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EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Segunda Carta a los Corintios

Capítulo 1
Salutación
 
1
Pablo, por la voluntad de Dios apóstol de Jesucristo, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios en Corinto, con todos los santos de toda la Acaya:
2
sea con vosotros la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
 
 
Consuelos de Dios
 
3
Bendito sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo,
4
que nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que podamos consolar nosotros a todos los atribulados con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.
5
Porque así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así por Cristo abunda nuestra consolación.
6
Pues si somos atribulados, es para vuestro consuelo y salud; si somos consolados, es por vuestro consuelo, que se muestra eficaz en la tolerancia de los mismos trabajos que nosotros padecemos;
7
y es firme nuestra esperanza en vosotros, sabiendo que así como participáis en nuestros padecimientos, así también participaréis en los consuelos.
8
No queremos, hermanos, que ignoréis la tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fue muy sobre nuestras fuerzas, tanto que desesperábamos ya de salir con vida.
9
Aún más, temimos como cierta la sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos,
10
que nos sacó de tan mortal peligro y nos sacará. En El tenemos puesta la esperanza de que seguirá sacándonos,
11
cooperando vosotros con la oración a favor nuestro, a fin de que la gracia que por muchos se me concedió, sea de muchos agradecida por nuestra causa.
PRIMERA PARTE
APOLOGÍA DEL APÓSTOL
Capítulo 1
La sinceridad de San Pablo
12
Pues ésta es nuestra gloria, el testimonio de nuestra conciencia de que no en sabiduría carnal, sino en la santidad y sinceridad de Dios, en la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y más especialmente entre vosotros.
13
No os escribimos sino lo que habéis leído y os es conocido, y espero que hasta el fin lo conoceréis,
14
así como nos habéis también en parte conocido que somos vuestra gloria, como sois vosotros la nuestra, en el día de nuestro Señor Jesucristo.
 
 
El plan de su viaje
 
15
En esta confianza quise ir primero a veros, para que tuvieseis una segunda gracia,
16
y pasando por vosotros, ir a Macedonia, y de nuevo desde Macedonia volver por ahí y ser por vosotros encaminado hacia Judea.
17
Al proponerme esto, ¿obré a la ligera? O lo que yo me he propuesto, ¿me lo propuse llevado de sentimientos humanos, de manera que haya en mí Sí, sí y No, no?
18
Dios me es fiel testigo de que nuestra palabra con vosotros no es y No.
19
Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que os hemos predicado yo, Silvano y Timoteo, no ha sido y No, antes ha sido en El.
20
Cuantas promesas hay de Dios son en El ; y por El decimos amén para gloria de Dios.
21
Es Dios quien a nosotros y a vosotros nos confirma en Cristo, nos ha ungido,
22
nos ha sellado y ha depositado las arras del Espíritu en nuestros corazones.
 
 
Por qué no fue a Corinto
 
23
Pongo a Dios por testigo sobre mi alma de que por consideración con vosotros no he ido todavía a Corinto.
24

No porque pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino porque queremos contribuir a vuestro gozo por vuestra firmeza en la fe.

Capítulo 2
1
He hecho propósito de no ir otra vez a vosotros en tristeza.
2
Porque si yo os contristo, ¿quién va a ser el que a mí me alegre sino aquel que se contriste por mi causa?
3
Y esto mismo os escribí para que cuando vaya no tenga que entristecerme de lo que debiera alegrarme, confiando en todos vosotros, pues mi gozo es también el vuestro.
4
Os escribí en medio de una gran tribulación y ansiedad de corazón con muchas lágrimas, no para que os entristezcáis, sino para que conozcáis el gran amor que os tengo.
 
 
Perdón al rebelde
 
5
Si alguno me contristó, no me contristó a mí, sino en cierto modo para no exagerar, a todos vosotros.
6
Bástele a ése la corrección de tantos,
7
pues casi habríamos de perdonarle y consolarle, para que no se vea consumido por excesiva tristeza.
8
Por eso os ruego que públicamente le ratifiquéis vuestra caridad,
9
pues para esto os escribo, a fin de conocer vuestra probada virtud, a ver si sois obedientes en todo.
10
Y al que vosotros algo perdonéis, también le perdono yo, pues lo que yo perdono, si algo perdono, por amor vuestro lo perdono en la presencia de Cristo,
11
para no ser víctimas de los ardides de Satanás, ya que no ignoramos sus propósitos.
 
 
Sucesos gratos para San Pablo
 
12
Habiendo ido a Tróade para anunciar el evangelio de Cristo, no obstante hallar una puerta abierta en el Señor,
13
no tuve reposo en mi espíritu por no haber encontrado allí a Tito, mi hermano; y despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.
14
Con todo, doy gracias a Dios, que nos hace triunfar en Cristo, y por nosotros manifiesta en todo lugar el aroma de su conocimiento;
15
porque somos para Dios suave olor de Cristo en los que se salvan y en los que se pierden;
16
en éstos, olor de muerte para muerte; en aquéllos, olor de vida para vida. Y para esto, ¿quién es suficiente?
17
Porque no somos como muchos, que trafican con la palabra de Dios, sino que sinceramente, como de Dios, hablamos delante de Dios en Cristo.
Capítulo 3
Las cartas comendaticias
 
1
¿Vamos a comenzar de nuevo a recomendarnos a nosotros mismos? ¿Tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para con vosotros de nosotros?
2
Nuestra carta sois vosotros mismos, escrita en nuestros corazones, conocida y leída de todos los hombres,
3
pues notorio es que sois carta de Cristo, expedida por nosotros mismos, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne que son vuestros corazones.
 
 
Pablo, ministro de la nueva alianza
 
4
Tal es la confianza que por Cristo tenemos en Dios.
5
No que nosotros seamos capaces de pensar algo como de nosotros mismos, que nuestra suficiencia viene de Dios.
6
El nos capacitó como ministros de la nueva alianza, no de la letra, sino del espíritu, que la letra mata, pero el espíritu da vida.
7
Pues si el ministerio de muerte escrito con letras sobre piedras fue glorioso, hasta el punto de que no pudieran los hijos de Israel mirar el rostro de Moisés a causa de su resplandorevanecente de su rostro,
8
¡cuánto más no será glorioso el ministerio del espíritu!
9
Si el ministerio de condenación es glorioso, mucho más glorioso será el ministerio de la justicia.
10
Y en verdad, en este aspecto aquella gloria deja de serlo comparada con esta otra eminente gloria.
11
Porque si lo que se desvanece fue glorioso, ¿cuánto más lo será lo que permanece?
 
 
La libertad cristiana
 
12
Teniendo, pues, tal esperanza, procedemos con plena libertad,
13
y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los hijos de Israel no miraran al término que se desvanece.
14
Pero sus entendimientos estaban embotados, y hasta hoy existe el mismo velo en la lectura del Antiguo testamento sin renovarse, porque sólo con Cristo desaparece.
15
Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, el velo persiste tendido sobre sus corazones;
16
mas cuando se vuelvan al Señor, será corrido el velo.
17
El Señor es espíritu, y donde está el espíritu del Señor está la libertad.
18
Todos nosotros, a cara descubierta, reflejamos como espejos la gloria del Señor y nos transformamos en la misma imagen, de gloria en gloria, como movidos por el espíritu del Señor.
Capítulo 4
Pablo, heraldo de la verdad
 
1
Por esto, investidos de este ministerio por la misericordia de que fuimos objeto, no desfallecemos,
2
sino que, desechando los tapujos vergonzosos, no procediendo con astucia ni falsificando la palabra de Dios, manifestamos la verdad y nos recomendamos nosotros mismos a toda humana conciencia ante Dios.
3
Si nuestro evangelio queda encubierto, es para los que van a la perdición, para los incrédulos,
4
cuya inteligencia cegó el dios de este siglo para que no brille en ellos la luz del Evangelio, de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios.
5
Pues no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, Señor; y cuanto a nosotros, nos predicamos siervos vuestros por amor de Jesús.
6
Porque Dios, que dijo: "Brille la luz del seno de las tinieblas", es el que ha hecho brilar la luz en nuestros corazones para hacer resplandecer la ciencia de la gloria de Dios en el rostro de Cristo.
 
 
Debilidad y fortaleza de los ministros del Evangelio
 
7
Pero llevamos este tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder sea de Dios y no parezca nuestra.
8
En todo apremiados, pero no acosados; perplejos, pero no desconcertados;
9
perseguidos, pero no abandonados; abatidos, pero no aniquilados,
10
llevando siempre en el cuerpo el suplicio mortal de Cristo, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestro tiempo.
11
Mientras vivimos estamos siempre entregados a la muerte por amor de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste también en nuestra carne mortal.
12
De manera que en nosotros obra la muerte; en vosotros, la vida.
13
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: “Creí, por eso hablé”; también nosotros creemos, y por esto hablamos;
14
sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros;
15
porque todas las cosas suceden por vosotros, para que la gracia difundida en muchos acreciente la acción de gracias para gloria de Dios.
16
Por lo cual no desmayamos, sino que mientras nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se renueva de día en día.
17
Pues por la momentánea y ligera tribulación nos prepara un peso eterno de gloria incalculable,
18
y no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las visibles son temporales; las invisibles, eternas.
Capítulo 5
La esperanza de los ministros del Evangelio
 
1
Pues sabemos que, si la tienda de nuestra mansión terrena se deshace, tenemos de Dios una sólida casa, no hecha por mano de hombres, eterna en los cielos.
2
Gemimos en esta nuestra tienda, anhelando sobrevestirnos de aquella nuestra habitación celestial,
3
supuesto que seamos hallados vestidos, no desnudos.
4
Pues realmente, mientras moramos en esta tienda, gemimos oprimidos, por cuanto no queremos ser desnudados, sino sobrevestidos, para que nuestra mortalidad sea absorbida por la vida.
5
Y es Dios quien así nos ha hecho, dándonos las arras de su Espíritu.
6
Así estamos siempre confiados, persuadidos de que mientras moramos en este cuerpo, estamos ausentes del Señor,
7
porque caminamos en fe y no en visión,
8
pero confiamos y quisiéramos más partir del cuerpo y morar junto al Señor.
9
Por esto, presentes o ausentes, consideramos como un honor serle gratos,
10
puesto que todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo para que reciba cada uno según lo que hubiere hecho por el cuerpo, bueno o malo.
 
 
La conducta de San Pablo
 
11
Sabedores, pues, del temor del Señor, hacemos por sincerarnos ante los hombres, que a Dios bien de manifiesto le estamos; espero también que estaremos patentes en vuestra conciencia,
12
No es que otra vez pretenda recomendarnos ante vosotros, sino daros ocasión para gloriaros en nosotros, a fin de que tengáis qué responder a los que ponen la gloria en lo exterior y no en lo interior.
13
Porque, si nos hacemos el loco, es por Dios; si nos mostramos juiciosos, es por vosotros.
14
La caridad de Cristo nos constriñe, persuadidos como lo estamos de que, si uno murió por todos, luego todos son muertos;
15
y murió por todos para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que por ellos murió y resucitó.
16
De manera que desde ahora a nadie conocemos según la carne; y aun a Cristo, si le conocimos según la carne, ahora no lo conocemos así.
17
De suerte que el que está en Cristo se ha hecho criatura nueva, y lo viejo pasó, se ha hecho nuevo.
18
Mas todo esto viene de Dios, que por Cristo nos ha reconciliado consigo y nos ha confiado el ministerio de la reconciiación.
19
Porque, a la verdad, Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo y no imputándole sus delitos, y puso en nuestras manos la palabra de reconciliación.
20
Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios os exhortase por medio de nosotros. Por Cristo os rogamos: Reconciliaos con Dios.
21
A quien no conoció el pecado, le hizo pecado por nosotros para que en El fuéramos justicia de Dios.
Capítulo 6
Descripción de la conducta de San Pablo
 
1
Cooperando, pues, con El, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios,
2
porque dice: “En el tiempo propicio te escuché y en el día de la salud te ayudé.” Este es el tiempo propicio, éste el día de la salud.
3
En nada demos motivo alguno de escándalo, para que no sea objeto de befa nuestro ministerio,
4
sino que en todo nos acreditemos como ministros de Dios; en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en apremios,
5
en azotes, en prisiones, en tumultos, en fatigas, en desvelos, en ayunos,
6
en santidad, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en Espíritu Santo, en caridad sincera,
7
en palabras de veracidad, en el poder de Dios, en armas de justicia ofensivas y defensivas,
8
en honra y deshonra, en mala o buena fama; cual seductores, siendo veraces;
9
cual desconocidos, siendo bien conocidos; cual moribundos, bien que vivamos; cual castigados, mas no muertos;
10
como contristados, aunque siempre alegres; como mendigos, pero enriqueciendo a muchos; como quienes nada tienen, poseyéndolo todo.
 
 
Desahogos del corazón de San Pablo
 
11
Os abrimos, ¡oh corintios!, nuestra boca, ensanchamos nuestro corazón;
12
no estáis al estrecho en nosotros, lo estáis en vuestras entrañas;
13
pues para corresponder de igual modo, como a hijos os hablo, ensanchaos también vosotros.
 
 
Huida de la sociedad pagana
 
14
No os unáis en yunta desigual con los infieles. ¿Qué consorcio hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué comunidad entre la luz y las tinieblas?
15
¿Qué concordia entre Cristo y Belial? ¿Qué parte del creyente con el infiel?
16
¿Qué concierto entre el templo de Dios y los ídolos? Pues vosotros sois templo de Dios vivo, según Dios dijo: “Yo habitaré y andaré en medio de ellos, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
17
Por lo cual, salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor; y no toquéis cosa inmunda, y yo os acogeré
18
y seré vuestro padre, y vosotros seréis mis hijos y mis hijas, dice el Señor todopoderoso.”
Capítulo 7
1
Pues que tenemos estas promesas, carísimos, purifiquémonos de toda mancha de carne y de espíritu, acabando la obra de la santificación en el temor de Dios.
 
 
Gozo de San Pablo
 
2
Dadnos cabida en vuestros corazones; a nadie hemos agraviado, a nadie hemos perjudicado, a nadie hemos explotado.
3
No lo digo para condenaros, que ya antes os he dicho cuán dentro de nuestro corazón estáis para vida y para muerte.
4
Tengo mucha confianza con vosotros; tengo en vosotros grande motivo de gloria, estoy lleno de consuelo, reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones.
 
 
Elogios de los corintios
 
5
Pues aun llegados a Macedonia, no tuvo nuestra carne ningún reposo, sino que en todo fuimos atribulados, luchas por fuera, por dentro temores.
6
Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la llegada de Tito,
7
y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que él tuvo por causa vuestra, al anunciarnos vuestra ansia, vuestro llanto y vuestro celo por mí, con lo que creció más mi gozo.
8
Porque si con la epístola os entristecí, no me pesa. Y si estaba pesaroso viendo que aquella carta, aunque por un momento, os había contristado,
9
ahora me alegro, no porque os entristecisteis, sino porque os entristecisteis para penitencia. Os contristasteis según Dios, para que no recibieseis daño alguno de nuestra parte.
10
Pues la tristeza según Dios es causa de penitencia saludable, de que jamás hay por qué arrepentirse; mientras que la tristeza según el mundo produce la muerte.
11
Ved cuánta solicitud os ha causado esa misma tristeza según Dios, y qué excusas, qué enojos, qué temores, qué deseos, qué celo y qué vindicaciones. Totalmente limpios os habéis mostrado en este asunto.
12
Pues si yo os escribí, no fue por el que cometió el agravio ni por el que lo recibió, sino para que se manifestase vuestra solicitud por nosotros delante de Dios.
13
Con esto nos hemos consolado. Y a este consuelo nuestro vino a unirse el extremado gozo de Tito, cuyo espíritu habéis todos confortado.
14
Que si en algo me glorié con él de vosotros, no he quedado confundido, sino que así como en todo os habíamos hablado verdad, así era también verdadero nuestro gloriarnos con Tito.
15
Y su cariño por vosotros se ha acrecentado viendo vuestra obediencia y el temor y temblor con que le recibisteis.
16
Me alegro de poder en todo confiar en vosotros.
SEGUNDA PARTE
LA COLECTA PARA LOS FIELES DE JERUSALÉN
Capítulo 8
Generosidad de los macedonios
 
1
También quiero, hermanos, haceros conocer la gracia que Dios ha hecho a las iglesias de Macedonia,
2
que la gran tribulación con que han sido probados abundó en gozo, y su extremada pobreza se convirtió en riqueza de su liberalidad.
3
Doy testimonio de que, según sus facultades y aun por encima de sus facultades, de iniciativa propia,
4
instantemente nos rogaban que les hiciésemos la gracia de participar en el servicio a favor de los santos:
5
y no como esperábamos, sino que a sí mismos se entregaron, primeramente al Señor y luego a nosotros, por la voluntad de Dios.
6
Así que encargué a Tito que, según había comenzado, así también hiciese entre vosotros esta obra de beneficencia.
 
 
Invitación a los corintios
 
7
Y así como abundáis en todo, en fe, en palabra, en ciencia, en toda obra de celo y en amor hacia nosotros, así abundéis también en esta obra de caridad.
8
No os lo digo como imponiéndoos un precepto, sino en vista de la solicitud de otros y para que probéis lo sincero de vuestra caridad.
9
Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo pobre por amor nuestro, para que vosotros fueseis ricos por su pobreza;
10
y os aconsejo esto por conveniros así, ya que no sólo fuisteis los primeros en ralizarlo, sino también en quererlo desde el año anterior.
11
Acabad, pues, ahora vuestra obra, a fin de que, según la prontitud de la voluntad, así sea el llevarlo a cabo según vuestras facultades.
12
Cuando está pronta la voluntad, se acepta en la medida de lo que se tiene, no de lo que no se tiene,
13
porque no se trata de que para otros haya desahogo y para vosotros estrechez, sino de que ahora, con equidad,
14
vuestra abundancia alivie la escasez de aquéllos, para que asimismo su abundancia alivie vuestra penuria, de manera que haya equidad,
15
según está escrito: “Ni el que recogió mucho abundaba, ni el que recogió poco estaba escaso.”
 
 
Envía a Tito
 
16
Y gracias sean dadas a Dios, que puso en el corazón de Tito esta solicitud por vosotros,
17
pues no sólo acogió nuestro ruego, sino que, solícito, por propia iniciativa, partió a vosotros.
18
Y con él enviamos a otro hermano, cuyo elogio en la predicación del Evangelio está difundido por todas las iglesias;
19
y no sólo esto, sino que también fue elegido por las iglesias para compañero nuestro de viaje en esta obra de beneficencia, administrada por vosotros para gloria del mismo Señor y para responder a nuestra prontitud de ánimo,
20
evitando que nadie nos vitupere en esta colecta que promovemos.
21
Pues procuramos hacer el bien, no sólo ante Dios, sino también ante los hombres.
22
Enviamos con ellos a nuestro hermano, cuya solicitud tenemos bien probada con frecuencia en muchos negocios, y ahora se ha mostrado muy solícito por la gran confianza que tiene en vosotros.
23
Por lo que hace a Tito, es mi compañero y cooperador entre vosotros; cuanto a nuestros hermanos, enviados son de las iglesias, gloria de Cristo.
24
Hacen demostración de vuestra caridad y probad ante todas las iglesias que tenemos motivos de gloriarnos de vosotros ante ellos.
Capítulo 9
Motivos de la colecta
 
1
Cuanto al servicio en favor de los santos, no es necesario que yo os escriba;
2
conozco vuestra pronta voluntad, que es para mí motivo de gloriarme de vosotros ante los macedonios, pues Acaya está apercibida desde el año pasado y vuestro celo ha servido de estímulo a la mayor parte.
3
A pesar de esto, envío a los hermanos para que el haberme gloriado de vosotros ante ellos no resulte fallido en este asunto y que, según he dicho estéis dispuestos,
4
no sea que al llegar los macedonios conmigo os encuentren desprevenidos, y quedemos confundidos nosotros, por no decir vosotros, en este negocio.
5
Por eso he creído necesario rogar a los hermanos que anticiparan el viaje y preparasen de antemano vuestra prometida bendición, y con esta preparación resulte obra de liberalidad y no de mezquindad.
6
Pues os digo: El que escaso siembra, escaso cosecha; el que siembra con largura, con largura cosechará.
7
Cada uno haga según se ha propuesto en su corazón, no de mala gana ni obligado, que Dios ama al que da con alegría.
8
Y poderoso es Dios para acrecentar en vosotros todo género de gracias, para que, teniendo siempre y en todo lo bastante abundéis en toda buena obra,
9
según que está escrito: “Con largueza repartió, dio a los pobres; su justicia permanecerá para siempre.”
10
El que da la simiente al que siembra y el pan para comer, suministrará y multiplicará vuestra sementera, y acrecentará los frutos de vuestra justicia.
11
Y en todo seréis enriquecidos en toda liberalidad, que por nuestra mediación produzca acción de gracias a Dios.
12
Pues el ministerio de este servicio no sólo remedia la escasez de los santos, sino que se desborda en múltiples acciones de gracias a Dios,
13
por cuanto, experimentando este servicio, glorifican a Dios por vuestra sumisa confesión del Evangelio de Cristo y por la largueza de vuestra comunión con ellos y con todos,
14
y asimismo por su oración por vosotros, a quienes aman a causa de las gracias eminentes de Dios en vosotros.
15
Gracias sean dadas a Dios por su inefable don.
TERCERA PARTE
DEFENSA DEL OFICIO APOSTÓLICO
Capítulo 10
Pablo se defiende
 
1
Yo, pues, el mismo Pablo, que presente soy humilde entre vosotros, pero ausente soy atrevido con vosotros,
2
os ruego, por la mansedumbre y la bondad de Cristo, que, cuando esté presente, no tenga que atreverme con la energía con que pienso resueltamente obrar con algunos que nos tienen como si procediésemos según la carne.
3
Pues, aunque caminamos en la carne, no militamos según la carne;
4
porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas por Dios para derribar fortalezas, destruir sofismas
5
y toda altanería que se levante contra la ciencia de Dios y doblegar todo pensamiento a la obediencia de Cristo,
6
prontos a vengar toda desobediencia cuando se completare vuestra obediencia.
   
 
Hará valer su autoridad
   
7
Sólo consideráis las cosas superficialmente. Si alguno confía en que es de Cristo, piense también que, como él lo es, así lo somos nosotros.
8
Porque, aunque con exceso me gloríe yo de la autoridad que me dio el Señor para edificación y no para destrucción vuestra, no por eso me avergonzaré.
9
Para que nadie crea que pretendo amedrentaros con las cartas.
10
Porque hay quien dice que las cartas son duras y fuertes, pero la presencia corporal es poca cosa y la palabra, menospreciable.
11
Piense ese tal que cuales somos ausentes por las cartas, tales seremos presentes de obra.
   
 
Motivos de gloria de San Pablo
   
12
Porque no osamos igualarnos o compararnos con los que a sí mismos se recomiendan; mas midiéndose a sí mismos y tomándose a sí mismos por medida, no tienen juicio.
13
Nosotros no nos gloriamos desmedidamente, sino según la regla que Dios nos ha dado por medida para llegar aun hasta vosotros.
14
Porque no nos salimos fuera de los límites prescritos, como si no llegásemos hasta vosotros, pues hasta vosotros llegamos los primeros en el Evangelio de Cristo.
15
No gloriándonos desmedidamente de trabajos ajenos, sino esperando que, creciendo vuestra fe, crezcamos más y más entre vosotros, conforme a nuestra medida,
16
evangelizando a los que están más allá de vosotros, no para gloriarnos en regla ajena de lo ya laborado.
17
El que se gloría, que se gloríe en el Señor.
18
Pues no es el que a sí mismo se recomienda quien está probado, sino aquel a quien recomienda el Señor.
Capítulo 11
Pablo y los predicadores, sus émulos
 
