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SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL
PRIMERA PARTE
DAVID EN HEBRÓN
1
Comunican
a David la noticia de la muerte de Saúl.
1
Después de la muerte de Saúl, cuando hacía dos días que David, victorioso de
los amalecitas, estaba en Siceleg, 2 llegó el tercer día al campamento un
hombre, que venía del campo de Saúl, desgarrados los vestidos y cubierta la
cabeza de polvo. Cuando estuvo cerca de David, se echó en tierra, prosternándose, 3 y David le preguntó: «¿De
dónde vienes?» El respondió: «Vengo huido del campamento de Israel» 4 David
preguntó: «¿Qué ha sucedido? Cuéntamelo.» El
respondió: «El pueblo huyó de la batalla, y gran número de hombres han caído y
han perecido. Saúl mismo y Jonatán, su hijo, han sido muertos» 6 David dijo al
joven que le daba estas noticias: «¿Y cómo sabes tú
que han muerto Saúl y su hijo Jonatán?» 6 El joven que le daba las noticias
respondió: «Yo me hallaba por casualidad en el monte Gélboe, y vi a Saúl,
apoyado sobre su lanza, mientras se acercaban a él carros y caballeros, que
estaban ya para alcanzarle; 7 y volviéndose, me vio y me llamó. Yo respondí:
«Aquí me tienes» 8 Me dijo: «¿Quién eres tú?» Yo le
respondí; Soy un amalecita.» 9 Y él me dijo: «Acércate a mí y mátame, porque me
siento presa de un espasmo, mientras todavía tengo en mí toda la vida» 10 Yo me
acerqué a él y le maté, pues sabía muy bien que no sobreviviría a su derrota; y
cogiendo la diadema que llevaba en la cabeza y el brazalete que tenía en su
brazo, se los he traído aquí a mi señor»
11
David, cogiendo sus vestiduras, las rasgó, y también todos los hombres que con
él estaban. 12 Hicieron duelo, llorando y ayunando hasta la tarde, por Saúl,
por su hijo Jonatán y por el pueblo de Yavé y la casa de Israel, que habían
caído bajo la espada.
13
David dijo al joven que le había traído las noticias: «¿De
dónde eres El respondió: «Soy hijo de un extranjero, de un amalecita. 14 Y
David le dijo: «¿Y cómo te atreviste a tú a tender tu
mano para dar muerte al ungido de Yavé?» 15 Y llamando a uno de los suyos, le
dijo: «Échate sobre él y mátale.» El hombre hirió al amalecita, que murió. 16
David dijo: «Caiga tu sangre sobre tu cabeza! Tu misma
boca ha atestiguado contra ti al decir: Yo he dado la muerte al ungido de
Yavé.»
Elegía
de David por Saúl y Jonatán.
17
David cantó una elegía por Saúl y Jonatán, su hijo, 18 y mandó que se la
enseñasen a los hijos de Judá. Es el canto del arco, y está escrito en el libro
de Yaser:
19 «Tu
gloria, Israel, ha perecido en tus montes;
¿Cómo
cayeron los héroes?
20 No
lo propaléis en Gat;
No lo
publiquéis por las calles de Ascalón,
Que no
se regocijen las hijas de los filisteos,
Y no
salten de júbilo las hijas de los incircuncisos.
21
¡Montes de Gélboe! No caiga sobre vosotros ni rocío ni lluvia,
Ni
seáis campos de primicias,
Porque
allí fue abatido el escudo de los héroes,
El
escudo de Saúl, como si no fuera ungido con el óleo.
22 De
la sangre de los muertos, de la grasa de los valientes,
El arco
de Jonatán no se hartaba nunca,
La
espada de Saúl no se blandía en vano.
23 Saúl
y Jonatán, amados y queridos, inseparables en vida,
Tampoco
se separaron en la muerte.
Más
ágiles que las águilas,
Más
fuertes que los leones.
24 Hijas
de Israel, llorad por Saúl,
Que os
vestía de lino fino,
Y adornaba
de oro vuestros vestidos.
¡Cómo
han caído los fuertes guerreros!
25
¡Cómo han caído los héroes en medio de la batalla!
¡Cómo
fue traspasado Jonatán en las alturas!
26
¡Angustiado estoy por ti, oh Jonatán, hermano mío!
Me eras
carísimo,
Y tu
amor era para mí dulcísimo,
Más que
el amor de las mujeres.
27
¿Cómo han caído los héroes?
¡Cómo
han perecido las armas del combate!
2
David,
rey de Judá.
1
Después de esto, consultó David a Yavé, diciendo: «¿He
de subir a alguna de las ciudades de Judá?» Y Yavé respondió: «Sube» Preguntó
David: «¿A cuál de ellas subiré» Y Yavé respondió: «A
Hebrón» 2 Subió, pues, allá David, con sus dos mujeres, Ajinoam de Jezrael y Abigail de Carmel, mujer de Nabal.
3 Hizo
también que subieran los que estaban con él, cada uno con su familia, y
habitaron en la ciudad de Hebrón. 4 Vinieron los hombres de Judá, y ungieron
allí a David, rey de la casa de Judá. Supo David que las gentes de Jabes Galaad habían dado sepultura a Saúl; 6 y David envió
mensajeros a los hombres de Jabes Galaad, que les
dijeran: «Benditos seáis de Yavé por la misericordia que habéis hecho con
vuestro señor Saúl, dándole sepultura. 6 Que haga Yavé con vosotros
misericordia y verdad. Yo también os pagaré con favores lo que habéis hecho. 7
Fortaleced vuestras manos y tened valor, pues que, muerto Saúl, los hombres de
Judá me han ungido por rey suyo.
Oposición
de la casa Saúl.
8 Pero
Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Saúl, tomó a
Isbaal, hijo de Saúl; y llevándole a Majanaim, 9 le
alzó por rey de Galaad, de Aser, de Jezrael, de Efraím, de Benjamín y de todo Israel.
10
Cuarenta años tenía Isbaal, hijo de Saúl, cuando comenzó a reinar en Israel y
reinó dos años.
11 El
tiempo que David reinó en Hebrón, sobre la casa de Judá, fue de siete años y
seis meses.
La
batalla de Gabaón
12
Abner, hijo de Ner, y los seguidores de Isbaal, salieron
de Majanaim para Gabaón.
13
Joab, hijo de Sarvia, y los seguidores de David se pusieron en marcha. Encontráronse cerca del estanque de Gabaot y acamparon los unos de un lado del estanque y los otros del otro. 14 Abner
dijo a Joab: «Salgan unos cuantos jóvenes y combatan a nuestra vista» Joab
respondió: «Que salgan» 15 Y salieron, avanzando en igual número, doce de
Benjamín, por Isbaal, hijo de Saúl, y doce de los seguidores de David; 16 y
cogiendo cada uno a su adversario por la cabeza, le hundió la espada en el
costado, y cayeron todos a una, llamándose por eso aquel lugar Campo de los
Costados, que está en Gabaón. 17 Hubo aquel día muy recia batalla, y Abner y
los hombres de Israel fueron vencidos por los seguidores de David. 18 Estaban
allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisaí y Azael. Azael era ligero de pies,
como un corzo de los campos, 19 y persiguió a Abner, sin apartarse de él, ni a
la derecha ni a la izquierda. 20 Abner miró detrás de sí, y le dijo: «¿Eres tú, Azael?» El respondió: «Yo soy» 21 Y Abner le
dijo: «Apártate o a la derecha o a la izquierda, coge a uno de esos mozos, y
toma sus despojos.» Pero Azael no quiso apartarse de él, 22 y Abner dijo
entonces a Azael: «Apártate de mí o te derribo en tierra, ¿y cómo podría yo
levantar mis ojos delante de Joab, tu hermano?» 23 Pero Azael rehusó retirarse,
y Abner le hirió entonces con el regatón de la lanza en el abdomen, saliéndole
la lanza por detrás, y allí cayó y murió. Todos, al llegar al lugar donde había
caído Azael, se detenían. 24 Joab y Abisaí persiguieron a Abner, llegando al
ponerse del sol a la colina de Amma, que está frente
a Guiaj, del lado del desierto de Gabaón.
25 Los
hijos de Benjamín se reunieron detrás de Abner en apretado haz, y se apostaron
en lo alto de la colina; 26 y Abner llamando a Joab, le dijo a voces: «¿Hasta cuándo no dejará de devorar la espada? ¿No sabes que
al fin viene la desesperación? ¿A cuándo esperas, para decir a los tuyos que
dejen de perseguir a sus hermanos?» 27 Y Joab respondió: «Por Dios vivo, que si
no hubieras hablado tú, el pueblo no habría dejado de perseguir a sus hermanos
hasta mañana» 28 Y Joab hizo sonar la trompeta, y el pueblo se detuvo, y no
persiguieron ya a Israel, cesando el combate. 29 Abner y sus gentes, después de
marchar toda la noche por el Arabá, pasaron el
Jordán, cruzaron todo el Bitrón, y llegaron a Majanaim.
30
Joab, cesando en la persecución de Abner, reunió a todo el pueblo. Faltaban de
los seguidores de David diecinueve hombres y Azael. 31 Los seguidores de David
habían herido de muerte a trescientos sesenta hombres de los de Benjamín, de
los de Abner. Llevaron a Azael y le sepultaron en el sepulcro de su padre en
Belén. 32 Joab y sus hombres marcharon toda la noche, y llegaron a Hebrón al
despuntar el día.
3
Guerra
civil entre la casa de David y la de Saúl.
1 Fue
larga la guerra entre la casa de David y la casa de Saúl, pero David iba
fortaleciéndose cada vez más, y la casa de Saúl cada vez más debilitándose.
2 En
Hebrón naciéronle hijos a David: su primogénito fue
Amnón, hijo de Ajinoam de Jezrael;
3 el segundo Dodiya, de Abigail, del Carmel, mujer de
Nabal; el tercero Absalón, hijo de Maca, hija de Tolmai,
rey de Gesur; 4 el cuarto Adonías,
hijo de Agit; el quinto Safatía,
hijo de Abital; 6 el sexto Jetram,
de Egla, mujer de David. Estos son los hijos que
nacieron a David en Hebrón.
6
Durante la guerra entre la casa de Saúl y la casa de David, era Abner el que se
hacía fuerte por la casa de Saúl. 7 Había tenido Saúl una concubina, de nombre Risfa, hija de Aya; e Isbaal dijo
a Abner: «Por qué has entrado a la concubina de mi padre?»
Abner, muy irritado por lo que le decía Isbaal, respondió: «¿Soy
yo acaso hoy una cabeza de perro? Hasta hoy he favorecido yo a la casa de Saúl,
tu padre, y a sus hermanos y amigos, y no te he puesto en las manos de David;
¿y tú me recriminas hoy por causa de esa mujer? 9 Así haga Dios a Abner, y así
le añada, si no hago yo con David, conforme a lo que le ha jurado Yavé, que quitaría
el reino a la casa de Saúl, y confirmaría el trono de David, sobre Israel y
sobre Judá, desde Dan hasta Berseba»
11 No
pudo Isbaal responder a Abner palabra, porque le temía. 12 Envió, pues, Abner
mensajeros de su parte a David, diciéndole: «Haz alianza conmigo y mi mano te
ayudará a traer a ti a todo Israel»
13
David respondió: «Está bien, yo haré alianza contigo, pero te pido una cosa:
Que no vengas a verme, sin traer contigo a Micol, la
hija de Saúl, cuando vengas a verme» 14 Después de esto mandó David mensajeros
a Isbaal, hijo de Saúl, que le dijeran: «Devuélveme mi mujer, Micol, que adquirí a costa de cien prepucios de filisteos»
15 Mandó Isbaal a quitársela a su marido Paltiel,
hijo de Laín, y 16 el marido se fue tras ella siguiéndola y llorando hasta Bajurim. Abner le dijo: «Anda y vuélvete», y él entonces se
volvió. 17 Habló Abner a los ancianos de Israel, diciendo: «No es de ayer
vuestro deseo de que David reinase sobre vosotros: 18 cumplidlo, pues, ahora,
pues que Yavé ha hablado a David, diciendo: Por mano de mi siervo David libraré
yo a mi pueblo Israel, de la mano de los filisteos y de la mano de todos sus
enemigos.»
19
Habló también Abner a los hijos de Benjamín, y fue luego a Hebrón, a comunicar
a David la disposición en que estaba Israel y toda la casa de Benjamín. 40
Vino, pues, Abner a David, a Hebrón, con veinte hombres, y David dio un
banquete a Abner y a los que con él habían venido. 21 Y Abner dijo a David:
«Voy a levantarme, y partiré para reunir a todo Israel, y traerle a mi señor el
rey. Ellos harán alianza contigo, y tú reinarás como deseas.» David despidió
luego a Abner, y éste se fue en paz.
22
Vinieron los seguidores de David y Joab, de vuelta de expedición, trayendo
consigo gran botín. No estaba ya Abner con David en Hebrón; ya le había
despedido David y ya se había ido él en paz; 23 pero al llegar Joab con el
ejército que mandaba, dieron aviso a Joab, diciendo: «Abner, hijo de Ner, ha venido a estar con el rey, y éste le ha despedido,
y él se ha ido en paz». 24 Vino entonces Joab al rey, y le dijo: «¿Cómo has hecho esto? Ha venido a estar contigo Abner. ¿por qué, pues, le has dejado irse en paz? 25 No sabes tú que
Abner, hijo de Ner, ha venido a engañarte y a
espiarte en tus entradas y salidas y sorprender tus planes?»
