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GÉNESIS DE LA SALVACIÓN DE LA PLENITUD DE LAS NACIONES. ENSAYO BÍBLICO
Capítulo 4
CAÍN Y ABEL
Conoció Adán a su mujer, que concibió y parió a Caín. Volvió a parir y tuvo
a Abel, su hermano. Dijo Caín a Abel, su hermano: “Vamos al campo.” Y, cuando
estuvieron en el campo, se alzó Caín contra Abel, su hermano, y le mató. Conoció
de nuevo Adán a su mujer, que parió un hijo, a quien puso por nombre Set….
I
La Verdad tiene las piernas muy largas, cruza los horizontes de
los siglos siguiendo el camino del espíritu; la mentira tiene las
patas muy cortas, tan cortas que no se mueve, su camino es aquí y ahora; “la
cuna es mi tumba”, su bandera.
La victoria de esta bandera nacional-cavernícola en nuestros tiempos
conduce al Fratricidio. Al fratricidio se le puede llamar de muchas formas,
justificar de mil maneras, pero el crimen es un delito, no ante los hombres, se
entiende, pero sí a los ojos de Dios. Si el crimen fuese delito a los ojos de
los Estados los Gobiernos no funcionarían como organizaciones criminales a cuyo
servicio se hayan cuerpos secretos de agentes asesinos dedicados al crimen en
nombre del establishment y coronas.
En este Capítulo lo primero que vemos es que si a los ojos de los hombres
los criminales que los gobiernan ocultan sus crímenes y sus delitos, poniendo
el Estado en sus manos las herramientas para el fratricidio como para la
ocultación, los ojos de Dios lo ven todo. Razón por la cual el primer
mandamiento de todos los criminales que acceden al Poder es derribar el
Cristianismo.
Sea que ya fuesen delincuentes antes de acceder al Poder, sea que el Poder
los haya convertido en criminales, este mandamiento de destruir la Moral
Cristiana defendida por la Iglesia Católica es de obligado cumplimiento
ideológico. Gobernar a un ciudadano para quien el que el Poder tiene la función
de administrar los recursos naturales y humanos de la Nación, desechar el
interés personal en bien del interés universal, por fuerza este choque provoca
la necesidad del fratricidio; llámesele Guerra Civil, llámesele Genocidio,
llámesele Dictadura en nombre del Proletariado Socialista, la necesidad de
destruir el Cristianismo, o bien poner de rodillas a la iglesia, caso Rusia
actual, llámesele como se le llame al crimen de ese dios oculto con patas
de homo sapiens, la verdad la tenemos fotografiada en este Capítulo.
La ambición de Poder, todos los recursos naturales al servicio de esta
ambición, una vez liberada de la Fuerza del Espíritu, se derrama asesina sobre
la conciencia del individuo. Ni hermano, ni vecino, ni prójimo ni extranjero,
ni padre mi madre, nada ni nadie puede detener la consumación del crimen
incubado en esa ambición de alcanzar el Poder por el Poder. El
Poder viene con riquezas, con adoraciones de gusanos corruptos que
babean ante la presencia del líder, ese asesino sin escrúpulos que no duda en
conducir a la guerra civil en defensa de su felicidad
propia ¡ser un dios por un día!
En fin, la Historia Universal es un museo de horrores cuyas salas las
llenan los caínes de todas las naciones y
tiempos. Este en particular, Caín, hijo de Adán, justificó el fratricidio en su
derecho a recoger la corona de su padre Adán; habiendo dicho Dios que un hijo
de ese Adán le aplastaría la cabeza a Satán, Caín se levantó para ser ese
Vengador que venciendo al enemigo de su casa recogería el trono de su padre. Y
viendo Caín que Dios tenía su complacencia en su hermano Abel no vio
más salida que matar a su hermano, de esta forma obligando a Dios a declararle
su campeón, heredero de su padre Adán.
Este breve resumen psicológico es el motor del fratricidio bíblico.
Evidentemente al traducir este acto a términos históricos debemos
hablar de la consecuente guerra civil entre hermanos por “la corona que bajó
del Cielo” y le había sido robada a la casa de Adán. Desde el Angulo
psicológico de Caín la actitud pacifista de su hermano Abel, pastor, como quien
dice siempre con la cabeza en las nubes, le desacreditaba para la guerra que
debía ejercerse por la corona del padre de ambos. Caín era labrador, hombre que
tenía la cabeza en sus músculos, no podía admitir ni veía que su hermano Abel
fuese a declararse en estado de guerra contra los ejércitos de Satán.
Este mismo episodio lo tenemos en el Upanishad del Indostán, donde vemos
cómo un familiar se enfrenta a otro en guerra civil fratricida en
nombre de los dioses.
La Caída del reino de Adán y el consiguiente traspaso de su corona a las
manos de Satán hizo a este príncipe de otro Mundo dueño y señor de
la Tierra, y estando su salvación en la destrucción de nuestro Mundo comenzó a
sembrar la guerra por todos los continentes. Su Bandera, la bandera del Dragón,
se extendió desde Asia a Centroamérica, deviniendo bajo el Poder de la
Serpiente la representación de Dios la de un demonio con forma de monstruos
abominables exigiendo sacrificios humanos para aplacar su sed de sangre,
representación demoníaca que encontró en China su patria final.
El Episodio de Caín y Abel es el epicentro de aquella
guerra fratricida que Satán cultivó por todos los pueblos, llevando al Poder a
los vencedores sangrientos, bajo cuyas coronas comenzó la Historia de Terror
que es la Memoria del Mundo Antiguo. Todas las Mitologías, recordándola de una
forma u otra, hablan de aquella Guerra Fratricida Universal
que convirtió el paraíso con el que todas las familias de la Tierra
habían estado soñando, en el infierno en el que se levantaron.
En este caso Dios tuvo misericordia de Caín, hijo de Adán, en razón de
haber sido su deseo de Venganza, su voluntad invencible de enfrentarse al
Asesino de su padre, el motor de su perdición. Este motor, una vez puesto en
marcha, ya no admitía por freno ni al propio Dios.
Dinámica que vemos una vez y otra a lo largo de los milenios, y al presente
la tenemos viva en los genocidas de nuestro tiempo, siguiendo el ejemplo de los
cuales los aspirantes a dictadores, socialistas adoradores de la dictadura del
Siglo XXI triunfante en Hispanoamérica, en connivencia con esos
genocidas, ya instalados en la gloria del poder absoluto con derecho
a la divinidad de quien no tiene que rendir cuentas ante nadie de
sus crímenes y genocidios, andan buscando la dictadura vitalicia a imagen y
semejanza de los hijos de Satán.
Aquí entra la pregunta: ¿Por qué Dios, viendo adonde iba Caín, no
se le puso en medio? Pues para acceder al árbol de la vida sí que
puso un muro infranqueable, con espada de fuego, pero el acceso al
Árbol de la Muerte lo dejó libre, ¿por qué?
¿Escribió Dios el fratricidio de Caín acorde a la doctrina satánica de
Calvino, creando a Caín para el Infierno y a Abel para el Paraíso?
NO quiero perder mi tiempo en discusiones con el Diablo y su casa. Los días
de la Cizaña ya han pasado. La inocencia es un delito cuando conociendo la
verdad se invoca a la ignorancia en defensa de la mentira.
Dios habla como el que es. Dios no es hombre. Pero el hombre es lo que es,
no es Dios.
Caín, y aquí todo el mundo debe abrir los ojos, interpretó la Palabra de
Dios desde “la Razón sola” del hombre que él era. Haciéndolo así, como en el
siglo XVI el Caín Alemán nos condujo a la Guerra Civil Mundial Europea, aquel
hijo de Adán, príncipe de Mesopotamia, se arrojó en los brazos del fratricidio
porque, desde su Razón, entendió que debiendo elegir Dios entre él y su hermano
Abel para enfrentarse a la Serpiente Satánica, despreciando por soñador a su hermano
Abel entendió que le corresponda a él, Caín, la Venganza.
Aquí tenemos a la Serpiente Satánica jugando con la ignorancia del hijo del
rey al que desterrara de su trono. Tan Ignorante fue Adán sobre la verdadera
personalidad de Satán como lo fue su hijo Caín. Adán, incapaz de comprender la
Maldad, pues el Hombre no fue formado en las ciencias de la Guerra y del
Crimen, cuando Satán le vino vestido de santo fraile, ángel de luz en nombre de
Dios ofreciéndole ofrece Poder sobre la Vida y la Muerte de todos
los hombres; Adán, no conociendo la Mentira, porque en su ser no cabía la idea
de una Traición a la Voluntad Divina; Adán se proclamó dios con la naturalidad
del heredero que recibe la herencia de su padre, del vencedor que recoge la
corona de su victoria. Cuando abre los ojos y ve que su reino se divide a
sangre y fuego, ya era demasiado tarde; el fuego del Infierno de la Guerra ya
había comenzado a devorar la Unidad entre las ciudades; consumida la Unidad
entre las familias creció el Odio que procede del deseo de Venganza.
Pero esta visión se refiere a las cosas humanas. Entremos en las
cosas Divinas.
II
Es hora que hablemos de las cosas sobre las que Dios Hijo dijo:
“Si hablándoos de las cosas de la Tierra no entendéis cómo entenderías si
os hablase de las cosas del Cielo”.
Hoy sí podemos entender de esas “cosas del Cielo”. Y podemos porque
gracias a Dios LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO ha sido
escrita, y aquella Sabiduría reservada para la generación de los hijos de Dios
de la casa de Abraham ha venido a ser nuestra herencia, la casa de los hijos de
Dios de la casa de Cristo. Si ellos nacieron de la carne nosotros nacemos del
espíritu; pero en ambas casas la Promesa vino por Sacrificio. Y si bien en la
primera bastó con la Fe y por la Fe fue justificado Abraham, en nosotros la Fe
viene de la Sangre, y sin la Sangre no hubiéramos sido justificados,
entendiéndose de Aquí que la doctrina satánica que niega la Justificación por
las Obras acusa a dios de ser el ANTICRISTO, pues, insistiendo, si a los Judíos
le vino a “la Justicia por la sola Fe”, a los Cristianos nos ha venido “la
Justicia por las Obras de quien es nuestro Padre Divino, Jesucristo”, de donde
se ve que si la Casa de Abraham no fue sujeta a las Obras, SÍ lo fue la Casa de
Cristo por en cuanto la Justicia vino por las Obras de Jesús, de manera que la
Fe sin las Obras de Cristo, puesto que por las Obras de la Sangre de Jesús vino
nuestra Justificación es, como dijo Santiago, “en el Cristiano la Fe
sin Obras es fe muerta”, y quien tiene fe muerta es presa del Diablo. En
consecuencia quien divide las Obras de la Fe opera el mismo acto satánico de
aquellos que separaron en el Hijo de Dios a Jesús de Cristo, hablando de dos
naturalezas, y en nuestro días quisieron hacer otro tanto a la inversa, separar
a Cristo de Jesús, llamando a esta acto demoníaco Teología de la Liberación,
rápidamente vencida por Juan Pablo II y el Pablo de su tiempo, el Cardenal
Ratzinger.
Dicho esto, habiendo establecido un muro de separación entre
Cristo y el Diablo en lo que se refiere a la Doctrina del Reino de los cielos,
despejado el camino al Pensamiento de Dios gracias a la HISTORIA DIVINA
DE JESUCRISTO, podemos entrar en Su Mente y ver desde
Sus ojos la estructura de los Acontecimientos que determinaron nuestra Creación
acorde a las pautas descritas de Participación en nuestra Formación de los
hijos de Dios “no de nuestra creación,” todos Ciudadanos del Mundo Eterno del
que bajó el Rey de reyes y Señor de señores cuya Corona gobernaba sobre ellos y
sus Mundos.
