|
LIBRO PRIMERO
CAPÍTULO SEGUNDO
Cuarta Parte - La Hija de Salomón
16
EL NACIMIENTO MARIA DE NAZARET . HIJA DEL REY SALOMON
Sobre la línea del horizonte
Jacob de Nazaret escribía palabras de poeta: Ay mujer, ¿qué haré
si nadie me enseñó las leyes y los principios de la ciencia del
engaño? ¿Por qué no me quieres inocente? Si me duele la costilla
y de la herida brotas tú como un sueño ¿qué quieres que haga?
Jacob tenía el alma de un
poeta perdido en una galaxia de versos de Sarón, aquel Lirio de
los valles canta que canta a una sabiduría esquiva y dolida por
los amores de su rey. Matán, su padre, se casó con María, tuvieron
hijos e hijas. Jacob era su hijo mayor.
En aquellos días de insurrecciones
contra el Imperio del Oeste y de invasiones del Imperio del Este,
la Galilea sometida al saqueo y al pillaje, campo de batalla de
todas las ambiciones de las demás gentes, Jacob de Nazaret se convirtió
en el brazo derecho de su padre. El muchacho, a pesar de no ser
tan muchacho, yo diría más bien que era todo un hombre ya, no se
había casado aún. No porque se le hubiera pasado el tiempo sacrificando
su juventud a la prosperidad de sus hermanos y hermanas. En el pueblo
se decía eso. Yo no diría tanto. Él tampoco lo diría. ¡Qué poco
le conocían! No tomó mujer porque soñaba con ese amor extraordinario
y paradisíaco de los poetas. ¿Realizaría su sueño en aquel mundo
de metal y piedra?
Tal vez sí, tal vez no.
La verdad es que Jacob de
Nazaret tenía la madera del Adán que conquistó a Eva al precio de
dejarse arrancar una costilla. Para Jacob el primer poeta del mundo
fue Adán. Jacob se imaginaba al Primer Patriarca desnudo entre las
fieras del Edén. Lo mismo echándole una carrera a la pantera que
interponiéndose entre tigre y león durante una disputa por la corona
de su amistad. Para Jacob que cuando Adán iba a bañarse al río los
grandes lagartos del Edén se salían de las aguas. Y si veía a las
aves del Paraíso posarse sobre el Árbol Prohibido de una pedrada
las espantaba para que vivieran y no murieran. Luego, al caer la
noche, se tumbaba panza arriba soñando a Eva. La veía corriendo
a su lado con sus cabelleras largas como manto de estrellas, desnudos
al sol de la primavera perenne del Edén. Al despertar le dolía a
Jacob la costilla de la soledad.
Lo mismo que aquel Adán del
Edén, Jacob de Nazaret se sentaba contra el tronco de uno de los
árboles de la explanada del Cigüeñal a soñar con ella, su Eva. Una
de aquéllas tardes de ensoñaciones poéticas apareció por el camino
del Sur un doctor de la Ley que decía llamarse Cleofás.
Entretanto, al otro lado
del reino de Herodes, en la Judea, la entrada del jefe de la Gran
Sinagoga de Oriente, un Mago llamado Ananel, revolucionó el panorama
al ser elegido este Ananel para el sumo sacerdocio.
Para muchos la elección de
Ananel cerró el descabezamiento del Sanedrín que Herodes llevó a
cabo el día después de su coronación. Lo juró y lo hizo. Les juró
a todos sus jueces lo que le vino a la cabeza hacerles el día que
fuera rey y, cuando contra todo pronóstico fue rey, no se olvidó
Herodes de su palabra. Excepto a los hombres que le anunciaron su
futuro, los degolló a todos. No dejó escapar a uno solo de los cobardes
que dejaron pasar la ocasión de aplastarlo cuando lo tuvieron bajo
la planta de sus pies. Después fue y confiscó todos sus bienes.
La entrada en escena del
Jefe de los Magos de Oriente -pensando en su reconciliación con
el pueblo- le simplificó a Herodes la tarea. Más aún cuando como
presidente del Sanedrín le puso Ananel sobre la mesa un plan de
reconstrucción de las sinagogas del reino, que al rey no le costaría
un euro y a su corona le reportaría el perdón de la Historia.
Ya sabéis que a raíz de la
persecución de Antíoco IV Epífanes la gran mayoría de las sinagogas
de Israel fueron arrasadas. La guerra de los Macabeos y las posteriores
hazañas bélicas asmoneas impidieron la reconstrucción de las sinagogas
desde aquellos entonces en ruinas.
Ahora que la Pax Romana se
había firmado era la oportunidad.
Está claro que si la financiación
de aquel proyecto de reconstrucción hubiera dependido de Herodes
la siembra de sinagogas por todo el reino no se habría materializado
nunca. Otra cosa era que la financiación corriera a cargo de capital
privado. Como así fue, el proyecto fue llevado a término por sus
promotores.
En cuanto a los clanes saduceos
la costumbre de las clases sacerdotales de administrar los tesoros
templarios en beneficio de sus bolsillos también hubiera impedido
la ejecución del proyecto de reconstrucción de todas las sinagogas
del reino. Al ser elegido Ananel como Presidente del Sanedrín y
contar su proyecto con el apoyo de los hombres de Zacarías, de quienes
para las fechas dependían las decisiones finales del Senado Judío,
el proyecto podía y pudo salir para adelante. Ni Herodes ni nadie
de fuera del círculo zacariano fue capaz de imaginar qué objetivo
secreto se escondía detrás de aquél plan tan generoso de reconstrucción
sinagogal. De haber Herodes sospechado algo otro gallo hubiera cantado.
El hecho es que Herodes mordió el anzuelo.
La historia judía dice que
al poco de haberse firmado el proyecto Ananel fue destituido del
sumo sacerdocio por instigación de la reina Mariana a favor de su
hermano pequeño. Bueno, no lo dice con estas palabras porque el
historiador judío enterró en la ciénaga del olvido aquél proyecto.
Lo que sí dice es que un favor muy flaco fue el que le hizo la reina
a su hermano pequeño, pues apenas fue elevado al sumo sacerdocio
vino a ser asesinado por el mismo que lo encumbrara. Pero bueno,
estos pormenores tan típicos del reinado de aquél monstruo no vienen
a cuento en esta Historia. El hecho es que Zacarías y sus hombres
recibieron libertad total de movimiento para materializar aquel
generoso proyecto de reconstrucción de las sinagogas del reino.
Las manos libres para dirigir
la reconstrucción sinagogal el problema que debía superar Zacarías
era elegir a la persona adecuada. Está claro que no podían enviar
a Nazaret un cantamañanas. Si el enviado descubría el objetivo detrás
de un proyecto tan amplio y costoso y se iba de la lengua el futuro
de la Hija de Salomón quedaría condenado. El elegido tenía que ser
un hombre inteligente y ambicioso al que la elección le supusiera
una especie de destierro. Cegado por lo que él consideraría un castigo
toda su energía se dirigiría a terminar su misión y regresar a Jerusalén
cuanto antes. Y aquí es donde entra en escena aquél doctor de la
Ley que decía llamarse Cleofás.
CLEOFAS DE JERUSALEN, ABUELO MATERNO DE MARIA DE NAZARET
EL CORAZÓN DE MARÍA. HISTORIA DE JESUS DE NAZARET.
|