EL PONTIFICADO UNIVERSAL DE JESUCRISTOSEGÚN SAN PABLO
V
EL VERDADERO ROSTRO DE CRISTO
Ya
hemos visto que la Edificación
de la Iglesia Católica fue
ejecutada siguiendo un Modelo Celestial, fundado sobre la Unigenitura de Jesucristo, a fin de que teniendo el Sacerdote su vida en Aquel que no puede
ser destruido ni sufrir corrupción, la Verdad del Infinito: el Padre
es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, permanezca sin división por la
Eternidad en el Cielo. Mas existiendo la división entre las iglesias aquí en la
Tierra se deduce de esta visión
histórica que sus
autores, los unos porque no entendieron esta Verdad -como se ve en el tema del Filoque-, y los otros porque hicieron de esta Verdad un ídolo de
letras, -como se ve en el tema de la Fe sola-, los unos como los otros y todos
juntos, y el que esté limpio de
pecado que tire la primera piedra, perdieron la vista y cegados por los siglos
fueron incapaces de ver el Modelo del Templo que les fuera mostrado a los
Edificadores de la Iglesia.
Se
nos dirá que estando
muertos aquellos hijos de Dios, de la Descendencia de Abraham, pretender ver lo
que ellos vieron sea cosa más
de medium que de inteligencias vivas. Sobre lo cual
yo les diera toda la razón si, en
efecto, como dicen otros, Dios hubiera muerto. No siendo el Manifiesto de la Razón más que el
aullido de un milenio una hora antes de perder la cordura y lanzarse al campo
de Gog y Magog a por la conquista del Mundo mediante Guerras Mundiales, la
excusa no sirve y el Modelo permanece. Ahora bien, a fin de no parecer un soñador,
articulemos nuestro pensamiento desde la lógica y convengamos con nuestros
maestros que aquello que no puede captarse directamente sí puede serlo
indirectamente, siguiendo cuyo método quien no conoce lo que el calor
sea y sólo el frío al menos
podrá deducir de
lo contrario a lo que el frío
es lo que el calor sea. Y aunque la invocación a la experiencia sensitiva sea el
recurso último, su
legitimidad viene avalada por ser su existencia el principio mismo de la vida,
el principio racional por excelencia.
Luego
si lo que no vemos puede alcanzarse por lo que vemos, deduciendo de los
contrarios la naturaleza de aquello que buscamos partiendo de lo que tenemos,
si nosotros adoptamos como punto de referencia racional la estructura del
Templo de Jerusalén que a
Jesucristo le hizo hervir la sangre a fin de obtener la visión real del
Nuevo Templo, deduciendo lo contrario de lo que aquel fuera, es necesario
primero radiografiar aquella estructura y siguiendo el método lógico, por oposición de
propiedades llegaremos, aunque indirectamente, a la verdadera Estructura del
Edificio que Dios les mostrara a sus hijos, los Apóstoles y
Edificadores de su Iglesia.
Compendiemos
entonces por qué Dios arrasó aquella estructura sacerdotal judía.
En
principio y por antonomasia la Religión de los Judíos se había
transformado en un Negocio. Alumbra esta conclusión el que sus obispos no creyeran en
la resurrección de los
muertos, estación terminal
que no alcanzaron ni las mismas religiones de los paganos más brutos,
siendo la resurrección de las
almas un tema universal hasta el punto de ser este credo la propiedad típica de lo
que el fenómeno
religioso sea. De manera que donde hay religión hay una estructura social enfocada
hacia el modelo de resurrección
popular determinado, y donde no hay creencia en la resurrección de las almas
hablar de religión es hacer un
ejercicio de hipocresía sin límites. Y, sin
embargo, creyendo el judío ser raza
superior y su religión la más noble y
alta de las creencias, su sacerdocio había degenerado en el Ateísmo más infame que
quepa en la cabeza. Porque quien que actúa acorde a sus creencias es
infinitamente más semejante a
Dios que quien no creyendo en Dios se viste de sacerdote.
La
salida de aquel modelo sacerdotal jerusaleño no podía ser otra
que la que nos dibuja el Evangelio, un monopolio industrial cuyo producto era
el pecado, y en consecuencia hasta el respirar era un pecado y su expiación costaba
acorde al bolsillo. Toda la Mishná y el Talmud jerusaleños tenían por función multiplicar
las leyes y los mandamientos hasta el punto de hacer imposible la vida de la
conciencia hebrea en el marco de la Naturaleza. Toda la teología judía tenía por sentido
sembrar en el pueblo una doctrina de pecado y expiación contra
dinero tal que siendo el marco religioso entre cuyas esquinas el Judo hiciera su
movimiento, cada paso fuera un pecado y cada movimiento un delito contra alguna
ley de la Mishná o del
Talmud. Siguiendo aquel modelo, el Templo y sus pontífices devinieron
Grandes Recaudadores de Impuestos, cuya fortuna dependía de la
ignorancia del pueblo y su necesaria esclavización a las leyes infinitas con las que
los clanes aaronitas habían cargado la
conciencia de los hijos de Israel.
Era
natural que sujeta a semejante relación, cuyo fin era la transformación del
creyente en una mina de oro, y porque la relación del hombre con su Creador devino un
Negocio Sagrado, que el Hijo de Dios sintiese vómitos ante aquella teología y se le
encendiese la sangre contra aquella cueva de ladrones que, escondiendo la pata
de lobo bajo pomposos títulos y vestiduras
sacras, hicieron de Dios un látigo
con el que golpear las espaldas de la Nación.
Los
efectos de semejante perversión
de la relación entre Dios
y su Pueblo acabó por conducir a los israelitas al punto epidémico de
locura --endemoniados
por todos sitios-- y miseria
indescriptible --lepra en
colectividades-- que nos
dibuja el Evangelio, efectos que en ninguna nación de la Civilización bajo el
Derecho Romano se daba en aquel momento, y denuncia, por su singularidad, la
causa en la que tuvo origen semejante patetismo social determinante del Odio
entre Jesucristo y el Templo. El Pontificado Aaronita odiaba a Jesucristo por
ser el espejo en el que se reflejaba su verdadero rostro, y, aunque sintiendo
horror de sí mismo, no
estando dispuesto a renunciar a su mina de oro, se encuentra ante la
alternativa: ellos o Cristo.
Jesucristo
le da voz a la impotencia de los hijos de Israel, en espíritu
masacrados por una casta sacerdotal cuya inmoralidad y despotismo no conocía límites y había hecho del
pecado su teología,
transformando la Torá en un árbol maldito
de cuyas ramas malignas, la Mishná y el Talmud, el fruto del pecado se convertía - por la
oscuridad del Santuario - en oro bendito. Y pues que la adoración por el oro
es superior en el hombre animal a la fuerza de la adoración del Espíritu, y
siendo el oro el dios de los pontífices judíos, era solo
natural que el Pentateuco y los Profetas fuesen reconvertidos en instrumento al
servicio del enriquecimiento de los clanes pontificales jerusaleños, producto de cuya operación fueron la
Mishná y el Talmud,
o cómo hacer de
Dios un esclavo al servicio de una casta sacerdotal.
Esta
es, en consecuencia, la visión
que los Hebreos tienen una vez que Jesucristo les arranca la viga de los ojos y
ven con los ojos de la cara la verdadera realidad del Templo Judío. Y será, por
referencia lógica, el
modelo contrario al Templo que desde el Cielo le presenta Jesucristo, ahora el Señor, a sus
hermanos espirituales en la Tierra y Co-Edificadores de su Iglesia Universal.
Viendo la cual, en nombre de todos, escribe San Pablo:
Pues
todo pontífice tomado
de entre los hombres, en favor de los hombres es instituido para las cosas que
miran a Dios, para ofrecer ofrendas y sacrificios por los pecados, para que
pueda compadecerse de los ignorantes y extraviados, por cuanto él está también rodeado de
flaqueza, y a causa de ella debe por sí mismo ofrecer sacrificios por
los pecados, igual que por el pueblo. Y ninguno se toma por sí este honor,
sino el que es llamado por Dios, como Aarón. Y así Cristo no se
exaltó a sí mismo, haciéndose Pontífice, sino el
que le dijo: Hijo mío eres, hoy te he engendrado. Y conforme a esto
dice en otra parte: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedec. Habiendo ofrecido en los días de su vida mortal oraciones
y súplicas con
poderosos clamores y lágrimas al que era poderoso para salvarle de la
muerte, fue escuchado por su reverencial temor. Y aunque era Hijo, aprendió por sus
padecimientos la obediencia, y al ser consumado, vino a ser para todos los que
le obedecen causa de salud eterna, declarado por Dios Pontífice según el orden de
Melquisedec.
De
donde se ve que, al igual que el tal Melquisedec, sin precedencia ni
procedencia, Dios instaura un Pontificado sempiterno, un Único Pontífice,
Jesucristo, en el que el propio Hijo adora al Padre, y en quien el Hijo de Dios
se une a la creación entera para
adorar a Dios. El fin de la Religión deja de ser el oro a través del pecado
para devenir Camino a la vida eterna en la Fe de Jesucristo. Y será esta la Piedra
Angular sobre cuya solidez e indestructibilidad descansará el Nuevo
Templo, Casa de la Iglesia de Dios, que nace para ser la Esposa del Señor y mantener
viva la Verdad eterna.
Por
oposición, en
consecuencia, todos los dones divinos se ofrecen gratuitamente --como se ve en
los Sacramentos-- y el fin sagrado del Nuevo Sacerdocio no es cultivar el pecado
para por su abundancia cosechar oro, contra indulgencias, por ejemplo, sino
extirpar el pecado de la Humanidad mediante la Edificación de la Fe de
Jesucristo en todo hombre.
Si
en el Primero - excusando ahora lo injustificable - fue la renuncia del
sacerdocio a la santificación
del pueblo, tirando la toalla en su lucha contra el pecado, lo que le condujo a
aliarse con el enemigo, y tentado por el fruto del pecado -el oro - el Templo
Antiguo se entregó a una orgía
de locura y miseria, en el Último,
que recoge el Testigo de la Santificación de la Humanidad, el pecado es
abominado como medio de enriquecimiento del sacerdocio y, en consecuencia, el Perdón es ofrecido
Gratuitamente.
No
es, por consiguiente, un Templo basado en el Poder que viene de las Riquezas el
Modelo que tienen los Apóstoles en la
cabeza cuando se entregan a la Edificación de la Iglesia. El Nuevo Sacerdocio
es la Imagen de Jesucristo entre las naciones, el reflejo puro del Pontífice eterno
en el cristal del espíritu humano,
la sustancia del espíritu jesucristiano en carne visible a fin de mantener viva la fe
entre las naciones de la Tierra y ser la verdad eterna hecha criatura en el
Cielo. Y cómo al depender solo de Dios, el Sacerdocio Cristiano depende
exclusivamente de su Señor.
Y
de aquí que Pablo no
solo se
atreviera a callar a Pedro, a Santiago y a Juan sino que, siendo expresión pura de
esta Imagen Divina, su visión
sobre el futuro le abriera la puerta, en el Concilio del 49, a la ruptura
definitiva y final del Cristianismo con el Judaísmo. No porque Jesucristo no la
firmase sino porque por amor a los Hebreos, sus hermanos en Abraham, los Discípulos estaban
cediendo ante lo que era imposible cualquier cesión.
Bueno
es querer salvar al mundo, y más
a los hermanos de sangre, pero -recordando al Maestro- ¿de qué le vale al
hombre salvar al mundo si pierde su alma?
¿Cuál
es, pues, el Modelo de Sacerdocio e Iglesia que le muestra desde el Cielo el Señor a sus Apóstoles?