Las Guerras que tuvieron lugar entre los reino del Imperio Divino se
sucedieron lejos de los ojos de Dios y su Hijo. Dios quiso mantener a su Hijo
fuera del conocimiento de aquellas guerras; y viendo que debía tomar medidas
revolucionarias definitivas que tocasen techo en la Eternidad procedió a la
Creación de nuestros Cielos y de nuestra Tierra. Dado que en LA
CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS ya está descrita la serie de
acontecimientos que Dios protagonizara durante los Días de nuestra
Creación pasaremos de largo y nos internamos en la Mente de Dios
específicamente mirando a la Formación del Hombre.
Es evidente que Dios no podía mantener a su Hijo fuera del Conocimiento de
las Guerras que durante su Ausencia habían tenido lugar en su Imperio. Escritas
la Historia de esas Guerras era necesario que su Hijo las leyese, pero no en
ningún libro sino en la Mente de su propio Padre.
La Historia de la Ciencia del Bien y del Mal se remonta a la Eternidad.
Dios había conocido infinitos mundos a lo largo de la Increación y vio cómo se
hundieron todos en el Polvo. Primero con naturalidad, luego siendo
quemados por el fuego de sus guerras. Esta parte de la Vida de su Padre no la
conocía su Hijo. Su Padre había querido mantenerle lejos de una
Experiencia personal que había quedado atrás y no regresaría más. Por esto
leemos : YO soy Dios, yo he sido formado y no habrá otro después de mí.
La entrada de la Cizaña Maligna en su Imperio, incendiando con su Infierno
la Paz de su Paraíso cambió esta determinación. Era necesario que su Hijo
conociese la existencia de esa Ciencia Maldita a la que le iba a poner Fin para
siempre mediante la Ley del Destierro contra cualquiera que volviese a
declararle la Guerra a su hermano.
Una cosa es conocer y otra cosa es vivir. A su Hijo Jesús le bastaba
conocer para vivir, al igual que a su hijo Adán le bastaba la palabra de Dios
para creer. Al darle Dios a leer al Hombre la Historia de las Guerras de sus
hijos antes de la Creación de la Tierra, Dios dirigía los ojos de su Hijo Jesús
a su propio Ser.
Como a un hijo que ama a su padre, cuando su padre le dice “no hagas eso,
que puedes morir” le resulta la obediencia a la palabra de su padre un acto
natural, el Conocimiento de lo que vivió su Padre en la Eternidad, sin la
necesidad de vivirlo en su propio Ser, le fue suficiente a su Hijo.
Dios había perdonado a sus hijos y estableciendo la Ley sobre la base del
Verbo le ponía Fin a aquellas guerras.
La Ley es la Palabra de Dios,
La Palabra de Dios es el Verbo,
el Verbo es Dios.
La Transgresión de la Ley contra la Guerra dada a conocer en la Tierra
conllevaba el Destierro Eterno. La Invocación al Padre contra el Juez quedaba
cerrada por la Eternidad.
Y sin embargo la Eternidad ¿qué es? El Creador del Cosmos y del Árbol de
los Mundos es Eterno por naturaleza increada. La Creación de universos es su
pasión. La pasión sabemos todos los que es. La Pasión es ese acto de
creación que absorbe todo el ser y lo pone por encima del
Tiempo. Por su pasión por la creación, en y durante, el creador sume su ser en
el corazón de un acción que absorbe toda su energía y emprende un viaje sin
límites en el tiempo.
En el descubrimiento de sus Guerras una parte de los hijos de Dios encontró
la pasión. Aunque vencidos, volvieron al campo de batalla con la pasión de
quien ha encontrado en la Guerra esa dimensión que hace vivir la
eternidad como si se fuese un dios verdadero. Ver a Dios desplegando
su Omnipotencia y Omnisciencia sobre el Cosmos, creando un universo nuevo,
trayendo a la vida un nuevo mundo… fue para esos hijos de Dios una experiencia
increíble, pero lo que ellos quería vivir era su propia vida, vivir
en un universo sujeto a leyes dictadas por ellos, leyes alimentadas
por la savia del árbol de la Guerra, ese Árbol de la ciencia del bien y del mal
contra el que Dios levantó esa Ley por la que o vivían a su Luz o eran
desterrados a las Tinieblas.
