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SEGUNDA PARTE
PREDICACIÓN DE JESÚS EN GALILEA
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Capitulo
3
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Predicación
de Juan en el desierto |
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1 |
En
aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el
desierto de Judea,
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2 |
diciendo:
Arrepentios, porque el reino de los cielos está cerca.
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3 |
Este
es aquel de quien habló el profeta Isaías cuando dijo: “Voz
del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor,
haced rectas sus sendas.”
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4 |
Juan
iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero
a la cintura y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
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5 |
Salían
entonces hacia él Jerusalén y Judea en pleno y toda la región
del Jordán,
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6 |
y
eran por él bautizados en el río Jordán y confesaban sus pecados.
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7 |
Como
viera a muchos fariseos y saduceos venir a su bautismo, les
dijo: Raza de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que
está a punto de llegar?
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8 |
Haced
frutos dignos de penitencia,
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9 |
y
no os gloriéis diciéndoos: Tenemos a Abraham por padre. Porque
yo os digo que Dios puede hacer de estas piedras hijos de
Abraham.
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10 |
Ya
está puesta el hacha a la raíz de los árboles, y todo árbol
que no dé fruto será cortado y arrojado al fuego.
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11 |
Yo,
cierto, os bautizo en agua con vistas a la penitencia; pero
en pos de mí viene otro más fuerte que yo, cuyas sandalias
no soy digno de llevar; él os bautizará en el Espíritu Santo
y en fuego.
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12 |
Tiene
ya el bieldo en su mano, y limpiará su era y recogerá su trigo
en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible.
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Bautismo
de Jesús
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13 |
Vino
Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado
por él.
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14 |
Juan
se oponía, diciendo: Soy yo quien debe ser por ti bautizado,
¿y vienes tú a mí?
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15 |
Pero
Jesús le respondió: Déjame hacer ahora, pues conviene que
cumplamos toda justicia. Entonces Juan se lo permitió.
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16 |
Bautizado
Jesús, salió luego del agua; y he aquí que se abrieron los
cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como paloma y
venir sobre él,
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17 |
mientras
una voz del cielo decía: “Este es mi hijo amado, en quien
tengo mis complacencias.”
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Capitulo
4
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La
tentación de Jesús |
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1 |
Entonces
fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado
por el diablo.
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2 |
Y
habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo
hambre.
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3 |
Y
acercándose el tentador, le dijo: Si eres hijo de Dios, di
que estas piedras se conviertan en pan.
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4 |
Pero
él respondió, diciendo: Escrito está: “No sólo de pan vive
el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
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5 |
Llevóle
entonces el diablo a la ciudad santa, y poniéndole sobre el
pináculo del Templo,
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6 |
le
dijo: Si eres hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito
está: “A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para
que no tropiece tu pie contra una piedra.”
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7 |
Díjole
Jesús: También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios.”
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8 |
De
nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándole
todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,
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9 |
le
dijo: Todo esto te daré si de hinojos me adorares.
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10 |
Díjole
entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque escrito está: “Al
Señor tu Dios adorarás y a El solo darás culto.”
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11 |
Entonces
el diablo le dejó, y llegaron ángeles y le servían.
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Jesús
en Galilea
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12 |
Habiendo
oído que Juan había sido preso, se retiró a Galilea.
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13 |
Dejando
a Nazaret, se fue a morar en Cafarnaúm, ciudad situada a orillas
del mar, en los términos de Zabulón y Neftalí,
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14 |
para
que se cumpliese lo que anunció el profeta Isaías, que dice:
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15 |
“¡Tierra
de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado
del Jordán, Galilea de los gentiles!
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16 |
El
pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz y para los
que habitaban en la región de mortales sombras, una luz se
levantó.”
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17 |
Desde
entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: Arrepentíos,
porque se acerca el reino de Dios.
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Llamamiento
de los primeros discípulos
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18 |
Caminando,
pues, junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón,
que se llama Pedro, y Andrés, su hermano, los cuales echaban
la red en el mar, pues eran pescadores;
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19 |
y
les dijo: Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres.
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20 |
Ellos
dejaron al instante las redes y le siguieron.
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21 |
Pasando
más adelante, vio a otros dos hermanos: Santiago el de Zebedeo
y Juan, su hermano, que en la barca, con Zebedeo, su padre,
componían las redes, y los llamó.
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22 |
Ellos,
dejando luego la barca y a su padre, le siguieron.
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Predicación
de Jesús en Galilea
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23 |
Recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, predicando
el evangelio del reino y curando en el pueblo toda enfermedad
y toda dolencia.
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24 |
Extendiéndose su fama por toda la Siria, y le traían a todos
los que padecían algún mal: a los atacados de diferentes enfermedades
y dolores y a los endemoniados, lunáticos, paralíticos, y
los curaba.
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25 |
Grandes muchedumbres le seguían de Galilea y de la Decápolis,
y de Jerusalén y de Judea, y del otro lado del Jordán.
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Capitulo
5
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Las
bienaventuranzas |
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1 |
Viendo
a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo sentado,
se le acercaron sus discípulos;
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2 |
y
abriendo El su boca, los enseñaba, diciendo.
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3 |
Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los
cielos.
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4 |
Bienaventurados
los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
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5 |
Bienaventurados
los que lloran, porque ellos serán consolados.
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6 |
Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
hartos.
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7 |
Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
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8 |
Bienaventurados
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
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9 |
Bienaventurados
los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
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10 |
Bienaventurados
los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es
el reino de los cielos.
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11 |
Bienaventurados
seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra
vosotros todo género de mal por mí.
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12 |
Alegraos
y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa,
pues así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros.
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Misión
de los discípulos en la tierra
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13 |
Vosotros
sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvirtúa, ¿con
qué se salará? Para nada aprovecha ya, sino para tirarla y
que la pisen los hombres.
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14 |
Vosotros
sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad asentada
sobre un monte,
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15 |
ni
se enciende una lámpara y se la pone bajo el celemín, sino
sobre el candelero, para que alumbre a cuantos hay en la casa.
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16 |
Así
ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo
vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está
en los cielos.
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|
Jesús
ante la Ley antigua
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17 |
No
penséis que he venido a abrogar la Ley y los Profetas; no
he venido a abrogarla, sino a consumarla.
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18 |
Porque
en verdad os digo que mientras no pasen el cielo y la tierra,
ni una jota, ni una tilde pasará desapercibida de la Ley hasta
que todo se cumpla.
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19 |
Si,
pues, alguno descuidase uno de esos preceptos menores y enseñare
así a los hombres, será el menor en el reino de los cielos;
pero el que practicare y enseñare, éste será tenido por
grande en el reino de los cielos.
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20 |
Porque
os digo que, si vuestra justicia no supera a la de los escribas
y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
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Declaración
del quinto precepto
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21 |
Habéis
oído que se dijo a los antiguos: No matarás; el que matare
será reo de juicio.
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22 |
Pero
yo os digo que todo el que se irrita contra su hermano será
reo de juicio, el que le dijere “raca” será reo
ante el sanedrín y el que le dijere “loco” será
reo de la gehenna de fuego.
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23 |
Si
vas, pues, a presentar una ofrenda ante el altar y allí te
acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti,
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24 |
deja
allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte
con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda.
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25 |
Muéstrate,
conciliador con tu adversario mientras vas con él por el camino,
no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas
puesto en prisión.
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26 |
Que
en verdad te digo que no saldrás de allí hasta que pagues
el último centavo.
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Declaración
del sexto precepto
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27 |
Habéis
oído que fue dicho: No adulterarás.
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28 |
Pero
yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya
adulteró con ella en su corazón.
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29 |
Si,
pues, tu ojo derecho te escandaliza, sácatelo y arrójalo de
ti, porque mejor te es que perezca uno de tus miembros que
no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.
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30 |
Y
si tu mano derecha te escandaliza, córtatela y arrójala de
ti, porque mejor te es que uno de tus miembros perezca que
no que todo el cuerpo sea arrojado a la gehenna.
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31 |
También
se ha dicho: El que repudiare a su mujer déle libelo de repudio.
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32 |
Pero
yo os digo que quien repudia a su mujer — excepto el
caso de fornicación — la expone al adulterio, y el que
se casa con la repudiada comete adulterio.
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|
Declaración
del segundo precepto
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33 |
También
habéis oído que se dijo a los antiguos: No perjurarás, antes
cumplirás al Señor tus juramentos.
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34 |
Pero
yo os digo que no juréis de ninguna manera: ni por el cielo,
pues es el trono de Dios;
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35 |
ni
por la tierra, pues es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén,
pues es la ciudad del gran Rey.
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36 |
Ni
por tu cabeza jures tampoco, porque no está en ti volver uno
de tus cabellos blanco o negro.
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37 |
Sea
vuestra palabra: Sí, sí; no, no; todo lo que pasa de esto,
de mal procede.
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Declaración
de la pena del talión
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38 |
Habéis
oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
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30 |
Pero
yo os digo: No me hagaís frente al malvado; al contrario,
si alguno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también
la otra;
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40 |
y
al que quiera litigar contigo para quitarte la túnica, déjale
también el manto;
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41 |
y
si alguno te requisara para una milla, vete con él dos.
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42 |
Da
a quien te pida y no vuelvas la espalda a quien te pide algo
prestado.
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|
El
amor a los enemigos
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43 |
Habéis
oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu
enemigo.
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44 |
Pero
yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os
persiguen,
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45 |
para
que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos,
que hace salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre
justos e injustos.
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46
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Pues
si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?
¿No hacen esto también los publicanos?
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47 |
Y
si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis
de más? ¿No hacen eso también los gentiles?
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48 |
Sed,
pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial.
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Capitulo
6
|
|
Rectitud
de intención |
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1 |
Estad
atentos a no hacer vuestra justicia delante de los hombres
para que os vean; de otra manera no tendréis recompensa ante
vuestro Padre, que está en los cielos.
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Método
de practicar la limosna |
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2 |
Cuando
hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta delante
de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las
calles, para ser alabados de los hombres; en verdad os digo
que ya recibieron su recompensa.
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3 |
Cuando
des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace la derecha,
|
4 |
para
que tu limosna sea oculta, y el Padre, que ve en lo oculto,
te premiará.
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Método
de hacer oración |
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5 |
Y
cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de
orar de pie en las sinagogas y en los ángulos de las plazas
para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron
su recompensa.
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6 |
Tú,
cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora
a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en
lo escondido, te recompensará.
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7 |
Y
orando, no seáis habladores como los gentiles, que piensan
ser escuchados por su mucho hablar.
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8 |
No
os asemejéis, pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las
cosas de que tenéis necesidad antes que se las pidáis.
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9 |
Así,
pues, habéis de orar vosotros: Padre nuestro, que estás en
los cielos, santificado sea tu nombre,
|
10 |
tu
reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así en la tierra.
|
11 |
El
pan nuestro de cada día dánosle hoy,
|
12 |
y
perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a
nuestros deudores,
|
13 |
y
no nos pongas en tentación, mas líbranos del mal.
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|
El
perdón de las ofensas |
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14 |
Porque
si vosotros perdonáis a otros sus faltas, también os perdonará
a vosotros vuestro Padre celestial.
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15 |
Pero
si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras faltas.
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Modo
de ayunar |
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16 |
Cuando
ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas, que demudan
su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad
os digo, ya recibieron su recompensa.
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17 |
Tú,
cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara,
|
18 |
para
que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está
en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
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|
De
la solicitud de las cosas temporales |
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19 |
No
alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
los corroen y donde los ladrones horadan y roban.
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20 |
Atesorad
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen
y donde los ladrones no horadan ni roban.
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21 |
Donde
está tu tesoro, allí estará tu corazón.
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22 |
La
lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere sano,
todo tu cuerpo estará luminoso;
|
23 |
pero,
si tu ojo estuviere enfermo, todo tu cuerpo será tenebroso;
pues si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡qué tales serán
las tinieblas!
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|
Dios
y las riquezas |
|
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24 |
Nadie
puede servir a dos señores, pues o bien, aborreciendo al uno,
amará al otro, o bien, adhiriéndose al uno menospreciará al
otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
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|
Abandono
en manos de la Providencia |
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25 |
Por
esto os digo: No os inquietéis por vuestra vida, por lo que
habéis de comer o de beber, ni por vuestro cuerpo, por lo
que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento,
y el cuerpo más que el vestido?
|
26 |
Mirad
cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran
en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis
vosotros más que ellas?
|
27 |
¿Quién
de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su vida
un solo codo?
|
28 |
Y
del vestido, ¿por qué preocuparos? Aprended de los lirios
del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan.
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29 |
Pues
yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como
uno de ellos.
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30 |
Pues
si a la hierba del campo, que hoy es y mañana es arrojada
al fuego, Dios así la viste, ¿no hará mucho más con vosotros,
hombres de poca fe?
|
31 |
No
os preocupéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, qué beberemos
o qué vestiremos?
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32 |
Los
gentiles se afanan por todo eso; pero bien sabe vuestro Padre
celestial que de todo eso tenéis necesidad.
|
33 |
Buscad,
pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se os dará
por añadidura.
|
34 |
No
os inquietéis, pues, por el mañana; porque el día de mañana
ya tendrá sus propias inquietudes; bástale a cada día su afán.
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Capitulo
7
|
|
El
juicio sobre los otros |
|
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1 |
No
juzguéis y no seréis juzgados,
|
2 |
porque
con el juicio con que juzgareis seréis juzgados y con la medida
con que midiereis se os medirá.
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3 |
¿Cómo
ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el
tuyo?
|
4 |
¿O
cómo osas decir a tu hermano: Deja que te quite la paja del
ojo, teniendo tú una viga en el tuyo?
|
5 |
Hipócrita,
quita primero la viga de tu ojo, y entonces verás de quitar
la paja del ojo de tu hermano.
|
6 |
No
deis las cosas santas a perros ni arrojéis vuestras perlas
a los puercos, no seaque las pisoteen con sus pies y revolviéndose
os destrocen. |
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|
|
Eficacia
de la oración
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|
|
7 |
Pedid,
y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
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8 |
Porque
quien pide recibe, quien busca halla y a quien llama se le
abre.
|
9 |
Pues
¿quién de vosotros es el que, si su hijo le pide pan, le da
una piedra,
|
10 |
o,
si le pide un pez, le da una serpiente?
|
11 |
Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas
a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre, que está en los
cielos, dará cosas buenas a quien se las pide! |
|
|
|
La
ley de la caridad
|
|
|
12 |
Por
eso, cuanto quisieres que os hagan a vosotros los hombres,
hacédselo vosotros a ellos, porque ésta es la Ley y los Profetas.
|
|
|
|
Los
dos sendas
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|
|
13 |
Entrad
por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espaciosa
la senda que lleva a la perdición, y son muchos los que por
ella entran.
|
14 |
¡Qué
estrecha es la puerta y qué angosta la senda que lleva a la
vida, y cuán pocos los que dan con ella!
|
|
|
|
Los
falsos profetas
|
|
|
15 |
Guardaos
de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras
de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces.
|
16 |
Por
sus frutos los conoceréis. ¿Por ventura se cogen racimos de
los espinos o higos de los abrojos?
|
17 |
Todo
árbol bueno da buenos frutos, y todo árbol malo da frutos
malos.
|
18 |
No
puede árbol bueno dar malos frutos, ni árbol malo frutos buenos.
|
19 |
El
árbol que no da buenos frutos es cortado y arrojado al fuego.
|
20 |
20 Por los frutos, pues, los conoceréis. |
|
|
|
La
verdadera sabiduría
|
|
|
21 |
No
todo el que dice: ¡Señor, Señor! entrará en el Reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está
en los cielos.
|
22 |
Muchos
me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor! ¿no profetizamos en
tu nombre, y en nombre tuyo arrojamos los demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros?
|
23 |
Yo
entonces les diré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores
de iniquidad.
|
24 |
Aquel,
pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el
varón prudente, que edifica su casa sobre roca.
|
25 |
Cayó
la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y
dieron sobre la casa; pero no cayó, porque estaba fundada
sobre roca.
|
26 |
Pero
el que me escucha estas palabras y no las pone por obra, será
semejante al necio, que edificó su casa sobre arena.
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27 |
Cayó
la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y
dieron sobre la casa, que se derrumbó estrepitosamente.
|
|
|
|
Conclusión
|
|
|
28 |
Cuando
acabó Jesús estos discursos, se maravillaban las muchedumbres
de su doctrina,
|
29 |
porque
les enseñaba como quien tiene poder, y no como sus doctores.
|
Capitulo
8
|
|
La
curación de un leproso |
|
|
1 |
Al
bajar del monte, le siguió una gran muchedumbre,
|
2 |
y,
acercándosele un leproso, se postró ante El, diciendo: Señor,
si quieres, puedes limpiarme.
|
3 |
El,
extendiendo la mano, le tocó y dijo: Quiero, sé limpio. Y
al instante quedó limpio de su lepra.
|
4 |
Jesús le advirtió: Mira, no lo digas a nadie, sino ve a mostrarte
al sacerdote y ofrece la ofrenda que Moisés mandó, para que
les sirva de testimonio. |
|
|
|
El
siervo del centurión
|
|
|
5 |
Entrado
en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, suplicándole
|
6 |
y
diciéndole: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, gravemente
atormentado.
|
7 |
El
le dijo: Yo iré y le curaré.
|
8 |
Y
respondiendo el centurión, dijo: Señor, yo no soy digno de
que entres bajo mi techo; di sólo una palabra y mi siervo
será curado.
|
9 |
Porque
yo soy un subordinado, pero bajo mi tengo soldados, y digo
a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi esclavo:
Haz esto, y lo hace.
|
10 |
Viéndole
Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad
os digo que en nadie de Israel he hallado tanta fe.
|
11 |
Os
digo, pues, que del oriente y del occidente vendrán y se sentarán
a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos,
|
12 |
mientras
que los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores,
donde habrá llanto y crujir de dientes. |
13 |
Y
dijo Jesús al centurión: Ve, hágase contigo según has creído.
Y en aquella hora quedó curado el siervo.
|
|
|
|
Curación
de la suegra de Pedro
|
|
|
14 |
Entrando
Jesús en casa de Pedro, vio a la suegra de éste postrada en
cama con fiebre.
|
15 |
Le
tocó la mano, y la fiebre la dejó, y ella, levantándose, se
puso a servirle.
|
|
|
|
Curación
de muchos
|
|
|
16 |
Ya
atardecido, le presentaron muchos endemoniados, y arrojaba
con una palabra los espíritus, y a todos los que se sentían
mal los curaba,
|
17 |
para
que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, que dice:
“El tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias.”
|
|
|
|
Condiciones
de los seguidores de Jesús
|
|
|
18 |
Viendo
Jesús grandes muchedumbres en torno suyo, dispuso partir a
la otra ribera.
|
19 |
Le
salió al encuentro un escriba, que le dijo: Maestro, te seguiré
adondequiera que vayas.
|
20 |
Díjole
Jesús: Las raposas tienen cuevas, y las aves del cielo, nidos;
pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
|
21 |
Otro
discípulo le dijo: Señor, permíteme ir primero a sepultar
a mi padre;
|
22 |
pero
Jesús le respondió: Sígueme y deja a los muertos sepultar
a sus muertos.
|
|
|
|
La
tempestad calmada
|
|
|
23 |
Cuando
hubo subido a la nave, le siguieron sus discípulos.
|
24 |
Se
produjo en el mar una agitación grande, tal que las olas cubrían
la nave; pero El, entre tanto, dormía,
|
25 |
y
acercándose le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos, que
perecemos.
|
26 |
El
les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces se
levantó, increpó a los vientos y al mar y sobrevino una gran
calma.
|
27 |
Los
hombres se maravillaban y decían: ¿Quién es éste, que hasta
los vientos y el mar le obedecen?
|
|
|
|
Curación
de dos endemoniados
|
|
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28 |
Llegado
a la otra orilla, a la región de los gadarenos, le vinieron
al encuentro, saliendo de los sepulcros, dos endemoniados,
tan furiosos, que nadie podía pasar por aquel camino.
|
29 |
Y
le gritaron, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo
de Dios? ¿Has venido aquí antes de tiempo para atormentarnos?
|
30 |
Había
no lejos de ellos una numerosa piara de puercos paciendo,
|
31 |
y
los demonios le rogaban, diciendo: Si has de echarnos, échanos
a la piara de puercos.
|
32 |
Les
dijo: Id. Ellos salieron y se fueron a los puercos, y toda
la piara se lanzó por un precipicio al mar, muriendo en las
aguas.
|
33 |
Los
porqueros huyeron, y, yendo a la ciudad, contaron lo que había
pasado con los endemoniados.
|
34
|
Toda
la ciudad salió al encuentro de Jesús, y, viéndole, le rogaron
que se retirase de sus términos.
|
Capitulo
9
|
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Curación
del paralítico |
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1 |
Subieron
a una barca, y, haciendo la travesía, llegó a su ciudad.
|
2 |
Le
presentaron a un paralítico acostado en su lecho, y viendo
Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Confía,
hijo; tus pecados te son perdonados.
|
3 |
Algunos
escribas dijeron dentro de sí: Este blasfema.
|
4 |
Jesús,
conociendo sus pensamientos, les dijo: ¿Por qué pensáis mal
en vuestros corazones?
|
5 |
¿Qué
es más fácil, decir “Tus pecados te son perdonados” o decir
“Levántate y anda”?
|
6 |
Pues
para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder sobre la
tierra de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Levántate,
toma tu lecho y vete a casa.
|
7 |
El,
levantándose, fuese a su casa.
|
8 |
Viendo esto, las muchedumbres quedaron sobrecogidas de temor
y glorificaban a Dios de haber dado tal poder a los hombres.
|
|
|
|
Vocación
de Mateo
|
|
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9 |
Pasando
Jesús de allí, vio a un hombre sentado al telonio, de nombre
Mateo, y le dijo: Sigúeme. Y él, levantándose, le siguió.
|
10 |
Y
sucedió que, estando Jesús sentado a la mesa en casa de aquél,
vinieron muchos publícanos y pecadores a sentarse con Jesús
y sus discípulos.
|
11 |
Viendo
esto, los fariseos decían a los discípulos: ¿Por qué vuestro
maestro come con publicanos y pecadores?
|
12 |
El,
que los oyó, dijo: No tienen los sanos necesidad de médico,
sino los enfermos.
|
13 |
Id
y aprended qué significa “Misericordia quiero y no sacrificio.”
Porque no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores.
|
14 |
Entonces
se llegaron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Cómo es
que, ayunando nosotros y los fariseos, tus discípulos no ayunan?
|
15 |
Y
Jesús les contestó: ¿Por ventura pueden los compañeros del
novio llorar mientras está el novio con ellos? Pero vendrán
días en que les será arrebatado el esposo, y entonces ayunarán.
|
16 |
Nadie
echa una pieza de paño no abatanado a un vestido viejo, porque
el remiendo se llevará algo del vestido y el roto se hará
mayor.
|
17 |
Ni
se echa el vino nuevo en cueros viejos; de otro modo, se romperían
los cueros, el vino se derramaría y los cueros se perderían;
sino que se echa el vino nuevo en cueros nuevos, y así el
uno y el otro se preservan. |
|
|
|
Curación
de la hemorroísa y resurrección de una niña
|
|
|
18 |
Mientras
les hablaba, llegó un jefe, y, acercándosele, se postró ante
El, diciendo: Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano
sobre ella y vivirá.
|
19 |
Y,
levantándose Jesús, le siguió con sus discípulos.
|
20 |
Entonces
una mujer que padecía flujo de sangre hacía doce años se le
acercó por detrás y le tocó la orla del vestido,
|
21 |
diciendo
para sí misma: Con sólo que toque su vestido seré sana.
|
22 |
Jesús
se volvió y, viéndola, dijo: Hija, ten confianza; tu fe te
ha sanado. Y quedó sana la mujer en aquel momento.
|
23 |
Cuando
llegó Jesús a la casa del jefe, al ver a los flautistas y
a la turba de plañideras,
|
24 |
dijo:
Retiraos, que la niña no está muerta; duerme. Y se reían de
El.
|
25 |
Una
vez que la muchedumbre fue echada fuera, entró, tomó de la
mano a la niña y ésta se levantó
|
26 |
La nueva se divulgó por toda aquella tierra. |
|
|
|
Curación
de dos ciegos
|
|
|
27 |
Partido
Jesús de allí, le seguían dos ciegos dando voces y diciendo:
Ten piedad de nosotros, Hijo de David.
|
28 |
Entrando
en casa, se le acercaron los ciegos y les dijo Jesús: ¿Creéis
que puedo yo hacer esto? Respondiéronle: Sí, Señor.
|
29 |
Entonces
tocó sus ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra
fe.
|
30 |
Y
se abrieron sus ojos. Con tono severo les advirtió: Mirad
que nadie lo sepa;
|
31 |
pero
ellos, una vez fuera, divulgaron la cosa por todo aquel país.
|
|
|
|
Curación
de un mudo
|
|
|
32 |
Salidos
aquéllos, le presentaron un hombre mudo endemoniado,
|
33 |
y,
arrojado el demonio, habló el mudo, y se maravillaron las
turbas, diciendo: Jamás se vio tal en Israel.
|
34 |
Pero
los fariseos replicaban: Por medio del príncipe de los demonios
expulsa a los demonios.
|
|
|
|
Actividad
misional
|
|
|
35 |
Jesús
recorría ciudades y aldeas enseñando en sus sinagogas, predicando
el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
|
36 |
Viendo
a la muchedumbre, se enterneció de compasión por ella, porque
estaban fatigados y decaídos como ovejas sin pastor.
|
37 |
Entonces
dijo a los discípulos: La mies es mucha, pero los obreros
pocos.
|
38 |
Rogad,
pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
|
Capitulo
10
|
|
Confiere
a los doce el poder de hacer milagros |
|
|
1 |
Jesús,
llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus
impuros para arrojarlos y para curar toda enfermedad y toda
dolencia.
|
2 |
Los
nombres de los doce apóstoles son éstos: el primero Simón,
llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago el de Zebedeo
y Juan, su hermano;
|
3 |
Felipe
y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, el de
Alfeo, y Tadeo;
|
4 |
Simón, el celador, y Judas Iscariote, el que le traicionó.
|
|
|
|
Instrucción
a los doce
|
|
|
5 |
A
estos doce los envió Jesús, haciéndoles las siguientes recomendaciones:
No vayáis a los gentiles ni penetréis en ciudad de samaritanos;
|
6 |
id
más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel,
|
7 |
y
en vuestro camino predicad diciendo: El reino de Dios se acerca.
|
8 |
Curad
a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos,
arrojad los demonios; gratis lo recibís, dadlo gratis.
|
9 |
No
os procuréis oro, ni plata, ni cobre para vuestros cintos,
|
10 |
ni
alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón,
porque el obrero es acreedor a su sustento.
|
11 |
En
cualquiera ciudad o aldea en que entréis, informaos de quién
hay en ella digno y quedaos allí hasta que partáis,
|
12 |
y
entrando en la casa, saludadla.
|
13 |
Si
la casa fuere digna, venga sobre ella vuestra paz; si no lo
fuere, vuestra paz vuelva a vosotros.
|
14 |
Si
no os reciben o no escuchan vuestras palabras, saliendo de
aquella casa o de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros
pies.
|
15 |
En verdad os digo que más tolerable suerte tendrán la tierra
de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que aquella ciudad. |
|
|
|
Nueva
instrucción a los apóstoles
|
|
|
16 |
Os
envío como ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes
como serpientes y sencillos como palomas.
|
17 |
Guardaos
de los hombres, porque os entregarán a los sanedrines y en
sus sinagogas os azotarán.
|
18 |
Seréis
llevados a los gobernadores y reyes por amor de mí, para dar
testimonio ante ellos y los gentiles.
|
19 |
Cuando
os entreguen, no os preocupéis cómo o qué hablaréis, porque
se os dará en aquella hora lo que debéis decir.
|
20 |
No
seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro
Padre el que hablará en vosotros.
|
21 |
El
hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo,
y se levantarán los hijos contra los padres y les darán muerte.
|
22 |
Seréis
aborrecidos de todos por mi nombre; el que persevere hasta
el fin, ése será salvo.
|
23 |
Cuando
os persigan en una ciudad, huid a otra; y si en ésta os persiguen,
huid a una tercera. En verdad os digo que no acabaréis las
ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre.
|
24 |
No
está el discípulo sobre el maestro, ni el siervo sobre su
amo;
|
25 |
bástale
al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor.
Si al amo le llamaron Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos!
|
26 |
No
los temáis, pues, porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse,
ni secreto que no venga a conocerse.
|
27 |
Lo
que yo os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que
os digo al oído, predicadlo sobre los terrados.
|
28 |
No
tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que el alma no pueden
matarla; temed más bien a aquel que puede perder el alma y
el cuerpo en la Gehenna.
|
29 |
¿No
se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni uno de
ellos cae a tierra sin la voluntad de vuestro Padre.
|
30 |
Cuanto
a vosotros, aun los cabellos todos de vuestra cabeza están
contados.
|
31 |
No
temáis, pues valéis más que muchos pajarillos.
|
32 |
Pues
a todo el que me confesare delante de los hombres, yo también
le confesaré delante de mi Padre, que está en los cielos;
|
33 |
pero
a todo el que me negare delante de los hombres, yo le negaré
también delante de mi Padre, que está en los cielos.
|
34 |
No
penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a
poner paz, sino espada.
|
35 |
Porque
he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de
su madre, y a la nuera de su suegra,
|
36 |
y
los enemigos de los hombres serán los de su casa.
|
37 |
El
que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de
mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno
de mí;
|
38 |
y
el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de
mí.
|
39 |
El que halla su vida, la perderá, y el que la perdiere por
amor de mí, la hallará.
|
40 |
El que os recibe a vosotros, a mí me recibe, y el que me recibe
a mí, recibe al que a mí me envió.
|
41 |
El que recibe al profeta como profeta, tendrá recompensa de
profeta; y el que recibe al justo como justo, tendrá recompensa
de justo;
|
42 |
y el que diere de beber a uno de estos pequeños sólo un vaso
de agua fresca en razón de discípulo, en verdad os digo que
no perderá su recompensa.
|
Capitulo
11
|
|
La
misión del Bautista |
|
|
1 |
Cuando
hubo acabado Jesús de dar sus consignas a sus doce discípulos,
partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.
|
2 |
Habiendo
oído Juan en la cárcel las obras de Cristo, envió por sus
discípulos
|
3 |
a
decirle: ¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a
otro?
|
4 |
Y
respondiendo Jesús, les dijo: Id y referid a Juan lo que habéis
oído y visto:
|
5 |
los
ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios,
los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados;
|
6 |
y bienaventurado aquel que no se escandalizare en mí. |
|
|
|
Elogio
de Juan
|
|
|
7 |
Cuando
éstos se hubieron ido, comenzó Jesús a hablar de Juan a la
muchedumbre: ¿Qué habéis ido a ver al desierto? ¿Una caña
agitada por el viento?
|
8 |
¿Qué
habéis ido a ver? ¿A un hombre vestido muellamente? Mas los
que visten con molicie están en las moradas de los reyes.
|
9 |
Pues
¿a qué habéis ido? ¿A ver un profeta? Sí, yo os digo que más
que a un profeta.
|
10 |
Este
es de quien está escrito: “He aquí que yo envío a mi mensajero
delante de tu faz, que preparará tus caminos delante de ti.”
|
11 |
En
verdad os digo que entre los nacidos de mujer no ha aparecido
uno más grande que Juan el Bautista. Pero el más pequeño en
el reino de los cielos es mayor que él.
|
12 |
Desde
los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los
cielos está en tensión, y los esforzados lo arrebatan.
|
13 |
Porque
todos los profetas y la Ley han profetizado hasta Juan.
|
14 |
Y
si queréis oírlo, él es Elias, que ha de venir.
|
15 |
El que tiene oídos, que oiga. |
|
|
|
Juicios
sobre la generación presente
|
|
|
16 |
¿A
quién compararé yo esta generación? Es semejante a niños sentados
en la plaza que se gritan unos a otros,
|
17 |
diciendo:
“Os tocamos la flauta, y no habéis danzado; hemos entonado
canto de duelo, y no os habéis golpeado el pecho”.
|
18 |
Porque
vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: Está poseído del
demonio.
|
19 |
Vino el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo, y dicen: Es
un comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores.
Y la Sabidurìa se justifica por sus obras. |
|
|
|
Amenaza
a las ciudades infieles
|
|
|
20 |
Comenzó
entonces a increpar a las ciudades en que había hecho muchos
milagros, porque no habían hecho penitencia:
|
21 |
¡Ay
de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! porque, si en Tiro y
en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en ti,
mucho ha que en saco y ceniza hubieran hecho penitencia.
|
22 |
Así,
pues, os digo que Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor
que vosotras en el día del juicio.
|
23 |
Y
tú, Cafarnaúm, ¿te levantarás hasta el cielo? Hasta el infierno
serás precipitada. Porque si en Sodoma se hubieran realizado
los milagros hechos en ti, hasta hoy subsistiría.
|
24 |
Así,
pues, os digo que el país de Sodoma será tratado con menos
rigor que tú el día del juicio.
|
|
|
|
Acción
de gracias al Padre
|
|
|
25 |
Por
aquel tiempo tomó Jesús la palabra y dijo: Yo te alabo, Padre,
Señor del Cielo y de la Tierra, porque ocultaste estas cosas
a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos.
|
26 |
Sí,
Padre, porque así te plugo.
|
27 |
Todo
me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo
sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel
a quien el Hijo quisiere revelárselo.
|
28 |
Venid
a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os
aliviaré.
|
29 |
Tomad
sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas,
|
30 |
pues mi yugo es blando y mi carga ligera.
|
Capitulo
12
|
|
Sobre
la observancia del sábado. Primera cuestión |
|
|
1 |
Por
aquel tiempo iba Jesús un día de sábado por los sembrados;
sus discípulos tenían hambre y comenzaron a arrancar espigas
y comérselas.
|
2 |
Los
fariseos, que lo vieron, dijéronle: Mira que tus discípulos
hacen lo que no es lícito hacer en sábado.
|
3 |
Pero
El les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvo
hambre él y los que le acompañaban?
|
4 |
¿Cómo
entró en la casa de Dios y comieron los panes de la proposición,
que no les era lícito comer a él y a los suyos, sino sólo
a los sacerdotes?
|
5 |
¿Ni
habéis leído en la Ley que el sábado los sacerdotes en el
templo violan el sábado sin hacerse culpables?
|
6 |
Pues
yo os digo que lo que aquí hay es más grande que el templo.
|
7 |
Si
entendierais qué significa “Misericordia quiero y no sacrificio,”
no condenaríais a los inocentes.
|
8 |
Porque el Hijo del hombre es señor del sábado. |
|
|
|
Segunda
cuestión sobre el sábado
|
|
|
9 |
Pasando
de allí, vino a su sinagoga,
|
10 |
donde
había un hombre que tenía seca una mano. Y le preguntaron
para poder acusarle: ¿Es lícito curar en sábado?
|
11 |
El
les dijo: ¿Quién de vosotros, teniendo una oveja que cae en
un pozo en día de sábado, no la toma y la saca?
|
12 |
Pues
¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Lícito es, por tanto,
hacer bien en sábado.
|
13 |
Entonces
dijo a aquel hombre: Extiende tu mano, y la extendió sana
como la otra.
|
14 |
Los
fariseos, saliendo, se reunieron en consejo contra El para
ver cómo perderle.
|
|
|
|
La
mansedumbre del Mesías, predicha por el profeta
|
|
|
15 |
Jesús,
noticioso de esto, se alejó de allí. Muchos le siguieron,
y los curaba a todos,
|
16 |
encargándoles
que no le descubrieran,
|
17 |
para
que se cumpliera el anuncio del profeta Isaías, que dice:
|
18 |
“He
aquí a mi siervo, a quien elegí; mi amado, en quien mi alma
se complace. Haré descansar mi espíritu sobre él y anunciará
el derecho a las gentes.
|
19 |
No
disputará ni gritará; nadie oirá su voz en las plazas.
|
20 |
La
caña cascada no la quebrará y no apagará la mecha humeante
hasta hacer triunfar el derecho;
|
21 |
y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.” |
|
|
|
La
calumnia de los fariseos
|
|
|
22 |
Entonces
le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y le curó, de suerte
que el mudo hablaba y veía.
|
23 |
Se
maravillaron todas las muchedumbres, y decían: ¿No será éste
el Hijo de David?
|
24 |
Pero
los fariseos que esto oyeron, dijeron: Este no echa a los
demonios sino por el poder de Beelzebul, príncipe de los demonios.
|
25 |
Penetrando
sus pensamientos, les dijo: Todo reino en sí dividido será
desolado, y toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá.
|
26 |
Si
Satanás arroja a Satanás, está dividido contra sí; ¿cómo,
pues, subsistirá su reino?
|
27 |
Y
si yo arrojo a los demonios con el poder de Beelzebul, ¿con
qué poder los arrojan vuestros hijos? Por eso serán ellos
vuestros jueces.
|
28 |
Mas
si yo arrojo a los demonios con el espíritu de Dios, entonces
es que ha llegado a vosotros el reino de Dios.
|
29 |
Pues
¿cómo podrá entrar uno en casa de un fuerte y arrebatarle
sus enseres si no logra primero sujetar al fuerte? Ya entonces
podrá saquear su casa.
|
30 |
El que no está conmigo está contra mí, y el que conmigo no
recoge, desparrama. |
|
|
|
La
blasfemia contra el Espíritu Santo
|
|
|
31 |
Por
eso os digo: Cualquier pecado o blasfemia les será perdonado
a los hombres; pero la blasfemia contra el Espíritu no les
será perdonada.
|
32 |
Quien
hablare contra el Hijo del hombre será perdonado; pero quien
hablare contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este
siglo ni en el venidero.
|
33 |
Si plantáis un árbol bueno, su fruto será bueno; pero si plantáis
un árbol malo, su fruto será malo, porque el árbol por los
frutos se conoce.
|
34 |
¡Raza
de víboras! ¿Cómo podéis decir vosotros cosas buenas siendo
malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
|
35 |
El
hombre bueno, de su buen tesoro saca cosas buenas; pero el
hombre malo, de su mal tesoro saca cosas malas.
|
36 |
Y
yo os digo que de toda palabra ociosa que hablaren los hombres
habrán de dar cuenta el día del juicio.
|
37 |
Pues
por tus palabras serás declarado justo o por tus palabras
serás condenado.
|
|
|
|
Amenaza
contra la generación actual
|
|
|
38 |
Entonces
le interpelaron algunos escribas y fariseos, y le dijeron:
Maestro, quisiéramos ver una señal tuya.
|
39 |
El,
respondiendo, les dijo: La generación mala y adúltera busca
una señal, pero no le será dada más señal que la de Jonás
el profeta.
|
40 |
Porque,
como estuvo Jonás en el vientre del cetáceo tres días y tres
noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches
en el corazón de la tierra.
|
41 |
Los
ninivitas se levantarán el día del juicio contra esta generación
y la condenarán, porque hicieron penitencia a la predicación
de Jonas, y aquí hay algo más que Jonás.
|
42 |
La
reina del Mediodía se levantará en el juicio contra esta generación
y la condenará, porque vino de los confines de la tierra para
oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.
|
43
|
Cuando
el espíritu impuro sale de un hombre, discurre por lugares
áridos, buscando reposo, y no lo halla.
|
44 |
Entonces se dice: Me volveré a mi casa de donde salí. Y va
y la encuentra vacía, barrida y compuesta.
|
45 |
Entonces va, toma consigo otros siete espíritus peores que
él y, entrando, habitan allí, viniendo a ser las postrimerías
de aquel hombre peores que sus principios. Así será de esta
generación mala.
|
|
|
|
Los
parientes de Jesús
|
|
|
46 |
Mientras El hablaba a la muchedumbre, su madre y sus hermanos
estaban fuera y pretendían hablarle.
|
47
|
Alguien
le dijo: Tu madre y tus hermanos están fuera y desean hablarte.
|
48 |
El, respondiendo, dijo al que le hablaba: ¿Quién es mi madre
y quiénes son mis hermanos?
|
49 |
Y extendiendo su mano sobre sus discípulos, dijo: He aquí
mi madre y mis hermanos.
|
50 |
Porque quienquiera que hiciere la voluntad de mi Padre, que
está en los cielos, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi
madre.
|
|
Capitulo
13
|
|
La
parábola del sembrador |
|
|
1 |
Aquel
día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar.
|
2 |
Se
le acercaron numerosas muchedumbres. El, subiendo a una barca,
se sentó, quedando las muchedumbres sobre la playa,
|
3 |
y
El les dijo muchas cosas en parábolas: Salió un sembrador
a sembrar,
|
4 |
y
de la simiente, parte cayó junto al camino, y, viniendo las
aves, la comieron.
|
5 |
Otra
cayó en un pedregal, donde no había tierra, y luego brotó,
porque la tierra era poco profunda;
|
6 |
pero,
levantándose el sol, la agostó, y, como no tenía raíz, se
secó.
|
7 |
Otra
cayó entre espinas, las cuales crecieron y la ahogaron.
|
8 |
Otra
cayó sobre tierra buena y dio fruto, una ciento, otra sesenta,
otra treinta.
|
9 |
El que tenga oídos, que oiga. |
|
|
|
Razón
de la parábola
|
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10 |
Acercándose
los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas en parábolas?
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11 |
Y
les respondió diciendo: A vosotros os ha sido dado conocer
los misterios del reino de los cielos; pero a ésos no.
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12 |
Porque
al que tiene, se le dará más y abundará; y al que no tiene,
aun aquello que tiene le será quitado.
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13 |
Por
esto les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo
no oyen ni entienden;
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14 |
y
se cumple con ellos la profecía de Isaías, que dice: “Cierto
oiréis y no entenderéis, veréis y no conoceréis.
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15 |
Porque
se ha endurecido el corazón de este pueblo, y se han hecho
duros de oídos, y han cerrado sus ojos, para no ver con sus
ojos y no oír con sus oídos, y para no entender en su corazón
y convertirse, que yo los curaría.”
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16 |
¡Pero
dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque
oyen!
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17 |
Pues en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon
ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que vosotros
oís, y no lo oyeron. |
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Explicación
de la parábola
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18 |
Oíd,
pues, vosotros la parábola del sembrador.
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19 |
A
quien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el
maligno y le arrebata lo que se había sembrado en su corazón;
esto es lo sembrado junto al camino.
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20 |
Lo
sembrado en terreno pedregoso es el que oye la palabra y desde
luego la recibe con alegría;
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21 |
pero
no tiene raíces en sí mismo, sino que es voluble y, en cuanto
se levanta una tormenta o persecución a causa de la palabra,
al instante se escandaliza.
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22 |
Lo
sembrado entre espinas es el que oye la palabra, pero los
cuidados del siglo y la seducción de las riquezas ahogan la
palabra y queda sin dar fruto.
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23 |
Lo sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la
entiende, y da fruto, uno ciento, otro sesenta, otro treinta. |
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La
parábola de la Cizaña
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24 |
Les
propuso otra parábola, diciendo: Es semejante el reino de
los cielos a uno que sembró en su campo semilla buena.
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25 |
Pero,
mientras su gente dormía, vino el enemigo y sembró cizaña
entre el trigo y se fue.
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26 |
Cuando
creció la hierba y dio fruto, entonces apareció la cizaña.
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27 |
Acercándose
los criados al amo, le dijeron: Señor, ¿no has sembrado semilla
buena en tu campo? ¿De dónde viene, pues, que haya cizaña?
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28 |
Y
él les contestó: Eso es obra de un enemigo. Dijéronle: ¿Quieres
que vayamos y la arranquemos?
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29 |
Y
él les dijo: No, no sea que, al querer arrancar la cizaña,
arranquéis también el trigo.
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30 |
Dejad que ambos crezcan hasta la siega; y al tiempo de la
siega diré a los segadores: Tomad primero la cizaña y atadla
en haces para quemarla, y el trigo recogedlo para encerrarlo
en el granero. |
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El
grano de mostaza
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31 |
Otra
parábola les propuso, diciendo: Es semejante el Reino de los
cielos a un grano de mostaza que toma uno y lo siembra en
su campo;
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32 |
y
con ser la más pequeña de todas las semillas, cuando ha crecido
es la más grande de todas las hortalizas y llega a hacerse
un árbol, de suerte que las aves del cielo vienen a anidarse
en sus ramas.
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El
fermento
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33 |
Otra
parábola les dijo: Es semejante el reino de los cielos al
fermento que una mujer toma y lo pone en tres medidas de harina
hast que todo fermenta.
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34 |
Todas
estas cosas dijo Jesús en parábolas a las muchedumbres, y
no les hablaba nada sin parábolas,
|
35 |
para
que se cumpliera el anuncio del profeta, que dice: “Abriré
en parábolas mi boca, declararé las cosas ocultas desde la
fundación del mundo.”
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36 |
Entonces,
dejando a la muchedumbre, se vino a casa, y sus discípulos
se le acercaron, diciéndole: Explícanos la parábola de la
cizaña del campo.
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37 |
El,
respondiendo, dijo: El que siembra la buena semilla es el
Hijo del hombre;
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38 |
el
campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino;
la cizaña son los hijos del maligno;
|
39 |
el
enemigo que la siembra es el diablo; la siega es la consumación
del mundo; los segadores son los ángeles;
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40 |
a
la manera, pues, que se recoge la cizaña y se quema en el
fuego, así será en la consumación del mundo.
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41 |
Enviará
el Hijo del hombre a sus ángeles y recogerán de su reino todos
los escándalos y a todos los obradores de iniquidad,
|
42 |
y
los arrojarán en el horno del fuego, donde habrá llanto y
crujir de dientes.
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43
|
Entonces
los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre.
El que tenga oídos, que oiga. |
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El
tesoro y la perla
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44 |
Es
semejante el reino de los cielos a un tesoro escondido en
un campo, que quien lo encuentra lo oculta y, lleno de alegría,
va, vende cuanto tiene y compra aquel campo.
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45 |
Es
también semejante el Reino de los cielos a un mercader que
busca perlas preciosas,
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46 |
y
hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y
la compra.
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|
La
red
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47
|
Es
también semejante el reino de los cielos a una red barredera,
que se echa en el mar y recoge peces de toda suerte,
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48 |
y,
llena, la sacan sobre la playa, y sentándose, recogen los
peces buenos en canastos, y los malos los tiran.
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49 |
Así
será a la consumación del mundo; saldrán los ángeles y separarán
a los malos de los justos,
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50 |
y
los arrojarán al horno de fuego; allí habrá llanto y crujir
de dientes.
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51 |
¿Habéis
entendido todo esto? Respondiéronle: Sí.
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52 |
Y les dijo: Así, todo escriba instruido en la doctrina del
Reino de los cielos es como el amo de casa, que de su tesoro
saca lo nuevo y lo añejo.
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|
Jesús
en Nazaret
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53 |
Cuando hubo terminado Jesús estas parábolas, se alejó de allí,
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54 |
y, viniendo a su patria, enseñaba en la sinagoga, de manera
que, admirados, se decían: ¿De dónde le vienen a éste tal
sabiduría y tales poderes?
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55 |
¿No
es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María,
y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas?
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56 |
Sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? ¿De dónde, pues,
le viene todo esto?
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57 |
Y se escandalizaban en El. Jesús les dijo: Sólo en su patria
y en su casa es menospreciado el profeta.
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58 |
Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.
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|
Capitulo
14
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|
Juicio
de Herodes sobre Jesús y muerte del Bautista |
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1 |
Por
aquel tiempo llegaron a Herodes el tetrarca noticias acerca
de Jesús,
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2 |
y
dijo a sus servidores: Ese es Juan el Bautista, que ha resucitado
de entre los muertos, y por eso obra en él un poder milagroso.
|
3 |
Es
de saber que Herodes había hecho prender a Juan, le había
encadenado y puesto en la cárcel por causa de Herodías, la
mujer de Filipo, su hermano;
|
4 |
pues
Juan le decía: No te es lícito tenerla.
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5 |
Quiso
matarle, pero tuvo miedo de la muchedumbre, que le tenía por
profeta.
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6 |
Al
llegar el cumpleaños de Herodes, bailó la hija de Herodías
ante todos,
|
7 |
y
tanto le gustó a Herodes, que con juramento le prometió darle
cuanto le pidiera;
|
8 |
y
ella, inducida por su madre: Dame — le dijo —, aquí, en la
bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.
|
9 |
El
rey se entristeció, mas por el juramento hecho y por la presencia
de los convidados ordenó dársela,
|
10 |
y
mandó degollar en la cárcel a Juan el Bautista,
|
11 |
cuya
cabeza fue traída en una bandeja y dada a la joven, que se
la llevó a su madre.
|
12 |
Vinieron sus discípulos, tomaron el cadáver y lo sepultaron,
yendo luego a anunciárselo a Jesús. |
|
|
|
Primera
multiplicación de los panes
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13 |
A
esta noticia Jesús se alejó de allí en una barca a un lugar
desierto y apartado, y, habiéndolo oído las muchedumbres,
le siguieron a pie desde las ciudades.
|
14 |
Al
desembarcar vio una gran muchedumbre, y se compadeció de ella,
y curó a todos sus enfermos.
|
15 |
Llegada
la tarde, se le acercaron los discípulos diciéndole: Despide,
pues, a la muchedumbre para que vayan a las aldeas y se compren
alimentos.
|
16 |
Jesús
les dijo: No hay por qué se vayan; dadles vosotros de comer.
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17 |
Pero
ellos le respondieron: No tenemos aquí sino cinco panes y
dos peces.
|
18 |
El
les dijo: Traédmelos acá.
|
19 |
Y
mandando a la muchedumbre que se recostara sobre la hierba,
tomó los cinco panes y los dos peces y, alzando los ojos al
cielo, bendijo y partió los panes y se los dio a los discípulos,
y éstos a la muchedumbre.
|
20 |
Y
comieron todos y se saciaron, y recogieron de los fragmentos
sobrantes doce cestos llenos,
|
21 |
siendo los que habían comido unos cinco mil, sin contar las
mujeres y los niños. |
|
|
|
Jesús
anda sobre las aguas del lago
|
|
|
22 |
Obligó
luego a los discípulos a subir en la barca y precederle a
la otra orilla, mientras El despedía a la muchedumbre.
|
23 |
Una
vez que la despidió, subió a un monte apartado para orar,
y llegada la noche, estaba allí solo.
|
24 |
La
barca se había alejado de la tierra muchos estadios, azotada
por las olas, pues el viento le era contrario.
|
25 |
En
la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el
mar.
|
26 |
Al
verle ellos andar sobre el mar, se turbaron y decían: Es un
fantasma. Y de miedo comenzaron a gritar.
|
27 |
Pero
al instante les habló Jesús, diciendo: Tened confianza, soy
yo; no temáis.
|
28 |
Tomando
Pedro la palabra, dijo: Señor, si eres tú, mándame ir a ti
sobre las aguas.
|
29 |
El
dijo: Ven. Bajando de la barca, anduvo Pedro sobre las aguas
y vino hacia Jesús.
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30 |
Pero,
viendo el viento fuerte, temió, y, comenzando a hundirse,
gritó: Señor, sálvame.
|
31 |
Al
instante Jesús le tendió la mano, le agarró, diciéndole: Hombre
de poca fe, ¿por qué has dudado?
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32 |
Y
subiendo a la barca, se calmó el viento.
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33 |
Los que en ella estaban se postraron ante El, diciendo: Verdaderamente,
tú eres Hijo de Dios.
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|
Curaciones
de Jesús en Genesaret
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34 |
Terminada la travesía vinieron a la región de Genesaret,
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35 |
y
reconociéndole los hombres de aquel lugar, esparcieron la
noticia por toda la comarca y le presentaron todos los enfermos,
|
36 |
suplicándoles que les dejase tocar siquiera la orla de su
vestido, y todos los que le tocaban quedaban sanos.
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Capitulo
15
|
|
Enseñanza
sobre la pureza exterior y la interior |
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|
1 |
Entonces
se acercaron a Jesús fariseos y escribas venidos de Jerusalén,
diciendo:
|
2 |
¿Por
qué tus discípulos traspasan la tradición de los ancianos,
pues no se lavan las manos cuando comen?
|
3 |
El
respondió y les dijo: ¿Por qué traspasáis vosotros el precepto
de Dios por vuestras tradiciones?
|
4 |
Pues
Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y quien maldijere
a su padre o a su madre sea muerto.
|
5 |
Pero
vosotros decís: Si alguno dijere a su padre o a su madre:
“Cuanto de mí pudiere aprovecharte, sea ofrenda,”
|
6 |
ése
no tiene que honrar a su padre; y habéis anulado la palabra
de Dios por vuestra tradición.
|
7 |
¡Hipócritas!
Bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo:
|
8 |
“Este
pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos
de mí;
|
9 |
en
vano me rinden culto, enseñando doctrinas que son preceptos
humanos.”
|
10 |
Y
llamando a sí a la muchedumbre, les dijo: Oíd y entended:
|
11 |
No
es lo que entra por la boca lo que hace impuro al hombre;
mas lo que sale de la boca, eso es lo que al hombre le hace
impuro.
|
12 |
Entonces
se le acercaron los discípulos y dijeron: ¿Sabes que los fariseos
al oírte se han escandalizado?
|
13 |
Respondióles
y dijo: Toda planta que no ha plantado mi Padre celestial
será arrancada.
|
14 |
Dejadlos,
son guías ciegos; si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán
en la hoya.
|
15 |
Tomando
Pedro la palabra, le dijo: Explícanos esa parábola.
|
16 |
Dijo
El: ¿Tampoco vosotros entendéis?
|
17 |
¿No
comprendéis que lo que entra por la boca va al vientre y s
expele en la letrina?
|
18 |
Pero
lo que sale de la boca procede del corazón, y eso hace impuro
al hombre.
|
19 |
Porque
del corazón provienen los malos pensamientos, los homicidios,
los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios,
las blasfemias.
|
20 |
Esto es lo que contamina al hombre; pero comer sin lavarse
las manos, eso no contamina al hombre. |
|
|
|
La
mujer cananea
|
|
|
21 |
Saliendo
de allí Jesús, se retiró a los términos de Tiro y de Sidón.
|
22 |
Una
mujer cananea de aquellos contornos comenzó a gritar, diciendo:
Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija es malamente
atormentada del demonio.
|
23 |
Pero
El no le contestaba palabra. Los discípulos se le acercaron
y le rogaron, diciendo: Despídela, pues viene gritando detrás
de nosotros.
|
24 |
El
respondió y dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas
de la casa de Israel.
|
25 |
Mas
ella, acercándose, se postró ante El, diciendo: ¡Señor, socórreme!
|
26 |
Contestó
El y dijo: No es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo
a los perrillos.
|
27 |
Mas
ella dijo: Cierto, Señor, pero también los perrillos comen
de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
|
28 |
Entonces Jesús le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase
contigo como tú quieres. Y desde aquella hora quedó curada
su hija. |
|
|
|
Curaciones
junto al mar de Galilea
|
|
|
29 |
Partiendo
de allí, vino Jesús cerca del mar de Galilea, y, subiendo
a una montaña se sentó allí.
|
30 |
Se
le acercó una gran muchedumbre, en la que había cojos, mancos,
ciegos, mudos y muchos otros, y se echaron a sus pies y los
curó.
|
31 |
La
muchedumbre se maravillaba viendo que hablaban los mudos,
los mancos sanaban, los cojos andaban y veían los ciegos.
Y glorificaban al Dios de Israel.
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|
|
Segunda
multiplicación de los panes
|
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32 |
Jesús
llamó a sí a sus discípulos y dijo: Tengo compasión de la
muchedumbre, porque ha ya tres días que están conmigo y no
tienen qué comer; no quiero despedirlos ayunos, no sea que
desfallezcan en el camino.
|
33 |
Los
discípulos le contestaron: ¿De dónde vamos a sacar en el desierto
tantos panes para saciar a tanta muchedumbre?
|
34 |
Díjoles
Jesús: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: Siete y algunos
pececillos.
|
35 |
Y
mandó a la muchedumbre que se recostara en tierra,
|
36 |
tomó
los siete panes y los peces, y, dando gracias, los partió
y se los dio a los discípulos, y éstos a la muchedumbre.
|
37 |
Y
comieron todos y se saciaron, y se recogieron de los pedazos
que quedaron siete espuertas llenas.
|
38 |
Los
que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar las mujeres
y los niños.
|
39 |
Y, despidiendo a la muchedumbre, subió a la barca y vino a
los confines de Magadán.
|
Capitulo
16
|
|
La
petición de una señal del cielo |
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|
1 |
Se
le acercaron fariseos y saduceos para tentarle, y le rogaron
que les mostrara una señal del cielo.
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2 |
El,
respondiendo, les dijo: Por la tarde decís: Buen tiempo, si
el cielo está arrebolado.
|
3 |
Y
a la mañana: Hoy habrá tempestad, si en el cielo hay arreboles
oscuros. Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no sabéis
discernir las señales de los tiempos.
|
4 |
Esta generación mala y adúltera busca una señal, mas no se
le dará sino la señal de Jonás. Y dejándolos, se fue. |
|
|
|
La
levadura de los fariseos
|
|
|
5 |
Yendo
los discípulos a la otra ribera, se olvidaron de tomar pan.
|
6 |
Jesús
les dijo: Ved bien de guardaros del fermento de los fariseos
y saduceos.
|
7 |
Ellos
pensaban entre sí y se decían: Es porque no hemos traído pan.
|
8 |
Conociéndolo
Jesús, dijo: ¿Que pensamientos son los vuestros, hombres de
poca fe? ¿Que no tenéis pan?
|
9 |
¿Aún
no habéis entendido ni os acordáis de los cinco panes para
los cinco mil hombres, y cuántos canastos recogisteis?
|
10 |
¿Ni
de los siete panes para los cuatro mil hombres, y cuántos
canastos recogisteis?
|
11 |
¿Cómo
no habéis entendido que no hablaba del pan? Guardaos, os digo,
del fermento de los fariseos y saduceos.
|
12 |
Entonces cayeron en la cuenta de que no les había dicho que
se guardasen del fermento del pan, sino de la doctrina de
los fariseos y saduceos. |
|
|
|
La
confesión de Pedro
|
|
|
13 |
Viniendo
Jesús a los términos de Cesárea de Filipo, preguntó a sus
discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
|
14 |
Ellos
contestaron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elias;
otros, que Jeremías u otro de los profetas.
|
15 |
Y
El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy?
|
16 |
Tomando
la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios vivo.
|
17 |
Y
Jesús, respondiendo, dijo: Bienaventurado tú, Simón Bar Jona,
porque no es la carne ni la sangre quien esto te ha revelado,
sino mi Padre, que está en los cielos.
|
18 |
Y
yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán
contra ella.
|
19 |
Yo
te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares
en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares
en la tierra será desatado en los cielos.
|
20 |
Entonces ordenó a los discípulos que a nadie dijeran que El
era el Mesías. |
|
|
|
Primer
anuncio de la pasión
|
|
|
21 |
Desde
entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía
que ir a Jerusalén para sufrir mucho de parte de los ancianos,
de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser
muerto, y al tercer día resucitar.
|
22 |
Pedro,
tomándole aparte, se puso a amonestarle, diciendo: No quiera
Dios, Señor, que esto suceda.
|
23 |
Pero El, volviéndose, dijo a Pedro: Retírate de mí, Satanás;
tú me sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de
Dios, sino las de los hombres. |
|
|
|
Condiciones
para seguir a Jesús
|
|
|
24 |
Entonces
dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venir en pos de
mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
|
25 |
Pues
el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda
su vida por mí, la hallará.
|
26 |
Y
¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde el
alma? ¿O que podrá dar el hombre a cambio de su alma?
|
27 |
Porque
el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con
sus ángeles, y entonces dará a cada uno según sus obras.
|
28 |
En
verdad os digo que hay algunos entre los presentes que no
gustarán la muerte antes de haber visto al Hijo del hombre
venir en su reino.
|
Capitulo
17
|
|
La
transfiguración |
|
|
1 |
Seis
días después tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano,
y los llevó aparte, a un monte alto.
|
2 |
Y
se transfiguró ante ellos; brilló su rostro como el sol, y
sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
|
3 |
Y
se les aparecieron Moisés y Elías hablando con El.
|
4 |
Tomando
Pedro la palabra, dijo a Jesús: Señor, ¡qué bien estamos aquí!
Si quieres, haré aquí tres tiendas: una para ti, una para
Moisés y otra para Elías.
|
5 |
Aún
estaba él hablando, cuando los cubrió una nube resplandeciente,
y salió de la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado,
en quien tengo mi complacencia; escuchadle.
|
6 |
Al
oírla, los discípulos cayeron sobre su rostro, sobrecogidos
de gran temor.
|
7 |
Jesús
se acercó, y, tocándolos dijo: Levantaos, no temáis.
|
8 |
Alzando
ellos los ojos, no vieron a nadie sino sólo a Jesús.
|
9 |
Al
bajar del monte les mandó Jesús, diciendo: No deis a conocer
a nadie esa visión hasta que el Hijo del hombre resucite de
entre los muertos.
|
10 |
Le
preguntaron los discípulos: ¿Cómo, pues, dicen los escribas
que Elías tiene que venir primero?
|
11 |
Él
respondió: Elías, en verdad, está para llegar, y restablecerá
todo.
|
12 |
Sin
embargo, yo os digo: Elías ha venido ya, y no le reconocieron;
antes hicieron con él lo que quisieron; de la misma manera
el Hijo del hombre tiene que padecer de parte de ellos.
|
13 |
Entonces
entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.
|
|
|
|
La
curación del niño endemoniado
|
|
|
14 |
Al
llegar ellos a la muchedumbre, se le acercó un hombre, y,
doblando la rodilla,
|
15 |
le
dijo: Señor, ten piedad de mi hijo, que está lunático y padece
mucho; porque con frecuencia cae en el fuego y muchas veces
en el agua;
|
16 |
le
presenté a tus discípulos, mas no han podido curarle.
|
17 |
Jesús
respondió: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿hasta cuándo
tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros?
Traédmelo acá. |
18 |
E
increpó al demonio, que salió, quedando curado el niño desde
aquella hora.
|
19 |
Entonces
se acercaron los discípulos a Jesús y aparte le preguntaron:
¿Cómo es que nosotros no hemos podido arrojarle?
|
20 |
Díjoles:
Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que, si tuviereis
fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: Vete de
aquí allá, y se iría, y nada os sería imposible.
|
21 |
Esta
raza de demonios no puede ser lanzada sino por la oración
y el ayuno.
|
|
|
|
Segundo
anuncio de la Pasión
|
|
|
22 |
Estando
reunidos en Galilea, díjoles Jesús: El Hijo del hombre tiene
que ser entregado en manos de los hombres,
|
23 |
que
le matarán, y al tercer día resucitará. Y se pusieron muy
tristes.
|
|
|
|
El
tributo del templo
|
|
|
24 |
Entrando
en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los perceptores de la didracma
y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga la didracma?
|
25 |
Y
él respondió: Cierto que sí. Cuando iba a entrar en casa,
le salió Jesús al paso y le dijo: ¿Qué te parece, Simón? Los
reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran censos y tributos?
¿De sus hijos o de los extraños?
|
26 |
Contestó
él: De los extraños. Y le dijo Jesús: Luego los hijos están
exentos.
|
27 |
Mas, para no escandalizarlos, vete al mar, echa el anzuelo
y agarra el primer pez que pique, ábrele la boca, y en ella
hallarás un estater; tómalo y dalo por mí y por ti.
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Capitulo
18
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El
más grande en el reino de los cielos |
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1 |
En
aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús diciendo:
¿Quién será el más grande en el reino de los cielos?
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2 |
El,
llamando a sí a un niño, le puso en medio de ellos
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3 |
y
dijo: En verdad os digo, si no os volviereis y os hiciereis
como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
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4 |
Pues
el que se humillare hasta hacerse como un niño de éstos, ése
será el más grande en el reino de los cielos,
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5 |
y
el que por mí recibiere a un niño como éste, a mí me recibe;
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6 |
y
al que escandalizase a uno de estos pequeñuelos que creen
en mí, más le valiera que creen en mí, más le valiera que
le colgasen del cuello una piedra de molino de asno y le hundieran
en el fondo del mar.
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7 |
¡Ay
del mundo por los escándalos! Porque no puede menos de haber
escándalos; pero ¡ay de aquél por quien viniera el escándalo! |
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Sacrificio
que impone el deber de evitar el escándalo
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8 |
Si
tu mano o tu pie te escandaliza, cortátelo y échalo de ti;
que mejor te es entrar en la vida cojo o manco que con manos
o pies ser arrojado al fuego eterno.
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9 |
Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo y échalo de ti: que más
te vale entrar con un solo ojo en la vida que con ambos ojos
ser arrojado en la gehenna de fuego. |
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Dignidad
de los niños
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10 |
Mirad
que no despreciéis a uno de esos pequeños, porque en verdad
os digo que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz
de mi Padre, que está en los cielos.
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11 |
Porque
el Hijo del hombre ha venido a salvar lo perdido. |
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La
oveja descarriada
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12 |
¿Qué
os parece? Si uno tiene cien ovejas y se le extravía una,
¿no dejará en el monte las noventa y nueve e irá en busca
de la extraviada.
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13 |
Y
si logra hallarla, cierto que se alegrará por ella más que
por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
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14 |
Así no es voluntad de vuestro Padre, que está en los cielos,
que se pierda ni uno solo de estos pequeñuelos. |
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La
corrección fraterna
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15 |
Si
pecare tu hermano contra ti, ve y repréndele a solas. Si te
escucha, habrás ganado a tu hermano.
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16 |
Si
no te escucha, toma contigo a uno o dos, para que por la palabra
de dos o tres testigos sea fallado todo el negocio.
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17 |
Si
los desoyere, comunícalo a la Iglesia, y si a la Iglesia desoye,
sea para ti como gentil o publicano.
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18 |
En
verdad os digo, cuanto atareis en la tierra será atado en
el cielo, y cuanto desatareis en la tierra será desatado en
el cielo.
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19 |
Aún
más: os digo en verdad que si dos de vosotros conviniereis
sobre la tierra en pedir cualquier cosa, os lo otorgará mi
Padre, que está en los cielos.
