CRISTO RAUL DE YAVÉ Y SIÓN |
LA BIBLIA SOLARespuesta de un hijo de Dios a la Declaración de Guerra de Westminster contra la Unidad de la Plenitud de las Naciones Cristianas
QUINTA PARTE
EL ESPÍRITU DE LA VERDAD
1
EL HOMBRE
La verdad es independiente de las circunstancias que la
rodean. Subiese o no subiese a la Cruz, la Verdad no podía ser cambiada, ni
tocada, ni alterada, ni negada: El Hijo Primogénito y Unigénito de Dios
se llama Jesucristo. Este Jesucristo es quien con su Topoderosa Palabra hizo la Luz, el Firmamento, las aguas, le dio forma los Cielos, bendijo
toda vida sobre la faz de la Tierra, y finalmente invitó a todos sus hermanos,
ninguno de este mundo, a formar al Hombre a imagen y semejanza de los hijos de
Dios. Que este Jesús subiera o no subiera a la Cruz era intrascendente en el
orden de su verdadera Naturaleza Divina. Esta Verdad era antes de Nacer y lo es
por la Eternidad. Que un hombre, una nación, un mundo o incluso la creación
entera volviéndose loca negase esta Verdad, esta Verdad es un Hecho. Y los
Hechos no se pueden alterar. Que nosotros seamos hombres se debe al hecho de la
Naturaleza Humana y esta Verdad no depende de una convención asamblearia que a
fuego y espada impone su ley. EL hecho lo determina la Verdad. Que Jesucristo
sea el Hijo de Dios es un Hecho que no depende de una asamblea de divinos
conjurados para imponer su visión del Héroe de los Evangelios. Este hecho se
basa en la Verdad de ser Dios su Padre, quien engendró a su Igual, este Hijo,
en su Naturaleza Increada. Somos humanos porque nuestros padres fueron humanos.
Teniendo a Dios por Padre ese Hijo es Dios. Este hecho no lo cambia nadie
porque la verdad es eterna y no depende de acciones externas.
Es a este Verdad que debemos remitirnos al poner las
palabras de los hombres en la balanza de nuestra inteligencia. Las
circunstancias pueden justificar el crimen de Caín por su ignorancia sobre la
Naturaleza de la Promesa Divina de elegir a uno de los hijos de Eva para Vengar
la muerte de su padre Adán y recoger la corona que le robó su asesino. Pero
esta ignorancia no cambia el Hecho del Crimen. El juez puede atenuar la Pena
debida al Delito en razón de la fuerza mayor de haber sido el Fratricida
víctima de una Fuerza Mayor, pero la Justicia no puede hacer de esta Ignorancia
tótem para anular la sentencia estipulada por la Ley. El Hecho existe. La
Verdad también. Le corresponde al Juez, en este caso al Juicio Crítico,
determinar la Verdad en el Origen del Hecho. La Verdad es anterior al hecho. El
Héroe de los Evangelios no deviene Dios y Señor Nuestro como beneficio de su
Cruz. Era Dios y Señor Nuestro antes de su Encarnación. Al recibir un de
su Padre un Nombre Nuevo, Cristo, el Hecho adquiere una Nueva Gloria :
Jesucristo es Dios, Señor y Padre Nuestro. A Él debemos por consiguiente mirar
y desde su ojos de su Inteligencia ver todo lo que existe y las
circunstancias que lo mueven. Si esta Unidad de Espíritu no existe el valor de
las palabras de los hombres se ajusta a las circunstancias y no a la Verdad.
Pero la Verdad es Todo. Que nosotros seamos hijos de Dios depende de la Verdad.
Si Nuestro Padre no es Dios entonces el Hecho de nuestra Filiación no existe.
Si por el contrario somos verdaderos hijos de Dios este Hecho viene determinado
por la Verdad del Hecho ser Jesucristo nuestro Padre, Señor y Dios. Y
siéndolos, hijos de Dios, es el Espíritu de la Verdad, es decir, su Espíritu el
que nos abstrae del Siglo a fin de que la Mirada de nuestro Pensamiento se
centre en la verdad origen de los actos del hombre.
Las Palabras determinan las acciones cuya suma crean los
acontecimientos. A su vez la Historia es la suma de una multitud de
acontecimientos en acción sobre un mismo espacio-tiempo. Dejarse arrastrar por
este movimiento de aguas turbulentas que anegan los siglos y dirigen la
barca de las naciones a costas siempre desconocidas, aunque siempre en el
horizonte, es un ejercicio de voluntad al alcance de nuestra mano. Las
fuerzas que mueven estas aguas actúan desde las profundidades de los siglos.
Dominarlas es apartarse de ellas. Navegar hacia aguas abiertas a la luz
de un firmamento limpio significa abandonar esas corrientes muertas que se
mueven ciegas y golpean el casco de nuestra civilización con la naturalidad con
la que las tormentas traen y llevan lluvias de los océanos a los continentes y
los volcanes liberan un calor que de ser almacenado reventarían la litosfera.
Tenemos pues que dejar de ser animales y comenzar a ser hijos de Dios. Creados
a su Imagen y Semejanza nuestra inteligencia tiende a mirar lo universal por
razón de quien es nuestro origen, Dios.
Desde este Hecho las palabras quedan desnudas y podemos
ver lo que encierran.
Hasta este capítulo se ha visto un Detalle. EL Nombre de
Jesucristo por la Asamblea de los Divinos ni un sola vez. Un Lapsus tonto.
Lapsus que en el Diablo lo entenderíamos sin más. No habría necesidad de decir
nada. ¡Cómo justificar que esta Asamblea de Divinos borre de su Mano, de su
Alma, de su Mente, de su Corazón, de su Boca el Nombre en quien toda la
Creación tiene su ser! Del Espíritu Santo tienen la boca llena. Y se entiende,
afirman tenerlo en el cuerpo. Son Divinos porque tienen el Espíritu Santo.
Cristo, el Señor Jesús, son la referencia. Pero Jesucristo, el Nombre en el que
Dios Padre tiene toda su Gloria y en el Amor a ese Hijo Suyo, Jesucristo,
tienen su Felicidad Perfecta, este Nombre no lo pronuncian, siguen la regla del
Diablo. Y uno se pregunta ¿por qué sería? Jesucristo, Dios, Señor, y Padre
Nuestro, ¿no se merece una pulgada de espacio en esta Confesión de Sabios que
alzándose a la Divinidad quitan a Dios y por la Autoridad que viene del
Terror destierran de su Confesión el Nombre ante el que toda la Casa de
Dios se abraza?
No importa. ¿Qué es la Verdad?
Ahora mismo nos la dicen:
“A quienes Dios llama eficazmente, también los justifica
gratuitamente: no mediante la infusión de justicia en ellos, sino que les
perdona sus pecados, y cuenta y acepta sus personas como justas, mas no por
algo obrado en o hecho por ellos, sino solamente por causa de Cristo; tampoco
les imputa la fe misma, ni el acto de creer o alguna otra obediencia evangélica
como su justicia, sino que les imputa la obediencia y satisfacción de Cristo,
recibiendo ellos a Cristo y descansando en Él y en su justicia mediante la fe,
la cual no la tienen de ellos mismos, pues es don de Dios”.
¡Cómo no inclinarse ante esta omnisciente sabiduría
infusa!
¿Qué lenguaje es este? ¿El Fruto no lleva la naturaleza
del árbol? ¿Puede hablar un santo la lengua de los demonios? O viceversa.
¿puede un diablo expresarse como un apóstol?
