web counter

cristoraul.org

CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS
LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO
 
 

LA SAGRADA BIBLIA

ANTIGUO TESTAMENTO

EL LIBRO DE ESTER

PROLOGOMENOS
Mardoqueo. Su Sueño
   
1
El año segundo del reinado del gran Artajerjes, el primero de Nisán, tuvo un sueño Mardoqueo, hijo de Jair, hijo de Semeí, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín,
2
judío, que moraba en la ciudad de Susa, varón ilustre, que servía en la corte del rey.
3
Era de los cautivos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado en cautiverio de Jerusalén con Jeconías, rey de Judá.
4
He aquí su sueño:
5
Soñó que oía voces y tumultos, truenos, terremotos y gran alboroto en la tierra, cuando dos grandes dragones, prestos a acometerse uno a otro, dieron fuertes rugidos,
6
y a su voz se prepararon para la guerra todas las naciones de la tierra, a fin de combatir contra la nación de los justos.
7
Fue aquel día, día de tinieblas, de obscuridad, de tribulación y de angustia, de oprobio y de turbación grande sobre la tierra.
8
Toda la nación justa se turbó ante el temor de sus males, y se disponía a perecer.
9
Pero clamaron a Dios, y a su clamor una fuentecilla se hizo un río caudaloso,
10
de muchas aguas, y apareció una lumbrerita que se hizo sol, y fueron ensalzados los humildes y devoraron a los gloriosos.
11
Mardoqueo, levantándose, luego de haber visto el sueño sobre lo que Dios se proponía ejecutar, lo guardó en su corazón y a toda costa quería penetrar su sentido, hasta que llegó la noche.
Conjuración contra el rey denunciada por Mardoqueo
   
1
Moraba Mardoqueo en el palacio con Gabata y Tarra, eunucos del rey, guardas del palacio,
2
y se enteró de sus planes y penetró sus proyectos, averiguando que trataban de apoderarse del rey Artajerjes, y los denunció al rey.
3
Mandó éste interrogar a los eunucos, que, habiendo confesado, fueron condenados a muerte.
4
Para conservar la memoria de estos sucesos, mandó el rey ponerlos por escrito, y el mismo Mardoqueo escribió un relato sobre ellos.
5
Por el servicio prestado ordenó el rey dar a Mardoqueo un cargo en el palacio y le otorgó otras mercedes.
6
Pero Amán, hijo de Hamedata, agagita, que gozaba de gran crédito ante el monarca, buscaba cómo perder a Mardoqueo y a su pueblo por la delación de los eunucos del rey.
   
Capítulo 1
Gran festín de Asuero
   
1
En tiempo de Asuero, el Asuero que reinó desde la India hasta la Etiopía sobre ciento veintisiete provincias,
2
mientras se sentaba sobre su trono real en Susa, la capital,
3
el año tercero de su reinado dio un festín a todos sus príncipes y servidores. Los comandantes del ejército de los persas y de los medos, los grandes y los jefes de las provincias, se reunieron en su presencia,
4
y él hizo muestras de la espléndida riqueza de su reino y de la brillante magnificencia de su grandeza durante muchos días,
5
durante ciento ochenta días. Pasados éstos, el rey dio a todo el pueblo de Susa, la capital, desde el más grande hasta el más pequeño, un festín, que duró siete días, en los jardines del palacio real.
6
Cortinajes blancos, verdes y azules pendían de columnas de mármol, sujetos con cordones de lino y de púrpura a anillos de plata. Lechos de oro y de plata estaban sobre un pavimento de pórfido, alabastro, mármoles de varios colores y nácar.
7
Servíase el vino en vasos de oro de diversas configuraciones, y se servía con real abundancia, gracias a la generosidad del rey; pero a nadie se le obligaba a beber,
8
pues había mandado el rey a todas las gentes de su casa que se hiciese conforme a la voluntad de cada cual.
9
También la reina Vasti dio un festín a las mujeres en el palacio real del rey Asuero.
   