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20 |
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos. |
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El
perdón de las ofensas
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21 |
Entonces
se le acercó Pedro y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he
de perdonar a mi hermano si peca contra mí? ¿Hasta siete veces?
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22 |
Dícele
Jesús: No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces
siete.
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23 |
Por
eso se asemeja el reino de los cielos a un rey que quiso tomar
cuentas a sus siervos.
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24 |
Al
comenzar a tomarlas se le presentó uno que le debía diez mil
talentos.
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25 |
Como
no tenía con qué pagar, mandó el señor que fuese vendido él,
su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y saldar la deuda.
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26 |
Entonces
el siervo, cayendo de hinojos, dijo: Señor, dame espera y
te lo pagaré todo.
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27 |
Compadecido
el señor del siervo aquel, le despidió, condonándole la deuda.
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28 |
En
saliendo de allí, aquel siervo se encontró con uno de sus
compañeros que le debía cien denarios, y, agarrándole, intentaba
ahogarlo al tiempo que le decía: Paga lo que debes.
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29 |
De
hinojos le suplicaba a su compañero, diciendo: Concédeme un
plazo y te pagaré.
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30 |
Pero
él se negó, y le hizo encerrar en la prisión hasta que pagara
la deuda.
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31 |
Viendo
esto sus compañeros, les desagradó mucho y fueron a contar
a su señor todo lo que pasaba.
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32 |
Entonces
hízole llamar el señor, y le dijo: Mal siervo, te condoné
yo toda tu deuda porque me lo suplicaste.
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33 |
¿No
convenía, pues, que tuvieras tú piedad de tu compañero, como
la tuve yo de ti?
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34 |
E
irritado, le entregó a los torturadores hasta que pagase toda
la deuda.
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35 |
Así hará con vosotros mi Padre celestial si no perdonare cada
uno a su hermano de todo corazón.
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Capitulo
19
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Camino
de Judea |
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1 |
Acabados
estos discursos, se alejó Jesús de Galilea y vino a los confines
de Judea, al otro lado del Jordán.
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2 |
Le siguió una numerosa muchedumbre, y allí los curaba. |
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El
repudio
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3 |
Se
le acercaron unos fariseos con propósito de tentarle, y le
preguntaron: ¿Es lícito repudiar a la mujer por cualquier
causa?
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4 |
El
respondió: ¿No habéis leído que al principio el Creador los
hizo varón y hembra?
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5 |
Dijo:
“Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá
a la mujer, y serán los dos una sola carne.”
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6 |
De
manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto,
lo que Dios unió no lo separe el hombre.
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7 |
Ellos
le replicaron: Entonces ¿cómo es que Moisés ordenó dar libelo
de divorcio al repudiar?
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8 |
Díjoles
El: Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar
a vuestras mujeres, pero al principio no fue así.
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9 |
Y yo digo que quien repudia a su mujer (salvo caso de fornicación)
y se casa con otra, adultera. |
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La
guarda de la continencia
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10 |
Dijéronle
los discípulos: Si tal es la condición del hombre con la mujer,
no conviene casarse.
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11 |
El
les contestó: No todos entienden esto, sino aquellos a quienes
ha sido dado.
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12 |
Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre,
y hay eunucos que fueron hechos por los hombres, y hay eunucos
que a sí mismos se han hecho tales por amor del reino de los
cielos. El que pueda entender, que entienda. |
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Imposición
de las manos a los niños
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13 |
Entonces
le fueron presentados unos niños para que les impusiera las
manos y orase; y como los reprendieron los discípulos,
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14 |
díjoles
Jesús: Dejad a los niños y no les impidáis acercarse a mí,
porque de tales es el reino de los cielos.
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15 |
Y, habiéndoles impuesto las manos, se fue de allí. |
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La
respuesta al joven rico
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16 |
Acércosele
uno y le dijo: Maestro, ¿qué obra buena he de realizar para
alcanzar la vida eterna?
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17 |
El
le dijo: ¿Por qué me preguntas sobre lo bueno? Uno solo es
bueno; si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
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18 |
Díjole
él: ¿Cuáles? Jesús respondió: No matarás, no adulterarás,
no hurtarás, no levantarás falso testimonio;
|
19 |
honra
a tu padre y a tu madre y ama al prójimo como a ti mismo.
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20 |
Díjole
el joven: Todo esto lo he guardado. ¿Qué me queda aún?
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21 |
Díjole
Jesús: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, dalo
a los pobres y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme.
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22 |
Al
oír esto el joven, se fue triste, porque tenía muchos bienes.
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23 |
Y
Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo: ¡qué difícilmente
entra un rico en el reino de los cielos!
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24 |
De
nuevo os digo: es más fácil que un camello entre por el ojo
de una aguja que entre un rico en el reino de los cielos.
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25 |
Oyendo
esto, los discípulos se quedaron estupefactos y dijeron: ¿Quién,
pues, podrá salvarse?
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26 |
Mirándolos, Jesús les dijo: Para los hombres, imposible; mas
para Dios todo es posible. |
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La
renuncia de los apóstoles y su premio
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27 |
Entonces,
tomando Pedro la palabra, le dijo: Pues nosotros lo hemos
dejado todo y te hemos seguido, ¿qué tendremos?
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28 |
Jesús
les dijo: En verdad os digo que vosotros, los que me habéis
seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se
siente sobre el trono de su gloría, os sentaréis también vosotros
sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
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29 |
Y
todo el que dejare hermanos o hermanas, o padre o madre, o
hijos o campos, por amor de mi nombre, recibirá el céntuplo
y heredará la vida eterna.
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30 |
Y muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.
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Capitulo
20
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|
Los
obreros enviados a la viña |
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1 |
Porque
el reino de los cielos es semejante a un amo de casa que salió
muy de mañana a ajustar obreros para su viña.
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2 |
Convenido
con ellos en un denario al día, los envió a su viña.
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3 |
Salió
también a la hora de tercia y vio a otros que estaban ociosos
en la plaza.
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4 |
Díjoles:
Id también vosotros a mi viña y os daré lo justo.
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5 |
Y
se fueron. De nuevo salió hacia la hora de sexta y de nona
e hizo lo mismo,
|
6 |
y
saliendo cerca de la hora undécima, encontró a otros que estaban
allí, y les dijo: ¿Cómo estáis aquí sin hacer labor en
todo el día?
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7 |
Dijéronle
ellos: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también
vosotros a mi viña.
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8 |
Llegada
la tarde, dijo el amo de la viña a su administrador:
Llama a los obreros y dales su salario, desde los últimos
hasta los primeros.
|
9 |
Viniendo
los de la hora undécima, recibieron un denario.
|
10 |
Cuando
llegaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero también
ellos recibieron un denario.
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11 |
Al
tomarlo murmuraban contra el amo,
|
12 |
diciendo:
Estos postreros han trabajado sólo una hora y los has igualado
con los que hemos llevado el peso del día y el calor.
|
13 |
Y
él respondió a uno de ellos, diciéndole: Amigo, no te hago
agravio: ¿no has convenido conmigo en un denario?
|
14 |
Toma
lo tuyo y vete. Yo quiero dar a este postrero lo mismo que
a ti:
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15 |
¿No
puedo hacer lo que quiero de mis bienes? ¿O has de ver
con mal ojo porque yo sea bueno?
|
16 |
Así, los postreros serán los primeros, y los primeros, postreros.
Porque son muchos los llamados y pocos los escogidos. |
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|
Tercer
anuncio de la pasión
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17 |
Subía
Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los doce discípulos y les
dijo por el camino:
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18 |
Mirad,
subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a
los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, que le condenarán
a muerte,
|
19 |
y
le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten
y le crucifiquen, pero al tercer día resucitará.
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|
|
La
madre de los hijos de Zebedeo
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|
|
20 |
Entonces
se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos,
postrándose para pedirle algo.
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21 |
Díjole
El: ¿Qué quieres? Ella le contestó: Di que estos dos
hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda
en tu reino. |
22 |
Respondiendo
Jesús, le dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber
el cáliz que yo tengo que beber? Dijéronle: Podemos.
|
23 |
El
les respondió: Beberéis mi cáliz, pero sentarse a mi diestra
o a mi siniestra no me toca a mí otorgarlo; es para aquellos
para quienes está dispuesto por mi Padre.
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24 |
Oyéndolo,
los diez se enojaron contra los dos hermanos.
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25 |
Pero
Jesús, llamándolos a sí, les dijo: Vosotros sabéis que los
príncipes de las naciones las subyugan y que los grandes imperan
sobre ellas.
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26 |
No
ha de ser así entre vosotros; al contrario, el que entre vosotros
quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor,
|
27 |
y
el que entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro siervo,
|
28 |
así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino
a servir y dar su vida en rescate por muchos. |
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|
Curación
de dos ciegos
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|
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29 |
Al
salir de Jericó les seguía una muchedumbre numerosa.
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30 |
Dos
ciegos que estaban sentados junto al camino oyeron que pasaba
Jesús y comenzaron a gritar, diciendo: ¡Señor, ten
piedad de nosotros, Hijo de David!
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31 |
La
multitud los reprendía para hacerles callar, pero ellos gritaban
con más fuerza diciendo: ¡Señor, ten piedad de nosotros,
Hijo de David!
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32 |
Se
paró Jesús, y llamándolos, les dijo: ¿Qué queréis que
os haga?
|
33 |
Dijéronle: Señor, que se abran nuestros ojos.
|
34 |
Compadecido Jesús, tocó sus ojos, y al instante recobraron
la vista, y seguían en pos de El.
|
BREUGHEL
EL VIEJO. Predicación de Juan Bautista en el desierto.
(1600)
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RUBENS-IMPOSICION
DE MANO A LOS NIÑOS
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