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CRISTO RAUL CONTRA EL ANTICRISTO

LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 
 

LA SAGRADA BIBLIA

ANTIGUO TESTAMENTO

ISAÍAS

 

SEXTA PARTE

 

ISRAEL, LIBERTADO POR EL SIERVO DE YAVÉ

49
 
1
Oídme, islas; atended, pueblos lejanos: Yavé me llamó desde el seno materno, desde las entrañas de mi madre me llamó por mi nombre.
2
Y puso mi boca como cortante espada, me ha guardado a la sombra de su mano, hizo de mí aguda saeta y me guardó en su aljaba.
3
El me ha dicho: Tú eres mi siervo, en ti seré glorificado.
4
Yo me dije: Por demás he trabajado, en vano y por nada consumí mis fuerzas; pero mi causa está en manos de Yavé, mi recompensa en mi Dios.
5
Y ahora dice Yavé, el que desde el seno materno me formó para siervo suyo, para devolverle a Jacob, para congregarle a Israel , pues soy honrado a los ojos de Yahvé, y mi Dios es mi fuerza.
6
Dijo: Ligera cosa es para mí que seas tú mi siervo, para restablecer las tribus de Jacob y reconducir a los salvados de Israel. Yo te he puesto para luz de las gentes, para llevar mi salvación hasta los confines de la tierra.
7

Así dice Yavé, el Redentor de Israel, su Santo, al menospreciado de alma, abominado de las gentes, al esclavizado por los soberanos: Reyes verán y se levantarán, príncipes se prosternarán a causa de Yavé, que es fiel; el Santo de Israel, que te ha elegido.

 
 
La Liberación de los exilados
 
8
Así habla Yavé: Al tiempo de la gracia te escucharé, el día de la salvación vendré en tu ayuda y te formaré y te pondré por alianza de mi pueblo, para restablecer al país, para repartir las heredades devastadas.
9
Para decir a los presos: Salid, y a los que moran en tinieblas: Venid a la luz. En todos los caminos serán apacentados y en todas las alturas peladas tendrán sus pastos.
10
No padecerán hambre ni sed, ni les afligirá el viento solano ni el sol, porque los guiará el que de ellos se ha compadecido, y los llevará a manantiales de agua.
11
Yo transformaré todos los montes en caminos, y se levantarán mis calzadas.
12
He aquí que vienen ellos de lejos, éstos del septentrión y del mar, aquéllos de la tierra de Sinim.
13
Exultad, cielos, y salta de gozo, tierra; que los montes prorrumpan en júbilo, porque ha consolado Yavé a su pueblo, ha tenido compasión de sus afligidos.
 
 
Restauración de Sión
 
14
Sión decía: Yavé me ha abandonado, y mi Señor se ha olvidado de mí. ¿Puede acaso una mujer olvidarse de su mamoncillo, no compadecerse del hijo de sus entrañas?
15
Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaría.
16
He aquí que te tengo grabada sobre las palmas de las manos, y tus muros están siempre delante de mí.
17
Vienen aprisa tus reconstructores, y tus aseladores y destructores se van de ti.
18
Levanta en torno tus ojos y mira, todos se reunieron para venir a ti. Por mi vida, dice Yavé, que te revestirás de ellos como de ornamento, y te ceñirás de ellos como novia.
19
Porque tus ruinas y devastaciones y tu país asolado serán estrechos para los moradores, y se alejarán los que te devoraban.
20
Aún dirán a tus oídos los hijos de tu orfandad: El lugar es demasiado estrecho para mí, hazme sitio para que habite en ella.
21
Y tú dirás en tu corazón: ¿Quién me ha parido éstos? Yo no tenía hijos y era estéril. A éstos, ¿quién los ha criado? Yo había quedado sola; ¿de dónde vienen éstos?
22
Así habla el Señor, Yavé: He aquí que tenderé mi mano a las gentes y alzaré mi bandera a las naciones, y traerán en el seno a tus hijos, y en hombros a tus hijas.
23
Reyes serán tus ayos, y sus princesas tus nodrizas; postrados ante ti, rostro a tierra, lamerán el polvo de tus pies. Y sabrás que yo soy Yavé y que los que en mí confían no serán confundidos.
24
¿Se le quita al guerrero el botín? ¿Se le escapan al poderoso los cautivos?
25
Porque así habla Yavé: Si aun al guerrero se le quitaran los cautivos, si el botín del poderoso le fuera arrebatado, con tus adversarios lucharé y salvaré a tus hijos.
26

Y a tus opresores haré comer su propia carne, y se embriagarán de su sangre como de mosto, y reconocerá toda carne que yo soy Yavé, tu salvador y tu redentor, el Fuerte de Jacob.

   
50
 
1
Así dice Yavé: ¿Dónde está el libelo de repudio de vuestra madre, por el cual la he repudiado yo? ¿O cuál es aquel de mis acreedores a quien os haya vendido yo? He aquí que por vuestros crímenes fuisteis vendidos, y por vuestros pecados fue repudiada vuestra madre.
2
¿Por qué, cuando yo venía, no hallaba a nadie, y, cuando llamaba, nadie me respondía? ¿Habráse acortado mi mano para redimir o no tendré ya fuerza para librar? He aquí que con mi amenaza seco el mar y torno en desierto los ríos, hasta pudrirse sus peces por falta de agua y morir de sed sus vivientes.
3
Yo revisto los cielos de negrura y los cubro como de saco.
4
El Señor, Yavé, me ha dado lengua de discípulo para saber sostener con palabras al cansado. Cada mañana despierta mis oídos para que oiga como discípulo;
5
el Señor, Yavé, me ha abierto los oídos, y yo no me resisto, no me echo atrás.
6
He dado mis espaldas a los que me herían, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba. Y no escondí mi rostro ante las injurias y los esputos.
7
Pero el Señor, Yavé, me socorre, y por eso no fui confundido, por eso hice mi rostro como de pedernal, sabiendo que no sería confundido.
8
Cerca está mi Justificador; ¿quién contenderá conmigo? Comparezcamos juntos; ¿quién es mi demandante? Que se acerque a mí.
9
He aquí que el Señor, Yavé, me asiste; ¿quién me condenará? He aquí que todos ellos se gastarán como un vestido, la polilla los consumirá.
10

¿Quién de vosotros terne a Yavé, escucha la voz de su Siervo? El que ande en tinieblas, privado de resplandor, que confíe en el nombre de Yavé y se apoye en su Dios.

