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TERCERA PARTE
MINISTERIO DE JESÚS EN JERUSALÉN
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Capitulo
21
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Entrada
triunfal en Jerusalén
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1 |
Cuando,
próximos ya a Jerusalén, llegaron a Betfagé, junto al monte
de los Olivos, envió Jesús a dos discípulos,
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2 |
diciéndoles:
Id a la aldea que está enfrente, y luego encontraréis una
borrica atada, y con ella el pollino; soltadlos y traédmelos,
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3 |
y
si algo os dijeren, diréis: El Señor los necesita; y al instante
los dejarán.
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4 |
Esto
sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta:
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5 |
“Decid
a la Hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, manso y
montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de una bestia
de carga.”
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6 |
Fueron
los discípulos e hicieron como les había mandado Jesús;
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7 |
y
trajeron la borrica y el pollino, y pusieron sobre ellos los
mantos, y encima de ellos montó Jesús.
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8 |
Los
más de entre la turba desplegaban sus mantos por el camino,
mientras que otros, cortando ramos de árboles, los extendían
por la calzada.
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9 |
La
multitud que le precedía y la que le seguía gritaba, diciendo:
“¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre
del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”
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10 |
Y
cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió y decía:
¿Quién es éste?
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11 |
Y la muchedumbre respondía: Este es Jesús el profeta, el de
Nazaret de Galilea. |
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La
purificación del Templo
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12 |
Entró
Jesús en el templo de Dios y arrojó de allí a cuantos vendían
y compraban en él, y derribó las mesas de los cambistas y
los asientos de los vendedores de palomas,
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13 |
diciéndoles:
Escrito está: “Mi casa será llamada casa de oración”; pero
vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones.
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14
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Llegáronse
a él ciegos y cojos en el templo y los sanó.
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15 |
Viendo
los príncipes de los sacerdotes y los escribas las maravillas
que hacía y a los niños que gritaban en el templo y decían:
¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron,
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16 |
y
le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Respondióles Jesús:
Sí. ¿No habéis oído jamás: “De la boca de los niños y de los
que maman has hecho brotar la alabanza”?
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17 |
Y dejándolos, salió de la ciudad a Betania, donde pasó la
noche. |
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La
maldición de la higuera
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18 |
Volviendo
a la ciudad muy de mañana, sintió hambre,
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19 |
y
viendo una higuera cerca del camino, se fue a ella; pero no
halló en ella más que hojas, y dijo: Qué jamás nazca fruto
de ti. Y la higuera se secó al instante.
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20 |
Viendo
esto los discípulos, se maravillaron y dijeron: ¡Cómo de repente
se ha secado la higuera!
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21 |
Respondióles
Jesús y les dijo: En verdad os digo que, si tuviereis fe y
no dudareis, no sólo hareis lo de la higuera, sino que si
dijereis a este monte: “Quítate y échate en el mar,” se haría,
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22 |
y todo cuanto pidierais en la oración lo recibiríais. |
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Los
poderes de Jesús
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23 |
Entrando
en el templo, se le acercaron los príncipes de los sacerdotes
y los ancianos del pueblo mientras enseñaba, diciendo: ¿Con
qué poder haces tales cosas? ¿Quién te ha dado tal poder?
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24 |
Respondió
Jesús y les dijo: Voy a haceros yo también una pregunta, y
si me contestáis, os diré con qué poder hago tales cosas.
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25 |
El
bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de los
hombres? Ellos comenzaron a pensar entre sí: Si decimos que
del cielo, nos dirá: ¿Pues por qué no habéis creído en él?
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26 |
Si
decimos que de los hombres, tememos a la muchedumbre, pues
todos tienen a Juan por profeta.
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27 |
Y respondieron a Jesús: No sabemos. Díjoles El a su vez: Pues
tampoco os digo yo con qué poder hago estas cosas. |
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La
parábola de los dos hijos
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28 |
¿Qué
os parece? Un hombre tenía dos hijos, y, llegándose al primero,
le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.
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29 |
El
respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y fue.
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30 |
Y
llegándose al segundo, le habló del mismo modo, y él respondió:
Voy, señor; pero no fue.
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31 |
¿Cual
de los dos hizo la voluntad del padre? Respondiéronle: El
primero. Díceles Jesús: En verdad os digo que los publicanos
y las meretrices os preceden en el reino de Dios.
