|   | 
      
        
        
          
            
              |   | 
              
                 SEXTA 
                  
                  
                  
                  PARTE
               | 
             
            
              |   | 
              
                 ISRAEL, 
                  
                  
                  
                  LIBERTADO POR EL SIERVO DE YAVÉ 
               | 
             
            
               | 
               49  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Oídme, 
                
                
                
                islas; atended, pueblos lejanos: Yavé me llamó desde 
                
                
                
                el seno materno, desde las entrañas de mi madre me llamó 
                
                
                
                por mi nombre.   | 
             
            
              2  | 
              Y 
                
                
                
                puso mi boca como cortante espada, me ha guardado a la sombra de 
                
                
                
                su mano, hizo de mí aguda saeta y me guardó en su 
                
                
                
                aljaba.   | 
             
            
              3   | 
              El 
                
                
                
                me ha dicho: Tú eres mi siervo, en ti seré glorificado.   | 
             
            
              4  | 
              Yo 
                
                
                
                me dije: Por demás he trabajado, en vano y por nada consumí 
                
                
                
                mis fuerzas; pero mi causa está en manos de Yavé, 
                
                
                
                mi recompensa en mi Dios.  | 
             
            
              5   | 
              Y 
                
                
                
                ahora dice Yavé, el que desde el seno materno me formó 
                
                
                
                para siervo suyo, para devolverle a Jacob, para congregarle a Israel 
                
                
                
                , pues soy honrado a los ojos de Yahvé, y mi Dios es mi fuerza.   | 
             
            
              6   | 
              Dijo: 
                
                
                
                Ligera cosa es para mí que seas tú mi siervo, para 
                
                
                
                restablecer las tribus de Jacob y reconducir a los salvados de Israel. 
                
                
                
                Yo te he puesto para luz de las gentes, para llevar mi salvación 
                
                
                
                hasta los confines de la tierra.   | 
             
            
              7   | 
              Así 
                
                
                
                dice Yavé, el Redentor de Israel, su Santo, al menospreciado 
                
                
                
                de alma, abominado de las gentes, al esclavizado por los soberanos: 
                
                
                
                Reyes verán y se levantarán, príncipes se prosternarán 
                
                
                
                a causa de Yavé, que es fiel; el Santo de Israel, que te 
                
                
                
                ha elegido.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              La 
                
                
                
                Liberación de los exilados   | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              8   | 
              Así 
                
                
                
                habla Yavé: Al tiempo de la gracia te escucharé, el 
                
                
                
                día de la salvación vendré en tu ayuda y te 
                
                
                
                formaré y te pondré por alianza de mi pueblo, para 
                
                
                
                restablecer al país, para repartir las heredades devastadas.   | 
             
            
              9  | 
              Para 
                
                
                
                decir a los presos: Salid, y a los que moran en tinieblas: Venid 
                
                
                
                a la luz. En todos los caminos serán apacentados y en todas 
                
                
                
                las alturas peladas tendrán sus pastos.   | 
             
            
              10  | 
              No 
                
                
                
                padecerán hambre ni sed, ni les afligirá el viento 
                
                
                
                solano ni el sol, porque los guiará el que de ellos se ha 
                
                
                
                compadecido, y los llevará a manantiales de agua.  | 
             
            
              11   | 
              Yo 
                
                
                
                transformaré todos los montes en caminos, y se levantarán 
                
                
                
                mis calzadas.  | 
             
            
              12  | 
              He 
                
                
                
                aquí que vienen ellos de lejos, éstos del septentrión 
                
                
                
                y del mar, aquéllos de la tierra de Sinim.   | 
             
            
              13  | 
               Exultad, cielos, y salta de gozo, tierra; que los montes prorrumpan 
                
                
                
                en júbilo, porque ha consolado Yavé a su pueblo, ha 
                
                
                
                tenido compasión de sus afligidos.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Restauración 
                
                
                
                de Sión  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              14  | 
              Sión 
                
                
                
                decía: Yavé me ha abandonado, y mi Señor se 
                
                
                
                ha olvidado de mí. ¿Puede acaso una mujer olvidarse 
                
                
                
                de su mamoncillo, no compadecerse del hijo de sus entrañas?   | 
             
            
              15  | 
              Aunque 
                
                
                
                ellas se olvidaran, yo no te olvidaría.   | 
             
            
              | 16 | 
              He 
                
                
                
                aquí que te tengo grabada sobre las palmas de las manos, 
                
                
                
                y tus muros están siempre delante de mí.  | 
             
            
              | 17 | 
              Vienen 
                
                
                
                aprisa tus reconstructores, y tus aseladores y destructores se van 
                
                
                
                de ti.   | 
             
            
              | 18 | 
              Levanta 
                
                
                
                en torno tus ojos y mira, todos se reunieron para venir a ti. Por 
                
                
                
                mi vida, dice Yavé, que te revestirás de ellos como 
                
                
                
                de ornamento, y te ceñirás de ellos como novia.  | 
             
            
              | 19 | 
              Porque 
                
                
                
                tus ruinas y devastaciones y tu país asolado serán 
                
                
                
                estrechos para los moradores, y se alejarán los que te devoraban.  | 
             
            
              | 20 | 
              Aún 
                
                
                
                dirán a tus oídos los hijos de tu orfandad: El lugar 
                
                
                
                es demasiado estrecho para mí, hazme sitio para que habite 
                
                
                
                en ella.  | 
             
            
              | 21 | 
              Y 
                
                
                
                tú dirás en tu corazón: ¿Quién 
                
                
                
                me ha parido éstos? Yo no tenía hijos y era estéril. 
                
                
                
                A éstos, ¿quién los ha criado? Yo había 
                
                
                
                quedado sola; ¿de dónde vienen éstos?  | 
             
            
              | 22 | 
              Así 
                
                
                
                habla el Señor, Yavé: He aquí que tenderé 
                
                
                
                mi mano a las gentes y alzaré mi bandera a las naciones, 
                
                
                
                y traerán en el seno a tus hijos, y en hombros a tus hijas.  | 
             
            
              | 23   | 
              Reyes 
                
                
                
                serán tus ayos, y sus princesas tus nodrizas; postrados ante 
                
                
                
                ti, rostro a tierra, lamerán el polvo de tus pies. Y sabrás 
                
                
                
                que yo soy Yavé y que los que en mí confían 
                
                
                
                no serán confundidos.  | 
             
            
              | 24 | 
              ¿Se 
                
                
                
                le quita al guerrero el botín? ¿Se le escapan al poderoso 
                
                
                
                los cautivos?  | 
             
            
              | 25 | 
              Porque 
                
                
                
                así habla Yavé: Si aun al guerrero se le quitaran 
                
                
                
                los cautivos, si el botín del poderoso le fuera arrebatado, 
                
                
                
                con tus adversarios lucharé y salvaré a tus hijos.  | 
             
            
              | 26 | 
              Y 
                
                
                
                a tus opresores haré comer su propia carne, y se embriagarán 
                
                
                
                de su sangre como de mosto, y reconocerá toda carne que yo 
                
                
                
                soy Yavé, tu salvador y tu redentor, el Fuerte de Jacob. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
                 
        
          
            
               | 
               50  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Así 
                
                
                
                dice Yavé: ¿Dónde está el libelo de 
                
                
                
                repudio de vuestra madre, por el cual la he repudiado yo? ¿O 
                
                
                
                cuál es aquel de mis acreedores a quien os haya vendido yo? 
                
                
                
                He aquí que por vuestros crímenes fuisteis vendidos, 
                
                
                
                y por vuestros pecados fue repudiada vuestra madre.  | 
             
            
              2  | 
              ¿Por 
                
                
                
                qué, cuando yo venía, no hallaba a nadie, y, cuando 
                
                
                
                llamaba, nadie me respondía? ¿Habráse acortado 
                
                
                
                mi mano para redimir o no tendré ya fuerza para librar? He 
                
                
                
                aquí que con mi amenaza seco el mar y torno en desierto los 
                
                
                
                ríos, hasta pudrirse sus peces por falta de agua y morir 
                
                
                
                de sed sus vivientes.   | 
             
            
              3   | 
              Yo 
                
                
                
                revisto los cielos de negrura y los cubro como de saco.  | 
             
            
              4  | 
              El 
                
                
                
                Señor, Yavé, me ha dado lengua de discípulo 
                
                
                
                para saber sostener con palabras al cansado. Cada mañana 
                
                
                
                despierta mis oídos para que oiga como discípulo;  | 
             
            
              5   | 
              el 
                
                
                
                Señor, Yavé, me ha abierto los oídos, y yo 
                
                
                
                no me resisto, no me echo atrás.   | 
             
            
              6   | 
              He 
                
                
                
                dado mis espaldas a los que me herían, y mis mejillas a los 
                
                
                
                que me arrancaban la barba. Y no escondí mi rostro ante las 
                
                
                
                injurias y los esputos.  | 
             
            
              7   | 
              Pero 
                
                
                
                el Señor, Yavé, me socorre, y por eso no fui confundido, 
                
                
                
                por eso hice mi rostro como de pedernal, sabiendo que no sería 
                
                
                
                confundido.   | 
             
            
              8   | 
              Cerca 
                
                
                
                está mi Justificador; ¿quién contenderá 
                
                
                
                conmigo? Comparezcamos juntos; ¿quién es mi demandante? 
                
                
                
                Que se acerque a mí.   | 
             
            
              9  | 
              He 
                
                
                
                aquí que el Señor, Yavé, me asiste; ¿quién 
                
                
                
                me condenará? He aquí que todos ellos se gastarán 
                
                
                
                como un vestido, la polilla los consumirá.  | 
             
            
              10  | 
              ¿Quién 
                
                
                
                de vosotros terne a Yavé, escucha la voz de su Siervo? El 
                
                
                
                que ande en tinieblas, privado de resplandor, que confíe 
                
                
                
                en el nombre de Yavé y se apoye en su Dios.  
                | 
             
            
              11   | 
              He 
                
                
                
                aquí que todos vosotros encendéis fuego, encendéis 
                
                
                
                saetas; caminad a la luz de vuestro fuego y entre las saetas que 
                
                
                
                habéis encendido. Por mi mano os sucederá esto, en 
                
                
                
                tormento yaceréis.  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               51  | 
             
            
              |   | 
              Exhortación 
                
                
                
                a los israelitas fieles   | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              Oídme 
                
                
                
                vosotros los que seguís la justicia, los que buscáis 
                
                
                
                a Yavé. Considerad la roca de que habéis sido tallados 
                
                
                
                y la cantera de que habéis sido sacados.   | 
             
            
              2  | 
              Mirad 
                
                
                
                a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz. Porque sólo 
                
                
                
                a él le llamé yo, le bendije y le multipliqué.   | 
             
            
              3   | 
              Porque 
                
                
                
                Yavé se apiadará de Sión, se compadecerá 
                
                
                
                de todas su ruinas, y tornará su desierto en vergel, y su 
                
                
                
                estepa en paraíso de Yavé, donde habrá gozo 
                
                
                
                y alegría, alabanza y rumor de cánticos.  | 
             
            
              4  | 
              Atended, 
                
                
                
                pueblos, a mi voz; prestadme oído, naciones. Que de mí 
                
                
                
                vendrá la doctrina, y mi derecho para luz de los pueblos.   | 
             
            
              5   | 
              Mi 
                
                
                
                justicia se acerca, ya sale mi salvación, y mi brazo hará 
                
                
                
                justicia a los pueblos. A mí me esperarán las islas 
                
                
                
                y en mi brazo confiarán.  | 
             
            
              6   | 
              Alzad 
                
                
                
                vuestros ojos al cielo y mirad abajo hacia la tierra. Porque se 
                
                
                
                disiparán los cielos como humo, y se consumirá como 
                
                
                
                un vestido la tierra, y morirán como las moscas sus habitantes, 
                
                
                
                pero mi salvación durará por la eternidad, y mi justicia 
                
                
                
                no tendrá fin.  | 
             
            
              7   | 
              Oídme 
                
                
                
                vosotros los que conocéis justicia; tú, pueblo en 
                
                
                
                cuyo corazón está mi ley. No temáis las afrentas 
                
                
                
                de los hombres, no os asusten sus ultrajes.  | 
             
            
              8   | 
              Porque 
                
                
                
                como a una vestidura los comerá el gusano, como a lana los 
                
                
                
                roerá la polilla. Pero mi justicia durará por la eternidad, 
                
                
                
                y mi salvación de generación en generación.  | 
             
            
              9  | 
              Despierta, 
                
                
                
                despierta, revístete de fortaleza, brazo de Yavé. 
                
                
                
                Despierta, como los tiempos anteriores, en las generaciones antiguas. 
                
                
                
                ¿No eres tú quien destrozaste a Rahab y atravesaste 
                
                
                
                al dragón?   | 
             
            
              10  | 
              ¿No 
                
                
                
                eres tú quien secaste el mar, las aguas del gran abismo, 
                
                
                
                y tornaste las profundidades del mar en camino para que pasasen 
                
                
                
                los redimidos?   | 
             
            
              11   | 
              Volverán 
                
                
                
                los rescatados de Yahvé y vendrán a Sión con 
                
                
                
                júbilo, y una alegría eterna sobre sus cabezas; se 
                
                
                
                apoderará de ellos el gozo y la alegría, huirán 
                
                
                
                penas y gemidos.  | 
             
            
              12  | 
              Yo, 
                
                
                
                yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para 
                
                
                
                temer a un hombre mortal, a un hijo de hombre, que perece como el 
                
                
                
                heno,   | 
             
            
              13  | 
              olvidándote 
                
                
                
                de Yavé, tu Hacedor, que desplegó los cielos y fundó 
                
                
                
                la tierra, para estar temiendo continuamente todo el día 
                
                
                
                ante el furor del opresor cuando se dispone a destruirte? Y ¿dónde 
                
                
                
                está la cólera del opresor?   | 
             
            
              14  | 
              Bien 
                
                
                
                pronto será liberado el cautivo, y no morirá en la 
                
                
                
                fosa, no le faltará el pan.   | 
             
            
              15  | 
              Yo 
                
                
                
                soy Yavé, tu Dios, que levanto el mar, haciendo embravecer 
                
                
                
                sus olas, y cuyo nombre es Yavé de los ejércitos.  | 
             
            
              | 16 | 
              Yo 
                
                
                
                pondré en tu boca mi palabra y te esconderé a la sombra 
                
                
                
                de mi mano, al desplegar los cielos y fundar la tierra y al decir 
                
                
                
                a Sión: Tú eres mi pueblo.  | 
             
            
              | 17 | 
              Despierta, 
                
                
                
                despierta, levántate, Jerusalén, tú que has 
                
                
                
                bebido de la mano de Yavé el cáliz de su ira, tú 
                
                
                
                que has bebido hasta las heces el cáliz que aturde.  | 
             
            
              | 18 | 
              No 
                
                
                
                hubo nadie que la guiara de todos los hijos que ella parió. 
                
                
                
                Ninguno la sostuvo con su mano de cuantos hijos crió.  | 
             
            
              | 19 | 
              Vinieron 
                
                
                
                a tu encuentro dos males, ¿quién se duele de ti? Ruina 
                
                
                
                y azote, hambre y espada, ¿quién se compadece de ti?   | 
             
            
              | 20 | 
              Tus 
                
                
                
                hijos yacen desfallecidos en las encrucijadas de los caminos, como 
                
                
                
                antílopes cazados a lazo, ebrios de la ira de Yavé, 
                
                
                
                de los furores de tu Dios.  | 
             
            
              | 21 | 
              Por 
                
                
                
                eso oye, pues, malaventurada, ebria, pero no de vino.   | 
             
            
              | 22 | 
              Así 
                
                
                
                habla tu Señor, Yavé, tu Dios, que aboga por su pueblo: 
                
                
                
                He aquí que tomaré de tu mano la copa embriagadora, 
                
                
                
                el cáliz de mi ira, y no lo beberás ya más.  | 
             
            
              | 23   | 
               Y lo pondré en la mano de los opresores, que te decían: 
                
                
                
                Encórvate para que pasemos por encima, poniendo como suelo 
                
                
                
                tu dorso, como camino para los que pasan. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               52  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              Levántate, 
                
                
                
                levántate, revístete de tu fortaleza, ¡oh Sión!; 
                
                
                
                viste tus bellas vestiduras, Jerusalén, ciudad santa, que 
                
                
                
                ya no volverá a entrar en ti incircunciso ni inmundo.  | 
             
            
              2  | 
              Sacúdete 
                
                
                
                el polvo, levántate, Jerusalén cautiva; desata las 
                
                
                
                ligaduras de tu cuello, ¡cautiva hija de Sión!   | 
             
            
              3   | 
              Porque 
                
                
                
                así dice Yavé: De balde fuisteis vendidos y sin precio 
                
                
                
                seréis rescatados.  | 
             
            
              4  | 
              Pues 
                
                
                
                así habla el Señor, Yavé: A Egipto bajó 
                
                
                
                mi pueblo en otro tiempo para habitar allí como peregrino, 
                
                
                
                y Asur lo oprimió sin razón.  | 
             
            
              5   | 
              Y 
                
                
                
                ahora ¿qué hago yo aquí, dice Yavé, 
                
                
                
                puesto que ha sido tomado gratis mi pueblo? Sus dominadores aullan, 
                
                
                
                y continuamente, dice Yavé, es blasfemado mi nombre.  | 
             
            
              6   | 
              Por 
                
                
                
                eso mi pueblo conocerá mi nombre el día que yo diga: 
                
                
                
                Heme aquí.   | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Alegría 
                
                
                
                de la restauración  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              | 7 | 
              ¡Qué 
                
                
                
                hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia 
                
                
                
                la paz, que trae la buena nueva, que pregona la salvación, 
                
                
                
                diciendo a Sión: Reina tu Dios!  | 
             
            
              8   | 
              Escucha 
                
                
                
                Tus atalayadores alzan la voz, y todos a una cantan jubilosos, porque 
                
                
                
                ven con sus ojos el retorno de Yavé a Sión.  | 
             
            
              9  | 
              Exultad 
                
                
                
                jubilosamente a una, ruinas de Jerusalén, porque se ha apiadado 
                
                
                
                Yavé de su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.   | 
             
            
              10  | 
              Yavé 
                
                
                
                ha desnudado su santo brazo a los ojos de todos los pueblos, y verán 
                
                
                
                todos los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.  | 
             
            
              11   | 
              Retiraos, 
                
                
                
                retiraos, salid de allí, no toquéis nada inmundo. 
                
                
                
                Salid de en medio de ella, purificaos los que lleváis los 
                
                
                
                utensilios de Yavé.  | 
             
            
              12  | 
              Pero 
                
                
                
                no salgáis a la desbandada, no partáis como fugitivos, 
                
                
                
                porque va Yavé a vuestro frente, y vuestra retaguardia es 
                
                
                
                el Dios de Israel.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Poema 
                
                
                
                del Siervo de Yavé  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              | 13 | 
              He 
                
                
                
                aquí que mi Siervo prosperará, será elevado, 
                
                
                
                ensalzado y puesto muy alto.  | 
             
            
              14  | 
              Como 
                
                
                
                de él se pasmaron muchos, tan desfigurado estaba su aspecto, 
                
                
                
                que no parecía ser de hombre,   | 
             
            
              15  | 
              así 
                
                
                
                se admirarán muchos pueblos, y los reyes cerrarán 
                
                
                
                ante él su boca, porque vieron lo que no se les había 
                
                
                
                contado y comprendieron lo que no habían oído.  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               53  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              ¿Quién 
                
                
                
                creerá lo que hemos oído?l ¿A quién 
                
                
                
                fue revelado el brazo de Yavé?   | 
             
            
              2  | 
              Sube 
                
                
                
                ante él como un retoño, como raíz de tierra 
                
                
                
                árida. No hay en él parecer, no hay hermosura para 
                
                
                
                que le miremos, ni apariencia para que en él nos complazcamos.   | 
             
            
              3   | 
              Despreciado 
                
                
                
                y abandonado de los hombres, varón de dolores y familiarizado 
                
                
                
                con el sufrimiento, y como uno ante el cual se oculta el rostro, 
                
                
                
                menospreciado sin que le tengamos en cuenta.  | 
             
            
              4  | 
              Pero 
                
                
                
                fue él ciertamente quien soportó nuestros sufrimientos 
                
                
                
                y cargó con nuestros dolores, mientras que nosotros le tuvimos 
                
                
                
                por castigado, herido por Dios y abatido.  | 
             
            
              5   | 
              Fue 
                
                
                
                traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados. 
                
                
                
                El castigo de nuestra paz fue sobre él, y en sus llagas hemos 
                
                
                
                sido curados.  | 
             
            
              6   | 
              Todos 
                
                
                
                nosotros andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno 
                
                
                
                su camino, y Yavé cargó sobre él la iniquidad 
                
                
                
                de todos nosotros.  | 
             
            
              7   | 
              Maltratado, 
                
                
                
                mas él se sometió, no abrió la boca, como cordero 
                
                
                
                llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores.   | 
             
            
              8   | 
              Fue 
                
                
                
                arrebatado por un juicio inicuo, sin que nadie defendiera su causa, 
                
                
                
                pues fue arrancado de la tierra de los vivientes y herido de muerte 
                
                
                
                por el crimen de su pueblo.  | 
             
            
              9  | 
              Dispuesta 
                
                
                
                estaba entre los impíos su sepultura, y fue en la muerte 
                
                
                
                igualado a los malhechores, a pesar de no haber cometido maldad 
                
                
                
                ni haber mentira en su boca.  | 
             
            
              10  | 
              Quiso 
                
                
                
                Yavé quebrantarle con padecimientos. Ofreciendo su vida en 
                
                
                
                sacrificio por el pecado, verá descendencia que prolongará 
                
                
                
                sus días, y el deseo de Yavé prosperará en 
                
                
                
                sus manos.   | 
             
            
              11   | 
              Por 
                
                
                
                la fatiga de su alma verá y se saciará de su conocimiento. 
                
                
                
                El Justo, mi Siervo, justificará a muchos y cargará 
                
                
                
                con las iniquidades de ellos.  | 
             
            
              12  | 
              Por 
                
                
                
                eso yo le daré por parte suya muchedumbres, y dividirá 
                
                
                
                la presa con los poderosos por haberse entregado a la muerte y haber 
                
                
                
                sido contado entre los pecadores, llevando sobre sí los pecados 
                
                
                
                de muchos e intercediendo por los pecadores.  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               54  | 
             
            
              |   | 
              Gloria 
                
                
                
                de la nueva Sión  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              Regocíjate, 
                
                
                
                estéril, que no has parido; entona un grito de alegría 
                
                
                
                y exulta, tú que no has estado de parto. Porque los hijos 
                
                
                
                de la abandonada son más numerosos que los hijos de la casada, 
                
                
                
                dice Yavé.   | 
             
            
              2  | 
              Ensancha 
                
                
                
                el espacio de tu tienda, extiende las lonas de tus moradas, no te 
                
                
                
                cohibas, alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas,   | 
             
            
              3   | 
              porque 
                
                
                
                te extenderás a derecha e izquierda, y tu descendencia poseerá 
                
                
                
                las naciones y poblará las ciudades desiertas.  | 
             
            
              4  | 
              Nada 
                
                
                
                temas, que no serás confundida; no te avergüences, que 
                
                
                
                no serás afrentada. Porque te olvidarás de la vergüenza 
                
                
                
                de tu juventud y no volverás a recordar el oprobio de tu 
                
                
                
                viudez.   | 
             
            
              5   | 
              Porque 
                
                
                
                tu marido es tu Hacedor; Yavé de los ejércitos es 
                
                
                
                su nombre, y tu Redentor es el Santo de Israel, que es el Dios del 
                
                
                
                mundo todo.  | 
             
            
              6   | 
              Como 
                
                
                
                mujer abandonada y desolada de espíritu, te ha llamado Yavé. 
                
                
                
                Y la esposa de la juventud, ¿podrá ser repudiada? 
                
                
                
                dice tu Dios.  | 
             
            
              7   | 
              Por 
                
                
                
                un breve momento te abandoné, pero con gran misericordia 
                
                
                
                te recojo.   | 
             
            
              8   | 
              En 
                
                
                
                un rapto de cólera oculté de ti un instante mi rostro, 
                
                
                
                pero con amor eterno me apiadé de ti, dice Yavé, tu 
                
                
                
                Redentor.  | 
             
            
              9  | 
              Me 
                
                
                
                sucede como en los días de Noé, cuando juré 
                
                
                
                que las aguas de Noé no inundarían más la tierra. 
                
                
                
                Así juro yo no enojarme contra ti ni amenazarte.   | 
             
            
              10  | 
              Que 
                
                
                
                se retiren los montes, que tiemblen los collados, no se apartará 
                
                
                
                de ti mi amor, ni mi alianza de paz vacilará, dice el que 
                
                
                
                se apiada de ti, Yavé.  | 
             
            
              11   | 
              ¡Pobrecita, 
                
                
                
                azotada por la tempestad, sin consuelo! He aquí que voy a 
                
                
                
                poner tus piedras de jaspe, y tus cimientos de zafiro.   | 
             
            
              12  | 
              Te 
                
                
                
                haré almenas de rubí y puertas de carbunclo, y toda 
                
                
                
                tu cerca de piedras preciosas.   | 
             
            
              13  | 
              Y 
                
                
                
                todos tus hijos serán adoctrinados por Yavé, y grande 
                
                
                
                será la paz de tus hijos.   | 
             
            
              14  | 
              Serás 
                
                
                
                fundada sobre la justicia, estarás lejos de opresión, 
                
                
                
                pues no habrás de temer, y del terror, pues no se te acercará.   | 
             
            
              15  | 
              Si 
                
                
                
                te atacare alguno, no será de parte mía, y quien te 
                
                
                
                ataque caerá ante ti.   | 
             
            
              | 16 | 
              He 
                
                
                
                aquí que yo he hecho al herrero, que sopla el fuego de las 
                
                
                
                brasas y forja armas según su oficio; también he hecho 
                
                
                
                yo al destructor para aniquilar.   | 
             
            
              | 17 | 
               Toda arma forjada contra ti no prosperará, y a toda lengua 
                
                
                
                que contra ti se alce en juicio, condenarás. Tal es la heredad 
                
                
                
                de los servidores de Yavé y la justicia que de mí 
                
                
                
                les vendrá, oráculo de Yavé. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               55  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              ¡Oh 
                
                
                
                vosotros los sedientos, venid a las aguas, aun los que no tenéis 
                
                
                
                dinero! Venid, comprad y comed; venid, comprad sin dinero, sin pagar, 
                
                
                
                vino y leche.   | 
             
            
              2  | 
              ¿A 
                
                
                
                qué gastar vuestro dinero no en pan, y vuestro trabajo no 
                
                
                
                en hartura? Escuchadme y comeréis lo bueno y os deleitaréis 
                
                
                
                con manjares suculentos.   | 
             
            
              3   | 
              Dadme 
                
                
                
                oídos y venid a mí, escuchadme y vivirá vuestra 
                
                
                
                alma, y haré con vosotros un pacto sempiterno, el de las 
                
                
                
                firmes misericordias de David.   | 
             
            
              4  | 
              De 
                
                
                
                él he hecho un testimonio para las gentes, un jefe y maestro 
                
                
                
                de los pueblos.   | 
             
            
              5   | 
              He 
                
                
                
                aquí que llamarás a pueblos que te son desconocidos, 
                
                
                
                y pueblos que no te conocen correrán a ti, por Yavé, 
                
                
                
                tu Dios; por el Santo de Israel, que te glorifica.  | 
             
            
              6   | 
              Buscad 
                
                
                
                a Yavé, mientras pueda ser hallado; llamadlo en tanto que 
                
                
                
                está cerca.   | 
             
            
              7   | 
              Deje 
                
                
                
                el impío sus caminos, y el malvado sus pensamientos, y vuélvase 
                
                
                
                a Yavé, que tendrá de él misericordia; a nuestro 
                
                
                
                Dios, que es rico en perdones.  | 
             
            
              8   | 
              Porque 
                
                
                
                no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni mis caminos son 
                
                
                
                vuestros caminos, dice Yavé.  | 
             
            
              9  | 
              Cuanto 
                
                
                
                son los cielos más altos que la tierra, tanto están 
                
                
                
                mis caminos por encima de los vuestros, y por encima de los vuestros 
                
                
                
                mis pensamientos.   | 
             
            
              10  | 
              Como 
                
                
                
                baja la lluvia y la nieve de los cielos y vuelven allá sin 
                
                
                
                haber empapado y fecundado la tierra y haberla hecho germinar, dando 
                
                
                
                la simiente para sembrar y el pan para comer,  | 
             
            
              11   | 
              así 
                
                
                
                la boca que sale de mi boca no vuelve a mí vacía, 
                
                
                
                sino que hace lo que yo quiero y cumple su misión.  | 
             
            
              12  | 
              Sí, 
                
                
                
                partiréis con regocijo y seréis conducidos en paz. 
                
                
                
                Montes y collados prorrumpirán en gritos de júbilo 
                
                
                
                ante vosotros, y todos los árboles del campo batirán 
                
                
                
                palmas.   | 
             
            
              13  | 
              En 
                
                
                
                vez de los espinos crecerá el ciprés; en vez de las 
                
                
                
                ortigas, el mirto. Y servirá esto de renombre a Yavé, 
                
                
                
                de señal eterna, imperecedera.  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               56  | 
             
            
              |   | 
              Vocación 
                
                
                
                de las gentes   | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              Así 
                
                
                
                dice Yavé: Guardad el derecho, practicad la justicia, que 
                
                
                
                pronto va a venir mi salvación y a revelarse mi justicia.  | 
             
            
              2  | 
              Bienaventurado 
                
                
                
                el varón que esto hiciere, y el hijo del hombre que a ello 
                
                
                
                se asiere, y que guarde el sábado sin profanarlo y guarde 
                
                
                
                sus manos de toda obra mala.  | 
             
            
              3   | 
              Que 
                
                
                
                no diga el extranjero allegado a Yavé: “Ciertamente 
                
                
                
                me va a excluir Yavé de su pueblo,” Que no diga el 
                
                
                
                eunuco: “Yo soy un árbol seco.”  | 
             
            
              4  | 
              Porque 
                
                
                
                así dice Yavé a los eunucos que guardan mis sábados, 
                
                
                
                y eligen lo que me es grato, y se adhieren firmemente a mi pacto:   | 
             
            
              5   | 
              Yo 
                
                
                
                les daré en mi casa, dentro de mis muros, poder y nombre 
                
                
                
                mejor que hijos e hijas. Yo les daré un nombre eterno, que 
                
                
                
                no se borrará.  | 
             
            
              6   | 
              Y 
                
                
                
                a los extranjeros allegados a Yavé, para servirle y amar 
                
                
                
                su nombre, para ser sus servidores, a todo el que guarda el sábado 
                
                
                
                sin profanarlo y se adhiere firmemente a mi pacto,  | 
             
            
              7   | 
              yo 
                
                
                
                les llevaré a mi monte santo, y los recrearé en mi 
                
                
                
                casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán 
                
                
                
                gratos en mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración 
                
                
                
                para todos los pueblos.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Los 
                
                
                
                malos pastores de Israel   | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              8   | 
              Oráculo 
                
                
                
                del Señor, Yavé, que reúne los dispersos de 
                
                
                
                Israel: A los reunidos yo allegaré otros.   | 
             
            
              9  | 
              Todas 
                
                
                
                las bestias del campo, venid a córner; todas las fieras de 
                
                
                
                la selva.   | 
             
            
              10  | 
              Mis 
                
                
                
                guardianes son ciegos todos, no entienden nada. Todos son perros 
                
                
                
                mudos, que no pueden ladrar; soñadores, se acuestan, son 
                
                
                
                amigos de dormir.   | 
             
            
              11   | 
              Son 
                
                
                
                perros voraces, insaciables; son pastores que no entienden, siguen 
                
                
                
                cada uno su camino, cada cual busca su interés.   | 
             
            
              12  | 
               Venid, voy en busca de vino, y nos embriagaremos de licores, y mañana 
                
                
                
                será como hoy, día grande, muy grande. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               57  | 
             
            
              |   | 
              Idolatrías 
                
                
                
                de Israel   | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              El 
                
                
                
                justo perece, y no hay quien pare mientes; desaparecen los piadosos, 
                
                
                
                y no hay quien entienda que el justo es arrebatado ante el mal   | 
             
            
              2  | 
              para 
                
                
                
                entrar en la paz. Descansan en sus lechos los que siguen su camino 
                
                
                
                recto.  | 
             
            
              3   | 
              Acercaos, 
                
                
                
                pues, vosotros, hijos de la bruja, generación de la adúltera 
                
                
                
                y de la prostituta.  | 
             
            
              4  | 
              ¿De 
                
                
                
                quién os burláis, a quien hacéis muecas y sacáis 
                
                
                
                la lengua? ¿No sois vosotros hijos de pecado, raza de mentira?   | 
             
            
              5   | 
              Encendidos 
                
                
                
                de concupiscencia bajo el terebinto y bajo todo árbol frondoso, 
                
                
                
                sacrificando niños en el lecho de los torrentes, en los huecos 
                
                
                
                de las peñas?  | 
             
            
              6   | 
              Los 
                
                
                
                lisos chinarros del torrente serán tu parte: he ahí 
                
                
                
                tu porción. A ellos hiciste tus libaciones y elevaste ofrendas. 
                
                
                
                ¿Me voy a consolar con eso?   | 
             
            
              7   | 
              Sobre 
                
                
                
                un monte alto, bien alto, pusiste tu cama; también subiste 
                
                
                
                allí para sacrificar.   | 
             
            
              8   | 
              Detrás 
                
                
                
                de la puerta y el umbral pusiste tu distintivo, pues, lejos de mí, 
                
                
                
                te descubriste y subiste a tu lecho, lo ensanchaste y te prostituíste 
                
                
                
                con aquellos cuyo comercio deseaste, compartiendo su lecho. Contemplaste 
                
                
                
                la estela,   | 
             
            
              9  | 
              corriendo 
                
                
                
                a Moloc con ungüentos, multiplicando tus unciones, enviando 
                
                
                
                lejos tus embajadores, haciéndolos descender hasta el seol.  | 
             
            
              10  | 
              Por 
                
                
                
                el largo viaje te fatigaste; no dijiste: Renuncio. Hallaste el vigor 
                
                
                
                de tu mano; por eso no enfermaste.  | 
             
            
              11   | 
              ¿De 
                
                
                
                quién temes, que te asustas, para renegar de mí, para 
                
                
                
                no acordarte de mí ni hacerme caso? ¿No me he callado 
                
                
                
                y he cerrado los ojos, y tú no me temiste?   | 
             
            
              12  | 
              Pues 
                
                
                
                ahora voy a pregonar tu justicia y tus obras, que de nada te servirán.   | 
             
            
              13  | 
              Grita, 
                
                
                
                que te salven tus ídolos. A todos los llevará el viento, 
                
                
                
                un soplo los arrebatará. Pero el que en mí confía 
                
                
                
                heredará la tierra y poseerá mi monte santo.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Promesa 
                
                
                
                de perdón a los arrepentidos   | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              14  | 
              Y 
                
                
                
                se dirá: Abrid, abrid camino, allanadlo, quitad los tropiezos 
                
                
                
                del camino de mi pueblo;   | 
             
            
              15  | 
              porque 
                
                
                
                así dice el Altísimo, cuya morada es eterna y cuyo 
                
                
                
                nombre es santo: Yo habito en un lugar elevado y santo, pero también 
                
                
                
                con el contrito y humillado, para hacer revivir el espíritu 
                
                
                
                de los humillados y reanimar los corazones contritos.   | 
             
            
              | 16 | 
              Pues 
                
                
                
                yo no quiero estar siempre contendiendo, ni quiero estar siempre 
                
                
                
                enojado, porque sucumbiría ante mí todo espíritu 
                
                
                
                y las almas que yo he creado.   | 
             
            
              | 17 | 
              Por 
                
                
                
                la iniquidad de su avaricia yo me irrité, y ocultándome, 
                
                
                
                le castigué sañudo, y, rebelde, marchó por 
                
                
                
                los caminos de su corazón.   | 
             
            
              | 18 | 
              Sus 
                
                
                
                caminos los he visto yo, pero yo le sanaré, le conduciré 
                
                
                
                y le consolaré a él y a sus afligidos,   | 
             
            
              | 19 | 
              haciendo 
                
                
                
                que sus labios prorrumpan en acción de gracias: Paz, paz 
                
                
                
                al que está lejos y al que está cerca, dice Yavé; 
                
                
                
                yo le curaré.  | 
             
            
              | 20 | 
              Pero 
                
                
                
                los impíos son como un mar proceloso, que no puede aquietarse 
                
                
                
                y cuyas olas remueven cieno y lodo.   | 
             
            
              | 21 | 
               No hay paz, dice Yavé, para los impíos. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               58  | 
             
            
              |   | 
              Los 
                
                
                
                pecados de Israel   | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              Clama 
                
                
                
                a voz en cuello sin cesar, alza tu voz como trompeta y echa en cara 
                
                
                
                a mi pueblo sus iniquidades, y a la casa de Jacob sus pecados.  | 
             
            
              2  | 
              Día 
                
                
                
                tras día me buscan y quieren saber mis caminos, como si fueran 
                
                
                
                un pueblo que ama la justicia, sin apartarse del derecho de su Dios. 
                
                
                
                Me piden leyes justas, y se complacen en acercarse a Dios.  | 
             
            
              3   | 
              ¿A 
                
                
                
                qué ayunar, si tú no lo ves? ¿A qué 
                
                
                
                humillar nuestras almas, si no te das por entendido? Sí, 
                
                
                
                pero en el día de ayuno os vais tras vuestros negocios y 
                
                
                
                oprimís a todos vuestros servidores.   | 
             
            
              4  | 
              Ayunáis 
                
                
                
                para mejor reñir y disputar y para herir inicuamente con 
                
                
                
                el puño. No ayunéis como lo hacéis ahora, si 
                
                
                
                queréis que en lo alto se oiga vuestra voz.  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              |   | 
              El 
                
                
                
                ayuno grato a Yavé   | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              5   | 
              ¿Es 
                
                
                
                acaso así el ayuno que yo escogí, el día en 
                
                
                
                que el hombre se mortifica? ¿Encorvar la cabeza como un junco 
                
                
                
                y acostarse con saco y ceniza? ¿A eso llamáis ayuno 
                
                
                
                y día agradable a Yavé?   | 
             
            
              6   | 
              ¿Sabéis 
                
                
                
                qué ayuno quiero yo? dice el Señor Yavé: Romper 
                
                
                
                las ataduras de iniquidad, deshacer los haces opresores dejar libres 
                
                
                
                a los oprimidos y quebrantar todo yugo;   | 
             
            
              7   | 
              partir 
                
                
                
                tu pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, vestir al 
                
                
                
                desnudo y no volver tu rostro ante tu hermano.   | 
             
            
              8   | 
              Entonces 
                
                
                
                brotará tu luz como la aurora, y pronto germinará 
                
                
                
                tu curación e irá delante de ti tu justicia, y detrás 
                
                
                
                la gloria de Yavé.  | 
             
            
              9  | 
              Entonces 
                
                
                
                llamarás y Yavé te oirá; le invocarás, 
                
                
                
                y El dirá: Heme aquí. Cuando quites de ti el yugo, 
                
                
                
                el gesto amenazador y el hablar altanero;   | 
             
            
              10  | 
              cuando 
                
                
                
                des de tu pan al hambriento y sacies el alma indigente, brillará 
                
                
                
                tu luz en la oscuridad, y tus tinieblas serán cual mediodía.   | 
             
            
              11   | 
              Yavé 
                
                
                
                será siempre tu pastor, y en el desierto hartará tu 
                
                
                
                alma y dará vigor a tus huesos. Serás como huerto 
                
                
                
                regado, como fuente de aguas que no se agotan;  | 
             
            
              12  | 
              y 
                
                
                
                serán edificadas por ti las antiguas ruinas, y alzarás 
                
                
                
                los cimientos de generaciones y generaciones, y te llamarán 
                
                
                
                reparador de brechas y restaurador de sendas para habitar.  | 
             
            
              13  | 
              Cuando 
                
                
                
                te abstengas de pisotear el sábado y de ocuparte en tus negocios 
                
                
                
                en mi día santo, y llames al sábado delicioso, y venerable 
                
                
                
                al (día) santo de Yavé, y le honres no haciendo tus 
                
                
                
                viajes, ni arreglando tu negocio ni hablando de él,   | 
             
            
              14  | 
              entonces 
                
                
                
                te gozarás en Yavé, y te haré remontar sobre 
                
                
                
                las alturas de la tierra, y te daré a comer la herencia de 
                
                
                
                Jacob, tu padre, pues la boca de Yavé ha hablado. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               59  | 
             
            
              |   | 
              Poder 
                
                
                
                salvador de Yavé, mas para los que se enmiendan   | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              He 
                
                
                
                aquí que no se ha acortado la mano de Yavé para salvar 
                
                
                
                ni se ha hecho duro su oído para oír,  | 
             
            
              2  | 
              sino 
                
                
                
                que vuestras iniquidades han hecho una separación entre vosotros 
                
                
                
                y vuestro Dios; vuestros pecados hacen que El oculte su rostro para 
                
                
                
                no oíros;   | 
             
            
              3   | 
              porque 
                
                
                
                vuestras manos están manchadas de sangre, y vuestros dedos 
                
                
                
                de iniquidad; vuestros labios hablan mentira y vuestra lengua susurra 
                
                
                
                impiedad.   | 
             
            
              4  | 
              No 
                
                
                
                hay quien clame por la justicia, nadie que juzgue con verdad. Confían 
                
                
                
                en vanidades y hablan falsedades, conciben fatigas y paren desventuras.   | 
             
            
              5   | 
              Incuban 
                
                
                
                huevos de áspides y tejen telas de araña, y el que 
                
                
                
                come de sus huevos muere; si se los rompe, sale un basilisco.  | 
             
            
              6   | 
              Sus 
                
                
                
                telas no sirven para vestir, ni con sus obras puede uno arroparse; 
                
                
                
                sus obras son obras de iniquidad, y en sus manos hay obra de violencia.   | 
             
            
              7   | 
              Corren 
                
                
                
                tras el mal sus pies y se dan prisa a derramar sangre inocente. 
                
                
                
                Sus pensamientos son pensamientos de iniquidad, y a su paso dejan 
                
                
                
                el estrago y la ruina.   | 
             
            
              8   | 
              No 
                
                
                
                conocen el camino de la paz, no hay en sus sendas justicia; sus 
                
                
                
                veredas son tortuosas; quien por ellas va no conoce la paz.  | 
             
            
              9  | 
              Por 
                
                
                
                eso se alejó de nosotros el juicio, por eso no nos alcanza 
                
                
                
                la justicia. Esperamos luz, y he ahí tinieblas; resplandor, 
                
                
                
                y caminamos en la oscuridad.   | 
             
            
              10  | 
              Vamos 
                
                
                
                palpando, como ciegos, la pared, y andamos a tientas, como quien 
                
                
                
                no tiene ojos. Tropezamos en pleno día como en el crepúsculo; 
                
                
                
                habitamos en tinieblas, como muertos.   | 
             
            
              11   | 
              Gruñimos 
                
                
                
                todos como osos y gemimos como palomas. Esperamos el juicio, pero 
                
                
                
                nada; la salvación, pero está lejos de nosotros.  | 
             
            
              12  | 
              Porque 
                
                
                
                son ante ti numerosas nuestras iniquidades, y nuestros pecados dan 
                
                
                
                testimonio contra nosotros. Con nosotros están nuestros crímenes, 
                
                
                
                y conocemos nuestras iniquidades:   | 
             
            
              13  | 
              rebelarse 
                
                
                
                y renegar de Yavé, alejarse de nuestro Dios, hablar perfidia 
                
                
                
                e insurrección, concebir y meditar en el corazón palabras 
                
                
                
                de mentira;   | 
             
            
              14  | 
              y 
                
                
                
                se ha alejado el derecho, y se ausentó la justicia, y tropezó 
                
                
                
                la buena fe en las plazas, y no halla lugar la rectitud.  | 
             
            
              15  | 
              La 
                
                
                
                fidelidad ha sido desterrada, y el que evita el mal es expoliado. 
                
                
                
                Viólo Yavé, y no plugo a sus ojos que no existiese 
                
                
                
                justicia.   | 
             
            
              | 16 | 
              Y 
                
                
                
                vio que no había ningún hombre, y le asombró 
                
                
                
                que no hubiera intercesor. Entonces salvóle su brazo y vino 
                
                
                
                en su ayuda su justicia.  | 
             
            
              | 17 | 
               Y se revistió de la justicia como de coraza, y puso en su 
                
                
                
                cabeza el casco de la salvación, y se vistió de vestiduras 
                
                
                
                de venganza, y se cubrió de celo como de manto.   | 
             
            
              | 18 | 
              Como 
                
                
                
                son las obras, así es su retribución; ira contra sus 
                
                
                
                enemigos, represalia contra sus adversarios. A las islas dará 
                
                
                
                la paga.   | 
             
            
              | 19 | 
              Y 
                
                
                
                temerán desde el poniente el nombre de Yavé, y desde 
                
                
                
                el nacimiento del sol su gloria, porque vendrá como torrente 
                
                
                
                impetuoso, empuj ado por el soplo de Yavé.  | 
             
            
              | 20 | 
              Mas 
                
                
                
                para Sión vendrá como redentor, y para los convertidos 
                
                
                
                del pecado en Jacob, dice Yavé.   | 
             
            
              | 21 | 
              En 
                
                
                
                cuanto a mí, he aquí mi alianza con ellos, dice Yavé: 
                
                
                
                El espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras, 
                
                
                
                que yo pongo en tu boca, no faltarán de tu boca ni de la 
                
                
                
                de tu descendencia, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dice 
                
                
                
                Yavé desde ahora para siempre.  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               60  | 
             
            
              |   | 
              Gloria 
                
                
                
                de la futura Jerusalén   | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              Levántate 
                
                
                
                y resplandece, pues ha llegado tu luz, y la gloria de Yavé 
                
                
                
                alborea sobre ti,  | 
             
            
              2  | 
              pues 
                
                
                
                he aquí que está cubierta de tinieblas la tierra y 
                
                
                
                de oscuridad los pueblos. Sobre ti viene la aurora de Yavé 
                
                
                
                y en ti se manifiesta su gloria.  | 
             
            
              3   | 
              Las 
                
                
                
                gentes andarán en tu luz, y los reyes a la claridad de tu 
                
                
                
                aurora.  | 
             
            
              4  | 
              Alza 
                
                
                
                en torno tus ojos y mira: Todos se reúnen y vienen a ti, 
                
                
                
                llegan de lejos tus hijos, y tus hijas son traídas a ancas.   | 
             
            
              5   | 
              Entonces 
                
                
                
                mirarás y resplandecerás, palpitará y se ensanchará 
                
                
                
                tu corazón, pues vendrán a ti los tesoros del mar, 
                
                
                
                llegarán a ti las riquezas de los pueblos.   | 
             
            
              6   | 
              Te 
                
                
                
                cubrirán muchedumbres de camellos, de dromedarios de Madián 
                
                
                
                y de Efa. Todos vienen de Saba, trayendo oro e incienso, pregonando 
                
                
                
                las glorias de Yavé.   | 
             
            
              7   | 
              En 
                
                
                
                ti se reunirán los ganados de Cedar; los carneros de Nabayot 
                
                
                
                estarán a tu servicio. Subirán como (víctimas) 
                
                
                
                gratas sobre mi altar, y yo glorificaré la casa de mi gloria.   | 
             
            
              8   | 
              ¿Quiénes 
                
                
                
                son aquellos que vuelan como nube, como palomas a su palomar?   | 
             
            
              9  | 
              Sí, 
                
                
                
                se reúnen las naves para mí con los navíos 
                
                
                
                de Tarsis a la cabeza, para traer de lejos a tus hijos con su oro 
                
                
                
                y su plata, para el nombre de Yavé, tu Dios; para el Santo 
                
                
                
                de Israel, que te glorifica.  | 
             
            
              10  | 
              Extranjeros 
                
                
                
                reedificarán tus muros, y sus reyes estarán a tu servicio, 
                
                
                
                pues si en mi ira te herí, en mi clemencia he tenido piedad 
                
                
                
                de ti.   | 
             
            
              11   | 
              Tus 
                
                
                
                puertas estarán siempre abiertas, no se cerrarán ni 
                
                
                
                de día ni de noche, para traerte los bienes de las gentes, 
                
                
                
                con sus jefes por guías al frente,   | 
             
            
              12  | 
              porque 
                
                
                
                las naciones y reinos que no te sirvan a ti perecerán y las 
                
                
                
                gentes serán totalmente exterminadas.   | 
             
            
              13  | 
              Vendrá 
                
                
                
                a ti la gloria del Líbano, los cipreses, los olmos y los 
                
                
                
                alerces juntamente, para embellecer mi santuario, y voy a honrar 
                
                
                
                el lugar de mis pies.   | 
             
            
              14  | 
              A 
                
                
                
                ti vendrán humillados los hijos de tus tiranos, y se postrarán 
                
                
                
                a tus pies cuantos te infamaron. Y te llamarán la ciudad 
                
                
                
                de Yavé, la Sión del Santo de Israel.   | 
             
            
              15  | 
              De 
                
                
                
                abandonada que eras, odiada y sin viandantes, te haré eterno 
                
                
                
                prodigio, delicia de los siglos.   | 
             
            
              | 16 | 
              Mamarás 
                
                
                
                la leche de las gentes, los pechos de los reyes, y sabrás 
                
                
                
                que yo, Yavé, soy tu Salvador, tu Redentor, el Fuerte de 
                
                
                
                Jacob.  | 
             
            
              | 17 | 
              En 
                
                
                
                vez de cobre traeré en ti oro; en vez de hierro, plata; bronce 
                
                
                
                en vez de madera, y hierro en vez de piedras. Te daré por 
                
                
                
                magistrado la paz, y por soberano la justicia.  | 
             
            
              | 18 | 
              No 
                
                
                
                se hablará ya más de violencia en tu tierra, de saqueo 
                
                
                
                y de ruina en tu territorio. Tus muros los llamarás “salud,” 
                
                
                
                y a tus puertas “alabanza.”  | 
             
            
              | 19 | 
              Ya 
                
                
                
                no será el sol tu lumbrera de día, ni te alumbrará 
                
                
                
                el resplandor de la luna, sino que Yavé será tu eterna 
                
                
                
                lumbrera, y tu Dios será tu esplendor.   | 
             
            
              | 20 | 
              Tu 
                
                
                
                sol no se pondrá jamás, ni menguará tu luna, 
                
                
                
                porque será Yavé tu eterna luz; acabáronse 
                
                
                
                los días de tu luto.   | 
             
            
              | 21 | 
              Tu 
                
                
                
                pueblo será un pueblo de justos, poseerá la tierra 
                
                
                
                para siempre, renuevos del plantío de Yavé, obra de 
                
                
                
                mis manos para resplandecer.  | 
             
            
              | 22 | 
              Del 
                
                
                
                más pequeño saldrá un millar, y del menor, 
                
                
                
                una nación poderosa. Yo, Yavé, a su tiempo lo aceleraré.  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               61  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              El 
                
                
                
                espíritu del Señor, Yavé, está sobre 
                
                
                
                mí, pues Yavé me ha ungido, me ha enviado para predicar 
                
                
                
                la buena nueva a los abatidos y sanar a los de quebrantado corazón, 
                
                
                
                para anunciar la libertad de los cautivos y la liberación 
                
                
                
                a los encarcelados.  | 
             
            
              2  | 
              Para 
                
                
                
                publicar el año de gracia de Yavé y un día 
                
                
                
                de venganza de nuestro Dios, para consolar a todos los tristes   | 
             
            
              3   | 
              y dar 
                
                
                
                a los afligidos de Sión, en vez de ceniza, una corona; el 
                
                
                
                óleo del gozo en vez del luto, alabanza en vez de espíritu 
                
                
                
                abatido. Se les llamará terebintos de justicia, plantación 
                
                
                
                de Yavé para (su gloria).  | 
             
            
              4  | 
              Ellos 
                
                
                
                reedificarán las ruinas antiguas y levantarán los 
                
                
                
                asolamientos del pasado. Restaurarán las ciudades asoladas, 
                
                
                
                los escombros de muchas generaciones.  | 
             
            
              5   | 
              Habrá 
                
                
                
                extranjeros para apacentar tus ganados, y extraños serán 
                
                
                
                tus labradores y viñadores  | 
             
            
              6   | 
              Y vosotros 
                
                
                
                seréis llamados sacerdotes de Yavé y nombrados ministros 
                
                
                
                de nuestro Dios.   | 
             
            
              7   | 
              Comeréis 
                
                
                
                lo exquisito de las naciones y os adornaréis de su magnificencia. 
                
                
                
                Porque tuvieron el doble en cuanto a vergüenza y fue su parte 
                
                
                
                el oprobio y la confusión, recibirán el doble también 
                
                
                
                sobre la tierra y gozarán de eterna alegría.   | 
             
            
              8   | 
              Porque 
                
                
                
                yo, Yavé, soy amante del derecho y aborrezco el rapaz latrocinio. 
                
                
                
                Por eso les daré fielmente su recompensa y haré con 
                
                
                
                ellos una alianza eterna.   | 
             
            
              9  | 
              Su 
                
                
                
                descendencia será conocida en los pueblos, y su posteridad 
                
                
                
                en medio de las gentes. Y quien los viere reconocerá que 
                
                
                
                son la progenie bendita de Yavé.   | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Agradecimiento 
                
                
                
                a Yavé de la Jerusalén restaurada  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              10  | 
              Altamente 
                
                
                
                me gozaré en Yavé, y mi alma saltará de júbilo 
                
                
                
                en mi Dios, porque me vistió de vestiduras de salvación 
                
                
                
                y me envolvió en manto de justicia, como esposo que se ciñe 
                
                
                
                la frente con diadema, y como esposa que se adorna con sus joyas.  | 
             
            
              11   | 
              Porque, 
                
                
                
                como produce la tierra sus gérmenes y como hace brotar el 
                
                
                
                huerto sus semillas, así el Señor, Yavé, hará 
                
                
                
                brotar la justicia y la alabanza ante todas las gentes.  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               62  | 
             
            
              |   | 
              Ya 
                
                
                
                viene la salvación   | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              Por 
                
                
                
                amor de Sión yo no callaré, y por Jerusalén 
                
                
                
                no pararé hasta que resplandezca su justicia como luz esplendente, 
                
                
                
                y su salvación como antorcha encendida;   | 
             
            
              2  | 
              y 
                
                
                
                verán las naciones tu justicia, y todos los reyes tu gloria, 
                
                
                
                y se te dará un nombre nuevo que la boca de Yavé determinará;   | 
             
            
              3   | 
              serás 
                
                
                
                en la mano de Yavé corona de gloria, real diadema en la palma 
                
                
                
                de tu Dios.  | 
             
            
              4  | 
              No 
                
                
                
                te llamarán más ya la “Desamparada,” ni 
                
                
                
                se llamará más tu tierra “Desolada,” sino 
                
                
                
                que te llamarán a ti “Mi complacencia en ella,” 
                
                
                
                y a tu tierra “Desposada,” porque en ti se complacerá 
                
                
                
                Yavé, y tu tierra tendrá esposo.   | 
             
            
              5   | 
              Como 
                
                
                
                mancebo que se desposa con una doncella, así el que te edificará 
                
                
                
                se desposará contigo. Y como la esposa hace las delicias 
                
                
                
                del esposo, así harás tú las delicias de tu 
                
                
                
                Dios.  | 
             
            
              6   | 
              Sobre 
                
                
                
                tus murallas, ¡oh Jerusalén!, he puesto centinelas, 
                
                
                
                que no callarán ni de día ni de noche. Vosotros, los 
                
                
                
                que hacéis que se acuerde Yavé, no os calléis,   | 
             
            
              7   | 
              y 
                
                
                
                no le deis tregua hasta que restablezca y ponga a Jerusalén 
                
                
                
                por alabanza en la tierra.   | 
             
            
              8   | 
              Juró 
                
                
                
                Yavé por su diestra y por su brazo poderoso: No daré 
                
                
                
                más tu trigo para comida de tus enemigos, ni los extraños 
                
                
                
                beberán tu mosto, por el que te afanaste.  | 
             
            
              9  | 
              Porque 
                
                
                
                los que hagan la recolección la comerán y alabarán 
                
                
                
                a Yavé, y los que hagan la vendimia beberán en los 
                
                
                
                atrios de mi santuario.  | 
             
            
              10  | 
              Franquead, 
                
                
                
                franquead las puertas, allanad el camino del pueblo, terraplenad, 
                
                
                
                terraplenad la calzada, alzad bandera sobre los pueblos.   | 
             
            
              11   | 
              He 
                
                
                
                aquí que Yavé proclama a todos los confines de la 
                
                
                
                tierra: Decid a la hija de Sión: He aquí que llega 
                
                
                
                tu salvación, viene con su recompensa y le precede su retribución.   | 
             
            
              12  | 
               Les llamarán pueblo santo, los rescatados de Yavé, 
                
                
                
                y a ti te llamarán la “Deseada,” la “ciudad” 
                
                
                
                no desamparada. 
                | 
             
            
              |   | 
               | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               63  | 
             
            
              |   | 
              Plegaria 
                
                
                
                pidiendo la liberación.   | 
             
            
              1  | 
              ¿Quién 
                
                
                
                es aquel que avanza de Edom, rojos los vestidos, de Bosra; aquel 
                
                
                
                tan magnífico en su vestido, avanzando en la plenitud de 
                
                
                
                su fuerza? Yo soy el que habla en justicia, el poderoso para salvar.   | 
             
            
              2  | 
              ¿Cómo 
                
                
                
                está, pues, rojo tu vestido, y tus ropas como las del que 
                
                
                
                pisa en el lagar?   | 
             
            
              3   | 
              He 
                
                
                
                pisado en el lagar yo solo, y no había conmigo nadie de las 
                
                
                
                gentes. Los he pisado en mi furor y los he hollado en mi ira, y 
                
                
                
                su jugo ha salpicado mis vestiduras y he manchado todas mis ropas.   | 
             
            
              4  | 
              Porque 
                
                
                
                estaba en mi corazón el día de la venganza, y llegaba 
                
                
                
                el año de mis redimidos.   | 
             
            
              5   | 
              Miré, 
                
                
                
                y no había quien ayudara; me maravillé de que no hubiera 
                
                
                
                quien (me) apoyase,  | 
             
            
              6   | 
              y 
                
                
                
                salvóme mi brazo, y me sostuvo mi furor, y aplasté 
                
                
                
                a los pueblos en mi ira y los embriagué en mi furor, derramando 
                
                
                
                en la tierra su jugo.  | 
             
            
              7   | 
              Cantaré 
                
                
                
                las misericordias de Yavé, las alabanzas de Yavé, 
                
                
                
                todo lo que ha hecho con nosotros, lleno de bondad para la casa 
                
                
                
                de Israel; lo que ha hecho por nosotros en su misericordia y conforme 
                
                
                
                a la muchedumbre de sus gracias.   | 
             
            
              8   | 
              Dijo: 
                
                
                
                Ciertamente son mi pueblo, son hijos que no engañarán. 
                
                
                
                Y fue su Salvador   | 
             
            
              9  | 
              en 
                
                
                
                todas sus angustias. No fue un mensajero, un ángel; su faz 
                
                
                
                misma los salvó; en su amor y clemencia, El mismo los rescató, 
                
                
                
                y los soportó y sostuvo todos los días de la antigüedad.   | 
             
            
              10  | 
              Pero 
                
                
                
                ellos se rebelaron y contristaron su santo espíritu, y se 
                
                
                
                les cambió en enemigo y combatió contra ellos.  | 
             
            
              11   | 
              Entonces 
                
                
                
                su pueblo se acordó de los días antiguos de Moisés. 
                
                
                
                ¿Dónde está el que los sacó del mar, 
                
                
                
                el pastor de su rebaño? ¿Dónde el que puso 
                
                
                
                en medio de él su santo espíritu?   | 
             
            
              12  | 
              ¿El 
                
                
                
                que hizo marchar a la diestra de Moisés su brazo glorioso; 
                
                
                
                el que delante de ellos hendió las aguas, haciéndose 
                
                
                
                así un renombre eterno;  | 
             
            
              13  | 
              el 
                
                
                
                que los condujo por los abismos como a caballo por el desierto, 
                
                
                
                sin que tropezaran?  | 
             
            
              14  | 
              Como 
                
                
                
                a la bestia que desciende al valle, el espíritu de Yavé 
                
                
                
                los hizo reposar. Así condujiste tú a tu pueblo para 
                
                
                
                forjarte un renombre glorioso.  | 
             
            
              15  | 
              Mira 
                
                
                
                desde los cielos y ve desde tu morada santa y gloriosa. ¿Dónde 
                
                
                
                está tu celo y tu fortaleza, la emoción de tus entrañas? 
                
                
                
                ¿y tus misericordias hacia mí se han contenido?   | 
             
            
              | 16 | 
              Porque 
                
                
                
                tú eres nuestro padre, pues Abraham no nos conoce ni Israel 
                
                
                
                nos reconoce, pero tú eres, ¡oh Yahvé! nuestro 
                
                
                
                Padre, y “Redentor nuestro” es tu nombre desde la eternidad.   | 
             
            
              | 17 | 
              ¿Por 
                
                
                
                qué, ¡oh Yavé! nos dejas errar fuera de tus 
                
                
                
                caminos y endureces nuestro corazón contra tu temor? Vuélvete 
                
                
                
                por amor de tus siervos, de las tribus de tu heredad.   | 
             
            
              | 18 | 
              ¿Por 
                
                
                
                qué han ultrajado los impíos tu Santo, nuestros enemigos 
                
                
                
                han hollado tu santuario?   | 
             
            
              | 19 | 
               Somos desde mucho ha como aquellos sobre los que no dominas, sobre 
                
                
                
                los que no es invocado tu nombre. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               64  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              1  | 
              ¡Oh 
                
                
                
                si rasgaras los cielos y bajaras, de suerte que los montes se estremecieran 
                
                
                
                ante ti,   | 
             
            
              2  | 
              como 
                
                
                
                fuego abrasador que quema la leña seca, como fuego que hace 
                
                
                
                hervir el agua! Para dar a conocer a tus enemigos tu nombre y hacer 
                
                
                
                temblar a los pueblos gentiles ante ti   | 
             
            
              3   | 
              al 
                
                
                
                hacer tus inesperados prodigios. (Descendiste y ante ti se tambalearon 
                
                
                
                las montañas)   | 
             
            
              4  | 
              de 
                
                
                
                que no se oyó jamás. Ni oyeron oídos, ni ojos 
                
                
                
                vieron Dios, fuera de ti, que (así) obrara con los que en 
                
                
                
                él confían.   | 
             
            
              5   | 
              Tú 
                
                
                
                te adelantas a los que obran justiciay se acuerdan de tus caminos. 
                
                
                
                He aquí que te irritaste, pues hemos pecado, por nuestra 
                
                
                
                infidelidad y nuestra defección.  | 
             
            
              6   | 
              Todos 
                
                
                
                nosotros fuimos impuros, y toda nuestra justicia es como vestido 
                
                
                
                inmundo, y nos marchitamos como hojas todos nosotros, y nuestras 
                
                
                
                iniquidades como viento nos arrastran.  | 
             
            
              7   | 
              Y 
                
                
                
                nadie invoca tu nombre ni despierta para unirse a ti. Porque has 
                
                
                
                ocultado tu rostro de nosotros y nos has entregado a nuestras iniquidades.  | 
             
            
              8   | 
              Mas 
                
                
                
                ahora, ¡oh Yavé!, tú eres nuestro Padre; nosotros 
                
                
                
                somos la arcilla, y tú nuestro alfarero, todos somos obra 
                
                
                
                de tus manos.   | 
             
            
              9  | 
              ¡Oh 
                
                
                
                Yavé! no te irrites demasiado, no estés siempre acordándote 
                
                
                
                de la iniquidad. Ve, mira que todos nosotros somos tu pueblo.  | 
             
            
              10  | 
              Tus 
                
                
                
                ciudades santas están hechas un desierto, Sión es 
                
                
                
                una estepa, Jerusalén un lugar asolado.   | 
             
            
              11   | 
              Nuestro 
                
                
                
                santo y magnífico templo, donde te alababan nuestros padres, 
                
                
                
                ha sido presa del fuego. Todas nuestras cosas queridas están 
                
                
                
                en ruinas.   | 
             
            
              12  | 
               Y ante todo esto, ¿vas a contenerte, ¡oh Yavé! 
                
                
                
                vas a callarte para humillarnos del todo? 
                | 
             
            
              |   | 
               | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               65  | 
             
            
              |   | 
              Respuesta 
                
                
                
                de Yavé   | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              Déjeme 
                
                
                
                consultar por los que no me interrogaban, déjeme hallar por 
                
                
                
                los que no me buscaban. Yo decía: Heme aquí, heme 
                
                
                
                aquí, a gente que no invocaba mi nombre.   | 
             
            
              2  | 
              Todo 
                
                
                
                el día tendía yo mis manos a un pueblo rebelde, que 
                
                
                
                iba por caminos malos, en pos de sus pensamientos.   | 
             
            
              3   | 
              Un 
                
                
                
                pueblo que me provocaba a ira descaradamente y sin cesar, sacrificando 
                
                
                
                en los huertos y quemando incienso sobre ladrillos;  | 
             
            
              4  | 
              que 
                
                
                
                va a sentarse en los sepulcros y pasa la noche en lugares secretos; 
                
                
                
                que come carne de puerco, y en cuyas ollas hay manjares inmundos;   | 
             
            
              5   | 
              que 
                
                
                
                dice: Quédate aquí, no te llegues a mí, que 
                
                
                
                te santificaría. Es como humo en mis narices, fuego encendido 
                
                
                
                todo el día.   | 
             
            
              6   | 
              He 
                
                
                
                aquí que está escrito delante de mí, y no callaré 
                
                
                
                sin darles su paga y retribuirles con medida colmada.   | 
             
            
              7   | 
              Vuestras 
                
                
                
                iniquidades y las iniquidades de vuestros padres, dice Yavé, 
                
                
                
                que quemaron incienso en los montes y me ultrajaron en los collados. 
                
                
                
                Yo les mediré en el seno el salario de sus obras pasadas.  | 
             
            
              8   | 
              Así 
                
                
                
                dice Yavé: Como cuando hay jugo en un racimo se dice: No 
                
                
                
                lo eches a perder, que hay en él bendición, así 
                
                
                
                haré yo por amor de mis siervos: no los destruiré 
                
                
                
                del todo,  | 
             
            
              9  | 
              sino 
                
                
                
                que sacaré de Jacob una progenie, y de Judá un heredero 
                
                
                
                de mis montes, y los habitarán mis elegidos y morarán 
                
                
                
                allí mis siervos.  | 
             
            
              10  | 
              Y 
                
                
                
                será Sarón prado para los carneros, y el valle de 
                
                
                
                Acor dehesa para los bueyes del pueblo que me ha buscado.  | 
             
            
              11   | 
              Pero 
                
                
                
                vosotros, los que dejáis a Yavé y olvidáis 
                
                
                
                mi santo monte, los que aderezáis mesa para Gad y llenáis 
                
                
                
                la copa para Meni,   | 
             
            
              12  | 
              os 
                
                
                
                destinaré a la espada, y todos sucumbiréis a la matanza, 
                
                
                
                porque, cuando os llamaba, no me respondisteis, y cuando os hablaba 
                
                
                
                no me escuchasteis; hacíais lo que es malo a mis ojos y elegíais 
                
                
                
                lo que me desagradaba.  | 
             
            
              13  | 
              Por 
                
                
                
                eso dice el Señor, Yavé: He aquí que mis siervos 
                
                
                
                comerán, y vosotros tendréis hambre. Mis siervos beberán, 
                
                
                
                y vosotros tendréis sed. Mis siervos cantarán, gozarán, 
                
                
                
                y vosotros seréis confundidos.  | 
             
            
              14  | 
              Mis 
                
                
                
                siervos cantarán, lleno de júbilo el corazón; 
                
                
                
                pero vosotros gemiréis con el corazón dolorido y aullaréis 
                
                
                
                con el espíritu quebrantado.   | 
             
            
              15  | 
              Dejaréis 
                
                
                
                vuestro nombre como maldición para mis elegidos: “El 
                
                
                
                Señor, Yavé, te mate,” y a sus siervos les dará 
                
                
                
                otro nombre.   | 
             
            
              | 16 | 
              Todo 
                
                
                
                el que en la tierra quiera bendecirse, se bendecirá en el 
                
                
                
                Dios fiel. Todo el que en la tierra jurare, jurará por el 
                
                
                
                nombre del Dios fiel, pues las angustias pasadas se darán 
                
                
                
                al olvido y estarán ocultas a mis ojos.  | 
             
            
              | 17 | 
              Porque 
                
                
                
                he aquí que voy a crear unos cielos nuevos y una tierra nueva, 
                
                
                
                y ya no se recordará lo pasado ni vendrá más 
                
                
                
                a la mente.   | 
             
            
              | 18 | 
              Sino 
                
                
                
                que se gozarán en gozo y alegría eterna de lo que 
                
                
                
                voy a crear yo, porque he aquí que voy a crear para Jerusalén 
                
                
                
                alegría, y para su pueblo gozo.   | 
             
            
              | 19 | 
              Y 
                
                
                
                será Jerusalén mi alegría, y mi pueblo mi gozo, 
                
                
                
                y no se oirán más en ella llantos ni clamores.   | 
             
            
              | 20 | 
              No 
                
                
                
                habrá allí niño de pocos días, ni viejo 
                
                
                
                que no cumpla los suyos, pues el más joven morirá 
                
                
                
                a los cien años, y no llegar a los cien años será 
                
                
                
                tenido por maldición.  | 
             
            
              | 21 | 
              Construirán 
                
                
                
                casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán 
                
                
                
                su fruto.   | 
             
            
              | 22 | 
              No 
                
                
                
                edificarán para que habite otro, no plantarán para 
                
                
                
                que coma otro. Porque según los días de los árboles 
                
                
                
                serán los días de mi pueblo, y mis elegidos consumirán 
                
                
                
                la obra de sus manos.   | 
             
            
              | 23   | 
              No 
                
                
                
                se afanarán en vano ni parirán para una muerte prematura, 
                
                
                
                pues serán la progenie bendita de Yavé, ellos y sus 
                
                
                
                descendientes.  | 
             
            
              | 24 | 
              Y 
                
                
                
                sucederá que antes que ellos llamen, responderé yo; 
                
                
                
                todavía no habrán acabado de hablar, y ya les habré 
                
                
                
                escuchado.  | 
             
            
              | 25 | 
              El 
                
                
                
                lobo y el cordero pacerán juntos; el león, como el 
                
                
                
                buey, comerá paja, y la serpiente comerá polvo. No 
                
                
                
                se hará mal ni corrupción en todo mi monte santo, 
                
                
                
                dice Yavé. 
                | 
             
            
              |   | 
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
               66  | 
             
            
              |   | 
              La 
                
                
                
                nueva Jerusalén, de la que serán excluídos 
                
                
                
                los malvados   | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              Así 
                
                
                
                dice Yavé: El cielo es mi trono, y la tierra el escabel de 
                
                
                
                mis pies. ¿Qué casa podrías edificarme? ¿En 
                
                
                
                qué lugar moraría yo?  | 
             
            
              2  | 
              Todo 
                
                
                
                eso, mis manos lo hicieron; todo esto es mío, dice Yavé. 
                
                
                
                Y a éste es al que yo miro: al humilde y abatido de espíritu, 
                
                
                
                al que tiembla ante mi palabra.  | 
             
            
              3   | 
              Hay 
                
                
                
                quien sacrifica un buey y mata un hombre, quien inmola un cordero 
                
                
                
                y desnuca un perro, quien presenta en ofrenda sangre de puerco, 
                
                
                
                quien quema incienso y se postra ante un ídolo. Así 
                
                
                
                como ellos eligen sus caminos y en sus abominaciones se complace 
                
                
                
                su alma,   | 
             
            
              4  | 
              así 
                
                
                
                yo me complaceré en sus calamidades, y traeré sobre 
                
                
                
                ellos lo que se temen. Porque llamé, y nadie me respondió; 
                
                
                
                hablé, y nadie me escuchó. Hicieron lo que era malo 
                
                
                
                a mis ojos y escogieron lo que a mí desagradaba.  | 
             
            
              5   | 
              Oíd 
                
                
                
                la palabra de Yavé vosotros los que teméis su palabra: 
                
                
                
                Han dicho vuestros hermanos, los que os aborrecen y os niegan por 
                
                
                
                causa de mi nombre: “¡Que haga Yavé muestra de 
                
                
                
                su gloria, para que veamos vuestro contento!” Pero han de 
                
                
                
                ser confundidos.  | 
             
            
              6   | 
              Voces, 
                
                
                
                alborotos de la ciudad, voces que salen del templo. Es la voz de 
                
                
                
                Yavé, que da a sus enemigos el pago merecido.   | 
             
            
              7   | 
              Antes 
                
                
                
                de ponerse de parto ha parido; antes de que la sobrevinieran los 
                
                
                
                dolores dio a luz un varón.  | 
             
            
              8   | 
              ¿Quién 
                
                
                
                oyó cosa semejante? ¿Quién vio nunca tal? ¿Es 
                
                
                
                dado a luz un país en un día? ¿Una nación 
                
                
                
                nace toda de una vez ? Pues apenas ha sentido los dolores, ya Sión 
                
                
                
                ha parido a sus hijos.  | 
             
            
              9  | 
              ¿Voy 
                
                
                
                yo a abrir el seno materno para que no haya alumbramiento? dice 
                
                
                
                Yavé. ¿Voy yo, el que hace parir, a cerrarlo? dice 
                
                
                
                tu Dios.  | 
             
            
              10  | 
              Alegraos 
                
                
                
                con Jerusalén y regocijaos con ella todos los que la amáis. 
                
                
                
                Llenaos con ella de alegría los que con ella hicisteis duelo.   | 
             
            
              11   | 
              Para 
                
                
                
                mamar hasta saciaros del pecho de sus consolaciones, para mamar 
                
                
                
                en delicia de los pechos de su gloria.   | 
             
            
              12  | 
              Porque 
                
                
                
                así dice Yavé: He aquí que voy a derramar sobre 
                
                
                
                ella la paz como río y la gloria de las naciones como torrente 
                
                
                
                desbordado. Y sus niños de pecho serán llevados a 
                
                
                
                la cadera y acariciados sobre las rodillas.   | 
             
            
              13  | 
              Como 
                
                
                
                cuando a uno le consuela su madre, así yo os consolaré 
                
                
                
                a vosotros, y en Jerusalén seréis consolados.  | 
             
            
              14  | 
              Y 
                
                
                
                vosotros lo veréis, y latirá de gozo vuestro corazón, 
                
                
                
                y vuestros huesos reverdecerán como la hierba. La mano de 
                
                
                
                Yavé se dará a conocer a sus siervos, y (su) furor 
                
                
                
                a sus enemigos.  | 
             
            
              15  | 
              Porque 
                
                
                
                he aquí que llega Yavé en fuego, y es su carro un 
                
                
                
                torbellino, para tornar su ira en incendio, y sus amenazas en llamas 
                
                
                
                de fuego.   | 
             
            
              | 16 | 
              Porque 
                
                
                
                va Yavé a juzgar por el fuego, y por la espada a toda carne, 
                
                
                
                y caerán muchos a los golpes de Yavé.  | 
             
            
              | 17 | 
              Los 
                
                
                
                que se santifican y purifican para ir a los jardines tras uno que 
                
                
                
                está en medio, que comen carne de puerco y manjares abominables 
                
                
                
                y ratas, juntamente perecerán, dice Yavé.  | 
             
            
              | 18 | 
              Yo 
                
                
                
                conozco sus obras y sus pensamientos. Y vendré para reunir 
                
                
                
                a todos los pueblos y lenguas, que vendrán para ver mi gloria.  | 
             
            
              | 19 | 
              Yo 
                
                
                
                les daré una señal, y mandaré sobrevivientes 
                
                
                
                de ellos a Tarsis, a las naciones de Put, de Lud, de Mosoc, de Ros, 
                
                
                
                de Tubal y de Yaván, de las islas lejanas, que no han oído 
                
                
                
                nunca mi nombre y no han visto mi gloria, y pregonarán mi 
                
                
                
                gloria entre las naciones.   | 
             
            
              | 20 | 
              Y 
                
                
                
                de todas las naciones traerán a vuestros hermanos ofrendas 
                
                
                
                a Yavé en caballos, en carros, en literas, en mulos y en 
                
                
                
                dromedarios, a mi monte santo, a Jerusalén, dice Yavé, 
                
                
                
                como traen los hijos de Israel la oblación en vasos puros 
                
                
                
                al templo de Yavé.  | 
             
            
              | 21 | 
              Y 
                
                
                
                también yo elegiré de entre ellos sacerdotes y levitas, 
                
                
                
                dice Yavé.   | 
             
            
              | 22 | 
              Porque 
                
                
                
                así como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo voy a 
                
                
                
                crear subsistirán ante mí, dice Yavé, así 
                
                
                
                subsistirá vuestra progenie y vuestro nombre,  | 
             
            
              | 23   | 
              y 
                
                
                
                de novilunio en novilunio, de sábado en sábado, toda 
                
                
                
                carne vendrá a prosternarse ante mí, dice Yavé,   | 
             
            
              | 24 | 
              y 
                
                
                
                al salir verán los cadáveres de los que se rebelaron 
                
                
                
                contra mí, cuyo gusano nunca morirá y cuyo fuego no 
                
                
                
                se apagará, y serán horror a toda carne.  | 
             
            
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