 
Desobediencia de la reina Vasti y su desgracia
   
10
El día séptimo, alegre por el vino el corazón del rey, mandó éste a Mahuman, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, los siete eunucos que servían ante el rey Asuero,
11
que trajeran a su presencia a la reina Vasti, con su real corona, para mostrar a los pueblos y a los grandes su belleza, pues era de hermosa figura;
12
pero la reina se negó a venir con los eunucos, y el rey se irritó mucho y se encendió en cólera.
13
Preguntó el rey a los sabios conocedores del derecho, pues era éste el modo de tratar ls negocios antes los conocedores de las leyes y del derecho,
14
de los cuales tenía junto a sí a Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena y Memucan, siete príncipes de Persia y de Media, que asistían al rey y ocupaban el primer rango en su reino,
15
qué ley habría de aplicarse a la reina Vasti por no haber hecho lo que el rey le había mandado por medio de los eunucos.
16
Memucan respondió ante el rey y los príncipes: “No es sólo al rey a quien ha ofendido la reina Vasti; es también a todos los príncipes y a todos los pueblos de todas las provincias del rey Asuero,
17
porque lo hecho por la reina llegará a conocimiento de todas las mujeres y será causa de que menosprecien a sus maridos, pues dirán: El rey Asuero mandó que llevasen a su presencia a la reina Vasti, y ella no fue;
18
y desde hoy las princesas de Persia y de Media que sepan lo que ha hecho la reina se lo dirán a todos los príncipes del rey, y de aquí vendrán muchos desprecios y mucha cólera.
19
Si al rey le parece bien, haga publicar e inscribir entre las leyes de los persas y de los medos, con prohibición de traspasarlo, un real decreto mandando que la reina Vasti no parezca más delante del rey Asuero, y dé el rey la dignidad de reina a otra que sea mejor que ella.
20
El edicto del rey será conocido en todo su reino, que tan grande es, y todas las mujeres honrarán a sus maridos, desde el más grande hasta el más pequeño.”
21
Aprobó el rey este parecer e hizo lo que le aconsejara Mamucan,
22
mandando cartas a todas las provincias del reino, a cada una según su escritura y a cada pueblo según su lengua, en las que se mandaba que todo hombre había de serel amo en su casa y que se divulgase esto entre todos los pueblos.
   
Capítulo 2
Ester, reina
   
1
Después de esto, cuando ya se calmó la cólera del rey, pensó en Vasti y en lo que ésta había hecho y en la decisión que respecto de ella se había tomado.
2
Los servidores del rey le dijeron: “Búsquense para el rey jóvenes vírgenes y bellas,
3
poniendo el rey en todas las provincias de su reino comisarios que hagan reunir todas las jóvenes vírgenes y de bella presencia en Susa, la capital, en la casa de las mujeres, bajo la vigilancia de Hegue, eunuco del rey y guarda de las mujeres, que les dará lo necesario para ataviarse,
4
y que la joven que más agrade al rey sea la reina en lugar de Vasti”. Aprobó el rey ese parecer y se hizo así.
5
Había en Susa, la capital, un judío llamado Mardoqueo, hijo de Jair, hijo de Semeí, hijo de Quis, del linaje de Benjamín,
6
que había sido deportado de Jerusalén entre los cautivos llevados con Jeconías, rey de Judá, por Nabucodonosor, rey de Babilonia,
7
y había criado a Hedisa, que es Ester, hija de su tío, pues no tenía padre ni madre. La joven era bella de talle y de hermosa presencia y había sido adoptada por Mardoqueo cuando se quedó sin padre y sin madre.
8
Cuando se publicó la orden del rey y su edicto, al ser reunidas en Susa, la capital, jóvenes en gran número, bajo la vigilancia de Hegue, fue también tomada Ester y llevada a la casa del rey bajo la vigilancia de Hegue, guarda de las mujeres.
9
La joven le agradó y halló gracia a sus ojos, y él se apresuró a proveerla de todo lo necesario para su adorno y subsistencia, y le dio siete doncellas escogidas de la casa del rey, y la aposentó con éstas en el mejor departamento de la casa de las mujeres.
10
Ester no dio a conocer ni su pueblo ni su nacimiento, pues Mardoqueo le había prohibido que lo declarase,
11
Todos los días iba y venía Mardoqueo al vestíbulo de la casa de las mujeres para saber cómo estaba Ester y cómo la trataban.
12
Después de haber estado ya doce meses, conforme a la ley de las mujeres, ungiéndose seis meses con óleo y mirra y otros seis con los aromas y perfumes de uso entre las mujeres, cuando le llegaba el turno era llevada cada joven a la presencia del rey.
13
Así iba cada una a la presencia del rey, y cuando pasaba de la casa de las mujeres a la casa del rey, se le dejaba llevar cuanto ella quería;
14
iba allá por la tarde, y a la mañana siguiente pasaba a la segunda casa de las mujeres, bajo la vigilancia de Saasgaz, eunuco del rey y guarda de las concubinas. No volvía ya más a la presencia del rey, a menos que éste la desease y fuese nominalmente llamada.
15
Cuando le llegó el turno para ir al rey, Ester, hija de Abigaíl, tío de Mardoqueo, el que la había adoptado por hija, de presentarse al rey, no pidió nada más que aquello que le había indicado el eunuco real, Hegue, encargado de guardar las mujeres. Halló Ester gracia a los ojos de cuantos la miraban.
16
Fue conducida Ester a la presencia del rey Asuero, a la casa real, el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado.
17
El rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ésta gracia y favor ante él más que ninguna otra de las jóvenes. Puso la corona real sobre su cabeza y la hizo reina en lugar de Vasti.
18
El rey dio un festín a todos sus príncipes y a sus servidores, un festín en honor de Ester, y dio alivio a las provincias e hizo mercedes con real liberalidad.
19
Cuando por segunda vez reunieron a las jóvenes estaba Mardoqueo sentado a la puerta del rey.
20
Ester no había dado a conocer su nacimiento ni su pueblo, porque se lo había prohibido Mardoqueo, y seguía cumpliendo las órdenes de Mardoqueo tan fielmente como cuando estaba bajo su tutela.
21
En aquel mismo tiempo, cuando Mardoqueo se sentaba en la puerta del rey, Birgán y Teres, dos eunucos del rey, dejándose llevar de un movimiento de ira, quisieron poner su mano sobre el rey Asuero.
22
Mardoqueo tuvo conocimiento de ello e informó a la reina Ester, que se lo comunicó al rey de parte de Mardoqueo.
23
Averiguada la cosa y hallada cierta, los dos eunucos fueron colgados de una horca, escribiéndose el caso en el libro de las crónicas delante del rey.
   