11
He aquí que todos vosotros encendéis fuego, encendéis saetas; caminad a la luz de vuestro fuego y entre las saetas que habéis encendido. Por mi mano os sucederá esto, en tormento yaceréis.
   
51
 
Exhortación a los israelitas fieles
   
1
Oídme vosotros los que seguís la justicia, los que buscáis a Yavé. Considerad la roca de que habéis sido tallados y la cantera de que habéis sido sacados.
2
Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz. Porque sólo a él le llamé yo, le bendije y le multipliqué.
3
Porque Yavé se apiadará de Sión, se compadecerá de todas su ruinas, y tornará su desierto en vergel, y su estepa en paraíso de Yavé, donde habrá gozo y alegría, alabanza y rumor de cánticos.
4
Atended, pueblos, a mi voz; prestadme oído, naciones. Que de mí vendrá la doctrina, y mi derecho para luz de los pueblos.
5
Mi justicia se acerca, ya sale mi salvación, y mi brazo hará justicia a los pueblos. A mí me esperarán las islas y en mi brazo confiarán.
6
Alzad vuestros ojos al cielo y mirad abajo hacia la tierra. Porque se disiparán los cielos como humo, y se consumirá como un vestido la tierra, y morirán como las moscas sus habitantes, pero mi salvación durará por la eternidad, y mi justicia no tendrá fin.
7
Oídme vosotros los que conocéis justicia; tú, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis las afrentas de los hombres, no os asusten sus ultrajes.
8
Porque como a una vestidura los comerá el gusano, como a lana los roerá la polilla. Pero mi justicia durará por la eternidad, y mi salvación de generación en generación.
9
Despierta, despierta, revístete de fortaleza, brazo de Yavé. Despierta, como los tiempos anteriores, en las generaciones antiguas. ¿No eres tú quien destrozaste a Rahab y atravesaste al dragón?
10
¿No eres tú quien secaste el mar, las aguas del gran abismo, y tornaste las profundidades del mar en camino para que pasasen los redimidos?
11
Volverán los rescatados de Yahvé y vendrán a Sión con júbilo, y una alegría eterna sobre sus cabezas; se apoderará de ellos el gozo y la alegría, huirán penas y gemidos.
12
Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para temer a un hombre mortal, a un hijo de hombre, que perece como el heno,
13
olvidándote de Yavé, tu Hacedor, que desplegó los cielos y fundó la tierra, para estar temiendo continuamente todo el día ante el furor del opresor cuando se dispone a destruirte? Y ¿dónde está la cólera del opresor?
14
Bien pronto será liberado el cautivo, y no morirá en la fosa, no le faltará el pan.
15
Yo soy Yavé, tu Dios, que levanto el mar, haciendo embravecer sus olas, y cuyo nombre es Yavé de los ejércitos.
16
Yo pondré en tu boca mi palabra y te esconderé a la sombra de mi mano, al desplegar los cielos y fundar la tierra y al decir a Sión: Tú eres mi pueblo.
17
Despierta, despierta, levántate, Jerusalén, tú que has bebido de la mano de Yavé el cáliz de su ira, tú que has bebido hasta las heces el cáliz que aturde.
18
No hubo nadie que la guiara de todos los hijos que ella parió. Ninguno la sostuvo con su mano de cuantos hijos crió.
19
Vinieron a tu encuentro dos males, ¿quién se duele de ti? Ruina y azote, hambre y espada, ¿quién se compadece de ti?
20
Tus hijos yacen desfallecidos en las encrucijadas de los caminos, como antílopes cazados a lazo, ebrios de la ira de Yavé, de los furores de tu Dios.
21
Por eso oye, pues, malaventurada, ebria, pero no de vino.
22
Así habla tu Señor, Yavé, tu Dios, que aboga por su pueblo: He aquí que tomaré de tu mano la copa embriagadora, el cáliz de mi ira, y no lo beberás ya más.
23

Y lo pondré en la mano de los opresores, que te decían: Encórvate para que pasemos por encima, poniendo como suelo tu dorso, como camino para los que pasan.

   
52
 
1
Levántate, levántate, revístete de tu fortaleza, ¡oh Sión!; viste tus bellas vestiduras, Jerusalén, ciudad santa, que ya no volverá a entrar en ti incircunciso ni inmundo.
2
Sacúdete el polvo, levántate, Jerusalén cautiva; desata las ligaduras de tu cuello, ¡cautiva hija de Sión!
3
Porque así dice Yavé: De balde fuisteis vendidos y sin precio seréis rescatados.
4
Pues así habla el Señor, Yavé: A Egipto bajó mi pueblo en otro tiempo para habitar allí como peregrino, y Asur lo oprimió sin razón.
5
Y ahora ¿qué hago yo aquí, dice Yavé, puesto que ha sido tomado gratis mi pueblo? Sus dominadores aullan, y continuamente, dice Yavé, es blasfemado mi nombre.
6
Por eso mi pueblo conocerá mi nombre el día que yo diga: Heme aquí.
 
 
Alegría de la restauración
 
7
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva, que pregona la salvación, diciendo a Sión: Reina tu Dios!
8
Escucha Tus atalayadores alzan la voz, y todos a una cantan jubilosos, porque ven con sus ojos el retorno de Yavé a Sión.
9
Exultad jubilosamente a una, ruinas de Jerusalén, porque se ha apiadado Yavé de su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.
10
Yavé ha desnudado su santo brazo a los ojos de todos los pueblos, y verán todos los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.
11
Retiraos, retiraos, salid de allí, no toquéis nada inmundo. Salid de en medio de ella, purificaos los que lleváis los utensilios de Yavé.
12
Pero no salgáis a la desbandada, no partáis como fugitivos, porque va Yavé a vuestro frente, y vuestra retaguardia es el Dios de Israel.
 
 
Poema del Siervo de Yavé
 
13
He aquí que mi Siervo prosperará, será elevado, ensalzado y puesto muy alto.
14
Como de él se pasmaron muchos, tan desfigurado estaba su aspecto, que no parecía ser de hombre,
15
así se admirarán muchos pueblos, y los reyes cerrarán ante él su boca, porque vieron lo que no se les había contado y comprendieron lo que no habían oído.
   