26 Y en saliendo de estar con David, mandó Joab algunos tras Abner que le
trajeron desde la cisterna de Sira, sin que David supiera nada. 27 Cuando Abner
estuvo de vuelta en Hebrón, Joab, llevándole aparte dentro de la puerta, como
para hablarle en secreto, le hirió en el vientre y le mató, en venganza de la
sangre de Azael, su hermano. 28 Al saberlo David, dijo: «Inocente soy yo para
siempre, yo y mi reino delante de Yavé, de la sangre de Abner, hijo de Ner; 29 caiga su sangre sobre la cabeza de Joab, y sobre
toda la casa de su padre. Haya siempre en la casa de Joab quien padezca de
flujo, leproso, quien ande con báculo, quien muera a cuchillo, quien carezca de
pan» 30 Joab y Abisaí, su hermano, mataron a Abner, porque éste había muerto a
Azael, hermano de los dos, en la batalla de Gabaón
31
David dijo a Joab y a todo el pueblo que con él estaba: «Rasgad vuestras
vestiduras, ceñíos de saco, y haced duelo por Abner» 32 Sepultaron a Abner en
Hebrón. El rey iba detrás del féretro: y lloró en alta voz sobre la tumba de
Abner, y todo el pueblo lloró con él. 33 El rey cantó una elegía por Abner, y
dijo:
«¿Ha
muerto acaso Abner la muerte del criminal?
34 No
estaban atadas tus manos,
Ni
encadenados tus pies.
Caíste
como cae el inocente,
A manos
de malvados.»
Todo el
pueblo siguió llorando a Abner, 36 y se acercaron a David para hacerle tomar
algún alimento antes de que acabase el día; pero David juró: «Hágame esto Yavé,
y esto me añada, si cómo nada antes de la puesta del sol» 36 Todo el pueblo lo
supo, viendo con agrado lo que hacía el rey; 37 y comprendió aquel día, que no
había sido obra del rey la muerte de Abner, hijo de Ner.
El rey dijo a sus servidores: «¿No veis que ha caído
hoy en Israel un gran capitán y un gran hombre? 38 Por lo que a mí hace, yo soy
todavía débil, aunque ungido, y esos hombres, los hijos de Sarvia, son más
poderosos que yo. Que Yavé pague al que ha hecho el mal, según su malicia.»
4
Muerte
de Isbaal
1
Cuando supo Isbaal que Abner había muerto en Hebrón, se le cayeron los brazos,
y todo Israel quedó consternado. 2 Estaban con el hijo de Saúl dos jefes de
bandidos uno de nombre. Bama y otro de nombre Recab, hijos de Rimón, de Berot, de los hijos de Benjamín, pues Berot se cuenta también como parte de Benjamín. 3 Estos berotitas hablan huido a Guitaim, y habían habitado allí hasta
entonces. 4 Un hijo de Jonatán, hijo de Saúl, tenía cinco años; y al llegar de Jezrael la noticia de la muerte de Saúl y Jonatán, le cogió
la nodriza para huir con él, y en la precipitación de la fuga le dejó caer, y
quedó cojo; se llamaba Mefibaal. 5 ahora bien, los hijos de Rimón,
de Berot, Recab y Baaná, llegaron cuando calentaba el día a casa de Isbaal,
cuando éste estaba costado en el lecho durmiendo la siesta. Y he aquí que la
portera de la casa, mientras estaba limpiando trigo, se había amodorrado y
dormía. Ellos penetraron hasta el medo de la casa como para recoger el trigo y
le hirieron en el vientre, y luego Recab y su hermano Baaná se pusieron a salvo. Cuando penetraron en la
casa, dormía él sobre su lecho en la alcoba; le hirieron y dieron muerte; luego
cortándole la cabeza, la tomaron y se marcharon en dirección al Arabá toda la noche.
8
Trajeron a David, a Hebrón, la cabeza de Isbaal, y dijeron al rey: «Ahí tienes
la cabeza de Isbaal, hijo de Saúl, tu enemigo, que te perseguía; Yavé ha
vengado hoy a mi señor, el rey, de Saúl y de su descendencia» 9 Pero David,
respondiendo a Recab y Baaná,
su hermano, hijos de Remón de Berot, les dijo: «Vive
Yavé, que me salvó de toda angustia; 10 que si al que me anunció, diciendo: «Ha
muerto Saúl, creyendo anunciarme cosa grata para mí, le cogí, y le maté en
Siceleg, cuando parecía que era digno de albricias por la noticia, 11 ¿cuánto
más ahora, que unos malvados han quitado la vida a un hombre inocente, en su
casa, en su lecho, no habré de demandar su sangre de vuestras manos,
exterminándoos de sobre la tierra? » 12 Dio, pues, orden David a sus gentes, de
matarlos; y cortándoles manos y pies, los colgaron junto a la piscina de
Hebrón. La cabeza de Isbaal, la cogieron y la sepultaron en el sepulcro de
Abner, en Hebrón.
SEGUNDA PARTE
DAVID, REY EN JERUSALÉN
5
Reina
David sobre todo Israel.
1
Vinieron a David, a Hebrón, todas las tribus de Israel, y hablaron, diciendo:
«Hueso tuyo y carne tuya somos; 2 ya antes, cuando reinaba Saúl sobre nosotros,
tú sacabas a Israel y entrabas con él. Además Yavé te ha dicho: ‘Apacienta a mi
pueblo, y sé el jefe de Israel’» 3 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel
a David, a Hebrón; y David hizo con ellos alianza en Hebrón ante Yavé, y
ungieron a David rey de Israel. 4 Treinta años tenía David cuando comenzó a
reinar, y reinó cuarenta años. 5 Reinó en Hebrón, sobre Judá, siete años y seis
meses, y treinta y tres años en Jerusalén, sobre todo Israel y Judá.
6 El
rey se dirigió con su gente a Jerusalén, contra los jebuseos que la habitaban,
que dijeron a David: «No entrarás tú aquí: ciegos y cojos bastarán para
impedírtelo» Con lo que querían decir: «Jamás entrará David aquí» 7 Pero David
se apoderó de la fortaleza de Sión, que es la ciudad
de David; 8 pues había dicho: «¿Quién, batiendo al jebuseo, llegará a alcanzar
por el túnel a los ciegos y cojos, aborrecidos del alma de David?» Por eso
quedó en proverbio: «No entrarán en la casa los ciegos y los cojos.»
9 David
estableció su residencia en la fortaleza, y la llamó la ciudad de David, y
edificó en derredor, desde el terraplén para adentro. 10 David iba creciendo en
poder cada vez más, y Yavé Sebaot estaba con él. 11 Hirán,
rey de Tiro, envió a David una embajada y maderas de cedro, carpinteros y
canteros, que edificaron la casa de David.
12
Conoció David que Yavé le había confirmado rey de Israel, y que realzaba su
reino por amor de Israel, su pueblo. 13 Tomó David más concubinas y mujeres, de
Jerusalén, después de venir de Hebrón, y le nacieron hijos e bijas. 14 He aquí
los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, 15 Jijbar, Elisúa, Nefeg, 16 Jafia, Elisama, Elijoda y Elifelet.
17
Cuando los filisteos supieron que David había sido ungido rey de Israel,
subieron todos en busca suya, y David, que lo supo, bajó a su encuentro. 18 Los
filisteos hicieron una incursión en el valle de Refaim,
19 y David consultó a Yavé, diciendo: «¿Subiré contra
los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?» Y Yavé dijo a David: «Sube, pues
de cierto los entregaré en tus manos» 20 Vino, pues, David, a Baal Parasim, donde los derrotó, y dijo: «Yavé ha roto a mis
enemigos como rompen las aguas.» Por eso se dio a aquel lugar el nombre de Baal Parasim. 21 Dejaron allí sus ídolos, que David y su
gente se llevaron. 22 Volvieron los filisteos a subir, y a invadir el valle de Refaim. 23 Consultó David a Yavé: «¿Subiré
contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?» Y él le respondió: «No
subas a su encuentro, rodea por detrás de ellos y atácalos por la espalda,
desde el lado de las balsameras. 24 Cuando entre las balsameras oigas ruido de
pasos, ataca fuertemente, porque es Yavé que marcha delante de ti, para
derrotar al ejército de los filisteos.» 25 David hizo lo que Yavé le mandaba, y
batió a los filisteos desde Gabaón hasta Guezer.
6
Traslado
del arca a Jerusalén.
1
Volvió a reunir David a los selectos de Israel, treinta mil hombres; 2 y
acompañado de todo el pueblo congregado tras él, se puso en marcha desde Baalat Judá, para subir el arca de Dios, sobre la cual se
invoca el nombre de Yavé Sebaot, sentado sobre los querubines. 3 Pusieron sobre
un carro nuevo el arca de Dios, y la sacaron de la casa de Abinadab, que está
sobre la colina. 4 Oza y Ajio, hijos de Abinadab,
guiaban el carro nuevo; iba Oza al lado del arca, y Ajio iba delante; 5 David y toda la casa de Israel iban danzando delante de Yavé con
todas sus fuerzas, con arpas, salterios, adufes, flautas y címbalos. 6 Cuando
llegaron a la era de Nacón, tendió Oza la mano hacia
el arca de Dios, y la cogió, porque los bueyes daban sacudidas. 7 Encendióse de pronto contra Oza la cólera de Yavé, y cayó
allí muerto, junto al arca de Dios. 8 Entristecióse David de que hubiese herido Yavé a Oza, y fué llamado
aquel lugar Pere Oza, hasta hoy.
9 Atemorizóse entonces David de Yavé, y dijo: «¿Cómo voy a llevar a mí el arca de Yavé?» 10 Y desistió ya
de llevar a sí el arca de Yavé, a la ciudad de David, y la hizo llevar a casa
de Obededón, de Gat. 11
Tres meses estuvo el arca de Yavé en casa de Obededón,
y Yavé le bendijo a él y a toda su casa. 12 Dijéronle a David: «Yavé ha bendecido a la casa de Obededón y a
cuanto tiene con él, por causa del arca de Dios»; y poniéndose David en camino,
subió el arca de Dios, de la casa de Obededón a la
ciudad de David, con un jubiloso cortejo. 13 Como los que llevaban el arca de
Yavé hubieron andado seis pasos, se sacrificaron un buey y un becerro cebado.
14 David danzaba con toda su fuerza delante de Yavé, y vestía un efod de lino.
15 Así subieron David y toda la casa de Israel, entre gritos de júbilo y el
sonar de las trompetas.
16
Cuando el arca de Yavé llegó a la ciudad de David, Micol,
hija de Saúl, miró por la ventana; y al ver al rey David, saltando y danzando
delante de Yavé, le menospreció en su corazón. 17 Una vez que el arca de Yavé
fue introducida y puesta en su lugar, en medio del tabernáculo que David había
alzado para ella, David ofreció a Yavé holocaustos y sacrificios eucarísticos.
18 Acabado que hubo de ofrecer los holocaustos y los sacrificios eucarísticos,
bendijo al pueblo en nombre de Yavé Sebaot. 19 Repartió a todo el pueblo, a
toda la muchedumbre de Israel, hombres y mujeres, a cada uno una torta, un
pedazo de carne y uu racimo de uvas, y el pueblo se
fue cada uno a su casa.
20
Cuando se volvió David a la suya para bendecirla, Micol,
la hija de Saúl, le salió al encuentro, diciendo: «¡Qué
gloria hoy para el rey de Israel, haberse desnudado a los ojos de las siervas
de sus siervos, como se desnuda un juglar!» 21 David respondió a Micol: «Delante de Yavé, que con preferencia a tu padre y a
toda su casa me eligió para hacerme jefe de su pueblo, de Israel, he danzado
yo. 22 Y aún más vil que esto quiero parecer todavía, y rebajarme más a tus
ojos, y seré así honrado a los ojos de las siervas de que tú has hablado.» 23 Y
ya Micol, hija de Saúl, no tuvo más hijos hasta el
día de su muerte.
7
Promesa
del trono eterno.
1
Cuando el rey se hubo establecido en su casa y le hubo dado Yavé el descanso,
librándole de todos sus enemigos en derredor, 2 dijo a Natán, profeta: «Ya ves;
yo habito en casas de cedro, y el arca de Yavé está en una tienda» 3 Natán
respondió al rey: «Anda, haz lo que tienes en tu corazón, pues que Yavé está
contigo» 4 Pero aquella misma noche; tuvo Natán palabra de Yavé: «Anda 6 y ve a
decir a David, mi siervo: Así habla Yavé: ¿Vas a edificarme tú una casa, para
que yo habite en ella? Mira, yo no he habitado en casa desde el día en que
saqué de Egipto a los hijos de Israel, hasta hoy, sino que he andado en una
tienda, en un tabernáculo. Y en todo el tiempo en que anduve con los hijos de
Israel, ¿he dicho yo palabra a ninguno de los jefes de Israel, a quienes mandé
que apacentaran mi pueblo de Israel, de hacerme una casa de cedro? 8 Di, pues,
a David, mi siervo: Así habla Yavé Sebaot: Yo te tomé de la majada, de detrás
de las ovejas, para que fueses príncipe de mi pueblo, de Israel. 9 He estado
contigo por dondequiera que has ido; he exterminado delante de ti a todos tus
enemigos, y te estoy haciendo un nombre grande, como el de los grandes de la
tierra, 10 estableciendo a mi pueblo Israel y plantándolo en su lugar, para que
habite en él y no sea ya perturbado, y los hijos de la iniquidad no le aflijan
como antes, 11 desde el día en que constituí jueces sobre mi pueblo, Israel, y
dándote descanso de todos tus enemigos. Hácete, pues,
saber Yavé, que él te edificará casa a ti; 12 y que cuando se cumplieren tus días
y te duermas con tus padres, suscitaré a tu linaje, después de ti, el que
saldrá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 13 El edificará casa a mi nombre,
y yo estableceré su trono por siempre. 14 Yo le seré a él padre, y él me será a
mí hijo. Si obrare él mal, yo le castigaré con varas de hombres y con azotes de
hijos de hombres; 15 pero no apartaré de él mi misericordia, como la aparté de
Saúl, arrojándole de delante de ti. 16 Permanente será tu casa para siempre
ante mi rostro, y tu trono estable por la eternidad»
17
Conforme a todas estas palabras y a toda esta visión, habló Natán a David; 18 y
entrándose el rey David, puesto delante de Yavé, dijo: «Señor, Yavé, ¿quién soy
yo, y qué es mi casa, para que hasta tal punto me hayas traído? 19 Y aun esto
ha sido poco a tus ojos, Señor, Yavé, y has hablado acerca de la casa de tu
siervo para lo por venir, aventajándome sobre los otros hombres, ¡Señor, Yavé!
