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LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS

 

PRIMERA PARTE

CREACION DE LA LUZ DEL GÉNESIS

 

CAPÍTULO 3

CREACIÓN DE LA TIERRA

 

27. La Información bíblica nos planta sobre una plataforma geológica específica. En concreto, la Revelación extiende a nuestros pies un período geohistórico. Si desde su Información (“la Tierra estaba vacía”) miramos alrededor, y borramos de la superficie del Globo todos los elementos clásicos de la Naturaleza: atmósfera, continentes, océanos y casquetes polares; ¿qué es lo que nos queda? ¡Nos queda un planeta vacío el día antes del Nacimiento de su Biosfera! Mas el punto hacia el que la inteligencia ha sido puesta en marcha se centra en la búsqueda de la respuesta tras la cual se perdieron tantos esfuerzos. Quiero decir: partiendo de un planeta de esas características geológicas, con una corteza primaria carente de cualquier elemento natural con el que empezar a hacer algo, la imagen más cercana a su estado primario la visión de la superficie de la Luna, partiendo de este estado primario la pregunta es: ¿Cómo se las arregló Dios para crear la Biosfera? Esta sería la forma antigua de enfocar el tema. Pero hay otra.

 

28. Enfoquemos el tema desde una perspectiva nueva. ¿Por qué no nos hacemos a nosotros mismos la pregunta? A saber: ¿Qué serie de procesos físicos tendríamos que desencadenar, controlar y dirigir para trabajando con una plataforma geológica en dicho estado de vacuidad poder crear la Biosfera?

¡Ver para creer! En el futuro veremos con los ojos de la cara a Dios en acción, y nos maravillaremos contemplando cómo hace Dios sus Obras. Hablando sobre las cuales su Hijo, mientras nos lanzó una Invitación a asistir al Espectáculo de la Creación, nos maravilla diciéndonos “que su Padre hará Obras más grandes que ésta”. De lo cual también entendemos que esa Invitación fue la Causa de la Participación de los hijos de Dios en esta Obra, la Creación de nuestros Cielos y de nuestra Tierra; Invitación que llegó a su felicidad suprema cuando llamando a sus hijos los hizo partícipes de nuestra Formación, y diciendo “Hagamos al Hombre nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”, la Invitación fue abierta a la Participación en el Acto Creador. Dicho lo cual, y para no perdernos en caminos paralelos, y pues que el Origen de nuestro Universo no puede ser visto por nosotros sino con los ojos de la Inteligencia, será con estos ojos de la inteligencia que vamos a ver cómo Dios creó la Luz, y todas las cosas.

 

29. Ni que decirse tiene que la recuperación para la Memoria de la Humanidad de una Realidad Histórica a la que se le negó al Género Humano el acceso, por lógica ha de chocar con los sistemas cosmológicos que, para llenar ese vacío, el Mundo Moderno se creó. Irrelevantes los detalles sobre los orígenes de los sistemas cosmológicos del siglo XX, a los que para darles mayor veracidad virtual se les asignó el tiempo incluso en nanosegundos, la entrada en juego del verdadero sistema histórico en el origen del Universo tiene que noquear la inteligencia de todos aquellos cuyo pensamiento está anclado aun en el océano bajo cuyas aguas murió el Mundo Moderno. Por mi parte, acostumbrado a navegar libremente por el Conocimiento de las Memorias del Universo, siempre corro el peligro de avanzar a más velocidad de la que el lector pueda seguirme. Confío en poder superar este problema. Al menos yo así lo espero. La plataforma geohistórica de la que vamos a partir la he dibujado. Al alba del Primer Día del Génesis la Tierra estaba vacía, desnuda, sin Biosfera, ni océanos, ni continentes, ni atmósfera, ni casquetes polares. Ninguno de los elementos naturales vestía la desnudez de la Tierra el día después de su nacimiento.

 

30. De hecho, Dios creó la Tierra en las Tinieblas, pues el Autor escribe que una vez creada la Luz, Dios separó la Luz de las Tinieblas; y luego dice, que “creó Dios las estrellas para separar la Luz de las Tinieblas”. De aquí la pregunta: ¿Dónde quedaban, y quedan, esas Tinieblas “que cubrían la Haz del Abismo” entre las cuales Dios creó la Luz? Esta cuestión recibirá a su tiempo su debida respuesta. De lo que se lee se ve, así, a ojo de águila, que dondequiera que se hallasen esas Tinieblas entre las que creó Dios la Luz, en su Origen la Tierra no fue creada en el seno de las estrellas de nuestros Cielos. Afirmación temprana avanzando sobre alas de aurora, pero que se la verá cubriendo el firmamento del Siglo con la potencia del Sol apartando la Noche del Día. Basta coger papel y lápiz, animar la información partiendo del Principio, relacionar Luz con Tierra y hallarse con una imagen revolucionaria en la plenitud de su grandeza.