Porque nadie creerá que la
Iglesia es un invento espontaneo
en crecimiento evolutivo dependiendo de los tiempos. ¡Dios no juega
a los dados! Quien edifica se sirve de un plano, a no ser que cualquiera pueda
edificar una casa sin siquiera tener conocimiento de albañilería y carpintería, lo cual,
en la cabeza de algunos es necesario para redundancia de la gloria de Dios, que
puede hacer que un bruto le dé lecciones a un mago; ahora bien, no vemos que la Inteligencia Creadora se
acople a tal discurso, y sí,
al contrario, que el Acto Creador se basa en una Omnisciencia planificadora
que, como se ve en Los Salmos de David, delinea sobre el papel cada trazo del
movimiento que se debe ejecutar para alcanzar el fin buscado. Y acorde a esta
Necesidad, le aparta Dios al Niño
Jesús de la
cabeza una Intervención
Mágica en
el Universo.
No
hay en la mente de los Edificadores, siguiendo este método, una acción espontánea sujeta a
una dinámica de improvisación sobre la
marcha. Tampoco la tuvo Jesucristo. Dios ha trazado líneas y se ha
puesto en movimiento, y acorde a la Omnisciencia Creadora todo se ordena para
la materialización del
Proyecto Salvador. Y es solo natural que quien es en Su Mano lo que la sierra
en la del carpintero y la plomada en la del albañil, y porque no es una materia muerta
sino viva, participe de la contemplación del Plano y se ajuste a la acción acorde a lo
que le toca, de esta manera teniendo los Apóstoles ante los ojos la verdadera
naturaleza de la Iglesia de Jesucristo.
Sobre
lo cual tenemos mucho que decir, de difícil inteligencia, porque os habéis vuelto
torpes de oídos. Pues los
que después de tanto
tiempo debíais ser
maestros, necesitais que alguien de nuevo os enseñe los primeros rudimentos de los oráculos
divinos, y os habéis vuelto
tales, que tenéis necesidad
de leche en vez de manjar sólido. Pues todo el que se alimenta de
leche no es capaz de entender la doctrina de la justicia, porque es aún niño; mas el manjar sólido es para los perfectos, los que
en virtud de la costumbre tienen los sentidos ejercitados en discernir lo bueno
de lo malo.
En
efecto, observamos cómo el Apóstol
contempla en sus propios días
la fe que se corrompe, de la que hablara Pedro. Y si estando Ellos sobre el
terreno la fe ya se dejaba seducir por el brillo de las cosas antiguas, no
vemos cómo no iban a
ver lo que sería de la fe
una vez que pasasen sobre su existencia los siglos. Así que teniendo
un Modelo Divino y habiendo estado sometida la Fe a la corrupción, según se lee en
el Libro de la Historia Universal, les toca a las iglesias nacidas de aquella
Fe mirarse al espejo y ver si el rostro que ven es el de Cristo o el de ...
vete tú a saber. De
donde se ve, en definitiva, que la Iglesia de Dios en Jesucristo, siendo expresión viva de la
Verdad Eterna, no se acomoda a los siglos y las tendencias de los pueblos, pues
diciendo que el Espíritu Santo es
Dios: la Vida del Sacerdocio es inmutable en sus fundamentos, y, al contrario,
son las Naciones las que deben acordar el Futuro de sus Sociedades acorde a la
verdad Eterna del Cristianismo.
Las
tendencias suicidas de la Humanidad un argumento que no necesita de más pruebas que
el Libro de la Historia, y porque sólo la Fe ha demostrado ser la Puerta
de la victoria contra las crisis de Civilización, no es la Fe la que debe acomodarse
a una crisis causada por esa tendencia suicida aún no definitivamente curada que
padece la Humanidad desde la Caída.
Una de las propiedades más claras de
esta tendencia suicida es la negación de la existencia de una crisis, lo
que produce que las medidas finales contra ella sean aplicadas demasiado tarde
para evitar sus efectos sobre las sociedades. Y el síntoma por el
que se mide la intensidad de una crisis de civilización --según se lee en
el Libro de la Historia-- viene señalado por la pérdida de la
Moral Universal, el abandono del Ser a las tendencias hedonistas no sujetas a
la ley natural, el Desprecio hacia la vida humana y su reducción a una
propiedad, y, en definitiva, la Destrucción de la línea que
separa el bien del mal mediante la puesta en escena del argumento del Diablo:
El Fin justifica los Medios.
Mírense por
tanto el Sacerdote, el Pastor y todas las iglesias en el Espejo y juzguen si el
rostro que ven es el de Jesucristo o el de aquel a quien pertenecen: si al Patriarca
de Moscú, al Papa de Roma, al Arzobispo de Canterbury, o al de... Pues ha de
llegar la Hora en que el Señor
juzgue a sus siervos y en quien no halle el reflejo de su Rostro será echado afuera para que lo pisen los
hombres. ¿Pues qué será del
Sacerdocio Cristiano si en lugar de ser el espejo del Espíritu de la
Eternidad se unen los obispos a los tiempos para eliminar el ser eterno del espíritu del Señor?, que
dijo, hablando de su Casa, pues cada cual es señor en la suya: Fuera perros,
hechiceros, fornicarios, homicidas, idolatras y todos los que aman y practican
la mentira. Y habiendo creado Dios al Hombre a su Imagen y Semejanza, siendo
Jesucristo el Modelo para los siervos y el Modelo para los hijos de Dios, y
cada cual reflejando en su rostro el de Aquel que se asoma a su ser para darle
su esencia y sustancia sempiterna, ¿cómo se casará el siervo con los poderes de los
tiempos sin romper su Contrato con el Señor? Y rompiendo el siervo su Contrato
por el rechazo hacia el Modelo Sacerdotal Jesucristiano,
que se centra en el Varón y tiene en
la Virginidad Inmaculada de la creación, en la que se manifiesta el
Misterio de la Omnipotencia del Dios de la Eternidad, su Misterio sagrado, todo
el que sigue a semejantes rebelde contra el Señor, a quien por el poder de los
tiempos pretenden imponer en su Casa sus leyes, ¿ésos no caerán en la misma
condenación que tales
siervos sin Señor?
El
Sacerdocio Cristiano Perfecto, en consecuencia, acorde a cuyo Modelo los Apóstoles
edificaron el Nuevo Templo, siendo infinitamente más glorioso
que el Antiguo y aun así hubo de
mirar Moisés hacia
arriba, con ser imperfecto al Antiguo, y porque la inmarcesible gloria del
Sacerdocio Cristiano escapaba al poder de visión del ser humano, quiso Dios
encarnarlo para que tocándole y viéndole los
Edificadores actuasen acorde a los sentidos y no a una teoría más o menos
bien dispuesta. Y así, habiendo de
una vez y para siempre establecido el Modelo de Sacerdocio Eterno en
Jesucristo, Él es el
Horizonte hacia el que ha caminado la Iglesia y contra el que se ha lanzado la
Muerte continuamente desde el Principio y en estos tiempos presentes se ha
vestido de modernidad para servir a los tiempos y sus poderes contra el Señor de la Fe.
Analícense, pues,
los Patriarcas, Arzobispos y Obispos y cada hombre mire cara a cara a aquellos en cuyos
labios puso el Señor la
Doctrina de la Eternidad, y si por las palabras es imposible detectar en
algunos a aquellos a
quienes sirven, y otros hacen de sus obras instrumento de corrupción de la
Verdadera Realidad, el alma de cada cual es la que está en juego y no es de
cristianos dejar algo tan personal en las manos de tradiciones, modernidades ni
juegos de palabras, declaraciones, emociones y amores cuyo fruto final es la
ruina del alma. ¿O acaso puedo
comprar mi alma al precio del mundo? Poético cuán pueda parecer este amor universal,
esconde la trampa de un diablo gordiano, dado que olvida este apasionante
aventurero que quien por el camino perdió el alma ¡cómo salvará a su
semejante quien no supo salvarse a sí mismo!
Lo
que Pablo dijo en Concilio a la cara de los Obispos, eso debe decirle ahora un
hijo de Dios a Patriarcas y Arzobispos: No al sacerdocio de la Mujer, no al
Sacerdocio Homosexual.
El
Sacerdocio Imperfecto basado en el Matrimonio no puede imponerse sobre el
Sacerdocio Perfecto de la Esposa del Señor sin provocar la Cólera de Dios.
Mas si alguno cree que puede tirarle a Dios de las barbas, hágalo.
VI
JESUCRISGTO, CABEZA ESPIRITUAL DE LA CREACION
|
|