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LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 

 
 

LA SAGRADA BIBLIA

Sapienciales

EL LIBRO DEL ECLESIASTICO

31-41

 

Capítulo 31
Las riquezas
1
El desvelarse por las riquezas consume la carne, y la preocupación por ella aleja el sueño.
2
Los cuidados de la vida quitan el sueño, y más que una enfermedad impiden dormir.
3
El rico se fatiga por acumular riquezas, y si descansa, es para saciar sus ansias de placer.
4
Fatígase el pobre por sus necesidades, y si descansa, es para verse en la indigencia.
5
El que ama el oro no vivirá en justicia, y el que se va tras el dinero pecará por conseguirlo.
6
Muchos cayeron por amor del oro, y les sobrevino la perdición ante su vista.
7
Y es una trampa para los que le sacrifican, y todos los insensatos son atrapdos en ella.
8
Dichoso el rico que es hallado irreprensible y no corrió tras el oro.
9
¿Quién es éste, que le alabemos porque hizo maravillas en su pueblo?
10
¿Quién fue probado en esto y resultó perfecto? Ello redundará en su gloria. ¿Quién pudo prevaricar y no prevaricó, hacer el mal y no lo hizo?
11
Sus bienes serán consolidados, y la asamblea pregonará sus limosnas.
 
 
Los banquetes
 
12
¿Estás sentado a la mesa suntuosa? No abras sobre ella tus fauces.
13
Y no digas: "¡Muchas cosas hay sobre ella!"
14
Acuérdate de que es malo el ojo codicioso.
15
¿Qué cosa creada hay peor que los ojos? Pues llora delante de todo lo que se le presenta.
16
No tiendas la mano a cuanto veas,
17
y no tropieces con tu vecino en el plato. Ten con tu vecino las atenciones que para ti deseas.
18
Piensa del prójimo como si fueras tú y pon reflexión en cuanto hagas.
19
Come decentemente lo que te sirvan y no comas vorazmente e incurras en desprecio.
20
Sé el primero en dejar de comer por cortesía, y no te muestres insaciable, no sea que choques con alguno.
21
Si te sientas en medio de muchos, no extiendas el primero tu mano.
22
Con poco le basta al hombre bien criado, y así no se siente molesto en su lecho.
23
Sueño tranquilo es el del estómago no cargado; se levantará por la mañana dueño de sí.
24
Dolor, insomnio, fatiga y retortijón son la parte del intemperante.
25
Si te viste obligado a comer demasiado, levántate, vete a vomitar y te sentirás aliviado.
26
Escúchame, hijo, y no me desprecies, pues al fin verás confirmadas mis palabras.
27
Sé moderado en todas tus obras y no vendrá sobre tí la enfermedad.
28
Al suntuoso en los banquetes le alaban los labios, y darán testimonio de su generosidad.
29
Pero del tacaño en los festines murmurarán en la ciudad, y y el testimonio sobre su tacañería es exacto.
30
No te hagas el valiente con vino, porque a muchos perdió la bebida.
31
La fragua templa la obra del herrero, y el vino, el corazón de los arrogantes pendenciosos.
32
El vino es la vida para el hombre si se bebe con moderación.
33
¿Qué vida es la de los que del todo carecen de vino?
34
Fue creado para alegría de los hombres.
35
Alegría del corazón y bienestar del alma es el vino bebido a tiempo y con sobriedad.
36
Amargura de espíritu produce el vino bebido con exceso, acompañado de contiendas y desafíos.
38
La embriaguez excita la razón y hace tropezar, quita las fuerzas y añade heridas.
39
En los banquetes en que corre el vino no reproches al prójimo, y no le tengas a menos en su alegría.
40
No le ultrajes ni le apremies con reclamaciones.
 


Capítulo 32
1
¿Te han hecho presidente de un banquete? No te engrías; y pórtate entre los convidados como uno de tantos.
2
Cuida primero de ellos y luego siéntate; y cuando hayas cumplido con tu deber , recuéstate,
3
para alegrarte con ellos, para que consigas la corona por el buen ordenamiento.
4
Habla, anciano, pues esto te corresponde.
5
Pero con discreción exacta, sin impedir la música.
6
Donde se escucha no te des a charlar ni te hagas el sabio a destiempo.
7
Como sello de rubí engastado en oro es concierto de músicos en un festín.
8
Como anillo de oro con esmeralda engastada, la melodía de la música en el festín.
9
Habla, joven, si fuera necesario, pero no mucho;
10
y si dos veces fueres preguntado, resume el discurso, no hables si no te vieres obligado;
11
Dí mucho en pocas palabras,
12
y sé como quien, sabiendo mucho, con todo, procura callar.
13
En medio de los grandes no pretendas igualarte a ellos, y cuando habla otro, no digas muchas palabras.
14
Como al trueno precede el relámpago, así a la modestia precede la gracia.
15
Levántate a tiempo y no te retrases, corre a casa y no te descuides.
16
Diviértete allí y obra a tu placer, sin pecar con palabras insolentes.
17
Y después bendice a tu Hacedor, que te colnó de sus bienes.
 
 
La Ley
 
18
El que teme al Señor acepta la disciplina, y los que le buscan encontrarán favor.
19
El que busca la Ley se llenará de ella; pero el que se opone encontrará en ella ocasión de caída.
20
Los que temen al Señor encontrará la decisión y harán brillar como luz los juicios.
21
El pecador rehuye la corrección y conforme a sus caprichos encontrará excusas.
22
El hombre juicioso no encubre la sabiduría; el orgulloso y petulante no conoce el temor.
23
No hagas nada sin consejo,
24
y después de hecho no tendrás que arrepentirte.
25
No vayas por camino en que hay trampas, para no tropezar con las piedras.
26
No te fíes del camino por el que no se va bien, y guárdate de tus hijos.
27
En todas tus obras ten confianza en tí mismo, pues en esto consiste la guarda de los mandamientos.
28
El que confía en la Ley guarda preceptos, y el que confía en el Señor no sufrirá menoscabo.
 


Capítulo 33
1
Al que teme al Señor no le saldrá lo malo al encuentro, y aun en las pruebas será librado.
2
No es sabio quien no observa la Ley, y será agitado como nave en la tormenta.
3
El hombre sensato confía en la Ley, y la Ley es para él fiel como respuesta del oráculo
 
 
El necio
 
4
Prepara el discurso, y así serás escuchado; reúne los conocimientos que tengas, y luego responde.
5
Rueda de carro son las entrañas del necio, y como eje que gira, su razonamiento.
6
El amigo burlón es como caballo semental: relincha cualquiera que sea quien lo monte.
 
 
Diversas condiciones de los hombres
 
7
¿Por qué un día dura más que otro día, cuando toda la luz del día durante el año procede del sol?
8
Se diferencian por la ciencia del Señor.
9
Y muda los tiempos y trae las fiestas.
10
A unos los distinguió y los santificó, a otros los puso en el número de los días comunes. Todo hombre viene del polvo, y de la tierra fue creado Adán.
11
Pero con su gran sabiduría los distinguió el Señor, diversificando los caminos.
12
A unos los bendijo y ensalzó, los santificó y allegó a sí; a otros los maldijo y los humilló, y los derribó de su lugar.
13
Como el barro en manos del alfarero,
14
todos sus caminos son conforme a su complacencia; así son los hombres en las manos de quien los hizo, quien les otorga según su estimación.
15
Enfrente del mal está el bien, y enfrente de la muerte, la vida; así, enfrente del piadoso, el pecador. De este modo considera todas las obras del Altísimo, de dos en dos, una enfrente de la otra.
 
 
Epílogo del autor
 
16
Yo también, el último, me he desvelado, como quien anda al rebusco después de la vendimia.
17
Con la bendición del Señor aventajé a otros y llené, como los vendimiadores, mi lagar.
18
Considerad que no he trabajado para mí solo, sino para todos los que buscan la sabiduría.
19
Oídme, pues, los grandes del pueblo; los que presidís la asamblea, prestadme atención.
 
 
De no ceder los bienes hasta la muerte
 
20
Ni a tu hijo, ni a tu mujer, ni a tu hermano, ni a tu amigo des poder sobre tí en toda tu vida, ni entregues a otro tus bienes, no sea que luego tengas que pedirles a ellos.
21
Mientras en tí hay aliento de vida, no te entregues a nadie;
22
porque mejor es que te rueguen tus hijos que no verte en manos de ellos.
23
En todo lo que haces sé el dueño.
24
No eches manchas en tu honor. Al fin de los días de tu vida, al tiempo de la muerte, distribuye tu heredad.
 
