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cristoraul.org//El Vencedor Ediciones

CRISTO RAÚL CONTRA EL ANTICRISTO

 

LA BIBLIA SOLA

Respuesta de un hijo de Dios a la Declaración de Guerra de Westminster contra la Unidad de la Plenitud de las Naciones Cristianas

CUARTA PARTE

LA LIBERTAD DE LOS PREDESTINADOS A LA RAZA SUPERIOR DE LOS ELEGIDOS

 

 

1

LA LIBERTAD DE LOS PREDESTINADOS

 

 

Hemos visto cómo y por qué  el Proyecto del Reino de Dios en la Tierra no pudo consumar su extensión a la plenitud de las naciones, éstas entonces en las entrañas de la generación de Adán. Se entiende que habiendo transgredido, el transgresor pagase las consecuencias de sus actos.

El entendimiento se enreda en una dificultad compleja cuando Dios extiende la Pena debita al Delito a generaciones no nacidas, cuando es el propio Dios quien en su Justicia impide que los pecados de los padres pasen a los hijos. La contradicción de negación de principio pone al entendimiento delante de un complejo dilema.

El mismo Juez que se niega a hacer responsable a los hijos de los delitos de sus padres y salva la inocencia de los hijos frente a la culpable conducta de sus padres, este mismo Juez Divino se salta el principio moral de jurisprudencia por el que se guía su espíritu y extiende las consecuencias del delito cometido por sus padres tanto a ellos, sus hijos, como a los hijos de sus hijos. No sólo esto. Llamados todos los hombres a devenir Ciudadanos del Reino de Dios, vemos que los pueblos aún no comprendidos en el Reino de la Mesopotamia del Edén fueron privados de la Presencia Divina y entregados a la ley de la ciencia del bien y del mal sin haber sido encontrado culpables de ningún delito.

Esta aparente negación de principio nos pone delante de la gravedad del Acontecimiento de la Caída del Reino de Dios en la Tierra.

Aunque computada a la Tierra, la declaración de Guerra a Muerte que una parte de la Casa de los hijos de Dios grita, sobre la Sangre del Género Humano, alcanza a toda la Creación. El Hombre no ha sido más que un instrumento, un hacha de guerra.

Dios se enciende. Pero es Dios. Aquellos que se atrevían a declararle la Guerra a su Creador eran sus hijos. Dios entiende. Han amado el infierno. Comieron de la Fruta del Árbol de la Guerra y libremente han elegido vivir en el Destierro, aun siendo eterno, a vivir al sol de una Paz Universal sempiterna administrada por una Justicia Incorruptible a cuya luz todos los Pueblos, independientemente de su origen, son Iguales a los ojos de su Creador.

No hay vuelta atrás. La revolución que Dios pone en marcha abriendo el Acto Creador, no sólo a la Contemplación y disfrute de ver a Dios en Acción, sino tomando parte activa en la Formación de los mundos, dejó atrás una puerta en la que colgaba un cartel diciendo : “No la traspases, no regresarás”.

El shock que nace de esta situación le abre a Dios los ojos sobre la identidad del “Enemigo Oculto” de su Reino.  Ahora es la Creación entera la que está en juego.

Dios había vivido un número incontable de veces el nacimiento y destrucción de mundos bajo la ley de la ciencia del bien y del mal. Por esto tiene a su fruto, la Guerra, por una Abominación. Ahora la Guerra le explota en pleno rostro. Su Enemigo es la Muerte. La visión del Reino de la Vida que la Muerte quiere imponerle a Dios es a sus ojos un Infierno.

El Género Humano pasa a un segundo plano. Todo pasa a un segundo plano. Ahora todo pasa por el Hijo de Dios. ¿Será tentado Jesús, Rey de reyes y Señor de señores del Reino de Dios, por el fruto Prohibido? ¿Aceptará su Corona bajo la Ley de la Muerte? ¿Se pondrá de rodillas delante del Enemigo de Dios?

Ya conocemos la Respuesta. Inútil seguir por este Camino. Lo que nos interesa no es poner en juicio los Cimientos del Edificio ya levantado. Sino salir a campo descubierto, mirar lo hecho, y lo que nos queda por hacer.

Dios vuelve a revolucionar su Mundo. Abole toda Corona. Su propio Hijo debe poner la suya a los pies de SU Trono.

Dios toma el Gobierno de toda su Creación. Es su Creación la que está en peligro de Total Destrucción.

El conoce perfectamente  a Jesús, es el Hijo de sus entrañas. Jesús es el primero que sufre el shock bajo las ondas de la Caída. Las Guerras de los hijos de Dios no lo alcanzaron. Dios le ocultó las Dos Guerras de sus hijos la esperanza puesta en que no habría una Tercera Guerra Universal.

Tampoco podía mantener lejos de sus ojos el Libro de las Crónicas de su Reino. Lo que nunca haría Dios sería leérselo utilizando la sangre del Hombre por tinta. La Ley: “No comas, morirás”, escrita en la Portada del Libro de la Vida de la Creación, lo dice todo.

