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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS |
LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO |
REYES LIBRO
PRIMERO SEGUNDA PARTE HISTORIA SINCRÓNICA DE LOS REYES HASTA
ACAB Y JOSAFAT Capítulo 12 División del reino (1-33) Roboam fue a Siquem por haberse
reunido en Siquem todo Israel para proclamarle
rey. Así que lo oyó Jeroboam, hijo de Nabat, que estaba en Egipto, adonde
había huido de Salomón, se volvió de Egipto, y Jeroboam y todo Israel
vinieron. Y hablaron a Roboam diciendo: “Tu padre hizo muy pesado nuestro
yugo; aligera tú, pues, ahora esta dura servidumbre, y te serviremos.”
El les respondió: “Id y volved a mí dentro de tres días.”
Fuese el pueblo. El rey Roboam consultó a los ancianos que habían estado
cerca de Salomón, su padre, durante su vida, diciéndoles: “¿Qué me aconsejáis
que responda a este pueblo?”. Y ellos le dijeron: “Si ahora te rindes
a este pueblo y le complaces hablándole blandas palabras, te estará
siempre sujeto.” Pero Roboam no siguió el consejo de los ancianos, y consultó
a los jóvenes que se habían criado con él y le rodeaban, diciéndoles:
“¿Qué me aconsejáis que responda a este pueblo que así me habla: Aligera el yugo que tu padre nos impuso?”. Y los jóvenes que
se habían criado con él le dijeron así: “Habla de este modo al pueblo
que te ha dicho: Tu padre hizo muy pesado su yugo sobre nosotros; aligéralo
tú. Háblales así: Mi dedo meñique es más grueso que los lomos de mi
padre. Ahora, pues, mi padre os cargó con pesado yugo,
y yo haré vuestro yugo más pesado todavía. Mi padre os azotó con azotes,
y yo os azotaré con escorpiones.” Vino a Roboam, pues, todo Israel al día tercero, según
lo que había dicho el rey: “Volved dentro de tres días”; y el rey respondió
al pueblo duramente, dejando el consejo que le habían dado los ancianos,
y le habló así, según
el consejo de los jóvenes: “Mi padre hizo pesado vuestro yugo, y yo
lo haré más pesado todavía; mi padre os azotó con azotes, y yo os azotaré
con escorpiones.” Desoyó, pues, el rey al pueblo, porque así lo disponía
Yavé para cumplir la palabra que El había
dicho por medio de Ajías, de Silo, de Jeroboam,
hijo de Nabat. Entonces todo Israel, viendo que el rey no le escuchaba,
dijo al rey: “¿Qué tenemos que ver nosotros con David? No tenemos heredad
con el hijo de Isaí. ¡A tus tiendas, Israel! ¡Provee ahora a tu casa,
David!” Fuese Israel a sus tiendas y Roboam no reinó sobre más hijos
de Israel de los que habitaban en las ciudades de Judá. Mandó entonces Roboam a Adoniram,
que era prefecto de los tributos; pero éste fue lapidado por todo Israel
y murió. Apresuróse Roboam a montar en su
carro para huir a Jerusalén; y así se separó Israel de la casa de David
hasta el día de hoy. Sabiendo que había vuelto Jeroboam, todo Israel le mandó
a llamar a la asamblea y le hicieron rey de todo Israel. La tribu de
Judá fue la sola que siguió a la casa de David. Llegado Roboam a Jerusalén, convocó a toda la
casa de Judá y a la tribu de Benjamín, ciento ochenta mil hombres de
guerra, para hacer la guerra a la casa de Israel y reducirla a la obediencia
de Roboam, hijo de Salomón; pero Semeyas,
varón de Dios, recibió palabras de Yavé, diciendo: “Habla
a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá y de
Benjamín, y a todos los del pueblo, diciendo: He aquí lo que dice Yavé:
No subáis a hacer la guerra a vuestros hermanos, los hijos de Israel.
Vuélvase cada uno de vosotros a su casa, porque de mí ha venido esto”;
y ellos, obedeciendo la palabra de Dios, se volvieron, según la palabra
de Yavé. Reinado de Jeroboam
en Israel Jeroboam edificó Siquem, en
la montaña de Efraím, y residió allí; salió después y edificó Penuel.
Jeroboam se dijo en su corazón: “El reino podría muy bien volver otra
vez a la casa de David. Si este pueblo sube a Jerusalén para hacer sus
sacrificios en la casa de Yavé, el corazón del pueblo se volverá a su
señor, Roboam, rey de Judá, y me matarán a mí.” Después de pensarlo,
hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: “Bastante tiempo
habéis subido a Jerusalén; ahí tienes a tu dios, Israel, el que te sacó
de la tierra de Egipto.” Hizo poner uno de los becerros en Betel y otro
en Dan; y esto indujo al pecado, pues iba el pueblo hasta Dan para adorar.
Edificó también Jeroboam lugares excelsos e hizo sacerdotes a gentes
del pueblo que no eran de los hijos de Leví. Instituyó Jeroboam una solemnidad en el mes octavo, el
quince del mes, conforme a las de Judá, y sacrificó sobre el altar.
Así puso también en Betel sacerdotes en los altos que había construido,
para que sacrificasen a los becerros que había hecho; y subió al altar
que se había hecho en Betel el día quince del octavo mes, que él a su
voluntad eligió. Instituyó una fiesta para los hijos de Israel y subió
al altar para sacrificar. Capítulo 13 Un profeta reprende a Jeroboam(1-34) Llegó de Judá a Betel un hombre de Dios, por mandato
de Yavé, mientras estaba Jeroboam en el altar para sacrificar; y alzando
su voz contra el altar, según la palabra de Yavé, gritó: “¡Altar, altar!
Así habla Yavé: Nacerá de la casa de David un hijo que se llamará Josías,
que inmolará sobre ti a los sacerdotes de los altos que en ti sacrifican,
y sobre ti quemarán huesos humanos.” Y
dio entonces mismo una señal, diciendo: “Esta es la señal que da Yavé:
el altar se quebrará y se derramará la ceniza que hay en él.” Al oír el rey Jeroboam las palabras del varón de Dios,
lo que había gritado contra el altar de Bétel,
extendió su brazo desde el altar, diciendo: “Prendedle”; pero la mano
que contra él extendió se quedó rígida y no pudo volverla a sí. El altar
se quebró y las cenizas que sobre él había se derramaron, según la señal
que el hombre de Dios había dado, conforme a la palabra de Yavé. Entonces el rey, dirigiéndose al hombre de Dios,
dijo: “Implora a Yavé, tu Dios, y ruégale por mí para que pueda volver
a mí la mano.” El hombre de Dios imploró a Yavé, y el rey pudo volver
a sí la mano, que quedó como estaba antes. Entonces dijo el rey al hombre
de Dios: “Vente conmigo a mi casa para tomar algo y te haré un presente.”
