|   | 
      
        
        
          
            
              |   | 
              QUINTA 
                
                
                
                PARTE  | 
             
            
              |   | 
              ISRAEL, 
                
                
                
                LIBRE DEL CAUTIVERIO BABILÓNICO  | 
             
            
               | 
               40  | 
             
            
              |   | 
              La 
                
                
                
                Gloria de Yavé en la liberación de Israel  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Consolad, 
                
                
                
                consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios;  | 
             
            
              2  | 
              hablad 
                
                
                
                al corazón de Jerusalén y gritadle que se cumplió 
                
                
                
                su servidumbre, que está pagada su culpa, que ha recibido 
                
                
                
                de manos de Yavé el doble por todos sus pecados.  | 
             
            
              3   | 
              Una 
                
                
                
                voz grita: Abrid camino a Yavé en el desierto, enderezad 
                
                
                
                en la estepa una calzada a vuestro Dios.  | 
             
            
              4  | 
              Que 
                
                
                
                se alcen todos los valles y se rebajen todos los montes y collados; 
                
                
                
                que se allanen las cuestas y se nivelen los declives.   | 
             
            
              5   | 
              Porque 
                
                
                
                va a mostrarse la gloria de Yavé, y a una la verá 
                
                
                
                toda carne, porque ha hablado la boca de Yavé.  | 
             
            
              6   | 
              Una 
                
                
                
                voz dice: Grita. Y yo respondo: ¿Qué he de gritar? 
                
                
                
                Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo.  | 
             
            
              7   | 
              Sécase 
                
                
                
                la hierba, marchítase la flor cuando pasa sobre ellos el 
                
                
                
                soplo de Yavé. Ciertamente hierba es el pueblo.   | 
             
            
              8   | 
              Sécase 
                
                
                
                la hierba, marchítase la flor, pero la palabra de nuestro 
                
                
                
                Dios permanece para siempre.  | 
             
            
              9  | 
              Sube 
                
                
                
                a un alto monte, mensajera de buenas nuevas de Sión; alza 
                
                
                
                con fuerza, tu voz, mensajera de buenas nuevas de Jerusalén. 
                
                
                
                Álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: He aquí 
                
                
                
                a vuestro Dios.   | 
             
            
              10  | 
              He 
                
                
                
                aquí al Señor, Yavé de los ejércitos, 
                
                
                
                que viene con fortaleza, y su brazo dominará a favor suyo; 
                
                
                
                he aquí que El viene con su salario y va delante de El su 
                
                
                
                paga.   | 
             
            
              11   | 
              El 
                
                
                
                apacentará su rebaño como pastor, El le reunirá 
                
                
                
                con su brazo, El llevará en su seno a los corderos y cuidará 
                
                
                
                a las paridas.  | 
             
            
              12  | 
              ¿Quién 
                
                
                
                midió las aguas con el hueco de su mano, y apalpó 
                
                
                
                los cielos, y determinó en un tercio todo el polvo de la 
                
                
                
                tierra, pesó en la romana las montañas, o en la balanza 
                
                
                
                los collados?  | 
             
            
              13  | 
              ¿Quién 
                
                
                
                ha determinado el espíritu de Yavé, quién fue 
                
                
                
                su consejero y le instruyó?   | 
             
            
              14  | 
              ¿Con 
                
                
                
                quién deliberó para recibir instrucciones, que le 
                
                
                
                enseñase el camino de la justicia, le adoctrinara en la ciencia 
                
                
                
                y le diera a conocer el camino del entendimiento?  | 
             
            
              15  | 
              He 
                
                
                
                aquí que las naciones son como gotas de agua en el caldero 
                
                
                
                y son reputadas como polvillo en la balanza, y levantan las islas 
                
                
                
                como el polvillo el viento.   | 
             
            
              | 16 | 
              El 
                
                
                
                Líbano no basta para combustible,   | 
             
            
              | 17 | 
               ni sus animales para el holocausto. Todos los pueblos son delante 
                
                
                
                de El como nada, son reputados por El como nada y vanidad.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Vanidad 
                
                
                
                de los ídolos   | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              | 18 | 
              ¿A 
                
                
                
                quién, pues, compararéis a Dios y a qué imagen 
                
                
                
                haréis que se le asemeje?   | 
             
            
              | 19 | 
              El 
                
                
                
                ídolo es fundido por el artífice, el orfebre la reviste 
                
                
                
                de oro y le adorna con cadenillas de plata.   | 
             
            
              | 20 | 
              El 
                
                
                
                que es pobre para la ofrenda, escoge madera incorruptible y busca 
                
                
                
                un buen artífice para erigir un ídolo que no se tambalea.  | 
             
            
              | 21 | 
              ¿No 
                
                
                
                lo sabéis? ¿No lo habéis oído? ¿No 
                
                
                
                os lo han revelado desde el principio? ¿No lo habéis 
                
                
                
                entendido desde la fundación de la tierra?   | 
             
            
              | 22 | 
              Está 
                
                
                
                El sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos habitantes 
                
                
                
                son como langostas. El tiene los cielos como un toldo y los despliega 
                
                
                
                como una tienda de morada.   | 
             
            
              | 23   | 
              El 
                
                
                
                torna en nada a los príncipes, y en vanidad a los jueces 
                
                
                
                de la tierra.  | 
             
            
              | 24 | 
              Apenas 
                
                
                
                plantados, apenas sembrados, apenas ha echado su tronco raíces 
                
                
                
                en la tierra, sopla sobre ellos y se secan, y como pajuela los arrastra 
                
                
                
                el huracán.  | 
             
            
              | 25 | 
              ¿A 
                
                
                
                quién me asemejaréis, de forma que se me iguale, dice 
                
                
                
                el Santo?   | 
             
            
              | 26 | 
              Alzada 
                
                
                
                en lo alto vuestros ojos y mirada: ¿Quién los creó? 
                