La pasión por un imperio gobernado por ellos, todos dioses de un olimpo más
allá del bien y del mal era en ellos tan fuerte como el deseo de Venganza de
Caín. Y precisamente porque lo era había Dios querido curar su mal erigiendo la
Ley que pena la Guerra a Destierro Eterno.
Jamás creyó Dios, como Creador, que sus hijos se rebelasen hasta el punto
de preferir el Destierro a vivir en un Reino gobernado por su Paz.
Pero aun, pensaron ellos, había una posibilidad de obligar a Dios a abolir
esa Ley y bendecir la conversión de su Casa en un olimpo de dioses.
Es decir, ¿qué pasaría si el Niño Amado de su Padre se apuntase a la
fiesta? Supuesto este caso ¿desterraría Dios de su lado a su hijo
adorado?
Sólo había una forma de saberlo. La decisión de vivir en el Infierno del
Destierro a existir en un Mundo gobernado por la Paz había sido de todos modos
tomada. La posibilidad estaba sobre la mesa. NO había más que arrastrar a Dios
a permitir el despliegue de la Ciencia del bien y del mal sobre la Tierra,
liberar las fuerzas de la Muerte sobre la vida del Género Humano, y que la
Guerra hiciese el resto. La Maldición la asumían por descontada, pero… ¿y si
ganaban para su causa al Hijo de Dios?
Había que matar al Hombre. Dándole a creer que esa Conversión de la casa de
los hijos de Dios en dioses ya había sido bendecida por el Dios de los dioses,
el Hombre se proclamaría dios y como dios dirigiría la Expansión de su reino a
sangre y fuego. El resto dependería de los acontecimientos.
III
Dios dice “la más astuta de las bestias del campo”. La condición de hijo de
Dios le fue retirada a Satán ipso facto. Era una bestia y como bestia se
movería de entonces en adelante.
Aquí entramos en esos teólogos y divinos que tomaron al pie de la letra la
Escritura y hasta creyeron que fue una serpiente de verdad con el don de la
palabra la que engañó al primer rey de Mesopotamia. Interpretación insana que
sumada a la incongruencia de traducir en maldición la bendición reproductora
divina, haciendo del sexo un pecado, debía por lógica producir la reacción
contraria, siendo respondida con la incredulidad y finalmente con la negación
de la existencia de este Episodio.
¿Por qué Dios pospuso la Venganza a miles de años en la distancia de la
primera guerra civil que el mundo conoció?, ya la he respondido en la HISTORIA
DIVINA. Resumiendo: la Rebelión de aquéllos hijos “malvados” contra la Corona
del Rey de reyes y Señor de señores llevada al extremo de declararle la Guerra
al propio Dios, obligó a Dios a mostrarle a toda su Casa la Causa
por la que su Maldición contra la Ciencia del bien y del mal
es a perpetuidad. Hoy tras seis mil años viviendo en nuestra carne el horror
que el Futuro Maligno de esa Ciencia: LA GUERRA, ha desatado sobre nuestro
Mundo no hay necesidad de más discursos. La Maldición de Dios contra la Ciencia
del Bien y del mal la hacemos nuestra; la Sentencia contra la Guerra y sus
adoradores la vivimos como nuestra. Letra por letra firmamos la Maldición de
Dios contra todo ser que rompa la Paz y coma del Fruto del Árbol maldito: LA
GUERRA.
Quien quiera que como de ese fruto, él y su nación, morirán. No hay
Justificación de ninguna clase que avale la Guerra. Quien la hace, se condena a
muerte, y la nación que la avale, será destruido de la faz del Universo y de la
Creación de Dios.
La Guerra es una Abominación a los ojos de DIOS, y es una Abominación a los
ojos de la CASA de YAVÉ y SION; sean hijos de Abraham, sean hijos de Cristo,
sean hijos del Cielo, la GUERRA es una abominación a los ojos de todos, sin
excepción. El Juicio de Dios sobre quien hace la GUERRA, contra la nación que
bendice el Genocidio, es el Destierro eterno de su Creación.
NO hay ni iglesia ni Religión, no hay fuerza ni ejército en el universo
entero que pueda salvar de este Juicio a quien se declara por sus obras hijo y
discípulo de Satán.