Pero el hombre de Dios dijo al rey: “No iré contigo a tu casa aunque
me dieras la mitad de ella, y no comeré pan ni beberé agua en este lugar,
porque esa orden me ha sido dada por la palabra de Yavé: No comas pan,
ni bebas agua, ni tomes para tu vuelta el camino por donde vayas.” Fuese,
pues, por otro camino, no tomando para volver el camino por donde había
venido a Betel. Habitaba en Betel a la sazón un viejo profeta, cuyos
hijos vinieron a contarle lo que el hombre de Dios había hecho aquel
día en Betel y lo que había dicho al rey; y su padre les dijo: “¿Por
qué camino ha ido?” Indicáronle sus hijos el camino por donde se volvió el hombre
de Dios venido de Judá; y él les dijo: “Aparejadme el asno.” Ellos se
lo aparejaron, y él, subiendo en el asno, se fue tras el hombre de Dios; y una vez
que lo alcanzó, mientras estaba sentado debajo de una encina, le preguntó:
“¿Eres tú el hombre de Dios que ha venido de Judá?” El
le respondió: “Yo soy.” Díjole entonces el
otro: “Ven conmigo a casa para tomar algún alimento.” Pero él respondió: “No puedo ir contigo ni entrar
en tu casa, porque la palabra de Yavé me ha dicho: No comas pan, ni
bebas agua, ni tomes para la vuelta el camino de la ida.” Pero él le
dijo: “Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado de parte
de Yavé, diciéndome: Tráele contigo a tu casa para que coma pan y beba
agua.” Mentía. Volvióse entonces con él el hombre de Dios, y en su casa comió
pan y bebió agua. Pero, mientras estaban sentados a la mesa, fue palabra
de Yavé al profeta que le había hecho volver, que gritó al venido de Judá: “Así habla Yavé:
Por haber sido rebelde al mandato de Yavé y no haber guardado la orden
que Yavé, tu Dios, te había dado, y porque volviéndote has comido pan
y bebido agua en el lugar de que te había dicho: “No comas pan allí
ni bebas allí agua,” no entrará tu cadáver en la sepultura de tus padres.” Cuando el profeta que le había hecho volver acabó de
comer pan y de beber agua, hizo que aparejaran para el otro su asno,
y el hombre de Dios se fue. Encontró en el camino un león, que le mató,
quedando su cadáver tendido en el camino; el asno siguió junto a él,
y el león junto al cadáver. Los que pasaban vieron el cadáver tendido
en el camino y junto a él el león, y hablaron de ello en la ciudad donde
moraba el viejo profeta. Cuando el profeta que lo había hecho volver
lo supo dijo: “Es el hombre de Dios, que ha sido rebelde a la orden
de Yavé, y por eso le ha entregado Yavé al león, que le ha destrozado
y muerto, conforme a la palabra que Yavé le había dicho.” Después, dirigiéndose
a sus hijos, dijo: “Aparejadme un asno.” Aparejáronlo
ellos y se fue. Halló el cadáver tendido en el camino y el asno y el
león que estaban junto al cadáver. El león ni había devorado el cadáver
ni había dañado al asno. El profeta levantó el cadáver del hombre de
Dios y, poniéndolo sobre el asno, se lo llevó, y vino con él a la ciudad,
donde le lloró y le sepultó. Puso su cadáver en la sepultura y le lloraba,
diciendo: “¡Ay hermano mío!” Después que le
sepultó, dijo a sus hijos: “Cuando yo muera, me sepultaréis en la sepultura
donde está enterrado el hombre de Dios, poniendo mis huesos junto a
los suyos para que mis huesos se conserven intactos junto a los suyos,
porque se ha de cumplir la palabra que de parte de Yavé gritó él contra
el altar de Betel y contra todos los altares de las ciudades de Samaria.”
A pesar de esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino;
creó nuevos sacerdotes de entre todo el pueblo para los altos. A cualquiera
que quisiera serlo le consagraba él sacerdote de los altos. Esto fue
causa de pecado para la casa de Jeroboam, y por eso fue exterminada
y borrada de sobre la haz de la tierra. Capítulo 14 Ajías
predice a Jeroboam su ruina (1-31) Enfermó por entonces Abiya,
hijo de Jeroboam; Jeroboam dijo a su mujer: “Anda, levántate y disfrázate
de modo que nadie sepa que eres la mujer de Jeroboam, y vete a Silo.
Allí está Ajías, profeta, el que me anunció que sería rey de este pueblo.
Toma contigo diez panes, tortas y una vasija de miel, y entra en su
casa, y él te dirá lo que va a ser del niño”. Hízolo
así la mujer de Jeroboam. Se levantó, fue a Silo y entró en la casa
de Ajías. Ajías no veía ya, pues por
la vejez se le habían quedado fijos los ojos; pero Yavé había dicho a Ajías: “La mujer de Jeroboam va a venir a consultarte acerca
de su hijo, que está enfermo; y esto le dirás”. Cuando llegó, quiso
hacerse pasar por otra. Así que oyó Ajías
el ruido de sus pasos en el momento en que trasponía la puerta, dijo:
“Entra, mujer de Jeroboam. ¿Por qué te finges otra? Estoy encargado
de anunciarte cosas muy duras. Ve y dile a Jeroboam: Así habla Yavé,
Dios de Israel: “Yo te alcé de en medio del pueblo y te hice jefe de
mi pueblo, Israel, rompiendo el reino de la casa de David y dándotelo
a ti. Pero tú no has sido como mi siervo David, que guardó mis mandamientos
y me siguió de todo su corazón, no haciendo más que lo recto a mis ojos;
antes hiciste el mal,
más que cuantos han sido antes de ti, haciéndote otros dioses y fundiendo
imágenes para irritarme, echándome tras de tus espaldas. Por eso voy
a hacer venir el mal sobre la casa de Jeroboam, y exterminaré a todos
cuantos a Jeroboam pertenecen, al esclavo y al libre en Israel, y barreré
a la casa de Jeroboam, como se barren las basuras, hasta que del todo
desaparezca. El que de la casa de Jeroboam muera en la ciudad
será devorado de los perros, y el que muera en el campo será comido
por las aves del cielo. Porque ha hablado Yavé. Y tú álzate y vete a
tu casa. En cuanto tus pies entren en la ciudad, morirá el niño; todo
Israel le llorará y será sepultado, pues será el único de la casa de
Jeroboam que será sepultado, por ser el único de la casa de Jeroboam
en quien se ha hallado algo de bueno a los ojos de Yavé, Dios de Israel.
Yavé alzará sobre Israel un rey, que exterminará en su día la casa de
Jeroboam. Yavé sacudirá a Israel como en el agua se agita una caña,
y arrancará a Israel de esta buena tierra que dio a sus padres y le
dispersará al otro lado del río por haberse hecho ídolos, irritando
a Yavé. Entregará a Israel por los pecados que ha cometido Jeroboam
y los que ha hecho cometer a Israel.” Levantóse
la mujer de Jeroboam y se fue. Llegó a Tirsa, y cuando tocaba con sus
pies el umbral de la puerta, murió el niño. Se le enterró, y todo Israel
le lloró, según la palabra que Yavé había dicho por su siervo Ajías,
profeta. Lo demás de los hechos de Jeroboam, de las guerras que
hizo y de cómo reinó, todo ello está escrito en las crónicas de los
reyes de Israel. Reinó veintidós años y se durmió con sus padres. Le
sucedió Nadab, su hijo. El reino de Judá
bajo Roboam Roboam, hijo de Salomón, reinó sobre Judá. Tenía cuarenta
y un años cuando empezó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén,
la ciudad que Yavé se había elegido de entre todas las tribus de Israel
para poner allí su nombre. Su madre se llamaba Noama,
amonita. Roboam hizo el mal a los ojos de Yavé, irritando su celo con
los pecados que cometía, más que cuanto lo habían hecho antes sus padres.
