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CAPÍTULO
CUARTO
REVOLUCIÓN
EN LAS AULAS POR UN CONSEJO NACIONAL PEDAGÓGICO
El hombre en
tanto que hijo de Dios es libertad, inteligencia y voluntad. Por la libertad no
se sujeta más que a la Ley; por la inteligencia no se deja gobernar más que por
la Verdad, y por la voluntad es Revolución sin fronteras que mantiene su Ser y
su Mundo en constante crecimiento.
Siendo su
Principio la Imagen de su Creador y su Fin ser un hijo de Dios, el Hombre en
tanto que Ser es mucho más que un animal político. El animal político -en tanto
que reduccionismo de lo humano a la esfera de la Política- no es más que la
degradación del ser humano a la condición de las bestias, en cuya selva lo
político quiere imponer honor y dignidad a la manera que un preso debe hacerse
la vida más llevadera para no hundirse.
La
importancia de esta realidad la observamos en toda su magnificencia en la
continua y constante perversión manipuladora de la Formación del Hombre que el
poder político ejecuta, en cuyo proceso el Poder, aunque legal, pero desviando
esta legalidad hacia una organización criminal, le corta las manos al cuerpo
que tiene la función biohistórica de proceder a esta
Formación, por cuya presión el Poder Político convierte lo humano en un ente
sin forma al que moldear a imagen y semejanza de sus intereses ideológicos,
privando por tanto al Hombre de los tres pilares de su personalidad: Libertad,
inteligencia y voluntad.
Un hombre
forjado acorde a unos estándares políticos es una persona privada del más
sagrado de sus poderes, la Libertad. Marcada su mente por el hierro de los
intereses temporales del Poder cambiante, la consecuencia de esta marca en su
frente es la incapacidad para ejercer los poderes de la inteligencia acorde a
la libertad que le es inherente al Ser, libertad de la que fue privado debido a
la manipulación política a que quedó sujeta la formación de su inteligencia.
Privado de
su libertad y manipulada su inteligencia, su voluntad es una expresión remota
del poder que la voluntad en sí misma implica. Esta anulación de la fuerza más
poderosa del individuo se manifiesta en su incapacidad para, sabiendo que el
uso de una cosa destruye su existencia, se ve incapaz de decirle No y se
entrega al homicidio de sí mismo por sí mismo.
No vamos a
demonizar ningún sistema social pues que, según observamos, todos los sistemas
sociales tienden, inexorablemente, a manipular el proceso de formación de la
inteligencia humana a fin de proceder a la fabricación en serie de un ciudadano
hecho a la imagen y semejanza del Poder que lo gobierna. El interés se centra
en darle fin a esta perversión del sistema social por el que el Educador y
Formador es privado de su naturaleza y obligado a abdicar en las manos del
poder político de sus funciones.
Nada hay más
contrario a la Formación del Hombre que la esclavitud del Cuerpo Pedagógico
bajo las botas de los Gobiernos de las naciones.
La Verdad,
siendo Universal, y la savia de la que se nutre la Inteligencia, no puede ser
un río sobre cuyas aguas los gobiernos de turno echen el veneno de sus
manipulaciones a fin de perpetuarse en el Poder mediante la lobotomización en serie del ciudadano del futuro.
La Verdad
implica la toma de posesión del Ministerio de Educación por el Cuerpo de los
Educadores, a quienes, en Consejo Nacional, les incumbe mantener la Formación
de la Inteligencia Humana y el Crecimiento de la Civilización en perfecta
armonía evolutiva.
Este
Consejo, formado por los Educadores de las distintas etapas: Escuela, Instituto
y Universidad, pondrán sobre la mesa las necesidades para la adaptación del
sistema educativo político -suscrito al esclavismo ideológico- al sistema
educativo universal, cuyo fin es la Formación de la Personalidad del Hombre
sobre los tres pilares de su ser: Libertad, Inteligencia y Voluntad.
Estas
medidas serán aprobadas por referéndum universal, en lo que concierne a las
transformaciones educativas, como a las expansiones materiales, y privarán
sobre cualquier otra razón de Estado.
