CRISTO RAUL DE YAVÉ Y SIÓN |
LA BIBLIA SOLARespuesta de un hijo de Dios a la Declaración de Guerra de Westminster contra la Unidad de la Plenitud de las Naciones Cristianas
CUARTA PARTE
1
LA LIBERTAD DE LOS PREDESTINADOS
Hemos
visto cómo y por qué el Proyecto del
Reino de Dios en la Tierra no pudo consumar su extensión a la plenitud de las
naciones, éstas entonces en las entrañas de la generación de Adán. Se entiende
que habiendo transgredido, el transgresor pagase las consecuencias de sus
actos.
El
entendimiento se enreda en una dificultad compleja cuando Dios extiende la Pena
debita al Delito a generaciones no nacidas, cuando es el propio Dios quien en
su Justicia impide que los pecados de los padres pasen a los hijos. La
contradicción de negación de principio pone al entendimiento delante de un
complejo dilema.
El
mismo Juez que se niega a hacer responsable a los hijos de los delitos de sus
padres y salva la inocencia de los hijos frente a la culpable conducta de sus
padres, este mismo Juez Divino se salta el principio moral de jurisprudencia
por el que se guía su espíritu y extiende las consecuencias del delito cometido
por sus padres tanto a ellos, sus hijos, como a los hijos de sus hijos. No sólo
esto. Llamados todos los hombres a devenir Ciudadanos del Reino de Dios, vemos
que los pueblos aún no comprendidos en el Reino de la Mesopotamia del Edén
fueron privados de la Presencia Divina y entregados a la ley de la ciencia del
bien y del mal sin haber sido encontrado culpables de ningún delito.
Esta
aparente negación de principio nos pone delante de la gravedad del
Acontecimiento de la Caída del Reino de Dios en la Tierra.
Aunque
computada a la Tierra, la declaración de Guerra a Muerte que una parte de la
Casa de los hijos de Dios grita, sobre la Sangre del Género Humano, alcanza a
toda la Creación. El Hombre no ha sido más que un instrumento, un hacha de
guerra.
Dios
se enciende. Pero es Dios. Aquellos que se atrevían a declararle la Guerra a su
Creador eran sus hijos. Dios entiende. Han amado el infierno. Comieron de la Fruta
del Árbol de la Guerra y libremente han elegido vivir en el Destierro, aun
siendo eterno, a vivir al sol de una Paz Universal sempiterna administrada por
una Justicia Incorruptible a cuya luz todos los Pueblos, independientemente de
su origen, son Iguales a los ojos de su Creador.
No
hay vuelta atrás. La revolución que Dios pone en marcha abriendo el Acto Creador,
no sólo a la Contemplación y disfrute de ver a Dios en Acción, sino tomando parte
activa en la Formación de los mundos, dejó atrás una puerta en la que colgaba
un cartel diciendo : “No la traspases, no regresarás”.
El
shock que nace de esta situación le abre a Dios los ojos sobre la identidad del
“Enemigo Oculto” de su Reino. Ahora es
la Creación entera la que está en juego.
Dios
había vivido un número incontable de veces el nacimiento y destrucción de
mundos bajo la ley de la ciencia del bien y del mal. Por esto tiene a su fruto,
la Guerra, por una Abominación. Ahora la Guerra le explota en pleno rostro. Su
Enemigo es la Muerte. La visión del Reino de la Vida que la Muerte quiere
imponerle a Dios es a sus ojos un Infierno.
El
Género Humano pasa a un segundo plano. Todo pasa a un segundo plano. Ahora todo
pasa por el Hijo de Dios. ¿Será tentado Jesús, Rey de reyes y Señor de señores
del Reino de Dios, por el fruto Prohibido? ¿Aceptará su Corona bajo la Ley de
la Muerte? ¿Se pondrá de rodillas delante del Enemigo de Dios?
Ya
conocemos la Respuesta. Inútil seguir por este Camino. Lo que nos interesa no
es poner en juicio los Cimientos del Edificio ya levantado. Sino salir a campo
descubierto, mirar lo hecho, y lo que nos queda por hacer.
Dios
vuelve a revolucionar su Mundo. Abole toda Corona. Su propio Hijo debe poner la
suya a los pies de SU Trono.
Dios
toma el Gobierno de toda su Creación. Es su Creación la que está en peligro de Total
Destrucción.
El
conoce perfectamente a Jesús, es el Hijo
de sus entrañas. Jesús es el primero que sufre el shock bajo las ondas de la
Caída. Las Guerras de los hijos de Dios no lo alcanzaron. Dios le ocultó las
Dos Guerras de sus hijos la esperanza puesta en que no habría una Tercera
Guerra Universal.
Tampoco
podía mantener lejos de sus ojos el Libro de las Crónicas de su Reino. Lo que
nunca haría Dios sería leérselo utilizando la sangre del Hombre por tinta. La
Ley: “No comas, morirás”, escrita en la Portada del Libro de la Vida de la
Creación, lo dice todo.
