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                   EL 
                  LIBRO DE LOS SALMOS DEL REY DAVID  
                  Libro 
                  Primero. 11-20 
                  
                    
                      
                        11  | 
                       
                      
                         | 
                        Absoluta 
                          confianza del justo en el Señor  | 
                       
                      
                        |  Al 
                          maestro del coro. De David. | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                         Yo confío en Yavé. ¿Cómo, pues, decís a mi alma: “Vuela 
                          al monte (como) pájaro?  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Pues 
                          he aquí que entesan los impíos (su) arco, ajustan a 
                          la cuerda sus saetas, para tirar en las tinieblas sobre 
                          los de recto corazón.  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Si 
                          los fundamentos se destruyen, ¿qué podrá hacer el justo?”  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Está 
                          Yavé en su santo palacio, tiene Yavé en los cielos su 
                          trono; sus ojos contemplan (la tierra habitada), sus 
                          párpados escudriñan a los hijos de los hombres.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Yavé 
                          prueba al justo y al impío, y su alma aborrece al que 
                          ama la violencia.  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Lloverá 
                          sobre los impíos carbones encendidos, fuego y azufre, 
                          y huracanado torbellino será la parte de su cáliz.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Porque 
                          justo es Yavé y ama lo justo, y los rectos contemplarán 
                          su faz.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        12  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Deprecación 
                          Contra los Impíos.  | 
                       
                      
                        | Al 
                          maestro del coro. A la octava. Salmo de David. | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Salva 
                          tú, ¡oh Yavé! porque no hay piadosos,   | 
                       
                      
                        2  | 
                        ya 
                          no hay fieles entre los hijos de los hombres.  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Engaña 
                          cada uno a su prójimo, hablan con labios fraudulentos 
                          y con doblado corazón.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Extermine 
                          Yavé todo labio fraudulento, toda lengua jactanciosa;  | 
                       
                      
                        5   | 
                        a 
                          los que dicen: “Con nuestra lengua dominaremos; nuestros 
                          labios son con nosotros: ¿quién es nuestro amo?”  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Por 
                          la opresión de los pobres, por los gemidos de los menesterosos, 
                          ahora mismo voy a levantarme, dice Yavé, y les daré 
                          la salvación por la que suspiran.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Las 
                          palabras de Yavé son palabras limpias, son plata depurada 
                          en el crisol, siete veces purgada de tierra.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Tú, 
                          Yavé, nos guardarás, tú nos protegerás para siempre 
                          de esta generación.  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Paséanse 
                          en torno los impíos, prevalecen insolentes sobre los 
                          hijos de los hombres.  | 
                       
                      
                        |   | 
                         | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        13  | 
                       
                      
                        |   | 
                        El 
                          justo, en peligro, implora el auxilio  | 
                       
                      
                        | Al 
                          maestro del coro. Salmo de David.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¿Hasta 
                          cuándo, por fin, te olvidarás, Yavé, de mí?   | 
                       
                      
                        2  | 
                        ¿Hasta 
                          cuándo esconderás de mí tu rostro?  | 
                       
                      
                        3   | 
                        ¿Hasta 
                          cuándo tendré yo preocupaciones en mi alma y pesares 
                          diariamente en mi corazón? ¿Hasta cuándo mis enemigos 
                          prevalecerán sobre mí?   | 
                       
                      
                        4  | 
                        ¡Mírame, 
                          respóndeme, Yavé, Dios mío! Alumbra mis ojos, no me 
                          duerma en la muerte.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Que 
                          no pueda decir mi enemigo: “Le vencí.” Mis enemigos 
                          se regocijarían si yo cayese.   | 
                       
                      
                        6   | 
                        Pero 
                          yo espero en tu piedad. Mi corazón se alegrará en tu 
                          salvación; cantaré a Yavé, que me colmó de bienes.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        14  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Seguridad 
                          del justo en el castigo de los impíos  | 
                       
                      
                        | Al 
                          maestro del coro. De David.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Dice 
                          en su corazón el necio: “No hay Dios.” Se han corrompido, 
                          hicieron cosas abominables, no hay quien haga el bien.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Se 
                          inclina Yavé desde los cielos hacia los hijos de los 
                          hombres para ver si hay algún cuerdo que busque a Dios.  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Todos 
                          se han descarriado y a una se han corrompido; no hay 
                          quien haga el bien; no hay ni uno solo.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        ¿No 
                          saben todos los obradores de iniquidad que comen mi 
                          pueblo como el pan, que no invocan a Yavé?  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Temblarán 
                          con temor grande, pues Yavé está con la generación justa.  | 
                       
