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CRISTO RAUL DE YAVÉ Y SIÓN

 

CONTRA EL ANTICRISTO

 

CONTRA CALVINO Y EL CALVINISMO. REFUTACIÓN DEL SÍNODO DE DORT

 

EL ADVENIMIENTO DE LA REBELIÓN PROTESTANTE

 

Políticamente estudiado el origen de la Reforma, e incluyendo la Religión como parte de la Historia, puedo decir que Iglesia y Estado han sido los dos pilares originales sobre las que se fundó la Civilización Europea. Reduciendo el origen de la Reforma a asuntos netamente humanos, producto de los errores y aciertos de las generaciones que la precedieron y causaron la División del Norte contra el Sur, Rebelión política enmascarada en razones religiosas; sociológicamente estudiada de esta manera, la Reforma fue un fraude. La predominancia del factor político, del Estado sobre la Iglesia, en la dirección del movimiento histórico descubrió su impronta en la Guerra de los 30 Años.

Cierto, la Reforma como movimiento religioso fue un concepto pedido a grito pelado por las iglesias europeas desde el Gran Cisma de AVIÑÓN, y siendo rechazada “la reforma moral de los obispos” por la iglesia italiana, y porque ese “grito” fue rechazado elevó dicha “necesidad” a la esfera de lo utópico, sueño inalcanzable para quienes, escandalizados por la transformación de la iglesia italiana en un Poder Temporal en competición con los reyes de Europa, vieron frustradas aquellas aspiraciones a una “Reforma Moral” del Alto Clero Europeo.

La Reforma de los Miembros de la Iglesia se produjo. Pero se produjo sólo y únicamente en respuesta a la Rebelión Política del Centro y Norte Europeo contra la Intromisión como Poder Político del Papado en el Gobierno de los reinos hasta entonces bajo la Autoridad Espiritual de la Iglesia Católica. Las transformación de esa Autoridad Legítima por la iglesia cardenalicia italiana en un Poder Político Internacional, con aspiraciones determinantes en la políticas de los reyes, fue una mecha pidiendo fuego a la altura del nacimiento del Siglo XVI. Desde el instante en que alguien le acercara la antorcha a esa mecha el descontento reventaría y haría saltar por los aires la Legitimidad de la Autoridad Espiritual del Papado, que pasaría ipso facto a los reyes. Sin esta Explosión Política, que la Historia conoce como “la Reforma” la rebelión doctrinal luterana nunca hubiese pasado de ser una lucha entre sotanas. La astucia de Lutero fue comprender que sin ganarse al Poder Político para su causa su destino sería el de SavonarolaHuss y tantos otros que creyeron poder hacer girar de miedo la cabeza del Alto Clero Italiano y sus ramas europeas, todas íntimamente enlazadas a la red que el Alto Clero Italiano había tejido en las naciones sujetas a la Autoridad Medieval Pontificia.

En nada, por ejemplo, cuando nace el Siglo de la Reforma, se diferenciaba la conducta moral de los príncipes y la de los obispos alemanes. Así que, sin treinta monedas de plata a cambio aquellos príncipes no hubiesen movido un dedo para salvar al Savonarola Alemán de la hoguera. El mérito de Lutero estuvo en comprenderlo y ofrecerles a cambio todos los bienes de la Iglesia Católica. En este sentido Lutero fue un ladrón de almas, y como tal llamaba al Poder político a bendecir su asalto a la Iglesia entrando no por la Puerta sino por la ventana, desde donde les abriría la puerta y les entregaría el tesoro de las iglesias.

La “Reforma” como tal, según ha pasado a los libros de la Historia, no existió. Lutero encendió la mecha de una Rebelión Política enmascarando su causa en razones religiosas. 

Dicho esto tenemos que viajar por los siglos y deshacer los mitos que los victoriosos Rebeldes tejieron en las redes universitarias bajo su bandera con el fin de ocultar la Verdadera Naturaleza de la División Fratricida de una Europa que había caminado junta, aunque con sus más y sus menos, por la carretera de los 1200 años que transcurrieron desde el concilio de Nicea hasta el Concilio de Trento.

Los libros de la Historia Universal, aun cuando quieran ignorar la existencia del Cristianismo como el Poder Espiritual Creador de la Civilización Europea, de la cual surgió el Mundo Moderno, si no por honor profesional al menos sí por deber académico, y aun cuando lo hagan a regañadientes, se ven oprimidos y tiránicamente obligados a hablar de la existencia de esa Fuerza Colosal, la Iglesia Católica, que sacó a la Civilización de la Barbarie y la puso a las puertas del Renacimiento.

Los historiadores contemporáneos a fin de no ser tachados de conservadores suelen achicar la influencia del Catolicismo en la Creación del Renacimiento hasta convertirla en una línea casi invisible, que de todos modos, siempre según sus eminencias universitarias, sí que fue, la Iglesia Católica, la causa todopoderosa de las Edades Oscuras. La contradicción no le supone a la mediocridad intelectual de los historiadores académicos ningún complejo.

Según los tales, el Cristianismo fue un cero a la izquierda en la creación de las fuerzas determinantes de la explosión renacentista, pero sí que fue un poder oscuro omnipotente bajo cuya influencia maligna la civilización se mantuvo en las edades medievales más de lo que Europa se mereció. Poder del que, de no haberla liberado la Rebelión Protestante, Europa posiblemente nunca hubiese escapado de la “Red Demoníaca de la Gran Ramera Católica” (un lenguaje muy de discípulos de Jesucristo, por supuesto, que sigue la norma “Ama a tus enemigos”).

Y dice y enseñan esos intérpretes de la Historia Europea del Siglo XVI, en esa frustración desesperada suya de quien esperando un Novel a la Mediocridad Absoluta y Discapacidad Intelectual más servil a los interese políticos de las iglesias protestantes se han visto relegados a la posición de eternos aspirantes, que su palabra va a Misa, y si no va se extermina la Misa, porque el verdadero Origen de la Verdad no es el Templo sino la Universidad.

El Hecho Histórico innegable es que la Iglesia Católica, y durante los primeros dieciséis siglos del Cristianismo decir Catolicismo era decir Europa, durante esos dieciséis siglos el Cristianismo no conoció jamás la Paz. Desde su inicio fue perseguido por los Judíos. Desde su Infancia fue atacado sin tregua ni cuartel por el Imperio Romano. Nació al aire libre y se crió en las Catacumbas. Cuando se echó a andar no tuvo miedo al Martirio. La Civilización fue sometida a una transfusión de sangre vivificadora, según ya se le anunciara a Europa: “El primer Hombre fue alma viviente: el último, espíritu vivificador”.

La sangre católica regó un cuerpo que estaba muriendo bajo la presión de los siglos, lo reavivó, lo conquistó, y le dio las fuerzas para mantenerse vivo bajo la Gran Bestia que se avecinaba desde el Lejano Oriente, y venía a no dejar piedra sobre piedra. Pero durante esos siglos de preparación para el día después de la Caída del Imperio, que ya esperaban, y sabían que habría de suceder, pues así se les dijo: “Apartaos de la Gran Babilonia, la Ramera que comercia con todas las naciones de la Tierra”; mientras esperaban que la Caída del Imperio Romano sucediese, pues la Palabra es Dios, y Dios dice y así se hace, los enemigos le salieron a la Iglesia Católica de sus propias filas. Levantaba Ella una piedra y le salía otro enano mental con complejo divino elegido para ser el próximo Obispo de Roma, y si no ¡le metía fuego al mundo!

La Historia de las batallas contra los “elegidos” que durante seis siglos libró la Iglesia Católica están escritas. Judaísmo, Gnosticismo, Pelagianismo, Maniqueísmo, Arrianismo… No quiero polemizar, levantar tumbas, invocar fantasmas. Para todo hay un tiempo. Conste afirmar la Palabra de su Fundador : “Si a mí me han perseguido, a vosotros y también, porque como yo no soy de este mundo tampoco vosotros, por amor a mí, lo sois”. Innecesario decir que esas Palabras no se circunscribieron a sus Doce Apóstoles; la Iglesia Católica y el Cristianismo estaban comprendidos en su profecía. Pero no ya sólo para aquéllos siglos. La Iglesia Católica y el Cristianismo están siendo perseguidos al día de Hoy, XXI siglos después, delante de nuestros ojos. Y sin embargo la Palabra sigue siendo Dios: “No somos de este Mundo”, ergo: “Por esto el Mundo (n)os odia”.

Ésta ha sido la Doctrina de los Santos desde que los Apóstoles delante de sus verdugos confesaron “Sí, Creemos en el Hijo de Dios, que se encarnó en la Virgen María, murió y Resucitó al tercer Día, y está sentado a la Derecha de Dios como Rey, Señor y Juez, y vendrá juzgar a vivos y muertos”. Por repetir esa misma Confesión de los Santos están siendo asesinados Hoy Día miles de Cristianos en numerosas naciones que piden la Tolerancia para sus religiones en nuestras tierras mientras en las de ellos masacran a nuestros hermanos sin misericordia ni piedad.

“Dios juzgará a vivos y muertos”.

Lo creímos Ayer, lo creemos Hoy, sin la Iglesia Católica no existiría ni Cristianismo contra el que Rebelarse ni Fe con la que hacerse rico mediante la predicación protestante. La Negación de los Historiadores Contemporáneos y de los Políticos Vivos que se tragan sin ahogarse el elefante de la Persecución contra los Cristianos mientras se ahogan con el mosquito de la Crítica contra los Verdugos, es la contraria a esta Afirmación Divina : Fuera de la Iglesia Católica no hay Salvación..

Esto expuesto, a saber, que la Cristiandad hubiese vivido en una paz armoniosa y felicidad edénica desde su Fundación al Siglo XVI, se entiende que la Rebelión Protestante, y la División Fratricida del Norte Protestante contra el Sur Católico, fue un Capítulo más en el Gran Libro de su Historia. Tanto las naciones europeas como sus iglesias vivieron esos 16 siglos bajo constante estado de exterminio y sufrimiento civil interno. Si recogemos la dialéctica propia de aquellos tiempos y volvemos a comparar a la Iglesia con una Barca, no nos equivocamos diciendo que esa Barca estuvo siempre en peligro de hundimiento. Ni nos engañamos al comparar ese peligro con el Capítulo de Jesucristo en “la barca” con sus Apóstoles. De no haber estado Él allí, con Ellos, la barca se hubiese hundido. Pero Él estaba con Ellos.