A
lo hecho, pecho. Una Nueva Revolución estaba en progreso. Al principio Dios
miraba a sus hijos, ahora tenía a la Muerte en frente. La Abolición de todas
las coronas y la Fundación de un Reino Universal Único gobernado por el propio
Dios es la primera medida que Dios toma. Sobre quien se rebele a aceptar su
status de Ciudadano y se alce contra su Deposición Monárquica, extiende Dios un
Decreto de Destierro.
Satanás,
cabeza del Dragón, junto a sus aliados, es expulsado del Cielo. Ha llegado “el
Día de Yavé”, día de Venganza, el día en el que el hijo del Hombre, hijo de
Eva, mujer de Adán, se levantará para reclamar la Corona de su padre.
Es
la expectación del Mesías. Los hijos de Abraham esperaban a un hijo de David
que se levantaría contra los poderes de este mundo y pondría a Jerusalén, a
semejanza de la Roma Imperial, en el centro del mundo. El Homicida que
derramara la sangre de un Hombre formado por el propio Dios creía que aplastar
a su descendiente lejano, creado en las circunstancias más pobres imaginables,
sería pan comido. La Encarnación del Hijo de las entrañas de Dios no figuraba
en los planes de los hijos de Dios liderados por Satán. Este, acostumbrado a
comer polvo, se había trasformado finalmente en una bestia. Se movía como una
bestia, como un “dios oculto” moviendo los hilos desde la oscuridad, y ahora
pensaba como una bestia, como la Bestia que era.
El
Hijo de Dios ni lo mira, ni se detiene a contemplarlo. “Vade retro”. Jesús pone su Corona a los pies de su Padre.
La Cruz es el Acto de Amor Eterno e Infinito
del Hijo de Dios a la Sabiduría de su Padre. Las medidas que Dios ha tomado son
la Llave que cerrará la Puerta de la Creación al Infierno que la Muerte lleva
en sus entrañas. La Reconfiguración del reino de Dios comienza con la
Glorificación de este Hijo al trono de Dios.
Dios
sienta a su Hijo como Rey Universal Sempiterno y Único, Juez Universal con
Poder Divino sobre toda vida, Señor Todopoderoso sobre todas de Creación. Jesús
es Dios Verdadero de Dios Verdadero y como tal recibe la misma Adoración y
Gloria que su Padre. Toda la Casa de Dios dobla sus rodillas ante el Rey, Dios
Hijo Unigénito, y Este trae a Casa una Nueva Generación de Hijos de Dios, hijos
de la Tierra, engendrados a su Imagen y Semejanza, herederos de su Espíritu, un
Cuerpo de Sacerdotes cuya Cabeza es el propio Cristo, a cuyos ojos, siendo los
de Dios, no se oculta pensamiento alguno, y cuyo Poder, como el de su Señor,
está en la Palabra. Dios le ha dado un Cuerpo Visible a su Espíritu. El
Espíritu Santo se ha hecho Hombre y se le ha dado el Reino para mantenerlo por
la Eternidad en la Paz Universal que viene de la Verdad.
Pero
aquí abajo se queda el género humano. Dios ha consumado su Obra. La
Resurrección consuma esa Obra. Ahora ¿qué?
¿Qué
pasa con las naciones de la Tierra? ¿Acaso aquel “Hagamos al Hombre a nuestra
imagen y a nuestra semejanza” no comprendía a todas las familias de la Tierra?
Por
supuesto que sí. Dios reemprende su Trabajo. Mas en este Nuevo Día las
circunstancias de partida no son las mismas. Los hombres han devenido bestias
racionales luchando por su supervivencia. El hombre, como al principio, es un
animal más. Sin embargo entre aquel Hombre apadrinado por los dioses, antes del
Edén, y este Hombre del tiempo de los Apóstoles existe una diferencia crucial.
Aquél estaba desnudo; éste está vestido hasta los dientes de guerra.
La
obra más grande que podía concebir el hombre, la cima de la razón humana
después de dos mil años pasándose el testigo del imperio de una nación a la
otra, fue aquella Roma Imperial en cuya estructura aquél hombre había
desaparecido y su lugar había sido ocupado por una bestia.
Restaurar
la Imagen de Dios en el Hombre implicaba la Caída de este Imperio, bajo un
diluvio de sangre, espejo donde se
reflejaría la gravedad de la Caída del reino de Adán. Esa bestia Humana estaba
discapacitada espiritualmente para entender las cosas del Cielo. Su Mundo
estaba presto a ser ahogado bajo el Nuevo Diluvio.
Dios
engendra en su Sabiduría una Nueva Plenitud de Naciones. Y hacia esta Nueva
Plenitud de Naciones comienza a hacer su camino la Historia del Hombre, que
deviene Historia del Cristianismo.