Dice :
“A quienes Dios llama eficazmente…”
O sea, confiesa el firmante, que la Redención fue
una farsa y los apóstoles unos farsantes, de donde se infiere que Jesucristo
fue Falso, porque muriendo por todos los hombres, cargando con todos los
pecados del Mundo a la Cruz, donde los enterró con su Muerte, a fin de que por
el Amor a su Nombre todos los crímenes y pecados cometidos hasta entonces por
cada hombre quedasen borrados y todo hombre resucitase a la vida de un hijo de
Dios, esta Universalidad de la Redención, según esta Asamblea de dioses, fue un
engaño. Mera política divina. A la hora de los hechos es el propio Dios quien
deshoja la margarita y se ríe en las barbas de todos los tontos diciendo Tú,
sí; tú, no; tú al Cielo, tú al Infierno. Pero claro, como ese “Tú, al cielo”
son ellos, a quien le toca “Y tu al infierno” que se pudra. No, mejor aún, hay
que ayudarle a irse. “Kill’em all”,
que los cuelguen a todos.
Aunque claro, si Dios llama a unos pocos
eficazmente será porque su eficacia no es tan omnipotente después de todo.
El lenguaje con el que se expresa en el resto de la
sentencia queda tan lejos del Espíritu Santo como lo está el Cielo del
Infierno.
La necesidad de escribir lo que los siglos venían
repitiendo de manera tal que pueblos altamente brutalizados creyesen escuchar
campanas celestes y de la boca de os demonios coros de ángeles, puso en un
lenguaje vil y bastardo lo que los Apóstoles y los Padres de la Iglesia
escribieron y predicaron con voces de quien tienen en Dios su Maestro. Que la
Redención es Obra y Gracia de Cristo únicamente un bruto puede traducir a
idioma de una bestia de manera que parezca que ni Santo Tomás ni San Agustín
oyeron jamás semejante Confesión apta sólo para dioses. Y no la oyeron porque
desde antes de la creación del mismo Cosmos ya había predestinado Dios al
pueblo Británico a sentarse a su Diestra, apartando a Jesucristo del trono que
le correspondía a su Madrina, la Virgen Reina que en sus 39 Artículos ya sentó
estas bases impías. Cromwell quito al rey y los Divinos cerraron filas para
ocupar el Trono de Jesucristo.
Las máscaras fuera, insisten:
“La fe, que de este modo recibe a Cristo y descansa en Él
y en su justicia, es el único instrumento de justificación. Sin embargo, la fe
no está sola en la persona justificada, sino que siempre está acompañada de
todas las otras gracias salvadoras, y no es una fe muerta, sino que obra por
amor”.
Esta sabiduría
infusa de los Divinos tampoco la conocieron los Padres de la Teología, ni
Católicos ni Ortodoxos. Al parecer de estos “seres divinos” cuando los
Apóstoles subieron a los Cielos los Papas perversos y todos los obispos
malignos con sus Sabios y Santos demoníacos, enterraron esta Doctrina en las
arenas de los siglos, de donde fue a rescatarla ese Glorioso Rey Rey Inglés, Enrique VIII, dios en la Tierra, cuya Divinidad
fue traspasada a su Hija la Virgen Reina Madre de los Divinos.
Nunca ni los Orígenes, ni los Ambrosios, ni los Crisóstomos, ni los Jerónimos, ni los Tomases oyeron jamás
esta Gracia que con su Sangre conquistó para todos los hombres
Jesucristo. Que unos rechazan y otros abrazamos con toda nuestra alma. Y todos
conservamos la esperanza de que todos la abracen y vengan al reino de Dios. Más
allá cada uno con su cabeza. La Sabiduría de nuestro Dios, Señor y Padre es
Inmutable : “¿De qué te vale ganar el mundo si pierdes tu alma?”
La maravilla no es que los lobos aúllen, ni que las
serpientes repten. La maravilla que nos abre los ojos es cómo entender
que inteligencias tan desarrolladas como las que representan las grandes
universidades Británicas y Americanas lean esto y se pongan aún de rodillas
delante de esta Manipulación cuya Verdad tiene una sola Naturaleza : El terror.
Y es desde este Terror a la Asamblea de Divinos que
éstos siguen escribiendo:
“ Por medio de su obediencia y muerte, Cristo canceló
completamente toda la deuda de todos aquellos que son justificados de este
modo, e hizo una adecuada, real y completa satisfacción a la justicia de su
Padre, a favor de ellos. Sin embargo, puesto que por ellos, Cristo fue
entregado por el Padre y su obediencia y satisfacción fueron aceptadas en lugar
de las de ellos, y ambas gratuitamente y no por cosa alguna que haya en ellos;
entonces, su justificación es solamente por pura gracia, para que tanto la
estricta justicia, como la rica gracia de Dios, sean glorificadas en la justificación
de los pecadores.
La Manipulación no consiste en traducir a lenguaje de las
bestias el lenguaje de los hijos de Dios. La Maldad existe en la reducción de
la Redención de Jesucristo a una Raza de Elegidos nacidos para disfrutar del
status de libertad y de riqueza que los diferencia de quienes además de nacer
para ser esclavos y vivir en pobreza, están predestinados desde antes que Dios
creara los Cielos y la Tierra a ser arrojados al Infierno.
¿Tiene algo de extraño que el Diablo no pueda pronunciar
el Nombre de nuestro Jesucristo?
¿Miento?
Leed:
“Dios, desde la eternidad, decretó justificar a todos los
elegidos, y en la plenitud del tiempo, Cristo murió por los pecados de ellos y
resucitó para su justificación. Sin embargo, no son justificados hasta que
Cristo les es realmente aplicado, por el Espíritu Santo, a su debido tiempo”.
El Nazismo de esta Raza de Elegidos es exhalado por la
piel de cada letra de cada palabra de esta frase lapidaria en la que elevándose
ellos al Trono de Dios arrojan a los demás a los pies del trono del Diablo.
Pero hay aún más. Los elegidos son los predestinados sólo y únicamente si se
ponen de rodillas ante los divinos. De aquí que diga : Sin embargo, no son
justificados hasta que Cristo les es realmente aplicado, por el Espíritu Santo,
a su debido tiempo
NO sólo le dicen a Dios que se aparte a su Hijo
Jesucristo de su Isla sino que además le dicen cuándo debe aplicar los
beneficios de la Fe a quienes desde la Eternidad a predestinado a ser siervos
de esta Asamblea de dioses escribiendo sus Artículos con la sangre que mana de
las espadas de los ejércitos de Cromwell.
No existe una Reforma en la Iglesia, no se computa como
reforma en el Cristianismo. Se produce una Rebelión contra Jesucristo. Se le
acusa de no haberle quitado a Pedro su Jefatura tras sus Negaciones. La
Rebelión de las naciones contra Jesucristo se formaliza en la Guerra de los 30
Años. El Edificio creado por Jesucristo es atacado desde dentro. La Iglesia que
El levantó con su Palabra Todopoderosa fue expuesta a maremotos, diluvios,
terremotos, según ya su Padre se lo había mostrado en su Doctrina del reino de
los cielos. ¡Cómo puede ser derribado lo que el Hijo de la Sabiduría levanta!
La cuestión quedaba en el aire : ¿Resistiría esta Obra un terremoto fratricida
interno con notas de genocidio sin misericordia?
Dios le dio a sus hijos de los Cielos ver la Divinidad de
su Unigénito haciéndole la Estrella de la Creación. A sus hijos de la Tierra
verla en el despliegue de Todopoder que sin límites
puso delante de sus ojos. A todos los hombres del Futuro nos ha dado a ver esa
Divinidad en la Invencibilidad de su Esposa, la Iglesia Católica. Atacada sin
descanso externamente por la Muerte superó los primeros Mil años. Romanos,
bárbaros, musulmanes, un diluvio de naciones conjuradas a muerte contra el
Cristianismo se estrelló contra los Muros de Su Reino en la Tierra. Con el
segundo milenio el ataque de destrucción comenzó desde dentro. El Cisma de
Bizancio, la Reforma y el Imperio Otomano ambos conjurados a una para destruir
el Catolicismo. Guerra Mundial Europea, Revoluciones Ideológicas, Guerras
Mundiales, Ateísmo Científico. Mil años de terremotos internos han pasado y el
Edificio levantado por Jesucristo sigue de pie. Quien no quiere ver en El a
Dios es un ciego. Y puede firmar esta nueva sentencia:
“ Dios continúa perdonando los pecados de aquellos que
son justificados; y aunque nunca caigan del estado de justificación, sin
embargo, por sus pecados, pueden caer bajo el desagrado paternal de Dios, quien
no les restaura la luz de su rostro hasta que se humillen, confiesen sus
pecados, imploren su perdón y renueven su fe y arrepentimiento”.
