La sección anterior
es una traducción resumida de un capítulo de la Historia Antigua
de Cambridge. Mi idea a partir de su contenido es sentar los
hechos tomando como base la escuela más brillante de finales
del XIX y principios del XX gracias a cuyos esfuerzos -arqueológicos,
traductores y exploradores- les debemos todo lo que sabemos
actualmente sobre el Mundo Perdido de Sumeria. Rompo aquí el
relato del autor porque
considero que, a caballo de los datos
arqueológicos los maestros pasaron por alto algunos detalles
que creo trascendentales a la hora de reabrir la recreación
de aquel Periodo de Recuperación Posdiluviana Sumeria.
Se ve claramente de la sección anterior que la cuestión del Diluvio queda zanjada y levanta en la reconstrucción una Edad en Blanco, de acceso imposible, que cubre la Arqueología pero que no ha lugar a la Historia. Cómo volvió a recuperarse Mesopotamia tras el Diluvio es el problema.
Superada la Teología de la Ignorancia sobre la que basó el Judaísmo su Teocracia, y el Cristianismo por inercia adoptó, pues que aún la Ciencia no había roto ninguna lanza en pro de la Lógica aplicada a la Biblia, nosotros nos hallamos delante de una Catástrofe Universal Relativa; es decir, Universal porque le afectó al Mundo Mesopotámico, pero relativa por en cuanto la Catástrofe le afectó a la estructura y al movimiento, pero no a la aniquilación masiva del Género Humano. Si además nos plantamos delante de Noé vemos que Dios no le prohibió avisarles a los hombres de su tiempo sobre la Catástrofe que se avecinaba. Un Arca como el que Noé construyera llevó su tiempo y si hacemos uso de la Lógica y relacionamos el Dinero con cualquier empresa, la realeza que se le adjudica en las Leyendas de Sumer al Mítico Noé Sumerio, el Uta-Napishtim de la Leyenda de Gilgamés, se nos presenta como lo más natural. Pero como ya he dicho que no voy a entrar en una discusión cerrada, en lo que se refiere a la existencia del Diluvio en sí, aunque abierta en lo tocante a sus dimensiones, nos toca plantearnos el Periodo de Recuperación que fue desde el Diluvio en sí hasta la Primera Dinastía de Kish
Y
el documento que atiende nuestro SOS es precisamente la Lista
Real Sumeria. Observamos en ella que la primera parte de la
primera dinastía de Kish sigue la lógica que le
adjudicaríamos al florecimiento independiente de ciudades,
aún débiles, pero que se coaligan entre sí
bajo el liderazgo de un Gran Jefe. Sin prestarle atención
a los años la disposición sucesoria del liderato
era ésta: Después del Diluvio el reino se estableció
en Kish. Jucur reinó en Kish durante 1.200
años. Kullassina Bel lo hizo por 960 años.
Nanjiclicna por 670. Entarahana por
430 años, tres meses y tres días y medio. Babum,
300 años. Puanum, 840. Kalibum,
960. Kalumum, 840. Zaquaquip,
900. Atab, 600 años.
El punto a destacar de la lectura a ojo es el siguiente. No observamos una dinámica dinástica de entrada. Son personajes sueltos, caudillos o líderes electos los que ocupan el trono. No partiendo la Realeza de Kish de una Familia Monárquica con derecho al trono por cosas de los dioses, la Lista Real Sumeria nos pone delante de un rey electivo según las reglas más antiguas de las tribus que, por presión externa, se coaligan para defenderse de un agresor común. La existencia de este rey es, precisamente, la pista que nos pone sobre aviso respecto a la necesidad de la defensa común frente a un peligro externo, o bien frente a las posibles querellas internas, que hicieron posible la realeza. Tampoco vamos a dogmatizar sobre lo que no sabemos a ciencia cierta. Pero se observa en la Lista que a partir de la coronación del último rey electo, Atab, y hasta que llegamos a Etana, el Periodo de Recuperación de Sumeria se ve sometido a la dinastía de Atab. Primera etapa dinástica de Kish que rompe Etana.
|
Sin meternos en el carácter mítico que a consecuencia de esta ruptura se ganó Etana, carácter en relación a cuya altura nosotros podríamos juzgar la naturaleza dictatorial de la dinastía atabiana, lo cierto es que Etana dio principio al segundo periodo monárquico dentro de la Primera Dinastía de kish. Por supuesto que la Lista Real Sumeria comprende la Historia de la Ciudad como un todo, pero estas rupturas dinásticas que seguimos observando a la caída de la dinastía Etaniense nos pinta las cosas de palacio a imagen y semejanza de cómo siempre han sido las cosas de palacio. Cual sucede en cualquier proceso de caída de una dinastía y ascensión de otra no querer ver el juego de poder en el seno de Kish es querer ser ciego.
Arwin, pues, da paso a Etana, y éste dará paso a su propio linaje dinástico. Arwuim, hijo de Macda, reinó 720 años. Etana el Pastor, que alcanzó el Cielo y sometió
a las naciones extranjeras, reinó 1.500 años. Balik, el hijo de Etana, lo hizo durante 400. Enmenenuna, 900. Su dinastía reinó
un total de 1.560 años. Barsalnuna, el hijo de Enmenuna, 1.200. Zamug, hijo de Barsalnuna, 140 años. Tizquar, hijo de Zamug, 305.
Dejando la polémica, con Etana nos situamos en el siglo XXIX antes de Cristo, es decir, a finales del Cuarto Milenio y principios del Tercero a.C.
Durante los primeros días del descubrimiento arqueológico del Mundo Perdido Sumerio, segunda parte del XIX, los maestros, emocionados por el valor maravilloso del material con el que estaban trabajando, fueron firmando fechas acorde al material sobre la mesa. De la lectura de sus obras se ve que desplazaron las fechas unos tres o cuatro siglos, cuando no hasta casi más de medio milenio atrás en el tiempo, situando a Etana, por ejemplo, en el Cuarto Milenio. Posteriormente, según los descubrimientos de las Bibliotecas de Nínive y Babilonia fueron engrosando los Archivos del Museo Británico, se corrigió aquel desplazamiento hacia el Pasado y la fecha definitiva, siempre aproximada, ha quedado fijada en la segunda parte del siglo XXIX.
Es tomando esta corrección que personalmente sitúo el Diluvio en la Segunda Parte del Cuarto Milenio, desplazando el evento hacia el Final mejor que hacia el centro, constatación que viene avalada por los últimos estudios.
Siendo aquéllos hombres de barro, como nosotros mismos, dejaron sus halos míticos para la Lista Real SUmeria. En consecuencia desde que Noé y los supervivientes del Mundo Prediluviano vuelven a su antigua patria y comienzan a multiplicarse y reedifican sus ciudades debemos extender unos cuantos siglos.
Como suele suceder en casos parecidos la despoblación y la tragedia hubo de atraer a pueblos de la periferia, frente a los cuales debieron defenderse los habitantes de Kish, y de aquí "el origen de la realeza".
Kish y su Dinastía, que alcanza con Etana su esplendor monárquico, surge como Poder frente a las invasiones de tribus de la periferia mesopotámica, no tan afectadas por el Diluvio, o tal vez afectadas de otra manera, que se desplazan hacia el sur en busca de mejores tierras. Y pues que el Poder lleva consigo la maldición de lo absoluto, era sólo natural que la dinastía atabiana de Kish diese luz a todos los males típicos de la tiranía de una familia largamente asentada en el trono, se formase la revolución y subiese al trono un hombre nuevo, Etana. Que alcanza "el cielo" por dos buenas razones. La primera porque libera a Kish de la tiranía, o de otro modo no hubiera lugar a cambio dinástico, y la segunda porque salva a Kish de una presión invasora que amenazaba con destruirla de seguir bajo la ley de un rey corrupto, duro para la represión contra sus conciudadanos pero inútil contra un movimiento de tribus bárbaras en plena fiesta de pillaje y saqueo. Gracias a esta liberación Etana "alcanza el cielo" y le gana a su casa el derecho a reinar durante y mientras sus descendientes se mantengan fiel a su fundador. Tizquar, hijo de Zamug, sería el útimo dinasta de esta segunda dinastía de Kish.
|
Tizquar sufre el mismo destino de Arwin bajo Etana, y Kish cae por un tiempo bajo cambios dinásticos sangrientos. Ilku derroca a Tizquar y a su vez es destronado por Iltasadum. Quien a su vez es expulsado del trono por Enmenbaragesi.
Si hablando de Etana es el conocimiento de las cosas de palacio las que nos inducen a dibujar una revolución en el origen de su ascensión al trono, en el caso de Enmenbaragesi vienen los documentos arqueológicos a demostrarnos que este último golpe de estado fue realizado por un guerrero nato que no sólo impuso en Kish su ley sino que extendió su cetro hasta el Elam. Movimiento de conquista en el que vemos cómo el Diluvio era ya cosa de Mitos y, andando el tiempo, los descendientes de los que se ahogaron volvieron a las andadas.
Rey historizado, su actuación estelar nos permite abrir el horizonte alcanzado por el Periodo de Recuperación Posdiluviano. Nippur está ya en pie y el propio Enmenbaragesi la viste con un templo a su dios Enlil. El Elam, que sucumbe al ejército de Enmenbaragesi, nos sitúa frente a un desplazamiento de ciudades confederadas al mando del rey de Kish actuando como generalísimo de las fuerzas de Nippur, Isin, Uruk, Sippar, Babilonia y Lagash. Entramos, pues, en una guerra de grandes proporciones, en relación a las dimensiones de la Región, con la cual, independientemente de las batallas y sus efectos, el Fin del Periodo de Recuperación de Sumeria Posdiluviana se dirige a su recta final, que, al pasar la corona a la próxima ciudad, se cierra para siempre y podemos hablar ya de una Sumeria semita consolidada y lanzada a la Conquista del Imperio.
Enmenbaragesi
reinó en el siglo XXVII AC y sus descendientes se sentaron en
el trono 23 veces. Al de 24 la corona pasó a la ciudad de E-anna
(Uruk). |