El
Hombre que al Principio concibió Dios no deja de vivir; aquel hombre nacido
para ser el Espejo Vivo del Amor de Dios a su Creación, uniendo a todos los
Pueblos al mismo Tronco del Árbol de la Vida, todos y cada uno de los Pueblos
de su Reino sus Ramas, ése Hombre vive. Pero, ahora este Hombre trae en su seno
no ya el conocimiento del Bien y del Mal, como quien lee en un libro las
crónicas del infierno, este Hombre Nuevo lleva en su sangre el fuego de quien
ha vivido en su carne ese Infierno. Ningún Pueblo de la Creación fue forjado en
este Fuego. Tampoco fue de la Voluntad del Creador que el Hombre lo fuera. Las
circunstancias decidieron que la cosa
fuesen así. Y a lo hecho, pecho.
El
Hombre Nuevo que Dios trae a la Vida nace marcado por este Fuego. La Plenitud
de las Naciones a ser creada trae al reino de Dios un Ejército Mundial de
Sabios al servicio de su Rey, cabeza Política de esta Plenitud de Naciones cuyo
Rey Universal Sempiterno es Jesucristo.
Un
largo trabajo a realizar tenía Dios por delante desde la Resurrección a la
Formación de este Cuerpo de la Plenitud de las Naciones cuya Cabeza Política es
su propio Hijo.
Así
las cosas, una vez que el Edificio Cristiano fue consolidado y superó las
Pruebas de Destrucción a las que estuvo sometido desde su Nacimiento por
Romanos, Hunos y Musulmanes, con el propósito de acelerar los tiempos Dios
ordena la Liberación del Diablo en el Año Mil.
La
Muerte le preparó el terreno a su Príncipe , y como he dicho antes. mover el
peón Cerulario para darle el jaque mate a la
Contienda entre Bizancio y Roma fue coser y canta; un triunfo que sabía a poco
dado el Decreto que Constantinopla había firmado sobre su cabeza al no
separarse del Imperio Romano.
Creer
que “iba a comer y no iba a morir porque Cristo lo protegería contra Dios”, fue
el delito de la Ortodoxia Bizantina. Este mismo delito arrastró a la Alemania
de Lutero a creer que por la Fe los hombres pueden incluso violar a la madre de
Cristo, pues la Fe pone de rodillas a Dios. Este movimiento sí le supuso al
Diablo, el “dios oculto” de la Reforma, a mieles.
Desde
el comienzo de su Siembra Maligna el Diablo encontró en Alemania un campo bien dispuesto
para dar fruto maligno. La Cuestión de las Investiduras dejó esto en claro.
Dios respondió con Gregorio VII. El intento del Emperador Alemán de hacer de la
Esposa de Cristo su Concubina, no triunfó. Del fracaso se saca lección. En este
caso la Esposa del Nuevo Adán no fue engañada y permaneció Fiel a su Esposo.
Pero
se comprende que si por la División de las iglesias se quería llegar a la destrucción de ellas
siguiendo la Sentencia del decreto Divino, “Todo reino en sí dividido no
subsistirá y toda Ciudad o Casa en sí dividida será destruida”, había que
corromper a los siervos de la Esposa para encadenando a Esta a sus intereses la
Siembra de Cizaña condujese a las naciones cristianas a una guerra fratricida.
El
Cisma de Occidente abrió la puerta, y el Concilio de Constanza declarando
Infalible al Obispo de Roma, es decir, transformando el Papado en una
Teocracia, arrojó a la Esposa a las mazmorras del Vaticano, de la que el
Concilio de Trento la liberó. Pero en ese entreacto la Rebelión Protestante se
hizo. Y no precisamente para Liberar a la Esposa de la Mazmorra en la que el
Obispado Italiano la encerró, sino para abrirle el Camino al Abogado del
Diablo, quien bajando de las altas cumbres nevadas del Olimpo Suizo vino a tentar
a la Corona de Inglaterra, y cayendo
ésta en su Discurso se proclamó Cabeza de la Iglesia en la Tierra, es decir, la
Teocracia Pontificia fue respondida con la Teocracia Monárquica.
Creyéndose
este nuevo cristiano el elegido de Dios para matar a todo el que no quisiese doblar
sus rodillas ante su Majestad Satánica, quiso Dios descubrirnos a las claras,
mediante Hechos, cuál es el Modelo de Reino que Satán y sus hermanos
concibieron como Gobierno de su reino Divino, por el que le declararon la
Guerra al propio Dios, y por el que prefirieron ser desterrados por la
eternidad a vivir en un Reino en el que todos los Ciudadanos estamos sujetos a un mismo status jurídico y político.
Tras
la Rebelión del Diablo no se ocultaba sino la ambición de sentarse en el Trono
del Hijo de Dios, desde el que gobernando como si fuera Dios extendería su ley
de terror sobre todos los pueblos de la Creación.
De
esta manera quienes se creían los Divinos, en su Asamblea representaron para
nosotros aquella Asamblea de Malignos que decidieron Traicionar a Dios y
sembrar el Infierno en el Paraíso antes que sujetarse a la ley de la
Fraternidad entre todos los Pueblos de la Creación.
Y
ya los tenemos a todos reunidos en palma de la gloriosa mano de su nuevo
Salvador, Oliver Cromwell.
