CRISTO RAUL DE YAVÉ Y SIÓN |
LA BIBLIA SOLARespuesta de un hijo de Dios a la Declaración de Guerra de Westminster contra la Unidad de la Plenitud de las Naciones Cristianas
SEXTA PARTE
EL DERECHO DIVINO A LA LIBERTAD
Del conocimiento de la lectura de esta Confesión se
infiere que la Rebelión Presbiteriana impuso un nuevo modelo de Religión
según la cual el Judeocristianismo vencido por la Iglesia Católica fue
rescatado bajo la ideología de la superioridad de una Raza Anglosajona
que convierte a Cristo en la Fuerza que permite cumplir lo que a los
Judíos les fue imposible: vivir bajo la Ley de Moisés.
El Regreso del Puritanismo al Sábado Judío, su rechazo a
la Cruz en el Bautismo, su Negación a Venerar el Nombre de Jesucristo,
demuestran que la Rebelión Anglicana fue degenerando con el paso de las décadas
hasta transformarse en una religión aislacionista de tipo pronazi, que se
alzó sobre la Letra de la Biblia como Fundadora de una Nueva Religión, en la
que la Ley del decálogo anula la Ley de Cristo, y éste pasa a ser un dios tótem
en el que justificar en el Nuevo Templo el Odio como Fundamento de su
Existencia.
La Ley del Amor, la Ley de Cristo, es rechazada y
reemplazada por la Ley del Odio. El Odio al Católico, el Odio a la Europa
Católica, el Odio al Español, al Francés, al Italiano, los tres Pilares de la
Civilización Europea durante 1.500 años, es elevado a Artículo de Fe que
distingue a los Nuevos Santos y los separa de la Vieja Escuela de los Santos
Padres de la Iglesia, a los que condena como a herejes predestinados al
infierno.
El Descubrimiento es revolucionario. Calvino descubre que
1,500 años viviendo y muriendo por Jesucristo han sido una burla majestuosa del
Dios Oculto de la Reforma. Este le quita la Biblia de las Manos a estas Tres
Naciones y se la entrega a sus nuevos adoradores, y que condena al
Infierno a sus antiguos portadores.
Calvino y sus adoradores se mueren de risa, y se burlan
de los Predestinados al Infierno.
Según Calvino y sus Hugonotes británicos, Dios se burló
de los Católicos. Durante 1.500 años les ocultó que el Destino de
la Biblia era ser entregada a Lutero. Esto echo les paga con el Infierno. A su
Nuevo Moisés le abre la puerta y lo predestina a sentarse en el trono de
la Gloria de su Hijo Unigénito.
Uno siempre encuentra una maravilla en cada día que
se levanta y enciende el cerebro. Entender cómo el genio de un Isaac Newton
pudo leer esta Confesión y quedarse tan pancho como si fuese otro bruto privado
de sesos demuestra que el genio y la inteligencia divina son dos mundos que no
se tocan. ¡Se entiende que de ese genio naciera el Ateísmo Científico!
No que debamos culpar a nadie de ser un
animal por naturaleza. Pero es de Dios el juicio sobre quien siendo creado para
ser su hijo prefiere seguir siendo un bestia.
Juzgar 1.500 años de sacrificios, sufrimientos, lucha
contra la Muerte en defensa del Cristianismo; 1.500 años toreando corrupciones
papales, guerras de reyes, pestes y epidemias: 1.500 años superando un camino
largo y estrecho plagado de obstáculos contra los que la Victoria vino siempre
de quien Testó a favor de la Iglesia y de su Pueblo la Invencibilidad natural a
los hijos de Dios: juzgar 1.500 años de Historia condenando al Infierno lo que
Dios levantó con tanto esmero, trabajo y paciencia, no fue una Reforma,
fue una Rebelión Abierta contra Jesucristo, contra su Testamento.
NO juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no
seréis condenados. Esta es la Ley de Cristo.
Que el Presbiterianismo y todos sus adoradores juzguen si
esta fue la Ley que legitimó el Odio contra el Pueblo Católico Británico y
Europeo.
El juicio sobre uno mismo no entra en esta Ley. Muy al
contrario, quien se juzga a sí mismo desde la Ley del Amor, porque cómo podrá
amar a su prójimo quien no se ama a sí mismo, aprende a usar esta
misericordia consigo mismo hacia los demás, hasta llegar a la perfección que la
Ley pide.
Quien no se juzga a sí mismo y se dedica a juzgar al
prójimo desde el Odio puede llegar a condenar al Infierno a quien juzga desde
fuera de la Ley del Amor. Y este Odio se descubrirá según vayamos llegando al
final de estos artículos, escritos por “Divinos” y para “Santos”.
Dice en su próximo:
1
EL DERECHO A LA LIBERTAD
“Los que han sido aceptados por Dios en su Hijo Amado,
eficazmente llamados y santificados por su Espíritu, no pueden caer total ni
finalmente del estado de gracia, sino que ciertamente perseverarán en ella
hasta el final y serán salvos eternamente.
Esta perseverancia de los santos no depende de su propio
libre albedrío, sino de la inmutabilidad del decreto de elección, que fluye del
amor gratuito e inmutable de Dios Padre; de la eficacia del mérito e
intercesión de Cristo Jesús, de la permanencia del Espíritu y de la simiente de
Dios dentro de ellos; y de la naturaleza del Pacto de Gracia. De todo esto,
surge también la certeza e infalibilidad de la perseverancia.
Sin embargo, puede ser que los santos caigan en pecados
graves, mediante las tentaciones de Satanás y del mundo, el predominio de la
corrupción que aún queda en ellos, y el olvido de los medios de su
preservación; y que por un tiempo continúen en sus graves pecados: por lo cual
incurren en el desagrado de Dios y contristan su Santo Espíritu, llegan a
ser, en alguna medida, privados de sus gracias y privilegios, sus corazones
pueden endurecerse y sus conciencias pueden herirse, pueden herir y escandalizar
a otros y traer juicios temporales sobre ellos mismos”.
El que juzga a los demás mandándolos al Infierno, porque
así lo dispuso desde la Eternidad el Dios Oculto que se burló de 1.500 años de Osios, Ambrosios, Agustines, Crisostomos, Tomases y demonios de la Cristiandad Latina
Invicta contra Romanos, Bárbaros y Musulmanes, este juez implacable no se priva
de sentarse en el Trono de la Gloria del Juez Universal, y antes incluso de que
se celebre el Juicio ya derrama este Nuevo Pueblo, desde la eternidad
predestinado a la Gloria del que se sienta en el Trono de Dios, de lanzar sus
rayos de condenación para unos, y de mieles para los suyos.
Nada extraño. El Lavado de cerebro tiene muchas técnicas,
depende de la lavadora y de los cerebros que necesitan la higiene. El fin es el
mismo, el Poder, la Gloria, el Oro.
Aunque la Doctrina de Jesucristo transmitida a sus
Apóstoles recalca una vez y otra la Necesidad de Vigilar, de Perseverar, de no
dejarse llevar por las modas y pasiones de los siglos, que todos estamos
haciendo nuestro camino en la Eternidad, que como nos portemos en la Tierra da
la medida de nuestro comportamiento en los Cielos.
Todos venimos y estamos sujetos a un mundo cuya ley es la
de que alcancemos siquiera a brillar con un rayito de luz de la Estrella Divina
cuya Luz a todos alumbra. Todos estamos expuestos a aprender rompiéndonos la
cabeza. Todos hemos nacido para ser eternos y hay que aprender a convivir no ya
con nuestros errores sino con los de nuestro prójimo. Ni Dios quiere que
aprendamos a base de palos, ni quiere impedir que con cada herida de muerte el
regreso al campo de batalla convierta al hombre en un guerrero cada vez más
poderoso.
Vivimos en un mundo sujeto a la ley de la ciencia del
bien y del mal. Hacerse el santo, ir de santo por la vida, es de locos. Creerse
divinos, exigir ser considerados “Divinos”, es de psicópatas peligrosos. El
mismo que nos ha creado lo dijo: “Bueno sólo es Dios”.
Entre ellos se superan en brutalidad. Unos reclaman ser
llamados “su Santidad”, y otros ser confesados “Divinos”. Y en el fuego cruzado
entre quienes aborrecieron la Ley del Amor se encontró Europa conducida a la
Primera Guerra Mundial Europea, la Guerra de los 30 Años. Luego vendría la
Segunda : La Guerra de los Derechos Humanos. Una vez la puerta abierta el
Monstruo del Fratricidio se invitaba sin pedir permiso a la Fiesta de la Orgías
Apocalípticas, en las que Alemanes y Británicos sirvieron las mesas. Pero,
siempre porque así era de la Voluntad de quien desde la Eternidad los
predestinó al Fratricidio y las Guerras Mundiales “Ad Maiorem Dei Gloriam”. ¿De
qué se les podrá acusar a quienes fueron los instrumentos del Dios Oculto de la
Reforma?
¿Este Artículo sobre la santificación de los santos?
…Una vuelta más de la Lavadora de Cerebros que la Reforma
Luterana puso en funcionamiento.
Su continuación “De la seguridad de la gracia y de la
salvación”, sigue la misma marcha. Dice:
“Aunque los hipócritas y las personas no regeneradas
vanamente se engañen con falsas esperanzas, y presunciones carnales de estar en
el favor de Dios, y en el estado de salvación (cuya esperanza perecerá); sin
embargo, quienes verdaderamente creen en el Señor Jesús y le aman con
sinceridad, procurando caminar en buena conciencia delante de Él, en esta vida
pueden estar ciertamente seguros que están en el estado de gracia, y pueden
regocijarse en la esperanza de la gloria de Dios, esperanza que nunca los
avergonzará.
Esta certeza no es una simple persuasión conjetural
y probable, basada en una esperanza falible. Es, más bien, una seguridad
infalible de fe, fundada en la verdad divina de las promesas de salvación, en
la evidencia interna de aquellas gracias a las cuales estas promesas se
refieren, 3en el testimonio del Espíritu de adopción que testifica a nuestro
espíritu de que somos hijos de Dios: Espíritu que es las arras de nuestra
herencia y con el cual somos sellados para el día de la redención.
Esta seguridad infalible no pertenece a la esencia de
la fe. Así, pues, puede ser que un verdadero creyente tenga que esperar
por mucho tiempo y luchar con muchas dificultades antes de ser partícipe
de esta seguridad. Sin embargo, estando capacitado por el Espíritu Santo para
conocer las cosas que Dios le da gratuitamente, el creyente puede obtenerlas
por el uso correcto de los medios ordinarios, sin una revelación
extraordinaria. Por lo tanto es deber de cada uno poner toda diligencia para
asegurar su llamamiento y elección, para que así su corazón se ensanche de gozo
y paz en el Espíritu Santo, en amor y gratitud a Dios, y en fortaleza y alegría
en los deberes de la obediencia, que son los frutos propios de esta seguridad;
pues está muy lejos de inducir a los seres humanos a la negligencia.
La seguridad de la salvación de los verdaderos creyentes
puede ser sacudida de diferentes maneras, disminuida e interrumpida debido a la
negligencia para preservarla, por caer en algún pecado específico que hiere la
conciencia y contrista al Espíritu; o por una tentación repentina y vehemente,
porque Dios les retira la luz de su rostro, permitiendo, inclusive, que los que
le temen caminen en tinieblas y no tengan luz. Sin embargo, los verdaderos
creyentes nunca son totalmente destituidos de la simiente de Dios, y de la vida
de la fe, de aquel amor de Cristo y de los hermanos, de aquella sinceridad de
corazón y conciencia del deber, de las cuales, esta seguridad puede ser
revivida a su debido tiempo, por medio de la operación del Espíritu que,
mientras tanto, sostiene a los verdaderos creyentes para no caer en total
desesperación”.
La Ley del Odio de la que nació la Reforma rompe su
silencio, se quita la máscara y no se corta ni un pelo de la lengua. Desde la
primera palabra declarar al Mundo Europeo Cristiano con 1.500 años de Historia
un mundo de hipócritas condenados al Infierno por obra y burla del Dios Oculto
de Lutero y Calvino.
¿La Ley del Amor, “NO juzguéis y no seréis juzgados, no
condenéis y no seréis condenados”?
Según estos Divinos, Jesucristo no estuvo bien de la
cabeza. ¿Quién con su Poder se hubiera dejado conducir al Calvario por una
legión de bestias que se hubiese quitado de encima simplemente con decirle a la
tierra “Ábrete y trágatelos”?
Los judíos creyeron que el Poder demenció al Mesías. Cromwell y sus Divinos convinieron en Santa Asamblea que no fue el
Poder el que lo volvió loco, fue el Amor. El Amor lo volvió loco. Y ellos no
iban a caer en esa trampa.
El Odio era la Respuesta. Odio al Católico. Odio a la
Europa Católica Invicta durante 1500 años. No pudieron los Romanos, ni los
Bárbaros, ni los Musulmanes. Ellos sí lo iban a conseguir, mandar a ese mundo
de Hipócritas del otro lado del Canal al Infierno. Ellos sí amaban
sinceramente a Dios.
Se negaban a bautizar a sus hijos delante de la Cruz y
doblar sus rodillas en Acto de Adoración delante de su Hijo, pero la sinceridad
con la que amaban a Dios, su Padre, era indiscutible y ese “Hijito Amado”
tendría que comerse con patatas inglesas y hamburguesas americanas esta
Condenación contra su Esposa, una “Hipócrita” rechazada por su Suegro Eterno,
quien le quitaba las Arras de su Matrimonio con Cristo y se las daba a esta
Nueva Iglesia fundada sobre la Roca Indestructible del Odio “en el testimonio
del Espíritu de adopción que testifica a nuestro espíritu de que somos hijos de
Dios: Espíritu que es las arras de nuestra herencia y con el cual somos
sellados para el día de la redención”.
Traduciendo, que las arras no se da entre Esposos, sino
que se les da a los hijos. La pregunta es obvia: ¿para cometer incesto?
Afirma el Confesor que Dios abole el Matrimonio de
su Hijo con la Iglesia Católica Invicta, la Celebración de cuya Boda para la
Eternidad fue firmada con las Arras de la Sangre Latina, sobre la cual
todo está escrito, tanto en el Evangelio como en la Historia de Europa. Y
aboliendo Dios el Matrimonio de su Hijo con su Esposa Legítima le entrega las
Arras a una nueva Esposa, que a su vez se declara hija de aquella Boda de
Sangre. ¿Demencia? ¿Los hijos se levantan contra su Madre y le condenan a
muerte?
Llevan su brutalidad esquizoide ¡a exigir acostarse con
Dios en virtud detener las Arras de la Esposa de Cristo!
¿Qué discurso es este? ¿De quienes tienen el espíritu :
del hijo del Hombre o el del espíritu del Abogado del Diablo?
Pero no queda aquí la cosa La lavadora sigue dando
vueltas. Y grita: “Esta seguridad infalible en la salvación no pertenece
a la esencia de la fe”. Dice el Confesor presbiteriano
Jesucristo dice: “Todo el que cree en el Hijo no es
juzgado, sino que pasa de la Muerte a la Vida eterna”.
¿Quién es el Cristo y quién el Anticristo? ¿Quién
habla en Nombre de Dios y quien no : Jesucristo o el Confesor?
La Seguridad Infalible en la Salvación del que cree en el
Hijo, y confiesa el Credo de Nicea sin cambiar ni una tilde, ni quitando ni
añadiendo, es Veraz, Todopoderosa e Irreversible.
Tal vez habrá que enseñarles a leer a los rebaños
presbiterianos, y pasarles el Credo en su Naturaleza íntegra. Es muy de creer
que de la misma manera que los Católicos hemos estado apartados durante siglos
de los Textos Originales de las Confesiones Protestantes, los pueblos
protestantes hayan sido educados en un Credo Niceano falso, censurado, recortado y recompuesto para ser consumido por Cerebros
discapacitados para entrar en posesión de sus facultades de autojuicio pero todopoderosamente perfeccionados para juzgar al resto del mundo.
Es de imaginar que saben leer, pero la tara sufrida por
sus cerebros durante el lavado no parece dejarles ver la Veracidad del Hijo de
Dios, cuya Palabra ponen en Duda y niegan que su Poder sea la Fuente de la
Seguridad en la Salvación que reside en la Fe. “El que cree en Mí, no es
juzgado, sino que pasará de esta vida a la otra”.
Y punto. Cualquier
añadidura es un acto maligno, cualquier supresión es una traición a la Fe.
¿Quién es el tonto que se traiciona a sí mismo?
Hay que ser “Divino” para ser tan tonto. Cosa que se ve
en el último párrafo de este artículo, cuando confiesa: “La seguridad de la
salvación de los verdaderos creyentes puede ser sacudida de diferentes
maneras”… Eureka. He aquí uno que ha descubierto la piedra filosofal. Estamos
en Guerra contra el Diablo, el Infierno y la Muerte y este “divino”, ponedle
vosotros el calificativo, viene diciendo que en el campo de batalla de la Fe no
todos son rosas y aleluyas. 1.500 años de lucha a brazo partido contra la
Muerte, el Infierno y el Diablo y viene este bruto a decirnos que ahí fuera lo
que nos espera no es precisamente miel, pan y mantequilla.
