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CRISTO RAUL CONTRA EL ANTICRISTO |
LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO | CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS |
LIBRO DEL PROFETAEZEQUIEL
INTRODUCCION
Al PROFETA EZEQUIEL
EZEQUIEL, hijo de Buzi, sacerdote, formaba parte de los deportados con Jeconías en 598. Su vida, por tanto, se había pasado en el ejercicio del ministerio sacerdotal, en Jerusalén. Nabucodonosor
instaló a los cautivos a orillas del río Quebar, uno
de los muchos canales que, derivados del Eufrates, servían
para regar la Caldea. Tel-Abib era la localidad en
que habitaba el profeta cuando comenzó a profetizar. Allí tenía su casa y donde
vivía con su mujer, «las delicias de sus ojos » (24, 16). No parece que tuviera
hijos. A pesar del castigo, los deportados no habían entrado por los caminos de
la penitencia; continuaban entregados a la idolatría, ilusionados por los
falsos profetas que entre ellos había, con la esperanza de volver pronto a la
patria. La carta de Jeremías disuadiéndoles de ello no habla hecho ninguna
mella en sus corazones (Jer. 29, 1).
El año
quinto del cautiverio (594), Ezequiel fue llamado por Dios al ministerio profético
del modo más solemne. Con aquella misteriosa visión que se nos describe en los
capítulos 1 a 3, Dios quiso dar a entender a los cautivos que no sólo en Judá y
en el templo moraba Yavé, sino también en la Caldea, en medio de ellos, y que allí
inspiraba a un profeta para que en nombre suyo les hablase. Y, efectivamente,
Ezequiel comenzó su misión, con un estilo lleno de símbolos, a modo de
parábolas, y mezclado de acciones también simbólicas, que son la nota
característica en los vaticinios de nuestro profeta. En éstos insiste sobre
todo en las prevaricaciones idolátricas de Israel y Judá, que a veces describe
hasta con crudeza. La primera parte de su libro (1-24) tiende a convencer a sus
oyentes, la casa rebelde, del castigo irrevocable de Jerusalén, cuyos pecados
describe para justificar la conducta de Dios hacia ella. Son notables sobre
esto los capítulos 16 y 23. Cuando la sentencia del Señor se ha cumplido, entonces
Ezequiel muda de tono y habla ya del retorno, de la
penitencia, de la misericordia del Señor, de la restauración mesiánica (33-39).
Tiene también su sección de vaticinio contra las naciones gentílicas (25-32),
entre los cuales se destacan los de Tiro (26, 1; 28, 19) y Egipto (29 a 32). Es
notable la última sección del profeta (40-48), en que nos describe en forma
verdaderamente geométrica la restauración de Israel después del cautiverio. El
templo, la ciudad, sus arrabales y la tierra toda de Palestina, repartida por
igual entre las doce tribus. Es claro que esto no responde a la realidad
histórica. Es uno de tantos símbolos, una descripción que ha de interpretarse a
modo de parábola, cuyo sentido es el mismo que esté profeta y los otros nos
ofrecen en forma más llana.
Ignoramos
la fecha de la muerte de Ezequiel, que debió de ocurrir en Caldea después de
570. Con su misión contribuyo a renovar el espíritu religioso entre los
deportados. Gracias a él, cuando sonó la hora de Dios, no faltaron millares de
israelitas que, curados de sus antiguas idolatrías, volviesen a Judá, dispuestos
a secundar los planes de Dios, preparando la llegada del Mesías y de su salud.
Ha
debido de ser el mismo profeta quien coleccionó sus vaticinios, que por eso se
hallan en mejor orden que tos de los profetas anteriores.
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