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                   EL 
                  LIBRO DE LOS SALMOS DEL REY DAVID  
                  Libro 
                  Segundo.51-60  
                  
                    
                      
                        51  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Confesión 
                          de los pecados y súplica del perdón   | 
                       
                      
                        |  Al 
                          maestro del coro. Salmo de David.Cuando fue a él el profeta 
                          Natán después que pecó con Betsabé.    | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Apiádate 
                          de mí, ¡oh Dios!, según tu benignidad.   | 
                       
                      
                        2  | 
                        Por 
                          vuestra gran misericordia borra mi iniquidad.   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Lávame 
                          enteramente de mi iniquidad  | 
                       
                      
                        4  | 
                         y limpíame de mi pecado,  | 
                       
                      
                        5   | 
                        pues 
                          reconozco mi transgresión, y mi pecado está siempre 
                          delante de mí.   | 
                       
                      
                        | 6  | 
                        Contra 
                          ti, contra ti sólo he pecado; he hecho lo malo a tus 
                          ojos, para que seas reconocido justo en tu sentencia 
                          y seas irreprochable en tu juicio.  | 
                       
                      
                        | 7  | 
                        He 
                          aquí que en maldad fui formado y en pecado me concibió 
                          mi madre.  | 
                       
                      
                        | 8  | 
                        Puesto 
                          que amas la verdad en lo íntimo, ¡instrúyeme en el secreto 
                          de la sabiduría!   | 
                       
                      
                        | 9  | 
                        ¡Rocíame 
                          con hisopo, y seré puro; lávame, y seré más blanco que 
                          la nieve!   | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        ¡Hazme 
                          escuchar el gozo y la alegría, y saltarán de gozo los 
                          huesos que trituraste!  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        ¡Aparta 
                          tu faz de mis pecados y borra todas mis iniquidades!  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Crea 
                          en mí, ¡oh Dios!, un corazón puro y renueva dentro de 
                          mí un espíritu recto.   | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        No 
                          me arrojes de tu presencia y no quites de mí tu santo 
                          espíritu.   | 
                       
                      
                        | 14  | 
                        Devuélveme 
                          el gozo de tu salvación, sosténgame un espíritu generoso.  | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Yo 
                          enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores 
                          se convertirán a ti.  | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        Líbrame 
                          de la sangre, Elohim, Dios de mi salvación, y cantará 
                          mi lengua tu justicia.   | 
                       
                      
                        |  17 | 
                        Abre 
                          tú, Señor, mis labios, y cantará mi boca tus alabanzas.   | 
                       
                      
                        | 18 | 
                        Porque 
                          no es sacrificio lo que tú quieres; si te ofreciera 
                          un holocausto, no lo aceptarías.   | 
                       
                      
                        | 19 | 
                        Mi 
                          sacrificio, ¡oh Dios!, es un espíritu contrito. Un corazón 
                          contrito y humillado, ¡oh Dios! no lo desprecias.  | 
                       
                      
                        | 20 | 
                        Sé 
                          benévolo en tu complacencia hacia Sión y edifica los 
                          muros de Jerusalén.  | 
                       
                      
                        | 21 | 
                        Entonces 
                          te agradarás de los sacrificios legales, de los holocaustos 
                          y oblaciones; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar. 
                          | 
                       
                      
                         | 
                         
                        
  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        52  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Oración 
                          contra un enemigo jactancioso   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        Al 
                          maestro del coro. Maskil. De David. Cuando Doeg, idumeo, 
                          fue a informar a Saúl, diciendo:  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        David 
                          ha ido a casa de Abimelec.   | 
                       
                      
                        2  | 
                        ¿Por 
                          qué te glorías en tu maldad, héroe de iniquidad?   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Todo 
                          el día tu lengua maquina injusticias,   | 
                       
                      
                        4  | 
                        como 
                          afilada navaja, artífice de engaños.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        ¡Amas 
                          el mal más que el bien, la mentira más que la justicia;  | 
                       
                      
                        | 6  | 
                        estimas 
                          toda palabra perniciosa, lengua falaz!  | 
                       
                      
                        | 7  | 
                        También 
                          Dios te destruirá para siempre; te abatirá y te arrancará 
                          de la tienda, te desarraigará de la tierra de los vivos.  | 
                       
                      
                        | 8  | 
                        Verán 
                          esto los justos y temerán, y se reirán de él:   | 
                       
