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EL POLITIKOM

 

 

 

 

CAPÍTULO SEXTO

ONTOLOGIA Y ORIGEN DEL ABSOLUTISMO

I

El origen de la Guerra es el Deseo de Poder Absoluto; y el medio de darle realización a este Deseo es el Crimen. La experiencia, que no nos falta en este asunto de la Ciencia del bien y del mal, así lo testifica poniendo ante el tribunal de la Historia el Fratricidio de Caín contra Abel como ejemplo visible de la Matanza que en sus días se realizara y desencadenó el Fin de la Primera Edad del Hombre.

Son ya múltiples los testimonios de fuentes escritas no bíblicas, y que no conocieron la Biblia, las que saliendo de la tumba han abierto la Memoria de la Civilización a una Tragedia que marcó un Antes y un Después en la Historia del Género Humano. Se entiende que el Ateísmo Científico, ya consolidado, hiciese todo lo posible por silenciar la voz de los muertos, máxime cuando la Ciencia en su conjunto había cambiado la Doctrina de la Igualdad de los Derechos Divinos del Hombre por la Teoría de la División de la Raza Humana en dos especies, la del Pobre y la del Rico, en términos darwinistas: Fuertes y Débiles. Evangelio Darwinista que vino a darle respuesta al Dilema del Poder de Dios y la Tragedia del Género Humano. Pues si por un lado vino a justificar con su Hipótesis el Derecho de las clases gobernantes al Poder Absoluto, en un principio desde la Reforma Anglicana declarando Divino el Trono del Imperio Británico, más tarde en base a la Doctrina Ideológica de la Selección Natural vino a absolver el Crimen en el ejercicio del Poder en razón de la Ley de la Naturaleza.

El evangelio darwinista vino a darle nueva forma al derecho Divino de las Coronas Protestantes: Derecho al Crimen de Estado, y a la Guerra como instrumento de su mantenimiento en Bien de la Civilización.

La Malignidad del Evangelio Darwinista consumó su Opera Magna en la Segunda Guerra Mundial. Pero digamos en descargo de la carga latente de hiperfascismo que Darwin dibujó en su Teoría de la Evolución, que el pobre hombre, siendo por su background un nacionalista, defensor a ultranza de la tendencia imperialista en boga en la Civilización Británica de su época, el derecho de la Corona Británica a aplastar a las naciones en el ejercicio de su Poder Divino sobre la Vida y la Muerte fue para Darwin una realidad natural. Predeterminado su pensamiento por esta tara mental del nacionalismo imperialista británico era lógico que su inteligencia fuese impotente para abstraerse del problema de la Naturaleza de su Siglo y, esclavo de su Cuna no viese ninguna violación de la Ley Natural en el Poder Absoluto, que le convenía a la Corona: por Orden Divino no... pero sí por Selección Natural.

¿A quién le extraña que la Corona elevase a su nuevo profeta al altar de los Lores?

No vamos a entrar ahora en la participación del Ateísmo Científico en el conjunto de causas que acumulándose arrastraron a las naciones del Siglo XX al campo de las Guerras Mundiales. La participación ideológica del Ateísmo Científico en sus formas distintas de materialismo fue masiva.

Rastrear cada una de las piezas de la cadena en este momento y lugar nos alejaría del verdadero epicentro del que partiera esta investigación en busca de la respuesta a la Crisis de Esquizofrenia Suicida que el Género Humano lleva experimentando desde hace seis mil años. Lo que nos interesa Hoy a nosotros es cómo abolir la herencia del Poder Absoluto, que jamás ha sido abortada sino pasada de unas manos a otras; y legar a los Generaciones que nos sucederán una Civilización Universal, Libre, fundada no en el Miedo al Genocidio que es la Guerra, sino en el Derecho del Hombre a Vida y a la Paz.

Basta estudiar la estructura del mundo tal cual se nos presenta a la inteligencia y seguir la línea de caída de los pueblos en el Absolutismo para encontrar la diana hacia la que dirigir la flecha del pensamiento, mirando a cortarle a todo hombre, sea quien sea, el acceso al Poder como trampolín a la Dictadura y la Tiranía.

II

La realidad es firme en su argumento: “La estructura del mundo es el reflejo de nuestro pensamiento”.

NO es un contrasentido afirmar que el Pensamiento es el origen de la Idea que mueve las fuerzas de la Historia, y desplegando su Brazo le da forma a una Civilización. La Sociedad es el campo de acción donde esa Fuerza le da cuerpo material al Pensamiento Creador. Sea éste del Hombre sea de Dios el resultado final dependerá siempre de la Idea productora que interviniendo en la Sociedad la mueve hacia la realización de esa Civilización que vive en Semilla en el Pensamiento.

El Poder de la Inteligencia está en promover este acoplamiento del Pensamiento con la Sociedad como Materia sobre la que proyectar las Fuerzas necesarias para levantar el Edificio entre cuyas dimensiones se desenvolverá en el Tiempo la Civilización que vive en el Espíritu Creador.

El Juego de fuerzas, que hemos observado en la Historia Universal escrita, se desenvuelve en una lucha real entre Dios y el Hombre por implantar cada cual su Idea de lo que debe ser la Civilización. Parece ser una Contradicción que la Criatura se alce contra su Creador y le quiera imponer a su Creación un Civilización acorde al Pensamiento que sobre sí y su universo tiene el Hombre.

En fin, esta dialéctica pertenece al terreno de la Historia del Cristianismo, y creo haber penetrado en su dimensión en la Historia Divina de Jesucristo con suficiente garantía de haberle dado respuesta a esta cuestión. No hay necesidad pues necesidad de perderse en una discusión metafísica sobre la conexión invencible entre pensamiento-idea-sociedad desde el punto de vista de la interrelación del Hombre con Dios. Así que descendamos a tierra firme y mejor sigamos la Palabra de la Sabiduría “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

Ya con los pies en el suelo del día a día podemos afirmar con pleno convencimiento y sin ningún prejuicio que la existencia de la Ideología, como ente filosófico creador, unas veces para bien, otras para mal, es un hecho universal que determina la naturaleza de las fuerzas bajo cuyos principios - ora políticos, ora religiosos, económicos o científicos - son gobernadas las naciones.

Las palabras sobran cuando el discurso proviene de los hechos. Pero aquí podríamos descender a los bajos estratos de la dialéctica y liarnos a bocados con sus principios.

Ha sido el método, la costumbre, el instrumento de guerra o como quiera llamársele, adoptado por los pensadores de todos los tiempos refutar los sistemas para abrirle camino al propio. Es un método puritano tan manido que la sola idea de echar mano de su recurso sería por mi parte una manera de esquivar la cuestión sobre la relación entre pensamiento y estructura social. Basta decir que no existiendo el pensamiento en ninguna especie, fuera del Hombre, es natural que la Civilización sea privativa de la Vida que sí tiene en el Pensamiento su naturaleza. Hablamos de nosotros, el Hombre.

La importancia de la naturaleza del Pensamiento, en consecuencia, emerge de esta exclusividad universal que priva a toda especie de cualquier manifestación organizativa sujeta a leyes no autómatas - tipo instinto - y deviene exclusiva de la especie inteligente en cuyo cuerpo la Vida alcanza su apogeo al ser ella misma Vida que deviene Ser.

Fuera de las contradicciones y frente a la estructura de un mundo que nos viene dado, tenemos muchas maneras de actuar sobre la estructura social de las naciones. La Historia está llena de ejemplos respecto a la acción basada en la Fuerza. Pero solamente en los últimos siglos el Pensamiento vino a formar parte de la Razón Creadora de la Civilización.

Aunque el pensamiento viniera actuando desde milenios atrás de siempre estuvo sometido a la Fuerza de las armas, y, consecuentemente, el pensamiento utilizó la fuerza de las armas, generando el concepto de Revolución como método de actuación sobre la estructura del mundo.

Pero el ideal utópico de la Inteligencia es el Pensamiento Libre de cualquier Fuerza Privadora de Vida como instrumento y método de transformación de las estructuras sociales. De donde nace el concepto de Diálogo como Parlamento.

III

La experiencia, ésa realidad que nos viene impuesta y observamos en toda su extensión sobre la faz de nuestro mundo, tiene por vocación denigrante aborrecer el pensamiento no sujeto a ideologías presupuestas, y por fin: hacer del hombre un esclavo del pensamiento escrito, comentado y transmitido bajo decreto a las generaciones, entre las que nosotros mismos somos una de tantas.

Ahora bien, Dios creó al hombre desnudo, y no precisamente para que el macho y la hembra hiciesen del sexo el tope de la experiencia que puedan vivir. Contrariando a tanto beato y demás torpes, la desnudez del hombre se refería a su “no posesión de armas de guerra”, y, lo que es más trascendente, “a su ignorancia sobre la ciencia de la guerra”. Ignorancia maravillosa por la que la Palabra y el Diálogo fue el instrumento de acción de las primeras familias y sus creaciones.

Es verdad que en las cavernas y primeras habitaciones humanas las pinturas reflejan el conocimiento del arco y de las flechas. Como no es mentira que en esas mismas proyecciones de la mentalidad humana de nuestros primeros orígenes esas flechas jamás tuvieran al hombre por diana, y sí las bestias.

Arcos y flechas, cuchillos y hachas prehistóricas no fueron armas de guerra y sí instrumentos necesarios para la existencia de las primeras sociedades naturales. El alto grado de composición pictórica alcanzado en las cavernas murales negaría esta afirmación y afirmaría la negación establecida mediante la representación del hombre como enemigo, algo que sólo se produciría en lo que llamamos propiamente Historia, y era desconocido en la Prehistoria: “la Guerra”.

Y porque era desconocida la Ciencia de la Guerra, o Ciencia del Bien y del Mal, el arte prehistórico ejerció su mano situando al hombre frente a la naturaleza, y jamás al hombre frente al hombre.

Ya sabemos que, posteriormente, y apenas a un paso en el tiempo, las grandes mentes de la ciencia, utilizando la técnica de lavado de cerebro, borraron del Pasado del Hombre su verdadera Memoria e instalaron en su Mente una Historia de las Edades Prehistóricas escrita en las cloacas del Poder, dentro de cuya estructura el hombre fue una bestia para el hombre desde que la bestia se hizo hombre.

Habría mil formas de refutar esta perversión del conocimiento científico, jamás avalado por los Hechos, impuesta a la Historia en base a la mediocridad del intelecto científico de los dos últimos siglos pasados. Este Siglo se encargará de poner a secar los cerebros lavados. Así que sigamos.

IV

Pensar no lo es todo, pero es lo máximo, y de aquí que la ruina de las sociedades y la destrucción de las civilizaciones procediesen como efecto del embrutecimiento del cerebro humano. Sin ir más lejos no olvidemos que el mecanismo de todo poder, independientemente de su cobertura democrática, tiene en la anulación del pensamiento, mediante la imposibilidad de ejercerlo en base a la esclavización del hombre al trabajo, su aliado dantesco.

El trabajo es necesario, porque el hombre en tanto que ser es un ente creativo y creador que necesita expresarse actuando sobre la materia, pero cuando el trabajo deviene una cadena al muro de la supervivencia el trabajo es una maldición. De aquí que conociendo esta ley Dios hablase en su Juicio descubriéndole al mundo, una vez que el mundo eligió sobre ser Palabra ser Fuerza, la consecuencia de su elección: “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, y cuando labres la tierra te dará abrojos y espinas”.

Al igual que antes se interpreta la Desnudez desde la carne, contra la bendición a la reproducción Natural ya escrita, interpretando esta nueva sentencia desvían los genios de las interpretaciones el espíritu hacia la materia, salvando a la inteligencia de cualquier patología maligna a revertir sus efectos destructores sobre la Historia de la Vida en la Tierra.

La lógica elemental no se cansa de tomarnos por tontos y como tal nos trata creyéndonos perdidamente idiotas por ser incapaces de comprender que quien es Espíritu no puede, bajo ningún concepto, reducir su Pensamiento y palabra a la Materia, y diciendo te dará “espinas y abrojos” se estaba refiriendo al efecto final del trabajo de la Inteligencia Racional cuando corta sus raíces con la Inteligencia Creadora y se declara libre para crearse un mundo y universo a su medida. Dios simplemente se limita a conceder lo que se le quita. Y allá cada cual con el fruto de su locura.

Cada siglo tuvo la suya. La del XX fue la de producir “abrojos y espinas” hasta hacer del hombre un monstruo. Llámese Stalin, llámese Hitler, la Ciencia fue su madre putativa.

Tenemos entonces dos realidades, las dos monedas de una misma cara. El trabajo como expresión del desarrollo creativo de la inteligencia del ser humano, inherente a su propia existencia; y el pensamiento como expresión creadora de la inteligencia.

Mediante el trabajo el hombre actúa en la Sociedad como Individuo personalizado; mediante el pensamiento el hombre actúa en el conjunto de la Civilización. De una forma natural digamos que con el Trabajo transformamos el Espacio Social en el que nos movemos, y con el Pensamiento actuamos sobre el Tiempo que nuestra Civilización se labra en el Universo.

Cuando el ser se fija en el espacio, haciendo del trabajo y su actividad el absoluto, la sociedad se condena a la oscuridad de la ceguera del que no dirige el curso de su actuación sobre las fronteras del tiempo y hace del aquí y del ahora su todo, abandonando el futuro a las fuerzas caóticas inherentes a la locura de la negación del ser.

Es decir, somos inteligentes por naturaleza; el Tiempo no puede ser desligado del Espacio, o lo que es lo mismo, el trabajo del pensamiento.

Un hombre que piensa y no trabaja no es un sabio, es un esclavista; y uno que trabaja y no piensa es un esclavo. El futuro inmediato de la Historia del Hombre tiene en el encuentro de este equilibrio su próximo salto.

Diferenciemos, consecuentemente, entre Poder absoluto y Poder Natural.

V

El Poder Absoluto procede de la negación de la Palabra a la Sociedad sobre la razón que procede de las armas.

El Poder Natural es aquel basado en el Diálogo de la Palabra y establece sus conclusiones sobre el Pensamiento; y Diálogo realizado entre hombres desnudos, es decir, voluntaria y libremente acogidos a la afirmación de la Palabra como Camino y la negación al recurso de la Fuerza, negación que deviene Ley, tal que el tiempo para el Diálogo es “todo el del mundo” y la acción estructural tiene su curso en el Pensamiento de la Sociedad.

Identificamos aquí la actitud del sujeto absolutista. Y siendo la Historia Universal rica en memorias no nos será muy difícil concebir que el sujeto absoluto tiende por inercia mental, superior a sus propias fuerzas, investirse de todos los poderes de quien ejerce la Fuerza del Estado para imponerle a la Sociedad su Pensamiento sobre lo que sea la Civilización.

Sin ir más lejos, pero alzando la vista a las alturas, el Dilema entre Dios y el Hombre pasó a ser el dilema entre hombres y hombres.

Si en un principio fue el Hombre quien se levantó para reclamarle a Dios su derecho a ser independiente y crearse una Sociedad a su medida, este dilema pasó después a levantarse entre hombres y hombres, cada cual luchando por imponer su ley en la selva de sus ideas geniales sobre lo que debe ser una Civilización a la propia medida del pensamiento de cada cual.

La demencia es visible. La Civilización se convirtió en un traje que cada cual cortaba para vestirse de ser divino gobernando por Decreto el movimiento de la Sociedad sobre la que se alzaría como Poder Absoluto. “YO SOY EL ESTADO: YO y sólo YO poseo la inteligencia, el genio y la sabiduría de dirigir la Historia de la Sociedad”. Declaración usada desde los más lejanos milenios por los más diferentes nacionalismos como puente hacia la divinización del Poder.

No en vano conociendo Dios esta estructura histórica, repetida en el universo una vez y otra, y aceptando el hecho inevitable del deseo irreprimible del Hombre de vivir en un mundo a su medida, cediendo a su deseo le anunció su final: “Polvo eres y al polvo volverás”. La Caída de civilizaciones y sociedades en el polvo de la Historia confirma la Sabiduría Divina.

VI

La Lección que la Historia universal de las civilizaciones desaparecidas nos suministra no tiene desperdicio.

En las sociedades absolutistas de los siglos pasados la Jefatura del Estado y la Dirección de todos los cuerpos policiales, amén del gobierno de todas las estructuras de la Sociedad Nacional, eran la propiedad del sujeto absolutista. Y estas propiedades le venían por derecho divino, la sangre azul, en un principio, y por el Derecho Darwinista del evangelio del Fuerte, finalmente.

En las sociedades del Siglo XX aquel absolutismo devino Figura y se hizo legal en la persona del Jefe del Estado de la República. La República Socialista es aquel sistema de Gobierno en el que la jefatura de Estado pierde el ornamento de metal sobre su cabeza. El resto del cuerpo sigue siendo Absoluto.

Por lo que sabemos y la observación no desmiente, la única república no absolutista fue aquella en la que los fundamentos cristianos permanecieron sobre las ideologías de turno. Dígase Francis o Estados Unidos.

En las demás repúblicas el Absolutismo no desapareció, sino que se adaptó a la época corriente. Pero el fin que se le debe dar al Absolutismo no es su adaptación: es su abolición.

Mutándose para permanecer activo, el Presidencialismo Republicano del Socialismo Ideológico devino el producto final de aquella Adaptación de la bestia absolutista a las circunstancias sociales represoras de su realización, y desde esta nueva posición celebró sus orgías bélicas arrastrando a las naciones al campo de las Guerras Mundiales.

No importa, pues, la bondad de las personas; la maldad de la posición sobre la que se establece el pensamiento en base a la Fuerza que da el Poder sobre los cuerpos de los Estados es la diana contra la que lanzar con toda su Potencia el Ser de nuestro Pensamiento. ¿Por qué aspira un sujeto a la Dirección Omnipotente de los ejércitos y cuerpos policiales sino en razón de la necesidad que tiene de establecer su voluntad, contra la Naturaleza de la propia Sociedad, sobre la Fuerza del Miedo y las armas y el Terror a políticas de Bienestar Social como principio de un Mundo Feliz?

La Sabiduría que habla con la Lengua de la Experiencia y trabaja con la ciencia de la Vida nos dice en su Libro que es la propia figura de Jefe del Estado la que se opone a la Libertad del Ser y se levanta entre el Presente y el Futuro para someter la Sociedad al pensamiento de un grupo.

Esta Figura del Pasado es la heredera directa del Poder Absoluto de los antiguos emperadores y reyes sobre la Paz y la Guerra, que es, desde el pensamiento del Ser, la negación del acceso del hombre a su propia naturaleza, por en cuanto al ser dejada la Inteligencia en manos de un individuo y su grupo de Poder, esta represión de la Voluntad del cuerpo social deviene una violación de la Inteligencia del hombre en tanto que Ciudadano de una Sociedad que trasciende la Identidad Nacional y dirige el curso de la Historia de todas las naciones al encuentro de su Unidad en el Hombre en tanto que Ser Universal.

Contra esta perversión milenaria de la Identidad Humana por la República Ideológica y la Estructura Monárquica se estrelló la convivencia pacífica de las naciones durante el siglo pasado, y ponen en peligro la Paz y la Libertad en nuestro Siglo.

Mientras estas dos figuras, la Democracia Presidencialista, con Poder sobre la Paz y la Guerra, y la Corona Constitucional con atribuciones de Jefatura de Estado, sigan existiendo: el Pensamiento humano y la Civilización seguirán moviéndose a golpe de revoluciones.

La desnudez de todo Gobierno y la exaltación de la Palabra como Ley Suprema descansa su Valor Todopoderoso en la Separación entre Gobierno y Estado, plataforma de encuentro del que nos separa la Figura del Jefe de Estado, de un sitio, y la República Socialista Ideológica, del otro.

De la realización de esta Separación durante nuestro Siglo dependerá la supervivencia de nuestra Civilización tal como la concebimos en nuestro Pensamiento, basada en la Libertad y la Paz para disfrute de las generaciones que nos sucederán, nacidas de nuestras carnes, y formadas para mantener separadas la Fuerza y la Palabra.

VII

El Ejército, tomado en tanto que concepto, tiene por función la Custodia de un territorio, y esta Custodia tal que ningún Ejército viole las fronteras sujetas a su Custodia, y bajo ningún concepto no dándose esta violación el Ejército pase al otro lado de las fronteras bajo su Custodia.

En este sentido el Ejército es el Derecho a la defensa de la Vida de un Pueblo en tanto que Nación. No representa ninguna Fuerza Geno-Homicida sino la expresión real de un Derecho.

Desde esta plataforma el Ejército no sale jamás de sus cuarteles. Desde este principio afirmamos la imposibilidad invencible de un golpe de Estado. Los Parlamentos resuelven los problemas mediante la palabra, y sólo mediante la Palabra.

Y las Naciones sus diferencias mediante el Diálogo, y sólo mediante el Diálogo.

Este Principio determina la Separación del Cuartel del Parlamento, del Militar del Político. Y de aquí que la conexión entre Gobierno y Ejército, mediante adscripción de Partido, se comprenda como violación del Deber Militar de la defensa de la Paz en el territorio sujeto a su Derecho de intervenir contra los procesos creadores de Guerra Civil; dejación de funciones causante directa del cese de Contrato entre el individuo y el Estado.

Y en el caso del político, si encontrado en causa potencial de delito por asociación criminal con vistas a la sublevación y consumación de golpe de Estado como promotor de Guerra Civil, el Derecho se hace Deber para que la Paz brille sobre la demencia del Poder Absoluto disfrazado de democracia del Bienestar Social para un Mundo Feliz.

VIII

La Policía, en cuanto concepto, es el cuerpo social orientado hacia la lucha contra el Crimen, y su sujeción a un Gobierno temporal es una violación de su naturaleza en la medida que su esclavitud al Poder le impide ejercer su función con las garantías de Libertad natural a su trabajo. Desde este principio la utilización del cuerpo policial contra las manifestaciones del Pueblo en el ejercicio de la Palabra: es un delito contra la propia estructura social de la Nación, y su transformación en un cuerpo represor, no mediando la violencia del pueblo en la manifestación de su humanidad, es un delito contra la Sociedad.

De donde se ve que la Policía tiene por Deber luchar contra el Crimen y cualquier desviación de este Deber de trabajo, cargando sobre el Pueblo, es causa de cese de contrato entre el individuo y el Estado, y determina la criminalidad del Gobierno en funciones de mediar sangre en la perversión de las funciones.

La Policía no sale jamás de sus centros de trabajo sino en cumplimiento del Deber para el que es contratado su cuerpo, la lucha contra el crimen, aislado u organizado, y jamás en violación de este Contrato. Mediante este principio el abismo entre Parlamento y Pueblo queda abolido y la manifestación de la Palabra de la Nación sobrepuesta a la tendencia del absolutismo del Poder que utiliza la represión sangrienta y violenta contra el ejercicio de la Humanidad natural al ser.

IX

Resumiendo: Basta estudiar la estructura del mundo tal cual se nos presenta a la inteligencia y seguir la línea de caída de los pueblos en el Absolutismo para encontrar la diana hacia la que dirigir la flecha del pensamiento, mirando a imposibilitar a todo hombre, sea quien sea, el acceso al Poder como palanca a la creación de un Dictadura encubierta y de una Tiranía basada en el Bien del Pueblo. La sola exposición de esta política establece que el hombre es un discapacitado Intelectual incapaz de gobernarse a sí mismo.

De donde se entiende que el primer paso hacia la Paz Universal es la abrogación de la figura del Jefe del Estado. Sea monárquico o democrático, religioso o ideológico todo Jefe de Estado es en potencia el enemigo de la Paz.

No hay excusa que sirva de justificación a la hora de coexistir frente a una figura que, sirviéndose de las circunstancias, puede proceder libremente a la instauración de la Tiranía y la Dictadura.

La Memoria de la Civilización, que llamamos Historia del Género Humano, o Universal, según el punto de vista del historiador, nos presenta infinitos casos de paso de los dictadores en potencia a dictadores en acto utilizando este paso por el que se lleva a la transfiguración de una persona en una Figura. Y que, entretanto no se ha producido el milagro, el sujeto se las arregla para mantener su apariencia de cordero, máscara que se quita cuando es demasiado tarde y el lobo que se escondía detrás del cordero de Ayer devino el Dictador y Tirano de Hoy. Quien, por supuesto, excusará y justificará su Delito en la Necesidad de combatir el Fascismo de la Oposición ...

La Demagogia es tan vieja como la Democracia.

Pero lo que verdaderamente alucina es cómo siendo tan vieja los pueblos siguen cayendo en su telaraña.

La Historia es la que testifica en contra de la Figura del Jefe de Estado, legado de Monarquías Absolutas, cuya pervivencia es un Peligro constante para la Civilización al hacer imposible la Regulación del Movimiento del Ejército de acuerdo a la Ley para la que ha sido creado: Protección de las Fronteras bajo su Custodia y prohibición de avance sobre las mismas contra otra Nación viviendo bajo la Bandera de la Paz.

No estando sujeto el Ejército a ninguna otra Ley es imposible que la Democracia degenere en Dictadura por en cuanto la coronación de ésta necesita del Ejército, y estando Libre el Ejército de cualquier participación en la Dinámica de la Política: la salida del Cuartel del Ejército es un Delito contra la Nación que aquéllos que lo realizan acometen exponiéndose a las consecuencias debidas a la Amenaza de Guerra Civil.

X

La Sociedad, en cuanto Civilización, está expuesta a transformaciones constantes, derivadas de su progreso y avance en el conocimiento de las fuerzas del Universo, que aplicadas a la Tecnología ponen sobre la mesa problemas nuevos, para solucionar los cuales están los Gobiernos. Estas respuestas se basan en la inteligencia y estando la inteligencia humana expuesta a la dinámica del error y el acierto, el síndrome del Poder Absoluto tiene por manifestación querer imponer la voluntad personal a toda costa, revistiéndose de la figura de Poder Absoluto: es decir, amenazando con Guerra Civil y Dictadura en caso de reprobación de dicha Voluntad Personal. La manifestación de cuyo síndrome es el Gobierno por Decreto. Figura de Gobierno que le ha sido propia a los reyes, dictadores y tiranos de todas las épocas.

La Necesidad Histórica de abolir la Figura del Jefe de Estado y desligar el Gobierno del Estado es, como se ve de los Hechos, vital. Es esta Figura, representada ayer por las coronas, con su Orden Divino, y al presente por el sistema presidencialista democrático, basado en el Orden Natural - dicen -, la cueva donde el dragón de la Guerra y el basilisco de la Dictadura crecen y se mantienen a la expectativa hasta la Hora de escupir por su boca el Fuego del Horror.

Ahora bien, el Absolutismo político necesita esta Figura a fin de imponer, vía democrática, el interés de Partido, y emplear el discurso de la Guerra Civil como instrumento de imposición de la voluntad de quien, por el miedo, impone la infalibilidad de su respuesta a los problemas nuevos que, como se ve, la Civilización pone sobre la mesa según las generaciones se van sucediendo.

Nada más contrario a la Inteligencia del Hombre Libre que la aceptación de esta Infalibilidad Política, y nada más natural a la misma que la identificación de dicha Mentalidad con la de un Dictador en potencia que se está labrando su camino hacia la Tiranía sobre la Teoría Delictiva de la justificación que le presta -según su doctrina - el Fascismo de la Oposición.

Pero cualquiera sea el juego que el Futuro depare a nuestros descendientes se entiende que roto el acceso del Gobierno al Estado, que reposa exclusivamente en su Estado Mayor, la vía hacia la Dictadura queda imposibilitada y será el propio intento el que acuse al Gobierno de turno del Crimen consecuente en razón de lo avanzado del golpe de estado que se pretende dar causando entre la Cúpula del Ejército división ideológica de naturaleza cualquiera.

El Ejército obedece exclusivamente a la Ley de la Paz y Defensa de las Fronteras asignadas a su Custodia; y, en lo Internacional, a lo que disponga la Alianza Internacional de las Naciones, a cuyo Consejo de la Plenitud de las Naciones, deberá el Cuerpo de los Estados Mayores de dicha Alianza su Obediencia en lo concerniente a las Fuerzas De Pacificación Universal.

Sólo sobre esta base el Futuro de la Civilización abrirá a nuestros hijos y los hijos de sus hijos un camino por el horizonte de los siglos, cuyos meandros y destinos desconecten desde Hoy y para siempre la posibilidad de la Caída del Género Humano en un Nuevo Fratricidio a nivel nacional o mundial. Cómo llegar a este punto de partida es el problema.

El principio es, sin duda alguna, la abolición de la Figura del Jefe de Estado y la adopción del Ejército de la Custodia de las Fronteras de la Nación, y esta Custodia establecida sobre la Ley de la Paz.

 

CAPÍTULO SÉPTIMO

SEPARACIÓN DE GOBIERNO Y ESTADO

 

 

 

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