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CRISTO RAUL CONTRA EL ANTICRISTO

LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 
 

LA SAGRADA BIBLIA

ANTIGUO TESTAMENTO

ISAÍAS

 
APÉNDICE HISTÓRICO SOBRE LA INVASIÓN ASIRIA
36
 
La Invasión asiria. Primera tentativa para rendir a Jerusalén
   
1
Y sucedió que el año catorce del rey Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, subió contra todas las ciudades fuertes de Judá y se apoderó de ellas.
2
Y envió el rey de Asiria a Rabsaces, con imponentes fuerzas, de Laquis a Jerusalén, al rey Ezequías. Tomó aquél posición cerca del acueducto de la piscina Superior, en el camino del campo del Batanero.
3
Entonces Eliaquim, hijo de Helcías, prefecto de palacio, fue con Sobna, secretario, y Joás, hijo de Asaf, canciller, a Rabsases.
4
Y les dijo Rabsaces: Decid, pues, a Ezequías: Así habla el rey grande, el rey de Asiria:
5
¿De dónde te viene esa tu confianza? ¿Crees que una palabra de los labios sirve de consejo y de fuerza para la guerra? Ahora bien, ¿en quién pones tu confianza para rebelarte contra mí?
6
He aquí que confías en el apoyo de esa caña quebrada, en Egipto, que penetra y horada la mano de todo el que se apoya en él; tal es el faraón, rey de Egipto, para todos cuantos en él confían.
7
Pero si me decís: Es en Yavé, nuestro Dios, en quien ponemos nuestra confianza, ¿no ha sido el mismo Ezequías quien ha hecho desaparecer los altos lugares y los altares, diciendo a Judá y a Jerusalén: Sólo en este altar adoraréis?
8
Haz, pues, una apuesta con mi señor, rey de Asiria; yo te daré dos mil caballos si tú eres capaz de aportar otros tantos jinetes sobre ellos.
9
Y ¿cómo vas a hacer volver la cara a uno solo de los menores servidores de mi señor? Pero tú confías en Egipto a causa de los carros y jinetes.
10
Y ahora, ¿acaso he subido yo sin intervención de Yavé contra esta tierra para devastarla? Yavé me ha dicho: Sube contra esta tierra y devástala.
11
Entonces Eliaquim, Sobna y Joás dijeron a Rabsaces: Habla, por favor, a tus siervos en arameo, pues lo entendemos; no nos hables en judío a oídos del pueblo que hay en las murallas.
12
Rabsaces respondió: ¿Acaso a tu señor y a ti me ha mandado mi señor dirigir estas palabras? ¿No son más bien para la gente sentada en las murallas, que con vosotros habrán de comerse sus excrementos y beberse sus orines?
13
Avanzó Rabsaces y gritó fuertemente en lengua judía: Oíd las palabras del rey grande, del rey de Asiria.
14
Así dice el rey: Que no os engañe Ezequías, porque no os puede salvar,
15
y que no os haga Ezequías confiar en Yavé, diciendo: Yavé nos librará, no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria.
16
No escuchéis a Ezequías, porque así habla el rey de Asiria: Haced paces conmigo y salid a mí, y cada cual comerá el fruto de su viña y de su higuera y beberá el agua de su cisterna,
17
hasta que venga yo a llevaros a una tierra como la vuestra, tierra de trigo y de vino, tierra de pan y de viñas.
18
Que no os embauque Ezequías, diciendo: Yavé nos librará. ¿Acaso los dioses de los pueblos libraron cada uno a su tierra de las manos del rey de Asiria?
19
¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad? ¿Dónde los dioses de Sefarvaim? ¿Dónde los dioses de Samaria? ¿Libraron a Samaria de mis manos?
20
¿Cuál de los dioses de todas estas tierras es el que salvó a sus países de mi mano, para que Yavé pueda librar de mis manos a Jerusalén?
21
Y ellos se callaron y no respondieron palabra, porque el rey había dado esta orden: No les respondáis.
22
Eliaquim, hijo de Helcías, prefecto de palacio; Sobna, secretario, y Joás, hijo de Asaf, canciller, fueron, rasgadas sus vestiduras, a Ezequías y le refirieron las palabras de Rabsaces.


37
 
Ezequías consulta a Yavé por medio de Isaías
   
1
Y aconteció que, al oír el rey Ezequías esto, rasgó sus vestiduras, vistióse de saco y entró en el templo de Yavé,
2
y envió a Eliaquim, prefecto de palacio; a Sobna, secretario, y a los más ancianos de los sacerdotes, vestidos de saco, a Isaías, hijo de Amós, profeta,
3
y le dijeron: Así dice Ezequías: El día de hoy es día de angustia, de castigo y de oprobio, porque los hijos han llegado al cuello del útero, pero no hay fuerza para dar a luz.
4
Quizá Yavé, tu Dios, oiga las palabras de Rabsaces, mandado por el rey de Asiria, su señor, para insultar al Dios vivo, y castigue por las palabras que oyó Yavé, tu Dios. Elévale una súplica por este resto que aún subsiste.
5
Los servidores del rey Ezequías fueron a Isaías,
6
y les dijo Isaías: Así hablaréis a vuestro señor: Así habla Yavé: No te asusten las palabras que acabas de oír, con las cuales los lacayos del rey de Asiria me han ultrajado.
7

He aquí que yo le voy a infundir un espíritu tal, que, en recibiendo cierta noticia, se volverá a su tierra, y le haré caer al filo de la espada en su propia tierra.

 
 
Senaquerib intima de nuevo la rendición
 
8
Volvióse Rabsaces y halló al rey asediando a Libna, pues supo que se había retirado de Laquis.
9
Y oyó una noticia acerca de Tirhaqa, rey de Etiopía, en la que decían: Ha salido a luchar contra ti, y al oírla envió mensajeros a Ezequías, diciendo:
10
Así habréis de hablar a Ezequías, rey de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.
11
He aquí que tú has oído lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países, exterminándolos, y ¿ahora vas a salvarte tú?
12
¿Acaso les salvaron los dioses de las naciones que exterminaron mis padres, a Gosán y a Jarran, a Resef y a los hijos de Edén, que están en Telasar?
13

¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arpad y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Hiwah?

 
 
Plegaria de Ezequias y respuesta de Yavé
 
14
Ezequías recibió la carta de manos de los mensajeros, y, luego de leerla, subió al templo de Yavé,
15
y, desplegándola ante Yavé, le dirigió esta plegaria:
16
¡Oh Yavé, Dios de Israel, que te sientas entre los querubines! Tú eres el solo Dios de todos los reinos de la tierra. Tú has hecho los cielos y la tierra.
17
Inclina tus oídos, ¡oh Yavé! y oye. Abre, ¡oh Yavé!, tus ojos y mira. Oye todas las palabras que me dirige Senaquerib para escarnecer al Dios vivo.
18
Es verdad que los reyes de Asiria han devastado todos los pueblos y sus tierras;
19
que arrojaron al fuego a sus dioses, que no eran dioses, sino obra de la mano de los hombres, leños y piedra, y los destruyeron.
20
Ahora, Yavé, Dios nuestro, líbranos de sus manos, y aprendan todos los reinos de la tierra que tú eres el Dios único.
21
Entonces Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: Así dice Yavé, Dios de Israel: Por la plegaria que tú me has dirigido a causa de Senaquerib, rey de Asiria,
22
he aquí la sentencia que Yavé pronuncia contra él: Te desprecia, se burla de ti, virgen, hija de Sión; tras de ti menea la cabeza, hija de Jerusalén.
23
¿A quién has ultrajado y escarnecido? ¿Contra quién has alzado la voz y alzado en alto tus ojos? ¡Contra el Santo de Israel!
24

Por medio de tus esclavos le has ultrajado, y has dicho: Con mis numerosos carros he subido a la cresta de las montañas, a las cumbres del Líbano, y he cortado los sublimes cedros, sus escogidos cipreses. He llegado a sus más extremadas cimas, al bosque de su vergel.

25
He alumbrado y bebido aguas extranjeras y he secado con la planta de mis pies todos los canales de Egipto.
26
¿No has oído? Mucho tiempo ha que yo lo he realizado, desde tiempos antiguos lo he trazado, y ahora lo he hecho venir. Tú habrás de convertir en montones de ruinas las ciudades fuertes,
27
cuyos habitantes estarán sin fuerza, espantados y confusos. Serían como la hierba de los campos, verdura tierna; serían como el musgo de los tejados y como grano marchitos.
28
Yo sé cuándo te levantas y cuándo te sientas, cuándo entras y cuándo sales; tu furor contra mí,
29
por cuanto tu enfurecimiento contra mí y tu insolencia han llegado a mis oídos; pondré mi aro en tu nariz y mi freno en tus labios, y haré que te vuelvas por el camino por donde viniste.
30
He aquí la señal para ti: este año se comerá el producto de los granos caídos; al segundo año, lo que brote sin sembrar, y en el tercer año sembraréis y cosecharéis, plantaréis viñas y comeréis su fruto.
31
Lo que quedare a salvo de la casa de Judá, echará raíces por debajo y producirá fruto en lo alto.
32
Porque saldrá de Jerusalén un resto, y sobrevivientes del monte de Sión; el celo de Yavé de los ejércitos hará esto.
33
Por eso así dice Yavé sobre el rey de Asiría: No entrará él a esta ciudad, ni arrojará allí flecha, ni se adelantará hacia ella con escudo, ni la rodeará de trincheras.
34
Por el camino que vino hacia ella se tornará; no entrará en esta ciudad, dice Yavé.
35
Y yo protegeré a esta ciudad para salvarla por amor de mí y de mi siervo David.
 