 
El siervo
 
25
El forraje, el palo y la carga para el asno; el pan, la corrección y el trabajo, para el siervo.
26
Haz trabajar a tu siervo y tendrás descanso; dale mano suelta y buscará la libertad.
27
Como el yugo y las coyundas hacen doblar el cuello,
28
así al siervo malévolo el azote y los tormentos; hazle trabajar para que no esté ocioso.
29
Que la ociosidad enseña muchas maldades.
30
Impónle el trabajo conveniente, y si no obedeciere, métele en el cepo. No te excedas con nadie y no hagas nada sin discreción.
31
Si tienes un siervo, trátale como a tí mismo, porque con sangre lo has adquirido. Si tienes un criado, trátale como a tí mismo, porque necesitas de él como de tí mismo.
32
Si le maltratas y maldiciéndote huye, ¿por qué camino lo buscarás?
 


Capítulo 34
Vaciedad de los sueños
1
Vanas y engañosas son las esperanzas del insensato, y los sueños exaltan a los necios.
2
Como quien quiere apresar la sombra o perseguir el viento, así es el que se apoya en sueños.
3
Eso tras aquello; tal es la visión de los sueños; frente a un rostro, el parecido de un rostro.
4
De lo impuro ¿qué puede salir puro? Y de la mentira ¿puede salir verdadero?
5
Cosa vana son la adivinación, los agüeros y los sueños. Es como lo que imagina el corazón de mujer encinta.
6
A no ser que sean enviados del Altísimo en su visita, no entregues tu corazón a ellos.
7
A muchos extraviaron los sueños, y cayeron los que esperaron en ellos.
8
Cumple la Ley sin regateos, que la sabiduría perfecta está en la boca fiel.
 
 
La experiencia
 
9
El hombre instruido sabe muchas cosas y el muy experimentado puede enseñar.
10
El que no ha sido probado sabe muy poco y el que ha corrido mucho es rico en experiencia.
11
Yo he visto mucho en mis correrías
12
y sé mucho más de lo que digo.
13
Muchas veces estuve en peligro de muerte, pero me salvé gracias a estas cosas.
   
 
Dios, protector de los que le temen
   
14
Vivirá el espíritu de los que temen al Señor,
15
porque su esperanza se apoya en quien salva.
16
El que teme al Señor no puede estar descuidado, y no se desalentará, porque El es su esperanza.
17
Dichosa el alma que teme al Señor.
18
¿En quién se apoya y quién es su sostén?
19
Los ojos del Señor están puestos sobre los que le aman. Es su fuerte escudo, su apoyo poderoso, abrigo contra el solano, contra el ardor del mediodía.
20
Guarda contra el tropiezo, auxilio contra la caída; eleva el alma y alumbra los ojos, da la salud, la vida y la bendición.
 
 
El culto grato a Dios
 
21
El que sacrifica de lo mal adquirido hace una oblación irrisoria, y no son gratas las oblaciones inicuas.
22
No se complace el Altísimo en las ofrendas de los impíos,
23
ni por la muchedumbre de los sacrificios perdona los pecados.
24
Como quien inmola al hijo a la vista de sus padres, así el que ofrece sacrificios de lo robado a los pobres.
25
Pan escaso es la vida de los indigentes, y quien se la quita es un hombre sanguinario.
26
Mata al prójimo quien le priva de la subsistencia,
27
y derrama sangre el que retiene el salario al jornalero.
28
Si uno edifica y otro destruye, ¿qué provecho sacan ambos si no es la fatiga?
29
Si uno ora y otro maldice, ¿a cuál de los dos va a escuchar el Señor?
30
Si uno se lava por un muerto y vuelve a tocarlo, ¿qué le aprovecha su lavatorio?
31
Como si uno ayuna por sus pecados y luego vuelve a cometerlos, ¿quién oirá su oración y qué le aprovecha el haber ayunado?
 


Capítulo 35
1
Quien observa la Ley, multiplica sus ofrendas.
2
El sacrificio saludable es guardar los preceptos.
3
Ser agradecido a Dios es ofrecer flor de harina,
4
y practicar la limosna es ofrecer sacrificio de alabanza.
5
Se complace al Señor apartándose del mal y se obtiene el perdón apartándose de la injusticia.
6
No te presentes ante el Señor con las manos vacías,
7
porque así te está mandado.
8
La ofrenda del justo hace pingüe el altar, y su buen olor llega ante el Altísimo.
9
El sacrificio del justo es acepto, y su memoria no será olvidada.
10
Honra al Señor con buenos ojos y no disminuyas las primicias de tus manos.
11
Ofrece todos tus dones con rostro alegre y con alegría consagra los diezmos.
12
Da al Altísimo según lo que El te da, y da con ánimo generoso lo que puedas;
13
que el Señor es generoso en recompensar, y te pagará el séptuplo.
14
No pienses en sobornar al Señor, porque no recibirá tus dones.
15
Y no confíes en sacrificios injustos, porque justo es el Señor, y no hay en él acepción de personas.
16
No toma partido contra el pobre y escucha la oración del oprimido.
17
No desdeña el gemido del huérfano ni a la viuda si ante El derrama sus quejas.
18
¿No corren las lágrimas de la viuda por sus mejillas y su clamor no se dirige contra el que las hace correr?
19
El que sirve al Señor devotamente halla acogida
20
y su oración subirá hasta las nubes.
 
