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TERCERA PARTE
LA LUCHA CONTRA EL ANTIGUO MUNDO PAGANO Y CONTRA ISRAEL
8-11
Capítulo
8
Las
cuatro primeras de las siete trompetas
1-13
Cuando
abrió el séptimo sello, hubo un silencio en el cielo por espacio como de media
hora. Vi siete ángeles que estaban en pie delante de Dios, a los cuales fueron
dadas siete trompetas. Llegó otro ángel y púsose en
pie junto al altar con un incensario de oro, y fuéronle dados muchos perfumes para unirlos a las oraciones de todos los santos sobre el
altar de oro, que está delante del trono. El humo de los perfumes subió, con
las oraciones de los santos, de la mano del ángel a la presencia de Dios. Tomó
el ángel el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó sobre la
tierra; y hubo truenos, voces, relámpagos y temblores. Los siete ángeles que
tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.
Tocó el
primero la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclado con sangre, que fue
arrojado sobre la tierra; y quedó abrasada la tercera parte de las tierra; y
quedó abrasada la tercera parte de los árboles, y toda hierba verde quedó
abrasada.
El
segundo ángel tocó la trompeta, y fue arrojada en el mar como una gran montaña
ardiendo en llamas, y convirtióse en sangre la
tercera parte del mar, y murió la tercera parte de las criaturas que hay en el
mar de las que tienen vida, y la tercera parte de las naves fue destruida.
Tocó la
trompeta el tercer ángel, y cayó del cielo un astro grande, ardiendo como una
tea, y cayó en la tercera parte de los ríos y en las fuentes de las aguas. El
nombre de ese astro es Ajenjo. Convirtióse en ajenjo
la tercera parte de las aguas, y muchos de los hombres murieron por las aguas,
que se habían vuelto amargas.
Tocó el
cuarto ángel la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera
parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, de suerte que se
oscureció la tercera parte de las mismas, y el día perdió una tercera parte de
su brillo, y asimismo la noche. Vi y oí un águila, que volaba por medio del
cielo, diciendo con poderosa voz: ¡Ay, ay, ay de los moradores de la tierra por
los restantes toques de trompeta de los tres ángeles que todavía han de
tocarla!
Capítulo
9
Las
tres últimas trompetas
1-21
El quinto
ángel sonó la trompeta, y vi una estrella que caía del cielo sobre la tierra y
le fue dada la llave del pozo del abismo; y abrió el pozo del abismo, y subió
del pozo humo, como el humo de un gran horno, y se oscureció el sol y el aire a
causa del humo del pozo. Del humo salieron langostas sobre la tierra, y les fue
dado poder, como el poder que tienen los escorpiones de la tierra. Les fue
dicho que no dañasen la hierba de la tierra, ni ninguna verdura, ni ningún
árbol, sino sólo a los hombres que no tienen el sello de Dios sobre sus
frentes. Se dio orden de que no los matasen, sino que fuesen atormentados
durante cinco meses; y su tormento era como el tormento del escorpión cuando
hiere al hombre. Los hombres buscarán en aquellos días la muerte, y no la
hallarán, y desearán morir, y la muerte huirá de ellos. Las langostas eran
semejantes a caballos preparados para la guerra, y tenían sobre sus cabezas
como coronas semejantes al oro, y sus rostros eran como rostros de hombres; y
tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de león; y
tenían corazas como corazas de hierro, y el ruido de sus alas era como el ruido
de muchos caballos que corren a la guerra. Tenían colas semejantes a los
escorpiones, y aguijones, y en sus colas residía su poder de dañar a los
hombres por cinco meses. Por rey tienen sobre sí un ángel del abismo, cuyo
nombre es en hebreo Abaddón y en griego tiene por
nombre Apolyon.
El primer
¡ay! pasó; he aquí que vienen aún otros dos ¡ayes!
después de esto.
El sexto
ángel sonó la trompeta, y oí una voz que salía de los cuatro ángulos del altar
de oro, que está en la presencia de Dios, que decía al sexto ángel, que tenía
la trompeta: Suelta los cuatro ángeles que están ligados sobre el gran río Eufrates. Fueron sueltos los cuatro ángeles, que estaban
preparados para la hora, y para el día, y para el mes, y para el año, a fin de que
diesen muerte a la tercera parte de los hombres. El número de los del ejército
de la caballería era de dos miríadas de miríadas; yo oí su número. Asimismo vi
en la visión los caballos y los que cabalgaban sobre ellos, que tenían corazas
color de fuego, y de jacinto, y de azufre; y las cabezas de los caballos eran
como cabezas de leones, y de su boca salía fuego, y humo, y azufre.
Con las
tres plagas pereció la tercera parte de los hombres, es a saber, por el fuego,
y por el humo, y por el azufre que salía de su boca. El poder de los caballos
estaba en su boca y en sus colas, pues las colas eran semejantes a serpientes,
tenían cabezas y con ellas dañaban.
