Sería muy difícil, si no imposible, llegar
a comprender la Historia de la División de las iglesias
sin darle a la Palabra de Dios la omnipotencia y el todopoder
que el Misterio de la Divinidad en sí representa en el seno
de la Realidad que se desenvuelve entre los dos pilares
básicos de la Creación del Universo y del Género Humano.
Se puede estudiar la Historia del Cristianismo tomando como
base de prejuicio la maldad intrínsica en las demás iglesias
y la santidad de la comunidad a la que el estudioso representa.
Todos los cristianos no ortodoxos, por ejemplo, son herejes
y sólo los ortodoxos son los verdaderos cristianos. O aplíquesele
al Protestantismo: los católicos y los ortodoxos son anticristos
y sólo los protestantes son santos... porque sí.
Esta forma de raciocinio, natural al comportamiento
de los historiadores y teólogos y personajes estelares de
las distintas iglesias es, como se entiende sin necesidad
de ser un historiador profesional, sólo un hijo de la Verdad,
este tipo de comportamiento intelectivo peca de prejuicio
subversivo contra la realidad, niega a Dios, manipula la
fe, y transforma al cristiano -sea católico, protestante
u ortodoxo- en un verdadero idiota.
La palabra de Dios, por contra, tiene la
virtud todopoderosa y omnipotente de mantener firme su declaración
y vencer toda fuerza que se le pueda oponer. En parte es
el misterio de la Historia del Género Humano, que
se resume en la Batalla de la Palabra del Dios que en su
Día dijera: “Hagamos al Hombre a nuestra imagen y a nuestra
semejanza”, contra las fuerzas que se opusieron a la formación
de este Ser Humano creado para ser un Semejante de Dios.
Observemos que el Reto que los hijos de Dios,
“no de esta creación”, le lanzaron al Creador del Universo
y del Género Humano causó la Caída de todo lo edificado
en condiciones perfectas de trabajo, y puso a Dios ante
la disyuntiva de “abandonar a su hijo”, Adán, o “volver
a levantar el edificio en las condiciones adversas más contrarias
imaginable por la mente del mismísimo Infierno”. ¿Lograría
Dios engendrar a ese Hombre, hijo de Dios, bajo tales condiciones?
Este era un reto, como se ve, dirigido contra
el Verbo, contra la propia Naturaleza de la Palabra de Dios.
La Historia de la Humanidad desde la Caída
a nuestros días puede recrearse sin interrupción si se sigue
esta línea de relación entre Dios, el Hombre y el Universo.
Y, por contra, alejándose de este camino se llega a la pérdida
de memoria, con las consecuencias que una patología de esta
naturaleza había de expandir sobre el campo de la Historia
de la Civilización. Ahora bien, siendo hijos de Dios no
creo tener necesidad de volver a abrir la boca para beber
lo que en su día fuera “aquélla leche espiritual” con la
que Dios, en sus hijos, de la descendencia de Abraham, alimentara
al Hombre Cristiano.
“Que si la fe sin la ley, que si la ley sin
la fe...” estas son papillas que administrada al Cristiano
ya hecho y derecho, en su adolescencia corriendo el Siglo
XVI y XVII, no podían más que provocar involución en su
comportamiento y, tomando este anacronismo como base de
pensamiento, proceder a una profunda esquizofrenia con efectos
violentos destructivos, como se viera en la Crónica de la
Batalla Protestantismo-Catolicismo.
Pero lo que en aquélla Batalla de las iglesias
todos los participantes, y después sus herederos, han dejado
en el tintero de las cosas para el olvido ha sido la Verdad.
Ya hemos visto que la Muerte hizo de la Tierra
la Colonia Madre desde la que abrir su Infierno a la Creación
entera tomando como punto de partida la Duda sobre la Omnipotencia
y el Todopoder de Dios para llevar su Palabra hasta sus
últimas consecuencias. Habiendo anunciado el Nacimiento
de un Hombre a su Imagen y Semejanza, formado en condiciones
paradisiacas al caso, el Asesino de Adán dio por sentado
que en condiciones infernales de Formación el Hombre no
alcanzaría jamás “el Ser”.
Cualquiera que mire a su alrededor ve dos
cosas.
Una: ésas condiciones infernales siguen imponiendo
su ley y su ritmo.
Y dos: La ausencia de ese Hombre a Imagen
y Semejanza de Dios, su Creador, no porque no exista, sino
porque no es Libre y permanece sujeto a la Ley de la Necesidad
que impusiera la Cruz como Puerta hacia la Resurrección.