Engañados
por el Discurso del Abogado del Diablo de ser ellos los elegidos para Destruir
la religión que Fundó Europa, y la salvó de los cascos del Caballo de Atila
hasta elevarla a la cabeza del Mundo, estos Divinos vienen y dicen:
“Dios ha dotado a la voluntad del hombre con
aquella libertad natural, que no es forzada ni determinada hacia el bien o
hacia el mal, por ninguna necesidad absoluta de la naturaleza”
Mayor ignorancia, imposible. Únicamente el Terror
a esta Asamblea de Divinos podía ver en esta absoluta nulidad intelectual una
inspiración espiritual divina. Vuelve a negar, como ya lo hiciera en los
anteriores capítulos, el Hecho de la Formación el Hombre a la Imagen y
Semejanza de Cristo. Nacidos a su Imagen y Semejanza nuestra voluntad viene determinada
por su Naturaleza, que nos arroja como pan en las manos del Bien y nos
convierte en fuego contra los brazos del Mal. La libertad del Hombre es
Libertad Divina.
La Vida
del Cristiano es la del Ciudadano del Reino de Dios que goza de la Libertad
Sobrenatural referida a las realidades eternas, en las que la libertad natural
de los animales no tiene arte ni parte. Negar esta Libertad Sobrenatural que
traspasa las fronteras de las necesidades carnales y nos levanta la cabeza al
Pensamiento de Jesucristo es negar a Dios como Padre del Hombre en razón de que
siendo criaturas de carne y hueso nuestra Filiación es una fantasía que Dios ha
implantado en la mente humana.
Se dice Anticristo de quien habla contrario a
Cristo. ¿Qué más contrario a Cristo que decir que no estamos impulsados al Bien
y arrojados contra el Mal por razón de quien nos ha engendrado y cuyo
Pensamiento vive en nosotros?
Decir que nos estamos impulsados al Bien es una Negación del
Cristianismo. Lo fenomenológico del asunto es cómo siendo de ley diaria lo
contrario en el seno del pueblo llamado presbiteriano a la hora del
comportamiento doctrinal se rijan ellos por sentencias contrarias en lo
absoluto a la conducta que hacia los hombres ellos ponen en práctica. Mas esta
es cuestión que no viene a cuento en este capítulo. Que sigue maravillándonos
diciendo cosas como esta :
“El hombre en su estado de inocencia, tenía
libertad y poder para querer y hacer lo que es bueno y agradable a Dios, sin
embargo era mutable y podía caer de dicho estado”.
Volvemos a lo mismo. Dios es Padre y siente por
su Creación amor de Padre. El Confesor ciega al lector y le impide ver su Relación con Dios en el seno de esta
verdad Inmutable.
Por regla general, si nadie objeta lo contrario,
árbol bueno produce frutos buenos. Pues teniendo a Dios por Padre la regla dice
que sus hijos tendemos por naturaleza al Bien, y por Naturaleza de la Creación
somos Inmutables. Caemos, pero nos levantamos. Seguimos siendo el que fuimos,
pero con cicatrices adornando la piel de nuestras almas. Dejados en las manos
de la Sabiduría que gobierna la Creación entera es la ley del Amor la que
impera, y siendo inmutables tanto Ella como Dios, Su Señor, su creación
permanece en esta condición natural estable.
¿Puede el soldado en pleno campo de batalla al
rojo vivo vivir bajo la ley de quien está en su casa disfrutando de una cena
con su mujer y sus hijos? Cada espacio
tiene su ley. Cada momento tiene sus circunstancias. Mutabilidad e
inmutabilidad se refieren a los cambios en esos órdenes. No puede mutarse la
ley de la guerra estando el soldado en el fragor de la batalla a menos que se
busque su destrucción. Prohibir defenderse es un homicidio. Decretar vivir bajo
la ley de la guerra en tiempos de paz es un suicidio. Creer que la Naturaleza Divina
puede engendrar lo contrario es una demencia, por no hablar de alta traición.
Negar esta simple Realidad es Anticristiano.
Quien
niega a Cristo es el Anticristo. No se puede hablar con palabras anticristianas
y llamarse divinos a no ser que el Maligno se vista de luz y ocultándose tiente con la divinidad
a sus elegidos para sembrar terror en el mundo. La sentencia es, pues, contraria a Cristo al negar que la Naturaleza
Humana y la Divina existan en términos de procedencia. Dios crea a su imagen y
semejanza, ergo, lo que niegue esto es contrario a Cristo. La máscara es buena,
pero el rostro que se oculta no engaña sino a quien se quiere dejar engañar
cuando se le dice:
“ El hombre, por su caída a un estado de
pecado, ha perdido absolutamente toda capacidad para querer algún bien
espiritual que acompañe a la salvación; por tanto como hombre natural, que está
enteramente opuesto a ese bien y muerto en el pecado, no puede por su propia
fuerza convertirse a sí mismo o prepararse para la conversión”.
Muy Católico, se diría, y sin embargo, altamente
falso. No lo digo yo. Lo dice la Historia de las Religiones. Aunque el fin
alcanzado por las religiones fuera falso, el principio fue naturalmente bueno. Todos los pueblos
buscaron y siguieron buscando a Dios, bien espiritual sumo al que puede aspirar
el ser humano.