                
                
                El que saca numerado su ejército, y todos los llama por su 
                
                
                
                nombre, y por la gran fuerza y enorme potencia ninguno falta.  | 
             
            
              | 27 | 
              ¿Por 
                
                
                
                qué dices tú, Jacob; hablas tú, Israel: Mi 
                
                
                
                camino está oculto a Yavé, y mi derecho se escapa 
                
                
                
                a mi Dios?  | 
             
            
              | 29 | 
              ¿No 
                
                
                
                sabes tú, no has oído, que Yavé es Dios eterno, 
                
                
                
                creador de los confines de la tierra? No se fatiga ni se cansa, 
                
                
                
                insondable es su inteligencia.  | 
             
            
              | 30 | 
              El 
                
                
                
                da vigor al fatigado y multiplica las fuerzas del débil.   | 
             
            
              | 31 | 
              Y 
                
                
                
                se cansan los jóvenes y se fatigan, y los jóvenes 
                
                
                
                llegan a flaquear;  | 
             
            
              32  | 
              pero 
                
                
                
                los que confían en Yavé renuevan las fuerzas, echan 
                
                
                
                alas como de águila, corren sin cansarse y caminan sin fatigarse.  | 
             
            
               | 
               
                       
              
  | 
             
          
                 
        
          
            
               | 
               41  | 
             
            
              |   | 
              Yavé 
                
                
                
                suscita un Libertador   | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Enmudeced, 
                
                
                
                islas, ante mí, y renueven los pueblos su fuerza, acérquense 
                
                
                
                y hablen, entremos en juicio.  | 
             
            
              2  | 
              ¿Quién 
                
                
                
                ha suscitado desde el levante a aquel a quien la justicia le sale 
                
                
                
                al encuentro a su paso?¿(Quién) entrega ante él 
                
                
                
                las naciones y abate los reyes? Su espada los reduce a polvo, y 
                
                
                
                sus arcos los dispersa como brizna de paja.  | 
             
            
              3   | 
              Los 
                
                
                
                persigue, pasa en pazpor senda en que sus pies no habían 
                
                
                
                entrado.   | 
             
            
              4  | 
              ¿Quién 
                
                
                
                lo ha hecho y realizado? El que desde el principio llamó 
                
                
                
                a las generaciones. Yo, Yavé, soy el primero y seré 
                
                
                
                en los últimos tiempos.  | 
             
            
              5   | 
              Las 
                
                
                
                islas le ven y tiemblan, y se espantan los confines de la tierra. 
                
                
                
                Se acercan y juntos vienen (al juicio).   | 
             
            
              6   | 
              Uno 
                
                
                
                a otro se ayudan, uno a otro se dicen: Ánimo.   | 
             
            
              7   | 
              El 
                
                
                
                escultor anima al orfebre; el que pule con el martillo, al que golpea 
                
                
                
                el yunque, diciendo: Bien está esta soldadura. Y la afirma 
                
                
                
                con clavos para que no se mueva.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Promesa 
                
                
                
                de Liberación de Israel  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              8   | 
              Pero 
                
                
                
                tú, Israel, eres mi siervo. Yo te elegí, Jacob, progenie 
                
                
                
                de Abraham, mi amigo.  | 
             
            
              9  | 
              Yo 
                
                
                
                te traje de los confines de la tierra y te llamé de las regiones 
                
                
                
                lejanas, diciéndote: Tú eres mi siervo. Yo te elegí 
                
                
                
                y no te he rechazado.  | 
             
            
              10  | 
              No 
                
                
                
                temas, que yo estoy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios. Yo 
                
                
                
                te fortaleceré y vendré en tu ayuda, y con la diestra 
                
                
                
                victoriosa te sostendré.  | 
             
            
              11   | 
              Confundidos 
                
                
                
                serán y cubiertos de ignominia todos los que se irritan contra 
                
                
                
                ti. Serán reducidos a nada, aniquilados, los que contienden 
                
                
                
                contigo.   | 
             
            
              12  | 
              Buscarás 
                
                
                
                y no hallarás a los que te atacan; serán reducidos 
                
                
                
                a nada los que te combaten.   | 
             
            
              13  | 
              Porque 
                
                
                
                yo, Yavé, tu Dios, fortaleceré tu diestra, y yo te 
                
                
                
                digo: No temas, yo voy en tu ayuda.  | 
             
            
              14  | 
              No 
                
                
                
                temas, gusanillo de Jacob, coquito de Israel. Yo te ayudo, dice 
                
                
                
                Yavé, y tu redentor es el Santo de Israel.  | 
             
            
              15  | 
              He 
                
                
                
                aquí que te pongo como agudo rastrillo, nuevo y armado de 
                
                
                
                dientes. Trillarás y pulverizarás los montes y desharás 
                
                
                
                en menuda paja los collados.  | 
             
            
              | 16 | 
              Los 
                
                
                
                bieldarás, y el viento los levantará, y el huracán 
                
                
                
                los dispersará. Y te regocijarás en Yavé, y 
                
                
                
                en el Santo de Israel te gloriarás.  | 
             
            
              | 17 | 
              Los 
                
                
                
                pobres, los menesterosos, buscan el agua y no la hallan; su lengua 
                
                
                
                está seca por la sed, pero yo, Yavé, los oiré; 
                
                
                
                yo, Dios de Israel, no los abandonaré.   | 
             
            
              | 18 | 
              Yo 
                
                
                
                haré brotar manantiales en las alturas peladas, y fuentes 
                
                
                
                en medio de los valles. Tornaré el desierto en estanque, 
                
                
                
                y la tierra seca en corrientes de aguas.   | 
             
            
              | 19 | 
              Yo 
                
                
                
                plantaré en el desierto cedros y acacias, mirtos y olivos. 
                
                
                
                Yo plantaré en la estepa cipreses, olmos y alerces juntamente.  | 
             
            
              | 20 | 
              Para 
                
                
                
                que todos vean y comprendan y todos consideren y entiendan que es 
                
                
                
                la mano de Yahvé la que ha hecho esto, y el Santo de Israel 
                
                
                
                el que lo ha creado.  | 
             
            
              | 21 | 
              Presentad 
                
                
                
                vuestro alegato, dice Yavé; presentad vuestras pruebas, dice 
                
                
                
                el Rey de Jacob:  | 
             
            
              | 22 | 
              Que 
                
                
                
                se acerquen y anuncien lo que está por venir. Que manifiesten 
                
                
                
                las cosas pasadas, para que las tengamos en cuenta y conozcamos 
                
                
                
                el fin de ellas, o hacednos oír las cosas venideras.  | 
             
            
              | 23   | 
              Anunciadnos 
                
                
                
                lo por venir, para que sepamos que sois dioses. Veamos: haced bien 
                
                
                
                o haced mal, para que nos admiremos y lo veamos de una vez.   | 
             
            
              | 24 | 
              He 
                
                
                
                aquí que no sois nada, y vuestra obra nada. Abominable es 
                
                
                
                quien os elige.  | 
             
            
              | 25 | 
              Yo 
                
                
                
                le he suscitado del septentrión, y ya llega, el que invoca 
                
                
                
                mi nombre del lado de levante, y pisa los príncipes como 
                
                
                
                se pisa el polvo, y como el alfarero pisa la arcilla.  | 
             
            
              | 26 | 
              ¿Quién 
                
                
                
                antes lo anunció para que le conociéramos de antemano, 
                
                
                
                para que pudiéramos decir: Justo? Nadie le anunció, 
                
                
                
                nadie lo ha hecho oír, nadie os oyó una palabra.   | 
             
            
              | 27 | 
              Yo 
                
                
                
                el primero lo anuncié a Sión y di a Jerusalén 
                
                
                
                un mensajero de buena nueva.  | 
             
            
              | 28 | 
              Miro, 
                
                
                
                y no hay nadie; no hay entre ellos ningún consejero, para 
                
                
                
                que yo les preguntara y me respondieran algo.   | 
             
            
              | 29 | 
              He 
                
                
                
                aquí que todos son nada, y su obra es nada, y sus ídolos, 
                
                
                
                viento y vacuidad. 
                | 
             
            
               | 
              
  | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               42  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              He 
                
                
                
                aquí a mi Siervo, a quien sostengo yo; mi elegido, en quien 
                
                
                
                se complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre él; 
                
                
                
                él dará el derecho a las naciones.  | 
             
            
              2  | 
              No 
                
                
                
                gritará, no hablará recio ni hará oír 
                
                
                
                su voz en las plazas.  | 
             
            
              3   | 
              No 
                
                
                
                romperá la caña cascada ni apagará la mecha 
                
                
                
                que se extingue.   | 
             
            
              4  | 
              Expondrá 
                
                
                
                fielmente el derecho, sin cansarse ni desmayar, hasta que establezca 
                
                
                
                el derecho en la tierra; las islas están esperando su ley.  | 
             
            
              5   | 
              Así 
                
                
                
                dice Dios, Yavé, que creó los cielos y los tendió, 
                
                
                
                el que extendió la tierra y sus brotes, el que da al pueblo 
                
                
                
                que (está) sobre ella el aliento, y el soplo a los que por 
                
                
                
                ella andan.   | 
             
            
              6   | 
              Yo, 
                
                
                
                Yavé, te he llamado en la justicia y te he tomado de la mano. 
                
                
                
                Yo te he formado y te he puesto por alianza del pueblo y para luz 
                
                
                
                de las gentes,   | 
             
            
              7   | 
              para 
                
                
                
                abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la cárcel a los 
                
                
                
                presos, del calabozo a los que moran en las tinieblas.  | 
             
            
              8   | 
              Yo 
                
                
                
                soy Yavé, tal es mi nombre; no doy mi gloria a ningún 
                
                
                
                otro ni a los ídolos mi alabanza.   | 
             
            
              9  | 
              He 
                
                
                
                aquí que las cosas antiguas han llegado, y anuncio otras 
                
                
                
                nuevas; antes de que germinen las voy a hacer oír.   | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              |   | 
              Canto 
                
                
                
                triunfal en honor de Yavé  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              10  | 
              Cantad 
                
                
                
                a Yavé un cántico nuevo, su alabanza desde los confines 
                
                
                
                de la tierra. Estremézcase el mar y cuanto en él se 
                
                
                
                contiene, las islas con sus habitantes.   | 
             
            
              11   | 
              Alcen 
                
                
                
                su voz el desierto y sus ciudades y las aldeas que habita Cedar. 
                
                
                
                Lancen gritos de júbilo los habitantes de Sela y den gritos 
                
                
                
                de alegría en lo alto de los montes.   | 
             
            
              12  | 
              Que 
                
                
                
                den gloria a Yavé, que expresen su alabanza en las islas.  | 
             
            
              13  | 
              Yavé 
                
                
                
                saldrá como un héroe, como guerrero se excita en su 
                
                
                
                ardor. Lanzará gritos y alaridos y se portará como 
                
                
                
                un héroe contra sus enemigos.   | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              |   | 
               Israel será vengado y liberado  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              14  | 
              Mucho 
                
                
                
                tiempo callé, estuve en silencio, me contuve; como mujer 
                
                
                
                en parto gemiré, suspiraré y jadearé a la vez.   | 
             
            
              15  | 
              Devastaré 
                
                
                
                montes y collados y agostaré todo su verdor; convertiré 
                
                
                
                en islas las corrientes de las aguas y secaré los lagos.  | 
             
            
              | 16 | 
              Llevaré 
                
                
                
                a los ciegos por un camino ignorado, los conduciré por senderos 
                
                
                
                desconocidos. Ante ellos tornaré en luz las tinieblas, y 
                
                
                
                en llano lo escarpado. Estas cosas haré yo y los dejaré.   | 
             
            
              | 17 | 
              Retrocederán 
                
                
                
                cubiertos de ignominia los que confían en los ídolos, 
                
                
                
                los que dicen a las imágenes fundidas: Vosotros sois nuestros 
                
                
                
                dioses.  | 
             
            
              | 18 | 
              ¡Oíd, 
                
                
                
                sordos; mirad, ciegos, y ved!   | 
             
            
              | 19 | 
              ¿Quién 
                
                
                
                es ciego sino mi Siervo? ¿Quién sordo como el mensajero 
                
                
                
                que yo envío? ¿Quién es ciego como mi familiar, 
                
                
                
                y ciego como el siervo de Yavé?  | 
             
            
              | 20 | 
              Muchas 
                
                
                
                cosas has visto sin poner en ellas atención; abiertos tenías 
                
                
                
                los oídos, pero no oíste.  | 
             
            
              | 21 | 
              Habíase 
                
                
                
                complacido Yavé en su justicia, en hacer grande y magnífica 
                
                
                
                la ley,   | 
             
            
              | 22 | 
              y 
                
                
                
                he ahí a este pueblo saqueado y hollado, puesto en cepos, 
                
                
                
                encerrado en mazmorras; destinado al pillaje, sin que nadie los 
                
                
                
                libre; despojados, sin que nadie diga: Restituid.  | 
             
            
              | 23   | 
              ¿Quién 
                
                
                
                de vosotros dará oído a estas cosas, quién 
                
                
                
                atento las escuchará para lo por venir?  | 
             
            
              | 24 | 
              ¿Quién 
                
                
                
                entregó Jacob a los saqueadores, Israel a los despojadores? 
                