 
Castigo de los opresores de Israel
 
21
La oración del humilde traspasa las nubes y no descansa hasta llegar a su destino; ni se retira hasta que el Altísimo fija en ella su mirada, y juzga con justicia, ejecutando la decisión.
22
Y el Señor no tardará, ni se mostrará magnánimo sobre ellos hasta que no haya machacado los flancos de los inmisericordes.
23
Y hará venganza en las gentes hasta aniquilar al ejército de los prepotentes y romper el cetro de los inicuos;
24
hasta dar al hombre según sus obras y remunerarle conforme a sus intenciones;
25
hasta defender la causa de su pueblo y alegrarlos con su misericordia.
26
Hermosa es la misericordia en el tiempo de la tribulación, como las nubes cargadas de agua en tiempo de sequía.
 


Capítulo 36
Oración por la restauración de Israel
1
Ten piedad de nosotros, Señor, Dios del universo, y míranos;
2
infunde tu temor en todas las naciones;
3
levanta tu mano sobre los pueblos extraños para que conozacan tu poder.
4
Como a su vista te santificaste en nosotros, así a vista nuestra santifícate en ellos,
5
para que te conozcan como nosotros te conocemos y sepan que no hay Dios, Señor, fuera de tí.
6
Renueva los antiguos prodigios y repite los portentos;
7
glorifica tu mano y tu brazo derecho;
8
despierta tu ira y derrama tu cólera;
9
destruye al adversario y aplasta al enemigo;
10
apresura el tiempo y acuérdate de los juramentos, y sean celebradas tus hazañas.
11
En ira de fuego sea engullido quien intente escapar, y encuentren la ruina los que hacen mal a mi pueblo.
12
Aplasta las cabezas de los príncipes enemigos, que dicen: “No hay nadie fuera de nosotros.”
13
Congrega a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como de antiguo.
14
Ten piedad, Señor, del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, al que has igualadado al primogénito.
15
Compadécete de tu ciudad santa, de Jerusalén, la ciudad de tu morada.
16
Llena a Sión de tu majestad, y el templo de tu gloria.
17
Da testimonio a los que creaste desde el principio y cumple las promesas hechas en tu nombre.
18
Da su recompensa a los que en tí esperan y resulten verídicos tus profetas. Escucha, Señor, la plegaria de tus servidores;
19
según la bendición de Arón sobre tu pueblo, y conozcan todos los moradores de la tierra que tú, Señor, eres Dios por los siglos.
 
 
Elección de mujer
 
20
El estómago recibe todos los manjares, pero hay unos manjares mejores que otros.
21
El paladar reconoce por los gustos las carnes de caza, así el corazón discreto las palabras mentirosas.
22
El corazón perverso causa dolor, pero el hombre muy probado lo calma.
23
La mujer acepta cualquier marido, pero hay doncellas mejores que otras.
24
La belleza de la mujer alegra el rostro y es el mayor de todos los deseos del hombre.
25
Y si en su boca hay compasión y mansedumbre, su marido es el más dichoso de los hombres.
26
El que tiene una mujer tiene un gran bien, ayuda a él conveniente y es columna en que apoyarse.
27
Donde no hay valla es depredada la hacienda, y donde no hay mujer anda el hombre gimiendo y errante.
28
¿Quién se fía de banda armada, que corre de ciudad en ciudad? Así sucede al hombre que no tiene nido y duerme donde le sorprende la noche.
 


Capítulo 37
El verdadero y el falso amigo
1
Todo amigo dice: “Soy tu amigo”; pero hay muchos que no lo son más que de nombre.
2
¿No es una pena mortal cuando un compañero o amigo se torna en enemigo?
3
¡Oh perversa inclinación! ¿Para qué ha sido creada? Para llenar la tierra de engaños.
4
El compañero del amigo se alegra en tiempo de la euforia, pero en el tiempo de la tribulación se vuelve en contra.
5
El compañero sufre con el amigo por razones de estómago, y embraza el escudo frente al enemigo.
6
No olvides al amigo de tu alma, ni pierdas su recuerdo en medio de tus riquezas.
 