1
¡Ojalá soportéis un poco mi demencia! Pero soportadla;
2
porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado a un solo marido para presentaros a Cristo como casta virgen.
3
Pero temo que como la serpiente engañó a Eva con su astucia, también corrompa vuestros pensamientos, apartándolos de la sinceridad y de la santidad debidas a Cristo.
4
Porque si viniese alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o dándoos otro Espíritu que el que os ha sido dado, u otro evangelio que el que habéis recibido, lo soportaríais de buen grado.
5
Pero yo creo que en nada soy inferior a esos preclaros apóstoles,
6
y aunque imperio de palabra, no de ciencia, pues en todo y siempre la hemos manifestado entre vosotros.
7
¿O es que he cometido un pecado humillándome a mí mismo, para que vosotros fueseis ensalzados, predicándoos gratuitamente el Evangelio de Dios?
8
Despojé a otras iglesias, recibiendo de ellas estipendio para serviros a vosotros;
9
y estando entre vosotros y hallándome necesitado, a nadie fue gravoso, pues a mis necesidades subvinieron los hermanos venidos de Macedonia; y en todo momento me guardé y me guardaré de seros gravoso.
10
Y por la verdad de Cristo que está en mí, que esta gloria no sufrirá mengua en las regiones de Acaya.
11
¿Por qué? ¿Porque no os amo? Eso Dios lo sabe.
12
Lo que yo ahora hago, también lo haré en lo futuro para cortar toda ocasión a los que la buscan de hallar en qué gloriarse igual que nosotros.
13
Pues esos falsos apóstoles, obreros engañosos, se disfrazan de apóstoles de Cristo;
14
y no es maravilla, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz.
15
No es, pues, mucho que sus ministros se disfracen de ministros de la justicia; su fin será el que corresponde a sus obras.
 
 
San Pablo, superior a sus émulos
 
16
Una vez más os digo que nadie me tenga por insensato, y en todo caso, toleradme como insensato, permitiéndome que un poco me gloríe.
17
Lo que voy a decir no lo digo según el Señor, sino como en locura, en este supuesto de la jactancia.
18
Puesto que muchos se glorían según la carne, también yo me gloriaré.
19
Pues con gusto soportáis a los insensatos, siendo vosotros sensatos.
20
Soportáis que os esclavicen, que os devoren, que os engañen, que se engrían, que os abofeteen.
21
Con sonrojo mío lo digo, como si nos hubiéramos mostrado débiles. En aquello en que cualquiera ose gloriarse, en locura lo digo, también osaré yo.
22
¿Son hebreos? También yo. ¿Son israelitas? También yo. ¿Son descendencia de Abraham? También yo.
23
¿Son ministros de Cristo? Hablando locamente, más yo: en trabajos, más; en prisiones, más; en azotes, mucho más; en peligros de muerte, muchas veces.
24
Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno.
25
Tres veces fui azotado con varas, una vez fui apedreado, tres veces padecí naufragio, un día y una noche pasé en los abismos;
26
muchas veces en viaje me vi en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de mi linaje, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre los falsos hermanos,
27
trabajos y fatigas en prolongadas vigilias muchas veces, en hambre y sed, en ayunos frecuentes, en frío y desnudez;
28
esto sin hablar de otras cosas, de mis cuidados de cada día, de la preocupación por todas las iglesias.
29
¿Quién desfallece que no desfallezca yo? ¿Quién se escandaliza que yo no me abrase?
30
Si es menester gloriarse, me gloriaré en lo que es mi flaqueza.
31
Dios y Padre del Señor Jesucristo, que es bendito por los siglos, sabe que no miento.
32
En Damasco, el etnarca del rey Aretas puso guardia en la ciudad de los damascenos para prenderme,
33
y por una ventana, en una espuerta, fui descolgado por el muro, y escapé a sus manos.
Capítulo 12
1
Si es menester gloriarse, aunque no conviene, vendré a las visiones y revelaciones del Señor.
2
Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años — si en el cuerpo no lo sé; si fuera del cuerpo, tampoco lo sé, Dios lo sabe — fue arrebatado hasta el tercer cielo;
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y sé que este hombre — si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe —
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fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede decir.
5
De tales cosas me gloriaré, pero de mí mismo no he de gloriarme, si no es de mis flaquezas.
6
Si quisiera gloriarme, no haría el loco, pues diría verdad. Me abstengo, no obstante, para que nadie juzgue de mí por encima de lo que en mí ve y oye de mí,
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y a causa de la excelsitud de las revelaciones. Por lo cual, para que yo no me engría, fueme dada un aguijón de carne, un ángel de Satanás, que me abofetea para que no me engría.
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Por esto rogué tres veces al Señor que se retirase de mí,
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y El me dijo: Te basta mi gracia, que en la flaqueza llega al colmo el poder. Muy gustosamente, pues, continuaré gloriandome en mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo.
10
Por lo cual me complazco en las enfermedades, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en los aprietos, por Cristo; pues cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte.
 