                      
                        | 9  | 
                        “He 
                          ahí al hombre que no ha puesto a Dios por fortaleza 
                          suya, confiando en sus muchas riquezas, haciéndose fuerte 
                          en su maldad.” Selah.  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                         Mas yo, como olivo verde, moraré en la casa de Dios, 
                          confiando en la piedad de Dios por siempre jamás. Yo 
                          te alabaré Dios siempre por lo que has hecho, y esperaré 
                          en tu nombre, porque es bueno en la presencia de tus 
                          piadosos. 
                          | 
                       
                      
                         | 
                         
                        
  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        53  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Castigo 
                          de los enemigos de Israel   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        Al 
                          maestro del coro. A la flauta. Maskil. De David.   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Dice 
                          en su corazón el necio: “No hay Dios.”  | 
                       
                      
                        2  | 
                         Se han corrompido, hicieron cosas abominables, no hay 
                          quien haga el bien.   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Se 
                          inclina Dios desde los cielos hacia los hijos de los 
                          hombres para ver si hay algún cuerdo que busque a Dios  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Todos 
                          se han descarriado y a una se han corrompido, no hay 
                          quien haga el bien; no hay ni uno solo.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        ¿No 
                          saben todos los obradores de iniquidad que comen mi 
                          pueblo como comen el pan, que no invocan a Dios?   | 
                       
                      
                        | 6  | 
                        Tiemblan 
                          de miedo donde no hay que temer, porque Dios esparcirá 
                          los huesos del que te asedia; y tú los cubrirás de ignominia, 
                          porque Dios los rechazó.  | 
                       
                      
                        | 7  | 
                        ¿Quién 
                          otorgará desde Sión la salvación de Israel? Al hacer 
                          retornar Dios a su pueblo, se alegrará Jacob, se gozará 
                          Israel. 
                          | 
                       
                      
                         | 
                         
                        
  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        54  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Oración 
                          contra los enemigos   | 
                       
                      
                        |  Al 
                          maestro del coro. A las cuerdas. Maskil. De David. Cuando 
                          vinieron los de Zif a decir a Saúl:  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        “¿Es 
                          que David no está escondido entre nosotros?”  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Sálvame, 
                          ¡oh Dios!,  | 
                       
                      
                        3   | 
                        por 
                          tu nombre, por tu poder hazme justicia.   | 
                       
                      
                        4  | 
                        Oye, 
                          ¡oh Dios!, mi oración, da oídos a las palabras de mi 
                          boca.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Porque 
                          los soberbios se han levantado contra mí y violentos 
                          buscan mi vida. No ponen a Dios ante ellos. Selah.  | 
                       
                      
                        | 6  | 
                        He 
                          aquí que Dios viene en mi ayuda; es el Señor el sostén 
                          de mi vida.   | 
                       
                      
                        | 7  | 
                        Vuelve 
                          el mal contra mis adversarios. ¡Por tu fidelidad, extermínalos!   | 
                       
                      
                        | 8  | 
                        Gustoso 
                          yo te ofreceré sacrificios; alabaré tu nombre, ¡oh Yavé!, 
                          porque es bueno.   | 
                       
                      
                        | 9  | 
                         Me libra de toda angustia, y mis ojos han visto a mis 
                          enemigos humillados. 
                          | 
                       
                      
                         | 
                         
                        
  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        55  | 
                       
                      
                        |   | 
                         Oración contra los enemigos  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        |  Al 
                          maestro del coro. A las cuerdas. Maskil. De David.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Da 
                          oídos, ¡oh Dios!, a mi oración,  | 
                       
                      
                        2  | 
                         no te escondas a mi súplica.   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Atiende 
                          y respóndeme. Estoy abatido en mi tristeza y conturbado.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Estoy 
                          aturdido por los gritos del enemigo, ante la opresión 
                          del malvado, pues me echan encima el infortunio y me 
                          persiguen con furor.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Me 
                          tiembla el corazón dentro del pecho, asáltanme terrores 
                          de muerte.  | 
                       
                      
                        | 6  | 
                        Me 
                          invade el temblor y el terror, me envuelve el espanto.  | 
                       
                      
                        | 7  | 
                         Y yo digo: ¡Quién me diera alas como de paloma, y volaría 
                          y descansaría!   | 
                       
                      
                        | 8  | 
                        ¡Ciertamente 
                          huiría lejos y moraría en el desierto! Selah.   | 
                       
                      
                        | 9  | 
                        ¡Apresuraríame 
                          a salvarme del viento impetuoso y de la tempestad!  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Confunde, 
                          Señor, divide sus lenguas, porque veo en la ciudad la 
                          violencia y la discordia.   | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Día 
                          y noche giran en torno a sus murallas, y en medio de 
                          ella la iniquidad y la maldad.   | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Dentro 
                          de ella la insidia; de sus plazas no se apartan la mentira 
                          y el fraude.  | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        Que 
                          no es un enemigo quien me afrenta, pues lo soportaría. 
                          No es uno de los que me aborrecen el que se insolenta 
                          contra mí; me ocultaría de él.   | 
                       
                      
                        | 14  | 
                        Pero 
                          eres tú, un hombre como yo, mi familiar y mi conocido,   | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        con 
                          quien gustaba de secretas confidencias; íbamos juntos 
                          entre la turba en la casa de Dios.  | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        Los 
                          sorprenderá la muerte, descenderán vivos al seol, 
                          porque no hay sino maldad en sus moradas, dentro de 
                          ellos.   | 
                       
                      
                        |  17 | 
                        Yo, 
                          empero, invocaré a Dios, y Yavé me salvará.   | 
                       
                      
                        | 18 | 
                        A 
                          la tarde, a la mañana, al mediodía, yo me quejo y conturbo, 
                          y El oirá mi voz.   | 
                       
                      
                        | 19 | 
                        Rescatará 
                          mi alma en paz de los que me acosan, pues son muchos 
                          contra mí.  | 
                       
                      
                        | 20 | 
                        Dios 
                          oirá y los humillará. El que está sentado desde la eternidad. Selah. Porque ellos no se enmiendan y no temen 
                          a Dios.  | 
                       
                      
                        | 21 | 
                        Tiende 
                          sus manos contra los que con él están en paz, viola 
                          su pacto.   | 
                       
                      
                        | 22 | 
                        Es 
                          blanda su boca más que la manteca, pero lleva la guerra 
                          en su corazón. Son sus palabras más untuosas que el 
                          aceite, pero son espadas desenvainadas.   | 
                       
                      
                        | 23  | 
                        Encomienda 
                          a Yavé tu destino, y El te sostendrá, pues no permitirá 
                          jamás que el justo vacile.  | 
                       
                      
                        | 24  | 
                        Pero 
                          tú, ¡oh Dios!, los harás descender a la fosa de la corrupción. 
                          Hombres sanguinarios y dolosos, no llegarán a la mitad 
                          de sus días, mas yo confiaré en ti.  | 
                       
                      
                         | 
                         
                        
  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        56  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Firme 
                          confianza en Dios en medio de los peligros   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        |  Al 
                          maestro del coro. Sobre “la paloma muda de las lejanías.” 
                          De David, Miktam: cuando los filisteos le prendieron en 
                          Gat. | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Apiádate 
                          de mí, ¡oh Dios!, porque me persiguen los hombres,  | 
                       
                      
                        2  | 
                         me oprimen y combaten constantemente.   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Sin 
                          cesar me persiguen mis enemigos, pues son muchos los 
                          que me combaten.   | 
                       
                      
                        4  | 
                        ¡Oh 
                          Altísimo! Cuando yo temo, en ti confío.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Con 
                          el favor de Dios celebraré su promesa, en Dios me confío 
                          y nada temo, ¿Qué podrá hacer un hombre contra mí?   | 
                       
                      
                        | 6  | 
                        Todo 
                          el día abominan mis palabras, contra mí sus maquinaciones 
                          van al mal.   | 
                       
                      
                        | 7  | 
                        Se 
                          conjuran, están al acecho, espían mis pasos, como esperando 
                          acabar con mi vida.   | 
                       
                      
                        | 8  | 
                        Pésalos, 
                          ¡oh Dios!, en la medida de su iniquidad, tú que abates 
                          a los pueblos en tu cólera.   | 
                       
                      
                        | 9  | 
                        Tú 
                          que tienes cuenta de mi vida errante, pon mis lágrimas 
                          en tu redoma. ¿No están escritas en tu libro?  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Entonces 
                          volverán la espalda mis enemigos, en el día en que te 
                          invoque; así sabré que Dios está en mi favor.   | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Con 
                          el favor de Dios celebraré su promesa, con la ayuda 
                          de Yavé alabaré su palabra.   | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        En 
                          Dios me confío y nada temo. ¿Qué podrá hacer un hombre 
                          contra mí?   | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        Yo 
                          te debo, ¡oh Dios!, mis ofrendas votivas, te ofreceré 
                          ofrendas de alabanza.  | 
                       
                      
                        | 14  | 
                        Porque 
                          libraste mi vida de la muerte, y mis pies de la caída, 
                          para que pueda andar en la presencia de Dios, en la 
                          luz de los vivientes. 
                          | 
                       
                      
                         | 
                         
                        
  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        57  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Oración 
                          Confiada en el peligro   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        |  Al 
                          maestro del canto. Sobre “No destruyas.” Miktam. De David, 
                          cuando huyó delante de Saúl en la caverna.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Ten 
                          piedad de mí, ¡oh Dios!, ten piedad de mí, porque a 
                          ti he confiado mi alma   | 
                       
                      
                        2  | 
                        y 
                          me ampararé a la sombra de tus alas mientras pasa la 
                          desgracia.   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Yo 
                          invocaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece.   | 
                       
                      
                        4  | 
                        El 
                          mandará de los cielos y me salvará, y confundirá a los 
                          que me acosan. Selah. Mandará Dios su gracia 
                          y verdad.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Mi 
                          alma está en medio de leones, yazgo entre hombres encendidos 
                          en furor, cuyos dientes son lanzas y saetas, cuya lengua 
                          es tajante espada.   | 
                       
                      
                        | 6  | 
                        Álzate 
                          ¡oh Dios!, allá en lo alto de los cielos y haz esplender 
                          sobre toda la tierra tu gloria.  | 
                       
                      
                        | 7  | 
                        Tendieron 
                          una red a mis pies para que sucumbiera; cavaron ante 
                          mí una fosa; fueron ellos los que cayeron en ella. Selah.   | 
                       
                      
                        | 8  | 
                        Pronto 
                          está mi corazón, ¡oh Dios!; está mi corazón dispuesto 
                          a cantar y entonar salmos.  | 
                       
                      
                        | 9  | 
                        ¡Despierta, 
                          gloria mía; despierta, salterio y cítara, y despertaré 
                          a la aurora!   | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Te 
                          alabaré entre los pueblos, ¡oh Señor!; te cantaré salmos 
                          entre las naciones.   | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Porque 
                          sobrepasa a los cielos tu benignidad, y a las nubes 
                          tu fidelidad.   | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Álzate, 
                          ¡oh Dios!, en lo alto de los cielos; haz esplender en 
                          toda la tierra tu gloria. 
                          | 
                       
                      
                         | 
                         
                        
  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        58  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Imprecación 
                          Contra los Jueces Injustos  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        |  Al 
                          maestro del coro. Sobre: “No destruyas.” Miktam. De David.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¿Hacéis 
                          justicia en verdad, oh jueces?   | 
                       
                      
                        2  | 
                        ¿Juzgáis 
                          rectamente a los hijos de los hombres?   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Más 
                          bien a sabiendas obráis la iniquidad; vuestras manos 
                          hacen que en la tierra domine la violencia.   | 
                       
                      
                        4  | 
                        Los 
                          impíos se han desviado desde el seno materno; los mentirosos 
                          se han extraviado desde el vientre.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Tienen 
                          veneno como de serpientes, cual áspid sordo, que cierra 
                          su oído.  | 
                       
                      
                        | 6  | 
                        Para 
                          no oír la voz de los encantadores, del encantador hábil 
                          en encantaciones.  | 
                       
                      
                        | 7  | 
                        Quiébrales, 
                          ¡oh Dios!, los dientes en la boca; rompe, ¡oh Yavé!, 
                          las quijadas de estos leoncillos.   | 
                       
                      
                        | 8  | 
                        Desaparezcan 
                          como agua que se va, que se marchiten como musgo que 
                          se pisa.   | 
                       
                      
                        | 9  | 
                        Sean 
                          como el caracol, que se deslíe caminando; como aborto 
                          de mujer, que no ve el sol.   | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Antes 
                          que vuestras calderas sientan el fuego de las espinas, 
                          verdes o secas, lléveselas el torbellino.   | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Se 
                          alegrará el justo al ver el castigo, bañará sus pies 
                          en la sangre del impío.   | 
                       
                      
                        | 12 | 
                         Y dirá cada uno: “¡Hay premio para el justo, hay un 
                          Dios que hace justicia sobre la tierra!” 
                          | 
                       
                      
                         | 
                         
                        
  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        59  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Oración 
                          contra los enemigos   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        Al 
                          maestro del coro. Sobre “No destruyas.” Miktam. De David 
                          cuando mandó Saúl vigilar la casa para matarle.    | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¡Líbrame 
                          de mis enemigos, Dios mío!   | 
                       
                      
                        2  | 
                        ¡Protégeme 
                          contra los que se alzan contra mí!   | 
                       
                      
                        3   | 
                        ¡Líbrame 
                          de los que obran iniquidad, sálvame de los hombres sanguinarios!   | 
                       
                      
                        4  | 
                        Porque 
                          he aquí que ponen asechanzas a mi vida y se conjuran 
                          contra mí los poderosos.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Sin 
                          crimen ni pecado de parte mía, ¡oh Yavé!, sin culpa 
                          mía corren y se preparan. ¡Despierta, ven a mi encuentro 
                          y mira!  | 
                       
                      
                        | 6  | 
                        Porque 
                          tú, ¡oh Yavé de los ejércitos!, eres Dios de Israel. 
                          Despierta para castigar a todas las gentes, no tengas 
                          piedad de los que obran pérfidamente. Selah.  | 
                       
                      
                        | 7  | 
                        Vuelven 
                          por la tarde ladrando como perros y dan vueltas en torno 
                          a la ciudad.   | 
                       
                      
                        | 8  | 
                        He 
                          aquí que están barbotando a boca llena, y en sus labios 
                          tienen espadas: “¿Quién oye?”   | 
                       
                      
                        | 9  | 
                        Pero 
                          tú, ¡oh Yavé!, te ríes de ellos, haces burla de todas 
                          las gentes.  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        A 
                          ti recurro, fortaleza mía, porque tú, Dios, eres mi 
                          refugio.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        La 
                          merced de mi Dios me precederá; Dios me hará ver a mis 
                          enemigos humillados.   | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        No 
                          los mates, para que mi pueblo no olvide; hazlos andar 
                          vagabundos por tu poder y abátelos, ¡oh Señor, escudo 
                          nuestro!   | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        Cada 
                          palabra de sus labios es un pecado en su boca. Pero 
                          quedarán presos en su arrogancia y en las maldiciones 
                          y mentiras que profieren.   | 
                       
                      
                        | 14  | 
                        Acábalos 
                          en tu furor, acábalos y dejen de ser, y sepan que hay 
                          un Dios que domina en Jacob hasta los confines de la 
                          tierra. Selah.  | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Vuelven 
                          por la tarde, ladrando como perros, y dan vueltas en 
                          torno a la ciudad.   | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        Andan 
                          errantes aquí y allá en busca de comida; si no se sacian, 
                          aúllan.   | 
                       
                      
                        |  17 | 
                        Mas 
                          yo cantaré tu poder y de mañana alabaré tu benevolencia, 
                          porque fuiste mi refugio y mi amparo en el día de la 
                          angustia.   | 
                       
                      
                        | 18 | 
                        A 
                          ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, porque eres, ¡oh 
                          Dios!, mi refugio. Dios mío, todo benevolencia para 
                          mí.  | 
                       
                      
                         | 
                         
                        
  | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        60  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Petición 
                          de la victoria después de una derrota  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        Al 
                          maestro del coro. Sobre “los lirios del testimonio.” 
                          Miktam de David. Para ser aprendido. Cuando venció a 
                          Aram Naharayim y a Aram de Soba, y se volvió Joab, y 
                          derrotó en el Valle de la Sal a doce mil edomitas.   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Tú, 
                          ¡oh Dios!, nos rechazaste y nos destrozaste.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Te 
                          airaste. ¡Restitúyenos!   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Hiciste 
                          temblar nuestra tierra y la quebraste.  | 
                       
                      
                        4  | 
                         Sana sus quiebras, porque vacila.   | 
                       
                      
                        5   | 
                        Hiciste 
                          ver a tu pueblo cosas duras, nos diste a beber el vino 
                          del vértigo.   | 
                       
                      
                        | 6  | 
                        Has 
                          dado una señal a los que te temen para que se recojan 
                          ante el arco,   | 
                       
                      
                        | 7  | 
                        para 
                          que sean liberados tus dilectos, sálvanos con tu diestra 
                          y óyenos.  | 
                       
                      
                        | 8  | 
                        Dijo 
                          Dios por su santidad: “Yo exultaré a Siquem y mediré 
                          el valle de Sucot.   | 
                       
                      
                        | 9  | 
                        Mío 
                          es Galaad y mío es Manasés, y Efraím es el yelmo de 
                          mi cabeza; Judá, mi cetro.   | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Moab 
                          es la bacía para lavarme; sobre Edom arrojaré mi calzado, 
                          y sobre Filistea cantaré yo victoria.”  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        ¿Quién 
                          me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me llevará 
                          a Edom?   | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        ¿No 
                          serás tú, oh Dios! que nos has rechazado, tú que no 
                          sales con nuestros ejércitos?   | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        Danos 
                          tu auxilio contra el enemigo, pues vano es el auxilio 
                          del hombre.   | 
                       
                      
                        | 14  | 
                         Con Dios haremos proezas, y El aplastará a nuestros 
                          enemigos. 
                          | 
                       
                      
                         | 
                         
                        
  | 
                       
                    
                   
                    
              C.R.Y&S  | 
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