Ahora bien, desde la Duda, es decir, decantándose
por la Ideología del Infierno, esto sucede así porque el
Verbo no es Dios. Y no siéndolo es simplemente natural que
el hecho de la no aceptación de esta Realidad, por Dios
y el Cristianismo, no haga sino perpetuar el estado de infernalidad
bajo el que se encuentra la Humanidad.
Desde la Fe y el Espíritu, sin embargo, las
condiciones de infernalidad bajo las que la Civilización
ha hecho su camino hasta nosotros, existen como consecuencia
de la propia Respuesta de Dios al reto de la Duda sobre
la Veracidad de la Paternidad Divina sobre Jesús, su Hijo
Unigénito (en el episodio del Paraiso la Duda liderada por
aquél que fuera hijo de Dios en sus orígenes y acabara siendo
“el Maligno”). Y así, habiendo Dios de elegir, entre las
dos puertas que le abriera la Caída de su hijo Adán, de
abandonar el Género Humano a su suerte como aborto que no
pudo completar su ciclo de formación, o volver a empezar
tomando como plataforma de trabajo un campo mundial sometido
a la ley del Bien y del Mal, habiendo elegido la segunda
alternativa, el Mundo tal como lo conocemos existe en base
a esta Respuesta. Dios no sólo no abandona a su Hijo, el
Hombre, sino que juró por su Nombre, YAVE, y su Casa, SION,
que ese Ser Humano, creado para ser su Semejante, alzaría
su Cabeza sobre todas las naciones de la Tierra y sus Piernas
se afirmarían a los lados del Océano. Y esto lo anuncia
Dios en la persona de su Unigénito y Primogénito, y lo deja
por escrito para que le sirva de Testimonio a toda la Creación.
Problema sobre problema, por tanto. La Victoria
de su Unigénito puso sobre el campo de batalla entre Dios,
el Infinito y la Eternidad contra la Muerte, el Diablo y
el Infierno, un elemento decisivo para comprender el Futuro
del Cristianismo y las iglesias. Y es que Dios no sólo “no
abandonó” a su Criatura, el Hombre, sino que en la Resurrección
de su Hijo, extendió sobre el Futuro del Cristianismo la
Visión del Hombre Nuevo hacia cuyo Nacimiento se han ordenado
todas las cosas, las del Cielo como las de la Tierra.
Arriba, en el Cielo, la entrada del Vencedor
Todopoderoso y Omnipotente, Jesucristo, revolucionó toda
la Historia de la Creación al sentarse a la Derecha de su
Padre como Rey Universal Sempiterno y Juez Todopoderoso
Supremo. El Imperio de los dioses del Cielo, formalmente
suspendido cuando su Rey de reyes y Señor de señores se
encarna en la Virgen María de Nazaret, queda finalmente
abolido cuando el Hijo de María, se sienta a la Derecha
del Dios del Infinito y la Eternidad.
Aquí Abajo la Revolución más grande jamás
concebida, la Edificación del Cristianismo, procede a dirigir
la Historia de la Humanidad al ritmo de la Respuesta de
Dios al enemigo de la Vida a la Imagen Divina : Vida Inmortal.
Y comienza la Gran Batalla Final de la Muerte contra la
Vida, del Cielo contra el Infierno. El objetivo de la Muerte
era y no podía ser otro, como lo dice Dios en su Libro,
que la destrucción de la Semilla de la Fe, es decir, de
la Iglesia, la Madre que en su seno, a la manera que Sara,
esposa de Abraham, portaba en el suyo a Cristo, llevaba
en sus entrañas la Descendencia de su Señor y Rey.
Adelantándose y previniendo a sus siervos,
Dios escribe con la mano de sus hijos, de la descendencia
de Abraham, su Palabra, a fin de que, en la Fe y por la
Fe, no olviden que Cristo ha vencido al Diablo, pero el
Verdadero Enemigo del Hombre es la Muerte. Y ésta, permanece
Abajo, aunque descabezada, si se puede decir así, por el
Encadenamiento del Campeón de su Infierno, el Maligno. Permanencia
obligada mientras no se consume la Palabra de Dios y “el
Hombre formado a Su Imagen y Semejanza” llene la Tierra
a los ojos de toda la Creación. Este será, pues, el Origen
de las Persecuciones contra el Cristianismo.
La Historia está escrita, no voy a repetirla.