En este orden divino la Rebelión Luterana se puede comparar a la de quien desde la playa contempla cómo esa Barca es zarandeada por las olas, e ignorante en su malicia y odio de que quien duerme tan campante sobre las redes de aquellos pescadores era, es, y será eternamente: ni más ni menos que el Todopoderoso Hijo de Dios, Creador de la Luz del Génesis, espera que la barca se hunda y salta y grita de alegría.

Hoy, cinco siglos más tarde, después de haber sufrido la Guerra Civil del Caín Protestante contra el Abel Católico en la Llamada Guerra de Exterminio de los Treinta Años, no parece que esa Barca Católica se haya hundido. “Hombres de poca Fe: Judíos, Romanos, Bárbaros, Hunos, Musulmanes, Turcos, y vosotros mismos como un Caín al rojo vivo sediento de SANGRE CATÓLICA, ¿aún creéis que el Hijo de Dios va a saltar de esa Barca y dejar que los Pescadores se ahoguen?”

Generación rebelde, Arrio, un siervo de Satanás que no podía aceptar la Verdad que la Creación entera clama con Aleluya todopoderoso: “Tú eres el Hijo Vivo de Dios”, fue vuestro padre. Desechasteis la Fe y abrazasteis la Razón.

Arrio fue el primer cristiano protestante. “Jesucristo no fue más que otro hombre, más santo, más bueno, más perfecto, adornado de todas las virtudes de los dioses, pero un hombre al fin y al cabo” dijo el Anticristo.

La Razón Sola no puede entender la Confesión de la Fe: “Una Virgen dará a Luz y su Hijo será llamado Dios con Nosotros”. Por esto fue la Fe, no la Razón, la que conquistó al Imperio. 

Y vosotros, generación rebelde, discípulos de Arrio, quisisteis conquistar a la conquistadora invocando a vuestra diosa: “La Razón Sola”. Y como vuestro maestro hundió al Viejo Imperio en una guerra civil religiosa, así vosotros hundisteis al Nuevo Imperio en vuestra guerra civil religiosa. ¡De tal palo tal astilla!

Un Capítulo más que abristeis en el Gran Libro de la Historia Universal del Cristianismo. Que aún continúa, pero cuyo Fin ya está escrito; “Hombres de poca Fe”, hablándole a los vientos la mar se calmó. Ese será vuestro Fin. Y este vuestro Epitafio: Lucharon contra las Puertas a las que Dios bendijo, diciendo: “Las fuerzas del Infierno se estrellarán contra tus muros”.

Mas aunque nacidos para fracasar, el destino al que se acogió aquella generación rebelde, la Predestinación por encargo de la Eternidad, los arrastró a seguir jaleando lo Imposible, que Aquel que dormía tan feliz en la Barca no se despertase. ¡Esperanza de necios! El Maestro siempre estuvo allí. Constantino, Clodoveo, Carlos Martel, Pelayo, Carlo Magno… Orígenes, San Agustín, los Crisóstomos… el Rey de Europa siempre estuvo ahí, siempre fue y será “Dios con Nosotros”. 

Quien por tanto cree que la Iglesia Católica, contra la que aquella generación rebelde se levantó en Guerra Fratricida, vivió durante 16 siglos muriéndose de risa al sol de una Paz interminable, este pobre ignorante padece la posesión de un cerebro aquejado de una discapacidad intelectual motriz muy perniciosa.

Quien enseña la Historia de la Civilización alienando Estado e Iglesia olvida que la Religión Católica tiene por Rey y Sumo Pontífice Universal a la misma Persona: “Jesucristo, Dios con Nosotros”.

El Enfrentamiento a muerte entre Estado e Iglesia que la Rebelión Protestante apadrinó fue, a corto plazo, el principio y el origen de las guerra de los Treinta Años, y, a largo plazo, de las Guerras Mundiales. El Odio que Lutero, Calvino y sus hermanos de armas sembraron en las Naciones Europeas perduró durante los cinco siglos siguientes, y envenenó las Relaciones Políticas entre los Estados Europeos hasta arrastrarlos a la Orgía de las Guerras Mundiales, desatadas en Europa y extendidas al resto del mundo.

INTRO

Desde su mismo principio el espíritu de división y de odio hacia los Católicos, el origen de cuyas familias consta en el Libro de la Vida del Cristianismo desde sus orígenes, el Protestantismo expandió su círculo de odio y homicidio a las corrientes reformadoras nacidas de su Semilla Maligna. La Biblioteca de la Historia Universal del Cristianismo recoge en sus libros las guerras de condenas que los “nuevos santos” europeos firmaron en nombre de su Buena Nueva Buena Nueva contra la Doctrina del Espíritu Santo. Habiendo sido el Origen del Protestantismo la semilla de la División entre las naciones europeas apenas los príncipes alzaron vallas alrededor de esos campos de Cizaña el odio que hasta entonces fue canalizado contra la Iglesia Católica, una vez encerrado entre los muros nacionales se volvió contra los mismos en quienes el espíritu santo de la Unidad Universal del Cristianismo en el Dios Amor había sido expulsado y acogido en su lugar el espíritu de la división maligna del Dios Oculto de Lutero y del Dios Terror de Calvino.

Los sínodos y las condenas que los unos a los otros se lanzaron a la cara, enviándose al infierno entre ellos como si ellos hubiesen desplazado de su Gloria al Juez Universal, Todopoderoso y Omnipotente, Nuestro Rey Jesucristo, y por derecho de Predestinación Absoluta ellos hubiesen sido elevados al Trono del Hijo de Dios, están escritos y han sido recogidos en Artículos y Capítulos del tipo este de Sínodo Confesional de Dort.

Ya digo, sus guerras, luteranos contra anabaptistas, puritanos contra anglicanos viejos, de todos contra todos por la Supremacía Absoluta de la Teocracia Intelectual del Espíritu Anticristiano, están recogidas en los libros de la Biblioteca de la Historia Universal del Cristianismo; libros que sus sucesores en el Dios Terror Calvinista y el evangelio del Odio Luterano se han guardado muy bien de regalarles a rebaños de cuyas lanas viven como dioses a cargo de la Ignorancia patriota de sus rebaños de infelices.

El Ser Humano, el Hombre Cristiano no tiene más Patria que el Reino de Dios. Todo lo que anule esta Afirmación viene del Anticristo.

No es por tanto, en este Análisis Jesucristiano de los Artículos Dortianos, de mi interés describir los genocidios y los homicidios que en nombre del “DIOS AMOR” acometieron los padres de la Reforma; ese Dios, nuestro Dios, juzgará acorde a su Omnisciencia y Sabiduría a todos los que despreciando Su Oración por la Unidad Universal de su Pueblo se rebelaron contra su Corazón y sin Temor de YAVÉ DIOS, su Padre Eterno y Creador del Cosmos, mancharon su Nombre y su Gloria con sus crímenes y sus guerras.

La Doctrina del Dios Amor está escrita. El Árbol de la Vida da la Fruta de la Paz, sin la cual toda la Creación se hunde en el Polvo. El Árbol de la Muerte produce la Guerra, comiendo la cual toda vida se hunde en el Infierno. “Por los frutos pues los conoceréis”.

Por los frutos conocemos a cada cual, quién es quién y qué es qué. El que esté ciego, que permanezca en su ceguera. El que quiera ver, que vea, que para eso vino el Hijo de Dios, nuestro Creador, para devolvernos la Inteligencia.

El fruto del Árbol de la Reforma fue la Guerra de los Treinta Años, y quien quiera someterse a Juicio Final que se someta; no echaremos una lágrima por los que sean expulsados de la Creación, ni miraremos para atrás para conocer su infierno: Cada cual se predestina a la Vida o a la Muerta por sus Palabras y Pensamientos. Y esto también está escrito : YO no juzgo a nadie, cada uno se juzga a sí mismo por sus obras.

La Cuestión de la Predestinación del Dios Terror Calvinista– fue el Punto que se trató en la Ciudad de Dordrecth entre los “nuevos santos” Holandeses y sus hermanos europeos. Tuvo lugar este “Juicio”- que ellos enmascararon bajo la máscara de “sínodo”- entre el 13 de noviembre de 1618 y el 9 de mayo de 1619.

La Guerra Fratricida Mundial Cristiana ya había sido declarada y los millones de seres humanos que la Muerte iba a segar hasta llegar a los cinco millones ya había comenzado su cuenta. Este genocidio fratricida no era óbice para que los sembradores malignos, que ahora recogían su cosecha entre las naciones europeas, siguiesen entre ellos devorándose con sus juicios anticristianos, nacidos del espíritu de división, enemigo del Espíritu de Unidad que encontró su Templo en los Apóstoles, y éstos le edificaron un Templo de Piedra entre cuyos Muros esa Unidad viviese por los siglos de los siglos.

Cegados por el Odio Luterano, su paso por la tinieblas dirigidos por el Dios Terror Calvinista, los sembradores malignos siguieron juzgándose entre ellos de espaldas a la Gran Tragedia de la División de las iglesias, cuyo Fruto, la Guerra entre hermanos, ellos devoraron a manos llenas en la creencia diabólica de ser el Homicidio de Caín contra su hermano Abel de la voluntad Divina.

Fue el caso que de aquella raíz maligna calvinista surgió una rama que no podía admitir en toda su extensión esa Predestinación Calvinista Teocrático Absolutista que convertía a Dios Padre en la Fuente y el Origen de cuya Voluntad Criminal surgió el Fratricidio Cainita. El disidente, una especie de nuevo demonio, al tenor del juicio de los santos holandeses, se llamaba Arminio. No fue aquel Arminio un predicador de esa Paz y Amor que se hizo Hombre en Jesucristo y llenando el Ser de sus Discípulos abrió una Nueva Era en la Tierra. Para nada. Arminio simplemente quiso corregir esa visión de Dios como una fuente de Terror a fin de que poniéndole la máscara del Amor la Guerra Cainita de los Treinta Años se hiciese por Amor y no por Odio.

Pero dejemos que otra mano escriba sobre el meollo de la Cuestión de Los Cánones de Dort, también, antiguamente Titulados: La Decisión del Sínodo de Dort sobre los Cinco Principales Puntos de Doctrina en Disputa en los Países Bajos

“La Decisión del Sínodo de Dort en los Cinco Principales Puntos de Doctrina en Disputa en los Países Bajos es popularmente conocido como Los Cánones de Dort. Consiste en declaraciones de doctrina adoptada por el gran Sínodo de Dort el cual se reunió en la ciudad de Dordrecht en 1618-1619. Aunque este fue un sínodo nacional de las Iglesias reformadas de los Países Bajos, tenía un carácter internacional, ya que estaba compuesto no solamente de delegados Holandeses sino además de veintiséis delegados de otros ocho países.

El Sínodo de Dort fue convocado con el fin de solucionar una seria controversia en las iglesias Holandesas iniciadas por el surgimiento del Arminianismo. Jacobo Arminio, un teólogo profesor en la Universidad Leiden, cuestionó la enseñanza de Calvino y sus seguidores en un número de puntos importantes. Después de la muerte de Arminio, sus seguidores presentaron sus posiciones en cinco de estos puntos en la “Protesta de 1610”. En este documento o en escritos tardíos más explícitos, los Arminianos enseñaron que la elección estaba basada en fe prevista, que la expiación fue universal, que la depravación es parcial, que la gracia es resistible, y la posibilidad de una caída de la gracia. En los Cánones, el Sínodo de Dort rechazó estas posiciones y proclamó la doctrina Reformada en estos puntos : la elección incondicional, la expiación limitada, la depravación total, la gracia irresistible, y la perseverancia de los santos.

Los Cánones tienen un carácter especial como decisión judicial en los puntos doctrinales en disputa durante la controversia Arminiana.

Los Cánones además tienen un carácter limitado en que estos no cubren la totalidad de la doctrina, sino hace foco en los cinco puntos de doctrina en disputa. Cada uno de los puntos principales consiste en una parte positiva y una parte negativa, la primera siendo la exposición de la doctrina reformada sobre el tema y la segunda una repudiación (reprobación o rechazo) de los errores correspondientes. Aunque en forma estos son realmente cuatro puntos, hablamos propiamente de cinco puntos, porque los Cánones fueron estructurados para corresponder a los cinco artículos de la protesta de 1610. Los puntos principales tres y cuatro fueron combinados en uno, siempre siendo designados como puntos principales III/IV.”

Los cinco puntos arminianos que desataron la Ira de los Calvinistas Holandeses, de la raza Superior de los Elegidos de la Nueva Cristiandad de los Santos, empoderada por su Dios Terror para matar a Abel sin causarles aquel viejo problema de conciencia que al Caín de la Biblia le causó el matar a su hermano, son los siguientes:

1.- Libre albedrío o habilidad humana. Aunque la naturaleza humana fue totalmente afectada por la caída, sin embargo, Dios en su gracia capacita la voluntad del pecador para que libremente se arrepienta y crea, o rehúse hacerlo. Cada pecador, capacitado por la gracia de Dios, tiene libertad para creer o rehusar creer, y su destino eterno depende de cómo use dicha libertad. La libertad con la que Dios capacita al hombre caído, consiste en poder escoger libremente entre el bien y el mal en la esfera de lo espiritual. El pecador puede cooperar con el Espíritu de Dios y ser regenerado o resistir la gracia de Dios y perderse para siempre. El pecador necesita la asistencia del Espíritu Santo, pero no tiene que ser regenerado por el Espíritu antes de que pueda creer, ya que la fe es un don de Dios que el hombre puede recibir o rechazar libremente, y precede al nuevo nacimiento. La fe es un don de Dios; y el hombre lo puede recibir y ejercer para vida eterna, o rechazarlo para condenación.

2.- Elección condicional. Dios escogió para salvación, antes de la fundación del mundo, a todas aquellas personas que, asistidas por su gracia habilitadora, creen en Cristo. Esto se debe al hecho de que Dios vio de antemano que dichos individuos habrían de responder positivamente a su llamado, arrepintiéndose y creyendo en Cristo. Dios escogió solo a aquellos que él vio de antemano que voluntariamente creerían en el evangelio, asistidos por su gracia resistible.

3.- Redención universal o expiación general. La obra redentora de Cristo brinda a todos los hombres la oportunidad de ser salvos, y garantizó la salvación de todos los que habían creído y preservado hasta la muerte de Cristo, y también garantizó la salvación de todos los que habrían de creer y perseverar después de la muerte de Cristo. A pesar de que Cristo murió por todos los hombres, solo los que creen en él son salvados. Su muerte es suficiente para la salvación de todos los hombres, pero solo eficaz en los que creen.

4.- El Espíritu Santo puede ser resistido eficazmente. Él Espíritu Santo convence de pecado al mundo, y hace todo lo que se ha determinado para traer a cada pecador a la salvación. El llamado del Espíritu, sin embargo, puede ser resistido, ya que el hombre es hecho libre por la gracia de Dios. El Espíritu no regenera al pecador hasta que éste cree; la fe (que es un don de Dios que el hombre puede recibir o rechazar libremente) precede al nuevo nacimiento. Dios ha determinado que su llamado, a través del Espíritu Santo, pueda ser libre y voluntariamente aceptado o resistido. El Espíritu Santo obra eficazmente trayendo a Cristo sólo a aquellos que no le resisten. El Espíritu no imparte vida hasta que el pecador responde, arrepintiéndose y creyendo voluntariamente en Cristo. Dios, por tanto, ha determinado que Su gracia no actúe de forma irresistible; sino que la misma puede ser resistida por el hombre.

5.- El caer de la gracia o el perder la salvación. Algunos arminianos creen que el ser humano, una vez salvo, no perderá su salvación y otros piensan que la salvación pueda perderse por no perseverar en la fe.

A vista de pájaro Arminio y sus fieles mantuvieron la postura de su Profeta Calvino. Pero siendo el espíritu de la División la madre del Protestantismo y no aceptando el Valor Universal de la Doctrina del Espíritu Santo que mantuvo, alimentó e hizo crecer la Inteligencia de Europa en el seno de la Sabiduría de Jesucristo, sin por esto dejar nosotros de distinguir entre Doctrina y Conducta; alimentados por el mismo espíritu de la división maligna, como se ve en sus frutos criminales, contra los que no se levantaron en absoluto aún viendo cómo los campos de Europa estaban siendo regados con la sangre de sus hijos a la salud de aquel Lutero Malvado y Perverso que dijera que estaba dispuesto a meterle fuego a la Cristiandad y al mundo entero si no se aceptaba su Evangelio; delante los frutos de sus doctrinas, el grito de guerra de las fuerzas del infierno devorando familias y pueblos, este Sínodo de Nicea Calvinista no se reunió para escandalizarse por los frutos de sus palabras y pensamientos. Para nada. Se reunieron porque entre ellos se abrió una brecha que ponía en cuestión el Deber y el Derecho de los Protestantes a matar en masa a todos los Católicos y a cualquiera que se opusiese a sus principios teológicos. 

Esa brecha había que cerrarla. No se podía poner en Duda el Derecho y el Deber a la Guerra Santa Protestante, llamada de los Treinta Años, que acababa de empezar, y de la que esperaban cosechar la Destrucción de la Casa edificada por Aquel Sabio llamado Jesucristo.

Ellos eran la Fuerza Bruta Bestial que, lanzada contra ese Edificio que había resistido durante 16 Siglos toda clase de ataques monstruosos, y ninguno había podido echar abajo sus Muros, lograría lo que ninguna de esas fuerzas predecesoras pudo hacer : Echar al suelo el Edificio creado por Jesucristo, la Casa de su Esposa, la Iglesia Católica.

Ellos sí lo harían.

Este fue el fin buscado por el Sínodo de Dort ante la oportunidad que la Guerra de los Treinta Años le ponía delante: la destrucción de la Casa edificada por Jesucristo, sobre cuyos ataques EL mismo, en calidad de Dios Hijo, lo dejó en claro diciendo que el Edificio que en su Sabiduría iba a construir en Unión con su Padre sería expuesto a Prueba. Esta sería la Gran Prueba Final, la que atacaría el Edificio desde dentro.

Los “predestinados a ser los actores de esa Prueba Final” pensaron y creyeron que la Victoria sería de ellos; la Iglesia Católica sería en breve Historia, un cuento de viejas en la Nueva Biblioteca Universal de la Nueva Era que acababa de comenzar en Europa; y sobre sus ruinas el Origen de la Reforma quedaría establecido en Dios. LO contrario , que la Iglesia Católica sobreviviese a una Destrucción Dirigida por Dios significaría que el Origen de la Reforma era el Anticristo. Ergo, la Guerra que acababa de comenzar no se detendría hasta reducir a ruinas el Edificio de la Iglesia Católica; por consiguiente había que llamar a todos al Martirio como puerta al Paraíso.

Este era el espíritu de los Congregados en el Sínodo Niceano de los Calvinistas de aquella Nueva Europa de los Santos, a construir por la Nueva Raza Superior desde la Eternidad Elegidos, que finalmente en la Alemania de Hitler encontraría su encarnación perfecta.

El análisis de las conclusiones que componen estos Artículos o Capítulos únicamente pueden realizarse desde el espíritu de inteligencia que viene de la Sabiduría de Dios, cuyo Espíritu de Unidad Eterna se nos Reveló: “El que ve al Hijo ve al Padre”. Ergo, quien desprecia a Jesucristo, desprecia a Dios. Y mutando mutandis, quien rechaza seguir los Principios de la Doctrina del Amor, rechaza el Evangelio del Espíritu Santo: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a  mismo”. Si declararle la guerra al Prójimo, al hermano, es cosa de este Principio de Vida Eterna, que cada cual lo juzgue. A mí me toca hacer lo que Dios quiere, que es traer a luz la Mentira y el Veneno de la Serpiente en las doctrinas del Protestantismo.

Vistos los cinco artículos arminianos causantes de la necesidad de convocar una reunión tipo niceana que atajase el mal: permitir que el Amor socavase el Odio, fuerza mayor impulsora de la Guerra en desarrollo; pasemos a la respuesta de Artículos de la Raza Superi de los Nuevos Elegidos de Dios para destruir la Casa que su Hijo edificó en la Tierra.

 

DE LA DOCTRINA DE LA DIVINA ELECCION Y REPROBACION.