Edificáronse altos, con cipos y aseras
sobre todas las alturas y bajo todo árbol frondoso. Hasta consagrados
a la prostitución idolátrica hubo en la tierra. Imitaron todas las abominaciones
de las gentes que Yavé había echado de delante de los hijos de Israel. El año quinto del reinado de Roboam, Sesac, rey de Egipto, subió contra Jerusalén. Saqueó los tesoros
de la casa de Yavé y los tesoros de la casa del rey; todo lo saqueó,
con todos los escudos de oro que había hecho Salomón. El rey Roboam
hizo en su lugar escudos de bronce y se los entregó a los jefes de la
guardia de la entrada de la casa del rey. Cuantas veces iba el rey a
la casa de Yavé, los llevaban los de la guardia y luego los volvían
al cuartel de la guardia. El resto de los hechos de Roboam, cuanto hizo, ¿no está
escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?Siempre hubo guerra entre Roboam y Jeroboam. Durmióse Roboam con sus padres y fue sepultado en la ciudad
de David. Le sucedió Abiam, hijo suyo. Capítulo 15 Abiam,
rey de Judá(1-34) El año decimoctavo del reinado de Jeroboam, hijo de Nabat,
comenzó a reinar en Judá Abiam. Reinó tres
años en Jerusalén. Su madre se llamaba Macá, hija de Absalón. Dióse a todos los pecados que antes de él había cometido su
padre, y su corazón no estuvo enteramente con Yavé, como lo había estado
el de David, su padre. Mas por amor de David, Yavé, su Dios, dio a éste
una lámpara en Jerusalén, estableciendo a su hijo después de él y sosteniendo
a Jerusalén; porque David había hecho lo recto a los ojos de Yavé y
no se había apartado de ninguno de sus mandamientos durante toda su
vida, fuera de lo de Urías el jeteo. Hubo guerra entre
Roboam y Jeroboam mientras vivió aquél. El resto de los hechos de Abiam,
lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes
de Judá? Hubo guerra entre Abiam y Jeroboam. Abiam se durmió con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David. Le sucedió
Asa, su hijo. Reinado de Asa
en Judá El año veinte del reinado de Jeroboam comenzó a reinar
Asa en Judá. Reinó cuarenta y un años en Jerusalén, y su madre se llamaba
Macá, hija de Absalón. Asa hizo lo recto a los ojos de Yavé, como David,
su padre. Arrancó de la tierra a los consagrados a la prostitución idolátrica
e hizo desaparecer los ídolos que sus padres se habían hecho; y hasta
despojó a su madre, Macá, de la dignidad de reina, porque se había hecho
una asera abominable; agarró la abominación
y la quemó en el torrente de Cedrón. Pero no desaparecieron todos los
altos, aunque el corazón de Asa estuvo enteramente con Yavé durante
toda su vida. Llevó a la casa de Yavé cosas consagradas por su padre
y por él mismo: plata, oro y utensilios. Hubo guerra entre Asa y Basa, rey de Israel, durante
toda su vida. Basa, rey de Israel, subió contra Judá y fortificó Rama
para impedir a Asa, rey de Judá, salir y entrar.Asa tomó toda la plata y todo el oro que habían
quedado en el tesoro de la casa de Yavé y el tesoro de la casa del rey
y se lo entregó a sus servidores, que envió a Ben Adad,
hijo de Tabrimón, hijo de Jezyión,
rey de Siria, que residía en Damasco. El rey Asa le dijo:
“Que haya alianza entre ti y mí, como
la hubo entre mi padre y tu padre. Te mando este
presente de plata y oro. Rompe la alianza con Basa, rey de Israel, para
que éste se aleje de mí.”Ben
Adad escuchó a Asa y mandó a los jefes de su ejército contra
las ciudades de Israel; y devastó a Iyón,
Dad, Abel Maaca, todo el Quenefet
y toda la tierra de Neftalí. Cuando Basa supo esto, cesó de fortificar
a Rama y se volvió a Tirsa. El rey Asa convocó a todo Judá, sin excepción,
y se apoderó de las piedras y de la madera que Basa empleaba en las
fortificaciones de Rama, y el rey Asa se sirvió de ellas para fortificar
a Gueba de Benjamín y Misfa. El resto de los hechos de Asa, todas sus hazañas, cuanto
hizo, las ciudades que edificó, ¿no está escrito en el libro de las
Crónicas de los reyes de Judá? Al tiempo de su vejez estuvo enfermo
de los pies. Durmióse Asa con sus padres y fue sepultado con ellos en la ciudad de David, su padre.
Le sucedió Josafat, su hijo. Reinado de Nadab y Basa en Israel Nadab, hijo de Jeroboam, reinó sobre Israel; comenzó a reinar el segundo año de
Asa, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel. Hizo lo malo a los
ojos de Yavé y marchó por el camino de su padre, dándose a todas las
abominaciones que su padre había hecho cometer a Israel. Basa, hijo
de Ajías, de la casa de Isacar, conspiró contra
él y le mató en Guibetón, que pertenecía a
los filisteos, mientras Nadab y todo Israel
asediaba a Guibetón. Le mató el año tercero
de Asa, rey de Judá, y reinó en lugar suyo. Cuando reinó, destruyó toda
la casa de Jeroboam, sin dejar escapar a nadie, matando a cuanto respiraba,
según la palabra que Yavé había dicho por medio de Ajías,
de Silo, su siervo, por los pecados que Jeroboam había cometido y los
que había hecho cometer a Israel, irritando así a Yavé, Dios de Israel.
El resto de los hechos de Nadab,
cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes
de Israel? Hubo guerra entre Asa y Basa todos los días de su vida. El año tercero de Asa, rey de Judá, reinó sobre todo
Israel, en Tirsa, Basa, hijo de Ajías. Reinó
veinticuatro años. Hizo lo malo a los ojos de Yavé y marchó por el camino
de Jeroboam, dándose a los pecados que Jeroboam había hecho cometer
a Israel. Capítulo 16 (1-34) Recibió Jehú, hijo de Janani,
palabra de Yavé contra Basa, diciendo: “Yo te he levantado del polvo
y te hice jefe de mi pueblo, Israel; mas por
haber tú marchado por el camino de Jeroboam y haber hecho pecar a mi
pueblo, Israel, irritándome con sus pecados, voy yo a barrer a Basa
y a su casa, y haré tu casa semejante a la de Jeroboam, hijo de Nadab.
