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LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 

 
 

LA SAGRADA BIBLIA

EL LIBRO DE LOS SALMOS DEL REY DAVID

Libro Segundo.51-60

51
 
Confesión de los pecados y súplica del perdón
 Al maestro del coro. Salmo de David.Cuando fue a él el profeta Natán después que pecó con Betsabé.  
   
1
Apiádate de mí, ¡oh Dios!, según tu benignidad.
2
Por vuestra gran misericordia borra mi iniquidad.
3
Lávame enteramente de mi iniquidad
4
y limpíame de mi pecado,
5
pues reconozco mi transgresión, y mi pecado está siempre delante de mí.
6
Contra ti, contra ti sólo he pecado; he hecho lo malo a tus ojos, para que seas reconocido justo en tu sentencia y seas irreprochable en tu juicio.
7
He aquí que en maldad fui formado y en pecado me concibió mi madre.
8
Puesto que amas la verdad en lo íntimo, ¡instrúyeme en el secreto de la sabiduría!
9
¡Rocíame con hisopo, y seré puro; lávame, y seré más blanco que la nieve!
10
¡Hazme escuchar el gozo y la alegría, y saltarán de gozo los huesos que trituraste!
11
¡Aparta tu faz de mis pecados y borra todas mis iniquidades!
12
Crea en mí, ¡oh Dios!, un corazón puro y renueva dentro de mí un espíritu recto.
13
No me arrojes de tu presencia y no quites de mí tu santo espíritu.
14
Devuélveme el gozo de tu salvación, sosténgame un espíritu generoso.
15
Yo enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.
16
Líbrame de la sangre, Elohim, Dios de mi salvación, y cantará mi lengua tu justicia.
17
Abre tú, Señor, mis labios, y cantará mi boca tus alabanzas.
18
Porque no es sacrificio lo que tú quieres; si te ofreciera un holocausto, no lo aceptarías.
19
Mi sacrificio, ¡oh Dios!, es un espíritu contrito. Un corazón contrito y humillado, ¡oh Dios! no lo desprecias.
20
Sé benévolo en tu complacencia hacia Sión y edifica los muros de Jerusalén.
21

Entonces te agradarás de los sacrificios legales, de los holocaustos y oblaciones; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.


52
 
Oración contra un enemigo jactancioso
   
Al maestro del coro. Maskil. De David. Cuando Doeg, idumeo, fue a informar a Saúl, diciendo:
   
1
David ha ido a casa de Abimelec.
2
¿Por qué te glorías en tu maldad, héroe de iniquidad?
3
Todo el día tu lengua maquina injusticias,
4
como afilada navaja, artífice de engaños.
5
¡Amas el mal más que el bien, la mentira más que la justicia;
6
estimas toda palabra perniciosa, lengua falaz!
7
También Dios te destruirá para siempre; te abatirá y te arrancará de la tienda, te desarraigará de la tierra de los vivos.
8
Verán esto los justos y temerán, y se reirán de él:
9
“He ahí al hombre que no ha puesto a Dios por fortaleza suya, confiando en sus muchas riquezas, haciéndose fuerte en su maldad.” Selah.
10

Mas yo, como olivo verde, moraré en la casa de Dios, confiando en la piedad de Dios por siempre jamás. Yo te alabaré Dios siempre por lo que has hecho, y esperaré en tu nombre, porque es bueno en la presencia de tus piadosos.


53
 
Castigo de los enemigos de Israel
   
Al maestro del coro. A la flauta. Maskil. De David.
   
1
Dice en su corazón el necio: “No hay Dios.”
2
Se han corrompido, hicieron cosas abominables, no hay quien haga el bien.
3
Se inclina Dios desde los cielos hacia los hijos de los hombres para ver si hay algún cuerdo que busque a Dios
4
Todos se han descarriado y a una se han corrompido, no hay quien haga el bien; no hay ni uno solo.
5
¿No saben todos los obradores de iniquidad que comen mi pueblo como comen el pan, que no invocan a Dios?
6
Tiemblan de miedo donde no hay que temer, porque Dios esparcirá los huesos del que te asedia; y tú los cubrirás de ignominia, porque Dios los rechazó.
7

¿Quién otorgará desde Sión la salvación de Israel? Al hacer retornar Dios a su pueblo, se alegrará Jacob, se gozará Israel.