 
Los buenos y los malos consejeros
 
7
El consejero mantiene su consejo, pero hay quien aconseja en interés propio.
8
No te fíes de consejeros; mira antes de qué necesitan, no te aconsejen en provecho suyo:
9
No sea que echen suertes sobre tí
10
y te digan: “Este es el buen camino,” y se te opongan luego, causando tu desgracia.
11
No te aconsejes de quien te envidia ni descubras tus planes a tu émulo.
12
Con mujer no trates de su rival, ni de guerra con el tímido, ni del cambio con el comerciante, ni de venta con el comprador, ni de agradecimiento con el envidioso,
13
ni de magnanimidad con el inmisericorde, ni de obra alguna con el perezoso,
14
ni del producto cosechado con el ajustado por año, ni de mucho trabajo con el criado perezoso; ni te apoyes en éstos para aconsejarte sobre cualquier cosa.
15
Trata más bien con un varón piadoso, de quien sabes que guarda los preceptos;
16
cuya alma es semejante a la tuya, pues si cayeres, se dolerá contigo.
17
Y mantén la decisión del corazón, porque nada será para tí más fiel que ella.
18
El alma del hombre anuncia esas cosas mejor que siete centinelas puestos en atalaya.
19
Y en todas ellas ora al Altísimo para que enderece tu camino por la verdad.
 
 
La verdadera y la falsa sabiduría
 
20
El principio de toda obra es la razón, pues a toda empresa precede el consejo.
21
La raíz de los pensamientos es el corazón y de él surgen cuatro ramas: el bien y el mal, la vida y la muerte; mas quien las domina es siempre la lengua.
22
Hay varón sagaz, maestro de muchos, pero inútil para sí mismo.
23
Y hay sabihondo que se hace odioso con sus palabras, al que le faltará toda comida.
24
Porque no recibió del Señor la gracia, ha sido privado de toda sabiduría.
25
Hay quien es sabio en su apreciación, y los frutos de su sabiduría son para su cuerpo.
26
El varón sabio instruye a su pueblo, y los frutos de su sabiduría son fidedignos.
27
El varón sabio es colmado de bendiciones, todos cuantos le ven le bendicen.
28
La vida del hombre se contabiliza en días, pero los días de Israel no tienen número.
29
El sabio en su pueblo heredará la confianza, y su nombre vivirá por los siglos.
 
 
La templanza
 
30
Hijo, durante tu vida pruébate a ti mismo; mira lo que te es perjudicial y no te entregues a ello;
31
porque no todo conviene a todos, ni a todos les gusta todo.
32
No seas insaciable ante cualquier clase de comida, y no seas glotón al comer,
33
porque en los muchos manjares anida la enfermedad, y la intemperancia provoca los cólicos.
34

A muchos acarreó la muerte su intemperancia, pero el que se refrena prolonga la vida.

 


Capítulo 38
El médico
1
Honra al médico antes que lo necesites, porque también a él lo creó el Señor.
2
Pues del Altísimo tiene la ciencia de curar y el rey le hace mercedes.
3
La ciencia del médico le hace andar con la cabeza erguida y es admirado delante de los poderosos.
4
El Señor hace brotar de la tierra los remedios y el varón prudente no los desecha.
5
¿No endulzó el agua amarga con el leño para dar a conocer su poder?
6
El dio a los hombres la ciencia para mostrarse glorioso en sus maravillas.
7
Con los remedios el médico cura y quita el dolor; el boticario hace sus mezclas, para que no perezcan sus obras,
8
y por él se difunde la paz sobre la tierra.
9
Hijo, en tus enfermedades, no te impacientes; sino que ruega al Señor y El te curará.
10
Aléjate del pecado, de las faltas, y endereza las manos, y purifica el corazón de todo pecado.
11
Ofrece el incienso y la oblación de flor de harina; inmola víctimas pingües, las mejores que puedas.
12
Y llama al médico, porque el Señor le creó, y no le alejes de tí, pues te es necesario.
13
Hay ocasiones en que la salud está en sus manos,
14
porque también él oró al Señor para que le dirigiera en procurarles el alivio y la salud para conservar la vida.
15
El que peca contra su Hacedor caerá en manos del médico.
 
 
El culto de los muertos
 
16
Hijo, derrama lágrimas sobre el muerto y, corresponde al que sufre, entona lamentaciones, amortaja su cuerpo según le corresponde y no dejes de darle sepultura.
17
Llora amargo llanto, suspira ardientemente.
18
Y según su condición haz el duelo: un día o dos para no ser puesto en lenguas, y luego consuélate por la tristeza;
19
porque la tristeza origina la muerte y la tristeza del corazón consume el vigor.
20
Pasados los funerales debe cesar la tristeza, pues el dolor trae mal al corazón.
21
No te acuerdes ya más de él, aléjalo de la memoria y piensa en lo por venir.
22
No olvides que no hay retorno, que al muerto no le aprovecha y a tí te daña.
23
Piensa en su destino, pues el suyo será el tuyo; el suyo ayer, mañana el tuyo.
24
Con el descanso del muerto descanse su memoria, y consuélate de él al salir su espíritu.
 
 
El escriba y el artesano
 
25
La sabiduría del escriba se adquiere con el ocio, pues el que no tiene quehaceres llegará a ser sabio.
26
¿Cómo podrá hacerse sabio el que empuña el arado y se gloría en baldir la aguijada, que conduce los bueyes, ocupándose en sus trabajos y siendo su trato con los hijos de los toros?
27
Pone su atención en trazar surcos y su desvelo en procurar forraje para los novillos.
28
Igualmente digamos de todo obrero y artesano que trabaja día y noche, del que graba los sellos y se aplica en variar diseños, poniendo su atención en reproducir el modelo, y se desvela por rematar su obra.
29
Lo mismo del herrero, que junto al yunque considera el hierro bruto, a quien el calor del fuego tuesta las carnes, y que resiste perseverante el ardor de la fragua.
30
El ruido del martillo ensordece sus oídos, y sus ojos están delante del modelo de su obra.
31
Su atención está está en rematar su obra, y se desvela en adornarla perfectamente.
32
Lo mismo también del alfarero, que, sentado a su tarea, da vueltas al torno con los pies, tiene siempre la preocupación de su obra y de cumplir la tarea fijada.
33
Con sus brazos modela la arcilla y con sus pies ablanda su dureza.
34
Pone la atención en perfilar el barnizado, y su desvela por limpiar el horno.
35
Todos éstos tienen su vida fiada a sus manos, y cada uno es sabio en su arte.
36
Sin ellos no podrá edificarse una ciudad;
37
pero no viajan por el extranjero ni se pasean, ni en la asamblea tienen puesto honorífico;
38
ni se sientan en la silla del juez, porque no entienden las ordenanzas de las leyes; ni son capaces de interpretar la justicia y el derecho, ni se cuentan entre los que inventan parábolas.
39
Pero ellos sostienen la fábrica del universo, y su plegaria es por la realización artística. Muy de otro modo que el que aplica su espíritu a meditar en la ley del Altísimo.
 


Capítulo 39
1
Este investiga la sabiduría de todos los antiguos y dedica sus ocios a la lectura de los profetas.
2
Guarda en la mente las historias de los hombres famosos; penetra en lo intrincado de las parábolas.
3
Investiga el sentido recóndito de los enigmas y se ocupa en descifrar las sentencias oscuras.
4
Sirve en medio de los grandes, se presenta ante el príncipe.
5
Recorre tierras extrañas para conocer lo bueno y lo malo de los hombres.
6
Madruga de mañana para dirigir su corazón al Señor que le creó, para orar en presencia del Altísimo.
7
Abre su boca en la oración y ruega por sus pecados.
8
Y si le place al Señor soberano, le llenará el espíritu de inteligencia.
9
Como lluvia derrama palabras de sabiduría y en la oración alaba al Señor.
10
Dirige su voluntad y su inteligencia a meditar los misterios de Dios.
11
Publica las enseñanzas de su doctrina y se gloriará en conocer la Ley y la divina alianza.
12
De muchos será alabada su inteligencia y jamás será echado en olvido.
13
No se borrará su memoria, y su nombre vivirá de generación en generación.
14
Los pueblos cantarán su sabiduría, y la asamblea pregonará sus alabanzas.
15
Mientras viva, su nombre será ilustre entre mil, y si descansa le aprovechará.
 
 
Bondad de las obras de Dios
 
16
Después de haber meditado, quiero exponer mis reflexiones, pues me siento repleto, como luna llena.
17
Oídme, hijos santos, y floreceréis como rosal que crece junto al arroyo.
18
Derramad suave aroma como incienso.
19
Y floreced como el lirio, exhalad perfume suave y entonad cánticos de alabanza. Bendecid al Señor en todas sus obras.
20
Ensalzad su nombre y uníos en la confesión de sus alabanzas, en cantar con vuestros labios y las arpas. Alabadle así con alta voz:
21
Las obras del Señor son todas buenas; sus órdenes se cumplen a tiempo, pues todas se hacen desear a su tiempo.
22
A una palabra suya se amontonaron las aguas y a una orden de su boca se formaron los depósitos de las aguas.
23
A un mandato suyo se cumple lo que El quiere, y no hay quien impida su obra de salvación.
24
Las obras de todos los hombres están delante de El y nada se oculta a sus ojos.
25
Extiende su mirada desde el principio al fin de los siglos, y nada hay admirable para El.
26
No ha lugar a decir: “¿Qué es esto, para qué es esto?” Todas las cosas fueron creadas para sus fines.
27
Su bendición es como Nilo desbordado.
28
Y como un diluvio embriaga la tierra seca, y del mismo modo derrama su ira como herencia sobre las naciones.
29
Y torna las aguas en salinas. Sus caminos para los santos son rectos, pero para los inicuos son tropiezos.
30
Las cosas buenas fueron creadas desde el principio para los buenos, así como las malas para los pecadores.
31
Las cosas más necesarias para la vida del hombre son: el agua, el fuego, el hierro, la sal, la harina de trigo, la leche y la miel, el jugo del racimo, el aceite y el vestido.
32
Todas estas cosas son buenas para los piadosos, mas para los pecadores se convierten en malas.
33
Hay vientos destinados a la venganza; descargan con furia sus azotes.
34
En el tiempo de la consumación derrmana su poder y aplacan la cólera del que los hizo.
35
El fuego y el granizo, el hambre y la mortandad, todos son instrumentos de venganza.
36
Los dientes de las fieras, los escorpiones, las víboras y la espada vengadora son para exterminio de los impíos.
37
En cumplir los mandatos de Dios se gozan y se hallan prontos en la tierra para su ministerio; cuando llega el día no traspasan el mandato.
38
Por esto desde el principio me confirmé en este juicio y lo medité y lo consigné por escrito.
39
Las obras del Señor todas son buenas, y, llegada la hora, todas cumplen su destino.
40
Y no hay que decir: “Esto es peor que aquello,” porque a su tiempo todas las cosas cumplirán su fin.
41
Y ahora de todo corazón cantad con vuestra boca y bendecid el nombre del Señor.
 


Capítulo 40
Miseria de la vida humana
1
Una penosa tarea se impuso a todo hombre y un pesado yugo oprime a los hijos de Adán desde el día que salen del seno de su madre hasta el día en que vuelven a la tierra, madre de todos.
2
Sus pensamientos y el temor del corazón y la espera reflexiva del día de la muerte.
3
Desde el que glorioso se sienta en el trono hasta el humillado en la tierra y el polvo;
4
desde el que lleva púrpura y corona hasta el que viste groseras pieles, están sujetos a la cólera, la envidia, la turbación, el temor, la ansiedad de la muerte, a las rivalidades y querellas.
5
Y al tiempo del descanso en el lecho, los sueños de la noche alteran su mente.
6
Apenas descansa un poco, casi nada, y luego se queda dormitando como en día de guardia.
7
Se siente turbado con las visiones de su corazón, como fugitivo que huye del frente de la batalla. Cuando despierta y se ve a salvo, se admira de los vanos temores.
8
En toda carne, desde el hombre hasta la bestia, se da esto; pero siete veces más a los pecadores se les añade:
9
muerte, sangre, querella y espada, calamidades, hambre, tribulación y plagas.
10
Todas estas cosas fueron creadas por los inicuos y por ellos vino el diluvio.
 
 
Los bienes de los impíos
 
11
Todo lo que viene de la tierra, a la tierra vuelve, y lo que viene de las aguas retorna a la mar.
12
El soborno y la injusticia serán borrados, pero la honradez permanece para siempre.
13
Las riquezas de los malvados se secarán como torrente, y como arroyo caudaloso en el fragor de la tormenta.
14
Al abrir él sus manos se alegra, así los pecadores irán a la ruina.
15
La posteridad de los impíos no echará brotes, pues las raíces malvadas están sobre roca escarpada.
16
Como berro que crece junto a las aguas y a orillas del río, será arrancado antes que toda otra hierba.
 