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32 |
Porque
vino Juan a vosotros por el camino de la justicia, y no habéis
creído en él, mientras que los publicanos y las meretrices
creyeron en él. Pero vosotros, aun viendo esto, no os habéis
arrepentido creyendo en él.
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Parábola
de los viñadores infieles
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33 |
Oíd
otra parábola: Un padre de familia plantó una viña, la rodeó
de una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre y la
arrendó a unos viñadores, partiéndose luego a tierras extrañas.
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34 |
Cuando
se acercaba el tiempo de los frutos, envió a sus criados a
los viñadores para percibir su parte.
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35 |
Pero
los viñadores, cogiendo a los siervos, a uno le atormentaron,
a otro lo mataron y a otro le apedrearon.
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36 |
De
nuevo les envió otros siervos en mayor número que los primeros,
e hicieron con ellos lo mismo.
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37 |
Finalmente
les envió a su hijo, diciendo: Respetarán a mi hijo.
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38 |
Pero
los viñadores, cuando vieron al hijo, se dijeron: Es el heredero;
vamos a matarle, y tendremos su herencia.
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39 |
Y,
agarrándole, le sacaron fuera de la viña y le mataron.
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40 |
Cuando
venga, pues, el amo de la viña, ¿qué hará con estos viñadores?
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41 |
Le
respondieron: Hará perecer de mala muerte a los malvados y
arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen los frutos
a su tiempo.
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42 |
Jesús
les respondió: ¿No habéis leído alguna vez en las Escrituras:
“La piedra que los edificadores habían rechazado, ésa fue
hecha cabeza de esquina; del Señor viene esto, y es admirable
a nuestros ojos”?
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43
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Por
eso os digo que os será quitado el reino de Dios y será entregado
a un pueblo que rinda sus frutos.
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44 |
Y
el que cayere sobre esta piedra se hará trizas, y aquel sobre
quien cayere será triturado.
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45 |
Oyendo
los príncipes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas
entendieron que de ellos hablaba,
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46 |
y, queriendo apoderarse de El, temieron a la muchedumbre,
que le tenía por profeta.
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Capitulo
22
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Parábola
de los invitados a la boda
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1 |
Tomó
Jesús de nuevo la palabra y les habló en parábolas, diciendo:
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2 |
El
reino de los cielos es semejante a un rey que preparó el banquete
de bodas a su hijo.
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3 |
Envió
a sus criados a llamar a los invitados a las bodas, pero éstos
no quisieron venir.
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4 |
De
nuevo envió a otros siervos, ordenándoles: Decid a los invitados:
Mi comida está preparada; los becerros y cebones, muertos;
todo está pronto; venid a las bodas.
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5 |
Pero
ellos, desdeñosos, se fueron, quién a su campo, quién a su
negocio.
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6 |
Otros, agarrando a los siervos, los ultrajaron y les dieron
muerte.
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7 |
El
rey, montando en cólera, envió sus ejércitos, hizo matar a
aquellos asesinos y dio su ciudad a las llamas.
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8 |
Después
dijo a sus siervos: El banquete está dispuesto, pero los invitados
no eran dignos.
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9 |
Id,
pues, a las salidas de los caminos, y a cuantos encontréis
llamadlos a las bodas.
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10 |
Salieron
a los caminos los siervos y reunieron a cuantos encontraron,
buenos y malos, y la sala de bodas quedó llena de convidados.
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11 |
Entrando
el rey para ver a los que estaban a la mesa, vio allí a un
hombre que no llevaba traje de boda,
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12 |
y
le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?
El enmudeció.
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13 |
Entonces
el rey dijo a sus ministros: Atadle de pies y manos y arrojadle
a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de
dientes.
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14
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Porque muchos son los llamados y pocos los elegidos. |
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La
cuestión del tributo al César
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15 |
Entonces
se retiraron los fariseos y celebraron consejo para ver el
modo de sorprenderlo en alguna declaración.
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16 |
Enviáronle
discípulos suyos con herodianos para decirle: Maestro, sabemos
que eres sincero y que con verdad enseñas el camino de Dios
sin darte cuidado de nadie, y que no tienes acepción de personas.
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17 |
Dinos,
pues, tu parecer: ¿Es lícito pagar tributo al César o no?
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18 |
Jesús,
conociendo su malicia, dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?
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19 |
Mostradme
la moneda del tributo. Ellos le presentaron un denario.
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20 |
El
les preguntó: ¿De quién es esa imagen y esa inscripción?
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21 |
Le
contestaron: Del César. Díjoles entonces: Pues dad al César
lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
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22 |
Y al oírle se quedaron maravillados y, dejándole, se fueron. |
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La
resurrección de los muertos
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23 |
Aquel
día se acercaron a El saduceos, que niegan la resurrección,
y le interrogaron:
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24 |
Maestro,
Moisés dice: “Si uno muere sin tener hijos, el hermano tomará
a su mujer para dar descendencia a su hermano.”
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25 |
Pues
había entre nosotros siete hermanos; y casado el primero,
murió sin descendencia y dejó la mujer a su hermano;
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26 |
igualmente
el segundo y el tercero, hasta los siete.
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27 |
Después
de todos murió la mujer.
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28 |
Pues
en la resurrección, ¿de cuál de los siete será la mujer? porque
los siete la tuvieron.
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29 |
Y
respondiendo Jesús, les dijo: Estáis en un error y ni conocéis
las Escrituras ni el poder de Dios.
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30 |
Porque
en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento,
sino que serán como ángeles en el cielo.
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31 |
Y
cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído
lo que Dios ha dicho:
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32 |
Yo
soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?
Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
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33 |
Y la muchedumbre, oyéndole, se maravillaba de su doctrina. |
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|
El
primer mandamiento de la Ley
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34 |
Los
fariseos, oyendo que había hecho enmudecer a los saduceos,
se juntaron en torno de El,
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35 |
y
le preguntó uno de ellos, doctor, tentándole:
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36 |
Maestro,
¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?
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37 |
El
le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con
toda tu alma y con toda tu mente.
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38 |
Este
es el más grande y el primer mandamiento.
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39 |
El
segundo, semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti
mismo.
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40 |
De
estos dos preceptos penden toda la Ley y los Profetas.
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|
La
cuestión del origen del Mesías
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41 |
Reunidos
los fariseos, les preguntó Jesús:
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42 |
¿Qué
os parece de Cristo? ¿De quién es hijo? Dijéronle ellos: De
David.
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43
|
Les
replicó: Pues ¿cómo David, en espíritu, le llama Señor, diciendo:
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44 |
“Dijo
el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra mientras pongo
a tus enemigos bajo tus pies”?
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45 |
Si,
pues, David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo?
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46 |
Y nadie podía responderle palabra, ni se atrevió nadie desde
entonces a preguntarle más.
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Capitulo
23
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Los
escribas y fariseos puestos al desnudo
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1 |
Entonces
Jesús habló a las muchedumbres y a sus discípulos,
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2 |
diciendo:
En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los
fariseos.
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3 |
Haced,
pues, y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en las
obras, porque ellos dicen y no hacen.
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4 |
Atan
pesadas cargas y las ponen sobre las espaldas de los hombres,
pero ellos ni con un dedo hacen por moverlas.
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5 |
Todas
sus obras las hacen para ser vistos de los hombres. Ensanchan
sus filacterias y alargan los flecos;
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6 |
gustan
de los primeros asientos en los banquetes y de las primeras
sillas en las sinagogas,
|
7 |
y
de los saludos en las plazas, y de ser llamados por los hombres
“rabí.”
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8 |
Pero
vosotros no os hagáis llamar “rabí,” porque uno solo es vuestro
Maestro, y todos vosotros sois hermanos.
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9 |
Ni
llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es
vuestro Padre, el que está en los cielos.
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10 |
Ni
os hagáis llamar doctores, porque uno solo es vuestro doctor,
el Mesías.
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11 |
El
más grande de vosotros sea vuestro servidor.
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12 |
El que se ensalzare será humillado, y el que se humillare
será ensalzado. |
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Recriminaciones
a los escribas y fariseos
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13 |
¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que cerráis
a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros
ni permitís entrar a los que querían entrar.
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14
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¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que recorréis
mar y tierra para hacer un solo prosélito
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15 |
y
luego de hecho lo hacéis hijo de la gehenna dos veces más
que vosotros!
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16 |
¡Ay
de vosotros, guías ciegos, que decís: Si uno jura por el templo,
eso no es nada; pero si jura por el oro del templo, queda
obligado!
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17 |
¡Insensatos
y ciegos! ¿Qué vale más, el oro o el templo que santifica
el oro?
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18 |
Y
si alguno jura por el altar, eso no es nada; pero si jura
por la ofrenda que está sobre él, ése queda obligado.
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19 |
Ciegos,
¿qué es más, la ofrenda o el altar que santifica la ofrenda?
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20 |
Pues
el que jura por el altar, jura por él y por lo que está encima
de él.
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21 |
Y
el que jura por el templo, jura por él y por quien lo habita.
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22 |
Y
el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por
el que en él se sienta.
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23 |
¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que diezmáis
la menta, el anís y el comino, y dejáis lo más grave de la
Ley: la justicia, la misericordia y la lealtad! Bien sería
hacer aquello, pero sin omitir esto.
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24 |
Guías
ciegos, que coláis un mosquito y os tragáis un camello.
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25 |
¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que limpiáis
por defuera la copa y el plato, que por dentro están llenos
de rapiñas y codicias.
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26 |
Fariseo
ciego, limpia primero por dentro la copa y el plato, para
que también su exterior quede limpio.
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27 |
¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que os parecéis
a sepulcros encalados, hermosos por fuera, mas por dentro
llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicias!
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28 |
Así
también vosotros por fuera parecéis justos a los hombres,
mas por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
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29 |
¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que edificáis
sepulcros a los profetas y adornáis los monumentos de los
justos,
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30 |
y
decís: Si hubiéramos vivido nosotros en tiempos de nuestros
padres, no hubiéramos sido cómplices suyos en la sangre de
los profetas.
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31 |
Ya
con esto os dais por hijos de los que mataron a los profetas.
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32 |
Colmad,
pues, la medida de vuestros padres.
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33 |
Serpientes, raza de víboras, ¿cómo escaparéis al juicio de
la gehenna? |
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|
El
juicio divino
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34 |
Por
esto os envío yo profetas, sabios y escribas, y a unos los
mataréis y los crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras
sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad,
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35 |
para
que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada
sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre
de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el
templo y el altar.
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36 |
En
verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.
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37 |
Jerusalén,
Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te
son enviados, cuántas veces quise reunir a tus hijos a la
manera que la gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y
no quisiste!
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38 |
Vuestra
casa quedará desierta,
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39 |
porque en verdad os digo que no me veréis más hasta que digáis:
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
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Capitulo
24
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Profecía
sobre la destrucción del templo
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1 |
Saliendo
Jesús del templo, se le acercaron sus discípulos y le mostraban
las construcciones del templo.
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2 |
El
les dijo: ¿No veis todo esto? En verdad os digo que no quedará
aquí piedra sobre piedra que no sea demolida.
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3 |
Y
sentándose en el monte de los Olivos, llegáronse a El aparte
los discípulos, diciendo: Dinos cuándo será todo esto y cuál
la señal de tu venida y de la consumación del mundo.
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|
Tiempos
de angustia
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4 |
Jesús
les respondió: Cuidad que nadie os engañe,
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5 |
porque
vendrán muchos en mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán
a muchos. |
6 |
Oiréis
hablar de guerras y de rumores de guerras; pero no os turbéis,
porque es preciso que esto suceda, mas no es aún el fin.
|
7 |
Se
levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá
hambres y terremotos en diversos lugares;
|
8 |
pero todo esto es el comienzo de los dolores. |
|
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|
La
persecución contra el Evangelio
|
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|
9 |
Entonces
os entregarán a los tormentos y os matarán, y seréis aborrecidos
de todos los pueblos a causa de mi nombre.
|
10 |
Entonces
se escandalizarán muchos y unos a otros se harán traición
y se aborrecerán;
|
11 |
y
se levantarán muchos falsos profetas que engañarán a muchos,
|
12 |
y
por el exceso de la maldad se enfriará la caridad de muchos;
|
13 |
mas
el que perseverare hasta el fin, ése será salvo.
|
14
|
Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo,
como testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá
el fin. |
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|
|
La
desolación de Judea
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|
|
15 |
Cuando
viereis, pues, la abominación de la desolación, predicha por
el profeta Daniel en el lugar santo!
|
16 |
(el
que leyere entienda), entonces los que estén en Judea huyan
a los montes;
|
17 |
el
que esté en el terrado no baje a tomar nada a su casa,
|
18 |
y
el que esté en el campo no vuelva atrás en busca del manto.
|
19 |
¡Ay
de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días!
|
20 |
Orad para que vuestra huida no tenga lugar en invierno ni
en sábado. |
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|
|
La
tribulación suprema
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|
|
21 |
Porque
habrá entonces una gran tribulación cual no la hubo desde
el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá,
|
22 |
y,
si no se acortasen aquellos días, nadie se salvaría; mas por
amor de los elegidos se acortarán los días aquellos.
|
23 |
Entonces,
si alguno dijere: Aquí está el Mesías, no le creáis,
|
24 |
porque
se levantarán falsos mesías y falsos profetas, y obrarán grandes
señales y prodigios para inducir a error, si posible fuera,
aun a los mismos elegidos.
|
25 |
Mirad
que os lo digo de antemano.
|
26 |
Si
os dicen, pues: Aquí está, en el desierto, no salgáis; aquí
está, en un escondite, no lo creáis,
|
27 |
porque
como el relámpago, que sale del oriente y brilla hasta el
occidente, así será la venida del Hijo del hombre.
|
28 |
Donde esté el cadáver, allí se reúnen los buitres. |
|
|
|
La
Venida del Hijo del hombre
|
|
|
29 |
Luego,
en seguida, después de la tribulación de aquellos días, se
oscurecerá el sol, y la luna no dará su luz, y las estrellas
caerán del cielo, y las columnas del cielo se conmoverán.
|
30 |
Entonces
aparecerá el estandarte del Hijo del hombre, y se lamentarán
todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre
venir sobre las nubes del cielo con poder y majestad grande.
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31 |
Y
enviará sus ángeles con resonante trompeta y reunirá de los
cuatro vientos a los elegidos, desde un extremo del cielo
hasta el otro.
|
|
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|
La
parábola de la higuera
|
|
|
32 |
Aprended
la parábola de la higuera: cuando sus ramos están tiernos
y brotan las hojas, conocéis que el estío se acerca;
|
33 |
así
vosotros también, cuando veáis todo esto, entended que está
próximo, a las puertas.
|
34 |
En
verdad os digo que no pasará esta generación antes que todo
esto suceda.
|
35 |
El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
|
|
|
|
Incertidumbre
del juicio
|
|
|
36 |
De
aquel día y de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles del
cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre.
|
37 |
Porque
como en los días de Noé, así será la aparición del Hijo del
hombre.
|
38 |
En
los días que precedieron al diluvio comían, bebían, se casaban
y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en
el arca;
|
39 |
y
no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrebató
a todos; así será a la venida del Hijo del hombre.
|
40 |
Entonces
estarán dos en el campo: uno será tomado y otro será dejado.
|
41 |
Dos
molerán en la muela: una será tomada y otra será dejada.
|
|
|
|
Necesidad
de velar
|
|
|
42
|
Velad,
pues, porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor.
|
43 |
Pensad
bien que si el padre de familia supiera en qué vigilia vendría
el ladrón, velaría y no permitiría horadar su casa.
|
44 |
Por
eso vosotros habéis de estar preparados, porque a la hora
que menos penséis vendrá el Hijo del hombre.
|
45 |
¿Quién
es, pues, el siervo fiel y prudente a quien constituyó su
amo sobre la servidumbre para darle provisiones a su tiempo?
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46 |
Dichoso
del siervo aquel a quien, al venir su amo, hallare que hace
así.
|
47 |
En
verdad os digo que le pondrá sobre toda su hacienda.
|
48 |
Pero
si el mal siervo dijera para sus adentros: Mi amo tardará,
|
49 |
y
comenzare a golpear a sus compañeros y a comer y beber con
borrachos,
|
50 |
vendrá
el amo de ese siervo el día en que menos lo espera y a la
hora que no sabe,
|
51 |
y le hará azotar y le echará con los hipócritas; allí habrá
llanto y crujir de dientes. |
|
Capitulo
25
|
|
Parábola
de las diez vírgenes
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1 |
Entonces
el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que,
tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo.
|
2 |
Cinco
de ellas eran necias y cinco prudentes;
|
3 |
las
necias, al tomar las lámparas, no tomaron consigo aceite,
|
4 |
mientras
que las prudentes tomaron aceite en las alcuzas juntamente
con sus lámparas.
|
5 |
Como
el esposo tardaba, se adormilaron y durmieron.
|
6 |
A
la medianoche se oyó un clamoreo: Ahí está el esposo; salid
a su encuentro.
|
7 |
Se
despertaron entonces todas las vírgenes y se pusieron a preparar
sus lámparas.
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8 |
Las
necias dijeron a las prudentes: Dadnos aceite del vuestro,
porque se nos apagan las lámparas.
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9 |
Pero
las prudentes respondieron: No, porque podría ser que no bastase
para nosotras y vosotras; id más bien a la tienda y compradlo;
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10 |
Pero
mientras fueron a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban
prontas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta.
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11 |
Llegaron
más tarde las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos.
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12 |
Pero
él respondió: En verdad os digo que no os conozco.
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13 |
Velad, pues que no sabéis el día ni la hora. |
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Parábola
de los talentos
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14 |
Porque
es como si uno al emprender un viaje llama a sus siervos y
les entrega su hacienda,
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15 |
dando
a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual
según su capacidad, y se va.
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16 |
Luego,
el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con
ellos y ganó otros cinco.
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17 |
Asimismo
el de los dos ganó otros dos.
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18 |
Pero
el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra
y escondió el dinero de su amo.
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19 |
Pasado
mucho tiempo, vuelve el amo de aquellos siervos y les toma
cuentas,
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20 |
y
llegando el que había recibido los cinco talentos, presentó
otros cinco, diciendo: Señor, tú me has dado cinco talentos;
mira, pues, otros cinco que he ganado.
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21 |
Y
su amo le dice: Muy bien, siervo bueno y fiel, has sido fiel
en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo
de tu señor.
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22 |
Llegó
el de los dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me has
dado; mira otros dos que he ganado.
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23 |
Díjole
su señor: Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en
lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de
tu señor.
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24 |
Se
acercó también el que había recibido un solo talento y dijo:
Señor, tuve cuenta que eres hombre duro, que quieres cosechar
donde no sembraste y recoger donde no esparciste,
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25 |
y
temiendo, me fui y escondí tu talento en la tierra; aquí lo
tienes.”
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26 |
Respondióle
su amo: Siervo malo y haragán, ¿conque sabías que yo quiero
cosechar donde no sembré y recoger donde no esparcí?
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27 |
Debías,
pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, para que
a mi vuelta recibiese lo mío con los intereses.
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28 |
Quitadle
el talento y dádselo al que tiene diez,
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29 |
porque
al que tiene se le dará y abundará; pero a quien no tiene,
aun lo que tiene se le quitará,
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30 |
y a ese siervo inútil echadle a las tinieblas exteriores;
allí habrá llanto y crujir de dientes. |
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El
juicio final
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31 |
Cuando
el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles
con El, se sentará sobre su trono de gloria.
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32 |
Y
se reunirán en su presencia todas las gentes, y separará a
unos de otros, como el pastor separa a las ovejas de los cabritos,
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33 |
y
pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
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34 |
Entonces
dirá el Rey a los que están a su derecha: Venid, benditos
de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo.
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35 |
Porque
tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis
de beber; peregriné, y me acogisteis;
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36 |
estaba
desnudo, y me vestísteis; enfermo, y me visitasteis; preso,
y vinisteis a verme.
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37 |
Y
le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
y te alimentamos, sediento y te dimos de beber?
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38 |
¿Cuándo
te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos?
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39 |
¿Cuándo
te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
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40 |
Y
el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis
eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis.
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41 |
Y
dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles.
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42
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Porque
tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis
de beber;
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43 |
fui
peregrino, y no me alojasteis; estuve desnudo y no me vestísteis;
enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.
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44 |
Entonces
ellos responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento,
o sediento, o peregrino, o enfermo, o en prisión, y no te
socorrimos?
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45 |
El
les contestará diciendo: En verdad os digo que, cuando dejasteis
de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo dejasteis
de hacerlo.
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46 |
E irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna.
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