Hemos visto
y seguimos viendo cómo el animal político tiende por inercia homicida a
manipular la Educación, degenerándola en calidad, limitando el acceso a las
etapas superiores, aunque jurando ser por el bien de la libertad. No vamos a
decir que las Izquierdas son expertas en demolición de toda formación que
implique la inteligencia y la libertad de la voluntad del hombre, porque es
algo que se ve a lo largo y ancho del mundo. Tampoco vamos a absolver a las
derechas por hacer lo mismo, aunque la superioridad de su método sea más
perfecto, como se ve que todas las izquierdas salgan de las escuelas de las
derechas, y de las escuelas de las izquierdas no salgan sino los votantes.
Ambas proceden, en una medida más o menos aguda, a perpetuar el mismo delito, es
decir, alejar a los profesionales de la Educación de organizar el Sistema de
Formación del Hombre.
Si el Mal es
un Todo compuesto de partes esta alienación del Cuerpo Pedagógico respecto a la
necesaria adaptación de la Enseñanza a la evolución de la Civilización, siempre
en progreso tecnológico y cognoscitivo, ocupa una parte de dimensiones
colosales. La ciencia política, habiendo degenerado en una razón propia de
animales, elevando la razón de Estado al concepto de instinto propio de una
bestia, no tiene más fin y ley que su propia subsistencia en la selva en la que
se ha criado.
El Hombre,
sin embargo, está infinitamente más allá de los valores coyunturales de una
organización privada de individuos que, bajo el tipo jurídico de asociación
pública, no esconde más que razones antinaturales, entre las que la
manipulación de la Formación del Ser Humano figura como meta prioritaria. Ahora
bien, el fin de la Formación del Hombre, que le es natural al Cuerpo
Pedagógico, es el nacimiento de una Persona Libre, que por su libertad no es
gobernable más que por la Ley; por su Inteligencia más que por la Verdad; y por
su Voluntad más que por el Bien Universal.
No vemos que
estos tres pilares, principio y fin de la Educación del Hombre, figuren en
ningún dintel de ningún Congreso, de ningún Parlamento. Y no figuran porque
este Hombre es el enemigo número 1 de toda asociación privada que bajo
denominación pública tiene por fin vivir a costa de las Riquezas de las
Naciones.
La carencia
del Hombre en tanto que ser procede, pues, de la alienación del cuerpo
pedagógico del poder que le es propio por ley natural, esto es: el Consejo del
Ministerio de Educación, desde el cual proceder a mantener vivo el Sistema de
Enseñanza, proponiendo todas las medidas, materiales y científicas necesarias,
y sujetando su aprobación a la Sociedad en Referéndum Universal. Únicamente
mediante esta relación entre la Sociedad y el Cuerpo Pedagógico puede darse una
dinámica revolucionaria de interrelación constante entre la Sociedad y dicho
Consejo Pedagógico Nacional.
Una vez en
movimiento le corresponde ciertamente a la Administración del Estado ocuparse
de la materialización de las medidas aprobadas en Referéndum, y ninguna medida
puede ser aplicada si no es firmada por la Sociedad del Elector en pleno, de
esta manera cerrando toda vía a la perversión desnaturalizadora del Cuerpo Pedagógico en una asociación política.
El Principio
de la Educación del Hombre es el Ser.
Le
corresponde a la Sociedad de Elector en pleno articular el Sistema Público,
limitando la intervención privada a partir del momento en que la
Especialización implica grupos privados y por tanto, una vez formado el hombre
en cuanto hombre, hay libertad, sin que ésta implique intervención en el
Consejo Pedagógico, para proceder según la necesidad específica del sector. Mas
el proceso pedagógico de formación del ser humano no puede, bajo ningún
concepto, hacer causa de distinción entre lo privado y lo público, excepto en
la definición de lo material y lo espiritual, debiendo todo el sistema acogerse
al Método Universal de Formación del ser humano a Imagen de su Creador, es
decir, para ser libre, inteligente y creador.
Por la
Libertad nadie puede domar y sujetar a esclavitud, física o mental, al Hombre;
por la
inteligencia nadie puede manipularlo, ni política, ni científica ni
religiosamente;
y por la
voluntad nadie puede doblegarlo haciendo de él mismo su peor enemigo.
