole forma a lo amorfo, haciendo identificable lo que no tenía identidad propia. Dentro de este Proceso de Creación continua del Universo y como resultado de este movimiento nacieron nuestros Cielos. La cuestión madre, si los Cielos de nuestro Firmamento han sido creados para permanecer o para ser barridos del espacio como un castillo de arena al subir la marea tiene una respuesta decisiva final: al crearlos y mediante su creación Dios le dio forma e identidad a una región del Universo General. Creo que en su Libro sembró, como quien no quiere la cosa, la expresión: los Cielos de los cielos, donde se identifica el Universo con unos Cielos morada de muchos cielos, cada uno de éstos, a la imagen y semejanza del nuestro, cuna y origen de otros mundos que fueron y otros que serán, cada uno con su región singular. Aspecto éste que nos conduce a otra cuestión: La navegación por el Universo.

 

240. La tendencia de crecimiento hasta el infinito que Dios le ha dado al Universo supone e implica la necesidad de una cosmografía universal que permita la navegación interior mediante la identificación a distancia de las regiones que lo componen. Dios es libre y poderoso para hacer lo que la marea con el castillo de arena, pero no concibió el Universo así. Hubiera podido recoger en un libro la Historia y Constitución celeste de cada Mundo, pero en su Mente lo que concibió fue que esa Historia y Constitución permaneciesen eternamente, deviniendo las Cielos las letras de ese Libro universal donde cada Capítulo trata de la Creación de un Mundo y sus cosas. ¿No son bellas las líneas sobre las que las estrellas se ordenan para escribirle este mensaje a la criatura humana: Infinito + Eternidad = Dios?

OCTAVA PARTE

EL ARBOL DE LA VIDA

 

 

 

LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS