LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS |
TERCERA PARTE CREACION DE LA ESCALERA DE LOS ELEMENTOS NATURALES
CAPÍTULO 13
CREACIÓN DE LA ESCALERA DE LOS ELEMENTOS NATURALES
101. Pero sigamos. Creada la Luz (proceso que hemos descrito
siguiendo la línea del tiempo con la que Dios ha retado desde su
Génesis a la Ciencia de todos los tiempos, andando sobre cuya línea
hemos llegado a la Fusión de la Corteza Primaria y la Sublimación
de la Atmósfera Primigenia resultante, fábrica donde Dios produjo
el Manto de hielos que durante la Mañana del Primer Día cubrió la
esfericidad del planeta Tierra, y sin juzgar los procesos mecánicos
dada la naturalidad del tema: Fusión de la Corteza Primera y Sublimación
de la Atmósfera Primigenia), dejamos el asunto de la Revelación
un tanto en al aire hasta que la ocasión nos permitiera volver a
poner los pies en el suelo.
102. Y sin entrar en más detalles regresamos al Texto,
leyendo cuyas letras convenimos en que la definición de la Palabra
Creadora, por cuya identidad abandona el país de las metáforas,
hipérboles, mitos y demás entes de leyenda, hizo de “la Luz” una
Llave de Champolión, haciendo uso de la
cual se interpreta la Revelación, contra toda opinión, teológica
o científica suscrita hasta Hoy, diciendo que Dios separó la Tierra
de su región de origen y la introdujo en los Cielos, conclusión
que se infiere del Texto: “y vio Dios ser buena la Luz, y la separó
de las Tinieblas”, declaración que a la luz de esta Interpretación
me lleva a admirar el valor que le echó el autor Humano cuando se
atrevió, sin ciencia, a confesar tal declaración de separación Luz-Tinieblas
por la mano del mismo Dios que creara la Tierra y los Cielos. Ignorancia
de Moisés en donde precisamente radica la Sabiduría de quien le
dictara el Texto y por su silencio su Escriba devino el hombre más
sabio de su tiempo. En un apartado dedicado a la Ignorancia de Moisés
en tanto que Escriba de Dios, volveremos al tema de la Omnisciencia
del Señor que le dictara el Relato de la Creación del Universo.
Como no podía ser de otro modo. ¿O acaso para nosotros no empezó
todo cuando fue creada la Tierra?
103. Ya sabemos que dicen por ahí que la verdadera historia
del Hombre se remonta incluso antes de la existencia de la Tierra.
Ahora bien, ni la existencia del Hombre es trascendental para el
Cosmos ni el conocimiento de la estructura de las galaxias es vital
para la existencia del Hombre. De manera que si el Hombre no existiera
el Cosmos seguiría estando donde está, haciendo su camino, y si
el Hombre no conociera la estructura del Cosmos tampoco por ello
dejaría de ser el Hombre lo que es. Esto no quiere decir que la
importancia del Conocimiento del Universo no sea de un valor existencial
específico para nosotros; y sí dejar claro que el conocimiento que
es de trascendencia vital para el Hombre en cuanto Ser es el Conocimiento
de Dios; y pues que en Dios viene el Creador, la Ciencia de la Creación
viene en el lote, por hablar con alegría en el cuerpo.
104. Se cuestionará alguno por qué entonces Dios ha mantenido
en el Silencio la Memoria de la Creación de la Tierra y los Cielos,
separando el Creador en Dios del Señor. Postura que mantuvo Dios
en Cristo, manteniendo la Fe y la Inteligencia a la manera de dos
brazos unidos a un mismo cuerpo, nacidos para obedecer la misma
Voluntad, pero el movimiento de cada brazo sujeto al pensamiento
de la cabeza, bajo cuyos impulsos el cuerpo entero se mueve. Y yo
responderé esta sencilla cuestión afirmando que así ha sido en verdad.
A la par que negaré que desde el principio Dios hubiera dispuesto
el Conocimiento del Creador en Él siguiendo esta pauta de crecimiento
bajo las condiciones de la Ciencia del Bien y del Mal. Pasó lo que
pasó y ya no hay remedio. Y porque pasó, la Formación de la Inteligencia a Imagen y Semejanza de la de nuestro Creador experimentó sobre
la marcha un contratiempo, que obligó a Dios, en efecto, a anteponer
al Conocimiento de la Ciencia de la Creación el Conocimiento del
árbol de la ciencia del Bien y del Mal, cuyo fruto, como sabemos,
es la Guerra.
105. Yo no sé si quien lee estas líneas ha cogido las
leyes de esa Ciencia. Por mi parte creo que la estructura de dicha
Fruta está asumida y, desde el conocimiento que viene de la experiencia
puedo escribir lo que con el conocimiento que viene de la teoría
tomaba forma en la lengua del Primer Hombre, a saber, “Maldito todo
el que coma de ese fruto, y maldito el que dé a comer del fruto
del Árbol de la ciencia del Bien y del Mal”. Confesión final que
me trae de vuelta al punto desde el que iniciamos esta pequeña travesía,
hablando de la Separación de la Luz que Dios realizara una vez que
la creara en las Tinieblas. Escribiendo sobre lo cual dije que mientras
la Ignorancia tuvo su Ley la imposibilidad para entrar en su Contenido
llevó a unos, teólogos, y a otros, científicos, a devolverle a Dios
su Génesis envuelto en el papel de las metáforas y los mitos. Pero
que una vez traducida la Luz por el Manto de Hielos que al término
del Día Primero cubriera la superficie de la Tierra, Manto de hielos
producido por la Sublimación de la Atmósfera Primigenia surgida
de la Fusión de la Corteza Primaria, ya no nos queda más que meterle
fuego al papel de la Tradición Teológica y la Cosmología del Siglo
XX, soplar sobre las cenizas, despejar la mesa y volver a trabajar
partiendo de la Información que en su Libro Dios nos brinda. Puede
que vuelva a este asunto en otra sección, y puede que ya lo haya
hecho en una anterior. No importa. Y no lo digo porque yo sea de
los que creen que una verdad es más o menos verdad según el número
de veces que el martillo caiga sobre la cabeza del tonto de turno.
Lo digo pensando en que la vida es un pensamiento que se hace a
sí mismo partiendo de unas raíces universales, y no porque se tenga
un sueño muchas veces adquiere ese sueño más sentido ni porque se
deje de soñar el cuerpo va a perder el beneficio que le proporciona
el descanso de la noche. ¡Para nada!
106. Pues que la intrascendencia del hombre para el Cosmos
es un hecho, la Verdad existe en sí misma, aunque no exista nadie
en el Universo. Yo puedo dejar de existir ahora mismo pero la verdad
estuvo antes que yo y permanecerá sin mí.
107. En cuanto a mi manía de volver sobre un punto de
restauración, que puede ser hoy uno y mañana otro, se debe más a
la necesidad de mantener un punto de referencia común entre escritor
y lector. Por inercia el ensayista tiende a perderse en su pensamiento
y el lector a agarrarse a una idea concreta. Y siendo el caso que
nos ocupa de tal complejidad, por mucho que yo quiera pasarle el
paño de la sencillez el hecho es que mandar la Cosmología y Teología,
tocando su postura frente al Génesis de Moisés, fuera de la mesa
de trabajo sobre cuya superficie el espíritu de Inteligencia de
Dios se está moviendo en este Siglo XXI, presupone un acto más emparentado
con el arte que con la ciencia, suponiendo que escribir sea un arte,
y sea arte darle expresión al pensamiento; algo con lo que personalmente
sí asiento, y deduzco de los filósofos y héroes de las revoluciones
del segundo milenio, los primeros afinando sus plumas con el arte
del polemista y los segundos sus espadas con el arte de los filósofos.
Las dos veces que este matrimonio parió trajo al mundo dos Acontecimientos
para la eternidad: la Revolución Francesa y la Revolución Rusa.
108. El problema, pues, no está en la Palabra sino en
el uso del arte de su ciencia. En este caso la Verdad, no el Poder,
es el Principio y el Fin. Y de aquí que siendo el hombre intrascendente
y la Verdad eterna la opinión humana sea polvo sobre la mesa. Cuya
superficie hemos despejado con objeto de situar la Tierra en su
sitio durante el Día en que Dios creara la Luz, y una vez creada:
“la separó de las Tinieblas”.
