CAPÍTULO
61
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DEMOSTRACIÓN
DEL FRENTE ÚNICO IZQUIERDISTA EN VALENCIA
Asentado en
roca firme se considera el Gobierno: Con mucho tiempo por delante y una mayoría
incondicional, factores esenciales para hacer realidad un programa amplio.
Pórtela, garantiza el orden; Chapaprieta, promete
nivelar el presupuesto y salud económica; Salmón, se dispone a dar la batalla
al paro forzoso; Gil Robles, se entrega a rehacer el Ejército. Animosos y
optimistas se manifiestan los demás ministros.
El primer
proyecto del ministro de Trabajo leído a las Cortes (15 de mayo) se encamina a
fomentar la construcción de edificios de Obras Públicas y a vigorizar las Cajas
de Previsión contra el paro involuntario. El paro obrero durante el año 1929
—afirma en las Cortes el diputado republicano-conservador Díaz Ambrona (21 de
mayo) — estaba reducido al paro estacional: en cambio, el año 1931 alcanzó la
cifra de 500.000, no obstante la concesión de un crédito de 400 millones para
mitigarlo; en 1933 llegaron a 619.000 los parados, en diciembre de 1934 a
667.000 y en febrero último a 639.000. Sobre las causas de esta crisis laboral,
aparte de las esporádicas y circunstanciales, existe, decía Díaz Ambrona, una
de mayor volumen: «Es el dinamismo revolucionario de las grandes masas obreras
que en su impaciencia han torpedeado al Estado, sin tener en cuenta que
obligaban a los gobiernos a concentrar toda su atención en la prevención y en
la represión de tales movimientos subversivos, que no solamente atentaban
contra la substantividad nacional, sino que destrozaban la economía y las
fuentes de riqueza.»
La atención
de las gentes está puesta en las reformas que prepara el ministro de la Guerra.
Nombra al general Fanjul subsecretario de Guerra, al general Goded inspector
general del Ejército y al general Franco, que desempeña a la sazón el mando de
las fuerzas de Marruecos, le designa para la jefatura del Estado Mayor Central.
Este último nombramiento produce sensación. Franco, a sus cuarenta y tres años
es el militar español de máximo prestigio, aureolado de fama y admiración
popular. Ningún otro jefe —se afirma— más capacitado para reorganizar el
Ejército. Por su parte, Franco dice en elogio del ministro: «En él se dan las
dos cualidades necesarias para el éxito: juventud y laboriosidad.»
A cinco años
de distancia, en el Tribunal Supremo, presidido por el magistrado Diego Medina,
se ve el proceso de responsabilidades políticas por el fusilamiento en Jaca
(1930) de los oficiales Galán y García Hernández. Actúa de fiscal el magistrado
Lorenzo Gallardo. Las responsabilidades se derivan de un decreto de Azaña
(1931) que ordenaba al Consejo Supremo incoar procedimiento contra los
generales Berenguer y Fernández Heredia, presidente del Consejo y capitán
general de Aragón respectivamente en aquel entonces, por haber ordenado la
formación de Consejo de Guerra, aprobación de sentencia y denegación del
indulto. Igualmente fueron procesados cuantos integraron el Consejo de Guerra:
coroneles Joaquín Gay y Juan Muñoz Barrero; tenientes coroneles Marina Muñoz y Balsega y auditores José Cabezas y José Casado. El Consejo
Supremo de Guerra y Marina, presidido por el general Villegas, declaró que no
existían responsabilidades exigibles. Azaña, ministro de la Guerra, irritado
por el fallo, disolvió el Consejo Supremo, y los acusados quedaron encartados
en un nuevo proceso incoado por la Comisión de Responsabilidades de las Cortes
Constituyentes, que pedía para los generales encausados doce años de prisión y
otros doce de inhabilitación pata los componentes del Consejo de Guerra.
Al
disolverse las Constituyentes; el Tribunal parlamentario continuó en vigor,
hasta que Gil Robles, defensor de Fernández Heredia, recurrió al Tribunal de
Garantías (octubre, 1933), pidiendo que el asunto se tramitara por
procedimientos reglamentarios. Las Cortes acordaron (mayo de 1934) que el
sumario incoado pasase al Tribunal Supremo, el cual, después de oír las
declaraciones de los ministros del Gobierno Berenguer, de varios generales y de
otros testigos absuelve a los procesados (12 de mayo).
Tras de no
pocas dilaciones, motivadas por la forma cómo debe hacerse el reparto, el
«Diario Oficial de Guerra» (24 de mayo) dispone la distribución entre la tropa
del Ejército de 9.722.300 pesetas de los dieciséis millones recaudados en
suscripción publica en favor de las fuerzas que sofocaron el movimiento
subversivo de octubre de 1934.
* * *
Las
negociaciones para aglutinar a todas las izquierdas en un frente único avanzan,
y el principal impulsor es Prieto, que desde París dirige y orienta este
movimiento, a pesar de la oposición de Largo Caballero y de los suyos.
Dispuestas las izquierdas a hacer imposible la vida del Gobierno, planean los
jefes de los grupos de republicanos convocados por Barcia (9 de mayo), la
oposición en el Parlamento. El representante de Maura se abstiene «por ahora»
de participar en la maniobra. La minoría socialista, presidida por el doctor
Negrín, acuerda continuar ausente de las Cortes, en tanto no se restablezca la
inmunidad parlamentaria, no se levante la clausura de sus centros y la
prohibición a sus periódicos.
* * *
Abundan los
indicios inequívocos, observa Ossorio y Gallardo en una conferencia en la
Asociación de Mujeres Republicanas (23 de mayo) de una reacción izquierdista
viva y enfurecida. «La reacción va en aumento y día vendrá en que las clases de
orden buscarán a Azaña para que sea jefe de la resistencia conservadora. Pero
será tarde, porque Azaña habrá sido desbordado y ante la exaltación
izquierdista de aquel día parecerá un despreciable reaccionario. ¡Ya lo pareció
el 6 de Octubre!»
La
excitación y violencia de las izquierdas se hará patente en una serie de
concentraciones de masas al aire libre, de grandiosidad nunca conocida. Se
cuenta que la tolerancia del ministro de la Gobernación haga posibles esos
alardes en los cuales serán fogueadas las muchedumbres, elevada su moral hasta
infundirlas una sensación de superioridad a pesar de la derrota de Octubre. La
primera concentración se celebra en el campo deportivo de Mestalla (Valencia),
el domingo 26 de mayo. Azaña reaparece ante sesenta mil personas que le aclaman
con delirante entusiasmo. La profusión de banderas rojas, los puños en alto,
las estrofas de La Internacional denuncian la procedencia de la mayor parte del
clamoroso auditorio.
Dos horas
dura el discurso, en el que rafaguean los escarnios,
los sarcasmos y el desdén para los gobernantes. «He agotado —dice Azaña— mi
capacidad de desprecio para aquellos que han comprometido el decoro del régimen
y degradado la dignidad del poder público. Nos juntamos aquí para inaugurar una
campaña y preludiar un ajuste de cuentas. Todavía hay República en España y
están vigentes nuestros derechos: se trata de saber si sois capaces de
rellenarlos con vuestra fuerza. Padecemos una República con título falso,
porque procede de una mixtificación electoral del año 1933, consistente en
haberse presentado ante el Cuerpo electoral con una bandera que después se ha
arriado, al abrir de par en par las puertas del régimen para ensanchar la base
de la República. También en la historia moderna política de nuestro país se
trató una vez de ensanchar la base del régimen constitucional en el pasado
siglo. Entonces se hizo aquella política que se llamó del carlismo sin don
Carlos por sus propios inventores, como ahora se practica el monarquismo sin
rey.
Con la
política vigente se han sembrado rencores, se ha desatado una persecución
política sin ejemplo en España desde la dictadura fernandina, y a Cataluña con
una ley anticonstitucional le ha sido arrebatado el régimen propio. Ni se
administra, ni se gobierna, ni se legisla. Todavía no se ha conseguido en dos
años formar un presupuesto. Para enmendarnos la plana se les ha ocurrido dictar
una ley de Arrendamientos que ha creado a los arrendatarios una situación mucho
más dura que la tradicional del Código civil. Despilfarras de la Hacienda
pública y saqueo clandestino.
Nosotros
combatimos la posición política actual exhibiendo nuestros títulos, que son los
de las muchedumbres republicanas que representan la mayoría del
país disconforme con la orientación que la política republicana sigue. Si la
política imperante está segura de su predicamento, ¿qué arriesga en convalidar
su título a la gobernación de España con una ratificación del Cuerpo electoral?
Y si temen una derrota, ¿con qué título gobiernan? No se quiere consultar a la
opinión pública ni siquiera en las elecciones municipales. No hay ningún
Gobierno que aconseje al Jefe del Estado la consulta electoral por dos motivos:
uno, porque no se quiere agotar la prerrogativa presidencial, porque, si se
gasta, no se podría ejercer sobre el futuro Parlamento, que se supone sería
extremadamente republicano. Además, de esta manera se da tiempo para que se
cumpla el plazo de cuatro años desde que se votó la Constitución para que se
pueda aprobar el proyecto de reforma con la mitad más uno de los diputados que
componen las Cortes y disolverse automáticamente. Nos oponemos al propósito de
reforma por la ocasión, por el origen y por el contenido.
La
constitución, con sus aciertos y sus errores es una ley liberal y transigente.
Se construyó a fuerza de transacciones. Todo lo que se diga y planee está
sometido al problema total político español y ha de tener su solución y
encauce según la respuesta que dé el cuerpo electoral.
Nuestra arma
es la demostración de nuestra fuerza. No seríamos justos e inteligentes si no
reconociéramos que la principal culpa de la derrota electoral del año 1933 la
tuvimos nosotros. Habíamos votado en las Constituyentes una ley Electoral hecha
de acuerdo con todos los partidos de la mayoría, que había servido para el
triunfo electoral del año 31. Hicimos la ley, que es mayoritaria, pensando en
coaliciones electorales futuras para mantener y reforzar en las Cortes
ordinarias la posición de los partidos del régimen. Dos meses después de votada
la ley, la coalición electoral se rompió. El origen de todo aquello fue evaluar
bajamente el poder y la fuerza de nuestros adversarios. Me pregunto si vamos a
incurrir en el mismo error del año 1933, advirtiendo que no se puede perder de
vista que la opción será entre República o antirrepública,
entre libertad o servidumbre. O derribamos el muro, o yo os propongo que no
vayamos a ningún combate. Esto es poner a los republicanos a prueba de bomba.
La coalición electoral no es lo mismo que la cantinela de la unión de los
republicanos. Esta coalición ha de comprender también un plan de acción
parlamentaria y un plan de gobierno.
Esta obra
concertada, articulada y con el apoyo solemnemente ofrecido por todos, debe ser
realizada desde el Poder por un Gobierno netamente republicano, con aquel
espíritu de reforma que se mostró en los
primeros
tiempos de la República y que es preciso revivir con cien veces más fuerza. Yo
no soy un demoledor y quisiera ser un reconstructor.
La prensa
izquierdista airea orgullosa el acto de Mestalla. La revolución está otra vez
en pie y desafiante. Samper, maltratado y befado en el discurso, lo comenta en
el diario El Pueblo de Valencia (29 de mayo): el artículo se titula «La
serpiente». «No vino con el ramo de olivo en el puño, sino con las glándulas
hinchadas de veneno, de ese mismo veneno que le impulsó a cometer tantas
calamidades desde el Poder, que le hizo exclamar una vez en las Cortes que
tenía la soberbia del diablo y otra que desconocía la cordialidad.» El
discurso de Azaña ha sido una convocatoria a las izquierdas para que riñan
unidas la próxima batalla electoral.
* * *
También las
Juventudes de Acción Popular aspiran a organizar grandes concentraciones en
lugares de celebridad histórica. El Consejo Nacional de la J. A. P. explica
sus propósitos en un manifiesto altisonante: «Los últimos acontecimientos
políticos en los que el genio político y la energía viril del Jefe le han
obligado a compartir en unión de cuatro ministros de la C. E. D. A. las graves
responsabilidades del Poder, en nada modifican la posición, el progreso ni la
trayectoria de las J. A. P. La reacción nacional puede ser similar, lograda su
dirección, a los años de gloria en que Isabel la Católica transforma un Reino
degradado por la ignominia, o al audaz levantamiento del pueblo español para
conservar su independencia. Queremos todo el poder para el Jefe y una
Constitución que abra los cauces de un Estado nuevo.»
La primera
concentración —unas cinco mil personas— se celebra en Uclés (27 de mayo) y a
ella asisten Gil Robles y Salmón; sus discursos son de tonos moderados. En esta
ocasión se separa definitivamente de Acción Popular el que fue presidente de la
J. A. P., José María Valiente.
En
la nota dada a la publicidad (1 de junio) explica Valiente: «Después de un año
de anulamiento total, se me acaba de prohibir tomar
parte en el acto de Uclés. No lo tolero. Por lo visto estoy de más... Dimití
hace un año todos mis puestos; la minoría no admitió la renuncia, pero yo la
mantuve por razones que ahora no han de exponerse. Desde entonces no se me ha
permitido actuar; se me quitó de la Comisión parlamentaria a que pertenecía, no
se me ha reintegrado a ningún puesto de trabajo. ¿Quiere decirme alguien si
puedo honradamente seguir en Acción Popular?»
Desde el
cambio de régimen no han desarrollado los monárquicos una actividad tan intensa
como en estas semanas. El blanco de sus ataques es la C. E. D. A., a la que ven
absorbida y devorada por la República. Víctor Pradera afirma en Guadalajara (12
de mayo): «No hay más solución sino que el Bloque Nacional conquiste los
órganos del Estado e infunda en ellos el espíritu nacional, es decir, la
implantación de un Gobierno católico, tradicional y antiparlamentario que
restablezca la unidad histórica y la eficacia de la autoridad.» Goicoechea
habla en Badajoz: «Gil Robles forma parte de un Gobierno híbrido y realiza un
sacrificio de consecuencias insospechadas.» «El Bloque Nacional —dice el conde
de Rodezno en Gijón (26 de mayo) — es y aspira a ser un instrumento eficiente
para emplearlo en un fin en el que vemos la concreción del pensamiento político
de España.» Y Calvo Sotelo en el mismo acto afirma: «Hay que proponer la muerte
y sustitución de esta Constitución porque revisarla es cosa inocua. Mientras
Gil Robles hace una labor depuradora en su Ministerio, reponiendo a los
generales más prestigiosos, el ministro de la Gobernación abre las Casas del
Pueblo y autoriza los periódicos revolucionarios. No se puede esperar nada de
la República y hay que encaminar todos los esfuerzos a conseguir un verdadero
régimen nacional.» Sáinz Rodríguez anuncia en Málaga (2 de junio): «La
revolución está otra vez en pie, acaudillada por ese Nerón de opereta con gotas
de Robespierre que se llama Azaña, merced a las contemporizaciones
de las fuerzas que asisten inconscientemente al rearme de la revolución.» «La
República —dice Pradera en el mismo acto — es una vía muerta por donde no
circula más que el material de las crisis.» «Financieramente, comenta Calvo
Sotelo, la obra de la República es un desastre.» La presencia de Goicoechea y
otros oradores del Bloque Nacional en Novallas (Zaragoza) solivianta a socialistas y sindicalistas, los cuales se amotinan y
desde la Casa del Pueblo tirotean a la Guardia Civil. En la lucha que se
entabla resultan dos muertos y diez heridos.
Con
independencia de los actos del Bloque Nacional, los tradiciona-
listas celebran mítines y concentraciones propias. «El Bloque —define Fal Conde (60) — no tiene ni puede tener más aspiraciones
que recoger las fuerzas que el desengaño de la actuación de otros partidos haya
producido. Para nosotros es un intento más de una de esas alianzas que han
figurado bajo varios nombres.» En Corella (Navarra) y en Poblet (2 de junio) se
congregan grandes muchedumbres tradicionalistas, con predominio de jóvenes,
muchos de ellos uniformados, que se mueven con disciplina militar.
Fal Conde arenga a los
reunidos ante el Monasterio de Poblet, e insiste en que la terapéutica para
curar los males de España no serán unas elecciones.
Contra la
República se pronuncia el dramaturgo, Premio Nobel, Jacinto Benavente en
Málaga (21 de mayo) en el homenaje al recitador González Marín. «Pocos menos
republicanos que yo había cuando advino la República, sin duda, porque conocí
la primera; pero es indudable que todos sentíamos la necesidad de que algo
cambiara en España. Y llegó la República en paz y en gracia de todos, sin
ofensa ni perjuicio para nadie, salvo para algunos rótulos y estatuas. Las
impaciencias y arrogancias de los vencedores culminaron en las dos figuras más
antipáticas y repulsivas que han gobernado a España desde los tiempos de
Calomarde (alude a Casares Quiroga y Azaña). Fue un período de lucha, de odios,
de hostilidades, de atropellos que sobre inquietar al espíritu llegaban al
malestar físico, porque no hay nada tan odioso como la autoridad arbitraria y
por mucho tiempo no hubo otra norma en España, que no tuvo más culpa que la de
ser engañada. Estoy persuadido de que la persecución religiosa más que por
odio fue por intranquilidad de conciencia, porque a los espíritus mezquinos
nada les ofende tanto como un ejemplo que les avergüence. Los más vulgares
delitos comunes han ascendido a la
categoría de
delitos políticos. Se roba y se asesina en nombre de una idea. Con mostrarse
los criminales afectos al régimen, gozan de la condición de delincuentes
políticos.»
El alarde
revolucionario de Mestalla da muchos alientos a las izquierdas. A partir de
ese día, multiplican sus actos de propaganda. La consigna es: «rescate de la
República y amnistía». «Para obtener ésta —escribe Prieto— no hay otro camino
que el de crear un extensísimo frente electoral que comprendiendo a todos los
sectores obreros que en él quieran entrar, albergue también a elementos
republicanos respecto de cuyas agrupaciones no haya razones de decoro que nos
impiden el trato con ellos.» En los mítines se almacena combustible para la
próxima deflagración y se predica la revolución a caño libre. Casares Quiroga
anuncia en Cáceres (2 de junio): «La próxima vez no seremos amnésicos y
procederemos con mano dura.»
«ANTES DE LA
PRIMAVERA DEL AÑO PRÓXIMO, TENDREMOS A AZAÑA EN EL PODER», VATICINA JOSÉ
ANTONIO. — DIFICULTADES PARA LA PROPAGANDA DE FALANGE POR ESCASEZ DE MEDIOS. —
DISCURSO ANTIMONÁRQUICO DE JOSÉ ANTONIO EN MADRID. — «NO PODEMOS LANZAR, DICE,
EL ÍMPETU FRESCO DE LA JUVENTUD QUE NOS SIGUE PARA EL RECOBRO DE UNA
INSTITUCIÓN QUE REPUTAMOS GLORIOSAMENTE FENECIDA». — REUNIÓN DE LA JUNTA
POLÍTICA DE FALANGE EN GREDOS PARA EXAMINAR EL PRESENTE Y FUTURO DE LA
SITUACIÓN POLÍTICA. — EL PRESIDENTE Y CONSEJEROS DE LA GENERALIDAD DE CATALUÑA
ANTE EL TRIBUNAL DE GARANTÍAS. — LOS ABOGADOS DEFENSORES CALIFICAN LA REBELDÍA
CATALANA DE «FAENA CONSTRUCTIVA», PARA BUSCAR «UN CAUCE JURÍDICO-POLÍTICO A LA
DIFICULTAD».
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