Pues que “por las obras no conocemos” la astucia del Diablo
al separar la Fe de Jesús de las Obras de Cristo condujo
a naciones de ciegos a no ver que por sus obras, al declararle la Guerra a sus
hermanos católicos se hicieron hijos y siervos del o Satán que desde que mató a
Adán se encontró en la NECESIDAD ABSOLUTA DE DESTRUIR el
Género Humano para salvar él su pellejo.
IV
La conclusión básica que se deduce de estos acontecimientos, con
independencia de su conexión cronológica y desarrollo histórico, tiene que ver
con la locura de atreverse a poner a pretender poner a
Dios contra las cuerdas. La demencia de Satán, la Serpiente madre del Dragón,
fue absoluta; quiso poner a Dios entre la espada y la
pared interponiendo entre el Verbo y Dios a su Hijo. La Locura era
absoluta porque Dios les había mostrado a sus hijos la relación de su Hijo con
el Verbo, relación que finalmente se nos revela a nosotros en las palabras de
San Juan : “EL Verbo es Dios, y el Verbo se ha hecho carne”. LO que se traduce
en las palabras del propio Hijo de Dios cuando dice “el Padre y yo
somos una sola cosa… un solo Espíritu”. La sola idea de creer que el Hijo de
Dios puede ser tentado es demencia total. El Espíritu del Padre es el Espíritu
del Hijo, por eso dice la Iglesia “Dios de Dios”. La envidia de la Verdad de
esta Declaración fue la raíz de esa Locura. Más allá de las consecuencias sobre
nuestro Género la verdadera raíz de la Locura de Satán y
sus hermanos en la Declaración de Guerra contra el Espíritu Santo
fue la Envidia del Trono y Corona del Hijo de Dios. Ponernos a psicoanalizar las
bases de esta demencia es comenzar a ponerse a su altura. ¡Vade
retro Satanás!
En el caso de Caín la raíz de su homicidio es distinto. Caín quiso poner a
Dios contra las cuerdas, pero por diferente razón. En Satán fue la Envidia. En
Caín fue el deseo de Venganza. Su argumento racional
era pecaminoso por en cuanto presuponía que matando a su hermano no
le dejaba a Dios más opción que el fratricida
para consumar la Sentencia que dictara contra Satán. La
idea era tan descabellada que no pudo detener su marcha hacia el
asesinato; enfrentarse a Dios, ¡poner a Dios de rodillas ante un hecho
consumado! Un tipo distinto de locura, pero locura al fin y al cabo.
¡Cómo se atreve un animal de carne y hueso por
Dios, animado de vida inmortal por el Poder de su Omnisciencia! es
un fenómeno que por fuerza debía levantar un huracán en la Mente
Divina. En nuestros días tenemos esta misma locura hecha carne en la Federación
Rusa, a la cabeza de la cual se ha puesto un cerebro contagiado de la locura
satánica de amenazar a la Creación entera de Dios en la Tierra con la
destrucción absoluta, sin entender que amenazar a la Creación de Dios ES
AMENAZAR A SU CREADOR. Dios le mostró Misericordia a Caín en base a
la imposibilidad de conocer el Pensamiento de Dios a que fue condenado el
Género Humano en respuesta a la Transgresión de Adán. De esta Misericordia
fue desterrado Satán porque conocía el Pensamiento de Dios sobre su
Proyecto de Formación del Reino de Adán a la imagen y semejanza de los reinos
de sus hijos. La Misericordia para con esta Federación que se ha atrevido a
amenazar a Dios con la destrucción de su Creación, el Género Humano, esta sujeta a la misma Condena de Destierro de la Tierra a
que ha sido condenado el padre de esa Federación, Satán,
porque conociendo a Jesucristo contra Jesucristo se ha
alzado como señor y dios de la Tierra y como tal, en base a su poder
destructor, deben todas las naciones doblar las rodillas ante su corona
maligna.
