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SEGUNDA PARTE.
PREDICACION DE JESÚS EN GALILEA
Capítulo
3 |
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Presentación
de Juan a Israel |
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1 |
El
año quintodécimo del imperio de Tiberio César, siendo gobernador
de Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes, y Filipo,
su hermano, tetrarca de Iturea y de la Traconítíde, y Lisania
tetrarca de Abilene, |
2 |
bajo
el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de
Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto, |
3 |
y
vino por toda la región del Jordán predicando el bautismo
de penitencia en remisión de los pecados, |
4 |
según
está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
“Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del
Señor, enderezad sus sendas. |
5 |
Todo
barranco será rellenado; y todo monte y collado allanado;
y los caminos tortuosos rectificados; y los ásperos igualados. |
6 |
Y
toda carne verá la salvación de Dios. |
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Predicación
del Bautista |
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7 |
Decía,
pues, a las muchedumbres que venían para ser bautizadas por
él: Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira
que llega? |
8 |
Haced,
pues, dignos frutos de penitencia y no andéis diciéndoos:
Tenemos por padre a Abraham. Porque yo os digo que puede Dios
suscitar de estas piedras hijos a Abraham. |
9 |
Ya
el hacha está puesta a la raíz del árbol; todo árbol que no
dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. |
10 |
Las
muchedumbres le preguntaban: Pues ¿qué hemos de hacer? |
11 |
El
respondía: El que tiene dos túnicas, dé una al que no la tiene,
y el que tiene alimentos haga lo mismo. |
12 |
Vinieron
también publicanos a bautizarse y le decían: Maestro, ¿qué
hemos de hacer? |
13 |
Y
les contestaba: No exigir nada fuera de lo que está tasado. |
14 |
Le
preguntaban también los soldados: Y nosotros, ¿qué hemos de
hacer? Y les respondía: No hagáis extorsión a nadie, ni denunciéis
falsamente y contentaos con vuestra soldada. |
15 |
Hallándose
el pueblo en ansiosa expectación y pensando todos entre sí
de Juan si sería el Mesías, |
16 |
Juan
respondió a todos diciendo: Yo os bautizo en agua, pero llegando
está otro más fuerte que yo, a quien no soy digno de soltarle
la correa de las sandalias: Él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego. |
17 |
En
su mano tiene el bieldo para limpiar la era y almacenar el
trigo en su granero, mientras quemará la paja con fuego inextinguible. |
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Prisión
de Juan |
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18 |
Muchas
veces, haciendo otras exhortaciones, evangelizaba al pueblo. |
19 |
Pero
el tetrarca Herodes, reprendido por él a causa de Herodías,
la mujer de su hermano, y por todas las maldades que cometía, |
20 |
añadió
ésta a todas las otras, encarcelando a Juan. |
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Bautismo
de Jesús |
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21 |
Aconteció,
pues, cuando todo el pueblo se bautizaba, que, bautizado Jesús
y orando, se abrió el cielo |
22 |
y
descendió el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma,
sobre El, y se dejó oír del cielo una voz: “Tú eres mi Hijo
amado, en ti me complazco.” |
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Genealogía
de Jesús |
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23 |
Jesús,
al empezar, tenía unos treinta años, y era, según se creía,
hijo de José, hijo de Helí, |
24 |
hijo
de Matat, hijo de Leví, hijo de Melquí, hijo de Janai, hijo
de José, |
25 |
hijo
de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahúm, hijo de Esli, hijo
de Nagai, |
26 |
hijo
de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semein, hijo de Josec,
hijo de Joda, |
27 |
hijo
de Joanán, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel,
hijo de Neri, |
28 |
hijo
de Melquí, hijo de Addi, hijo de Cosam, hijo de Elmadam, hijo
de Er, |
29 |
hijo
de Jesús, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat, hijo
de Leví, |
30 |
hijo
de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonam, hijo
de Eliaquim, |
31 |
hijo
de Melea, hijo de Menna, hijo de Mattata, hijo de Natam, hijo
de David, |
32 |
hijo
de Jesé, hijo de Jobed, hijo de Booz, hijo de Sala, hijo de
Naasón, |
33 |
hijo
de Aminadab, hijo de Admín, hijo de Arni, hijo de Esrom, hijo
de Fares, hijo de Judá, |
34 |
hijo
de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo
de Najor, |
35 |
hijo
de Seruc, hijo de Ragau, hijo de Falec, hijo de Eber, hijo
de Sala, |
36 |
hijo
de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo
de Lamec, |
37 |
hijo
de Matusalá, hijo de Enoc, hijo de Jaret, hijo de Maleleel,
hijo de Cainán, |
38 |
hijo
de Enós, hijo de Set, hijo de Adam, hijo de Dios. |
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Capítulo
4 |
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La
tentación en el desierto |
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1 |
Jesús,
lleno del Espíritu Santo, se volvió
del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto |
2 |
y
tentado allí por el diablo durante cuarenta días. No comió
nada en aquellos días, y pasados, tuvo hambre. |
3 |
Díjole
el diablo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta
en pan. |
4 |
Jesús
le respondió: “No sólo de pan vive el hombre.” |
5 |
Llevándole
a una altura, le mostró desde allí, en un instante, todos
los reinos del mundo, |
6 |
y
le dijo el diablo: Todo este poder y su gloria te daré, pues
a mí me ha sido entregado, y a quien quiero se lo doy; |
7 |
si,
pues, te postras delante de mí, todo será tuyo. |
8 |
Jesús,
respondiendo, le dijo: Está escrito: “Al Señor tu Dios adorarás
y a El sólo servirás.” |
9 |
Le
condujo después a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de
Dios, échate de aquí abajo; |
10 |
porque
escrito está: “A sus ángeles ha mandado sobre ti para que
te guarden |
11 |
y
te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra las
piedras.” |
12 |
Respondiendo,
díjole Jesús: Dicho está: “No tentarás al Señor tu Dios.” |
13 |
Acabado
todo género de tentaciones, el diablo se retiró de El hasta
el tiempo determinado. |
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Vuelta
de Jesús a Galilea |
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14 |
Jesús,
impulsado por el Espíritu, se volvió a Galilea. Su fama corrió
por toda la región; |
15 |
enseñaba
en las sinagogas, siendo celebrado por todos. |
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Jesús
en Nazaret |
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16 |
Vino
a Nazaret, donde se había criado, y, según costumbre, entró
el día de sábado en la sinagoga y se levantó para hacer la
lectura. |
17 |
Le
entregaron un libro del profeta Isaías, y, desenrollándolo,
dio con el pasaje donde está escrito: |
18 |
“El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar
a los pobres; me envió a predicar a los cautivos la libertad,
a los ciegos la recuperación de la vista; para poner en libertad
a los oprimidos, |
19 |
para
anunciar un año de gracias del Señor.” |
20 |
Y
enrollando el libro, se le devolvió al servidor y se sentó.
Los ojos de cuantos había en la sinagoga estaban fijos en
El. |
21 |
Comenzó
a decirles: Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír. |
22 |
Todos
le aprobaban, Y maravillados de las palabras de gracia que
salían de su boca, decían: ¿No es éste el hijo de José? |
23 |
El
les dijo: Seguro que me diréis este proverbio: Médico, cúrate
a ti mismo; todo cuanto hemos oído que has hecho en Cafarnaúm,
hazlo aquí en tu patria. |
24 |
El
les dijo: En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido
en su patria. |
25 |
Pero
en verdad os digo también que muchas viudas había en Israel
en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años
y seis meses y sobrevino una gran hambre en toda la tierra, |
26 |
y
a ninguna de ellas fue enviado Elias sino a Sarepta de Sidón,
a una mujer viuda. |
27 |
Y
muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Elíseo, y ninguno de ellos fue limpiado, sino
el sirio Naamán. |
28 |
Al
oír esto se ellenaron de cólera cuantos estaban en la sinagoga, |
29 |
y
levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron
a la cima del monte sobre el cual está edificada su ciudad,
para precipitarle de allí; |
|
pero
El, atravesando por medio de ellos, se fue. |
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En
la sinagoga de Cafarnaúm |
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31 |
Bajó
a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y les enseñaba los días de
sábado, |
32 |
y
se maravillaban de su doctrina, porque su palabra iba acompañada
de autoridad. |
33 |
Había
en la sinagoga un hombre poseído del espíritu de un demonio
impuro que gritaba a grandes voces: |
34 |
¡Ah!
¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido
a perdernos? Bien sé quién eres, el Santo de Dios. |
35 |
Jesús
le ordenó diciendo: Cállate y sal de él. El demonio, arrojando
al poseso en medio, salió de él sin hacerle daño. |
36 |
Quedaron
todos pasmados, y mutuamente se hablaban, diciendo: ¿Qué palabra
es ésta, que con autoridad y poder impera a los espíritus
impuros y salen? |
37 |
Por
todos los lugares de la comarca se divulgó su fama. |
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Curación
de la suegra de Pedro |
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38 |
Saliendo
de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón
estaba con una gran calentura,
y le rogaron por ella. |
39 |
Acercándose,
mandó a la fiebre, y la fiebre la dejó. Al instante se levantó
y les servía. |
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Nuevas
curaciones |
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40 |
Puesto
el sol, todos cuantos tenían enfermos de cualquier enfermedad
los llevaban a El, y El, imponiendo a cada uno las manos,
los curaba. |
41 |
Los
demonios salían también de muchos gritando y diciendo: Tú
eres el Hijo de Dios. Pero El los reprendía y no los dejaba
hablar, porque conocían que era El el Mesías. |
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Jesús sale de Cafarnaúm |
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42 |
Llegando
el día, salió y se fue a un lugar desierto; las muchedumbres
le buscaban, y, viniendo hasta El, le retenían para que no
se partiese de ellos. |
43 |
Pero
El les dijo: Es preciso que anuncie también el Reino de Dios
en otras ciudades, porque para esto he sido enviado. |
44 |
E
iba predicando por las sinagogas de Judea. |
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Capítulo
5 |
|
La
pesca milagrosa |
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1 |
Agolpándose
sobre El la muchedumbre para oír la palabra de Dios, y hallándose
junto al lago de Genesaret, |
2 |
vio
dos barcas que estaban al borde del lago; los pescadores,
que habían bajado a ellas, lavaban las redes. |
3 |
Subió,
pues, a una de las barcas, que era la de Simón, y le rogó
que se apartase un poco de tierra, y, sentándose, desde la
barca enseñaba a las muchedumbres. |
4 |
Así
que cesó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro y echad
vuestras redes para la pesca. |
5 |
Simón
le contestó y dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando
y no hemos pescado nada; mas, porque tú lo dices, echaré las
redes. |
6 |
Haciéndolo,
tomaron una gran cantidad de peces, tanto que las redes se
rompían, |
7 |
e
hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que
vinieran a ayudarles. Vinieron y llenaron las dos barcas,
tanto que se hundían. |
8 |
Viendo
esto Simón Pedro, se postró a los pies de Jesús, diciendo:
Señor, apártate de mí, que soy hombre pecador. |
9 |
Pues
así él como todos sus compañeros habían quedado sobrecogidos
de espanto ante la pesca que habían hecho, |
10 |
e
igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios
de Simón. Dijo Jesús a Simón: No temas; en adelante vas a
ser pescador de hombres. |
11 |
Y
atracando a tierra las barcas, lo dejaron todo y le siguieron. |
|
|
|
Curación
de un leproso |
|
|
12 |
Estando
en una ciudad, un hombre cubierto de lepra, viendo a Jesús,
se postró de hinojos ante El y le suplicó, diciendo: Señor,
si quieres, puedes limpiarme. |
13 |
Extendiendo
El la mano, le tocó, diciendo: Quiero, sé limpio. Y luego
desapareció la lepra. |
14 |
Y
le encargó: No se lo digas a nadie, sino vete y muéstrate
al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que prescribió Moisés,
para que les sirva de testimonio. |
15 |
Cada
vez se extendía más su fama, y concurrían numerosas muchedumbres
para oírle y ser curados de sus enfermedades, |
16 |
pero
El se retiraba a lugares solitarios y se daba a la oración. |
|
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|
Curación
de un paralítico |
|
|
17 |
Sucedió
un día que, mientras enseñaba, estaban sentados algunos fariseos
y doctores de la Ley, que habían venido de todas las aldeas
de Galilea, y de Judea, y de Jerusalén, y la virtud del Señor
estaba en El para curar. |
18 |
Y
he aquí que unos hombres que traían en una camilla un paralítico
buscaban introducirle y presentárselo; |
19 |
pero,
no encontrando por dónde meterlo, a causa de la muchedumbre,
subieron al terrado y por el techo le bajaron con la camilla
y le pusieron en medio, delante de Jesús. |
20 |
Viendo
su fe, dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. |
21 |
Comenzaron
a murmurar los escribas y fariseos, diciendo: ¿Quién es éste,
que así blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo
Dios? |
22 |
Conociendo
Jesús sus pensamientos, respondió y les dijo: |
23 |
¿Por
qué murmuráis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir:
Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? |
24 |
Pues
para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder sobre la
tierra para perdonar los pecados — dijo al paralítico — :
A ti te digo, levántate, toma la camilla y vete a casa. |
25 |
Al
instante se levantó delante de ellos, tomó la camilla en que
yacía y se fue a casa, glorificando a Dios. |
26 |
Quedaron
todos fuera de sí, glorificando a Dios, y, llenos de temor,
decían: Hoy hemos visto cosas increíbles. |
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Vocación
de Leví |
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27 |
Después
de esto salió y vio a un publicano por nombre Leví, sentado
al telonio, y le dijo: Sígueme. |
28 |
El,
dejándolo todo, se levantó y le siguió. |
29 |
Leví
le ofreció un gran banquete en su casa, con asistencia de
gran multitud de publícanos y otros que estaban recostados
con ellos. |
30 |
Los
fariseos y los escribas murmuraban hablando con los discípulos:
¿Por qué coméis y bebéis con publícanos y pecadores? |
31 |
Respondiendo
Jesús les dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino
los enfermos, |
32 |
y
no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores
a penitencia. |
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|
|
Por
qué no ayunan los discípulos de Jesús |
|
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33 |
Ellos
le dijeron: Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y
hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos; pero tus
discípulos comen y beben. |
34 |
Respondióles
Jesús: ¿Queréis vosotros hacer ayunar a los convidados a la
boda mientras con ellos está el esposo? |
35 |
Días
vendrán en que les será arrebatado el esposo; entonces, en
aquellos días, ayunarán. |
36 |
Y
les dijo una parábola: Nadie pone un remiendo de paño nuevo
a un vestido viejo; de lo contrario, romperá el nuevo, y el
remiendo tomado del vestido nuevo
no ajustará sobre el viejo. |
37 |
Ni
echa nadie el vino nuevo en cueros viejos; de lo contrarío,
el vino nuevo romperá los cueros viejos y se derramará, y
los cueros se perderán; |
38 |
sino
que el vino nuevo se echa en cueros nuevos, |
39 |
y nadie que tenga vino añejo quiere el nuevo, porque dice:
El añejo es mejor. |
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Capítulo
6 |
|
Sobre
la observancia del sábado |
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1 |
Aconteció
que un sábado, atravesando El por los sembrados, sus discípulos
arrancaban espigas, y, frotándolas con las manos, las comían. |
2 |
Algunos
fariseos dijeron: ¿Cómo hacéis lo que no está permitido en
sábado? |
3 |
Jesús
les respondió: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvo
hambre él y sus acompañantes? |
4 |
¿Cómo
entró en la casa de Dios y, tomando
los panes de la proposición, comió y dio a los que venían
con él, siendo así que no es lícito comerlos sino sólo a los
sacerdotes? |
5 |
Y
les dijo: Dueño es del sábado el Hijo del hombre. |
6 |
Otro
sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba; y había allí un
hombre que tenía una mano seca. |
7 |
Le
observaban los escribas y fariseos para ver si curaría en
día de sábado, a fin de tener de qué acusarle. |
8 |
El,
que conocía los pensamientos suyos, dijo al hombre de la mano
seca: Levántate y ponte en medio. El, levantándose, se quedó
en pie. |
9 |
Díjoles
Jesús: Voy a haceros una pregunta: si es lícito hacer bien
o mal en sábado, salvar un alma o perderla. |
10 |
Y
dirigiendo su mirada a todos ellos, les dijo: Extiende tu
mano. El lo hizo, y su mano quedó sana. |
11 |
Ellos
se llenaron de furor y trataban entre sí qué podrían hacer
contra Jesús. |
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|
|
Elección
de los Doce |
|
|
12 |
Aconteció
por aquellos días que salió El hacia la montaña para orar,
y pasó la noche orando a Dios. |
13 |
Cuando
llegó el día, llamó a sí a los discípulos y escogió a doce
de ellos, a quienes dio el nombre de apóstoles: |
14 |
Simón,
a quien puso también el nombre de Pedro, y Andrés, su hermano;
Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, |
15 |
Mateo
y Tomás, Santiago el de Alfeo y Simón, llamado el Celador; |
16 |
Judas
de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor, |
17 |
Bajando
con ellos del monte, se detuvo en un rellano, y con El la
numerosa muchedumbre de sus discípulos y una gran multitud
del pueblo de toda la Judea, de Jerusalén y del litoral de
Tiro y de Sidón, |
18 |
que
habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades;
y los que eran molestados de los espíritus impuros eran curados. |
19 |
Toda
la multitud buscaba tocarle, porque salía de El una virtud
que sanaba a todos. |
|
|
|
Las
bienaventuranzas |
|
|
20 |
El,
levantando sus ojos sobre los discípulos, decía: Bienaventurados
los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. |
21 |
Bienaventurados
los que ahora padecéis hambre, porque seréis hartos. Bienaventurados
los que ahora lloráis, porque reiréis. |
22 |
Bienaventurados
seréis, cuando aborreciéndoos los hombres, os excomulguen,
y maldigan, y proscriban vuestro nombre como malo por amor del Hijo del hombre. |
23 |
Alegraos
en aquel día y regocijaos, pues vuestra recompensa será grande
en el cielo. Así hicieron sus padres con los profetas. |
|
|
|
Las
imprecaciones |
|
|
24 |
Pero
¡ay de vosotros, ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo! |
25 |
¡Ay
de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre!
¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis! |
26 |
¡Ay
cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros, porque
así hicieron sus padres con los falsos profetas! |
|
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|
El
amor hacia los enemigos |
|
|
27 |
Pero
yo os digo a vosotros que me escucháis: amad a vuestros enemigos,
haced bien a los que os aborrecen, |
28 |
bendecid
a los que os maldicen y orad por los que os calumnian. |
29 |
Al
que te hiere en una mejilla ofrécele la otra, y al que te
tome el manto no le impidas tomar la túnica; |
30 |
da
a todo el que te pida y no reclames de quien toma lo tuyo. |
31 |
Tratad
a los hombres de la manera de que vosotros queréis ser de
ellos tratados. |
32 |
Si
amáis a los que os aman, ¿qué gracia tendréis? Porque los
pecadores aman también a quienes los aman. |
33 |
Y
si hacéis bien a los que os lo hacen, ¿qué gracia tendréis?
También los pecadores hacen lo mismo. |
34 |
Si
prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué gracia
tendréis? También los pecadores prestan a los pecadores para
recibir de ellos igual favor. |
35 |
Pero
amad a vuestros enemigos, haced bien y prestad sin esperar
nada, y será mucha vuestra recompensa, pues seréis hijos del
Altísimo, porque El es bondadoso para con los ingratos y malos. |
36 |
Sed
misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso. |
37 |
No
juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados;
absolved y seréis absueltos. |
38 |
Dad
y se os dará; una medida buena, apretada, colmada, rebosante,
será derramada en vuestro corazón. La medida que con otros
usareis, ésa será usada con vosotros. |
|
|
|
Espíritu
de benevolencia |
|
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39 |
Les
dijo también una parábola: ¿Puede un ciego guiar a otro ciego?
¿No caerán ambos en el hoyo? |
40 |
Ningún
discípulo está sobre su maestro; para ser perfecto ha de ser
como su maestro. |
41 |
¿Por
qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no adviertes la
viga en el tuyo? |
42 |
¿O
cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame quitarte la
paja que tienes en el ojo, cuando tú no ves la viga que hay
en el tuyo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y
entonces verás de quitar la paja que hay en el de tu hermano. |
43 |
Porque
no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni tampoco árbol malo
que dé fruto bueno, |
44 |
pues
cada árbol se conoce por su fruto; y no se cogen higos de
los espinos, ni de la zarza se vendimian racimos. |
45 |
El
hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas,
y el malo saca cosas malas de su mal tesoro, pues de la abundancia
del corazón habla la lengua. |
46 |
¿Por
qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que os digo? |
|
|
|
Conclusión final |
|
|
47 |
Todo
el que viene a mí y oye mis palabras y las pone en obra, os
diré a quién es semejante. |
48 |
Es
semejante al hombre que, edificando una casa, cava y profundiza
y cimienta sobre roca; sobreviniendo una inundación, el río
va a chocar contra la casa, pero no puede conmoverla, porque
está bien edificada. |
49 |
El
que oye y no hace, es semej ante al hombre que edifica su
casa sobre tierra, sin cimentar, sobre la cual choca el río,
y luego se cae y viene a ser grande la ruina de aquella casa. |
|
Capítulo
7 |
|
El
centurión de Cafarnaúm |
|
7 |
1 |
Cuando
hubo acabado de pronunciar estos discursos a oídos del pueblo,
entró en Cafarnaúm. |
2 |
Estaba
a punto de morir un siervo de cierto centurión que le era
muy querido. |
3 |
Este,
oyendo hablar de Jesús, envió a El algunos ancianos de los
judíos, rogándole que viniese para salvar a su siervo. |
4 |
Llegados
éstos a Jesús, le rogaban con instancia, diciéndole: Merece
que le hagas esto, |
5 |
porque
ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga. |
6 |
Jesús
echó a andar con ellos. Ya no estaba lejos de la casa, cuando
el centurión envió a algunos amigos, que le dijeron: Señor,
no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo. |
7 |
Ni
yo me he creído digno de ir a ti. Pero di sólo una palabra
y mi siervo ses sano. |
8 |
Porque
también yo soy hombre sometido a la autoridad, pero tengo
a la vez soldados bajo mi mando, y digo a éste: Ve, y va;
y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. |
9 |
Oyendo
esto Jesús, se maravilló de él y, vuelto a la multitud que
le seguía, dijo: Yo os digo que fe como ésta no la he hallado
en Israel. |
10 |
Vueltos
a casa los enviados, encontraron sano al siervo. |
|
|
|
La
resurrección en Naín |
|
|
11 |
Aconteció
tiempo después que iba a una ciudad llamada Naín, e iban con
El sus discípulos y una gran muchedumbre. |
12 |
Cuando
se acercaban a las puertas de la ciudad, vieron que llevaban
un muerto, hijo único de su madre, viuda, y una muchedumbre
bastante numerosa de la ciudad la acompañaba. |
13 |
Viéndola
el Señor, se compadeció de ella y le dijo: No llores. |
14 |
Y
acercándose, tocó el féretro; los que lo llevaban se detuvieron,
y El dijo: Joven, a ti te hablo, levántate. |
15 |
Sentóse
el muerto y comenzó a hablar, y El se lo entregó a su madre. |
16 |
Se
apoderó de todos el temor y glorificaban a Dios diciendo:
Un gran profeta se ha levantado entre nosotros y Dios ha visitado
a su pueblo. |
17 |
La
fama de este suceso corrió por toda Judea y por todas las
regiones vecinas. |
|
|
|
El
mensaje del Bautista |
|
|
18 |
Los
discípulos de Juan dieron a éste noticia de todas estas cosas,
y, llamando Juan a dos de ellos, |
19 |
los
envió al Señor para decirle: ¿Eres tú el que viene o esperamos
a otro? |
20 |
Llegados
a El, le dijeron: Juan el Bautista nos envía a ti para preguntarte:
¿Eres tú el que viene o esperamos a otro? |
21 |
En
aquella misma hora curó a muchos de sus enfermedades y males y de los espíritus malignos e
hizo gracia de la vista a muchos ciegos, |
22 |
y,
tomando la palabra, les dijo: Id y comunicad a Juan lo que
habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan,
los pobres son evangelizados; |
23 |
y
bienaventurado es quien no se escandaliza en mí. |
|
|
|
El
panegírico del Bautista |
|
|
24 |
Cuando
se hubieron ido los mensajeros de Juan, comenzó Jesús a decir
a la muchedumbre acerca de él: ¿Qué habéis salido a ver al
desierto? ¿Una caña agitada por el viento? |
25 |
¿Qué
salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con molicie? Los que visten
suntuosamente y viven con regalo están en los palacios de
los reyes. |
26 |
¿Qué
salisteis, pues, a ver? ¿Un profeta? Sí, yo os digo, y más
que profeta. |
27 |
Este
es aquel de quien está escrito: “He aquí que yo envío delante
de tu faz a mi mensajero, que preparará mi camino delante
de ti.” |
28 |
Yo
os digo, no hay entre los nacidos de mujer profeta más grande
que Juan; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor
que él. |
|
|
|
Actitud de los publicanos y fariseos ante la misión de Juan |
|
|
29 |
Todo
el pueblo que le escuchó y los publicanos reconocieron la
justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan; |
30 |
pero
los fariseos y doctores de la Ley anularon el consejo divino
respecto de ellos no haciéndose bautizar por él |
31 |
¿A
quién, pues, compararé yo a los hombres de esta generación
y a quién son semejantes? |
32 |
Son
semejantes a los muchachos que, sentados en la plaza, invitan
a los otros, diciendo: Os tocamos la flauta, y no danzasteis;
os cantamos lamentaciones, y no llorasteis. |
33 |
Porque
vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decíais:
Tiene demonio. |
34 |
Vino
el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: Es comilón y
bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores. |
35 |
Y
la sabiduría ha sido justificada por todos sus hijos. |
|
|
|
La
pecadora arrepentida |
|
|
36 |
Le
invitó un fariseo a comer con él, y, entrando en su casa,
se puso a la mesa. |
37 |
Y
he aquí que llegó una mujer pecadora que había en la ciudad,
la cual, sabiendo que estaba a la mesa del fariseo, con un
pomo de alabastro de ungüento, |
38 |
se
puso detrás de El ,junto a sus pies, llorando, y comenzó a
bañar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con los cabellos
de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía con el ungüento. |
39 |
Viendo
lo cual, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: Si
éste fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que
le toca, porque es una pecadora. |
40 |
Tomando
Jesús la palabra, le dijo: Simón, tengo una cosa que decirte.
El dijo: Maestro, habla. |
41 |
Un
prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos
denarios; el otro, cincuenta. |
42 |
No
teniendo ellos con qué pagar, se lo condonó a ambos. ¿Quién,
pues, le amará más? |
43 |
Respondiendo
Simón, dijo: Supongo que aquel a quien condonó más. Díjole:
Bien has respondido. |
44 |
Y
vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré
en tu casa, y tú no me diste agua a los pies; mas ella ha
regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus
cabellos. |
45 |
No
me diste el ósculo; pero ella, desde que entré, no ha dejado
de besarme los pies. |
46 |
No
ungiste mi cabeza con óleo, y ésta ha ungido mis pies con
ungüento. |
47 |
Por
lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados,
porque amó mucho. Pero a quien poco se le perdona, poco ama. |
48 |
Y
a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. |
49 |
Comenzaron
los convidados a decir entre sí: ¿Quién es éste para perdonar
los pecados? |
50 |
Y
dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz. |
|
Capítulo
8 |
|
Las
proveedoras de Jesús |
|
|
1 |
Yendo
por ciudades y aldeas, predicaba y evangelizaba el reino de
Dios. Le acompañaban los Doce |
2 |
y
algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos
y de enfermedades. María llamada Magdalena, de la cual habían
salido siete demonios; |
3 |
Juana,
mujer de Cusa, administrador de Herodes, y Susana y otras
varias, que le servían de sus bienes. |
|
|
|
La
parábola del sembrador |
|
|
4 |
Reunida
una gran muchedumbre de los que venían a El de cada ciudad,
dijo en parábola: |
5 |
Salió
un sembrador a sembrar su simiente, y, al sembrar, una parte
cayó junto al camino y fue pisada, y las aves del cielo la
comieron. |
6 |
Otra
cayó sobre la peña, y, nacida, se secó por falta de humedad. |
7 |
Otra
cayó en medio de espinas, y, creciendo con ellas las espinas,
la ahogaron. |
8 |
Otra
cayó en tierra buena, y, nacida, dio un fruto céntuplo. Dicho
esto, clamó: El que tenga oídos para oír, que oiga. |
|
|
|
Razón
de las parábolas |
|
|
9 |
Preguntábanle
sus discípulos qué significase aquella parábola, |
10 |
y
El contestó: A vosotros ha sido dado conocer los misterios
del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, de manera
que viendo no vean y oyendo no entiendan. |
|
|
|
Explicación
de la parábola del sembrador |
|
|
11 |
He
aquí la parábola: La semilla es la palabra de Dios. |
12 |
Los
que están a lo largo del camino son los que oyen; pero en
seguida viene el diablo y arrebata de su corazón la palabra
para que no crean y se salven. |
13 |
Los
que están sobre peña son los que, cuando oyen, reciben con
alegría la palabra, pero no tienen raíces, creen por algún
tiempo, pero al tiempo de la tentación sucumben. |
14 |
Lo
que cae entre espinas son aquellos que, oyendo, van y se ahogan
en los cuidados, la riqueza y los placeres de la vida y no
llegan a madurez. |
15 |
Lo
caído en buena tierra son aquellos que, oyendo con corazón
generoso y bueno, retienen la palabra y dan fruto por la perseverancia. |
|
|
|
El
misterio del reino debe ser conocido |
|
|
16 |
Nadie,
después de haber encendido una lámpara, la cubre con una vasija
ni la pone debajo de la cama, sino que la coloca sobre el
candelabro para que los que entren vean. |
17 |
Pues
nada hay oculto que no haya de descubrirse ni secreto que
no haya de conocerse y salir a la luz. |
18 |
Mirad,
pues, cómo escucháis, porque al que tiene se le dará, y al
que no tiene, aun lo que parece tener se le quitará. |
|
|
|
Los
parientes de Jesús |
|
|
19 |
Vino
su madre con sus hermanos, y no lograron acercarse a El a
causa de la muchedumbre, |
20 |
y
le comunicaron: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y
desean verte. |
21 |
El
contestó diciéndoles: Mi madre y mis hermanos son éstos, los
que oyen la palabra de Dios y la ponen en obra. |
|
|
|
La
tempestad calmada |
|
|
22 |
Sucedió,
pues, un día que subió con sus discípulos a una barca y les
dijo: Pasemos a la otra orilla del lago. Y se dieron a la
mar |
23 |
Mientras
navegaban, se durmió. Vino sobre el lago una borrasca, y,
a causa de la inundación, estaban en peligro. |
24 |
Llegándose
a El, le despertaron diciendo: Maestro, Maestro, que perecemos.
Despertó El e increpó al viento y al oleaje del agua, que
se aquietaron, haciéndose la calma. |
25 |
Y
les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Llenos de pasmo, se admiraban
y se decían unos a otros: Pero ¿quién es éste, que manda a
los vientos y al agua y le obedecen? |
|
|
|
La
curación del endemoniado y la muerte de la piara |
|
|
26 |
Arribaron
a la región de los gerasenos, frente a Galilea, |
27 |
y,
bajando El a tierra, le salió al encuentro un hombre de la
ciudad poseído de los demonios, que en mucho tiempo no se
había vestido ni morado en casa, sino en los sepulcros. |
28 |
Cuando
vio a Jesús, gritando se postró ante El y en alta voz dijo:
¿Qué tengo que ver yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo?
Te pido que no me atormentes |
29 |
Y era que El ordenaba al espíritu impuro que saliese del hombre.
Muchas veces se apoderaba de él, y le ataban con cadenas y
le sujetaban con grillos, pero rompía las ligaduras y era
arrebatado por el demonio a los desiertos. |
30 |
Preguntóle
Jesús: ¿Cuál es tu nombre? Contestóél: Legión. Porque habían
entrado en él muchos demonios, |
31 |
y le rogaban que no les mandase volver al abismo. |
32 |
Había allí cerca una piara de puercos bastante numerosa paciendo
en el monte, y le rogaron que les permitiese entrar en ellos.
Se lo permitió, |
33 |
y,
saliendo los demonios del hombre, entraron en los puercos,
y se arrojó la manada por un precipicio abajo hasta el lago
y se ahogó. |
34 |
Viendo
los porquerizos lo sucedido, huyeron y lo anunciaron en la
ciudad y en los campos. |
35 |
Salieron
a ver lo ocurrido, y vieron a Jesús, y encontraron al hombre
de quien habían salido los demonios, sentado, vestido y en
su pleno juicio, a los pies de Jesús, de lo que se quedaron
espantados. |
36 |
Los
que habían visto cómo el endemoniado había sido curado lo
contaban, |
37 |
y
toda la gente del territorio de los gerasenos le rogó que
se retirase de allí, porque estaban dominados de un gran temor.
El, subiendo a la barca, se volvió. |
38 |
El
hombre de quien habían salido los demonios le suplicaba quedarse
con El, pero El le despidió diciendo: |
39 |
Vuélvete
a tu casa y refiere lo que te ha hecho Dios. Y se fue por
toda la ciudad pregonando cuanto le había hecho Jesús. |
|
|
|
La
hija de Jairo y la hemorroísa |
|
|
40 |
Cuando
Jesús estuvo de vuelta, le recibió la muchedumbre, pues todos
estaban esperándole. |
41 |
Llegó
un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y, cayendo
a los pies de Jesús, le suplicaba que entrase en su casa, |
42 |
porque
tenía una hija única, de unos doce años, que estaba a punto
de morir. Mientras iba, las muchedumbres le ahogaban. |
43 |
Una
mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y
que en médicos había gastado toda su hacienda, sin lograr
ser de ninguno curada, |
44 |
se
acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al instante
cesó el flujo de su sangre. |
45 |
Jesús
dijo: ¿Quién me ha tocado? Como todos negaban, dijo Pedro
y los que le acompañaban: Maestro, las muchedumbres te rodean
y te oprimen. |
46 |
Pero
Jesús dijo: Alguno me ha tocado, porque yo he conocido que
una virtud ha salido de mí. |
47 |
La
mujer, viéndose descubierta, se llegó temblando y, postrándose
ante El, le dijo ante todo el pueblo por qué le había tocado
y cómo al instante había quedado sana. |
48 |
El
le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz. |
49 |
Aún
estaba hablando cuando llegó uno de casa del jefe de la sinagoga
diciendo: Tu hija ha muerto, no molestes ya al Maestro. |
50 |
Pero
Jesús, que lo oyó, le respondió: No temas, cree tan sólo y
será sana. |
51 |
Llegado
a la casa, no permitió que entrasen con él más que Pedro,
Juan y Santiago y el padre y la madre de la niña |
52 |
Todos
lloraban y plañían por ella. Les dijo El: No lloréis, porque
no está muerta; es que duerme. |
53 |
Se
burlaban de El, sabiendo que estaba muerta. |
54 |
El,
tomándola de la mano, le dijo en alta voz: Niña, levántate. |
55 |
Volvió
a ella el espíritu y al instante se levantó, y El mandó que
le diesen de comer. |
56 |
Los
padres se quedaron fuera de sí; pero El les mandó que no contasen
a nadie lo sucedido. |
|
Capítulo
9 |
|
La
Misión de los apóstoles |
|
|
1 |
Habiendo
convocado a los Doce, les dio poder sobre todos los demonios
y de curar enfermedades, |
2 |
y
les envió a predicar el reino de Dios y a hacer curaciones. |
3 |
Y
les dijo: No toméis nada para el camino, ni báculo, ni alforja,
ni pan, ni dinero, ni llevéis dos túnicas. |
4 |
En
cualquier casa en que entréis, quedaos allí, sin dejarla hasta
partir. |
5 |
Cuanto
a los que no quieran recibiros, saliendo de aquella ciudad,
sacudios el polvo de los pies en testimonio contra ellos. |
6 |
Partieron
y recorrieron las aldeas anunciando el Evangelio y curando
en todas partes. |
|
|
|
La
opinión de Herodes sobre Jesús |
|
|
7 |
Tuvo
noticia Herodes el tetrarca de todos estos sucesos, y estaba
vacilante, por cuanto algunos decían que era Juan, que había
resucitado de entre los muertos; |
8 |
otros,
que era Elias, que había aparecido, y otros, que había resucitado
alguno de los antiguos profetas. |
9 |
Dijo
Herodes: A Juan le degollé yo, ¿quién puede ser este de quien
oigo tales cosas? Y deseaba verle. |
|
|
|
Regreso
de los apóstoles y multiplicación de los panes |
|
|
10 |
A
su vuelta, los apóstoles le contaron cuanto habían hecho.
El, tomándolos consigo, se retiró a un lugar apartado cerca
de una ciudad llamada Betsaida. |
11 |
Pero
la muchedumbre se dio cuenta, y fue en pos de El. Habiéndolos
recibido, les hablaba del Reino de Dios y curaba a todos los
necesitados. |
12 |
Empezaba
ya a declinar el día, y acercándosele los Doce, le dijeron:
Despide a la muchedumbre, para que vayan a las aldeas y alquerías
de alrededor, donde se alberguen y encuentren alimentos, porque
aquí estamos en el desierto. |
13 |
El
les contestó: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron:
No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos
a comprar provisiones para todo este pueblo. |
14 |
Porque
eran unos cinco mil hombres. Y dijo a sus discípulos: Macedlos
recostarse por grupos como de cincuenta. |
15 |
Lo
hicieron así, diciéndoles que se recostasen todos, |
16 |
y,
tomando los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al
cielo, los bendijo y se los dio a los discípulos para que
los sirviesen a la muchedumbre. |
17 |
Comieron,
se saciaron todos y se recogieron de las sobras doce cestos
de mendrugos. |
|
|
|
La
confesión de Pedro |
|
|
18 |
Aconteció
que, orando El a solas, estaban con El sus discípulos, a los
cuales preguntó: ¿Quién dicen las muchedumbres que soy yo? |
19 |
Respondiendo
ellos, le dijeron: Juan Bautista; otros, Elias; otros, que
uno de los antiguos profetas ha resucitado. |
20 |
Díjoles
El: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro,
dijo: El Cristo de Dios. |
21 |
El
les prohibió decir esto a nadie, añadiendo: |
22 |
Es
preciso que el Hijo del hombre padezca mucho y que sea rechazado
de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de
los escribas, y sea muerto y resucite al tercer día. |
|
|
|
Necesidad
de seguir a Jesús |
|
|
23 |
Decía
a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame. |
24 |
Porque
quien quisiere salvar su vida, la perderá; pero quien quisiere
perder su vida por amor de mí, la salvará. |
25 |
Pues
¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si él se pierde
y se condena? |
26 |
Porque
quien se avergonzare de mí y de mis palabras, de él se avergonzará
el Hijo del hombre cuando venga en su gloria y en la del Padre
y de los santos ángeles. |
27 |
En
verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no
gustarán la muerte antes que vean el reino de Dios. |
|
|
|
La
Transfiguración |
|
|
28 |
Aconteció
como unos ocho días después de estos discursos que, tomando
a Pedro, a Juan y a Santiago, subió a un monte a orar. |
29 |
Mientras
oraba, el aspecto de su rostro se transformó, su vestido se
volvió blanco y resplandeciente. |
30 |
Y
he aquí que dos varones hablaban con EL, Moisés y Elias, |
31 |
que
aparecían gloriosos y le hablaban de su muerte, que había
de cumplirse en Jerusalén. |
32 |
Pedro
y sus compañeros estaban cargados de sueño. Al despertar,
vieron su gloria y a los dos varones que con El estaban. |
33 |
Al
desaparecer éstos, dijo Pedro a Jesús: Maestro, qué bueno
es estar aquí; hagamos tres cabañas, una para ti, otra para
Moisés y otra para Elias, sin saber lo que se decía. |
34 |
Mientras
esto decía, apareció una nube que los cubrió y quedaron atemorizados
al entrar en la nube. |
35 |
Salió
de la nube una voz que dijo: Este es mi Hijo elegido, escuchadle. |
36 |
Mientras
sonaba la voz estaba Jesús solo. Ellos callaron, y por aquellos
días no contaron nada de cuanto habían visto. |
|
|
|
Curación
del epiléptico endemoniado |
|
|
37 |
Al
día siguiente, al bajar del monte, vino a su encuentro una
numerosa muchedumbre, |
38 |
y
uno de entre ella gritó, diciendo: Maestro, te ruego que eches
una mirada sobre este mi hijo, porque es mi hijo único, |
39 |
y
el espíritu lo toma lo hace gritar, lo agita, haciéndole echar
espumarajos, y a duras penas se retira de él después de haberlo
molido. |
40 |
He
suplicado a tus discípulos que lo echasen, y no han podido. |
41 |
Jesús,
respondiendo, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa!,
¿hasta cuándo tendré que estar con vosotros y aguantaros?
Traédmelo acá. |
42 |
Al
acercarse, el demonio lo echó por tierra y lo agitó fuertemente.
Pero Jesús increpó al espíritu impuro, y curó al niño y se
lo entregó a su padre. |
43 |
Todos
se maravillaron al ver la grandeza de Dios. |
|
|
|
Profecía
de la pasión |
|
|
43 |
Admirándose
todos de cuanto hacía, dijo El a sus discípulos: |
44 |
Estad
atentos a lo que voy a deciros: El Hijo del hombre ha de ser
entregado en poder de los hombres. |
45 |
Pero
ellos no sabían lo que significaban estas palabras, que estaban
para ellos veladas, de manera que no las entendieron, y temían
preguntarle sobre ellas. |
|
|
|
Quién
será el mayor |
|
|
46 |
Les
vino a ellos este pensamiento: quién sería entre ellos el
mayor. |
47 |
Conociendo
Jesús los pensamientos de su corazón, tomó un niño, lo puso
junto a sí, |
48 |
y
les dijo: El que recibiere a este niño en mi nombre, a mí
me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió;
y el menor entre todos vosotros, ése será el más grande. |
|
|
|
La
invocación del nombre de Jesús por los extraños |
|
|
49 |
Tomando
la palabra, Juan dice: Maestro, hemos visto a uno echar los
demonios en tu nombre y se lo hemos estorbado, porque no era
de nuestra compañía. |
50 |
Contestóle
Jesús: No se lo estorbéis, pues el que no está contra vosotros,
está con vosotros. |
| |