                      
                        6   | 
                        Queréis 
                          frustrar los consejos del desvalido, pero Yavé es su 
                          refugio.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        ¿Quién 
                          otorgará desde Sión la salvación a Israel? Al hacer 
                          retornar Yavé a su pueblo, se alegrará Jacob, se gozará 
                          Israel.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        15  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Condiciones 
                          de pureza del que ha de estar ante el Señor  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Yavé, 
                          ¿quién es el que puede ser huésped de tu tabernáculo, 
                          quién podrá residir en tu monte santo?  | 
                       
                      
                        2  | 
                        El 
                          que anda en integridad y obra la justicia, el que en 
                          su corazón habla verdad,   | 
                       
                      
                        3   | 
                        el 
                          que con su lengua no detrae, el que no hace mal a su 
                          compañero ni a su prójimo infiere injuria.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        El 
                          que menosprecia con sus ojos al reprobo, pero honra 
                          a los temerosos de Yavé; el que, jurando en daño suyo, 
                          no se retracta;   | 
                       
                      
                        5   | 
                        el 
                          que no da a usura su dinero y no admite cohecho para 
                          condenar al inocente. Al que tal hace, nadie jamás le 
                          hará vacilar.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                 
                  
                    
                      
                        16  | 
                       
                      
                        |   | 
                        El 
                          justo espera en el Señor aun para después de su muerte  | 
                       
                      
                        |  Miletam. 
                          De David.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Guárdame, 
                          Yavé, pues a ti me acojo.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Yo 
                          dije a Yavé: “Mi Señor eres tú, no hay dicha para mí fuera 
                          de ti”. | 
                       
                      
                        3   | 
                        Cuanto 
                          a los santos que están en la tierra, “son mis príncipes 
                          en los que tengo mi complacencia”. | 
                       
                      
                        4  | 
                        Multiplican 
                          sus dolores los que siguen a otros dioses; no derramaré 
                          yo sus libaciones de sangre y no pondré sus nombres en 
                          mis labios. | 
                       
                      
                        5   | 
                        Yavé 
                          es la parte de mi heredad y mi cáliz; tú eres quien me 
                          garantiza mi lote. | 
                       
                      
                        6   | 
                        Cayeron 
                          para mí las cuerdas en parajes amenos, y es mi heredad 
                          muy agradable para mí. | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Bendeciré 
                          a Yavé, que es quien me aconseja; aun de noche me reprenden 
                          mis ríñones. | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Tengo 
                          siempre a Yavé ante mí; porque está a mi diestra, no me 
                          moveré. | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Por 
                          eso se alegra mi corazón y jubila mi lengua, y aun mi 
                          carne descansa segura, | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        pues 
                          no abandonarás mi alma al seol ni permitirás que 
                          tu fiel vea la fosa.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Tú 
                          me enseñarás el sendero de la vida, la hartura de alegría 
                          ante ti, las delicias a tu diestra para siempre. | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        17  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Confianza 
                          del justo en el juicio del Señor  | 
                       
                      
                        |  Plegaria. 
                          De David.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Oye, 
                          Yavé, lo justo; atiende a mi grito suplicante; presta 
                          oído a mi plegaria, (proveniente) no de labios dolosos.  | 
                       
                      
                        2  | 
                        Que 
                          mi juicio salga de tu presencia y vean tus ojos lo que 
                          es recto.  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Tú 
                          has sondeado mi corazón, lo visitaste de noche, me has 
                          pasado por el crisol, sin encontrar en mí malicia. Mi 
                          boca no ha cometido transgresión.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Respecto 
                          a las acciones humanas, conforme a las palabras de tus 
                          labios, yo me he guardado de procedimientos de violencia.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Afirma 
                          mis pies en tus senderos, para que mis pasos no titubeen.   | 
                       