He aquí el
Hombre, y una vez formado: su futuro y el futuro de la Humanidad serán las dos
caras de la misma moneda.
La
revolución que se pide en las aulas y desde las aulas mientras más se retarde
más cruenta hará después la caída del muro alzado entre el Hombre y su
Formación por los intereses que hemos heredado de los siglos. Los políticos y
sus asociados en organización privada bajo la máscara de lo público, se tienen
por fuerza que rebelar contra una Necesidad que pone en manos de la Sociedad
algo que le es prioritario a la Sociedad, la formación de sus hijos más allá
del futuro de sus propios hijos.
El futuro es
el Hombre que hay en todo niño, y ese Hombre es la razón suprema, el horizonte,
el principio y el fin de la Enseñanza. Una vez este Hombre en posesión plena de
sus facultades mentales, físicas e intelectuales él decidirá por sí mismo su
participación en la Sociedad de la Plenitud de las Naciones.
El trabajo
de todos es dibujar alrededor del niño un círculo de protección a fin de que
ningún ladrón le robe el Hombre que lleva dentro, y sobre ese círculo levantar
una muralla contra los que no sólo quieren robarle al hombre que vive en él
sino que, además, buscan matar a ese hombre y convertirlo en un fantasma al
servicio de una causa criminal.
Una vez que
se tiene el Fin, el Principio es echarse a andar.
A
El
Futuro del Libro
Ciertamente
el sistema pedagógico heredado del siglo XX tiene por finalidad la perpetuación
del estado animal del hombre. De hecho, la base sobre la que está estructurado
el edificio político de las naciones tiene en la animalización de los votantes
su eje de acción; no vamos a entrar en una larga cadena de acusaciones y de
búsquedas de causas; el mundo es como es y lo trascendente es revolucionarlo,
adaptarlo al Nuevo Milenio, transformar el conjunto de sus relaciones y
articularlas acorde a la nueva realidad biohistórica que estamos viviendo.
El factor de
cambio revolucionario cuya fuerza motora no admite contemplaciones, y ante cuyo
empuje los sistemas políticos decimonónicos heredados del Siglo XX, se ven
incapaces de actuar, ofreciendo por toda acción la represión, la manipulación y
el neoesclavismo: tiene por naturaleza la ruptura de
la media de vida del hombre. Vemos, sin embargo, que ninguna de las estructuras
sociales basadas en el modelo posmedieval, que
llamaron sus herederos: Moderno, han visualizado este hecho y se han puesto en
movimiento en esa dirección. Es más, no sólo siguen ancladas las sociedades en
el sistema Moderno sino que la represión contra la adaptación a la Tecnología y
sus consecuencias sobre la mente y el cuerpo humano, que pide a gritos la
Escuela, es respondida mediante una alteración de la calidad del Método de
Enseñanza, amén de un abandono de las infraestructuras Escolares, procediendo
estas dos causas a la conversión del centro de Formación del Hombre, en tanto
que Individuo, en verdaderos centros de autodestrucción controlada del espíritu
del Individuo.
Pero no sólo
es el instinto del animal político la boca hambrienta bajo cuyo rugido la
Escuela deviene un Campo Vallado donde el ganado de los votantes y los obreros
son mantenidos en buen estado, en eso que llaman el Estado de Bienestar, a fin
de mantener gorda y dinámica a las clases gobernantes. Son los amos de los
partidos políticos quienes, habiendo hecho de la Escuela su negocio, son los
enemigos reales de la Transformación revolucionaria del Centro Escolar, a todos
los niveles, cerrando el salto del libro de papel al Libro Digital.
No es
necesario señalar la distancia que este salto ha de poner entre el siglo XX y
los que vienen. La liberación de los gastos familiares reducidos a su expresión
digital, abaratando el paso de las generaciones por el Sistema de Enseñanza,
supone la caída de sistemas privados de riquezas que, bajo ningún coste, y a
todo riesgo, están dispuestos a impedir que este salto de produzca. Pero su
intento está condenado al fracaso y llega el día en que un Libro Electrónico
será todo el material que un alumno lleve al centro, y el centro habilitará el
Libro Digital.
