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LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS

 

PRIMERA PARTE

CREACION DE LA LUZ DEL GÉNESIS

 

CAPÍTULO 2

AL PRINCIPIO CREÓ DIOS…

 

17. Entramos de lleno en el tema estrella de este libro: la Creación de nuestro Universo. Y, para empezar, pues no podía ser de otra manera, he elegido la Revelación Bíblica como camino al descubrimiento del Origen y Constitución de nuestros Cielos y de nuestra Tierra. Por el mero hecho de haberse apartado el pensamiento científico de la Revelación el derecho a fabricarse un Universo a la medida de cada cual no queda, para nada, legitimado. La legitimación de los modelos de universo, “siempre y cuando en su construcción se use como ladrillos las ciencias de los números”, no es sino una forma sutil de reconocer en privado, sin afirmarlo en público, la incapacidad de la Ciencia para desatarle a Dios, Origen de todas las Ciencias, la correa de sus sandalias. ¿Pero acaso podía ser de otra forma? Nacidos, como quien dice, Ayer, ¿pretendemos negar a Dios para que nuestro orgullo se salva de la quiebra?

 

18. Curiosamente la Teología, contagiada por el atrevimiento del Ateísmo Científico, cayó engañada por la impostura de la Cosmología del Siglo XX; y, participando de la imposibilidad para acceder al Pensamiento de Dios, vino a hacerle creer a la Iglesia que el Relato Creacional del Génesis no es sino otra metáfora sin contenido científico alguno; y que el único objetivo de la Revelación del Génesis consiste en relacionar la experiencia del Universo con la Idea de un Creador Divino. Así pues, de aquí a promover un constante aggiornamento del Texto adaptándolo a la mentalidad e inteligencia de los siglos, ¡¿qué?! Al orgullo de la intelligentzia le será siempre más útil negar su incapacidad para ponerse a la altura del Dios Creador del Cosmos, que la admisión de la imposibilidad de ponerse a la altura de la suela de los zapatos del Creador de tanta maravilla como adorna el Vestido de nuestro Universo.

 

19. Unos por una razón y los otros por la otra, el hecho es que al entrar en el terreno de la Omnisciencia Creadora todos lo hacemos como quien pisa territorio virgen. Que los unos y los otros, los unos nieguen la existencia de un Dios Creador del Universo y del Cosmos, y los otros afirmen la imposibilidad para entrar en Palabra Creadora mediante el artilugio teológico de ser el Relato una Metáfora.

Más allá de las creencias y opiniones de unos y otros, el Relato de la Creación del Universo ha cumplido su función histórica de introducir el Hombre a su Creador.

En la Mano de Dios el Derecho a la Intervención en su propia Creación, la Revelación fue dada para descubrir la vanidad de toda inteligencia natural.  Pero pues que Dios no se gloría en reírse de sus criaturas, máxime cuando se ha unido a su Creación en tanto que Padre, y siendo la Sabiduría lo contrario de la Ignorancia, en el cuerpo literario de la Revelación venía sellada la Promesa Todopoderosa del Acceso, en el espíritu de la Fe, de la Inteligencia del Hombre a la Omnisciencia Creadora Divina.

Alegría entonces, y dejemos que el río de los siglos arrastre al mar del Pasado los argumentos que nacieron para enmascarar el fracaso de todos: científicos y teólogos, para abrir la Puerta, entrar y ver.

 

20. Dicho esto, en mente el Pensamiento de Dios, el Texto Original del Génesis dice que:

 “la Tierra estaba … ¡confusa!”.

“Al principio la Tierra estaba confusa y vacía”, es la frase completa.

En la inmensa mayoría de las traducciones del original bíblico, especialmente desde los días de la Rebelión de Lutero y Calvino contra la Unidad de la Iglesia Universal fundada por el Señor Jesús, Rey Dios Hijo Unigénito, quien con su Poderoso Verbo trajo a existencia la Luz, el Firmamento y toda vida con la que fue preñada por su Creador la Madre Tierra, las palabras: “La Tierra estaba confusa y vacía”, no son exactamente las mismas. Y se comprende. Los propios traductores modernos se encontraron atrapados en la razón científica y, para evitarles a sus lectores “la confusión”, prefirieron adaptar la Palabra de Dios a la mente de los tiempos. Aquí, con total independencia de los complejos y prejuicios de los tiempos y sus adaptaciones, pues que considero que Dios es Eterno, he preferido mantener el Texto original y trabajar a partir de su información. “Al principio creó Dios los Cielos y la Tierra. La Tierra estaba confusa y vacía…”.

 

21. Ahora bien, que la Tierra haya vivido un período geohistórico caracterizado por una vacuidad planetaria (en lo que se refiere a la Biosfera) es un dato tan elemental y evidente como que nacemos desnudos. Desde la óptica de la geología clásica no se habla de un período histórico de vacuidad cortesaria al estilo que nos lo presenta el autor del Génesis. Pero si nosotros debiéramos atenernos al criterio de la Geohistoria moderna tampoco sería correcto hablar de una vacuidad para la superficie de la Tierra a imagen y semejanza de la que vemos en la superficie de la Luna. Y precisamente de este tipo de vacuidad cortesaria es de la que nos habla el Autor de la Revelación.

 

22. La Luna, por ejemplo; hablando de la Luna sí podemos decir y decimos “que está vacía”. Por razones evidentes. En la Luna no hay plantas; la Luna no tiene atmósfera; la Luna no tiene océanos; la Luna no tiene nada sobre su Corteza Externa en razón de cuyas propiedades nos podamos permitir el lujo de afirmar que la Luna tuvo, o está en camino de tener, una Biosfera. De la Corteza de la Luna, en especial, aparte de no ser más que un interminable desierto que por no tener no tiene siquiera restos de alguna civilización perdida en los pliegues de uno de esos cataclismos asimovianos que tanto les gustaba a los lectores del siglo XX; y de la Luna, en general, sí podemos afirmar y afirmamos que “la Luna está vacía”. Sin atmósfera, sin océanos, sin continentes, sin vida de ninguna clase, ni vegetal ni animal, la Luna está Hoy tan vacía como Ayer lo estuvo la Tierra antes de abrir el Hijo de Dios su boca y decir: “Haya Luz”.

 

23. No hay necesidad de insistir, y volver a insistir en la imagen geohistórica desde cuyo cuadro el Verbo, abriendo su Boca, con su Todopoderosa Palabra vistió la Desnudez de la Madre Tierra con el Manto de Hielos que Él llamó “la Luz”. Cuando, pues, el Autor Divino nos Revela de la Tierra que “al Principio estuvo vacía”, la foto científica que nos quiere transmitir y nos hace llegar su Creador, Dios Padre, es ésta, la de una Luna supergigante llamada La Tierra. Y sería a este Planeta en su Infancia, “desnudo” y expuesto a su destrucción, que Dios Hijo se acercó, para maravilla de todos los hijos de Dios, “no de esta Creación”, y abriendo su Boca dio Comienzo a la Creación del Género Humano.

 

24. Así pues, y para ir abriendo horizontes, la escalera de los elementos naturales que el Génesis nos invita a escalar nos planta delante de una Tierra sin océanos, sin atmósfera, sin continentes, sin casquetes polares, sin plantas, sin animales, sin aves ni peces. En una palabra, sin Biosfera. Y desde esta retrospectiva, con toda la tranquilidad del mundo, un hombre de hace 35 siglos le preguntaba a todos los sabios de todos los tiempos y lugares, nacidos y por nacer:

Señoras y señores, partiendo de aquel planeta vacío, tan vacío como la superficie de la Luna: ¿cómo creó Dios el agua, el hielo, el aire, la tierra, el fuego? Es decir, los océanos, los continentes, la atmósfera, los casquetes polares, las plantas, las aves, los peces y toda vida.

Desde entonces la pregunta del Autor de la Revelación ha estado pendiendo sobre la inteligencia de los milenios.

 

25. A estas alturas en la distancia entre el autor divino y el lector del siglo XXI la respuesta oficial, en boca de teólogos y científicos, es que Moisés se limitó a fabricar una metáfora basada en una especie rara de hipérbole mística. Personalmente no sé cómo llamar un fracaso que niega la posibilidad de cualquier victoria, y en la afirmación de la Nada espera ahogar en el mar del olvido su derrota. Puede que algún día llegue a encontrar la respuesta. Mientras tanto la primera tarea de este libro es demostrar, contra Descartes, que Dios no miente. La segunda, que los genios se creyeron más listos de lo que en realidad fueron. Y la tercera, dar respuesta correcta a la pregunta hacia la que ha caminado la Civilización: “¿Cómo creó Dios el Universo?”.

 

26. La necesidad que obliga a empezar por algún sitio nos ha plantado delante de la Información Bíblica al caso:

“Al principio creó Dios los Cielos y la Tierra. La Tierra estaba confusa y vacía, y las Tinieblas cubrían la faz del Abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las Aguas. Dijo Dios: Haya Luz; y la Luz se hizo”.

¿Cuántas veces ha sido leída esta Información? ¿Cuántas veces ha sido comentada esta Revelación? ¡Cuántas generaciones han intentado arrancarle su secreto! ¿Y cuántos pensadores fueron honestos consigo mismos y los demás y reconocieron que el coeficiente intelectual de quien creó estos Cielos y esta Tierra está tan lejos del coeficiente intelectual humano como lo está el Infierno del Cielo?

(En este libro el tiempo se entenderá siempre a escala geológica. Sobre la marcha ya se irán abriendo horizontes. El Principio es el problema. Y el problema está en la elección de la plataforma).

 

 

CAPÍTULO 3

CREACIÓN DE LA TIERRA

 

 

 

LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS