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EL VENCEDOR EDICIONES

EVANGELIO DE SAN LUCAS

 

 

PRIMERA PARTE.

INFANCIA DE JESÚS

 

Capítulo 1
 
Anunciación del Precursor
   
5
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, cuya mujer, de la descendencia de Aarón, se llamaba Isabel.
6
Ambos eran justos en la presencia de Dios, e irreprensibles, caminaban en los preceptos y observancias del Señor.
7
No tenían hijos, pues Isabel era estéril y los dos ya avanzados en edad.
8
Sucedió, pues, que, ejerciendo él sus funciones sacerdotales delante de Dios según el orden de su turno,
9
conforme al uso del servicio divino, le tocó entrar en el santuario del Señor para ofrecerle el incienso,
10
y toda la muchedumbre del pueblo estaba orando fuera durante la hora de la oblación del incienso.
11
Apareciósele un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso.
12
Al verle se turbó Zacarías y el temor se apoderó de él.
13
Dijóle el ángel: “No temas, Zacarías, porque tu plegaria ha sido escuchada, e Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, al que pondrás por nombre Juan.
14
Será para ti gozo y regocijo, y todos se alegrarán en su nacimiento,
15
porque será grande en la presencia del Señor. No beberá vino ni licores, y desde el seno de su madre será lleno del Espíritu Santo;
16
y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor su Dios,
17
y caminará delante del mismo en el espíritu y el poder de Elias para reducir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto,”
18
Dijo Zacarías al ángel: “¿De qué modo sabré yo esto? Porque yo soy ya viejo y mi mujer muy avanzada en edad.”
19

El ángel le contestó, diciendo: “Yo soy Gabriel, que asisto ante Dios y he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena nueva.

20
He aquí que tú estarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto se cumpla, por cuanto no has creído en mis palabras, que se cumplirán a su tiempo.”
21
El pueblo esperaba a Zacarías y se maravillaba de que se retardase en el templo.
22
Cuando salió no podía hablar, por donde conocieron que había tenido alguna visión en el templo. El les hacia señas, pues se había quedado mudo.
23
Cumplidos los días de su servicio, volvióse a casa.
24
Y después de algunos días concibió Isabel, su mujer, que se ocultó durante cinco meses, diciendo:
25
Porque así ha obrado conmigo el Señor, al tiempo que le plugo quitar mi oprobio entre los hombres.
   
 
La anunciación de Jesús
   
26
En el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,
27
a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
28
Y presentándose a ella, le dijo: Salve, llena de gracia, el Señor es contigo.
29
Ella se turbó al oír estas palabras y discurría qué podría significar aquella salutación.
30
El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios,
31
y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
32
El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre,
33
y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin.
34
Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?
35
EL ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios.
36
E Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el mes sexto de la que era estéril,
37 porque nada hay imposible para Dios.
38
Dijo María: He aquí a la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel.
   
 
La visitación de Isabel
   
39
En aquellos días se puso María en camino y con presteza fue a la montaña, a una ciudad de Judá,
40 y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41 Así que oyó Isabel el saludo de María, exultó el niño en su seno, e Isabel se llenó del Espíritu Santo,
42
y clamó con fuerte voz: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
43 ¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
44
Porque así que sonó la voz de tu salutación en mis oídos, exultó de gozo el niño en mi seno.
45
Dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que se le ha dicho de parte del Señor.
46 Dijo María: Mi alma engrandece al Señor
47 y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador,
48
porque ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
49
porque ha hecho en mí maravillas el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo.
50
Su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen.
51
Desplegó el poder de su brazo y dispersó a los que se engríen con los pensamientos de su corazón.
52
Derribó a los potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes.
53
A los hambrientos los llenó de bienes, y a los ricos los despidió vacíos.
54
Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia.
55
Según lo que había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre.
56
María permaneció con ella como unos tres meses, y se volvió a su casa
   
 
Nacimiento del Bautista
   
57
Le llegó a Isabel el tiempo de dar a luz, y parió un hijo.
58
Oyendo sus vecinos y parientes que el Señor le había mostrado la grandeza de su misericordia, se congratulaban con ella.
59
Al octavo día vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarle con el nombre de su padre, Zacarías.
60
Pero la madre tomó la palabra y dijo: No, se llamará Juan.
61
Le decían: ¡Si no hay ninguno en tu parentela que se llame con ese nombre!
62
Entonces preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamase;
63
y pidiendo unas tablillas, escribió: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
64
Y abrió al instante su boca (y se soltó) su lengua. y empezando a hablar, bendecía a Dios.
65
Se apoderó el temor de todos los vecinos, y en toda la montaña de Judea se contaban todas estas cosas,
66
y cuantos las oían, pensativos, se decían: ¿Qué vendrá a ser este niño? Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.
67
Zacarías, su padre, se llenó del Espíritu Santo y profetizó diciendo:
68
Bendito el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
69
y suscitó en favor nuestro un poder salvador en la casa de David, su siervo,
70
como había prometido por la boca de sus santos profetas desde antiguo,
71
salvándonos de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos aborrecen,
72
para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su alianza santa,
73
del juramento que juró a Abraham, nuestro padre, darnos,
74
para que, sin temor, libres del poder de los enemigos, le sirvamos
75
en santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
76
Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues tú irás delante del Señor para preparar sus caminos,
77
para dar a conocer la salvación a su pueblo, con la remisión de sus pecados,
78
por las entrañas misericordiosas de nuestro Dios, en las que nos visitará el astro que surge de lo alto,
79
para iluminar a los que están sentados en tinieblas y sombras de muerte, para enderezar nuestros pies por el camino de la paz.
80
El niño crecía y se fortalecía en espíritu, y moraba en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.
 
Capítulo 2
 
Nacimiento de Jesús
 
1
Aconteció, pues, en los días aquellos, que salió un edicto de César Augusto para que se empadronase todo el mundo.
2
Este empadronamiento primero tuvo lugar siendo Cirino gobernador de Siria.
3 E iban todos a empadronarse, cada uno en su ciudad.
4
José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David,
5 para empadronarse, con María, su esposa, que estaba encinta.
6 Estando allí se cumplieron los días de su parto,
7
y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón.
8
Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso, y de noche se turnaban velando sobre su rebaño.
9
Se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvía con su luz, quedando ellos sobrecogidos de gran temor.
10
Díjoles el ángel: No temáis, os traigo una buena nueva, una gran alegría, que es para todo el pueblo;
11
pues os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías, Señor, en la ciudad de David.
12
Esto tendréis por señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.
13
Al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
14
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.”
15
Así que los ángeles se fueron al cielo, se dijeron los pastores unos a otros: Vamos a Belén a ver esto que el Señor nos ha anunciado.
16
Fueron con presteza y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre,
17
y viéndole, contaron lo que se les había dicho acerca del Niño.
18
Y cuantos les oían se maravillaban de lo que les decían los pastores.
19
María guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón.
20
Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, según se les había dicho.
   
 
Circuncisión del Niño
   
21
Cuando se hubieron cumplido los ocho días para circuncidar al Niño, le dieron por nombre Jesús, impuesto por el ángel antes de ser concebido en el seno.
   
 
La presentación  en el templo
   
22
Así que se cumplieron los días de la purificación conforme a la ley de Moisés, le llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor,
23
según está escrito en la ley del Señor que “todo varón primogénito sea consagrado al Señor,”
24
y para ofrecer en sacrificio, según lo prescrito en la ley del Señor, un par de tórtolas o dos pichones.
25
Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él.
26
Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Cristo del Señor.
27
Movido del Espíritu, vino al templo, y al entrar los padres con el Niño Jesús para cumplir lo que prescribe la ley sobre El,
28
Simeón le tomó en sus brazos, y, bendiciendo a Dios, dijo:
29
Ahora, Señor, puedes ya dejar ir a tu siervo en paz, según tu palabra;
30
porque han visto mis ojos tu salud,
31
la que has preparado ante la faz de todos los pueblos,
32
luz para iluminación de las gentes y gloria de tu pueblo, Israel.
33
Su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de El.
34
Simeón los bendijo y dijo a María, su Madre: Puesto está para caída y levantamiento de muchos en Israel y para signo de contradicción;
35
y una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones.
36
Había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, muy avanzada en días, que había vivido con su marido siete años desde su virginidad,
37
y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro. No se apartaba del templo, sirviendo con ayunos y oraciones noche y día.
38
Como viniese en aquella misma hora, alabó también a Dios y hablaba de El a cuantos esperaban la redención de Jerusalén.
39
Cumplidas todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a la ciudad de Nazaret.
   
 
El niño Jesús en el templo
   
40
El Niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en El.
41
Sus padres iban cada año a Jerusalén en la fiesta de la Pascua.
42
Cuando era ya de doce años, al subir sus padres, según el rito festivo,
43
y volverse ellos, acabados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo echasen de ver.
44
Pensando que estaba en la caravana, anduvieron camino de un día. Buscáronle entre parientes y conocidos,
45 y al no hallarle, se volvieron a Jerusalén en busca suya.
46
Y al cabo de tres días le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndolos y preguntándoles.
47
Cuantos le oían quedaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas.
48
Cuando sus padres le vieron, quedaron sorprendidos, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, andábamos buscándote.
49
Y EL les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es preciso que me ocupe en las cosas de mi Padre?
50 Ellos no entendieron lo que les decía.
51
Bajó con ellos y vino a Nazaret, y les estaba sujeto, y su madre guardaba todo esto en su corazón.
52
Jesús crecía en sabiduría y edad y gracia ante Dios y ante los hombres.

 

 

SEGUNDA PARTE

PREDICACION DE JESUS EN GALILEA

 

 

EVANGELIO DE SAN LUCAS