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SALA DE LECTURA B.T.M.

 

HISTORIA DEL PRÓXIMO ORIENTE ANTIGUO. HISTORIA DE SUMERIA Y AKKAD

NARAM-SIN

(2254-2218 A.C.)

 

 

1. Naram-Sin, hijo de Sargón, [marchó] contra la ciudad de Apirak,

2. y construyó minas (contra ella), y Rish-Ad[ad],

3. el rey de Apirak, y el gobernador de Apirak le su[dieron] la mano.

4. Marchó contra Magan, y a Mannu-dannu, el rey de Magan, [su mano subyugó].

5. Dungi, hijo de Ur-Engur, se preocupó mucho por la ciudad de Eridu, que estaba a orillas del mar.

6. Pero buscó el mal, y el tesoro de Esagila y de Babilonia

7. sacó como botín. Y Bel fue [ .... ], y cuerpo y acabó con él.

8. Ura-imitti, el rey, puso a Bel-ibni, el jardinero

9. en su trono, para que (la dinastía) no llegara a su fin ;

10. y colocó sobre su cabeza la corona de su soberanía,

11. Ura-imitti en su palacio [ murió ].

12. Bel-ibni, que se sentó en el trono, no se levantó (de él),

13. sino que como rey se estableció.

14. Ilu-shuma, rey de Asiria, contra Su-abu.

 

Manishtusu, según un presagio, fue asesinado en una conspiración palaciega, y le sucedió su hijo, Naram-Sin, destinado a convertirse en el segundo de una pareja a la que la historia posterior consideró siempre como las más grandes figuras de sus anales. Debido a este parecido Naram-Sin fue conocido posteriormente como el hijo de Sargón; si se insiste en la palabra es incorrecto ya que la lista de reyes le llama correctamente hijo de Manishtusu. Su reinado fue largo y, hasta sus últimos años, glorioso. Pero nuestra información sobre él es de autenticidad variable, dependiendo en su mayor parte de una tradición muy posterior. De sus propias inscripciones, que sin duda eran muchas e informativas, y de las esculturas que ilustraban sus campañas y triunfos, ha sobrevivido muy poco. Por casualidad le ha ido escasamente incluso en las copias de estos monumentos en Nippur que son comparativamente informativas sobre las guerras de su abuelo. Tanto las inscripciones originales de Naram-Sin como sus copias están marcadas por dos cambios significativos en los estilos reales; en primer lugar, él mismo utilizaba, y permitía que se utilizara en las alocuciones de sus súbditos, el determinativo divino delante de su nombre. Esto no es invariable en su propio titulario, y puede que lo asumiera más tarde en su reinado, pero el lenguaje de los siervos obsequiosos que le dedicaban sus sellos era desenfrenado en la atribución de divinidad, pues a menudo se dirigen a él no sólo como divino en su naturaleza, sino que no dudan en llamarle “el dios de Akkad”. Fue quizá el primero en llevar este título, que marca una usurpación monstruosa según las ideas de los antiguos gobernantes sumerios que se enorgullecían de ser simplemente el ejecutor del dios-ciudad. No es imposible que algunas de las historias de caída y desastre que la tradición posterior adjuntó a su memoria estuvieran motivadas en parte por la creencia de que tal presunción no podía quedar impune ante los dioses ofendidos. Al menos, no tuvo muchos imitadores en la historia posterior.

Un segundo título vanidoso, pero menos blasfemo, fue uno que vuelve a aparecer por primera vez con Naram-Sin, “rey de las cuatro regiones”, una pretensión de dominio universal sobre la tierra que revivieron Shulgi y sus sucesores en Ur, cuando también ellos parecieron disfrutar durante un tiempo de un imperio ilimitado. No es posible escribir un relato consecutivo, ni siquiera fáctico, del reinado de Naram-Sin. No hay cronología para sus treinta y siete años, ni criterio para la veracidad de lo que se relata, ya que casi todo ello se encuentra en forma de recopilaciones y leyendas posteriores, de las que no emerge más que una imagen borrosa de triunfo y desastre; sólo por el curso de los acontecimientos posteriores es lícito creer que al final predominó el desastre.

Al igual que sus predecesores, Naram-Sin comenzó probablemente su reinado en medio de una revuelta de sus súbditos. Varias de las antiguas ciudades ocuparon un lugar destacado en este levantamiento, y un relato atribuye su liderazgo a Kish, a la que se reprocha amargamente su ingratitud y su juramento a la casa de Sargón. En este texto se nombran más de veinte conspiradores, en otro hay diecisiete, cuyos reinos se extendían desde Anatolia, en el extremo noroeste, hasta Magan, a orillas del golfo Pérsico, en el sureste. El resultado de esta vasta lucha apenas se indica con una línea dudosa como la victoria de Naram-Sin, aunque esto pueda suponerse. De ser así, el éxito no se alcanzó seguramente en un año o en una campaña, la extensión de las tierras rebeldes en toda la extensión de la antigua Asia occidental garantiza que el rey tuviera que librar una serie de guerras duras y distantes, que sin duda agotaron sus recursos y dejaron debilitados a sus sucesores. Mari podría ser la primera etapa de su marcha hacia el oeste, y la segunda la alcanzó con la conquista de Armanum e Ibla, reivindicadas en una copia de su propia inscripción. La primera de ellas, quizá ambas, estaban gobernadas por Rish-Adad, que fue capturado vivo por el vencedor, y fue representado en cautividad por una escultura dedicada al dios Luna. Iblahad estuvo antiguamente ocupada por Sargón, aunque su nieto reclama haberla capturado primero, y la “montaña de cedros” que también poseyó Sargón es definida por Naram-Sin como el Amanus. Todos los lugares nombrados en esta inscripción se encontraban entre el gran recodo del Éufrates y la costa norte de Siria; Armanum era probablemente Alepo y Tidnum un lugar a orillas del mar no lejos de Tiro. Otros incidentes célebres marcaron la misma campaña en Siria, que valió al vencedor el título de “señor de Tidnum”.

Nada se sabe de los otros “reyes” occidentales e incluso de Anatolia que aparecen en una lista de los diecisiete rebeldes. Pero el asedio y captura de Apishal fue famoso en la tradición, siendo recordado especialmente por los adivinos por sus ominosos acompañamientos; Naram-Sin marchó allí, abrió brechas en sus murallas y tomó prisionero a su “rey” Rish-Adad, cuyo nombre no puede sino recordar a Rish-Adad, el gobernante de Armanum, aunque no es probable que fuera el mismo. No se sabe con certeza dónde se encontraba Apishal, pero debía de estar apartada, pues la aproximación a ella fue descrita por una leyenda en términos de dificultad que (como ya se ha advertido) recuerdan los obstáculos y fatigas de la expedición de Sargón a Purushkhanda. Incluso ese límite extremo fue probablemente alcanzado también por Naram-Sin. La inscripción copiada relativa a sus guerras occidentales contiene una mención de Talkhatum, un lugar (dice) al que ningún rey anterior a él había llegado jamás, pero Naram-Sin fue allí, y la diosa Inanna no le dio rival, y los gobernadores de las ciudades de Subartum y los señores de las tierras altas le suministraron provisiones. Esta ciudad de Talkhatum es conocida de nuevo en una época posterior como un lugar por el que a veces pasaban los negocios de los mercaderes capadocios, como también pasaba a Purushkhanda, y las dos estaban sin duda en la misma ruta. En aparente acuerdo con esto, uno de los relatos posteriores sobre Naram-Sin comienza la invasión de su imperio con hordas demoníacas que destruyen la ciudad de Purushkhanda(r), como si fuera el límite máximo de su dominio. No será demasiado, por tanto, creer que Naram-Sin ejerció alguna autoridad, aunque incompleta, sobre distritos del sudeste de Asia Menor, donde su abuelo anterior había realizado la misma marcha fenomenal que Naram-Sin o sus aduladores anunciaron como un esfuerzo pionero.

Hacia el norte hay pruebas materiales de la extensión de su dominio. El más lejano de todos es el sitio ahora llamado Tell Brak, del que aún se desconoce el nombre antiguo. Aquí se ha encontrado, sobre un montículo de lo más imponente, la sede de una población y un culto florecientes en épocas muy anteriores a la dinastía de Akkad, y la ruina de un gran palacio construido por Naram-Sin con ladrillos que llevan su nombre. Tal edificio atestigua el orden que se estableció en un remoto distrito bajo el reinado de este rey, pues en él se recogían y almacenaban los tributos del país circundante, en aquella época fértil y próspero. No muy lejos, hacia el este, se ha encontrado una estela con la figura del rey y una inscripción borrada, en una aldea cercana a la ciudad de Diyarbakr. De su presencia y supremacía en las ciudades de Asiria existen pruebas directas e inferenciales, que ya se han señalado anteriormente.

Si bien cabe suponer que la supremacía de Naram-Sin en el oeste y el norte se mantuvo sin contestación seria, tuvo algunas luchas duras en sus fronteras orientales contra los diversos pueblos de las colinas que miraban con envidia a la llanura babilónica, y que al final iban a derrocar el reino que dejó a sus hijos. El relieve rocoso cincelado en la escarpada ladera de un desfiladero llamado Darband-i Gawr, en el distrito de Kara-Dag, al sur de Sulaimaniyyah, es un monumento que reproduce in situ la famosa escena de la estela de Naram-Sin descubierta en Susa que, según su propia inscripción, representa el triunfo de Naram-Sin sobre Satuni, el rey de Lullubi. Esta localización, unida a las pruebas de la topografía de las campañas asirias contra los lullu, hace pensar que el centro de Lullubu era el valle de Shahrazur; una conclusión similar puede extraerse de la lista geográfica del imperio de Sargón que sitúa a Lullubi inmediatamente después de Arrapkha (Kirkuk). Desde este centro marchaban a veces los incursores de Lullu, y una de sus penetraciones alcanzó el distrito del actual Zuhab, cerca de Sar-i Pul, pues allí se ha encontrado un conocido relieve rocoso con figuras y la inscripción de Annubanini, rey de Lullubi, que escribe en estilo agadeano una descripción de su monumento y una larga imprecación contra cualquier infractor. El peligro de este enemigo se recuerda vívidamente en una tradición posterior y confusa, en la que aparece como padre de una banda de siete temibles ogros, con nombres horripilantes inventados para infundir terror, que barrieron los dominios de Naram-Sin al frente de una horda incontable de monstruos, asolaron Gutium y Elam, y sólo fueron detenidos a orillas del golfo Pérsico.

No muy lejos de su monumento hay otro relieve rocoso con el nombre de Tar-dunni, sin duda otro rey de los lullu. Los gutis no son tan fáciles de fijar en el mapa; eran vecinos cercanos, apenas distinguibles de los lullu, pero ningún monumento territorial señala sus moradas. Sus descendientes, llamados Qutu, pueden encontrarse dudosamente mencionados en las cartas Man; pero aparecen de forma más prominente mucho más tarde en las campañas de los reyes asirios hacia finales del segundo milenio y posteriormente. En aquellos tiempos eran un pueblo grande y poderoso, aunque poco unido; su epíteto era “de amplia extensión” y su tierra parece haber estado en las montañas al sur del Zab Menor, al norte de Sulaimaniyyah y del legendario monte Nisir, donde descansó el arca del Noé babilónico tras el Diluvio. Los hogares de estos montañeses, tanto Guti como Lullu, están representados por partes de los territorios ocupados por los modernos kurdos y lures, que quizá hayan conservado los antiguos nombres con algunas de las mismas turbulencias.

Se ha visto más arriba que había gobernado sobre Elam en los días de Sargón una dinastía nativa asentada en la ciudad de Awan. Los miembros octavo y noveno de ésta habían sido conquistados por Sargón; ningún nombre de sus sucesores aparece entre la coalición de rebeldes contra Naram-Sin en su sucesión, donde el poder elamita está representado más bien por los estados de Markhashe y Mardaman. Probablemente contemporáneo de Naram-Sin en esta dinastía fue el undécimo rey llamado Khita, y es muy probable que sea él quien figure en un tratado escrito en lengua elamita y celebrado con Naram-Sin.

En Susa, siempre la más dócil a la influencia babilónica, el ascendiente de Naram-Sin fue casi completo. Allí levantó edificios construidos con sus propios ladrillos inscritos, erigió sus estatuas y dedicó sus trofeos de Magan. A cargo de esta dependencia nombró a un gobernador de la ciudad llamado Epir-mupi. En esta época fue tan completa la sumersión de las influencias nativas que incluso los documentos de la ley y la administración estaban escritos en acadio y no en lengua elamita; contratos, cartas, listas e incluso obras literarias se encuentran en el todopoderoso acadio. Estas tablillas revelan que existía un activo comercio con Babilonia, pues a menudo se nombran ciudades de la antigua tierra de Sumer, especialmente Shuruppak, Awal y Umma. Esta condición de las cosas duró tanto como el cargo de Epir-mupi, que en vida posterior fue ascendido a la categoría de gobernador general sobre todo Elam. Su sucesor fue Puzur (Kutik)-In-Shushinak.

Para sellar su dominio de las “cuatro regiones” Naram-Sin celebró un triunfo en el sur sobre Manium, rey de Magan. Así lo atestiguan el consentimiento intachable de sus propias inscripciones, de presagios y crónicas posteriores y de los vasos de alabastro existentes inscritos con su nombre y las palabras “botín de Magan”. Estos vasos, combinados con los nombres de Magan y Manium, han dado un singular interés a este episodio, ya que Magan era un nombre indudablemente aplicado a Egipto en un período posterior de la historia babilónica, y los vasos tienen una clara semejanza con los vasos de alabastro egipcios, que más comúnmente llevan inscripciones a finales de la Quinta y en la Sexta Dinastías, cuyas fechas concuerdan bastante bien con la de Naram-Sin. Era natural, por tanto, que el nombre de Manium, o Mannu, recordara a Menes, tradicionalmente el primer rey del Egipto Unido. Pero un sincronismo está fuera de cuestión, ya que el comienzo de la Primera Dinastía no puede reducirse en absoluto a la fecha de Naram-Sin, y el parecido de los vasos de alabastro no debe atribuirse más que a la influencia artística y a los productos que emanaban del Egipto de la Quinta Dinastía a través de las rutas comerciales hacia el este como lo hacían hacia el norte. No hay razón suficiente para creer que Naram-Sin pueda haber sido un invasor extranjero que ayudó a poner fin a la Sexta Dinastía en Egipto y a traer su Primer Periodo Intermedio

Estela de la victoria de Naram-Sin, rey de Acad

LOS HECHOS

A Sargón le sucedió, como se sabe ahora, su hijo Rimush (2279-2270), que reinó 9 años. Otros hijos suyos fueron Ibarim y Amal-Ishdagal. El nombre Rimush se ha leído Urumush, pero la ciudad Rimush en una inscripción de Naram-Sin y en una tablilla de Drehem indica la verdadera traducción. Rimush está estrechamente asociado en la historia con su sucesor Manishtusu por el hecho de que ambos emplearon el título de “Rey de dominio universal”, y durante muchos años los asiriólogos los consideraron reyes de Kish.

Cuando subió al trono encontró a Sumeria y Elam en revuelta, como cabía esperar del final del reinado de Sargón. Un tal Enimazag se proclamó rey de Ur y ya varias ciudades del sur reconocían su autoridad. Rimush asoló Ur y Umma, tomando varios miles de prisioneros, y alcanzó las costas del mar inferior. Kazalla, que se había rebelado de nuevo contra el imperio, fue sometida a su regreso de Sumer. Der, en la frontera elamita, también fue sometida. Aunque Sargón había conquistado Elam y Barakhsi, Rimush se vio obligado a reducirlos de nuevo. Abalgamash, rey de Barakhsi, entre Susa y Awan, fue derrotado en batalla y su gobernador, Sidgau, fue capturado. Rimush afirma haber gobernado la tierra de Elam, y de hecho este belicoso pueblo parece haberse sometido realmente a los reyes de Acad durante un largo periodo. Asumió el título de destructor de Barakhsi y Elam, y afirma haber gobernado las tierras desde el Golfo Pérsico hasta el Mar Mediterráneo, y todas las tierras montañosas con lo que probablemente se refiere a Elam, Commagene y Siria. Mantuvo intacto el vasto imperio de Sargón y preparó una poderosa herencia para el reinado más glorioso del periodo, el de Naram-Sin.

Al igual que Sargón, terminó su carrera en la desgracia y los libros de augurios babilónicos conservan tradiciones de su calamidad. Dos libros de hígados conservan un mal presagio de Rimush que precedió a su muerte. Ilustran el método de adivinación. El lobus caudatus era como una luna nueva y los hijos del palacio se levantaron y mataron a Rimush con sus sellos. La parte superior de la vesícula biliar se volvió hacia una ampolla en la superficie del hígado y encerró marcas que parecían armas, y los de su casa se levantaron y lo mataron. Los hijos del palacio en las inscripciones de Sargón y Rimush se refieren a los funcionarios de Agade, y la afirmación de que los conspiradores mataron al rey con sus sellos es totalmente creíble, ya que los sellos de la época destacan por su extraordinario tamaño y belleza.

Su sucesor, Manishtusu (2269-2255), ha sido considerado comúnmente como hijo de Sargón; las tradiciones coinciden en que su propio sucesor, Naram-Sin, era su hermano y, por tanto, hijo de Sargón. Su nombre, de origen semítico, significa probablemente ¿Quién puede (desarraigar) sus cimientos? Entre las principales fuentes para la historia de su reinado se encuentran una gran piedra cruciforme con doce columnas, principalmente relacionada con la restauración del templo y el culto al dios solar Shamash de Sippar, y un gran obelisco, que registra en 76 columnas los detalles de su compra de cuatro haciendas. Este último contiene el nombre de un testigo, Sharru-kin-ili, Sargón es mi dios.

El fundador del reino no recibió realmente honores divinos; pero un nombre propio de este tipo en tiempos de su sucesor prueba que era considerado al menos semidivino por sus súbditos de Agade.

Naram-Sin, el amado del dios Luna, fue el cuarto rey de Agade, y la tradición babilónica afirma invariablemente que era hijo de Sargón. Puesto que hay que asignar al menos 22 años a los reinados de Manishtusu y Rimush, y puesto que Sargón murió en su vejez, es difícil creer que Naram-Sin fuera hijo de Sargón. Si concedemos 22 años a sus dos predecesores, y suponemos que nació 20 años antes de la muerte de Sargón, podría haber ascendido al trono a la edad de 42 años. La lista dinástica de Nippur tiene 56 para los años de su reinado, y esto le daría una edad de 98 años.

Las inscripciones de su propia época dan casi invariablemente a Naram-Sin el rango de deidad; pero los cronistas posteriores omiten el signo de dios delante de su nombre, como hacen en el caso de los nombres de todos los reyes históricos de Sumer y Acad que habían sido deificados. La deificación de los emperadores romanos comenzó en las provincias griegas mucho antes de que la institución llegara a la propia Roma, y la tendencia a deificar, que era uno de los aspectos más importantes de la religión sumeria, armonizaba con la creencia en el sacerdocio de los reyes.

Los antiguos patesis, o reyes-ciudad, eran sacerdotes de los dioses, y el título, patesi de una deidad patrona, se conservó incluso cuando se convirtieron en jefes de reinos. Tres reyes de la dinastía sumeria prehistórica de Erec habían disfrutado de la apoteosis. Eannatum y sus sucesores en Lagash fueron aclamados como niños que se habían nutrido de la leche de la diosa-madre, y se decía que Lugal-Zaggisi era hijo de Nidaba, la diosa-madre de su ciudad natal, Umma, y se había alimentado de la leche de la gran Ninkharsag. Ya en la Sumeria presargónica se comparaba a los reyes humanos con Tammuz, el hijo divino de Innini, el principal tipo de diosa-madre. La creencia en el origen divino del rey se basa en su supuesto nacimiento milagroso de una de las diosas-madre solteras. La institución fue posible gracias al antiquísimo culto a Tammuz, el hijo moribundo de Innini. Las únicas inscripciones de la época de Naram-Sin que omiten el título divino son una inscrita en un vaso procedente de Magan y hallada en Babilonia, es decir, cerca de su propia capital, y otra escrita por su hijo Lipitili. Una tablilla-copia de las inscripciones de sus monumentos dedicados en E-kur en Nippur omite el determinativo de dios, pero sus historiadores privaron habitualmente a los reyes antiguos de este título.

El orden de los acontecimientos en su reinado es incierto. Los zócalos de piedra caliza del templo del dios Lugal-maradda, construido por Lipitili, patesi en Maradda, tienen una introducción histórica que afirma que el edificio fue erigido el año después de que Naram-Sin hubiera derrotado a nueve ejércitos y capturado a sus tres reyes. Estos tres reyes fueron llevados prisioneros ante Enlil, al igual que Sargón había llevado encadenado a Lugal-Zagesi ante el mismo dios en Nippur. En virtud de su vasto imperio, Naram-Sin asumió aquí el título de rey de las cuatro regiones, y en adelante se abandonó el título de “rey del dominio universal”, y Kish, celoso de la nueva capital en Akkad, organizó una gran coalición contra él. Esto explica probablemente el rechazo del título que en sí mismo reconocía las antiguas prerrogativas de Kish.

LAS CONQUISTAS DE NARAM-SIN

Las cuatro regiones se rebelaron bajo Ipkhur-Kish de Kish, y entre las principales ciudades de la coalición figuran las principales ciudades de su propia tierra Akkad, cuatro ciudades de Elam y Erech, la mayor ciudad de Sumer. Se refiere a la ingratitud de Kish, que había sido liberada por su padre Sargón de su opresión por el rey de Erec, y ahora se había rebelado contra el hijo de su libertador y se había unido a sus antiguos enemigos. Al parecer, más de la mitad de su propia provincia semítica se había sublevado; incluso Sippar, a pocas millas de su capital y centro del culto al antiguo dios-sol semítico, se encontraba entre sus enemigos. Ipkhur-Kish, el jefe de la coalición, reunió a sus ejércitos en las fortalezas de Tiwa y Urumum en la llanura de Sinâ y en la fortaleza de Bit-Sabad, el templo de Gula. (El templo de Gula en Babilonia se llamaba E-sabad.) La inscripción termina abruptamente con los nombres de diez reyes y no da ninguna información sobre su victoria. Estos diez reyes no parecen haber estado en la coalición que elevó a Ipkhur-Kish a la realeza; son más bien un resumen de las expediciones e invasiones de Naram-Sin.

La lista comprende (1) Puttimadal, rey de Shimurru, una tierra al oeste de los montes Zagros. (2) Inmash de Namar, en la región de Samarra, al este del Tigris. Tres siglos después vivía aquí un pueblo hitita mitanio, e In, “señor”, la primera sílaba del nombre Inmash (o Inbar), sugiere la presencia ya de un pueblo mitanio. El tercero de la lista es Rish-Adad, rey de Apirak, cuya conquista fue considerada por los cronistas posteriores como el acontecimiento más importante del reinado de Naram-Sin. También los presagios otorgan a esta gesta el primer lugar en su carrera. Apirak puede ser idéntica a Abiak, una ciudad cercana a Timtab. Su rey, Rish-Adad, así como su posterior patesi, Sharrubani, llevan nombres semitas.

En el obelisco de Manishtusu los nombres de la mayoría de los ciudadanos de Timtab son semíticos. Kazalla, la provincia elamita en la que se encontraban Timtab, Apirak y Awan, tenía todavía un rey elamita en tiempos de Sargón; pero los nombres de sus ciudadanos y patesis en el periodo posterior de Ur son en su mayoría semitas. Estos hechos son importantes para las condiciones raciales de los pueblos al este del Tigris, en la zona de los Zagros, en la primera mitad del tercer milenio. En las regiones elamitas al sur del Diyala hay semitas que evidentemente no son nativos sino inmigrantes de Akkad, para quienes las repetidas invasiones de los reyes de Akkad habían preparado el camino. Al norte de la Diyala los pueblos hitita-mitanni parecen haber ocupado las colinas de Shimurru y las llanuras del Tigris por encima del Adhem, así como la llanura central de Subartu. Aquí mantuvieron durante siglos una tenaz resistencia frente a los semitas, que también empujaban hacia el norte a lo largo del Éufrates. En Lulubu, poco después del periodo de Akkad, reinó Annubanini; en la estela de Seripul este rey está representado en bajorrelieve con barba poblada y labios afeitados de pie ante una figura bien esculpida de la diosa semítica de la guerra, Ishtar. La inscripción está escrita en semítico, pero demuestra que la religión de Lulubu en el siglo XXVII era sumeria, como la de los semitas de Acad. El propio rey, tal y como está representado aquí, difícilmente es semita, y se ha argumentado que su nombre y los de su esposa y su hermano pertenecen a las lenguas caspio-elamitas.

El cuarto de la lista es Migir-Dagan, rey de Maer. La presencia de un reino semita en el antiguo distrito sumerio de Maer, en Siria, a orillas del Éufrates, es otro indicio del poder semita en Mesopotamia. La importante deidad Dagan, que aparece aquí por primera vez, parece haber sido el dios prehistórico de la tierra de Maer cuya capital era Tirka, actualmente la aldea Isharah en el Éufrates bajo la desembocadura del río Khabur.

El quinto y sexto reyes son Khubtakkibi de Markhashi y Dukhsusu de Mardaman, de los cuales el último, como el primero, estuvo probablemente en Elam. El séptimo de la lista es Manium, rey de Maganna(ki). Los cronistas consideran la conquista de Magan como el acontecimiento de segunda importancia en el reinado de Naram-Sin, y los libros de presagios recogen también los signos en el hígado que condujeron al sometimiento de la "Tierra Maganna". La Crónica afirma que se dirigió a Maganna y capturó a Mannu-dannu, su rey. Un jarrón de mármol de Magan, con la inscripción “Naram-Sin, rey de las cuatro regiones, un jarrón, botín de Magan, fue llevado a Elam”, y se ha recuperado un fragmento en Susa. Naram-Sin hizo una estatua de sí mismo de diorita que trajo de las montañas de Magan, y que dedicó a Shamash en Sippar; y este objeto también fue saqueado por los elamitas, y mutilado todo excepto los pies y la base. Según la inscripción fragmentaria, derrotó a Magan y capturó a su rey Manium al año siguiente de haber derrotado a nueve ejércitos y atado a sus tres reyes. El nombre completo de este rey puede haber sido, por tanto, Mannu-dannu, Quien es poderoso. Magan, un compuesto del sumerio Ma, 'barco', se llamaba así porque sus habitantes eran gente de mar; y un texto de la época de Dungi de Lagash habla de los constructores de barcos de Magan. Las inscripciones sumerias combinan sistemáticamente Magan con Melukhkha, que más tarde en todo caso es Etiopía, pero que originalmente designaba Omán y la parte árabe del Golfo Pérsico. Las fechas de Magan y Melukhkha se asocian con las de Dilmun en el Golfo Pérsico. Magan era llamada la montaña del cobre, y su famosa diorita negra difiere geológicamente de la diorita egipcia. Una epopeya sumeria relativa a los destinos decretados por el dios de la guerra Ninurasha para varias piedras hablaba de la montaña Makkan como la tierra de la dolerita. También Gudea menciona la madera procedente de Magan, Melukhkha, Gubin y Dilmun. Magan, o Makkan, era una tierra costera del Golfo Pérsico, probablemente la moderna el-Hasa, y la clásica Gerra. Era una tierra famosa también por las cabras, y en la leyenda sumeria de Dilmun, o Epopeya del Paraíso, la deidad de Magan se llama Nindulla, “reina de los rebaños”. La referencia a Magan como la montaña de cobre parece indicar la inclusión del Jebel Akhdar de Oman donde todavía se encuentra cobre.

Manium de Magan fue honrado dándole su nombre a la ciudad Manium-(ki), que se menciona en un registro del templo del periodo de Dungi, cuatro siglos después de Naram-Sin. Los habitantes de Magan eran sumerios leales que enviaban tributos a los grandes cultos de Sumer. La tierra también era famosa por la piedra llamada gug (sumeria) o samtu (asiria), que se supone que es el shohan hebreo (?ónice, berilo).

Una antigua ruta de caravanas atraviesa la península arábiga desde Jidda pasando por La Meca y el Jebel Shammar y llega hasta Babilonia en la región de Babilonia. Se trata de la histórica ruta de peregrinación de los mahometanos orientales hacia La Meca. Un ramal norte de esta ruta desde Yambu el-Bahr y Medina se une a la carretera principal en el Jebel Sham-mar. Puede esperarse razonablemente un reino semita, en la época de Naram-Sin, en el Hiyaz y en la tierra de los minaos y la lengua estaría naturalmente estrechamente relacionada con la babilónica. La conquista de esta región pudo realizarse por la ruta terrestre a través del Jebel Shammar, o más probablemente por el largo viaje marítimo a través de Dilmun, Gubin y Melukhkha. Gudea habla de traer piedras de tierras distantes un año entero de viaje; y desde la época de Naram-Sin en adelante la estatuaria y los monumentos esculpidos de Sumer y Akkad están hechos principalmente de diorita de Magan. Por estas razones muchos eruditos han sostenido que Manium era semita y que Magan incluía el Sinaí e incluso Egipto, pero el estudio geográfico de Sargón, que afirma que se llegó a Melukhkha tras una marcha de 120 horas desde el embalse del Éufrates, fija de inmediato la ubicación general de nueve ejércitos con sus tres reyes y en la invasión de Magan. El título de conquistadores de nueve ejércitos, que asume en la estatua de Susa y en la inscripción del templo de Maradda, se refiere probablemente a la rebelión de Erech, Umma y Nippur, cuyos reyes, Lugal-Anna, Arad-Enlil y Amar-Enlil, son los últimos de los diez. Tras la conquista de estas tierras marítimas emprendió la invasión de Magan. A su regreso de esa región encontró a Akkad, Sumer y Elam en revuelta. Es sorprendente que Naram-Sin dispusiera de los recursos militares necesarios para hacer frente a semejante oposición. Poco de su propia Akkad le permaneció leal. Ciertamente, Maer y las provincias occidentales conquistadas para Akkad por sus predecesores no tenían ningún interés en ayudarle a sofocar la rebelión. Su supervivencia debe atribuirse a un ejército bien organizado y entrenado para la obediencia y la lealtad por sus predecesores. Al igual que Sargón, también invadió Siria y llegó hasta el mar. Una tablilla de piedra perforada, utilizada como pedestal para un emblema, y un vaso de mármol, dedicado al templo de Lagash, llevaban inscritos el registro de sus victorias en el lejano oeste: “El divino Naram-Sin, el poderoso rey de las cuatro regiones, heridor de Armanu e Ibla”. Una figura de pie del rey en bajorrelieve se conserva en las tierras montañosas del Kurdistán, en Pir Hussein, una aldea a 32 kilómetros al noreste de Diarbekr, en el Ambar Su, un brazo del Tigris. Lleva el kaunakes sumerio de la época drapeado desde el hombro izquierdo, y agarra la empuñadura de una espada con la mano derecha en actitud de defensa. La mano izquierda, ceñida a la cintura, sostiene el asta de un cetro. Una inscripción en cuatro columnas, muy deteriorada, hace referencia a la realización de la estela y pronuncia una maldición sobre aquel que la destruya. De una frase que hace retroceder el pecho se desprende que se opuso a los invasores, posiblemente los hititas, que pretendían descender sobre Mesopotamia desde más allá del Tauro.

NARAM-SIN Y LA ESTELA DE LA VICTORIA

El monumento más famoso de Naram-Sin es su notable Estela de la Victoria dedicada al dios sol en Sippar y llevada a Susa por Shutruk-Nakhkhunte. El monumento es de arenisca amarilla probablemente obtenida del Kurdistán y transportada a Sippar. El rey vestido de semita asciende a una montaña junto a uno de cuyos picos se arrodillan en súplica sus enemigos conquistados. El campo de la cima de la estela está ocupado por estrellas de ocho puntas con rayos fluyentes, insignias de Ishtar la diosa de Akkad y genio de la guerra. La delicada pero firme ejecución de cada figura, la sencillez y la fuerza de la composición, revelan un arte imperial y prueban que los escultores de Akkad eran algo más que artesanos provincianos. Parece revelar inequívocamente la influencia del arte egipcio de las dinastías II y III. Shutruk-Nakhkhunte, justamente orgulloso de la magnífica estela que había saqueado de Sippar, inscribió su propia inscripción anzanita en una superficie que no ha destruido las figuras. La inscripción original, de la que están destruidas todas las palabras excepto unas pocas, relataba cómo los reyes de las tierras situadas al este del Tigris, en los montes Zagros, incluido Lulubu, se reunieron para oponerse al divino Naram-Sin.

La estatua de Naram-Sin en E-kur dedicada a Enlil se refiere a su conflicto con Kharshamatki, señor de Aram y Am en la montaña Tibar, posiblemente idéntica a la tierra Tabal de las inscripciones asirias y al pueblo Tibareni de la geografía clásica. En la época asiria esta tierra, la Tubal de Ezequiel, se encontraba considerablemente al sur de su emplazamiento posterior a orillas del Mar Negro. La conquista de Aram y Am posiblemente formó parte de la expedición al Kurdistán conmemorada por la estela cerca de Diarbekr, e indicaría que este enérgico guerrero avanzó más allá del Antitauro en Armenia. De ser así, su imperio pudo haberse extendido desde Armenia hasta las orillas del Golfo Pérsico y el Mar Rojo, desde Elam y los montes Zagros hasta la costa mediterránea. Las cuatro regiones se inclinaban ante él al unísono, así reza un fragmento de estatua; y la mejor prueba del reconocimiento de su autoridad en todo este gran imperio es la existencia de los documentos escritos de los patesis, algunos de ellos sus propios hijos, a los que nombró en diversas ciudades. Su hijo Lipitili recibió la provincia de Maradda. Otro hijo, Nabi-Kibmash, fue nombrado patesi de Tutu-(ki), cuya hija, Lipushiaum, era músico del templo de Sin (en Ur). Un tercer hijo, Bingalisharri, al parecer no recibió una provincia.

Los reyes de Akkad nombraron patesis sumerios nativos sobre las antiguas ciudades del sur, pero desconfiaron de los elamitas y nombraron patesis semitas para Susa. Una tablilla fragmentaria escrita en anzanita parece ser un tratado entre Naram-Sin y un rey de Elam. El enemigo de Naram-Sin es mi enemigo y el amigo (?) de Naram-Sin es mi amigo (?) es la frase más destacada de este documento, que sigue a la invocación de una larga lista de dioses elamitas y del dios Amal, de Akkad. La información de este importante documento, la inscripción anzanita más antigua conocida, es exigua, pero confirma la sumisión de Elam al imperio de Akkad.

LAGASH Y NIPPUR BAJO NARAM-SIN

Lugal-ushumgal, patesi de Lagash, parece haber ejercido una marcada influencia en los asuntos de su ciudad. Ascendió a la prefectura de su ciudad desde el cargo de escriba, y fue uno de los enérgicos patesis que revivieron la cultura y el arte de Lagash. Esta ciudad, bajo el benéfico gobierno de Akkad, ya no se vio avergonzada por los celos de sus vecinos y ahora comienza un periodo de glorioso renacimiento que culmina con el reinado del famoso Gudea. Lugal-ushumgal mostró su gratitud al emperador dedicando su sello al divino Naram-Sin, el poderoso, el dios de Akkad; también gozó del patrocinio de Sharkalisharri, que le mantuvo en el cargo. Revivió el antiguo método Lagash de fechar las tablillas por el año de su patesiato, un procedimiento inusual para un patesi que debía adoptar el sistema oficial del imperio. Se han recuperado varios de sus registros comerciales, principalmente la compra de esclavos; los nombres de los ciudadanos de Lagash siguen siendo casi exclusivamente sumerios, pero aparecen palabras semíticas en las cartas y contratos de la época en Lagash. Esto revela el creciente protagonismo de lo semita en Sumer. Los archivos estatales prueban que Lagash enviaba a Akkad cuantiosos tributos en grano, ovejas y ganado, oro y plata, sal y pescado, de los que el rey y la reina recibían las porciones principales. Lagash también estaba obligada a enviar relevos de trabajadores y obreros cualificados a la capital. La oficina administrativa de los asuntos de estado bajo el imperio de Agade se encontraba en la parte occidental de la ciudad, a cierta distancia de los antiguos archivos de la ciudad. La frecuente mención de Lugal-ushumgal, el patesi, en los registros estatales de Lagash en este periodo demuestra que administró los asuntos de la provincia con éxito durante un largo periodo.

Nippur, por otra parte, no parece haber poseído hombres de gran capacidad administrativa que figuren ampliamente en la historia de la ciudad y del periodo. Pero el prestigio religioso de la ciudad gozó de la benevolencia de los emperadores, y tres tablillas de Lagash están fechadas con la fórmula: En el año en que el divino Naram-Sin puso los cimientos del templo de Enlil en Nippur y del templo de Innini en Ninni-Ab' (al sur de Nippur hacia Umma).

La gran reputación de Naram-Sin como constructor de templos queda especialmente patente en las inscripciones de los últimos reyes de Babilonia, Nabucodonosor y Nabónido. Nabucodonosor afirma haber reconstruido el templo de Maradda sobre los antiguos cimientos de Naram-Sin, pero no menciona a su hijo, Lipitili, que en realidad construyó el templo para su padre. Nabónido, en sus relatos sobre la reconstrucción de E-barra, el templo del dios sol en Sippar, dice que excavó hasta los cimientos de Naram-Sin, que reinó 3200 años antes de su propia obra en Sippar (553). La fecha (3753) que así le asigna el anticuario real no puede ser correcta. Sus construcciones en Nippur y Adab se encuentran sólo uno o dos pies por debajo de las obras del siguiente gran restaurador de templos sumerios, Ur-Engur, que reinó a principios del siglo XXV; y entre la dinastía de Akkad y la de Ur-Engur la lista dinástica da un periodo de sólo 151 años más una dinastía desconocida en Uruk, a la que pueden asignarse 50 años. Las cifras de Nabonido para Naram-Sin son casi exactamente 1000 años demasiado altas.

 

SHAR-KALI-SHARRI

(2217-2193 A.C.)