El Pecado no apartó al hombre de buscar a Dios;
el pecado lo arrastró lejos de la meta que iba buscando. Ya lo dijo Dios en
Pablo: “Buscamos el bien pero es el mal el que se nos apega”. El hombre natural
no sólo buscó el bien supremo, sino que lo alcanzó.
El Pecado trajo la ruptura entre el Hombre y Dios,
y su búsqueda fue dirigida al encuentro de imágenes tan opuestas a Dios como es
la Imagen del cristiano que dibuja la Asamblea de los Divinos en esta
Confesión. Y no sólo en el terreno del espíritu religioso, también en el del
pensamiento filosófico mostró el alma humana su tendencia natural al Bien. Que no llegasen los pensadores Helenos a
alcanzar la Sabiduría, y lo hiciesen hombres sin cultura ni genio filosófico es
el Acontecimiento más sorprendente de la Historia del Mundo. Sin ningún
misterio para nosotros. Si a los primeros la Sabiduría les dio la espalda, esta
misma Sabiduría le abrió los brazos de Madre a los últimos. Y tuvo a los Padres
de la Iglesia para que con su Sabiduría guiase, el pensamiento cristiano,
poniendo a la Civilización Cristiana en el Camino de la Teología y la Ciencia.
¿Convertirse a sí mismo? ¿Pero dónde está el
discapacitado intelectual que cree que el Hombre es el Creador de sí mismo? ¿Es
esta la idea que tiene el Presbiterianismo de sus fieles, la de ser unos discapacitados intelectuales a
los que se les echa de comer alfalfa para bestias? ¿Qué Necesidad hubiera
habido de la Encarnación si el hombre por sí mismo hubiese podido elevarse a la
naturaleza de Cristo?
La negación que viene es aún más fuerte:
“Cuando Dios convierte a un pecador y le traslada
al estado de gracia, le libra de su estado de servidumbre natural bajo el
pecado, y por su sola gracia lo capacita para querer y obrar libremente lo que
es espiritualmente bueno; a pesar de eso, sin embargo, por razón de su
corrupción que aún queda, el converso no sola ni perfectamente quiere lo que es
bueno, sino quiere también lo que es malo”.
Veamos : “Yo soy la Vid y mi padre es el Viñador,
vosotros sois los racimos. ¿Puede dar árbol bueno, frutos malos? Si permanecéis
en mí daréis fruto y fruto abundante, para que el Hijo del Hombre sea
glorificado en vuestras obras”. ¿Cómo,
pues, siendo la Vid de naturaleza Divina puede su fruto ser Uva Maligna?
Que yo quiera lo bueno pero que el mal se me
apegue y queriendo hace el bien haga lo contrario, sin querer hacerlo, aunque
no sea justificación de ninguna clase, pues tengo el deber de pensar lo que hago antes de hacerlo; que resulte
que queriendo hacer el bien haga el daño que nunca quise hacer, este resultado
no significa que yo lo quisiese o lo buscase. El mundo está sujeto a la ley del
bien y del mal, y yo vivo en el mundo.
Yo camino, como hijo de Dios, en el Camino de la
vida eterna, pero el mundo que me rodea camina sobre la senda de la Muerte. La
luz brilla en las tinieblas, pero a veces las tinieblas ahogan la luz. Esto no
quiere decir que renuncie a la luz o que ame las tinieblas. La Fuerza del
Espíritu que nos ha engendrado es invencible. Tropezar no quiere decir caer.
Hundirse en un pozo, atrapado por tu propia palabra, no quiere decir que te
hayas sumado a la oscuridad. Para nada. Vivimos en estado de guerra. Nos
movemos en un campo de batalla. Aun así nuestra ley surge del espíritu: no es
la ley por la que se mueve nuestro enemigo. Aprendemos siendo golpeados.
Tocados, pero nunca hundidos. Tendemos al Bien invenciblemente, con la misma
invencibilidad nuestra alma está alejada de querer, desear o soñar el mal. El
Confesor Presbiteriano niega la Creación del cristiano por Dios a la par que
niega la Acción de Cristo esté viva en nosotros. Invoca la Teología Católica
para echarla al fuego. ¿Quién es el demente que llama a Dios a testificar
contra Dios? Este:
“La voluntad del hombre es hecha perfecta e inmutablemente
libre para hacer tan solo lo que es bueno, únicamente en el estado de la
gloria”.
Es decir, mientras vivos, todos malos; una vez
muertos todos santos. Así que a seguir
pecando.
Somos pecadores irredimibles – dice. La Redención
no operó este Milagro de vivir en plena gloria aquí en vida, aquí abajito en la
Tierra, a ras de este planeta agobiado por tantos males. Cuando nos muramos
seremos angelitos; vivos, pecad, pero venid al confesor a que os consuele de
haber hecho el mal y de los males que seguiréis haciendo. ¿Por qué luchar
contra lo que siempre te vence?
¿No fue astuto Lutero? Le dio a Alemania lo que
quería, absolución de todos sus pecados, delitos y crímenes : en el nombre de
la Fe sola.