NI que decir tiene que la misma locura que condujo a Satán
a poner a o contra las cuerdas es la locura que ha llevado a Moscú y
sus cuerpo federal a lanzar un ultimátum contra el Hijo de
Dios, imponiéndole su brazo nuclear como quijada de asno de manera
que si no dobla SUS rodillas, entregándole el Poder sobre su Reino en la
Tierra, su brazo caerá sobre el Género Humano en su totalidad.
Dios lo ha dicho y su Palabra es el Verbo: Satán va a ser
desterrado de su Creación, y con él lo van a ser todas las fuerzas que la
Muerte ha levantado en los últimos siglos en la Tierra para conducir al Género
Humano a su destrucción.
V
Pero aquí lo que a nosotros nos interesa es la Sabiduría Divina a la hora
de fundar una Sociedad abierta a la Eternidad. Obviamente
nosotros, nacidos en un mundo esclavizado a la Muerte, miramos el
Futuro dentro del marco de una vida mortal. Pero nuestro Creador, siendo quien
es, teniendo por horizonte en el Tiempo la Eternidad y en el Despacio el
Infinito, por lógica natura proyecta su pensamiento dentro de este marco
divino. Y estando su Sabiduría basada en una experiencia viva en un Cosmos
donde el Árbol de los Mundos le tuvo por Causa Metafísica de su existencia,
debemos entender que a la hora de fundar esta Sociedad en la que Creador y
Creación pasan a formar un cuerpo orgánico sobre la base de la Constitución de
un Reino, esta Constitución debe por necesidad fundarse en una Columna
Indestructible capaz de soportar el peso de un Reino abierto a la Eternidad en
crecimiento hasta el infinito. Esta Columna es el Verbo.
Y el Verbo es la Palabra de Dios. Y la Palabra es Dios. De manera que la
Palabra de Dios porque es el Verbo es Ley, y porque esta Ley es el Verbo y el
Verbo es Dios la Ley adquiere la Naturaleza del propio Legislador, y siendo
este Legislador quien es : YAVÉ DIOS, la Ley es Incorruptible, Santísima,
Perfecta, Inmaculada, Inmarcesible, Todopoderosa, Omnisciente. Lo que quiere
decir, que diciendo Dios “NO comas, porque Morirás” esta Ley es
Incorruptible, Santísima, Perfecta, Inmaculada e Inmarcesible, queriendo decir,
como vemos por la experiencia, que quien la transgrede queda
sentenciado a la Pena escrita en su Texto.
De donde se ve que habiendo sido la Creación formada a la Imagen y
semejanza de su Creador la Palabra de todo Ciudadano del Reino de
Dios tiene por Modelo la NATURALEZA de la Palabra
Divina, significando que la palabra de todo hijo de Dios es ley para
el que la engendra. Y una desviación de esta Naturaleza de la
Palabra en nosotros es una declaración de guerra contra el propio
individuo, quien creciendo en esta dinámica conduce a la declaración de guerra
de la creación a la Personalidad de su Creador, que, en definitiva, es el
verdadero núcleo original de la Rebelión de una parre de sus hijos
contra el Espíritu que vive en Dios, Padre e Hijo, que no es otro
que el Espíritu Santo.
En términos actuales y concretos, haciendo sabiduría de los acontecimientos
que vivimos, decimos que la Traición a la palabra de un Tratado firmado por un
Estado es una Declaración de Guerra contra ese Estado por el Gobierno traidor a
la Palabra de su Estado. Pero no sólo es el Agresor, en este caso el
Gobierno de Rusia, quien traicionando la Palabra de Moscú, firmada
en el 1994, por la que las Fronteras de Ucrania serian
inviolables en respuesta a su Renuncia a su Potencia Nuclear; no
sólo es el Gobierno de Moscú quien ha caído en la
Traición a la Palabra de Rusia al romper la Palabra sellada en el 1994, son
además los Gobiernos de Washington y Londres, Paris y Beijing los
que han traicionado la Palabra de sus Estados, por esta Traición deviniendo sus
gobernantes objeto de llamamiento ante los Tribunales del Estado; son además
los Estados Mayores los que permitiendo esta Traición son responsables de alta
traición a sus Estados al permitir que la Palabra de sus Naciones sean pisadas
por los Gobiernos entre cuyas fronteras sus ejércitos tienen la misión de
defender la Paz.