53
 
1
¿Quién creerá lo que hemos oído?l ¿A quién fue revelado el brazo de Yavé?
2
Sube ante él como un retoño, como raíz de tierra árida. No hay en él parecer, no hay hermosura para que le miremos, ni apariencia para que en él nos complazcamos.
3
Despreciado y abandonado de los hombres, varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento, y como uno ante el cual se oculta el rostro, menospreciado sin que le tengamos en cuenta.
4
Pero fue él ciertamente quien soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores, mientras que nosotros le tuvimos por castigado, herido por Dios y abatido.
5
Fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra paz fue sobre él, y en sus llagas hemos sido curados.
6
Todos nosotros andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su camino, y Yavé cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros.
7
Maltratado, mas él se sometió, no abrió la boca, como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores.
8
Fue arrebatado por un juicio inicuo, sin que nadie defendiera su causa, pues fue arrancado de la tierra de los vivientes y herido de muerte por el crimen de su pueblo.
9
Dispuesta estaba entre los impíos su sepultura, y fue en la muerte igualado a los malhechores, a pesar de no haber cometido maldad ni haber mentira en su boca.
10
Quiso Yavé quebrantarle con padecimientos. Ofreciendo su vida en sacrificio por el pecado, verá descendencia que prolongará sus días, y el deseo de Yavé prosperará en sus manos.
11
Por la fatiga de su alma verá y se saciará de su conocimiento. El Justo, mi Siervo, justificará a muchos y cargará con las iniquidades de ellos.
12
Por eso yo le daré por parte suya muchedumbres, y dividirá la presa con los poderosos por haberse entregado a la muerte y haber sido contado entre los pecadores, llevando sobre sí los pecados de muchos e intercediendo por los pecadores.
   
54
 
Gloria de la nueva Sión
   
1
Regocíjate, estéril, que no has parido; entona un grito de alegría y exulta, tú que no has estado de parto. Porque los hijos de la abandonada son más numerosos que los hijos de la casada, dice Yavé.
2
Ensancha el espacio de tu tienda, extiende las lonas de tus moradas, no te cohibas, alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas,
3
porque te extenderás a derecha e izquierda, y tu descendencia poseerá las naciones y poblará las ciudades desiertas.
4
Nada temas, que no serás confundida; no te avergüences, que no serás afrentada. Porque te olvidarás de la vergüenza de tu juventud y no volverás a recordar el oprobio de tu viudez.
5
Porque tu marido es tu Hacedor; Yavé de los ejércitos es su nombre, y tu Redentor es el Santo de Israel, que es el Dios del mundo todo.
6
Como mujer abandonada y desolada de espíritu, te ha llamado Yavé. Y la esposa de la juventud, ¿podrá ser repudiada? dice tu Dios.
7
Por un breve momento te abandoné, pero con gran misericordia te recojo.
8
En un rapto de cólera oculté de ti un instante mi rostro, pero con amor eterno me apiadé de ti, dice Yavé, tu Redentor.
9
Me sucede como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de Noé no inundarían más la tierra. Así juro yo no enojarme contra ti ni amenazarte.
10
Que se retiren los montes, que tiemblen los collados, no se apartará de ti mi amor, ni mi alianza de paz vacilará, dice el que se apiada de ti, Yavé.
11
¡Pobrecita, azotada por la tempestad, sin consuelo! He aquí que voy a poner tus piedras de jaspe, y tus cimientos de zafiro.
12
Te haré almenas de rubí y puertas de carbunclo, y toda tu cerca de piedras preciosas.
13
Y todos tus hijos serán adoctrinados por Yavé, y grande será la paz de tus hijos.
14
Serás fundada sobre la justicia, estarás lejos de opresión, pues no habrás de temer, y del terror, pues no se te acercará.
15
Si te atacare alguno, no será de parte mía, y quien te ataque caerá ante ti.
16
He aquí que yo he hecho al herrero, que sopla el fuego de las brasas y forja armas según su oficio; también he hecho yo al destructor para aniquilar.
17

Toda arma forjada contra ti no prosperará, y a toda lengua que contra ti se alce en juicio, condenarás. Tal es la heredad de los servidores de Yavé y la justicia que de mí les vendrá, oráculo de Yavé.

   
55
 
1
¡Oh vosotros los sedientos, venid a las aguas, aun los que no tenéis dinero! Venid, comprad y comed; venid, comprad sin dinero, sin pagar, vino y leche.
2
¿A qué gastar vuestro dinero no en pan, y vuestro trabajo no en hartura? Escuchadme y comeréis lo bueno y os deleitaréis con manjares suculentos.
3
Dadme oídos y venid a mí, escuchadme y vivirá vuestra alma, y haré con vosotros un pacto sempiterno, el de las firmes misericordias de David.
4
De él he hecho un testimonio para las gentes, un jefe y maestro de los pueblos.
5
He aquí que llamarás a pueblos que te son desconocidos, y pueblos que no te conocen correrán a ti, por Yavé, tu Dios; por el Santo de Israel, que te glorifica.
6
Buscad a Yavé, mientras pueda ser hallado; llamadlo en tanto que está cerca.
7
Deje el impío sus caminos, y el malvado sus pensamientos, y vuélvase a Yavé, que tendrá de él misericordia; a nuestro Dios, que es rico en perdones.
8
Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni mis caminos son vuestros caminos, dice Yavé.
9
Cuanto son los cielos más altos que la tierra, tanto están mis caminos por encima de los vuestros, y por encima de los vuestros mis pensamientos.
10
Como baja la lluvia y la nieve de los cielos y vuelven allá sin haber empapado y fecundado la tierra y haberla hecho germinar, dando la simiente para sembrar y el pan para comer,
11
así la boca que sale de mi boca no vuelve a mí vacía, sino que hace lo que yo quiero y cumple su misión.
12
Sí, partiréis con regocijo y seréis conducidos en paz. Montes y collados prorrumpirán en gritos de júbilo ante vosotros, y todos los árboles del campo batirán palmas.
13
En vez de los espinos crecerá el ciprés; en vez de las ortigas, el mirto. Y servirá esto de renombre a Yavé, de señal eterna, imperecedera.
   