¿No fue astuta la Asamblea de los Divinos? El
pueblo anglosajón a lo largo de su Historia había ya demostrado su apego al
pecado. ¿Imposible curarlo? Le damos la absolución formal, el hombre es pecador
por naturaleza y mientras viva lo será, no preocuparse más de la cuenta, y ya
está.
Cristo está muerto. El muerto al hoyo y el vivo
al bollo. Venga, a matar católicos, anglicanos, irlandeses, indios,
australianos, negros y todo lo que se oponga a vuestro imperio, sois los
elegidos de Dios.
Ciertamente. La Teocracia Tudoriana nos representó en vivo el Imperio que estuvo buscando Satanás y contra el que
Dios se alzó. El rey tudoriano: Juez Todopoderoso,
Señor Absoluto, Sacerdote Supremo, Rey Universal. En una palabra: Dios. ¿Y se
extraña la Inteligencia Británica de que Carlos I reclamase ser obedecido como
el tal dios que la propia religión anglicana proclamó?
Pidió ser el elegido, y lo fue. Como Satán, acabó
perdiendo la cabeza.
Amén.
2
LA RAZA
SUPERIOR DE LOS ELEGIDOS
“A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos
solamente, le agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente por
su palabra y Espíritu, fuera del estado de pecado y muerte en que están por
naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo; iluminando espiritual y salvadoramente su entendimiento, a fin de que comprendan
las cosas de Dios; quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne; renovando
sus voluntades y por su potencia todopoderoso, induciéndoles hacia aquello que
es bueno, y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; de tal manera que ellos
vienen con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la
voluntad de hacerlo.”
Tremenda la declaración de anulación de la
Redención Universal realizada en el Cordero de Dios. Increíble la Negación de
la Creación Universal abierta a la Ciudadanía de todos los seres humanos.
¿Contradicción? ¡No, en absoluto! El Confesor ha expuesto ya con anterioridad
que Dios crea para divertirse, el juego de la Guerra es su deporte favorito, el
terror es la luz que procede de su Todopoder y
Omnipotencia; a unos los crea para matar y a los otros para morir.
Según Calvino, sus Hugonotes Franceses, y sus
Puritanos Ingleses, Dios crea dos razas, la del depredador, el fuerte, el rico,
el libre: y la de débil, el pobre, el esclavo. Bueno, las dos razas son
esclavas de la voluntad de ese Dios Oculto que se esconde tras una máscara de
Amor, que no pudo engañar sin embargo a Calvino. En realidad las dos razas son
esclavas de ese dios de los Hugonotes Franceses, Puritanos Británicos y
Presbiterianos Americanos. Pero hay que reconocer que es más feliz el
depredador que la presa. Aunque claro, siguiendo a Descartes, tomando a Calvino
por punto de arranque, nunca se puede decir cuándo aquel “Dios Oculto” de
Lutero se puede cansar de sus esclavos y haciendo girar la rueda del destino,
quien hoy come carne humana y se emborracha con la sangre de la raza inferior
mañana podría hacer las delicias del banquete de algún otro demonio. Cierto, a la manera que las religiones
antiguas calmaban a sus dioses sacrificando víctimas por miles, la nueva religión
calvinista de los puritanos ingleses siempre podrían conservar la gracia de su
dios maligno sacrificando vida humana por cientos de miles. Todo, con tal de
mantener satisfecha la barriga de ese dios oculto implantado en la cabezas de
sus adoradores, los Nuevos Elegidos, la Raza de los Divinos.
Nada puede escribirse más contrario a Cristo
que esta declaración de Exclusividad de
la Redención a unos “elegidos” y de la Limitación de la Ciudadanía del reina de
Dios a unos predestinados desde la eternidad para disfrutar de la vida de los
dioses. La Ignorancia sobre la
Personalidad Íntima de quien dice “ YO SOY EL QUE SOY” es absoluta en el
declarante y firmante de esta Confesión. No lo es por no haber escuchado antes
decir “DIOS ES AMOR”. Para nada. La
ignora porque quien tiene el corazón duro como una roca negra salida de los hornos
del infierno de la guerra no puede entender la Naturaleza de la Paternidad
Divina. Con todo, y siempre tomando a sus fieles como verdaderos discapacitados
intelectuales, LOS Divinos se declaran perfectos conocedores de Dios como quien
habiendo sido llamados a la vida han recibido la gracia de este Conocimiento.
Desmenucemos ese corazón golpe a golpe.
Primero dice: A todos aquellos a quienes Dios ha
predestinado para vida, y a ellos solamente, le agrada en su tiempo señalado y
aceptado, llamar eficazmente por su palabra y Espíritu, fuera del estado de
pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por
Jesucristo;
De aquí mi afirmación de la negación de la Universalidad de la Redención,
de un lado, y de la Universalidad de la Ciudadanía del reino de Dios para todas
las Naciones, que esta sentencia encierra.