20 ¿Qué más podrá decirte David? Tú, ¡oh Señor, Yavé!, conoces a tu siervo. 21
Todas estas grandezas las haces según tu palabra y según tu corazón, y se las
has dado a conocer a tu siervo. 22 ¡Qué grande eres, Señor, Yavé! No hay nadie
que se te asemeje, ni hay Dios fuera de ti, como lo hemos oído con nuestros
oídos. 23 ¿Y hay sobre la tierra pueblo, como tu pueblo Israel, que haya
rescatado Dios para hacerle el pueblo suyo, dándole su nombre y haciendo por él
tan terribles y portentosas maravillas como en favor de tu pueblo hiciste,
redimiéndole de Egipto, de las gentes y de sus dioses? 24 Has confirmado a tu
pueblo Israel, por pueblo tuyo, para que sea tu pueblo para siempre jamás, y
seas tú su Dios. 25 Mantén, pues, siempre, Señor, Yavé, la palabra que has
dicho de tu siervo y de su casa, y obra según tu palabra, 26 y sea glorificado
por siempre tu nombre; y dígase: Yavé Sebaot es el
Dios de Israel. Sea firme ante ti la casa de tu siervo David, 27 pues que tú
mismo, Yavé Sebaot, Dios de Israel, te has revelado a tu siervo, diciendo: Yo
te edificaré a ti casa. 28 Por eso se atreve tu siervo a dirigirte esta
plegaria: ¡Oh Señor, Yavé! Tú eres Dios, y tus palabras son verdaderas, y has
prometido a tu siervo hacerle esta gracia. 29 Tenlo, pues, a bien, y bendice la
casa de tu siervo, para que subsista siempre delante de ti; porque tú, Señor,
Yavé, has hablado, y con tu bendición será por siempre bendita la casa de tu
siervo. »
8
Guerras
y triunfos de David.
1
Después de esto batió David a los filisteos y los humilló, arrebatando de las
manos de los filisteos Gat y las ciudades de su
dependencia. 2 Batió también a los moabitas, y haciéndolos postrarse en tierra,
los midió, echando sobre ellos las cuerdas; y dos de las medidas las condenó a
muerte, y a la otra le dejó la vida. Los moabitas quedaron sometidos a David y
le pagaron tributo.
3 Batió
a Hadadezer, hijo de Rojob, rey de Soba, cuando iba
camino para restablecer su dominio hasta el Eufrates.
4 Tomóle David mil setecientos caballeros y veinte
mil infantes; desjarretó a todos los caballos de los carros de guerra, no
dejando más que cien tiros de carros. 5 Habiendo venido en socorro de
Hadadezer, rey de Soba, los sirios de Damasco, batió David a veinte mil de
ellos; 6 puso guarniciones en la Siria de Damasco, y se le sometieron los sirios,
haciéndose tributarios.
Yavé dió a David la victoria por dondequiera que fue.
7 Tomó
David los escudos de oro que llevaban los de Hadadezer, y los trajo a
Jerusalén. 8 Tomó también gran cantidad de bronce en Belaj y Berotai, ciudades de Hadadezer.
9
Cuando Tou, rey de Amat, supo que David había
derrotado a todas las fuerzas de Hadadezer, 10 mandó a Jodorán,
su hijo, al rey David, para saludarle y felicitarle por haber atacado y vencido
a Hadadezer, pues Tou estaba constantemente en guerra
con Hadadezer. Jodorán trajo vasos de oro, vasos de
plata y vasos de bronce; 11 y el rey David los consagró también a Yavé, como
había hecho con la plata y el oro de las gentes que habla sometido, de Siria,
de Moab, de los hijos de Ammón, de los filisteos, de
Amalec, y el botín que había tomado a Hadadezer, hijo de Rojob,
rey de Soba.
13
David adquirió gran fama, y de vuelta de la victoria de Siria, combatió en el
Valle de la Sal, derrotando a dieciocho mil edomitas. 14 Puso guarniciones en
Edom, y todo Edom le quedó sometido. Yavé le daba la victoria por dondequiera
que iba.
15
Reinó David sobre todo Israel, haciendo derecho y justicia a todo su pueblo. 18
Joab hijo de Sarvia, era el jefe del ejército; Josafat, hijo de Ajilud, era cronista; 17 Sadoc,
hijo de Ajimelec, hijo de Ajitob,
y Abiatar, fueron sacerdotes; y Saraya secretario. 18 Banayas, hijo de Joyada,
era el jefe de los cereteos y los peleteos,
y los hijos de David eran los sacerdotes.
9
Mefibaal,
el hijo de .Jonatán.
1 David
preguntó: «¿Queda todavía alguno de la casa de
Jonatán, a quien pueda favorecer por amor a Jonatán?» 2 Había un servidor de la
casa de Saúl, de nombre Siba; hiciéronle,
pues, venir a David, y el rey le dijo: «¿Eres tú Siba?» Él respondió: «Tu siervo» 3 El rey le preguntó: «¿No queda ninguno de la casa de Saúl, a quien pueda hacer
yo misericordia de Dios?» Siba respondió al rey:
«Queda todavía un hijo de Jonatán, que está lisiado de ambos pies.» 4 «¿Dónde está?», preguntó el rey; y Siba respondió: «Está en casa de Maquir, hijo de Amiel, en Lodabar. »
5 El
rey David mandó a buscarle a la casa de Maquir, hijo
de Amiel, a Lodabar; 6 y
llegado a David Mefibaal, hijo de Jonatán, se echó sobre su rostro, prosternándose, y David le dijo: «Mefibaal» El le respondió: «Aquí tienes a tu siervo» 7 David le dijo:
«Nada temas, porque quiero favorecerte por amor de Jonatán, tu padre. Te
devolveré todas las tierras de Saúl, tu padre, y comerás siempre a mi mesa» 8 El se pros- ternó y dijo: «¿Qué es
tu siervo, para que pongas tu vista en un perro muerto como yo?» El rey llamó a Siba, servidor de Saúl, y le dijo: «Todo cuanto
pertenece a Saúl, toda su casa, se lo doy al hijo de tu amo. 10 Tú cultivarás
para él las tierras, tú, tus hijos y tus siervos, y le traerás la cosecha, para
que la casa de tu. amo tenga de qué vivir, y Mefibaal,
tu amo, comerá siempre a mi mesa» Siba tenía quince
hijos y veinte siervos; 11 y dijo al rey: «Todo se hará como el rey, mi señor,
se lo manda a su siervo.» Mefibaal comió a la mesa de David, como uno de los
hijos del rey. 12 Mefibaal tenía un hijo pequeño, que se llamaba Mica, y todos los
que vivían en la casa de Siba eran siervos de
Mefibaal; 13 pero éste moraba en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del
rey; y era cojo de ambos pies.
10
Guerra
contra los amonitas y los sirios, sus aliados.
1
Después de esto murió el rey de los hijos de Ammón, y le sucedió Janón, su hijo. 8 David dijo: «Voy a mostrar benevolencia a Janón, hijo de Najas, como su padre me la mostró a
mí» Y envió David embajadores para darle el pésame por la muerte de su padre.
Cuando los embajadores de David llegaron a la tierra de los hijos de Ammón, 3
dijeron los príncipes de los hijos de Ammón a su Señor: «¿Crees
tú que para honrar a tu padre ha mandado David consoladores? ¿No los ha mandado
más bien para explorar la ciudad, con el fin de destruirla?» Entonces Janón, cogiendo a los embajadores de David, rapóles la mitad de la barba, y les cortó los vestidos
hasta la mitad de las nalgas, y los despachó. 8 En cuanto lo supo David, mandó
quienes les salieran al encuentro, porque aquéllos estaban en gran confusión, y
les dijeran: «Quedaos en Jericó, hasta que os vuelva a crecer la barba, y
entonces volveréis»
6
Viendo los hijos de Ammón que se habían hecho odiosos a David, concertaron
tomar a sueldo a veinte mil infantes de los sirios de Bet Rojob y de Soba, mil de los de Maca, y doce mil de
los de Tob. 7 Súpolo David,
y mandó salir contra ellos a Joab y a todo el ejército, gente aguerrida. 8
Salieron los hijos de Ammón, y se ordenaron en batalla a la entrada de la
puerta; los sirios de Soba y de Rojob, así como las
gentes de Tob y de Maca, estaban aparte en el campo.
9 Al ver Joab que tenía un frente de batalla delante de sí y otro detrás,
escogió entre lo mejor de su ejército un cuerpo que oponer a los sirios, 10 y
puso el resto del pueblo a las órdenes de Abisaí, su hermano, para hacer cara a
los hijos de Ammón, 11 y dijo: «Si ves que los sirios me superan, vienes en mi
ayuda, y si los hijos de Ammón te superan a ti, yo iré a socorrerte. 12
Esfuérzate, y luchemos valientemente por nuestro pueblo y por las ciudades de
nuestro Dios, y que haga Yavé lo que mejor le parezca.»
13
Avanzó Joab con su hueste, para atacar a los sirios, pero éstos se pusieron en
fuga ante él; 14 y los hijos de Ammón, viendo que huían los sirios, huyeron
también ellos ante Abisaí, entrándose en la ciudad. Joab se volvió de contra
los hijos de Ammón, y retornó a Jerusalén; 16 pero los sirios, viéndose
vencidos por Israel, reconcentraron sus fuerzas, y Hadadezer hizo venir a los
sirios que estaban al otro lado del río, que vinieron a Jelam,
mandados por Sobac, jefe del ejército de Hadadezer.
17 Súpolo David, y reuniendo a todo Israel, pasó el
Jordán y vino a Jelam. Los sirios presentaron batalla
a David, y se trabó el combate, 18 pero huyeron delante de Israel, y David les
mató los caballos de setecientos carros, mil caballeros y cuarenta mil hombres
de a pie. Mató también al jefe del ejército, Sobac,
que quedó muerto allí. 19 Todos los reyes vasallos de Hadadezer, viéndose
vencidos por Israel, hicieron la paz con Israel y se le sometieron, y los
sirios no osaron ya socorrer a los hijos de Ammón. .
11
Adulterio
y homicidio de David.
1 Al
año siguiente, al tiempo en que los reyes suelen ponerse en campaña, mandó
David a Joab con todos sus servidores y todo Israel, a talar la tierra de los
hijos de Ammón, y pusieron sitio a Raba, pero David se quedó en Jerusalén.
2 Una
tarde, levantóse del lecho y se puso a pasear en la
terraza de la casa real; y vió desde allí a una
mujer, que estaba bañándose y era muy bella. 3 Hizo preguntar David quién era
aquella mujer, y le dijeron: «Es Betsabé, hija de
Eliam, la mujer de Urías, el jeteo» 4 David envió gentes en busca suya, vino
ella a su casa, y él durmió con ella. Purificada de su inmundicia, volvióse a su casa. 5 Quedó encinta, y lo hizo saber a
David, mandando a decirle: «Estoy encinta.» 6 Entonces David expidió a Joab
esta orden: «Mándame a Urías, el jeteo.» Y Joab mandó Urías a David. 7 Presentóse Urías a David, y el rey le pidió nuevas de Joab,
del ejército y de las operaciones militares; 8 y después dijo a Urías: «Baja a
tu casa y lávate los pies.» Salió Urías de la casa del rey, y detrás de él un
obsequio del rey; 9 pero Urías se acostó a la puerta del palacio real con los
demás servidores de su señor, y no bajó a su casa.
10 Dijéronle a David: «Urías no ha bajado a su casa.» Y David
le dijo: «¿Después de haber estado fuera, cómo no has bajado
a tu casa?» 11 Urías respondió a David: «El arca, Israel y Judá habitan en
tiendas; mi señor, Joab, y los servidores de mi señor acampan al raso, ¿e iba
yo a entrar en mi casa, para comer y beber y dormir con mi mujer? Por tu vida y
por la vida de tu alma, que no haré yo cosa semejante» 12 David dijo a Urías:
«Quédate aquí todavía hoy, y mañana te despacharé.» Quedóse,
pues Urías en Jerusalén aquel día; 13 y al siguiente David le convidó a comer
con él, y Urías se embriagó, y salió ya tarde a acostarse con los servidores.
A la
mañana siguiente escribió David a Joab una carta, y se la mandó por manos de
Urías. 15 En esta carta había escrito: «Poned a Urías en el punto donde más
dura sea la lucha, y cuando arrecie el combate, retiraos y dejadle solo, para
que caiga muerto» 16 Joab, que asediaba la ciudad, puso a Urías en el sitio
donde sabía que estaban los más valerosos de los defensores. 17 Los de la
ciudad hicieron una salida contra Joab, y cayeron muchos del pueblo, de los
servidores de David, y entre ellos cayó muerto Urías, el jeteo. 18 Joab mandó
uno que informara a David de lo sucedido en el combate, 19 y le dio esta orden:
«Cuando hayas acabado de contar al rey lo sucedido en el combate, 20 si se
enciende su cólera, y dice: «¿Por qué os habéis acercado
a la ciudad, para trabar combate? ¿No sabíais que los sitiados habían de
arrojar sus tiros contra vosotros? 21 ¿Quién mató a Abimelec, hijo de Jerobaal?
¿No fue una mujer, que lanzó sobre él un pedazo de rueda de molino, de cuya
herida murió en Tebes? ¿Por qué, pues, os acercasteis
a la muralla?» Le dirás: «Tu siervo Urías ha muerto también»
22
Partió el mensajero, y a su llegada contó a David todo lo que Joab le había
ordenado 23 diciendo a David: «Aquellas gentes, en más número que nosotros, hicieron
una salida, pero los rechazamos hasta la la puerta.
24 Sus arqueros tiraban contra tus servidores desde lo alto de la muralla, y
muchos de los servidores del rey fueron muertos: entre ellos tu siervo Urías,
el jeteo, quedó muerto también.» 26 David dijo al mensajero: «He aquí lo que
dirás a Joab: No te apures demasiado por este asunto, porque la espada devora
unas veces a uno, otras veces a otro. Refuerza el ataque contra la ciudad, y
destrúyela.» Y alentóle así.
26 La
mujer de Urías supo la muerte de su marido, y le lloró. 27 Pasado el duelo,
mandó David a buscarla y la introdujo en su casa, y la tomó por mujer, y ella
le dio un hijo.
12
Reproches
de Natán a David.
1 Lo
que había hecho David fue desagradable a los ojos de Yavé; y Yavé le envió a
Natán, para decirle: «Juzga este caso: Había en una ciudad dos hombres, el uno
rico y el otro pobre. 2 El rico tenía muchas ovejas y muchas vacas, 3 y el
pobre no tenía más que una sola ovejuela, que él había comprado y criado, que
con él y con sus hijos había crecido juntamente, comiendo de su pan y bebiendo
de su vaso y durmiendo en su seno, y era para él como una hija. 4 Llegó un
viajero a casa del rico; y éste, no queriendo tocar a sus ovejas ni a sus
bueyes, para dar de comer al viajero que a su casa llegó, tomó la ovejuela del
pobre, y se la aderezó al huésped» 5 Encendido David fuertemente en cólera
contra aquel hombre, dijo a Natán: «¡Vive Yavé, que el que tal hizo es digno de
la muerte, 6 y que ha de pagar la oveja con siete tantos encima, por haber
hecho tal cosa, obrando sin piedad!» 7 Natán dijo entonces a David: «¡Tú eres ese hombre! He aquí lo que dice Yavé, Dios de
Israel: 8 Yo te ungí rey de Israel, y te libré de las manos de Saúl; yo te he
dado la casa de tu señor, y he puesto en tu seno las mujeres de tu señor, y te
he dado la casa de Israel y de Judá; y por si esto fuera poco, te añadiría
todavía otras cosas mucho mayores. 9 ¿Cómo, pues, menospreciando la palabra de
Yavé, has hecho lo que es malo a sus ojos? Has herido a espada a Urías, jeteo;
tomaste por mujer a su mujer, y a él le mataste con la espada de los hijos de
Ammón. 10 Por eso, no se apartará ya jamás de tu casa la espada, por haberme
menospreciado, tomando por mujer a la mujer de Urías, jeteo. 11 Así dice Yavé:
Yo haré surgir el mal contra ti, de tu misma casa, y tomaré ante tus mismos
ojos tus mujeres, y se las daré a otro, que yacerá con ellas a la cara misma de
este sol; 12 porque tú has obrado ocultamente, pero yo haré esto a la presencia
de todo Israel y a la cara del sol»
13
David dijo a Natán: «He pecado contra Yavé» Y Natán dijo a David: «Yavé te ha
perdonado tu pecado. No morirás; 14 mas por haber
hecho con esto que menospreciasen a Yavé sus enemigos, el hijo que te ha
nacido, morirá» 15 Y Natán se fue a su casa. Hirió Yavé al niño que había dado
a luz la mujer de Urías, enfermando gravemente. 16 Entonces rogó David a Dios
por el niño, y ayunó y se recogió, pasando las noches acostado en tierra. 17
Los ancianos de su casa fueron a él, para hacer que se levantase de la tierra, mas él no quiso y ni comía con ellos.
18 Al
séptimo día murió el niño, y los servidores no se atrevían a darle la noticia
de su muerte, pues se decían: «Si cuando aún vivía el niño, le hablábamos y no
quería oír nuestra voz, ¿cuánto más no lo hará cuan- do le digamos que el niño
ha muerto?»
19 Mas
David, al ver que sus servidores cuchicheaban entre sí, comprendió que el niño
había muerto, y preguntó a sus servidores: «¿Ha muerto
el niño?» Y ellos le respondieron: «Ha muerto»
20 Levantóse entonces de tierra David; se bañó, se ungió, se
mudó sus ropas, y entrando en la casa de Yavé, oró. Cuando hubo vuelto a casa,
pidió que le trajeran de comer, y comió. 21 Dijéronle sus servidores: «¿Qué es lo que haces? Cuando el niño
aún vivía, ayunabas por él y llorabas, y ahora que ha muerto te has levantado y
has comido.» 22 Y él respondió: «Cuando aún vivía el niño, ayunaba y lloraba,
diciendo: ¡Quién sabe si Yavé se apiadará de mí y hará que el niño viva! 23
Ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré ya volverle la vida? Yo iré
a él, pero él no vendrá ya más a mí»
24
Consoló David a Betsabé, su mujer; y entrando a ella,
durmió con ella, y ella le dio un hijo, a quien llamó Salomón, 25 al que amó
Yavé, que envió a Natán, profeta, el cual le dio el nombre de Jedidia, por causa de Yavé.
26 Joab
que asediaba Raba, de los hijos de Ammón, se apoderó de la ciudadela, 27 y
mandó mensajeros a David, para decirle: «He atacado a Raba y ya me he apoderado
de la ciudadela; 28 reúne, pues, al pueblo todo, y ven a acampar contra la
ciudad, para que no sea yo quien por mí mismo la tome, y se me atribuya a mí la
victoria» 29 David reunió al pueblo, y marchando contra Raba, la atacó y se apoderó
de ella. 30 Quitó de sobre su cabeza la corona de su rey, que pesaba un talento
de oro y estaba guarnecida de piedras preciosas, y fue puesta en la cabeza de
David, que tomó de la ciudad muy gran botín. 31 A los habitantes los sacó de la
ciudad, y los puso a las sierras, a los trillos herrados, a las hachas, a los
molinos y a los hornos de ladrillos. Eso mismo hizo con todas las ciudades de
los hijos de Ammón. Después se tornó David a Jerusalén con todo el pueblo.
13
Incesto
de Amnón.
1
Después de esto sucedió que teniendo Absalón una hermana, que era muy bella y
se llamaba Tamar, se prendó de ella Amnón, hijo de David. 2 Amnón andaba por
ella atormentado, hasta enfermar por Tamar, su hermana; pues siendo ella
virgen, le parecía a Amnón difícil obtener nada de ella. 3 Tenía Amnón un
amigo, de nombre Jonadab, hijo de Simea,
hermano de David, que era muy astuto, 4 y que le dijo: «Hijo del rey, ¿cómo y
por qué de día en día vas enflaqueciendo? ¿No me lo descubrirás a mí?» Y Amnón
le dijo: «Es que estoy enamorado de Tamar, la hermana de Absalón, mi hermano» 5 Jonadab le dijo: «Métete en cama y hazte el enfermo,
y cuando tu padre venga a verte, dile: Ruégote que
venga mi hermana Tamar, para darme de comer, y preparando delante de mí algún
manjar, lo coma yo de su mano.»
6 Amnón
se metió en cama, fingiéndose enfermo. Vino el rey a verle, y Amnón le dijo:
«Te ruego que Tamar mi hermana venga a hacerme delante de mí un par de
hojuelas, y las coma yo de su mano» 7 David mandó a decir a Tamar a sus habitaciones:
«Vete a las habitaciones de tu hermano Amnón, a prepararle algo de comer» 8 Fue
Tamar a las habitaciones de Amnón, que estaba en la cama; y tomando la harina,
la amasó, hizo las hojuelas delante de él; 9 y tomando la sartén, las frió y se las presentó, pero él no quiso comerlas, y dijo:
«Que salgan todos de aquí», y todos se salieron. 10 Entonces dijo Amnón a
Tamar: «Trae las hojuelas a la alcoba, para que yo las coma allí de tu mano», y
tomando Tamar las hojuelas que había preparado, se las llevó a su hermano a la
alcoba. 11 Cuando se las puso delante para que las comiese, él, cogiéndola, le
dijo: «Ven, hermana mía, acuéstate conmigo» 12 Ella le dijo: «No, hermano mío,
no me hagas fuerza, mira que no se hace eso en Israel. No hagas tal infamia, 13
porque ¿adónde iría yo con mi deshonra? Y tú serías uno de los perversos de
Israel. Mira, habla al rey, que seguramente no rehusará darme a ti» 14 Pero él
no quiso darle oídos; y como era más fuerte que ella, la violentó y se echó con
ella.
15 Aborrecióla luego Amnón, con tan gran aborrecimiento, que
el odio que le tomó fue todavía mayor que el amor con que la había amado; y le
dijo: «Levántate y vete» 16 Ella le respondió: «Al mal que me has hecho no
añadas ahora el mayor todavía de echarme» 17 Pero él no quiso oírla, y llamando
al mozo que le servía, le dijo: «Echame a ésta fuera
de aquí, y cierra la puerta» 18 Estaba ella vestida con una amplia túnica,
traje que llevaban las hijas del rey vírgenes. El criado la echó fuera, y cerró
tras ella la puerta. 19 Tamar echó ceniza sobre su cabeza, rasgó la amplia
túnica que vestía, y puestas sobre la cabeza las manos, se fue gritando. 80 Su
hermano Absalón le dijo: «¿De modo que tu hermano
Amnón ha estado contigo? Pues calla por ahora, hermana; es tu hermano; no des
demasiada importancia a la cosa»; y Tamar se quedó desconsolada en la casa de
Absalón, su hermano. 21 Cuando el rey supo todo esto, enojóse grandemente, pero no quiso castigar a Amnón, porque le amaba como a
primogénito. 22 Absalón no dijo a Amnón nada, ni de bueno ni de malo, pero le
odió por la violación de su hermana Tamar.
43 Al
cabo de dos años tenía Absalón el esquileo en Baljasor,
que está cerca de Efraím, y quiso convidar Absalón a todos los hijos del rey.
24 Vino Absalón al rey y le dijo: «Tu siervo tiene ahora el esquileo, te ruego
que venga el rey y sus siervos a la casa de tu siervo» 45 El rey respondió a
Absalón: «No, hijo mío, no iremos todos para no serte gravosos.» Y aunque le
porfió, no quiso ir, y le bendijo. 26 Entonces le dijo Absalón: «Al menos,
permite que venga Amnón, mi hermano» «¿Y para qué ha
de ir?», le dijo el rey; 27 mas como le importunase
Absalón, dejó ir con él a Amnón y a todos los hijos del rey.
Absalón
había preparado un gran banquete, como banquete de rey, 28 y había dado orden a
sus criados, diciendo: «Estad atentos, y cuando el corazón de Amnón se haya
alegrado con el vino, y os diga yo: Herid a Amnón; matadle, y no temáis, que yo
os lo mando. Esforzaos, pues, y tened valor» 29 Los criados de Absalón hicieron
con Amnón lo que Absalón les había mandado; y luego todos los lujos del rey se
levantaron, montaron en sus mulos, y huyeron. 30 Cuando todavía no estaban de
vuelta, llegó a oídos de David el rumor de que Absalón había matado a todos los
hijos del rey, sin que ninguno quedara; 31 y levantándose David, rasgó sus
vestiduras y se echó en tierra, y todos sus servidores rasgaron delante de él
sus vestiduras. 32 Jonadab, hijo de Simea, hermano de David, habló y dijo: «No crea mi señor
que han muerto todos los jóvenes hijos del rey; es Amnón solo el que ha muerto,
porque era cosa que estaba en los labios de Absalón, desde que Amnón forzó a
Tamar, su hermana. 33 No crea, pues, mi señor el rey, ese rumor que dice: «han
muerto todos los hijos del rey», porque es sólo Amnón el muerto» Absalón huyó.
El
joven que hacía de centinela, alzando los ojos, vio venir gran tropel de gentes
por el camino de Joronaim, del lado de la montaña, y
lo anunció. Entonces dijo Jonadab al rey: «Ya vienen
los hijos del rey, es lo que tu siervo ha dicho» 36 y apenas acabó de hablar,
llegaron los hijos del rey, y alzando la voz, lloraron. También el rey y sus
servidores lloraron con grandes lamentos.
37
Absalón se marchó fugitivo a Talmai, hijo de Amiud, rey de gesur, y David
lloraba todos los días la ausencia de su hijo. 88 Estuvo allí Absalón, después
que huyó a Gesur, tres años; 89 y el rey David se
consumía por ver a Absalón, pues de Amnón, el muerto, ya se había consolado.
14
Vuelta
de Absalón.
1
Conociendo Joab, hijo de Sarvia, que el corazón del rey estaba por Absalón, 2
mandó a Tecua, y trajo de allí una mujer ladina, y le
dijo: «Mira, enlútate, vístete las ropas de duelo, no te unjas con óleo, antes
preséntate como mujer que de tiempo atrás lleva luto por un muerto; 3 y
entrando al rey, háblale de esta manera; y puso Joab en boca de la mujer lo que
había de decir.
4
Entró, pues, la mujer de Tecua al rey; y postrándose
en tierra, le hizo reverencia y dijo: «¡Oh rey,
sálvame!» 5 El rey le dijo: «¿Qué tienes?», y ella
respondió: «Soy una mujer viuda, murió mi marido, 6 y tenía tu sierva dos
hijos. Riñeron los dos en el campo, donde no había quien los separase, y el
uno, hiriendo al otro, le mató; 7 y he aquí que toda la parentela, alzándose
contra tu sierva, dice: Entréganos al que mató a su hermano, para que le demos
muerte, por la vida de su hermano, a quien mató él; y quieren matar al
heredero, apagando así el ascua que me ha quedado, y no dejando a mi marido ni
nombre ni sobreviviente sobre la tierra» 8 El rey dijo a la mujer: «¡Vete a tu
casa, que ya daré yo órdenes sobre eso tuyo» 9 Entonces dijo la mujer de Tecua al rey: «Rey mi señor, yo querría que la
responsabilidad recayera sobre mí y sobre la casa de mi padre, no sobre el rey
y sobre su trono» 10 El rey entonces, respondió: «Si alguno sigue
inquietándote, tráelo a mí, que no te inquietará más» 11 Ella entonces dijo: «Ruégote, oh rey, que interpongas el nombre de Yavé, tu
Dios, y no dejes que el vengador de la sangre aumente la ruina matando a mi
hijo.» Y él respondió: «Vive Yavé, que no caerá en tierra ni un cabello de la
cabeza de tu hijo» 12 La mujer añadió: «Permite, oh rey, a tu sierva que diga
una palabra a mi señor» El rey dijo: «Habla» 13 Y la mujer entonces dijo: «¿Por qué, pues, piensas tú de otro modo contra el pueblo de
Dios? Pues con el juicio que el rey ha pronunciarlo, se hace como reo, por no
hacer el rey que vuelva su fugitivo. 14 Porque todos morimos y somos como agua
que se derrama en la tierra, que no puede volver a recogerse. Deja Dios la vida,
y es que quiere que el fugitivo no quede arrojado de su presencia. 15 Si he
venido yo a decir esto al rey, mi señor, es porque el pueblo me dio miedo, y me
dije: «Voy a hablar al rey, a ver si hace lo que su sierva le diga. 16
Seguramente el rey escuchará a su sierva y la librará de la mano del que quiere
raerme a mí, juntamente con mi hijo, de la heredad de Dios. 17 Tu sierva ha
dicho: Que me tranquilice la palabra de mi señor el rey, ya que es el rey, mi
señor, como el ángel de Dios, para discernir entre lo bueno y lo malo. Y ahora,
que Yavé tu Dios, sea contigo.»