56
 
Vocación de las gentes
   
1
Así dice Yavé: Guardad el derecho, practicad la justicia, que pronto va a venir mi salvación y a revelarse mi justicia.
2
Bienaventurado el varón que esto hiciere, y el hijo del hombre que a ello se asiere, y que guarde el sábado sin profanarlo y guarde sus manos de toda obra mala.
3
Que no diga el extranjero allegado a Yavé: “Ciertamente me va a excluir Yavé de su pueblo,” Que no diga el eunuco: “Yo soy un árbol seco.”
4
Porque así dice Yavé a los eunucos que guardan mis sábados, y eligen lo que me es grato, y se adhieren firmemente a mi pacto:
5
Yo les daré en mi casa, dentro de mis muros, poder y nombre mejor que hijos e hijas. Yo les daré un nombre eterno, que no se borrará.
6
Y a los extranjeros allegados a Yavé, para servirle y amar su nombre, para ser sus servidores, a todo el que guarda el sábado sin profanarlo y se adhiere firmemente a mi pacto,
7
yo les llevaré a mi monte santo, y los recrearé en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán gratos en mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.
 
 
Los malos pastores de Israel
 
8
Oráculo del Señor, Yavé, que reúne los dispersos de Israel: A los reunidos yo allegaré otros.
9
Todas las bestias del campo, venid a córner; todas las fieras de la selva.
10
Mis guardianes son ciegos todos, no entienden nada. Todos son perros mudos, que no pueden ladrar; soñadores, se acuestan, son amigos de dormir.
11
Son perros voraces, insaciables; son pastores que no entienden, siguen cada uno su camino, cada cual busca su interés.
12

Venid, voy en busca de vino, y nos embriagaremos de licores, y mañana será como hoy, día grande, muy grande.

   
57
 
Idolatrías de Israel
   
1
El justo perece, y no hay quien pare mientes; desaparecen los piadosos, y no hay quien entienda que el justo es arrebatado ante el mal
2
para entrar en la paz. Descansan en sus lechos los que siguen su camino recto.
3
Acercaos, pues, vosotros, hijos de la bruja, generación de la adúltera y de la prostituta.
4
¿De quién os burláis, a quien hacéis muecas y sacáis la lengua? ¿No sois vosotros hijos de pecado, raza de mentira?
5
Encendidos de concupiscencia bajo el terebinto y bajo todo árbol frondoso, sacrificando niños en el lecho de los torrentes, en los huecos de las peñas?
6
Los lisos chinarros del torrente serán tu parte: he ahí tu porción. A ellos hiciste tus libaciones y elevaste ofrendas. ¿Me voy a consolar con eso?
7
Sobre un monte alto, bien alto, pusiste tu cama; también subiste allí para sacrificar.
8
Detrás de la puerta y el umbral pusiste tu distintivo, pues, lejos de mí, te descubriste y subiste a tu lecho, lo ensanchaste y te prostituíste con aquellos cuyo comercio deseaste, compartiendo su lecho. Contemplaste la estela,
9
corriendo a Moloc con ungüentos, multiplicando tus unciones, enviando lejos tus embajadores, haciéndolos descender hasta el seol.
10
Por el largo viaje te fatigaste; no dijiste: Renuncio. Hallaste el vigor de tu mano; por eso no enfermaste.
11
¿De quién temes, que te asustas, para renegar de mí, para no acordarte de mí ni hacerme caso? ¿No me he callado y he cerrado los ojos, y tú no me temiste?
12
Pues ahora voy a pregonar tu justicia y tus obras, que de nada te servirán.
13
Grita, que te salven tus ídolos. A todos los llevará el viento, un soplo los arrebatará. Pero el que en mí confía heredará la tierra y poseerá mi monte santo.
 
 
Promesa de perdón a los arrepentidos
 
14
Y se dirá: Abrid, abrid camino, allanadlo, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo;
15
porque así dice el Altísimo, cuya morada es eterna y cuyo nombre es santo: Yo habito en un lugar elevado y santo, pero también con el contrito y humillado, para hacer revivir el espíritu de los humillados y reanimar los corazones contritos.
16
Pues yo no quiero estar siempre contendiendo, ni quiero estar siempre enojado, porque sucumbiría ante mí todo espíritu y las almas que yo he creado.
17
Por la iniquidad de su avaricia yo me irrité, y ocultándome, le castigué sañudo, y, rebelde, marchó por los caminos de su corazón.
18
Sus caminos los he visto yo, pero yo le sanaré, le conduciré y le consolaré a él y a sus afligidos,
19
haciendo que sus labios prorrumpan en acción de gracias: Paz, paz al que está lejos y al que está cerca, dice Yavé; yo le curaré.
20
Pero los impíos son como un mar proceloso, que no puede aquietarse y cuyas olas remueven cieno y lodo.
21

No hay paz, dice Yavé, para los impíos.

   
58
 
Los pecados de Israel
   
1
Clama a voz en cuello sin cesar, alza tu voz como trompeta y echa en cara a mi pueblo sus iniquidades, y a la casa de Jacob sus pecados.
2
Día tras día me buscan y quieren saber mis caminos, como si fueran un pueblo que ama la justicia, sin apartarse del derecho de su Dios. Me piden leyes justas, y se complacen en acercarse a Dios.
3
¿A qué ayunar, si tú no lo ves? ¿A qué humillar nuestras almas, si no te das por entendido? Sí, pero en el día de ayuno os vais tras vuestros negocios y oprimís a todos vuestros servidores.
4
Ayunáis para mejor reñir y disputar y para herir inicuamente con el puño. No ayunéis como lo hacéis ahora, si queréis que en lo alto se oiga vuestra voz.
 