Sabemos
positivamente que el salto del Formato clásico, en papel, al Digital se
encuentra en fase experimental y que tanto por la presión de los criados de las
Riquezas, desde los Congresos paralizando este salto, cuanto por el Formato en
sí aún estamos esclavizados a las leyes de un Mercado que, a todos, tarde o
temprano, nos llevaría a la destrucción de la Sociedad. Basta crear un Soporte
Material de dos hojas, que se abre tal cual un libro y en el que se lea el
libro digital a imagen del libro clásico.
Tan sencillo
que la imposibilidad de crearlo nos da cuenta del inmenso peso de las cadenas
que soportamos como consecuencia de la sujeción de los Congresos a los
verdaderos amos de quienes dicen ser los representantes del Pueblo y las
Naciones. Tan revolucionario que nada más pensar en la existencia a título
universal de esta creación de nuestro Siglo hace que tiemblen los amos de los
Congresos y por todos los medios sigan buscando mantener en estado perpetuo de
aborto esta nueva criatura del Siglo XXI.
Tenemos
todos los medios tecnológicos para darle forma y cuerpo a este Nuevo Libro,
evolución revolucionaria de su especie, cuyo nacimiento viene a vida con el
sello bajo cuyo signo perecieron los dinosaurios. Lógico es que estos
dinosaurios editoriales que viven de nuestra necesaria esclavitud a sus medios
de producción se opongan con todos sus poderes y riquezas a este salto, aun
cuando su existencia, al igual que en su día la de los dinosaurios, conlleve la
extinción de todos los árboles del planeta. Lógica es, en consecuencia, que su
caída dé paso al nacimiento de una Nueva Era.
De todas las
transformaciones estructurales que necesitamos formalizar a fin de adaptar
nuestra Civilización al Nivel de Inteligencia y Tecnología de nuestro Sociedad,
en verdad, ésta es de una prioridad histórica decisiva, tanto o más que el
salto de la energía fósil a la solar.
Las décadas
que vienen prometen ser, pues, dignas de ser vividos y más emocionante la
vivencia si se forma parte de ella.
B
La
Ciencia del Bien y del Mal
La
experiencia es la madre de la ciencia- dicen. ¡Y se dicen tantas cosas! Mas a
pesar de nuestra extravagancia excéntrica la verdad tiene razón. No lo digo yo,
lo dice la experiencia. Sin duda alguna por esto el Autor más grande que
personalmente conozco, a cuyo lado nuestros ensayos son pura imitación, ya
puestos y porque la última palabra había sido dicha, hizo de la experiencia
maestra en Ciencia del bien y del mal.
Puede que un
observador, aunque implicado desde su puesto de observación, puede, digo,
sienta en sus nervios el arrollador fuego que a la víctima de la injusticia le
provoca mil dolores de cabeza y hace estallar su cerebro hasta la locura: ¡la
injusticia!
Pero quien
de verdad sabe lo que duele una muela es quien está bajo su efecto. Así que
Dios, y porque fue puesto en la encrucijada, ya que no quisimos su Sabiduría
como maestra en Ciencia del bien y del mal, nos entregó a la experiencia a fin
de que por experiencia supiéramos lo que duele una muela y por qué El odia con
todas sus fuerzas esta Ciencia.
Quiero
decir, si lo logro, que no siempre las ganas se corresponden con la maña, que
después de unos seis milenios, en cuanto Género Humano, sufriendo dolor de
muela únicamente a un demente se le puede perdonar decir que el Bien y el Mal
no existen. Pero desgraciadamente aquéllos que se proclaman sabios, por la
ciencia, son precisamente quienes afirman que el Bien y el Mal no existen.
Simplemente
por negar que el Bien y el Mal existen y hacer de todos los males de la
Humanidad una ley subjetiva, relatividad objetiva sin valor de ley, ésos sabios
del Neoateísmo Científico del XX, cuyos discípulos
campean alegremente al alba de este nuevo siglo, son los locos más grandes que
existen; la tragedia es que son los Nobeles y desde sus cátedras imponen su
locura al resto de la Humanidad.
Esto, aunque
parezca un exhorto expulsado a saco, es mi verdad.
