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EL CORAZÓN DE MARÍACAPÍTULO I:
“YO SOY EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO” HISTORIA DE LA SAGRADA FAMILIA
Segunda
Parte
EL NIÑO JESÚS EN ALEJANDRÍA
DEL NILO
Sobre este asunto de la Huida
desde siempre ha pendido el misterio. Documentalmente hablando la
verdad es que en ninguna parte existen indicios de haber sido Alejandría
del Nilo el sitio elegido por José para salvar al hijo de María
de la persecución contra El decretada por Herodes. Por lo que si
se me aprieta el autor de esta Historia puede ser acusado de estar
inventándose para cubrir necesidades literarias el destino de los
fugitivos. Lo cual me parece lógico hasta cierto punto. Yo mismo
no puedo olvidar que la iconografía clásica al respecto es bastante
escueta, incluso prudente diría yo; y hasta me atrevería a confesar
que de una prudencia rayando la cobardía.
La elección de Alejandría
del Nilo no fue fortuita por parte de José; ni lo es por parte del
que recrea en estas páginas sus movimientos. Afortunada o desgraciadamente
la única prueba que puedo aportar es el testimonio de Dios al caso.
Lo de desgraciadamente es un decir, por supuesto. Para quien conoce
a Dios una sola palabra suya vale más que todos los discursos de
todos los sabios del universo juntos en pleno concurso de disertaciones
interminables. Desgraciadamente a todo el mundo no le vale la palabra
de Dios.
El hecho es que la única
prueba real que la Historia nos brinda al caso es el testimonio
de Dios, aquel “de Egipto llamé a mi hijo”.
Antes que yo han sido muchos
quienes han puesto las manos en el fuego en defensa de la respuesta
afirmativa que se merece la cuestión. Desde las distancias apócrifas
del que no cree, sin embargo, dos son las objeciones invencibles
contra cuyos muros a prueba de bombas se parte la cabeza nuestra
retórica. Una es que aquello de Egipto llamé a mi Hijo fue escrito
mucho antes de que ninguno de los acontecimientos que narramos hubieran
tenido aún lugar, por lo que pararse a creer que siglos y siglos
antes del Nacimiento ya la Huida hubiese sido configurada para entrar
en el programa mesiánico, la verdad, es mucho creer.
La otra objeción es que esa
nota previsora no fue escrita “a futuriori” sino a posteriori. Según
estos genios no sería la primera vez que los judíos falsificaron
sus textos sagrados. ¿No llevaban siglos haciéndolo? Caía Nínive
y venían ellos a escribir sobre sus ruinas que ellos ya lo habían
dicho. Y como Nínive todas las demás cosas. También el profeta Daniel
vio el advenimiento al poder de Ciro el Grande. Y hasta la caída
de su imperio bajo los cascos del caballo de Alejandro Magno. ¿Por
Dios, a quién querían engañar? ¿Hay nación más necia que la que
se engaña a sí misma?
En fin, esta postura de creación
de los textos proféticos a posteriori se ganó muchos adeptos en
sus días de gloria. Pasando de su astucia, como es natural a quienes
han sido inmunizados contra la astucia de los genios, los otros,
los que seguimos manteniendo el valor divino de los textos proféticos,
seguimos manteniendo que esas formas de pensar serían lógicas en
un pensador antiguo, porque pretender ajustar el pensamiento del
Creador al de la criatura, que es lo que se hace negando la omnisciencia
divina como fuente de las Escrituras, es negar lo que separa a la
criatura de su Creador.
A nivel de concurso es verdad
que algunos hombres ven el futuro. En las estrellas, en los dados,
en los posos del café, y sobre todo en una bala con un nombre escrito.
A nivel de realidad la confesión de la naturaleza humana dista mucho
de otorgarse semejante atributo.
Esto de un sitio.
Del otro, ¿no es verdad que
la historia la escriben los vencedores? Pues si fuera así algo debe
estar fallando en el sistema cuando la vemos escrita por un pueblo
de perdedores. Perdieron ante los egipcios. ¿O es que aún hay alguien
que se crea que se pasa de la libertad a la esclavitud sin librar
una batalla terrible? Lucharon contra los Asirios y perdieron la
guerra. Los aplastaron de nuevo los caldeos de Nabucodonosor. Perdieron
contra Roma. Los esclavizaron de nuevo los árabes. ¡Curioso, muy
curioso que la memoria histórica de medio planeta se base en las
hazañas bélicas del pueblo perdedor por excelencia, el Judío!
Yo diría que la Historia
se escribe por sí misma al ritmo que Dios usa la mano del hombre
por pluma. El moja la pluma en nuestra sangre y escribe nuestro
futuro según su clarividencia, omnisciencia, presciencia y genio
creador. Dicho de otro modo, nosotros no vemos el futuro, en cambio
Dios no sólo lo ve sino que, además, lo escribe. Ahora bien, si
esta capacidad divina para crear el Futuro no se admite entonces
tendremos que acogernos a la naturaleza de los propios acontecimientos,
o correr el riesgo de cerrar esta Historia y abrir un libro totalmente
distinto.
Así pues, la despedida fue
muy breve. El Lobo del Diablo había olido al Niño.
A salvo en Egipto, José el
Carpintero abrió su taller lejos del Barrio Judío, en la Ciudad
Libre. Con los años se llegó a llamarse la suya La Carpintería del
Judío.
Sobre este particular -el
acontecimiento de la Matanza de los Inocentes- digo lo mismo. Si
la duda se recrea en la imposibilidad de la existencia de alguien
capaz de cometer semejante crimen, entonces ya podemos coger la
duda y arrojarla a la basura. Si al contrario es en la ignorancia
de los pueblos y sus gentes, hablando de las circunstancias sociales
y políticas vividas por el reino de Israel para las fechas, en este
caso nada se le puede añadir a lo escrito, tal vez sólo decir que
no se explica cómo estando la felicidad en la ignorancia habiendo
tanto ignorante en el mundo pueda el mundo seguir siendo tan brillantemente
desgraciado.
Pero volvamos a la carga.
¿Fue una decisión fácil para
José tener que volver a empaquetar y emigrar al Egipto?
Tal vez no fue una decisión
fácil, pero sí valiente.
El Relato de la Adoración
de los Magos nos abre la mente al Pasado y nos dibuja a la Sagrada
Familia huyendo a la segunda ciudad más grande del orbe, Alejandría
del Nilo, ciudad abierta y cosmopolita adonde llegaron José y su
Familia con las espaldas cubiertas económicamente hablando. Oro,
incienso y mirra fueron los regalos que le hicieron los Magos.
¿Por qué Alejandría del Nilo
y no Roma?
Bueno, Alejandría estaba
de las costas de Israel a un tiro de piedra. La Matanza de los Inocentes
perpetrada, el asesinato de Zacarías, padre del Bautista, consumado,
lo último que podía permitirse José era poner en peligro la vida
del Niño. De hecho, entre que tuvo lugar el Nacimiento y su presentación
en el Templo los días habían corrido; era entonces o nunca. Regresar
a Nazaret, empaquetar, coger el barco en Haifa y adiós a la patria.
Esta decisión de José, forzada
por las sangrientas circunstancias, cambió al hombre de una forma
total. Entre los Santos Inocentes los hijos de sus hermanos cayeron
en la trampa. El hombre que desde la cubierta del barco que llevaba
a la Sagrada Familia a Alejandría miraba al horizonte, solo, dándole
la espalda a todos, llevaba en su pecho escondido ese secreto, que
no descubriría a su gente hasta la muerte. Cuando desembarcó en
la costa egipcia el José de antes de la Matanza y del asesinato
de Zacarías se había hundido en las aguas del Mediterráneo.
¿Sus compatriotas?
Mientras más lejos de él,
mejor. La razón de este cambio total no se la dio a nadie, ni a
su mujer, ni a su cuñado.
Y ya estamos en Alejandría
del Nilo.
El ambiente en el que se
crió Jesús gracias al comportamiento extraño de su padre con los
suyos fue extraordinario. José, su padre, se negó a instalarse en
el Barrio Judío; prefirió buscar sitio entre los gentiles, en pleno
corazón de la Ciudad Libre. Compró casa y abrió su Taller. Con el
tiempo la suya llegaría a ser conocida como la Carpintería del Judío.
Los titos del Niño, Cleofás
y María la de Cleofás, siguieron trayendo niños al mundo.
Listo como él solo que era,
en cuanto Jesús se puso a la altura de su primo Santiago, aunque
Santiago le llevaba dos años, Jesús lo cogía y se lo llevaba al
puerto romano. El Niño no se cortaba con nadie; su sed de noticias
del Imperio no se consumía nunca. Su inteligencia para sacarles
a los marineros noticias de Roma, de Atenas, de Hispania, de las
Galias, de la India, del África profunda despertaba en los lobos
de mar la simpatía. Los miraban a los dos Niños de arriba abajo,
los veían vistiendo ropas propias de hijos de la clase alta y allá
que les contaban a Jesús y su primo Santiago cómo iba el mundo.
Gracias a este natural al
cumplir los doce años el Niño hablaba perfectamente el latín, el
griego, el egipcio, el hebreo y el arameo. Insisto: ¿o creéis que
le buscaron intérprete para la audiencia con Pilatos?
Lo dicho, Jesús fue un niño
prodigio en toda la regla. Un niño prodigio que tuvo toda la suerte
de tener por padre a un hombre extraordinario. Sin embargo, también
los fenómenos sienten, sufren, tienen momentos de debilidad, se
entristecen, lloran la soledad que los agobian.
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