18 El
rey entonces dijo a la mujer: «Mira, no me ocultes nada de lo que voy a
preguntarte» Y la mujer respondió: «Hable el rey, mi señor» 19 El rey le dijo: «¿No anda en todo esto la mano de Joab?» y la mujer
respondió: «Por tu vida, oh rey mi señor, que no se aparta lo que el rey mi
señor dice, ni a la derecha ni a la izquierda. 20 Joab, tu siervo, me ha
mandado, y ha puesto en la boca de tu sierva todas estas palabras. Joab, tu
siervo, ha hecho esto para ver de mudar el aspecto de las cosas. Pero mi señor
es sabio, con la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer cuanto pasa en la tierra. » 21 Entonces el rey dijo a Joab:
«Voy a hacer según tu palabra: Ve, pues, y haz que vuelva el joven Absalón.» 22
Joab se echó rostro a tierra y se prosternó, y bendiciendo al rey, dijo: «Ahora
comprendo que tu siervo ha hallado gracia a tus ojos, oh rey, mi señor, pues ha
hecho el rey lo que su siervo le ha dicho». 23 Levantóse luego Joab y se fue a Gesur, y trajo consigo a
Absalón a Jerusalén. 24 Pero el rey dijo: «Que se vaya a su casa y no se me
presente», y fuése Absalón a su casa sin ver al rey.
25 No
había en todo Israel hombre tan hermoso como Absalón; desde la planta de los
pies hasta la cabeza, no había en él defecto; 26 y cuando se cortaba el pelo,
cosa que hacía al fin de cada año, porque le molestaba y por eso se lo cortaba,
pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos, peso real. 27 Naciéronle a Absalón tres hijos y una hija de nombre Tamar,
que era hermosísima. 28 Por dos años estuvo Absalón en Jerusalén, sin poder ver
al rey.
29
Mandó Absalón por Joab, para que éste fuera por él al rey, pero Joab se negó a
ir, y aunque por segunda vez le llamó, no quiso ir. 30 Entonces dijo a sus
siervos: «Ya sabéis que el campo de Joab está junto al mío, y que tiene allí su
cebada; id y prendedle fuego» Y los siervos de Absalón pegaron fuego a las
tierras de Joab. Vinieron entonces los siervos de Joab, rasgadas las
vestiduras, y le dijeron: «Los siervos de Absalón han pegado fuego a tu campo»
31 Levantóse Joab y vino a casa de Absalón, y le dijo: «¿Por qué han pegado fuego tus siervos a mis tierras?»
32 Y Absalón le respondió: «Dos veces te he mandado a llamar, para que
vinieses, y fueses por mí al rey a decirle: ¿Para qué he venido de Gesur? Mejor me hubiera sido estarme allí. Que pueda yo ver
a mi padre, y si soy culpable, máteme» 33 Fué, pues,
Joab al rey, y le dijo esto, y el rey llamó a Absalón, que inclinó a tierra su
rostro ante el rey, y el rey besó a Absalón.
15
Rebelión
de Absalón. Fuga de David.
1
Después de esto se hizo Absalón con carros y caballos, y cincuenta hombres iban
delante de él. 2 Levantábase Absalón bien de mañana,
y poniéndose junto a la puerta, a cualquiera que tenía un pleito y venía a
juicio ante el rey, le llamaba Absalón y le decía: «¿De
dónde eres?» Y él le contestaba: «Tu siervo es de tal o cual de las tribus de
Israel» 3 Entonces Absalón le decía: «Mira, tu causa es buena y justa, pero no
tendrás quien por el rey te oiga. ¡Quién me pusiera a mí por juez de la tierra,
para que viniesen a mí cuantos tienen algún pleito o algún negocio, y yo les
haría justicia!» Y cuando alguno quería postrarse ante él, él le tendía la
mano, le cogía y le besaba; 6 y así robaba el corazón de los de Israel.
7 Al
cabo de cuatro años dijo Absalón al rey: «Te ruego que me permitas ir a Hebrón,
a cumplir un voto que he hecho a Yavé; 8 porque cuando tu siervo estaba en Gesur, en Siria, prometí: «Si Yavé me vuelve a Jerusalén,
sacrificaré a Yavé» 8 El rey le dijo: «Ve en paz»; y él se levantó y se fue a
Hebrón. 10 Absalón mandó mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo:
Guando oigáis sonar la trompeta, gritad: «Absalón reina en Hebrón» 11 Fueron
con Absalón a Hebrón doscientos hombres invitados, con corazón sencillo, que
nada sabían. 12 También mandó a llamar Absalón a Ajitofel, guilonita,
del consejo de David, a su ciudad de Giló, que estuvo
con él mientras hacía sus sacrificios.
La
conjuración iba creciendo, y llegó a ser grande, pues iban aumentando los
secuaces de Absalón. 13 Vinieron a avisar a David, diciendo: «Todo Israel se va
tras Absalón». 14 Entonces David dijo a todos sus servidores, que estaban
con él en Jerusalén: «Levantaos, y huyamos, porque no podríamos escapar delante
de Absalón. Daos prisa a salir, no sea que nos sorprenda él y eche sobre
nosotros el mal, y pase la ciudad a filo de espada» 15 Los servidores le
dijeron: «Tus siervos están dispuestos a hacer cuanto mande el rey nuestro
señor.»
16 Partióse, pues, el rey a pie, seguido de toda su familia,
dejando diez concubinas al cuidado de la casa. 17 El rey salió con toda su
gente, a pie, y se detuvieron en una casa alejada. 18 Todos sus servidores iban
a sus lados; los cereteos, los peleteos y los jeteos, en número de seiscientos, que desde Gat le habían seguido, marchaban a pie delante del rey. 19
El rey dijo a Itaí, el jeteo: «¿Por qué has de venir
tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey pues tú eres un
extranjero y estás fuera de tu tierra, sin domicilio. 20 Ayer llegaste, ¿y voy
a hacerte hoy errar con nosotros, cuando ni yo mismo sé siquiera a dónde voy?
Vuélvete, y lleva contigo a tus hermanos, y Yavé use contigo de gracia y de
verdad» 21 Pero Itai respondió al rey, diciendo:
«Vive Dios, y vive mi señor el rey, que donde mi señor esté, vivo o muerto,
allí estará tu siervo.» 22 Entonces dijo David a Itaí: «Ven y pasa», y pasó Itai, jeteo, con toda su gente y su familia.
23
Todos iban llorando en alta voz, y pasaron el torrente de Cedrón el rey y
todo el pueblo, camino del desierto. 24 Iba también Sadoc,
y con él todos los levitas, que llevaban el arca de la alianza de Dios. Detuviéronse con el arca de la alianza de Dios, mientras
subía Abiatar, y hasta que toda la gente se hubo salido de la ciudad. 25
Entonces dijo el rey a Sadoc: «Vuelve el arca de Dios
a la ciudad. Si hallo gracia a los ojos de Yavé, él me volverá a traer, y me
hará volver a ver el arca y el tabernáculo. 26 Pero si él dice: No me complazco
en ti, aquí me tiene; haga él conmigo lo que bien le parezca» 27 Y siguió
diciendo a Sadoc: «Tú, vuélvete en paz a la ciudad,
con Ajimas, tu hijo, y con Jonatán, hijo de Abiatar. Vayan vuestros dos hijos
con vosotros. 28 Yo esperaré en las llanuras del desierto, hasta que me llegue
de vosotros algún aviso. 29 Volviéronse entonces Sadoc y Abiatar a Jerusalén, llevando el arca de Dios, y se
quedaron allí.
30
Subía David la pendiente del monte de los olivos; y subía llorando, cubierta la
cabeza y descalzos los pies. También cuantos le seguían cubriéronse todos la cabeza, y subían llorando. 31 Dieron aviso a
David de que Ajitofel estaba entre los conjurados, y dijo David: «Confunde, oh
Yavé, el consejo de Ajitofel» 32 Cuando llegó David a la cumbre, donde se adora
a Yavé, llegó ante él Cusaí, el araquita, rasgadas
las vestiduras y cubierta de polvo la cabeza. 33 y le
dijo David: «Si vienes conmigo, me serías una carga; 34 si, por lo contrario,
te vuelves a la ciudad y dices a Absalón: — ¡Oh rey, siervo tuyo soy, como he
servido a tu padre, así te serviré a ti!, podrás confundir el consejo de
Ajitofel en favor mío— , 35 tendrás contigo a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, y podrás comunicarme cuanto sepas de la
casa del rey. 36 Y como tendrán consigo a sus dos hijos, Ajimas, hijo de Sadoc, y Jonatán, hijo de Abiatar, por ellos podréis
informarme de lo que sepáis» 37 Cusaí, amigo de David, se tornó a la ciudad,
cuando Absalón hacía su entrada en ella.
16
Fidelidad
de Siba, el siervo de Mefibaal
1
Cuando David hubo traspuesto la cumbre, Siba, el
siervo de Mefibaal, vino a él con dos asnos aparejados y cargados de doscientos
panes, cien colgajos de uvas pasas y un pellejo de vino; 2 y dijo el rey a Siba: «¿Qué es esto?» Y Siba respondió: «Los asnos son para la familia del rey, para que monte en ellos; los
panes y las tortas de higos y las pasas, para que coman; y el vino, para que
beban los que desfallezcan en el desierto» 3 El rey le preguntó:«¿Con quién
está el hijo de tu amo?»; y Siba respondió: «Se ha
quedado en Jerusalén, diciendo: Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de
mi padre» Y el rey dijo a Siba: «Tuyo será cuanto fue
de Mefibaal.» Siba respondió: «Que halle yo gracia a
los ojos del rey; mi Señor»
Semeí
ultraja a David.
5 Cuando
llegó el rey a Bajurim, salióle al encuentro un hombre de los de la casa de Saúl, de nombre Semeí, hijo de Gera, que se adelantó profiriendo maldiciones 6 y tirando
piedras a David y a los servidores de David, aunque iban los hombres de guerra
a la derecha y a la izquierda del rey. 7 Semeí decía, maldiciendo: «¡Vete, vete, hombre sanguinario y malvado! 8 Yavé hace
recaer sobre tu cabeza toda la sangre de la casa de Saúl, cuyo reino has
usurpado, y ha entregado tu reino en manos de Absalón, tu hijo. Te ha dado lo
que tú mereces, porque eres un hombre sanguinario» 9 Entonces Abisaí, hijo de
Sarvia, dijo al rey: «¿Cómo se atreve ese maldito
perro muerto a maldecir al rey? Déjame, te ruego, que vaya a cortarle la
cabeza»; 10 pero el rey le respondió: «¿Qué vamos a
hacerle yo y vosotros, hijos de Sarvia? Déjale que maldiga, que si Yavé le ha
dicho: Maldice a David, ¿quién va a decirle: por qué lo haces?»
11
David dijo a Abisaí y a todos sus seguidores: «Ya veis que mi hijo, salido de
mis entrañas, busca mi vida; con mucha más razón ese hijo de Benjamín. Dejadle
maldecir, pues se lo ha mandado Yavé. 12 Quizá Yavé mirará mi aflicción y me
pagará con favores las maldiciones de hoy» 13 y David y sus gentes prosiguieron
su camino, mientras iba Semeí por el lado del monte, detrás de David, sin dejar
de maldecirle y tirarle piedras y tierra. 14 El rey y los que con él iban
llegaron extenuados, y descansaron allí.
16
Cuando Absalón, llevando con él a Ajitofel, entró en Jerusalén con todo el
pueblo, los hombres de Israel, 16 Cusaí, el arquita, amigo de David, vino a su
encuentro, diciendo: «¡Viva el rey, viva el rey!» 17 Absalón dijo a Cusaí: «¿Es ése el pago que das a tu amigo? ¿Por qué no te has ido
con tu amigo?» 18 Cusaí dijo a Absalón: «No, yo soy de aquel a quien Yavé y
todo su pueblo, todos los hombres de Israel, han elegido, y con ése quiero
estar. 19 Por lo demás, ¿a quién voy a servir? ¿No es a un hijo suyo? Como
serví a tu padre, así te serviré a ti»
20
Absalón dijo a Ajitofel: «Tened consejo, para ver lo que conviene hacer»; 21 y
Ajitofel dijo a Absalón: «Entra a las concubinas que tu padre ha dejado al
cuidado de la casa, y así sabrá todo Israel que has roto del todo con tu padre,
y se fortalecerán las manos de cuantos te siguen. 22 Levantóse,
pues, para Absalón una tienda en la terraza, y entró a las concubinas de su
padre a los ojos de todo Israel. 23 Consejo que daba Ajitofel, era mirado como
si fuera palabra de Yavé; tal era la confianza que el consejo de Ajitofel
inspiraba, lo mismo a David que a Absalón.
17
El
consejo de Ajitofel, frustrado por Cusaí
1
Ajitofel dijo a Absalón: «Voy a elegir doce mil hombres, para salir esta noche
en persecución de David, y cargaré sobre él cuando esté cansado y flaco de
fuerzas; le atemorizaré, y cuantos le siguen huirán, y heriré al rey sólo, y
haré que vengan a ti todos sus partidarios, el pueblo todo, como viene la novia
a su novio».
4
Agradó este consejo a Absalón y a todos los ancianos de Israel; pero Absalón
dijo: «Llamad a Cusaí y sepamos su parecer» Vino Cusaí a Absalón, y Absalón le
dijo: «Esto ha dicho Ajitofel. ¿Hemos de hacer lo que él dice? Si no, habla tú»
7 Y Cusaí respondió a Absalón: «Por esta vez, el consejo de Ajitofel no es
bueno. 8 Tú sabes bien que tu padre y sus gentes son unos valientes, y
exasperarlos serla como si en el campo a una osa le arrebataran su cría. Tu
padre es hombre de guerra, y seguramente no pasará la noche entre los suyos. 9
De cierto que estará escondido en alguna caverna o en otro lugar, y si a los
comienzos cayeran algunos de los tuyos, los que lo oyeran seguramente dirían:
Han sido derrotados los secuaces de Absalón; 10 y entonces, aun el valiente,
cuyo corazón sea como él corazón de un león, desmayaría, porque todo Israel
sabe que tu padre es un valiente, y que son valientes también los que con él
están. 11 Aconséjote, pues, que reúnas a todo Israel,
desde Dan hasta Berseba, en muchedumbre como las arenas que están en la orilla
del mar, y que tú en persona vayas a darle la batalla. 12 Entonces le
atacaremos dondequiera que esté; y daremos sobre él como rocío que cae sobre la
tierra, y no dejaremos ni uno de cuantos con él están. 13 Y si se acogiere a
ciudad, todos los de Israel llevarán allá cuerdas, y la arrastraremos al
arroyo, hasta no quedar de ella piedra sobre piedra»
14
Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: «El consejo de Cusaí, arquita,
es mejor que el de Ajitofel»; porque había dispuesto Yavé frustrar el acertado
consejo de Ajitofel, para traer Yavé el mal sobre Absalón. 18 Dijo luego Cusaí
a Sadoc y Abiatar, sacerdotes: «Esto y esto ha
aconsejado Ajitofel a Absalón y a los ancianos de Israel, y esto y esto
aconsejé yo: 18 Enviad, pues, inmediatamente a dar aviso a David, diciendo: «No
te quedes esta noche en el campo del desierto; pasa en seguida, para que no sea
destruido el rey con todos los que le siguen»
17
Jonatán y Ajimas estaban junto a la fuente de Roguel,
porque no podían dejarse ver, viniendo a la ciudad; y allá fue una sierva para
darles aviso, y ellos lo hicieran luego llegar al rey David. 18 Viólos, sin embargo, un mozo, que dio cuenta de ello a
Absalón; pero ellos se apresuraron y llegaron a la casa de un hombre de Bajurim, que tenía un pozo en el patio, y en él se
metieron. 19 Tomó la mujer una manta y cubrió con ella la boca del pozo, poniendo
sobre ella el grano trillado, y así nadie pudo percatarse de la cosa. 20
Llegaron los seguidores de Absalón a la casa de la mujer, y le preguntaron: «¿Dónde están Ajimas y Jonatán?» Y la mujer respondió: «Ya
han pasado el vado.» Y aunque los buscaron, no los hallaron, y se volvieron a
Jerusalén. 21 Cuando se hubieron ido, salieron del pozo, y fuéronse luego a dar el aviso a David, diciéndole: «Pasad luego el vado, porque Ajitofel
ha dado este consejo contra vosotros» 22 Levantóse entonces David con todo el pueblo que con él estaba, y pasaron el Jordán. 23
Ajitofel, viendo que no se había seguido su consejo, aparejó su asno, levantóse, se fue a su casa de la ciudad, y después de
tomar disposiciones acerca de su casa, se ahorcó; y muerto, fue sepultado en el
sepulcro de su padre.
Absalón,
derrotado y muerto.
24
Llegó David a Majanaim, y Absalón pasó el Jordán con
toda la gente de Israel. 26 Absalón hizo jefe de su ejército a Amasa, en vez de
Joab. Era Amasa hijo de un varón de Israel, llamado Jitra,
que había entrado a Abigail, hija de Nasa, hermana de Sarvia, madre de Joab. 26
Asentó su campo Israel con Absalón en tierra de Galaad; 27 y en cuanto llegó
David a Majanaim, 28 Sobi,
hijo de Najas, de Raba, de los hijos de Ammón, y Maquir,
hijo de Amiel, de Lobedan con Barzilai, galadita, de Roguelim,
trajeron a David y a la gente que con él estaba, camas, calderas y vasijas de
barro, trigo, cebada y harina, grano tostado, habas, lentejas 29 y miel,
terneros y vacas; y ofrecieron todo esto a David y a los que con él estaban,
pues se dijeron: «Seguramente están hambrientos, fatigados y sedientos en el
desierto»
18
1 David
revistó sus tropas, y puso al frente de ellas jefes de millares y de centenas;
2 una tercera parte a las órdenes de Joab, una tercera a las de Abisaí, hijo de
Sarvia, hermano de Joab, y la otra tercera a las de Itaí, el jeteo. El rey dijo
a su gente: «Yo saldré con vosotros» 3 Pero la gente respondió: «No, no salgas
tú, porque si somos vencidos, no importaría mucho, aunque sucumbiéramos la
mitad de nosotros. Pero tú, tú eres para nosotros como diez mil, y es mejor que
puedas salir de la ciudad a socorrernos. 4 El rey respondió: «Haré como os
parece» Estúvose el rey cerca de la puerta, mientras
por grupos de mil y de ciento salía la gente, 6 y dio esta orden a Joab, a
Abisaí y a Itaí: «Preservad por amor mío la vida del joven Absalón», y todo el
pueblo oyó esta orden que dio David a todos los jefes.
6
Salió, pues, la gente al campo contra Israel, y trabóse la batalla en los bosques de Majanaim. 7 Allí
sucumbió el pueblo de Israel ante los seguidores de David, y se hizo una gran
matanza, de veinte mil hombres. 8 Dispersóse la gente
por toda aquella tierra, y fueron más los que devoró el bosque que los que
aquel día hirió la espada. 9 Al encontrarse Absalón con las gentes de David,
iba montado en un mulo; y al pasar en el mulo debajo de una encina muy grande y
copuda, se enredó su cabellera en el ramaje de la encina, quedando colgado
entre el cielo y la tierra, mientras el mulo en que iba montado escapaba. 10 Vió esto uno, y le dijo a Joab: «He visto a Absalón
pendiente de una encina» 11 Joab le dijo: «¿Y por qué
no le echaste a tierra, y yo te hubiera regalado diez siclos de plata y un
talabarte?» 12 Pero aquel hombre le dijo: «Aunque me pesaras mil de plata, no
pondría yo la mano sobre el hijo del rey, pues bien oímos todos que a ti, a
Abisaí y a Itaí os dijo el rey: Guardadme a Absalón. 13 Además, haría yo
traición a mi vida, pues al rey nada se le esconde, y tú mismo testificarías
contra mí» 14 Joab dijo entonces: «No será así, yo mismo le atravesaré delante
de ti»; y cogiendo tres dardos en sus manos, se los clavó en el corazón a
Absalón, que todavía vivía, pendiente de la encina. 15 Cercáronle luego diez mozos, escuderos de Joab, que hirieron a Absalón, acabándole.
16
Entonces tocó Joab la trompeta, y el pueblo cesó en la persecución de Israel,
porque Joab dio esta orden; 17 y cogiendo a Absalón, echáronle en un gran hoyo en el bosque y le cubrieron con un gran montón de piedras, e
Israel huyó cada uno a su casa. 18 Habíase alzado Absalón en vida un monumento
en el valle del rey, diciendo: «Para que se conserve la memoria de mi nombre,
pues que no tengo hijos»; y dio al monumento su nombre, y así se llama hoy todavía
el lugar de Absalón.
19
Ajimas, hijo de Sadoc, dijo: «Déjame correr al rey,
para darle la noticia de que Yavé le ha hecho justicia de las manos de sus
enemigos» 80 Joab le dijo: «No le llevarás tú hoy la noticia; ya se la llevarás
otra vez, pero no lo hagas hoy, pues que ha muerto el hijo del rey» 21 Y Tuab dijo a un cusita: «Ve y anuncia al rey lo que has
visto.» El cusita se prosternó ante Joab y corrió. 22 Ajimas, hijo de Sadoc, dijo a pesar de todo a Joab: «Ocurra lo que ocurra,
déjame que corra tras el cusita» Y Joab le dijo: «¿Por
qué te empeñas en correr a él, hijo mío? Este mensaje no te aprovecharía» 23
«Ocurra lo que ocurra, yo voy», repuso Ajimas, y Joab le respondió: «Ve» Ajimas
corrió por el camino del llano, y se adelantó al cusita.
24
Estaba David sentado entre las dos puertas. 25 El centinela que estaba en la
torre sobre la puerta alzó los ojos, y miró, y vió al
hombre que corría solo hacia la ciudad, y gritó para advertir al rey. El rey
dijo: «Si viene solo, es que trae buenas noticias.» En tanto el hombre siguió
acercándose a la ciudad, 26 y el centinela descubrió al otro que corría también
y gritó del lado de la puerta: «Otro que corre solo.» El rey dijo: «Es que
también trae buenas noticias.» 27 El centinela dijo: «Por el modo de correr, el
primero me parece Ajimas, el hijo de Sadoc.» Y el rey
dijo: «Es hombre de bien, seguramente trae buenas noticias. »
28
Ajimas, gritando, dijo al rey: «¡Victoria!» Prosternóse luego ante el rey, rostro a tierra, y dijo:
«Bendito Yavé, tu Dios, que ha entregado a los que alzaban su mano contra mi
señor, el rey.» 29 El rey preguntó: «Y el joven Absalón, ¿está bien?» Ajimas
respondió: «Yo vi un gran alboroto cuando Joab envió al rey a su siervo y a mí,
tu siervo, pero no pude saber lo que pasaba.» 30 Y el rey le dijo: «Pasa y
ponte allí.» Pasó él, y se paró. 31 Llegó luego el cusita, y dijo: «Recibe, oh
rey, mi señor, la nueva de que Yavé ha defendido hoy tu causa, contra todos los
que se alzaron contra ti» 32 Y el rey preguntó al cusita: «Y el joven Absalón,
¿está bien?» Y el cusita respondió: «Que lo que es de ese mozo sea de los
enemigos de mi señor, el rey, y de todos cuantos para mal se alcen contra ti»
19
Luto de
David por su hijo
1 Turbóse entonces el rey; y subiendo a la estancia que había
sobre la puerta, lloraba y decía: «¡Absalón, hijo mío!
¡Hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera que fuera yo el muerto en vez de tí! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!»
2
Dijeron a Joab: «El rey llora a su hijo y se lamenta.» 2 La victoria se trocó
aquel día en luto para todo el pueblo, porque todos supieron que el rey estaba
afligido por la muerte de su hijo; 3 y la gente entró en la ciudad
calladamente, como entra avergonzado el ejército que huye de la batalla. 4 El
rey, cubierto el rostro, gemía: «¡Absalón, hijo mío!
¡Hijo mío, Absalón! ¡Hijo mío!» 6 Entró Joab en casa del rey, y le dijo: «Hoy
has llenado de confusión a todos tus siervos, que han salvado tu vida y la vida
de tus hijos y tus hijas, la de tus mujeres y tus concubinas. 6 Amas a los que
te aborrecen y aborreces a los que te aman, pues has demostrado hoy que nada te
importan tus príncipes y tus siervos y que si viviera Absalón, aunque todos
nosotros hubiéramos muerto, estarías contento. 7 Levántate, pues, y sal fuera,
y habla con el corazón a los que te siguen; pues de lo contrario, por Yavé juro
que si no sales, ni uno quedará esta noche contigo; y te habrá de pesar de
esto, más que de cuantos males han venido sobre ti, desde tu mocedad hasta
ahora» 8 Levantóse el rey, se sentó a la puerta, y
todo el pueblo se enteró de que el rey estaba sentado a la puerta, y todos
vinieron ante el rey.
Vuelta
de David a Jerusalén.
Los de
Israel habían huido cada uno a su casa. 9 Todo el pueblo, en todas las tribus
de Israel, se acusaba diciendo: «El rey nos ha librado de la mano de nuestros
enemigos; nos ha salvado del poder de los filisteos, y ahora ha tenido que huir
de la tierra por miedo a Absalón; 10 y Absalón, a quien habíamos nosotros
ungido, ha muerto en la batalla. ¿Por qué, pues, no tratáis de hacer volver al
rey?» 11 El rey David mandó quien dijera a Sadoc y
Abiatar, sacerdotes: «Hablad a los ancianos de Judá, y decidles: ¿Vais a ser
vosotros los últimos en volver al rey a su casa? Pues lo que por todo Israel se
decía había llegado a la casa del rey». 12 «Vosotros sois mis hermanos, sois
hueso mío y carne mía. ¿Por qué, pues, habréis de ser los últimos en volver al
rey a su casa? 13 Decid asimismo a Amasa: ¿No eres tú también hueso mío y carne
mía? Esto me haga Dios, y esto me añada, si no te hago jefe de mi ejército para
siempre, en lugar de Joab»14 David inclinó el corazón de todos los de Judá,
para que como un solo hombre mandasen a decir al rey: «Vuelve con todos tus
servidores» 15 Volvióse, pues, el rey; y llegado al
Jordán, vino Judá a Válgala, a recibir al rey y acompañarle en el paso del
Jordán. 16 Semeí, hijo de Cera, hijo de Benjamín, que era de Bajurim, apresuróse a venir con
los hombres de Judá a recibir al rey David, 17 trayendo consigo mil hombres.