 
Lo mejor
 
17
La benevolencia es como un paraíso de bendiciones y la limosna permanece para siempre.
18
La vida con vino y licor es dulce; pero mejor que con estas dos cosas, con hallar un tesoro.
19
Los hijos y la construcción de la ciudad perpetúan el nombre; pero sobre ambos se conceptúa una mujer sin tacha.
20
El vino y la música alegran el corazón; pero sobre ambas cosas está el amor de la sabiduría.
21
La flauta y el arpa hacen agradable el canto; pero sobre ambas cosas está una lengua agradable.
22
La gracia y la belleza son delicia de los ojos; pero sobre ambas cosas está el verdor del campo.
23
El amigo y el camarada se encuentran a su tiempo; pero sobre ambos está una mujer con marido.
24
Hermanos y protectores son para el tiempo de la tribulación; pero más que unos y otros es salvadora la limosna.
25
El oro y la plata dan firmeza a los pies; pero sobre ambas cosas es estimado el consejo.
26
Las riquezas y la fuerza levantan el corazón; pero sobre ambas cosas está el temor del Señor.
27
No hay penuria para el que teme al Senor, con El no hay necesidad de buscar apoyos.
28
El temor del Señor es como un paraíso de bendiciones y como baldaquino sobremanera glorioso.
 
 
La mendicidad
 
29
Hijo, no lleves vida de mendigo, mejor es morir que mendigar.
30
El hombre que mira a la mesa ajena vive una vida que no debe tenerse por vida. Mancha su alma con manjares extraños.
31
Un hombre bien instruido y bien educado se guarda de ellos.
32
En la boca del que no tiene verguenza resulta dulce la mendicidad; pero es fuego que abrasa las entrañas.
 


Capítulo 41
La muerte
1
¡Oh muerte, cuán amarga es tu memoria para el hombre que se siente satisfecho con sus riquezas;
2
para el hombre que vive sin pruebas y dichoso en todo, que aun tiene fuerzas para gustar los placeres!
3
¡Oh muerte!, hermoso es tu fallo para el indigente y falto de fuerzas;
4
para el viejo achacoso y con muchas pruebas, para el que se rebela y ha perdido la paciencia.
5
No temas el fallo de la muerte: acuérdate de los que te precedieron y de los que te seguirán, y que éste es el juicio del Señor sobre toda carne.
6
¿Por qué rebelarte contra el fallo del Altísimo? Que vivas diez, cien o mil años,
7
en el hades no se hacen reproches sobre la vida.
 
 
La descendencia de los impíos
 
8
Hijos abominables son los hijos de los pecadores, que frecuentan la vecindad de los impíos.
9
La herencia de los hijos de los pecadores se arruinará, y lo que quedará a su linaje es el oprobio.
10
Al padre impío le ultrajan sus hijos, que a causa de él viven ellos en oprobio.
11
¡Ay de vosotros, hombres impíos, que abandonáis la Ley del Dios Altísimo!
12
Si tenéis prole, será para vuestro daño, y si engendráis, será para tener que lamentarlo.
13
Cuanto viene de la tierra, a la tierra ha de volver; así los impíos van de la maldición a la ruina.
14
El cuerpo del hombre es vanidad; el buen nombre no será borrado.
15
Ten cuidado de tu nombre, que permanece, más que de millares de tesoros.
16
Los días de vida feliz son contados, pero la buena fama permanece para siempre.
17
Hijos, guardad en paz la disciplina.¿Qué aprovecha la sabiduría escondida y tesoro oculto?
18
Mejor es quien oculta su necedad que quien oculta su sabiduría.
 
 
La verdadera y la falsa vergüenza
 
19
Sed pudorosos conforme a mis palabras.
20
Pero no es laudable avergonzarse de todo, ni todo pudor merece aprobación.
21
Avergonzaos de la fornicación ante el padre y la madre, y de la mentira ante el jefe y el poderoso;
22
de un delito ante el juez y el magistrado, y de la iniquidad ante la asamblea y ante el pueblo;
23
de la injusticia ante el compañero y el amigo, y del robo ante el lugar que moras;
24
de haber quebrantado un juramento y una alianza; de apoyar en la mesa el codo sobre el pan, de ofender a alguno al recibir o dar;
25
de no responder al saludo; de fijar la mirada en mujer pública;
26
de volver el rostro a un pariente; de apropiarte dones y obsequios;
27
de mirar con fijeza a mujer que tiene marido, de indiscreciones con su criada y de acercarte a su lecho.
28
De las palabras de ultraje a los amigos, y de reprocharles después de haberles dado algo.
 


 

C.R.Y&S