Pero sí reabrirla. Y es que la Victoria del Cristianismo
sobre sus enemigos no podía implicar en ningún caso la Liberación
Final. No mientras el Verbo del Principio no se hubiese
consumado. Y por tanto la Humanidad seguía sujeta a la Muerte.
Y ésta, buscando la destrucción del Cristianismo, y pues
que no podía vencerlo directamente, seguiría la táctica
y estrategia del “cordón Sanitario” contra la Iglesia, es
decir, roturar el campo donde sembrar la Cizaña de la Duda
y la Incredulidad mediante el desprecio de la Razón hacia
la Fe en base al comportamiento anticristiano de los Pastores
del Cristianismo.
Esta Estrategia de la Muerte es la que dirigiría
toda la estructura de la iglesia romana a los pies del Periodo
conocido como Primera Pornocracia Vaticana, o Siglo de los
Papas Pornócratas, fruto de cuyo trabajo sería la División
de las iglesias en el llamado Cisma de Oriente.
Ni que decir tiene que si en el Occidente
Cristiano la Muerte trabajaba para hacer del Jefe de los
siervos de Cristo una visión dantesca, en el Oriente Cristiano
la misma Muerte había edificado su obra mirando al choque
que, una vez Liberado, dirigiría su hijo, el Diablo, cuya
Liberación Apocalítica había sido ordenada para el alba
del Primer Milenio de la Primera Era de Cristo.
En efecto, la primera victoria de la Muerte
se hizo. El desprecio hacia la iglesia católica de una iglesia
ortodoxa perfectamente al corriente de la Pornocracia Romana,
aunque mantenido sin embargo entre los cauces de la Unidad,
voló por los aires el trabajo de roturación ya hecho en
el momento que el Diablo fue liberado y arrojado a la Tierra
y, moviendo peones, utilizó a Miguel Cerulario como su torre
en el tablero a Vida o Muerte en el que jugaba su partida
final el que fuera, una vez, un hijo de Dios.
Los historiadores de las iglesias, en particular,
y del cristianismo, en general, cuando imitan a los historiadores
de las cosas humanas y sujetan la Historia de una realidad
Divina, el Hombre Cristiano, a los cánones científicos naturales,
cometen un error terrible. El Cristianismo no existe sin
Dios y sin Dios es imposible entender su existencia. Estando
sujeta la Creación entera a una Guerra de proporciones apocalípticas,
¿cómo es posible historizar el crecimiento y expansión del
Cristianismo sin inmiscuir en su desarrollo la existencia
del Diablo, la Muerte y el Infierno? ¿Cómo ignorar la Liberación
del Diablo y su infernal influencia en la Historia de la
División de las iglesias? ¿O porque se acuda a la falacia
de ignorar la División de las iglesias no existe Historia
de la División del Cristianismo?
Es evidente y por fuerza necesario que, por
ejemplo, el Protestantismo, producto de la Actuación del
Diablo, ya liberado, y actuando en la Cristiandad para provocar
en su seno una ruptura esquizoide violenta, deba por lógica
trasponer los tiempos y proyectar la Liberación del Diablo
al año dos mil, invocando en su ayuda al Anticristo. Es
sólo natural igualmente que el Catolicismo, a fin de no
reconocer la paternidad diabólica de Alejandro VI y su escuela
anule la Palabra de Dios mediante el recurso a la Teología
del Milenarismo. Y sólo natural que la iglesia ortodoxa
a fin de no querer ver la conexión Diablo-Miguel Cerulario
se limite a ignorarla, aduciendo la existencia de la Primera
Pornocracia Romana como causa del conflicto y posterior
Ruptura de una Unidad ya de por sí frágil.
La negación de la Realidad, como vemos, sólo
conduce a la perpetuación de los efectos buscados. ¿Y cuál
puede ser el efecto final buscado por el Diablo, la Muerte
y el Infierno sino la Destrucción de las iglesias por la
Palabra de Dios que decretara: “Todo reino en sí dividido
será desolado y toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá”?
¿Acaso la Iglesia no es la Casa de Dios en la Tierra? ¿Y
no es el Cristianismo el Reino de Dios en el Mundo? ¿Y no
es la Fe la Ciudad Espiritual de Dios en el Hombre?
¿Qué corresponde, por tanto? ¿Acusaciones
mutuas? ¿Ignorar los hechos y demonizar la Verdad a fin
de mantener la conexión del Diablo con la Historia de la
División de las iglesias?