 

1.- Puesto que todos los hombres han pecado en Adán y se han hecho culpables de maldición y muerte eterna, Dios, no habría hecho injusticia a nadie si hubiese querido dejar a todo el género humano en el pecado y en la maldición, y condenarlo a causa del pecado, según estas expresiones del Apóstol: ...Para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios... por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la Gloria de Dios (Rom. 3:19,23). Y: Porque la paga del pecado es la muerte... (Rom. 6:23).

 

La Mentira mana de la primera frase. Lo cual es natural, un río infectado sin afluentes que lo alimenten ni aportaciones externas que lo infecten tiene en su Fuente el origen del Veneno que porta.  Si todos los hombres se hubiesen hecho culpables de maldición y condenación eterna la Redención y la Salvación hubiesen sido y serían un ataque de Dios contra su propia Divinidad.

Leyendo se observa que en el momento en que Dios dicta Sentencia contra el Primer Hombre: la Condena es Temporal, y es Dios mismo quien llama a la Redención cuando, es decir, a la Libertad y la Bendición, cuando aún Cristo estaba en las entrañas de Eva, y este Redentor y Salvador a una distancia de miles de años de Adán.

¿De qué condena y maldición ad infinitum et ad eternum estaba hablando este Sínodo? ¿Se refería a la Historia de la Caída tal cual fue escrita por Dios, el pueblo de Israel nos transmitió y la Iglesia Católica ha mantenido en su pureza original; o se refería el Autor Dortiana a una Historia que ellos se inventaron y para la necesitaban desplazar al Dios de Cristo y elevar en su lugar al Dios de Calvino?

El Verbo es Dios, y el Verbo es la Palabra de Dios. Luego Dios no puede maldecir a condenación eterna y más tarde levantar esa Sentencia sin tirar la Gloria de su Palabra por los suelos, de tal manera que de hacerlo la Doctrina de Cristo “Sea tu Sí, sí; y tu NO, no”: quedaría por esta disposición antinatural sin realidad Divina.

Desde el mismo Principio la Escritura Sagrada es: “Dijo Dios, y así se hizo”. De aquí que el Espíritu Santo escribiera: La Palabra es Dios.

De haber maldecido al Hombre a condenación eterna esa Sentencia no hubiese podido ser levantada sin tirar Dios la Gloria de su Verbo al viento de las circunstancias. De hecho vemos que la Sentencia a condenación eterna contra Satán, “la serpiente antigua”, permanece. Y por la misma razón. La Palabra de Dios es Dios. Este es el Misterio en la Sabiduría del Verbo Divino. Que vemos en vivo en Dios Hijo, el Verbo encarnado. Jesús dice y así se hace. Levanta a los paralíticos, devuelve la vista, hace caminar a los cojos, da el habla y el oído, y resucita a los muertos. Su Palabra es Dios.

Por consiguiente, de haber maldecido Dios al Hombre a condenación eterna, como afirma en su Confesión el Anticristo Dortiano, no hubiese podido haber Redención ni Salvación. Y por el contrario, de haber abolido Dios lo que su Palabra firmó, la condenación a eternidad de Satán hubiese podido ser levantada.

Inútil decir que matando a Cristo es lo que esperaba conseguir Satán. Condenado a serle aplastada la cabeza por el Redentor, hijo de Adán, en el caso de que esta Victoria no hubiese podido ser alcanzada, la Palabra de dios hubiese dejado de ser Dios y Satán hubiese encontrado en esa Caída del Verbo su Salvación.

Más inútil aún es recalcar la demencia maligna por la estaba poseído. Que una simple criatura pueda poner de rodillas a su Creador, Dios, es demencia maligna absoluta irredimible.

Dicho esto, descubierta la Mentira y la Falacia anticristiana en la primera frase, siendo la primera palabra que sale de esa boca dortiana una declaración anticristiana, ¿¡qué necesidad hay de seguir adelante, navegando por estas aguas tenebrosas!? La maldad de esta afirmación es anticristiana en cuanto que destroza la Imagen de Dios, Creador y Padre, Juez Incorruptible de Sabiduría Infinita cuya Omnisciencia le permite escudriñar las causa y las razones con el fin de poder establecer un Juicio basado en la Verdad de los Hechos. Cuando dice: Dios, no habría hecho injusticia a nadie si hubiese querido dejar a todo el género humano en el pecado y en la maldición… el Sínodo está negando a Jesucristo, la Luz de la que nos vino a todos la Justicia de la Redención . Y lo que es más grave: Está negando que Dios sea Amor y el Amor sea Dios.

Lo cual se entiende, pues quien no pudo entender, o no puede entender la Doctrina del Verbo Divino, no puede comprender qué se quiere decir cuando se dice “Dios es Amor”. Y es en esta Dimensión del Amor que el Creador se abre a su Creación, Dios se sienta como Padre entre sus Hijos, y nos ama con corazón de Padre. Afirmar pues de este Padre en quien el Amor es Dios que lo mismo puede darle a un hijo miseria que darle gloria, según su capricho, es negar esta Fundamento de la Doctrina de la Salvación, es echar abajo la Columna del Templo, de ese Templo del que el Hijo de Dios dijo : “Hacedlo, en tres días lo reconstruiré”.

Ay de aquellos que lo hicieron.

Se entiende entonces que en quienes estuvieron movidos por el Odio, y el único fin de su Rebelión era alcanzar el Poder, la Imagen del Dios Amor que Jesucristo encarnó no encontrara compatibilidad a ser asumida por la declaración de Guerra Total y Absoluta hasta el último hombre que las iglesias calvinistas y sus hermanas luteranas le declaraban a la Iglesia Católica.

NO se puede creer y predicar el Amor y a la vez declarar y bendecir la Guerra, por esta bendición devenida Guerra Santa.

El Dios de Jesucristo, que toma como propia la Caída de su hijo Adán y jura por la Gloria de su Nombre que el Homicida se encontrará con la horma de su zapato el día de la Venganza; un Dios que se ve afectado por la Muerte de su hijo Adán, ese Dios “no podía cuadrar” en aquel Dios “que no tiene pasiones” de la Reforma, y hoy dice Sí y mañana dice No, su Infinito Poder la dimensión de relación con su Creación. Porque si Dios pusiera un pie en esta dimensión, seria Dios mismo quien arrojaría su gloria al barro.

La Dignidad de Dios, Creador del Cosmos, cuya relación es con el Infinito y la Eternidad, no puede concebir otra Relación con su Criatura Viva que en la dimensión del Amor. En ésta, Dios se hace Hombre, se hace Amigo, se hace Esposo, se hace Padre.

Y este Artículo niega precisamente ese Amor Todopoderoso que se enciende como Fuego y hablando desde el Fuego dice “Yo soy el que soy”. Palabra en la que la Dignidad Divina se sitúa en la Eternidad y el Infinito. No es el Hombre el que se hace Dios, es Dios quien se hace Hombre… por AMOR.

Se niega en este Artículo ese Fuego en el que la Dignidad de Dios se manifiesta en forma de, Zarza y que viene a Nosotros con su Hijo, pues : “El Celo por tu Casa me consume”.

En este articulado maligno la imagen de Dios es la de un Tirano Todopoderoso que lo mismo devora un mundo que lo deja a vivir. Al Dios de Calvino le da igual todo; Él está más allá de todo y de todos. Que su hijo pequeño Adán fue acuchillado por la espalda, ¿y qué? ¿Lo fue acaso Él, Dios? ¿Puede ser Dios traspasado su pecho por la lanza de la Traición?

Dios, no habría hecho injusticia a nadie si hubiese querido dejar a todo el género humano en el pecado y en la maldición… manifiesta este siervo del Anticristo. ¿Así pues, la Redención no estaba basada en la Justicia?

Según esta confesión maligna, la Redención se basó en el capricho de un Tirano Omnipotente que mata el tiempo creando a uno para ser la víctima y al otro para ser su verdugo.

El Dios Amor de Jesucristo y sus Apóstoles, según este santo dortiano, fue una burla, una mentira, un camelo. La Justicia de la Redención fue una Mentira, un teatro.

Según este artículo La Biblia entera fue una mascarada, un baile de carnaval en el que Dios se puso la Máscara de un Rey cuyo Reino tiene en la Justicia sus Fundamentos, Piedra Incorruptible e Indestructible de su Civilización, cuando la verdad fue que Dios produjo la Caída y contrató al asesino y a su víctima para que interpretasen la Caída. Mayor aberración anticristiana no puede ser concebida.

Dios es Poder, dice Calvino. Dios no es Amor. Dios es Poder Infinito, y Poder a la imagen y semejanza del Poder de los reyes de la Tierra. Al igual que éstos están más allá de la Ley, y la Justicia es su Palabra, así Dios hace con su Poder lo que le da la gana, sin estar fundada su Voluntad en Espíritu de Justicia alguno. El espíritu que mueve a Dios, según este Artículo, es el de un Déspota de Poder Infinito, que hace con su Poder lo que le da la gana; sujetar su Brazo a la Fuerza Animal propia de un Ser Inferior, esa Fuerza que movió a Jesucristo, y que se llama el AMOR, no es propio de la Dignidad del Dios dortiano.

Pero el hipócrita Dortiano en su envidia del santo niceano no tiene reparos en hacer de la Palabra del Amor una lanza con la que destrozarle el pecho al Cristiano:

II. Pero, en esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a Su Hijo unigénito al mundo... para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

 

O sea, el hipócrita dortiano dice que el habernos dado a su Hijo fue una decisión basada en el capricho de su Poder. Y para darle la máscara al diablo con el que ocultarle el rostro, ciega al ignorante animal al que va dirigida esta Cizaña, diciendo que nos envió a su Hijo para que veamos en ÉL el “Amor”.

¡Cómo se come esto! Muy sencillo: Mato por Amor a Dios. Hago la Guerra por amor a Cristo.

¿Cómo puede conjugarse la Justicia de la Redención en Jesucristo, en la que Dios reconoce la Ignorancia del Adán de un sitio, y acepta Su Responsabilidad en la Traición de Satán por el otro?, porque Dios conocía que aquella Bestia había acorneado antes, y según la Ley de un lado debía sacrificar a la Bestia, y del otro ofrecer un Cordero Inmaculado en expiación de la Ignorancia de su Víctima, nosotros, el Género Humano.