¿Y…? Hay que preguntarse.
Y responder: “Al
que viene a Mí yo no le echaré”.
La Fe lleva en su naturaleza la esencia misma de la Vida
eterna. Negar esto, es lo que el Confesor Presbiteriano afirma.
Y se queda tan tranquilo.
En el siguiente artículo de su Confesión, el
Presbiteriano sigue sin saltar de la Ley del Terror a la del Amor. Y dice “De
la Ley de” Dios:
“Dios le dio a Adán una ley, como un pacto de obras, por
la cual lo comprometió a él, y a toda su posteridad, a una obediencia personal,
completa, exacta y perpetua. Le prometió la vida si es que la cumplía, y le
amenazó con la muerte si es que la quebrantaba, y lo dotó del poder y la capacidad
para guardarla”.
Primera falsedad.
La interpretación que hace del Paraíso Bíblico es una
negación de la Verdad. Dios no sujetó la Vida a no comer, sino la Muerte a la
transgresión.
Ante el Hombre estaba el árbol de la Vida y el Árbol de
la Muerte. El Hombre Tenía acceso libre al primero, y acceso negado al segundo.
Comer del árbol de la Vida no fue el fruto de ningún Pacto de Obra. El Hombre
era hijo de Dios y como hijo de Dios disfrutaba del Derecho Divino
inherente a su condición. No sabemos si en la Cultura Británica, se debe
suponer que los padres aman a su hijo como fruto de un Pacto de Obras: “Si eres
bueno te querré, y si eres malo te odiaré”.
En el Mundo Latino Católico el Amor no se firma ni
procede de un Pacto de Obras. Los hijos tienen el Amor de sus padres por el
sencillo hecho natural de ser sus hijos. Habiendo Dios formado al Hombre a su
imagen y semejanza no se debe entender que este Amor de los padres Católicos
sea una acto revolucionario. Para nada.
El Fruto tiene la Naturaleza del Árbol al que pertenece.
Por consiguiente, Adán no Vive en el Amor de Dios, su Padre, en recompensa a
las obras derivadas de un Pacto de Nacimiento.
Dios es Padre y como todo padre el nacimiento es un acto
de correspondencia natural que va del padre al hijo y del hijo al padre. Dios
le da a su hijo Adán la vida sin éste tener que pedirle nada. ¿Tiene que
pedirle un hijo a su padre que lo abrace? Hombre, si es un padre que mira a su
hijo recién nacido como a un bicho, pudiera ser. Acusar a Dios de esto, no me
atreveré.
No sabemos, cómo se pudo atrever este Confesor a decir
que, en efecto, Dios es un mal padre y sujetó su amor a su hijo a ser buen
chico. Y esto lo dice cuando se lee con los ojos de la cara que Dios puso
delante de Adán el Árbol de la vida, de cuyo fruto se hartaba y de no haber
metido la pata los siglos que hubiera vivido los contaríamos por milenios. No
fue así.
Meas culpas.
Aceptadas.
Y con la suya la nuestra y la de todo el mundo. Ahora el
Árbol de la Vida es la fe. Y el que come de su fruto no muere sino que vive
eternamente.
El Perdón se consumó. La Redención tuvo lugar
Esto no viene de un Pacto de Obras, sino del Amor de Dios
por sus hijos.
Negar esto es mantenerse en el territorio Judeocristiano
invertido. Desde esta posición ahora, dicen:
“Después de la caída de Adán, esta ley continuó siendo la
regla perfecta de justicia, y como tal, fue dada por Dios en el Monte Sinaí en
diez mandamientos y escrita en dos tablas: los primeros cuatro mandamientos que
contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros seis que contienen
nuestros deberes para con el hombre”.
Falso el punto de partida, no puede ser verdadero el
punto de llegada ni ningún punto intermedio.
Después de la Caída no hubo ninguna Ley, excepto la ley
de las bestias. Abandonado el género humano bajo las ruedas del Imperio de la
Muerte, la única Ley que conocieron todos los pueblos nacidos de la generación
de Adán fue la de matar o morir. Matas o te matan. Punto.
La Imagen del Ser Divino, que vimos hecha carne en el
hijo del Hombre, se desintegró en la memoria. La Evolución Creadora de las
bestias al Hombre se hundió en su origen, pero ahora esta bestia humana tenía
por enemigo a su propia especie. La Involución comenzó y andando el tiempo
condujo a todas las familias de la Tierra al Abismo del Siglo XX.
Esa Bestia nacida de la Involución que abrió la Caída
sigue viva. Y es el enemigo de nuestro Siglo.
Así pues, liderando el camino al Abismo, el Confesor
sigue su hoja de ruta, diciendo:
“Además de esta ley, comúnmente llamada ley moral, agradó
a Dios dar al pueblo de Israel, como a una iglesia de menor edad, leyes
ceremoniales, que contenían varias ordenanzas típicas, en parte de adoración,
prefigurando a Cristo, sus gracias, acciones, sufrimientos y beneficios; y en
parte expresando ampliamente diversas instrucciones sobre deberes morales. En
la actualidad, bajo el Nuevo Testamento, todas estas leyes ceremoniales están
abrogadas”.
La Reducción del Código Eterno de Conducta a simples
leyes morales es patética. Si no fuera porque conocemos los antecedentes
criminales de los Confesores levantaríamos el hacha de guerra. La
Sabiduría nos libera de estos movimientos de Odio en el conocimiento de haber
sido toda la generación de aquel siglo encerrada en la Trampa de la Siembra
Maligna, hecha durante el Sueño de aquellos Obispos de Roma, entregados a la
pesadilla de la Pornocracia de la que tendrán que
responder delante del Señor en el Día del Juicio. Pues nadie olvide que aunque
la Fe es Vida Eterna quien desde la Fe expone a blasfemia el Nombre de Dios se
expone a Condenación. A no ser que alguien niegue la Escritura que dice que
Satán era hijo de Dios.