                      
                        6   | 
                        Yo 
                          clamo a ti, pues tú me responderás, ¡oh Dios! Inclina 
                          hacia mí tu oído, escucha mis palabras.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Haz 
                          ostentación de tu magnífica piedad, tú que salvas a 
                          los que a tu diestra se acogen de los adversarios.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Guárdame 
                          como la niña de tus ojos, escóndeme bajo la sombra de 
                          tus alas.  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Ante 
                          los malos, que pretenden oprimirme; ante mis enemigos, 
                          que furiosos me rodean.  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Cierran 
                          su duro corazón y hablan jactanciosamente con su boca.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Ya 
                          me cercan sus pasos, clavan sus ojos para echarme por 
                          tierra.  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Parecen 
                          leones ávidos de desgarrar, cachorros de león que acechan 
                          en la madriguera.  | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        Álzate, 
                          Yavé; vete a su encuentro; derríbalos; con tu espada 
                          salva mi alma del impío,  | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        de 
                          los mortales, por tu mano, Yavé; de los mortales que 
                          tienen el mundo por lote en esta vida. Que tu tesoro 
                          llene su vientre, que se sacien los hijos y dejen el 
                          sobrante a sus pequeñuelos.  | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Yo 
                          en justicia contemplaré tu faz, y me saciaré, al despertar, 
                          de tu imagen.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        18  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Canto 
                          Triunfal de David  | 
                       
                      
                        | Para 
                          el maestro del coro. Del siervo de Yavé, David, que dirigió 
                          a Yavé las palabras de este cántico cuando le hubo librado 
                          Yavé de las manos de todos sus enemigos y de la mano de 
                          Saúl. | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Dijo, 
                          pues:   | 
                       
                      
                        2  | 
                        Yo 
                          te amo, Yavé, fortaleza mía.   | 
                       
                      
                        3   | 
                        Yavé 
                          es mi roca, mi ciudadela, mi libertador, mi Dios, mi 
                          roca, a quien me acojo; mi escudo, mi fuerza salvadora, 
                          mi asilo.  | 
                       
                      
                        4  | 
                        Alabándole, 
                          invoco a Yavé, y de mis enemigos seré salvo.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        Ya 
                          me rodeaban las olas de la muerte y me aterrorizaban 
                          los torrentes de Belial;  | 
                       
                      
                        6   | 
                        me 
                          aprisionaban las ataduras del seol, me habían sorprendido 
                          las redes de la muerte.  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Y 
                          en mi angustia invoqué a Yavé y lancé hacia mi Dios 
                          el grito. El oyó mi voz desde su palacio, y mi clamor 
                          llegó a sus oídos.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Conmovióse 
                          y tembló la tierra, vacilaron los fundamentos de los 
                          montes, se estremecieron ante Yavé airado.   | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Subía 
                          de sus narices humo, y de su boca fuego abrasador, carbones 
                          por El encendidos.  | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Abajó 
                          los cielos y descendió, negra nube tenía bajo sus pies.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Subió 
                          sobre los querubes y voló; voló sobre las alas de los 
                          vientos.  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        Hizo 
                          de las tinieblas un velo, formando en torno  a 
                          sí su tienda: calígine acuosa, densas nubes.   | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        Ante 
                          el resplandor de su faz, las nubes se deshicieron: granizo 
                          y centellas de fuego.  | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        Tronó 
                          Yavé desde los cielos, el Altísimo hizo sonar su voz.  | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Lanzóles 
                          sus saetas y los desbarató, fulminó rayos y los consternó.  | 
                       
                      
                        | 16 | 
                        Y 
                          aparecieron arroyos de aguas, y quedaron al descubierto 
                          los fundamentos del orbe ante la ira increpadora de 
                          Yavé, ante el soplo del huracán de su furor.  | 
                       
                      
                        | 17 | 
                        Y 
                          extendió desde lo alto su mano, y me cogió, me sacó 
                          de la muchedumbre de las aguas.  | 
                       
                      
                        | 18 | 
                        Me 
                          arrancó de mi poderoso enemigo, de los que me aborrecían 
                          y eran más fuertes que yo.  | 
                       
                      
                        | 19 | 
                        Querían 
                          asaltarme en día para mí fatal, pero fue Yavé mi fortaleza, 
                             | 
                       
                      
                        | 20 | 
                        y 
                          me sacó a lugar holgado, salvándome, porque se agradó 
                          en mí.  | 
                       
                      
                        | 21 | 
                        Me 
                          ha remunerado Yavé según mi justicia, conforme a la 
                          pureza de mis manos me ha pagado.  | 
                       
                      
                        | 22 | 
                        Porque 
                          yo he guardado los caminos de Yavé, y no me había impíamente 
                          apartado de mi Dios,  | 
                       
                      
                        | 23 | 
                        pues 
                          tenía ante mí todos sus juicios y no apartaba de mí 
                          sus estatutos,  | 
                       
                      
                        | 24 | 
                        sino 
                          que con El fui íntegro y me guardé de la iniquidad.  | 
                       
                      
                        | 25 | 
                        Y 
                          me retribuyó Yavé conforme a mi justicia y según la 
                          limpieza de mis manos a sus ojos.  | 
                       
                      
                        | 26 | 
                        Con 
                          el piadoso muéstrase piadoso, íntegro con el íntegro,   | 
                       
                      
                        | 27 | 
                        sincero 
                          con el sincero, y sagaz con el perverso astuto.   | 
                       
                      
                        | 28 | 
                        Pues 
                          tú salvas al humilde y humillas los ojos altaneros.  | 
                       
                      
                        | 29 | 
                        Pues 
                          tú haces lucir mi lámpara, ¡oh Yavé! tú, mi Dios, que 
                          iluminas mis tinieblas.  | 
                       
                      
                        | 30 | 
                        Gracias 
                          a ti puedo embestir a un tropel de enemigos; y con mi 
                          Dios traspaso la muralla.  | 
                       
                      
                        | 31 | 
                        Irreprochable 
                          es el camino de Dios, acrisolada es la palabra de Yavé.  | 
                       
                      
                        | 32 | 
                        Porque 
                          ¿qué Dios hay fuera de Yavé? ¿Qué roca fuera de nuestro 
                          Dios?  | 
                       
                      
                        | 33 | 
                        Es 
                          el Dios que me ciñó de vigor e hizo irreprochable mi 
                          camino;  | 
                       
                      
                        | 34 | 
                        que 
                          me igualó mis pies a los del ciervo y me ha reafirmado 
                          sobre las alturas;  | 
                       
                      
                        | 35 | 
                        que 
                          adiestró mis manos para la batalla y mis brazos para 
                          entesar el arco de bronce.  | 
                       
                      
                        | 36 | 
                        Tú 
                          me entregaste tu salvador escudo, tu diestra me fortaleció 
                          y tu solicitud me engrandeció.  | 
                       
                      
                        | 37 | 
                        Me 
                          hacías correr a largos pasos, sin que se cansaran mis 
                          rodillas.  | 
                       
                      
                        | 38 | 
                        Perseguía 
                          a mis enemigos, y los alcanzaba, y no volvía sin haberlos 
                          desbaratado.  | 
                       
                      
                        | 39 | 
                        Los 
                          machacaba sin que pudieran resurgir; caían bajo mis 
                          pies.   | 
                       
                      
                        | 40 | 
                        Me 
                          ceñiste de fortaleza para la guerra, sometiste a los 
                          que se alzaban contra mí.  | 
                       
                      
                        | 41 | 
                        Obligaste 
                          a mis enemigos a darme la espalda, a los que me odian 
                          los exterminaste.  | 
                       
                      
                        | 42 | 
                        Vociferaban, 
                          pero nadie los libraba; clamaban a Yavé, pero no los 
                          oía,  | 
                       
                      
                        | 43 | 
                        y 
                          los dispersaba cual polvo cara al viento, y cual lodo 
                          de las plazas los hollaba.   | 
                       
                      
                        | 44 | 
                        Me 
                          libraste de las sediciones del pueblo y me pusiste a 
                          la cabeza de las gentes; pueblos que no conocía, me 
                          servían.   | 
                       
                      
                        | 45 | 
                        Al 
                          oír hablar me obedecían. Los extraños me lisonjeaban.   | 
                       
                      
                        | 46 | 
                        Los 
                          extranjeros palidecían y salían temblorosos de sus fuertes.  | 
                       
                      
                        | 47 | 
                        ¡Viva 
                          Yavé y bendita sea mi Roca, sea ensalzado Dios, mi Salvador!  | 
                       
                      
                        | 48 | 
                        E1 
                          Dios que me otorga la venganza y me somete los pueblos.  | 
                       
                      
                        | 49 | 
                        E1 
                          que me libra de mis enemigos, el que me hace superar 
                          a los que se alzan contra mí, el que me libra del hombre 
                          violento.  | 
                       
                      
                        | 50 | 
                        Por 
                          eso te alabaré, ¡oh Yavé! entre las gentes, y cantaré 
                          salmos en tu honor.  | 
                       
                      
                        | 51 | 
                        El 
                          que da grandes victorias a su rey, el que hace misericordia 
                          a su ungido, a David, y a su descendencia por siempre.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        19  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Los 
                          cielos cantan la gloria del Señor, cuya Ley es perfectísima  | 
                       
                      
                        |  Al 
                          maestro del coro. Salmo de David | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        Los 
                          cielos pregonan la gloria de Dios, | 
                       
                      
                        2  | 
                         y el firmamento anuncia la obra de sus manos. | 
                       
                      
                        3   | 
                        El 
                          día transmite el mensaje al día, y la noche a la noche 
                          pasa la noticia. | 
                       
                      
                        4  | 
                        No 
                          son discursos ni palabras cuya voz deje de oírse. | 
                       
                      
                        5   | 
                        Su 
                          pregón sale por toda la tierra, y sus palabras llegan 
                          hasta los confines del orbe. Puso en ellos una tienda 
                          para el sol,   | 
                       
                      
                        6   | 
                        el 
                          cual, semejante al esposo que sale de su tálamo, se 
                          lanza alegre, como valiente, a recorrer su camino.   | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Sale 
                          de un extremo de los cielos, y su curso llega hasta 
                          sus confines, y nada se oculta a su calor.  | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        La 
                          Ley de Yavé es perfecta: restaura el alma; el testimonio 
                          de Yavé es fiel: hace sabio al simple.  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Los 
                          preceptos de Yavé son rectos: alegran el corazón; los 
                          mandatos de Yavé son limpios: esclarecen los ojos.   | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        El 
                          temor de Yavé es puro: permanece por siempre; los juicios 
                          de Yavé son verdad: del todo justos.  | 
                       
                      
                        | 11 | 
                        Son 
                          más estimables que el oro acrisolado, más dulces que 
                          la miel, que el jugo de los panales.  | 
                       
                      
                        | 12 | 
                        También 
                          tu siervo es iluminado por ellos, y en guardarlos halla 
                          gran provecho.  | 
                       
                      
                        | 13 | 
                        ¿Quién 
                          será capaz de conocer los deslices? Limpíame de los 
                          que se me ocultan.   | 
                       
                      
                        | 14 | 
                        Retrae 
                          también a tu siervo de los movimientos de soberbia, 
                          no se adueñen de mí; entonces seré irreprochable y purificado 
                          del gran pecado.  | 
                       
                      
                        | 15 | 
                        Séante 
                          gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi 
                          corazón. ¡Yavé, mi Roca y mi Redentor!  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  
                    
                      
                        20  | 
                       
                      
                        |   | 
                        Deprecación 
                          por el Rey que va a la Guerra  | 
                       
                      
                        |  Al 
                          maestro del coro. Salmo de David.  | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                      
                        1  | 
                        ¡Óigate 
                          Yavé en el día de la angustia,   | 
                       
                      
                        2  | 
                        protéjate 
                          el nombre del Dios de Jacob!  | 
                       
                      
                        3   | 
                        Envíete 
                          su auxilio desde su santuario, sosténgate desde Sión!  | 
                       
                      
                        4  | 
                        ¡Acuérdese 
                          de todas tus oblaciones y encuentre suculento tu holocausto! Selah.  | 
                       
                      
                        5   | 
                        ¡Que 
                          El te otorgue según tu corazón y cumpla todos tus designios!  | 
                       
                      
                        6   | 
                        ¡Que 
                          podamos cantar tu victoria, y en el nombre de nuestro 
                          Dios enarbolemos la bandera! ¡Que Yavé cumpla todas 
                          tus demandas!  | 
                       
                      
                        | 7 | 
                        Ahora 
                          sé que otorga Yavé la victoria a su ungido, que le responde 
                          desde su santo cielo con las proezas salvadoras de su 
                          diestra.   | 
                       
                      
                        | 8 | 
                        Estos 
                          en carros, aquéllos en caballos, pero nosotros nos acordamos 
                          del nombre de Yavé, nuestro Dios.  | 
                       
                      
                        | 9 | 
                        Ellos 
                          vacilaron y cayeron, pero nosotros nos alzamos y resistimos.   | 
                       
                      
                        | 10 | 
                        Salvad 
                          al rey, ¡oh Yavé! ¡Respóndenos en el día que te invocamos!   | 
                       
                      
                        |   | 
                          | 
                       
                    
                   
                  C.R.Y&S  | 
              |