LIBRO DEL APOCALIPSIS
PRIMERA PARTEEPÍSTOLAS A LAS SIETE IGLESIAS DE ASIACapítulo
1
Visión
introductoria
9-20
Yo, Juan,
vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la paciencia en
Jesús, hallándome en la isla llamada Patmos, por la palabra de Dios y por el
testimonio de Jesús, fui arrebatado en espíritu el día del Señor y oí tras de mí
una voz fuerte, como de trompeta, que decía: Lo que vieres, escríbelo en un
libro y envíalo a las siete iglesias, a Efeso, a
Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia
y a Laodicea.
Me volví
para ver al que hablaba conmigo; y
vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los candeleros a uno
semejante a un hijo de hombre, vestido de una túnica talar y ceñidos los pechos
con un cinturón de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos, como la lana
blanca, como la nieve; sus ojos, como llamas de fuego; sus pies, semejantes al
azófar incandescente en el horno, y su voz, como la voz de muchas aguas. Tenía
en su diestra siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda, de dos
filos, y su aspecto era como el sol cuando resplandece en toda su fuerza.
Así que
le vi, caí a sus pies como muerto; pero él puso su diestra sobre mí, diciendo: No
temas; yo soy el primero y el último, el viviente, que fui muerto y ahora vivo
por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno. Escribe,
pues, lo que vieres, tanto lo presente como lo que ha de ser después de esto. Cuanto
al misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra y los siete
candeleros de oro, las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y
los siete candeleros las siete iglesias.
Capítulo
2
Carta
a la iglesia de Efeso
1-29
Al ángel
de la Iglesia de Efeso escribe:
Esto dice
el que tiene en su diestra las siete estrellas, el que se pasea en medio de los
siete candeleros de oro. Conozco tus obras, tus trabajos, tu paciencia, y que
no puedes tolerar a los malos, y que has probado a los que se dicen apóstoles,
pero no lo son, y los hallaste mentirosos, y tienes paciencia, y sufriste por
mi nombre sin desfallecer. Pero tengo contra ti que dejaste tu primera caridad. Considera, pues, de dónde has caído, y
arrepiéntete, y practica las obras primeras; si no, vendré a ti y removeré tu
candelero de su lugar si no te arrepientes. Mas tienes esto a tu favor, que
aborreces las obras de los nicolaítas como las aborrezco yo.
El que
tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le
daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de mi Dios.
Carta
a la iglesia de Esmirna
Al ángel
de la Iglesia de Esmirna escribe: Esto dice el primero y último, que estuvo
muerto y ha vuelto a la vida:
Conozco
tu tribulación y pobreza, aunque estás rico, y la blasfemia de los que dicen
ser judíos y no lo son, antes son la sinagoga de Satán. Nada temas por lo que
tienes que padecer. Mira que el diablo os va a arrojar a algunos en la cárcel
para que seáis probados, y tendréis una tribulación de diez días. Sé fiel hasta
la muerte y te daré la corona de la vida.
El que
tenga oídos, oiga lo que el Espíritu le dice a las iglesias. El vencedor no
sufrirá daño de la segunda muerte.
Carta
a la iglesia de Pérgamo
Al ángel
de la Iglesia de Pérgamo escribe:
Esto dice
el que tiene la espada, la espada de dos filos, la aguda: Conozco dónde moras,
dónde está el trono de Satán, y que mantienes mi nombre, y no negaste mi fe aun
en los días de Antipas, mi testigo, mi fiel, que fue muerto entre vosotros
donde Satán habita. Pero tengo algo
contra ti: que toleras ahí a quienes siguen la doctrina de Balam, el que
enseñaba a Balac a poner tropiezos delante de los
hijos de Israel, a comer de los sacrificios de los ídolos y a fornicar. Así
también toleras tú a quienes siguen de igual modo la doctrina de los
nicolaítas. Arrepiéntete, pues; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra
ellos con la espada en mi boca.
El que
tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al que venciere
le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y en ella escrito
un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe.
Carta
a la iglesia de Tiatira
Al ángel
de la Iglesia de Tiatira escribe:
Esto dice
el Hijo de Dios, cuyos ojos son como llamas de fuego y cuyos pies son
semejantes a azófar: Conozco tus obras, tu caridad, tu fe, tu ministerio, tu
paciencia y tus obras últimas, mayores que las primeras. Pero tengo contra ti
que permites a Jezabel, esa que a sí misma se dice profetisa, enseñar y
extraviar a mis siervos hasta hacerlos fornicar y comer de los sacrificios de
los ídolos. Yo le he dado tiempo para que se arrepintiese; pero no quiere arrepentirse
de su fornicación, y voy a arrojarla en cama, y a los que con ella adulteran,
en tribulación grande, por si se arrepienten de sus obras. Y a sus hijos los
haré morir de muerte, y conocerán todas las iglesias que yo soy el que
escudriña las entrañas y los corazones y que os daré a cada uno según vuestras
obras. Y a vosotros, los demás de Tiatira, los que no
seguís semejante doctrina y no conocéis las que dicen profundidades de Satán,
no arrojaré sobre vosotros otra carga. Solamente
la que tenéis, tenedla fuertemente hasta que yo vaya.
Y al que
venciere y al que conservare hasta el fin mis obras, yo le daré poder sobre las
naciones, y las apacentará con vara de hierro, y serán quebrantados como vasos
de barro, como yo lo recibí de mi Padre, y le daré la estrella de la mañana.
El que
tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Capítulo
3
1-22
Carta
a la iglesia de Sardes
Al ángel
de la Iglesia de Sardes escribe:
Esto dice
el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus
obras y que tienes nombre de vivo, pero estás muerto. Estáte alerta y consolida lo demás, que está para morir, pues no he hallado perfectas
tus obras en la presencia de mi Dios. Por
tanto, acuérdate de lo que has recibido y has escuchado, y guárdalo y
arrepiéntete. Porque, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás la hora en
que vendré a ti. Pero tienes en Sardes algunas personas que no han manchado sus
vestidos y caminarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos.
El que
venciere, ése se vestirá de vestiduras blancas, jamás borraré su nombre del
libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus
ángeles.
El que
tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias
Carta
a la iglesia de Filadelfia
Al ángel
de la Iglesia de Filadelfia escribe:
Esto dice
el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, que abre y nadie
cierra, y cierra y nadie abre: Conozco tus obras; mira que he puesto ante ti
una puerta abierta, que nadie puede cerrar, porque, teniendo poco poder,
guardaste, sin embargo, mi palabra y no negaste mi nombre. He aquí que yo te
entregaré algunos de la sinagoga de Satán, de esos que dicen ser judíos y no lo
son, sino que mienten; yo los obligaré a venir y postrarse a tus pies y a
reconocer que te amo. Porque has conservado la palabra de mi paciencia, yo
también te guardaré en la hora de la tentación, que está para venir sobre la
tierra para probar a los moradores de ella. Vengo pronto. Guarda bien lo que
tienes, no sea que otro se lleve tu corona.
Al
vencedor yo le haré columna en el templo de mi Dios, y no saldrá ya jamás fuera
de él, y sobre él escribiré el nombre de Dios, y el nombre de la ciudad de mi
Dios, de la nueva Jerusalén, la que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre
nuevo.
El que
tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Carta
a la iglesia de Laodicea
Al ángel
de la Iglesia de Laodicea escribe:
Esto dice
el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios. Conozco
tus obras y que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!; mas porque eres tibio y no eres caliente ni frío, estoy
para vomitarte de mi boca. Porque dices: Yo soy rico, me he enriquecido, y de
nada tengo necesidad, y no sabes que eres un desdichado, un miserable, un
indigente, un ciego y un desnudo; te aconsejo que compres de mí oro acrisolado
por el fuego, para que te enriquezcas, y vestiduras blancas, para que te vistas
y no aparezca la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos, a fin
de que veas. Yo reprendo y corrijo a cuantos amo; ten, pues, celo y
arrepiéntete. Mira que estoy a la puerta
y llamo; si alguno escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré
con él y él conmigo.
Al que
venciere le haré sentarse conmigo en mi trono, así como yo también vencí y me
senté con mi Padre en su trono.
El que
tenga oídos oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
EL
TRIBUNAL DE DIOS Y EL DESPLIEGUE DE LAS FUERZAS PARA LUCHAR CONTRA EL MUNDO
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