La Fe, infaliblemente, ofrece la Vida eterna, pero una
vez en esta Vida cada cual es Libre para seguir a Jesucristo o a Satanás.
“Perdonad y seréis perdonados,” no es una entelequia. ¡Si no sabemos
perdonar aquí en la Tierra cómo podremos vivir sin perdón allí en los Cielos!
Mas si alguno piensa como estos Confesores que están
limpios de todo pecado y pueden tirar la primera piedra, no se prive. Los
“santos” deben hacer su oficio aun cuando sea el propio Jesucristo el que
les reprenda.
Hablan éstos, Palabra de
Divinos:
“A los Israelitas, como una entidad política, Dios les
dio también diferentes leyes judiciales, las cuales expiraron junto con el
Estado de aquel pueblo. Por lo tanto, no obligan ahora a ningún otro pueblo,
más de lo que la equidad general de ellas lo requiera”.
¿Es por consiguiente Dios un juez inicuo?
Que sepamos, y su Hijo lo dejó clarísimo, esa leyes
judiciales permanecen eternamente. Pero sus consecuencias penales, dadas para
un pueblo que existía en medio de pueblos brutalizados hasta lo increíble, fue
acompañada de medidas penales correspondientes a la mentalidad de los
tiempos. La ley contra el Adulterio no dejó de ser ley, fue sujetada a la Ley
de la Libertad. “Vete y no peques más” abolió la pena de lapidación contra el
adulterio. Pero no el carácter de delito del adulterio delante de Dios. Y así
con las otras leyes dispuestas en el código de Moisés; pasaron de ser
penalizadas acorde a los tiempos a ser actualizadas acorde al espíritu del Hijo
de Dios, quien sin abrogarlas las elevó a la Ley de la Libertad por la que
sabiendo nosotros lo que es bueno y lo que es malo rechazamos el delito a la
vez que su correspondencia penal acorde a los tiempos antiguos.
La Perfección No está en el Temor a la Ley, y SÍ en el
Amor a la Justicia.
“No matarás” deviene Ley Penal en razón de quien
hace de sus brazos un templo para el crimen. Pero en quien el Espíritu de Dios
ha hecho su Fortaleza la Tentación no tiene fuerza y la Ley deviene Naturaleza.
De esta forma la Ley de la Libertad perfecciona a la Creación y es Gloria de su
Creador.
Frente a esta Creación no hay Ley ni Penal ni Moral que
pueda Tentar a Dios, quien como Creador viste de Invencibilidad a su Criatura.
Hablar de ley moral es un sinsentido. La Moral no tiene
fuerza penal. Y no obliga a quienes no comparten su edificio:
“La ley moral obliga por siempre a todos, tanto a los
justificados como a los que no lo son, a que se le obedezca. Esto no sólo con
respecto al contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios el
Creador quien la dio. En el Evangelio, Cristo en ninguna manera disolvió
esta ley, sino que más bien reforzó la obligación de cumplirla”.
Yerra el Confesor haciendo de la ley moral un edificio
universal que sujeta a todos los que no viven en ella. La Moral extiende
sus máximas sobre desconocedores de la Ley de la Libertad Cristiana. El
Ciudadano del Reino de Dios se rige por la Ley Cristiana, tanto en la vida
personal como en la familiar y en la social.
La Ética y la Moral existen como rechazo a una Ley Divina
que hace innecesario sujetar nuestra Convivencia a un Marco Jurídico siempre
tiranizado por el Cambio.
Las realidades morales son circunstanciales; la
existencia cristiana es eterna. Regular la Vida eterna mediante
principios circunstanciales es otra entelequia.
Hacer pasar por leyes morales lo que es Ley Eterna, con
el propósito de la salvación del prójimo, no es malo. Siempre que se traduzca
este Código de leyes orales en una puerta hacia la Verdadera Ley de la
Libertad:
“Aunque los verdaderos creyentes no están bajo la ley,
como un pacto de obras, para ser justificados o condenados por ella; sin
embargo, es de gran utilidad para ellos como también para otros; en cuanto a
que la ley, como una regla de vida que les informa acerca de la voluntad de
Dios y de su deber, les dirige y les obliga a caminar de acuerdo con ella,
descubriéndoles también las contaminaciones pecaminosas de su naturaleza, de
sus corazones y de sus vidas. De manera que, examinándose mediante la Ley,
lleguen a una más completa convicción de humillación y aborrecimiento debido a
sus pecados, junto con una visión más clara de la necesidad que tienen de
Cristo y de la perfección de Su obediencia”.
Mantener esto sobre el Genocidio Irlandés, el de la
Población Nativa Norteamericana, las guerras civiles isleñas y la Guerra
Mundial Europea, es sencillamente ser “el hipócrita” con el que se abre este
Artículo. Analizarlo más allá de este hecho es dejarse arrastrar por el Diablo
a una discusión sin futuro. En el siguiente párrafo se descubre este paso
involutivo británico del cristianismo al judaísmo, siguiendo el camino inverso
del Judaísmo al Cristianismo que cerraron los Apóstoles.
“Es igualmente de utilidad a los regenerados para
restringir sus corrupciones, ya que prohíbe el pecado; y sus amenazas sirven
para mostrarles lo que aun merecen sus pecados, y cuáles son las aflicciones
que les esperan por causa de ellos en esta vida, pese a que están libres de la
maldición con que les amenaza la Ley. De la misma manera, las promesas de la
Ley les muestra la aprobación de la obediencia y qué bendiciones pueden esperar
cuando la cumplen; pero no como debido a ellos por la Ley como pacto de obras.