 

31. En verdad mi trabajo en esta Introducción consistirá en hacer dicha Relación, integrarla en la Historia de la Tierra y, partiendo de este cuadro, abrir la Puerta de la Luz de la Inteligencia a todas las ciencias. ¡¿Hay algo más natural que conocer de dónde venimos?!

Por lo pronto, una vez sobre el papel situado el Mar de las estrellas de nuestros Cielos entre la Luz y las Tinieblas, la Admiración no sólo se despierta, sino que nos abre los ojos a un Escenario Creador rayano en la incredulidad: “¿La Tierra fue creada al otro lado del Mar de las estrellas de nuestros Cielos?”.

Pero dejemos que la Luz nos despierte, nos abra los ojos, y la “potencia” ahogada, creada para devenir “acto”, esta Vocación de una Inteligencia nacida para crecer en la Omnisciencia natural a su Creador, realice esa Naturaleza tan nuestra, por culpa de una Rebelión ahogada en el abismo de la Ignorancia, madre de todas los Crímenes, entre cuyos ríos de sangre la Madre Tierra se siente morir de vergüenza y tristeza ante los ojos del Cielo. Por ella levanto yo mi alma del polvo, y quiera Dios hacer de nuestras lágrimas de horror, ante un odio que no cesa, ríos de alegría que jamás se sequen .

 

32. En lo que a la inteligencia de la Creación se refiere ¡qué padre no les descubrirá a sus hijos sus más íntimos secretos! Creada fue la Tierra allá, en las Tinieblas, al otro lado de las estrellas del Firmamento. Sí, ¿ pero por qué ?

Desde la distancia vista, en su Origen la Tierra dibujaba en el espacio un planeta con toda la cara de un satélite, tipo Luna, sólo que muchas veces más grande.

Planeta “vacío” sobre ese Abismo cuya Haz estaba cubierta por las Tinieblas, ¡¡cómo no sentirse confusa?! ¿La creó su Dios para abandonarla en las Tinieblas? ¿Dónde estaba ese esposo estelar que le había dado su Creador para ser ella su esposa celestial? Desde su nacimiento Tierra y Sol habían sido prometidos en matrimonio perpetuo; de su abrazo, la Vida a Imagen de Dios emergería para alegría de todas las estrellas.

Separada de sus hermanos los planetas, abandonada en las Tinieblas que cubren la Haz del Abismo al otro lado del Mundo de las estrellas, la Muerte rodeándola, su futuro pendiendo de un hilo bajo un puente de piedra, ¡cómo no sentir la Confusión rajando el alma!

 

33. ¿Promete Dios aleluyas que enloquecen de alegría y una vez consumado el nacimiento le da la espalda a su criatura, la entrega a su destrucción, y vamos a otra cosa? Ay, el corazón de la Tierra, ese corazón tierno en su esperanza más fuerte que el rayo y la tormenta, entregado a la soledad perpetua que precede a la desintegración de la consciencia y de la razón. “Ay, mi alma, que se me parte en pedazos ante la indiferencia de mi Creador”, llora descompuesta la Madre que nunca parió, y en su Confusión siente creer que nunca parirá. Se anunció la boda, se la eligió una dama de honor, bella como sola ella, esa Luna que espera en silencio con su ramo de flores la llegada de su señora y reina, y al poco se vio la Tierra abandonada en las Tinieblas....

 

34. “Vacía y confusa”, abandonada en las Tinieblas al otro lado del mundo de las estrellas, la Tierra se encoge, brazos alrededor de rodillas, esperando la Muerte. Ya la rodea. Ya se deja caer sin fuerzas. El sueño que todo lo cura, arrojándola de la Creación como piedra que se rompió al golpe del escultor, se la llevará al polvo del que la sacó su Creador. La Tierra respira sin aliento. Se tumba alrededor de la última chispa de calor. Es la Sabiduría que abrazándola la cubre con una manta, y al oído le susurra palabras de confianza y amor: “Aguanta, hija mía, ya llega tu Creador”. Este era el escenario; y esta será la plataforma desde la que empezaremos a subir la escalera de los elementos naturales.

 

 

CAPÍTULO 4

CREACIÓN DE LA BIOSFERA

 

 

 

 

LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS