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LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 

 
 

LA SAGRADA BIBLIA

EL LIBRO DE LOS SALMOS DEL REY DAVID

Libro Tercero.81-89

81

 
Exhortación a celebrar dignamente la Pascua.
   
  Al maestro del coro. Sobre “la getea”. De Asaf.
   
1
Saltad de júbilo en honor de Dios, nuestra fuerza;
2
aclamad al Dios de Jacob.
3
Entonad un cántico, tocad los címbalos, la dulce cítara y el arpa.
4
Haced resonar en el novilunio la trompeta, en el plenilunio, en nuestra fiesta.
5
Porque ésta es la Ley de Israel, el precepto del Dios de Jacob;
6
un testimonio impuesto a José cuando salió de la tierra de Egipto. Oí un lenguaje que no conocía:
7
“Te he quitado la carga de sobre el hombro; tus manos cesaron de cargar con los cestos.
8
Me gritaste en la tribulación y te liberé, y te respondí oculto entre los truenos, te probé en las aguas de Meribá.
9
Oye, pueblo mío, que quiero amonestarte. ¡Oh Israel, si tú me escucharas!
10
No haya en ti dios ajeno, no adores a ningún dios extranjero.
11
Yo soy Yavé, tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; ensancha tu boca, y yo la llenaré.
12
Pero no oyó mi pueblo mi voz, no me obedeció.
13
Y lo abandoné a su obstinado corazón que siguieran sus consejos.
14
¡Oh, si mi pueblo me oyera y marchara Israel por mis caminos,
15
presto humillaría yo a sus enemigos y volvería mi mano contra sus opresores!
16
Le adularían los que aborrecen a Dios, y su tiempo habría pasado para siempre;
17

los mantendría de la flor del trigo y de miel (salida) de la roca los saciaría".

82

 
Increpación contra los jueces injustos
 
1
Salmo de Asaf. Está Dios en el consejo divino, en medio de los dioses juzga:
2
“¿Hasta cuándo juzgaréis falsamente, haciendo con los impíos acepción de personas?” Selah.
3
Haced justicia al débil y al huérfano; tratad justamente al desvalido y al menesteroso;
4
librad al débil y al pobre, sacadlo de las garras del impío.
5
Pero no saben ni entienden, andan en tinieblas; vacilan todos los cimientos de la tierra.
6
Yo dije: “Sois dioses, todos vosotros sois hijos del Altísimo;
7
pero moriréis como hombres, caeréis como cualquiera de los príncipes.”
8
Levántate, ¡oh Dios!, juzga la tierra, pues dominas sobre todas las gentes.

83

 
Deprecación contra los enemigos aliados contra Israel
   
 Cántico. Salmo de Asaf.  
   
1
No permanezcas silencioso, ¡oh Dios!,
2
no enmudezcas, no te aquietes, ¡oh Dios!
3
Mira que bravean tus enemigos y yerguen la cabeza los que te aborrecen.
4
Tienden asechanzas a tu pueblo y se conjuran contra tus protegidos.
5
Dicen: “Venid y borrémoslos de entre las naciones; no haya más memoria del nombre de Israel.”
6
Pues todos a una se han confabulado, se han ligado estrechamente contra ti:
7
las tiendas de Edom y los ismaelitas, Moab y los agarenos,
8
Gebal, Ammón y Amalec, los filisteos con los habitantes de Tiro.
9
También se ha unido a ellos Asur, dando su brazo a los hijos de Lot. Selah.
10
Hazles como hiciste a Madián, a Sísara, a Yabín en el torrente Cisón,
11
que fueron exterminados en Endor y vinieron a ser estiércol de la tierra.
12
Trata a éstos y a sus jefes como a Oreb y a Zeb, corno a Zebaj y a Salmaná y a todos sus príncipes,
13
que dijeron: “¡Apoderémonos de las moradas de Dios!”
14
Trátalos, Dios mío, como a hoja arrastrada por el torbellino, como a pajuela llevada por el viento.
15
Como abrasa el fuego la selva y como quema la llama los montes,
16
persíguelos así con tu tormenta, atérralos con tu huracán.
17
Cubre su rostro de ignominia y busquen tu nombre, ¡oh Yavé!
18
Sean para siempre confundidos y aterrados, sean llenos de vergüenza y perezcan,
19

y reconozcan que tu nombre es Yavé y que sólo eres el Altísimo sobre toda la tierra.

84

 
Anhelo de la presencia de Dios en el templo
   
Al maestro del coro. Sobre la “getea.” Salmo de los hijos de Coré.
   
1
¡Cuán amables son tus moradas, oh Yavé de los ejércitos!
2
Mi alma ha suspirado hasta desfallecer por los atrios de Yavé,
3
mi corazón y mi carne saltan de júbilo por el Dios vivo.
4
Halla una casa el pájaro, y la golondrina donde poner sus polluelos; cerca de tus altares, ¡oh Yavé de los ejércitos, Rey mío y Dios mío!
5
Bienaventurados los que moran en tu casa y continuamente te alaban. Selah.
6
Bienaventurado el hombre que tiene en ti su fortaleza y anhela tus senderos.
7
Aun pasando por el valle de las balsameras, lo convertirán en fuente, como cubierto de las bendiciones de la lluvia otoñal;
8
y marcharán cada vez más animosos para ver al Dios de los dioses en Sión.
9
Oye mi oración, ¡oh Yavé de los ejércitos!; apresta el oído, ¡oh Dios de Jacob! Selah.
10
Escudo nuestro, Dios, mira y contempla el rostro de tu ungido.
11
Porque más que mil vale un día en tus atrios, y prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios a morar en las tiendas del impío.
12
Porque sol y escudo es Yavé, Dios, y da Yavé la gracia y la gloria y no niega los bienes a los que caminan en integridad.
13
¡Oh Yavé de los ejércitos! ¡Bienaventurado el hombre que en ti confía!

85

 
Oración pidiendo la salud del pueblo
   
Al maestro de coro. Salmo de los hijos de Coré.
   
1
Has sido complaciente con tu tierra, ¡oh Yavé!
2
Has hecho volver a los cautivos de Jacob.
3
Has perdonado la iniquidad de tu pueblo y has ocultado todos sus pecados.
4
Has apartado todo tu furor y has alejado el ardor de tu cólera.
5
Vuélvete a nosotros, Dios de nuestra salvación, y haz cesar tu resentimiento contra nosotros.
6
¿Vas a estar irritado siempre contra nosotros y vas a prolongar tu cólera de generación en generación?
7
¿No vas a devolvernos la vida para que tu pueblo pueda gozarse en ti?
8
Haznos ver, ¡oh Yavé!, tu piedad y danos tu ayuda salvadora.
9
Yo escucho lo que dice Dios, Yavé: que sus palabras son paz para su pueblo y para sus piadosos y para cuantos se vuelven a El de corazón.
10
Sí, su salvación está cercana de los que le temen, para habitar la gloria en nuestra tierra.
11
Se han encontrado la piedad y la fidelidad, se han dado el abrazo la justicia y la paz;
12
brota de la tierra la fidelidad y mira la justicia desde los cielos.
13
Yavé mismo otorgará el bien, y nuestra tierra dará sus frutos.
14
Va delante de su faz la justicia, y la paz seguirá sus pasos.
 
Petición del auxilio divino
   
Oración. De David.
   
1
Inclina, Yavé, tus oídos y óyeme, porque estoy afligido y soy un menesteroso.
2
Guarda mi alma, pues que soy tu devoto; salva, mi Dios, a tu siervo, que en ti confía.
3
Ten piedad de mí, ¡oh Yavé!, pues te invoco todo el día.
4
Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, ¡Señor!, alzo mi alma.
5
Pues tú eres, Señor, indulgente y bueno y de gran piedad para los que te invocan.
6
Escucha, ¡oh Yavé!, mi oración y atiende a la voz de mi plegaria.
7
En el día de mi angustia te llamo, porque me has de escuchar.
8
No hay, Señor, en los dioses semejante a ti, y nada hay que iguale tus obras.
9
Todas las gentes que tú hiciste, vengan, Señor, a postrarse ante ti y honren tu nombre.
10
Pues que tú eres grande y obras maravillas, tú eres el solo Dios.
11
Enséñame, ¡oh Dios!, tus caminos, para que ande yo en tu fidelidad y mi corazón únicamente tema tu nombre.
12
Yo te alabaré, Señor, Dios mío, con todo mi corazón, y glorificaré tu nombre por siempre.
13
Pues tu piedad ha sido grande para mí por haber liberado mi alma del fondo del averno.
14
¡Oh Dios!, gentes soberbias se alzan contra mí, una banda de violentos buscan mi alma, y no te prestan ninguna atención.
15
Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, magnánimo y de gran piedad y fidelidad.
16
Vuélvete hacia mí y ten piedad de mí; fortalece a tu siervo y salva al hijo de tu esclava.
17
Haz conmigo un signo de bondad, y, viéndolo, confúndanse los que me odian; pues tú eres Yavé, que me socorres y me consuelas.

87

 
La gloria de la Jerusalén mesiánica
   
De los hijos de Coré. Salmo-cántico.
   
1
Fundación suya sobre los santos montes.
2
Ama Yavé las puertas de Sión más que todas las moradas de Jacob.
3
Muy gloriosas cosas se han dicho de ti, ciudad de Dios. Selah.
4
Contaré a Rahab y a Babilonia entre los que me conocen; he aquí a la Filistea y a Tiro juntamente con Etiopía. ¡Estos allí nacieron!
5
Y Sión dirá: “Este y el otro han nacido en ella, y es el Altísimo el que la sostiene.”
6
Inscribirá Yavé en el libro de los pueblos: “Este nació allí.” Selah.
7
Y cantarán saltando de júbilo: “En ti están mis fuentes todas.”

88

 
Oración de un afligido
   
 Al maestro del coro. Cántico de los hijos de Coré. Sobre la “enfermedad.” Para la “aflicción.” Maskil. De Emán ezraíta.  
   
1
¡Oh Yavé, Dios mi Salvador!
2
Grito de día y gimo de noche ante ti.
3
Llegue mi oración a tu presencia, inclina tu oído a mi clamor.
4
Pues harta de males está mi alma, y mi vida al borde del sepulcro.
5
Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa; soy ya hombre sin fuerzas.
6
Abandonado entre los muertos, como los traspasados que yacen en el sepulcro, de quienes ya no te acuerdas, y que fueron arrancados a tus manos.
7
Hasme puesto en lo profundo de la hoya, entre las tinieblas, las sombras abismales.
8
Pesa tu ira sobre mí y has desencadenado contra mí todos tus furores.
9
Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho para ellos abominable; estoy encerrado y no tengo salida.
10
Mis ojos languidecen por la aflicción; te invoco, ¡oh Yavé!, todo el día, y tiendo mis manos hacia ti.
11
¿Harás tú ya prodigio alguno para los muertos? ¿Se levantarán las sombras para alabarte?
12
¿Contará alguno en el sepulcro tu piedad y en el averno tu fidelidad?
13
¿Será conocido prodigio alguno tuyo en las tinieblas, ni tu justicia en la tierra del olvido?
14
A ti clamo, pues, ¡oh Yavé!, y mis plegarias van a ti desde la mañana.
15
¿Por qué, ¡oh Yavé!, me rechazas y me escondes tu rostro?
16
Soy un mísero afligido y lánguido desde mi mocedad, soportando tus terrores hasta desfallecer.
17
Derrámanse sobre mí tus furores y me aniquilan tus espantos.
18
Todo el día me rodean como aguas, y todas a una me envuelven.
19
Has alejado de mí amigos y compañeros, y son mis parientes las tinieblas.

89

 
 
Quejas por el abatimiento del rey a pesar de las promesas hechas a David
   
 Maskil. De Etán, ezraíta.  
   
1
Cantaré siempre las piedades de Yavé
2
y daré a conocer por mi boca de generación en generación tu fidelidad.
3
Porque dijiste: “La piedad es eterna.” Cimentaste en los cielos tu fidelidad.
4
“He hecho alianza con mi elegido, he jurado a David, mi siervo:
5
Afirmaré por siempre tu prole y estableceré tu trono por generaciones.” Selah.
6
Los cielos cantan tus maravillas, ¡oh Yavé!, y tu fidelidad en la asamblea de los santos.
7
¿Quién sobre las nubes comparable a Yavé, quién semejante a Yavé entre los hijos de Dios?
8
Terrible es Dios en el consejo de los santos, grande y formidable sobre todos los que le rodean.
9
Yavé, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú? Eres poderoso, oh Yavé!, ceñido de tu fidelidad.
10
Tú dominas la soberbia del mar; cuando se embravecen sus olas, tú las contienes.
11
Tú hollaste a Rahab como a un traspasado, y con la fuerza de tu brazo dispersaste a tus enemigos.
12
Tuyos son los cielos, tuya la tierra; el orbe y cuanto lo llena tú lo formaste.
13
Tú creaste el aquilón y el austro; el Tabor y el Hermón saltan (al oír) tu nombre.
14

Tú tienes un brazo lleno de vigor; fuerte es tu mano, y excelsa tu diestra.

15
La justicia y el juicio son el sostén de tu trono, y la piedad y la verdad tus heraldos.
16
Bienaventurado el pueblo que sabe exclamar: andará, ¡oh Yavé!, a la luz de tu faz.
17
Se alegrarán cada día en tu nombre y se enorgullecerán en tu justicia.
18
Porque tú eres el esplendor de nuestra fuerza, y por tu benevolencia se acrecienta nuestro poderío.
19
Pues de Yavé es nuestro escudo, y nuestro rey del Santo de Israel.
20
Tú en otro tiempo hablaste en visión a tus piadosos, y dijiste: “He dado mi ayuda a un valiente, he exaltado a un elegido del pueblo;
21
he hallado a David, mi siervo; le he ungido con mi óleo consagrado,
22
al que mi mano sostendrá constantemente y mi brazo fortalecerá.
23
No le sorprenderá enemigo ni le abatirá el inicuo.
24
Exterminará ante él a sus opresores y quebrantará a los que le aborrecen.
25
Serán con él mi fidelidad y mi piedad, y en mi nombre se alzara su poder.
26
Pondré su mano en el mar, y su diestra en los ríos.
27
El me invocará, diciendo: “Tú eres mi padre, mi Dios y la Roca de mi salvación.”
28
Y yo le haré mi primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra.
29
Yo guardaré con él eternamente mi piedad, y mi alianza con él será fiel.
30
Haré subsistir por siempre su descendencia, y su trono como los días del cielo.
31
Si traspasan sus hijos mi Ley y no caminan según mis juicios,
32
si violan mis preceptos y no guardan mis mandamientos,
33
castigaré con la vara sus transgresiones y con azotes sus iniquidades.
34
Pero no apartaré de él mi piedad ni faltaré a mi fidelidad.
35
No quebrantaré mi alianza y no retractaré cuanto ha salido de mis labios.
36
Una cosa he jurado por mi santidad, no engañaré a David.
37
Su descendencia durará eternamente, y su trono (permanecerá) ante mí cuanto el sol,
38
y como la luna subsistirá eternamente, y será testigo fiel en la nube.”
39
Pero, con todo, has rechazado, despreciado, y te has irritado contra tu ungido.
40
Has roto la alianza con tu siervo, has profanado, (echando) a tierra, su diadema.
41
Has abierto brechas en todas las murallas, has reducido a escombros sus fortalezas.
42
Cuantos pasan por el camino la saquean; es el oprobio de sus vecinos.
43
Has robustecido la diestra de sus opresores, has alegrado a todos sus adversarios.
44
Has embotado el filo de su espada y no le has socorrido en el combate.
45
Has hecho desvanecer su brillo, echando por tierra su trono.
46
Has acortado los días de su juventud y le has cubierto de oprobio.
47
¿Hasta cuándo, Yavé, estarás siempre escondido y arderá tu ira como fuego?
48
Acuérdate de cuan breve es la vida y de cuan para poco hiciste a todos los hijos de los hombres.
49
¿Quién es el hombre que viva y no haya de ver la muerte? ¿Quién puede librar su alma del poder del “seol”?
50
¿Dónde están tus antiguas piedades, ¡oh Señor!, las que por tu fidelidad juraste a David?
51
Acuérdate, Señor, del oprobio de tus siervos y de cómo llevo yo en mi seno las afrentas de los pueblos,
52
las que arrojan tus enemigos, ¡oh Yavé!, sobre los pasos de tu ungido.
   
Doxología final del libro
   
53
Bendito sea Yavé por siempre. Amén. Amén.

 

C.R.Y&S