|
QUINTA PARTE
CREACIÓN
DE LA ECOSFERA
CAPÍTULO 18
EL SUSTRATO ECOSFERICO AUTÓNOMO
157. Tenemos a la Tierra rotando alrededor del Sol. Hemos
visto que la estabilidad termodinámica de la Biosfera la hizo Dios
depender de las masas polares. Ahora nos toca estudiar la mecánica
de mantenimiento de los casquetes polares, pues todo nos lleva a
creer que la temperatura y el ángulo de rotación están en relación
directa, y sin embargo la Tierra orbita dentro de un campo gravitatorio
sujeto a las alteraciones que desde el astro central transforman
el espacio interplanetario en razón de su interrelación con el mundo
sideral al que pertenece. Lo que provoca en los planetas una dinámica
rotatoria inestable, reflejo del cabeceo del Sol. (Que el Sol cabecee
significa que su ángulo de rotación parece que ande como borracho
y, como el cuerpo del borracho anda de izquierda a derecha, de la
misma manera su eje geográfico se tumba ahora a la derecha ahora
a la izquierda. Movimiento que se refleja con especial intensidad
en la rotación de Marte y debiera, por naturaleza, ser el natural
al eje de la Tierra. Si el cabeceo del ángulo de rotación planetario
es la regla, la Tierra es la excepción a la regla. La importancia
de esta constante dinámica es vital si recordamos que la temperatura
y el ángulo de rotación están en relación directa). La sujeción
de nuestro planeta a la ley del cabeceo solar, sobre cuya causa
tendríamos que entrar en otro capítulo, alternaría el área de incidencia
de la energía solar sobre la geografía continental, con el consiguiente
efecto de descongelación irregular de los casquetes polares. Pero
esto no pasa, y de aquí la pregunta: ¿Por qué la Tierra le ofrece
al Sol siempre el mismo ángulo de rotación?
158. Esta singularidad tiene una explicación. La ley
que gobierna la caída del eje de rotación hacia un hemisferio o
hacia el otro de un cuerpo que gira sobre sí mismo tiene la respuesta.
La experiencia no falla. La realidad cotidiana nos ofrece ejemplos
variados sobre la naturaleza y los efectos aplicativos de esta ley.
Su descripción no es complicada. Pensemos, ¿qué pasaría si nos pusiéramos
a dar vueltas con los brazos abiertos sosteniendo una enciclopedia
en una mano? ¿El brazo cargado no se nos caería en la dirección
natural al peso que sostiene? En fin, sobre ejemplos como sobre
gustos no hay nada escrito. Una vez que se ha comprendido la naturaleza
de la ley y el efecto a que da lugar cada cual puede inventarse
el suyo. Comprendida en toda su extensión la ley lo que hay que
hacer ahora es aplicarla a la realidad del Globo de la Tierra. Quiero
decir, basta agarrar un globo terráqueo, ponerlo sobre la mesa y
pararse a observar este ejemplo de la enciclopedia en una mano con
el fenómeno de concentración de los continentes en un hemisferio.
¿No está toda la masa continental agrupada en un hemisferio? El
otro hemisferio está ocupado por las aguas del Pacífico. Ya tenemos
la enciclopedia en un brazo de la Tierra, ¿qué efecto nos resultará
si ahora cogemos el Globo de la Tierra y empezamos a darle vueltas
sobre su eje?
159. Este efecto de caída del ángulo de rotación hacia
el hemisferio sobrecargado es justamente el que buscó Dios al cargar
la masa pentacontinental sobre un hemisferio. El efecto final que
producía era un ángulo de rotación fijo. ¿Por qué molestarse? Bueno,
la necesidad de la estabilización del Plano de Interrelación Biosférico era una causa de primer orden. La creación de una plataforma termodinámica
estable era una necesidad de la Evolución. Gracias a la concentración pentacontinental dentro de un hemisferio del planeta Dios
hacía posible que la zona de incidencia que el Globo le presenta
a la energía solar fuera siempre la misma. Gracias a esta constancia
óptica la curva de crecimiento de la temperatura biosférica y por tanto de la descongelación de los casquetes polares se sujetaría
a un ritmo estable durante todas las edades geológicas. (Conclusiones
supersencillas y naturales éstas que, a los defensores de la tectónica
de placas, por ejemplo, debe parecerles una herejía. Pero qué se
le va a hacer. Ni sobre gustos hay nada escrito ni se puede tener
contento a todo el mundo).
|
|