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EL EVANGELIO DE CRISTO
17 Los
sufrimientos presentes comparados con la gloria futura
Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en
comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros;
Nadie que esté en su sano juicio
pone su vida a los pies de una causa si esa causa no encierra
en su seno una meta cuya realización hace de semejante renuncia
a la vida terrestre un acto de indescriptible belleza. Se entiende
que se está hablando de una renuncia a la manera jesucristiana,
de la que San Pablo es el ejemplo: renuncia a la vida sin acto
de terror de por medio, como quien se lleva al infierno a cuantos
más mejor. Nosotros debemos diferenciar entre la renuncia del
sabio y la del loco. La del loco es la renuncia que pide el Islam;
la del sabio es la renuncia que se manifestó en Cristo. Pero no
sólo nosotros, los Judíos también deben aprender esta diferencia
mediante el ejemplo que vive en su propio territorio. Les basta
comparar la renuncia islámica, que exige el terror, con la renuncia
cristiana, divina por su naturaleza, en la que el Judío tuvo una
parte tan grande durante el acto de la ejecución de los sabios
fundadores y edificadores del Cristianismo. Pensar que la Renuncia
Jesucristiana fue un acto de locura es en sí mismo un ejercicio
de locura cuando se tiene en vivo la Diferencia entre la renuncia
Divina, representada por Cristo, y la Infernal, representada por
los Mártires del Islam. Los Judíos, en tanto que descendientes
carnales y espirituales de aquéllos Verdugos de Inocentes, deben,
mediante la Diferencia que les sirve el mismo Dios, abrir los
ojos y ver su parte en el Holocausto del Cristianismo, persiguiendo
a los primeros Cristianos, a fin de curarse de la locura que aún
les afecta al pensar en Cristo. Locura que lleva a la parte exaltada
de entre los Judíos del Mundo a negar el Holocausto Cristiano
que sus padres cometieron, de un lado, y a la creencia de locos
de la elevación mesiánica del Pueblo Judío al Trono de la Tierra,
algo que ocurrirá algún día... ¿sobre el cadáver de 2.000 millones
de cristianos, 1.000 de musulmanes, 1.000 de comunistas y 1.000
de hinduistas tal vez? Basta comparar las cifras para que el pueblo
judío reaccione y comprenda que ese miembro mesiánico de su sociedad
es uno de los elementos vitales que mantienen vivo el odio del
mundo, y de sus vecinos árabes especialmente, hacia el Judaísmo,
confundiendo por su culpa el Estado de Israel con el Sionismo
demencial de quienes creen de verdad que Jerusalén está destinada
a ser la Capital del Futuro Imperio de la Tierra. Únicamente en
boca de un loco cabe semejante discurso. No es de esta naturaleza
la Expectación que ha mantenido en vilo a la creación entera.
porque la expectación ansiosa de la creación está esperando la manifestación de los hijos de Dios,
Antes del Nacimiento del Cristianismo
la Expectación del Judío tenía por visión la Llegada del Rey Universal,
Ese que aún esperan los descendientes de aquéllos que crucificaron
a Jesús y decretaron la Solución Final contra sus Discípulos,
hombres, mujeres, ancianos y niños. Desde la Biohistoria se hace
muy difícil creer, por no decir imposible, después de tres persecuciones
anticristianas sobre suelo judío, ver una absoluta falta de relación
entre la actividad anticristiana judía en la capital del Imperio
y la Persecución de Nerón tras el Incendio de Roma. Que Flavio
Josefo fuera elevado a la amistad del César, después de haber
hecho de Judas de los suyos, entregando Jerusalén tras quemar
sus Archivos, y desde esa posición reinventara la Historia de
los Judíos, empleando los mecanismos del Poder para borrar de
la Memoria de su Pueblo el Holocausto Cristiano que Jerusalén
protagonizara y su parte en las Persecuciones Anticristianas Romanas;
dicha elevación del Judas de los Judíos a la Gloria del Historiador
con Libertad absoluta para reinventar el Pasado, es una cárcel
biohistórica entre cuyos muros la Conciencia del Pueblo Judío
Actual vive su destierro de la Comunidad Internacional en plenas
condiciones de Igualdad y respeto. La Expectación Mesiánica se
cumplió. Dios abolió toda Corona en el Universo, y puso su Imperio
a los pies de su Hijo Primogénito y Unigénito, haciendo de esta
manera de El el Único Rey Sempiterno de su Creación. Lo que tuvo
lugar en el Cielo habría de tener lugar en la Tierra. Ahora bien,
un Rey Universal en el Cielo y otro en la Tierra contradice el
Principio de la Universalidad en la Creación. De aquí que la Esperanza
mesiánica fundamentalista judía sea pura locura y la Expectación
de la Creación de la que San Pablo habla no tenga nada que ver
con el acto de destrucción de la Humanidad que el fundamentalismo
sionista representa, aunque no lo implique, como condición previa
para que su mesías infernal reine en un mundo convertido en un
cementerio nuclear. La expectación de la que habla el Sabio autor
de esta Epístola tiene que ver con la Restauración del Proyecto
de Formación del Género Humano a la Imagen y Semejanza del Espíritu
que dijera: “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”.
Proyecto Divino que fue abandonado a título universal en razón
de la Caída del padre carnal del pueblo Judío, Caída que arrastró
a todo su mundo al infierno, y, por efecto, al resto de la Humanidad
por nacer. Mas siendo Dios Todopoderoso y siendo su Palabra Ley
Eterna es impensable que un contratiempo en su Proyecto pudiera
ocasionar la destrucción total de su ejecución. Aquí es donde
se equivocó la Serpiente. Cuyo razonamiento homicida y suicida
se manifestó en los promotores del Holocausto Cristiano, cuando
se dijeron que si pudieron con el Jefe, cuyos poderes eran inimaginables,
lo tenían fácil con “los Once cobardes” que salieron corriendo
y lo dejaron solo ante sus jueces. Un proyecto Divino puede sufrir
un contratiempo que obligue -como diríamos artísticamente- a Improvisar,
pero desde luego lo que no puede pasar es que un Proyecto Divino
sea destruido, por nada ni por nadie. La Victoria de “los Once
Cobardes” es el mejor ejemplo y Prueba de Dios ante los ojos del Israel de nuestros días. Prueba desde la que debe articular el
Mundo Judío su pensamiento a la Hora de reinterpretar la rebelión
de la Serpiente. O sea, no se refería Dios a un hombre en concreto
ni a un pueblo específico cuando dijera: “Hagamos al Hombre a
nuestra imagen y semejanza”, sino que, habiendo creado todo el
Género Humano, Dios comprendía en este Proyecto de Formación a
todos los pueblos y hombres de la Tierra. Mirando a la realización
de dicho Proyecto Universal, interrumpido en el Edén, nunca revocado,
recogido por Abrahán y Moisés, y vuelto a encontrar su principio
en Jesucristo, no viéndolo consumado -como se podía ver por los
hechos- San Pablo se hace eco de la Expectación de la Creación
y declara la Vigencia de la Voluntad Divina. El Judaísmo en general
cierra los ojos a la Realidad y se niega a ver que ese Proyecto
en marcha se llama Cristianismo. El Fundamentalismo Judío, en
especial, manipula el estado de odio perpetuo entre Islam y Judaísmo
para mantener ciego al Estado de Israel y no ver que la doctrina
del fundamentalismo sionista actual representa una agresión contra
la Región al declarar que las Fronteras del Estado Mesiánico se
extienden desde el Mediterráneo a los grandes ríos mesopotámicos.
El enemigo de la Paz, en este aspecto, está entre las fronteras
del Estado.
pues las criaturas están sujetas a la vanidad, no de grado, sino por razón
de quien las sujeta
Otra cosa sería imposible. La
Caída fue un delito y su precio fue el debido a la gravedad y
naturaleza del mismo. ¿Está acaso por voluntad propia el preso
en su cárcel? ¿De poder seguir libre iba a meterse voluntariamente
el delincuente entre rejas? Siendo las consecuencias del delito
de Adán de proporciones universales en razón del Cómplice al caso,
la Humanidad entera fue arrojada entre los muros de la Ignorancia,
cuyas cadenas no podría romper el mundo hasta que llegase el Día
de su Libertad. Fue en esas condiciones y para mantener viva la
Esperanza de Libertad que Dios envió a su Mesías y lo hizo nacer
en la misma cárcel para resucitar en el pecho del Hombre la Esperanza
ya muerta sobre la Temporalidad de la Pena Impuesta. Es desde
el Conocimiento de esta Temporalidad que San Pablo escribe para
el Futuro. Porque si no hubiera nacido Cristo Jesús la Temporalidad
de la Pena se habría descubierto infinita, pero viniendo Dios
nos reveló la Temporalidad de la misma, proclamando en su Mesías
la existencia de un Día, por venir, en que se abriría la Puerta
de la Libertad, pues la Pena debida al Delito se habría dado por
consumada a título universal. Respecto a este Día “la creación
entera se mantenía expectante”
con la esperanza de que también ellas serán liberadas de la servidumbre de
la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los
hijos de Dios.
En efecto, este es el Fin implícito
en el Principio del Proyecto Divino de Formación del Género Humano
a Imagen y semejanza del Espíritu que dijera: “Hagamos al Hombre
a nuestra Imagen y Semejanza”, es decir, hijo de Dios. Y como
cada hijo de Dios es Cabeza de su Mundo, es de esta manera que
Adán nació para ser la Cabeza del Hombre, cuyo Cuerpo, la Plenitud
de las Naciones, lo tendría por Rey y Señor. Tocado y hundido
el Elegido de Dios, Este restauró el Proyecto y lo hizo Núcleo
de la Revolución Universal que la Traición y Rebelión de Satán
implicó en la estructura de la futura relación entre Dios y sus
hijos. Fue a partir de esta revolución que Dios abolió el Imperio
y suscitó la Corona del Gran Rey, su Hijo, Señor Universal de
toda su Creación. Y desde esta restauró su proyecto de Adopción
del Hombre transformando su Naturaleza entera al darle al Hombre
por Cabeza espiritual su propio Hijo. Pues todos los Pueblos tienen
por Cabeza un hijo de su Pueblo, carne de su carne y sangre de
su sangre, pero el Hombre recibió por Cabeza al mismísimo Unigénito
de Dios. De aquí que, emocionado, diga nuestro amado Pablo: Tengo
por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada
en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros.
Porque, ciertamente, toda carne es polvo, pero el Hombre, por
Voluntad Divina, devino el Cuerpo del Hijo de Dios.
pues sabemos que la creación entera hasta ahora gime y siente dolores de parto,
¡Cómo no, estando la Sabiduría
al gobierno de todas las cosas cómo no iba sentir la creación
entera la tardanza que la Marcha del Mesías posponía para un Día,
tanto más lejano cuando el tiempo no hacía sino empezar, a correr
la cuenta de los siglos que separaban a Dios de los hijos, fruto
del Matrimonio entre Dios, en Cristo, y la Iglesia, que la creación
habría de traer a luz! Desesperación, pues, para el pueblo judío,
porque creyendo que había llegado la Hora del Mesías, se encontró
perdido en las tinieblas del que se halla abandonado a su suerte
y su suerte es la destrucción de su nación. Gloria para el Mundo
porque los hijos de Abraham se habían unido en Fraternidad sempiterna
a todos los hombres y desde el Amor Divino le anunciaba a la Plenitud
de las Naciones la Temporalidad de la Condena debida a la Caída.
Dios estaba por el Hombre, y no sólo estaba por nosotros sino
que El mismo se había erigido en Cabeza de nuestro Mundo. ¡Cómo
olvidarse de sí mismo! ¡Cómo no gemir el propio Dios, en tanto
que Padre, por el Día de la Libertad que en cuanto Juez no podía
derogar sin causar en la estructura de la Creación un agujero
negro infernal!
y no sólo ella, sino también nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu,
gemimos de nosotros mismos suspirando por la adopción, por la
redención de nuestro cuerpo.
Pues el fin de la creación es
la vida eterna, Inmortalidad para la que fuera creado el ser humano,
según se ve de las Escrituras, y que perdiera el Género Humano
en función de la Pena. Pero que siendo Temporal habría de ser
restaurada, para que la manifestación del Omnisciencia y el Todopoder
Divino se vea por los Hechos y no por las Palabras solamente.
Salvación de una pena de muerte, a la que fuimos condenados y
entre cuyas rejas hemos nacido, pena de muerte que contradice
el Principio de Formación Divina del Hombre, que solamente alcanzará
su perfección en la redención del Cuerpo del que se ha hecho Dios
su Cabeza, por su Naturaleza Indestructible vistiendo de Inmortalidad
su Cuerpo. Salvación que esperamos como manifestación de la propia
Gloria de nuestro Creador en nuestro propio cuerpo, no redimido
en carne.
Porque en esperanza estamos salvos; que la esperanza que se ve, ya no es esperanza.
Porque lo que uno ve, ¿cómo esperarlo?;
En esto, como en lo demás, reina
la sabiduría. El Fin está ahí, en el Principio, pero el cómo y
el cuándo son asuntos que sólo conoce Dios. Lo que a nosotros
nos toca es hacer la Voluntad Presente de Dios, que el Mañana
ya tendrá su propio afán
pero si esperamos lo que no vemos, en paciencia esperamos
18. El Espíritu
ora en nosotros
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