A lo hecho, pecho. Una Nueva Revolución estaba en progreso. Al principio Dios miraba a sus hijos, ahora tenía a la Muerte en frente. La Abolición de todas las coronas y la Fundación de un Reino Universal Único gobernado por el propio Dios es la primera medida que Dios toma. Sobre quien se rebele a aceptar su status de Ciudadano y se alce contra su Deposición Monárquica, extiende Dios un Decreto de Destierro.

Satanás, cabeza del Dragón, junto a sus aliados, es expulsado del Cielo. Ha llegado “el Día de Yavé”, día de Venganza, el día en el que el hijo del Hombre, hijo de Eva, mujer de Adán, se levantará para reclamar la Corona de su padre.

Es la expectación del Mesías. Los hijos de Abraham esperaban a un hijo de David que se levantaría contra los poderes de este mundo y pondría a Jerusalén, a semejanza de la Roma Imperial, en el centro del mundo. El Homicida que derramara la sangre de un Hombre formado por el propio Dios creía que aplastar a su descendiente lejano, creado en las circunstancias más pobres imaginables, sería pan comido. La Encarnación del Hijo de las entrañas de Dios no figuraba en los planes de los hijos de Dios liderados por Satán. Este, acostumbrado a comer polvo, se había trasformado finalmente en una bestia. Se movía como una bestia, como un “dios oculto” moviendo los hilos desde la oscuridad, y ahora pensaba como una bestia, como la Bestia que era.

El Hijo de Dios ni lo mira, ni se detiene a  contemplarlo. “Vade retro”. Jesús pone su Corona a los pies de su Padre.

 La Cruz es el Acto de Amor Eterno e Infinito del Hijo de Dios a la Sabiduría de su Padre. Las medidas que Dios ha tomado son la Llave que cerrará la Puerta de la Creación al Infierno que la Muerte lleva en sus entrañas. La Reconfiguración del reino de Dios comienza con la Glorificación de este Hijo al trono de Dios.

Dios sienta a su Hijo como Rey Universal Sempiterno y Único, Juez Universal con Poder Divino sobre toda vida, Señor Todopoderoso sobre todas de Creación. Jesús es Dios Verdadero de Dios Verdadero y como tal recibe la misma Adoración y Gloria que su Padre. Toda la Casa de Dios dobla sus rodillas ante el Rey, Dios Hijo Unigénito, y Este trae a Casa una Nueva Generación de Hijos de Dios, hijos de la Tierra, engendrados a su Imagen y Semejanza, herederos de su Espíritu, un Cuerpo de Sacerdotes cuya Cabeza es el propio Cristo, a cuyos ojos, siendo los de Dios, no se oculta pensamiento alguno, y cuyo Poder, como el de su Señor, está en la Palabra. Dios le ha dado un Cuerpo Visible a su Espíritu. El Espíritu Santo se ha hecho Hombre y se le ha dado el Reino para mantenerlo por la Eternidad en la Paz Universal que viene de la Verdad.

Pero aquí abajo se queda el género humano. Dios ha consumado su Obra. La Resurrección consuma esa Obra. Ahora ¿qué?

¿Qué pasa con las naciones de la Tierra? ¿Acaso aquel “Hagamos al Hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza” no comprendía a todas las familias de la Tierra?

Por supuesto que sí. Dios reemprende su Trabajo. Mas en este Nuevo Día las circunstancias de partida no son las mismas. Los hombres han devenido bestias racionales luchando por su supervivencia. El hombre, como al principio, es un animal más. Sin embargo entre aquel Hombre apadrinado por los dioses, antes del Edén, y este Hombre del tiempo de los Apóstoles existe una diferencia crucial. Aquél estaba desnudo; éste está vestido hasta los dientes de guerra.

La obra más grande que podía concebir el hombre, la cima de la razón humana después de dos mil años pasándose el testigo del imperio de una nación a la otra, fue aquella Roma Imperial en cuya estructura aquél hombre había desaparecido y su lugar había sido ocupado por una bestia.

Restaurar la Imagen de Dios en el Hombre implicaba la Caída de este Imperio, bajo un diluvio de sangre,  espejo donde se reflejaría la gravedad de la Caída del reino de Adán. Esa bestia Humana estaba discapacitada espiritualmente para entender las cosas del Cielo. Su Mundo estaba presto a ser ahogado bajo el Nuevo Diluvio.

Dios engendra en su Sabiduría una Nueva Plenitud de Naciones. Y hacia esta Nueva Plenitud de Naciones comienza a hacer su camino la Historia del Hombre, que deviene Historia del Cristianismo.