De manera que, si una persona hace lo bueno y deja de hacer lo malo, porque la
Ley lo alienta a lo uno y lo desalienta de lo otro, ello no es evidencia de que
está bajo la Ley y no bajo la gracia”.
Reducir, una vez más, la Ley de la Libertad a un código
Moral es rechazar el Espíritu de Cristo.
Los usos de la Ley, mencionados anteriormente, no son
contrarios a la gracia del evangelio, sino que concuerdan dulcemente con ella.
Pues el Espíritu de Cristo subyuga y capacita la voluntad del ser humano para
hacer libre y alegremente lo que la voluntad de Dios revelada en la Ley
requiere que se haga.
2
EL DEBER DE LEVANTAMIENTO CONTRA LA TIRANÍA
La Historia del Cristianismo en cuanto Reino de Dios en
la Tierra no puede entenderse sin Dios. Parece evidente. La reducción de los
acontecimientos revolucionarios vividos por la Europa Cristiana y Moderna a
simpes factores humanos desligados de la Acción Constante del Creador en su
Creación supone una auto-discapacitación intelectual
a la hora de ver el Movimiento de esos Acontecimientos en el Marco de la
Historia Universal del Género Humano. Es evidente.
Se entiende que en tiempos antiguos durante los cuales
las naciones vivieron en condiciones de destierro las unas respecto a las otras
y sus relaciones se realizasen exclusivamente mediante las acciones de las
Hazañas Bélicas de sus reyes y emperadores, la visión del desarrollo de las
Civilizaciones al encuentro de una Civilización Universal integrante de la
plenitud de las naciones de nuestro Mundo, en razón de esa misma alienación
fuese imposible seguir la conexión en el Tiempo de la evolución de este
Movimiento. Es más que evidente. Mientras sigamos adoptando este método de
desconexión el camino hacia este horizonte será penoso. Debemos despojarnos de
nuestra herencia animal y comenzar a contemplarnos, en cuanto Creación
Universal desde los ojos de nuestro Creador.
La Guerra entre Dios y la Muerte que descendió del Cielo
a la Tierra no terminó con la Resurrección. Basta mirar a nuestro alrededor
para comprenderlo. Dios refundó su Reino, los pilares de su Creación, el
edificio entero de su Universo. Pero su Palabra estaba en el aire. Dios creó el
Género Humano para formar parte de su Mundo. Y la Palabra de Dios es Dios.
Ergo, la Caída no podía bajo ningún concepto apartar eternamente al Género
Humano de este Horizonte sin causar la Abrogación de la Palabra de Dios en
cuanto Ley, del Verbo en tanto que Dios.
Pretender redefinir la Palabra de Dios a una realidad
mutable, de manera que nadie debe tomarse en serio Su Palabra, hoy la da y
mañana la caquita, objetivo buscado por el Diablo, la Serpiente Antigua, es
pura demencia.
Ciertamente, la Transgresión liberaba a Dios de esta
realidad; el Hombre ya había sido formado a la Imagen y semejanza de sus hijos.
Mas la Ignorancia que fue hallada en el Transgresor y la Maldad que fue
descubierta en el Traidor determinó que Dios recogiese su Obra una vez la
Libertad que vendría de la Redención.
Sobre la Naturaleza de la Redención ya se ha dicho todo
lo que es necesario decirse. La Teología del Cordero de Dios como Sacrificio
Expiatorio por el pecado del Príncipe, Adán, y de su Pueblo, todo el Género
Humano, ya tiene autor. Toca hablar sobre Nosotros.
Impregnar a sus hijos del Odio de Dios hacia la Ley de la
Ciencia del Bien y del Mal, es decir, hacerles comprender por qué su Ser no
puede soportar la Ley de la Muerte, no es algo que pudiera hacerse sino
dándonos a vivir ese fruto en toda la extensión y profundidad de su
Abominable Maldad. Dios, como Padre, nunca quiso que esta Acción fuese
necesaria. Sus hijos, de las Creaciones que precedieron a la Nuestra, ya habían
conocido la Guerra, y se habían levantado contra su ley. Pero jamás habían
vivido el efecto de esta Ley sobre un Mundo absolutamente Desnudo contra sus
efectos. La Caída ya consumada, dispuesto Dios a que jamás en la Eternidad
volviese a tener lugar un Acontecimiento de esta Naturaleza, quiso que esta
Lección fuese llevada al extremo a fin de que jamás se borrase de la mente
y del espíritu de su Casa esta visión del Infierno sobre la Tierra.
En este contexto sin arrancarle páginas al Libro de la
Historia, con objeto de que el sufrimiento del Género Humano no se extremase
hasta hacer imposible su Regreso a su Creador, quiso igualmente Dios acelerar
los tiempos, acortar esta Tragedia. La Liberación Apocalíptica del Diablo entra
en esta Sabiduría Paterna. No podemos olvidar que siendo nosotros hijos de
dios, siendo en nuestra carne y ser que esta Tragedia tiene lugar, tanto
más profunda e imborrable es grabada a fuego en nuestra Alma y Espíritu
esta Lección.
Es necesario despojarnos de nuestra cubierta carnal
y abrir los ojos al Espíritu, que siendo de Dios nos permite contemplar la
Flecha de la Historia volando de siglo en siglo.
Si al principio el Traidor utilizó al Hombre como Hacha
de Guerra el pensamiento puesto en enfrentar al Padre con el Juez en Dios, al
final la destrucción del Género Humano devino su objetivo. Este movimiento
preparatorio es el que observamos a lo largo del Siglo XV y en el siglo XVI
entró en su fase activa. Por la parte de la Muerte.