Capítulo 3
Amán, favorito del rey
   
1
Después de esto, el rey Asuero elevó al poder a Amán, hijo de Hamedata, agagita, ensalzándole y poniendo su silla sobre la de todos los príncipes que estaban con él.
2
Todos los servidores del rey que estaban a la puerta del palacio doblaban ante Amán la rodilla y se prosternaban ante él, pues tal era la orden del rey; pero Mardoqueo no doblaba sus rodillas ni se prosternaba,
3
y los servidores del rey que estaban a la puerta dijeron a Mardoqueo: “¿Por qué traspasas la orden del rey?”.
4
Y como se lo repitiesen todos los días y él no les hiciese caso, se lo comunicaron a Amán, para ver si Mardoqueo persistía en su resolución, pues les había dicho que era judío.
5
Viendo Amán que Mardoqueo no doblaba la rodilla y no se prosternaba ante él, se llenó de furor;
6
pero, teniendo en poco poner su mano sobre Mardoqueo solamente, pues ya le habían dicho a qué pueblo pertenecía, quiso destruir al pueblo de Mardoqueo, a todos los judíos que habitaban en el reino de Asuero.
 
 
El decreto de exterminio contra los judíos
 
7
El mes primero, que es el mes de Nisán, en el duodécimo año del rey Asuero, se echó el pur, es decir, la suerte, ante Amán, de día en día y de mes en mes, hasta que salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar.
8
Dijo entonces Amán al rey: “Hay en todas las provincias de tu reino un pueblo disperso y separado de todos los otros pueblos, que tiene leyes diferentes de las de todos los otros y no guarda las leyes del rey. No conviene a los intereses del rey dejarlos en paz.
9
Si al rey le parece bien, escríbase orden de exterminarlos, y yo pesaré diez mil talentos de plata en manos de los superintendentes de la hacienda para que se ingresen en el tesoro real.”
10
Entonces el rey se quitó de la mano su anillo y se lo entregó a Amán, hijo de Hamedata, agagita, enemigo de los judíos,
11
y le dijo: “La plata que ofreces sea para ti, y para ti también ese pueblo, para que hagas con él lo que bien te parezca.”
12
Fueron entonces llamados los secretarios del rey, el día trece del mes primero, y se escribió todo lo que ordenaba Amán a los sátrapas del rey, a los gobernadores de todas las provincias y a los jefes de todos los pueblos, a cada provincia según su escritura y a cada pueblo según su lengua. Se escribió en nombre del rey Asuero y se sellaron las cartas con el anillo del rey.
13
Fueron mandadas las cartas, por medio de los correos a todas las provincias del rey, ordenando destruir, hacer perecer y matar a todos los judíos, jóvenes y viejos, niños y mujeres, en un solo día, el día trece del duodécimo mes, que es el mes de Adar, y que sus bienes fuesen dados al pillaje.
14
Las cartas encerraban una copia del edicto, que debía publicarse en cada provincia, invitando a los pueblos a estar apercibidos para aquel día.
15
Los correos partieron apresuradamente, según la orden del rey. El edicto se publicó en Susa, la capital; y mientras el rey y Amán bebían, estaba la ciudad de Susa consternada.
 
Capítulo 4
Consternación de los judíos
   
1
Cuando supo Mardoqueo lo que pasaba, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y se cubrió de ceniza, y se fue por medio de la ciudad, dando fuertes, dolorosos gemidos,
2
y llegó hasta la puerta del rey, pues no era a nadie lícito entrar vestido de saco.
3
En todas las provincias dondequiera que llegó la orden del rey y su edicto hubo entre los judíos gran desolación, y ayunaron, lloraron y clamaron, acostándose muchos sobre la ceniza y vestidos de saco.
4
Las doncellas de Ester y sus eunucos vinieron a decírselo. La reina se quedó muy atemorizada y mandó vestidos a Mardoqueo para que se los pusiese; pero él se negó a aceptarlos.
5
Entonces llamó Ester a Hatac, uno de los eunucos que había puesto cerca de ella el rey, y le mandó que fuera a preguntar a Mardoqueo qué era aquello y de dónde venía.
6
Fue Hatac a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, delante de la puerta del rey;
7
y Mardoqueo le contó lo que pasaba y le dio noticia de la suma que Amán había ofrecido entregar al tesoro del rey en pago del exterminio de los judíos.
8
Diole también copia del edicto que se había publicado en Susa para exterminarlos, a fin de que se la enseñase a Ester y le diese cuenta de todo, y mandó a Ester presentarse al rey para pedirle gracia y pedirle por su pueblo.
9
Fue Hatac y comunicó a Ester lo que le había dicho Mardoqueo.
10
Ester encargó a Hatac que fuera a decir a Mardoqueo:
11
“Todos los servidores del rey y todo el pueblo de las provincias del rey saben que hay una ley que castiga con pena de muerte a cualquiera, hombre o mujer, que entre al rey al atrio interior sin haber sido llamado; sólo se libra de la muerte aquel a quien el rey tiende su cetro de oro, y yo no he sido llamada por el rey desde hace treinta días.”
12
Cuando recibió Mardoqueo la contestación de Ester,
13
mandó que le respondieran: “No vayas a creer tú que serás la única en escapar entre los judíos todos por estar en la casa del rey,
14
porque si ahora callas y el socorro y la liberación viniera a los judíos de otra parte, tú y la casa de tu padre pereceríais. ¿Y quién sabe si no es precisamente para un tiempo como éste para lo que tú has llegado a la realeza?”
15
Ester mandó decir a Mardoqueo:
16
“Ve y reúne a los judíos todos de Susa y ayunad por mí, sin comer ni beber por tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré igualmente con mis doncellas, y después iré al rey, a pesar de la ley, y si he de morir, moriré.”
17
Mardoqueo se fue e hizo lo que Ester le había mandado.
   
Capítulo 5
   
1
Al tercer día, Ester se vistió sus vestiduras reales y se presentó en el atrio interior de la casa, delante del aposento del rey. Estaba éste sentado en su real trono, en el palacio real, enfrente de la entrada;
2
y cuando vio a la reina Ester en pie, en el atrio, halló ésta gracia a sus ojos y tendió sobre ella el rey el cetro de oro que tenía en su mano,
3
y le dijo: “¿Qué tienes, reina Ester, y qué es lo que quieres? Aunque fuera la mitad de mi reino, te sería otorgada.”
4
Ester respondió: “Si al rey le place, venga hoy el rey con Amán a un festín que yo le he preparado.”
5
El rey dijo: “Id a llamar a Amán, como lo desea Ester.” Fue el rey con Amán al festín que había preparado Ester, y durante él
6
dijo el rey a Ester: “¿Qué es lo que pides? Todo te será concedido. ¿Qué deseas? Aunque fuera la mitad de mi reino, la tendrías.”
7
Ester respondió: “He aquí lo que pido y lo que deseo:
8
Si he hallado gracia a los ojos del rey y si place al rey concederme mi petición y satisfacer mi deseo, que vuelva el rey con Amán al banquete que yo les prepararé, y mañana yo daré la respuesta al rey según su mandato.”
9
Amán salió aquel día gozoso y lleno de contento su corazón; pero cuando vio a la puerta del rey a Mardoqueo, que no se levantó ni se movió a su paso, se llenó de ira contra Mardoqueo.
10
Supo, sin embargo, contenerse, y se fue a su casa. Luego mandó a buscar a sus amigos y a Zeres, su mujer;
11
y Amán les habló de la grandeza de sus riquezas, del número de sus hijos, de todo cuanto había hecho el rey para engrandecerle dándole el primer lugar, por encima de los jefes y los servidores del rey.
12
Y añadió: “Sólo a mí también ha invitado la reina Ester al banquete que ha dado al rey, y me ha invitado además para mañana en su casa con el rey.
13
Pero todo esto no es nada para mí mientras vea a Mardoqueo el judío sentado a la puerta del rey.”
14
Zeres, su mujer, y todos sus amigos le dijeron: “Prepara una horca de cincuenta codos de alta, y mañana por la mañana pide al rey que sea colgado en ella Mardoqueo, y luego te irás satisfecho al festín con el rey.” Agradó a Aman el consejo y mandó preparar la horca.
   
Capítulo 6
Honores concedidos a Mardoqueo y humillación de Amán
   
1
Aquella noche, no pudiendo el rey conciliar el sueño, hizo que le llevaran el libro de los anales, las crónicas; y leyéndolas ante el rey,
2
hallóse escrito lo que había revelado Mardoqueo, descubriendo que Bigtán y Teres, los dos eunucos del rey, guardias del atrio, habían querido llevar su mano sobre el rey Asuero.
3
El rey preguntó: “¿Qué honores y distinciones se han concedido por esto a Mardoqueo?” “Ninguna ha recibido,” respondieron los servidores.
4
Entonces dijo el rey: “¿Quién está en el atrio?” Amán había venido al atrio exterior de la casa para pedir al rey que mandara colgar a Mardoqueo de la horca que le había preparado.
5
Los servidores le respondieron: “Ahí está Amán en el atrio.” Y dijo el rey: “Que entre.”
6
Entró Amán, y el rey le dijo: “¿Qué ha de hacerse con aquel a quien el rey quiere honrar?” Amán se dijo a sí mismo: “¿A quién otro ha de querer honrar el rey?”
7
Y contestó: “Para honrar a quien el rey quiere honrar,
8
habrán de tomarse las vestiduras reales que se viste el rey, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que ciñe su cabeza,
9
y dar el vestido, el caballo y la corona a uno de los más nobles príncipes del rey, para que vistan a aquel a quien el rey quiere honrar, y, llevándole en el caballo por la plaza de la ciudad, vayan pregonando ante él: Así se hace con el hombre a quien el rey quiere honrar.”
10
El rey dijo a Amán: “Toma luego el vestido y el caballo, como has dicho, y haz eso con Mardoqueo, el judío que se sienta a la puerta del rey. No omitas nada de cuanto has dicho.”
11
Tomó Amán el vestido y el caballo, vistió a Mardoqueo y le paseó a caballo por la plaza de la ciudad, gritando delante de él: “Así se hace con el hombre a quien el rey quiere honrar.”
12
Volvióse Mardoqueo a la puerta del rey, y Amán se fue corriendo a su casa desolado y cubierta la cabeza.
13
Contó Amán a Zeres, su mujer, y a todos sus amigos todo lo que le había sucedido, y sus amigos y Zeres, su mujer, le dijeron: “Si el Mardoqueo ese, delante del cual has comenzado a caer, es de la raza de los judíos, no le vencerás; antes de cierto sucumbirás ante él.”
14
Y cuando todavía estaba ella hablando, vinieron los eunucos del rey y se lo llevaron apresuradamente a Amán al festín que Ester había preparado.
   
Capítulo 7
Amán, acusado por Ester, es condenado a muerte
   
1
Fueron el rey y Amán al banquete a casa de Ester.
2
El segundo día dijo el rey a Ester otra vez durante el festín: “¿Cuál es tu petición, reina Ester? Te será concedida. ¿Qué es lo que deseas? Aunque fuera la mitad de mi reino, la tendrías.”
3
La reina Ester respondió: “Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey!, y si el rey lo cree bueno, concédeme la vida mía: he ahí mi petición, y salva a mi pueblo: he ahí mi deseo.
4
Porque estamos vendidos yo y mi pueblo para ser exterminados, degollados, aniquilados. Si siquiera fuéramos vendidos por esclavos y siervos, me callaría, aunque no compensaría el enemigo al rey el perjuicio que le haría.”
5
Tomó el rey Asuero la palabra y dijo a Ester: “¿Quién es y dónde está el que eso se propone hacer?”
6
Y Ester le respondió: “El opresor, el enemigo, es Amán, ese malvado.” Amán se sobrecogió de terror ante el rey y la reina.
7
El rey, en su ira, se levantó y se salió del banquete para ir al jardín del palacio, y Amán se quedó para pedir la gracia de la vida a la reina Ester, porque veía bien que su pérdida estaba resuelta en el ánimo del rey.
8
Cuando volvió el rey del jardín del palacio a la sala del banquete, vio a Amán, que se había precipitado hacia el lecho sobre el cual estaba Ester, y dijo: “¡Qué! ¿Será que pretende también hacer violencia a la reina en mi casa, en el palacio?” En cuanto salieron estas palabras de la boca del rey, cubrieron el rostro de Amán;
9
y Harbona, uno de los eunucos, dijo en presencia del rey: “En casa de Amán hay una horca, alta de cincuenta codos, que Amán ha preparado para Mardoqueo, el que habló para bien del rey.” El rey dijo: “Que cuelguen de ella a Amán.”
10
Y fue colgado Amán de la horca que él había preparado para Mardoqueo, y se aplacó la ira del rey.
   
Capítulo 8
Edicto a favor de los judíos
   
1
Aquel mismo día, el rey Asuero dio a Ester la casa de Amán, el enemigo de los judíos; y Mardoqueo fue presentado al rey, pues le había dado a conocer Ester el parentesco que a él le unía.
2
Quitóse el rey el anillo que había retirado a Amán y se lo dio a Mardoqueo. Ester, por su parte, estableció a Mardoqueo en la casa de Amán.
3
Volvió después Ester a hablar al rey y, echándose a sus pies llorando, le suplicó impidiera los efectos de la maldad de Amán, agagita, y la realización de sus proyectos contra los judíos.
4
El rey tendió a Ester el cetro de oro, y ésta se levantó, quedándose en pie delante del rey,
5
y le dijo: “Si al rey le place y si le parece justo mi ruego, y si soy grata a sus ojos, escriba revocando las cartas inspiradas por Amán, hijo de Hamedata, agagita, y escritas por él para exterminar a los judíos que hay en todas las provincias del rey;
6
porque ¿cómo podría yo ver que el infortunio alcanzara a mi pueblo? ¿Cómo podría ver el exterminio de mi raza?”
7
El rey Asuero dijo a la reina Ester y al judío Mardoqueo: “Yo he dado a Ester la casa de Amán y él ha sido colgado de la horca por haber extendido su mano contra los judíos.
8
Escribid, pues, en favor de los judíos lo que bien os parezca, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey, porque edicto escrito en nombre del rey y sellado con el anillo del rey no puede ser revocado.”
9
Fueron entonces llamados los secretarios del rey, el día veintitrés del mes tercero, que es el mes de Siyán; y se escribió, conforme a lo que fue ordenado por Mardoqueo, a los judíos, a los sátrapas, a los gobernadores y a los jefes de las ciento veintisiete provincias, desde la India a la Etiopía, a cada provincia según su escritura y a cada pueblo según su lengua, y a los judíos según su escritura y su lengua.
10
Se escribió en nombre del rey Asuero y se selló con el anillo del rey. Enviáronse las cartas por correos montados en ligeros caballos procedentes de los potreros reales.
11
Se daba a los judíos, en cualquier ciudad en que estuviesen, permiso para reunirse y defender su vida, y para destruir, matar y exterminar a todos aquellos, con sus niños y mujeres, de cada pueblo y de cada provincia, que tomaran las armas para atacarlos, y para dar sus bienes al pillaje;
12
y esto en un solo día, en todas las provincias del rey Asuero, el día trece del duodécimo mes, que es el mes de Adar.
13
Estas cartas contenían una copia del edicto que había de publicarse en cada provincia, e informaban a todos los pueblos de que los judíos estarían aquel día prestos a vengarse de sus enemigos.
14
Los correos partieron en seguida con toda prisa por la posta según la orden del rey. El edicto fue publicado también en Susa, la ciudadela.
15
Mardoqueo salió de la casa del rey vestido con un vestido regio azul y blanco, con una gran corona y un manto de lino y de púrpura.
16
Hubo para los judíos luz y alegría, gozo y honra. La ciudad de Susa lanzaba gritos de regocijo,
17
y en cada provincia y en cada ciudad, por dondequiera que llegaron la orden del rey y su edicto, hubo entre los judíos gozo y regocijo, banquetes y fiestas; y muchas de las gentes de los pueblos de las regiones se hicieron judíos, porque se había apoderado de ellos el temor a los judíos.
   
Capítulo 9
Venganza de los judíos
   
1
Al duodécimo mes, que es el mes de Adar, el día trece del mes, el día en que debía cumplirse el edicto del rey y en que los enemigos de los judíos habían pensado dominarlos, fue lo contrario lo que sucedió, y los judíos dominaron a sus enemigos.
2
Reuniéronse los judíos en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para poner la mano sobre todos aquellos que buscaban su perdición; y nadie pudo resistirlos, porque el temor de ellos se había apoderado de todos los pueblos.
3
Y todos los jefes de las provincias, los sátrapas, los gobernadores y los funcionarios del rey, apoyaron a los judíos, por el temor que les inspiraba Mardoqueo,
4
pues era Mardoqueo poderoso en la casa del rey, y su fama se esparció por todas las provincias, porque se hacía de día en día más poderoso.
5
Los judíos hirieron a espada a todos sus enemigos, los mataron y los hicieron perecer, y trataron como quisieron a los que les eran hostiles.
6
En Susa, la ciudadela, mataron los judíos, haciéndolos perecer, a quinientos hombres,
7
y degollaron a Parsandata, Dalfon, Asfata,
8 Porata, Adalía, Aridata,
9
Parmasta, Arisai, Aridai y Baizata,
10
los diez hijos de Amán, hijo de Hamedata, el enemigo de los judíos; pero éstos no se dieron al pillaje.
11
Llegó aquel día a conocimiento del rey el número de los muertos en Susa, la capital;
12
y el rey dijo a Ester: “Los judíos han matado y hecho perecer en Susa, la capital a quinientos hombres y a diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en el resto de las provincias del rey? ¿Qué más pides? ¿Qué más quieres? Se te concederá, lo tendrás.”
13
Ester respondió: “Si al rey le parece bien, que les sea permitido a los judíos de Susa obrar también mañana conforme al edicto de hoy y que se cuelgue en la horca a los diez hijos de Amán.”
14
El rey mandó que así se hiciera, y se publicó el edicto en Susa.
15
Los judíos de Susa se reunieron de nuevo el día catorce del mes de Adar, y mataron en Susa a trescientos hombres; pero tampoco se dieron al pillaje.
16
Los otros judíos que había en las provincias del rey se reunieron y defendieron su vida; y se procuraron reposo librándose de sus enemigos, y mataron a setenta y cinco mil, pero no se dieron al pillaje.
17
Esto sucedió el día trece del mes de Adar. Los judíos se aquietaron el catorce, haciendo de él un día de banquetes y regocijo.
18
Los que había en Susa, que se habían reunido el trece y el catorce, se aquietaron el quince, haciendo de él un día de banquetes y regocijo.
19
Por eso los judíos del campo, que habitan ciudades no amuralladas, hacen del día catorce del mes de Adar un día de banquete y de fiesta, en que se mandan presentes los unos a los otros.
   