El resto
de los hombres que no murió de estas plagas no se arrepintió de las obras de
sus manos, dejando de adorar a los demonios, a los ídolos de oro y de plata, de
bronce y de piedra y de madera, los cuales ni pueden ver, ni oír, ni andar; ni
se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de su fornicación,
ni de sus robos.
Capítulo
10
El
librito profético
1-11
Vi otro
ángel poderoso que descendía del cielo envuelto en una nube; tenía sobre su
cabeza el arco iris, y su rostro era como el sol, y sus pies, como columnas de
fuego, y en su mano tenía un librito abierto. Y poniendo su pie derecho sobre
el mar y el izquierdo sobre la tierra, gritó con poderosa voz como león que
ruge. Cuando gritó, hablaron los siete truenos con sus propias voces.
Cuando
hubieron hablado los siete truenos, iba yo a escribir; pero oí una voz del
cielo que me decía: Sella las cosas que han hablado los siete truenos y no las
escribas.
El ángel
que yo había visto estar sobre el mar y sobre la tierra levantó al cielo su
mano derecha y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el
cielo y cuanto hay en él, la tierra y cuanto en ella hay, el mar y cuanto
existe en él, que no habrá más tiempo,sino que en los
días de la voz del séptimo ángel, cuando él suene la trompeta, se cumplirá el
misterio de Dios, como El lo anunció a sus siervos
los profetas.
La voz
que yo había oído del cielo, de nuevo me habló y me dijo: Ve, toma el librito
abierto de mano del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra.
Fuíme hacia el ángel
diciendo que me diese el librito. El me respondió: Toma y cómelo, y amargará tu
vientre, mas en tu boca será dulce como la miel.
Tomé el
librito de mano del ángel y me puse a comerlo, y era en mi boca como miel
dulce; pero cuando lo hube comido sentí amargadas mis entrañas.
Me
dijeron: Es preciso que de nuevo profetices a los pueblos, a las naciones, a
las lenguas y a los reyes numerosos.
Capítulo
11
Los
dos testigos
1-19
Fueme dada una caña
semejante a una vara, diciendo: Levántate y mide el templo de Dios y el altar y
a los que adoran en él.
El atrio
exterior del templo déjalo fuera y no lo midas, porque ha sido entregado a las
naciones, que hollarán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. Mandaré a
mis dos testigos para que profeticen, durante mil doscientos sesenta días,
vestidos de saco. Estos son los dos olivos y los dos candeleros que están
delante del Señor de la tierra. Si alguno quisiere hacerles daño, saldrá fuego
de su boca, que devorará a sus enemigos. Todo el que quisiera dañarlos morirá. Ellos
tienen poder de cerrar el cielo, para que la lluvia no caiga los días de su
ministerio profético y tienen poder sobre las aguas para tornarlas en sangre, y
para herir la tierra con todo género de plagas cuantas veces quisieren. Cuando
hubieren acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la
guerra, y los vencerá y les quitará la vida. Su cuerpo yacerá en la plaza de la
gran ciudad, que espiritualmente se llama Sodoma y Egipto, donde su Señor fue
crucificado.
Los
pueblos, las tribus, las lenguas y las naciones verán sus cuerpos durante tres
días y medio y no permitirán que sus cuerpos sean puestos en el sepulcro. Los
moradores de la tierra se alegrarán a causa de ellos y se regocijarán, y
mutuamente se mandarán regalos, porque estos dos profetas eran el tormento de
los moradores de la tierra.
Después
de tres días y medio, un espíritu de vida que procede de Dios entró en ellos y
los hizo levantarse sobre sus pies; y un temor grande se apoderó de quienes los
contemplaban.
Oí una
gran voz del cielo que les decía: Subid acá. Subieron al cielo en una nube, y viéronlos subir sus enemigos.
En
aquella hora se produjo un gran terremoto, y vino al suelo la décima parte de
la ciudad, y perecieron en el terremoto hasta siete mil seres humanos, y los
restantes quedaron llenos de espanto, y dieron gloria al Dios del cielo.
El
segundo ¡ay! ha pasado; he aquí que llega el tercer ¡ay!
Llega
el reino de Dios
El
séptimo ángel tocó la trompeta, y oyéronse en el
cielo grandes voces, que decían: Ya llegó el reino de nuestro Dios y de su
Cristo sobre el mundo, y reinará por los siglos de los siglos. Los veinticuatro
ancianos, que estaban sentados delante del trono de Dios, cayeron sobre sus
rostros y adoraron a Dios, diciendo:
Dámoste gracias, Señor, Dios
todopoderoso, el que es, el que era, porque has cobrado tu gran poder y entrado
en posesión de tu reino. Las naciones se habían enfurecido, pero llegó tu ira,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos, y de dar la recompensa a tus
siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños
y a los grandes, y destruir a los que destruían la tierra.
Se abrió
el templo de Dios, que está en el cielo, y dejóse ver
el arca del Testamento en su templo, y hubo relámpagos, y voces, y rayos, y un
temblor, y granizo fuerte.
C.R.Y&S
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