                
                
                ¿No fue Yavé contra quien hemos pecado, cuyos caminos 
                
                
                
                no quisimos seguir, cuya ley no obedecimos?  | 
             
            
              | 25 | 
              Y 
                
                
                
                El derramó el fuego de su ira con los furores de la guerra, 
                
                
                
                que se encendieron en torno a él, pero no comprendió; 
                
                
                
                le quemaron, mas no hizo caso. 
                | 
             
            
               | 
               
              
  | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               43  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Ahora, 
                
                
                
                pues, así dice Yavé, que te creó, Jacob; que 
                
                
                
                te formó, Israel: No temas, porque yo te he rescatado, yo 
                
                
                
                te llamé por tu nombre y tú me perteneces.   | 
             
            
              2  | 
              Porque, 
                
                
                
                si atraviesas las aguas, yo seré contigo; si por ríos, 
                
                
                
                no te anegarás. Si pasas por el fuego, no te quemarás; 
                
                
                
                las llamas no te consumirán.   | 
             
            
              3   | 
              Porque 
                
                
                
                yo soy Yavé, tu Dios, Santo de Israel, tu Salvador; yo doy 
                
                
                
                a Egipto por rescate tuyo, doy por ti a Etiopía y Seba.  | 
             
            
              4  | 
              Porque 
                
                
                
                eres a mis ojos de muy gran estima, de gran precio y te amo, y entrego 
                
                
                
                por ti hombres y pueblos a cambio de tu vida.   | 
             
            
              5   | 
              No 
                
                
                
                temas, porque yo soy contigo; yo traeré tu descendencia desde 
                
                
                
                oriente y te reuniré desde occidente.  | 
             
            
              6   | 
              Diré 
                
                
                
                al septentrión: Entrega, y al mediodía: No retengas. 
                
                
                
                Trae a mis hijos desde lejos, y a mis hijas desde los confines de 
                
                
                
                la tierra,   | 
             
            
              7   | 
              a 
                
                
                
                todos cuantos llevan mi nombre, que yo los creé, formé 
                
                
                
                e hice para mi gloria.  | 
             
            
              8   | 
              Que 
                
                
                
                salga el pueblo ciego, aunque tiene ojos; los sordos, aunque tienen 
                
                
                
                oídos.   | 
             
            
              9  | 
              Los 
                
                
                
                pueblos se han reunido a una y se congregaron las naciones. ¿Quién 
                
                
                
                de entre ellos anuncia esto y nos hace oír cosas antiguas? 
                
                
                
                Que presenten sus pruebas para justificarse, y, oyéndolas, 
                
                
                
                se diga: Verdad.   | 
             
            
              10  | 
              Vosotros 
                
                
                
                sois mis pruebas, dice Yavé; mi siervo, a quien yo elegí 
                
                
                
                para que aprendáis y me creáis y comprendáis 
                
                
                
                que soy yo. Antes de mí no fue formado dios alguno, y ninguno 
                
                
                
                habrá después de mí.   | 
             
            
              11   | 
              Yo, 
                
                
                
                yo soy Yavé, y fuera de mí no hay salvador.   | 
             
            
              12  | 
              Soy 
                
                
                
                yo el que he anunciado, he salvado y he hecho oír, y no hay 
                
                
                
                otro entre vosotros; vosotros sois mis testigos, dice Yavé.   | 
             
            
              13  | 
               13 Yo soy Dios (desde la eternidad), y también desde ahora 
                
                
                
                lo soy . Nadie puede librar de mis manos; lo que hago, ¿quién 
                
                
                
                lo volverá?   | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Salida 
                
                
                
                de Babilonia   | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              14  | 
              Así 
                
                
                
                habla Yavé, vuestro redentor, el Santo de Israel: Por vosotros 
                
                
                
                envié yo a Babilonia, y rompí los cerrojos de vuestra 
                
                
                
                cárcel, y los caldeos sobre las naves de su jolgorio.   | 
             
            
              15  | 
              Yo 
                
                
                
                soy Yavé, vuestro Santo; el creador de Israel, vuestro rey.   | 
             
            
              | 16 | 
              Así 
                
                
                
                habla Yavé, el que abre caminos en el mar y senderos en la 
                
                
                
                muchedumbre de las aguas;  | 
             
            
              | 17 | 
              el 
                
                
                
                que hace salir carros y caballos, a los ejércitos y los fuertes 
                
                
                
                guerreros; se echan a tierra juntamente, sin que se levanten, extinguidos 
                
                
                
                como mecha que se apaga.  | 
             
            
              | 18 | 
              No 
                
                
                
                os acordéis de las cosas anteriores ni prestéis atención 
                
                
                
                a las cosas antiguas,  | 
             
            
              | 19 | 
              pues 
                
                
                
                he aquí que voy hacer una obra nueva, que ya está 
                
                
                
                germinando; ¿no la conocéis? Ciertamente voy a poner 
                
                
                
                un camino en el desierto, y ríos en la estepa,   | 
             
            
              | 20 | 
              y 
                
                
                
                me glorificarán las bestias del campo, los chacales y los 
                
                
                
                avestruces, porque di agua en el desierto, y torrentes en la estepa,   | 
             
            
              | 21 | 
               para abrevar a mi pueblo, a mi elegido, al pueblo que hice para 
                
                
                
                mí, que cantará mis loores.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              La 
                
                
                
                liberación es pura Misericordia de Yavé   | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              | 22 | 
              Pero 
                
                
                
                tú, Jacob, no me invocaste, ni te has fatigado por mí, 
                
                
                
                Israel.   | 
             
            
              | 23   | 
              No 
                
                
                
                me ofreciste ovejas en holocausto, no me honraste con tus sacrificios; 
                
                
                
                yo no te he abrumado con ofrendas ni te importuné con el 
                
                
                
                incienso.   | 
             
            
              | 24 | 
              No 
                
                
                
                me compraste caña aromática con plata ni me saciaste 
                
                
                
                con la grosura de tus sacrificios, sino que me atormentaste con 
                
                
                
                tus pecados y me apenaste con tus iniquidades.  | 
             
            
              | 25 | 
              Soy 
                
                
                
                yo, soy yo quien por amor de mí borro tus pecados y no me 
                
                
                
                acuerdo más de tus rebeldías.   | 
             
            
              | 26 | 
              Hazme 
                
                
                
                recordar, entremos juntos en juicio, habla tú para justificarte.   | 
             
            
              | 27 | 
               Pecó tu primer padre, y tus mediadores faltaron contra mí, 
                
                
                
                y tus príncipes profanaron mi santuario, y entregué 
                
                
                
                a Jacob al anatema, y a Israel al oprobio. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               44  | 
             