Una vez más la astucia de este lobo hambriento de poder
quita de en medio a Jesucristo y dirige Sus rebaños a su cueva. Jesucristo
confirió al Nuevo Sacerdocio el Poder de perdonar los pecados. ¿por qué no iban
ellos a conferirse entre ellos este Poder?
Conocedor de que el rebaño al que se dirige esta
Confesión es un rebaño de brutos, cierra este artículo diciendo:
“Bajo el Antiguo Testamento, la justificación de los
creyentes era, en todos sus aspectos, una y la misma que la justificación de
los creyentes bajo el Nuevo Testamento”.
Sólo alguien inspirado por el Diablo e instalado en el
Odio a Jesucristo podía y puede repetir y hacer suya esta sentencia. Decir que
la Justicia en la Ley del Viejo Templo y la Ley de la Gracia en el Nuevo Templo
actúan bajo la misma operación de justicia es una rebelión abierta contra el
Hijo de Dios, ergo: contra Dios Padre. Creer que vive en el Espíritu Santo
quienes se alzan contra Dios y su Hijo, aun para un bruto es mucho creer.
2
HIJO DE DIOS
La Creación en cuanto Acto de Revolución, en razón del
cual dice Dios de Sí Mismo, “Yo fui formado y no habrá otro después de Mí”,
determinó el Traspaso del Origen del Movimiento en el Cosmos de las Manos de la
Sabiduría Increadora a Sus Manos. Por su Victoria
sobre la Mortalidad, Dios devino una sola Realidad con el Infinito y la
Eternidad.
Espacio, Tiempo y Materia unieron su Entidad a Dios en
Cuanto la Fuente de la Energía del Origen del Nuevo Cosmos, en el que la
Mortalidad, vencida, no tiene cabida.
Este Traspaso de
Origen tuvo su Fuente en el Amor del Ser Divino Increado por la Vida. En este
Principio de Pasión y Amor del Creador por su Creación se basa la Existencia de
todos los seres.
Cuando Calvino, padre del Presbiterianismo y de las
iglesias puritanas, dicen de Dios tener una Voluntad Bipolar, y a unos crea
para ser destruidos y a otros para destruir, sus discípulos acusan a este Dios
Señor de la Sabiduría Increadora, cuya Mano guió la Formación de Dios en la Ciencia de la Creación, de
no tener nada que ver con Jesucristo.
Pero nosotros leemos todo lo contrario, y sólo quienes se
sacan los ojos voluntariamente y les sacan los ojos a sus hijos para que no
vean lo que es evidente, nosotros leemos con los ojos de nuestra Cara la
Declaración de la Unidad Eterna entre Jesucristo y Dios cuando Él dice “El que
me ve a mí, ve al Padre”.
Viendo al Creador en Jesucristo, y de lo que se ve se
comprende, al menos quien tiene inteligencia, no que los brutos puedan,
la Acusación contra Dios es un boomerang que se revuelve contra la cabeza
de quienes para defender sus crímenes y sus genocidios acusan al Creador de ser
al mismo tiempo ángel y demonio.
Inútil perderse en largas frases y dialécticas cuando
tenemos al Padre en el rostro de Jesucristo, y de lo que leemos podemos
comprender lo que existe.
Las preguntas son estrellas saliendo disparadas de una
galaxia de inteligencia en expansión. Las respuestas están en la Lectura.
La conclusión es firme: ¿Quién volverá a acusar a Jesucristo de ser mitad ángel
mitad demonio?
Quien acusa a Dios de Crear para destruir parte de su
Creación acusa a Jesucristo de ser ese Ser Maligno que desde Antes del
Principio de la Creación conoce a quien va a regalarle el Cielo y a quienes va
darle por futuro el infierno.
Nadie, sino un verdadero bruto, puede sostener esta
Acusación contra Dios teniendo delante a Jesucristo si no es prestándole su Voz
a su Enemigo.
Siempre se puede rechazar la Palabra de Jesucristo y
acusar a la Iglesia Católica de haberse inventado esta Declaración de Unidad
Eterna entre Jesucristo y Dios, Señor de la Eternidad y del Infinito, Creador
del Nuevo Cosmos, que nos presenta su Verdadero y único Rostro en el de su
Hijo.
El problema es que para defenderse de la Acusación contra
Jesucristo y Dios llamando a la Iglesia Católica una Farsante, manipuladora de
la Biblia, en la que incluye esta Declaración por las que Jesucristo se Declara
el Igual de Dios; el problema es que el Texto Original escrito por los
Evangelistas y preservado para todas las iglesias y naciones por la Iglesia
Católica, ese Texto Original existe. Y en ese Texto Original se lee esta
declaración de Unidad entre Dios y Jesucristo.
Sin ir más lejos los Judíos se escandalizaron al oír esta
Declaración. El hecho de declararse Jesucristo el Igual al Dios Creador fue la
base de la Sentencia a Muerte de Jerusalén.
“Quien ve al Hijo ve al Padre”, revela que hay un solo
Dios y Dos Personas de la Misma Naturaleza.
Quien ve a Jesucristo ve a Dios, Padre e Hijo. ¿Cómo
entonces acusar a Dios de ser mitad demonio mitad ángel teniéndole delante?
El Acto de la Creación de la Vida es, como nos lo
revelaron los Apóstoles y sus Discípulos los Obispos, una Llamada de Dios al
Universo para llenar el Nuevo Cosmos, que Dios transforma en su Paraíso, de
toda suerte de seres. No existe en su Corazón ni una partícula infinitesimal de
Sentido de Destrucción. La Creación es Universal y absolutamente todas las
criaturas son dadas a luz para vivir por la Eternidad en el Paraíso de su
Creador. Esta es la Doctrina de Jesucristo, que enciende el espíritu de los
Apóstoles e incendia el Mundo Romano hasta su Conquista por la Iglesia.
Es esta Visión en Jesucristo de Dios Padre, Señor de la Sabiduría Increadora, que revoluciona al Mundo Romano y al
Bautizarse según el Sacramento Católico se prepara para el Día Después de su
Caída.
La Acusación de Calvino contra Dios Padre justifica al
Diablo y condena a Jesucristo por Mentiroso al hacerse Igual a Dios, y decir
que viéndole a Él vemos a Dios.
“¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, Pedro, y aún
no me habéis visto?”.
La Adopción de esta Acusación Maligna, ser Jesucristo un
Mentiroso, adoptada por Escocia e Inglaterra las conduce a la Guerra Civil y a
declararle la Guerra a la Europa Católica de cuya tierra surgieran los Nuevos
Apóstoles que de la Mano de Gregorio Magno cruzaron el Canal para conquistarle
a su Señor y Rey, Jesucristo, un Nuevo Pueblo.
Pero seguir escarbando en esta tumba es desenterrar
huesos a la espera del Juicio de este Jesucristo que los levantará para que le
repitan a la cara que Él es un Mentiroso, que quien le ve a Él no ve al Padre.
Si pues en Jesucristo no existe aquél “dios oculto” de la
rebelión Luterana y Calvinista origen de la iglesia anglicana, madre de la
Presbiteriana y de la Puritana, la Acusación de esta Asamblea de los Divinos
contra Dios, al que acusan de Predestinar desde Antes de la Creación de los
Cielos y de la Tierra a unos para el Paraíso y a otros para el Infierno, es una
Acusación que pesa sobre sus cabezas y sobre la de todo el que la abraza;
quienes no adjuran de esta Acusación y regresan a la Obediencia de la Unidad de
Espíritu entre todas las naciones cristianas, se abraza al Diablo.
Que Dios predestina a unos para hacer un trabajo, ¿quién
lo duda?
Esta Predestinación se entiende como el padre que tiene
muchos hijos y llama a uno para que vaya a hacer un trabajo, y a otro para
hacer otro, y a otros los deja en casa. Esta Predestinación actúa siempre en el
espíritu jesucristiano.
Dios no envía a sus hijos para su destrucción. Y a
quienes Él envía Él mismo dota de toda la fuerza necesaria para cumplir su
trabajo. Más grande es ese trabajo más poderosas son las herramientas que le
otorga a sus hijos. Es lo que vimos en el hijo del Hombre y después en sus
Apóstoles. Según el trabajo así las herramientas; según el fin, así los medios
que Dios pone a disposición de sus hijos. Pero en fin, esta es doctrina
apostólica, según la cual Dios predestina en esta razón. El trabajo a hacer
Dios lo anticipa y en esta razón engendra en el hombre a quien ha de
realizarlo.
Cualquier pensamiento más allá de esta Doctrina que el
Hijo de Dios encarna es un pensamiento que va del error a la rebelión y de la
rebelión a la locura del que para justificar su ignorancia se atreve a defender
al Diablo acusando a Dios de ser el Autor Intelectual del Acontecimiento de la
Caída.
Dios no predestina al Homicidio. Lo vemos en
Jesucristo. Prefiere morir a matar. Para que esta elección no se debilite Dios
engendra desde el seno para que las fuerzas no flaqueen y el trabajo para el
que se ha nacido, se realice.
La Predestinación es un Acto Particular de Dios sujeto a
un trabajo individual específico. Dios no predestina para tocarse la barriga.
Lo vemos en los Profetas. Desde el punto de vista del placer la vida de ellos
es la vida de un miserable. Siempre expuestos a la ira del Poder.
Los Apóstoles viven esta misma Predestinación Exclusiva.
Y son dotados de la fuerza viva que los conducirá a la ira del Poder.
De donde se ve que no existe una Predestinación al
Homicidio. Ni existe una Predestinación Masiva sino en el seno de la Creación
Universal, y ésta Llamada Universal en el seno de la Naturaleza Jesucristiana, que abre su Corazón a todo el mundo, sin
excepción.
La Predestinación en el Sentido Apostólico es un Acto
Individual de la naturaleza del padre que manda a un hijo a hacer el trabajo
para el que está capacitado mejor que sus hermanos, sin que esta elección
suponga en absoluto un desprecio a sus hermanos.
En este Espíritu Jesucristiano no cabe el sentido de la predestinación acorde a estos “Divinos” discípulos de
Calvino, que, siguiendo en la demencia de quien se atreve a acusar a Dios de
ser el Autor Intelectual de la Caída, dicen:
“ A todos aquellos que son justificados, Dios se digna
en hacer partícipes de la gracia de la adopción en y por su Hijo
Unigénito Jesucristo. Mediante esta gracia, los justificados son
recibidos en el número de los hijos de Dios y gozan de sus libertades y
privilegios, son marcados con el nombre de Cristo y reciben el Espíritu de
adopción, tienen libre acceso al trono de la gracia y son capacitados para
clamar, Abba, Padre. Son compadecidos, protegidos, cuidados y castigados
por Él, como por un Padre, pero nunca son desechados, sino que son sellados
para el día de la redención y heredan las promesas, como herederos de la
salvación eterna”.
Nada nuevo bajo el sol. El Confesor repite lo consabido,
para enseguida aislarse en su Isla de Terror contra el resto del mundo.
Tampoco nada nuevo en el espíritu de las tinieblas. El
Confesor se levanta hasta el Trono de la Gloria de Jesucristo. El Confesor se
sienta en el Trono del Hijo de Dios, se cree Igual a Él.
En su Orgullo Sangriento la Criatura se sienta en el
trono de su Creador. No le basta la Adopción que viene de la fe, sino que
reclama la Igualdad con el Hijo Unigénito de Dios.
Su demencia es fatal. Declara que los hijos de Dios
disfrutan de “libertades y privilegios” sobre los demás Ciudadanos del Reino de
Dios.
Es un bruto, no tiene inteligencia, no entiende que la
Negación de Dios al disfrute de “libertades y privilegios” exclusivas de los
dioses fue la Negación contra la que se rebelaron Satanás y sus hermanos
rebeldes. Esa Negación de Dios, en cuanto Padre, a separar a sus hijos de los
Ciudadanos de su Reino, elevándolos a libertades y privilegios negados a toda
su Creación, esta Negación fue la Causa que determinó la Rebelión contra Dios,
en los Cielos primero y en la Tierra finalmente.
Hay que repetirlo mil veces, si necesario. El Primer
Hombre fue una marioneta en las manos de seres de otros mundos, hijos de Dios,
cierto, pero Ciudadanos de un Reino Universal creado por el Dios de los Cielos
cuya Ley comprende a todos, sin excepción, en el Marco de un derecho Común y
unos Deberes Generales.
Ser hijo de Dios no eleva a una criatura sobre la otra.
El propio Dios Hijo Unigénito, en tanto que Rey, es decir, Ciudadano del Reino
de su Padre, dobló las rodillas ante esa ley por la que la Paz Universal,
establecida sobre la Justicia, hace crecer a todo Ser y lo sostiene para la
vida eterna.
En el Orgullo que nace del aplastamiento sangriento de
todo el que se opone a su pensamiento, el Confesor se une al Diablo en su
“reclamación de disfrute de unas libertades y privilegios que Dios le niega a
todos los Ciudadanos de su reino, incluso al Rey, su Siervo”.
El Confesor engaña a todo el pueblo y reclama, como
recompensa a la adhesión a este Diabólico Manifiesto cuya naturaleza demencial
se esconde tras la Celebración de una “Asamblea de Santos”, unas
libertades y privilegios que Dios negó, niega y negará eternamente.
La Ignorancia salvaje de esta Asamblea de brutos divinos
toca su techo cuando afirma que sus adoradores “son sellados para el día de la
redención y heredan las promesas, como herederos de la salvación eterna”.
Afirma esta Asamblea que la Redención no se ha producido.
En su animalidad bestial declara la predestinación anterior a la Redención, de
manera que haciendo innecesario el Sacrificio del Cordero de Dios, ya operado,
en lógica niega la Misa y la declara un acto satánico.
Lógico. Quien tiene en el Diablo la fuente de su
pensamiento, lógico que declare la Misa un acto diabólico, y niegue la
Redención como Hecho Consumado, hecho que se producirá en el futuro, y entonces
en ese futuro esta Asamblea de Divinos Predestinados al Homicidio en masa
de todos los Cristianos de las Islas, críticos con esta elevación de “los
Divinos” al trono de su rey, serán herederos de las promesas de la Salvación.
Lo cual nos lleva a decir, ¿qué promesas son ésas? Pues
de la Mano de su Iglesia la Promesa de Jesucristo a la Fe es la vida eterna.
¿De qué promesas hablan estas bestias?
¿De qué libertades y privilegios quieren gozar “estos
divinos” que pueda superar a una vida eterna a la luz de la Ley de un reino
cuya Justicia tiene en el Amor del Creador por su Creación su Corazón, su
Fuente, su Estrella?
¿Estaban bien de la cabeza los firmantes?
¿Están bien de la
cabeza quienes se adhieren a esta Declaración de Rebelión contra la Igualdad de
todos los Ciudadanos, con independencia de su situación social en el Reino de
Jesucristo?
¿O no escucharon lo que está escrito?: “Mi Reino no es de
este Mundo”.
En Su Reino no hay libertades exclusivas ni privilegios
particulares. Todos, por Derecho de Creación, somos hijos de Dios, y todos, sin
excepción, disfrutamos de las mismas libertades en el Marco del Derecho
Universal, en el que Privilegios de un Ciudadano sobre los demás no tiene
cabida.