El que de la casa de Basa muera en la ciudad será devorado por los perros,
y el que de los suyos muera en el campo será comido por las aves del
cielo.” Él resto de los hechos de Basa, cuanto hizo, sus hazañas, ¿no está escrito en
el libro de las Crónicas de los reyes de Israel? Basa se durmió con
sus padres y fue sepultado en Tirsa. Le sucedió Ela,
su hijo. La palabra de Yavé había sido dirigida por medio del
profeta Jehú, hijo de Janani, contra Basa
y contra su casa, no sólo por todo el mal que él había hecho a los ojos
de Yavé, irritándole con la obra de sus manos y haciéndose semejante
a la casa de Jeroboam, sino también por haber destruido a la casa de
Jeroboam. Reinados de Ela, Zimri y Omri
en Israel El año veintiséis de Asa, rey de Judá, comenzó a reinar
sobre Israel, en Tirsa, Ela, hijo de Basa,
y reinó dos años. Conspiró contra él Zimri,
su siervo, jefe de la mitad de los carros. Estaba Ela
en Tirsa comiendo y embriagándose en casa de Arsa,
su mayordomo en Tirsa; y entró Zimri y le
hirió, matándole, el año veintisiete de Asa, rey de Judá, y reinó en
su lugar.Hecho rey, una vez que se sentó
sobre el trono, destruyó a toda la casa de Basa, sin dejar que escapara
nadie de cuantos le pertenecían, ni pariente ni amigo. Destruyó Zimri toda la casa de Basa, según la palabra que Yavé había
dicho contra Basa por medio de Jehú, profeta, por todos los pecados
que Basa y Ela, su hijo, habían cometido y habían hecho cometer a Israel,
irritando con sus ídolos a Yavé, Dios de Israel. El resto de los hechos de Ela,
cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes
de Israel? El año veintisiete
de Asa, rey de Judá, reinó siete días Zimri
en Tirsa. Estaba el pueblo acampado contra Guibetón,
que pertenecía a los filisteos, y supo la noticia: “Zimri
ha conspirado contra el rey, y aun le ha dado muerte”; y aquel mismo
día todo Israel alzó en el campamento por rey a Omri,
jefe del ejército. Omri, y con él todo Israel,
subieron de Guibetón y pusieron cerco a Tirsa. Cuando Zimri vio que
era tomada la ciudad, se metió en el palacio real y puso fuego a la
casa con él dentro, y así murió, por
los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yavé
y marchando por el camino de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam
había cometido para hacer pecar a Israel. El resto de los hechos de Zimri,
la conspiración que tramó, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas
de los reyes de Israel? Entonces el pueblo de Israel se dividió en dos partidos;
una mitad del pueblo quería hacer rey a Tibni,
hijo de Guinat, y la otra mitad estaba por
Omri. Los partidarios de Omri vencieron
a los partidarios de Tibni, hijo de Guinat, y Tibni fue muerto y reinó
Omri. El año treinta y uno de Asa, rey de Judá, comenzó a reinar
Omri sobre Israel, y reinó doce años. Reinó
en Tirsa seis años; luego compró a Semer la
montaña de Samaria por dos talentos de plata, y edificó sobre la montaña,
dando a la ciudad que edificó el nombre de Samaria, del monte de Semer,
el dueño del monte. Omri hizo el mal a los ojos de Yavé y obró todavía peor que los que le habían
precedido. Marchó por todos los caminos de Jeroboam, hijo de Nabat,
y se dio a todos los pecados que Jeroboam había hecho cometer a Israel,
irritando con sus ídolos a Yavé, Dios de Israel. El resto de los hechos de Omri,
cuanto hizo, sus hazañas, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas
de los reyes de Israel? Se durmió Omri con
sus padres y fue sepultado en Samaria. Le sucedió Acab,
su hijo. Reinado de Acab en Israel Acab, hijo de Omri, comenzó a reinar en Israel el año
treinta y ocho de Asa, rey de Judá, y reinó sobre Israel en Samaria
veintidós años. Acab, hijo de Omri,
hizo el mal a los ojos de Yavé, más que todos cuantos le habían precedido;y como si fuese todavía
poco darse a los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, tomó por mujer
a Jezabel, hija de Etbaal, rey de Sidón, y
se fue tras Baal, le sirvió y se prosternó ante él. Alzó a Baal un altar
en la casa de Baal, que edificó en Samaria.Hízose
además una asera, haciendo más que cuantos reyes le precedieron para
provocar la ira de Yavé, Dios de Israel. En su tiempo, Jiel,
de Bétel, reedificó a Jericó; echó los fundamentos,
al precio de su primogénito, Abiram, y puso las puertas al precio de
Segub, su hijo menor, según la palabra que Yavé había dicho
por medio de Josué, hijo de Nun. Capítulo 17 El profeta Elías(1-24) Elías, tisbita, habitante en
Galaad, dijo a Acab: “Vive Yavé, Dios de Israel,
a quien sirvo, que no habrá en estos años ni rocío ni lluvia sino por
mi palabra.” Y dirigió Yavé a Elías su palabra, diciendo: “Pártete de
aquí, vete hacia el oriente y escóndete junto al torrente de Querit,
al este del Jordán. Beberás el agua del torrente y yo mandaré a los
cuervos que te den de comer allí.” Hizo según la palabra de Yavé, y
fue a asentarse junto al torrente de Querit,
que está al este del Jordán. Los cuervos le llevaban por la mañana pan,
y carne por la tarde, y bebía del agua del torrente; pero al cabo de
cierto tiempo se secó el torrente, pues no había caído lluvia alguna
sobre la tierra.Entonces
le dirigió Yavé su palabra, diciendo: “Levántate y vete a Sarepta, de
Sidón, y mora allí. Yo he dado orden a una mujer viuda para que te mantenga.” Levantóse y fuese a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una mujer viuda
que recogía serojos; la llamó y le dijo: “Vete a buscarme, por favor,
un poco de agua en un vaso para que beba”; y ella fue a buscarla. Llamóla de nuevo cuando iba a traérselo, y le dijo: “Tráeme
también, por favor, un bocado de pan”;pero
ella le contestó: “Vive Yavé, tu Dios, que no tengo nada de pan cocido
y que no me queda más que un puñado de harina en la tinaja y un poco
de aceite en la vasija; precisamente estaba ahora tomando unos serojos
para ir a preparar esto para mí y para mi hijo; lo comeremos y nos dejaremos
morir”; y le dijo: “No temas; ve y haz lo que has dicho; pero prepárame
para mí antes una tortita cocida en el rescoldo y tráemela, y luego
ya harás para ti y para tu hijo; pues he aquí lo que dice Yavé: “No
faltará la harina que tienes en la tinaja ni disminuirá el aceite en
la vasija hasta el día en que Yavé haga caer la lluvia sobre la haz
de la tierra.” Fue ella e hizo lo que le había dicho Elías, y durante
mucho tiempo tuvieron que comer ella y su familia y Elías, sin que faltase
la harina de la tinaja ni disminuyese el aceite de la vasija, según
lo que había dicho Yavé por Elías. Después de esto enfermó el hijo de la mujer dueña de
la casa; y su enfermedad era tan violenta, que no podía resollar. La
mujer dijo entonces a Elías: “¿Qué hay entre ti y mí, hombre de Dios?
¿Has venido por ventura a mi casa para traer a la memoria mis pecados
y hacer morir a mi hijo?”. El
le respondió: “Dame acá tu hijo.” El le tomó
del regazo de su madre, le subió a la habitación donde él dormía y le
puso en su cama, e invocó a Yavé, diciendo: “¡Oh Yavé, mi Dios! ¿Vas
a afligir a la viuda que en su casa me ha hospedado, matando a su hijo?”
Tendióse tres veces sobre el niño, invocando
a Yavé y diciendo: “Yavé, Dios mío! Que vuelva, te ruego, el alma de
este niño a entrar en él.” Yavé oyó la voz de Elías, y volvió dentro del niño su
alma y revivió. Tomó entonces al niño Elías, bajó y entrególo
a su madre, diciendo: “Mira, tu hijo vive.”La
mujer dijo a Elías: “Ahora conozco que eres hombre de Dios y que es
verdad en tu boca la palabra de Yavé.” Capítulo 18 Elías y los profetas de Baal
(1-46) Pasados muchos días, al tercer año, dirigió Yavé su palabra
a Elías, diciendo: “Ve, preséntate a Acab,
que voy a hacer que caiga la lluvia sobre la haz de la tierra.” Fue,
pues, Elías para presentarse ante Acab. El
hambre era grande en Samaria, y Acab mandó
a llamar a Abdías, su mayordomo. Abdías era muy temeroso de Yavé; y
cuando Jezabel exterminaba a los profetas de Yavé, escondió a cien profetas,
de cincuenta en cincuenta, por cincuenta días en cavernas, proveyéndoles
de pan y de agua. Acab dijo a Abdías: “Vete
por la tierra a todas las fuentes de agua y a todos los torrentes, a
ver si por allí hay alguna hierba para que podamos conservar con vida
a los caballos y mulos y no nos quedemos sin ganado.” Dividiéronse, pues, la tierra para recorrerla, y Acab se fue
solo por un camino y Abdías se fue solo por otro. Cuando iba Abdías
por su camino, encontróse con Elías, y como
le reconócelo, echóse sobre el rostro, diciendo: “¿Eres tú, mi señor, Elías?”.
El le respondió:
“Sí, yo soy; vete a decir a tu señor: Ahí está Elías.” Y Abdías le contestó:
“¿Qué pecado he cometido yo para que tú me entregues en manos de Acab, que seguramente me hará morir? Vive Yavé, tu Dios, que
no hay nación ni reino adonde no haya mandado mi amo a buscarte; cuando
venían diciéndole que no estabas allí, hacía jurar al reino y a la nación
que no te habían hallado.¿Y
ahora tú me dices: Ve a decir a tu amo: Ahí está Elías? Además, en cuanto
yo te deje, el espíritu de Yavé te llevará yo no sé dónde, y cuando
vaya a informar a Acab, él no te hallará y
me matará. Sin embargo, tu siervo teme a Yavé desde su juventud.¿No
le han dicho a mi señor lo que yo hice cuando Jezabel mataba a los profetas
de Yavé? Yo oculté a cien profetas de Yavé, de cincuenta en cincuenta,
en cavernas, y los proveí de pan y de agua. ¿Y ahora me mandas: Ve a
decir a tu amo: Ahí está Elías, para que me mate?”
Pero Elías le dijo: “Vive Yavé, Sebaot,
a quien sirvo, que hoy mismo me presentaré yo delante de Acab.” Abdías, yendo al encuentro de Acab,
le informó, y Acab se volvió para ir al encuentro
de Elías. Apenas le vio Acab, le dijo:
“¿Eres tú, ruina de Israel?” Y Elías le respondió: “No soy yo la ruina de Israel,
sino tú y la casa de tu padre, apartándoos de los mandamientos de Yavé
y yéndoos tras los baales. Anda, convoca a
todo Israel sobre el monte Carmel y a los cuatrocientos cincuenta profetas
de Baal que comen de la mesa de Jezabel.” Convocó, pues, Acab a todos
los hijos de Israel y a todos los profetas al monte Carmel; y acercándose
Elías a todo el pueblo, le dijo: “¿Hasta cuándo habéis de estar vosotros
claudicando de un lado y de otro? Si Yavé es Dios, seguidle a El;
y si lo es Baal, id tras él.” El pueblo no respondió nada. Volvió a decir Elías al pueblo: “Sólo quedo yo de los
profetas de Yavé, mientras que hay cuatrocientos cincuenta profetas
de Baal. Que traigan bueyes para que escojan ellos uno, lo corten en
pedazos y lo pongan sobre la leña, pero sin poner fuego debajo; yo prepararé
otro sobre la leña, sin poner fuego debajo. Después invocad vosotros
el nombre de vuestro dios y yo invocaré el nombre de Yavé. El dios que
respondiere con el fuego, ése sea Dios”; y todo el pueblo respondió:
“Está muy bien.” Entonces dijo Elías a los profetas de Baal: “Escogeos
el buey y haced vosotros primero, pues que sois los más, e invocad el
nombre de vuestro dios, pero sin poner fuego debajo.” Tomaron ellos el buey que les entregaron, aprestáronlo, y estuvieron invocando el nombre de Baal desde
la mañana hasta el mediodía, diciendo: “Baal, respóndenos.” Pero no
había voz ni quien respondiese, mientras estaban ellos saltando en torno
del altar que habían hecho. Al mediodía burlábase de ellos
Elías, diciendo: “Gritad bien fuerte; dios es, pero quizá está entretenido
conversando, o tiene algún negocio, o está de viaje. Acaso esté dormido,
y así le despertaréis.” Ellos daban voces y más voces y se sajaban con
cuchillos y lancetas, según su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre
ellos. Pasado el mediodía, siguieron enfurecidos hasta la hora en que
suele hacerse la ofrenda de la tarde; pero no hubo voz ni quien escuchase
ni respondiese. Entonces dijo Elías a todo el pueblo: “Acercaos.” Y
todo el pueblo se acercó a él. Preparó el altar de Yavé, que estaba
en ruina; y tomando Elías doce piedras, según el número de las tribus
de los hijos de Jacob, a quien había dicho Yavé: “Israel será tu nombre,”
alzó con ellas un altar al nombre de Yavé. Hizo en derredor una zanja
tan grande como la superficie en que se siembran dos satos de simiente;
compuso la leña, cortó el buey en pedazos y púsolo sobre la leña. Dijo
luego: “Llenad de agua cuatro cántaros y echadla sobre el holocausto
y sobre la leña.” Después dijo: “Haced lo mismo otra vez.” Otra vez
lo hicieron. Dijo aún: “Hacedlo por tercera vez.” Y por tercera vez
lo hicieron. Corría el agua todo en derredor
del altar y había llenado el agua también la zanja. Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, llegóse el profeta Elías y dijo: “Yavé, Dios de Abraham, de
Isaac y de Israel: que se sepa hoy que tú eres Dios de Israel y que
yo soy tu siervo, que todo esto hago por mandato tuyo. Respóndeme, Yavé;
respóndeme, para que todo este pueblo conozca que tú, ¡oh Yavé!, eres
Dios y que tú conviertes a ti su corazón.” Bajó entonces fuego de Yavé, que consumió el holocausto
y la leña, las piedras y el polvo, y aún lamió las aguas que había en
la zanja. Viendo esto el pueblo, cayeron todos sobre sus rostros y dijeron:
“¡Yavé es Dios, Yavé es Dios!”. Y díjoles
Elías: “Prenden a los profetas de Baal, sin dejar que escape alguno.”
Apresáronlos ellos, y Elías los llevó al torrente Cisón, donde los degolló. Entonces dijo Elías a Acab:
“Sube a comer y a beber, porque ya suena gran ruido de lluvia.” Y subió Acab a comer y a beber.
Elías subió a la cumbre del Carmel y se postró en tierra, poniendo el
rostro entre las rodillas; y dijo a su siervo: “Sube y mira hacia el
mar.” Subió él, miró y dijo: “No se ve nada.” Elías le dijo: “Vuelve
a hacerlo siete veces.” Y a la séptima vez dijo el siervo: “Veo una
nubecilla, como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar.”
