|   | 
      
        
        
          
            
              |   | 
              CUARTE 
                
                
                
                PARTE 
                | 
             
            
              |   | 
              JUICIO 
                
                
                
                SOBRE SAMARIA Y JERUSALÉN   | 
             
            
               | 
              28  | 
             
            
              |   | 
              Contra 
                
                
                
                Samaria y Jerusalén  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              ¡Ay 
                
                
                
                de la corona soberbia de los ebrios de Efraím y de la flor 
                
                
                
                marchita de su esplendoroso ornato, que (se alza) sobre la cima 
                
                
                
                del fértil valle, de los que se atracan de vino.   | 
             
            
              2  | 
              He 
                
                
                
                aquí que el Señor dispone de un fuerte y poderoso, 
                
                
                
                como turbonada de granizo, como huracán devastador, como 
                
                
                
                chaparrón impetuoso de aguas torrenciales, que derriba a 
                
                
                
                tierra con violencia.   | 
             
            
              3   | 
              Será 
                
                
                
                hollada con los pies en la corona soberbia de los ebrios de Efraím,  | 
             
            
              4  | 
              y 
                
                
                
                la flor marchita de su esplendoroso ornato, que (se alza) sobre 
                
                
                
                la cima del fértil valle, será como breva tempranera 
                
                
                
                que se adelanta a la cosecha, que, en viéndola, apenas se 
                
                
                
                la tiene en la mano, se la traga.  | 
             
            
              5   | 
              En 
                
                
                
                aquel día Yavé de los ejércitos será 
                
                
                
                corona de gloria y diadema de hermosura para las reliquias de su 
                
                
                
                pueblo,   | 
             
            
              6   | 
              espíritu 
                
                
                
                de juicio para el que se sienta en juicio, y de valentía 
                
                
                
                para los que rechazan la batalla hasta la puerta.  | 
             
            
              7   | 
              Y 
                
                
                
                también ellos se tambalean por el vino y vacilan por los 
                
                
                
                licores. Sacerdotes y profetas se tambalean por los licores, se 
                
                
                
                ahogan en vino, titubean por los licores, vacilan por las bebidas 
                
                
                
                fuertes, se tambalean en la visión, tropiezan en los juicios.  | 
             
            
              8   | 
              Porque 
                
                
                
                todas las mesas están llenas de vómitos e inmundicias, 
                
                
                
                no hay lugar para más.  | 
             
            
              9  | 
              ¿A 
                
                
                
                quién va a enseñar ciencia y a quién hará 
                
                
                
                entender los oráculos? 3 ¿A los recién destetados, 
                
                
                
                a los arrancados de los pechos?   | 
             
            
              10  | 
              Porque: tsaw latsaw, tsaw latsaw, qaw laqaw, qaw laqaw, zer sham, zer 
                
                
                
                sham.   | 
             
            
              11   | 
              Pues 
                
                
                
                por balbucientes de labios y con lengua extranjera hablará 
                
                
                
                a este pueblo.  | 
             
            
              12  | 
              Aquel 
                
                
                
                que les dijo: Este es el reposo, dad reposo al fatigado, y éste 
                
                
                
                es el descanso; pero no quisieron escuchar,  | 
             
            
              13  | 
              y 
                
                
                
                será para ellos palabra de Yahvé: tsaw latsaw, 
                  
                  
                  
                  tsaw latsaw, qaw laqaw, qaw laqaw, zer sham, zer sham, para 
                
                
                
                que anden y caigan de espaldas y sean quebrantados, tomados en el 
                
                
                
                lazo y aprisionados.  | 
             
            
              14  | 
              Oíd, 
                
                
                
                pues, burlones, la palabra de Yavé; dominadores de este pueblo 
                
                
                
                que está en Jerusalén.   | 
             
            
              15  | 
              Porque 
                
                
                
                dijisteis: Hemos hecho pacto con la muerte, nos hemos concertado 
                
                
                
                con el seol; el azote desencadenado pasará sin llegar a nosotros, 
                
                
                
                porque nos hemos hecho de la mentira abrigo, de la perfidia refugio.   | 
             
            
              | 16 | 
              Por 
                
                
                
                eso dice el Señor, Yavé: He aquí que he puesto 
                
                
                
                en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, piedra 
                
                
                
                angular, de precio, sólidamente asentada; el que en ella 
                
                
                
                se apoye no titubeará.  | 
             
            
              | 17 | 
              Y 
                
                
                
                del derecho haré regla, y de la justicia haré nivel. 
                
                
                
                Y la granizada echará abajo el abrigo de la mentira, y las 
                
                
                
                aguas torrenciales inundarán el refugio.  | 
             
            
              | 18 | 
              Vuestro 
                
                
                
                pacto con la muerte será roto, y vuestra convención 
                
                
                
                con el seol no subsistirá; cuando el azote desencadenado 
                
                
                
                pase, os aplastará;   | 
             
            
              | 19 | 
              siempre 
                
                
                
                que pase, os tomará y pasará todas las mañanas, 
                
                
                
                de día y de noche, y su espantoso terror os servirá 
                
                
                
                de lección.   | 
             
            
              | 20 | 
              Porque 
                
                
                
                la cama será corta para estirarse, y la manta demasiado estrecha 
                
                
                
                para envolverse.  | 
             
            
              | 21 | 
              Porque 
                
                
                
                se alzará Yavé como en el monte de Perasim, y rugirá 
                
                
                
                la cólera como en el valle de Gabaón, para realizar 
                
                
                
                su obra, obra extraordinaria; para hacer su obra, obra inaudita.  | 
             
            
              | 22 | 
              Y 
                
                
                
                ahora no os burléis, no sea que se aprieten vuestras ataduras, 
                
                
                
                pues decretada está la ruina sobre toda la tierra. Yo se 
                
                
                
                lo he oído al Señor, Yavé de los ejércitos.  | 
             
            
              | 23   | 
              Atended 
                
                
                
                y oíd mi voz, prestad atención y oíd mi palabra:   | 
             
            
              | 24 | 
              ¿Acaso 
                
                
                
                está el labrador arando todo el día para sembrar, 
                
                
                
                abriendo y rastrillando su tierra?   | 
             
            
              | 25 | 
              Después 
                
                
                
                de allanar la superficie, ¿no siembra la neguilla o esparce 
                
                
                
                el comino, o echa el trigo en líneas o la cebada en su sitio 
                
                
                
                y la avena en sus lindes?  | 
             
            
              | 26 | 
              Su 
                
                
                
                Dios le instruye y le enseña cómo ha de hacer.   | 
             
            
              | 27 | 
              Pues 
                
                
                
                no se trilla la neguilla con el trillo ni se hace pasar sobre el 
                
                
                
                comino la rueda de la carreta, sino que la neguilla se bate con 
                
                
                
                el palo, y el comino se bate con la vara.  | 
             
            
              | 28 | 
              Y 
                
                
                
                el trigo, ¿se muele acaso? No, es pisado sin cesar, se hace 
                
                
                
                pasar sobre él la rueda de su carro, pero no se muele.  | 
             
            
              | 29 | 
              También 
                
                
                
                esto proviene de Yavé de los ejércitos, cuyo consejo 
                
                
                
                es admirable y cuya sabiduría es grande. 
                | 
             
            
              
  | 
                
                | 
             
          
                 
        
          
            
               | 
              29  | 
             
            
              |   | 
              Castigo 
                
                
                
                de Jerusalén  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              ¡Ay 
                
                
                
                de Ariel, Ariel, ciudad donde acampó David! Añadid 
                
                
                
                a un año otro año, sigan las fiestas su giro.  | 
             
            
              2  | 
              Yo 
                
                
                
                oprimiré a Ariel, y habrá llantos y gemidos, y será 
                
                
                
                para mí como un Ariel.  | 
             
            
              3   | 
              Y acamparé 
                
                
                
                en círculo contra ti, te cercaré de trincheras y alzaré 
                
                
                
                baluartes contra ti,  | 
             
            
              4  | 
              y, 
                
                
                
                humillada, desde la tierra hablarás, y desde el polvo surgirá 
                
                
                
                tu palabra. Y sucederá que de la tierra saldrá tu 
                
                
                
                voz como la de un fantasma, y del polvo tu palabra como un murmullo.   | 
             
            
              5   | 
              Y será 
                
                
                
                la muchedumbre de tus enemigos como fino polvo; la turba de tus 
                
                
                
                tiranos, como paja que vuela, y vendrá esto de repente, en 
                
                
                
                un momento.   | 
             
            
              6   | 
              Serás 
                
                
                
                visitada de parte de Yavé de los ejércitos con truenos, 
                
                
                
                estruendo y gran ruido, con huracán, tempestad y llama de 
                
                
                
                fuego devorador.   | 
             
            
              7   | 
              Y será 
                
                
                
                como un sueño, como visión nocturna, la muchedumbre 
                
                
                
                de naciones que combaten a Ariel, que le atacan y embisten su fortaleza 
                
                
                
                y la estrechan de cerca.  | 
             
            
              8   | 
              como 
                
                
                
                el hambriento sueña que come, y despierta y está vacía 
                
                
                
                su alma; como sueña que bebe el sediento, y se despierta 
                
                
                
                desfallecido, y su alma sedienta, lo mismo sucederá a la 
                
                
                
                muchedumbre de todas las naciones que pelean contra el monte de 
                
                
                
                Sión.  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              |   | 
              Ceguera 
                
                
                
                del pueblo   | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              9  | 
              Espantaos, 
                
                
                
                asombraos, ofuscaos y cegaos; embriagaos, pero no de vino; bamboleaos, 
                
                
                
                pero no por los licores.   | 
             
            
              10  | 
              Porque 
                
                
                
                derramó Yavé sobre vosotros un espíritu de 
                
                
                
                letargo, y cierran vuestros ojos los profetas y velan vuestras cabezas 
                
                
                
                los videntes.  | 
             
            
              11   | 
              Y toda 
                
                
                
                revelación es para vosotros como palabras de libro sellado 
                
                
                
                que se da a leer a quien sabe leer, diciéndole: “Lee, 
                
                
                
                por favor, esto,” y responde: “No puedo, el libro está 
                
                
                
                sellado.”   | 
             
            
              12  | 
              O se 
                
                
                
                da el libro a quien no sabe leer, diciéndole: “Lee, 
                
                
                
                por favor,” y responde: “No sé leer.”  | 
             
            
              13  | 
              Y el 
                
                
                
                Señor dice: Pues este pueblo se me acerca sólo de 
                
                
                
                palabra y me honra sólo con los labios, mientras que su corazón 
                
                
                
                está lejos de mí, y su temor de mí no es sino 
                
                
                
                un mandamiento humano aprendido.   | 
             
            
              14  | 
              Por 
                
                
                
                eso he aquí que voy a hacer nuevamente con este pueblo extraordinarios 
                
                
                
                prodigios, y la sabiduría de sus sabios perecerá, 
                
                
                
                y la sagacidad de sus prudentes se eclipsará.  | 
             
            
              15  | 
              ¡Ay 
                
                
                
                de los que buscan lo profundo para encubrir sus designios! ¡Ay 
                
                
                
                de los que se esconden de Yavé, queriendo encubrir sus pensamientos 
                
                
                
                y para sus obras buscan las tinieblas! y dicen: ¿Quién 
                
                
                
                nos ve? ¿Quién nos conoce?  | 
             
            
              | 16 | 
              ¡Qué 
                
                
                
                perversidad la vuestra! ¿Es que ha de considerarse como arcilla 
                
                
                
                el alfarero, de suerte que diga la obra a su hacedor: No me has 
                
                
                
                hecho tú, y la vasija al alfarero: No entiende?  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              |   | 
              Promesas 
                
                
                
                de salud  | 
             
            
              |   | 
               | 
             
            
              | 17 | 
              ¿Es 
                
                
                
                que en breve tiempo el Líbano no se convertirá en 
                
                
                
                vergel, y el vergel será tenido por bosque?  | 
             
            
              | 18 | 
              Y los 
                
                
                
                sordos oirán aquel día las palabras del libro, y los 
                
                
                
                ciegos verán sin oscuridad y sin tinieblas.   | 
             
            
              | 19 | 
              Y los 
                
                
                
                humildes volverán a tener alegría en Yavé, 
                
                
                
                y los pobres entre los hombres se gozarán en el Santo de 
                
                
                
                Israel.   | 
             
            
              | 20 | 
              Porque 
                
                
                
                se acabaron los tiranos, se terminaron los mofadores y fueron aniquilados 
                
                
                
                los que se iban tras la iniquidad,   | 
             
            
              | 21 | 
              los 
                
                
                
                que por una palabra culpaban a un hombre, y ponían asechanzas 
                
                
                
                al que juzga en la puerta y daban de lado al justo por nada.  | 
             
            
              | 22 | 
              por 
                
                
                
                eso el que redimió a Abraham, Yavé, dice a la casa 
                
                
                
                de Jacob: Ahora no será confundido Jacob, ya no palidecerá 
                
                
                
                su rostro.   | 
             
            
              | 23   | 
              Pues 
                
                
                
                cuando vea a sus hijos, la obra de mis manos, en medio de él, 
                
                
                
                santificarán mi nombre, y pregonarán santo al Santo 
                
                
                
                de Jacob, y temerán al Dios de Israel.   | 
             
            
              | 24 | 
               Y los 
                
                
                
                de alma descarriada aprenderán la sabiduría, y los 
                
                
                
                murmuradores aprenderán la doctrina. 
                | 
             
            
              
  | 
                
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
              30  | 
             
            
              |   | 
              Contra 
                
                
                
                la política humana  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              ¡Ay 
                
                
                
                de los hijos rebeldes, dice Yavé, que toman consejo, pero 
                
                
                
                no de mí; que derraman libaciones, pero no según mi 
                
                
                
                espíritu, añadiendo pecados a pecados!  | 
             
            
              2  | 
              Toman 
                
                
                
                el camino para bajar a Egipto sin haber consultado a mi boca, para 
                
                
                
                refugiarse al amparo del faraón, para abrigarse a la sombra 
                
                
                
                de Egipto.  | 
             
            
              3   | 
              Pero 
                
                
                
                el amparo del faraón será vuestra vergüenza, 
                
                
                
                y el abrigo a la sombra de Egipto será vuestra confusión,   | 
             
            
              4  | 
              pues 
                
                
                
                cuando estén sus príncipes en Zoán y lleguen 
                
                
                
                sus embaj adores a Janes,  | 
             
            
              5   | 
              todos 
                
                
                
                quedarán burlados por el pueblo, que de nada les servirá, 
                
                
                
                ni podrá socorrerlos ni ayudarlos, mas será su vergüenza 
                
                
                
                y su ignominia.  | 
             
            
              6   | 
              Oráculo 
                
                
                
                de las bestias del Negueb: A través de una tierra de angustia 
                
                
                
                y de tribulación, de donde salen el león y la leona, 
                
                
                
                la víbora y el dragón volador. Llevan a lomo de asnos 
                
                
                
                sus riquezas, y sobre la giba de los camellos sus tesoros, para 
                
                
                
                un pueblo que de nada sirve.   | 
             
            
              7   | 
              Porque 
                
                
                
                el socorro de Egipto no es más que vanidad y nada; por eso 
                
                
                
                le llamo: Rahab que está tranquilo.  | 
             
            
              8   | 
              Ve, 
                
                
                
                pues, y escribe en una tableta ante ellos, y consígnalo en 
                
                
                
                un libro, para que sea en los tiempos venideros perpetuo y eterno 
                
                
                
                testimonio.  | 
             
            
              9  | 
              Porque 
                
                
                