Quienes se declaran Divinos debieran saber esto. Pero
quienes viendo a Jesucristo no ven a Dios, es natural que busquen en el Diablo
la imagen de su padre. De donde debiera cada cual buscar en este
Jesucristo qué ven de Mal y en qué pueden acusarle de ser un depravado demonio
que eligió a sus Discípulos para predestinarlos al Martirio.
Desde la mentalidad del Diablo, abierta a Calvino y sus
discípulos, la Predestinación Jesucristiana Apostólica pudiera compararse a la Caída.
Confiaban los Elegidos por Jesucristo en ser los
ministros del rey hijo de David, siguieron al Mesías como los Héroes que
acompañan a David a su trono, y cuando fueron a recoger las mieles de la gloria
soñada se encontraron en las bocas de los leones, a la vanguardia de un pueblo
inocente entregado al matadero.
En definitiva es lo que vino a suceder en el
Acontecimiento de la Caída. El primer reino que surge en la Historia avanza
hacia una Civilización Mundial que abrazará a todas las familias de la Tierra.
No hay nubes en el horizonte. El Futuro es brillante. El Paraíso extenderá a
las Cuatro Regiones su Ley. Gloria bendita es lo que le espera a la Casa del
rey.
De repente el firmamento se viste de negro. El rey es
llevado al calvario como un criminal más. El Elegido es sentenciado a muerte
como un traidor más. Las tinieblas cubren el mundo. El sueño se hace pesadilla.
Ya es demasiado tarde para echarse atrás. ¿Qué pasará
ahora? La cuestión ronda sus mentes. Lo saben, Dios los ha predestinado para
seguir a su Maestro a la Cruz. ¿Irán o no irán?
Aquí nace el pensamiento sobre la Predestinación. ¿Quién
quiere ser predestinado?
Los Profetas mueren y llevan vidas miserables. Los
Apóstoles viven con la Cruz. No vemos que Dios predestine a nadie para matar a
su hermano, ni para acometer el genocidio de sus vecinos. Cuando Dios
predestina lo hace al Calvario, a un camino largo y estrecho que nadie excepto
al que Él ha predestinado desde el seno de sus padres puede soñar con sufrir,
Vencer y levantarse como Vencedor.
Dios no predestina al Diablo a Traicionarle. Satán se
predestina a sí mismo al Homicidio Universal desde el momento que se levanta
contra la Ley del Creador: “NO declararás la guerra contra tu hermano. NO le
mentirás. No lo engañarás. No lo envidiarás. No cometerás falso testimonio…”.
No es la Ley de Moisés, es la Ley del Creador para toda su Creación, que, articulada
como Reino, hace de todos los Pueblos sus Ciudadanos.
NO hay libertades y privilegios para nadie que no sean
las libertades y los privilegios que vienen del Derecho Universal.
El Derecho de Creación es restaurado por la fe en
Jesucristo y deviniendo Ciudadanos de su reino disfrutamos de los Derechos
Divinos a la Libertad, a la Paz, a la Vida eterna. ¡Qué más puede pedir su
Creación!
¿Sentarse en el Trono de la Gloria del Rey?
Esta es la Envidia que movió a Satán, querer sentarse en
el trono de Jesús.
Que cada cual se juzgue a sí mismo. El que se sujete a
ser juzgado, que tiemble.
El juicio de Dios sobre todos los que siguen a Calvino,
sea desde el Presbiterianismo o el del Anglicanismo o el del Puritanismo, que
acusan de Predestinación Bibolar Maligna a Dios
es: “Destierro Eterno de su Reino y Creación”.
Reconocer el error no es permanecer en la posición
conquistada sobre la sangre de los hermanos. Ha querido Dios que su
Misericordia sea efectiva en la Unificación de todas las iglesias en el Árbol
de la Vida, cuyo Tronco es la Iglesia Católica.
La Iglesia es la Viña, Dios es el Viñador. Este ya tiene
en su mano el hacha con el que cortar las ramas muertas.
Cada cual elije su predestinación, quien para la Vida,
quien para la Muerte.
Dios llama, El no Predestina sino a quien le sirve de
Voz.
3
LA SANTIFICACION
Todos y cada uno de los hombres y mujeres que
participaron en la Reformas, sean Papas Pornócratas,
por cuyas culpas fue deshonrado el Nombre de Jesucristo, sean reyes
perpetradores de homicidios en serie, sean teólogos llamando a la guerra de
exterminio de los cristianos de siempre, sean militares genocidas, todos sin
excepción habrán de responder delante del Juez al que despreciaron y cuyo
Nombre mancharon con sus guerras, sus prostituciones y sus demenciales
pensamientos.
Pero si hay algo que maravilla y es causa suficiente para
levantar todo un monumento a la ciencia del comportamiento psicopático del
pensamiento religioso es este artículo SOBRE LA SANTIDAD en el que hombres que
llevaban medio siglo devorándose entre ellos se atrevieron a llevar su desvergüenza,
su hipocresía y su desprecio contra el mismo Jesucristo, contra el que
escribieron un artículo pidiendo la Abolición de arrodillarse ante su Nombre.
Cosa curiosa en verdad la Historia de la Revolución
Religiosa Inglesa.
Igualmente de curioso es el método de los Historiadores.
Aquellos que vencen escriben la Historia acorde a
sus intereses, ocultando sus crímenes en el mérito que supone matar a quienes
les pidieron a gritos ser asesinados. Los Verdugos se erigen en la Vara del
Poder Divino.
Pero la Historia acaba liberándose de las mazmorras en
las que los reyes y sus adoradores la encierran y la Verdad sale a luz para la
vergüenza y humillación de quienes llevaron su demencia asesina al punto de
santificar sus manos metiéndolas en el plato de Pilatos.
La Historia de los siglos Siglo XVI y XVII Inglés fue un
Orgía fratricida que quisieron ocultar las Escuelas de Historiadores Oficiales
del Reino Unido en categorías religiosas como si por ser Católico el Inglés
perdiese ipso facto la Sangre de sus antepasados. Matar a Católicos no era un
acto fratricida. Cuando luego los Católicos abrieron la veda de la venganza sí
eran Ingleses los que morían. Cuando los Anglicanos recogieron el hacha de la
Sangre contra Católicos y Anabaptistas, y los Presbiterianos contra los
Anglicanos y los Católicos, y más tarde Puritanos contra todos, parece que no
fueron los Ingleses quienes fueron masacrados una vez y otra por sus propios
hermanos.
Debemos reconocer en el Historiador inglés una virtud. Su
escuela ha marcado época por ser capaz de borrar de la Memoria del Reino Unido
sus Crónicas Fratricidas y saber presentar sus Genocidios como Odiseas Divinas.
Pocas Escuelas de Historiadores pueden jactarse de haber alcanzado tal
técnica de lavado de cerebro Nacional.
Pero como digo la Historia está ahí para ser leída. Las
Revolución de la Comunicación a través de Internet ha desbloqueado el acceso a
la Memoria de las Naciones. La lectura de la Memoria de Inglaterra desde
Enrique VIII hasta la muerte de Carlos I es una maravilla de manipulación
grotesca. La verdadera naturaleza de aquellas hordas religiosas asesinas que
Enrique VIII desató en las Islas Británicas se ve en la elección que
tantos hicieron de preferir el destierro voluntario al otro lado del Océano a
seguir sufriendo el infierno en que la Inglaterra de la Reforma se había
convertido.
La maravilla reside en el fenómeno de transformación de
un Siglo de Terror Fratricida en Leyenda Épica.
Al final uno se pregunta. ¿Y todo por qué?
La respuesta es clásica: Todo por una mujer.