Esta es la Doctrina de la Justicia del Amor, movida por la cual el Todopoderoso Hijo de Dios, ese Dios cuya gloria este hipócrita calvinista manchó con la sangre de su hermano Católico, y porque la Justicia es el Fundamento del Espíritu de Dios, Jesucristo se arrodilló ante el Creador del Cosmos, su Padre, y ofreciéndose como su Cordero Expiatorio en su Sangre echó abajo el Muro entre Dios y el Hombre, estableciendo la Inocencia de Dios en la formación de la Traición de la Serpiente y la Ignorancia del Hombre sobre el conocimiento del verdadero Rostro de Satán.

Fue el Amor del Dios como Padre el que se encendió sobre el cadáver de su hijo pequeño, el Género Humano, y haciéndose Fuego devorador extendió al Infinito y la Eternidad la Condena contra el Homicida y Enemigo de su Espíritu. Este es el Fuego que consumía a su Hijo y extendiendo su Corazón al Cielo le abrió la Puerta al Género Humano a su Paraíso... POR AMOR.

El Fratricida, avezado en el Crimen más abominable que existe, matar a su hermano, retuerce la Palabra de la Vida para justificar su Guerra Santa a Muerte y bendecir el Odio como Fuerza de Genocidio, por Dios, según él, ordenado desde la Eternidad; genocidio santo al que los Elegidos son llamados con llamada irresistible. Negarse a matar a Abel es Rebelión abierta contra ese Dios los fundamentos de cuya Justicia son su propio Capricho; capricho basado en su Poder Infinito, Déspota tanto más absoluto cuanto que su Poder es Infinito, Poder que hace del Dios Justo de la Biblia una quimera, y de la Biblia misma un libro inmundo apto sólo para esclavos adoradores del Terror como camino a la supervivencia en la eternidad.

Todo hombre que no vea en la Justicia el Fundamento del Espíritu de la Salvación, hasta el punto que podemos decir a boca llena y pecho abierto: “Dios es Justicia”, y por contra base su Fe en el Terror a un Ser Todopoderoso que exige matar al hermano como puerta al paraíso, venga de donde venga ese hombre, ese hombre no entrará en el Paraíso de Dios.

Insisto: Dios es Amor, la Relación de Dios en tanto que Poder es con el Espacio, la Materia y el Tiempo, es decir, con el Cosmos... Todo hombre que se pone en un estado de relación de Dios en la dimensión del Poder es un hombre que ha perdido el juicio, no está en sus cabales. Esa es la relación en la que quisieron plantarse aquellos hijos Rebeldes liderados por Satán. Dios, en su Amor de Creador, intentó hablarles como Padre: “Ninguna Criatura puede pararse delante de Dios, su Creador, de igual a igual”. Y les dio, a todos, a ellos y a nosotros, y permanecerá por la Eternidad, una Ley Omnipotente que alejándonos de esa dimensión nos acerca a su Corazón, y diciendo “NO comas, porque morirás”, quiso dejar establecido este Principio Ontológico Vital Universal. Es en el Amor de Padre que las Criaturas alcanzamos nuestra Plenitud y hallamos la Vida eterna en el Corazón de este Creador Maravilloso que ha Vencido a la Muerte y superado la Inmortalidad revistiendo a su Creación de vida eterna a la Imagen y Semejanza de su Hijo.

Bendito sea Dios, porque haciéndonos Familiar de su Hijo a todos nos ha hecho hijos de Dios, y siendo Familia de su Hijo participamos de la Vida de este Hijo Todopoderoso y Eterno del que decimos, “Dios Verdadero de Dios verdadero”.

Es el Amor pues el Origen de la Redención, y la posibilidad declarada en el Artículo de entrada: Dios pudo o no pudo.. es un escándalo maligno delante del Espíritu Santo de Dios.

Es por tanto que el siguiente enunciado es cizaña maligna. Porque habiendo sido dado el Evangelio del Amor y habiendo sido anunciado a todas las naciones durante 16 siglos, viene este pobre ignorante a llamar a la Predicación de este “nuevo evangelio” en el que el Hijo, que es Amor, no es nada y sólo Dios, que es Poder, lo es todo.

Jesucristo es licenciado. Sólo Dios es importante. Pero veamos cómo manipula la Palabra de Dios y la pone al servicio del Diablo.

A fin de que los hombres sean traídos a la fe, Dios, en su misericordia, envía mensajeros de esta buena nueva a quienes le place y cuando Él quiere; y por el ministerio de aquellos son llamados los hombres a conversión y a la fe en Cristo crucificado. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quién no han oído? ¿Y Cómo predicarán si no fueren enviados?.

“Esta buena nueva” dice el dortiano niceano. Dios, dice, ha abolido la Buena Nueva de su Hijo: “Dios es Amor”.

La Buena Nueva Jesucristiana es declarada obsoleta por el Sínodo Conciliar Calvinista. La Nueva Buena Nueva es: “Dios es Poder”.

Y este Poder es causa de Terror para todos. Terror ante el que sólo se puede sobrevivir extirpando de la Fe el AMOR, a fin de que ocupe su lugar la Raza Superior de los Predestinados, empoderados para Matar a todos quienes no se pongan de rodillas delante de esta Nueva Buena Nueva.

Y siguiendo con el Poder a Capricho, Dios elige para ser sus nuevos apóstoles a quien Él le da la gana.

NO hay engendramiento por el Espíritu a la imagen y semejanza de Jesucristo en sus Apóstoles. Ahora el Nuevo Modelo de Apóstol es “el niceano dortiano”. Jesucristo ha pasado, el Apostolado tocado por Dios a la Imagen y Semejanza de su Hijo queda abolido, disuelto. Jesucristo no es el Modelo de nada ni de nadie. El Nuevo Hombre Protestante es creado a la imagen y semejanza de Calvino, de Lutero, de Enrique VII, de Zwinglio. Ellos son el Modelo Divino a cuya Imagen y Semejanza ha dispuesto Dios, siguiendo esta nueva buena nueva, es decir, este nuevo evangelio, que el Nuevo Hombre sea creado.

El Hombre Católico, ése que tuvo a Jesucristo por Modelo Divino a cuya Imagen y Semejanza somos creados, ese Modelo es declarado pasado. Una Nueva Buena Nueva, un Nuevo Evangelio, produce un Nuevo Hombre, el Hombre Superior, Predestinado por Dios para ser el Verdugo de su hermano Católico; éste debe morir, dar paso al Nuevo Hombre.

Una Nuevo Evangelio requiere una nueva iglesia, una nueva religión. La Iglesia Católica edificada por Jesucristo debe ser destruida, demolida, abatida. Por eso la Guerra que había comenzado era Santa. Ningún protestante calvinista debía sufrir problema de conciencia ante la Guerra Civil Europea en curso.

Dios, ese Dios que es Poder, la había escrito desde la Eternidad, el Tiempo había llegado y el Verdugo Calvinista debía alzar el hierro y cortarle la cabeza, no sólo la oreja, al Hombre Católico. Porque la Ley Jesucristiana. “Pedro, guarda la espada que el que a hierro mata a hierro muere”, esta Ley había sido abolida. La Ley Nueva era: “Mata hasta que no quede ni un enemigo vivo”.

Lutero puso su Ley : “Peca hasta que te salga el pecado por los ojos”.

Calvino impuso la suya: “Mata a hierro a los predestinados a morir, porque Tú eres el Verdugo, eres el brazo de Dios en la Tierra, y ¿quién puede resistirse a Dios Todopoderoso? Haz tu trabajo, sé fiel, sé obediente, mata hasta que tu cuerpo se ahogue en sangre, la sangre de tus enemigos católicos”.

Eran los primeros días de la Guerra de los Treinta Años. Había que sostener el Brazo Fratricida, darle fuerzas, alimentar sus músculos, vestir su conciencia de bestialismo absoluto.

Porque de lo contrario:

La ira de Dios está sobre aquellos que no creen este Evangelio. Pero los que lo aceptan, y abrazan a Jesús el Salvador, con fe viva y verdadera, son librados por Él de la ira de Dios y de la perdición, y dotados de la vida eterna.

En efecto, si ponemos Mahoma donde este concilio calvinista pone Jesús, se verá que está llamando al Homicidio Santo como puerta al Paraíso, es decir, está llamando al Martirio a sus fieles: “Si aceptas esta Nueva Buena y mueres matando al Enemigo Católico : eres un Mártir, y a los Mártires por la Causa de este Nuevo Evangelio les reserva Dios el Paraíso”.

Los Treinta Años de producción en masa de Mártires estaban servidos.

Pero observamos que este Mártir es el Anti-Mártir Cristiano. El Mártir Cristiano era aquél que sacrificaba su Vida en Nombre de la Fe. No se escuchó jamás en toda la Historia del Cristianismo Ante-Protestante que un asesino fuese llamado Mártir. Este tipo de Mártir ha sido propio del Islam. Morir matando al Enemigo Cristiano era la puerta del Paraíso en el Imperio Islámico. Sigue siendo la puerta del Paraíso en la Yihad Contemporánea. En el Espíritu de Jesucristo este tipo de Mártir no tenía cabida en su Reino; todos los Mártires Cristianos eligen Morir a Matar. 

En este Nuevo Evangelio Calvinista la elección es la contraria : Matar es la Puerta del Paraíso de Dios.

Con esta Elección y Llamada al Fratricidio se ve que el Concilio de Dort fue el Concilio del Anticristo.

“La ira de Dios está sobre aquellos que no creen este Evangelio…”

La causa o culpa de esa incredulidad, así como la de todos los demás pecados, no está de ninguna manera en Dios, sino en el hombre. Pero la fe en Jesucristo y la salvación por medio de Él son un don gratuito de Dios; como está escrito: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de nosotros, pues es don de Dios (Ef. 2:8). Y así mismo: Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en El... (Fil. 1:29).

Se ve que el espíritu dortiano fue maestro en la manipulación de la palabra escrita. No acaba la frase de Pablo a los Filipenses, donde se lee:

“Porque os ha sido otorgado no sólo creer en Cristo, sino también padecer por El, sosteniendo el mismo combate que habéis visto en mí y ahora oís de mí”.