54
 
Oración contra los enemigos
 Al maestro del coro. A las cuerdas. Maskil. De David. Cuando vinieron los de Zif a decir a Saúl:
   
1
“¿Es que David no está escondido entre nosotros?”
2
Sálvame, ¡oh Dios!,
3
por tu nombre, por tu poder hazme justicia.
4
Oye, ¡oh Dios!, mi oración, da oídos a las palabras de mi boca.
5
Porque los soberbios se han levantado contra mí y violentos buscan mi vida. No ponen a Dios ante ellos. Selah.
6
He aquí que Dios viene en mi ayuda; es el Señor el sostén de mi vida.
7
Vuelve el mal contra mis adversarios. ¡Por tu fidelidad, extermínalos!
8
Gustoso yo te ofreceré sacrificios; alabaré tu nombre, ¡oh Yavé!, porque es bueno.
9

Me libra de toda angustia, y mis ojos han visto a mis enemigos humillados.


55
 
Oración contra los enemigos
   
 Al maestro del coro. A las cuerdas. Maskil. De David.
   
1
Da oídos, ¡oh Dios!, a mi oración,
2
no te escondas a mi súplica.
3
Atiende y respóndeme. Estoy abatido en mi tristeza y conturbado.
4
Estoy aturdido por los gritos del enemigo, ante la opresión del malvado, pues me echan encima el infortunio y me persiguen con furor.
5
Me tiembla el corazón dentro del pecho, asáltanme terrores de muerte.
6
Me invade el temblor y el terror, me envuelve el espanto.
7
Y yo digo: ¡Quién me diera alas como de paloma, y volaría y descansaría!
8
¡Ciertamente huiría lejos y moraría en el desierto! Selah.
9
¡Apresuraríame a salvarme del viento impetuoso y de la tempestad!
10
Confunde, Señor, divide sus lenguas, porque veo en la ciudad la violencia y la discordia.
11
Día y noche giran en torno a sus murallas, y en medio de ella la iniquidad y la maldad.
12
Dentro de ella la insidia; de sus plazas no se apartan la mentira y el fraude.
13
Que no es un enemigo quien me afrenta, pues lo soportaría. No es uno de los que me aborrecen el que se insolenta contra mí; me ocultaría de él.
14
Pero eres tú, un hombre como yo, mi familiar y mi conocido,
15
con quien gustaba de secretas confidencias; íbamos juntos entre la turba en la casa de Dios.
16
Los sorprenderá la muerte, descenderán vivos al seol, porque no hay sino maldad en sus moradas, dentro de ellos.
17
Yo, empero, invocaré a Dios, y Yavé me salvará.
18
A la tarde, a la mañana, al mediodía, yo me quejo y conturbo, y El oirá mi voz.
19
Rescatará mi alma en paz de los que me acosan, pues son muchos contra mí.
20
Dios oirá y los humillará. El que está sentado desde la eternidad. Selah. Porque ellos no se enmiendan y no temen a Dios.
21
Tiende sus manos contra los que con él están en paz, viola su pacto.
22
Es blanda su boca más que la manteca, pero lleva la guerra en su corazón. Son sus palabras más untuosas que el aceite, pero son espadas desenvainadas.
23
Encomienda a Yavé tu destino, y El te sostendrá, pues no permitirá jamás que el justo vacile.
24
Pero tú, ¡oh Dios!, los harás descender a la fosa de la corrupción. Hombres sanguinarios y dolosos, no llegarán a la mitad de sus días, mas yo confiaré en ti.


56
 
Firme confianza en Dios en medio de los peligros
   
 Al maestro del coro. Sobre “la paloma muda de las lejanías.” De David, Miktam: cuando los filisteos le prendieron en Gat.
   
1
Apiádate de mí, ¡oh Dios!, porque me persiguen los hombres,
2
me oprimen y combaten constantemente.
3
Sin cesar me persiguen mis enemigos, pues son muchos los que me combaten.
4
¡Oh Altísimo! Cuando yo temo, en ti confío.
5
Con el favor de Dios celebraré su promesa, en Dios me confío y nada temo, ¿Qué podrá hacer un hombre contra mí?
6
Todo el día abominan mis palabras, contra mí sus maquinaciones van al mal.
7
Se conjuran, están al acecho, espían mis pasos, como esperando acabar con mi vida.
8
Pésalos, ¡oh Dios!, en la medida de su iniquidad, tú que abates a los pueblos en tu cólera.
9
Tú que tienes cuenta de mi vida errante, pon mis lágrimas en tu redoma. ¿No están escritas en tu libro?
10
Entonces volverán la espalda mis enemigos, en el día en que te invoque; así sabré que Dios está en mi favor.
11
Con el favor de Dios celebraré su promesa, con la ayuda de Yavé alabaré su palabra.
12
En Dios me confío y nada temo. ¿Qué podrá hacer un hombre contra mí?
13
Yo te debo, ¡oh Dios!, mis ofrendas votivas, te ofreceré ofrendas de alabanza.
14

Porque libraste mi vida de la muerte, y mis pies de la caída, para que pueda andar en la presencia de Dios, en la luz de los vivientes.


57
 
Oración Confiada en el peligro
   
 Al maestro del canto. Sobre “No destruyas.” Miktam. De David, cuando huyó delante de Saúl en la caverna.
   
1
Ten piedad de mí, ¡oh Dios!, ten piedad de mí, porque a ti he confiado mi alma
2
y me ampararé a la sombra de tus alas mientras pasa la desgracia.
3
Yo invocaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece.
4
El mandará de los cielos y me salvará, y confundirá a los que me acosan. Selah. Mandará Dios su gracia y verdad.
5
Mi alma está en medio de leones, yazgo entre hombres encendidos en furor, cuyos dientes son lanzas y saetas, cuya lengua es tajante espada.
6
Álzate ¡oh Dios!, allá en lo alto de los cielos y haz esplender sobre toda la tierra tu gloria.
7
Tendieron una red a mis pies para que sucumbiera; cavaron ante mí una fosa; fueron ellos los que cayeron en ella. Selah.
8
Pronto está mi corazón, ¡oh Dios!; está mi corazón dispuesto a cantar y entonar salmos.
9
¡Despierta, gloria mía; despierta, salterio y cítara, y despertaré a la aurora!
10
Te alabaré entre los pueblos, ¡oh Señor!; te cantaré salmos entre las naciones.
11
Porque sobrepasa a los cielos tu benignidad, y a las nubes tu fidelidad.
12

Álzate, ¡oh Dios!, en lo alto de los cielos; haz esplender en toda la tierra tu gloria.


58
 
Imprecación Contra los Jueces Injustos
   
 Al maestro del coro. Sobre: “No destruyas.” Miktam. De David.
   
1
¿Hacéis justicia en verdad, oh jueces?
2
¿Juzgáis rectamente a los hijos de los hombres?
3
Más bien a sabiendas obráis la iniquidad; vuestras manos hacen que en la tierra domine la violencia.
4
Los impíos se han desviado desde el seno materno; los mentirosos se han extraviado desde el vientre.
5
Tienen veneno como de serpientes, cual áspid sordo, que cierra su oído.
6
Para no oír la voz de los encantadores, del encantador hábil en encantaciones.
7
Quiébrales, ¡oh Dios!, los dientes en la boca; rompe, ¡oh Yavé!, las quijadas de estos leoncillos.
8
Desaparezcan como agua que se va, que se marchiten como musgo que se pisa.
9
Sean como el caracol, que se deslíe caminando; como aborto de mujer, que no ve el sol.
10
Antes que vuestras calderas sientan el fuego de las espinas, verdes o secas, lléveselas el torbellino.
11
Se alegrará el justo al ver el castigo, bañará sus pies en la sangre del impío.
12

Y dirá cada uno: “¡Hay premio para el justo, hay un Dios que hace justicia sobre la tierra!”


59
 
Oración contra los enemigos
   
Al maestro del coro. Sobre “No destruyas.” Miktam. De David cuando mandó Saúl vigilar la casa para matarle.
   
1
¡Líbrame de mis enemigos, Dios mío!
2
¡Protégeme contra los que se alzan contra mí!
3
¡Líbrame de los que obran iniquidad, sálvame de los hombres sanguinarios!
4
Porque he aquí que ponen asechanzas a mi vida y se conjuran contra mí los poderosos.
5
Sin crimen ni pecado de parte mía, ¡oh Yavé!, sin culpa mía corren y se preparan. ¡Despierta, ven a mi encuentro y mira!
6
Porque tú, ¡oh Yavé de los ejércitos!, eres Dios de Israel. Despierta para castigar a todas las gentes, no tengas piedad de los que obran pérfidamente. Selah.
7
Vuelven por la tarde ladrando como perros y dan vueltas en torno a la ciudad.
8
He aquí que están barbotando a boca llena, y en sus labios tienen espadas: “¿Quién oye?”
9
Pero tú, ¡oh Yavé!, te ríes de ellos, haces burla de todas las gentes.
10
A ti recurro, fortaleza mía, porque tú, Dios, eres mi refugio.
11
La merced de mi Dios me precederá; Dios me hará ver a mis enemigos humillados.
12
No los mates, para que mi pueblo no olvide; hazlos andar vagabundos por tu poder y abátelos, ¡oh Señor, escudo nuestro!
13
Cada palabra de sus labios es un pecado en su boca. Pero quedarán presos en su arrogancia y en las maldiciones y mentiras que profieren.
14
Acábalos en tu furor, acábalos y dejen de ser, y sepan que hay un Dios que domina en Jacob hasta los confines de la tierra. Selah.
15
Vuelven por la tarde, ladrando como perros, y dan vueltas en torno a la ciudad.
16
Andan errantes aquí y allá en busca de comida; si no se sacian, aúllan.
17
Mas yo cantaré tu poder y de mañana alabaré tu benevolencia, porque fuiste mi refugio y mi amparo en el día de la angustia.
18
A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, porque eres, ¡oh Dios!, mi refugio. Dios mío, todo benevolencia para mí.


60
 
Petición de la victoria después de una derrota
   
Al maestro del coro. Sobre “los lirios del testimonio.” Miktam de David. Para ser aprendido. Cuando venció a Aram Naharayim y a Aram de Soba, y se volvió Joab, y derrotó en el Valle de la Sal a doce mil edomitas.
   
1
Tú, ¡oh Dios!, nos rechazaste y nos destrozaste.
2
Te airaste. ¡Restitúyenos!
3
Hiciste temblar nuestra tierra y la quebraste.
4
Sana sus quiebras, porque vacila.
5
Hiciste ver a tu pueblo cosas duras, nos diste a beber el vino del vértigo.
6
Has dado una señal a los que te temen para que se recojan ante el arco,
7
para que sean liberados tus dilectos, sálvanos con tu diestra y óyenos.
8
Dijo Dios por su santidad: “Yo exultaré a Siquem y mediré el valle de Sucot.
9
Mío es Galaad y mío es Manasés, y Efraím es el yelmo de mi cabeza; Judá, mi cetro.
10
Moab es la bacía para lavarme; sobre Edom arrojaré mi calzado, y sobre Filistea cantaré yo victoria.”
11
¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me llevará a Edom?
12
¿No serás tú, oh Dios! que nos has rechazado, tú que no sales con nuestros ejércitos?
13
Danos tu auxilio contra el enemigo, pues vano es el auxilio del hombre.
14
Con Dios haremos proezas, y El aplastará a nuestros enemigos.


 

C.R.Y&S