Esto quiere decir que la Constitución del Reino de Dios basa su existencia
en el Espíritu del Creador. De manera que la Personalidad Divina deviniendo el
Modelo de crecimiento de todos los Ciudadanos de su Reino tomamos por nosotros
mismos la Responsabilidad de la Paz entre los Pueblos y Naciones en razón de
nuestro Fraternidad en el Espíritu de nuestro Padre y Creador, Paternidad en la
que nace la Igualdad que nos hace a todos vivir la Libertad en el seno de la
gloria del espíritu del Verbo que vive en todos nosotros. Espíritu por el que
la Palabra de un hombre como la de un Estado está sujeta a la Ley, de forma que
cualquier Obediencia debida a un Gobierno traidor a la Palabra de su Estado
abole inmediatamente la Legalidad de ese Gobierno. Lo que implica que ante los
ojos del Legislador Divino la obediencia de un Estado Mayor a la Traición del
Gobierno a la Palabra de su Estado queda sujeta a la Justicia debida
delante de la Ley, pues, como se entiende, la Obediencia Debida de todo
Ciudadano, independientemente de su posición social, es a la Paz del Rey :
JESUCRISTO. Lo contrario, que la institución de un Gobierno abola la Obediencia
al Rey Divino es una Declaración de Guerra a su Corona. Y
en consecuencia se sujetan el Estado Mayor y sus ejércitos a la correspondiente
Transgresión, que deriva en la destrucción de sus cuerpos.
La Obediencia Debida al Rey abole la obediencia a los Gobiernos nacionales
cuando éstos se levantan contra la Ley de la Paz del Rey. La
justificación para una Invasión Bélica en intereses personales y materiales del
Gobierno al que se esclaviza, rechazando la Ley del Rey
Divino, expone a ese Estado Mayor a la Ley por la que su cuerpo es
desterrado de la Vida y sentenciado a Muerte.
Únicamente la Ley de la Paz del Rey, fundada sobre la Ley del Creador, su
Padre, es la Garantía del Crecimiento del Árbol de la Plenitud de las naciones
de la Creación en el seno de la Libertad de quienes siendo Ciudadanos vivimos
la gloria de ser hijos de Dios, y porque lo somos tenemos en el Rey abierta la
Puerta a la Omnisciencia que, regando nuestra Inteligencia, vivifica las
naciones y mantiene despierta la Meta para la que todos fuimos creados : La
Felicidad en la Vida a la Imagen y Semejanza de la Vida de nuestro Creador:
Vida eterna.
VI
Luego el Libro de Dios es, desde su Principio, una
universidad de Sabiduría. Su primera lección es Su Respuesta a cuál
es el origen de la ciencia del bien y del mal, cuyo fruto es la Guerra. Basta
abrir el Libro para leer la respuesta :
la utilización de la Palabra como arma de Guerra;
la Palabra como arma de manipulación para arrastrar al prójimo al abismo de
la esclavitud que la Mentira implica;
la traición a la propia Palabra,
la rebelión contra la Ley de la Paz del Rey Divino, JESUVRISTO;
la alienación por el propio individuo de la gloria de su Libertad por la
que su Obediencia, eterna y sin límites, es al Rey, JESUCRISTO.
Todos somos hijos de Dios, pero cada uno es Creación de Dios
para disfrutar de la Vida a su Imagen y Semejanza en el Espíritu de su
Personalidad, de cuya Palabra vive toda Su Creación, pues es su Palabra de
donde nos viene la Vida Animada, es decir, la Inteligencia, y esta Inteligencia
abierta a su Omnisciencia en el seno de la Ley Universal por la que siendo
todos hijos de Dios todos somos Ciudadanos del Reino de su Hijo, cuya Corona
Todopoderosa es la Garantía sempiterna de la Paz, la Libertad y la
Vida de todas las naciones y pueblos de la Creación de su Padre.
DESCENDENCIA
DE ADÁN; GENEALOGÍA DE CRISTO
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