 
La fiesta de los "purim"
   
20
Mardoqueo escribió estas cosas y envió cartas a los judíos de todas las provincias del rey Asuero, cercanas y lejanas,
21
mandándoles celebrar todos los años el día catorce y el quince del mes de Adar,
22
como días en que habían obtenido el reposo, librándose de sus enemigos, y celebrar el mes en que su tristeza habíase convertido en alegría, y su desolación en regocijo; y de hacer de estos días, días de festín y de alegría, en que se mandan presentes los unos a los otros y se distribuyen dones a los indigentes.
23
Los judíos se comprometieron a hacer lo que habían comenzado ya y les mandaba Mardoqueo;
24
porque Amán, hijo de Hamedata, agagita, enemigo de todos los judíos, había concebido el proyecto de exterminarlos y había echado el pur, es decir, la suerte, para matarlos y exterminarlos;
25
pero, habiéndose presentado Ester al rey, mandó el rey por escrito hacer recaer sobre la cabeza de Amán el maligno proyecto que él había hecho contra los judíos, y le colgó de la horca a él y a sus hijos.
26
Por eso se llaman estos días purim, del nombre de pur.Conforme al contenido de esta carta, según lo que ellos mismos habían visto y les había sucedido,
27
los judíos tomaron por ellos, por su descendencia y por todos aquellos que a ellos se unieron, la resolución y el compromiso irrevocable de celebrar cada año estos dos días al modo y al tiempo prescritos.
28
Estos días habían de ser celebrados y recordados de generación en generación, en cada familia, en cada provincia y en cada ciudad, y estos días de purim no habían de ser jamás abolidos entre los judíos, ni borrado su recuerdo entre sus descendientes.
29
La reina Ester, hija de Abigail, y el judío Mardoqueo escribieron con instancia a los judíos por segunda vez para confirmar su carta acerca de los purim,
30
y se mandaron cartas a todos los judíos, a las ciento veintisiete provincias del rey Asuero. Contenían palabras de paz y fidelidad, prescribiendo los días de purim al tiempo fijado,
31
como el judío Mardoqueo y la reina Ester los habían establecido, para ellos y para toda su posteridad, y añadiendo prescripciones de ayunos y lamentaciones.
32
Así, la orden de Ester confirmó la institución de los purim, y esto fue escrito en el libro.
   
Capítulo 10
Colofón
   
1
El rey Asuero impuso un tributo a la tierra y a las islas del mar.
2
Todos los hechos concernientes a su poderío y sus hazañas y los pormenores de la grandeza a que elevó a Mardoqueo, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de los medos y de los persas?
3
Pues el judío Mardoqueo era el primero después del rey Asuero, muy considerado entre los judíos y amado de la muchedumbre de sus hermanos;
4
buscó el bien de su pueblo y habló para el bien de su raza.
5
Y dijo Mardoqueo: “Del Señor viene esto. Recuerdo, en efecto, el sueño que acerca de estos sucesos tuve, de los cuales ninguno ha quedado sin cumplimiento:
6
la fuentecilla que se convirtió en río de muchas aguas y la lucecita convertida en sol. El río es Ester, a quien el rey tomó por esposa, haciéndola reina.
7
Los dos dragones éramos yo y Amán,
8
y las naciones son las que se juntaron para acabar con el nombre judío.
9
Mi pueblo es este mismo Israel, los que clamaron a Dios y fueron salvos. Salvó el Señor a su pueblo y nos sacó de todos estos males, haciendo señales y prodigios grandes, cuales no se vieron entre las naciones.
10
Por esto estableció dos suertes: una para el pueblo de Dios y otra para todas las otras naciones.
11
Y estas dos suertes han llegado a su hora y tiempo, es decir, en el día del juicio delante de Dios.
12
Y se acordó el Señor de su pueblo y salió por la causa de su heredad.
13
Por esto serán celebrados por ellos estos días en el mes de Adar, los días catorce y quince del mes, con grande concurso, alegría y exaltación, delante de Dios, de generación en generación para siempre, en el pueblo de Israel.”
   
 
Suscripción
   
El año cuarto del reinado de Tolomeo y Cleopatra, Dositeo, que se decía sacerdote y levita, y Tolomeo, su hijo, trajeron la presente epístola sobre los purim, que dicen ser auténtica y haber sido traducida por Lisímaco el de Tolomeo, vecino de Jerusalén.