Acorde a Jesucristo, nuestro Único Maestro Eterno, en quien tenemos la
Puerta a la Personalidad Íntima de Aquel Dios que se afirma en su Personalidad
diciendo YO SOY EL QUE SOY, Dios no crea Predestinando a nadie. Dios mira a su
Creación como un Todo. El Género Humano es el Hombre. El Creador concibe al Hombre en cuanto Género y le da
vida en el Universo. El Creador concibe en su Espíritu un Ser Universal y a
este Ser en su Plenitud lo crea para la Viuda Eterna. No hay Individualidad
fuera de este Hombre Universal en el Espíritu del Creador. Es únicamente cuando
esta Creación ha sido consumada que Dios se centra en el Individuo. El Universo
ha sido levantado. El Hombre existe. En cuanto Género. Llega la Hora de darle
forma de Intervenir Personalmente en su Creación Viva. Estas Intervención es
para gloria y alegría de todos. Dios se reserva para sí el nacimiento del
Individuo que le servirá como rey de los hombres. Esta Intervención Persona
Directa en su Creación es Derecho Legítimo de Creador. No se produce una
Exclusión de la Llamada que todos hemos recibido; no nos es arrebatada la Vida
Eterna para la que hemos sido creados. Evidentemente una Obra implica una
personalización de aquellos quienes han de ser parte activa directa en su
realización. Dios llama a sus Apóstoles antes de nacer. Esta Llamada es una
Predestinación personal que en ningún momento excluye de la vida eterna a los
demás hombres. Ni es causa de Desprecio ni de Orgullo sobre quienes ninguno. Su Vida es creación de Dios.
En la Redención de Cristo son llamados todos los hombres, sin distinción de
raza a recoger la Ciudadanía del Reino de Dios. Pero la Llamada que se extiende sobre Pedro no es la misma que se
extiende sobre nosotros. Pedro es
llamado a dar con su Vida testimonio de la Resurrección. En un Mundo que ya ha
recibido ese Testimonio Dios no extiende este Testimonio a todos nosotros.
El Confesor en su demencia calvinista ignora que ese Mundo está en activo y
que el Testimonio ya ha sido recibido.
Los Divinos olvidan que aquella Llamada Personal sobre los Apóstoles y su
Generación no fue para Matar a quien no creyera en su Testimonio. La Llamada de
Dios es la Acción directa del Creador en su Creación para bien de todas sus
criaturas.
En aquel momento se habló de Predestinación en la Consciencia Santa del
conocimiento que implicaba dicha Predestinación. El Testimonio sobre la
resurrección sería con la sangre. Todos iban a ser objeto de persecución y
muerte. Esa era la verdad del espíritu que habían recibido.
En otros tiempos Dios predestinó a David para ser rey, a Moisés para ser
Legislador, a Abraham para ser causa de bendición. Pero Dios no predestinó
jamás al Género Humano a la Caída. Esto es Satanismo.
La Predestinación es un Acto
Personal de Dios dirigido a una acción individual concreta. Predestina y da la
Fuerza para superar todos los obstáculos y vencer. Dio no predestina a nadie a
matar. Ni crea para levantar víctimas.
Y de nuevo, el Confesarlo condena al Creador y maldice su creación cuando
dice “fuera del estado de pecado y muerte
en que están por naturaleza”. Afirmando esto se afirma que el ser humano es
pecador por Naturaleza. Deduciendo de lo cual se entiende que la Creación lleva
en su seno el Pecado. Si así fuese, ¿qué necesidad hubiera tendido Adán de ser
engañado si el Pecado y la Muerte ya estaban en su carne y su sangre antes de
la Caída?
El siguiente razonamiento no es menos falso:
“Este llamamiento eficaz es solamente de la libre y especial gracia de Dios
y de ninguna otra cosa prevista en el hombre; el cual es en esto enteramente
pasivo, hasta que siendo vivificado y renovado por el Espíritu Santo, es
capacitado por medio de esto para responder a este llamamiento y para recibir
la gracia ofrecida y trasmitida en él”.
Que sepamos, primero es la Fe. Lo
contrario, primero Pentecostés y luego la Fe que viene de la Resurrección, es
una inversión que condena la Necesidad de la Muerte de Cristo. Pues aunque
Jesús desplegó su Todopoder en el área de la
Vida a pie de campo, nadie creyó en El.
Y los que creyeron no fueron afirmados sino por la Resurrección. Y sólo después
de esta Confirmación de la fe vino sobre ellos el Espíritu. Lo cual es lógico:
antes de ser hombres hay que ser niños. Si no hay niño, no hay hombre. Puede que en otro mundo el ser adulto salga
del huevo ya criado y hecho. En este que vivimos, el único que conocemos,
primero es la fe que da a luz a un hijo de Dios y entonces y únicamente
entonces este hombre se dirige a Dios como Padre.
Lo que dice el Confesor en esta sentencia es que “primero que me dé Dios y
ya responderé yo a su Llamada luego”.
Ahora bien, quien llama es la Esposa y el Espíritu, pues sin ambos Europa nunca
hubiera conocido a Dios, y si no lo hubiesen conocido ¿cómo hubiesen alcanzado
los Divinos la fe si por Naturaleza el hombre es pecador y está ordenado a la
muerte?