Asimismo Siba, siervo de la casa de Saúl, con sus
quince hijos y sus veinte siervos, que pasaron el Jordán delante del rey. 18
Pasaron a la familia del rey. Semeí, hijo de Gera, se
echó a los pies del rey en el momento en que el rey iba a pasar el Jordán, 19 y
le dijo: «Que mi señor no me impute la iniquidad, y olvide las ofensas de su
siervo el día en que mi señor salió de Jerusalén: ¡Oh rey!, no atiendas a
ellas, 20 pues tu siervo reconoce que ha pecado, y hoy vengo el primero de toda
la casa de José delante del rey, mi señor.» 31 Abisaí, hijo de Sarvia, tomó la
palabra, y dijo: «¿Pero no va a morir Semeí por haber
maldecido al ungido de Yavé?» 22 Mas David respondió: «¿Qué
os hace a vosotros conmigo, hijos de Sarvia? ¿Por qué habéis de oponeros hoy a
mí? ¿Hoy va a morir nadie en Israel? ¿No soy yo hoy rey de Israel?» 23 Y dijo a
Semeí: «No morirás»; y se lo juró el rey. 24 También bajó a recibir al rey
Mefibaal, hijo de Saúl; no se había lavado los pies, ni se había afeitado, ni
había lavado sus vestidos desde el día en que el rey salió de Jerusalén hasta
el día en que llegó la paz. 26 Vino de Jerusalén a recibir al rey, y éste le
dijo: «Mefibaal, ¿por qué no viniste conmigo?» Y él respondió: «Mi señor y rey,
mi siervo rae engañó, porque tu servidor se había dicho: aparejaré el asno y
montaré en él, para ir con el rey — pues que tu siervo esta cojo — 27 y él ha
calumniado a tu siervo ante mi señor, el rey, pero mi señor, el rey, que es
como un ángel de Dios, hará lo que bien le parezca; 28 pues todos los de la
casa de mi padre no podían esperar de mi señor, el rey, otra cosa que la
muerte; y sin embargo, tú has puesto a tu siervo entre los que comen a tu mesa.
¿Qué derecho tengo yo a pedir nada al rey?» 29 El rey le dijo: «Para qué tantas
palabras? Ya lo he dicho. Tú y Siba os repartiréis las tierras» 30 Y Mefibaal dijo al rey: «Que las coja todas, ya
que mi señor el rey ha vuelto a entrar en paz en su casa»
31
Barzilai, el galadita, bajó de Roguelim para acompañar al rey en el paso del río. 32 Barzilai era muy viejo, tenía ya
ochenta años, y había proporcionado alimentos al rey durante su estancia en Majanaim, pues era hombre muy rico. 33 El rey le dijo:
«Vente conmigo, y yo te mantendré en Jerusalén.» 34 Pero Barzilai respondió al
rey: «¿Cuántos años voy a vivir yo, para ir con el rey
a Jerusalén? 35 Tengo ya ochenta años. ¿Puedo ya distinguir entre lo bueno y lo
malo? ¿Puede tu siervo saborear lo que come y lo que bebe? ¿Puedo ya oír la voz
de cantores y cantoras? ¿Y por qué tu siervo ha de ser una carga para mi señor
el rey? 36 Tu siervo acompañará hasta un poco más allá del Jordán al rey. ¿Y
por qué el rey me ha de conceder esta recompensa? 37 Permite, te lo ruego, que
tu siervo se vuelva, y muera yo en mi ciudad, cerca del sepulcro de mi padre y
de mi madre. 38 Pero ahí tienes a tu siervo Quimam, que vaya él con el rey mi
señor, y haz por él lo que quieras» El rey le dijo: «Que venga conmigo Quimam,
y yo haré por él cuanto tú quieras, y todo cuanto tú me pidas, yo te lo concederé»
39
Cuando todo el pueblo hubo pasado el Jordán, lo pasó también el rey, y el rey
abrazó a Barzilai y le bendijo, y Barzilai se volvió a su casa. 40 Dirigióse luego el rey a Gálgala, acompañado de Quimam, y
de todo el pueblo de Judá y la mitad de Israel, que escoltaban al rey. 41 Pero
he aquí que todos los hombres de Israel se llegaron al rey y le dijeron: «¿Por qué nuestros hermanos, los hombres de Judá, te han
secuestrado, y han pasado por el Jordán al rey y su casa? ¿No son pueblo de
David todas sus gentes? 42 Los hombres ¿e Judá
respondieron a los de Israel: «Es que el rey nos toca a nosotros más de cerca;
¿por qué os ha de enojar eso? ¿Hemos vivido nosotros a costa del rey? ¿Hemos
recibido algo de él?» 43 Los hombres de Israel respondieron a los de Judá:
«Nosotros tenemos en el rey diez partes, y aún nos pertenece David más que a
vosotros. ¿Por qué nos habéis hecho esta ofensa? ¿No hemos sido nosotros los
primeros en proponer el restablecimiento del rey?» Y la contestación de los de
Judá fue todavía más fuerte que la de los de Israel.
20
Revuelta
de Seba.
1 Había
allí un hombre perverso, llamado Seba, hijo de Becri, benjaminita, que se puso a tocar la trompeta,
diciendo: «No tenemos nosotros nada que ver con David, ni con el hijo de Isaí.
¡Israel, a tus tiendas! ¡Cada uno a su casa!» 2 Y se fueron de con David todos
los hombres de Israel, siguiendo a Seba, hijo de Becri.
Pero los de Judá se adhirieron a su rey, desde el Jordán hasta Jerusalén.
3
Cuando llegó David a Jerusalén, cogió a las diez concubinas que había dejado al
cuidado de su casa, y las puso bajo guardia. Proveyó a su mantenimiento, pero
no volvió a entrar a ellas, y encerradas estuvieron hasta el día de su muerte,
viviendo como viudas.
4 El
rey dijo a Amasa: «Convócame para dentro de tres días a los hombres de Judá, y
hállate tú también aquí presente» 8 Fue, pues, Amasa a reunir a Judá, pero se
detuvo más del tiempo señalado; 6 y David dijo a Abisaí: «Seba, hijo de Becri, va a hacernos ahora más mal que Absalón. Toma, pues,
a los siervos de tu señor, y ve tras él, no sea que se acoja a las ciudades
fuertes y se escape de nuestra vista» 7 Marcharon con Abisaí las gentes de
Joab, los cereteos y peleteos,
y todos los valientes, y saliendo de Jerusalén, fueron tras Seba, hijo de Becri. 8 Cuando llegaron a la gran piedra que hay en
Gabaón, les salió al encuentro Amasa.
Iba
Joab vestido de una túnica, y sobre ella llevaba ceñida a sus lomos una espada
en su vaina, y según avanzó, se cayó de ella la espada. 9 Joab dijo a Amasa: «¿Estás bien, hermano?»; y con la mano derecha tomó a Amasa
de la barba, como para besarle. 10 Amasa no hizo atención a la espada que tenía
Joab en la mano, y éste le hirió con ella en el vientre, echándole a tierra las
entrañas, sin repetir el golpe. Amasa murió. Después Joab y Abisaí, su hermano,
fueron en seguimiento de Seba, hijo de Becri. 11 Uno
de los servidores de Joab se quedó junto a Amasa, y decía: «Los de Joab, los de
David, que sigan tras Joab» 12 Amasa, bañado en sangre, yacía en el camino.
Viendo aquel hombre que todos se paraban, apartó a Amasa del camino, lo llevó
al campo y echó sobre él una cubierta, porque vió que
cuantos venían se paraban junto a él. 13 Una vez apartado del camino, iban ya
todos tras Joab, en seguimiento de Seba, hijo de Becri.
14 Pasó
por todas las tribus de Israel, hasta llegar a Abel Bet Maca, y los hombres escogidos que le seguían se reunieron. 15 Encerraron a Seba
en Abel Bet Maca, y alzaron contra la ciudad un
baluarte, que llegaba a la explanada de la muralla. 16 Dio entonces voces desde
la ciudad una avisada mujer: «¡Oíd, oíd! Os pido que
digáis a Joab que se llegue aquí, para que yo le hable. 17 Y una vez que se
acercó, le dijo ella: «¿Eres tú Joab?» Y él respondió:
«Yo soy» Ella siguió: «Pues oye las palabras de tu sierva» Y él respondió:
«Oigo» 18 Entonces volvió ella a hablar, diciendo: «En otros tiempos había
costumbre de decir: «Quien preguntare, pregunte en Abel», y las querellas se
arreglaban. 19 Yo soy una ciudad pacífica y fiel a Israel, y tú procuras
destruir una ciudad que es madre de Israel. ¿Por qué has de destruir la heredad
de Yavé?» 20 Joab respondió: «Lejos de mí querer destruirla y arruinarla. 21 No
es eso; es que un hombre de la montaña de Efraím, Seba, hijo de Becri, ha alzado su mano contra el rey David; entregadle a
él sólo, y yo me alejaré de la ciudad.» La mujer dijo a Joab: «Se te echará su
cabeza por encima de la muralla. 22 La mujer se dirigió a todo el pueblo con
mucha sabiduría, y cortando la cabeza de Seba, hijo de Becri,
se la echaron a Joab. Joab hizo sonar la trompeta, y lejos ya de la ciudad, las
gentes se dispersaron, cada uno a su casa, y Joab volvió a Jerusalén, al rey.
23 Joab
mandaba todo el ejército de Israel; Banayas, hijo de Joyada era el jefe de los cereteos y peleteos; 24 Adoram, el
inspector de los tributos; Josafat, hijo de Ajilud,
cronista; 25 Susa, escriba; Sadoc y Abiatar,
sacerdotes, e Ira, el jairita, sacerdote de David.
APÉNDICES
21
Los
gabaonitas y la Casa de Saúl.
1 Hubo
en tiempo de David un hambre que duró tres años continuos; y David consultó a
Yavé, que le respondió: «Es por la casa de Saúl y por la sangre que hay sobre
ella, por haber hecho perecer a los gabaonitas» 2 El rey llamó a los gabaonitas
y les dijo: «Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel; eran un resto de
los amorreos, con el cual estaban los hijos de Israel ligados con juramento; y
sin embargo, Saúl había procurado extinguirlos, por celo de los hijos de Israel
y de Judá» 3 Dijo, pues, David a los gabaonitas: «¿Qué queréis que os haga para
expiaros, y que bendigáis a la heredad de Yavé?» 4 Los gabaonitas le dijeron:
«Nuestra querella con Saúl y su casa no es cuestión de plata ni oro, ni
pretendemos que muera nadie en Israel» Y él preguntó: «Decid, pues, lo que
queréis, para que yo lo haga» 5 Ellos respondieron al rey: «Aquel hombre nos
destruyó y quería exterminarnos, haciéndonos desaparecer de toda la tierra de
Israel; 6 que se nos entreguen siete de sus hijos, para que nosotros los
colguemos ante Yavé en Gabaón, en el monte de Yavé.» El rey dijo: «Los
entregaré.»
7 No
entregó el rey a Mefibaal hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de
Yavé que habían hecho entre sí David y Jonatán, hijo de Saúl. 9 Y tomó el rey a
los dos hijos que Risfa, hija de Aya,
había dado a Saúl, Armoni y Mefibaal, y a los cinco
hijos que Merob, hija de Saúl, había dado a Adriel, hijo de Barzilai, de Mejolá,
9 y se los entregó a los gabaonitas, que los colgaron en el monte ante Yavé.
Todos siete murieron juntos en los primeros días de la cosecha, al comienzo de
la siega de las cebadas. 10 Risfa, hija de Aya, tomando un saco, se lo tendió sobre la roca, y desde
el comienzo de la cosecha hasta que cayeron sobre ellos las aguas del cielo, y
no dejó a las aves del cielo posarse sobre ellos durante el día, ni a las
fueras del campo durante la noche.
11
Dieron noticia a David de lo que había hecho Risfa,
hija de Aya, concubina de Saúl; 12 y fué David a recoger los huesos de Saúl y los de Jonatán, su
hijo, a la ciudad de Jabes, en Galaad, cuyos
habitantes los habían cogido de los muros de Betsán,
donde los habían colgado los filisteos después de derrotar a Saúl en Gélboe. 13
Llevó de allí los huesos de Saúl y los de Jonatán, su hijo, y recogió también
los de los que habían sido colgados; 14 y fueron enterrados con los huesos de
Saúl y de su hijo Jonatán en tierra de Benjamín, en Sela,
en el sepulcro de Quis, padre de Saúl, cumpliéndose
las órdenes del rey. Después de esto se apiadó Yavé de la tierra.
Hazañas
de algunos valientes de David.
15
Hubo todavía guerra entre los filisteos e Israel. David y bajaron a
pelear con los filisteos, pero David se fatigó. 16 Entonces Isbi Benob, que era de los descendientes de Rafa, cuya
lanza que pesaba trescientos siclos de bronce y ceñía una espada nueva, trató
de herir a David. 17 Abisaí, hijo de Sarvia, vino en socorro de David, hirió al
filisteo y le mató. Entonces las gentes de David le conjuraron, diciendo: «No
salgas ya más con nosotros al combate, para que no extingas la lámpara de
Israel»
18 Hubo
después de esto en Gob una batalla con los filisteos,
y entonces Sobacai, usatita,
mató a Saf, uno de los hijos de Rafa.
19 Hubo
otra segunda batalla en Gob con los filisteos, y Eljanan, hijo de Jari, betlemita,
mató a Lajmi, hermano de Goliat, que tenia una lanza cuya asta era como
un enjullo de tejedor.
20 Hubo
también una batalla en Gat, en que se halló un hombre
de gran talla, que tenía seis dedos en cada mano y en cada pie, veinticuatro en
todo, descendiente también de Rafa. 21 Insultó a Israel, y Jonatán, hijo de
Sima, hermano de David, le mató. 22 Estos cuatro hombres eran de los hijos de
Rafa, de Gat, y todos perecieron a manos de David y
de sus servidores.
22
Cántico
de David acción de gracias.
1 David
dirigió a Yavé las palabras de este cántico, cuando le hubo librado Yavé de la
mano de todos sus enemigos y de la mano de Saúl.
2 Dijo:
«Yavé
es mi roca, mi fortaleza, mi refugio,
3 Mi Dios,
la roca en que me amparo,
Mi
escudo, mi poder salvador, mi inaccesible asilo,
Mi
salvador de la violencia.
4 Yo
invoqué, alabándole, a Yavé,
Y quedé
a salvo de mis enemigos.
5 Ya me
rodeaban con estrépito las olas de la muerte,
Ya me
aterrorizaban los torrentes del Averno,
6 Ya me
aprisionaban las ataduras del seol,
Ya me
habían cogido los lazos de la muerte,
7 Y en
mi angustia invocaba a Yavé,
Imploraba
el auxilio de mi Dios.
El me
oyó mi voz desde su palacio,
Mi clamor
llegó a sus oídos.
