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LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 

 

LA SAGRADA BIBLIA

ANTIGUO TESTAMENTO. PENTATEUCO

EXODO

 

 
SEGUNDA PARTE
 
CAMINO DEL SINAÍ
Capítulo 12
   
37
Partieron los hijos de Israel de Rameses para Sucot en número de unos seiscientos mil infantes, sin contar los niños.
38
Subía, además, con ellos una gran muchedumbre de toda suerte de gentes y muchas ovejas y bueyes y muy gran número de animales.
39
Cocieron bajo la ceniza la masa que habían sacado de Egipto, e hicieron panes ácimos, pues la masa no había podido fermentar, por la mucha prisa que para salir les daban; y ni para comer pudieron preparar nada.
40
La estancia de los hijos de Israel en Egipto duró cuatrocientos treinta años
41
Y fue al cabo de cuatrocientos treinta años, en ese mismo día, cuando salieron los ejércitos de Yavé de la tierra de Egipto.
42
Esta noche en que Yavé veló para sacarlos de la tierra de Egipto debe ser noche de vigilia en honor de Yavé para todos los hijos de Israel por todas las generaciones.
 
 
La Ley de la Pascua
 
43
Dijo Yavé a Moisés y a Arón: “Esta es la ley de la Pascua. No la comerá ningún extranjero.
44
Al siervo comprado al precio de plata le circuncidarás y la comerá;
45
pero el adventicio y el mercenario no la comerán.
46
Se comerá toda en cada casa, y no sacaréis fuera de ella nada de sus carnes, ni quebrantaréis ninguno de sus huesos.
47
Toda la asamblea de Israel comerá la Pascua.
48
Si alguno de los extranjeros que habite contigo quisiera comer la Pascua de Yavé, deberá circuncidarse todo varón en su casa, y entonces podrá comerla, como si fuera indígena, pero ningún incircunciso podrá comerla.
49
La misma ley será para el indígena y para el extranjero que habita con vosotros.”
50
Todos los hijos de Israel hicieron lo que Yavé había mandado a Moisés y a Arón.
51
Aquel mismo día sacó Yavé de la tierra de Egipto a los hijos de Israel por escuadras.
   
Capítulo 13
 
La Ley de los Primogénitos
   
1
Habló Yavé a Moisés y le dijo:
2
“Conságrame todo primogénito; las primicias del seno materno entre los hijos de Israel, tanto de los hombres cuanto de los animales, mías son.”
3
Moisés dijo al pueblo: “Acordaos siempre del día en que salisteis de Egipto, de la casa de la servidumbre, pues ha sido la poderosa mano de Yavé la que os ha sacado. No se comerá pan fermentado.
4
Salís hoy en el mes de Abib.
5
Cuando te introduzca Yavé en la tierra de los cananeos, de los jeteos, de los amorreos, de los jeveos y de los jebuseos, que a tus padres juró darte, tierra que mana leche y miel, guardarás ese rito en este mismo mes.
6
Durante siete días comerás pan ácimo, y el día séptimo será fiesta de Yavé.
7
Se comerá pan ázimo durante siete días, y no se verá pan fermentado ni levadura en todo tu territorio.
8
Este día lo explicarás a tus hijos, diciendo: “Es por lo que Yavé hizo por mí al salir de Egipto”.
9
Esto será para ti como una señal en tu mano, como un recuerdo a tus ojos, para que tengas en tu boca la Ley de Yavé, porque con su poderosa mano te ha sacado Yavé de Egipto.
10
Observarás esto al tiempo fijado, de año en año.
11
Cuando te haya introducido Yavé en la tierra de los cananeos, como lo juró a tus padres, y te la haya dado,
12
consagrarás a Yavé todo cuanto abre la vulva; y de todo primer parto de los animales que tengas, el macho lo consagrarás a Yavé;
13
el del asno lo redimirás por un cordero, y si no lo redimes, lo desnucarás. También redimirás a todo primogénito humano de entre tus hijos.
14
Y cuando tu hijo te pregunte mañana: ¿Qué significa esto?, le dirás: Con su poderosa mano nos sacó Yavé de Egipto, de la casa de la servidumbre.
15
Como el faraón se obstinaba en no dejarnos salir, Yavé mató a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los primogénitos de los hombres hasta los primogénitos de los animales; por eso yo sacrifico a Yavé todo primogénito de los animales y redimo todo primogénito de mis hijos.
16
Esto será como una señal en tu mano y como banda entre tus ojos, porque fue con su poderosa mano como nos sacó Yavé de Egipto.
 
 
Paso de Israel por en medio del Mar Rojo
 
17
Cuando el faraón dejó salir al pueblo, no le condujo Dios por el camino de la tierra de los filisteos, aunque más corto, pues se dijo: “No se arrepienta el pueblo si se ve atacado y se vuelva a Egipto.”
18
Hízole Yavé rodear por el camino del desierto, hacia el mar Rojo. Los hijos de Israel subían en buen orden desde Egipto.
19
Moisés había recogido los huesos de José, pues había hecho jurar José a los hijos de Israel que cuando Yavé los visitara se llevarían consigo sus huesos de allí.
20
Partieron de Sucot y acamparon en Etam, al extremo del desierto.
21
Iba Yavé delante de ellos, de día, en columna de nube, para guiarlos en su camino, y de noche, en columna de fuego, para alumbrarlos y que pudiesen así marchar lo mismo de día que de noche.
22
La columna de nube no se apartaba del pueblo de día, ni de noche la de fuego.
   
 Capítulo 14
1
Yavé dijo a Moisés:
2
“Habla a los hijos de Israel: que cambien de rumbo y vayan a acampar en Piajirot, entre Migdal y el mar, frente a Baalsefón; allí acamparéis, cerca del mar.
3
El faraón se dirá, respecto a los hijos de Israel: “Andan errantes por la tierra, el desierto les cierra el paso.”
4
Yo endureceré el corazón del faraón y él os perseguirá; pero yo haré brillar mi gloria en el faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Yavé.” Hicieron así los hijos de Israel.
5
Anunciaron al rey de Egipto que había huido el pueblo, y el corazón del faraón y el de sus servidores se trocaron en orden al pueblo, y dijeron: “¿Qué es lo que hemos hecho dejando salir a Israel y privándonos de sus servicios?”
6
El faraón hizo preparar su carro y tomó consigo a su pueblo.
7
Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto y jefes para el mando de todos.
8
Yavé endureció el corazón del faraón, rey de Egipto, y el faraón persiguió a los hijos de Israel, pero éstos habían salido con muy alta mano.
9
Los egipcios llegaron en su persecución al lugar donde acampaban, cerca del mar. Todos los caballos de los carros del faraón, sus caballeros y su ejército los alcanzaron en Piajirot, frente a Baalsefón.
10
El faraón se acercaba; los hijos de Israel, alzando los ojos, vieron a los egipcios marchar contra ellos, y, llenos de terror, clamaron a Yavé,
11
y dijeron a Moisés: “¿Es que no había sepulcros en Egipto, que nos has traído al desierto a morir? ¿Qué es lo que has hecho con sacarnos de Egipto?
12
¿No te decíamos nosotros en Egipto: Deja que sirvamos a los egipcios, que mejor es para nosotros servir en Egipto que morir en el desierto?”
13
Moisés respondió al pueblo: “No temáis; estad tranquilos, y veréis la victoria que en este día os dará Yavé, pues los egipcios que hoy veis no volveréis a verlos jamás.
14
Yavé combatirá por vosotros; vosotros estaos tranquilos.”
15
Yavé dijo a Moisés: “¿A qué esos gritos? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha.
16
Tú alza tu cayado y tiende el brazo sobre el mar, y divídelo para que los hijos de Israel pasen por en medio, en seco.
17
Yo endureceré el corazón de los egipcios, para que entren también detrás de ellos, y haré brillar mi gloria sobre el faraón y sobre todo su ejército, sus carros y sus caballeros,
18
y los egipcios sabrán que yo soy Yavé, cuando el faraón, sus carros y sus caballeros hagan resplandecer mi gloria.”
19
El ángel de Dios, que marchaba delante de las huestes de Israel, se puso detrás de ellas; la columna de nube que iba delante de ellos se puso detrás,
20
entre el campo de los egipcios y el de Israel, y se hizo tenebrosa y sombría toda la noche, y las dos huestes no se acercaron una a otra durante toda la noche.
21
Moisés tendió su mano sobre el mar e hizo soplar Yahvé sobre el mar toda la noche un fortísimo viento solano, que le secó, y se dividieron las aguas.
22
Los hijos de Israel entraron en medio del mar, a pie enjuto, formando para ello las aguas una muralla a derecha e izquierda.
23
Los egipcios se pusieron a perseguirlos, y todos los caballos del faraón, sus carros y sus caballeros entraron en el mar en seguimiento suyo.
24
A la vigilia matutina miró Yavé desde la nube de fuego y humo a la hueste egipcia y la perturbó.
25
Hizo que las ruedas de los carros se enredasen unas en otras, de modo que sólo muy penosamente avanzaban. Los egipcios dijeron entonces: “Huyamos ante Israel, que Yavé combate por él contra los egipcios.”
26
Pero Yavé dijo a Moisés: “Tiende tu mano sobre el mar, y las aguas se reunirán sobre los egipcios, sus carros y sus caballeros.”
27
Moisés tendió su mano sobre el mar, y al despuntar el día, el mar recobró su estado ordinario, y los egipcios en fuga dieron en él, y arrojó Yavé a los egipcios en medio del mar.
28
Las aguas, al reunirse, cubrieron carros, caballeros y todo el ejército del faraón, que habían entrado en el mar en seguimiento de Israel, y no escapó uno solo.
29
Pero los hijos de Israel pasaron a pie enjuto por en medio del mar, formando para ellos las aguas una muralla a derecha e izquierda.
30
Aquel día libró Yavé a Israel de los egipcios, cuyos cadáveres vio Israel en las playas del mar.
31
Israel vio la mano potente que mostró Yavé para con Egipto, y el pueblo temió a Yavé, y creyó en Yavé y en Moisés, su siervo.
   
Capítulo 15
 
Canto triunfal de Moisés
   
1
Entonces cantaron Moisés y los hijos de Israel a Yavé este canto, diciendo: “Cantaré a Yavé, que se ha mostrado sobre modo glorioso; El arrojó al mar al caballo y al caballero.
2
Yavé es mi fortaleza y el objeto de mi canto; El fue mi salvador, El es mi Dios, y yo le alabaré; Es el Dios de mi padre, yo le exaltaré.
3
Yavé es un fuerte guerrero, Yavé es su nombre.
4
Precipitó en el mar los carros del faraón y su ejército; la flor de sus capitanes se la tragó el mar Rojo.
5
Cubriéronlos los abismos,y cayeron al fondo, como una piedra.
6
Tu diestra, ¡oh Yavé!, engrandecida por la fortaleza; tu diestra, ¡oh Yavé!, destrozó al enemigo.
7
En la plenitud de tu poderío derribaste a tus adversarios; diste rienda suelta a tu furor, y los devoró como paja.
8
Al soplo de tu ira amontonáronse las aguas, se pararon como un dique; cuajáronse los abismos en lo profundo del mar.
9
Díjose el enemigo: “Los perseguiré, los alcanzaré; me repartiré sus despojos, hartaré mi alma. Desenvainaré mi espada, y los despojará mi mano.”
10
Enviaste tu soplo, y los cubrió el mar; se hundieron como plomo en las poderosas aguas.
11
¿Quién como tú, ¡oh Yavé!, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, obrador de prodigios?
12
Tendiste tu diestra, y se los tragó la tierra.
13
En tu misericordia tú acaudillas al pueblo que redimiste, y por tu poderío lo condujiste a tu santa morada.
14
Supiéronlo los pueblos, y temblaron; el terror se apoderó de los filisteos.
15
Los príncipes de Edom se estremecieron, se apoderó la angustia de los fuertes de Moab. Todos los habitantes de Canán perdieron su valor.
16
Cayeron sobre ellos el espanto y la angustia. Por la fuerza de tu brazo se quedaron inmóviles como una piedra hasta que tu pueblo, ¡oh Yavé!, pasó; hasta que pasó el pueblo que redimiste.
17
Le introdujiste y le plantaste en el monte de tu heredad, ¡oh Yavé!, en el lugar que has hecho para tu residenca ¡oh Yavé!; en el santuario, ¡oh Señor!, que fundaron tus manos.
18
Yavé reinará por siempre jamás.
19
Entraron en el mar los caballos del faraón, sus carros y sus caballeros, y volvió Yavé sobre ellos las aguas del mar. Mas los hijos de Israel pasaron por en medio del mar a pie enjuto.
20
María, la profetisa, hermana de Arón, tomó en sus manos un tímpano, y todas las mujeres seguían en pos de ella con tímpanos y danzando,
21
y María les respondía: “Cantad a Yavé, que ha hecho resplandecer su gloria, precipitando en el mar al caballo y al caballero.”
 
 
Las aguas de Mara
 
22
Al mando de Moisés, los hijos de Israel se partieron del mar Rojo. Avanzaron hacia el desierto de Sur y marcharon por él tres días, sin hallar agua.
23
Llegaron a Mara, pero no pudieron beber el agua de Mara, por ser amarga; por eso se dio a este lugar el nombre de Mara.
24
El pueblo murmuraba contra Moisés, diciendo: “¿Qué vamos a beber?”
25
Moisés clamó a Yavé, que le indicó un madero que él echó en el agua, y ésta se endulzó. Allí dio al pueblo leyes y estatutos y le puso a prueba.
26
Les dijo: “Si escuchas a Yavé, tu Dios; si obras lo que es recto a sus ojos; si das oído a sus mandatos y guardas todas sus leyes, no traeré sobre ti ninguna de las plagas con que he afligido a Egipto, porque yo soy Yavé, tu sanador.”
27
Llegaron a Elim, donde había doce fuentes y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.
   
  Capítulo 16
 
Las Codornices y el Maná
   
1
Partieron de Elim, y toda la congregación de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto.
2
Toda la asamblea de los hijos de Israel se dio a murmurar contra Moisés y Arón.
3
Los hijos de Israel les decían: “¡Quién nos diera que muriéramos a mano de Yavé en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y nos hartábamos de pan! Nos habéis traído al desierto para matar de hambre a toda esta muchedumbre.”
4
Yavé dijo a Moisés: “Voy a haceros llover comida de lo alto de los cielos. El pueblo saldrá a recoger cada día la porción necesaria para ponerle yo a prueba, viendo si marcha o no según mi ley.
5
El día sexto preparen para llevar el doble de lo que recogen cada día.”
6
Moisés y Arón dijeron a todos los hijos de Israel: “Esta tarde sabréis que es Yavé quien os ha sacado de Egipto,
7
y a la mañana veréis la gloria de Yavé, pues ha oído vuestras murmuraciones, que van contra Yavé; porque nosotros, ¿qué somos, para que murmuréis contra nosotros?”
8
Moisés dijo: “Esta tarde os dará a comer Yavé carnes, y mañana pan a saciedad, pues ha oído vuestras murmuraciones contra él; pues ¿nosotros qué? No van contra nosotros vuestras murmuraciones, sino contra Yavé”
9
Moisés dijo a Arón: “Di a toda la congregación de Israel que se acerque a Yavé, pues ha oído Yavé todas sus murmuraciones.”
10
Mientras hablaba Arón a toda la asamblea de los hijos de Israel, volviéronse éstos de cara al desierto y apareció la gloria de Yavé en la nube.
11
Yavé dijo a Moisés:
12
“He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: Entre dos luces comeréis carne y mañana os hartaréis de pan, y sabréis que yo soy Yavé, vuestro Dios.”
13
Y sucedió que a la tarde subieron codornices que cubrieron el campamento, y a la mañana había en torno al campamento una capa de rocío.
14
Cuando el rocío se evaporó, vieron sobre la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha.
15
Los hijos de Israel, al verla, se preguntaban unos a otros: “Manhu?” (“¿Qué es esto?”), pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: “Ese es el pan que os da Yavé para alimento.
16
Mirado que Yavé ha mandado que cada uno de vosotros recoja la cantidad que necesita para alimentarse, un ómer por cabeza, según el número de personas; cada uno recogerá para cuantos tenga en su tienda.”
17
Los hijos de Israel hicieron así y recogieron unos más y otros menos.
18
Pero al medir luego con el ómer, hallaron que el que había recogido de más no tenía nada de más, y el que había recogido de menos no tenía nada de menos, sino que cada uno tenía lo que para su alimento necesitaba.
19
Moisés dijo: “Que nadie deje nada para mañana.”
20
No obedecieron a Moisés, y muchos dejaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se pudrió. Irritóse Moisés contra ellos.
21
Todas las mañanas recogían el maná, cada cual según su consumo, y cuando el sol dejaba sentir sus ardores, se derretía.
22
El día sexto recogieron doble cantidad de alimento, dos ómer por cabeza. Los principales del pueblo vinieron a decírselo a Moisés,
23
que les contestó: “Eso es lo que ha mandado Yavé. Mañana es sábado, día de descanso consagrado a Yavé. Coced lo que hayáis de cocer y hervid lo que hayáis de hervir, y lo que sobre guardadlo para mañana.”
24
Guardáronlo para el día siguiente, según lo había ordenado Misés, y no se pudrió ni se agusanó.
25
Moisés dijo: “Comed eso hoy, que es sábado en honor de Yavé, y hoy no lo hallaréis en el campo.
26
Recogeréis seis días; el séptimo, sábado, no lo habrá.”
27
Al séptimo día salieron algunos del pueblo a recoger, pero no hallaron.
28
Y Yavé dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo rehusaréis guardar mis mandatos y mis leyes?
29
Mirad que Yavé os ha dado el sábado, y por eso el día sexto os da para los dos días. Que se quede cada uno en su puesto y no salga de él el día séptimo.”
30
El pueblo descansó el día séptimo.
31
Los israelitas dieron a este alimento el nombre de maná. Era parecido a la semilla del cilantro, blanco, y tenía un sabor como de torta de harina de trigo amasada con miel.
32
Moisés dijo: “Yavé ha ordenado que se llene un ómer de maná para conservarlo y que puedan ver vuestros descendientes el pan con que os he alimentado en el desierto cuando os saqué de la tierra de Egipto.”
33
Dijo, pues, Moisés a Arón: “Toma una vaso, pon en ella un ómer de maná lleno y deposítalo ante Yavé, que se conserve para vuestros descendientes.”
34
Arón lo depositó ante el Testimonio, para que se conservase, como se lo había mandado Yavé a Moisés.
35
Comieron los hijos de Israel el maná durante cuarenta años hasta que llegaron a la tierra habitada. Lo comieron hasta llegar a los confines de la tierra de Canán.
36
El ómer es la décima parte del efá.
 
Capítulo 17
 
Brota el agua en la roca de Horeb
   
1
Partióse la congregación de los hijos de Israel del desierto de Sin, según las etapas que Yavé les ordenaba, y acamparon en Rafidim, donde no halló el pueblo agua que beber.
2
Entonces el pueblo se querelló contra Moisés, diciendo: “Danos agua que beber.” Moisés les respondió: “¿Por qué os querelláis contra mí? ¿Por qué tentáis a Yavé?”
3
Pero el pueblo, sediento, murmuraba contra Moisés y decía: “¿Por qué nos hiciste salir de Egipto, para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?”
4
Moisés clamó a Yavé, diciendo: “¿Qué voy a hacer yo con este pueblo? Poco más y me apedrean.”
5
Yavé dijo a Moisés: “Vete delante del pueblo y lleva contigo a ancianos de Israel; lleva en tu mano el cayado con que heriste el río, y ve,
6
que yo estaré allí delante de ti, en la roca de Horeb. Hiere la roca, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.” Hízolo así Moisés en presencia de los ancianos de Israel,
7
y dio a este lugar el nombre de Masá y Meribá, por la querella de los hijos de Israel y porque habían tentado a Yavé, diciendo: “¿Está Yavé en medio de nosotros o no?”
 
 
Victoria contra Amalec
 
8
Amalec vino a Rafidim a atacar a los hijos de Israel,
9
y Moisés dijo a Josué: “Elige hombres y ataca mañana a Amalec. Yo estaré sobre el vértice de la colina con el cayado de Dios en la mano.”
10
Josué hizo lo que le había mandado Moisés, y atacó a Amalec. Arón y Jur subieron con Moisés al vértice de la colina.
11
Mientras Moisés tenía alzada la mano, llevaba Israel la ventaja, y cuando la bajaba, prevalecía Amalec.
12
Como las manos de Moisés estaban pesadas, tomaron una piedra y la pusieron debajo de él para que se sentara, y Arón y Jur sostenían sus manos, uno de un lado y otro de otro; y así sus se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol,
13
y Josué exterminó a Amalec y a su pueblo al filo de la espada.
14
Yavé dijo a Moisés: “Pon esto por escrito para recuerdo, y di a Josué que yo borraré a Amalec de debajo del cielo.”
15
Moisés alzó un altar y le dio el nombre de “Yavé Nesi,”
16
diciendo: “Pues alzó la mano contra el trono de Yavé, estará Yavé en guerra contra Amalec de generación en generación.”
   