La interpretación es clara y cristalina; no permite desinformación. La Fe y la Renuncia a la Violencia es un cuerpo que no admite fractura. El origen es la Cruz. No porque los siglos pasen se abole la Ley del Espíritu. La Fe nace para luchar contra la Ley del Mundo con el Ejemplo de Jesucristo. San Pablo está siguiendo ese Camino porque es el Único Camino a la Puerta del Paraíso. Y ese Camino es el que todo Hombre de Fe, arriesgando su Vida, es el que elige desde el momento que se declara hijo de Dios a la imagen y semejanza de su Hijo Jesucristo.

Este Concilio pone en su boca el Nombre del Hijo de Dios en vano. Y lo que es más terrible, lo invoca para armar el Brazo Fratricida cuya sangre le servirá al Mártir Calvinista para pagar al Cancerbero su entrada en el Paraíso.

Y citando a San Pablo el Dortiano vuelve a retorcer la Verdad ocultando el espíritu del que nace la Letra. Pues San Pablo dice:

“Pues de gracia habéis sido salvados por la fe, y esto no os viene de vosotros, es don de Dios”,

verdad divina, pero inmediatamente afirma:

“no viene de las obras, para que nadie se gloríe; que hechura suya somos, creados en Cristo Jesús, para hacer buenas obras, que Dios de antemano preparó para que en ellas anduviésemos”.

De donde se ve que Lutero fue un siervo del Anticristo, ídem Calvino su hermano de armas.

En verdad la Redención es Obra de Dios para la Salvación del Hombre, y una vez vivo el Cristiano este hace Obras a la Imagen de Jesucristo en la esperanza de que como por las Obras de Jesucristo creyeron sus Discípulos, por las obras del Cristiano crean quienes no han conocido aún lo bueno que es ser hijos de Dios.

De manera que la Fe vino por las obras de Dios para engendrar al Cristiano y una vez engendrado el Cristiano éste prosigue la Obra de la Salvación del Género Humano haciendo Obras a la Imagen y Semejanza de Jesucristo, obras que no son realizadas para la salvación propia, que ya ha sido realizada por Dios, porque Jesucristo no necesitaba ser salvados por las obras que El realizaba, las hacía para nuestra Salvación, y así siguiendo su ejemplo las Obras de Jesucristo en nosotros son para nuestro prójimo testimonio del Amor de Dios y Fuerza de Salvación realizadas en nosotros por Dios para la salvación de la Plenitud de las Naciones.

Quien niega el Valor de estas Obras niega a Jesucristo. Quien niega a Jesucristo hace lo contrario, y en lugar de Morir elige Matar, ese es el anticristo.

 

EXPLOSIÓN DE LA PRIMERA GUERRA FRATRICIDA EUROPEA, COMÚNMENTE LLAMADA DE LOS TREINTA AÑOS

 

La Guerra de Treinta Años fue la última lucha que sostuvo la Reforma. La Guerra tuvo cuatro fases: Periodo palatino, 1619-1623). Periodo danés, (1625-1629). Periodo sueco (1630-1632). Periodo francés (1635-1648). En ellas y durante ellas el elector Palatino, Dinamarca, Suecia y Francia se repartieron sucesivamente el papel principal. Fue poco a poco que la Guerra se fue complicando hasta acabar integrando en su campo de sangre a todas las naciones europeas del momento. Las causas motoras que hicieron que se prolongase hasta hacerse indefinida en la mente de los habitantes vivos que la sufrieron fueron:

Primera, la estrecha unión de las dos ramas de la casa de Austria y del partido católico; el partido contrario, movido por “el Espíritu de la División”, no era homogéneo.

Y segunda, la inacción de la Inglaterra, la intervención tardía de Francia, la debilidad material de Dinamarca y de Suecia, entre otras.

La crueldad de aquella Guerra Religiosa que se cobró entre 4 y 5 millones de hombres, plus mutilados, viudas y huérfanos, se debió en su sustancia a que los ejércitos participantes no fueron milicias feudales contratadas o llamadas para una batalla o una acción específica; aquéllos fueron ejérci­tos permanentes, cuya profesionalidad sus soberanos no podían mantener; ergo, se veían obligados, con la bendición de sus contratantes, a vivir a expensas de los países en los que se instalaban. Es decir, vivieron a expensas de la ruina de los países; violaciones, confiscaciones, asesinatos, vejaciones... Ante esa situación de miseria y violencia creada contra ellos, los campesinos prefirieron ser soldados a ser las víctimas de esos ejércitos; y se dieron a vender su fuerza al servicio del primer ejército que les pagase, sin importarles la bandera. El resultado fue la creación de dos ejércitos sin patria recorriendo el territorio alemán bajo la obediencia de enemigos a cuál de ellos con un proyecto más fantástico de victoria y conquista; no ya los reyes, también los propios particulares se entregaron a la ensoñación de ser emperadores en sus propias parcelas. 

Bajo la tormenta que ella misma creó, Alemania vivió bajo el ojo del huracán de sangre sin temor de Dios y sin consciencia de que su sangría era la consecuencia de su propia lucha anticristiana contra la Europa Milenaria. Movida por el Espíritu de Rebelión contra la Civilización, fuerza constante de ese pueblo desde su entrada en la Historia bajo el nombre de los Bárbaros, y que permanecería activa hasta el Tercer Reich, una vez pasado el periodo de Paz de sesenta años que Europa disfrutara, con sus más y sus menos, el Espíritu Bárbaro inmortal alemán despertó de su silencio bajo la nueva forma del Espíritu de División, regresando el Alemán a lo que más le gustaba al Bárbaro, hacer la Guerra. Vuelve a levantar la Bandera Anti-Católica y llama a todas las naciones al campo de batalla. Lógicamente hubo una nueva serie de hechos, pero siempre parte integrante de la misma cadena de sucesos creadora del Espíritu de División Protestante.

A la altura del 1618, Felipe II era historia. Tras su muerte quedó asentada la Paz en Europa. Sea porque la evolución de Solimán el Magnífico presionase a la Casa de Austria para mantener un status quo protestante-católico en equilibrio, sea porque, como se llegase a sospechar, el propio Maximiliano II (1555-1576) fue protestante de corazón, el hecho fue que la mano tendida hacia el Protestantismo desequilibró esa balanza y le dio alas a una corriente fundamentalista interna que se mantuvo quieta a la espera de que ese equilibrio se rompiera.

Rodolfo II, sucesor de Maximiliano, del que se dijo que era un idiota, y a quien la Alquimia le apasionaba más que la política, pero menos que la corona, devoto de la astrología, sobre cuyo tema, tan profundamente científico, gustaba de hablar con Tycho Brahe, entre otros charlatanes, brujos, magos, titiriteros de la palabra e imbéciles de todos los colores; despreocupado aquel Rodolfo II, Emperador de las Necedades, de las labores del Gobierno en aquellos tiempos de pasiones silenciadas a la espera del momento de gritar la palabra de entre las palabras la más hermosa en la garganta de un pueblo bárbaro: GUERRA, los yihadistas protestantes aprovecharon la idiotez del emperador y su corte de necios para cerrar lazos entre ellos, y crear bajo cuerda una Liga entre Austria, Hungría y Bohemia, que debería hacer regresar al Dios de los Bosques Negros de su Tumba para, en su forma de Dios Oculto de Lutero y Dios Terror de Calvino, abiertamente expandir su estrella de destrucción por las naciones europeas al grito de Muerte al Catolicismo.

Rodolfo II el Necio favoreció esa causa. Su sucesor en el imperio y hermano, Matías, no pudo evitar lo que se preveía inevitable.

El imperio en su conjunto respiraba el fuego de la Guerra. Los Protestantes seguían soñando con el imperio universal luterano-calvinista, y aprovechándose de las circunstancias conquistaron para su causa los territorios de Aquisgrán y Donawerth, a la par que retaban al emperador a mantener sus privilegios en sus dominios.

La lucha por la sucesión de Cleves y de Juliers entre protestantes y católicos, y la deposición del Arzobispo de Colonia, en suma a otros estallidos locales, complicó la convivencia pacífica disfrutada durante los últimos sesenta años. El Imperio se dividió definitivamente en dos facciones conjuradas a muerte.

Enrique IV el Francés, el de París bien vale una Misa, amigo que era de los Protestantes, se disponía a echarle leña al fuego invadiendo Alemania cuando fue asesinado (1610). Digamos también que La Noche de San Bartolomé de 1572 y la Matanza de Protestantes en Francia fue un escándalo a nivel internacional europeo que puso a los Protestantes del Imperio en pie de guerra; lo que había pasado en Francia podía pasarle a ellos en cualquier momento; no se podía permitir que los Católicos recuperasen fuerzas. De aquí sus movimientos hacia una defensa armada capaz de pasar a la Ofensiva al menor grito de guerra de la Liga Protestante.

Matías (1612-19) con el imperio heredó sus conflictos internos. Conflictos que no supo atajar de raíz. De hecho un año antes de su muerte el grito de Guerra de la Liga Secreta Protestante llamó a filas a todos los Nuevos Santos.

Bohemia, lo que es hoy la República Checa, en protesta por la elección de Fernando II como rey (1618) se sublevó en defensa de su Religión. La orden del nuevo rey de parar la construcción en masa de templos protestantes desató la ira de los Nuevos Santos. El 23 de Mayo del 1618 los representantes de la aristocracia, galvanizados por el conde de Thurn, capturaron a dos gobernadores imperiales, Jaroslav Martinitz y Wilhelm Slavata, junto con su secretario Philip Fabricius, en el castillo de Hradcany, en Praga, y los arrojaron por las ventanas, a pesar de lo cual cayeron suavemente sobre un montón de estiércol que había en el foso del castillo. Slavata se desmayó, pero ninguno de ellos quedó herido de gravedad. Los bohemios pretendieron que era una costumbre antigua de su país arrojar por la ventana a los ministros prevaricadores. Levantaron tropas, y no queriendo reconocer por sucesor de Matías a Fernando II, “discípulo de los jesuitas”, le dieron la corona a Federico V, elector palatino, yerno del rey de Inglaterra, y sobrino del gobernador de Holanda.