8 Conmovióse, y tembló la tierra,
Vacilaron
los fundamentos de los montes,
Y se
estremecieron, porque se airó contra ellos.
9 Subía
de sus narices el humo,
Y de su
boca el fuego abrasador,
Carbones
encendidos por él.
10 Y abajo
los cielos, y descendió,
Negra oscuridad
tenía bajo sus pies,
11
Cabalgó sobre los querubines y voló,
Fue
visto sobre las alas de los vientos.
12 Puso
en derredor suyo tinieblas por velo,
calígine acuosa, densos nubarrones.
13 Ante
su resplandor, que le precedía,
Se
encendieron ascuas de fuego
14
Tronó Yavé desde los cielos,
El
Altísimo hizo resonar su voz,
15 Lanzó
sus saetas y los desbarató,
Fulminó
sus muchos rayos y los consternó.
16 Y
apareció el lecho del mar
quedando al
descubierto los fundamentos del orbe,
Ante la
increpadora ira de Yavé,
Al
resoplido del huracán de su furor.
17
Alargó su mano desde lo alto, y me tomó,
Me sacó
de la muchedumbre de las aguas,
18 Me liberó
de mis poderosos enemigos
De los
que me aborrecían y eran más fuertes que yo.
19
Querían asaltarme en día fatal para mí.
Pero fue
Yavé mi sostén,
20 Y me
sacó a lugar espacioso
Salvándome,
porque en mí se agradó.
21 Remunerábame Yavé conforme a mi justicia,
Según
la pureza de mis manos me pagaba,
24 Pues
yo había seguido los caminos de Yavé,
Y no me
había impíamente apartado de mi Dios.
23 Pues
todos sus juicios estaban ante mí
Y no
apartaba de mí sus preceptos
24 Sino
que fui íntegro con él,
Y me
guardé de la iniquidad.
25 Y me
retribuyó Yavé conforme a mi justicia,
Y según
la limpieza de mis manos ante sus ojos.
26
Con el piadoso muéstrase piadoso,
Integro
con el íntegro,
27 Muéstrase limpio con el limpio,
Y sagaz
con el astuto.
28 Tú
salvas al humilde,
Pero
humillas al soberbio.
29 Tú
haces lucir mi lámpara, oh Yavé,
Mi Dios
ilumina mis tinieblas.
30
Ciertamente fiado en ti, soy capaz de romper ejércitos.
Fiado
en mi Dios, asalto murallas.
31 Es
perfecto el camino de Dios,
La palabra
de Yavé es acrisolada.
Es el
escudo de cuantos a él se acogen.
82 ¿Qué
Dios hay fuera de Yavé?
¿Qué Dios
hay fuera de nuestro Dios?
33 El
Dios que es mi baluarte poderoso
Hizo
irreprochable mi camino
34 Que
me dio pies como de ciervo,
Y me
puso sobre las alturas,
35 Que
adiestró mis manos para la lucha,
Y mis
brazos para tender el arco.
36 Me entregaste
tu escudo salvador,
Y tu
amabilidad me ha engrandecido
37 Me
hacías correr a largos pasos,
Sin que
vacilaran mis rodillas.
38
Perseguía a mis enemigos, y los alcanzaba,
Y no me
volvía sin haberlos desbaratado.
39 Los
machacaba, sin que pudieran levantarse,
Caían
bajo mis pies.
40 Me
ceñiste de fortaleza para la guerra,
Sometiste
a los que se alzaban contra mí,
41
Obligaste a mis enemigos a darme las espaldas,
Y aniquilé
a los que me odiaban.
42
Vociferaban, pero no había quien les socorriese,
A Yavé,
pero él no los oía.
43 Y
los desmenuzaba como el polvo de la tierra,
Y como
el lodo de las plazas los pulverizaba.
44 Me
libraste de las sediciones del pueblo,
Me
pusiste por cabeza de gentes.
Pueblos
que no conocía me servían,
45 Los
extraños me halagaban,
Obedecíanme con
diligente oído
46 Los
extraños desfallecieron
Y salían
temblando de sus refugios.
77
¡Viva Yavé! ¡Bendita sea mi Roca!
Ensalzado
sea mi Dios, mi roca salvadora.
48 Él
es el Dios, que me otorga la venganza,
El que
me somete los pueblos,
49 El
que me libra de mis enemigos.
El que
me hace superar a los que se alzan contra mí,
El que
me libra del hombre violento,
50 Por
eso te daré gracias, ¡Oh Yavé!, ante las gentes
Y
cantaré yo salmos en tu honor
51 El
que da grandes victorias a su rey,
El que
hace misericordia a su ungido, David,
Y a su
descendencia por la eternidad. »
23
Últimas
palabras de David.
1 Estas
son las últimas palabras de David:
«Oráculo
de David, hijo de Isaí,
Oráculo
del hombre puesto en lo alto,
Del
ungido del Dios de Jacob,
Del
dulce cantor de Israel.
2 El espíritu
de Yavé habla por mí,
Y su
palabra está en mis labios.
3 Ha
hablado el Dios de Israel.
La roca
de Israel me ha dicho:
Un justo
dominador de los hombres,
Dominador
en el temor de Dios,
4 Como
la luz de la mañana cuando se levanta el sol,
En una
mañana sin nubes.
A sus
rayos, después de la lluvia,
Yérguese la
hierba de la tierra.
5 ¿No
es así mi casa para con Dios?
Porque
él ha hecho conmigo una eterna alianza,
En todo
ordenada, y que será cumplida.
El hará
germinar toda mi salud y todo su buen deseo,
6
Mientras que los impíos serán todos como espinas detestadas,
Que
nadie toca con sus manos.
7 El
que las coge se arma de un hierro
o de un
asta de lanza,
Y son
quemadas al fuego.»
Los
valientes de David.
8
He aquí los nombres de los héroes de David:
Jesbal, jacamonita, era el primero de los tres; éste desnudó su
espada contra trescientos hombres, y los derrotó de un solo ímpetu.
9
Después de éste, Eleazar, hijo de Dodó, ajojita; era uno de los tres más valientes que estaban con
David en Pas Damim, cuando los filisteos presentaron
allí batalla, y huyendo los de Israel, 10 se quedó él a pie firme, blandiendo
su espada, hasta que se le cansó la mano y se le quedó pegada a ella la espada,
consiguiendo aquel día una gran victoria, pues el pueblo se tornó a donde
estaba Eleazar, pero sólo tuvo que recoger los despojos.
11
Después de él, Sama, hijo de Ela, jaradita. Habíanse concentrado los filisteos en un solo cuerpo,
en un lugar donde había un trozo de terreno sembrado de lentejas, y el pueblo
iba huyendo ante los filisteos; 12 Sama se puso en medio del campo aquél, le
defendió y derrotó a los filisteos, obrando Yavé por él una gran victoria.
13
Estos tres, los más valientes de los treinta, habían antes bajado al tiempo de
la cosecha a reunirse con David, en la caverna de Odolam,
mientras acampaba una tropa de filisteos en el valle de Refaim.
14 Estaba entonces David en la fortaleza, y los filisteos tenían guarnición en
Belén. 15 Se le antojó a David decir: «¡Quién me diera
poder beber agua de la cisterna que está a la puerta de Belén!» 16 Y luego los
tres valientes, atravesando el campamento de los filisteos, cogieron agua de la
cisterna de Belén y se la llevaron a David; pero David no la bebió, e hizo con
ella una libación a Yavé diciendo: 17 «¡Lejos de mí,
oh Yavé, hacer tal cosa! ¿No sería beber la sangre de estos hombres, que con
peligro de su vida han ido a buscarla?» Y se negó a bebería. Esto hicieron los tres valientes. 18 Abisaí, hermano de Joab,
hijo de Sarvia, era el jefe de los treinta. Blandiendo su lanza contra
trescientos hombres, los derrotó, y adquirió gran renombre entre los treinta.
19 Era el más considerado entre los treinta y jefe de ellos, pero no igualaba a
los tres.
20 Banayas, hijo de Joyada, hombre
valiente y hazañoso, de Cabsel. Este mató a los dos
Ariel, de Moab, y bajando a una cisterna en un día de
nieve, mató en ella a un león. 21 También mató a un egipcio de gran talla, que
blandía una lanza; acometiéndole con un palo, le arrancó de las manos la lanza,
y con su propia lanza le mató. 22 Esto hizo Banayas,
hijo de Joyada, de fama entre los treinta 23 y
glorioso entre ellos, pero que no llegaba tampoco a los tres. Hízole David jefe de su guardia.
24
Azael, hermano de Joab, era de los treinta; también Eljanán,
hijo de Dodó, de Belén; 25 Sama, de Jarod; Elica, de Jarod; 26 Jeles, de Bet Palti; Ira, hijo de Iques, de Tecua; 27 Abieser, de Anatot; Mebonai, jusatita; 28 Selmón, ajojita; Marai, de Netofat; 29 Jelec, hijo de Baba, de Netofat; Itai, hijo de Ribai, de Gueba de
los hijos de Benjamín; 30 Banaia, de Paratón; Edi, de los valles de
Gas; 31 Abi Albón, del
Araba; Azmavet, de Barjum;
22 Elyajba, de Salabona; Jasén, de Guni; Jonatán; 33 Sama, arorita; Ajiam; hijo de Sarar, farorita; 34 Élifelet, hijo de Ajasbai, macatita; Eliam, hijo de Ajitofel, de Gilon;
36 Jesra , de Carmel; Para, de Arba; 36 Jigal, hijo de Natán, de Soba de Gad;
37 Selec, amonita; Najarai,
de Betot, escudero de Joab, hijo de Sarvia; Ira, jetrita; Gareb, jet rita; 39 Urías, jeteo. En todo, treinta y siete.
24
Censo
del pueblo. Peste.
1
Volvió a encenderse el furor de Yavé contra Israel, impulsando a David a que
hiciera el censo de Israel y de Judá. 2 Dijo, pues, David a Joab, jefe de su
ejército: «Recorre todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, y haz
el censo del pueblo, para saber su número» 3 Joab dijo al rey: «Aumente Yavé,
tu Dios, el pueblo, cien veces otro tanto como son, y véalo mi señor el rey.
Mas ¿para qué quiere esto mi señor el rey?» 4 Pero prevaleció la orden del rey
sobre Joab y sobre los jefes del ejército; y salió Joab con los jefes del
ejército de la presencia del rey, para hacer el censo del pueblo de Israel; 5 y
pasado el Jordán, comenzaron por Aroer, la ciudad que
está en medio del valle, y por Gad hasta Jazer. 6 Y fueron a Galaad, y a la tierra de los jeteos hasta Cades, y luego desde
Dan hasta Sidón la grande; 7 fueron a la ciudad fuerte de Tiro y a todas las
ciudades de los jeteos y cananeos, y por fin al Negueb de Judá, a Berseba. 8 Cuando hubieron así recorrido
toda la tierra volvieron a Jerusalén al cabo de nueve meses y veinte días; 9 y
Joab remitió al rey el rollo del censo del pueblo. Había en Israel ochocientos
mil hombres de guerra que esgrimían la espada, y quinientos mil en Judá.
10
David sintió latir su corazón cuando hubo hecho el censo del pueblo, y dijo a
Yavé: «He pecado gravemente al hacer esto. Ahora, ¡oh Yavé!, perdona, te ruego,
la iniquidad de tu siervo, pues he obrado como un insensato»
11 Al
día siguiente, cuando se levantó David, había llegado a Gad,
profeta, el vidente de David, palabra de Yavé, diciendo: 12 «Ve a decir a
David: Así habla Yavé: Te doy a elegir entre tres cosas la que he de hacer yo,
a tu elección.» 13 Vino Gad a David y se lo comunicó,
diciendo: «¿Qué quieres: Siete años de hambre sobre la
tierra, tres meses de huida ante tus enemigos, perseguido, o tres días de peste
en toda la tierra! Reflexiona, pues, y ve lo que he de responder al que me
envía».
14
David respondió a Gad: «Estoy en una cruel angustia.
Caigamos en las manos de Yavé, cuya misericordia es grande; pero que no caiga
yo en las manos de los hombres» 15 Así pues Yavé mandó sobre Israel la peste, desde
la mañana de aquel día hasta el tiempo fijado. Murieron, desde Dan a Berseba,
setenta mil hombres del pueblo. 16 El ángel de Yavé tendía ya su mano sobre
Jerusalén para destruirla, pero se arrepintió Yavé del mal, y dijo al ángel que
hacía perecer al pueblo: «Basta, retira ya tu mano.»
El
ángel de Yavé estaba cerca de la era de Areuna, el
jebuseo. 17 A la vista del ángel, que hería al pueblo, dijo David a Yavé: «Yo
he pecado, pero éstos, las ovejas, ¿qué han hecho? Caiga tu mano sobre mí y
sobre la casa de mi padre. » 18 Aquel día vino Gad a
David, y le dijo: «Sube, y alza a Yavé un altar en la era de Areuna, el jebuseo» 19 Subió David conforme a la orden de Gad, como se lo había mandado a éste Yavé. 20 Areuna, al mirar, vió al rey y a
sus servidores que se dirigían hacia él; y saliendo, se prosternó delante del
rey, rostro a tierra, 21 diciendo: «¿Cómo mi señor, el
rey, viene a su siervo?» David respondió: «Vengo a comprarte esta era y alzar
en ella un altar a Yavé, para que se retire la plaga de sobre su pueblo.» 22 Areuna dijo a David: «Tómela mi señor, y ofrezca cuantos
sacrificios le plazca. Allí están los bueyes para el holocausto; los trillos y
los yugos darán la leña; 23 todo eso, ¡oh rey!, se lo regala Areuna al rey. Que Yavé, tu Dios, te sea favorable» 24 Pero
el rey respondió a Areuna: «No, quiero comprártelo
por precio de plata; no voy a ofrecer yo a Yavé, mi Dios, holocaustos que no me
cuesten nada» Y compró David la era y los bueyes en cincuenta siclos de plata;
25 alzó allí el altar a Yavé, y ofreció holocaustos y sacrificios pacíficos.
Así se aplacó Yavé con su pueblo, y cesó la plaga en Israel.
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