 
El ayuno grato a Yavé
 
5
¿Es acaso así el ayuno que yo escogí, el día en que el hombre se mortifica? ¿Encorvar la cabeza como un junco y acostarse con saco y ceniza? ¿A eso llamáis ayuno y día agradable a Yavé?
6
¿Sabéis qué ayuno quiero yo? dice el Señor Yavé: Romper las ataduras de iniquidad, deshacer los haces opresores dejar libres a los oprimidos y quebrantar todo yugo;
7
partir tu pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, vestir al desnudo y no volver tu rostro ante tu hermano.
8
Entonces brotará tu luz como la aurora, y pronto germinará tu curación e irá delante de ti tu justicia, y detrás la gloria de Yavé.
9
Entonces llamarás y Yavé te oirá; le invocarás, y El dirá: Heme aquí. Cuando quites de ti el yugo, el gesto amenazador y el hablar altanero;
10
cuando des de tu pan al hambriento y sacies el alma indigente, brillará tu luz en la oscuridad, y tus tinieblas serán cual mediodía.
11
Yavé será siempre tu pastor, y en el desierto hartará tu alma y dará vigor a tus huesos. Serás como huerto regado, como fuente de aguas que no se agotan;
12
y serán edificadas por ti las antiguas ruinas, y alzarás los cimientos de generaciones y generaciones, y te llamarán reparador de brechas y restaurador de sendas para habitar.
13
Cuando te abstengas de pisotear el sábado y de ocuparte en tus negocios en mi día santo, y llames al sábado delicioso, y venerable al (día) santo de Yavé, y le honres no haciendo tus viajes, ni arreglando tu negocio ni hablando de él,
14

entonces te gozarás en Yavé, y te haré remontar sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la herencia de Jacob, tu padre, pues la boca de Yavé ha hablado.

   
59
 
Poder salvador de Yavé, mas para los que se enmiendan
   
1
He aquí que no se ha acortado la mano de Yavé para salvar ni se ha hecho duro su oído para oír,
2
sino que vuestras iniquidades han hecho una separación entre vosotros y vuestro Dios; vuestros pecados hacen que El oculte su rostro para no oíros;
3
porque vuestras manos están manchadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios hablan mentira y vuestra lengua susurra impiedad.
4
No hay quien clame por la justicia, nadie que juzgue con verdad. Confían en vanidades y hablan falsedades, conciben fatigas y paren desventuras.
5
Incuban huevos de áspides y tejen telas de araña, y el que come de sus huevos muere; si se los rompe, sale un basilisco.
6
Sus telas no sirven para vestir, ni con sus obras puede uno arroparse; sus obras son obras de iniquidad, y en sus manos hay obra de violencia.
7
Corren tras el mal sus pies y se dan prisa a derramar sangre inocente. Sus pensamientos son pensamientos de iniquidad, y a su paso dejan el estrago y la ruina.
8
No conocen el camino de la paz, no hay en sus sendas justicia; sus veredas son tortuosas; quien por ellas va no conoce la paz.
9
Por eso se alejó de nosotros el juicio, por eso no nos alcanza la justicia. Esperamos luz, y he ahí tinieblas; resplandor, y caminamos en la oscuridad.
10
Vamos palpando, como ciegos, la pared, y andamos a tientas, como quien no tiene ojos. Tropezamos en pleno día como en el crepúsculo; habitamos en tinieblas, como muertos.
11
Gruñimos todos como osos y gemimos como palomas. Esperamos el juicio, pero nada; la salvación, pero está lejos de nosotros.
12
Porque son ante ti numerosas nuestras iniquidades, y nuestros pecados dan testimonio contra nosotros. Con nosotros están nuestros crímenes, y conocemos nuestras iniquidades:
13
rebelarse y renegar de Yavé, alejarse de nuestro Dios, hablar perfidia e insurrección, concebir y meditar en el corazón palabras de mentira;
14
y se ha alejado el derecho, y se ausentó la justicia, y tropezó la buena fe en las plazas, y no halla lugar la rectitud.
15
La fidelidad ha sido desterrada, y el que evita el mal es expoliado. Viólo Yavé, y no plugo a sus ojos que no existiese justicia.
16
Y vio que no había ningún hombre, y le asombró que no hubiera intercesor. Entonces salvóle su brazo y vino en su ayuda su justicia.
17
Y se revistió de la justicia como de coraza, y puso en su cabeza el casco de la salvación, y se vistió de vestiduras de venganza, y se cubrió de celo como de manto.
18
Como son las obras, así es su retribución; ira contra sus enemigos, represalia contra sus adversarios. A las islas dará la paga.
19
Y temerán desde el poniente el nombre de Yavé, y desde el nacimiento del sol su gloria, porque vendrá como torrente impetuoso, empuj ado por el soplo de Yavé.
20
Mas para Sión vendrá como redentor, y para los convertidos del pecado en Jacob, dice Yavé.
21
En cuanto a mí, he aquí mi alianza con ellos, dice Yavé: El espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras, que yo pongo en tu boca, no faltarán de tu boca ni de la de tu descendencia, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dice Yavé desde ahora para siempre.
   
60
 
Gloria de la futura Jerusalén
   
1
Levántate y resplandece, pues ha llegado tu luz, y la gloria de Yavé alborea sobre ti,
2
pues he aquí que está cubierta de tinieblas la tierra y de oscuridad los pueblos. Sobre ti viene la aurora de Yavé y en ti se manifiesta su gloria.
3
Las gentes andarán en tu luz, y los reyes a la claridad de tu aurora.
4
Alza en torno tus ojos y mira: Todos se reúnen y vienen a ti, llegan de lejos tus hijos, y tus hijas son traídas a ancas.
5
Entonces mirarás y resplandecerás, palpitará y se ensanchará tu corazón, pues vendrán a ti los tesoros del mar, llegarán a ti las riquezas de los pueblos.
6
Te cubrirán muchedumbres de camellos, de dromedarios de Madián y de Efa. Todos vienen de Saba, trayendo oro e incienso, pregonando las glorias de Yavé.
7
En ti se reunirán los ganados de Cedar; los carneros de Nabayot estarán a tu servicio. Subirán como (víctimas) gratas sobre mi altar, y yo glorificaré la casa de mi gloria.
8
¿Quiénes son aquellos que vuelan como nube, como palomas a su palomar?
9
Sí, se reúnen las naves para mí con los navíos de Tarsis a la cabeza, para traer de lejos a tus hijos con su oro y su plata, para el nombre de Yavé, tu Dios; para el Santo de Israel, que te glorifica.
10
Extranjeros reedificarán tus muros, y sus reyes estarán a tu servicio, pues si en mi ira te herí, en mi clemencia he tenido piedad de ti.
11
Tus puertas estarán siempre abiertas, no se cerrarán ni de día ni de noche, para traerte los bienes de las gentes, con sus jefes por guías al frente,
12
porque las naciones y reinos que no te sirvan a ti perecerán y las gentes serán totalmente exterminadas.
13
Vendrá a ti la gloria del Líbano, los cipreses, los olmos y los alerces juntamente, para embellecer mi santuario, y voy a honrar el lugar de mis pies.
14
A ti vendrán humillados los hijos de tus tiranos, y se postrarán a tus pies cuantos te infamaron. Y te llamarán la ciudad de Yavé, la Sión del Santo de Israel.
15
De abandonada que eras, odiada y sin viandantes, te haré eterno prodigio, delicia de los siglos.
16
Mamarás la leche de las gentes, los pechos de los reyes, y sabrás que yo, Yavé, soy tu Salvador, tu Redentor, el Fuerte de Jacob.
17
En vez de cobre traeré en ti oro; en vez de hierro, plata; bronce en vez de madera, y hierro en vez de piedras. Te daré por magistrado la paz, y por soberano la justicia.
18
No se hablará ya más de violencia en tu tierra, de saqueo y de ruina en tu territorio. Tus muros los llamarás “salud,” y a tus puertas “alabanza.”
19
Ya no será el sol tu lumbrera de día, ni te alumbrará el resplandor de la luna, sino que Yavé será tu eterna lumbrera, y tu Dios será tu esplendor.
20
Tu sol no se pondrá jamás, ni menguará tu luna, porque será Yavé tu eterna luz; acabáronse los días de tu luto.
21
Tu pueblo será un pueblo de justos, poseerá la tierra para siempre, renuevos del plantío de Yavé, obra de mis manos para resplandecer.
22
Del más pequeño saldrá un millar, y del menor, una nación poderosa. Yo, Yavé, a su tiempo lo aceleraré.
   
61
 
1
El espíritu del Señor, Yavé, está sobre mí, pues Yavé me ha ungido, me ha enviado para predicar la buena nueva a los abatidos y sanar a los de quebrantado corazón, para anunciar la libertad de los cautivos y la liberación a los encarcelados.
2
Para publicar el año de gracia de Yavé y un día de venganza de nuestro Dios, para consolar a todos los tristes
3
y dar a los afligidos de Sión, en vez de ceniza, una corona; el óleo del gozo en vez del luto, alabanza en vez de espíritu abatido. Se les llamará terebintos de justicia, plantación de Yavé para (su gloria).
4
Ellos reedificarán las ruinas antiguas y levantarán los asolamientos del pasado. Restaurarán las ciudades asoladas, los escombros de muchas generaciones.
5
Habrá extranjeros para apacentar tus ganados, y extraños serán tus labradores y viñadores
6
Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Yavé y nombrados ministros de nuestro Dios.
7
Comeréis lo exquisito de las naciones y os adornaréis de su magnificencia. Porque tuvieron el doble en cuanto a vergüenza y fue su parte el oprobio y la confusión, recibirán el doble también sobre la tierra y gozarán de eterna alegría.
8
Porque yo, Yavé, soy amante del derecho y aborrezco el rapaz latrocinio. Por eso les daré fielmente su recompensa y haré con ellos una alianza eterna.
9
Su descendencia será conocida en los pueblos, y su posteridad en medio de las gentes. Y quien los viere reconocerá que son la progenie bendita de Yavé.
 
 
Agradecimiento a Yavé de la Jerusalén restaurada
 
10
Altamente me gozaré en Yavé, y mi alma saltará de júbilo en mi Dios, porque me vistió de vestiduras de salvación y me envolvió en manto de justicia, como esposo que se ciñe la frente con diadema, y como esposa que se adorna con sus joyas.
11
Porque, como produce la tierra sus gérmenes y como hace brotar el huerto sus semillas, así el Señor, Yavé, hará brotar la justicia y la alabanza ante todas las gentes.
   
62
 
Ya viene la salvación
   
1
Por amor de Sión yo no callaré, y por Jerusalén no pararé hasta que resplandezca su justicia como luz esplendente, y su salvación como antorcha encendida;
2
y verán las naciones tu justicia, y todos los reyes tu gloria, y se te dará un nombre nuevo que la boca de Yavé determinará;
3
serás en la mano de Yavé corona de gloria, real diadema en la palma de tu Dios.
4
No te llamarán más ya la “Desamparada,” ni se llamará más tu tierra “Desolada,” sino que te llamarán a ti “Mi complacencia en ella,” y a tu tierra “Desposada,” porque en ti se complacerá Yavé, y tu tierra tendrá esposo.
5
Como mancebo que se desposa con una doncella, así el que te edificará se desposará contigo. Y como la esposa hace las delicias del esposo, así harás tú las delicias de tu Dios.
6
Sobre tus murallas, ¡oh Jerusalén!, he puesto centinelas, que no callarán ni de día ni de noche. Vosotros, los que hacéis que se acuerde Yavé, no os calléis,
7
y no le deis tregua hasta que restablezca y ponga a Jerusalén por alabanza en la tierra.
8
Juró Yavé por su diestra y por su brazo poderoso: No daré más tu trigo para comida de tus enemigos, ni los extraños beberán tu mosto, por el que te afanaste.
9
Porque los que hagan la recolección la comerán y alabarán a Yavé, y los que hagan la vendimia beberán en los atrios de mi santuario.
10
Franquead, franquead las puertas, allanad el camino del pueblo, terraplenad, terraplenad la calzada, alzad bandera sobre los pueblos.
11
He aquí que Yavé proclama a todos los confines de la tierra: Decid a la hija de Sión: He aquí que llega tu salvación, viene con su recompensa y le precede su retribución.
12

Les llamarán pueblo santo, los rescatados de Yavé, y a ti te llamarán la “Deseada,” la “ciudad” no desamparada.

 
63
 
Plegaria pidiendo la liberación.
1
¿Quién es aquel que avanza de Edom, rojos los vestidos, de Bosra; aquel tan magnífico en su vestido, avanzando en la plenitud de su fuerza? Yo soy el que habla en justicia, el poderoso para salvar.
2
¿Cómo está, pues, rojo tu vestido, y tus ropas como las del que pisa en el lagar?
3
He pisado en el lagar yo solo, y no había conmigo nadie de las gentes. Los he pisado en mi furor y los he hollado en mi ira, y su jugo ha salpicado mis vestiduras y he manchado todas mis ropas.
4
Porque estaba en mi corazón el día de la venganza, y llegaba el año de mis redimidos.
5
Miré, y no había quien ayudara; me maravillé de que no hubiera quien (me) apoyase,
6
y salvóme mi brazo, y me sostuvo mi furor, y aplasté a los pueblos en mi ira y los embriagué en mi furor, derramando en la tierra su jugo.
7
Cantaré las misericordias de Yavé, las alabanzas de Yavé, todo lo que ha hecho con nosotros, lleno de bondad para la casa de Israel; lo que ha hecho por nosotros en su misericordia y conforme a la muchedumbre de sus gracias.
8
Dijo: Ciertamente son mi pueblo, son hijos que no engañarán. Y fue su Salvador
9
en todas sus angustias. No fue un mensajero, un ángel; su faz misma los salvó; en su amor y clemencia, El mismo los rescató, y los soportó y sostuvo todos los días de la antigüedad.
10
Pero ellos se rebelaron y contristaron su santo espíritu, y se les cambió en enemigo y combatió contra ellos.
11
Entonces su pueblo se acordó de los días antiguos de Moisés. ¿Dónde está el que los sacó del mar, el pastor de su rebaño? ¿Dónde el que puso en medio de él su santo espíritu?
12
¿El que hizo marchar a la diestra de Moisés su brazo glorioso; el que delante de ellos hendió las aguas, haciéndose así un renombre eterno;
13
el que los condujo por los abismos como a caballo por el desierto, sin que tropezaran?
14
Como a la bestia que desciende al valle, el espíritu de Yavé los hizo reposar. Así condujiste tú a tu pueblo para forjarte un renombre glorioso.
15
Mira desde los cielos y ve desde tu morada santa y gloriosa. ¿Dónde está tu celo y tu fortaleza, la emoción de tus entrañas? ¿y tus misericordias hacia mí se han contenido?
16
Porque tú eres nuestro padre, pues Abraham no nos conoce ni Israel nos reconoce, pero tú eres, ¡oh Yahvé! nuestro Padre, y “Redentor nuestro” es tu nombre desde la eternidad.
17
¿Por qué, ¡oh Yavé! nos dejas errar fuera de tus caminos y endureces nuestro corazón contra tu temor? Vuélvete por amor de tus siervos, de las tribus de tu heredad.
18
¿Por qué han ultrajado los impíos tu Santo, nuestros enemigos han hollado tu santuario?
19

Somos desde mucho ha como aquellos sobre los que no dominas, sobre los que no es invocado tu nombre.

   
64
 
1
¡Oh si rasgaras los cielos y bajaras, de suerte que los montes se estremecieran ante ti,
2
como fuego abrasador que quema la leña seca, como fuego que hace hervir el agua! Para dar a conocer a tus enemigos tu nombre y hacer temblar a los pueblos gentiles ante ti
3
al hacer tus inesperados prodigios. (Descendiste y ante ti se tambalearon las montañas)
4
de que no se oyó jamás. Ni oyeron oídos, ni ojos vieron Dios, fuera de ti, que (así) obrara con los que en él confían.
5
Tú te adelantas a los que obran justiciay se acuerdan de tus caminos. He aquí que te irritaste, pues hemos pecado, por nuestra infidelidad y nuestra defección.
6
Todos nosotros fuimos impuros, y toda nuestra justicia es como vestido inmundo, y nos marchitamos como hojas todos nosotros, y nuestras iniquidades como viento nos arrastran.
7
Y nadie invoca tu nombre ni despierta para unirse a ti. Porque has ocultado tu rostro de nosotros y nos has entregado a nuestras iniquidades.
8
Mas ahora, ¡oh Yavé!, tú eres nuestro Padre; nosotros somos la arcilla, y tú nuestro alfarero, todos somos obra de tus manos.
9
¡Oh Yavé! no te irrites demasiado, no estés siempre acordándote de la iniquidad. Ve, mira que todos nosotros somos tu pueblo.
10
Tus ciudades santas están hechas un desierto, Sión es una estepa, Jerusalén un lugar asolado.
11
Nuestro santo y magnífico templo, donde te alababan nuestros padres, ha sido presa del fuego. Todas nuestras cosas queridas están en ruinas.
12
Y ante todo esto, ¿vas a contenerte, ¡oh Yavé! vas a callarte para humillarnos del todo?
 
65
 
Respuesta de Yavé
   
1
Déjeme consultar por los que no me interrogaban, déjeme hallar por los que no me buscaban. Yo decía: Heme aquí, heme aquí, a gente que no invocaba mi nombre.
2
Todo el día tendía yo mis manos a un pueblo rebelde, que iba por caminos malos, en pos de sus pensamientos.
3
Un pueblo que me provocaba a ira descaradamente y sin cesar, sacrificando en los huertos y quemando incienso sobre ladrillos;
4
que va a sentarse en los sepulcros y pasa la noche en lugares secretos; que come carne de puerco, y en cuyas ollas hay manjares inmundos;
5
que dice: Quédate aquí, no te llegues a mí, que te santificaría. Es como humo en mis narices, fuego encendido todo el día.
6
He aquí que está escrito delante de mí, y no callaré sin darles su paga y retribuirles con medida colmada.
7
Vuestras iniquidades y las iniquidades de vuestros padres, dice Yavé, que quemaron incienso en los montes y me ultrajaron en los collados. Yo les mediré en el seno el salario de sus obras pasadas.
8
Así dice Yavé: Como cuando hay jugo en un racimo se dice: No lo eches a perder, que hay en él bendición, así haré yo por amor de mis siervos: no los destruiré del todo,
9
sino que sacaré de Jacob una progenie, y de Judá un heredero de mis montes, y los habitarán mis elegidos y morarán allí mis siervos.
10
Y será Sarón prado para los carneros, y el valle de Acor dehesa para los bueyes del pueblo que me ha buscado.
11
Pero vosotros, los que dejáis a Yavé y olvidáis mi santo monte, los que aderezáis mesa para Gad y llenáis la copa para Meni,
12
os destinaré a la espada, y todos sucumbiréis a la matanza, porque, cuando os llamaba, no me respondisteis, y cuando os hablaba no me escuchasteis; hacíais lo que es malo a mis ojos y elegíais lo que me desagradaba.
13
Por eso dice el Señor, Yavé: He aquí que mis siervos comerán, y vosotros tendréis hambre. Mis siervos beberán, y vosotros tendréis sed. Mis siervos cantarán, gozarán, y vosotros seréis confundidos.
14
Mis siervos cantarán, lleno de júbilo el corazón; pero vosotros gemiréis con el corazón dolorido y aullaréis con el espíritu quebrantado.
15
Dejaréis vuestro nombre como maldición para mis elegidos: “El Señor, Yavé, te mate,” y a sus siervos les dará otro nombre.
16
Todo el que en la tierra quiera bendecirse, se bendecirá en el Dios fiel. Todo el que en la tierra jurare, jurará por el nombre del Dios fiel, pues las angustias pasadas se darán al olvido y estarán ocultas a mis ojos.
17
Porque he aquí que voy a crear unos cielos nuevos y una tierra nueva, y ya no se recordará lo pasado ni vendrá más a la mente.
18
Sino que se gozarán en gozo y alegría eterna de lo que voy a crear yo, porque he aquí que voy a crear para Jerusalén alegría, y para su pueblo gozo.
19
Y será Jerusalén mi alegría, y mi pueblo mi gozo, y no se oirán más en ella llantos ni clamores.
20
No habrá allí niño de pocos días, ni viejo que no cumpla los suyos, pues el más joven morirá a los cien años, y no llegar a los cien años será tenido por maldición.
21
Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán su fruto.
22
No edificarán para que habite otro, no plantarán para que coma otro. Porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis elegidos consumirán la obra de sus manos.
23
No se afanarán en vano ni parirán para una muerte prematura, pues serán la progenie bendita de Yavé, ellos y sus descendientes.
24
Y sucederá que antes que ellos llamen, responderé yo; todavía no habrán acabado de hablar, y ya les habré escuchado.
25

El lobo y el cordero pacerán juntos; el león, como el buey, comerá paja, y la serpiente comerá polvo. No se hará mal ni corrupción en todo mi monte santo, dice Yavé.

   
66
 
La nueva Jerusalén, de la que serán excluídos los malvados
   
1
Así dice Yavé: El cielo es mi trono, y la tierra el escabel de mis pies. ¿Qué casa podrías edificarme? ¿En qué lugar moraría yo?
2
Todo eso, mis manos lo hicieron; todo esto es mío, dice Yavé. Y a éste es al que yo miro: al humilde y abatido de espíritu, al que tiembla ante mi palabra.
3
Hay quien sacrifica un buey y mata un hombre, quien inmola un cordero y desnuca un perro, quien presenta en ofrenda sangre de puerco, quien quema incienso y se postra ante un ídolo. Así como ellos eligen sus caminos y en sus abominaciones se complace su alma,
4
así yo me complaceré en sus calamidades, y traeré sobre ellos lo que se temen. Porque llamé, y nadie me respondió; hablé, y nadie me escuchó. Hicieron lo que era malo a mis ojos y escogieron lo que a mí desagradaba.
5
Oíd la palabra de Yavé vosotros los que teméis su palabra: Han dicho vuestros hermanos, los que os aborrecen y os niegan por causa de mi nombre: “¡Que haga Yavé muestra de su gloria, para que veamos vuestro contento!” Pero han de ser confundidos.
6
Voces, alborotos de la ciudad, voces que salen del templo. Es la voz de Yavé, que da a sus enemigos el pago merecido.
7
Antes de ponerse de parto ha parido; antes de que la sobrevinieran los dolores dio a luz un varón.
8
¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio nunca tal? ¿Es dado a luz un país en un día? ¿Una nación nace toda de una vez ? Pues apenas ha sentido los dolores, ya Sión ha parido a sus hijos.
9
¿Voy yo a abrir el seno materno para que no haya alumbramiento? dice Yavé. ¿Voy yo, el que hace parir, a cerrarlo? dice tu Dios.
10
Alegraos con Jerusalén y regocijaos con ella todos los que la amáis. Llenaos con ella de alegría los que con ella hicisteis duelo.
11
Para mamar hasta saciaros del pecho de sus consolaciones, para mamar en delicia de los pechos de su gloria.
12
Porque así dice Yavé: He aquí que voy a derramar sobre ella la paz como río y la gloria de las naciones como torrente desbordado. Y sus niños de pecho serán llevados a la cadera y acariciados sobre las rodillas.
13
Como cuando a uno le consuela su madre, así yo os consolaré a vosotros, y en Jerusalén seréis consolados.
14
Y vosotros lo veréis, y latirá de gozo vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba. La mano de Yavé se dará a conocer a sus siervos, y (su) furor a sus enemigos.
15
Porque he aquí que llega Yavé en fuego, y es su carro un torbellino, para tornar su ira en incendio, y sus amenazas en llamas de fuego.
16
Porque va Yavé a juzgar por el fuego, y por la espada a toda carne, y caerán muchos a los golpes de Yavé.
17
Los que se santifican y purifican para ir a los jardines tras uno que está en medio, que comen carne de puerco y manjares abominables y ratas, juntamente perecerán, dice Yavé.
18
Yo conozco sus obras y sus pensamientos. Y vendré para reunir a todos los pueblos y lenguas, que vendrán para ver mi gloria.
19
Yo les daré una señal, y mandaré sobrevivientes de ellos a Tarsis, a las naciones de Put, de Lud, de Mosoc, de Ros, de Tubal y de Yaván, de las islas lejanas, que no han oído nunca mi nombre y no han visto mi gloria, y pregonarán mi gloria entre las naciones.
20
Y de todas las naciones traerán a vuestros hermanos ofrendas a Yavé en caballos, en carros, en literas, en mulos y en dromedarios, a mi monte santo, a Jerusalén, dice Yavé, como traen los hijos de Israel la oblación en vasos puros al templo de Yavé.
21
Y también yo elegiré de entre ellos sacerdotes y levitas, dice Yavé.
22
Porque así como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo voy a crear subsistirán ante mí, dice Yavé, así subsistirá vuestra progenie y vuestro nombre,
23
y de novilunio en novilunio, de sábado en sábado, toda carne vendrá a prosternarse ante mí, dice Yavé,
24
y al salir verán los cadáveres de los que se rebelaron contra mí, cuyo gusano nunca morirá y cuyo fuego no se apagará, y serán horror a toda carne.