 
La liberación
 
36
Y salió el ángel de Yavé e hirió en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres, y a la mañana, al despertar, he aquí que todos eran cadáveres.
37
Y Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campo y se tornó, quedándose en Nínive;
38
y sucedió que, mientras oraba en el templo de Nesroc, su dios, sus hijos Adramelec y Sareser le mataron a espada y huyeron a tierra de Ararat. Y le sucedió en el reino su hijo Asaradón.


38
 
Enfermedad de Exequias
   
1
En aquellos días enfermó Ezequías de enfermedad mortal, y el profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verle, y le dijo: Así dice Yavé: Dispon de tu casa, porque vas a morir, no curarás.
2
Ezequías volvió su rostro cara a la pared, dirigiendo a Yavé esta plegaria:
3
¡Ay Yavé!, acuérdate, te suplico, de que he andado delante de ti con fidelidad e íntegro corazón y que he hecho lo que era bueno a tus ojos. Y se puso a sollozar Ezequías con gran llanto.
4
Y fue palabra de Yavé a Isaías, diciéndole:
5
Vete y di a Ezequías: Así habla Yavé, el Dios de tu padre David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. He aquí que voy a añadir a tus días quince años más.
6
Y de la mano del rey de Asiria yo te libraré a ti y a esta ciudad, y yo protegeré a esta ciudad.
7
Y ésta será la señal para ti de parte de Yavé de que cumplirá Yavé esta palabra que he dicho:
8
He aquí que haré retroceder la sombra diez grados, los grados que el sol ha descendido en el cuadrante de Ajaz. Y retrocedió el sol diez grados que había descendido.
 
 
Cántico de acción de gracias de Ezequías
 
9
Cántico de Ezequías, rey de Judá, cuando enfermó y curó de su enfermedad:
10
Yo dije: En la tranquilidad de mis días, voy a caminar hacia las puertas del seol, privado del resto de mis años.
11
Dije: Ya no veré más a Yavé en la tierra de los vivientes ni contemplaré más al hombre entre los moradores del mundo;
12
mi morada es arrancada, arrebatada de mí, como tienda de pastores. Como un tejedor ha enrollado mi vida y la separa de su trama.
13
Día y noche me consumes, grito hasta la mañana, pues como león quebranta todos mis huesos.
14
Día y noche me consumes, chillo como golondrina, gimo como paloma. Mis ojos se consumen mirando a lo alto. ¡Oh Yavé! estoy angustiado; sal fiador por mí.
15
¿Qué voy a decir yo? Ya me ha dicho El, y ha hecho; caminaré lentamente todos mis años en la amargura de mi alma.
16
Señor, sobre ellos viven, y a todos, entre ellos, la vida de mi espíritu. Tú me curas y me haces vivir.
17
He aquí que en paz se me ha tornado la amargura y has preservado mi alma del hoyo de la corrupción, porque has echado a tu espalda todos mis pecados.
18
Pues no te alaba el seol, ni te celebra la muerte, ni los que descienden a la fosa esperan en tu fidelidad.
19
Los vivos, los vivos te alaban como yo hoy; el padre da a conocer a los hijos tu fidelidad.
20
Yavé, (apresúrate) a salvarme, y pulsaremos nuestras arpas todos los días de nuestra vida en la casa de Yavé.
21

Y dijo Isaías: Tomen una torta de higos y friccionen sobre la úlcera, y curará.

22 Y dijo Ezequías: ¿Cuál es la señal de que subiré al templo de Yavé?


39
 
Embajada de Merodacbaladán y predicción del cautiverio
   
1
En aquel tiempo envió Merodacbaladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, un mensaje y un presente a Ezequías, pues había tenido noticias de su enfermedad y su restablecimiento.
2
Y Ezequías se alegró de ello, y les enseñó su casa del tesoro. la plata, el oro, los perfumes y ungüentos preciosos, su arsenal y todo cuanto había en sus almacenes. No hubo nada, ni en el palacio ni en sus dependencias, que no les mostrara Ezequías.
3
Y el profeta Isaías fue a ver a Ezequías y le preguntó: ¿Qué han dicho esos hombres y de dónde vienen a ti? Respondió Ezequías: Han venido de lejos a verme, de Babilonia.
4
¿Y qué es lo que de tu casa han visto? preguntó. Y Ezequías respondió: Han visto cuanto en mi palacio hay; no ha quedado nada de cuanto hay en mis almacenes que no les haya enseñado.
5
Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye la palabra de Yavé de los ejércitos:
6
He aquí que vendrán días en que todo cuanto hay en este palacio y cuanto atesoraron tus padres hasta el día de hoy será llevado a Babilonia.
7
Y tus hijos, engendrados por ti, serán llevados y tomados como eunucos para el palacio del rey de Babilonia.
8

Y Ezequías dijo a Isaías: Buena es la palabra de Yavé que me anuncias, porque, manifestó él, habrá paz y seguridad en mis días.