 
San Pablo defiende su conducta en Corinto
 
11
He hecho el loco; vosotros me habéis obligado. Porque necesitaba ser recomendado de vosotros, pues en nada fui inferior a los más eximios apóstoles, aunque nada soy.
12
Las señales de apóstol se realizaron entre vosotros en mucha paciencia, en señales y prodigios y milagros.
13
Pues ¿en qué habéis sido inferiores a las otras iglesias sino en que no os fui gravoso ? Perdonadme este agravio.
14
He aquí que por tercera vez estoy para ir a vosotros, y no os seré gravoso; porque no busco vuestros bienes, sino a vosotros; pues no son los hijos los que deben atesorar para los padres, sino los padres para los hijos.
15
Yo de muy buena gana me gastaré y me desgastaré por vuestra alma, aunque, amándoos con mayor amor, sea menos amado.
16
Bien, en nada os fui gravoso, pero en mi astucia os cacé con engaño.
17
¿Os he explotado acaso por medio de alguno de los que os envié?
18
Yo animé a Tito a ir y envié con él al hermano; ¿acaso Tito os explotó ? ¿No procedimos ambos según el mismo espíritu? ¿No seguimos los mismos pasos?
 
 
Temores de San Pablo
 
19
Hace tiempo creéis que nos justificamos ante vosotros. No; ante Dios, en Cristo, hablamos; todo, carísimos, es para vuestra edificación,
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pues temo que cuando vaya no os halle cual querría y no me halléis vosotros cual querríais; temo que haya contiendas, envidias, iras, ambiciones, detracciones, murmuraciones, engreimientos, sediciones;
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que al llegar de nuevo, sea de Dios humillado ante vosotros y tenga que llorar por muchos de los que antes pecaron y no hicieron penitencia de su impureza, de su fornicación y de su lascivia.
Capítulo 13
Hará valer su autoridad
 
1
Por tercera vez voy a vosotros: Por el testimonio de dos o de tres es firme toda sentencia.
2
Os lo he dicho ya, y ahora de antemano lo repito ausente, como cuando por segunda vez estuve presente, y declaro a los que han pecado y a todos los demás que, cuando otra vez vuelva, no perdonaré;
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puesto que buscáis experimentar que en mí habla Cristo, que no es débil para con vosotros, sino fuerte en vosotros.
4
Porque, aunque fue crucificado en su debiidad, vive por el poder de Dios. Y así somos nosotros débiles en El, pero vivimos con El para vosotros por el poder de Dios.
5
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe, probaos a vosotros mismos. ¿No reconocéis que Jesucristo está en vosotros? A no ser que estéis reprobados.
6
Pero confío que conoceréis que nosotros no estamos reprobados,
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y rogamos a Dios que no hagáis ningún mal, no para que nosotros aparezcamos calificados, sino para que vosotros practiquéis el bien y nosotros seamos descalificados;
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pues nada podemos contra la verdad, sino en favor de la verdad.
9
Nos gozamos siendo nosotros débiles y vosotros fuertes. Lo que pedimos es vuestra perfección.
10
Por eso os escribo esto ausente, para que presente, no necesite usar de la severidad según la autoridad que el Señor me confirió para edificar, no para destruir.
 
 
CONCLUSIÓN
 
11
Por lo demás, hermanos, alegraos, perfeccionaos, exhortaos, tened un mismo sentir, vivid en paz, y el Dios de la caridad y de la paz será con vosotros.
12
Saludaos mutuamente en el ósculo santo. Todos los santos os saludan.
13
La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu Santo sean con todos vosotros.

 

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