109. Volviendo pues al punto de restauración, diré que
cualquiera que tenga dos ojos en la cara ve que, creada la Luz en
las Tinieblas, la Tierra, siendo la Luz el Manto de Hielos que al
término del Día Primero cubriera su superficie, la Tierra se hallaba
en las Tinieblas. De cuya Región la separó Dios una vez creada la
Luz, o sea, el Manto de Hielos que cubrió la esfericidad de la Tierra
al término del Día Primero, según desde hace tres mil quinientos
años está escrito: “y vio Dios ser buena la luz, y la separó de
las Tinieblas”. Si la separó es porque estaba allí. Y si después
creó Dios las estrellas para separar la Luz de las Tinieblas, como
se puede leer en el Día Cuarto: “Hizo Dios los dos grandes luminares,
el mayor para presidir el día, y el menor para presidir la noche,
y las estrellas; y los puso en el firmamento de los cielos para
alumbrar la tierra, y presidir el día y la noche, y separar la Luz
de las Tinieblas”.
110. Entonces, traduciendo en esta Línea del Jeroglífico
de Moisés “Luz” por “Manto de Hielos”, tenemos que la Tierra se
hallaba en una Región exterior a los Cielos. Traducción despampanante
y asombrosa que de no ser porque es Dios quien la suscribe y su
Escriba quien la escribe con la Vara de mando de la que se sirviera
para separar las aguas del Mar Rojo, nuestra inteligencia se dispararía
al mundo de los extraterrestres y donde pongo C-de Cosmología tendría que poner F-de fantasía. Esto sentado,
porque sentarse se lo merece, y pues que ya está abierta la puerta,
entremos.
111. Cómo produjo Dios este cambio de una región del
Espacio General a la región donde se halla en la actualidad, sobre
este particular no dijo nada el autor. Tampoco dijo nada sobre la
naturaleza específica de la región de origen donde creara Dios la
Tierra. Ni en este momento tampoco yo voy a entrar en más detalles.
Cuando le convenga a esta Cosmología ya correremos el velo. Bastante
hay por ahora con aceptar que Dios creara la Tierra fuera de nuestros
Cielos, más allá de las constelaciones de nuestra galaxia, en el
Abismo cubierto por las Tinieblas.
112. De hecho, volviendo al tema de la Formación de la
Corteza Secundaria y la Sublimación de la Atmósfera Primigenia,
que la Tierra se hallase en una región sujeta al cero absoluto fue
el acelerador del que se sirviera Dios para crear el Manto de Hielo.
Vemos cómo estando Marte a más distancia su atmósfera no pasó por
aquel proceso de sublimación por el que pasó la Tierra. La singularidad
que la Biosfera abre entre los planetas habla de la existencia de
un período geohistórico especial, que,
por muy increíble que nos parezca, desde la Revelación se descubre
al declarar Dios que la singularidad de la Biosfera obedece y es
la respuesta a la región de origen donde la creara. Afirmación espontánea
que nos conduce inmediatamente al problema del Poder del Creador
del Universo. Ya que, si intelectualmente hablando el proceso de
creación de la Biosfera descubre en la secuencia expuesta su naturaleza
científica, la objeción invencible tiene que ver con la Naturaleza
de ese Ser que no sólo piensa cómo hacer las cosas, sino que además
tiene Poder Infinito para llevarlas a cabo.
113. No sé si lo he dicho, pero si no lo digo ahora:
el Poder sin la Inteligencia no satisface la necesidad que la transformación
de la Realidad exige; y viceversa, la Inteligencia sin el Poder
se queda en sueños, en fantasía, en respuestas que se lleva el viento.
En este caso, conociendo por la Teología a Dios y por la Ciencia
al Universo lo único que tenemos que hacer nosotros es fundirlas
en una Nueva Ciencia, la Ciencia de la Creación, y seguir sus leyes
y sus principios. En este caso, sabiendo Dios que exponiendo una
Atmósfera a una región sujeta al cero absoluto su volumen se sublimaría
y daría lugar a la creación de un Bloque de Hielo, y pudiendo hacerlo,
lo hizo. Y llamó Luz al Manto de Hielo.
114. Pero la integración de la Tierra en los Cielos la
preparó Dios antes de abrir su boca y originar la secuencia creadora
de la Luz. No fue cuestión de suerte que Dios encontrara un sistema
estelar de características planetarias compatibles con la Tierra.
Antes de sumergirse en el océano de las constelaciones lácteas Dios
sabía lo que iba buscando, dónde se encontraba lo que iba buscando
y cuáles eran las características del Sistema Solar que estaba buscando.
Y lo sabía porque Él mismo formó su estructura planetaria con vistas
a no activar un rechazo hacia la integración de la Tierra en el
edificio solar.