El Hombre que al Principio concibió Dios no deja de vivir; aquel hombre nacido para ser el Espejo Vivo del Amor de Dios a su Creación, uniendo a todos los Pueblos al mismo Tronco del Árbol de la Vida, todos y cada uno de los Pueblos de su Reino sus Ramas, ése Hombre vive. Pero, ahora este Hombre trae en su seno no ya el conocimiento del Bien y del Mal, como quien lee en un libro las crónicas del infierno, este Hombre Nuevo lleva en su sangre el fuego de quien ha vivido en su carne ese Infierno. Ningún Pueblo de la Creación fue forjado en este Fuego. Tampoco fue de la Voluntad del Creador que el Hombre lo fuera. Las circunstancias  decidieron que la cosa fuesen así. Y a lo hecho, pecho.

El Hombre Nuevo que Dios trae a la Vida nace marcado por este Fuego. La Plenitud de las Naciones a ser creada trae al reino de Dios un Ejército Mundial de Sabios al servicio de su Rey, cabeza Política de esta Plenitud de Naciones cuyo Rey Universal  Sempiterno es Jesucristo.

Un largo trabajo a realizar tenía Dios por delante desde la Resurrección a la Formación de este Cuerpo de la Plenitud de las Naciones cuya Cabeza Política es su propio Hijo.

Así las cosas, una vez que el Edificio Cristiano fue consolidado y superó las Pruebas de Destrucción a las que estuvo sometido desde su Nacimiento por Romanos, Hunos y Musulmanes, con el propósito de acelerar los tiempos Dios ordena la Liberación del Diablo en el Año Mil.

La Muerte le preparó el terreno a su Príncipe , y como he dicho antes. mover el peón Cerulario para darle el jaque mate a la Contienda entre Bizancio y Roma fue coser y canta; un triunfo que sabía a poco dado el Decreto que Constantinopla había firmado sobre su cabeza al no separarse del Imperio Romano.

Creer que “iba a comer y no iba a morir porque Cristo lo protegería contra Dios”, fue el delito de la Ortodoxia Bizantina. Este mismo delito arrastró a la Alemania de Lutero a creer que por la Fe los hombres pueden incluso violar a la madre de Cristo, pues la Fe pone de rodillas a Dios. Este movimiento sí le supuso al Diablo, el “dios oculto” de la Reforma, a mieles.

Desde el comienzo de su Siembra Maligna el Diablo encontró en Alemania un campo bien dispuesto para dar fruto maligno. La Cuestión de las Investiduras dejó esto en claro. Dios respondió con Gregorio VII. El intento del Emperador Alemán de hacer de la Esposa de Cristo su Concubina, no triunfó. Del fracaso se saca lección. En este caso la Esposa del Nuevo Adán no fue engañada y permaneció Fiel a su Esposo.

Pero se comprende que si por la División de las iglesias  se quería llegar a la destrucción de ellas siguiendo la Sentencia del decreto Divino, “Todo reino en sí dividido no subsistirá y toda Ciudad o Casa en sí dividida será destruida”, había que corromper a los siervos de la Esposa para encadenando a Esta a sus intereses la Siembra de Cizaña condujese a las naciones cristianas a una guerra fratricida.

El Cisma de Occidente abrió la puerta, y el Concilio de Constanza declarando Infalible al Obispo de Roma, es decir, transformando el Papado en una Teocracia, arrojó a la Esposa a las mazmorras del Vaticano, de la que el Concilio de Trento la liberó. Pero en ese entreacto la Rebelión Protestante se hizo. Y no precisamente para Liberar a la Esposa de la Mazmorra en la que el Obispado Italiano la encerró, sino para abrirle el Camino al Abogado del Diablo, quien bajando de las altas cumbres nevadas del Olimpo Suizo vino a tentar a la Corona de Inglaterra, y  cayendo ésta en su Discurso se proclamó Cabeza de la Iglesia en la Tierra, es decir, la Teocracia Pontificia fue respondida con la Teocracia Monárquica.

Creyéndose este nuevo cristiano el elegido de Dios para matar a todo el que no quisiese doblar sus rodillas ante su Majestad Satánica, quiso Dios descubrirnos a las claras, mediante Hechos, cuál es el Modelo de Reino que Satán y sus hermanos concibieron como Gobierno de su reino Divino, por el que le declararon la Guerra al propio Dios, y por el que prefirieron ser desterrados por la eternidad a vivir en un Reino en el que todos los Ciudadanos estamos sujetos  a un mismo status jurídico y político.

Tras la Rebelión del Diablo no se ocultaba sino la ambición de sentarse en el Trono del Hijo de Dios, desde el que gobernando como si fuera Dios extendería su ley de terror sobre todos los pueblos de la Creación.

De esta manera quienes se creían los Divinos, en su Asamblea representaron para nosotros aquella Asamblea de Malignos que decidieron Traicionar a Dios y sembrar el Infierno en el Paraíso antes que sujetarse a la ley de la Fraternidad entre todos los Pueblos de la Creación.

Y ya los tenemos a todos reunidos en palma de la gloriosa mano de su nuevo Salvador, Oliver Cromwell.

Engañados por el Discurso del Abogado del Diablo de ser ellos los elegidos para Destruir la religión que Fundó Europa, y la salvó de los cascos del Caballo de Atila hasta elevarla a la cabeza del Mundo, estos Divinos vienen y dicen:

 

“Dios ha dotado a la voluntad del hombre con aquella libertad natural, que no es forzada ni determinada hacia el bien o hacia el mal, por ninguna necesidad absoluta de la naturaleza”

 

Mayor ignorancia, imposible. Únicamente el Terror a esta Asamblea de Divinos podía ver en esta absoluta nulidad intelectual una inspiración espiritual divina. Vuelve a negar, como ya lo hiciera en los anteriores capítulos, el Hecho de la Formación el Hombre a la Imagen y Semejanza de Cristo. Nacidos a su Imagen y Semejanza nuestra voluntad viene determinada por su Naturaleza, que nos arroja como pan en las manos del Bien y nos convierte en fuego contra los brazos del Mal. La libertad del Hombre es Libertad Divina.

 La Vida del Cristiano es la del Ciudadano del Reino de Dios que goza de la Libertad Sobrenatural referida a las realidades eternas, en las que la libertad natural de los animales no tiene arte ni parte. Negar esta Libertad Sobrenatural que traspasa las fronteras de las necesidades carnales y nos levanta la cabeza al Pensamiento de Jesucristo es negar a Dios como Padre del Hombre en razón de que siendo criaturas de carne y hueso nuestra Filiación es una fantasía que Dios ha implantado en la mente humana.

Se dice Anticristo de quien habla contrario a Cristo. ¿Qué más contrario a Cristo que decir que no estamos impulsados al Bien y arrojados contra el Mal por razón de quien nos ha engendrado y cuyo Pensamiento vive en nosotros?

Decir que nos estamos  impulsados al Bien es una Negación del Cristianismo. Lo fenomenológico del asunto es cómo siendo de ley diaria lo contrario en el seno del pueblo llamado presbiteriano a la hora del comportamiento doctrinal se rijan ellos por sentencias contrarias en lo absoluto a la conducta que hacia los hombres ellos ponen en práctica. Mas esta es cuestión que no viene a cuento en este capítulo. Que sigue maravillándonos diciendo cosas como esta :

 

“El hombre en su estado de inocencia, tenía libertad y poder para querer y hacer lo que es bueno y agradable a Dios, sin embargo era mutable y podía caer de dicho estado”.

 

Volvemos a lo mismo. Dios es Padre y siente por su Creación amor de Padre. El Confesor  ciega al lector y le impide ver su Relación con Dios en el seno de esta verdad Inmutable.

Por regla general, si nadie objeta lo contrario, árbol bueno produce frutos buenos. Pues teniendo a Dios por Padre la regla dice que sus hijos tendemos por naturaleza al Bien, y por Naturaleza de la Creación somos Inmutables. Caemos, pero nos levantamos. Seguimos siendo el que fuimos, pero con cicatrices adornando la piel de nuestras almas. Dejados en las manos de la Sabiduría que gobierna la Creación entera es la ley del Amor la que impera, y siendo inmutables tanto Ella como Dios, Su Señor, su creación permanece en esta condición natural estable.

¿Puede el soldado en pleno campo de batalla al rojo vivo vivir bajo la ley de quien está en su casa disfrutando de una cena con su mujer y sus hijos? Cada  espacio tiene su ley. Cada momento tiene sus circunstancias. Mutabilidad e inmutabilidad se refieren a los cambios en esos órdenes. No puede mutarse la ley de la guerra estando el soldado en el fragor de la batalla a menos que se busque su destrucción. Prohibir defenderse es un homicidio. Decretar vivir bajo la ley de la guerra en tiempos de paz es un suicidio. Creer que la Naturaleza Divina puede engendrar lo contrario es una demencia, por no hablar de alta traición. Negar esta simple Realidad es Anticristiano.

 Quien niega a Cristo es el Anticristo. No se puede hablar con palabras anticristianas y llamarse divinos a no ser que el Maligno se vista  de luz y ocultándose tiente con la divinidad a sus elegidos para sembrar terror en el mundo.  La sentencia es, pues, contraria a Cristo al negar que la Naturaleza Humana y la Divina existan en términos de procedencia. Dios crea a su imagen y semejanza, ergo, lo que niegue esto es contrario a Cristo. La máscara es buena, pero el rostro que se oculta no engaña sino a quien se quiere dejar engañar cuando se le dice:

 

“ El hombre, por su caída a un estado de pecado, ha perdido absolutamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a la salvación; por tanto como hombre natural, que está enteramente opuesto a ese bien y muerto en el pecado, no puede por su propia fuerza convertirse a sí mismo o prepararse para la conversión”.

 

Muy Católico, se diría, y sin embargo, altamente falso. No lo digo yo. Lo dice la Historia de las Religiones. Aunque el fin alcanzado por las religiones fuera falso, el principio fue  naturalmente bueno. Todos los pueblos buscaron y siguieron buscando a Dios, bien espiritual sumo al que puede aspirar el ser humano.

El Pecado no apartó al hombre de buscar a Dios; el pecado lo arrastró lejos de la meta que iba buscando. Ya lo dijo Dios en Pablo: “Buscamos el bien pero es el mal el que se nos apega”. El hombre natural no sólo buscó el bien supremo, sino que lo alcanzó.

El Pecado trajo la ruptura entre el Hombre y Dios, y su búsqueda fue dirigida al encuentro de imágenes tan opuestas a Dios como es la Imagen del cristiano que dibuja la Asamblea de los Divinos en esta Confesión. Y no sólo en el terreno del espíritu religioso, también en el del pensamiento filosófico mostró el alma humana su tendencia natural al Bien.  Que no llegasen los pensadores Helenos a alcanzar la Sabiduría, y lo hiciesen hombres sin cultura ni genio filosófico es el Acontecimiento más sorprendente de la Historia del Mundo. Sin ningún misterio para nosotros. Si a los primeros la Sabiduría les dio la espalda, esta misma Sabiduría le abrió los brazos de Madre a los últimos. Y tuvo a los Padres de la Iglesia para que con su Sabiduría guiase, el pensamiento cristiano, poniendo a la Civilización Cristiana en el Camino de la Teología y la Ciencia.

¿Convertirse a sí mismo? ¿Pero dónde está el discapacitado intelectual que cree que el Hombre es el Creador de sí mismo? ¿Es esta la idea que tiene el Presbiterianismo de sus fieles,  la de ser unos discapacitados intelectuales a los que se les echa de comer alfalfa para bestias? ¿Qué Necesidad hubiera habido de la Encarnación si el hombre por sí mismo hubiese podido elevarse a la naturaleza de Cristo?

La negación que viene es aún más fuerte:

 

“Cuando Dios convierte a un pecador y le traslada al estado de gracia, le libra de su estado de servidumbre natural bajo el pecado, y por su sola gracia lo capacita para querer y obrar libremente lo que es espiritualmente bueno; a pesar de eso, sin embargo, por razón de su corrupción que aún queda, el converso no sola ni perfectamente quiere lo que es bueno, sino quiere también lo que es malo”.

 

Veamos : “Yo soy la Vid y mi padre es el Viñador, vosotros sois los racimos. ¿Puede dar árbol bueno, frutos malos? Si permanecéis en mí daréis fruto y fruto abundante, para que el Hijo del Hombre sea glorificado en vuestras obras”.  ¿Cómo, pues, siendo la Vid de naturaleza Divina puede su fruto ser Uva Maligna?

Que yo quiera lo bueno pero que el mal se me apegue y queriendo hace el bien haga lo contrario, sin querer hacerlo, aunque no sea justificación de ninguna clase, pues tengo el deber de  pensar lo que hago antes de hacerlo; que resulte que queriendo hacer el bien haga el daño que nunca quise hacer, este resultado no significa que yo lo quisiese o lo buscase. El mundo está sujeto a la ley del bien y del mal, y yo vivo en el mundo.

Yo camino, como hijo de Dios, en el Camino de la vida eterna, pero el mundo que me rodea camina sobre la senda de la Muerte. La luz brilla en las tinieblas, pero a veces las tinieblas ahogan la luz. Esto no quiere decir que renuncie a la luz o que ame las tinieblas. La Fuerza del Espíritu que nos ha engendrado es invencible. Tropezar no quiere decir caer. Hundirse en un pozo, atrapado por tu propia palabra, no quiere decir que te hayas sumado a la oscuridad. Para nada. Vivimos en estado de guerra. Nos movemos en un campo de batalla. Aun así nuestra ley surge del espíritu: no es la ley por la que se mueve nuestro enemigo. Aprendemos siendo golpeados. Tocados, pero nunca hundidos. Tendemos al Bien invenciblemente, con la misma invencibilidad nuestra alma está alejada de querer, desear o soñar el mal. El Confesor Presbiteriano niega la Creación del cristiano por Dios a la par que niega la Acción de Cristo esté viva en nosotros. Invoca la Teología Católica para echarla al fuego. ¿Quién es el demente que llama a Dios a testificar contra Dios? Este:

 

“La voluntad del hombre es hecha perfecta e inmutablemente libre para hacer tan solo lo que es bueno, únicamente en el estado de la gloria”.

 

Es decir, mientras vivos, todos malos; una vez muertos todos santos.  Así que a seguir pecando.

Somos pecadores irredimibles – dice. La Redención no operó este Milagro de vivir en plena gloria aquí en vida, aquí abajito en la Tierra, a ras de este planeta agobiado por tantos males. Cuando nos muramos seremos angelitos; vivos, pecad, pero venid al confesor a que os consuele de haber hecho el mal y de los males que seguiréis haciendo. ¿Por qué luchar contra lo que siempre te vence?

¿No fue astuto Lutero? Le dio a Alemania lo que quería, absolución de todos sus pecados, delitos y crímenes : en el nombre de la Fe sola.

¿No fue astuta la Asamblea de los Divinos? El pueblo anglosajón a lo largo de su Historia había ya demostrado su apego al pecado. ¿Imposible curarlo? Le damos la absolución formal, el hombre es pecador por naturaleza y mientras viva lo será, no preocuparse más de la cuenta, y ya está.

Cristo está muerto. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Venga, a matar católicos, anglicanos, irlandeses, indios, australianos, negros y todo lo que se oponga a vuestro imperio, sois los elegidos de Dios.

Ciertamente. La Teocracia Tudoriana nos representó en vivo el Imperio que estuvo buscando Satanás y contra el que Dios se alzó. El rey tudoriano: Juez Todopoderoso, Señor Absoluto, Sacerdote Supremo, Rey Universal. En una palabra: Dios. ¿Y se extraña la Inteligencia Británica de que Carlos I reclamase ser obedecido como el tal dios que la propia religión anglicana proclamó?

Pidió ser el elegido, y lo fue. Como Satán, acabó perdiendo la cabeza.

 Amén.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2

LA RAZA SUPERIOR DE LOS ELEGIDOS

 

 

“A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos solamente, le agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente por su palabra y Espíritu, fuera del estado de pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo; iluminando espiritual y salvadoramente su entendimiento, a fin de que comprendan las cosas de Dios; quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne; renovando sus voluntades y por su potencia todopoderoso, induciéndoles hacia aquello que es bueno, y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; de tal manera que ellos vienen con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de hacerlo.”

 

Tremenda la declaración de anulación de la Redención Universal realizada en el Cordero de Dios. Increíble la Negación de la Creación Universal abierta a la Ciudadanía de todos los seres humanos. ¿Contradicción? ¡No, en absoluto! El Confesor ha expuesto ya con anterioridad que Dios crea para divertirse, el juego de la Guerra es su deporte favorito, el terror es la luz que procede de su Todopoder y Omnipotencia; a unos los crea para matar y a los otros para morir.

Según Calvino, sus Hugonotes Franceses, y sus Puritanos Ingleses, Dios crea dos razas, la del depredador, el fuerte, el rico, el libre: y la de débil, el pobre, el esclavo. Bueno, las dos razas son esclavas de la voluntad de ese Dios Oculto que se esconde tras una máscara de Amor, que no pudo engañar sin embargo a Calvino. En realidad las dos razas son esclavas de ese dios de los Hugonotes Franceses, Puritanos Británicos y Presbiterianos Americanos. Pero hay que reconocer que es más feliz el depredador que la presa. Aunque claro, siguiendo a Descartes, tomando a Calvino por punto de arranque, nunca se puede decir cuándo aquel “Dios Oculto” de Lutero se puede cansar de sus esclavos y haciendo girar la rueda del destino, quien hoy come carne humana y se emborracha con la sangre de la raza inferior mañana podría hacer las delicias del banquete de algún otro demonio.  Cierto, a la manera que las religiones antiguas calmaban a sus dioses sacrificando víctimas por miles, la nueva religión calvinista de los puritanos ingleses siempre podrían conservar la gracia de su dios maligno sacrificando vida humana por cientos de miles. Todo, con tal de mantener satisfecha la barriga de ese dios oculto implantado en la cabezas de sus adoradores, los Nuevos Elegidos, la Raza de los Divinos.

Nada puede escribirse más contrario a Cristo que  esta declaración de Exclusividad de la Redención a unos “elegidos” y de la Limitación de la Ciudadanía del reina de Dios a unos predestinados desde la eternidad para disfrutar de la vida de los dioses. La Ignorancia sobre  la Personalidad Íntima de quien dice “ YO SOY EL QUE SOY” es absoluta en el declarante y firmante de esta Confesión. No lo es por no haber escuchado antes decir “DIOS ES AMOR”. Para nada.  La ignora porque quien tiene el corazón duro como una roca negra salida de los hornos del infierno de la guerra no puede entender la Naturaleza de la Paternidad Divina. Con todo, y siempre tomando a sus fieles como verdaderos discapacitados intelectuales, LOS Divinos se declaran perfectos conocedores de Dios como quien habiendo sido llamados a la vida han recibido la gracia de este Conocimiento.

Desmenucemos ese corazón golpe a golpe.

Primero dice: A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos solamente, le agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente por su palabra y Espíritu, fuera del estado de pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo;

De aquí mi afirmación de la negación de la Universalidad de la Redención, de un lado, y de la Universalidad de la Ciudadanía del reino de Dios para todas las Naciones, que esta sentencia encierra.

Acorde a Jesucristo, nuestro Único Maestro Eterno, en quien tenemos la Puerta a la Personalidad Íntima de Aquel Dios que se afirma en su Personalidad diciendo YO SOY EL QUE SOY, Dios no crea Predestinando a nadie. Dios mira a su Creación como un Todo. El Género Humano es el Hombre. El Creador  concibe al Hombre en cuanto Género y le da vida en el Universo. El Creador concibe en su Espíritu un Ser Universal y a este Ser en su Plenitud lo crea para la Viuda Eterna. No hay Individualidad fuera de este Hombre Universal en el Espíritu del Creador. Es únicamente cuando esta Creación ha sido consumada que Dios se centra en el Individuo. El Universo ha sido levantado. El Hombre existe. En cuanto Género. Llega la Hora de darle forma de Intervenir Personalmente en su Creación Viva. Estas Intervención es para gloria y alegría de todos. Dios se reserva para sí el nacimiento del Individuo que le servirá como rey de los hombres. Esta Intervención Persona Directa en su Creación es Derecho Legítimo de Creador. No se produce una Exclusión de la Llamada que todos hemos recibido; no nos es arrebatada la Vida Eterna para la que hemos sido creados. Evidentemente una Obra implica una personalización de aquellos quienes han de ser parte activa directa en su realización. Dios llama a sus Apóstoles antes de nacer. Esta Llamada es una Predestinación personal que en ningún momento excluye de la vida eterna a los demás hombres. Ni es causa de Desprecio ni de Orgullo sobre quienes  ninguno. Su Vida es creación de Dios.

En la Redención de Cristo son llamados todos los hombres, sin distinción de raza a recoger la Ciudadanía del Reino de Dios. Pero la Llamada que se  extiende sobre Pedro no es la misma que se extiende sobre  nosotros. Pedro es llamado a dar con su Vida testimonio de la Resurrección. En un Mundo que ya ha recibido ese Testimonio Dios no extiende este Testimonio a todos nosotros.

El Confesor en su demencia calvinista ignora que ese Mundo está en activo y que el Testimonio ya ha sido recibido.

Los Divinos olvidan que aquella Llamada Personal sobre los Apóstoles y su Generación no fue para Matar a quien no creyera en su Testimonio. La Llamada de Dios es la Acción directa del Creador en su Creación para bien de todas sus criaturas.

En aquel momento se habló de Predestinación en la Consciencia Santa del conocimiento que implicaba dicha Predestinación. El Testimonio sobre la resurrección sería con la sangre. Todos iban a ser objeto de persecución y muerte. Esa era la verdad del espíritu que habían recibido.

En otros tiempos Dios predestinó a David para ser rey, a Moisés para ser Legislador, a Abraham para ser causa de bendición. Pero Dios no predestinó jamás al Género Humano a la Caída. Esto es Satanismo.

 La Predestinación es un Acto Personal de Dios dirigido a una acción individual concreta. Predestina y da la Fuerza para superar todos los obstáculos y vencer. Dio no predestina a nadie a matar. Ni crea para levantar víctimas.

Y de nuevo, el Confesarlo condena al Creador y maldice su creación cuando dice “fuera del estado de pecado y muerte en que están por naturaleza”. Afirmando esto se afirma que el ser humano es pecador por Naturaleza. Deduciendo de lo cual se entiende que la Creación lleva en su seno el Pecado. Si así fuese, ¿qué necesidad hubiera tendido Adán de ser engañado si el Pecado y la Muerte ya estaban en su carne y su sangre antes de la Caída?

El siguiente razonamiento no es menos  falso:

“Este llamamiento eficaz es solamente de la libre y especial gracia de Dios y de ninguna otra cosa prevista en el hombre; el cual es en esto enteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y renovado por el Espíritu Santo, es capacitado por medio de esto para responder a este llamamiento y para recibir la gracia ofrecida y trasmitida en él”.

Que sepamos, primero es la Fe.  Lo contrario, primero Pentecostés y luego la Fe que viene de la Resurrección, es una inversión que condena la Necesidad de la Muerte de Cristo. Pues aunque Jesús desplegó su Todopoder en el área de la Vida  a pie de campo, nadie creyó en El. Y los que creyeron no fueron afirmados sino por la Resurrección. Y sólo después de esta Confirmación de la fe vino sobre ellos el Espíritu. Lo cual es lógico: antes de ser hombres hay que ser niños. Si no hay niño, no hay hombre.  Puede que en otro mundo el ser adulto salga del huevo ya criado y hecho. En este que vivimos, el único que conocemos, primero es la fe que da a luz a un hijo de Dios y entonces y únicamente entonces este hombre se dirige a Dios como Padre.

Lo que dice el Confesor en esta sentencia es que “primero que me dé Dios y ya responderé  yo a su Llamada luego”. Ahora bien, quien llama es la Esposa y el Espíritu, pues sin ambos Europa nunca hubiera conocido a Dios, y si no lo hubiesen conocido ¿cómo hubiesen alcanzado los Divinos la fe si por Naturaleza el hombre es pecador y está ordenado a la muerte?

Por esto, Dios engendró primero a la Iglesia y le dio a los Padres de la Iglesia el espíritu de los Apóstoles para que llamasen a la fe a todos los hombres, y en éstos Dios intervendría personalmente para llevar a todas las naciones a su Conocimiento. Pero predestinar para destruir lo que su Hijo levantó, esto no lo hizo jamás Dios.

Así se verá el Día que Jesucristo juzgue el pensamiento de todos los hombres.

En cuanto a la siguiente sentencia, es para quedarse con la boca abierta ante semejante tejido de palabras sin pies ni cabeza. Dice:

 

 “Los niños elegidos que mueren en la infancia, son regenerados y salvados por Cristo por medio del Espíritu, quien obra cuando, donde y como quiere. En la misma condición están todas las personas elegidas que sean incapaces de ser llamadas externamente por el ministerio de la palabra”.

 

Veamos, ¿Dios elige a niños para morir? ¿Para que los maten  los enemigos de sus padres elegidos? ¿Esto quieren decir?

 ¿O quien decir que entre niños y niños Jesucristo dice “esos sí, dejadlos que se acerquen a mí; esos otros no?

La sangre derramada desde Enrique VIII a la decapitación de Carlos I, había trastornado el juicio de los Ingleses. N sólo a los hombres  hacían diana de sus crímenes, ahora eran también los niños. Leed :

 

“Los otros no elegidos, aunque sean llamados por el ministerio de la palabra y tengan algunas de las operaciones comunes del Espíritu, sin embargo nunca vienen verdaderamente a Cristo, y por lo tanto no pueden ser salvos;  mucho menos pueden los hombres que no profesan la religión cristiana ser salvos de otra manera, aun cuando sean diligentes en ajustar sus vidas a la luz de la naturaleza y a la ley de la religión que profesan; y el afirmar y sostener que lo pueden lograr así, es muy pernicioso y detestable”.

 

En un psiquiatra este Confesor Divino sería el elemento más peligroso.

En resumen, el Confesor declara herejes a Católicos, y a todas las demás confesiones internas de las iglesias. Se proclama el solo Divino, el único Salvado, el  santo radiante,  la iglesia de los elegidos, el nuevo Israel que afirmará su tierra sobre el exterminio de todos sus enemigos. Hombres y niños por igual. Todos son semillas del Pecado y la Muerte.  Nadie debe respetar la vida por la edad. El niño se hace hombre. Mejor matarlo cuando no es peligroso que esperar que se haga hombre y sea un peligro para el Nuevo Israel Presbiteriano que cruzará el Mar Rojo del Atlántico y extendiendo sus pies sobre América exterminará de demonios salvajes el Nuevo Mundo.

Terrible será el Juicio de Jesucristo sobre toda iglesia y hombre que niega el Amor de Dios por toda su Creación y reduce su Redención a un grupúsculo de malvados con bendición para matar a sus hermanos los hombres.  Exponeos a su Juicio y refregadle por el rostro vuestra Confesión si queréis. Sois unos valientes. Seguramente el Destierro al Infierno al que ha sido condenado el Maligno y sus huestes será carga ligera para semejantes héroes autoelevados a la condición de los dioses por el Poder de la Espada del dios de Westminster. Mas si en Algo tenéis vuestras almas, salid corriendo en busca de un sacerdote católico y de rodillas pedidle ser bautizados. Desde el momento que rompisteis con la Esposa de Cristo rompisteis con su Esposo, vuestra bautismo es sólo una parodia. No habéis recibido el bautismo que viene de la fe, sino el de los demonios, quienes creyendo que Jesús es el Hijo de Dios siguen cometiendo sus crímenes  como si este conocimiento de la Razón Clara Luterana anulase el Valor Sagrado de la Ignorancia de la fe que procede del Amor a Dios. Conocer a Dios es amarlo. Si conocierais a Dios lo amarías. Si lo amarais, amaríais a vuestros semejantes como a vosotros mismos. Condenáis a vuestros hermanos porque no conocéis a Dios. Si lo conocierais ante os cortaríais las manos que alzar la espada para cortarle la oreja al siervo de los asesinos de Cristo. En aquellos tiempos cuando decir “Jesús es el Señor” equivalía a pena de muerte, esta declaración hacía al Santo. Querer edificar la santidad retando al hermano a matarte para probar sobre su sangre que Jesús es el Señor, que te ha predestinado para que mates  a tu hermano, es  negar a Cristo. Vuestra Defensa del Diablo será vuestra condenación. Dios crea para abrirle su Reino a todos, sin distinción. Mas si alguno quiere seguir el ejemplo de Satán, y prefiere vivir como raza superior a ser un igual entre iguales, que no crea que el día del Juicio caerán de los ojos lágrimas a su salud.                               

Y en fin, baste a cada día su afán.

 

 

QUINTA PARTE

EL ESPÍRITU DE LA VERDAD

CRYS

5/6/20

 

 

 

CRISTO RAÚL CONTRA EL ANTICRISTO