A saber:
No por el
Poder, sino por la experiencia-madre de la ciencia, Dios estableció la Justica
en la Ley de la “No acepción de personas”, y en la “No excepción a la Regla”,
por la cual todo viviente es responsable de sus actos ante la Justicia. Y tanto
es así, entrando ya en camisa de cuatro varas, que hasta el propio Hijo
Unigénito de Dios dobló sus rodillas, de esta manera glorificando la Ley de la
Eternidad ante todo el Universo; tanto más potente la Lección y eficaz su
Escuela cuando siendo ese Hijo de Dios: todopoderoso para inutilizar el brazo
de la Ley, se desnudó de su Fuerza y aceptó las consecuencias de sus actos.
Pues de acuerdo a la Ley cualquier hebreo de nacimiento que no se guiase por
los pasos de la Alianza firmada por Moisés entre Dios y los hijos de Abraham
debía morir colgado del madero. ¡Quién como El para haberse librado de quienes
fueron a buscarle si a su sola Palabra: “Yo soy”, cayeron sus perseguidores de
rodillas! Pero la Ley era Divina, y la excepción que El marcaría levantaría un
agujero negro en el corazón de la Justicia.
El Hecho es
que un mundo sujeto a Ley de excepcionalidad y a Justicia acepcionadora es un mundo que camina a su ruina y desaparición de la faz del Espacio y del
Tiempo. Por esto Dios articuló la Ley de una vez para siempre, diciendo: “Si
comes, morirás”.
No es este
lugar para teologías sin embargo. Dije antes que la experiencia es la madre de
la ciencia, y a ella me remito. No sólo yo, sino la Historia del Género Humano.
Y es desde esta experiencia milenaria que concluimos diciendo que toda
Inmunidad, de la especie que sea, ya diplomática, ya parlamentaria, ya
eclesiástica, ya monárquica, ya científica, más las que se hayan inventado,
todas sin acepción: son el núcleo mortal, maligno, criminal y homicida del que
parten como ruinas la corrupción de las naciones y la caída de las
civilizaciones.
¿Razones en
contra para aplicar la Ley en su contexto eterno?
Todas las
que el criminal que se aplica esta excepcionalidad quiera inventarse. Al final,
como al principio, la verdad es una sola: al pan, pan; y al vino, vino:
Toda
Inmunidad se refiere a un criminal en potencia y es defendida por un
delincuente en activo. La Sociedad que vive bajo el yugo de este imperativo
sufre las consecuencias:
Corrupción,
Injusticia, Delincuencia desde el Poder y por el Poder...
... y
creciendo los síntomas y el número de quienes viven en el núcleo del Mal y
alimentan su Futuro: se hace tanto más pesado el Presente y más rápida la ruina
del Estado esclavizado al Poder de semejante núcleo maligno.
La respuesta
a un cuerpo infectado por este mal, cuya historia clínica la tenemos recogida
en los anales del mundo, es una respuesta inmunológica archiconocida. Hablando
claro, de una vez y para siempre:
Abolición de
todo tipo de Inmunidad, y Declaración de Responsabilidad Universal ante la
Justicia.
Se ha de
comprender que así como el Diablo le declaró la Guerra a Dios por establecer
esta Ley ad eternum et ad infinitum, quienes
disfrutan de esta criminalidad legalizada se levanten echando ascos contra todo
el que defienda esta Revolución. Ahora bien, si el infierno no escupiera fuego
no sería infierno, y si la serpiente no inyectase veneno no sería serpiente.
Como dijo aquél sabio: Nada nuevo bajo el sol.
Aunque
corrigiéndole: Estamos nosotros.
Y somos
nosotros en quien la creación entera ha estado depositando su expectación y su
Esperanza con el corazón en un puño deseando ver de nuestro espíritu un sólo
gesto: Rodillas al suelo, y oír de nuestros labios una sola palabra: “Sí”,
ahora y siempre jamás, el que coma, que muera. En consecuencia:
Todo juez
que sea sorprendido concediendo excepcionalidad y aplicando excepcionalidad,
sea a sí mismo o a sus congéneres, sea expulsado de la Corte de Justicia,
privado de todos sus títulos, y llevado ante un tribunal, respondiendo de su
delito por rebelión contra la Ley.