            
              |   | 
              Efusión 
                
                
                
                del espíritu de Yavé y conversión de las gentes  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Pero 
                
                
                
                ahora escucha, Jacob, mi siervo; Israel, a quien elegí yo.  | 
             
            
              2  | 
              Así 
                
                
                
                habla Yavé, que te ha hecho, y en el seno materno te formó, 
                
                
                
                y te socorre: No temas, siervo mío, Jacob, y Yeshurum, a 
                
                
                
                quien yo elegí,   | 
             
            
              3   | 
              porque 
                
                
                
                yo derramaré aguas sobre el (suelo) sediento, y arroyos sobre 
                
                
                
                la (tierra) seca, y efundiré mi espíritu sobre tu 
                
                
                
                simiente, y mi bendición sobre tus retoños,   | 
             
            
              4  | 
              y germinarán 
                
                
                
                como la hierba entre agua, como álamos junto a las corrientes 
                
                
                
                de aguas.  | 
             
            
              5   | 
               Este 
                
                
                
                dirá: Yo soy de Yavé; aquél tomará el 
                
                
                
                nombre de Jacob, y el otro escribirá en su mano: De Yavé, 
                
                
                
                y será apellidado con el nombre de Israel.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Vanidad 
                
                
                
                de los ídolos  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              6   | 
              Así 
                
                
                
                habla Yavé, el rey de Israel, su redentor, Yavé de 
                
                
                
                los ejércitos: Yo soy el primero y el último y no 
                
                
                
                hay otro Dios fuera de mí.  | 
             
            
              7   | 
              ¿Quién 
                
                
                
                como yo? Que venga y grite, que anuncie y se compare conmigo. ¿Quién 
                
                
                
                desde antiguo hizo oír lo por venir? Que nos anuncien lo 
                
                
                
                que ha de suceder.  | 
             
            
              8   | 
              No 
                
                
                
                os atemoricéis, no temáis. ¿No lo anuncié 
                
                
                
                yo antes ya, y lo predije tomándoos por testigos? ¿Acaso 
                
                
                
                hay Dios fuera de mí? No hay Roca, yo no la conozco.  | 
             
            
              9  | 
              Todos 
                
                
                
                los forjadores de ídolos son nada, y sus favoritos no sirven 
                
                
                
                de nada, y son testigos ellos mismos, no ven nada, no saben nada 
                
                
                
                para vergüenza suya.   | 
             
            
              10  | 
              ¿Quién 
                
                
                
                forja un dios, quién funde un ídolo para no servir 
                
                
                
                de nada?   | 
             
            
              11   | 
              He 
                
                
                
                aquí que todos sus devotos serán confundidos; los 
                
                
                
                que los hacen son hombres. Que se junten, que vengan todos; temblarán 
                
                
                
                cubiertos de vergüenza.  | 
             
            
              12  | 
              Un 
                
                
                
                herrero aguza el cincel, forja en la fragua su obra, hace la imagen 
                
                
                
                a golpe de martillo y la forja con su robusto brazo; incluso tiene 
                
                
                
                hambre y está sin fuerzas; no bebe agua, está desfallecido.   | 
             
            
              13  | 
              Quien 
                
                
                
                trabaja en madera tira la cuerda de medir, lo marca con el lápiz, 
                
                
                
                lo ejecuta con los cinceles, lo marca con el compás. Hace 
                
                
                
                así como una semejanza de hombre, para que habite en una 
                
                
                
                casa. de un hombre bello.  | 
             
            
              14  | 
              Córtanse 
                
                
                
                cedros, se toma un roble o una encina, se deja crecer fuerte entre 
                
                
                
                los árboles del bosque; se planta un pino, que la lluvia 
                
                
                
                hace crecer,   | 
             
            
              15  | 
              y sirven 
                
                
                
                al hombre para el fuego; toma de ellos para calentarse, enciende 
                
                
                
                para cocer el pan. Además hace con ellos dioses, ante los 
                
                
                
                cuales se prosterna; hace estatuas, que adora.  | 
             
            
              | 16 | 
              Ha 
                
                
                
                quemado el fuego la mitad, sobre sus brasas asa carne, y se sacia 
                
                
                
                comiendo el asado. Caliéntase luego diciendo: ¡Ea! 
                
                
                
                me caliento, veo la lumbre.   | 
             
            
              | 17 | 
              Con 
                
                
                
                el resto se hace un dios, un ídolo, que adora prosternándose 
                
                
                
                ante él, y a quien suplica diciendo: Sálvame, porque 
                
                
                
                tú eres mi dios.  | 
             
            
              | 18 | 
              No 
                
                
                
                saben, no entienden, porque están cerrados sus ojos y no 
                
                
                
                ven, están cerrados sus corazones y no entienden.   | 
             
            
              | 19 | 
              No 
                
                
                
                reflexionan, no tienen conocimiento ni inteligencia para decir: 
                
                
                
                He quemado la mitad al fuego, sobre sus brasas he cocido el pan, 
                
                
                
                he asado la carne y me la he comido; lo que con el resto haga será 
                
                
                
                una abominación; me prosternaré ante un tronco de 
                
                
                
                madera.  | 
             
            
              | 20 | 
              Se 
                
                
                
                alimenta de ceniza, un corazón engañado le extravía, 
                
                
                
                y no salva su alma, diciéndose: ¿No es mentira lo 
                
                
                
                que tengo en mi diestra?  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Sólo 
                
                
                
                Yavé es grande  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              | 21 | 
               Ten 
                
                
                
                en la memoria estas cosas, Jacob e Israel, porque tú eres 
                
                
                
                mi siervo; yo te he formado, tú eres mi siervo, Israel; no 
                
                
                
                te olvidaré. 
                | 
             
            
              | 22 | 
              Yo 
                
                
                
                he borrado como nube tus culpas, como niebla tus pecados. Vuelve 
                
                
                
                a mí, que yo te he rescatado.   | 
             
            
              | 23   | 
              Cantad, 
                
                
                
                cielos, porque Yavé lo ha hecho; resonad, profundidades de 
                
                
                
                la tierra; saltad de júbilo las montañas, cantad todos, 
                
                
                
                árboles de la selva, porque Yavé ha rescatado a Jacob 
                
                
                
                y en Israel se glorifica.  | 
             
            
              | 24 | 
              Así 
                
                
                
                dice Yavé, tu redentor, el que en el seno te formó: 
                
                
                
