|   | 
            
                   EL 
                  LIBRO DE LOS SALMOS DEL REY DAVID  
                  Libro 
                  Cuarto.90-106 
                  
                    
                      
                        |   | 
                        90  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Deprecación 
                          de misericordia  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        |   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                         Señor, tú has sido refugio para nosotros de generación 
                          en generación.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Antes 
                          de ser engendrados los montes y de ser formada la tierra 
                          y el orbe eres tú, ¡oh Dios!, desde la eternidad y para 
                          siempre.  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Haces 
                          volver al hombre al polvo, diciendo: “¡Volved, hijos 
                          de Adán!”   | 
                       
                      
                        4  | 
                        Porque 
                          mil años son a tus ojos como el día de ayer, que pasó; 
                          como una vigilia de la noche.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Los 
                          arrebatas; son como un sueño mañanero, como hierba que 
                          se marchita:  | 
                       
                      
                        6   | 
                        a 
                          la mañana florece y crece, a la tarde se corta y se 
                          seca.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Pues 
                          nos consume tu ira y nos conturba tu indignación.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Has 
                          puesto nuestras iniquidades frente a ti, nuestros (pecados) 
                          secretos a la luz de tu faz,   | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Pues 
                          todos nuestros días transcurren bajo tu ira, y acaban 
                          nuestros años como un suspiro.  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        La 
                          duración de nuestros años es de setenta, y óchenla en 
                          los más robustos; pero en su mayor parte no son más 
                          que penas y vaciedad, porque pasan veloces, y volamos.   | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        ¿Quién 
                          conoce el poder de tu cólera y tu indignación en lo 
                          que debes ser temido?  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Enséñanos, 
                          pues, a contar nuestros días para que lleguemos a tener 
                          un corazón sabio.  | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        Vuélvete, 
                          ¡oh Yavé!, ¿hasta cuándo?..., y ten compasión de tus 
                          siervos.  | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        Sacianos, 
                          desde la mañana, de tu gracia, para que exultemos y 
                          nos alegremos todos los días.   | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Alégranos 
                          por tantos días que nos humillaste, por tantos años 
                          como probamos la desgracia.   | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        Que 
                          tu obra sea vista de tus siervos, y tu magnificencia 
                          (brille) sobre sus hijos.   | 
                       
                      
                        | 17 | 
                        Sea 
                          sobre nosotros la suavidad de Yavé, nuestro Dios, y 
                          confirma la obra de nuestras manos a nuestro favor. 
                          Sí, afianza la labor de nuestras manos.  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        |   | 
                        91  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Canto 
                          a la providencia de Dios sobre el justo  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        El 
                          que habita al amparo del Altísimo y mora a la sombra 
                          del Todopoderoso,  | 
                       
                      
                        2  | 
                        diga 
                          a Dios: “Tú eres mi refugio y mi ciudadela, mi Dios, 
                          en quien confío.”  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Pues 
                          El te librará de la red del cazador y de la peste exterminadora;   | 
                       
                      
                        4  | 
                        te 
                          cubrirá con sus plumas, hallarás seguro bajo sus alas, 
                          y su fidelidad te será escudo y adarga.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        No 
                          tendrás que temer los espantos nocturnos, ni las saetas 
                          que vuelan de día,  | 
                       
                      
                        6   | 
                        ni 
                          la pestilencia que vaga en las tinieblas, ni la mortandad 
                          que devasta en pleno día.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Caerán 
                          a tu lado mil, y a tu derecha diez mil; a ti no te tocará.   | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Con 
                          tus mismos ojos mirarás, y verás el castigo de los impíos.  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Teniendo 
                          a Yavé por refugio tuyo, al Altísimo por tu asilo,  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        no 
                          te llegará la calamidad ni se acercará la plaga a tu 
                          tienda.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Pues 
                          te encomendará a sus ángeles para que te guarden en 
                          todos tus caminos,  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        y 
                          ellos te levantarán en sus palmas para que tus pies 
                          no tropiecen en las piedras;   | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        pisarás 
                          sobre áspides y víboras y hollarás al leoncillo y al 
                          dragón.  | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        “Porque 
                          se adhirió a mí, yo le libertaré; yo le defenderé, porque 
                          conoce mi nombre.   | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Me 
                          invocará él, y yo le responderé; estaré con él en la 
                          tribulación, le libertaré y le glorificaré.   | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        Le 
                          saciaré de días y le haré ver mi salvación.”  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        92  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Alabanza 
                          de la Providencia Divina   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        |  Salmo. 
                          Cántico. Para el día del sábado.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Bueno 
                          es alabar a Yavé   | 
                       
                      
                        2  | 
                        y 
                          cantar a tu nombre, ¡oh Altísimo!;  | 
                       
                      
                        3   | 
                        publicar 
                          de mañana tu piedad, y de noche tu fidelidad,  | 
                       
                      
                        4  | 
                        al 
                          salterio decacordio y a la lira, con las melodías del 
                          arpa.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Pues 
                          me has alegrado, ¡oh Yavé!, con tus hechos, y me gozo 
                          en las obras de tus manos.   | 
                       
                      
                        6   | 
                        ¡Qué 
                          magníficas son tus obras, oh Yavé! ¡Cuán profundos son 
                          tus pensamientos!   | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        No 
                          conoce esto el hombre necio, no entiende esto el insipiente.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Si 
                          germinan los impíos como la hierba y florecen todos 
                          los obradores de iniquidad, es para ser destruidos por 
                          siempre jamás.   | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Pero 
                          tú eres excelso por la eternidad, ¡oh Yavé!   | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Pues 
                          he aquí que tus enemigos, ¡oh Yavé!, perecerán, y serán 
                          dispersados todos los que obran el mal.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Pero 
                          exaltarás mi cuerno como el del búfalo y me ungirás 
                          de fresco óleo,   | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        y 
                          mis ojos contemplarán a mis enemigos, y mis oídos oirán 
                          a los malvados que se alzan contra mí.   | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        Florecerá 
                          el justo como la palmera, crecerá como el cedro del 
                          Líbano.   | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        Plantado 
                          en la casa de Yavé, florecerá en los atrios de nuestro 
                          Dios.  | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Fructificarán 
                          aun en la senectud, y estarán llenos de savia y verdor   | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        para 
                          anunciar cuán recto es Yavé, mi Roca, en el que no hay 
                          iniquidad.  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        |   | 
                        93  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Grandeza 
                          del dominio de Dios en la creación  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Reina 
                          Yavé, se vistió de majestad; vistióse de poder Yavé 
                          y se ciñó; cimentó el orbe: no se conmoverá.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Firme 
                          tu trono desde el principio, desde la eternidad eres 
                          tú.   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Alzan 
                          los ríos, ¡oh Yavé!, elevan los ríos su voz, alzan los 
                          ríos su estrépito.   | 
                       
                      
                        4  | 
                        Más 
                          que los bramidos de las aguas tumultuosas, más que los 
                          furores del mar es magnífico Yavé en la alturas.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Tus 
                          testimonios son verídicos en grado sumo; conviene a 
                          tu casa la santidad, ¡oh Yavé!, por el transcurso de 
                          los días.  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        94  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Invocación 
                          a Dios, que castiga a ls impíos y protege a los justos  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¡Dios 
                          de las venganzas, Yavé; Dios de las venganzas, muéstrate!  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Álzate, 
                          Juez de la tierra; da a los soberbios su merecido.  | 
                       
                      
                        3   | 
                        ¿Hasta 
                          cuándo los impíos, ¡oh Yavé!, hasta cuándo los impíos 
                          triunfarán,  | 
                       
                      
                        4  | 
                        hablarán 
                          proterva y jactanciosamente y discursearán con arrogancia 
                          todos los obradores de iniquidad?  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Aplastan, 
                          Yavé, a tu pueblo, oprimen a tu heredad.  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Asesinan 
                          a la viuda y al peregrino, y a los huérfanos dan muerte.   | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Y 
                          se dicen: “No ve Yavé, no entiende el Dios de Jacob”.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Entended, 
                          necios del pueblo; vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis 
                          cuerdos?   | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        El 
                          que hizo el oído, ¿no va a oír?; y el que formó el ojo, 
                          ¿no va a ver?  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        El 
                          que instruye a las gentes, ¿no va a reprender? El que 
                          enseña al hombre la sabiduría...  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Conoce 
                          Yavé los pensamientos de los hombres (y sabe) cuán vanos 
                          son.  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Bienaventurado 
                          el hombre a quien tú educas, ¡oh Yavé!, al que instruyes 
                          por tu ley,  | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        para 
                          que esté tranquilo en los días aciagos, en tanto que 
                          se cava para el impío la fosa.  | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        Pues 
                          no abandona Yavé a su pueblo, no desampara su heredad,  | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        sino 
                          que devolverá la justicia al juicio, y en pos de ella 
                          (irán) los rectos de corazón.  | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        ¿Quién 
                          se levantará por mí contra los malvados? ¿Quién estará 
                          conmigo contra los obradores de iniquidad?  | 
                       
                      
                        | 17 | 
                        Si 
                          Yavé no me hubiera ayudado, por poco habitaría ya mi 
                          alma en la morada del silencio.  | 
                       
                      
                        | 18 | 
                        Apenas 
                          decía yo: “Vacilan mis pies,” tu piedad, ¡oh Yavé!, 
                          me sostenía.   | 
                       
                      
                        | 19 | 
                        Y 
                          en las muchas angustias de mi corazón, alegraban mi 
                          alma tus consuelos.  | 
                       
                      
                        | 20 | 
                        ¿Puede 
                          ser acaso aliado tuyo el tribunal de malvados que forja 
                          la iniquidad bajo pretexto de ley?  | 
                       
                      
                        | 21 | 
                        Conspiran 
                          contra el alma del justo y condenan la sangre inocente.   | 
                       
                      
                        | 22 | 
                        Pero 
                          Yavé es para mí una ciudadela, y mi Dios es la Roca 
                          de mi salvación.  | 
                       
                      
                        | 23 | 
                        El 
                          arrojará sobre ellos su misma perversidad, y con su 
                          misma malicia los aniquilará; los hará perecer Yavé, 
                          nuestro Dios.  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        95  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Exhortación 
                          a la Alabanza y Obediencia de Dios   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¡Venid, 
                          cantemos jubiosamente a Yavé! Cantemos gozosos a la 
                          Roca de nuestra salvación!  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Lleguémonos 
                          a El con alabanzas, aclamémosle con salmos.   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Porque 
                          Dios grande es Yavé, Rey grande sobre todos los dioses,   | 
                       
                      
                        4  | 
                        que 
                          tiene en sus manos las profundidades de la tierra y 
                          suyas son también las cumbres de los montes.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Suyo 
                          es el mar, pues El lo hizo; suya la tierra, formada 
                          por sus manos.  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Venid, 
                          póstremenos en presencia de El, doblemos nuestra rodilla 
                          ante Yavé, nuestro Hacedor.   | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Porque 
                          El es nuestro Dios, y nosotros el pueblo que El apacienta 
                          y el rebaño que El guía. Si pudierais hoy oír su voz:  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        “No 
                          endurezcáis vuestro corazón como en Meribá, como el 
                          día de Masá en el desierto,  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        donde 
                          me tentaron vuestros padres, me probaron a pesar de 
                          haber visto mis obras.  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Cuarenta 
                          años anduve desabrido de aquella generación, y tuve 
                          que decirme: Este es un pueblo de extraviado corazón, 
                          que desconoce mis caminos.   | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Por 
                          eso les juré en mi ira que no entrarían en mi reposo.”  | 
                       
                    
                   
                    
                  
                    
                      
                        |   | 
                        96  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Alabanza 
                          al Señor, Único Dios   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Cantad 
                          a Yavé un cántico nuevo, cantad a Yavé la tierra toda.   | 
                       
                      
                        2  | 
                        Cantad 
                          a Yavé y bendecid su nombre, anunciad de día en día 
                          su salvación.   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Contad 
                          su gloria entre las gentes, en todos los pueblos sus 
                          maravillas.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Porque 
                          grande es Yavé y digno de toda alabanza, terrible sobre 
                          todos los dioses,  | 
                       
                      
                        5   | 
                        pues 
                          todos los dioses de los pueblos son vanos ídolos; pero 
                          Yavé hizo los cielos.  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Delante 
                          de El la majestad y la magnificencia, en su santuario 
                          la fortaleza y el esplendor.   | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Dad 
                          a Yavé, ¡oh familias de los pueblos!, dad a Yavé la 
                          gloria y el poderío.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Dad 
                          a Yavé la gloria de su nombre, tomad ofrendas y venid 
                          a sus atrios.  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Inclinaos 
                          ante Yavé con ornamentos santos. ¡Tema ante El toda 
                          la tierra!  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Decid 
                          entre las gentes: “¡Reina Yavé!” Pues El afirmó el orbe 
                          y no se conmueve. Juzga con equidad a los pueblos.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Alégrense 
                          los cielos, regocíjese la tierra, truene el mar y cuanto 
                          en él se contiene.  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Salte 
                          de júbilo el campo y cuanto hay en él, y exulten todos 
                          los árboles de la selva   | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        ante 
                          la presencia de Yavé, que viene, porque viene a juzgar 
                          la tierra. Regirá el orbe con justicia, y a los pueblos 
                          con equidad.  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        97  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Gloria 
                          de la venida de Dios a juzgar  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¡Yavé 
                          reina! Gócese la tierra, alégrense las muchas islas.   | 
                       
                      
                        2  | 
                        Hay 
                          en torno de El nube y calígine; la justicia y el juicio 
                          son la base de su trono.   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Precédele 
                          fuego, que abrasa en derredor a todos sus adversarios;  | 
                       
                      
                        4  | 
                        sus 
                          rayos alumbran el mundo; tiembla la tierra al verle.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Derrítense 
                          como cera los montes ante Yavé, ante el Señor de toda 
                          la tierra.  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Anuncian 
                          los cielos su justicia, y todos los pueblos ven su gloria.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Quedan 
                          confundidos todos los adoradores de los simulacros, 
                          los que se glorían de sus ídolos. Se postran ante El 
                          todos los dioses.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Oyó 
                          Sión y se alegró; regocijáronse las hijas de Judá por 
                          tus juicios, ¡oh Yavé!  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Porque 
                          tú eres, Yavé, el Altísimo sobre toda la tierra, inmensamente 
                          ensalzado sobre todos los dioses.  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Aborreced 
                          el mal los que amáis a Yavé, que El guarda las almas 
                          de los piadosos, librándolos de la mano de los impíos.   | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Ya 
                          alumbra la luz para el justo, y la alegría para los 
                          rectos de corazón.   | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Alegraos 
                          en Yavé, ¡oh justos!, y alabad su santo recuerdo.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        98  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Canto 
                          de Alabanza a Dios después de la Victoria  | 
                       
                      
                        |   | 
                        .  | 
                       
                      
                        1  | 
                         Cantad a Yavé un cántico nuevo, porque El ha hecho maravillas; 
                          han vencido su diestra y su santo brazo.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Ha 
                          manifestado Yavé su salvación y ha revelado su justicia 
                          a los ojos de las gentes.  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Se 
                          ha acordado de su benignidad y de su fidelidad a la 
                          casa de Israel; todos los confines de la tierra vieron 
                          la victoria de nuestro Dios.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Saltad 
                          de júbilo ante Yavé toda la tierra, haced resonar los 
                          gritos, las ovaciones y los salmos.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Cantad 
                          a Yavé con la cítara, con el arpa y con voces de cantos.  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Con 
                          las trompetas y sones de bocina, saltad de júbilo ante 
                          el rey Yavé.   | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Resuene 
                          el mar y cuanto él contiene, el mundo y todos sus habitantes.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Batan 
                          palmas los ríos, regocíjense a su vez los montes  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        delante 
                          de Yavé, que viene a juzgar la tierra, y juzgará el 
                          mundo con justicia y a los pueblos con equidad.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        99  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Gloria 
                          del Señor en Su Santo Monte  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¡Yavé 
                          reina! ¡Tiemblen los pueblos! Se asienta entre los querubines; 
                          la tierra vacila.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Grande 
                          es Dios en Sión y excelso sobre todos los pueblos.  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Que 
                          alaben tu nombre, grande y temible: es el Santo.   | 
                       
                      
                        4  | 
                        Y 
                          tú eres el Rey poderoso que ama la justicia: tú estableciste 
                          la rectitud y el derecho, tú hiciste en Jacob justicia.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Ensalzad 
                          a Yavé, nuestro Dios, y postraos ante el escabel de 
                          sus pies: es el Santo  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Moisés 
                          y Aarón (fueron) entre sus sacerdotes, y Samuel con 
                          los que invocan su nombre; invocaban a Yavé, y El les 
                          respondía.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Les 
                          hablaba en columna de nube, y guardaban sus testimonios 
                          y la Ley que les dio.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        ¡Oh 
                          Yavé, Dios nuestro! Tú los escuchabas, y fuiste para 
                          ellos un Dios indulgente, aunque castigaste sus pecados.   | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Ensalzad 
                          a Yavé, nuestro Dios, y postraos ante su monte santo, 
                          porque Santo es Yavé, nuestro Dios.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        100  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Acción 
                          de Gracias   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Salmo 
                          de acción de gracias. Aclamad 
                            a Yavé la tierra toda,  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Servid 
                          a Yavé con júbilo, venid gozosos a su presencia.  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Sabed 
                          que Yavé es Dios, que El nos hizo, y suyos somos: su 
                          pueblo y la grey de su pastizal.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Entrad 
                          por sus puertas dándole gracias, en sus atrios alabándole; 
                          dadle gracias y bendecid su nombre.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Porque 
                          bueno es Yavé; es eterna su piedad, y perpetua por todas 
                          las generaciones su fidelidad.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        101  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Normas 
                          de vida de un príncipe bueno   | 
                       
                      
                        |  Salmo 
                          de David.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                         Quiero cantar tu piedad y justicia; a ti, ¡oh Yavé!, 
                          voy a entonar salmos.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Quiero 
                          entender el camino de los íntegros. ¿Cuándo vendrás 
                          a mí? Andaré yo en integridad de corazón en mi casa.  | 
                       
                      
                        3   | 
                        No 
                          pondré ante mis ojos cosa vil; aborrezco el proceder 
                          de los apóstatas, no se me pegará.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Lejos 
                          de mí estará el corazón perverso; no conozco al malvado.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Reduciré 
                          al silencio al que en secreto detrae a su prójimo; no 
                          toleraré al de altivos ojos y corazón soberbio.   | 
                       
                      
                        6   | 
                        Pondré 
                          mis ojos en los fieles de la tierra para hacerlos morar 
                          conmigo. Los que andan por el camino de la rectitud 
                          serán mis ministros.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        No 
                          habitará en mi casa el que comete fraude; el que habla 
                          mentirosamente no permanecerá ante mí.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        De 
                          mañana haré perecer a todos los impíos de la tierra, 
                          y exterminaré de la ciudad de Yavé a todos los obradores 
                          de iniquidad.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        102  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Plegaria 
                          de un afligido que desfallece y se lamenta ante Yavé  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Escucha, 
                          ¡oh Yavé!, mi oración y llegue a ti mi clamor.   | 
                       
                      
                        2  | 
                        No 
                          escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;   | 
                       
                      
                        3   | 
                        inclina 
                          tus oídos a mí: cuando te invoco, apresúrate a oírme.   | 
                       
                      
                        4  | 
                        Pues 
                          se desvanecen como humo mis días y se tuestan mis huesos 
                          como en horno.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Marchitado 
                          como hierba se deseca mi corazón, pues me olvido de 
                          comer mi pan.   | 
                       
                      
                        6   | 
                        Por 
                          la voz de mi gemido se pegan mis huesos a la piel.   | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Me 
                          asemejo al pelícano del desierto; soy como búho entre 
                          las ruinas.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Me 
                          desvelo y sollozo como pájaro solitario sobre el tejado.  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Todo 
                          el día se burlan de mí mis enemigos, se enfurecen contra 
                          mí y me execran.   | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Como 
                          el pan como si fuera ceniza, y mi bebida se mezcla con 
                          lágrimas.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Por 
                          tu indignación y tu ira, porque me cogiste y me lanzaste,   | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        mis 
                          días son como sombra que se inclina, y me seco como 
                          hierba.  | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        Pero 
                          tú, Yavé, te sientas en tu trono por siempre, y tu memoria 
                          permanece por generaciones y generaciones.  | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        Tú 
                          te alzarás y tendrás misericordia de Sión, porque tiempo 
                          es ya de que le seas propicio, pues ha llegado el plazo.   | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Porque 
                          aman tus siervos sus piedras y se compadecen de sus 
                          ruinas.   | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        Entonces 
                          temerán las gentes el nombre de Yavé, y todos los reyes 
                          de la tierra tu gloria,   | 
                       
                      
                        | 17 | 
                        Cuando 
                          reedifique Yahvé a Sión, cuando aparezca en su gloria  | 
                       
                      
                        | 18 | 
                        y, 
                          volviéndose a la oración de los despojados, no desprecie 
                          su plegaria,  | 
                       
                      
                        | 19 | 
                        esto 
                          se escribirá para la generación posterior, y un pueblo 
                          nuevo alabará a Yavé.  | 
                       
                      
                        | 20 | 
                        Pues 
                          se ha inclinado desde su excelsa santa morada, mirando 
                          Yavé desde los cielos a la tierra   | 
                       
                      
                        | 21 | 
                        para 
                          escuchar el gemido de los cautivos y librar a los destinados 
                          a la muerte,   | 
                       
                      
                        | 22 | 
                        para 
                          que sea anunciado en Sión el nombre de Yavé y sus alabanzas 
                          en Jerusalén,  | 
                       
                      
                        | 23 | 
                        cuando 
                          se congreguen juntos los pueblos y los reinos para servir 
                          a Yavé.  | 
                       
                      
                        | 24 | 
                        En 
                          el camino quebrantó mis fuerzas y abrevió mis días.  | 
                       
                      
                        | 25 | 
                        Yo 
                          digo: “Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días, 
                          tú cuyos años son generaciones y generaciones.  | 
                       
                      
                        | 26 | 
                        En 
                          tiempos antiguos fundaste la tierra, y obra de tus manos 
                          son los cielos;   | 
                       
                      
                        | 27 | 
                        pero 
                          éstos perecerán y tú permanecerás, mientras todos se 
                          gastan como un vestido. Los mudas como un vestido, y 
                          se cambian.   | 
                       
                      
                        | 28 | 
                        Pero 
                          tú siempre eres el mismo, y tus años no tienen fin.   | 
                       
                      
                        | 29 | 
                        Habitarán 
                          los hijos de tus siervos allí y permanecerá ante ti 
                          su posteridad".   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        103  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Alabanza 
                          de la providencia de Dios  | 
                       
                      
                        |   | 
                        De 
                          David.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¡Bendice, 
                          alma mía, a Yavé, y bendiga todo mi ser su santo nombre!  | 
                       
                      
                        2  | 
                        ¡Bendice, 
                          alma mía, a Yavé y no olvides ninguno de sus favores!  | 
                       
                      
                        3   | 
                        El 
                          perdona todas tus faltas y sana todas tus dolencias;   | 
                       
                      
                        4  | 
                        El 
                          rescata tu vida del sepulcro y te corona de piedad y 
                          de misericordia;  | 
                       
                      
                        5   | 
                        El 
                          sacia de bienes tus deseos, renueva tu juventud como 
                          la del águila.  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Hace 
                          Yavé justicia, y juicio a todos los oprimidos.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Dio 
                          a conocer a Moisés sus caminos, y sus proezas a los 
                          hijos de Israel.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Es 
                          Yahvé misericordioso y benigno, tardo a la ira y muy 
                          benevolente.  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        No 
                          está siempre acusando ni guarda rencor eternamente.   | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        No 
                          nos trata a la medida de nuestros pecados ni nos paga 
                          conforme a nuestras iniquidades.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Sino 
                          que cuanto sobre la tierra se alzan los cielos, tanto 
                          prevalece su piedad sobre los que le temen;   | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        cuan 
                          lejos está el oriente del occidente, tanto aleja de 
                          nosotros nuestras culpas;  | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        cuan 
                          benigno es un padre para sus hijos, tan compasivo es 
                          Dios para con los que le temen;   | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        pues 
                          El conoce de qué hemos sido hechos, se acuerda de que 
                          no somos más que polvo.   | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Los 
                          días del hombre son como la hierba; como flor del campo 
                          así florece,   | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        pero 
                          sopla sobre ella el viento, y ya no es más; ni se sabe 
                          siquiera su lugar.  | 
                       
                      
                        | 17 | 
                        Pero 
                          la piedad de Yavé es eterna para los que le temen, y 
                          su justicia para los hijos de los hijos,  | 
                       
                      
                        | 18 | 
                        para 
                          los que guardan su alianza y recuerdan sus mandamientos 
                          para ponerlos por obra.  | 
                       
                      
                        | 19 | 
                        Ha 
                          establecido Yavé en los cielos su trono, y su reino 
                          domina todo (el universo).  | 
                       
                      
                        | 20 | 
                        Bendecid 
                          a Yavé vosotros sus ángeles, que sois poderosos y cumplís 
                          sus órdenes, prontos a la voz de su palabra.   | 
                       
                      
                        | 21 | 
                        Bendecid 
                          a Yavé vosotros todas sus milicias, que le servís haciendo 
                          su voluntad.  | 
                       
                      
                        | 22 | 
                        Bendecid 
                          a Yavé todas sus obras en cualquier lugar de su imperio. 
                          ¡Bendice, alma mía, a Yavé!  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        104  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Gloria 
                          de Dios en la Creación  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¡Bendice, 
                          alma mía, a Yavé! ¡Yavé, Dios mío!, tú eres grande; 
                          estás revestido de majestad y esplendor.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Envuelto 
                          de luz como de un manto, despliegas los cielos como 
                          una tienda;  | 
                       
                      
                        3   | 
                        edificas 
                          sobre las aguas tus moradas superiores. Haces de las 
                          nubes tu carro, avanzando sobre las alas del viento.   | 
                       
                      
                        4  | 
                        Tienes 
                          por mensajeros a los vientos, y por ministros llamas 
                          de fuego.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Has 
                          establecido la tierra sobre sus bases, para que nunca 
                          después vacilara.   | 
                       
                      
                        6   | 
                        La 
                          cubriste del océano abismal como de un vestido, y las 
                          aguas se detuvieron sobre los montes.   | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        A 
                          tu amenaza huyeron, al fragor de tu trueno huyeron asustados,   | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        y 
                          se alzaron los montes y se abajaron los valles hasta 
                          el lugar que les habías señalado.   | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Pusísteles 
                          un límite, que no traspasarán, no volverán a cubrir 
                          la tierra. 
                          | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Tú 
                          haces brotar en los valles los manantiales, que corren 
                          luego entre los montes.   | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Ellos 
                          abrevan a todos los animales del campo y en ellos matan 
                          su sed los onagros.  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Junto 
                          a ellos se posan las aves del cielo, que cantan en la 
                          fronda.  | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        De 
                          tus altas moradas riegas los montes, y del fruto de 
                          tus obras se sacia la tierra.   | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        Hace 
                          nacer la hierba para las bestias, y las plantas para 
                          el servicio del hombre, para sacar de la tierra el pan;   | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        y 
                          el vino, que alegra el corazón del hombre, y el aceite, 
                          que hace lucir sus rostros, y el pan, que sustenta el 
                          corazón del hombre.  | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        Se 
                          sacian los árboles de Yavé, los cedros del Líbano que 
                          plantó,   | 
                       
                      
                        | 17 | 
                        en 
                          los cuales anidan los pájaros, y los cipreses, domicilio 
                          de las cigüeñas;   | 
                       
                      
                        | 18 | 
                         los altos montes para las gamuzas, los riscos para madriguera 
                          del damán.  | 
                       
                      
                        | 19 | 
                        Tú 
                          has hecho la luna para medir los tiempos; el sol conoce 
                          (la hora de) su ocaso.  | 
                       
                      
                        | 20 | 
                        Tú 
                          extiendes las tinieblas, y es de noche, y en ella corretean 
                          todas las bestias del bosque.   | 
                       
                      
                        | 21 | 
                        Rugen 
                          los leoncillos por la presa, pidiendo a Dios así su 
                          alimento.   | 
                       
                      
                        | 22 | 
                        Sale 
                          el sol, y se retiran y se acurrucan en sus cuevas.   | 
                       
                      
                        | 23 | 
                        Sale 
                          el hombre a sus labores, a sus haciendas hasta la tarde.   | 
                       
                      
                        | 24 | 
                        ¡Cuántas 
                          son tus obras, oh Yavé! ¡Todas las hiciste con sabiduría! 
                          Está llena la tierra de tu riqueza:  | 
                       
                      
                        | 25 | 
                        éste 
                          es el mar, grande, inmenso; allí reptiles sin número, 
                          animales pequeños y grandes.  | 
                       
                      
                        | 26 | 
                        Allí 
                          las naves se pasean, y ese Leviatán que hiciste para 
                          ti.  | 
                       
                      
                        | 27 | 
                        Todos 
                          ellos esperan de ti que les des alimento a su tiempo.   | 
                       
                      
                        | 28 | 
                        Tú 
                          se lo das y ellos lo toman; abres tu mano, y se sacian 
                          de bien.   | 
                       
                      
                        | 29 | 
                        Si 
                          tú escondes tu rostro, se conturban; si les quitas el 
                          espíritu, expiran y vuelven al polvo.  | 
                       
                      
                        | 30 | 
                        Si 
                          mandas tu espíritu, se recrían, y así renuevas la faz 
                          de la tierra.  | 
                       
                      
                        | 31 | 
                        Sea 
                          eterna la gloria de Yavé y gócese Yahé en sus obras.  | 
                       
                      
                        | 32 | 
                        Mira 
                          la tierra, y tiembla; toca los montes, y humean.  | 
                       
                      
                        | 33 | 
                        Yo 
                          cantaré a Yavé mientras viva; entonaré salmos a mi Dios 
                          mientras subsista.  | 
                       
                      
                        | 34 | 
                        Séale 
                          grato mi hablar, y yo me gozaré en Yavé.  | 
                       
                      
                        | 35 | 
                        ¡Desaparezcan 
                          de la tierra los pecadores y dejen de ser los impíos! 
                          Bendice, alma mía, a Yavé. Aleluya.    | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        105  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Fidelidad 
                          de Dios a la Alianza  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Alabad 
                          a Yavé, invocad su nombre, dad a conocer entre los pueblos 
                          sus proezas.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Cantadle 
                          y entonadle salmos, referid todas sus maravillas,   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Gloriaos 
                          en su santo nombre, alégrese el corazón de los que buscan 
                          a Yavé.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Buscad 
                          a Yavé y su poder, buscad siempre su rostro.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Recordad 
                          las maravillas que ha obrado, sus prodigios y las sentencias 
                          de su boca.  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Vosotros, 
                          descendencia de Abraham, su siervo; hijos de Jacob, 
                          su elegido.   | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        El 
                          es Yavé, nuestro Dios, y sus juicios (prevalecen) en 
                          toda la tierra.   | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Se 
                          acordó siempre de su alianza y de la promesa decretada 
                          por mil generaciones;  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        el 
                          pacto hecho con Abraham, y su juramento a Isaac;  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        y 
                          confirmó a Jacob como ley firme, y a Israel como alianza 
                          eterna   | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        diciendo: 
                          “Yo te daré la tierra de Canaán como lote de vuestra 
                          heredad.”  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Aunque 
                          eran pocos en número, casi como nada, y extranjeros 
                          en ella,  | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        pasaron 
                          de una a otra nación y de un reino a otro pueblo.  | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        No 
                          dejó que nadie los oprimiera, y castigó por ellos a 
                          reyes:   | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        “No 
                          toquéis a mis ungidos, no hagáis mal a mis profetas.”  | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        Llamó 
                          al hambre sobre aquella tierra, hizo que faltara todo 
                          mantenimiento,   | 
                       
                      
                        | 17 | 
                        y 
                          mandó delante de ellos a un varón, a José, vendido como 
                          esclavo.  | 
                       
                      
                        | 18 | 
                         Fueron puestos en el cepo sus pies, y fue encadenado 
                          con hierros;   | 
                       
                      
                        | 19 | 
                        hasta 
                          que se realizó su presagio y le acreditó la palabra 
                          de Yavé.  | 
                       
                      
                        | 20 | 
                        Mandó 
                          el rey que lo soltasen; el dominador de pueblos le dejó 
                          en libertad;  | 
                       
                      
                        | 21 | 
                        y 
                          le hizo señor de su casa y soberano de todas sus posesiones,   | 
                       
                      
                        | 22 | 
                        para 
                          instruir a su agrado a los príncipes y enseñar sabiduría 
                          a los ancianos.  | 
                       
                      
                        | 23 | 
                        Y 
                          vino Israel a Egipto, habitó Jacob en la tierra de Cam;   | 
                       
                      
                        | 24 | 
                        y 
                          multiplicó grandemente su pueblo e hizo que fuesen más 
                          fuertes que sus opresores.  | 
                       
                      
                        | 25 | 
                        Cambió 
                          su corazón para que odiaran a su pueblo y para vejar 
                          dolosamente a sus siervos.   | 
                       
                      
                        | 26 | 
                        Mandó 
                          a Moisés, su siervo, y a Arón, su elegido.   | 
                       
                      
                        | 27 | 
                        E 
                          hizo por medio de ellos sus prodigios y sus portentos 
                          en la tierra de Cam.  | 
                       
                      
                        | 28 | 
                        Mandó 
                          a las tinieblas, y se hizo oscuro; pero se rebelaban 
                          contra sus órdenes;   | 
                       
                      
                        | 29 | 
                        convirtió 
                          en sangre sus aguas, y mató sus peces.  | 
                       
                      
                        | 30 | 
                        Hormigueó 
                          de ranas su tierra, hasta en las cámaras de sus reyes.   | 
                       
                      
                        | 31 | 
                        Mandó, 
                          y vinieron los tábanos y los mosquitos a todas sus regiones.  | 
                       
                      
                        | 32 | 
                        Les 
                          dio granizo en vez de lluvia, y llamas de fuego sobre 
                          su tierra.  | 
                       
                      
                        | 33 | 
                        Y 
                          abatió sus viñas y sus higuerales, destrozando los árboles 
                          de su territorio.   | 
                       
                      
                        | 34 | 
                        Mandó, 
                          y vino la langosta y el pulgón en gran número,  | 
                       
                      
                        | 35 | 
                        que 
                          royeron toda la hierba de su país y devoraron los frutos 
                          del campo.  | 
                       
                      
                        | 36 | 
                        E 
                          hirió a todos los primogénitos en su tierra, las primicias 
                          de su vigor viril.  | 
                       
                      
                        | 37 | 
                        Y 
                          sacólos con plata y oro, y no había entre sus tribus 
                          ningún rezagado.   | 
                       
                      
                        | 38 | 
                        Alegróse 
                          Egipto de su partida, porque se había apoderado de ellos 
                          su terror.  | 
                       
                      
                        | 39 | 
                        Les 
                          tendió como cubierta una nube, y un fuego para alumbrarlos 
                          en la noche.  | 
                       
                      
                        | 40 | 
                        A 
                          su petición hizo venir las codornices, y los sació de 
                          pan del cielo.   | 
                       
                      
                        | 41 | 
                        Hendió 
                          la roca y brotaron las aguas, que corrieron como un 
                          río por el desierto.   | 
                       
                      
                        | 42 | 
                        Porque 
                          se acordó de su santa promesa y de Abraham, su siervo.  | 
                       
                      
                        | 43 | 
                        Así 
                          sacó a su pueblo en alegría y a sus elegidos llenos 
                          de gozo.   | 
                       
                      
                        | 44 | 
                        Y 
                          les asignó las tierras de las gentes, y se posesionaron 
                          de las haciendas de los pueblos,   | 
                       
                      
                        | 45 | 
                         para que guardaran sus preceptos y observaran sus leyes. ¡Aleluya!  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        |   | 
                        106  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Confesión 
                          de las Rebeldías de Israel   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¡Aleluya! 
                          Alabad a Yavé porque es bueno, porque es eterna su piedad.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        ¿Quién 
                          podrá contar las gestas de Yavé y pregonar todos sus 
                          loores?  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Bienaventurados 
                          los que observan el derecho, los que obran justicia 
                          en todo tiempo.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Acuérdate 
                          de mí, ¡oh Yavé!, en tu benevolencia hacia tu pueblo; 
                          visítame con tu auxilio   | 
                       
                      
                        5   | 
                        para 
                          que vea la dicha de tus elegidos, y me alegre en el 
                          gozo de tu gente, y me gloríe con tu heredad.  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Hemos 
                          pecado como nuestros padres; hemos sido malos y perversos.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Nuestros 
                          padres en Egipto no entendieron tus maravillas, no recordaron 
                          tus muchos favores y se rebelaron contra el Altísimo 
                          en el mar Rojo.   | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Pero 
                          los salvó por amor de su nombre, para hacer muestra 
                          de su poder.  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Increpó 
                          al mar Rojo, y quedó seco, y los hizo andar por los 
                          abismos como por el desierto;   | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        los 
                          salvó de las manos del que los aborrecía, y los redimió 
                          del poder del enemigo.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Y 
                          las aguas sumergieron a sus opresores, no escapando 
                          ni uno solo.  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Entonces 
                          dieron fe a sus palabras y cantaron sus alabanzas.   | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        Pero 
                          bien pronto se olvidaron de sus obras, no confiaron 
                          en sus designios.   | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        Dejáronse 
                          llevar de su concupiscencia en el desierto y tentaron 
                          a Dios en la soledad.  | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Y 
                          les dio lo que pedían, pero mandó la consunción a sus 
                          almas.   | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        Envidiaron 
                          a Moisés en el campamento y a Arón, el santo de Yavé.   | 
                       
                      
                        | 17 | 
                        Y 
                          se abrió la tierra y se tragó a Datán, y cubrió a los 
                          secuaces de Abirón.  | 
                       
                      
                        | 18 | 
                        Y 
                          el fuego devoró a su banda; las llamas consumieron a 
                          los impíos.  | 
                       
                      
                        | 19 | 
                        Se 
                          hicieron un becerro en Horeb y adoraron a un simulacro 
                          fundido,   | 
                       
                      
                        | 20 | 
                        y 
                          trocaron su gloria por la imagen de un buey que come 
                          hierba.  | 
                       
                      
                        | 21 | 
                        Se 
                          olvidaron de Dios, su Salvador, que tan grandes cosas 
                          había hecho en Egipto,  | 
                       
                      
                        | 22 | 
                        maravillas 
                          en la tierra de Cam, cosas terribles junto al mar Rojo.   | 
                       
                      
                        | 23 | 
                          Y ya hubiera decretado exterminarlos si Moisés, su elegido, 
                          no se hubiese puesto en la brecha ante El para desviar 
                          su indignación del exterminio.   | 
                       
                      
                        | 24 | 
                        Despreciaron 
                          una tierra deleitosa, no tuvieron confianza en sus palabras.  | 
                       
                      
                        | 25 | 
                        Y 
                          murmuraron en sus tiendas y no escucharon la voz de 
                          Yavé.  | 
                       
                      
                        | 26 | 
                        Por 
                          eso alzó su mano contra ellos, para postrarlos en el 
                          desierto   | 
                       
                      
                        | 27 | 
                        y 
                          dispersar a su descendencia entre las gentes y diseminarlos 
                          por la tierra.   | 
                       
                      
                        | 28 | 
                        Y 
                          se adhirieron a Baalfegor y comieron los sacrificios 
                          de los muertos.   | 
                       
                      
                        | 29 | 
                        Y 
                          le provocaron a ira con sus obras; y se difundió entre 
                          ellos una mortandad.   | 
                       
                      
                        | 30 | 
                        Levantóse 
                          Finés e hizo justicia, y la plaga cesó.  | 
                       
                      
                        | 31 | 
                        Y 
                          le fue contado esto a justicia, de generación en generación 
                          para siempre.   | 
                       
                      
                        | 32 | 
                        Le 
                          irritaron también a propósito de las aguas de Meribá, 
                          y le sobrevino mal a Moisés por culpa de ellos,   | 
                       
                      
                        | 33 | 
                        porque 
                          exacerbaron su espíritu y habló temerariamente con sus 
                          labios.  | 
                       
                      
                        | 34 | 
                        No 
                          exterminaron a los pueblos, como se lo había mandado 
                          Yavé;   | 
                       
                      
                        | 35 | 
                        antes 
                          se mezclaron con las gentes y adoptaron sus costumbres.   | 
                       
                      
                        | 36 | 
                        Y 
                          sirvieron a sus ídolos, que fueron para ellos un lazo.   | 
                       
                      
                        | 37 | 
                        Sacrificaron 
                          sus hijos y sus hijas a los demonios;   | 
                       
                      
                        | 38 | 
                        derramaron 
                          sangre inocente: la sangre de sus hijos y de sus hijas, 
                          sacrificándolos a los ídolos de Canaán, y quedó la tierra 
                          contaminada por su sangre.  | 
                       
                      
                        | 39 | 
                        Se 
                          contaminaron por sus obras y se prostituyeron con sus 
                          acciones.  | 
                       
                      
                        | 40 | 
                        Y 
                          se encendió la ira de Yavé contra su pueblo, y abominó 
                          de su heredad.  | 
                       
                      
                        | 41 | 
                        Y 
                          los entregó en manos de las gentes, quedando sometidos 
                          a los que los odiaban.  | 
                       
                      
                        | 42 | 
                        Y 
                          fueron vejados por sus enemigos y doblegados bajo su 
                          mano.  | 
                       
                      
                        | 43 | 
                        Muchas 
                          veces los libraba, pero ellos le exasperaban con sus 
                          veleidades, y eran humillados por sus iniquidades.  | 
                       
                      
                        | 44 | 
                        Mas 
                          él vio sus tribulaciones y oyó sus lamentos.   | 
                       
                      
                        | 45 | 
                        Y 
                          se acordó de su alianza con ellos, y por su mucha bondad 
                          se apiadó de ellos.   | 
                       
                      
                        | 46 | 
                        Y 
                          les hizo objeto de sus misericordias en presencia de 
                          cuantos los tenían en cautiverio.  | 
                       
                      
                        | 47 | 
                        ¡Sálvanos, 
                          Yavé, Dios nuestro, y reúnenos de entre las gentes para 
                          celebrar tu santo nombre y gloriarnos en tus alabanzas!   | 
                       
                      
                        |   | 
                         | 
                       
                      
                        |   | 
                        Doxología 
                          final del libro  | 
                       
                      
                        |   | 
                         | 
                       
                      
                        | 48 | 
                        Bendito 
                          sea Yavé, Dios de Israel, de eternidades en eternidades, 
                          y diga todo el pueblo: ¡Amén! ¡Aleluya!  | 
                       
                    
                   
                    
              C.R.Y&S  | 
              |