EL PONTIFICADO UNIVERSAL DE JESUCRISTOSEGN SAN PABLO II
LA
INVENCIÓN DEL CRISTIANISMO
Observamos
en el Texto del Evangelio una contradicción apoteósica, fenomenal, misteriosa e
intrínsicamente sobrenatural, y de aquí que, quienes no pudieron penetrar su
misterio y sólo tuvieron la espada para desenredar el nudo gordiano del Jesucristianismo, imitasen al célebre Alejandro Magno, pues
la violencia, además de ser el recurso de los ignorantes, es la respuesta más a
mano que se tiene y siempre es la primera que le viene a la cabeza al necio. Se
ha perdido el significado de la necedad y apenas hay quien comprenda su
verdadero sentido, pero su vigencia forma parte del vestuario de la Historia y
representa la ignorancia que se cree “sabelotoda”.
Punto éste que, sin saber nosotros cómo pero siendo un hecho, hizo de la
Filosofía su anfitrión y parasitando simbióticamente el sabio y el necio en el
mismo raciocinio finalmente condujo a la Filosofía a la tumba del pensamiento
omnipotente de la Razón, caída que anunció la muerte del filósofo y dio paso a
la Necedad como Ciencia.
En
el caso de los Judíos la Sabiduría de los Profetas y los Patriarcas dio paso a
la Necedad como modus vivendi sacrum, y siendo
solo natural que la Sabiduría y la Ignorancia no puedan vivir juntas era del
todo normal que persiguiesen, juzgasen y condenasen a Jesucristo. Lo contrario
hubiera sido un milagro y una prueba rotunda y catastrófica contra la doctrina
de la imposibilidad de convivencia, ni pacífica ni violenta, entre Ignorancia y
Sabiduría.
Y
la contradicción jesucristiana se describe por la
Letra de la forma que sigue.
Por
tanto, es menester que con la mayor diligencia atendamos a lo que hemos oído,
no sea que nos deslicemos. Pues si la palabra promulgada por los ángeles fue
firme, hasta el punto de que toda transgresión y desobediencia recibió justa
retribución, cómo lograremos nosotros rehuirla, si tenemos en poco tan gran
salud, que, habiendo comenzado a ser promulgada por el Señor, fue entre
nosotros confirmada por los que le oyeron, atestiguándola Dios con señales,
prodigios y diversos milagros y participaciones del Espíritu Santo, conforme a
su voluntad? Que no fue a los ángeles a quienes sometió el mundo venidero de
que hablamos.
Observamos
en el Texto del Evangelio - tomado como relato, independientemente de su género
y excepcionalmente tomado como libro - contemplamos la andadura de un Ser
Omnipotente cuyo Poder está en su Palabra y le basta abrir la boca para hacer
realidad cualquier deseo que le venga al alma. El autor, y considerando, por el
bien del relato, que no es creíble la existencia de un Ser de estas propiedades
por la vía natural sola, introduce la idea del Hijo del Dios de los Hebreos,
que se hace hombre y una vez hecho hombre actúa en consecuencia con el Poder
Infinito de su Dios y Padre. Y siguiendo este Argumento nos presenta a ese Hijo
del Dios de los Hebreos haciendo de toda enfermedad y patología una sencilla
operación de dos más dos cuatro más dos seis y sigue sumando, por la visión de
este Poder inspirando nuestra imaginación con lo que un hombre con ese Poder
pudiera hacer.
Según
la imaginación inspirada por el Texto - independientemente, insisto, de su
género - le hubiera bastado al Héroe del Relato Jesucristiano coronarse, ponerse al frente de las Muchedumbres y lanzarlas a la Conquista del
Reino Universal. ¡Qué ejército hubiera podido resistir el ataque de un rey al
que le bastaba abrir la boca para hacer descender fuego del cielo, y ordenarle
a las montañas que se apartasen de su camino, y a los vientos levantarse pues
que podía calmarlos!
La
imaginación que, contra los modernos, siempre ha existido, y a pesar de tanto
listo siempre ha sido la musa de los genios, se encendió en las masas y, viendo
el resultado de la Batalla entre el Reino del Hijo de David y el Imperio -si
Jesucristo aquel Hijo de David- no dudó en, pidiéndole ser rey, clamar por la
Guerra.
Y
la contradicción surge del No del Héroe del Texto.
¿Por
qué no? ¿No era Él el Hijo de David? ¿Y no le había legado al Hijo de David el
reino universal el Dios de los Hebreos? ¿No eran ellos Hebreos? ¿Por qué No?
¿Qué
hijo de hombre de encontrarse con ese Poder de abrir la boca y hacerse tal
cual, al instante no la abriera para además de acabar con todas las
enfermedades del mundo, y, naturalmente, acabar con todos los Poderes Homicidas
que gobiernan la Tierra, y, erigiéndose en rey universal, proclamar la Paz
Universal sobre el Fundamento de una Justicia Todopoderosa gobernada por el
Espíritu de una Verdad sempiterna?
El
No del Héroe del Texto a la Corona de David no tenía sentido ninguno para las
muchedumbres. Y tampoco para los poderes del Templo.
¡No!,
¿pero por qué no? ¿Acaso no decía la Escritura Profética sobre el Hijo de
David:
“¿Qué
es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre para que tú le
visites? Hicístele poco menor que a los ángeles, coronástele de gloria y de honor, todo lo pusiste debajo de
sus pies.”
Tanto
más legítima la Guerra Final del Hijo de David cuanto que el Rey, al igual que
el Adán aquél que descubriera la Fuente de la Juventud Eterna en el fruto del
Árbol de la Vida, su Hijo, el Hijo de Eva de la Profecía, venía investido de un
Poder Sobrenatural, sólo imaginable en el mismísimo Dios, quien diciendo, así
se hace. Y Amén.
Es
de imaginar la excitación de las muchedumbres cuando las Multiplicaciones de
los panes y los peces. El Hijo de David había nacido por fin y a Él le
pertenecía la Corona de Jerusalén, y a Jerusalén la pertenecía el trono del
Mundo. Y amén.
“Rey,
Rey, Rey”. Aún resuena el eco del grito de las muchedumbres por las colinas de
Israel.
Pero
el Héroe del Texto deviene el Villano del Relato al pasar la página. Tras un
simple movimiento de dedo la felicidad que se adivina en el encuentro del Rey
Mesías con el Pueblo Hebreo, y que hiciera vibrar las líneas durante los
primeros capítulos con el ritmo del corazón que estuvo en coma y volviendo a la
vida respira recordando el túnel del que acababa de salir, poco a poco, paso a
paso, golpe a golpe, verso a verso, el Héroe se va quitando sus galas y se va
quedando desnudo hasta caminar al Gólgota, donde levanta los brazos y se deja
crucificar como si se tratase de un vil maleante. De pronto el relato nacido
con vocación de Epopeya reniega de su vocación y se viste de drama, de
tragedia. Y todos, lo mismo unos que otros, todos se quedan en las tinieblas
con una pregunta en los labios: ¿Por qué?
Y
un Lector se levanta y responde:
Pues
al decir que “se lo sometió todo,” es que no dejó nada que no le sometiera. Al
presente no vemos aún que todo le esté sometido, pero sí vemos al que Dios hizo
poco menor que a los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y honor por haber
padecido la muerte, para que por gracia de Dios gustase la muerte por todos.
Pues convenía que aquel para quien y por quien son todas las cosas, que se
proponía llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por las tribulaciones
al autor de la salud de ellos.
Y
entramos ya en el Pensamiento de Cristo, es decir, en la Cabeza de ese Héroe
que nació para vivir el papel del Villano. ¿Qué queréis, pan para hoy y hambre
para mañana? ¿No es mejor aguantar el hambre por un poco si no se vuelve a
pasar hambre ya jamás?
Es
fácil pasar por el infierno cuando se ignora el tiempo del viaje y las penas y
fatigas que han de dejarse atrás, y aunque la llama de la esperanza mantenga a
raya el fuego de los males que han de vivirse, y como para todo hay un fin,
nunca podrá compararse este sufrimiento y constante estado de lucha con el del
que sabe por qué camino debe pasar, cuántos palos se va a llevar y cuánto
tiempo durará el viaje. Es como si el héroe de una Tragedia tomase consciencia
de su existencia en el instante del punto y final y debiera volver a pasar por
el prólogo pero esta vez conociendo línea por línea la historia de su vida. Ni
ya el pan es el mismo, ni el agua le sabrá igual.
Cuando,
pues, los genios estudiando la Biblia entendieron que el Antiguo Testamento es
el Guión que se debía aprender el Héroe del Nuevo, de
tal manera que hasta su mismo sueño estaba escrito, y no creyendo que el ser
humano pueda vivir semejante suplicio, y de hecho no hay nadie en el mundo que
nazca sabiendo, y calibrando que tal era imposible, levantaron el falso
testimonio de haber sido escrito el Guión Jesucristiano post morten.
Caía Nínive y escribían los Hebreos: “Ya lo dijo Dios”, de esta manera engañándose
a sí mismos y engañando al mundo, al menos intentando engañar al mundo con la
existencia de un Dios capaz de leer en el Futuro con la naturalidad que
nosotros leemos un libro.
Los
Apóstoles, siendo discípulos de esa Escuela de “Falsificadores”, le inventaron
a su Rabí de Nazaret un Guión en el que mezclaron la
Idea de los Hebreos sobre el Hijo de David con la Concepción de la Divinidad
que se forjaron en sus sueños más novelescos. El resultado, un Héroe nacido de
Dios y Mujer, que conserva todos los Atributos de su Padre y todos los de su
Madre, por el Espíritu es el Hijo de Dios y por la carne el hijo del Hombre. Y
muere pero no puede ser retenido por la Muerte, y Resucita guardando de esta
manera el Autor la Coherencia entre el Principio y el Fin
Como
escritor, hay que confesarlo, el Autor del Evangelio escribió el libro más
vendido del mundo, su composición rompe todos los moldes, su estructura
literaria se sale de todos los géneros, se alza único en su especie. Tanto más
maravilloso el fenómeno jesucristiano cuanto el Autor
era -desde el punto de vista de la Historia de las Letras y de las Ciencias- un
verdadero analfabeto.
Pero
al contrario que el Autor del Evangelio, el autor de la Carta a los Hebreos no
lo era, por hablar entre colegas, un cateto. Saulo era un cerebro cultivado en
la filosofía del judaísmo de su tiempo. Digamos a favor de sus compatriotas que
no fueron los cristianos los primeros que aprendieron a dominar las armas “del
enemigo” a fin de desarmar al enemigo. Los Hebreos fueron los primeros que
usaron las ciencias clásicas para vencer a los griegos con sus propios
argumentos. Vivían entre Griegos. La separación radical entre Griegos y
Gentiles, exceptuando cuatro rabinos y medio, no era conocida en los días de
los Romanos. No fue sino como consecuencia de las Persecuciones, que los
Hebreos comenzaron a distanciarse de los Gentiles cuando los Gentiles se
hicieron Cristianos. Y cuando los Cristianos devienen Imperio la separación
devino abismo.
Saulo
se enfrenta a los Cristianos desde el Judaísmo y desde el Cristianismo Pablo se
enfrenta a los Hebreos plenamente consciente de que el Judaísmo era el mal de
los Hebreos y la Salvación de los Hebreos estaba en el Cristianismo. Desde su
Pensamiento el Judaísmo era el resultado de una acumulación de errores que en
lugar de dar marcha atrás y caminar hacia la verdad, el Judaísmo fue
arrastrando a los Hebreos hacia ese abismo en el que se hundirían los Judíos y
en cuyo fondo estaba el Holocausto.
¡Pan
para un mañana que nunca se acabará y hambre para un día que se va como agua
entre los dedos!, fue la respuesta de Pablo al “Porqué” resonando en los
desiertos de Judea desde el Calvario:
Porque
todos, así el que santifica como los santificados, de uno solo vienen, y, por
tanto, no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: “Anunciaré tu nombre a
mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré”. Y luego: “Yo pondré en El mi
confianza.” Y aún: “Heme aquí a mí y a los hijos que me dio el Señor”. Pues
como los hijos participan en la sangre y en la carne, de igual manera El
participó de las mismas para destruir por la muerte al que tenía el imperio de
la muerte, esto es, al diablo, y librar a aquellos que por el temor de la
muerte estaban toda la vida sujetos a servidumbre…
¿De
qué le vale al Hombre alcanzar la Inmortalidad si su Ser deviene refugio de un
Mal infinitamente más dañino, quedando expuesto su espíritu a una enfermedad
infinitamente más maligna? ¿Es que acaso el Diablo no fue un hijo de Dios? ¿De
qué nos vale Paz para hoy y Guerra para mañana y el siguiente? Y del otro lado,
desde el Autor del Texto, ¿cómo podría entender un Rey a su Pueblo si desconoce
la causa por la que el Hombre no puede vivir un Guión escrito? ¿No era lógico que buscando hacer comprender a su Hijo la naturaleza
de Su creación, Dios lo hiciese hombre para que por el ser y no por las
palabras comprendiese por la experiencia lo que jamás comprendería por la
teoría?
Cierto,
dicen algunos que toda experiencia puede ser expresada en palabras, pero lo dicen
quienes apenas si han vivido más experiencia que la del animal doméstico. Hay
dolores que no se comprenden hasta que se viven, y alegrías que no se entienden
sino pasando por ellas. Lo otro, comprender sin vivir, es de necios. Y llegando
a este extremo creo haberle dado un sentido más profundo a término sobremanera heretizado por el Poder Político dada la Necedad que existe
en la estructura de acceso al Poder, donde vemos que la mediocridad es la
condición sinequanon del éxito. La primera
premisa para ser político es la apariencia de saberlo todo, que finalmente, con
el hábito, produce el efecto psicoanalítico parasimpático de creerse el propio
necio que de verdad lo sabe todo. Y claro, así le va a la Democracia.
Volviendo
a Pablo, nuestro sujeto, si el lector en Saulo, siendo judío, respondió al
texto como quien era arrastrado por la fuerza secular que desde muy antiguo
conducía a la nación de los Israelitas al abismo del Holocausto, el Hebreo en
Pablo respondía a la Lectura del Texto Sagrado con el espíritu del jesucristianismo más profundo, y, hasta digamos, transgrede
por escrito lo que por la palabra les estaba prohibido a todos los Apóstoles, a
saber, dar a conocer el misterio del Reino de los cielos al público. Y sin
embargo es porque los destellos de aquella “sabiduría misteriosa, prohibida,
hablada solamente entre los perfectos” se le escapaba de las manos como luz
imposible de ser comprimida, apagada, que los siglos futuros, siendo dominio de
necios, quisieron acusar a Pablo de ser el inventor del cristianismo.
La
invención del cristianismo, en cuanto movimiento literario, reduciendo a un
libro su cuerpo, fue obra de los Apóstoles, fruto de cuya Predicación fuera el
mismo Pablo. Porque si es el mismo Héroe del Libro quien se le aparece para la
Salvación de los Cristianos, Saulo no escucha la Doctrina de los labios de
Jesús sino de sus Discípulos. De manera que el argumento de la invención
del cristianismo por San Pablo fue un discurso de necios que no prueba más
que la facilidad con la que el Dinero y sus Sabios se acuestan con cualquiera
que les toque el trasero.
¡Cuál
sea el Misterio del Reino de los cielos cuyos secretos les estaba prohibido dar
a conocer al público “en público”, siendo de cara a la galería el discurso de
los Apóstoles el que sigue:
Pues,
como es sabido, no socorrió a los ángeles, sino a la descendencia de Abraham.
Por esto hubo de asemejarse en todo a sus hermanos, a fin de hacerse Pontífice
misericordioso y fiel en las cosas que tocan a Dios, para expiar los pecados
del pueblo. Porque en cuanto El mismo padeció siendo tentado, es capaz de
ayudar a los tentados.
¡Cuál
sea ése misterio! lo desentrañaremos un poco más adelante según vayamos
abriéndonos paso por el bosque de los siglos hasta plantarnos en Pensamiento
delante del autor de esta Epístola.
III
EL FUTURO DEL JUDAÍSMO
|
|