Digamos lo que dijo el Espíritu Santo: “Dios
nos encerró a todos en la desobediencia para tener de todos
misericordia en la obediencia”.
La Voluntad Presente de Dios está abierta
y sigue su marcha hasta llegar a todas las iglesias. Mi
consejo es que, visto que el Futuro de la Creación ya ha
sido edificado sobre Roca, y siendo el Futuro de la Humanidad
el que está en juego, todas las iglesias, lo mismo la Católica
que la Ortodoxa y la Protestante, cada una con sus ramas,
abandonen todas sus diferencias y disputas por supremacías
y ritos y cumplan lo que está escrito: “Toda rodilla se
doblará ante Dios”, comenzando por sus siervos, se entiende.
Ya sobre el papel, mi intención en este libro
no es ni atacar a la iglesia romana ni defender a los protestantes
y ortodoxos, sino conectar ante los ojos de todos, a la
luz del Espíritu, el origen del comportamiento de los actores
de esta JHISTORIA con su verdadera fuente, la Muerte y el
Diablo. Piensen los católicos que de no haber existido las
gentes que enseguida vais a ver existieron, y de haber seguido
todos el ejemplo de los Primeros Obispos, la División de
las iglesias no sólo no hubiera sido posible sino que reforzada
la Unidad por el Descubrimiento a estas alturas la Cristiandad
y la Humanidad serían ya una sola cosa. Mas es evidente
que el fin buscado por la Muerte y el Diablo era enterrar
a la Humanidad en el Infierno de las Guerras Mundiales,
para lo cual tenía que dividir al Reino de Dios en la Tierra,
sumirlo en una guerra civil histórica, y abrirle a su Infierno
las puertas, que con su Duda y su Ateísmo dirigiría el curso
de los siglos a la Batalla Final entre el Cristianismo y
el Mundo.
Ya hemos visto lo que pasó en el Siglo XX,
cómo el Armagedón fue ganado por la Humanidad gracias al
Cristianismo, y estamos viendó cómo la Muerte y el Diablo,
conociendo que su Fin está próximo, están sembrando la Tierra
de Odio con objeto de provocar una Guerra Mundial de Civilizaciones.
Pero ese Fin está al otro lado de la Unificación de las
Iglesias. Y ya no hay nada ni nadie que pueda detener el
curso de lo que Dios ha puesto en movimiento.
Piensen los Protestantes, en todas sus ramas,
que si la Muerte y el Diablo extendieron su Maldad sobre
el Sucesor de Pedro, ya su Señor predijo este comportamiento
en el Episodio de las Negaciones de Pedro. Y que si el Diablo
pudo con el Jefe, creer que no iba a poder con un simple
monaguillo, Lutero, es locura inmensa. ¿NO cayó Adán ante
el mismo que hiciera caer a las iglesias? ¿Y no dice Dios
hablando de su hijo Adán que fue el hombre más grande que
conociera la Tierra? ¿Y acaso el hecho de que Dios eligiera
al Hijo de sus entrañas, a su Amado, su Unigénito, para
Campeón nuestro no se debió a la naturaleza del Poder de
aquel que en su día fuera “un hijo de Dios”, y como tal
fuera creado a Imagen y Semejanza de Dios?
En definitiva: Lutero y sus colegas esperan
su defensa en la Obediencia de las iglesias protestantes
de Hoy.
Piensen los ortodoxos que la Iglesia Ortodoxa
de Bizancio cayó por desobediente al Mandato de Dios, quien
había establecido la Necesidad de alejarse del Imperio Romano,
con el cual, contra la Voluntad de Dios, el Patriarca de
Constantinopla no sólo se alió con el Emperador sino que
además se declaró su siervo. Y aunque Dios da tiempo a volver
a su Señorío, consumada la Desobediencia actúa acorde a
Juicio, y habiendo determinado la Caída del Imperio Romano
todo lo que se hallara bajo su techo sufriría las consecuencias.
El traspaso de la Segunda Roma a la Tercera determinó la
misma consecuencia y por culpa de la Ortodoxia recalcitrante,
buscando siempre la Autocracia del Imperio como su aliado
natural, en detrimento del Señorío Universal de Jesucristo,
el Pueblo Ruso hubo de sufrir el látigo de Dios contra su
iglesia, contumaz y recalcitrante, provocando la necesidad
de la Caida de la Autocracia Zarista como medio de liberación
de su Pueblo.