Aquel asesino en serie que mataba reinas para culpar de
su demencia sifilítica a sus víctimas no fue lo bastante hombre para ser
un feliz divorciado. Su demencia asesina se corrió como la pólvora y el pueblo
Británico hizo bueno el dicho: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza”, de manera que quitando a Jesucristo como Modelo y poniendo a
un siervo del Diablo, las famosas crónicas de la Revolución Religiosa Inglesa
acabaron siendo las hazañas bélicas de hordas de caínes hambrientas de carne y sangre de Abel, sus hermanos. La confesión no era
importante, lo importante era la orgía fratricida.
Un siglo de persecuciones constante entre Ingleses de
nacimiento y cuna, cuyos padres remontaban sus orígenes cristianos a
siglos, trajo a Westminster una Asamblea de pseudoteólogos con los vestidos
cubiertos de sangre, para hablar de santidad. Alucinemos:
“Los que son eficazmente llamados y regenerados, al tener
un nuevo corazón y un nuevo espíritu creado en ellos, son además
santificados real y personalmente, en virtud de la muerte y resurrección de
Cristo, por su Palabra y su Espíritu que mora en ellos: el dominio de todo el
cuerpo de pecado es destruido, y los diversos deseos de éste son debilitados y
mortificados más y más. Así, los santificados son vivificados y fortalecidos
más y más en todas las gracias salvíficas, para la práctica de la verdadera
santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Esta santificación abarca cada parte de la persona
total; pero es incompleta en esta vida, pues aún quedan algunos
remanentes de corrupción en cada una de sus partes; de donde surge una
guerra continua e irreconciliable: los deseos de la carne contra el
Espíritu, y el Espíritu contra la carne.
En dicha guerra, aunque los restos de la corrupción
prevalezcan mucho por algún tiempo; sin embargo, la parte regenerada
vence, mediante el continuo suministro de la fuerza del Espíritu
santificador de Cristo; de manera que los santos crecen en gracia,
perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.
¿No es alucinante que la santificación se base en el
número de crímenes que en Nombre de la Iglesia Nacional se realice sobre la
sangre de los hermanos?
Venían de devorarse entre ellos. El más santo de entre
ellos era el que más carne humana había devorado y más sangre inglesa había
bebido.
El Celo por la Religión se manifestaba sobre el crimen
fratricida. Expertos hipócritas escudaban sus delitos en la santidad que
procede de ese celo por la Religión de la Isla que ordenaba la muerte de todos
los en un momento dado enemigos de los que en ese momento dado se subían al
trono de la gloria. Y éstos asesinos de sus hermanos, con el traje chorreando
de sangre, la sangre de sus hermanos aun fresca, se atrevían a hablar de
Santidad en nombre de la religión nacional.
“Los que son eficazmente llamados y regenerados…” dicen.
Según esto la Llamada de Dios a la Fe es todopoderosa a medias. No es
plenamente eficaz. La eficacia de la llamada Divina es relativa. Su eficacia
depende del hombre. No es Gracia Divina. No es el Todopoder de quien llama la que la hace “Eficaz”, es la respuesta del hombre la que
tiene misericordia de Dios y la hace “eficaz” para que no resulte impotente su
Verbo.
Eficacia que, de todas formas, “es incompleta en esta
vida”. De donde se ve que sólo será completa, en opinión de estos Caínes consumados, cuando todos los Abeles sean extirpados. En esta vida esto es imposible. Reconoce el Confesor. En la
otra vida esta santificación que procede de la eliminación universal absoluta
de los herejes católicos y demás especies cristianas será completa.
¿Pero de verdad tan bruta es la inteligencia
presbiteriana para permanecer impotente y arrodillarse ante quien les
prohibieron arrodillarse, Jesucristo?
Ciertamente maravilla estas congregaciones
presbiteriana en las que todos permanecen sentados y ninguno jamás se arrodilla
ante el Rey de los Cielos y Señor del Universo, Jesucristo.
La respuesta está aquí:
In
the worship of the Church the usual objections of the Puritan party were put
forward. The sign of the Cross was not to be made in the service for Holy
Baptism. The reverence at the Name of Jesus was not to be enjoined.
Estas dos medidas esencialísimas, sin las que no existe
el Cristiano, ni la Iglesia: Bautizar en el Nombre de la Cruz y doblar las
Rodillas ante el Rey de los Cielos, (entre otras tan anticristianas como
estas dos), les fueron presentadas a Jacobo I. Tras la Guerra Civil, la
religión triunfante de Cromwell bautiza no en el Nombre de la Cruz, y abole la
Adoración del Nombre de Jesús. Las iglesias presbiterianas trasplantadas a las Américas
continuaron aquella Actitud Anticristiana en la que se descubre, según tales
discípulos del Maligno, la santidad de los santos.
Y estos hipócritas hablan de Santidad en el Artículo
Trece de esta Confesión.
Aborrecen la Cruz, Origen del Cristiano, y prohíben la
veneración del Nombre del Hijo de Dios, Jesucristo, en quien vive el Espíritu
Santo. Y maravilla de maravillas, se declaran más cristianos que Cristo.
La Santidad de la que hablaron estos “divinos” y la
Santidad a la que llama Dios cuando dice: ¡”Sed santos porque yo soy santo”,
son dos mundos tan diferentes como el Cielo lo es del Infierno.
¿Necesario decir algo más sobre el origen de este
Capítulo 13?
Veamos el siguiente:
4
LA FE SALVADORA
“La gracia de la fe, por medio de la cual los elegidos
son capacitados para creer para la salvación de sus almas, es la obra del
Espíritu de Cristo en sus corazones, y es ordinariamente efectuada por el
ministerio de la Palabra. Por la cual también y por la administración de los
sacramentos y la oración, la gracia de la fe es incrementada y fortalecida.
Mediante esta fe el cristiano cree que es verdadero todo
lo que está revelado en la Palabra, por la autoridad de Dios mismo que habla en
ella; y actúa en forma diferente según lo que contiene cada pasaje en
particular, produciendo obediencia a sus mandamientos, temblor ante sus
amenazas, aceptación de las promesas de Dios para esta vida y para la venidera.
Pero los principales actos de la fe salvadora son: aceptar, recibir, y
descansar solamente en Cristo para la justificación, santificación y vida
eterna, en virtud del pacto de gracia.
Esta fe es diferente en grados, o débil o fuerte. Puede
ser atacada y debilitada con frecuencia y de muchas maneras, pero
obtiene la victoria; y en muchos, crece hasta la obtención de una
completa seguridad a través de Cristo, quien es el autor y consumador
de la fe”.
Y digo yo: Pues si la Palabra de Dios es Verdadera, ¿cómo
se niega la Voluntad del Padre que es que el Hijo sea adorado como lo es Dios?:
“El que no adora al Hijo no adora al Padre”.
¿Y cómo lo adorará quien prohíbe inclinando sus rodillas
ante la Majestad Divina de Jesucristo la veneración de su Nombre?
El hipócrita es aquel que manda hacer lo que dice
pero él no hace lo que manda hacer a los otros. Éste en concreto manda
creer en la Palabra de Dios y sin embargo se niega a doblar sus rodillas ante
el Hijo de Dios, Nuestro Rey Sempiterno, a quien su Padre le ha dado el Poder
Absoluto sobre la Vida de su Creación entera.
El Decreto del Señor del Cosmos está escrito: “Toda
rodilla se doble ante el Rey , mi Hijo Amado”. Decreto del que se entiende que
quien no doble sus rodillas delante de su Hijo no entrará en Su Reino.
Esta Negación es la que ha provocado el Destierro de
quien fuera creado y formado para ser hijo de Dios, y en su Envidia del
Primogénito se negó a someterse a su Corona.
“Nada salva ni nadie tiene salvación sino en el Nombre de
Jesucristo, ante el que toda la Creación dobla sus rodillas” dice Dios. Pero
esta Asamblea de Hipócritas niega la Adoración del Nombre en el que toda
Criatura tiene la vida eterna. De aquí que en el Presbiterianismo nadie doble
sus rodillas ante el Hijo de Dios. Y no haciéndolo ni uno solo, ni más santo ni
menos santo, entrará en el Reino de Dios
Analizar la palabra que sale de la boca de Satanás es un
ejercicio de orgullo conducente a la perdición, y por esto le dice el Hijo
de Dios a Satanás “Vade retro”.