115. El Génesis parte de una plataforma previa, la Tierra
y los Cielos ya estaban creados, y sobre su superficie nos hemos
lanzado a navegar. Podríamos haber empezado este viaje sumergiéndonos
en las profundidades del Tiempo, pero he preferido seguir la ruta
diseñada por Dios de antemano, entre otras cosas, porque Él conoce
mejor que uno el terreno. En su momento romperé una lanza en el
intento de recrear la Creación del Sistema Solar. Hasta que el momento
llegue debemos poner sobre la mesa las leyes básicas necesarias
para el entendimiento de una secuencia sistemológica de tanto interés para nosotros.
116. Así pues, la integración de la Tierra en el Sistema
Solar, por muy natural que le parezca a quien asocia la Divinidad
con el poder de abrir la boca y tenerlo todo hecho, implicaba la
resolución de un mar de ecuaciones complejas, repleto de incógnitas
y factores a tener en cuenta. Como cualquier otro sistema del Universo,
el cuerpo solar no puede aceptar la integración de un nuevo elemento
sin experimentar él mismo una transformación de estado. Pensando
en esta sencilla regla universal de integración de cuerpos astrofísicos
en sistemas complejos, Dios se aseguró la imposibilidad del rechazo
o la perturbación destructiva del Sistema Solar en respuesta a la
integración de la Tierra en su estructura creando Sol, Tierra y
Luna con un mismo Origen en el espacio y el Tiempo.
117. Una vez creados el Sol y los planetas con sus lunas
y sus anillos, Dios procedió al aislamiento de la Tierra, raíz de
la Confusión a la que se refiere el Texto, para, después de crear
la Luz -como ya hemos visto- volver a unir Tierra y Sol, momento
alrededor del cual estamos gravitando en esta sección. Esta integración
tenía un camino. Y en el camino la capa de Hielos había de iniciar
su ruta particular hacia su transformación en Aire y Agua. Describir
esta ruta es la meta que nos vamos a proponer en la próxima sección.
118. Y, en fin, la consecuencia del lanzamiento de la
Tierra sobre la pista boreal (puerta por la que entró la Tierra
en el campo eléctrico del Sol) se dejó sentir sobre la superficie
del Manto de hielo. El hecho de acceder la Tierra a su órbita biosférica por esta ruta boreal tenía causas más complejas que la que aquí
nos interesa manejar. Por ahora entremos en la fusión del Manto
de Hielo y las consecuencias físicas de su aceleración al punto
crítico máximo sobre el tiempo de duración de su proceso. Elevación
instantánea buscada por Dios al darle a la Tierra por acceso la
pista boreal.
119. Lo cierto es que introduciendo la Tierra por la
pista boreal lo que Dios conseguía era acelerar a la máxima velocidad
permitida el proceso de descongelación del Manto de Hielo, así como
hacer lo mismo con la consiguiente evaporación del producto resultante.
El juego de fuerzas sobre el que la fusión del Manto de Hielo se
aceleró a su máximo posible combina las fuerzas clásicas con las
revolucionarias, y pare esa escurridiza cosmología cuántica en el
origen de todos los procesos de creación de materia astrofísica
y de energías electromagnéticas. Mayor se fue haciendo el acercamiento
Tierra-Sol, menor la distancia Sol-Tierra, más intenso fue el proceso
de descongelación del Manto de Hielo. La rapidez del movimiento aproximatorio es la que nos lleva a hablar
de sublimación. En este sentido la sublimación del Manto de Hielo
fue una evaporación directa. Que, mirando a comprenderla lo más
llanamente posible, podemos compararla a la aplicación de un hierro
candente sobre la superficie de una barra de hielo. El Sol hizo
de barra de hierro al rojo vivo en la mano de Dios y la Tierra de
barra de hielo. No hablo figuradamente al decir que de haber continuado
Dios aplicando indefinidamente el hierro la masa total de la capa
de hielos se hubiera transformado en atmósfera. Al menos es la impresión
que nos crea la extensión hasta el infinito del tema. Yo diría que
simple apariencia y nada más. Apariencia que nos invita a dar otro
paso adelante. Y asegurar que la estabilidad del universo en general,
y de nuestro Sistema en especial, se basa en dos pilares básicos.
El primero ya lo hemos visto, es la transformación de la energía
en nuevas formas de energía. El segundo es la naturaleza electrodinámica
de la materia cósmica fundamental.
CAPÍTULO 14
SEGUNDA LEY DEL COMPORTAMIENTO DEL UNIVERSO
|
LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS |