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LIBRO PRIMERO
CAPÍTULO SEGUNDO
Cuarta Parte - La Hija de Salomón
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MARIA DE NAZARET. LA HIJA DEL REY SALOMON
Cinco siglos después de la
muerte de David las dos casas mesiánicas se dieron encuentro en
la Babilonia de Nabucodonosor II. En la Corte de los Jardines Colgantes
vino al mundo Salatiel, príncipe de Judá. Salatiel se unió a la
heredera de la casa de Natán, y tuvieron a Zorobabel.
Ya todos los judíos se felicitaban
porque había nacido el hijo de las Escrituras cuando suscitó Dios
el espíritu de profecía en Daniel. Con la autoridad del Jefe de
los Magos de Nabucodonosor, Daniel acalló aquél clamor mesiánico
anunciándoles a todos los judíos la voluntad divina. A saber, Dios
le había entregado el imperio a Ciro, príncipe de los persas.
Lo que Daniel hizo y dijo
está escrito. No seré yo quien les diga a expertos sabios en Historia
Sagrada el número de los portentos entre cuyos halos Daniel envolvió
el trono de los Caldeos, quitándole la corona al heredero para entregársela
al elegido de su Dios.
El precio que Ciro pagó por
la corona habla con pruebas indiscutibles sobre la naturaleza de
la participación del profeta Daniel en los acontecimientos que condujeron
al traspaso del imperio de Babilonia a Susa. Pero la preocupación
que aquí nos reúne tiene que ver con la suerte del Alfa.
Adoctrinado por Daniel el
joven Zorobabel repitió en sus carnes lo que su padre David hizo
con la suya. Tomó a los dos hijos que le suscitó Dios y dividió
entre ellos su legado mesiánico. Al mayor, Abiud, le entregó la
lista genealógica de Salomón rey. Al menor, Resa, le entregó la
del profeta Natán. Y luego los separó para que el Alfa siguiera
sus caminos y creciera hasta transformarse en la Omega.
Ya tenemos al portador del
rollo profético -continuó su relato Hilel-, el legítimo heredero
del profeta Natán, hijo de David. Su salida a superficie es manifestación
carnal de lo cerca que estamos de la hora en que el otro brazo de
la Omega rompa y venga a luz. La palabra de esperanza que desde
el Oriente portan mis labios está en vuestros corazones: Dios está
con vosotros. El Señor que os ha conducido a la casa de Resa os
allanará el camino a la de su hermano Abiud. En su Omnisciencia
nos ha reunido a todos para ser testigos del Nacimiento del Alfa
y la Omega, el hijo de Eva, el heredero del Cetro de Judá, el Salvador
en cuyo nombre serán bendecidas todas las familias de la Tierra”.
El descubrimiento de la doctrina
del Alfa y la Omega maravilló a Zacarías y su Saga. Posiblemente
también os estará maravillando a todos los que estáis leyendo estas
páginas. Las dos Genealogías de Jesús han estado delante de los
ojos de todos desde que fueron escritos los Evangelios. Muchos han
sido los quebraderos de cabeza que estas dos Listas les ha supuesto
a los exegetas y demás expertos en interpretación de las sagradas
escrituras. No pretendo en un día tan hermoso levantar mi victoria
sobre la memoria de quienes intentaron transformar esas Listas en
una especie de talón contra el que lanzar la flecha que mató a Aquiles.
¿Si Dios es el que cierra la puerta quién la abrirá contra su voluntad?
Sólo Él sabe por qué hace lo que hace y nadie entra en sus razones
sino aquél a quien Él engendró en su pensamiento. ¿O cree alguien
que contra su voluntad puede alguien arrancarle la victoria que
a tantos se le negara? ¿No es verdad que tenía Noé en su Arca águilas
poderosas capaces de batir vientos y derramar sobre los horizontes
lejanos su mirada? Y halcones veloces como estrellas fugaces nacidos
para desafiar tormentas. Y sin embargo fue la más frágil de todas
las aves la que desafió a la Muerte.
Pero volvamos a nuestro relato.
El haber hallado al hijo
de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Natán, hijo de David, elevó
la moral de Zacarías y sus hombres a alturas fantásticas.
Ya tenían al portador del
rollo natámico. Era un niño recién nacido que acababa de venir al
mundo en Belén. Sus padres lo habían llamado José.
Según esto, el hijo de Natán
en pañales, la búsqueda del hijo de Salomón se convertía en la búsqueda
de la Hija de Salomón. Mujer que lo mismo hubiera podido haber nacido
ya como aún no. Imaginando que la encontraban y poniéndose en el
mejor de los casos que lograran de sus padres el acercamiento de
su familia a la de su hermano Resa y en consecuencia la unión de
sus herederos, Zacarías y Simeón el Joven estaban ante el Nacimiento
del Hijo de David, hijo de Abraham, hijo de Adán. En el fruto de
ese matrimonio entre el hijo de Natán y la Hija de Salomón el Alfa
y la Omega se encarnaría en el Niño que les naciera.
No podían más que felicitarse
y poner manos a la obra.
Pero seguía habiendo un problema.
Si tal cual se había demostrado con la casa del Hijo de Natán los
padres de la Hija de Salomón pertenecían a las clases humildes del
reino ¿cómo darían con ella? La respuesta una vez más tendrían que
buscarla en los Archivos de la Nueva Babilonia. En algún sitio debajo
de la montaña de documentos de la Gran Sinagoga de Oriente debía
hallarse la pista que los conduciría a la Hija de Salomón. De las
dos agujas en el pajar ya dieron con una, ahora había que ir a por
la otra.
Zacarías y sus hombres no
tardaron en enviar a la Nueva Babilonia correo con la pregunta siguiente:
¿Dónde se instaló en Tierra Santa, Abiud, el hijo mayor de Zorobabel?
Por fuerza entre aquella
montaña de pergaminos de la Gran Sinagoga de Oriente tenía que hallarse
algún documento firmado de puño y letra por Abiud.
Era de creer, estaban seguros
que, siguiendo la doctrina mesiánica, los dos hermanos se separaron
y depositaron el futuro de su encuentro a los pies de Dios.
Constante en aquéllos días
la comunicación entre los que dejaron Babilonia y los que se quedaron,
buscando encontrarían una carta sellada por Abiud, tenía que haber
algún documento personal de su puño y letra que les descubriese
hacia qué parte de Israel se dirigió y dónde se instaló el hijo
mayor de Zorobabel.
La fe mueve montañas, unas
veces de piedra y otras de papel. En este caso fue de papel.
Al año siguiente la respuesta
fue traída a Jerusalén por el jefe de los Magos de Oriente en persona.
Ananel vino con el Diezmo. Presentó sus credenciales ante el rey
y el Sanedrín. Finalizados los protocolos celebró reunión secreta
con Zacarías y su Saga. Fue breve.
“En efecto, Abiud y Resa
se separaron. Resa se instaló en Belén y sus descendientes no se
movieron del sitio. Su hermano Abiud, por el contrario, tiró hacia
el norte, cruzó la Samaria y llegó al corazón de la Galilea de los
Gentiles. Siguiendo la política de asentamiento pacífico mediante
la compra de las tierras a sus propietarios, Abiud compró todas
las tierras que abarcó con sus ojos desde una colina que llamaban
Nazaret”.
Ananel repitió este nombre,
“Nazaret”, con el acento de quien sabe que sus oyentes están bebiendo
sus palabras. ¡Nazaret!, repitieron Zacarías y Simeón.
“Galilea de los Gentiles,
una luz se alzó entre tus tinieblas”, susurraron los dos hombres
al unísono.
Conociendo cómo marchaban
las cosas Ananel podía asegurarles sin ningún género de dudas que
la Casa de Abiud seguía en pie. La cuestión que debían resolver
ahora era cómo acercarse a la Hija de Salomón sin despertar sospechas
en la corte del tirano.
EL NACIMIENTO MARIA DE NAZARET . HIJA DEL REY SALOMON
EL CORAZÓN DE MARÍA. HISTORIA DE JESUS DE NAZARET
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