Por esto, Dios engendró primero a la Iglesia y le dio a los Padres de la
Iglesia el espíritu de los Apóstoles para que llamasen a la fe a todos los
hombres, y en éstos Dios intervendría personalmente para llevar a todas las
naciones a su Conocimiento. Pero predestinar para destruir lo que su Hijo
levantó, esto no lo hizo jamás Dios.
Así se verá el Día que Jesucristo juzgue el pensamiento de todos los
hombres.
En cuanto a la siguiente sentencia, es para quedarse con la boca abierta
ante semejante tejido de palabras sin pies ni cabeza. Dice:
“Los niños elegidos que mueren en la
infancia, son regenerados y salvados por Cristo por medio del Espíritu, quien
obra cuando, donde y como quiere. En la misma condición están todas las
personas elegidas que sean incapaces de ser llamadas externamente por el
ministerio de la palabra”.
Veamos, ¿Dios elige a niños para morir? ¿Para que los maten los enemigos de sus padres elegidos? ¿Esto
quieren decir?
¿O quien decir que entre niños y
niños Jesucristo dice “esos sí, dejadlos que se acerquen a mí; esos otros no?
La sangre derramada desde Enrique VIII a la decapitación de Carlos I, había
trastornado el juicio de los Ingleses. N sólo a los hombres hacían diana de sus crímenes, ahora eran
también los niños. Leed :
“Los otros no elegidos, aunque sean llamados por el ministerio de la
palabra y tengan algunas de las operaciones comunes del Espíritu, sin embargo
nunca vienen verdaderamente a Cristo, y por lo tanto no pueden ser salvos; mucho menos pueden los hombres que no profesan
la religión cristiana ser salvos de otra manera, aun cuando sean diligentes en
ajustar sus vidas a la luz de la naturaleza y a la ley de la religión que
profesan; y el afirmar y sostener que lo pueden lograr así, es muy pernicioso y
detestable”.
En un psiquiatra este Confesor Divino sería el elemento más peligroso.
En resumen, el Confesor declara herejes a Católicos, y a todas las demás
confesiones internas de las iglesias. Se proclama el solo Divino, el único
Salvado, el santo radiante, la iglesia de los elegidos, el nuevo Israel
que afirmará su tierra sobre el exterminio de todos sus enemigos. Hombres y
niños por igual. Todos son semillas del Pecado y la Muerte. Nadie debe respetar la vida por la edad. El
niño se hace hombre. Mejor matarlo cuando no es peligroso que esperar que se
haga hombre y sea un peligro para el Nuevo Israel Presbiteriano que cruzará el
Mar Rojo del Atlántico y extendiendo sus pies sobre América exterminará de
demonios salvajes el Nuevo Mundo.
Terrible
será el Juicio de Jesucristo sobre toda iglesia y hombre que niega el Amor de
Dios por toda su Creación y reduce su Redención a un grupúsculo de malvados con
bendición para matar a sus hermanos los hombres. Exponeos a su Juicio y refregadle por el
rostro vuestra Confesión si queréis. Sois unos valientes. Seguramente el
Destierro al Infierno al que ha sido condenado el Maligno y sus huestes será
carga ligera para semejantes héroes autoelevados a la
condición de los dioses por el Poder de la Espada del dios de Westminster. Mas
si en Algo tenéis vuestras almas, salid corriendo en busca de un sacerdote
católico y de rodillas pedidle ser bautizados. Desde el momento que rompisteis
con la Esposa de Cristo rompisteis con su Esposo, vuestra bautismo es sólo una
parodia. No habéis recibido el bautismo que viene de la fe, sino el de los
demonios, quienes creyendo que Jesús es el Hijo de Dios siguen cometiendo sus
crímenes como si este conocimiento de la
Razón Clara Luterana anulase el Valor Sagrado de la Ignorancia de la fe que
procede del Amor a Dios. Conocer a Dios es amarlo. Si conocierais a Dios lo
amarías. Si lo amarais, amaríais a vuestros semejantes como a vosotros mismos.
Condenáis a vuestros hermanos porque no conocéis a Dios. Si lo conocierais ante
os cortaríais las manos que alzar la espada para cortarle la oreja al siervo de
los asesinos de Cristo. En aquellos tiempos cuando decir “Jesús es el Señor”
equivalía a pena de muerte, esta declaración hacía al Santo. Querer edificar la
santidad retando al hermano a matarte para probar sobre su sangre que Jesús es
el Señor, que te ha predestinado para que mates a tu hermano, es negar a Cristo.
Vuestra Defensa del Diablo será vuestra condenación. Dios crea para abrirle su
Reino a todos, sin distinción. Mas si alguno quiere seguir el ejemplo de Satán,
y prefiere vivir como raza superior a ser un igual entre iguales, que no crea
que el día del Juicio caerán de los ojos lágrimas a su salud.
Y
en fin, baste a cada día su afán.
QUINTA PARTEEL ESPÍRITU DE LA VERDADCRYS5/6/20
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