                éste es un pueblo rebelde, hijos fementidos que no quieren 
                
                
                
                escuchar la ley de Yavé.   | 
             
            
              10  | 
              Que 
                
                
                
                dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos 
                
                
                
                profeticéis cosas rectas; decidnos cosas halagüeñas, 
                
                
                
                profetizadnos mentiras,   | 
             
            
              11   | 
              apartaos 
                
                
                
                del camino, quitaos del sendero, dejad de poner a nuestra vista 
                
                
                
                el Santo de Israel.  | 
             
            
              12  | 
              Por 
                
                
                
                eso así dice el Santo de Israel: Ya que rechazáis 
                
                
                
                esta palabra y confiáis en iniquidades y falsedades y en 
                
                
                
                ellas os apoyáis,   | 
             
            
              13  | 
              por 
                
                
                
                eso será para vosotros esta iniquidad como grieta que va 
                
                
                
                a caerse, joroba en alto muro, cuyo derrumbamiento llega de repente, 
                
                
                
                en un instante,   | 
             
            
              14  | 
              y 
                
                
                
                se rompe como sin piedad se rompe una vasija de alfarero, hasta 
                
                
                
                no quedar siquiera un tejón para sacar fuego del hogar o 
                
                
                
                para sacar agua de la cisterna.  | 
             
            
              15  | 
              Porque 
                
                
                
                así dice el Señor, Yavé, el Santo de Israel: 
                
                
                
                En la conversión y la quietud está vuestra salvación, 
                
                
                
                y la quietud y la confianza serán vuestra fuerza;   | 
             
            
              | 16 | 
              pero 
                
                
                
                no habéis querido, y habéis dicho: No, huiremos en 
                
                
                
                caballos (por eso huiréis), y sobre ligeros (corceles) cabalgaremos. 
                
                
                
                Por eso correrán veloces vuestros perseguidores.   | 
             
            
              | 17 | 
              (Huirán) 
                
                
                
                mil ante la amenaza de uno solo. Huiréis amenazados por cinco, 
                
                
                
                hasta quedar como un mástil sobre la cumbre de un monte y 
                
                
                
                como una bandera sobre una colina.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Bendiciones 
                
                
                
                del Señor sobre Judá  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              | 18 | 
              Por 
                
                
                
                eso os está esperando Yavé para haceros gracia, y 
                
                
                
                se levanta para tener misericordia de vosotros, porque es Yavé 
                
                
                
                Dios justo, y bienaventurados cuantos en El esperan.   | 
             
            
              | 19 | 
              Porque, 
                
                
                
                pueblo de Sión, habitantes de Jerusalén, ya no llorarás 
                
                
                
                más. Te hará gracia a la voz de tu clamor; al oírte 
                
                
                
                te responderá.  | 
             
            
              | 20 | 
              Y 
                
                
                
                el Señor os dará a comer el pan de la angustia y el 
                
                
                
                agua de congoja. Ya no se ocultarán tus maestros, sino que 
                
                
                
                con tus ojos los verás,  | 
             
            
              | 21 | 
              y 
                
                
                
                oirás con tus oídos una palabra detrás de ti 
                
                
                
                diciendo: Ese es el camino; anda por él cuando vayáis 
                
                
                
                por la derecha o por la izquierda.   | 
             
            
              | 22 | 
              Tendréis 
                
                
                
                entonces como inmundicia la plata que cubre vuestros ídolos 
                
                
                
                y el oro que decora vuestras imágenes, y las tiraréis 
                
                
                
                como cosa inmunda, diciendo: ¡Fuera!  | 
             
            
              | 23   | 
              Entonces 
                
                
                
                te dará El la lluvia para la simiente que siembras en la 
                
                
                
                tierra, y el pan que la tierra produzca será suculento y 
                
                
                
                nutritivo. Entonces pacerán tus ganados en pastos pingües,   | 
             
            
              | 24 | 
              y 
                
                
                
                los bueyes y los asnos que labran la tierra comerán forraje 
                
                
                
                salado, aventado y bieldado. 
                | 
             
            
              | 25 | 
              Entonces, 
                
                
                
                en todo monte alto y en todo collado elevado, habrá arroyos 
                
                
                
                y corrientes de aguas al tiempo de la gran matanza, de la caída 
                
                
                
                de las torres.   | 
             
            
              | 26 | 
              Y 
                
                
                
                será entonces la luz de la luna como la luz del sol, y la 
                
                
                
                luz del sol siete veces (mayor), como la luz de siete días, 
                
                
                
                el día en que Yahvé vendará la herida de su 
                
                
                
                pueblo y sanará la llaga de sus azotes.  | 
             
            
              | 27 | 
              He 
                
                
                
                aquí el nombre de Yavé, que viene de lejos. Arde su 
                
                
                
                cólera y es pesado el humo que sube; sus labios están 
                
                
                
                llenos de furor, su lengua es como luego devorador.   | 
             
            
              | 28 | 
              Su 
                
                
                
                aliento es como torrente desbordado, que sube hasta el cuello para 
                
                
                
                cribar a las naciones en la criba de la destrucción y poner 
                
                
                
                bozal de engaño a las mandíbulas de los pueblos.   | 
             
            
              | 29 | 
              Entonces 
                
                
                
                vosotros cantaréis como en noche en que se santifica una 
                
                
                
                fiesta, tendréis alegre el corazón, como quien marcha 
                
                
                
                al son de la flauta, para ir al monte de Yavé, a la Roca 
                
                
                
                de Israel.  | 
             
            
              | 30 | 
              Y 
                
                
                
                hará oír Yavé su voz majestuosa, y mostrará 
                
                
                
                el descenso de su brazo, en el ardor de su ira, en medio de un fuego 
                
                
                
                devorador, en tempestad, en aguacero y en granizo.   | 
             
            
              | 31 | 
              A 
                
                
                
                la voz de Yavé temblará Asur y será herido 
                
                
                
                con el palo.   | 
             
            
              | 32 | 
              Y 
                
                
                
                sucederá que cada golpe de palo correctivo que Yavé 
                
                
                
                descargue sobre él, se (dará) al son de tambores y 
                
                
                
                arpas, y en luchas agitadas les combatirá.  | 
             
            
              | 33 | 
              Está 
                
                
                
                desde hace mucho tiempo preparado un tofet, está también 
                
                
                
                destinado al rey . Honda y ancha es la hoguera, fuego y leña 
                
                
                
                hay en abundancia, que el soplo de Yavé va a encender como 
                
                
                
                torrente de azufre.  | 
             
            
              
  | 
                
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
              31  | 
             
            
              |   | 
              Condenación 
                
                
                
                de la política humana  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              Ay 
                
                
                
                de los que bajan a Egipto en busca de socorro, y confían 
                
                
                
                en los caballos, y en la multitud de carros ponen su esperanza, 
                
                
                
                y en la fuerza de los jinetes! Pero no miran al Santo de Israel 
                
                
                
                y no buscan a Yavé.   | 
             
            
              2  | 
              Pero 
                
                
                
                también El es diestro en traer males y no retira su palabra. 
                
                
                
                Y se levantará contra la casa de los malvados, contra el 
                
                
                
                socorro de los que obran la iniquidad.   | 
             
            
              3   | 
              El 
                
                
                
                egipcio es un hombre, no es un dios, y sus caballos son carne, no 
                
                
                
                son espíritu. Y en tendiendo Yavé su mano, caerá 
                
                
                
                el protector y caerá el protegido, ambos juntamente perecerán.  | 
             
            
              4  | 
               Porque 
                
                
                
                así me ha dicho Yavé: Como león que ruge o 
                
                
                
                como cachorro de león sobre su presa, contra el cual se reúne 
                
                
                
                toda la turba de pastores, pero no se acobarda de sus gritos ni 
                
                
                
                se turba ante el ruido de ellos, así Yavé de los ejércitos 
                
                
                
                descenderá a la lucha en el monte de Sión, en su collado.   | 
             
            
              5   | 
              Como 
                
                
                
                aves que levantan el vuelo protegerá Yavé de los ejércitos 
                
                
                
                a Jerusalén; protegiendo salvará, perdonando dejará 
                
                
                
                escapar.  | 
             
            
              6   | 
              Volveos, 
                
                
                
                hijos de Israel, a aquel de quien tan profundamente os habéis 
                
                
                
                separado.   | 
             
            
              7   | 
              Porque, 
                
                
                
                en aquel día, cada cual tirará sus ídolos de 
                
                
                
                plata y sus ídolos de oro, que vosotros os hicisteis con 
                
                
                
                vuestras manos pecadoras.  | 
             
            
              8   | 
              Asur 
                
                
                
                caerá a la espada, que no es espada de hombre, y espada de 
                
                
                
                uno que no es hombre le devorará. Huirá ante la espada, 
                
                
                
                y sus jóvenes (guerreros) serán cautivados,  | 
             
            
              9  | 
              y de 
                
                
                
                terror desaparecerá su roca, y sus príncipes, espantados, 
                
                
                
                abandonarán la bandera. Así dice Yavé, que 
                
                
                
                tiene su fuego en Sión, y su horno en Jerusalén.  | 
             
            
              
  | 
                
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
              32  | 
             
            
              |   | 
              Nueva 
                
                
                
                era de Judá  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              He 
                
                
                
                aquí que reinará un rey en justicia y gobernarán 
                
                
                
                príncipes en juicio.   | 
             
            
              2  | 
              Cada 
                
                
                
                uno será como abrigo contra el viento, corno refugio contra 
                
                
                
                la tempestad, como corriente de agua en tierra sedienta, como sombra 
                
                
                
                de una gran roca en tierra desértica.  | 
             
            
              3   | 
              No 
                
                
                
                se ofuscarán los ojos de los que ven, y estarán atentos 
                
                
                
                los oídos de los que oyen.   | 
             
            
              4  | 
              Y 
                
                
                
                el corazón de los precipitados entenderá sabiamente, 
                
                
                
                y la lengua de los tartamudos hablará claro y expedito.   | 
             
            
              5   | 
              No 
                
                
                
                se llamará ya noble al loco, ni magnánimo al bellaco.  | 
             
            
              6   | 
              Porque 
                
                
                
                el insensato dice insensateces, y su corazón maquina la maldad: 
                
                
                
                comete iniquidades, hablando erróneamente de Yavé; 
                
                
                
                deja vacía el alma del hambriento y quita al sediento la 
                
                
                
                bebida.   | 
             
            
              7   | 
              Las 
                
                
                
                armas del malvado son perniciosas: traza planes malignos para perder 
                
                
                
                al desvalido con palabras mentirosas, aunque sea justa la causa 
                
                
                
                del pobre,   | 
             
            
              8   | 
              mientras 
                
                
                
                que el noble tiene nobles designios, y en sus nobles designios persevera.  | 
             
            
              9  | 
              Mujeres 
                
                
                
                descuidadas, levantaos, oíd mi voz; mujeres confiadas, prestad 
                
                
                
                oído a mi palabra.  | 
             
            
              10  | 
              Dentro 
                
                
                
                de un año habréis de temblar, ¡oh confiadas! 
                
                
                
                porque se habrá acabado la vendimia, la cosecha no vendrá.  | 
             
            
              11   | 
              Temblad, 
                
                
                
                descuidadas; estremeceos, confiadas; despojaos, desnudaos, ceñios 
                
                
                
                los lomos.  | 
             
            
              12  | 
              Se 
                
                
                
                dan golpes de pecho, (llorando) por los hermosos campos y las fértiles 
                
                
                
                viñas.   | 
             
            
              13  | 
              En 
                
                
                
                la tierra de mi pueblo crecen los cardos y las espinas, y aun en 
                
                
                
                las casas de placer de la ciudad alegre.   | 
             
            
              14  | 
              Porque 
                
                
                
                los palacios están desiertos, abandonada la ciudad ruidosa; 
                
                
                
                el Ofel y la torre de guardia para siempre convertidas en cuevas, 
                
                
                
                lugar de delicia para los asnos salvajes y de pasto para los ganados.  | 
             
            
              15  | 
              Hasta 
                
                
                
                que sea derramado sobre nosotros espíritu de lo alto, y el 
                
                
                
                desierto se trueque en vergel, y el vergel sea tenido por selva,   | 
             
            
              | 16 | 
              y 
                
                
                
                el derecho more en el desierto, y la justicia en el vergel.  | 
             
            
              | 17 | 
              La 
                
                
                
                paz será obra de la justicia; y el fruto de la justicia, 
                
                
                
                el reposo y la seguridad para siempre.   | 
             
            
              | 18 | 
              Mi 
                
                
                
                pueblo habitará en mansión de paz, en moradas seguras, 
                
                
                
                en asilo de reposo,   | 
             
            
              | 19 | 
              y 
                
                
                
                la selva caerá a los golpes del granizo, y la ciudad será 
                
                
                
                del todo abatida.   | 
             
            
              | 20 | 
              Venturosos 
                
                
                
                los que sembráis a orillas de todas las aguas y soltáis 
                
                
                
                el pie del buey y del asno. 
                | 
             
            
              
  | 
                
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
              33  | 
             
            
              |   | 
              Liberación 
                
                
                
                de Jerusalén  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              ¡Ay 
                
                
                
                de ti, devastador que no has sido devastado, saqueador que no has 
                
                
                
                sido saqueado! Cuando acabes de devastar, serás tú 
                
                
                
                devastado; cuando acabes de saquear, serás tú saqueado.  | 
             
            
              2  | 
              Ten, 
                
                
                
                ¡oh Yavé! piedad de nosotros; en ti esperamos. Sé 
                
                
                
                tú nuestro brazo cada mañana, nuestra salvación 
                
                
                
                en tiempo de angustia.  | 
             
            
              3   | 
              A 
                
                
                
                la voz del estruendo huyen los pueblos; cuando te alzas tú, 
                
                
                
                las naciones se dispersan.   | 
             
            
              4  | 
              Se 
                
                
                
                recoge el botín (como) cuando se recogen las langostas, y 
                
                
                
                se precipitan sobre él como se precipita la langosta.  | 
             
            
              5   | 
              Excelso 
                
                
                
                es Yavé, porque mora en la altura y llena a Sión de 
                
                
                
                derecho y de justicia.  | 
             
            
              6   | 
              La 
                
                
                
                seguridad de tus tiempos será tesoro de salvación, 
                
                
                
                de sabiduría y de ciencia; el temor de Yavé será 
                
                
                
                su tesoro.  | 
             
            
              7   | 
              Ved: 
                
                
                
                los de Ariel lanzan gritos fuera, los mensajeros de paz lloran amargamente.  | 
             
            
              8   | 
              Los 
                
                
                
                caminos están desiertos, dejaron de pasar los caminantes. 
                
                
                
                Ha roto la alianza, ha aborrecido las ciudades, no hace cuenta de 
                
                
                
                nadie.  | 
             
            
              9  | 
              La 
                
                
                
                tierra está en luto, mustia; el Líbano, confuso, desfallecido. 
                
                
                
                Sarón es un desierto, el Basán y el Carmelo han perdido 
                
                
                
                su follaje.  | 
             
            
              10  | 
              Ahora 
                
                
                
                voy a levantarme, dice Yavé; ahora surgiré y me alzaré.   | 
             
            
              11   | 
              Concebiréis 
                
                
                
                heno y pariréis paja, y vuestro soplo será fuego, 
                
                
                
                que os devorará  | 
             
            
              12  | 
              Los 
                
                
                
                pueblos serán reducidos a ceniza, como zarzas cortadas y 
                
                
                
                consumidas por el fuego.  | 
             
            
              13  | 
              Vosotros, 
                
                
                
                los que habitáis lejos, oíd lo que he hecho, y los 
                
                
                
                que estáis cerca conoced mi poder.   | 
             
            
              14  | 
              Los 
                
                
                
                pecadores en Sión se espantan, el temblor ha sobrecogido 
                
                
                
                a los impíos. ¿Quién de nosotros podrá 
                
                
                
                morar en el fuego devorador? ¿Quién habitará 
                
                
                
                en los eternos ardores?  | 
             
            
              15  | 
              El 
                
                
                
                que camina en justicia y habla rectitud, el que rechaza ganancias, 
                
                
                
                frutos de violencias; el que sacude sus manos para no tomar soborno, 
                
                
                
                el que cierra sus oídos para no oír (proposiciones) 
                
                
                
                sanguinarias y se tapa sus ojos para no ver el mal,   | 
             
            
              | 16 | 
              ése 
                
                
                
                habitará en las alturas y tendrá su refugio en firmes 
                
                
                
                rocas; se le dará pan, y tendrá el agua asegurada.  | 
             
            
              | 17 | 
              Tus 
                
                
                
                ojos verán al rey en su belleza, y verán la tierra 
                
                
                
                que se extiende hasta muy lejos.   | 
             
            
              | 18 | 
              Tu 
                
                
                
                corazón meditará sobre (los días) de terror: 
                
                
                
                ¿Dónde está el que contaba? ¿Dónde 
                
                
                
                el que pesaba? ¿Dónde el que contaba las torres?   | 
             
            
              | 19 | 
              A 
                
                
                
                esa gente insolente no verás más, a ese pueblo de 
                
                
                
                lengua oscura que no se entiende, de lengua tartamudeante, que no 
                
                
                
                se comprende.   | 
             
            
              | 20 | 
              Mira 
                
                
                
                a Sión, la ciudad de nuestras festividades; verán 
                
                
                
                tus ojos a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no emigra, 
                
                
                
                cuyas estacas no serán arrancadas ni rota cuerda alguna,   | 
             
            
              | 21 | 
              sino 
                
                
                
                que allí está Yavé, magnífico para nosotros, 
                
                
                
                lugar de ríos y Nilos anchurosos, por donde no irán 
                
                
                
                barcas de remos ni pasará ningún majestuoso navio.  | 
             
            
              | 22 | 
              Porque 
                
                
                
                Yavé es nuestro Juez, Yavé es nuestro Jefe, Yavé 
                
                
                
                es nuestro Rey, El nos salva.  | 
             
            
              | 23   | 
              Tus 
                
                
                
                cuerdas se aflojaron, ya no sostienen el mástil, ya despliegan 
                
                
                
                la bandera.   | 
             
            
              | 24 | 
              Entonces 
                
                
                
                la presa que se repartirá será muy grande; hasta los 
                
                
                
                cojos tomarán parte en el saqueo.  
                | 
             
            
              | 25 | 
              Y 
                
                
                
                ningún habitante dirá: Estoy enfermo, el pueblo que 
                
                
                
                mora en ella obtendrá el perdón de los pecados. 
                | 
             
            
              
  | 
                
                | 
             
          
         
        
          
            
               | 
              34  | 
             
            
              |   | 
              Juicio 
                
                
                
                contra las gentes  | 
             
            
              |   | 
                | 
             
            
              1  | 
              Acercaos, 
                
                
                
                pueblos, y oíd; prestad atención, naciones; oiga la 
                
                
                
                tierra y cuantos la llenan, el mundo y cuanto en él se produce.   | 
             
            
              2  | 
              Porque 
                
                
                
                está irritado Yavé contra todas las naciones, airado 
                
                
                
                contra todo el ejército de ellas.   | 
             
            
              3   | 
              Los 
                
                
                
                destina al exterminio, los entrega a la matanza, y sus muertos quedarán 
                
                
                
                abandonados, exhalarán sus cadáveres un olor fétido, 
                
                
                
                y se derretirán los montes por la sangre de ellos.  | 
             
            
              4  | 
              La 
                
                
                
                milicia de los cielos se disuelve, se enrollan los cielos como se 
                
                
                
                enrolla un libro, y todo su ejército caerá como caen 
                
                
                
                las hojas de la vid, como caen las hojas de la higuera.  | 
             
            
              5   | 
              Porque 
                
                
                
                mi espada se empapó en los cielos, he aquí que va 
                
                
                
                a descender sobre Edom, sobre el pueblo que he destinado al exterminio, 
                
                
                
                al juicio.  | 
             
            
              6   | 
               La espada de Yavé está llena de sangre, está 
                
                
                
                encebada en grasa, en sangre de corderos y machos cabríos, 
                
                
                
                en grasa de los ríñones de los carneros, porque hace 
                
                
                