  Capítulo 18
 
Viene Jetró con la mujer y los hijos de Moisés
   
1
Jetró, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, supo lo que había hecho Dios en favor de Moisés y de Israel, su pueblo, que había sacado Yavé de Egipto.
2
Tomó Jetró, suegro de Moisés, a Séfora, mujer de Moisés, a quien éste había hecho volverse,
3
y a los dos hijos de Séfora, de los cuales uno se llamaba Gersón, porque Moisés había dicho: “Soy un peregrino en tierra extranjera”,
4
y el otro Eliezer, porque había dicho: “El Dios de mi padre me ha socorrido y me ha librado de la espada del faraón.”
5
Jetró, suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de Moisés, vino a éste al desierto, donde estaba acampado, al monte de Dios.
6
Mandó decir a Moisés: “Yo, tu suegro Jetró, voy a ti con tu mujer, y con ella sus dos hijos.”
7
Moisés salió al encuentro de su suegro y, prosternándose, le besó. Después de preguntarse uno a otro por la salud, entraron en la tienda de Moisés.
8
Moisés contó a su suegro todo cuanto había hecho Yavé al faraón y a los egipcios en favor de Israel, y todas las contrariedades que en el camino habían tenido, y cómo Yavé le había librado de ellas.
9
Jetró se felicitó de todo el bien que Yavé había hecho a Israel librándole de la mano de los egipcios.
10
“Bendito sea Yavé -dijo-, que os ha librado de la mano de los egipcios y de la del faraón.
11
Ahora sé bien que Yavé es más grande que todos los dioses, pues se ha mostrado grande, haciendo recaer sobre los egipcios su maldad.”
12
Jetró, suegro de Moisés, ofreció a Dios un holocausto y sacrificios, y vinieron Arón y todos los ancianos de Israel comieron con él ante Dios.
 
 
Consejo de Jetró a Moisés
 
13
Al día siguiente sentóse Moisés para juzgar al pueblo, y el pueblo estuvo delante de él desde la mañana hasta la tarde.
14
El suegro de Moisés, viendo lo que el pueblo hacía, dijo: “¿Cómo haces eso con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo a juzgar, y todo el mundo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?”
15
Moisés respondió a su suegro: “Es que el pueblo viene a mí para consultar a Dios.
16
Cuando tienen alguna querella, vienen a mí, y yo juzgo entre ellos, haciéndoles saber los mandatos de Dios y sus leyes.”
17
El suegro de Moisés dijo a éste: “Lo que haces no está bien. Te consumes neciamente y consumes al pueblo que tiene que estar delante de ti.
18
Ése trabajo es superior a tus fuerzas, y no puedes llevarlo tú solo.
19
Oyeme, voy a darte un consejo, y que Dios sea contigo. Sé tú el representante del pueblo ante Dios y lleva ante él los asuntos.
20
Enséñales los preceptos y la ley y dales a conocer el camino que han de seguir y lo que han de hacer.
21
Pero escoge de entre todo el pueblo a hombres capaces y temerosos de Dios, íntegros, enemigos de la avaricia, y constitúyeloss sobre el pueblo como jefes de millar, de centena, de cincuentena y de decena.
22
Que juzguen ellos al pueblo en todo tiempo y lleven a ti los asuntos de mayor importancia, decidiendo ellos mismos en los menores. Aligera tu carga, y que te ayuden ellos a soportarla.
23
Si esto haces y Yavé te comunica sus mandatos, podrás sostenerte, y el pueblo podrá atender en paz a lo suyo.”
24
Siguió Moisés el consejo de su suegro e hizo lo que había dicho.
25
Eligió entre todo el pueblo a hombres capaces, que puso sobre el pueblo como jefes de millar, de centena, de cincuentena y de decena.
26
Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo y llevaban a Moisés los asuntos graves, resolviendo por sí todos los pequeños.
27
Despidió Moisés a su suegro, que se volvió a su tierra.

C.R.Y&S