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cristoraul.org//El Vencedor Ediciones

EL POLITIKOM

 

 

 

 

CAPÍTULO UNO  

NATURALEZA DE LA ACTIVIDAD POLÍTICA

I

El Libro de la Historia pone a nuestros pies el tesoro inagotable de la experiencia transmitida por ella de generación en generación, experiencia que se mantiene viva en quienes ponemos nuestra Memoria en sus manos para que sus capítulos puedan ser leídos y el mundo oiga palabras de Sabiduría.

Tomando por Inspiración la Carta Magna de la Plenitud de las Naciones declaramos una vez más y para siempre la Igualdad ante la Ley de todos los seres humanos y proclamamos como Principio Sagrado de la Constitución Política de los Pueblos la sujeción inalienable de todos los ciudadanos a la Igualdad suscrita por todas las Naciones al pie de la Carta de los Derechos Humanos.

Obispo de obispos, general de generales, ministro de ministros, juez de jueces, maestro de maestros, empresario y obrero, artista, mecánico, alcalde, albañil, carpintero ... todo hombre es responsable de sus actos y debe responder de su relación con la Sociedad y el Estado delante de las Leyes.

Es deber de la Sociedad y del Estado dotar a la Justicia de todo el Poder e Independencia para hacer que este Principio de Igualdad Universal se cumpla en todo tiempo y lugar y reine sobre todo hombre y comunidad, por este Poder e Independencia la Justicia aboliendo, por Ley, todo tipo de Inmunidad y status de Intocabilidad de cualquier individuo o familia, pues como se ve por los hechos sólo puede ser declarado irresponsable de sus actos un enfermo mental, y sin embargo los reyes y aquéllos que son declarados fuera de la competencia de la Ley, sus señorías, se ponen en esa misma situación por la que una persona es declarada “mentalmente discapacitada”.

De manera que ¿qué puede esperar una sociedad en la que una familia es declarada “enferma mental” y sin embargo es elevada a la jefatura del Estado? ¿Puede esperar algo más que corrupción y absolutismo de una Democracia dividida en partidos monolíticos alternándose en el Poder Absoluto a fin de conservar, dentro del Absolutismo Constitucional, la apariencia de Democracia?

Así pues, abolido todo tipo de Inmunidad Política frente a la responsabilidad procedente de la autoría sobre los hechos propios, y sujeto todo acto de todo hombre a la responsabilidad debida, entramos en lo que es la Actividad Política en sí, y desde la experiencia reclamamos:

1.        La extensión del Período Gubernamental nacido de los electores a seis años. La experiencia ha demostrado con solidez rotunda que la brevedad del tiempo que los políticos de turno y sus partidos tienen para saquear las riquezas del Estado, “únicamente 4 años”, los arrastra a imponerse la ley clave de la inteligencia: el máximo rendimiento al menor coste posible ... en la mínima cantidad de tiempo.

2.        Que el séptimo año sea electoral desde enero a diciembre. Los Programas sean las estrellas, y su análisis público la pista en la que los proyectos y las ideas ganen la voluntad de los electores.

3.        Que los Programas sean de ley y su no aplicación conlleve delito penal. Y cualquier proyecto posterior a las elecciones sea refrendado por el pueblo. Evitando así que la mentira sea el carro hacia el Poder y una vez en el Poder la memoria se esfume.

4.        Que todos los sillones vitalicios y sueldos ad eternum queden abolidos y las condiciones de paro del político saliente, pues que ha estado seis años contratado al servicio de la Nación, queden sujetas a las leyes laborales a cuyo reino nos sometemos todos los ciudadanos. De esta forma enriquecerán la nuestra pensando en la de ellos.

5.        Que los límites de la función política, en cualquier puesto del organigrama público, no pueden ser ni vitalicio sin la función, ni limitado en su función. El talento, digámoslo así, no puede ser desterrado del Parlamento en base el miedo a la tentación; para impedir que se sucumba a la dicha está la Ley, pues como hemos dicho pasan los que vienen, pero la Justicia permanece.

6.        Que durante el año electoral el Estado sea la Norma y la ausencia del Parlamento: la ley. El Pueblo y el Estado sean soberanos durante ese año sabático político.

Resumiendo:

A)       Inclusión de la Ciencia Política en la Formación de la Juventud, no su seudónimo: “Educación de la Ciudadanía”, sino Introducción a la Filosofía Política, en condiciones igualitarias con las Ciencias Naturales, y Apertura de una Carrera Política General Universitaria como plataforma sine qua non de acceso a la Administración de los Bienes Públicos de la Sociedad

B)       Extensión del Período de Gobernación a seis años, del período de elecciones a un año, durante el cual el Estado será el garante de la Paz y la Ley, y en el que los políticos cesan,

y C) no limitación a la reelección del Político en base a consideraciones subjetivas. La Sociedad es competente para decidir si un Político vale o no vale para continuar su trabajo.

II

La organización social más perfecta que existe en el universo es el organismo vivo inteligente que Dios, su Creador, llama Hombre, y algunos hombres llamaron “animal político”. Ésos “padrinos” del “animal político” edificaron la sociedad a imagen y semejanza del modelo animal y el resultado ha sido una sociedad salvaje.

Buscaron la Sabiduría, pero no la encontraron, corrieron tras ella pero no la alcanzaron. Por el camino se toparon con la Ciencia, se casaron con ella y la Ciencia les enseñó el camino para dirigir la evolución desde el animal político a la bestia más poderosa del planeta. El fin de este modelo social sobra escribirlo, basta mirar al Siglo XX.

Nosotros tenemos que volver nuestros ojos hacia nosotros mismos porque el modelo de sociedad perfecta está en nosotros mismos. Vueltos nuestros ojos hacia dentro, vemos que las dos partes del cuerpo, corazón y mente se unen en un todo trabajando al servicio del mismo fin. La parte que a nosotros nos interesa es la que trabaja en silencio para hacer posible la vida de la otra parte. Y es la que nos interesa porque es el modelo a cuya imagen debemos definir la naturaleza del Estado.

Lo que el corazón, los pulmones y las partes orgánicas vitales son a nosotros, es la posición natural básica que debe ocupar el Estado en la Sociedad. El Estado, ciertamente, es el Edificio que trabaja al servicio de la Sociedad siguiendo unas pautas de comportamientos heredadas, por las que sus funciones son automáticas y autónomas y la relación con el ser es íntima e inalienable. Podemos echarnos a dormir, pero el ser humano se levanta fresco porque el edificio material que lo sustenta se mantiene vivo.

Una Sociedad Humana Perfecta implica su edificación a imagen y semejanza de este modelo, que no es sino la Vida misma hecha Ser.

Si para buscar el Bien partimos del conocimiento del Mal, y por la ley de los contrarios juzgamos de lo que vemos lo que ha de ser, la revolución estructural que la democracia está pidiendo pasa por la lucha contra la apropiación del Estado por los gobiernos que se alternan, que es como si al Ser se le obligara a controlar su respiración, o lo que es lo mismo, a admitir que hasta respirar es un delito.

Una revolución estructural democrática -insistiendo- debe plantear como principio la apertura de la Legislatura a seis años, y al séptimo todo el Gobierno es despedido por fin de contrato, volviendo todo el Poder al Estado, es decir, a nosotros mismos, ¿o acaso hay una diferencia entre mi corazón y yo?

Hemos visto cómo el Gobierno en funciones aprovecha el vacío parlamentario en campaña electoral para emitir decretos que, al no ser controlados por la Cámara, son en realidad un ejercicio de dictadura.

Hemos visto cómo el visto y no visto de la carrera electoral lleva al Poder a un equipo de desconocidos sin conocimientos profesionales y técnicos para dirigir Ministerios.

Durante el año electoral los Programas Políticos y los hombres que los Partidos lleven al Gobierno deben ser nominados y expuestos al examen de la Sociedad, a fin de que la Sociedad contrate para servirla y dirigir la solución de sus problemas a los más aptos entre nosotros.

Nunca se habla lo suficiente de los temas para tratar los cuales el don de la inteligencia nos ha sido regalado por el Creador de todas las cosas. Respecto a la naturaleza de la inteligencia dos son las fuentes de su crecimiento. De un lado la experiencia, que conduce a la ciencia, y del otro el Espíritu, que lleva directamente a la sabiduría.

En otros tiempos se hablaba de Razón y Fe. El hecho es que ya se ha demostrado con la suficiente fuerza que la ciencia sin la sabiduría redirige los pasos de la Civilización hacia la demencia. (Al hablar de Dios implicamos a la Iglesia, pero como parte del Hecho y no como el Todo donde detener nuestro Pensamiento. La Iglesia es parte Inalienable del Reino de Dios ... Y si sus errores pasados fueron grandes sus maravillosos aciertos no lo fueron menos. Así que pasado el tiempo de la crítica toca el del trabajo de todas las partes de la Sociedad al servicio de la misma causa universal, el Bien de todos).

En este contexto y dentro de la búsqueda del bien universal la Arquitectura de la Democracia, una vez sujeta la Sociedad Humana a la Constitución del Reino de Dios, a cuya Carta Magna se sujetan todos los Pueblos de la Creación; la Arquitectura de la Democracia necesita una revolución estructural dirigida a su inmunización contra el mal de una corrupción que busca por todos los medios vivir en simbiosis perfecta, aún y a pesar de ser el fin de semejante convivencia parasitaria la destrucción del cuerpo social de cuya sangre se alimenta la corrupción.

Sin perdernos en retóricas demagógicas envolventes a la par que refractarias del verdadero núcleo del problema, la dinámica evolutiva de la estructura de la Civilización pide el salto del Modelo de Gobierno Absolutista Excluyente -legitimado bajo la máscara del Derecho Constitucional- y su adaptación al Modelo de Gobierno Participativo en el que todas las fuerzas sociales aúnan sus talentos y sus virtudes para luchar contra sus defectos y escaseces. O lo que es igual, el Modelo Participativo es aquel en el que las fuerzas sociales -indistintamente de sus principios y tendencias internas- componen el Gobierno en razón del apoyo, de modo que se distribuye la composición del Gobierno entrante en función del tanto por ciento que a cada fuerza le asigna el electorado. Sobre el cien por cien cada grupo político recibe ese tanto de parte en la Distribución de las Responsabilidades Ministeriales.

Mediante el Modelo Participativo logramos la Inclusión de todos al servicio de todos. Mientras que el Modelo de Exclusividad habitual en el siglo XX estuvo en la causa de la división y la enemistad entre los pueblos de una misma nación, y en el origen de la ineficiencia de los gobiernos para combatir la corrupción y elaborar programas de respuesta a los problemas de una Civilización en evolución creciente; mediante el Modelo Participativo doblamos la capacidad de respuesta de un Gobierno al sentar alrededor de la mesa a los mejores de entre todos.

La falacia del Modelo Excluyente decimonónico y antisocial de reunir un grupo político a los mejores de entre el conjunto de la sociedad es un argumento apto sólo para, a estas alturas de la experiencia acumulada, idiotas perfectos.

Es responsabilidad de quienes tienen el Poder de elegir a los Gobiernos abrirle la puerta al Modelo de Democracia Participativa, reservándose el Derecho a despedir de sus funciones a quienes sean sorprendidos ejecutando un trabajo diferente a aquél para el que fue contratado, así como si se descubre su incapacidad para ejecutar las funciones para las que fue elegido.

El Poder le pertenece al elector, quien deposita la Administración en las manos de un Gobierno por él elegido para llevar a cabo un trabajo. Si éste se incumple, y porque la experiencia dice que se incumple, el Derecho del elector a conservar el Poder de despido es un Deber inviolable respecto al cual el Estado se hace garante.

Los grupos políticos no sólo competirán entre ellos por una parcela mayor en el Gobierno, sino que además presentarán sus candidatos a los ministerios a fin de que el elector elija entre ellos a los mejores y más aptos para cumplir con el trabajo.

El elector tendrá un período de doce meses para examinar los programas de los grupos y elegir puntualmente de entre todos los candidatos a quienes han de administrar los recursos naturales de la Nación. Sus elegidos, independientemente del grupo, serán contratados para dirigir el Ministerio al que se presentó el candidato.

Se da por obvio que el Primer Ministro es tomado directamente de la formación política más valorada.

La objeción “democrática” contra este Modelo de Formación de Gobierno puede proceder del coste económico de una Campaña Electoral abierta a un año legal. Pero si nosotros integramos la revolución Internet, de la que estamos siendo actores, a la Historia de las Futuras Elecciones, le abrimos la puerta igualmente a un Nuevo Modelo de Elecciones, en el que los Programas estarán abiertos y en el que los Individuos deberán aspirar directamente al Puesto y exponer sus razones al juicio de los Electores. Es decir, que los Partidos Políticos no sólo tendrán que presentar un Programa sino también a los futuros Ministros y componentes de su Gobierno, y exponerlos al Debate Abierto, eligiendo los Electores entre los Propuestos por los distintos Partidos a quien se considere el más preparado para el trabajo ministerial, rompiendo de esta manera la monolítica organización absolutista que se da en los actuales programas electorales y que sólo se rompen, caso Alemania actual, por razones de alta preparación democrática de los componentes políticos.

Naturalmente entramos en una fase de Civilización en la que un Individuo puede aspirar a un determinado Puesto de la Administración Gubernamental en base a su Inteligencia y Conocimiento, y por el Poder de los Electores puede ser dotado de todos los medios para su Trabajo. Si bien este Futuro parece aún algo lejano, la velocidad de adaptación y crecimiento de la Civilización se ha acelerado en los últimos siglos hasta el punto de que es imposible decir cuál es la velocidad real a la que nos estamos moviendo.

El absolutismo, en este caso democrático, natural a todo absolutismo político, tiende al Orden; es decir, a reducir la energía revolucionaria de la intelectualidad ontológica del ser humano a fin de Controlar su progreso. Pero la experiencia nos ha enseñado a nosotros y le debe servir a ellos de ciencia, que este intento acaba, irremisiblemente, cuando la hoja pasa y las cabezas ruedan.

La Historia es una Máquina Viva que avanza sobre ruedas por un sendero harto trabajoso, y en nombre del peligro el Poder se impone Control y Orden. En esta imposición el Poder ignora que la Historia no fue creada por el Hombre y que el Hombre es un pasajero, en ningún caso el Piloto. La lucha entre el Poder y la Historia conduce inevitablemente a la Revolución, sea francesa, Comunista ... y la Revolución es siempre el paso de las Ruedas de la Historia sobre el Cadáver de los locos que se creyeron el Estado y el Poder.

No debemos permitir, pues, que la Ignorancia se transforme en locura, verdadera causa por la que el rey sol y el rey de los rusos debieron ser aplastados por la guillotina de los tiempos.

¿Qué hay de parecido entre los principios del Siglo XX y del Siglo XXI?

En consecuencia, la Ley del XX es obsoleta, retrógrada, animal y suicida si aplicada a este XXI, y cuanto antes comencemos a gobernarnos por la Ley del XXI, más alejaremos al Poder de la locura, ahorrándole a la Historia ver el oscuro deleite que la Sociedad, conducida al matadero, encuentra al revolverse y, rebelándose por su propio bien, arrojar al precipicio a sus verdugos.

 

 

CAPÍTULO SEGUNDO

LA REDENCIÓN DE LA “TIERRA”

LA SEGUNDA REVOLUCIÓN AGRO-NEOLÍTICA POS-ATÓMICA

 

 

 

EL POLITIKOM

 

 

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