Ejemplo que seguiré al pie de la letra cada vez que el
Diablo invite a analizar lo que delante de Dios es inconfesable.
Maravilla es que un bruto se crea un dios, pero más
maravilla es que toda una nación que se niega a doblar sus rodillas delante del
Dios que con su Todopoderosa Palabra creó la Luz, el Firmamento y todo lo que
viste la Tierra, las doble ante ese bruto.
En el ejercicio de su brutalidad divina, sigue
escribiendo “contra el poder de perdonar los pecados por Jesucristo otorgado a
sus Sacerdotes”
5
EL PECADO CONTRA DIOS
“El arrepentimiento para vida es una gracia evangélica,
cuya doctrina, así como aquella de la fe en Cristo, debe ser predicada
por todo ministro del evangelio. Mediante este arrepentimiento, un
pecador, movido no sólo por la visión y sentimiento del peligro, sino
también por la inmundicia y odiosidad de sus pecados — ya que son contrarios a
la naturaleza santa y justa de la ley de Dios — y al comprender la misericordia
de Dios en Cristo para con los arrepentidos, se entristece a causa de sus
pecados y los aborrece de tal modo que renuncia a todos ellos y se vuelve hacia
Dios, proponiéndose y procurando caminar con Él en todos los caminos de sus
mandamientos. Aunque no se debe confiar en el arrepentimiento, como si fuese
una satisfacción por el pecado, o una causa del perdón de éste, pues el perdón
es un acto de la libre gracia de Dios en Cristo; sin embargo, el
arrepentimiento es de tal necesidad para todos los pecadores, que nadie puede
esperar ser perdonado sin él.
Así como no hay pecado tan pequeño que no merezca la
condenación, de la misma manera, no hay pecado tan grande que pueda traer
condenación sobre aquéllos que se arrepienten verdaderamente. El ser humano no
debe contentarse con un arrepentimiento general, sino que es deber de cada
persona procurar arrepentirse de cada de uno de sus pecados en particular. Así
como todo ser humano está obligado a confesar sus peca-dos a Dios en privado,
orando por el perdón de los mismos; pues, al hacer esto y al apartarse de ellos
hallará misericordia; del mismo modo, el que escandaliza a su hermano o a la
iglesia de Cristo, debe estar dispuesto a declarar su arrepentimiento a quienes
ha ofendido, en público o en privado, mediante confesión y muestra de dolor por
su pecado, y acto seguido, los ofendidos deben reconciliarse con él y recibirlo
con amor”.
¿De qué están hablando “los divinos”? ¿Están fuera de su
juicio o lo está quien le da oídos?
¿Para arrepentirse de los errores que uno comete, no
importa su naturaleza, hay que tener gracia evangélica? ¿Tan brutos eran los
Ingleses en aquellos tiempos?
¿Y cuál es esa doctrina de la Fe en Cristo que no es la
de Jesús según la cual le otorgó el Poder de perdonar los pecados a sus
Sacerdotes?
Escrito está: “a quien le perdonéis los pecados les serán
perdonados”?
¿Y la Iglesia del Nuevo Sacerdocio, engendrada por Dios,
moría con los Discípulos, o fue levantada para vivir hasta el final de los
siglos?
¿Cómo se atreve nadie a ponerle el dedo en la boca a
Dios? ¿Dónde queda este Poder Sagrado por Dios otorgado a sus Siervos los
Sacerdotes del Templo de Cristo en esta doctrina de los “divinos”?
¿Aborrecían a Dios por haberle concedido a los Latinos
este Poder Sagrado o por no haber esperado a los Anglo Sajones al rescate de su
Hijo?
Como aquellos Doctores de la Ley que anulaban la Ley de
Moisés mediante una centena de rodeos malignos, estos nuevos
doctores anulan el Poder de la Ley de Jesucristo empleando un nuevo
camino, el del terror a su compromiso santo con el crimen y el exterminio de
todo el que se atreva a doblar las rodillas ante Rey de los Cielos y mantenerse
de pie ante los reyes de los divinos.
Toda la palabrería de este Artículo 14 de los confesores
tiene un solo objetivo, despreciar a Jesucristo, negar el Poder de Perdón de
los Pecados concedido por Dios al Nuevo Sacerdocio. Como hipócrita que es el
confesor se pierde en palabritas necias en el conocimiento de la alta
brutalidad intelectual del pueblo británico de la época. Los Valientes habían
sido asesinados. Era la Hora del reino de los cobardes.
Qué sea pecado o no lo sea, es cosa de la Doctrina de la
Iglesia. Negar que la Corrupción sacerdotal usase ese Poder Divino para fines
anticristianos como las Indulgencias por Dinero, poniendo precio a una Gracia
concedida Gratuitamente, es de cobardes sin cerebro. Pero negar este Poder como
Gracia concedida por Dios, Padre e Hijo en Unidad Perfecta, al Sacerdocio
Apostólico Cristiano, Herencia del Esposo a su Esposa, la Iglesia Católica, no
es de cobardes, es de suicidas altamente peligrosos, el suicida que quiere
arrastrar a su horca a todo el mundo.
La doctrina de todos los hijos de Dios, de Ayer y de
Hoy, sobre el Pecado es firme. El Pecado, si no es confesado y absuelto
por Dios en Cristo, arrastra a la Muerte. Y cuando decimos a la Muerte no nos
referimos a la Tumba, sino a la pérdida del alma. Sobra la cual hay mucho que
decir y se dirá a su tiempo. Ahora baste decir que expuestos todos a la ley de
este mundo de este mundo, perseguidos en cuanto hijos de Dios por la Muerte, no
quiso Dios abandonarnos a nuestra suerte en el campo de batalla, sino que
dispuso que nuestras heridas sanasen y nuestras almas regresasen fuertes al
campo de batalla del que fuimos retirados por un tiempo, a fin de ahora con la
experiencia del enemigo nuestro grito se vea recompensado con las mieles de la
victoria. Este es el Poder del Perdón de los Pecados que Dios dispuso para
quienes heridos por el Muerte en el campo de batalla, retirados a recuperar
fuerzas, una vez revivificados seamos su gloria delante de todos los hombres.
¿Y en qué casa un hijo se recuperara de sus heridas mejor que en la de su
padre, y quién consolará su sufrimiento mejor que su propia madre? Por esto
Dios dispuso que la Iglesia sea Madre y sus hijos no se sientan abandonados
como efecto de las heridas sufridas por el aguijón de la Muerte.
¿Pero que podían entender de este Amor de Padre quienes
contra ese Padre se alzaron para negarle su Divinidad y su Gloria, y contra su
Esposa abrieron sus bocas para que el Diablo se expresase su odio contra el Rey
delos Cielos?
Grande y terrible será el Juicio contra éstos de
perseverar en su Confesión.
Contra ellos y sus discípulos presbiterianos de todo el
mundo la Doctrina de Dios y de sus Siervos e hijos permanece invicta : Los
pecados contra Dios sólo Dios puede perdonarlos.
La mal llamada Reforma fue, en todos sus apartados, un
Delito contra Dios: Delito que sólo la Confesión ante Cristo, es decir, ante el
Sacerdote Católico, puede ser perdonado. Quien no doble las rodillas ante
Cristo, perecerá. Como se verá el Día en el que mi Padre juzgue “a todos los
santos”.
6
JESUCRISTO
La Reforma trajo al Mundo un Desprecio Absoluto por el
Modelo que Dios nos dio, al que Seguir y Edificar en nuestra Vida, para el Bien
de nuestra Alma Eterna y de nuestro Ser como Personas.