                Yo soy Yavé, el que lo ha hecho todo, el que solo despliega 
                
                
                
                los cielos y afirma la tierra. ¿Quién conmigo?   | 
             
            
              | 25 | 
              El 
                
                
                
                que deshace las señales de los embusteros y a los adivinos 
                
                
                
                enloquece; el que obliga a los sabios a retroceder y envuelve en 
                
                
                
                locura su sabiduría,   | 
             
            
              | 26 | 
              pero 
                
                
                
                mantiene la palabra de sus siervos y cumple los designios de sus 
                
                
                
                mensajeros; el que dice a Jerusalén: Serás habitada, 
                
                
                
                y a las ciudades de Judá: Seréis reedificadas; yo 
                
                
                
                levantaré sus ruinas;  | 
             
            
              | 27 | 
              aquel 
                
                
                
                que dice al abismo: ¡Sécate! y deseca sus corrientes;   | 
             
            
              | 28 | 
              el 
                
                
                
                que dice a Ciro: Tú eres mi pastor, y él hará 
                
                
                
                lo que yo quiera; y dice a Jerusalén: ¡Serás 
                
                
                
                reedificada! y al templo: ¡Serás fundado de nuevo!  | 
             
            
               | 
                
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               45  | 
             
            
              |   | 
              Ciro, 
                
                
                
                el Libertador de Israel  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Así 
                
                
                
                dice Yavé a su ungido, Ciro, a quien tomé de la diestra 
                
                
                
                para derribar ante él las naciones, y yo desceñiré 
                
                
                
                las cinturas de los reyes, para abrir ante él las puertas 
                
                
                
                y para que no se cierren las entradas.   | 
             
            
              2  | 
              Yo 
                
                
                
                iré delante de ti y allanaré los ribazos. Yo romperé 
                
                
                
                las puertas de bronce y arrancaré los cerrojos de hierro.  | 
             
            
              3   | 
              Yo 
                
                
                
                te entregaré los tesoros escondidos y las riquezas de los 
                
                
                
                escondrijos, para que sepas que yo soy Yavé, el Dios de Israel, 
                
                
                
                que te llamó por tu nombre.  | 
             
            
              4  | 
              Por 
                
                
                
                amor de mi siervo Jacob, por amor de Israel, mi elegido, te he llamado 
                
                
                
                por tu nombre, te he dado un nombre glorioso, aunque tú no 
                
                
                
                me conocías.   | 
             
            
              5   | 
              Soy 
                
                
                
                yo, Yavé, no es ningún otro; fuera de mí no 
                
                
                
                hay Dios. Yo te he ceñido, aunque no me conocías,   | 
             
            
              6   | 
              para 
                
                
                
                que sepan desde el levante del sol y desde el poniente que no hay 
                
                
                
                ninguno fuera de mí.  | 
             
            
              7   | 
              Yo 
                
                
                
                soy Yavé, no hay ningún otro; el que formó 
                
                
                
                la luz y creó las tinieblas, el que da la paz y crea la desdicha. 
                
                
                
                Yo soy, Yavé, quien hace todo esto.  | 
             
            
              8   | 
               Gotead, cielos, desde arriba, y que las nubes destilen la justicia. 
                
                
                
                Abrase la tierra y produzca el fruto de la salvación, y germine 
                
                
                
                a la vez la justicia. Yo, Yavé, lo he creado.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Inutilidad 
                
                
                
                de toda oposición a Dios   | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              9  | 
              ¡Ay 
                
                
                
                del que contiende con su Hacedor! Es el tiesto de los tiestos de 
                
                
                
                la tierra. ¿Dice acaso el barro al alfarero: Qué es 
                
                
                
                lo que haces? Y su obra: ¿No tienes manos?  | 
             
            
              10  | 
              ¡Ay 
                
                
                
                del que al padre dice!: ¿Por qué engendraste?; y a 
                
                
                
                la mujer: ¿Por qué me pariste?   | 
             
            
              11   | 
              Así 
                
                
                
                dice Yavé, el Santo de Israel y su hacedor: ¿Me vais 
                
                
                
                a interrogar sobre el futuro, sobre mis hijos; sobre la obra de 
                
                
                
                mis manos, me vais a dar órdenes?   | 
             
            
              12  | 
              Yo 
                
                
                
                hice la tierra y creé sobre ella al hombre; mis manos desplegaron 
                
                
                
                los cielos y yo mando a todos su ejército.   | 
             
            
              13  | 
              Y 
                
                
                
                yo le suscité para justicia y allané todos sus caminos. 
                
                
                
                El reedificará mi ciudad y libertará a mis desterrados, 
                
                
                
                no por precio ni por dones, dice Yavé de los ejércitos.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              La 
                
                
                
                conversión de las gentes  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              14  | 
              Así 
                
                
                
                habla Yavé: La labor de Egipto, y la ganancia de Etiopía, 
                
                
                
                y los sabeos, hombres de elevada estatura, pasarán a ti y 
                
                
                
                serán tuyos, y te seguirán, y te servirán esposados, 
                
                
                
                y se postrarán ante ti, y suplicantes te dirán: Sólo 
                
                
                
                tú tienes un Dios, no hay ningún otro; los dioses 
                
                
                
                no existen ya.  | 
             
            
              15  | 
              En 
                
                
                
                verdad que tienes contigo un Dios escondido, el Dios de Israel, 
                
                
                
                Salvador.  | 
             
            
              | 16 | 
              Cubiertos 
                
                
                
                de confusión y de ignominia están todos a una, se 
                
                
                
                van avergonzados los forjadores de ídolos.  | 
             
            
              | 17 | 
              Israel 
                
                
                
                es salvado por Yavé con salvación eterna; no seréis 
                
                
                
                avergonzados ni confundidos por toda la eternidad.  | 
             
            
              | 18 | 
              Porque 
                
                
                
                así habla Yavé, el que creó los cielos, el 
                
                
                
                Dios que formó la tierra, la hizo y la afirmó. No 
                
                
                
                la creó para yermo, la formó para que fuese habitada. 
                
                
                
                Soy yo Yavé, y ningún otro.   | 
             
            
              | 19 | 
              No 
                
                
                
                he hablado yo en secreto, en un oscuro rincón de la tierra. 
                
                
                
                No he dicho yo a la progenie de Jacob: Buscadme en vano. Soy yo 
                
                
                
                Yavé, que hablo justicia y proclamo lo recto.   | 
             
            
              | 20 | 
              Reunios, 
                
                
                
                venid, acercaos juntamente los sobrevivientes de las naciones. No 
                
                
                
                tienen entendimiento los que llevan ídolos de madera y ruegan 
                
                
                
                a un dios incapaz de salvar.  | 
             
            
              | 21 | 
              Hablad 
                
                
                
                y exponed, consultaos unos a otros: ¿Quién ha hecho 
                
                
                
                oír esto desde antiguo y lo anunció desde entonces? 
                
                
                
                ¿No soy yo Yavé, y no hay más que yo? No hay 
                
                
                
                Dios justo ni salvador fuera de mí.   | 
             
            
              | 22 | 
              Volveos 
                
                
                
                a mí y seréis salvos, confines todos de la tierra. 
                
                
                
                Porque yo soy Dios, y no hay otro.   | 
             
            
              | 23   | 
              Por 
                
                
                
                mí he jurado, salió la justicia de mi boca, una palabra 
                
                
                
                irrevocable. Porque doblaráse ante mí toda rodilla 
                
                
                
                y jurará toda lengua,  | 
             
            
              | 24 | 
              diciendo: 
                
                
                
                Ciertamente en Yavé tengo justicia y fuerza, a El vendrán 
                
                
                
                cubiertos de ignominia todos los inflamados contra El.  | 
             
            
              | 25 | 
               En Yavé será justificada y glorificada toda la progenie 
                
                
                
                de Israel. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               46  | 
             
            
              |   | 
              Caída 
                
                
                
                de los ídolos  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Postrado 
                
                
                
                Bel, abatido Nebo, sus simulacros son puestos sobre animales y bestias 
                
                
                
                de carga; las cosas que llevabais han sido un peso, una carga para 
                
                
                
                el fatigado (animal).  | 
             
            
              2  | 
              Están 
                
                
                
                encorvados, doblegados a la vez; no pudieron salvar la carga, y 
                
                
                
                ellos mismos van al cautiverio.   | 
             
            
              3   | 
              Oídme, 
                
                
                
                casa de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel, que habéis 
                
                
                
                sido cargados (sobre mí) desde el vientre, llevados desde 
                
                
                
                el seno.  | 
             
            
              4  | 
              Yo 
                
                
                
                mismo hasta la vejez y hasta la canicie (os) portaré. Como 
                
                
                
                ya hice, (os) llevaré, (os) portaré y os preservaré.  | 
             
            
              5   | 
              ¿A 
                
                
                
                quién queréis compararme, y equipararme, y asemejarme, 
                
                
                
                de forma que fuésemos iguales?  | 
             
            
              6   | 
              Aquéllos 
                
                
                
                sacan oro de la bolsa, pesan la plata en la balanza, pagan al orfebre 
                
                
                
                y hacen un dios, se postran y le adoran,   | 
             
            
              7   | 
              le 
                
                
                
                cargan a hombros, le llevan, le ponen en un lugar, y allí 
                
                
                
                se está, no se mueve de su sitio. Claman a él, pero 
                
                
                
                no responde, no les libra de sus tribulaciones.  | 
             
            
              8   | 
              Acordados 
                
                
                
                de esto y entendedlo, reflexionada de nuevo, transgresores.  | 
             
            
              9  | 
              Recordad 
                
                
                
                los tiempos pasados desde antiguo, porque yo soy Dios, y no hay 
                
                
                
                más Dios fuera de mí.   | 
             
            
              10  | 
              Yo 
                
                
                
                anuncio desde el principio lo último, y de antemano lo que 
                
                
                
                no se ha hecho. Yo digo: Mis designios subsistirán, y cumplo 
                
                
                
                toda mi voluntad.   | 
             
            
              11   | 
              Yo 
                
                
                
                llamo del levante al ave de presa, de lejana tierra al hombre de 
                
                
                
                mi consejo. Como lo he dicho, así lo llevaré a cabo; 
                
                
                
                corno lo he planeado, así lo realizaré.  | 
             
            
              12  | 
               Oídme, hombres de duro corazón, que estáis 
                
                
                
                lejos de la justicia.  
                | 
             
            
              13  | 
               Yo haré que se os acerque mí justicia; ya no está 
                
                
                
                lejos, y no tardará mi salvación. Yo pondré 
                
                
                
                en Sión la salud, y mi gloria en Israel.  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               47  | 
             
            
              |   | 
              Caída 
                
                
                
                de Babilonia  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Desciende 
                
                
                
                y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia. No más 
                
                
                
                trono, siéntate en la tierra, hija de los caldeos. Ya no 
                
                
                
                te llamarán más la delicada y tierna.  | 
             
            
              2  | 
              Toma 
                
                
                
                la muela y ve a moler la harina; quítate el velo, pon haldas 
                
                
                
                en cinta, descubre tus pantorrillas y pasa los ríos.  | 
             
            
              3   | 
              Descubierta 
                
                
                
                será tu desnudez y se verán tus vergüenzas.   | 
             
            
              4  | 
              Yo 
                
                
                
                tomaré venganza implacable, dice nuestro redentor; Yavé 
                
                
                
                de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel.  | 
             
            
              5   | 
              Siéntate 
                
                
                
                en silencio, súmete en tinieblas, ¡hija de los caldeos! 
                
                
                
                Ya nunca más te llamarán soberana de los reinos.  | 
             
            
              6   | 
              Estaba 
                
                
                
                yo airado contra mi pueblo, y dejé profanar mi heredad y 
                
                
                
                la entregué en tus manos. Tú no tuviste piedad e hiciste 
                
                
                
                pesar tu yugo sobre los ancianos.   | 
             
            
              7   | 
              Tú 
                
                
                
                decías: Yo seré siempre, por siempre señora, 
                
                
                
                y no reflexionaste, no pensaste en tu fin.  | 
             
            
              8   | 
              Escucha, 
                
                
                
                pues, esto, voluptuosa, que te sientas tan segura, que dices en 
                
                
                
                tu corazón: Yo, y nadie más que yo; no enviudaré 
                
                
                
                ni conoceré la orfandad.  | 
             
            
              9  | 
              Ambas 
                
                
                
                cosas te vendrán de repente, en un mismo día: la orfandad 
                
                
                
                y la viudez en toda su plenitud vendrán sobre ti a pesar 
                
                
                
                de tus numerosos agüeros y de tus poderosos encantamientos.  | 
             
            
              10  | 
              Tú 
                
                
                
                estabas fiada en tu maldad, y decías: No me ve nadie. Tu 
                
                
                
                sabiduría y tu ciencia te engañaron, y decías 
                
                
                
                en tu corazón: Yo y no más que yo.   | 
             
            
              11   | 
              Pero 
                
                
                
                va a caer sobre ti un mal que no sabrás conjurar, y caerá 
                
                
                
                sobre ti una ruina que no podrás borrar; vendrá de 
                
                
                
                repente sobre ti una devastación, sin que lo sepas.  | 
             
            
              12  | 
              Acude, 
                
                
                
                pues, con tus encantamientos, con tus muchas hechicerías, 
                
                
                
                con que te fatigas desde la niñez; quizá puedan servirte, 
                
                
                
                quizá puedan hacerte terrible.  | 
             
            
              13  | 
              Estás 
                
                
                
                cansada de tanto consultar. Que se presenten, pues; que te salven 
                
                
                
                los que dividen los cielos, y observan las estrellas, y hacen la 
                
                
                
                cuenta de los meses, de lo que ha de venir sobre ti.   | 
             
            
              14  | 
              Helos 
                
                
                
                aquí como briznas de paja que ha consumido el fuego; no podrán 
                
                
                
                salvar sus vidas del poder de las llamas; brasas, pero no para calentarse 
                
                
                
                a ellas, ni hoguera para sentarse ante ella.   | 
             
            
              15  | 
               Eso serán para ti aquellos por quienes te afanaste, tus mercaderes 
                
                
                
                desde tu juventud. Cada cual vagará por su camino, y no habrá 
                
                
                
                quien te salve. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               48  | 
             
            
              |   | 
              Israel 
                
                
                
                sale de Babilonia por pura gracia  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Oíd 
                
                
                
                esto, casa de Jacob, los que llevan el nombre de Israel, los salidos 
                
                
                
                de las entrañas de Judá, los que juran por el nombre 
                
                
                
                de Yavé y celebran el Dios de Israel, pero sin verdad y sin 
                
                
                
                justicia,   | 
             
            
              2  | 
              porque 
                
                
                
                llevan el nombre de la ciudad santa y se apoyan en el Dios de Israel, 
                
                
                
                cuyo nombre es Yavé de los ejércitos.   | 
             
            
              3   | 
              Lo 
                
                
                
                que ha pasado, ya ha tiempo lo predije, de mi boca salió. 
                
                
                
                Yo lo hice oír, y de improviso obré, y todo se ha 
                
                
                
                cumplido.  | 
             
            
              4  | 
              Porque 
                
                
                
                sabía que eres duro y es tu cerviz una barra de hierro, que 
                
                
                
                tienes una frente de bronce.   | 
             
            
              5   | 
              Yo 
                
                
                
                te predije esto hace tiempo, antes de que sucediera te lo di a saber, 
                
                
                
                para que no dijeras: Lo ha hecho mi ídolo; mi estatua, mi 
                
                
                
                simulacro lo mandó.   | 
             
            
              6   | 
              Ya 
                
                
                
                lo has oído, míralo todo ello, y ahora vosotros, ¿no 
                
                
                
                lo anunciaréis? Yo te he hecho oír cosas nuevas desde 
                
                
                
                ahora, cosas ocultas que no conocías.   | 
             
            
              7   | 
              Ahora 
                
                
                
                han sido creadas y no hace tiempo, antes de hoy no las habías 
                
                
                
                oído, para que no dijeras: Ya lo sabía yo.  | 
             
            
              8   | 
              No 
                
                
                
                lo habías oído ni lo conocías, ni desde antiguo 
                
                
                
                se había abierto tu oído. Porque sabía que 
                
                
                
                eres pérfido, y tu nombre es rebelde desde el seno materno.   | 
             
            
              9  | 
              Yo 
                
                
                
                por mi nombre difiero mi ira, y por amor de mi gloria me contengo 
                
                
                
                frente a ti, para no exterminarte.  | 
             
            
              10  | 
              He 
                
                
                
                aquí que te probé al fuego, y no había plata; 
                
                
                
                te he pasado por la hornaza de la aflicción.   | 
             
            
              11   | 
              Es 
                
                
                
                por mí, por amor de mí lo hago, porque ¿cómo 
                
                
                
                (mi nombre) sería profanado?, y mi gloria a nadie se la doy.  | 
             
            
              12  | 
              Óyeme, 
                
                
                
                Jacob, e Israel, a quien he llamado; soy yo, yo el primero, y aun 
                
                
                
                también el postrero.   | 
             
            
              13  | 
              Mi 
                
                
                
                mano cimentó la tierra, mi diestra desplegó los cielos, 
                
                
                
                y los llamé y luego aparecieron.   | 
             
            
              14  | 
              Reunios 
                
                
                
                todos y oíd: ¿Quién de entre ellos anunció 
                
                
                
                estas cosas? Aquel a quien ama Yavé, cumplirá su voluntad 
                
                
                
                contra Babilonia y contra la raza de los caldeos.   | 
             
            
              15  | 
              Yo, 
                
                
                
                yo he hablado, yo le he llamado, yo le guío y hago prosperar 
                
                
                
                sus caminos.   | 
             
            
              | 16 | 
              Acercaos 
                
                
                
                a mí y oíd esto: Desde el principio no os he hablado 
                
                
                
                en secreto; cuando las cosas se hacían, allí estaba 
                
                
                
                yo. Y ahora Yavé me ha enviado con su espíritu.  | 
             
            
              | 17 | 
              Así 
                
                
                
                habla Yavé, tu redentor, el Santo de Israel: Yo soy Yavé, 
                
                
                
                tu Dios, que para utilidad tuya te enseña y te pone en el 
                
                
                
                camino que has de seguir.  | 
             
            
              | 18 | 
              ¡Ahí, 
                
                
                
                si hubieses atendido a mis mandamientos, tu paz sería como 
                
                
                
                un río, y tu justicia como las olas del mar.   | 
             
            
              | 19 | 
              Y 
                
                
                
                sería como arena tu simiente, y los frutos de tus entrañas 
                
                
                
                como sus granos, y no sería extirpado ni exterminado tu nombre 
                
                
                
                delante de mí.  | 
             
            
              | 20 | 
              Salid 
                
                
                
                de Babilonia, huid de entre los caldeos, con gritos de exultación 
                
                
                
                anunciad, proclamad esto, publicadlo hasta los confines de la tierra; 
                
                
                
                decid: Rescató Yavé a su siervo Jacob.  | 
             
            
              | 21 | 
              No 
                
                
                
                tendrán sed en el desierto por el cual los guía; hará 
                
                
                
                que broten para ellos aguas de la roca, abrirá la peña 
                
                
                
                y brotarán las aguas.  | 
             
            
              | 22 | 
               Pero no hay paz para los malvados, dice Yavé. 
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