El le dijo: “Ve y dile a Acab:
Unce y baja, no te lo impida luego la lluvia.” Y en esto se cubrió el
cielo de nubes, sopló el viento y cayó gran lluvia. Subió Acab
y vino a Jezrael. Fue sobre Elías la mano de Yavé, que ciñó sus lomos,
y vino corriendo a Jezrael delante de Acab. Capítulo 19 Va Elías a Horeb huyendo de
Jezabe l(1-21) Acab hizo saber a Jezabel lo que había hecho Elías y cómo había pasado a cuchillo
a los profetas, y Jezabel mandó a Elías un mensajero para decirle: “Así
me hagan los dioses y así me añadan si mañana a estas horas no estás
tú como uno de ellos.” Temió, pues, Elías y se levantó y huyó para salvar su
vida, y llegó a Berseba, que está en Judá;
y dejando allí a su siervo, siguió él por el desierto un día de camino
y sentóse bajo una mata de retama; deseó morirse, y dijo: “¡Basta,
Yavé! Lleva ya mi alma, que no soy mejor que mis padres.” Y, echándose
allí, se quedó dormido. Y he aquí que un ángel le tocó, diciéndole:
“Levántate y come.” Miró él y vio a su cabecera una torta cocida y una
vasija de agua. Comió y bebió y luego volvió a acostarse; pero el ángel
de Yavé vino por segunda vez y le tocó, diciendo: “Levántate y come,
porque te queda todavía mucho camino.” Levantóse, pues; comió y bebió, y anduvo con la fuerza de aquella comida cuarenta días
y cuarenta noches hasta el monte de Dios, Horeb. Allí metióse
en una cueva, donde pasó la noche, y le dirigió Yavé su palabra, diciendo:
“¿Qué haces aquí, Elías?”. El respondió: “He
sentido vivo celo por Yavé Sebaot, porque
los hijos de Israel han roto tu alianza, han derribado tus altares y
han pasado a cuchillo a tus profetas, de los que sólo he quedado yo,
y me están buscando para quitarme la vida.” Díjole Yavé: “Sal afuera y ponte en el monte ante Yavé. Y he aquí que va a pasar
Yavé.” Y delante de él pasó un viento fuerte y poderoso que rompía los
montes y quebraba las peñas, pero no estaba Yavé en el viento. Y vino
tras el viento un terremoto, pero no estaba Yavé en el terremoto. Vino
tras el terremoto un fuego, pero no estaba Yavé en el fuego Tras el
fuego vino un ligero y blando susurro.Cuando lo oyó Elías, cubrióse el rostro con su manto, y, saliendo, se puso de piec a la entrada de la caverna y oyó una voz que le dirigía
estas palabras: “¿Qué haces aquí, Elías?”. Y él respondió: “He sentido
vivo celo por Yavé Sebaot, porque los hijos
de Israel han roto tu alianza, han derribado tus altares y han pasado
a cuchillo a tus profetas, de los que sólo quedo yo, y me buscan para
quitarme la vida.” Díjole entonces Yavé: “Vete; vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco,
y, cuando llegues, unge a Jazael por rey de
Siria, y a Jehú, hijo de Nimsi, le unges por
rey de Israel. A Eliseo, hijo de Safat, de
Abelmejola, le ungirás para que sea profeta
en lugar tuyo. Al que escapare de la espada de Jazael le matará Jehú, y al que escapare de la espada de Jehú
le matará Elíseo.Voy a dejar con vida en Israel
a siete mil, cuyas rodillas no se han doblado ante Baal y cuyos labios
no le han besado.” Partió de allí y halló a Elíseo,
hijo de Safat, que estaba arando con doce
yuntas, una de las cuales era la suya; y pasando Elías junto a él, echóle
su manto; y él, dejando los bueyes, se vino corriendo tras Elías y le
dijo: “Déjame ir a abrazar a mi padre y a mi madre, y te seguiré.” Elías
le respondió: “Ve y vuelve, pues ya ves lo que he hecho contigo.” Alejóse de Elías, y, cuando volvió, cogió el par de bueyes y los ofreció en sacrificio;
con el yugo y arado de los bueyes coció la carne e invitó a comer al
pueblo, y, levantándose, siguió a Elías y se puso a su servicio. Capítulo 20 Victorias de Acab sobre Ben Adad, rey de Siria
(1-43) Ben Adad, rey de Siria, reunió
todo su ejército. Tenía consigo treinta y dos reyes vasallos, caballos
y carros. Subió y puso sitio a Samaria, y mandó mensajeros que dijesen
a Acab, rey de Israel, a la ciudad, diciéndoles “Así habla Ben
Adad: Tu plata y tu oro son míos, lo mismo
que tus mujeres y tus hermosos hijos”. El rey de Israel respondió: “Rey,
mi señor, yo soy tuyo, y tuyo es, como tú dices, todo lo que yo tengo.” Volvieron los mensajeros y dijeron: “Así habla Ben Adad: Yo te he mandado a decir: Entrégame tu plata y tu oro,
tus mujeres y tus hijos. Mañana, pues, a estas horas, yo mandaré a mis
servidores para que escudriñen tu casa y la de tus siervos y pongan
su mano sobre cuanto de precioso encuentren
y me lo traigan.” El rey de Israel convocó a todos los ancianos de Israel
y les dijo: “Oíd bien y entended que este hombre nos quiere mal; porque
él me ha pedido mis mujeres y mis hijos, mi plata y mi oro, y yo no
se los he rehusado.” Todos los ancianos del pueblo dijeron a Acab: “No le oigas ni aceptes.” Y él les dijo a los mensajeros de Ben Adad: “Decid a vuestro señor el rey: Yo haré todo lo que has
mandado a decir a tu siervo la primera vez, pero esto otro no puedo
hacerlo.” Los mensajeros se fueron y le llevaron la respuesta. Ben Adad
mandó a decir a Acab: “Que esto me hagan los
dioses y esto me añadan si el polvo de Samaria basta para llenar el
hueco de la mano del pueblo todo que me sigue”. Y el rey de Israel respondió:
“Decidle que no ha de alabarse el que se ciñe como el que ya se desciñe”.
Cuando Ben Adad recibió esta
respuesta, estaba bebiendo en su tienda con los reyes vasallos y dijo
a sus servidores: “Preparaos.” E hicieron sus preparativos contra la
ciudad. Acercóse a Acab, rey de Israel,
un profeta y le dijo: “Así habla Yavé, Dios de Israel: ¿Ves toda esta
muchedumbre? Voy a entregarla en tus manos, y así sabrás que yo soy
Yavé.” Acab preguntó: “¿Por mano de quién?” Y él respondió: “Así
dice Yavé: Por mano de los servidores de los jefes de provincia.” Acab preguntó más: “¿Quién comenzará el combate?” Y él respondió:
“Tú mismo,” Entonces Acab revistó a los
servidores de los jefes de provincia, en todo doscientos treinta y dos.
Luego revistó a todo el pueblo, a todos los hijos de Israel, que fueron
siete mil. Hicieron una salida al mediodía, mientras Ben Adad
estaba bebiendo y embriagándose en las tiendas con los treinta y dos
reyes, sus auxiliares. Salieron los primeros los servidores de los jefes
de provincia. Ben Adad fue informado y le
dijeron: “Los de Samaria han hecho una salida.” Y él respondió: “Si
han salido de paz, traédmelos vivos, y si han salido en guerra, traédmelos
vivos.” Una vez que los servidores de los jefes de provincia
salieron de la ciudad, y tras ellos el ejército,cada
uno de ellos mató a su hombre, y los sirios emprendieron la fuga. Israel
los persiguió. Ben Adad, rey de Siria, se
salvó en un caballo con algunos de la caballería. El rey de Israel salió
y destrozó a la caballería y a los carros, haciendo en los sirios gran
estrago. Entonces se acercó al rey de Israel el profeta y le dijo: “Ve
y fortifícate, y mira lo que debes hacer, porque el rey de Siria volverá
contra ti a la vuelta del año.” Los servidores del rey de Siria dijeron a éste: “Su Dios
es un Dios de monte; por eso nos han vencido; pero, si peleamos con
ellos en el llano, los venceremos. Haz, pues, así: quita a los reyes
sus mandos y pon jefes en lugar de ellos, y hazte un ejército semejante
al que has perdido, con otros tantos caballos y otros tantos carros.
Después daremos la batalla en el llano y se verá si no los vencemos.”
El rey les dio oídos e hizo así. Pasado el año, Ben Adad reunió
a todos los sirios y vino a Afec, a dar la
batalla a Israel. Reuniéronse también los
hijos de Israel y saliéronle al encuentro.