Todo
servidor de la Ley que en su cargo y en función de su cargo se aplique
excepcionalidad y conceda excepcionalidad: sea expulsado de su cargo y sujeto a
juicio por el delito en base al cual aplicó acepción, y por rebelión contra la
Ley.
Todo
científico y sabio implicando excepcionalidad para su trabajo ante la Ley, sea
expulsado de su trabajo, privado de todos sus títulos y llevado ante los
tribunales para responder por el delito y por la excepcionalidad bajo la que se
cometió, alzándose sobre la Ley.
Todo
sacerdote, del rango que fuere, que cometa delito contra la Ley sea expulsado
de la iglesia, juzgado por su delito y rebelión contra la Ley.
Todo
político que contra su cargo se sirva de su cargo para delinquir, sea expulsado
de su cargo y sometido a juicio por el delito cometido, y por rebelión contra
la Ley.
“Todo el que
come, muere”.
Todo hombre,
de la condición y status social que fuere que se alzare sobre la Ley,
corrompiéndola, sea juzgado por su delito y por rebelión contra la Ley.
La Palabra
de Dios es una sola y única, es eterna y todopoderosa, y dice: Todo Viviente es
responsable ante la Ley de sus pensamientos, de sus palabras y de sus actos. No
hay Hijo, no hay Siervo, no hay Esposa, no hay Ciudadano, no hay quien esté
fuera de esta Ley: El que come, muere.
Ayer, Hoy y
Siempre: “SÍ”.
En cuanto a
la activación de un programa de esta naturaleza parece del todo evidente que
únicamente separando Administración y Justicia, tal que desligando del Cuerpo
de la Justicia y de la Ley la Intervención del Poder Político, en función de la
cual los Gobiernos elevan a las cúpulas de los cuerpos judiciales y policiales
a los cómplices con la ayuda de los cuales, bajo la cobertura de la
excepcionalidad, cometen todo tipo de delitos y crímenes amparados en la Razón
de Estado; es evidente que, mientras esta Intervención exista: la Justicia será
lo que ha sido hasta ahora, la Ramera corrupta de los Parlamentos, la querida
asesina de las Monarquías, la criada maligna de los Dictadores.
No menos
evidente es, siguiendo el hilo, que en un Estado y Sociedad donde la Verdad es
la raíz de todos los bienes y la fuente de todas las justicias, toda
organización secreta cuya existencia esté sujeta a la excepcionalidad, en
virtud de cuya Razón de Estado la Ley deviene una burla, es, por el mero hecho
de su existencia: una organización criminal.
La Ley, en
efecto, sólo puede ser real cuando dentro de su propio cuerpo no reside una
organización criminal; pero si la propia Ley contiene una organización de
asesinos “a sueldo de la Razón de Estado”, ¿cómo pedirle a la Ley que combata
el crimen cuando los criminales más grandes que existen viven en su propio
cuerpo?
Una
Civilización, Sociedad y Estado que quiere vivir bajo la Justicia es
incompatible con la existencia de organizaciones secretas con “Licencia para
Matar”.
La Necesidad
habla con sus propias palabras:
Disolución
de las Organizaciones Secretas al servicio de la Razón de Estado.
La Razón de
Estado es la excepción que se rebela contra la Ley para hacer que conviva en el
mismo cuerpo del Estado el crimen organizado contra el que la Justicia alza su
Brazo. Pero si es el Estado el que mantiene un servicio secreto con Licencia
para matar su Razón es contra la Ley, ésa Razón es un Delito y los que
disfrutan de su excepcionalidad unos “delincuentes”.
La Razón de
Estado, en consecuencia, es el argumento que organizaciones criminales, sean
monárquicas, políticas, dictatoriales, teocráticas o de cualquier especie,
imponen con la fuerza del crimen perfecto, aquél impune a una justicia que
sigue la ideología de aquel que dijera:
“NO, no
moriréis,
seréis como
los dioses,
conocedores
del bien y del mal”.
CAPÍTULO
QUINTO
ORIGEN
DEL PODER POLÍTICO Y ONTOLOGÍA DE LA SOCIEDAD
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