Pero perderse en acusaciones y juicios es
injusto. La voluntad Unificadora de Dios no admite discusiones
ni condiciones, ni tiene por fin glorificar a obispo alguno.
Sólo el Señor Jesús, Esposo de la Iglesia, Madre de su Descendencia,
será glorificado en la Obediencia. ¿Y quién es la Esposa
de Cristo sino el Cuerpo de Cristo? ¿Y no es el Cuerpo de
Cristo la Iglesia? Ahora bien, aunque en el cuerpo el movimiento
existencial obedece la voluntad del ser, cada miembro tiene
sus propios movimientos y leyes. En este Espíritu acudan
todas “las vírgenes” a la Llamada, porque la que se quede
atrás no entrará.
Definiendo conclusiones, aquí he tratado
de darle materia al espejo donde católicos, protestantes
y ortodoxos pueden ver al Diablo, la Muerte y al Infierno
atacando donde más daño podía hacerle a Dios. Que la Noche
ha terminado y ha nacido el Día puede verse en el rostro
del Obispo contra el que el Diablo y la Muerte lanzaron
sus más duros ataques, en cuya faz la Imagen de su Origen,
aunque distorsionada por la edad, según dijera Dios: “Cuando
seas viejo otro te llevará donde tú no quieres”, refleja
la Gloria de Dios Hijo Unigénito, Señor de todas las iglesias,
Rey de todos los cristianos y Salvador de la Humanidad,
quien, llegado el Día de la gloria de su libertad, extiende
sobre la Tierra sus Brazos dispuesto a llevar a la Humanidad
al Futuro para el que ha sido creada.
No concluya el lector, por la repugnancia
del escritor ante la visión de la obra del Diablo y la Muerte,
en premisas falsas. Pues Dios no le retiró, a quien eligiera
para ser el Dedo que porta el Anillo de la Alianza de Vida
eterna entre su Hijo y su Iglesia, su Gloria, a causa de
su Debilidad en “la hora de las tinieblas”. Pero que la
Mano que porta el Anillo de la Alianza entre Dios y el Hombre:
reclame para sí la Gloria de quien es la Cabeza del Cuerpo
al que pertenece esa Mano, esto sí es demencia, y sin esta
demencia, como sin la Ignorancia no hubiera podido engañar
la Serpiente a Eva, sin esta demencia es imposible que la
Muerte y su príncipe hubieran podido poner entre los Edificadores,
los Apóstoles, y sus Sucesores, los Obispos -de todas las
iglesias - un abismo de por medio.
Terminar diciendo que siendo Católico de
nacimiento, y educado en la doctrina cristiana por siervos
de Cristo, tanto más chocante me fue el descubrimiento de
esta Crónica de Papas "putos" y "asesinos en serie" cuanto
mayor fue y es el silencio que la Iglesia Católica mantuvo
sobre estos Hechos de los Papas a la hora de la formación
de mi inteligencia adolescente, en la que levantó un muro
de ignorancia entre la Historia y la Realidad, en la creencia
de poder mantener por la Ignorancia lo que la Verdad pondría
en peligro, la Fe. El estudio de la Reforma, previo a LUTERO,
EL PAPA Y EL DIABLO me condujo directamente a los Periodos
Pornocrátas, los Cismas de Occidente y la especie de los
Papas Borjias. Mi Mente, forjada por Aquél del que volví
a nacer en el Espíritu de Inteligencia, se encontró de repente
bajo una tormenta de repugnancia y asco, a la que he podido
vencer en razón de la Fortaleza y Fidelidad a quien me dio
su Nombre y me llamó "hijo".
Vosotros que leéis esta JHISTORIA tened presente
que se trata de derribar el Muro de la Ignorancia con el
fin de demostrar que la Verdad no sólo no se levanta contra
la Fe sino que la fortalece, la Ignorancia es el verdadero
enemigo de la Fe. Quienes usan la Ignorancia para mantener
la Fe que de conocer la Verdad, en su opinión, se vería
mortalmente atacada, no obtienen de su trabajo sino todo
lo contrario, según el Dicho : "Hago el bien pero es el
mal el que obtengo". De todos modos, el vino se lamma vino
porque es vino y no agua, y la Verdad se llama Verdad porque
es Verdad. Quienes prefieren la Ignorancia por amor al débil
destruye la Fe del Fuerte, que con la Verdad se hace más
fuerte y por su fortaleza en la verdad sostiene al débil
en la Fe con la fuerza que viene de la Fe. Y dicho esto
pasamos al grano.