Fue en este ambiente envenenado que todas las fuerzas de los Predestinados a ser el Verdugo de sus hermanos europeos, desde la Eternidad por el Dios de Oculto de Calvino y Lutero llamados a decapitar al Cuerpo de Cristo, convocaron un Sínodo tipo Niceano, en el que la Guerra Total fue coordinada, aunque escondida su naturaleza secreta de Mítin bajo la redacción de estos Artículos, cuya esencia, nacida del Espíritu de la División, descubren la sustancia anti-Jesucristiana que estaban expandiendo por Europa.

Jesucristo, hijo de Dios, el Modelo Divino a cuya Imagen y Semejanza el Hombre ha sido creado, fue repudiado definitivamente. La Enseñanza de Jesucristo fue despreciada y alzada sobre su Doctrina la Interpretación Subjetiva e Individual de la Biblia, que hace innecesaria incluso la Existencia de Dios.

La Fe sola, la Biblia, sola, el Hombre solo, esta fue la cadena evolutiva del pensamiento protestante que hizo imposible la Paz y arrastró a todos a la Guerra Total.

Y parece evidente que habiendo rechazado a Jesucristo como Modelo Espiritual, a cuya Imagen y Semejanza nace el Hombre, se rechazase a los Padres y Doctores de la Iglesia, cuyas manos, movidas por el Espíritu Santo, dejaron en escrito todo lo referente al Conocimiento Perfecto del Hijo de Dios y la Sabiduría de la Salvación. A ellos hubiesen debido los pueblos leer para resolver las dudas y esclarecer las obscuridades de los tiempos. Los Reformadores manipularon, usaron y aprovecharon el tardío invento de la Imprenta para expulsar de la Conciencia Cristiana a los Padres y Doctores de la Iglesia y ponerse ellos en su lugar. De manera que para cuando la Imprenta se generalizó y los libros Patrísticos pudieron ser de uso público las mentes de los pueblos ya estaban preformadas para el rechazo absoluto y total de todos los Padres y Doctores de la Iglesia, quienes abominando de la Guerra y del Fratricidio fueron condenados al Ostracismo Literario por los Apóstoles de la Guerra del Nuevo Evangelio Luterano, Anglicano, Calvinista.

El Sínodo de Dort fue el Desprecio Final al Espíritu Santo, su expulsión de la Conciencia de las naciones europeas. Todos debían acogerse a la Nueva Buena Nueva del Dios Terror que crea a Verdugos y a Víctimas, y ellos, los Protestantes, debían sentirse glorificados por haber sido Predestinados a ser ese: el Verdugo de sus hermanos, y no las víctimas.

Dios, como vemos en su Libro, habla muy poco. Tanto es así que el Milagro entre los milagros el más grande es el fenómeno de una Doctrina que apenas si cabe en diez páginas elevada al pináculo de la Sabiduría más Perfecta y Pura jamás dada. Todos los sabios y aspirantes a santos creadores de religiones y de iglesias, filósofos y científicos de todas las épocas, delante de este fenómeno se quedaron perplejos e incapaces de creer que este Milagro tenga soporte real eligieron darle la espalda. La Ignorancia se viste de muchos pellejos. El Soporte Material Real Universal de ese Milagro es la Iglesia Católica. Por esto no hay Salvación fuera de Ella.

Contrariamente a nuestro Creador y Maestro Divino, quienes le despreciaron y creyeron que podrían tejer una Doctrina infinitamente más perfecta y pura que la Suya, discapacitados para tener inteligencia echaron mano de la Biblia para suplir su demencia, y afirmando una Mentira la rodearon de docenas de frases lapidarias, en la creencia que en el mucho hablar está la gracia.

Por esto Cada Artículo de esta Confesión de Fe Anticatólica, que nace en el Seno del Delito contra la Humanidad, elevando a una Raza Superior hasta el Tercer Reich, que luego entre ellos se matarán hasta devorarse sus almas; extiende su Desgracia sobre puntos y puntos en los que atrapar en su Red de División a los Ignorantes.

Caín tiene que matar a Abel, es la Confesión de Fe que impone el Primer Artículo, y la Negación de Caín a hacerlo enciende la Ira de Dios y la Condena al Infierno contra el infiel.

Esta es la Conclusión del Artículo Primero de los Nuevos Santos Apóstoles del Nuevo Evangelio Luterano Calvinista. Tras los cinco puntos analizados el Confesor continúa con su manipulación anti-apostólica de los Textos del Espíritu Santo. Y aquí, y dado que la redundancia no beneficia sino a los Necios, y a fin de usar con ellos la Caridad cristiana que consiste en descubrirles la Mentira en la que han vivido por Terror a la Espada de sus Pastores pasaré al Segundo Artículo de este Manifiesto Yihadista llamando a todos los Fieles a la Guerra Santa contra la Fe Católica, Natural al Mundo Europeo desde hacía dieciséis siglos.

 

DE LA DOCTRINA DE LA MUERTE DE CRISTO Y DE LA REDENCION DE LOS HOMBRES POR ESTE

 

Dios es no sólo misericordioso en grado sumo, sino también justo en grado sumo. Y su justicia (como Él se ha revelado en Su Palabra) exige que nuestros pecados, cometidos contra Su majestad infinita, no sólo sean castigados con castigos temporales, sino también castigos eternos, tanto en el alma como en el cuerpo; castigos que nosotros no podemos eludir, a no sea que se satisfaga plenamente la justicia de Dios.

 

En este Artículo y sus puntos correspondientes el Confesor se acoge a la Doctrina de los Santos Católicos que forjaron la Teología de la Iglesia, política dialéctica que se observa en las otras Confesiones de aquellos tiempos, cuando tras imponer el Nuevo Evangelio cada una de las Confesiones enseguida se acoge al credo Católico por excelencia a fin de enmascarar el verdadero rostro detrás de sus Ofrendas, el rostro de ese Dios Oculto que movía los hilos para conducir a la Civilización Europea a su ruina.

Evidentemente a quien no tiene inteligencia, es analfabeto, nunca ha leído la Biblioteca de los Santos, esta acción vírica de extracción del Núcleo de la Verdad Católica para implantarlo en la Semilla Maligna de la División de las iglesias, por naturaleza de su discapacidad intelectual debía parecerle, e incluso debe parecerle, un fenómeno divino. El Hecho es que los pueblos en los que fue sembrada la Semilla Maligna de la División de las iglesias fueron pueblos analfabetos, pueblos que en su vida tuvieron una Biblia en sus manos y menos aún, como digo, acceso a la Biblioteca de los Santos. No digo esto para condenarlos, sino para comprenderlos. Es fácil manipular a quien no tiene conocimiento en la materia de la que se está tratando. Conscientes de este Hecho los Líderes de la Rebelión Protestante crearon sus propias biblias, y levantando a su alrededor “los Muros de la Biblia Sola” prohibieron el Acceso de esos pueblos, una vez la Imprenta generalizada, a la Biblioteca de los Santos Pares y Doctores de la Iglesia Católica precisamente por eso: porque fueron Católicos, y todos los Católicos fueron demonios, predestinados por Dios al Infierno.

No hay nada peor que un ignorante que hace Sabiduría de su Ignorancia. Hacerle entender que es un esclavo al servicio de unos amos que han venido su alma al diablo, y él es una de esas treinta monedas de plata, puede resultar agotador.

Sin embargo y aun buscando en el Credo Católico su legitimación teológica, el Confesor Dortiano no puede, dado su origen calvinista, darle la gloria de REDENTOR a Jesucristo, esa Gloria ante la que el Cielo entero lo proclama Digno del trono de Dios, y de aquí que en este siguiente punto trate a JESUCRISTO de MEDIADOR.

Mas, puesto que nosotros mismos no podemos satisfacer y librarnos de la ira de Dios, por esta razón, movido Él de misericordia infinita, nos ha dado a Su Hijo unigénito por MEDIADOR, el cual, a fin de satisfacer por nosotros, fue hecho pecado y maldición en la cruz por nosotros o en lugar nuestro.

En esta sentencia no sólo se desprecia la Gloria del Redentor Inmaculado, sino que dice que fue hecho Pecado y Maldición. Pues si “fue hecho” es que fue un Pecador, y si “fue hecho” Maldición es que fue un Maldito.

Evidentemente la fuente de quien así habla del Redentor Inmaculado sólo puede ser el Anticristo, la raíz de cuya Rebelión fue la Envidia de este Redentor, Inmaculado desde la Eternidad en razón del Espíritu de su Padre. Decir que los pecados hechos en Adán exigen ser castigados con castigos temporales, y también con castigos eternos, tanto en el alma como en el cuerpo, es un Insulto Absoluto y Una Ofensa Inmunda contra la Naturaleza de Dios Padre, Insulto y Ofensa que nos descubren la Absurda Sabiduría y Completa Ignorancia del Confesor Dortiano sobre el Conocimiento Verdadero del Hijo de Dios, que de haber leído a los Doctores y Padres de la Iglesia hubiera podido alcanzar y con esta realización haberse privado de verse ahora en ese cuadro de los que cometieron pecados contra Su majestad infinita.

Majestad Infinita que en los labios y las manos de este Confesor no tiene ningún significado y viene vacío de todo contexto espiritual. Porque parece más que evidente que la Ofensa contra Dios del ANTICRISTO no fue contra su Majestad sino contra su Amor de Padre. Creer que un padre humano pueda por una Ofensa de su hijo pequeño llegar a torturarlo hasta la muerte, no es únicamente patético, es además inhumano. Así que si nosotros, padres, siendo malos e imperfectos, ni en un momento de locura nos dejaríamos llevar por la ofensa de nuestro pequeño al extremo demoníaco de torturarlo por vida y rematar la crueldad con su muerte, ¿quién es este Confesor que ofende a Dios afirmando que Dios es ese Padre de crueldad infinita capaz de lo más terrible?

La respuesta es obvia, sólo quien cree que Dios es Terror y su fuente de inspiración es el Anticristo puede afirmar de la Paternidad Divina semejante blasfemia inmunda.

Jesucristo vino a mostrarnos en su Persona a ese Padre de Amor Infinito por sus hijos, viviendo con el Corazón atravesado por la Injusticia que está sufriendo su Creación, pero contra la que no puede hacer sino lo que hace mirando al Futuro de la Eternidad de todos sus hijos. Ese Amor entró tan adentro en el Mundo Apostólico que hizo de las lágrimas de dolor lágrimas de alegría, y del sufrimiento la raíz de todas las Virtudes del Hombre. El Amor a Dios superó al Temor de Dios; por el Amor el Temor se hizo perfecto. 