Por la parte de Dios observamos cómo Él preparó para la
Batalla que habría de celebrarse en Europa, y de la que dependería el Futuro
del Género Humano, levantando sucesos menores hasta dirigirlos al gran
Acontecimiento del Descubrimiento de América. De esta América vino el Oro
necesario para financiar la Guerra de los Imperios.
Ahora había que conducir este Oro a las fronteras con el
Imperio del Turco. La Unión de un Príncipe Elector Alemán a la Corona del
Imperio Español unió a ambos Imperios en Uno, haciendo así que el rio del
Oro llegase a su destino.
Por la parte de los Recursos Humanos, la elección del
Pueblo Español para ser el Puente de acceso de este Oro a las
Fronteras con el Imperio Turco-Otomano, no fue accidental. El Vencedor del
Imperio del Islam, el primer pueblo en la Historia del Mundo que vencía a los
ejércitos de la Muerte, fue conducido por Dios a esas fronteras. Una Nación
Invicta puso el mejor ejército del mundo en ese momento en primera línea de
combate.
Por la parte del Diablo, brazo de la Muerte en la
Historia, la victoria que buscaba, la Destrucción de la Europa Cristiana a manos
del Turco Otomano, un Genocidio Absoluto alimentado por el Odio hacia la Europa
Cristiana de las masas islámicas expulsadas de la España Católica; esta
victoria en el horizonte debía contar en el campo del Enemigo con
un aliado interno que causando una guerra civil fratricida le abriese las
puertas a sus ejércitos, y llegando a Roma ejecutase en vivo el sueño de
Mahoma: sentarse en el Trono de San Pedro.
El Resultado de la Gran Batalla entre Dios y la Muerte o
Guerra de los de los Imperios, está escrita. La interpretación sobre la
naturaleza de estos Acontecimientos de la parte que se puso al servicio de la
Muerte no debe sorprendernos. Los Hechos son los hechos y no debemos darles más
vueltas.
La llamada de Lutero y sus apóstoles a ponerse al servicio
del Islam con tal de ver destruida a la Iglesia Católica consta en los anales
de la Historia de Alemania y de la Reforma.
La naturaleza del espíritu del que se alimentaba Lutero y
su reforma están registrados en su Sentencia a Muerte Total contra los Campesinos
de la época.
La conexión salvaje de Lutero como padre espiritual de
Hitler está escrita en su juicio contra los Judíos atrapados en aquella guerra
fratricida.
El Odio fue la fuente de la que bebía el alma de aquel
necio que corrió a un convento huyendo de un rayo en una tormenta que, según su
mente retorcida, lo acusaba de estar beneficiándose a la viudita alegre en cuya
casa pasó el tunante sus años de estudiante.
El Lenguaje de Lutero y de sus Apóstoles distaron del de
Jesucristo y los suyos como distan el Cielo y el Infierno. No menos que el
de los “divinos puritanos de Cromwell”. Diciendo acogerse a la Ley de Moisés y
tener en ella su santificación, se burlaban de sus Mandatos a boca llena.
Quienes decían venerar esos Mandatos, “el “NO MATARÁS”, (ignoro si uno de
ellos, por los hechos se puede decir que no), su Obediencia causa de su
Santificación, no dudaban en bañarse en un mar de sangre. El Genocidio Irlandés,
la Guerra Fratricida que iba para un siglo ya, y las muertes con las que aun
deberían llenar sus copas, no entraban en ese “NO MATARÁS”; y lo que es más
santificante, seguían el ejemplo de Jesucristo.
Era desde esta Imitación de Cristo que santificados por
la sangre de todos quienes no pensaron como ellos, siguieron escribiendo De la
libertad cristiana y la libertad de conciencia:
“La libertad que Cristo ha comprado para los creyentes
que están bajo el evangelio consiste en su libertad de la culpa del pecado, de
la ira condenatoria de Dios, de la maldición de la Ley moral; y en ser
liberados de la maldad del presente mundo, de la esclavitud a Satanás y del
dominio del pecado; del mal de las aflicciones, del aguijón de la muerte, de la
victoria del sepulcro y de la condenación eterna. Su libertad consiste también
en su libre acceso a Dios y en rendirle obediencia, no por temor servil sino
por amor filial y una mente voluntaria. Todas estas libertades fueron también
comunes a los creyentes que estaban bajo la Ley. Pero bajo el Nuevo Testamento,
la libertad de los cristianos se ha ampliado mucho más, pues están libres del
yugo de la Ley ceremonial, a la cual fue sujetada la iglesia judaica; y en
mayor confianza para acceder al trono de la gracia, y en participaciones más
plenas del libre Espíritu de Dios, que aquellas de las cuales ordinariamente
participaron los creyentes bajo la Ley.
Dios es el único Señor de la conciencia, por tanto, en
asuntos de fe y adoración, la ha dejado libre de doctrinas y mandamientos
humanos, que sean contrarios a su Palabra o añadidos a ella. De manera que
creer u obedecer de conciencia tales doctrinas o mandamientos, es traicionar la
verdadera libertad de conciencia; y el requerimiento de una fe implícita y de
una obediencia absoluta y ciega, es destruir la libertad de conciencia y
también la razón.
Aquellos que bajo el pretexto de la libertad cristiana,
cometen y practican algún pecado, o abrigan algún deseo impuro, destruyen de
este modo el propósito de la libertad cristiana, el cual consiste en que,
siendo librados de las manos de nuestros enemigos, sirvamos al Señor sin miedo,
en santidad y rectitud delante de Él, todos los días de nuestra vida.