                Yavé un sacrificio en Bosra y una gran matanza en la tierra 
                
                
                
                de Edom.   | 
             
            
              7   | 
              Y 
                
                
                
                caerán con ellos los búfalos, y los novillos con los 
                
                
                
                toros. Su tierra está borracha de sangre, y su polvo engordado 
                
                
                
                con grasa.  | 
             
            
              8   | 
              Porque 
                
                
                
                es para Yavé un día de venganza, un año de 
                
                
                
                desquite para la causa de Sión.  | 
             
            
              9  | 
               Y sus torrentes se convertirán en pez, y su polvo en azufre, 
                
                
                
                y será su tierra como pez que arde día y noche;   | 
             
            
              10  | 
              nunca 
                
                
                
                se extinguirá, subirá su humo perpetuamente. Será 
                
                
                
                asolada de generación en generación, y nadie pasará 
                
                
                
                más por ella.  | 
             
            
              11   | 
              Se 
                
                
                
                adueñarán de ella el pelícano y el mochuelo, 
                
                
                
                la habitarán la lechuza y el cuervo, y echará Yavé 
                
                
                
                sobre ella las cuerdas de la confusión y la plomada de la 
                
                
                
                desolación;   | 
             
            
              12  | 
              y 
                
                
                
                habitarán en ella los sátiros, y todos sus nobles 
                
                
                
                dejarán de existir. Allí ya no habrá reino, 
                
                
                
                y desaparecerán todos sus príncipes.  | 
             
            
              13  | 
              Y 
                
                
                
                en sus palacios crecerán las zarzas, en sus fortalezas las 
                
                
                
                ortigas y los cardos, y serán morada de chacales y refugio 
                
                
                
                de avestruces.  | 
             
            
              14  | 
              Perros 
                
                
                
                y gatos salvajes se reunirán allí, y se juntarán 
                
                
                
                allí los sátiros. También allí Lilit 
                
                
                
                descansará y hallará su lugar de reposo.   | 
             
            
              15  | 
              Allí 
                
                
                
                hará su nido la serpiente y pondrá, incubará 
                
                
                
                y sacará sus huevos; allí se reunirán también 
                
                
                
                los buitres y se encontrarán unos con otros.  | 
             
            
              |   | 
              
  | 
             
            
              |   | 
              Liberación 
                
                
                
                y gloria de Israel  | 
             
            
              |   | 
              
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              | 16 | 
              Buscad 
                
                
                
                en el libro de Yavé y leed: No faltará ninguno de 
                
                
                
                ellos, porque lo ha mandado la boca de Yavé, y su soplo los 
                
                
                
                ha reunido.   | 
             
            
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               El mismo ha echado a suertes entre ellos, y su mano la ha repartido 
                
                
                
                con la cuerda de medir; la poseerán por siempre y la habitarán 
                
                
                
                de generación en generación. 
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              1  | 
              Exultará 
                
                
                
                el desierto y la tierra árida, se regocijará la estepa 
                
                
                
                como un narciso.  | 
             
            
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              Florecerá 
                
                
                
                y exultará y dará cantos de triunfo; le será 
                
                
                
                dada la gloria del Líbano, la magnificencia del Carmelo y 
                
                
                
                del Sarón; ellos verán la gloria de Yavé y 
                
                
                
                la magnificencia de nuestro Dios.  | 
             
            
              3   | 
              Fortaleced 
                
                
                
                las manos desfallecidas y afianzad las rodillas vacilantes.   | 
             
            
              4  | 
              Decid 
                
                
                
                a los apocados de corazón: ¡Valor! No temáis, 
                
                
                
                he ahí nuestro Dios. Viene la venganza, viene la retribución 
                
                
                
                de Dios, viene El mismo, y os salvará.   | 
             
            
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              Entonces 
                
                
                
                se abrirán los ojos de los ciegos, se abrirán los 
                
                
                
                oídos de los sordos.  | 
             
            
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              Entonces 
                
                
                
                saltará el cojo como un ciervo, y la lengua de los mudos 
                
                
                
                cantará gozosa. Porque brotarán aguas en el desierto, 
                
                
                
                y torrentes en la estepa.   | 
             
            
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              Y 
                
                
                
                la tierra abrasada se convertirá en estanque, y el suelo 
                
                
                
                árido en fuentes. Lo que fue morada y cubil de chacales, 
                
                
                
                se cubrirá de cañas y juncos.  | 
             
            
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              Y 
                
                
                
                habrá allí una calzada y camino, que se llamará 
                
                
                
                la vía santa; nada impuro pasará por ella. El mismo 
                
                
                
                guiará al caminante, y los simples no se descarriarán.  | 
             
            
              9  | 
              No 
                
                
                
                habrá allí leones, ni fiera alguna subirá. 
                
                
                
                Por ella marcharán los redimidos   | 
             
            
              10  | 
               y volverán los rescatados de Yavé. Vendrán 
                
                
                
                a Sión con gritos de júbilo, y alegría eterna 
                
                
                
                será sobre sus cabezas. Gozo y alegría alcanzarán, 
                
                
                
                y huirán la tristeza y los llantos. 
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