Si al Principio Dios nos dio por Imagen a sus hijos, una
vez la Caída superada y la Redención consumada, nos ha dado un Modelo de
Eternidad al que se pliega absolutamente toda Criatura. Pudo habernos dado Dios
a otro hijo para que nos sirviese de Modelo, de Maestro, pero siendo su Hijo el
Original al que toda su Casa se conforma y tiene por Espejo en el que se
contempla y ve a Dios en su Ser, nos lo dio en Carne para que teniéndolo en
Nosotros como Hombre tendamos hacia Él y en la medida de nuestras fuerzas, que
son todas en el Amor, reconociendo Dios en Nosotros a su Hijo se alce como
Padre, y la Adopción sea perfecta, Plena y Eterna.
Nuestras Obra son las Obras del Hijo de Dios, Nuestro
Maestro, quien buscando la Salvación de todos los hombres en La Verdad, nos ha
hecho herederos de su Doctrina, por la que su Espíritu es el nuestro y su
Búsqueda es la nuestra. Fuera de esta Doctrina no hay hijo ni siervo de Dios.
¿Qué mayor Obra Buena hay que hacer la Voluntad de Dios?
Y esa Voluntad es que todo el mundo se salve. Y esta Salvación está en que todo
el mundo crea en Jesucristo.
Siendo ordenada toda nuestra existencia a este propósito
la Vida deviene Ley con la naturalidad del árbol que da su fruto. ¿Quién
es Lutero, o Calvino, o cualquier otro hombre para levantar un Muro entre
nosotros y la Imagen de la que vivimos, y sujetarnos con argollas y cadenas a
convenciones nacionales y confesiones ideológicas aplicadas a cuestiones
eclesiásticas? ¿No es todo Cristiano un Ciudadano del Reino delos Cielos?
¿Obedeceremos a los reyes y poderes de la Tierra o al rey de los Cielos?
La Única Obra en la que se gloría Dios en el Hombre es
que el Mundo crea en su Hijo. Árbol que da su fruto, el fruto de este Árbol lo
tenemos en vivo en el Evangelio del Espíritu Santo. Basta hacer lo que el Héroe
de los Evangelios hizo para que seamos de Dios su gloria delante de los
hombres. “Dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, consolar al que llora,
visitar a los enfermos….” Estas son las Obras por las que el hombre es bueno o
malo delante de su Creador. Todo lo demás son doctrinas de hipócritas que el
héroe aquel de la Reforma que quiso acabar con los pobres encarcelando a todos
los pobres.
Así esta Confesión de Divinos se apartó de Jesucristo, al
que ya desterraron de su confesión, cuyo Nombre no declararon ni una sola vez,
y vistiéndose de espíritus angelicales todo bondadosos les dicen a los brutos
lo que es una buena obra y la que no lo es.
Al final esa obra buena era darles el Poder y el Oro.
Pero leamos:
Buenas obras son sólo aquellas que el Señor ha mandado en
su santa Palabra, y no aquellas que sin la autoridad de la Palabra, son
inventadas por los seres humanos, debido a un ciego entusiasmo, o bajo
cualquier pretexto de buena intención. Aquellas buenas obras realizadas en
obediencia a los mandamientos de Dios son los frutos y evidencias de una fe
viva y verdadera: mediante ellas los creyentes manifiestan su gratitud,
fortalecen su confianza, edifican a sus hermanos, adornan la profesión del
evangelio tapan la boca de sus adversarios y glorifican a Dios; son hechura
suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, para que llevando fruto para
santidad, tengan como fin la vida eterna.
La capacidad de los creyentes para hacer buenas obras de
ninguna manera proviene de ellos mismos, sino totalmente del Espíritu de
Cristo. Y para que sean capacitados para buenas obras, además de las gracias
que ya han recibido, se requiere la influencia real del mismo Espíritu Santo,
que obra en ellos el querer y el hacer por su buena voluntad: sin embargo, no
deben volverse negligentes, como si no estuvieran obligados a cumplir con
ningún deber, a menos que haya un impulso especial del Espíritu; sino que deben
ser diligentes en avivar la gracia de Dios que está en ellos.
Aquéllos que por su obediencia alcanzan la altura más
grande que sea posible en esta vida, están tan lejos de ser capaces de super-erogar y hacer más de lo que Dios requiere, ya que
fallan grandemente en cumplir lo que por deber están obligados a hacer.
Mediante nuestras mejores obras, no podemos merecer el
perdón del pecado o la vida eterna de parte de Dios, debido a la gran
desproporción que hay entre ellas y la gloria venidera; y debido a la infinita
distancia que existe entre nosotros y Dios, a quien no podemos beneficiar, ni
satisfacer por la deuda de nuestros pecados anteriores, sino que cuando hayamos
hecho todo lo que podemos, no habremos hecho sino aquello que es nuestro deber,
y seremos siervos inútiles; y porque en la medida que son buenas proceden de su
Espíritu, y puesto que son hechas por nosotros, están manchadas y mezcladas con
tanta debilidad e imperfección, que no pueden soportar la severidad del juicio
de Dios. No obstante, al ser aceptadas las personas de los creyentes por medio
de Cristo, sus buenas obras también son aceptadas en Él no como si sus buenas obras
fuesen, en esta vida, enteramente irreprochables e irreprensibles ante los ojos
de Dios; sino que Dios mirándolas en su Hijo, se place en aceptar y recompensar
aquello que es sincero, aunque esté acompañado de muchas debilidades e
imperfecciones.
Las obras hechas por personas no regeneradas, aunque por
su esencia sean cosas que Dios manda, y sean de buen uso para ellos mismos y
para otros; sin embargo, puesto que no proceden de un corazón purificado por
medio de la fe, no son hechas de manera correcta de acuerdo con la Palabra ni
para un fin correcto, el cual es la gloria de Dios. Por lo tanto estas obras
son pecaminosas y no pueden agradar a Dios, ni hacen que una persona sea apta
para recibir la gracia de Dios; y no obstante, su descuido de las buenas obras
es más pecaminoso y desagradable delante de Dios.
----
Palabras de las que se desprende que la Obra de Dios,
creer en su Hijo, no tiene ningún valor. La verdadera obra buena que se reclama
en la Rebelión Inglesa contra Jesucristo es creer en quien tiene la
Espada del terror. Y es a punta de esa espada que dicta lo que son
obras buenas, en absoluto s que se hacen a Imagen de Jesucristo, sino las que
se hacen a imagen de la Ley de Moisés. De donde se ve que al despreciar la Ley
de Cristo y regresar a la Ley de Moisés como Medida del Bien y del Mal la
Reforma fue una Rebelión contra Jesús.
La Imagen y Semejanza de Dios a la que toda la Creación
es llamada es Jesucristo. Y es esta Imagen la que da su fruto en el Hombre. La
naturaleza de la cual no tiene en la Ley de Moisés su raíz.
Moisés basó la relación del hebreo con Dios en el Terror.
Jesucristo la basó en el Amor. En el primero el Temor a Dios tiene su origen en
el Terror a un Ser Divino al que es imposible de engañar. En el segundo el Temor
deviene ese miedo del que ama a perder al ser que ama.
Dos mundos, pues, muy diferentes. La Reforma prefirió el
primero y aborreció el segundo.
Desde esta opción dicta la espada del Terror lo que es
buena obra y lo que no lo es.
El Pecado es grande. El Juicio sobre él será terrible. El
que se atreva a confesar esta opción delante del Juez Universal, que lo haga.
El que se arrepienta que siga el ejemplo de todos los corderos del Rebaño de
Cristo y acuda al Sacerdote a pedir Perdón por Crimen tan absurdo: despreciar a
Jesús y aborrecer a Moisés.
Bueno es amar al hermano, pero más
grande es amar al enemigo.
SEXTA PARTEEL DERECHO DIVINO A LA LIBERTAD Y EL DEBER DE LEVANTAMIENTO CONTRA LA TIRANÍACRYS5/6/20
|