Este Confesor, como todos sus hermanos en la Nueva Buena Nueva, se quedó con el Temor en su forma de Terror y despreció el Amor “al Prójimo como a  mismo”. Desde el momento que el Protestantismo se hizo Calvinista ese Amor se hizo Odio, y hecho, el Cristiano se hizo Anticristiano.

Cuando se dice que Dios engendra a unos para el Cielo y a otros para el Infierno se está cometiendo un pecado contra la Majestad Infinita de Dios Padre e Hijo.

Todo lo que pueda decir de más este Confesor en defensa de este Articulo es darle orejas al Diablo mismo.

 

CONCLUSIÓN

 

El Sínodo de Dort, celebrado en el primer año de la Guerra de los Treinta Años no fue un Concilio Universal de la Iglesia, fue un Mitin Anticristiano en pro de la Continuación de la Guerra Anticatólica hasta la Victoria Total de las Fuerzas protestantes unidas en Liga Fratricida. El llamamiento era claro y firme: Todos los Protestantes tenían el Deber, siendo los Elegidos por Predestinación a la Vida Eternas de alzarse en Armas y Sacrificar sus Vidas a la Causa de la Destrucción de la Iglesia Católica, siendo el Martirio la Llave que les abriría la Puerta del Paraíso.

La Piedra ANGULAR DE ESTE SÍNODO fue el Dios Oculto de Lutero, quien se quitó la Máscara en Calvino y se mostró como Poder Infinito, frente al que nada ni nadie puede resistirse, y habiendo Decretado la Destrucción de la Fe Católica quien se resistiese al Martirio sería conocería Su Ira, y comprendería en el tormento de los infiernos lo que pasa cuando el Amor se Transfigura en Terror.

Todos los Artículos de este Confesión, enmascarados en una respuesta universal del Calvinismo Fundamentalista a la disidencia puntual arminiana, tenían por horizonte mantener viva la Declaración de Guerra Santa Protestante, llamando al Martirio a millones de campesinos y príncipes de todas las naciones de la Liga.

 

EPÍLOGO ESPECIAL

 

Luego visto que la Ignorancia fue la madre del cordero, hablando entre hermanos, y porque hubo Ignorancia hubo Redención, donde vemos que se cumple el dicho anterior, y pues que la Ignorancia sobre aquéllas cosas de las que el hijo de Dios dijo que si no se entendía de las cosas de la Tierra menos se iba a entender entonces las del Cielo, Razón por la que obedeciendo a su Padre mantuvo el Silencio sobre ambas cosas, las del Cielo y las de la Tierra, que Hoy ya estás escritas y descritas en LA HISTORIA DIVINA DE JESUICRISTO, y porque el Silencio de Dios, a raíz de la Caída se ha mantenido a pesar de su Amor, pero en razón de Su Sabiduría en pro de la Salvación Universal, en cuyos presupuestos no constaba la Vida del Hombre exclusivamente, sino la de toda su creación, y porque ese Silencio fue mantenido tanto por el Hijo como por el Espíritu Santo, vemos que el Mundo siguió moviéndose bajo la Ley del Árbol de la Ciencia del bien y del mal, cuyo fruto, la Guerra, han comido todas las naciones hasta nuestros días.

Se comprende que conociendo la Preocupación de su Padre por el Futuro de la Creación, nuestro Rey, Jesucristo, consciente de la perpetuación de ese Silencio hasta ese Día en que la Libertad de los hijos de Dios se despertaría en el Hombre, viese la División de las iglesias aún antes de que éstas se echasen a andar por la carretera de los siglos. Tanto en la Parábola de la Cizaña como en el de las Vírgenes vemos esa Preocupación Suya, sobre la cual no dejó de hablarle a sus Hermanos los Apóstoles fin de que sus Palabras llegasen a Sus siervos, los Obispos, y se mantuvieran alerta y vigilantes contra la Siembra de la Cizaña Maligna de la División. Sobre la cual, una vez Restaurado en su Gloria, le comunicó a su Hermano San Juan el Acontecimiento por Dios ordenado en el Primer Juicio contra el Mundo Antiguo y los Rebeldes, no de este Mundo, de Prisión y Liberación del Diablo; con esto dando a conocer que el Maligno una vez liberado comenzaría su Siembra de la división de las iglesias. Razón de más para estar atentos y vigilantes y no echarse a dormir en la gloria de los laureles de la Victoria sobre todos los enemigos que la Muere le suscitaría a la Iglesia Católica. 

Al comenzar el Segundo Milenio la Victoria de la Iglesia era absoluta. Nadie en la Civilización, exceptuando a la nación alemana se le ocurría levantarse contra el Obispado Católico y convertirlo en su Criado al servicio de su Imperio. Dios levantó a Gregorio VII para calmar las aguas. Pero esto no quita que el Cisma de Orientes e hubiese consumado y con él la Caída del Imperio que se separó de la Civilización Europea para seguir su camino y preferir vivir bajo el Yugo del Islam a compartir los males y los bienes con su hermana Católica. Y pues que eso eligieron los Griegos, eso tuvieron: la esclavitud bajo el Yugo del Islam.

EL Espíritu de Jesús es el espíritu de la Profecía. Está escrito. Aunque hubiesen pasado mil años y pasasen otros quinientos la Gran Siembra de la división de las iglesias por el Anticristo tendría lugar. A pesar de los pesares y sabiendo San Pedro que la Fe sin la el Conocimiento de todas las cosas se corrompe, como así ha sido y sea visto en las distintas etapas de la Noche de los Obispos, a la altura de principios del Siglo XVI esa corrupción volvió a manifestarse de una forma virulenta escandalosa, a la que, aunque clamaba al Cielo, y fueron muchos los santos y santas que pidieron la reformas de los Costumbres y Conductas, el Papado, los obispos y cardenales les hicieron oídos sordos.

Cierto que Savonarola fue demasiado lejos, pero nunca tan lejos como delante del Señor llegaron los crímenes de aquéllos contra los que su Voz se dejó oír. Los crímenes sin número que el Papado del Siglo XV puso a los pies de Dios justifican a Savonarola delante del Juez del Universo. El hombre nunca buscó la destrucción de la iglesia ni la renovación de la Doctrina, pues lo que Dios ha Escrito la sola idea de interpretarla a tenor de la mentalidad de los siglos es cosa del Anticristo. Dios dice y así se hace; Dios habla y todo el mundo escucha. Punto. Cualquier palabra que pretenda corregir a Dios es Rebelión; no porque si la Injusticia viniese de Dios: por Terror a Dios debiese el hombre doblar las rodillas, sino porque conociendo que Dios es Amor su Aliento es de Vida. Y la sola idea de hacer que ese Aliento pase por el filtro de la Interpretación es cosa del Maligno, y el Maligno es el Anticristo.

Nadie puede Juzgar a sus semejantes. El Juicio es cosa de Dios, y Dios lo ha puesto en las Manos de su Hijo para que siendo este Hijo el Origen de nuestro amor a Dios nos presentemos ante El con la confianza de quien teniendo en El a un Padre Maravilloso confiemos que su Juicio será de Bondad y Misericordia para un Mundo que entregado a la Ley dela Guerra desde su Infancia fue atrapado en las redes de la Muerte y conducido a su Destrucción por quien prefirió ser Príncipe de las Tinieblas a hijo de la Luz.

En su Amor por su Creación, el Creador y Padre de Jesucristo que no pudiendo romper su Silencio en razón de la Necesidad de la Muerte de su Cordero, quiso establecer un Día en el que ese Silencio cesaría y su Espíritu de Inteligencia se abriese a todas las iglesias y la Plenitud de las naciones, de manera que siendo absoluta la Siembra de la Cizaña, las Vírgenes tuviesen quien saliendo en su búsqueda, cargado del Aceite del Conocimiento de la verdad de todas las cosas, las del Cielo y las de la Tierra, se las ofreciese a las Necias para que no fuesen a comprar lo que se les daría gratis, y siguiendo a sus hermanas Prudentes todas entrasen en la Casa del Señor tas la cual cerradas la Puertas, el Anticristo no volvería entrar en sus pensamientos y mentes.

Ese Día ha nacido. Es la Obra Maravillosa de ese Dios que por Amor a su Creación sufrió en su Ser la Cruz de sus hijos.

Escrita LA HISTORIA DIVINADE JESUCRISTO y llamada las Necias a Prudencia con este CONTRA EL ANTICRISTO, ese Día se manifiesta para la Salvación de todas las iglesias y de la Plenitud de las naciones del Género Humano.

No mire el Lector, pues, que en el Celo por la verdad mis palabras hayan sido duras. El metal que choca con el metal en plena Batalla Final suena duro. NO podría ser de otra forma. No es la imperfección del hombre la que cuenta, sino el Amor de Dios que en la debilidad de su Creación se manifiesta para llama a todas las iglesias a la Unidad por el Anticristo rota.

MI esperanza es la esperanza de mi creador, que todas las iglesias hagan la Voluntad de , y la esperanza del Anticristo, que la División se consume en la Destrucción de la Casa del Señor en la Tierra. Esperanza demencial, La Palabra de Dios es todopoderosa: La iglesia que no obedezca permanecerá fuera en las tinieblas.

La virgen necia que no tome del Aceite que el hijo de su Señor le ofrece en nombre de Jesucristo se perderá en las tinieblas y dejará de ser en el siglo que viene y por los siglos de los siglos.

Por lo demás, yo tengo Palabra de mi Dios y Padre, y EL me ha dicho: “YO SOY LA RESPUESTA”, así que quien quiera saber si hablo según EL me ha dado a hablar o hablo de mí mismo que se dirija a EL y EL le responderá. El responde de su hijo. Yo sólo soy su Creación. En hacer su Voluntad está la Salvación de todos, pero también la de cada uno.

Pues más allá de lo que cada UNO SOMOS, TODOS SOMOS Ciudadanos de su Reino, no hay uno más ESPECIAL que otro ni otro más COMÚN, todos somos UNO, el HOMBRE. La Ley es la misma para todos.

Y esta Ley es la Palabra de Dios

“UNIFÍQUENSE TODAS LAS IGLESIAS EN UNA SOLA Y UNICA”