Aquellos que bajo el pretexto de la libertad cristiana se
opongan a cualquier poder legítimo, o al legítimo ejercicio del mismo, ya sea
civil o eclesiástico, resisten a la ordenanza de Dios. Pues los poderes que
Dios ha establecido, y la libertad que Cristo ha comprado, no han sido
destinados por Dios para destruirse sino para sostenerse y preservarse
mutuamente el uno al otro. Además, los que publican tales opiniones, o
mantienen tales prácticas, puesto que son contrarias a la luz de la naturaleza,
o a los principios conocidos del cristianismo (ya sean tocantes a la fe, a la
adoración o a la conducta), o al poder de la piedad; o a tales prácticas u
opiniones erróneas, ya sea según su propia naturaleza, o en la manera de
publicarlas o mantenerlas, son destructores de la paz externa y del orden que
Cristo ha establecido en la iglesia, los tales pueden ser legítimamente
llamados a dar cuentas, y procederse contra ellos mediante la censura de la
iglesia y mediante el poder del magistrado civil.”
La brutalidad intelectual que esta Asamblea agrupa se
manifiesta en este artículo, como en el de todos los demás que configuran
esta Confesión, pero en este artículo se superan a sí mismos y se descubren tan
obcecadamente asnos que se condenan a sí mismos, y lo hacen tan alegremente que
no pueden sino inspirarnos otros sentimientos que los de la piedad y la
misericordia.
Los mismos que se levantaron contra el Poder Establecido
de la Corona de Inglaterra y condenaron a muerte al rey, que supuestamente Dios
les había dado, juran sobre el Evangelio que quienes se rebelan contra los Poderes
establecidos son demonios y tienen la condenación eterna.
Difícil conjugar esta Declaración Presbiteriana Inglesa
con la Declaración de independencia de los Estados Unidos de América, donde se
bendice el levantamiento contra quienes usando los Poderes por Dios
establecidos los convierten en instrumentos de tiranía, contra quienes el
Pueblo tiene, no sólo el Derecho sino también, el Deber Divino de
Levantamiento.
Un pueblo que ante el Tirano prefiere vivir de rodillas a
morir de pie, es una nación de cobardes sin futuro. La Historia Universal está
aquí para confirmarlo. Quien no se opone al Poder convertido al Diablo, es
decir, al Poder de un Tirano gobernando por Decreto como si fuese un dios, es
una Nación que se condena a su destrucción.
Esta es la Gran Lección que la Historia Universal de la
Creación de Dios nos pone delante de los ojos. El Hombre, creado a su Imagen y
Semejanza, no debe bajo ningún concepto tenerle Miedo a la Muerte ni someterse
a sus Tiranos. El derecho a ser Gobernado en Justicia y Libertad viene con el
Deber de Levantarse contra quienes usan los Poderes Establecidos para
edificarse una Tiranía.
La Grandeza del Nacimiento de los Estados Unidos de
América procede de este Deber elevado a Declaración Constitucional. Su Anulación
por los Tiranos en proceso de Edificación de su Orden Nacional y Mundial obliga
a Revolución. Y en toda Revolución corre la sangre. Pero esta Necesidad es
superior a su efecto. Y Siendo Dios quien se levanta contra quienes usan lo que
El crea para crearle a su Pueblo un infierno, el Hombre y la Nación que no se
levantan contra su Enemigo se condenan a vivir en ese infierno, del que sólo se
verán libres por la destrucción.
En el caso de la Reforma la sucesión de Acontecimientos
determinantes del efecto Final, la Guerra Mundial Europea de los 30 Años, su
preparación la vemos en los siglos inmediatamente anteriores, especialmente
desde el año 1000 de nuestra Era. La victoria del Cisma de Oriente en el 1054
hubiera debido despertar a todos los obispos y ponerlos al corriente de la
Profecía de su Señor.
Era más fácil echarse a dormir.
Alemania se niega a sí misma. Se entiende. Quien sirvió
con tanta fidelidad, y tantas veces al Diablo, se entiende que quiera enterrar
su nacimiento en el olvido.
Alemania nació el día en que Carlo Magno dividió su
Imperio en dos Naciones, Francia y Alemania, que cuales Caín y Abel
registrarían a lo largo de los próximos siglos una guerra fratricida que
duraría hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Quién fue Caín quién
fue Abel se ve de los acontecimientos. No que Francia fuera santa, a pesar de
ser Cristianísimo su Reino. Ni que Alemania fuera Malignísima en sus comienzos.
El final demuestra que sí, que la parte de Caín le tocó a
Alemania.
Desde su inicio como Nación, Alemania intentó hacer de la
Iglesia Católica su Concubina Imperial. La Guerra de las Investiduras la perdió
Alemania. Dios levantó a un Siervo suyo, Gregorio VII, para decirle al
emperador alemán “Vade Retro Satanás”.
Los siglos pone a cada cual en su sitio. Lo que Enrique
IV no pudo con todos sus ejércitos lo pudo un Cobarde que metido a Fraile puso
las iglesias de Alemania a los pies de los poderes públicos.
El ejemplo se corrió como la pólvora y el sueño de Satán,
ser Anticristo coronado sobre toda la Tierra, se hizo. Bueno, al menos sobre
aquellas Islas, en otros tiempos llamadas Felices. Para realizarlo en su
plenitud tendría que derribar los dos Pilares Fundamentales de la Iglesia
Católica, España y Francia.
Ya conocemos la Historia. No vamos a repetirnos. Los
Estados Unidos de América se levantaron contra el Sueño Británico y su Imperio
tuvo que conformarse con ser un Imperio de Ladrones expoliando, de seres
humanos y recursos metálicos, todas las tierras donde sus plantas pusieron sus
zapatos imperiales.
Nadie pues es predestinado al Mal sino el que ama el Mal
y se entrega libremente al Maligno a cambio de las 30 Monedas de plata del
Poder. El Deber de todo hijo de Dios es levantarse contra toda Tiranía y no
permitir que el Monstruo crezca hasta hacer necesaria la Guerra Civil.
SÉPTIMAPARTEVADE RETRO SATANÁSCRYS5/6/20
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