web counter

LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

 

 

EL EVANGELIKOM

APERTURA DEL TESTAMENTO UNIVERSALDE CRISTO JESÚS DE YAVÉ Y SIÓN

CAPÍTULO QUINTO

EL

PONTIFICADO UNIVERSAL  DE JESUCRISTO  SEGÚN SAN PABLO

III

El Futuro del Judaísmo

 

Entremos en la mente de San Pablo. Situémonos en el tiempo que va de la Caída de un Templo, orgullo y fundamento de una Nación, por el misterio de los siglos transformado en “una cueva de ladrones”, a la Edificación de un Nuevo Templo, gloria de las Naciones. Y radiografiemos las causas de la Caída del Templo de los Judíos, firmada por Decreto y figurando el Nombre de quien levantara ese Templo Antiguo, el mismo Dios de los Profetas y Señor de Salomón.

Digamos que habiendo sido Dios el Autor de ese Templo era solo natural que Dios diese la Orden de su destrucción. ¿Pero por qué?

Bueno, el Templo abandonó a Dios por el Oro. Todo el Templo de Jerusalén había sido ordenado para ser el Tesoro del Sanedrín. Y este Tesoro, como el de cualquier Estado, se basaba en los Impuestos. Con la diferencia respecto a cualquier Estado, que da infraestructuras a cambio y tiene que mantener la Paz y la Libertad y la Justicia con el fruto de la recaudación de todos, que el Estado Judío Sacerdotal, aunque sujeto al Imperio, civilmente hablando, daba a cambio de sus Impuestos Sagrados: el Perdón de los Pecados. Es decir, el Pecado devino la Gallina de los Huevos de Oro.

Y deviniendo el Pecado la fuente del impuesto templario era solo natural que el Sacerdote cultivase la Conciencia del Pueblo Judío a fin de hacer de su vida entera un pecado, de esta manera robándole su vida a cambio de una Conciencia Limpia y garantía de salvación eterna.

Los efectos de esta dislocación de la relación entre Dios y el Hombre los tenemos fotografiados en el Evangelio en forma de una sociedad altamente esquizofreneizada, campo de toda suerte de enfermedades mentales y feudo de toda suerte de criminales bajo sotanas sagradas. Será contra esta perversión de la Relación Sacerdotal entre Dios y el Hombre que se levantara Cristo y, abriendo la boca, ordenara su Caída. Lo contrario -que Jesús se hubiera callado- hubiera sido un milagro, pero este del Diablo.

En el terreno de los siglos tenemos una reproducción de la situación templaria jerusaleña contra la que Dios se levantó, y a nivel macro, en la actitud de la iglesia romana durante la Víspera de la Reforma. Los Papas habían redescubierto la Gallina de los Huevos de Oro y, conociendo la ignorancia de los pueblos cristianos del momento, en lugar de luchar contra esa ignorancia se unieron para hacer de ella su mina de diamantes, e imitando a los santos padres de aquella Jerusalén de los ladrones en túnicas sagradas, “los santos padres romanos” cultivaron la Conciencia Cristiana para sembrar el Pecado y recoger de la cosecha de las Indulgencias el ejército de impuestos con el que la Teocracia Romana condujo al Cristianismo a la División de las Iglesias.

Tenemos pues ante los ojos, ya que nos hemos metido en los zapatos de San Pablo, una revolución en toda regla. Un Templo que con la excusa de ser indestructible, pues Dios lo había creado, se había entregado al animalismo más avanzado, y se enfrentaba a su destrucción total y definitiva. En su lugar un grupo de Analfabetos (los Apóstoles) están Edificando un Nuevo Templo, no hecho con piedras sino establecido sobre el Espíritu de una Fe Sobrenatural, que dice a boca llena:

 

Vosotros, pues, hermanos santos, que participáis de la vocación celeste, considerad al Apóstol y Pontífice de nuestra confesión, Jesús; fiel al que le hizo, como lo fue Moisés en toda su casa. Y es tenido por digno de tanta mayor gloria que Moisés, cuanto mayor que la gloria de la casa es la del que la fabricó. Pues toda casa es fabricada por alguno, pero el Hacedor de todas las cosas es Dios. Y Moisés fue fiel en toda su casa, como ministro que había de dar testimonio de las cosas que se habían de decir; pero Cristo está como Hijo sobre su casa, que somos nosotros, si retenemos firmemente hasta el fin la confianza y la gloria de la esperanza.

 

Es decir, de un Templo fundado sobre la Ignorancia del Hombre, pues los Judíos no conocieron la Existencia del Hijo de Dios, respecto al cual nada dijo Moisés, pasamos a un Templo espiritual fundado sobre el Conocimiento de dicha Existencia. Y por esta Nueva Sabiduría el Hombre deja de ser “cuerpo de Pecado” para devenir “Cuerpo de Cristo”, o es lo que es lo mismo, queda abolida toda compra-venta del Perdón de los Pecados, y por esta misma Ley Jesucristiana: devenía y deviene un Delito contra Dios y la Salvación de las naciones el Perdón Sacerdotal como Artículo de Mercado, y de aquí que la Iglesia Católica, en la Confesión, libre y voluntariamente, otorgue este Perdón sobre las faltas de los cristianos.

Pero vemos que en el Templo Antiguo este “perdón” estaba sometido a rito y costaba el sacrificio de un animal, cuadrúpedo o alado, y si en sus primeros días el pecador aportaba de su propio ganado, el Templo se hizo cuadra y establo donde el ganado esperaba a su pecador, y el sacerdocio, deviniendo un Monopolio, cultivó el Pecado como medio de atraer al Pecador a su Negocio ... La abominación que esta transmutación de una Realidad Santa en otra repugnante significó a los ojos de Dios provocó en Jesucristo la celebérrima explosión, que, andado el tiempo, quiso revivir en su Protesta aquel Lutero que se alzara contra el Replay de aquella situación abominable, a escala universal, que la iglesia de los romanos estaba consumando.

Un precio muy grande, pues, pagó la Iglesia Católica contra su conversión en una Teocracia Imperial donde el Obispo Romano devenía el Sumo Pontífice, no a imagen de Jesucristo, sino del Sumo Pontífice del Templo de los Judíos. Y con todo, el Obispo Romano es Infalible, no ha pecado jamás, no puede errar, y es santo. Amén.

Pero Aquéllos que estaban levantando el Edificio de la Iglesia Católica sobre el fundamento del Espíritu, lo mismo que el Autor de esta Epístola, estaban muy lejos de perderse en visiones de un Futuro ya escrito y, contra el que no pudiendo hacer nada, no era su problema. Lo que a Ellos les competía era la Edificación del Cristianismo.

El Cristianismo es, ante todo y sobre todo, la Continuación Sobrenatural de la Religión de Moisés, la Consumación final y definitiva de la Esperanza de los Patriarcas. En el Cristianismo es Dios quien se abre a todas las naciones, no para dominarlas por el Terror a su Todopoder sino para hacerlas partícipes de su Vida por el Amor del Creador a su Creación; Dios no busca ni quiere ni se complace en el Miedo a un Creador Omnipotente, Dios busca la Respuesta alegre y libre de un hijo a su Padre. Es, por tanto, el Cristianismo de Jesús, desde el Judaísmo, una revolución ontológica, existencial, trascendente, escatológica, mística, divina, sublime, apoteósica, tan fuera de lo normal que sólo había podido haber sido concebida en la cabeza de un loco. ¡Cómo concebir que Dios trate de hijo a su propia criatura, tomada del barro! Y sin embargo estaba escrito en sus libros: “El será para mí hijo y yo seré hijo para él”, y de muchas otras formas.

El problema entre el Cristianismo de Jesús y el Judaísmo de aquel Templo era, en consecuencia, que la adopción del Hombre por Dios como hijo implicaba la espiritualización del ser humano, o sea, su inmunización contra el Pecado, y deviniendo el Pecado un recuerdo del Pasado toda la estructura económica sobre la que se basaba el Estado Teocrático Judío se venía abajo, y, siendo padres y santos, era solo natural que entre ellos y “ese loco” de Cristo, Jesús de Nazaret, debiera ser sacrificado.

Hagamos notar que cuando alguien da a elegir entre él y algo otro siempre sale perdiendo “él”, pues parece que a nadie le gusta que le den a elegir, y hasta la propia verdad es despreciada cuando se pone como objeto de elección. ¡Tan esquizofreneizada está la conducta humana desde que cayera el Primer Hombre!

Y lo que era más importante para los Apóstoles, no ya como fundadores de una Religión Nueva sino, como hombres, era que la elección sobre ellos era un caso perdido y el destino de Jesús, tardase más tardase menos, era su suerte. Tragedia, sin embargo, que los dejaba libres para dedicarse a lo suyo y no perder el tiempo en hacer cambiar al Judío de opinión. Cristo Jesús se había sacrificado por ellos, y ellos tenían que sacrificarse por nosotros, lo demás era cuento chino.

 

Por lo cual, según dice el Espíritu Santo: “Si oyereis su voz hoy, no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión, como el día de la tentación en el desierto, donde vuestros padres me tentaron y me pusieron a prueba, y vieron mis obras durante cuarenta años; por lo cual me irrité contra esta generación, y dije: Andan siempre extraviados en su corazón y no conocen mis caminos, y así juré en mi cólera que no entrarían en mi descanso”. Mirad, hermanos, que no haya entre vosotros un corazón malo e incrédulo, que se aparte del Dios vivo; antes exhortaos mutuamente cada día, mientras perdura el “hoy,” a fin de que ninguno de vosotros se endurezca con el engaño del pecado. Porque hemos sido hechos participantes de Cristo en el supuesto de que hasta el fin conservemos la firme confianza del principio; mientras se dice: “Si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión”. ¿Quiénes, en efecto, se rebelaron después de haber oído? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto bajo la dirección de Moisés? ¿Y contra quiénes se irritó por espacio de cuarenta años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos cadáveres cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes sino a los desobedientes juró que no entrarían en el descanso? En efecto, vemos que no pudieron entrar por su incredulidad.

 

Cierre de la discusión que se tradujo en términos históricos en la decisión del Concilio del 49 de ruptura final de toda conversación en pro del Judeocristianismo.

El Judío -Ayer y Hoy- sólo tiene una opción, su integración en la Humanidad, y estando sujeta la Humanidad al Hijo de Dios: el futuro del Judaísmo es su Conversión al Cristianismo, pues el Judaísmo era ante todo y sobre todo una repulsa de la Humanidad, un odio hacia el Hombre en tanto que hombre y un manifiesto de superioridad de la raza del Judío sobre todas las naciones.

Es decir, siguiendo la ley de la sabiduría que dice que cada cual es atormentado con aquello que atormenta a los demás, el Judaísmo encontró en el Nazismo la horma de su zapato, por el Holocausto quedando enterrado para siempre el concepto del Judío como Raza Superior llamada a dominar a toda las naciones, doctrina esquizofrénica de alta peligrosidad suicida y homicida que aún pervive en el seno del Estado de Israel, como puede verse en la WWW. Y que perdurando sigue cultivando en la Sociedad Israelí la locura del Destino de la Raza Judía ...

 

IV

El Futuro de la Iglesia

 

Hablando entre hijos de Dios y adoptando el Lenguaje Creador como el natural a nuestro pensamiento, a la hora de ver a Dios en movimiento ninguna imagen de partida mejor que la expresión del movimiento de su Espíritu sobre las aguas, en este caso, del Tiempo. Transportada esta contemplación a tierra firme digamos que conforme Dios avanza sobre el campo de los siglos los elementos se hacen carne y cobran vida inteligente acorde a la acción que Dios tiene en Pensamiento. También podemos comparar este Movimiento con las páginas de un libro cuyo soporte no es el papel sino la Vida, los siglos son sus capítulos, y se van escribiendo a medida que Dios avanza “sobre las aguas de los Milenios”. En esta Acción del Creador el Presente es siempre el campo de acción referido a la Vida, el Pasado la Memoria de la Creación y el Futuro es siempre la visión del Movimiento Universal por Aquel que lo dirige con su Pensamiento y lo produce con su Voluntad.

En el terreno de las criaturas, de los actores del momento, la comparación de la Historia con un Gran Teatro, si tomado su sentido desde la Acción Creadora, y viendo la Vida desde esta plataforma, no se hallaron muy equivocados quienes viviendo este Movimiento no pudieron alcanzar la visión del Espíritu bajo cuyo pulso omnisciente y todopoderoso se desarrolla el Drama de la Humanidad. Podemos hablar de “teatro de operaciones”, pues que el Género Humano se halla en Guerra Civil Perpetua, de un sitio, y Guerra Universal de Supervivencia, del otro, pero muy difícilmente podemos darles la Razón a quienes confunden este Gran teatro de Operaciones con un teatro de guiñoles.

NO es un Circo de Payasos ni una Comedia el género al que pertenece nuestra Historia. En el Origen fue una Epopeya, Lírica de la Existencia sobre líneas de estrellas, épica magna cantada a luz de Luna por un enamorado del alba, la aurora encantada recitando poemas en los brazos de los siglos, el augur de las generaciones recibiendo con besos las voces que le llegan del futuro, sueños mágicos tejiendo vocaciones in utero, ¡ah, regaladme pasteles de pasas, bañadme con agua de limones, rodeadme con brazos de cocoteros, soy Sarón, un lirio de los valles, un clavel de los océanos, el aliento del viento, la risa de los montes, lluvia de sangre sobre el desierto, mi día es un gran tiempo, mi noche el adiós del que deja el escenario por y para vosotros!

No lo quiso Aquel de cuya Voluntad depende todo, ni  tampoco el que depende de esa Voluntad para Ser, y sin embargo el Gran Teatro de la Vida del Género Humano devino Tragedia, de las grandes, de las que envuelven en sus carnes infinitos dramas, la pólvora que destruye en sus carne naciones sin número, el río de las pasiones llenando el cubo en el que se ahogarán inenarrables sueños, la hoguera de los Manifiestos, la Guerra eterna, un plato de carne de niño a rupia la libra, el litro de sangre virgen a céntimo, la quijada de un asno para romperle la cabeza al Cuerpo de Cristo, la Gran Tragedia, fosa siempre abierta masticando generaciones, hijos de las tinieblas vendiendo sus almas por el imperio de los suspiros, la noche de los lobos que nunca se acaba, el bardo no se pinta lunares en las mejillas sino escrituras de guerra, ¡muerte, muerte, al infiel, al fiel, al de abajo, al de arriba, muerte, muerte, baila maldito, no pierdas el ritmo, el valor se mide en el campo de los huesos, bebe médula de cristianos. ¡Oh César, quema como veneno de escorpión el beso de la Fraternidad de los espíritus ... puros, sutiles, ingrávidos y gentiles... no dejes que el poeta entone himnos al Señor de los niños, he aquí la prueba, su mal se extiende de mar a mar y ya ha echado raíces desde las Columnas de Hércules al mar de los britones, pronto pedirán tu cabeza, y el Imperio de los Romanos, el de los Bárbaros, y hasta el del que está en el feto será desterrado de la faz del Orbe, alea jacta est César, fuego, fuego!....

Tenemos, pues, resolviendo misterios, que lo mismo el que fue como el que es ambos somos una sola cosa, la manifestación del pensamiento de ese Espíritu que con su Voluntad dirige la Historia, con sus Palabras escribe la Memoria de la Humanidad y de las piedras toma para sí hijos y siervos; El abre sus brazos y la tierra se pone en movimiento, se viste de carne y se hace Pueblo. Y cada uno de nosotros, lo mismo los que somos que quienes fueron, todos vivimos nuestra parte en el Escenario de los Siglos, cada uno viviendo su propio Guión a toda potencia, sin concesiones, pasión salvaje que se hace inteligencia para elevar a su más alta expresión, la Potencia del Ser, la musculatura del pensamiento forjada en las fraguas de los siglos, machaca nervios, endurece ligamentos, que tenga la cabeza dura como el basalto y sean sus huesos como los del hierro, creado para ser de algodón y saber su piel a pasas, haz, batidor de metales, que sude sangre y respire fuego. ¡Oh Dios, quién creerá que devorando a tus hijos no te alzarás tú para hundir hasta el infierno al infame enemigo!

He aquí a Pablo, y a Pedro, a Santiago y a Tomás, a Felipe, a Mateo, a Judas Alfeo, y a Sebastián, y ... un bosque que avanza movido al ritmo del Espíritu por el campo de los Milenios.

No hay división entre los hijos de Dios, ¿existe entre los árboles del bosque?, ¿entre los soldados que adoran a su rey y avanzan como un solo cuerpo al encuentro del enemigo? “¡¿Qué ves, hombre?!”. “Veo árboles que andan”. Pues eso, anda tú también. Y canta un grito de guerra: ¡Aleluya!

Repican Aleluyas, porque el Ayer pasó, el Hoy está aquí y el Mañana nace en el horizonte naciente, porque mientras haya Espíritu hay Futuro para el Hombre.

¿Cómo, entonces, entender a Pablo o a Pedro sin Espíritu? ¿Acaso la Ciencia y los libros pueden sustituir la vida del Espíritu? ¿Y siendo el Espíritu uno solo y el mismo en qué medida puede ser distinta la visión del árbol de la que tiene el bosque? ¿No es acaso la Vida del Bosque la que anima la del árbol? ¿O podrá subsistir el árbol sin el bosque? ¿No es la alegría del árbol ser el bosque? ¡Ay, regad mis huesos con jugo de pasas, alimentad mis carnes con crema de cocos, sentaos a mi sombra, ved que buena es la frescura de mis dedos al viento, mirad el horizonte de los siglos mientras descansáis en mi pecho! ¿No veis aquellas luces sobre la colina del Oeste? Es el Futuro que amanece en las entrañas de vuestros hijos, aspirad sus voces, sentid sus pies sobre el suelo, pegad la oreja a mi corteza, oíd sus cantos y sus juegos, vuelan pájaros de un hierro tan sutil que hasta un niño puede mover su masa con su pensamiento, la Naturaleza toda vestida de hada madrina hace que los mismos elementos lleven en sus palmas pueblos enteros sobre las aguas de los océanos. Mirad el Futuro y recoged fuerzas para el Presente, lo que sembréis eso recogerán vuestros hijos.

Si me prendéis fuego, me quemo, ¿y quién os dará sombra cuando arda el Sol?

¿Qué vieron, en fin, Pablo y Pedro, Santiago y Juan, Felipe y Tomás, Mateo y Judas Alfeo, y demás? Pues cada uno de nosotros miramos adelante desde el siglo que vivimos, y siendo el futuro respecto a ellos y ellos el pasado respecto a nosotros, y todos parte del mismo Movimiento, la pregunta es correcta y al mismo tiempo llena de enigma y misterio.

¡A Nosotros! ¡Nos vieron a nosotros!

Todo lo hicieron por nosotros. Caminaron al matadero por nosotros, lo dieron todo por nosotros, subieron a la cruz por nosotros. Nos vieron y no lo dudaron, se pusieron de pie y con ellos el bosque se echó a andar! Y ellos fueron para los Patriarcas y los Profetas lo que nosotros fuimos para ellos, el Futuro, la Mañana que vieron sentados al filo del bosque, a la orilla de las aguas sobre la que el Espíritu se echó a andar hasta llegar a nosotros. Y el Espíritu seguirá andando hasta llegar a ellos, el Futuro que vemos nosotros desde esta orilla al otro lado de la orilla desde la que ellos nos vieron a nosotros.

Dios no para. El bosque se detiene para darse un respiro, pero los elementos continúan su trabajo. Así Dios. Y desde el pecho del Creador ¡qué bueno es el descanso!

Pero volvamos a Pablo y sus Hebreos.

 

V

JESUCRISTO : SUMO PONTÍFICE UNIVERSAL SEMPITERNO