Asentaron su campo frente a ellos, como dos rebañitos de cabras, mientras
que los sirios llenaban la tierra. Un hombre de Dios se acercó al rey
de Israel y le dijo: “Así habla Yavé. Porque los sirios han dicho: Yavé
es un Dios de monte y no de llano, entregaré en tus manos toda esta
muchedumbre, y así sabréis que yo soy Yavé.” Siete días estuvieron acampando los unos frente a los
otros. El séptimo día se trabó el combate, y los hijos de Israel hicieron
a los sirios cien mil muertos de a pie en un día. El resto huyó a la
ciudad de Afec, y las murallas se les caían encima a los veintisiete
mil hombres que quedaban. También Ben Adad
se refugió en la ciudad, y andaba de cámara en cámara. Sus servidores
le dijeron: “Nosotros hemos oído que los reyes de la casa de Israel
son reyes misericordiosos; vamos a vestirnos sacos sobre nuestros lomos
y a ponernos sogas al cuello, y a ir así al rey de Israel, a ver si
te deja la vida.” Vistiéronse sacos sobre los lomos y pusiéronse
sogas al cuello y se fueron al rey de Israel y le dijeron: “Tu siervo
Ben Adad dice: Déjame la vida.” Acab
respondió: “¿Vive todavía? Es mi hermano.” Tuvieron esto los hombres por buen agüero y se
apresuraron a tomarle por la palabra, diciendo: “Ben Adad
es tu hermano.” Y él dijo: “Id y traédmelo.” Vino a él Ben Adad,
y Acab le hizo subir a su carro. Ben Adad le dijo: “Yo te devolveré
las ciudades que mi padre tomó al tuyo y tendrás en Damasco calles para
ti, como las tuvo mi padre en Samaria.” “Y yo, repuso Acab,
te dejaré ir libre, hecha esta alianza.” Hizo, pues, alianza con él
y le dejó ir. Uno de los profetas dijo a un su compañero por mandato
de Yavé: “Hiéreme, te lo ruego”; pero éste se negó a herirle. Entonces
le dijo el otro: “Por no haber obedecido la voz de Yavé, en cuanto me
dejes te herirá un león”; y en cuanto se alejó, encontróse
con un león, que le hirió. Encontró el otro a otro hombre y le dijo: “Hiéreme, te
lo ruego”; y éste le dio un golpe y le hirió. Fue a ponerse el profeta
en el camino del rey y se disfrazó cubriéndose el rostro con un velo.
Cuando pasaba el rey, le gritó diciendo: “Tu siervo estaba entre las
tropas, y, apartándose uno, me entregó a un hombre, diciendo: Guarda
a este hombre. Si llega a faltar, responderás de su vida con la tuya
o con un talento de plata. Mientras tu siervo andaba de una parte para
otra, el hombre desapareció. El rey de Israel le dijo: “Tú mismo te
juzgas; ésa es tu sentencia.” Quitóse entonces
el profeta el velo de sobre los ojos, y vio el rey que era un profeta.
Este le dijo entonces: “Así dice Yavé: Por haber dejado ir de tus manos
al que yo había dado al anatema, tu vida responderá de la suya, y tu
pueblo de su pueblo.”Fuese el rey para su casa
triste e irritado, y llegó a Samaria. Capítulo 21La Viña de Nabot(1-29) Después de esto, Nabot, de
Jezrael, tenía en Jezrael una viña
junto al palacio de Acab, rey de Samaria;
y Acab dijo a Nabot: “Cédeme tu viña
para hacer un huerto para legumbres, pues está muy cerca de mi casa.
Yo te daré otra viña mejor, y si esto no te conviene, te daré en dinero
su valor.”Pero Nabot
le respondió: “Guárdeme Yavé de cederte la heredad de mis padres.” Volvióse Acab a su casa entristecido e irritado por la respuesta
que le había dado Nabot de Jezrael: “No te cederé la heredad de mis padres.” Acostóse en su lecho, vuelto el rostro, y no quiso comer.
Jezabel, su mujer, vino a él y le dijo: “¿Por qué estás triste y no
quieres comer?”. El le respondió: “He hablado a Nabot de Jezrael y le he dicho:
Cédeme tu viña en venta, y si no quieres, yo te daré otra viña en su
lugar. Pero él me ha contestado: No te daré mi viña.” Entonces Jezabel,
su mujer, le dijo: “¿Y eres tú el rey de Israel? Levántate, come y que
se alegre tu corazón. Yo te haré con la viña de Nabot
de Jezrael.” Escribió ella unas cartas en nombre de Acab, sellólas con el sello de éste
y se las mandó a los ancianos y a los magistrados que habitaban con
Nabot en su ciudad.He aquí lo que
escribió en las cartas: “Promulgad un ayuno y aced
sentar a Nabot a la cabeza del pueblo, y poned
ante él a dos malvados que depongan contra él, diciendo: Tú has maldecido
a Dios y al rey; y sacadle luego y lapidadle hasta que muera.” Las gentes de la ciudad de Nabot,
ancianos y magistrados que habitaban en la ciudad, hicieron como Jezabel
les decía, según las cartas que les mandó. Promulgaron un ayuno, trajeron
a Nabot ante el pueblo,y
dos malvados vinieron a ponerse ante él y depusieron así contra Nabot delante del pueblo: “Nabot
ha maldecido a Dios y al rey.” Luego le sacaron fuera de la ciudad y
le lapidaron, y murió. Mandaron a decir a Jezabel: “Nabot
ha sido lapidado y muerto.” Cuando Jezabel supo que Nabot
había sido lapidado y muerto, dijo a Acab:
“Levántate y ve a posesionarte de la viña de Nabot
de Jezrael, que se negó a cedértela por su precio, porque Nabot no vive ya, ha muerto.” Acab, al oír que Nabot había muerto, se levantó para
bajar a la viña de Nabot de Jezrael
y tomar posesión de ella.”Entonces
fue la palabra de Yavé a Elías tisbita, diciendo:
“Levántate y baja al encuentro de Acab, rey
de Israel, a Samaria. Está en la viña de Nabot,
adonde ha bajado para posesionarse de ella. Dile: Así habla Yavé: ¿No
eres tú un asesino y un ladrón? Y le dirás: Así habla Yavé: En el lugar
mismo donde han lamido los perros la sangre de Nabot
lamerán los perros tu propia sangre.” Acab dijo a Elías: “¿Me has hallado, enemigo mío? Y Elías le respondió: “Te he
hallado. Porque tú te has vendido para hacer el mal a los ojos de Yavé,
yo haré venir el mal sobre ti, yo te barreré, yo exterminaré a cuantos
pertenecen a Acab, esclavo y libre, en Israel, y haré tu casa semejante
a la de Jeroboam, hijo de Nabat, y a la casa de Basa, hijo de Ajiya, porque tú me has provocado y has hecho pecar a Israel.
Así habla Yavé a Jezabel: Los perros comerán a Jezabel cerca del muro
de Jezrael. El que de la casa de Acab
muera en la ciudad será comido por los perros, y el que muera en el
campo será comido por las aves del cielo.” Nadie hubo que como Acab se
vendiera para hacer el mal a los ojos de Yavé. Jezabel, su mujer, le
incitaba a ello.Obró de manera enteramente abominable,
yéndose tras los ídolos, como lo hacían los amorreos, que arrojó Yavé
de delante de los hijos de Israel. Cuando hubo oído Acab las palabras
de Elías, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y ayunó; dormía con
saco y caminaba humillado, y Yavé dirigió a Elías tisbita
su palabra, diciendo: “¿Has
visto cómo se humilla Acab ante mí? Porque
se ha humillado ante mí, yo no haré venir el mal durante su vida; durante
la vida de su hijo haré yo venir el mal sobre su casa.” Capítulo 22 Alianza de Acab con Josafat (1-54) Tres años pasaron sin que hubiera guerra entre Siria
e Israel. Al tercer año, Josafat, rey de Judá, bajó a ver al rey de
Israel. El rey de Israel dijo a sus servidores: “¿No sabéis que Ramot
Galaad es nuestra? Y, sin embargo, estamos tan tranquilos, sin quitarla
de las manos del rey de Siria”. Y dijo a Josafat: “¿Quieres venir conmigo
para atacar a Ramot Galaad?” Josafat respondió
al rey de Israel: “Yo como tú, mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos
como tus caballos.” Luego dijo Josafat al rey de Israel: “Consulta,
te ruego, la palabra de Yavé.” El rey de Israel reunió a los profetas, en número de
unos cuatrocientos, y les preguntó: “¿Iré a atacar a Ramot
Galaad o he de desistir de ello?” Y ellos le respondieron: “Sube, que
Yavé la entregará en manos del rey.”Pero
Josafat preguntó: “¿No hay aquí ningún profeta de Yavé para que podarnos
consultarle?”. El rey de Israel respondió a Josafat: “Queda todavía
aquí un hombre por el que podríamos consultar a Yavé, Miqueas, hijo
de Yemla; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza bien alguno:
nunca me profetiza más que mal”; y Josafat dijo: “No hable así el rey.”
Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco y le dijo:
“Trae luego a Miqueas, hijo de Yemla.” Estaban
el rey de Israel y Josafat, rey de Judá, sentados cada uno en su trono,
vestidos de sus reales vestiduras en la plaza, cerca de la entrada de
la puerta de Samaria, y todos los profetas estaban delante de ellos
profetizando. Sedecías, hijo de Canana, se había hecho unos cuernos
de hierro, y decía: “Así habla Yavé: Con estos cuernos heriré yo a los
sirios hasta destruirles”; y todos los profetas profetizaban igualmente,
diciendo: “Sube a Ramot Galaad y tendrás buen
suceso, pues Yavé la pondrá en manos del rey.” El mensajero que había ido en busca de Miqueas le habló
así: “Todos los profetas a una voz profetizan el bien al rey; que sea,
pues, tu palabra como la de todos ellos; anúnciale el bien.” Pero Miqueas
le respondió: “Vive Yavé que yo anunciaré lo que Yavé me diga.” Llegado
al rey, díjole éste: “Miqueas, ¿iremos a atacar a Ramot Galaad o hemos de desistir de ello?” El respondió: “Sube,
tendrás buen éxito, y Yavé la entregará en manos del rey.” El rey le dijo entonces: “¿Cuántas veces habré de conjurarte
que no me digas más que la verdad en nombre de Yavé?” Miqueas respondió: “Yo he visto a todo Israel disperso
por los montes, como ovejas sin pastor, y Yavé me dijo: Son gentes que
no tienen señor; que se vuelva cada uno en paz a su casa.” El rey de Israel dijo a Josafat: “¿No te lo había dicho
yo? No me profetiza nada bueno, no me profetiza más que mal.” Díjole entonces Miqueas: “Oye, pues, la palabra de Yavé: He visto a Yavé sentado
sobre su trono y rodeado de todo el ejército de los cielos, que estaba
a su derecha y a su izquierda; y Yavé decía: ¿Quién inducirá a Acab
para que suba a Ramot Galaad y perezca allí?
Unos respondieron de un modo, otros de otro; pero vino un espíritu a
presentarse ante Yavé y dijo: Yo, yo le induciré. ¿Cómo? preguntó Yavé.
Y él respondió: Yo iré, y seré espíritu de mentira en la boca de todos
sus profetas. Yavé le dijo: Sí, tú le inducirás y saldrás con ello.
Ve, pues, y haz así. Ahora, pues, he aquí que Yavé ha puesto el espíritu
de mentira en boca de todos tus profetas y ha decretado perderte.” Llegóse entonces Sedecías, hijo de Canana, e hirió a Miqueas en la mejilla, diciendo:
“¿Cómo se ha retirado de mí el espíritu de Yavé para hablarte a ti?”.
Y Miqueas respondió: “Ya lo sabrás el día en
que vayas de cámara en cámara para esconderte.” El rey de Israel dijo: “Toma a Miqueas y llévalo a Ammón,
prefecto de la ciudad, y a Joás, hijo del rey, y diles: “Así dice el rey de Israel:
Poned preso a este hombre y mantenedlo con pan escaso y agua tasada
hasta que yo vuelva en paz.” Y Miqueas respondió: “Si tú vuelves en paz, no ha hablado
Yavé por mí.” Subieron a Ramot Galaad el
rey de Israel y Josafat, rey de Judá. El rey de Israel dijo al de Judá:
“Voy a disfrazarme para ir al combate, pero tu vístete tus vestiduras.”
El rey de Israel se disfrazó y fue al combate. El rey de Siria había
dado a los jefes de sus carros esta orden: “No ataquéis a ninguno, ni
chico ni grande, sino sólo al rey de Israel”. Cuando los jefes de los
carros vieron a Josafat, se dijeron: “Seguro que éste es el rey de Israel,”
y todos se dirigieron a él para atacarle. Josafat gritó, y, viendo los
jefes de los carros que no era el rey de Israel, le dejaron. Entonces
uno disparó su arco al azar, e hirió al rey de Israel por entre las
junturas de la armadura, y el rey dijo a su auriga: “Vuélvete y sácame
del campo, porque estoy herido.” El combate fue muy encarnizado aquel día. El rey estuvo
retenido en su carro frente a los sirios, y por la tarde murió. La sangre
de la herida corría por dentro de su carro. A la puesta del sol se gritó
por todo el campo: “Cada uno a su ciudad, cada uno a su tierra.” Así murió el rey, que fue llevado a Samaria y en ella
le sepultaron. Cuando lavaron el carro en el estanque de Samaria, los
perros lamieron la sangre de Acab y las rameras
se lavaron en ella, según las palabras que había dicho Yavé. El resto de los hechos de Acab,
lo que hizo, la casa de marfil que construyó, las ciudades que edificó,
¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel?
Acab se durmió con
sus padres, y le sucedió Ocozías, su hijo. Josafat, rey de
Judá. Ocozías, rey de Israel Josafat, hijo de Asa, comenzó a reinar en Judá el año
cuarto de Acab, rey de Israel. Tenía treinta
y cinco años cuando empezó a reinar, y reinó en Jerusalén veinticinco
años. Su madre se llamaba Azuba, hija de Silji.
Marchó por todos los caminos de Asa, su padre, sin apartarse, haciendo
lo que es recto a los ojos de Yavé.Pero no
desaparecieron los altos, y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios
y perfumes en ellos. Josafat estuvo en paz con el rey de Israel. El
resto de los hechos de Josafat, sus gestas y sus guerras, ¿no está escrito
en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Barrió también de
la tierra el resto de los consagrados a la prostitución idolátrica que
quedaban del tiempo de Asa, su padre. No había entonces rey en Edom; un gobernador la gobernaba.
Josafat construyó naves de Tarsis para ir a Ofir en busca
de oro; pero no fueron, porque las naves se destrozaron en Asiongaber. Entonces Ocozías, hijo
de Acab, dijo a Josafat: “¿Quieres que vayan
mis servidores con los tuyos en las naves?” Pero Josafat se negó. Josafat se durmió con sus padres y fue sepultado con
ellos en la ciudad de David, su padre. Le sucedió Joram, su hijo. Ocozías, hijo de Acab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaria el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel.Hizo el mal a los ojos de Yavé y marchó por los caminos de su padre y los de su madre y por el camino de Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. Sirvió a Baal y se prosternó ante él, y provocó a Yavé, Dios de Israel, como lo había hecho su padre.
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